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PALABRA DE FUEGO Y PODER


LA SEMILLA QUE DA FRUTO

Mat 13:1-9 Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. 2 Y se
le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba
en la playa. 3 Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el
sembrador salió a sembrar. 4 Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó
junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. 5 Parte cayó en pedregales,
donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de
tierra; 6 pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. 7 Y parte
cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. 8 Pero parte cayó en
buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. 9
El que tiene oídos para oír, oiga.
Mar 4:10-14 Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él con los doce
le preguntaron sobre la parábola. 11 Y les dijo: A vosotros os es dado saber el
misterio del reino de Dios; más a los que están fuera, por parábolas todas las
cosas; 12 para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan;
para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados. 13 Y les dijo: ¿No
sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas? 14 El
sembrador es el que siembra la palabra.
Lucas 8:11-15 Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios.
Mat 13:18-23 Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: 19 Cuando
alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo
que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.
20 Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al
momento la recibe con gozo; 21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta
duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra,
luego tropieza (Lucas 8:13 … pero éstos no tienen raíces; creen por algún
tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan.). 22 El que fue sembrado entre
espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de

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las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. (Mar 4:19…, y las
codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, …) (Lucas 8:14 …, pero
yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y
no llevan fruto.).
Mat 13:23 Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y
entiende la palabra (actuar – poner por obra), y da fruto; y produce a ciento, a
sesenta, y a treinta por uno.
Mar 4:20 Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que
oyen la palabra y la reciben (aceptar cerca – admitir), y dan fruto a treinta, a
sesenta, y a ciento por uno.
Lucas 8:15 Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con
corazón bueno y recto retienen (sostener abajo - poseer – sujetar – mantener
firme – apoderarse) la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.
Para Jesús, primer sembrador, no hay ningún terreno que no sea apto
para recibir el Evangelio. Y el terreno, es el corazón de cada persona,
independientemente de su cultura y su situación.
Cada hombre ha recibido el libre albedrio como un don. Es la decisión
que a menudo tomamos nosotros de ser en algunas ocasiones terreno
bueno, en otras ocasiones terreno menos bueno y en otras, opuestos a
aceptar escuchar. 
Si miramos nuestra vida vemos que a veces nuestro corazón es como
un terreno pedregoso, otras veces está lleno de abrojos, otras dejamos que
nuestros quehaceres nos desborden y otras veces somos terreno bueno. El
Señor, con esta parábola, nos invita a abrir nuestro corazón para acoger la
Palabra de Dios y cuidarla con perseverancia. 

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Y junto a Él, seamos sembradores de la semilla buena del Evangelio
para que sea sembrado hasta los extremos de la tierra y lleve por todas
partes frutos de paz y de amor.
Luego enseñó otra parábola, registrada sólo en el testimonio de
Marcos, que se centra en lo que hace que crezca una planta. Él dijo:
Mar 4:26-29 Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un
hombre echa semilla en la tierra; 27 y duerme y se levanta, de noche y de día, y
la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. 28 Porque de suyo lleva fruto la
tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; 29 y
cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha
llegado.
En esta parábola, el sembrador una vez terminada la siembra,
simplemente se despierta un día para descubrir que las semillas ya se han
desarrollado por completo y que bajo la influencia de la riqueza del suelo, el
sol, la lluvia, el viento, el rocío, así como de otros factores que no puede
manipular, las hojas brotan y se forma la espiga.
Para que una semilla germine, es importante que reciban el agua y el
oxígeno, como también lo es la temperatura adecuada. Las semillas
precisan suelo después de germinar, ya que este brinda un ambiente cálido
y lugar para el desarrollo de las raíces.
Cuando una semilla se expone a las condiciones apropiadas, agua y
oxígeno son tomados a través de la cáscara de la semilla. Las células del
embrión comienzan a agrandarse. Entonces la cáscara de la semilla
empieza a abrirse y la raíz emerge primero, seguido un brote muy pequeño
que contiene hojas y tallo.
La semilla toma el oxígeno del agua. Y el hidrógeno se combina con el
cloruro de la sal y produce ácido clorhídrico, este hace que se debilite la
cáscara para que el tallo pueda salir del interior de la semilla.
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La germinación y el pleno florecimiento de las semillas vivientes del
Evangelio en el corazón y en la mente de aquellos a quienes enseñamos,
depende de factores sobre los que tal vez tengamos muy poco control.
 La decisión de si la persona meditará en las verdades del Evangelio y
las aceptará corresponde, debido a cuestiones del albedrío del individuo, a
cada persona.
Bajo la influencia del Espíritu Santo, debemos entender y confiar en
que el Evangelio restaurado de Jesucristo es una semilla viviente y que si lo
enseñamos, la gracia de Dios acompañará a los que instruyamos, a medida
que crezcan hasta la madurez espiritual y produzcan buenas obras.
Entonces, nuestro regocijo será pleno el día de la cosecha.
El Señor dijo:
Juan 12:24-25 De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae
en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. 25 El que
ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida
eterna la guardará.
Cualquier semilla tiene que "morir" para producir una planta.
Pero hay una maravillosa vida nueva que brota de la semilla muerta.
"la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. Porque de suyo lleva fruto la
tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga" (Una
escritura de curación es una semilla de sanidad Isa 53:5, una escritura de
prosperidad es una semilla de aumento Flp 4:19, una escritura de protección es
una semilla de seguridad Sal 91).
Todos sabemos que la semilla tiene que caer en la tierra y morir para
llevar mucho fruto. ¿Cuál es mejor, el grano solo sobre la mesa, o la
cosecha que puede producir si cae en la tierra y muere?

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 La muerte del grano de trigo es indispensable. De otro modo, queda
solo. Puede ser una semilla bonita, pero queda sola, no produce nada si no
muere.
El Señor ha depositado en nosotros la semilla del Reino y espera que
germine, que crezca y dé su fruto.
Para ello es necesario que seamos tierra buena, que acoge la semilla y
crea las condiciones necesarias para que dicha semilla se desarrolle y dé su
fruto.
Es Dios el que pone la semilla de la fe en el corazón del hombre y este
debe hacerla crecer, con su esfuerzo por vivir las exigencias de la fe,
creando en su vida las condiciones que hagan posible que esa semilla que
el Señor ha depositado en su corazón, crezca cada día hasta convertirse en
la motivación más importante de su vida, ordenándola por completo.
¿Cómo hacemos para que la semilla sea sembrada en nuestro
corazón?
Sal 119:11 En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti.
Testimonio de un hermano: Hace algún tiempo supe que una vecina
había hablado mal de mí. Me invadió la furia e inmediatamente fui derecho
a confrontarla, incluso dispuesta a pelear.
Al salir de casa como una tromba, vinieron a mi mente las palabras de
las Escrituras que había leído: «Seguid la paz con todos y la santidad, sin la
cual nadie verá al Señor». (Hebreos 12:14, RVR). Estas palabras me
detuvieron. Me arrepentí de lo que había querido hacer, y volví a casa de
inmediato.
Había decidido obedecer la palabra de DIOS y no salir a pelear. Había
escuchado el llamado de DIOS a estar en paz con todos.

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Leer, estudiar, memorizar y poner en práctica la palabra de DIOS nos
ayuda a comportarnos de modo que podamos complacer al Señor. Podemos
guardar Su Palabra en nuestros corazones y recordarla antes de actuar
siguiendo el impulso de la impaciencia o el enojo.
Las Escrituras siempre nos ayudan a cumplir las expectativas del Señor
para nuestras vidas.
¿Cómo se guarda la palabra de Dios en el corazón?
1.- leer la biblia constantemente. 2.- memorizar los versículos. 3.-
Meditar la Palabra de Dios. Pensar un versículo haciéndose preguntas
acerca de las expresiones que contiene. 4.- Orar. Pedir a Dios que la
revelación de su Palabra llegue a nuestro espíritu y nos lleve a aplicarla en
nuestra vida.
El Espíritu Santo trabaja en conjunto con las escrituras.
Tú guardas la Palabra en tu corazón y el Espíritu Santo se encarga de
sellarla en tu espíritu cuando la oras.
Deut 11:18-21 Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y
en vuestra alma, y las ataréis como señal en vuestra mano, y serán por frontales
entre vuestros ojos. 19 Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas
cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y
cuando te levantes, 20 y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas;
21 para que sean vuestros días, y los días de vuestros hijos, tan numerosos sobre
la tierra que Jehová juró a vuestros padres que les había de dar, como los días
de los cielos sobre la tierra.
«Concebir la Palabra en el corazón». Alguien dijo: «No podrías ofrecer a
Dios algo de tu mente o de tu palabra si primero no concibes en tu corazón
lo que fue escrito».

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¿Qué quiere decir con esto? Que para ser interlocutores válidos de Dios
es necesario que la Escritura esté enraizada en nosotros, que la Escritura se
haya convertido en nuestra propia sustancia, o, lo que es lo mismo, que
Cristo, Palabra de Dios, se haya formado en nosotros.
Gál 4:19 Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta
que Cristo sea formado en vosotros,
¿No es ésta la verdadera meta de la «lectura divina» como de todo el
conjunto de elementos que integran la vida cristiana? ¡Concebir la Palabra
de Dios en el corazón! La Palabra salvadora, acogida en las debidas
condiciones, forma a Cristo en nosotros, nos hace, de verdad, cristianos.
Para que la semilla de la Palabra de Dios germine y produzca fruto,
necesita ser sometida a las mismas condiciones de una semilla natural:
como el agua, oxígeno, luz y temperatura. ¿Cuáles son estas condiciones en
lo espiritual?:
Para que la cascara de la semilla espiritual se rompa y salga la nueva
vida que hay en ella, debe ser sometida a altas temperaturas, luz, a traves
fuego de las pruebas:
Job 34:3 Porque el oído prueba las palabras, Como el paladar gusta lo que
uno come.
Stg 1:2-4 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en
diversas pruebas, 3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. 4
Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin
que os falte cosa alguna.
Heb 6:12 a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos
que por la fe y la paciencia heredan las promesas.
Rom 5:3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las
tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;
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1Pe 1:6-7 En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de
tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, 7 para que
sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque
perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando
sea manifestado Jesucristo,
El fuego saca la escoria del oro y refleja la imagen del orfebre.
Hch 14:22 confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que
permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas
tribulaciones entremos en el reino de Dios.
2Ti 2:3-7 Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. 4
Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel
que lo tomó por soldado. 5 Y también el que lucha como atleta, no es coronado si
no lucha legítimamente. 6 El labrador, para participar de los frutos, debe
trabajar primero. 7 Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en
todo.
Isa 55:10-11 Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no
vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla
al que siembra, y pan al que come, 11 así será mi palabra que sale de mi boca;
no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en
aquello para que la envié.
2Co 9:10-11 Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come,
proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra
justicia, 11 para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual
produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios.
2Co 9:6 Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará
escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.

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Isa 58:10-11 y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida,
en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía. 11 Jehová
te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus
huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas
nunca faltan.
Ose 10:12 Sembrad para vosotros en justicia, segad para vosotros en
misericordia; haced para vosotros barbecho; porque es el tiempo de buscar a
Jehová, hasta que venga y os enseñe justicia.
Gál 6:7-9 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el
hombre sembrare, eso también segará. 8 Porque el que siembra para su carne,
de la carne segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu
segará vida eterna. 9 No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo
segaremos, si no desmayamos.
Pro 17:3 El crisol para la plata, y la hornaza para el oro; Pero Jehová
prueba los corazones.
Hay tierras buenas y tierras malas, corazones buenos y malos. Como la
raíz de la semilla profundiza en la tierra a la que fue arrojada, así la Palabra
de Dios ahonda en los corazones, pero sólo afecta al hombre que quiere
escucharla. Dios quiere echar raíces en tu corazón.
Al hombre superficial, al hombre con poca interioridad o preocupado y
estresado por las cosas materiales, la semilla de la Palabra no llega a
germinar. Solo los corazones que han sido trabajado, quitando las piedras
que empobrecen su vida y las zarzas que ahogan su existencia; solo los
corazones deseosos de Dios, acogen la Palabra de tal modo que los frutos
no se dejan esperar.
Así es la Palabra de Dios, no regresa sin haber obtenido resultado.
¡Cuida tu corazón y deja que Dios entre en él, y... tu vida florecerá! ¡Paz y
Bien!
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Heb 4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que
toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las
coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del
corazón.
Nuestra alabanza y agradeciendo a Dios por la cosecha de la semilla
plantada es lo que se necesita para que la semilla se desarrolle hasta la
madurez.
Efe 5:19-20 hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos
espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20 dando
siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor
Jesucristo.
1Ts 5:18 Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con
vosotros en Cristo Jesús.
La semilla necesita tiempo para crecer. Mientras que a todos nos
gustaría ver resultados instantáneos a nuestras oraciones.
Gén 8:22 Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la
siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche.
Mientras exista el mundo, habrá un tiempo para plantar y un tiempo
para la cosecha. Dicho de otra manera, "semilla + tiempo = cosecha.”
La Palabra tiene una respuesta para cualquier situación que estemos
pasando. Se presenta en forma de una semilla. Todo lo que Dios pide de
nosotros es plantarla y mantenerla regada a través de nuestra alabanza y
acción de gracias hasta que la siega venga.
Stg 5:7-8 Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor.
Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con
paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. 8 Tened también

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vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se
acerca.
Sal 12:6 Las palabras de Jehová son palabras limpias, Como plata
refinada en horno de tierra, Purificada siete veces.
1Co 3:6-7 Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. 7
Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.

"Si el hombre no fuera hecho a la imagen y semejanza de


Dios, hubiera sido imposible que Dios se hiciera hombre.".

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