El infinito es un símbolo que representa un número más
grande de lo que la mente de un ser humano pueda imaginar, el número inalcanzable, el número que nunca se podría escribir. No sabemos cuál es, pero si podemos saber cómo es, pues basta con escribir un 9, después otro 9, y otro 9, y otro 9, y así infinitos nueves, hasta que todo se extinga, pero todavía tendríamos que seguir escribiendo nueves y nueves. Cuenta la leyenda que el ajedrez fue inventado en la India, y el monarca hindú de aquel entonces, entusiasmado al comprobar que el juego era muy entretenido y que proporcionaba multitud de partidas diferentes, quiso premiar a su súbdito inventor con un regalo a su elección, fuere cual fuere, ante lo que el súbdito le respondió que quería un grano de trigo por la primera casilla del tablero de ajedrez, dos granos por la segunda casilla, cuatro granos por la tercera casilla, ocho granos por la cuarta... El monarca le ordenó que parase y que esa misma noche recibiría un saco con todos los granos pedidos, aunque también le recriminó que se sentía menospreciado por haberle pedido un premio tan insignificante. Pasadas unas horas, el monarca preguntó a sus sirvientes si el regalo había sido ya entregado, pero le contestaron que los matemáticos del palacio estaban calculando todavía el número de granos de la recompensa. Ya de noche, extrañado y molesto por la tardanza, volvió a interesarse por el premio, a lo que le respondieron que tendrían el cálculo definitivo a la mañana siguiente. Y así fue. Bien temprano, los matemáticos fueron recibidos por el monarca, quien les preguntó si el joven inventor había recibido ya su regalo. Los matemáticos le dijeron que no, puesto que sería imposible satisfacer dicho regalo. El monarca, sorprendido por las palabras de sus sabios, les pidió el número de granos que tendrían que ser entregados al súbdito, y éstos le respondieron que habría que conseguir 18.446.744.073.709.551.615 granos de trigo, es decir, más de 18 trillones de granos. El súbdito había pedido en realidad (2^64) – 1 granos,
¿Y cuánto tardaríamos en contar todos los granos para
asegurarnos de que no falta ninguno? Son tantos que seguramente nos equivocaríamos, pero vamos a suponer que lo hacemos bien y que somos capaces de contar un grano cada segundo. En un día, podríamos contar 86.400 granos, y eso sin dormir, ni comer ni hacer otra cosa que contar. Tras una semana, habríamos contado 604.800 granos; pasado un mes de 30 días, 2.592.000 granos; en un año, 31.536.000!!!
Atención: tendríamos que estar ¡¡¡584.942.417.355
años!!!contando granos, es decir, cuarenta veces más que el tiempo de vida que se estima que tiene el Universo.