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(1) AZARETTO, Clara - “El trabajo del artista, el trabajo del investigador”
MdI: disciplina científica cuyo objeto es examinar las operaciones invariantes en los procesos de producción de
conocimiento Por esto es una disciplina reconstructiva. No es una disciplina normativa encargada de dictaminar qué y
cómo se procede a la hora de producir conocimiento. Es una operación inversa: se pregunta sobre el cómo fueron
posibles los procesos para producir conocimiento. Si se reduce a una prescripción de pasos a seguir, no es posible
captar el sentido de ciertas conductas/acciones. Estas adquieren sentido en referencia al contexto y a los fines que
sirven.
No se puede hablar de un solo método, único, sino a un vasto de conjunto de tácticas empleadas para producir
conocimiento. Cada disciplina tiene su propio método y desde ese supuesto reclaman la especificidad correspondiente a
cada una de ellas.
La investigación en Arte y su especificidad. Dos procesos diferentes pero con momentos análogos: el trabajo del artista y
el del investigador.
Arte y Ciencia - en cuanto a modo de producción, ambos son de producción de conocimiento = las operaciones
constitutivas de estos procesos son del orden de lo cognitivo.
Aspectos metodológicos del abordaje del tema
Punto de partida: concepción del objeto a investigar desde el modelo de la complejidad, es decir, que el objeto es
compuesto (componentes) y a su vez es parte o componente de otros objetos (contextos). Estos contextos regulan el
comportamiento de nuestro objeto, se establecen como interpretantes de él y ciertas propiedades del mismo se explican
en relación con sus contextos.
El trabajo del artista y del investigador, constituyen dos entidades que guardan entre sí relaciones de coordinación, a su
vez ambos son regulados por el contexto de la cultura y ésta a la vez que los crea es reglada por los contextos
históricos-sociales. Creatividad, experiencia, investigación, no son atributos de uno de estos campos, ambos participan
de estos rasgos. El trabajo de ambos, se realizan en el marco de instituciones que las regulan y, a su vez, dicho trabajo
las hace existir, instituciones en las que la cultura se concreta, regulada, a su vez por el contexto histórico-social.
Los contextos y cotextos
El contexto histórico social
Contexto más general: sociedad en su conjunto. Se trata de un conjunto de prácticas que marcan la vida social y se
ofrecen como motor de su periódica reproducción. Estas prácticas se dan en un marco de conflictos, luchas, intereses
cruzados entre diversos planos y diferentes sectores. Este contexto histórico social es productor de representaciones y
valores que se asocian con las prácticas dominantes. Son ellas las que constituyen el pensamiento de una época/estilos
de pensamientos. Estas representaciones se constituyen como modelos para la creación. ej. dadaismo y positivismo /
artistas renacentistas (modo de pintar: proyección y sección) y la trascendencia de estos para la matemática.
Cada tiempo histórico y cada posición social en una época determinada hace emerger cierto tipo de problemas y cierto
tipo de modelos para responder a ellos. Son estos contextos sociales los que operan en el núcleo de problemas que
orientan tanto la producción artística y la producción científica sin por ello afirmar que los cambios productivos resulten
equivalentes.
Usos del arte en la investigación. El caso del psicoanálisis.
Freud - se valió del arte para ejemplificar sus hipótesis y como fuente misma de análisis. Ejemplos en el arte le sirvieron
a Freud para explicar e ilustrar aspectos de la teoría psicoanalítica a aquellos que no tenían conocimientos de las
mismas. Sus citas y ejemplos están mediados por la manera particular en que Freud entiende al arte y al artista. “Hay un
camino de regreso de la fantasía a la realidad, y es el arte”.
Para Freud, el artista quiere honores, riqueza, fama y amor. Para esto, le faltan los medios y recurre a extrañarse de la
realidad y transfiere todo su interés a las formaciones de deseo de su vida fantaseada, desde las cuales se abre un
camino que puede llevar a la neurosis.
Freud parte de una concepción del arte basado en los conceptos de mímesis y catarsis aristotélicos. El espectador se
identifica con aquello que ve y sublima los sentimientos que allí se describen. La concepción aristotélica del arte
considera a éste como suplantador de la realidad y aparato de la persuasión. La tradición artística de Freud tiene como
origen la Romanticismo y una visión del arte concreta y definida por los valores de expresión del artista, de identificación
del público y su función social. Frente a esto, se rebelan las vanguardias. Los artistas de la vanguardia dificultan la
identificación en sus obras, atacan ese principio por diversas cuestiones: experimentación formal, subversión social, etc.
La interpretación freudiana del arte está relacionada con aquel concepto más cercano a las cuestiones artísticas: la
sublimación. De esta forma, tanto la posición de Freud respecto al arte como su concepto de sublimación están
relacionados e influyéndose mutuamente.
En J. Lacan la obra de arte se torna un recurso para la indagación de problemas propios del psicoanálisis. Se trata de
ver el “saber hacer” del artista, que se adelante a los psicoanalistas. Su recurso a la literatura, poesía, cuadros y otras
producciones del arte se orientó hacia la construcción de una noción psicoanalítica, con excepciones que le servían
como ilustración de aquello que estaba trabajando. Ej. toma a Hamlet para enseñarnos lo que es el deseo. En Las
Meninas, ilustra aquello que corresponde al objeto mirada, el real propio de la creación. No analiza a Velásquez a través
de su obra, no analiza al espectador, toma como unidad de análisis el objeto cuadro y lo descifra, hace uso del saber del
artista sobre la creación y el saber-hacer con el objeto.
Recalcati - organiza la concepción estética de Lacan según 3 momentos. 1. Estética del vacío. Define el arte como una
organización en torno al vacío. El objeto artístico no es la cosa sino que la representa. La obra de arte es una forma de
tratamiento de lo real por lo simbólico. 2. Estética anamórfica. Lacan define el arte como un encuentro con lo real. 3.
Estética de la letra.
Por último, Seminario Aún, en el que la función del arte será analizada desde la perspectiva del goce y no desde la
sublimación. Ej. Body Art. Si entendemos lo bello como aquello que cubre el horror, podríamos decir que parte del arte
actual, desvela y muestra este horror.
Condiciones institucionales. La comunidad científica y la comunidad artística.
Contextos institucionales más concretos en los cuáles se produce la ciencia y el arte. Constituyen el nivel de cotexto que
explica y da sentido al trabajo que realiza el investigador y el artista.
Estas comunidades no constituyen internamente campos homogéneos, conviven en ellos diferentes concepciones de
ciencia, en un caso, de arte en el otro. Hay diferencias que no se transitan pacíficamente, existen luchas despiadadas
por lograr la hegemonía e imponer un criterio único.
Se identifican en el campo de la ciencia y dentro de cada disciplina perspectivas teóricas, líneas de pensamiento. Las
líneas teóricas pretenden o no constituir una disciplina de por sí, o persiguen el reconocimiento de ser visualizadas como
la “versión autorizada” dentro de ella. Diferentes disciplinas luchan por el logro de reconocimiento como disciplinas
científicas. Otras, se proponen como el modelo de lo que “es” y “debe ser” la ciencia; así las ciencias biológicas y
experimentales se constituyeron a partir de la hegemonía del reduccionismo positivista en el ideal de la investigación
científica. Hacer ciencia, entonces, es hacer lo que ellos hacen y cómo lo hacen. Otras disciplinas optan por pensarse
fuera de campo, tal el caso de algunas escuelas psicoanalíticas que consideran que su campo problemático no puede
indagarse según las formas propuestas por el modelo dominante. Mientras, las escuelas que si aceptan el modelo
dominante, restringen su campo investigativo y muchas veces proceden de forma incoherente respecto a sus marcos
conceptuales. Diferentes ramas del arte sostienen disputas análogas a las que citamos recién. No existen las mismas
posibilidades de exposición, de estímulo a la creación para las distintas ramas del campo del arte. Se ven los cambios ya
desde las concepciones de obra de arte a lo largo de la historia.
El foco en el modo de producción del artista y el modo de producción del investigador.
Conviven en cada uno de ellos diferentes subjetividades: sujetos biológicos, comunitarios, miembros de instituciones
académicas, ciudadanos, sujetos participantes de la comunidad científica y/o sujetos participantes de la comunidad del
arte. Su trabajo como artista o investigador es posible a partir de considerar esta complejidad.
El recorrido de un trabajo particular, sea artista o investigador, se inicia a partir de un obstáculo, problema, idea,
supuesto, hipótesis. ¿Dónde y cómo se instalan estas? nos encontramos frente al problema de la creatividad. Esas ideas
se instalaron, tienen su base, en las diferentes dimensiones citadas anteriormente: comunidades de pertenencia, mundo
de la cultura. Lo que se esté investigando, que obstaculos aparecen en investigaciones anteriores, hacen que disparen
otras ideas y temas.
“Camino desde la corazonada hacia la conceptualización, camino desde la corazonada hacia la el comienzo de la obra”,
en esto, el artista o el investigador, no realizan las mismas tareas ya que lo que persiguen como finalidad es diferente: la
obra de arte no es conocimiento científico, y viceversa. Ambos sí, se proponen producir lo que esperan. El investigador
cuenta, para la validación de su proyecto, con el método de la ciencia, método que se expresará en esquemas y
metódicas específicas según sea su campo disciplinar, persigue que su producto sea universal y comprobable. El artista
obrará a partir de los principios que incluye su género artístico, a partir de una poética. Al investigador científico lo orienta
su concepción del método, y al artista, su poética.
- Problematizar para el investigador será convertir su idea en un problema de investigación, formularlo de manera
clara y precisa según los criterios establecidos en su campo, dar cuenta de su factibilidad y de su accesibilidad,
dar cuenta de su relevancia social y cognitiva. El conocimiento sobre el área problema, identificar los vacíos de
conocimientos así como establecer las características relevantes del mismo según otras investigaciones
existentes. Implica formular una respuesta a su problema: hipótesis sustantiva. Precisar el marco conceptual en el
cual su problema se expresa, marco que oficiará de interpretante de los conceptos incluidos en el problema.
Formular sus objetivos, qué resultados o qué tipo de respuesta de propone lograr. Luego de formular su problema,
hipótesis, objetivos, traducirá su objeto a un objeto empírico, decidirá y justificará cuáles son los diferentes
aspectos que deberá considerar, qué estados espera encontrar en ellos, explicitará y validará el tipo de
participación que su objeto tiene con otros objetos. Construirá entonces su objeto de investigación, lo
operacionalizará, decidirá, justificará acerca de cuáles son los mediadores necesarios que le permitirán dar
concreción a su objeto (instrumentos), usará instrumentos validados o propondrá nuevos y justificará entonces su
validez y confiabilidad. Transitará el camino desde la operacionalización hacia la instrumentalización. Sintetizará e
interpretará la información obtenida para producir datos los que leerá a la luz de modelos consensuados. En ese
trabajo de síntesis e interpretación construirá entonces su objeto producto, comunicará sus resultados.
Investigador > protagoniza método científico > proceso de producción de conocimiento científico.
- El artista transitará su camino de acuerdo con estilos propios y aprendidos, eligirá y ensayará con diferentes
materiales, desechará otros. Eligirá objetos, usará o no texturas, dará forma a materiales, usará formas u objetos
con existencia previa para resignificarlos.
Artista > protagoniza poética > proceso de producción de una obra artística.
El foco en el producto
El producto contiene en sí mismo su historia de producción y a su vez la resignifica.
El producto del trabajo del investigador
El proceso de producción que encara el investigador científico hace referencia a las descripciones y explicaciones que el
científico pretende lograr como resultado de sus operaciones de “investigación”. Me refiero, a ese objeto que construyó
en su trabajo de síntesis e interpretación, para lo cual atravesó por procesos de contrastación y comprobación de sus
enunciados primeros y el que deberá dar cuenta de su coherencia interna y externa según los cánones impuestos por la
comunidad científica. Este resultado de alguna manera pasará a integrar el cuerpo de conocimientos reconocidos como
científicos y, en consecuencia, se transformará en punto de partida obligado para nuevos procesos de investigación.
El producto del trabajo del artista
La obra de arte es el producto de la convergencia de tres registros: el personal, el de la época y el puramente artístico.
Kandinsky > Los elementos personales y temporales son subjetivos. Todos los tiempos han querido expresar y
representar su existencia en forma artística. El artista también quiere expresarse y utiliza para ello formas que le sean
análogas espiritualmente. Paulatinamente se va construyendo el estilo de época, esto es, una cierta forma subjetiva y
exterior. En cambio, lo genuina y sempiternamente artístico es elemento objetivo oculto que se expresa gracias al
elemento subjetivo.
El producto del trabajo del artista alcanza su culminación cuando el artista decida haber logrado su finalidad, incluyo de
esta manera las obras que necesitan de la participación de otros para concluirla.
Artista e investigador, aspiran al reconocimiento de sus productos en las comunidades que los alojan.
El artista investigador
¿Cuál es el lugar de trabajo del artista contemporáneo inserto en los espacios académicos?
Se trata de las posiciones y preguntas que acompañan el proceso de inserción del arte en los espacios académicos,
específicamente en aquellos cuya propuesta no se centra en los aspectos teóricos del Arte. Una vez que la obra
adquiere su existencia social, su análisis y consideraciones desde una perspectiva académica, exige un compromiso de
sistematización.
El artista inserto en el espacio académico es por lo menos dos: uno para producir la obra, y otro para reflexionar sobre su
propia producción y la de otros; sistematizar su hacer y problematizar el campo del Arte. Por lo menos dos posiciones
subjetivas diferentes son necesarias para protagonizar la investigación en Arte y con el Arte.
(3) WOOD, Lucía - “La investigación en el campo del arte. Aportes metodológicos a la cuestión”
En el ámbito académico se instaló el debate sobre el estatuto de la investigación en el campo del arte, solidario de la
inclusión de carreras artísticas en la universidad. Se comienza a reflexionar sobre las particularidades de la currícula,
criterios de investigación, acreditación, en los diferentes grados de formación. El debate surge en países extranjeros
(fines ‘90 - Europa, plan Bologna, forma educativa). A Latinoamérica repercute después, ya que también es más reciente
la incorporación de acuerdos internacionales en la acreditación de la formación en la universidad; así como también se
ubica un predominio de modalidades tradicionales de acreditación.
Empiezan a salir interrogantes sobre cómo validar la formación en el área del arte, con qué criterios, si la investigación
científica es el único criterio posible o no, etc.
Las discusiones se desarrollan en tres ejes: cuestión ontológica (la pregunta sobre el objeto), la cuestión epistemológica
(la pregunta sobre el conocimiento) y la cuestión metodológica (la pregunta sobre los procedimientos). Predominando el
abordaje de las dimensiones ontológica y epistemológica sobre la cuestión, quedando limitado a casos particulares los
aportes desde la dimensión metodológica.
Este texto se va a centrar en la cuestión metodológica. Desde una perspectiva crítica, López Cano y San Cristóbal
ubican que hay diferentes posturas sobre qué es y para qué se da el debate de la investigación artística. Se agrega el
problema de no contar con obras modélicas acompañado de la falta de definición clara y común de la investigación del
arte. Así surge el interés en centrar la mirada en los procesos investigativos en su faceta práctica (López Cano), con la
intención de aportar herramientas que puedan ser de utilidad al desarrollo de la misma desde una perspectiva
metodológica crítica, reflexiva y no prescriptiva (Ynoub).
Antecedentes y posición teórica
Relación entre arte y ciencia se ha discutido por años pero comienza a tener un nuevo interés a partir de la mitad del
SXX con la incorporación de las Bellas Artes en los espacios de formación académica universitaria, y en particular, años
después, en lo que respecta a su acreditación en las carreras de posgrado. Las escuelas de formación de Bellas Artes,
encuentran la exigencia de revisar sus propias estrategias de formación y evaluación en busca de su inclusión en
espacios tradicionales de formación académica con un perfil científico, como la universidad, con criterios de acreditación
que a su vez están condicionados institucional y políticamente. Es así que se instala el debate sobre la investigación
científica -en tanto es el criterio de acreditación tradicional del ámbito universitario- y su lugar en la formación en Bellas
Artes. De esta forma, surgen interrogantes que se van hacia la formación universitaria en artes (contenidos, etc),
derivando así en los criterios de acreditación de la misma y reflexionando sobre el lugar de la investigación científica en
la academia, y los modos de articulación entre ciencia y arte. Así se reinstala la pregunta por el lugar del artista, el lugar
del investigador, y el artista-investigador.
Borgdorff - 2006 - Amsterdam. Impulsa el debate sobre la investigación en el campo del arte y la diferencia de la práctica
artística en sí, pero a la vez la diferencia en el mismo campo de investigación, la que denomina la “práctica
artística-como-investigación” de la investigación académica (homologada a la científica). De esta forma hace surgir
preguntas sobre las diferencias entre estas, bajo supuesto de que deben conllevar particularidades en lo que hace a la
naturaleza del objeto de investigación (perspectiva ontológica), respecto del conocimiento que contienen
(epistemológico), y en los métodos de trabajo (metodológico).
Algunos autores como Borgdorff, Fajardo y González, al momento de reflexionar sobre la investigación en este campo,
proponen distinguir entre investigación sobre arte, para arte y en a
rte.
Investigación sobre arte - considera como objeto de estudio la práctica artística entendida ampliamente. Se busca arribar
a conclusiones válidas sobre la misma constituyéndose desde una distancia teórica, en la que el objeto de investigación
permanece intacto bajo la mirada escrutadora del investigador, desde la que denominan como una “perspectiva
interpretativa”.
Investigación para arte - el arte no es el objeto de investigación, sino su objetivo. Aportando descubrimientos e
instrumentos al servicio de la práctica artística, desde una “perspectiva instrumental”.
Investigación en arte - no considera distancia entre investigador y la práctica artística, ya que ésta es parte esencial tanto
del proceso de investigación como de los resultados de la investigación. Esta es la que se ubica como “perspectiva de la
acción o inmanente”. Hay un intento de articulación de parte del conocimiento expresado a través del proceso creativo y
en el objeto artístico mismo. Podría articular la creación original del artista a través de una obra así como la reflexión
sobre ese proceso creativo.
Con Borgdorff se comparte la crítica a diferentes clasificaciones con respecto a las investigaciones artísticas que se
intentaron realizar, y la hacemos extensiva a las clasificaciones de investigaciones en otros campos disciplinares. Las
clasificaciones no cumplen los requisitos para ser clasificaciones y pueden producir efectos paralizantes para quien se
inicia una investigación en el área, pues tienen una connotación prescriptiva: toda investigación en el campo del arte
debe entrar en alguna de estas categorías clasificatorias.
Borgdorff propone un modo más “productivo” de analizar el fenómeno: distinción entre el objeto (la obra de arte), el
proceso (la producción de arte, la creación), y el contexto (como determinante del significado de la obra, y en tanto
pueda generarse una contribución original e intencionada a aquello que conocemos).
El problema central es: ¿Qué es lo que hace a la investigación artística (o en arte)?. Al abordarlo, se abren dimensiones
para orientar posibles respuestas, dando cuenta de los ejes de análisis abordados en los antecedentes sobre el tema:
- Dimensión ontológica: desde esta se abren las preguntas relativas a la naturaleza de su objeto, atravesadas por
aquellas que interrogan qué es la investigación, la ciencia y el arte.
- Dimensión epistemológica: el eje está puesto en los criterios de construcción y validación del objeto, del conocimiento.
Las preguntas buscan analizar los tipos de conocimientos y comprensión abarcados en la práctica artística, identificando
posibles relaciones con otros tipos de conocimientos (como podría ser el científico).
- Dimensión metodológica.
Fajardo-González. Creación artística como “acto” en tanto la obra es producto de una acción que no media el
razonamiento, sino que la ubica ligada a la intuición. Mientras, la investigación está en el eje del “discurso” , el lenguaje,
el razonamiento. Así, ubica que la investigación sobre el arte supone analizar el objeto estético a través de determinado
discurso, mientras que en la investigación en arte se crea un objeto artístico que no nace del discurso.
¿Cómo se lleva adelante el análisis sobre este proceso creativo para poder hablar de investigación? Esta dialéctica entre
el acto, singular, propio del evento, y la reflexión, ligada a la conceptualización, en la investigación en arte, supone para
Fajardo-González la imposibilidad de alcanzar un conocimiento del orden de lo universal, característico de la ciencia.
Esta es la gran paradoja que ubica en la investigación en arte, por lo que convoca a adoptar una posición epistemológica
que considere aquel pensamiento que no es solo el de la razón, y una metodología que incluya aquello esencial del arte:
su capacidad de irrumpir. ¿Pero esta imposibilidad es sólo del arte? Hay varios autores interesados en profundizar los
aspectos ontológicos y epistemológicos, ya sea desde la reconstrucción histórica del abordaje y concepciones de arte y
ciencia en los diferentes campos del saber como desde el análisis de los modos de construcción del conocimiento.
Goodman cuestiona la idea de un único “mundo real”, para empezar a pensar en múltiples maneras de hacer mundos,
donde la ciencia y arte son maneras diferentes de aludir y contar el mundo. Se ubica como significativo para considerar
en el abordaje actual de la investigación en el campo del arte, el abandono de la concepción del arte como trascendente
y verdadero, para reconocer hay algo que permanece incognoscible allí (podríamos pensarlo tanto en la obra como en el
proceso de creación), que no por ello es obstáculo a su búsqueda.
López Cano y San Cristóbal analizan las diferentes dimensiones de la problemática a partir de los antecedentes,
concluyendo que tanto en aquellos autores que interrogan el tema desde su faceta ontológica como epistemológica, nos
encontramos con abordajes muy abstractos y conceptuales que no aportan soluciones prácticas a los problemas de los
artistas en lo que hace a la investigación.
De esta manera surge la necesidad de abordar la problemática desde otra de sus dimensiones, la metodológica, con el
intento de dilucidar procedimientos y técnicas apropiadas, y en qué sentido difieren de otras. Fajardo-González ahonda
en el análisis de los antecedentes sobre la investigación en el campo del arte en su dimensión metodológica, con el
intento de rescatar propuestas que incluyan, analicen y validen la investigación en artes como modalidad posible en el
ámbito universitario.
// en el arte contemporáneo argentino, se encuentran desarrollos interesantes. Hay análisis de producciones artísticas
que incorporan la ciencia en la obra, en lo que concluyen puede clasificarse en: uso, marca, o apropiación.
López Cano y San Cristóbal, hacen lectura crítica de los antecedentes sobre los problemas metodológicos y mencionan
que estos llevan un análisis meta-teórico sin tomar casos de investigaciones concretas. Esto dificulta contar con aportes
procedimentales conceptos para la práctica investigativa del campo. También aportan una nueva dimensión
“político-crítica” que convoca a analizar los criterios de validación de la investigación en el campo. Pero dicen que los
antecedentes se limitan a dar ejemplos de modo descriptivo sin análisis reflexivo.
Este debate nos lleva a reflexionar críticamente sobre la práctica investigativa en el campo del arte en un sentido amplio,
en tanto motiva la revisión de los criterios bajo los cuales pensamos la ciencia y el arte, y la investigación, sin desconocer
los condicionantes político, culturales, sociales, e institucionales que la enmarcan, reconociendo el lugar de la
universidad y sus criterios de validación en la formación.
Es a partir de entender a la metodología de la investigación como una disciplina reconstructiva y desde una perspectiva
crítica, que en el análisis de la práctica investigativa en el campo del arte necesariamente debemos entenderla como una
práctica social. En la que confluyen condicionantes socio-históricos, culturales, institucionales, epistemológicos,
lógico-inferenciales y procedimentales. Bajo este supuesto, no podemos analizar las herramientas metodológicas en
juego en la investigación en el campo del arte, sin considerarlas en su complejidad y dialéctica constitutiva.
(4) YNOUB, Roxana Cecilia - “La ciencia como práctica social: bases para situar el examen del proceso de
investigación científica en sentido pleno”
Conocimiento implícito y conocimiento explícito en la práctica de investigación científica
Ante el hecho de recoger basura, explicitar los criterios para distinguir un objeto como basura, se acompleja la cuestión.
El “juntar basura” sin detenernos a pensar cómo lo hacemos, cuando intentamos explicarlo y ponerlo en palabras, se
vuelve una cuestión cognitiva sofisticada. La “inteligencia artificial” enfrenta este tipo de cuestiones cada vez que se
propone a desarrollar lo que llaman “sistemas expertos”, es decir, programas que emulan la capacidad de un experto real
en cierta materia. Una de las estrategias para realizar esa transferencia (de un experto real a uno artificial) consiste en
explicitar las reglas y los procedimientos que sigue el experto para resolver los asuntos de su especialidad. Para ello, se
requiere tornar explícito un conocimiento tácito o implícito. Lo cierto es que ciertas competencias humanas, en especial
aquellas que demandan formas creativas y abiertas de cognición, son sólo explicitables en algunos aspectos parciales.
Esto ocurre con la práctica científica. “Investigar se aprende investigando”, esta afirmación enfatiza el aspecto no
transferible de la lógica y el método de la ciencia.
La investigación tiene una buena cuota de arte, y como todo arte es un saber que se aprende y se adquiere al lado de
maestros, imitando modelos y poniéndose en la tarea protagónica de la investigación. El diseño de un experimento es
ingenioso, la selección o ideación de un indicador pertinente, la identificación de un problema relevante, son asuntos que
implican creatividad. Los investigadores suelen tener un compromiso emocional con su trabajo, se involucran de modo
personal, es su identidad. De acá surge: ¿qué aporta a esa práctica la metodología de la investigación científica?
Siguiendo la analogía del arte: un artista no es alguien que trabaja desde la mera espontaneidad intuitiva. Y si se admite
esta espontaneidad, debe ser alimentada con saberes que provienen desde múltiples ámbitos y experiencias.
ej. Allan Poe, escribió sobre El Cuervo. Dijo que no salió desde la intuición o el azar, sino que avanzó paso a paso, con
la misma exactitud y lógica propias de un problema matemático. Pasos: elección de tema, efecto que quería producir,
tono, palabras claves, extensión, etc.
La función que tendría una disciplina como la metodología de la investigación científica sería precisamente esa: extraer y
hacer explícitos ciertos componentes del proceder que rige, en este caso, la práctica de la investigación científica.
Aún cuando no todo el proceder implícito en esa práctica pueda tornarse explícito, y, aceptado que ese conocimiento no
sustituye el saber hacer investigación, asumiremos sin embargo que el análisis del método de la ciencia resulta
redituable para quién se ponga en la tarea de realizar un trabajo de investigación. La justificación de esta presunción
supone precisar lo que implica la metodología de la investigación como disciplina reconstructiva.
La metodología de la investigación como disciplina metacognitiva: la cuestión del método como canon normativo o
como ciencia reconstructiva
“Método” - proviene de dos vocablos griegos: meta - “fuera de” / hodos - “camino”. Se puede entender como “plan de
ruta/plan de acción”. Trazar un camino supone un destino y un orden, una secuencia de pasos a seguir para alcanzar
dicha meta. Cuando la meta de esos caminos es “producir conocimiento científico” puede hablarse de método de la
investigación científica.
Cuando la ciencia irrumpió en la cultura se abrió paso sin detenerse a examinar estrictamente cuáles eran los métodos
que usaba, o los caminos que seguía. Al igual que otro aspecto de la cultura, la ciencia hizo camino al andar. Una vez
que el camino se fue trazando, se consolida la práctica científica y comienza a interrogarse sobre sus características.
Esta reflexión retrospectiva sobre el “método de la ciencia” fue la que dio lugar a una nueva disciplina: metodología de
la investigación. El supuesto que la rige es que el dominio consciente de las reglas que conducen la práctica
investigativa, puede resultar, bajo ciertas condiciones, de suma utilidad para potenciar, y dominar con mayor libertad esa
práctica.
Función de la metodología de la investigación científica: identificar ciertas regularidades, comportamientos
invariantes en esa forma peculiar de producción de conocimiento que es el científico, con el objetivo de transferirlas y
tornarlas explícitas. Desde acá se puede decir que la metodología no es una disciplina normativa o prescriptiva, que sólo
se encarga de legislar y sancionar el quehacer científico. Se la puede concebir como una disciplina reconstructiva ya
que retorna sobre una práctica una vez que esa práctica está consumada.
La disciplina reconstructiva hace aporte de dos tipos:
a. contribuye a la toma de conciencia de los procesos y las lógicas subyacentes a un cierto saber-hacer.
b. como consecuencia de lo anterior, permite revisar críticamente esa práctica. De esta forma, no sólo se extrae un
conocimiento que está en sí (implícito) para transformarlo en conocimiento para sí (explícito), sino que además, crea
condiciones para expandir, mejorar el saber práctico.
Tercer aspecto de la metodología de la investigación científica: dado que se ocupa de una de las formas más ricas y
complejas de la producción de conocimiento, ella se transforma en una disciplina clave de las “ciencias cognitivas”.
Comprender el proceder de la práctica científica es comprender los procesos que rigen la cognición humana en sus
formas más desarrolladas.
La autora va a tomar una posición reflexiva que una prescriptiva.
Metodología en sentido amplio VS metodología en sentido restringido
Se asume a la metodología de la investigación científica como una disciplina encargada de examinar las condiciones de
posibilidad de la práctica científica, en sus múltiples dimensiones. De acuerdo con este enfoque, la posición adoptada
podría definirse como metodología crítica. Desde esa concepción, la metodología se integra con un conjunto de
disciplinas asociadas, que permiten trascender las meras cuestiones “procedimentales” para avanzar en la comprensión
más holística del quehacer científico.
Algunos autores sostienen que no hay que hablar de EL método, y que cada ciencia, cada especialidad, tiene su propio
método: hay varios tipos de métodos (definitorios, clasificatorios, estadísticos, hipotéticos deductivos, etc. Referirse a EL
método científico, en realidad es referirse a un vasto conjunto de tácticas empleadas para constituir el conocimiento.
La autora defiende la tesis de hablar del método de la ciencia sin más.
Desde esta concepción, se diferencia el método -como método general- de las técnicas particulares con los que cada
disciplina se aproxima a su objeto de estudio: hay tantas técnicas cuántas disciplinas o estrategias investigativas quepa
imaginar.
En cambio, el concepto de “MdIC” se aplicaría a los procedimientos invariantes que se siguen para producir cualquier
conocimiento que forme parte de la ciencia (y no de la magia, arte, filosofía, etc): Las diversas ciencias, sean formales,
naturales, sociales, etc, son ciencias. Como tales, comparten dos dimensiones metodológicas esenciales: (Samaja)
i. vocación de descubrimiento de nuevas formas de expresión o interpretación (en esto las ciencias se parecen al arte)
ii. esfuerzo de validación o de legitimación (en esto se parecen a la religión pero no al arte)
La distinción no es sólo terminológica, reducida a precisar lo que algunos llaman método y otros, técnicas. Sino que
desde el momento que se postula la posibilidad de un examen crítico (reflexivo-reconstructivo) del quehacer científico.
Ese examen se realiza bajo el supuesto de que existen componentes y funciones invariantes, connaturales a toda
producción de conocimiento con vocación científica.
Desde esta perspectiva, la ciencia como práctica social y el producto que ella genera, el conocimiento científico, pueden
ser examinados atendiendo a sus condiciones de posibilidad, en múltiples dimensiones:
- condiciones histórico-sociales: lo que supone considerar las determinaciones históricas que han hecho posible la
aparición de la ciencia (comprendiendo su funcionalidad y su racionalidad en esos específicos contextos sociales). Estas
dimensiones las atiende la sociología de la ciencia.
- condiciones institucionales: lo que implica identificar las prácticas propiamente científicas, el modus operandi de la
producción y la reproducción de la actividad científica en las sociedades contemporáneas, y concomitantemente la
posición “subjetiva” (y el tipo de “identidad”) que esas prácticas promueven. Esto corresponde al campo de la
antropología de la ciencia.
- condiciones lógico-inferenciales: examinando las operaciones lógico-formales invariantes, involucradas en las diversas
etapas del proceso de investigación. Tema que atiende la lógica de la investigación científica.
- condiciones cognitivo-epistemológicas: lo que supone atender a los compromisos ontológicos, gnoseológicos y
filosóficos que están implicados en la producción de conocimiento científico. A esto lo atiende la filosofía de la ciencia.
- condiciones operatorio-procedimentales: considerando los cánones metodológicos que se han ido consolidando como
buenas prácticas (validadas) en el marco de comunidades disciplinares o científico-profesionales. Acá se involucra la
metodología de la investigación científica entendida en el sentido restringido.
Estas dimensiones no se encuentran una al lado de la otra, sino que se implican entre sí en el recorrido que se da donde
una de ellas, se pasa a la otra. Todas se integran en una única realidad -compleja, multifacética y plurideterminada- que
llamamos práctica científica. Dentro de la misma, hay múltiples relaciones que se encuentran en los aspectos de ella. A
los fines de precisar su tratamiento las distinguiremos en las siguientes dimensiones de análisis.
a. condiciones de contexto en la realización de la investigación: condiciones históricos sociales / condiciones
práctico-institucionales
b. el proceso de investigación como proceso productivo, comprendido por referencia a: su dimensión procedimental / su
dimensión lógico-inferencial
c. el producto que arroja el proceso como conocimiento científico, el que puede ser examinado también atendiendo a: los
compromisos ontológicos que sume (modelos y macro-modelos que lo guían y que promueve) / los presupuestos
epistemológicos de los que parte
Se comentará algunas de estas para ubicar el asunto del proceso de investigación.
Historia social, contextos institucionales, técnicas y prácticas, modelos representacionales, son todas aristas que
delinean eso que hemos llamado práctica científica.
Rasgos distintivos del conocimiento científico
Componente central del diagrama: dos conceptos mutuamente implicados: el del proceso y el del producto de la práctica
investigativa. Se evocan en ellos aspectos procedimentales y lógicos como compromisos ontológicos y epistemológicos
inherentes a la construcción del conocimiento científico. Conforme con este diagrama, la práctica investigativa puede ser
concebida como un proceso productivo que arroja un determinado producto. Este producto es el conocimiento científico
que presenta ciertos rasgos que lo diferencia de otros conocimientos. Estos rasgos se han discutido y hoy en día sigue el
debate de cuáles podrían ser criterios demarcatorios.
Pero hay ciertos rasgos que garantizan todos los créditos que ese conocimiento reclama:
a. el conocimiento científico es un conocimiento que trata sobre las regularidades que presentan los hechos o fenómenos
investigados
b. se interesa sólo por las regularidades a las que puede atribuir carácter necesario, integrando esas regularidades
fácticas o de hecho, en un cuerpo teórico del que se pueda derivar su necesariedad de derecho
c. el conocimiento se asume al modo hipotético: se adopta una actitud precautoria ante las presuntas regularidades
(postuladas o descubiertas)
d. esa actitud precautoria se dirime en el terreno de la constatación empírica: se requiere producir “evidencia” que
ilumine la adecuación de las hipótesis en el marco de alguna experiencia constatable. O, por el contrario -pero con la
misma finalidad- se derivan esas presuntas regularidades del análisis y abordaje empírico de ciertos hechos
e. los hechos o evidencia constatada debe tener carácter comunitario o público: es decir, debe poder ser “reproducida”
por cualquier otro investigador
La investigación científica se interesa por los comportamientos o manifestaciones regulares de los fenómenos que
investiga. Entendemos por regular a aquello que se reitera, que se presenta como característico en el modo de
comportarse, desarrollarse o manifestarse un cierto fenómeno. En este caso científico, se espera que dicho rasgo regular
tenga carácter necesario. Que esa regularidad resulte consustancial a <A>.
La constatación de estas presuntas regularidades se estiman en el marco de alguna experiencia empíricamente
constatable.
Se trata siempre de presunciones que se adoptan por referencia a algún tipo de experiencia u observación de hechos:
sea que estas experiencias u observaciones hayan motivado esas presunciones o hipótesis; sea que las hipótesis hayan
precedido a esos observables.
“Los hechos son producidos por ciertas operaciones que realiza el investigador sobre alguna región del mundo real” de
acá sale la evidencia. No se trata de una realidad que se captura de modo directo. Esos hechos, la llamada evidencia
científica, resulta, por el contrario, de ciertas operaciones que recortan, que definen o constituyen esa experiencia o
evidencia. Como puede advertirse, estas operaciones, se integran con modelos teóricos que trascienden los meros
hechos. El investigador encuentra en la experiencia lo que antes ha puesto en ella. Esto que ha puesto, son sus
modelos, expresados en las operaciones por medio de las cuales los hechos son producidos o leídos. De allí que pueda
luego “interpretar los resultados” como si se hubieran deducido de esos modelos y teorías adscribiéndole en ese marco
su carácter necesario. Es por esa razón que las operaciones que se realizan para obtener la evidencia que se busca,
deben poder ser comunicables. Deben tener carácter público, sujeto a la revisión y crítica. Se dice que esos
procedimientos deben ser replicables o reproducibles por cualquier otro investigador. Deben poder ser inteligibles para
cualquier sujeto que acceda a ese código operacional. Entre otras cosas porque esas operaciones deben integrarse
coherente y sistemáticamente con el cuerpo teórico que ilumina tanto la búsqueda cuanto las respuestas encontradas.
Pero acá hay una contradicción entre esta doble exigencia del conocimiento científico: los hechos son siempre
experiencias particulares, en el aquí y ahora de un presente actual; mientras que la postulación de regularidades
necesarias, se refiere a un universal atemporal.
En investigación científica, los conocimientos no se adquieren por menos exámenes proposicionales y reflexivos. Ellos
buscan constatar o extraer la verdad de los fenómenos investigados. ej. “Todo A es B” si viene de la investigación
científica, se debió haber contactado con algunos A en el marco de una experiencia concreta, a partir de la cual se
postula la potencial relación (necesaria) entre entes del tipo A y tributos del tipo B. El nexo entre A y B no surge de los
propios enunciados, sino de una misma conexión, un vínculo que el investigador atribuye a los hechos mismos.
¿Cómo saber cuántos A contactar? ¿Cómo saber que estamos ante un caso genuino de A?. Debates. La tradición
dialéctica ha propuesto algunas respuestas que buscan superar la contradicción indicada. De acuerdo con ellas, no se
trata de justificar la posibilidad del conocimiento científico por vía de formalismos vacíos, ni por adhesiones dogmáticas,
ni por relativismo o subjetivismos escépticos. Para estas tradiciones el único camino que resuelve la aparente
contradicción es el de la historia formativa, por medio de la cual el sujeto cognoscente y el objeto a conocer, no son dos
realidades opuestas y enfrentadas que deben encontrarse; sino dos momentos en una historia común compartida. Los
modelos que organizan la experiencia cognitiva son resultados de la praxis o la historia vital y social. Estos modelos no
son arbitrarios, ni antojadizos. Tienen la misma racionalidad que esa historia formativa. Las formas y contenidos de
nuestro intelecto han sido moldeados por la historia de nuestra vida social. La naturaleza de los problemas que podamos
plantearnos -aún en la investigación científica- y los modelos y teorías que tengamos para resolverlos- surgen de esa
historia; y no pueden ir más allá de ella. Pero precisamente por eso, la objetividad no está “fuera” del sujeto sino también
en él, como su razón constitutiva y formativa.
La teoría evolutiva nos recuerda que cada logro adaptativo no debe concebirse como una “solución óptima” sino
simplemente como una “solución vitalmente viable”. Los hallazgos de la ciencia no deben pensarse como un “resultado
final” conforme con el cual se accede a una verdad definitiva, sino como resultados eficaces que resuelven ciertos
problemas, pero a partir de los cuales se instalan y se van perfilando otros.
UNIDAD 2
(5) SAMAJA, Juan - “Semiótica de la ciencia. Parte 1: Los caminos del conocimiento”
Ciencia no sólo como un método particular de producir y validar creencias, sino también, desentrañar el sentido de ese
método por referencia a la forma de vida a la cual sirve, y a la historia de esa forma de vida a partir de configuraciones
anteriores, de cuya proceso es un resultado y de la cual extrae permanentemente la mayor porción de su potencia
heurística y de su validez.
Prolegómenos a un examen semiótico del Método de la Ciencia
El problema del “conocimiento” se plantea en el contexto de una cuestión mucho más amplia, a saber, la cuestión del
sistema productivo de los discursos sociales, siendo este sistema, a su vez, un fragmento del campo de producción
social de sentido.
Nos sentimos inclinados a realizar nuestros objetivos conforme a las representaciones que nos hacemos de la tarea
planteada. Esto no es válido para todos: las acciones vinculadas a las acciones orgánicas (funciones naturales/1
extremo) dependen de la ideación que las vinculados a las funciones sociales, y estas menos que los vinculados a las
funciones técnicas o artificiales (el otro extremo). Ej. El caminar no es muy idealizado, pero el ser padre, si.
¿En qué posición de la escala (funciones naturales-funciones artificiales) se encuentra la investigación científica? Lo
común es pensar que pertenecen al lugar de lo consciente, artificial, dependiente de la exacta proyección de los
objetivos que tenemos que alcanzar. Esta es la principal idea que el sentido común ilustrado le otorga a la noción de
“método científico/ciencia como conocimiento metódico”. Mario bunge, sostiene esta idea y dice:
“El hombre trata de entender el mundo para hacerlo más confortable. En este proceso, construye un mundo artificial: ese
creciente cuerpo de ideas llamado “ciencia”, que puede caracterizarse como conocimiento racional, sistemático, exacto,
verificable y falible. Por medio de la investigación científica, el hombre ha alcanzado una reconstrucción conceptual del
mundo que es cada vez más amplia, profunda y exacta.”
Esta manera de representar la ciencia implica una serie de supuestos: La ciencia expresa el proyecto del hombre de
entender el mundo para hacerlo más confortable. En tanto tal, es un conocimiento deliberadamente racional, sistemático,
exacto y verificable. Finalmente, es un proyecto artificial (no natural) que consiste en una reconstrucción conceptual y
que es cada vez más amplia, profunda y exacta.
Consecuencias de esto: si la ciencia se diferencia del resto del conocimiento por estos rasgos (racionalidad,
sistematicidad, exactitud y verificabilidad), entonces ese “conocimiento restante” (Bunge lo llama conocimiento ordinario)
carece de estos rasgos.
Bunge luego presentó otra obra donde la relación con el conocimiento ordinario se ha vuelto más compleja; las fronteras
son más borrosas; los rasgos más definitorios son menos precisos. Proporciona un bosquejo de la ciencia que la
muestra como un tipo de saber cuyos rasgos ya no se resuelven por sí o por no.
En primer lugar, nos preguntamos si la representación que nos hacemos acerca de las actividades científicas tendrán o
no algún efecto sobre esa praxis o si constituye un acompañamiento exterior (superfluo) que no incide en su modo de
existir. En segundo lugar, admitimos que hay una imagen de sentido común ilustrado que presenta a la ciencia como una
producción conceptual artificial que los hombres construyen para entender el mundo y dominar la realidad para hacerla
más confortable. En tercer lugar, dimos supuestos y consecuencias de esta posición, haciendo énfasis en la
demarcación entre el conocimiento científico y el ordinario. Por último, presentamos un primer desmentido de esta
imagen mediante la palabra del mismo autor.
Esta nueva imagen: la relación de la ciencia con las otras formas de conocimiento no es clara, ni es nítida, ni sencilla.
Relaciona conocimiento científico con el ordinario. El primero aparece teniendo un perfil no fácil de modelizar, ya que
pareciera comportarse como un sistema especializado de registro, un sistema computacional, de transformaciones
posibles y una búsqueda de explicaciones falsables. Tanto con estos modelos alternativos como con el conocimiento
ordinario, la ciencia tiene deudas que es preciso reconocer y saldar si se pretende arribar a una comprensión que supere
los sencillos credos entre blanco y negro.
También presupone que la ciencia prolonga y lleva a la culminación ciertos ideales presentes en el conocimiento
ordinario (racionalidad, objetividad, exactitud, etc) pero, por otra parte, la ciencia es un conocimiento de naturaleza
especial, alejada del sentido común. Afirma que tanto el sentido común como la ciencia aspiran a ser racionales y
objetivos: son críticos y aspiran a coherencia (racionalidad) e intentan adaptarse a los hechos en vez de permitirse
especulaciones sin control (objetividad).
Pero también, sostiene lo contrario: los enunciados científicos, igual que los de la experiencia común, son opiniones,
pero ilustradas (fundadas y contrastables) en vez de dicta arbitrarios o charlas insusceptibles de contrastación o prueba.
En esta línea, el conocimiento ordinario ha perdido toda razonabilidad y comprobabilidad para degradarse a
proclamaciones arbitrarias e incontrastables. Resulta, entonces, muy difícil aceptar que la ciencia pueda tomar en cuenta
esos “dicta arbitrarios”, ni tan siquiera como punto de partida.
Huelga decir que el sano sentido común no puede ser tachado en su totalidad como mero amontonamiento de
afirmaciones arbitrarias o de charlas insustanciales; y, además, por la contraria, tampoco se puede decir que la ciencia
sea conocimiento completamente fundado o probado. Precisamente, un rasgo peculiar de la ciencia consiste en la
asunción explícita de su carácter falible: ninguna de sus demostraciones es absoluta, ninguna de sus comprobaciones,
definitoria. Es decir, que junto con elementos de juicio que abonan la continuidad y la diferencia gradual (cuantitativa) de
la ciencia y el conocimiento ordinario, aparecen postulaciones tajantes sobre diferencias cualitativas entre ambos tipos
de saberes: la ciencia no es una mera prolongación ni un simple afinamiento del conocimiento ordinario. Es un
conocimiento de naturaleza especial: trata de acaecimientos inobservables e insospechados por el lego no educado, ej.
evolución de las estrellas. La ciencia inventa y arriesga conjeturas que van más allá del conocimiento común, y somete a
esos supuestos a contrastaciones con la experiencia con ayuda de técnicas especiales.
Bunge no consigue aportar la prometida comprensión de la índole de la ciencia: comienza diciendo que es un
conocimiento de naturaleza especial, lo demuestra sosteniendo que dice cosas especiales y que las sostiene mediante
técnicas especiales (“no usadas ni sospechadas por el lego” no educado en ellas). Pero también podría decirse esto del
conocimiento del místico.
El mensaje del “Quinto Informe” parece ser simplemente éste: quien quiera saber en qué consiste la ciencia debe hacer
ciencia según las descripciones que Pentós hace de la ciencia, quien a su vez, las obtiene de aquellas muestras que él
ha decidido que son ejemplos de buena ciencia.
Se concluye que no podemos apoyarnos en este autor para reflexionar sobre la naturaleza del conocimiento científico.
El método de la metafísica, a diferencia de los anteriores, presenta dificultades de carácter conceptual muy grandes.
El núcleo mismo del método de la reflexión es un concepto que desafía a nuestra inteligencia de manera extrema: nos
referimos a la idea de “Razón” y su derivado, la noción de “lo razonable”, ya que son ellos los términos que ocupan el
centro de este método. En efecto, decimos que el método de la reflexión es aquel procedimiento que busca resolver las
situaciones de duda mediante el examen de las diversas creencias propuestas, procurando establecer cuál de todas
ellas es la más razonable. Para ello interroga a cada creencia propuesta en 2 direcciones diferentes:
1. con cuánta riqueza o plenitud resuelve el problema planteado
2. cuán congruente es con el resto de los conocimientos o creencias que consideramos “fuera de cuestión” y que vale,
como “lugar común” y como condición para realizar el debate entre los sectores contrapuestos. Ambos interrogantes
deberán ser examinados y resueltos por cada quien, sin sufrir la presión de ninguna autoridad, la que sólo deberá
custodiar que no se transgredan las normas del buen debate (es decir, las normas lógicas), lo cual implica utilizar
mecanismos de registros (escritura) que permita dejar constancia de lo ya acordado.
El método de la reflexión se parece, por una parte, al de la tenacidad, en tanto y en cuanto cada sujeto lleva a cabo por
sus propios medios el examen y la decisión; pero, por otra parte, se distingue totalmente de éste, en la medida en que no
adhiere a la creencia que le nace, ni se mantiene en su “corazonada” al margen del parecer de los demás, sino que
condiciona su elección a la consideración atenta a todas las alternativas planteadas, a todas las objeciones posibles, y le
exige a la creencia que satisfaga no sólo la pregunta particular planteada, sino que exhiba una nueva virtud: estar
adecuadamente fundada en los principios generales, lo que significa, que sea deducible de los saberes más generales
considerados “fuera de cuestión” para todos los sujetos que integran el debate.
En efecto, el método metafísico a diferencia del de la tenacidad, implica el mundo social, pero, a diferencia del de la
autoridad, la opinión de los otros no es adoptada sin reflexión, sino, mediante una “conversación” entre las distintas
opiniones, el sujeto elige aquella que resulta “la más razonable”, es decir, la más explicativa y la mejor fundada en los
principios que constituyen lugares comunes para todos los integrantes del debate.
Peirce contrapone el de la metafísica con los dos anteriores: tiene que abandonarse la adhesión entusiasmada a una
creencia (tenacidad) y su imposición arbitraria a otros (autoridad). Hay que adoptar un método nuevo y diferente de
establecer opiniones, que no sólo produzca un impulso a creer, sino que también decida cuál es la proposición a creer.
Liberemos de impedimentos la acción de las preferencias naturales, y que los hombres, bajo la influencia de éstas,
conversando unos con otros, y considerando las cuestiones bajo perspectivas diferentes, desarrollen creencias en
armonía con las causas naturales. Los sistemas de este tipo no se han basado en hechos observados, al menos no a un
cierto nivel relevante. Básicamente se han adoptado porque sus proposiciones fundamentales parecían agradables a la
razón. Este método se parece a aquél mediante el cual han madurado las concepciones artísticas.
La relación que hace Peirce al arte o al gusto - se piensa que en su espíritu estuvo presente la idea de que la verdad
tiene que ver con la belleza, ya que de ella se extrae el valor del bien supremo. En efecto, el bien supremo es tal,
sencillamente porque es admirable, es decir, bello. Para Peirce, cuando nuestra mente se esfuerza por pensar
lógicamente (procurando en cada tránsito de un pensamiento a otro, de una proposición a otra, “salvar la verdad”) lo
hace en la misma dirección y sentido con el cual un hombre bueno se esfuerza por controlar cada una de sus conductas,
de manera que en ellas esté siempre presente su conformidad al Bien. Pero, a su turno, el Bien es procurado por nuestra
acción sin ninguna otra razón ulterior que no sea su carácter admirable, su Belleza intrínseca. Lo moralmente bueno es
lo estéticamente bueno. La Bondad se intuye como algo Bello: (Peirce) un razonador lógico, es un razonador que ejerce
un gran autocontrol sobre sus operaciones intelectuales; y de ahí que lo lógicamente bueno no sea sino una especie
particular de moralmente bueno. La ética es la ciencia normativa par excellence, porque una finalidad -el objeto esencial
de la ciencia normativa- está vinculada al acto voluntario de un modo tan primordial como no lo está a nada más. Por
otro lado, un fin último de una acción deliberadamente adoptado -es decir, deliberadamente adoptado- debe ser un
estado de cosas que por sí mismo se recomienda razonablemente a sí mismo, con independencia de cualquier
consideración ulterior. Ha de ser un ideal admirable, en posesión del único tipo de bondad que puede tener un ideal tal:
la bondad estética. Desde esta perspectiva, lo moralmente bueno se presenta como una especie particular de lo
estéticamente bueno.
Pero si bien la ética estudia la conformidad de la conducta a un ideal, es decir, a algo admirable, éste es siempre un
valor particular de una cierta comunidad, y de ella misma y sus tradiciones deriva su carácter incondicionado; su ser
absoluto.
Se concluye que en toda reflexión metafísica, la razón conduce indefectiblemente a primeros principios, cuya verdad
reposa, en última instancia, en el peso de la tradición, y por ende, en un retorno al método de la autoridad: en suma
-agrega Peirce al párrafo anterior- no es más que una medida tradicional, muy sabiamente aceptada, sin criticismo
radical, pero con la estúpida pretensión de constituir un examen crítico.
De esta manera, el método de la metafísica o de la filosofía, aún cuando proclama su vocación universalista y eleva el
ideal de la Razón al rango de lo despojado de todo particularismo, lo cierto es que los sistemas filosóficos parecieran no
lograr concretarlo jamás. Todos los sistemas filosóficos comenten (inconscientemente) el mismo “pecado”: aspiran a
exponer la verdad absolutamente fundada, pero sólo alcanzan el fundamento relativo a un principio históricamente
determinado.
La arquitectura teórica de los sistemas metafísicos expresa un genuina búsqueda de universalización y de integración
del infinitamente vasto mundo de las construcciones categoriales que anida en nuestras lenguas y demás instituciones.
Lo central (y lo paradójico) de este método, es su perpetuo esfuerzo por sobreponerse a un límite de origen, que siempre
se regenera, a saber: el desideratum de trascender su carácter histórico. El “fundamento último” de cada sistema
filosófico es en sí mismo infundado, y no puede menos que ser relativo a aquellos valores históricos que lo sostienen y
que suscitan la adhesión de sus seguidores. // Peirce - desde el punto de vista de la razón de este método es mucho
más intelectual y respetable que cualquiera de los otros dos. En la medida en que no pueda aplicarse ningún método
mejor debe seguirse éste, pues es entonces, la expresión del instinto la que tiene que ser en todos los casos la causa
última de la creencia. Pero su fracaso ha sido de lo más patente. Hace de la indagación algo similar al desarrollo del
gusto, pero el gusto por la desgracia, es siempre más o menos una cuestión de moda, por lo que los metafísicos no han
llegado nunca a un acuerdo fijo, sino que desde los primeros tiempos hasta los últimos el péndulo ha estado oscilando
hacia adelante y hacia atrás entre una filosofía más material y otra más espiritual.
En síntesis, así como el método de la tenacidad encuentra su límite insuperable en la necesidad de los acuerdos
interindividuales (comunitarios), y de la autoridad, en los límites de la tradición para acompañar las transformaciones en
las relaciones de apropiación conforme a la evolución de los sistemas productivos, el de la metafísica encuentra su
frontera insuperable en el hecho de que sus “catedrales” conceptuales, destinadas a albergar a todos los espíritus de
buena voluntad, hunden sus cimientos, pese a todo, en fundamentos particulares (los ideales o las ideologías que
mueven a las voluntades de sus seguidores), inmersos en la historia de las diversas formaciones estatales. Esto torna al
método de la metafísica en un método impotente para alcanzar acuerdos estables y genuinamente universales. Es decir,
acuerdos en torno a creencias que puedan ser compartidas con independencia de las ideologías de los sujetos y de sus
comunidades o filosofías de origen.
// hay una contradicción interna: la filosofía se propone conocer lo que es inmutable, eterno, lo que existe en y para sí; su
mira es la verdad. La historia en cambio, narra lo que ha existido en una época para desaparecer en otra, desplazado
por algo distinto. Y si partimos de la premisa de que la verdad es eterna, ¿cómo incluirla en la órbita de lo pasajero,
cómo relatar su historia? Y, por el contrario, si tiene una historia y la historia consiste en exponer ante nosotros una serie
de formas pasadas de conocimiento, ¿cómo encontrar en ella la verdad? .
En este escenario de “naufragios” de los métodos que se afanan tras el desideratum de creencias sustentables
(compartibles y perdurables) aparece el método de la ciencia. Antes de exponer este, se tiene que decir que en el mismo
campo del método reflexivo se han desarrollado argumentos que al mismo tiempo que hunden sus raíces en el método
de la metafísica, contienen su propia superación y traspaso al método de la ciencia.
Esta apelación a los hechos que caracteriza a la ciencia no sólo funciona como un criterio de validación, sino también
como un nuevo modo de orientar los descubrimientos. Es decir, la experimentación no sólo funciona como un test para
determinar la bondad de una hipótesis sino también como un camino para alumbrar nuevas hipótesis. La búsqueda deja
de orientarse de modo predominante por las preguntas que se derivan de la especulación para hacerlo por los
interrogantes que plantean las posibilidades de los controles empíricos, además de los resultados de los mismos hechos
experimentales. Ya no nos podemos detener ante preguntas de extremada generalidad como ¿qué es la inteligencia?,
sino que habrá que avanzar hasta alcanzar los niveles suficientemente particulares que posibiliten constataciones
empíricas, por ej. ¿qué relación guardan los procesos de socialización con las estructuras cognitivas?.
La adopción de la “contrastación empírica” como criterio de sustentabilidad de las hipótesis no sólo implica un nuevo
criterio de validación sino también nuevos criterios heurísticos, es decir, nuevos criterios para elegir los contextos de
descubrimiento. Una consecuencia trascendental de este nuevo criterio metodológico es la definitiva irrupción de un
nuevo carácter en el conocimiento: el carácter operatorio. Las creencias parecieran distanciarse de modo creciente del
saber predominantemente contemplativo o teórico del método metafísico para pasar de manera decisiva a un saber
activo, operativo y pragmático.
La observación intencional (no ocasional) en situaciones controladas o provocadas engendró la noción misma de
“experimento” o de “observación de laboratorio”, y por esa vía, comenzó a desarrollarse un nuevo concepto de tradición y
de autoridad: la autoridad de los tribunales evaluadores de los informes, y de la “cultura de laboratorio” como de la
tradición de los hechos bien establecidos. Cultura esencialmente escrita y difundida; compuesta por protocolos,
memorias de experimentos y por informes (publicados) que sintetizan y extraen consecuencias generales del conjunto de
aquellas observaciones que pueden acreditar dos virtudes esenciales: validez y confiabilidad.
Esta es una nueva base metódica de la ciencia. Por ahora nos conformamos con esta primera presentación esquemática
que reduce el método de la ciencia a estos dos conceptos primordiales: hipótesis y contrastación empírica. Nos
conformamos con aceptar esta versión de la ciencia que se mostrará posteriormente como una versión restringida o
disminuida del trabajo científico.
El supuesto central del método científico, según esta primera versión, consiste en el control de las opiniones mediante
las contrastaciones empíricas de laboratorio de las consecuencias implicadas en creencias hipotéticas.
Peirce: hay cosas reales cuyas características son independientes de nuestras opiniones sobre las mismas; estos reales
afectan a nuestros sentidos siguiendo unas leyes regulares, y aun cuando nuestras sensaciones son tan diferentes como
lo son nuestras relaciones a los objetos, con todo, aprovechándonos de las leyes de la percepción, podemos averiguar
mediante el razonar cómo son real y verdaderamente las cosas; y cualquiera, teniendo suficiente experiencia y
razonando lo bastante sobre ello, llegará a la única conclusión verdadera. La nueva conclusión implicada aquíes la de
realidad.
Esto nos da que todas las genuinas entidades son comunidades, lo que significa que son totalidades compuestas por
partes sobre las cuales ejerce un trabajo normatizador para poder preservarse como totalidad y realizar sus
determinaciones propias. Pero, también vale que las totalidades integran totalidades mayores, lo que supone que sus
determinaciones propias son susceptibles de sobredeterminación, lo que a su turno implica la supresión de su autonomía
con conservación de su propio fundamento entitativo. Entre las sustancias del universo no hay ni completa inherencia
(pura entidad o pura discontinuidad), ni completa dependencia (pura multiplicidad o continuidad). Hay comunicación,
porque el universo está compuesto de comunidades, es decir, de sustancias relativas y de relativas dependencias. De
discontinuidades y continuidades. Algo es sujeto, en una cierta relación. En otra relación es atributo. Algo es sustancia
en cierta relación. En otra relación es accidente.
En conclusión y volviendo a nuestro tema: el individuo orgánico es un tipo de sujeto; la Comunidad es otro tipo de sujeto;
el Estado, es otro tipo de sujeto; la Sociedad es otro tipo de sujeto. Lo cual no obsta para aceptar que cuando estamos
hablando de individuos no pados decir que cada Comunidad (por ejemplo, cada familia) es un atributo de cada uno de
ellos (es decir, un medio externo o un entorno); cuando dirigimos nuestra atención a las comunidades (=familias), no
podemos decir que los individuos, por un lado, y las totalidades sociales, por otro lado) son atributos de ellas
(componentes y entornos), etc.
Entonces, todos son sujetos, pero queda una cuestión de gran importancia: ¿podemos atribuir conciencia, es decir,
capacidad aperceptiva, comunicativa, reflexiva a sujetos supraindividuales? si nos dejamos llevar por el pensamiento
dominante, diríamos que solamente los organismos orgánicos tienen piernas y brazos.
Hay que examinar no sólo las semejanzas sino también las diferencias por medio de una analogía, que siempre va a
partir de algo muy conocido para poder elaborar la hipótesis heurísticas sobre el otro término que es el desconocido.
Pero ¿es seguro que nos conocemos a nosotros mismos lo suficientemente bien? ¿Realmente sabemos en qué consiste
nuestro ser individual: ese ser que siente, imagina, piensa? mientras no tengamos claridad suficiente acerca de nosotros
mismos no vamos a poder concluir acerca de lo que nos asemeja o nos diferencia de los sujetos de otro nivel como son
la Comunidad, el Estado y la Sociedad Civil.
¿Quién percibe cuando percibimos? ¿quién habla cuando hablamos? ¿quién piensa cuando pensamos?
Teniendo en cuenta la analogía que se da de la pregunta ¿quién se alimenta cuando nos alimentamos? - hay millones de
sujetos dentro nuestro, de células, órganos y bacterias que trabajan para que nosotros lo realicemos, para que
cumplamos la actividad. Bueno, usando la analogía, imaginar que hay en la percepción, en el habla, en el pensamiento
una inmensa cantidad de sujetos actuantes que aunque no sean reconocidos por nosotros cuando percibimos, hablamos
o pensamos, sin embargo, están haciendo también su trabajo: para nosotros pero también en nosotros, por nosotros y
para algún Otro, aunque no lo sepamos: es decir, para la Comunidad, el Estado y la Sociedad Civil. Así como nosotros
nos aprovechamos de los procesos de putrefacción o fermentación que ejecuta la flora intestinal, así también, quizás
nuestras charlas o nuestras fiestas y canciones, por ejemplo, aprovechen a la “vida” de una Comunidad, o un Estado o
una Sociedad Civil que se “nutre” de esos perpetuos episodios protagonizados por nosotros, los individuos orgánicos.
Síntesis y conclusión: es razonable concebir a los conglomerados de moléculas y células, de individuos, de
Comunidades, y de Estados como genuinos sujetos de los métodos que producen creencias, y que, en tanto tales, tienen
funciones imprescindibles para la autorregulación de cada uno de tales conglomerados. Es decir, que cuando nosotros
aplicamos algunos de estos métodos, en realidad, estamos siendo agentes mediadores de estas instancias
sustantivo/subjetivas que hemos llamado: individuo orgánico, Comunidad, Estado y Sociedad Civil. (esto es solo un
esquema y donde señalamos cuatro niveles y métodos pueden identificarse otros más, con sólo cambiar la escala del
análisis).
Nuestra propuesta consiste en sostener que el método de la tenacidad es el método propio del individuo orgánico; que el
método de la autoridad es el propio de las Comunidades; el método de la reflexión es el procedimiento peculiar que
emplean las sociedades con Estado y, el método de la ciencia es el “camino” por el cual producen sus opiniones las
Asociaciones Civiles.
Las relaciones entre los métodos - acuerdo de hecho y oposición esencial entre los métodos
Cuestión más notable que pareciera haber entre todos estos métodos oposiciones irreductibles en virtud de sus rasgos
esenciales: la tenacidad (en tanto método que atiende y se aferra al parecer individual) no puede menos que oponerse a
los otros métodos. La intuición (=tenacidad), cuando impera metódicamente, no admite autoridad externa; excluye la
reflexión; se opone a ser tratada como una “mera hipótesis” y no nos permitiría abandonarla frente a eventuales fallidos
durante la contrastación empírica. Lo mismo se repite para cualesquiera de los restantes métodos. Ellos se oponen entre
sí. Es una verdad de razón dado que se impone por razones de principio. Sin embargo, es una verdad de hecho que los
métodos parecen apoyarse mutuamente y funcionar en la vida práctica de manera solidaria.
¿Qué tienen que hacer los métodos de la tenacidad, autoridad y metafísica en el interior mismo de la ciencia? Varios
autores nos muestran que los tres primeros métodos que Peirce presenta como antecesores del método de la ciencia, no
han quedado afuera de la ciencia. Que, por alguna razón que deberemos examinar, la intuición, autoridad y metafísica,
perviven en el interior del método mismo de la ciencia. La Ciencia no parece desprenderse de sus antecesores (Bunge).
En una de las últimas referencias a este autor, se presentó el método de la ciencia como reposando de dos funciones
primordiales: la fundamentación y la contrastabilidad, en diferentes lados. Solo la segunda corresponde puramente a la
ciencia, ya que la primera, por el contrario, es la vocación esencial del método metafísico. Para el método científico, no
hay “fundamento absoluto”: sólo hipótesis.
Afirmaremos que los métodos se relacionan entre sí con la misma dinámica de supresión/conservación/superación que
examinamos anteriormente al hablar de la relación entre las categorías kantianas de sustancia, casualidad y comunidad
y que nos parece que sigue siendo la mejor descripción de las complejas relaciones que existen entre los estratos
ontológicos: entre el mundo molecular, celular, organísmico, comunal, estatal y societal. Cada nivel de integración de la
realidad se diferencia de los demás, pero mantiene con ellos complejas relaciones que pueden describirse como
relaciones de constitución y de regulación; de condicionamiento y de determinación.
Haremos referencia a la metáfora espacial implícita en la noción de “niveles de integración” y sugerir que los términos
“constitución” y “condición” hacen referencia a lo que aporta el nivel “inferior” al “superior”: toda realidad está constituida
o condicionada por sus componentes; por sus ingredientes; es decir, por los niveles de integración “inferiores”. En
cambio, decimos de cada realidad que está regulada o determinada por el todo del cual depende, o del cual forma parte.
Es decir, por los niveles superiores en los cuales se encuentra incluida (suprimida, conservada y superada).
Principales niveles de integración que podemos imaginar en la realidad tal como al reconocemos:
Esto expresa que los niveles superiores metafóricamente hablando se erigen sobre los inferiores. Y que el nivel ulterior,
no agota al inferior. Si los llamados niveles inferiores son anteriores en el tiempo y son el pasado de los superiores, se
advierte que de dos modos efectivos el pasado sigue estando presente: 1. porque no todo el nivel inferior queda
capturado y colonizado por el superior y 2. porque lo que queda subsumido, no por eso queda aniquilado, ya que
permanece conservado y operante en el seno del nivel de integración que lo subsume.
Así, hay intuiciones fuera de la ciencia (copresentes) e intuiciones dentro de la ciencia (constituyentes); hay tradiciones
fuera de la ciencia y que forman parte de ella; hay metafísica fuera de (e incluso contra) la ciencia y dentro de la misma.
Sociedad Civil (eficacia) Investigación Científica
Sociedad Política (Estado) (reflexión/escritura) Filosofía Científica
Comunidad Cultura (Tradición oral) Tradiciones científicas
Bio-Comunidad (percepción/mímesis) Imitaciones científicas
Organismos (percepción-instintos) Intuiciones científicas
Al comenzar el punto de partida fue con Bunge: La Ciencia es un estilo de pensamiento y de acción. pero avanzar más
allá de él y plantearnos: ¿cuáles son los otros estilos? ¿qué rasgos particulares presenta cada cual? ¿cuáles son sus
virtudes comparativas, en torno a valores tales como universalidad, objetividad, utilidad? Y en actitud desafiante
sostuvimos: “sólo así estaremos cumpliendo rigurosamente con los requisitos de una reflexión rigurosa sobre la ciencia”.
En cuanto a los otros estilos de pensamiento, además del estilo científico, la respuesta, en sus grandes rasgos está a la
vista: junto al trabajo hipotético deductivo de la praxis restringidamente científica, está el estilo reflexivo (o
filosófico/metafísico); el tradicionalista-sacralizador; y el sensoperceptivo-motor.
Virtudes comparativas: la tenacidad (o percepción) tiene la ventaja de la intensidad (vivacidad, emotividad) de la
adhesión a la creencia; la tradición o autoridad implica la ventaja de la comunicación y el poder de la enseñanza de las
creencias a las nuevas generaciones (aunque con pérdida de intensidad); la reflexión o metafísica presenta la enorme
ventaja de la mediación crítica y de la afirmación de la autonomía del sujeto racional en el libre debate (aunque al perder
el carácter sagrado de la autoridad tradicional, la razón abandonada a sí misma se desliza hacia el escepticismo y el
nihilismo); por último, las ventajas de la ciencia, son la objetividad (como validación del contenido de la creencia
mediante el control experimental) y la eficacia (como bondad heurística y fertilidad tecnológica).
Universalidad de las creencias: amplitud de adhesión que las creencias pueden lograr en los restantes sujetos. El
método de la tenacidad alcanza la universalidad propia de los instintos que valen para toda la especie a condición de que
el individuo no presente anomalías al respecto. fuera de esas creencias instintivas, la tenacidad carece de alcance
universal y, sobre todo, es radicalmente incomunicable. El método de la autoridad levanta la clausura organística; de la
enseñanza y la narración oral, aunque la limita al reducido mundo del alcance del vínculo de respetabilidad, sacralidad, o
autoridad comunal. El método de la reflexión, expande la universalidad hasta los confines de la Comunidad Ideal de los
espíritus razonables, pero los confines de la Razón existen y están dados por los ideales particulares que se asumen
como puntos de partida. En la medida en que la Razón rompe completamente con la Tradición, se convierte en Razón
formal que meramente “silogiza” (es decir, opera como puro mecanismo formal de derivación), pero, al crecer de un
punto de partida sustancial, se desliza irremediable hacia el escepticismo. En tanto la razón pretenda subsistir como
Razón sustancial, deberá ser capaz de intuir la verdad del fundamento, pero de esa manera, se confina en el interior del
Ideal Estéticamente Intuido, y por ende, cae en el particularismo de las escuelas filosóficas, que dista mucho de alcanzar
la universalidad del género humano. Sólo el método de la eficacia (=ciencia positiva) pareciera volver a coincidir con la
universalidad plena del género humano al retornar a la “experiencia individual”, pero no ya como género (individuo
determinado biológicamente), sino como singularidad (individuo educado y formado por la experiencia
histórico-político-social). El método de la ciencia pareciera consistir en un retorno a la intuición misma de los hechos: un
retorno a la tenacidad. Pero quien apela a la intuición misma es ahora ni un individuo formado por el ADN del género
humano, sino por el magisterio de sus comunidades particulares de origen; por la educación escolar y los ideales
heroicos de su respectivo Estado, y por la praxis de los intercambios universales, en donde impera la retórica de “la
operación universal de las técnicas eficaces”.
Conclusión: la génesis de la ciencia fue una epigénesis, es decir, una génesis escalonada en el que las capacidades
cognoscitivas de los hombres se fueron formando al mismo ritmo que se fue formando el Hombre con sus diversas
esferas: organismo, tradiciones comunales, argumentaciones racionales y la libre capacidad asociativa en la que se
construye el destino singular de su singularidad personal. Que esas esferas formadas a lo largo de eso que llamamos “el
pasado” siguen teniendo real y eficacia presencia y que, por ende, sus respectivos métodos, siguen operando de dos
diferentes maneras; como co-presencias, y como constituyentes de la cientificidad misma. Como co-presencias, seguirán
dando lugar a las remanidas barreras y confrontaciones “generacionales”. Como constituyentes, seguirán siendo el
material con que el científico deberá edificar su método, que más que un mero uso de técnicas lógicas, se debe concebir
como un arte: el arte de integrar en un todo superior el trabajo de los cuatro métodos.
(6) SAMAJA, Juan - “El lado oscuro de la Razón. Capítulo 1: Tres versiones del principio de la experiencia”
Hipótesis metodológica del texto: todo fenómeno (también la ciencia ya que es un fenómeno de orden socio-cultural)
contiene componentes contradictorios, incompatibles en tensión e inquietud. También una de esas contradicciones
funciona como eje de su estructura y de su dinamismo. A esta contradicción que organiza internamente el sentido de
todos los aspectos del fenómeno y es el motor, es “la contradicción principal”.
El autor presenta la contradicción interna de la ciencia como la principal contradicción que presenta el conocimiento
científico.
Hay una relación de contradicción entre dos requisitos/atributos del conocimiento científico: entre la exigencia de la
inversalidad (o necesariedad) y la exigencia de la comprobabilidad. Ambos son constitutivos del conocimiento científico,
si falta alguno de ellos no hay conocimiento científico, y si queremos tomar uno de ellos, estaríamos negando el otro
término. Esto significa que si quisieramos afirmar que en conocimiento científico es un conocimiento universal y
necesario nos veríamos obligados a rechazar que sea comprobable. Por el contrario, si nos aferramos a la
comprobabilidad como atributo inherente a las afirmaciones científicas, nos veremos obligados a rechazar la posibilidad
de sostener de manera válida su alcance universal. Lo universal es lo contrario a lo particular pero sólo lo particular es
decible, constatable mediante unos pasos de comprobación. En cambio, los conjuntos universales son indecibles ya que
están integrados por un infinito de elementos. No hay una secuencia de pasos que puedan ser dados para decidir sobre
su valor de verdad.
Queda clara la contradicción: no puede haber un conocimiento que al mismo tiempo sea “universal” y “decible”
(comprobable). La cuestión es que la Ciencia pretende ser ese tipo de conocimiento y tiene que resolverse esta
paradoja. Durante el curso de la historia, hubieron varias escuelas, autores y líneas teóricas que pretendieron resolverlo.
Una contradicción puede resolverse: a. considerando como verdadero a uno de los polos de la contradicción y
eliminando el otro; b. afirmando los dos polos pero sin identificar o proponer el mecanismo de la síntesis que supere la
contradicción; y, c. afirmando que de los dos polos surge un movimiento generativo que es lo que constituye la
superación de la contradicción.
La última solución es la que caracteriza a la Dialéctica. La cultura moderna fue la que logró éxitos científicos mediante
esta concepción metodológica.
Tesis apriorista, empirista e historicista son postulaciones o tesis epistemológicas que corresponden a la Modernidad.
Descartes, Locke y Vico pertenecen a este período. Sus producciones fueron elaboradas en torno a las problemáticas de
la sociedad medieval y el surgimiento del orden social que se conoce como sociedad Moderno-Burguesa.
El ocaso del Principio de autoridad
El concepto más representativo del nuevo espíritu que caracteriza a este período histórico es el concepto de “Principio
de la experiencia”. Este principio, como criterio de la racionalidad se comprende cuando se lo confronta con el “principio
de la autoridad”. Ambos son criterios de racionalidad, es decir, reglas supremas para establecer en situaciones
polémicas, quién tiene la razón o la verdad. En ambos casos lo que está en juego es cómo construir y sostener el
acuerdo intersubjeti vo en torno a un cierto conocimiento de “los hechos”.
Desde el surgimiento de las sociedades con Estado, las apariciones de clases y sus conflictos, se instaló una cuestión
que torna en ¿qué derecho tiene alguien para afirmar algo como verdadero?. Poner en tela de juicio el derecho que
tenemos a creer saber lo que creemos saber significa admitir la pertinencia de la pregunta acerca de cuál es el principio,
o cuál es la regla suprema que va a regir la validación de los acuerdos que se puedan establecer en el campo del
conocimiento.
Cada sujeto tiene una imagen del mundo, pero éste, no admite todas las imágenes de todos. A algunas le dará la razón y
a otras no. Se busca cuál es la imagen que realmente debiéramos tener todos si todos estuviéramos examinando la
situación con los ojos adecuadamente “limpios” para ver el mundo en su verdad: es decir, la “imagen objetiva”.
¿Cómo construimos las condiciones de posibilidad de una imagen única, válida para todos, cuando hay disputa de
imágenes entre sujetos diversos? Esta cuestión, inherente a toda formación social humana desde sus orígenes, fue
adoptando con el surgimiento de las sociedades de Estado, una configuración peculiar que, en esencia, supuse ese
doble carácter de manera explícita: la validez universal, y la comprobabilidad particular. La pregunta central que está en
el trasfondo de toda discusión sobre el método de la ciencia es: ¿qué derecho me asiste en mi pretensión de ser creído
por los demás?. Y esto es lo que distinguió a la mera opinión de una afirmación científica: esta última es una que exhibe
su fundamento y alega a favor de su validez. La mera opinión, no. El que haga una afirmación científica debe acreditar
su derecho, mostrar en qué medida es válido lo que él propone. Esto lo hará presuponiendo la eficacia que para él tenga
ese conocimiento que sostiene. También, tiene que poder expresar el derecho que le asiste para exigirle al otro que lo
adopte como verdadero y si no lo adopta, poder acusarlo ante los demás de irracional, arbitrario, de alguien indigno de
confianza. El conocimiento científico es socialmente vinculante.
Antes de la modernidad, en el mundo medieval, la regla fundamental que permitía dirimir una disputa era el “principio de
autoridad” que sostenía que un conocimiento es verdadero si puede ser deducido de las verdades sustentadas por la
autoridad académica o religiosa, como interpretación autorizada de los textos. La biblia era una fuente de autoridad
científica.
Según esta regla, algo es verdad no porque resulte evidente para cada quien por su propio contenido sino a condición de
que pueda ser compatibilizado, es decir, deducido o derivado de alguna verdad sostenida en los textos sagrados e
interpretado por la autoridad competente. Este principio de autoridad es uno muy importante y sigue rigiendo de múltiples
maneras nuestra vida. Su sentido es simple: lo que contradice el conocimiento que vale como “conocimiento de
autoridad” no puede ser verdadero.
SXV- XVII: comienza a cuestionarse este principio y se empieza a sustituir por otro: el de la experiencia personal
(Modernidad).
El principio de la experiencia
En este nuevo período, el principio general que lo regula y gobierna todo en el mundo, es el pensamiento que parte de sí
mismo, de la interioridad. La filosofía se convierte en una incumbencia general acerca del cual todo hombre sabe emitir
juicio, pues todo individuo es un ser pensante por naturaleza.
Descartes se puede pensar como un pensante del enfrentamiento al principio de autoridad. El no quería imponer su
método que cada uno debe seguir para conducir bien su razón, sino sólo hacer ver de qué manera he tratado de
conducir la mía. Sostiene que el único principio que debe regir la búsqueda de la verdad es el principio de la experiencia,
poniéndolo como primera regla del método. No recibir ninguna cosa como verdadera que nosotros no conociésemos
como tal.
Cuando hablamos del principio de la experiencia, queremos decir que adquiere validez en la cultura científica un principio
que elimina el principio de autoridad externa y afirma como principio de todo acuerdo, la libre adhesión del “yo”. Es el
“yo” la única autoridad habilitada para resolver si algo es verdadero o falso, no debe haber otra autoridad. El “yo” que es
el supremo individual, es también lo supremo social porque si bien cada “yo” es distinto de los otros “yo” todos son “yo”
por consecuencia, todo lo que un “yo”, en tanto “yo” puede reconocer como verdadero, debe poder ser reconocido como
verdadero por todo otro “yo”.
El núcleo de toda prueba, entonces, consistirá en que cada “yo” haga, por sí mismo, la experiencia de la verdad de las
proposiciones, examinándolas libremente. A esto se alude cuando se hace referencia al surgimiento de una “nueva
racionalidad”. Esta racionalidad está afirmando la vigencia de la singularidad del sujeto que conoce, pero al mismo
tiempo confía plenamente que ese sujeto singular es universal. Hay una confianza plena en que cada “yo” contiene
dentro de sí al universo todo, de modo que en lo más íntimo del sujeto está la condición de posibilidad de constituir la
verdad universal. En el hombre singular está, al menos virtualmente, el hombre universal. El desarrollo de esta idea,
llegará al extremo del pensamiento liberal que va a sostener que el desarrollo del interés de cada quien, en el supremo
esfuerzo de egoísmo, produce de manera espontánea, natural, un mundo universal, provechoso para todos. De este
modo, el liberalismo va a sostener que el mejor criterio para construir un mundo universal es la no regulación externa de
la acción de los individuos. Dejarlos que persigan sus propios intereses, porque en el ejercicio del interés de cada quien,
todos concluirán desarrollando, aun sin quererlo, el interés universal. El interés universal es el resultado emergente de la
búsqueda del interés particular. Acá está en juego la crisis de la autoridad del Estado autocrático ante las tareas de la
gestión de una sociedad “gobernada” por la economía del mercado, y está en germen, como es obvio, la idea del Estado
democrático. Es el sujeto en su actividad pensante, el que es dejado en libertad para operar por sí mismo; y por sí mismo
es capaz de construir el edificio de la verdad universal. El sujeto ya no está dirigido por la fe, por los dioses, sino que
puede ir construyendo el mundo de la verdad mediante el pensamiento.
Estas afirmaciones sobre el nuevo principio de la experiencia, vale para Descartes, Vico y Locke pero también va a dar
lugar a tres versiones distintas.
Para Descartes, la experiencia es básicamente la experiencia intelectiva, es decir, es la experiencia mental que hace el
sujeto humano operando con sus conceptos. Para Locke, la experiencia es experiencia sensorial o psicológica: la
evidencia que tiene cada individuo acerca de los datos de sus sentidos o de sus vivencias psíquicas. Para Vico, la
experiencia es experiencia vital e histórica en la que el sujeto se va construyendo a sí mismo mediante su obrar.
Descartes dirá que yo puedo experimentar el carácter de un enunciado discriminando la verdad de la falsedad, en la
medida en que opera metódicamente sobre él; distinguiendo lo que tengo que distinguir, aclarando lo que tengo que
aclarar hasta que me resulta evidente su verdad o su falsedad. En este sentido va a identificar ciertas reglas metódicas
para conducir al pensamiento en la búsqueda de la verdad. Ejemplo de procedimiento: agarrar el complejo y examinarlo
en partes para determinar la verdad en cada porción. Pero el procedimiento que está en la base de todas sus reglas,
consiste en preservar la vivencia del contenido verdadero cuando nuestra conciencia obtiene la evidencia de la verdad.
Al decir: “no aceptar nada como verdadero hasta que no sea evidente que lo es” está poniendo las bases mismas de la
nueva racionalidad. La evidencia es la vivencia que cada conciencia obtiene de sus enunciados, en la medida en que
ellos son deducidos de la única certidumbre indubitable: la certidumbre de la conciencia captándose a sí misma en su
pura inmediatez. La construcción del edificio de la ciencia a partir de la primera evidencia (Pienso, luego soy) se
encuentra con dificultades. Descartes dio lugar a críticas pero su esfuerzo logró arribar a uno de los métodos más
ambiciosos del sXX: el método fenomenológico. Los actuales desarrollos de estas disciplinas han reivindicado su valor,
especialmente de mano de las investigaciones en el campo de la inteligencia artificial, luego del manifiesto fracaso de los
modelos logicistas y computacionalistas, en el esfuerzo por comprender e imitar el funcionamiento de la razón humana.
El punto de partida de la construcción cartesiana consistió en buscar algún conocimiento que resultaba absolutamente
evidente en cuanto a su verdad. Su examen de los diversos tipos de conocimiento a fin de averiguar si presentaban o no
aspectos dudosos, lo lleva a concluir que todos los conocimientos resultan dudosos, si no están fundados directa o
indirectamente en la evidencia de conciencia captándose a sí misma en su pura inmediatez. Pero también, la información
que proporcionan los sentidos también puede ser engañosa: aunque resulte, el apariencia, evidente el conocimiento de
un objeto que se conoce por vía sensorial, bien puede suceder que no sea verdadero; que sea una ilusión perceptual.
Esto sucede frecuentemente con percepciones de objetos distantes o pequeños. Pero lo que alguna vez engaña, debe
ser abandonado como fuente de validez cognitiva. Descartes excluye a los datos de los sentidos como criterio de verdad.
También a los conocimientos lógicos y matemáticos que se apoyan en las vivencias propias del trabajo de estas
disciplinas encierra momentos de duda. Descartes piensa que puede existir un genio maligno que opera sin que nos
demos cuenta, falseándonos el saber de las cosas y haciéndonos creer que los resultados de las matemáticas son
verdaderas. Descartes se queda con la única certidumbre restante: la evidencia de su propia duda. Es de su duda de la
única “información” de la que no puede dudar. Cuando pienso que dudo por ej. Me hace pensar, y en consecuencia,
pienso. Acá no hay forma de equivocarse; si él me hace creer que pienso, entonces pienso que pienso, y cuando pienso
que pienso: pienso.
En el fondo el cogito ergo sum supera la duda porque no expresa otra cosa que la conciencia captándose a sí misma en
su pura inmediatez. Lo que queda más allá de toda duda no es algún contenido particular del “yo” sino simplemente el
“yo”, en tanto acto de pensar. Cuando pensamos está seguro que yo estoy pensando, estamos seguro de nosotros
mismos cuando pensamos. Ésta es la conclusión de Descartes, de mí mismo estoy seguro, cuando pienso. Cuando no
pienso no me pidan ningún tipo de certidumbre.
La parte de afirmación que importa del verbo pienso, es la del yo. Esta noción de yo, surgió antes que nada, como una
categoría jurídica y social. El “yo” es el término que hace referencia a la persona individual. El derecho feudal distingue
cualidades entre los individuos: no es lo mismo ser siervo que barón. En la Modernidad, en cambio, es afirmado el valor
del sujeto individual como sujeto de Derecho como una condición esencial para la consagración del derecho de
propiedad privada capitalista. Si el sujeto individual no es liberado de cualquiera atadura social no puede ser el sujeto de
los intercambios comerciales; para que haya un intercambio comercial se necesitan personas libres que estén habilitadas
para contratar.
*Solipsismo individualista y Medio Divino
La tesis cartesiana llega a un punto extremo: a un punto en que la única evidencia está dada por el “yo” captándose a sí
mismo en su pura inmediatez, como pensamiento; pero al mismo tiempo, sin posibilidad de establecer entre sus
pensamientos y los contenidos objetivos de sus pensamientos, un nexo de verdad. Cuando pienso estoy seguro de que
lo hago, pero como se puede asegurar el criterio de verdad del contenido del pensamiento? ¿Cómo puedo garantizar la
objetividad de lo que pienso?. Todo lo que un yo piensa, es verdadero –con verdad evidente- como “acto de
pensamiento” de ese Yo, aunque no lo sea como “estado de cosas” del mundo real o de las construcciones matemáticas.
En el mundo real o en el mundo de las construcciones matemáticas ¿hay algún fundamento que sostiene esa sensación
o son sólo puras creaciones de mi imaginación? Esta cuestión queda abierta y sin conclusión. Establecimos la pura
evidencia de las posiciones del yo ante sus propios contenidos; no de la objetividad de los contenidos mismos. Si lo que
el yo piensa es no una verdad objetiva, esto está en duda porque en cuanto yo quiero salir de mí mismo y busco
establecer algo como verdadero en el mundo de las cosas entonces el conocimiento queda afectado por la duda, queda
afectado por la posibilidad del error.
En este punto Descartes va a cumplir una tarea importante: la de deducir los fundamentos de la verdad, estableciendo
un procedimiento.
Descartes intenta encontrar un fundamento para su desarrollo metodológico mediante el siguiente procedimiento:
primero desconectar el mundo del “yo” del mundo real. No se propone hablar del mundo porque el mundo es algo que
está más allá del control de la evidencia. Nosotros podemos tener ideas, pero estas son verdaderas?. Esto es lo que
Husserl llama “epoché”. La epoché es un procedimiento metódico que consiste en quitar a los enunciados de mi discurso
cualquier pretensión de validez objetiva. “Yo no se si lo azul existe en el mundo pero yo puedo describir la noción de
azul”, puedo describirla en su significado para mi. Lo que va a advertir Husserl es que cuando uno describe estas ideas
encuentra ciertas invariantes, tales que si yo quito de esa idea ese elemento, la idea se me esfuma. Para este método,
las ideas poseen una esencia, una estructura invariante cuyos contenidos son necesarios, aun en caso que a esas ideas
no les corresponda nada en el mundo real.
*La tesis del empirismo
Frente a las tesis cartesianas surge (en inglaterra especialmente), una posición que reivindicará como criterio de verdad
la experiencia personal, pero entendida como experiencia de las vivencias sensoriales o psicológicas, a través de las
cuales se van formando las ideas más complejas. El valor de las tesis empiristas consiste en atacar el carácter
dogmático del supuesto innatismo de las ideas que harían posible el conocimiento racional o intelectual como esfera
independiente del mundo fáctico.
Para Descartes, el principio de la experiencia es interpretado como experiencia intelectiva (intelecto/que puede
entenderse). Los ingleses la van a interpretar como experiencia sensorial. Ya no es el”yo” en tanto pienso, sino el “yo” en
tanto “yo siento”, “yo observo”, yo experimento corporalmente por medio de los sentidos.
Bacon - muchas veces se lo menciona como fundador del empirismo pero no. Es todavía un renacentista, expresión de
la nueva racionalidad moderna y en el que todavía no encontramos el desgarramiento unilateral que caracteriza al
empirismo, enfrentado al racionalismo moderno.
Locke - constituye un representante clásico del empirismo filosófico. Su eje es el rechazo de la tesis cartesiana sobre las
ideas innatas. Según la epistemología apriorista, el científico dispone, a la hora de poner en ejercicio sus capacidades
cognitivas, de un patrimonio originario de verdades universales que el alma posee y que no deriva ni podría derivar de
ninguna experiencia individual. Se trata de primeros principios (o saber universal) de los que la razón no puede prescindir
en su construcción del saber de las cosas reales (naturales y espirituales; matemáticas y morales), que tenga garantía
de cientificidad, validez.
No hay que perder de vista que lo que la Epistemología pone en juego es el logro de la validez, de la certidumbre
reconocida por la comunidad de los hombres. La distinción entre lo que es mera opinión (que no obliga a nadie) y lo que
pretende ser conocimiento científico que, en caso de existir, resultaría obligante para todos. Frente a esta cuestión de la
validez, el Empirismo adoptará una tesis opuesta a todo dogmatismo; a toda aceptación de verdades universales, cuya
validez reposa en el mero consenso universal, para contraponerle una validez que reposa en una construcción de
consensos, siempre renovados a la luz de las circunstancias reales y actuales.
Ante la imposibilidad de establecer verdades absolutas, el Empirismo enarbolará la prédica de la tolerancia: “merece la
pena averiguar los límites entre la opinión y el conocimiento, y examinar tocante a las cosas de las cuales no tenemos un
conocimiento cierto, por qué medidas debemos regular nuestro asentimiento y moderar nuestras persuasiones”.
Para Locke, como representante típico de la cultura de la burguesía industriosa, el sujeto cognitivo no dispone de ningún
patrimonio de verdades innatas, inamoviles, heredadas: todo lo que posea como saber científico deberá construirlo
mediante un trabajo empírico personal. Las ideas son resultados de nuestras acciones, de nuestra actividad formadora:
tanto las ideas científicas como las ideas morales. Todas las ideas proceden de la experiencia y se forman en el curso de
ella. Y en este curso, también pueden modificarse.
Idea central de Locke: lo particular sobre lo general. Lo único decidible es lo que podemos experimentar: lo finito, lo
particular. Desde lo particular, por vía inductiva, se construirá lo personal, pero éste se mantendrá siempre abierto a
modificaciones.
Lo único que puede definirse como criterio de verdad, son las experiencias básicas que el llama “ideas simples” y que
proceden de dos fuentes: 1. de la sensación, 2. de la reflexión (vivencia psicológica). 1. ej. este color, sonido. // 2. ej. este
recuerdo, distinción. Como las ideas simples no pueden ser creadas ni destruidas por nuestra subjetividad, ellas forman
el campo de la experiencia y constituyen la única certeza de validez plena. Las ideas simples siempre son producidas
por cosas exteriores a nosotros. Sobre esa base experiencial se levanta posteriormente un edificio cognoscitivo, que
resulta de la combinación de las ideas simples y de posteriores operaciones de abstracción y generalización. Ambos
procedimientos son actividades del sujeto y no tienen ninguna garantía de verdad objetiva absoluta: separamos ciertos
aspectos que nos parecen relevantes, pero podrían no serlo.
La verdad de los conocimientos se establece evaluando el acuerdo o desacuerdo entre las ideas. De entre las verdades,
las matemáticas y las morales sí podrían obtener una demostración, porque no implican el problema del acuerdo o
desacuerdo con cosas reales. En cambio, las ciencias naturales o sociales, el conocimiento de las cosas del mundo,
plantea problemas insuperables: no es posible confrontar nuestras ideas complejas sobre el mundo, confrontándolo con
las cosas mismas.
Hume - empirista. El conocimiento no tiene como norte establecer la verdad, sino servir a fines prácticos del hombre.
Para el, el problema de la existencia del mundo objetivo es una cuestión insoluble. Nosotros recibimos de la realidad un
torrente de impresiones sensoriales, y con ellas, mediante la actividad de nuestro intelecto, organizamos diversas ideas
complejas. Pero no tenemos posibilidad de averiguar si esas ideas coinciden o no con las cosas mismas.
*La tesis del Historicismo
Vico - La experiencia ya no es intelectiva, ni observante, sino es “experiencia de protagonismo”.
Apriorismo cartesiano: si yo lo pienso con evidencia, entonces yo lo conozco en su verdad.
Tesis empirística de Locke: si yo lo observo o lo vivencio, yo lo conozco en su verdad.
Principio de la experiencia de Vico: lo verdadero es lo mismo que lo obrado. Lo que yo hago, eso es lo verdadero. Y eso
lo puedo conocer con verdad, con evidencia plena sólo porque lo he hecho.
“Se conoce aquello que se ve nacer”; se conoce aquello cuyo nacimiento se puede conocer. Si yo lo conozco en estado
de génesis, entonces, y sólo entonces, lo conozco verdaderamente. Por otro lado, sólo conozco en estado de génesis
aquello que yo produzco de manera activa. Lo que yo no genero no lo conozco en estado de génesis. Para Vico, esta
tesis sólo se aplica al campo de las ciencias humanas. “Dado que los seres humanos hacemos las cosas humanas,
entonces, sólo las cosas humanas son objetos de una ciencia posible para el hombre. Como no hemos hecho a la
naturaleza no la podemos conocer”.
Tesis kantiana: para poder afirmar la posibilidad del conocimiento científico es necesario que desconectemos las
afirmaciones de la ciencia de toda pretensión de aplicación de sus afirmaciones a las Cosas en Sí Mismas: nosotros
debemos extrapolar nuestro saber científico más allá de los fenómenos de nuestra experiencia. Porque nosotros nunca
podemos ponernos más allá de las condiciones que hacen posible nuestra experiencia. Pero las condiciones de una
experiencia posible están puestas como reglas en la subjetividad humana que preconfigura lo que es Objeto en General
de una Experiencia Posible. La subjetividad humana posee, por así decirlo, en sus formas y categorías, las reglas que
determinan cualquier experiencia posible: la forma general que deberá revestir todo aquello que sea Objeto para
nosotros. La tesis kantiana no se refiere a los contenidos de las experiencias, sino a las formas de las experiencias. Se
trata de aquellas predicaciones que son “trascendentales” en un sentido muy próximo a la acepción clásica del término:
nosotros no podemos prever qué tipo de cualidades tendrá el próximo objeto que observe, pero sí puedo afirmar, que
tendrá alguna cualidad.
No se puede decir que el mundo es “espacio-temporal”, lo que si se puede decir es que si se da un fenómeno, él va a ser
espacio-temporal. Yo percibo a condición de espacializar y de temporalizar mis experiencias.
De las categorías decimos que no constituyen conocimientos de las cosas mismas, sino reglas que organizan las
experiencias que efectuamos en la Naturaleza. El intelecto regula la experiencia posible, y la noción de substancia es
una regla: dado un cambio, busque el invariante.
Esto se puede confundir con una concepción de apriorismo, pero no hay que confundir la tesis de Kant con esto ya que,
ni el espacio, ni el tiempo, ni las categorías constituyen conocimientos.
Dado el conocimiento científico como un hecho, y dado el sujeto de ese conocimiento, lo único que podemos presuponer
es una cierta forma de funcionar; ciertas reglas de operación. El Sujeto que Kant llama trascendental se constituye como
un sistema o plexo de operaciones en el acto mismo de conocer.
¿Libertad vs Necesidad?
La tesis de Kant resulta paradójica porque, a diferencia de Descartes, pretende derivar de la sola operación del Yo el
alcance objetivo, universal y necesario de la ciencia. ¿No es el caso de que de este modo todo el sistema de las
categorías del intelecto quedan apoyadas en la subjetividad, es decir, en una instancia libre, autónoma y por ende,
arbitraria? En el caso de Descartes, Dios consagraba la continuidad de la razón. En el caso de Kant, ¿Quién lo hace? Si
no se logra una consagración satisfactoria, la consecuencia sería que todo el sistema de categorías se desmoronaría en
la arbitrariedad: habría tantos sistemas de categorías cuantos “yo” existiesen. Kant pretende derivar del Yo (finito e
imperfecto) el sistema de presupuestos de la ciencia, es decir, de un saber infinito y perfecto. Pero el yo no tiene una
estructura esencial. Como diría Sartre: lo que cada Sujeto es, no está determinado por ninguna esencia, sino que es el
resultado de su libertad, de su acción autónoma.
Examinemos esta paradoja: este sujeto trascendental no es un sujeto empírico. El sujeto humano, es un sujeto cuyas
normas de determinación son libres. Es por esto que las categorías o tipos de acciones que emerjan de acá, serán
también libres y diversas por ser arbitrarias. Kant pretende fundar la necesidad de las categorías sobre un sujeto
arbitrario. Kant va a demostrar que si bien el sujeto es libre, precisamente por ser libre se encuentra comprometido en un
ideal de universalización y de regulación. La libertad no transforma al sujeto humano en un sujeto arbitrario, sino en un
sujeto que al tener que elegir su conducta se encuentra siendo expuesto y al mismo tiempo responsable de las
conductas que desarrollaran los otros “yos”. ¿Por qué? Porque es el sujeto que no puede llevar a cabo ninguna acción
sin que ella se transforme en una posibilidad de acción para todos los demás sujetos libres como él. Y puesto que el
movimiento de todo sujeto es la apropiación de todo lo demás como objetos suyos, la situación originaria de todo sujeto
es encontrarse en situación de interferencia con todos los otros sujetos: en situación de guerra. /acá se ve el lado oscuro
de la Razón/. Cada Yo niega a los otros Yo su carácter respectivo de sujeto. Todo sujeto objetiva a los demás. Pero esto
constituye entonces una contradicción en el fundamento mismo del yo. De esta contradicción solo se puede salir o
mediante la mutua destrucción, o mediante alguna forma de distribución de todos los objetos (es decir, del “no-Yo”) entre
todos los “yo”. Esa distribución es la que está contenida en el único mandato que se deduce de su Ser Libre y se formula
así: obra de tal manera que la máxima de tu acción pueda ser universalizada. Kant llamó a este mandato, Imperativo
Categórico. Es el único procedimiento que puede resolver la contradicción sin destruir al Sujeto. Este sujeto se constituye
entonces por medio de una ley, una ley no natural: una ley que rige a los sujetos libres en tanto sujetos capaces de
buscar conscientemente su propio fin; una ley que no lo coacciona, porque si no, no sería libre, y sin embargo, lo hace
responsable de lo que advenga como resultado de su acción. Esta ley no anda ningún contenido particular. Su mandato
solo alude a la forma: cualquier cosa que hagas, que pueda valer para todos = que pueda tener la forma de la
universalidad. Es una ley puramente formal.
Resulta que “yo” que es el individuo es, al mismo tiempo, el universal abstracto más imperioso; todos los “yo” son “yo”;
cada “yo” es absolutamente distinto de otro yo; pero todos los “yo” son “yo” y, en consecuencia, son absolutamente
indistintos; son lo “mismo”.
Lo que este “yo” haga define la posibilidad del hacer de todo “yo”. Todo “yo” puede hacer lo que cada quien hace. Es
decir, la acción de todo Yo, posee como consecuencia inmediata la posibilidad de una acción recíproca. Si mi acción
comporta como resultado la muerte o alguna forma de negación de este otro “yo”, entonces construyo por vía de acción
recíproca, la posibilidad de mi muerte. La ley de la reciprocidad se instala por el imperio mismo de la identidad de los
“yo”.
El “se aplica a todo” es el sentido último del Imperativo Categórico. El “obra de tal manera que la máxima de tu acción
pueda ser...” se deduce de que entre todas las acciones posibles, hay algunas que puedan ser compatibilizadas con los
intereses de todos t otras no, porque conducen a la destrucción. Lo que Kant está planteando, entonces, ni fue algo
novedoso en la Modernidad, ni se pierde en la actualidad. El contenido, además, no deja de ser algo muy elemental: Si
todos los “yo” son “yo” y todos los “yo” tienen que actuar, su acción puede tener dos sentidos:
i. O no importarle nada de las consecuencias de lo que haga, y en consecuencia, que la norma de su acción para cada
yo sea absolutamente irrelevante (lo que tienen como consecuencia que quedan expuestos a una acción recíproca
igualmente indiferente respecto de cada quien)
ii. O –y ahí viene el imperativo categorico- construyen algún procedimiento tal, que lo que cada cual haga pueda ser
hecho, recíprocamente, por los otros (con lo que cada yo es activo en la misma medida que es actuado)
Esta sencilla afirmación es clave de la cultura, porque señala el momento en que el desorden marcha hacia la regla.
¿Qué es lo único que puede ser hecho de manera universal? Aquello que sea una regla que resulte valida y eficaz para
todos.
El lado oscuro de la Razón
Eficacia absoluta / Validez que nada restringe no es validez – en el relato místico de Dios y todo eso, la validez aparece
en su máxima expresión como la prohibición pura. Pero no de las acciones sobre las cosas, sino sobre las regulaciones
posibles de la acción. La prohibición del saber de la diferencia entre el bien y el mal. Esta ignorancia de las reglas, sin
embargo, es fuente de Angustia, porque contiene la pura indeterminación. Ésta es la libertad. La libertad de un individuo,
que es al mismo tiempo idéntica a la de todos los individuos, genera una situación de interferencia con los otros
individuos. Toda acción es intromisión en las “cosas” del otro.
Lo que tenemos con el Imperativo Categórico, es un imperativo de universalización. Si no seguimos el imperativo,
escogemos el estado de guerra que es el reino de la muerte. Yo puedo escoger ese estado. Kant era consciente del
trasfondo conflictivo de los acuerdos humanos, con lo cual la ciencia (ya que su posibilidad es una consecuencia del
desarrollo y la dialéctica constructiva de la Unidad Originaria del Sujeto) no aparece como una consecuencia necesaria,
natural del hombre, sino como resultado de una elección, de un proyecto y un disciplinamiento de su existencia.
Lo que finalmente resta de las tesis kantianas es la idea de que, en realidad, todo el sistema de las categorías del
intelecto tienen su fundamento en esta unidad del “Yo”; y esta unidad del yo no es solo un punto de partida sino que es
también un punto de llegada de un esfuerzo infinito de la humanidad desde los fondos prehistóricos e históricos de la
guerra. El fundamento de la Ciencia, según el resultado final de la tesis kantiana, se sostiene en el “ser social” con que
resulta del entretejimiento de los “yos” entre sí y que Rousseau llama “el contrato social”. La unidad originaria del Yo,
como actividad originaria, se configura como acción libre, cuya única ley es la que podemos llamar “el aparato formal de
la acción”, es decir, el imperativo categórico. “Obra de tal manera que la máxima de tu acción pueda ser universalizada”
se puede comprender por analogía con: “habla de tal manera que tu código pueda ser compartido”. Ambos imperativos
(el imperativo de la acción y el de la enunciación) presuponen lo mismo: un estado social, un contrato social.
El hecho de que se llame síntesis originaria no significa que no haya tenido un origen, o tengo solo un origen mítico,
como el pecado bíblico. Es originaria porque es la que funda un nuevo orden de cosas.
Kant tenía en su espíritu la teoría del contrato social; la teoría de que el hombre viene de un ser bestial, salvaje, y que en
esa existencia las voluntades particulares colisionan permanentemente entre sí. De esa colisión permanente de las
voluntades entre sí surgirá en cierto momento, la voluntad de construir un acuerdo que se traducirá en una Voluntad
General. Esta no es la voluntad de nadie en particular. Nadie en particular es el depositario o el Sujeto de esa voluntad
general; sino que cada uno de los sujetos tiene la voluntad general de sostener la comunidad de todos porque es la de
cada uno. Esta voluntad general constituye el núcleo de la voluntad de cada sujeto, en tanto debe actual en estado de
interferencia coexistencial.
Un transgresor: esa posibilidad que funda la acción real del transgresor pone en estado de desequilibrio o de precariedad
el sistema o conjunto de la relación de los sujetos con sus objetos. Impide que se estatuya un sistema de relaciones
perdurable posibles. No es esa cosa mía la que queda amenazada: queda negado el mundo en que yo puedo tener
cosas.
“Recaída de la inmediatez”: operación que identificó Hegel como el mecanismo por el cual el proceso de génesis cuando
alcanza la producción de un resultado, “borra sus huellas”, produciendo la ilusión de estar frente a un estado de cosas
originario. Esta noción –que Hegel y Marx consagraron como “teoría de alineación”- hoy muestra su eficacia de manera
identificable en todos los campos disciplinarios. Especialmente, de manos de la ciencia de la programación, y el lugar
destacado de la noción de “módulo”. “Si Usted no necesita conocer determinada información, no debe tener acceso a
ella”. Así rezaría una formulación informática de la recaída de la inmediatez.
El “yo” se constituye y se configura en estratos cada vez más complejos con cada nuevo “pacto social” que logra: con
cada configuración cultural que estatuye. El individuo real es el creador de la cultura; pero la cultura se constituye luego
en la que crea a los individuos. Entonces, lo que tenemos acá es un factum que por un movimiento de contragolpe o de
“recaída de la inmediatez” se transforma en “verum”. La teoría de Vico, según la cual el “factum” se convierte en “verum”,
es entonces desarrollada de manera sistemática por Kant. Lo que la Epistemología kantiana proclama, finalmente, es
que la razón teórica se funda en la razón práctica.
Kant se preocupó principalmente por legitimar la validez de la síntesis a priori, sin recaer en el dogmatismo cartesiano,
pero de ninguna manera se puede admitir que en el espíritu de Kant estuviese ausente la hipótesis de un proceso
formativo de la Subjetividad Trascendental. Dos hechos permiten probar lo que digo: por una parte, el que la validez de
las categorías del intelecto hayan sido legitimadas por él mediante su derivación de la unidad originaria del Yo, y que la
{única determinación inherente a este Yo no sea ninguna idea innata sino el imperativo categórico (lo cual significa que
las categorías del Sujeto Teórico derivan su validez de las reglas que engendra el Sujeto Práctico como sujeto libre); y,
por otra parte, las numerosas evidencias de que Kant incluía en la solución de los problemas (y, por razones de
métodos), a la génesis o los procesos formativos. Lo primero ha quedado, en líneas generales, ya presentado.
Interludio sobre el Método Dialéctico en Kant
Kant elaboró su pensamiento, presuponiendo siempre un lado formativo, genético de la Razón. Un lado oscuro.
Comencemos con el método.
i. La síntesis es un movimiento
Es bien sabido que una regla mínima en nuestros intentos de comunicación racional es la que nos obliga a preservar la
identidad de referencia de las nociones que empleamos en nuestro discurso.
[1] Una noción debe hacer referencia a lo que su referente es y no a lo que no es.
Porque si hiciese referencia también a lo que no es, entonces haría referencia a todo, es decir a nada en particular, y en
consecuencia, nada habría sido referido con esa nocion. Esto, pareciera valor también para un caso particular de lo que
no es la referencia de una noción: lo que es su opuesto o su contrario.
[2] Una noción debe hacer referencia a lo que su referente es y no a su contrario.
Este también tendría que aceptarse. Si una noción hace referencia a lo que su referente es y también a lo que es su
opuesto (es decir, su otro esencial), nada se estaría diciendo. Esta norma suprema se conoce como “principio de
contradicción” y su violación en el pensamiento, en el lenguaje o en la ciencia debe ser sancionada. Se supone que la
realidad no lo viola de hecho y que la fantasía puede hacerlo porque ella no es más que eso, es decir, irracionalidad. El
lugar de la contradicción no es nada, hay que salir de ahí.
Las dos trincheras están trazadas de manera irreconciliable: racionalismo vs. Irracionalismo. Sin embargo, hay otra
“tradición”. Una tradición que acepta el principio de No-contradicción, pero sanciona su “violación” de manera diferente: si
se llega a una contradicción, busque y descubra cuál es el movimiento en que ella se resuelve: el movimiento en que ya
se ha resuelto, se está resolviendo, o se va a resolver define el concepto nuevo que puede unir los términos
contradictorios como sus momentos internos. Se propone que se da una forma de movimiento que distribuye los polos
de la oposición como momentos de su proceso. En la dialéctica de Marx, el corazón del método para tratar las
contradicciones consiste en el esfuerzo por descubrir la síntesis, la que, en todo caso, no será una nueva fórmula sino un
movimiento.
ii. ¿Ser y nada son sólo opuestos? ¿qué hay del devenir?
No es difícil mostrar que también Hegel pensaba de igual manera: cuando, analizando el sentido de la noción /ser puro/
obtiene el sentido de la /nada/ (es decir, del vacío total de determinaciones), y, viceversa, examinando la noción de
/nada/, obtiene el sentido del /puro ser/, se encuentra ante el desafío de tener que admitir el hecho contradictorio de que
una noción presupone su opuesta; es decir, al menos estas dos nociones opuestas son idénticas, violando así el
Principio de NO-contradicción. Hegel va a aplicar lo que he llamado más arriba el método de la tradición alternativa: va a
buscar cuál es la “forma de movimiento” que emerge de esta contradicción. Concluye: la identidad de la contradicción
entre ser y nada se resuelve en una noción superior que contiene ambos términos: en la noción de “devenir”. El que dice
que algo deviene, dice al mismo tiempo que algo es y algo no es. Pero como se ve, la identidad de estos contrarios (ser
y no ser) no destruye el significado, sino que construye un nuevo significado, que suprime, conserva y supera a los dos
anteriores. El método hegeliano va más allá de la contradicción y del castigo consistente en negarla, para advertir que,
en eso mismo, esta presupuesto algo nuevo: el movimiento referido por al concepto de devenir.
“El ser y la nada son una y la misma noción”. Implícitamente también está dicho que que no son una y la misma noción.
Hegel sostiene que éste es un defecto inherente a la estructura de las frases y que consiste en que presupone la
no-identidad para expresar la identidad, con lo cual parece que el afirma “ser y nada son una y la misma cosa” se ha
olvidado de la no-identidad, de la “oposición” presupuesta entre ambos. Este defecto para expresar lo que está en juego
podría resolverse pasando del enunciado al discurso: es decir, al encadenamiento de dos o más enunciados que
sostenga cada una de las partes de los significados.
Ésta es la tesis de la dialéctica respecto a la “identidad de las determinaciones contradictorias”: que si queremos
realmente pensarlas, entonces, sólo pueden serlo a condición de expresarlas como una inquietud inmediata de
incompatibles: es decir, como un movimiento.
iii. El renacimiento de la tesis dialéctica de Kant
Tesis dialéctica: la síntesis de una contradicción no es una fórmula sino un movimiento.
La obra a la que se refiere es la teoría evolucionista del universo formulada por primera vez por Kant. La hipótesis de una
historia natural del cielo no fue fruto de una inspiración súbita: no descendió sobre Kant como un hecho de “iluminación”,
sino que fue el resultado de la aplicación sistemática de un método: del método dialéctico de “sancionar” las
contradicciones.
iv. Los argumentos de Kant a favor de la morfogénesis del “cielo”
Frente a una contradicción caben 3 tipos de soluciones: i. eliminar uno de los términos; ii. afirmar los dos términos
mediante alguna fórmula eclética; y iii. aceptar la contradicción, pero a condición de poder descubrir un movimiento en el
que los términos opuestos pueden ser reunidos en un nuevo concepto.
v. No una fórmula, sino un movimiento
vi. El método aplicado al orden moral
Los elementos del orden moral (los individuos) tienen en sí mismos las fuerzas esenciales para ponerse en movimiento y
dar lugar a un proceso de génesis del orden humano. La fuente misma del orden moral está en la materia simple de la
moralidad que son los propios sujetos en sus mutuas relaciones. La analogía entre el orden de la naturaleza y el orden
de la cultura no debe ser confundida con una simple identidad. No son reductibles uno al otro. Pero ambos parecieran
responder a un patrón común de autonomía que se pone de manifiesto en que ambos recorren un proceso
auto-formativo que, en su fase inicial, obedece a leyes de extremada generalidad y abstracción.
¿Qué se desprende de esta posible confrontación analógica? Así como en la tesis de la evolución del sistema solar se
trata de hacer concebible una contradicción, así también, en el orden moral, nos enfrentamos ante una contradicción: el
hecho de la libertad y el hecho de la Ley. Por una parte, para todos nosotros es un hecho evidente que somos libres: que
podemos seleccionar este curso o este otro curso de acción. Por otra parte, para todos, es igualmente evidente que nos
sentimos moralmente responsables de nuestros actos y que cuando ellos se apartan de las leyes morales a las que
adherimos en nuestra cultura, fuertes sentimientos en contrario, vivencias extraordinariamente dolorosas de culpabilidad
nos empujan a enmendar lo hecho. Es decir, es evidente que no somos libres para hacer cualquier cosa.
UNIDAD 3
(7) SAMAJA, Juan - “Semiótica de la ciencia. Parte 2: El papel de la hipótesis y de las formas de inferencia en el
trabajo científico”
Esta parte está destinada a revisar el núcleo lógico del método hipotético deductivo.
1. Las inferencias y el conocimiento
Lugar común: el rasgo peculiar del método científico es su operación hipotético-deductiva. Este rasgo es predominante
pero no excluyente. Esto significa que sin los otros métodos para fijar creencias (intuición, tradición y reflexión) la ciencia
no hubiera llegado jamás a existir, de modo que ellos están conservados, aunque suprimidos en su forma anterior y
recreados (en un proceso superador) conforme a su nuevo espíritu. Ahora hay que establecer de qué manera aquellos
otros métodos están efectivamente presentes y cómo ocurre su funcionamiento conforme al nuevo espíritu de la
Sociedad Civil, es decir, conforme a ese orden real que hizo posible esta modalidad científico-positiva, que no es otro
que el orden Capitalista, basado en la “libertad de contrato”: en la independencia de los individuos entre sí, fundada en la
dependencia de todos ellos respecto de las cosas.
No sólo la deducción: también las restantes formas de inferencias.
“Por lo que hace al conocimiento, lo único que puede decirse de nuestro entero cuerpo de afirmaciones es que es un
sistema conveniente, aunque indirecto, para relacionar experiencias con experiencias. El sistema en su totalidad está
infradeterminado por la experiencia, pero, dadas ciertas experiencias concretas, implica que se seguirán otras
determinadas” - Quine. De acá podemos ver que hay 2 órdenes de creencias: i. por un lado, la creencia en el contenido
de las diversas experiencias que él llama “concretas”, y ii. la creencia en la conveniencia del sistema para relacionar las
experiencias entre sí de cierta manera.
Inferencia deductiva: ejemplo de caso de sífilis. En cuanto al tercer componente, se presenta una regla, que,
dependiendo como se la reformule, puede verse como una regla de atribución, causal o una regla de significación.
Nos centramos en que los 3 casos, contienen la premisa de una regla.
Por Hume y sus obras, hemos sido llevado a no ver en las reglas universales, “hechos” de experiencia. Hume,
consideraba a las reglas causales el paradigma de las reglas científicas, sostuvo que la causalidad no debía ser
considerada como un dato de la experiencia directa, sino un hábito de nuestra mente. Estamos habituados a que dado
un cierto hecho de tal tipo lo haya antecedido una cierta situación a la que le atribuidos poder causal. Tendemos a creer
que esa secuencia es resultado de una “producción causal”. Sin embargo, para Hume, ese “hecho” que llamamos
“producción causal” no es un “hecho de experiencia” sino una construcción mental. Ni la relación entre las sustancias y
sus accidentes (reglas de atribución), ni la relación entre causa y efecto (reglas de causación) ni tampoco la relación
entre significado y significante, ninguna regla debía ser consideradas como datos de la experiencia.
Pero ocurre que los resultados de la investigación científica tienden a expresarse mediante reglas. La admonición de
Hume se aplica semejantemente a todas las reglas de determinación: nadie podría decir que el rasgo de la dureza
afirmado universalmente respecto de la sustancia “diamante” sea un “hecho”. Es sólo “un hábito”. Hasta ahora ha sido
así, pero bien podría decirse de otra manera en el futuro.
Sabemos que Kant intentó evitar este desenlace escéptico planteado por la filosofía de Hume y cuya consecuencia no
podía ser otra que el alejamiento de la filosofía respecto de la ciencia. Para resolverlo, Kant propuso la tesis de que las
reglas de determinación no son meros hábitos sino las condiciones de posibilidad que los seres humanos tenemos para
determinar nuestras experiencias, es decir, reunir las diversas experiencias que puede “recibir” nuestra percepción en la
unidad de nuestra conciencia.
Volvamos a la cita de Quine. Según ella todos nuestros conocimientos pueden describirse como el resultado del
funcionamiento de algún sistema conveniente del que disponemos para relacionar experiencias con experiencias. Y
concluía: El sistema en su totalidad está infradeterminado por la experiencia, pero, dadas ciertas experiencias concretas,
implica que se seguirán otras determinadas.
Según esto, todo conocimiento implica siempre que: dadas ciertas experiencias (E1) le siguen otras experiencias (E2)
según ciertas reglas de determinación. Por ahora, lo único que sabemos de este sistema conveniente o reglas es que
está simplemente dado; que está infradeterminado por las experiencias, pero nada sabemos de quien o qué lo
“sobredetermina”. Además, las reglas de determinación podrían ser de tres tipos diferentes: 1. las que relacionan
sustancias con accidentes (=cosas con propiedades); 2. las que relacionan causas con efectos (=antecedentes con
consecuentes); y 3. las que relacionan significados con significantes (=representados con representantes).
Ideas:
1. que los seres humanos podemos tener conocimientos de 3 tipos muy generales: i. de cosas, ii. de procesos y iii. de
signos o acciones comunicacionales.
2. que cada una de estos conocimientos implica 3 elementos que cumplen funciones diferentes: i. lo que hemos
denominado E1 (sea experiencia de la cosa, de la causa o del significado); ii. la regla de determinación (sea atributiva;
causal o semiótica); y iii. la E2 (sea experiencias del atributo (propiedad), del efecto o del significante).
Adoptaremos parcialmente estos nombres (provenientes de Peirce). Conservaremos los 2 primeros para referirnos a las
E1 como Casos (=cosa, regla y resultado) y a las reglas de determinación como Reglas (de atribución, de causación y de
significación). Para referirnos a las E2, no vamos a usar el término resultado, usaremos el término Rasgo.
Todos sabemos que la lógica es esa disciplina que nos enseña cuáles son las formas argumentales válidas que nos
permiten obtener buenas conclusiones. La lógica no nos enseña qué debemos pensar sino cómo debemos pensar de
modo de poder integrar una comunidad de seres pensantes de manera armoniosa. En un sentido restringido se puede
decir que el núcleo mismo de la enseñanza lógica es la “teoría de la inferencia”. El tema central es, ¿cuáles son buenas
y cuáles son malas inferencias?
La lógica es, ciertamente, una ciencia normativa, de modo que la teoría de la inferencia tiene como tarea central
identificar esas normas mediante las cuales un sujeto pensante deberá regi sus procesos inferenciales en tanto pretenda
integrar la asociación de los sujetos lógicos.
Peirce definió el término inferencia: toda inferencia entraña el juicio de que si proposiciones tales como las premisas son
verdaderas, entonces una proposición relacionada con ellas, tal como la conclusión, ha de ser, o es probable que sea,
verdadera. El principio implícito en este juicio, relativo a un tipo de argumento, se denomina principio rector del
argumento. Un argumento válido es aquel cuyo principio rector es verdadero. Para que un argumento determine la
verdad necesaria o probable de la conclusión, han de ser verdaderas tanto las premisas como el principio rector.
La deducción deriva el rasgo, pero presupone como premisas la regla y el caso. Eso significa que, aunque no lo
explicitemos, el que deduce, antes debió haber inducido una regla y abducido un caso.
La inducción deriva la regla, pero supone como premisas el caso y el rasgo, lo que implica, que el que induce antes
debió haber abducido un caso y deducido un rasgo.
La abducción deriva el caso, pero presupone las otras dos formas de inferencia.
Conclusión: las tres formas de inferencia se presuponen mutuamente de modo que pareciera que el comienzo del
proceso cognoscitivo se hunde en el misterio. Pareciera no haber un punto de partida al proceso cognoscitivo, un primer
momento desde donde genera la primer creencia. En el pasado de toda creencia hay otras creencias que son tomadas
para predecir, o para generalizar o para retroceder. Pero, no hay, creencias radicalmente nuevas. Según lo que se
desprende de los datos que tenemos, no hay creación. Sólo hay condensación o expansión o conservación de las
creencias ya dadas. La deducción contrae lo ya admitido como ley. La inducción expande a lo general lo que ya
podemos reconocer en los hechos particulares. La abducción conserva lo ya conseguido.
Peirce sostenía que la abducción es, de todas, la inferencia creadora. Pero esto se puede refutar ya que como se
observa en la fórmula, ella necesita de la Regla. Sea lo que sea, la regla es una de las premisas de la abducción, de
modo que lo que ella hace es aplicar un saber general preexistente a una circunstancia actual dada.
Ante situaciones de actos inventivos, Popper sostiene que se invente, y Peirce, que se adivine.
Bonfantini y Proni propusieron 3 tipos de abducción para resolver este problema:
1. la ley (regla) mediadora a emplear para inferir el caso del resultado viene dada de una manera obligatoria y automática
o semiautomática.
2. la ley mediadora a emplear para inferir el caso del resultado se encuentra por selección en la enciclopedia disponible.
3. la ley mediadora a emplear para inferir el caso del resultado es enunciada ex novo, inventada. En este tipo de
abducción hay auténtica adivinación.
Pero, son sólo argucias. La tesis de Peirce que intentan salvar estos autores está bien encaminada, pero lejos de
lograrlo introduce un nuevo enigma: ¿en qué consiste, lógicamente hablando, la facultad de la adivinación?
Es posible determinar con mucha mayor precisión lógica en qué consiste la inferencia que pone en funcionamiento el
momento abductivo cuando carecemos de la regla. Se trata de la analogía.
La analogía
Llevamos a cabo una analogía cuando tenemos como premisa la proposición que afirma que el rasgo que tenemos
planteado nos evoca el rasgo de un caso de otro fenómeno, pero que nos es muy familiar. la percepción de una
semejanza con algo muy conocido nos empuja a derivar que nuestro rasgo que se explica por una Regla semejante a la
que está empotrada en nuestro caso familiar. Se nos presenta un rasgo enigmático que nos deja perplejos porque no
disponemos de ninguna regla hipotética con la cual intentar una explicación o diagnóstico presuntivo.
El rasgo anómalo comienza a resolverse desde el momento en que acude a nuestra mente algún caso análogo que nos
resulta familiar y que, por ello, nos es evocado por el rasgo anómalo. Este caso análogo funciona como el término medio,
de modo que la inferencia analógica va del rasgo y el caso análogo al caso presunto.
Siendo el caso análogo un objeto familiar, su regla está entrañada en su significado, y ella hace posible el tránsito a la
abducción, en la medida en que sobre esa regla se comienza a diseñar conceptualmente la nueva regla hipotética. Es
decir, la regla implícita en el caso análogo opera como embrión de la futura abducción explicativa. Esta regla del caso
análogo nos acota el campo de búsqueda de la regla que buscamos y que tiene la mayor probabilidad de ser una buena
hipótesis. En esta interpretación, la abducción que pone la explicación al alcance de nuestra mente ha sido posible
gracias a que la analogía ha reducido drásticamente el campo de búsqueda y le confiere la probabilidad que aporta la
eficacia de la propia praxis humana.
Se pasa en los pasos de: presunto a análogo a propio.
La analogía va de un Caso conocido al caso desconocido, por medio de su semejanza formal, y de allí deriva que la
Regla del caso conocido también debe ser semejante a la Regla del caso desconocido: la Regla desconocida debe tener
la misma forma que la regla análoga.
Las analogías circulan: van y vienen y por cierto, en su retorno, producen nuevos efectos de sentido. Pero lo que es
innegable es que en el origen mismo, todo análogon procede de la acción humana y por ende de la praxis social.
El que capta una analogía capta al mismo tiempo la semejanza y la diferencia. De modo que la analogía brinda un punto
de partida para buscar una Regla propia, a partir de una regla análoga. Pero, la analogía no constituye, de ninguna
manera, un punto de llegada. De allí que se impone la aplicación de la operación mm.
Conclusión: el proceso por el cual la mente humana puede encontrar una buena solución a un problema si bien no es un
proceso que responda a una lógica autocontrolada y crítica, no obstante, sí comporta una lógica, en el sentido de una
operación de derivación de conocimiento a partir de premisas dadas. La única diferencia con las otras 3 formas de
inferencia es que en la analogía no se deriva el conocimiento de una proposición dada, sino de un contexto significativo
para alguna proposición, que todavía resta averiguar cuál sea.
La analogía determina las condiciones de posibilidad de la hipótesis: no la hipótesis misma. La analogía no sólo restringe
el campo de la búsqueda la medida del hombre que investiga, sino también hace posible comprender el misterio de salto
a la regla, porque en última instancia siempre se remonta a la fuente última de todo saber: verum ipsum factum.
La inferencia analógica pone como término medio un caso que puede funcionar como la regla, porque es un caso de la
praxis o de las coordinaciones generales de la acción propia. El sujeto humano está respecto de la regla del caso en la
relación de creador.
A partir de esto, se ve con claridad que la analogía puede estar en el origen del proceso de investigación, pero que ella
debe dar lugar a un hecho creativo y no a una reducción de lo nuevo a lo viejo. Sin embargo, también es cierto que esa
creación, pese a que comporta novedad (en la búsqueda de lo específico del objeto de estudio), también comporta
raíces con el pasado, en la medida en que la analogía no es otra cosa que la resonancia que mantienen entre sí los
modelos imperantes de diversas disciplinas, entre otras cosas, porque todos abrevan en las estructuras básicas de las
formas de vida de los hombres mismos (es decir, de la praxis).
En conclusión, podemos sostener que las formas de inferencias no pueden funcionar aisladamente: que ellas se
sostienen mutuamente, cumpliendo funciones específicas insustituibles. Podemos afirmar que:
1. la analogía hace posible el descubrimiento o ideación de nuevas Reglas (=hipótesis)
2. la abducción hace funcionar una Regla ya disponible, conjeturando que unos rasgos anómalos dados son
comprendibles como Caso de una Regla dada
3. la deducción permite desprender consecuencias no explicitadas todavía de la conjetura del Caso, como resultado de
la aplicación de la Regla, con vistas a su confirmación
4. la inducción permite confirmar o desconfirmar la presunción realizada: reafirmando que la Regla se ha mostrado eficaz
a la hora de predecir, o falsando la conjetura de que la regla sea aplicable a esos rasgos encontrados.
Esta conclusión coincide en lo esencial con lo que pensaba Peirce: la deducción prueba que algo debe ser, la inducción
muestra que algo es realmente operativo, la abducción se limita a sugerir que algo puede ser.
Peirce no advierte que las 3 formas de inferencia ya presuponen la Regla: 1. debe ser, por imperio de la Regla; 2. es
realmente operativo conforme a la Regla; 3. puede ser un caso de una REgla ya formulada. Pero ninguna de estas
formas de inferencia nos da razón de cómo se llega a imaginar la Regla. La abducción no brinda la puerta de entrada al
círculo de significados: es un arco de ese círculo: hace funcionar como hipótesis de aplicación a esos rasgos
particulares, una regla ya disponible.
A la cuestión de cómo surge la regla misma, sólo puede contestarse con la analogía. Ella es el eslabón que une el
mundo de lo preexistente con el mundo de lo aún inexistente.
Consecuencia de todo lo anterior: la inducción ha sido privada de la función que le han dado, la de crear las leyes
generales.
Conclusión: la inducción ya presupone la hipótesis: no la descubre. De esto, ahora, se colige que la inducción está
destinada a corroborar hipótesis o a falsarlas, pero nunca puede crearlas. Esta labor creativa está vinculada a una
operación más profunda y compleja que la inducción, y tiene que ver con la vida misma. Tiene que ver con la astucia de
la praxis que Hegel llamó: astucia de la razón.
La analogía es una “inferencia de dos reinos”: tanto pertenece al mundo de las percepciones como al de los conceptos.
pero, por lo mismo, su papel es el de conectar uno con otro, transformándose de unoa otro. La analogía primero existe
como imitación y evocación pre-lingüistica, para luego existir como metáfora lingüistica.
La alternativa de una vía media en Epistemología conduce a la inclusión sistemática de estas otras formas de inferencia:
la abducción y la analogía. Pero, entonces, se desprende una inquietante cuestión: en esta salida hacia el mundo de la
acción y de la percepción a la que nos conducen la abducción y la analogía ¿no hay algo decisivo que se pierde, algo
crucial para una teoría de las inferencias racionales y para la epistemología, como puede serlo la validación del
conocimiento científico; su dimensión lógico-matemática?
Hay algo enigmático en el encadenamiento de cuestiones que nos plantean las inferencias:
i. la deducción se presenta como la única forma que proporciona necesariedad a los enlaces inferenciales que nos llevan
de la verdad de las premisas a la verdad de la conclusión, pero ella no puede proporcionarnos la verdad de los axiomas
ii. la inducción no puede tampoco proporcionar la verdad de los axiomas, pero puede corregirlos con necesariedad formal
cuando algo en el examen de los casos pertinentes nos lo indique; pero, como contraparte no nos permite fundar la
identificación de los casos
iii. la abducción se presenta como quien puede darnos la identidad de los casos, a condición de admitir reglas
hipotéticas, pero ni nos garantiza los enlaces discursivos ni nos proporciona la compresión del origen de las hipótesis
iv. finalmente, la analogía aporta la comprensión sobre el origen de las hipótesis y, además, importantes sugerencias
sobre el sentido vivencial o significativo de los enlaces, pero, entonces, ¿que resta de aquella virtud de la deducción, de
proporcionarnos no sólo resultados significativos, sino también resultados apoyados en la vivencia de la necesariedad de
los enlaces como válidos a priori?
SXX - Piaget - aportó como el núcleo mismo de su gran teoría sobre las invariancias funcionales de la organización,
como base de la configuración lógico-matemática del conocimiento. El núcleo ínfimo de las respuestas piagetianas
podría formularse así: en última instancia, todo conocimiento empírico se “escenifica” sobre el trasfondo de las
condiciones necesarias que hace posible el registro de la experiencia (de la especie o del individuo).
Por el hecho de que estos invariantes funcionales de la organización no sean fijos o estáticos, sino que progresen y
advengan a la existencia en el tiempo y la historia, no quiere decir que sean adquiridos empíricamente, sino que hacen
existir a esa misma experiencia. Son sus condiciones de posibilidad, no sus contenidos. Las funciones de la organización
no son adquiridas: ellas son o constituyen al sujeto, en cualquier nivel de complejidad que lo tratemos. Si excluimos las
funciones de organización, del sujeto no queda más que una X vacía.
Conclusiones
El autor sostiene que el molde último de las estructuras perceptivas y discursivas lo constituye, en verdad, la acción, y
ella se moldea a sí misma. La acción es su propia razón de ser, y es razón de ser de las percepciones, de las imágenes
y de los razonamientos.
La conciencia del sistema de las posibilidades, es decir, el sujeto que se apercibe de esas posibilidades y es capaz de
adquirir el conocimiento lógico matemático, implica la acción social y comunicacional: la acción de un sujeto que no sólo
es lo que hace y lo que omite, sino también lo que puede o debe, en un campo de permisiones o impedimentos
normativos. Un sujeto cuya condición de posibilidad para pertenecer a una configuración social, presupone que esté
siempre en condiciones de dar razón de su acción: es decir, que pueda desarrollar una conciencia práctica y una
conciencia discursiva de sí mismo.
El autor sostiene que lo que Piaget llamó “abstracción reflexionante” sigue siendo la mejor descripción del proceso de
traspaso de los moldes de la acción a las estructuras cognitivas y que contiene las virtudes necesarias para establecer
un criterio riguroso en la organización tópica de las formas de la inferencia discursiva.
(8) WOOD, Lucía - “La lógica en la creación. La ciencia, el arte, la vida cotidiana.”
Desde la cátedra se sostiene que la investigación es una práctica y como tal, hay conocimientos que no pueden ser
transmitidos, sino que son construidos a partir de la propia experiencia. Esto es propio de toda práctica, tanto en la
ciencia como en el arte, hay elementos que escapan a la aprehensión propia de la teoría.
Pensamos la ciencia como un modo particular de producción de conocimiento, siendo el conocimiento científico su
producto, en el que encontramos como rasgo distintivo la búsqueda de un “criterio externo” (Samaja), de la
contrastabilidad empírica como criterio de validación de las construcciones teóricas. Pero esta práctica investigativa hay
a su vez que entenderla en tanto práctica social (Ynoub), y esto nos permite abrirnos a analizarla desde su propia
complejidad. Como toda práctica del hombre, se encuentra atravesada por condicionantes así como también condiciona
a su entorno. Es así que distinguimos condiciones socio-históricas e institucionales, como factores contextuales con los
que la ciencia se relaciona dialécticamente; condiciones cognitivo-epistemológicas, visibilizando los compromisos
ontológicos, gnoseológicos y filosóficos implicados en la producción de conocimiento científico; por otra parte,
distinguimos condiciones operatorio-procedimentales, como aquellas acciones que solemos encontrar como siendo parte
de la práctica investigativa a partir de los cánones metodológicos; y por último, condiciones lógico inferenciales que
ponemos en juego al momento de llevar adelante el proceso de razonamiento en la pretensión de alcanzar como objeto
último de nuestra práctica investigativa un nuevo conocimiento científico.
Siempre que ponemos en juego un razonamiento, lo que se hace es articular proposiciones lógicas. La lógica como
disciplina, es la ciencia que estudia las formas de los razonamientos. Lo que se haría es visibilizar la estructura que
subyace a la razón.
Samaja plantea que las inferencias lógicas se articulan, se relacionan y configuran un sistema, donde a las tradicionales
deducción e inducción, se les agregan la abducción (tomada de Peirce) y la analogía (tomada de hegel). Samaja
introduce un cambio y revaloriza y otorga un rol fundamental a dos inferencias lógicas que poca difusión han tenido en la
historia de la ciencia y la lógica. Samaja retoma la idea hegeliana de concebirlas bajo la configuración de un “sistema de
inferencias” en el que cada una de ellas cumple una función singular, y necesariamente relacionada a las otras
inferencias, introduciendo la posibilidad de pensar dicho sistema en el proceso de investigación científica, como una
sucesión articulada en el devenir del conocimiento.
Samaja introduce dos modos del método científico: supone que toda investigación busca descubrir nuevos
conocimientos (modo de descubrimiento), y por otra parte, busca validar estos mismos descubrimientos (modo de
validación). En la investigación encontramos esta doble vertiente: la creatividad articulada con la validación.
La creatividad en la creación
Destacar la faceta creativa de la ciencia.
El proceso creativo, de surgimiento de una nueva idea, respuesta, producción, no tiene una temporalidad preestablecida.
Así como también resulta imposible de anticipar y planificar. Podemos analizar cuáles son las características de un
determinado proceso creativo y encontrar regularidades en su devenir, que nos permitan presuponer aspectos que
inciden y entran en juego en el proceso de creación, pero no por ello podemos anticipar el momento ni la forma en que
se manifiesta y se produce el nacimiento de una idea novedosa.
Lo que si podemos identificar y destacar, es que siempre, ante una nueva idea, conjetura, etc. se encuentra una
motivación, un problema, una pregunta a responder. En la investigación, más allá de que no la encontremos muchas
veces delimitada y explicitada previamente, esa idea viene a responder a algo que nos hizo pregunta, a una temática que
nos interesa, etc. Por lo tanto, la suposición del surgimiento “iluminado” de las nuevas ideas, podemos ver aquí cómo
necesariamente tiene que pensarse tensionado con otros aspectos que entran en juego.
En la construcción del conocimiento entra en juego una tensión entre empiria y teoría. Samaja plantea que esta tensión
tiene que pensarse a través de la inclusión de un tercer elemento en juego: la praxis. Por lo tanto, todo conocimiento
tiene que poder pensarse con su raíz en la acción práctica, en el punto que es ahí en donde se articulan lo empírico con
la teoría, gracias a la mediación de los modelos, esquemas, conocimientos previos, de los que el sujeto se sirve para
poder darle sentido a la experiencia.
Cada vez que se nos presenta un problema a resolver, recurrimos consciente o inconscientemente, a nuestra “cantera
de modelos”, a nuestros conocimientos adquiridos, para poder así intentar abordar y resolver esto que se nos presenta.
Por lo tanto, todo nuevo conocimiento se erige sobre la base de conocimientos previos, que lo moldean, al modo de
esquemas, matrices, que nos permiten significar e interpretar el nuevo desafío práctico y cognoscitivo que tenemos
delante, para así poder actuar sobre el mismo.
Para pensar qué entendemos por creación, me permito retomar algunos desarrollos de Hegel sobre la creación en el
arte, entendiendo que tanto en el arte como en la ciencia subyacen procesos creativos que dan origen a los nuevos
objetos, la obra de arte, y el conocimiento. Hegel distingue 3 aspectos principales en el que llama “genio artístico”: la
imaginación, el talento, y la inspiración; íntimamente relacionados entre sí.
El artista debe atenerse a sus propias concepciones. La imaginación es así enriquecida gracias a las experiencias
vividas y conocimientos acumulados. Esto se puede relacionar con Samaja y su cantera de modelos, como materia
prima que abona y sobre la que cimienta la creación de nuevas ideas.
Un investigador, artista, etc. es un ser que ha vivido y tiene sus propias experiencias, de esta manera, se va moldeando.
Todas estas experiencias que como sujeto me fueron aportando conocimientos, tanto prácticos como teóricos, está
presente al momento de enfrentar un nuevo interrogante, es indisociable de mi condición de investigador, artista, o
cualquiera sea la actividad de la que me ocupe. Y por lo tanto entra en juego al momento de idear, imaginar nuevas
respuestas.
Articulamos la imaginación con el talento, aspecto que Hegel distingue del genio artístico. Hegel lo relaciona con una
aptitud natural y una necesidad inmediata de formar todo lo que se siente y le presenta su imaginación. En el caso del
investigador, el modo de “formar” aquello que se le presenta, no sería por medio de una expresión artística, sino a través
de la razón, del pensamiento. La “aptitud natural” como “talento”, podemos pensarla como aquellas características
singulares de la persona, del científico en nuestro caso, para poner en juego alguna o varias de las diversas esferas de
los procesos de pensamiento (interrogar, conjeturar, etc), de la sensibilidad frente al entorno, los objetos, sucesos, etc.
En cuanto a la inspiración, Hegel lo ubica como un momento nodal, tanto en el proceso creativo de una obra, cuanto
podemos pensarlo en la creación de nuevas ideas en la investigación.
“La verdadera inspiración se enciende sobre un asunto determinado que la imaginación ha aprehendido para expresarlo
bajo la forma artística, y constituye la situación del artista durante el trabajo combinado del pensamiento y de la ejecución
del material (...) el interés del que hablamos ya se ha dirigido previamente sobre un objeto determinado, sobre una idea
particular, fijándose en ella previamente.”
Ese instante de inspiración tenemos que pensarlo, más allá de su contingencia o premeditación, como un fenómeno que
tiene su propia historia, aquella dada por el cúmulo de experiencias, conocimientos, singularidades de la persona que
orientan la acción e imaginación. Y en este mismo sentido, la creación no recaería sobre el sólo objeto o producto, sino
sobre el propio proceso que dió lugar al mismo.
Podemos pensar que la invención supone la capacidad de reutilizar lo que ya está disponible, en tanto toda novedad se
erige sobre la base de los conocimientos y experiencias previas del sujeto creador. Siguiendo este razonamiento,
podemos pensar también que el resultado de ese proceso creativo, sea este un conocimiento científico, un producto u
obra, lleva implícitos, como parte constitutiva de su historia generativa, no sólo los conocimientos teóricos y prácticos que
lo antecedieron y sobre los cuales fue tomando forma (bajo la lógica de la modelización), sino también podemos
encontrar allí la impronta subjetiva de dicha construcción, en tanto producto singular, imposible de replicar en el punto
que en su proceso generativo está implicado el investigador como sujeto en su integralidad, con sus conocimientos, pero
también indisociable de sus experiencias de vida, su posición ideológica, sus características personales, y el momento
particular de su historia en la que dicha creación fue tomando forma. Nuestra historia personal aporta elementos
fundamentales a ese proceso de construcción y de apropiación de la experiencia. por eso mismo cuando hablamos de
“modelos” no nos reducimos a pensarlos en términos conceptuales, más allá de que estos cobran un papel central en la
investigación científica, pero exceden el terreno de la teoría. Los modelos son fruto de la propia praxis del ser humano en
sus múltiples variantes, y considerando los diversos tipos de conocimientos producto de esta (científico, reflexivo,
vinculado a la tradición, y a la intuición).
La diversidad de experiencias, intereses y conocimientos que un sujeto irá integrando en su “cantera de modelos”,
enriquecerán y abonarán la creatividad y la posibilidad de establecer analogías entre áreas aparentemente disímiles de
la experiencia, sobre las cuales suelen establecerse las creaciones más arriesgadas e interesantes.
Conclusión
Coherentes con la concepción dialéctica desde la que abordamos la investigación, los criterios de validación que la
ciencia imprime al conocimiento que genera deben pensarse articulados y difícilmente separables de las instancias que
en la misma investigación nos invitan a crear y dar origen a nuevas ideas. Validación y descubrimiento son dos caras de
la misma moneda, solamente los discriminamos en la medida que su análisis a ello nos obliga, pero en la práctica
misma, difícilmente podemos diferenciar acciones que tengan uno y otro objetivo exclusivamente. La ciencia es creación,
así como es también validación de ese proceso y conocimiento que se crea. Y como todo proceso creativo, su
temporalidad y ordenamiento tienen mucho de imprevisibilidad.
A la autora le gusta pensar por tanto al proceso de investigación, desde su faceta lógico-inferencial, como reflejo de este
complejo entramado de pasos lógicos metodológicos que orientan la construcción de conocimiento, pero que por otra
parte tienen que dar lugar a la temporalidad particular que supone la creatividad, en tanto los momentos de inspiración
difícilmente puedan ser anticipables, su la estructura lógica que subyace, pero no así los momos y momentos en que
tendrá lugar.
Rescatar y analizar el proceso creativo, es a su vez valorar y pensar en el sujeto que hace ciencia, y por tanto, entender
que cada investigación será singular en su proceso, en el deseo que la motiva, las ideas que uno trae, las nuevas que
surgen, los condicionantes que irán incidiendo en el rumbo de la investigación, etc.
(9) (13 - es parte de la UNIDAD 4) YNOUB, Roxana - “Sobre modelos, conjeturas y predicciones en el proceso de
la investigación.”
¿Qué ves en lo que ves?: imaginación y ciencia.
Al igual que tantas otras creaciones humanas la ciencia es asunto de la imaginación. Los seres humanos estamos en el
mundo, nos lo apropiamos y por ende lo re-creamos. De esta forma, nos hacemos humanos. No nos satisface sólo lo
que no es dado por natura sino lo que conquistamos por cultura. Vamos más allá e interrogamos al mundo y a nosotros y
nuestro sentido con él. inventamos el tiempo. No sólo tenemos actualidad y memoria -lo que implica tener presente y
pasado, como todo lo que tiene historia- sino que además creamos el porvenir -que es algo más que el mero futuro, es
espera por lo que vendrá. es búsqueda, sueño y proyecto.
Investigar es interrogar la experiencia, para ir más allá de ella. Es interrogarla “esperando” algo de ella. La ciencia es
asunto de imaginación porque sólo podemos interrogar (e interrogarnos) de la mano de modelos que organizan eso que
llamamos experiencia.
Aún la mera observación es activa, siempre cabe la pregunta: ¿qué ves en lo que ves? porque observar es ver con
ideas. Y tener ideas es tener imágenes.
Lo mismo ocurre con lo experimental: la experimentación “interroga a la naturaleza, en nombre de principios postulados”.
De modo que lo que se encuentra o no encuentra en ella se juzga por referencia a lo que se espera encontrar. Por lo
demás, todo lo que se pueda interpretar se derivará de los modelos que se asumen para interrogarla.
Kant fue el primero en advertir esta implicación subjetiva en la construcción de la objetividad. Comprender el mundo es
modelarlo por referencia a imágenes. Y esas imágenes son generadas de lo que él llamaba esquemas de acción. - “la
razón sólo ve lo que ella misma produce previamente, según sus propios planes”. Sólo ve lo que ella ha producido
previamente. Eso significa que investigar es modelizar, imaginar y traducir esos modelos e imágenes en planes o
esquemas de acción que permitan interpelar los hechos.
A diferencia de otras formas de imaginación, en la investigación científica, el arte consiste en interpelar los hechos de
modo tal de averiguar si los modelos asumidos se condicen, iluminan, potencian nuestra forma de entender la
experiencia.
Kant: la imaginación es hija de la acción y engendra la acción.
Lo primero significa que los modelos o imágenes disponibles orientan nuestra acción. eso ocurre cada vez que actuamos
siguiendo nuestras concepciones, provengan éstas de la práctica o no científica.
Más difícil de aceptar es la afirmación que sostiene que la imaginación es hija de la acción. ¿Cómo puede algo del orden
de la acción engendrar algo del orden del pensamiento?.
Cabe constatar que la imaginación humana, tanto en el terreno de la ciencia como del arte, se desarrolla conforme a
pautas identificables. Los grandes modelos que nutren a la imaginación mutan a lo largo de la historia. Esa mutación se
expresa en los grandes hitos que jalonan la historia del arte, del pensamiento y de la ciencia. En estos hitos emergen los
héroes. Cada uno de ellos conquistadores de nuevos horizontes representacionales, expresados en emblemáticas
experiencias o hallazgos empíricos. Cada uno de ellos inauguradores de nuevos horizontes científicos, creadores de
paradigmas.
Para consagrarse como héroe en el territorio científico, se debe iluminar el modelo que se defiende a la luz de lo que se
llama “evidencia empírica”. estas evidencias son sólo trazas cuyo sentido se completa con el cuerpo teórico que las
interpreta. Esos modelos deben mostrarse internamente coherentes y externamente consistentes con elementos
identificables empíricamente.
Las pruebas consagratorias de estos héroes se libran en términos de una batalla en la que se pone a prueba la potencia
interpretativa de sus modelos y la potencia persuasiva de las evidencias que ofrecen para justificarlo.
Pero también hay héroes fallidos, no todo se consagra. Porque eso que llamamos evidencia, no es algo que está allí
afuera, sino algo que resulta de algún tipo de enlace que “alguien” debe hacer y aceptar entre eso proveniente de los
sentidos, y eso otro, que proviene de la representación o el pensamiento. En toda la historia del pensamiento y de la
ciencia es posible encontrar “sabios incomprendidos”.
Los seres humanos no sólo disponemos de estructuras conquistadas por nuestra historia vital. somos principalmente
seres sociales. Nuestras regulaciones intelectivas provienen de esas regulaciones sociales. Ellas pueden incluso
modificar y alterar nuestro bagaje natural.
No es nuestra anatomía la que deja ver la naturaleza de nuestro entorno, porque éste no se reduce a un hecho material,
sino fundamentalmente simbólico. Se trata de entornos institucionales que se traducen en objetividades también
simbólicas como lo son el lenguaje, el arte o la ciencia - objetividades instrumentales.
aunque todo proceso evolutivo implica la transformación conjunta del “viviente y su medio”: en el caso de los seres
humanos, esa transformación supuso además la creación de una “nueva naturaleza”, a la que de manera muy genérica
podemos llamar “cultura”. nuestros entornos son principalmente entornos institucionales. Las instituciones sociales se
han ido modificando a lo largo del tiempo como también la subjetividad humana, es decir, el modo en que se significa,
representa o concibe al propio ser humano y su relación con el entorno natural y social.
Ya no se trata de una acción-representación sobre algo rodeable, trepable, etc. Se trata de una acción y objetivación
interferida e integrada por, y en, la coexistencia con otros seres humanos. Un objeto no es sólo una materialidad que se
aprehende y se conquista sensoriomotoramente. Un objeto es una entidad siempre dimensionada en una experiencia
institucional: es permitido o interdicto normativamente hablando. Que un objeto sea propio o prestado, estas cualidades
no brotan de su materialidad, brotan del sistema de reconocimientos y normativas sociales que rigen el acceso y la
disposición sobre dicho objeto.
Todo sistema social es entonces un sistema regulado (y regulante) de vínculos de reconocimiento entre sujetos y entre
sujetos y su mundo objetivo. Y este sistema social es el que engendra los modos de apropiarse -y por lo tanto de
representarse- el mundo objetivo.
Se ha tachado de relativistas o de irracionales a las tesis que postulan una filiación social del conocimiento. Se esgrime
que si el conocimiento se deriva de las formas de la organización social no había modo de fundamentar un conocimiento
objetivo y verdadero per se; ya que las sociedades mudan y se transforman acá o allá.
Lo que menos se advierte es que estas supuestas críticas asumen el postulado de que son las propias formas de la
organización social las arbitrarias; mientras que el mundo natural se rige por lo racional y objetivo.
Si en cambio se acepta que toda forma de organización social constituye un hecho objetivo (que reconoce por ello algún
tipo de racionalidad que fundamenta su existencia) entonces se debe aceptar que la proyección de su propia estructura
en formas intelectivas, resulta también objetiva y racional.
Dicho de otro modo, si es cierto que toda forma de organización social encuentra un patrón de estabilidad que ha hecho
posible su permanencia y reproducción, entonces es posible reconocer que ha alcanzado algún grado de”verdad”, algún
grado de racionalidad que lo perpetúa como tal orden u organización- De allí se deriva entonces el carácter racional y
verdadero de las estructuras cognitivas que no son sólo funcionales a ese orden social sino también y en alguna medida
inherentemente objetivas.
Si se aceptara que las tesis de la mecánica clásica están fuertemente impregnadas por el patrón social del capitalismo
clásico, ¿se debería derivar de ello que esas tesis son por lo tanto “arbitrarias o irracionales”? La respuesta es negativa.
No son irracionales ni arbitrarias, porque el propio capitalismo no lo es. en el sentido que él, pese a mostrarse como una
forma posible de organización social, tiene objetividad. Se muestra capaz de reproducirse conforme a un patrón social
eficaz en la suficiente medida en que le permite perpetuarse, al menos en este período histórico.
Reconocida esta vinculación entre “acción” y “cognición”, interesa distinguir ahora dos niveles de análisis.
1. Se refiere a los grandes formatos en los que pueden rastrearse las macroestructuras de la acción y cognición -que
permiten distinguir entre religión, ciencia y filosofía, etc.
2. Se refiere a las mutaciones o transformaciones que se registran al interior de ellos y se expresan en las variaciones
entre modelos o concepciones pero dentro de un mismo funcionamiento semiótico o cognitivo.
Acá resulta bien el modelo formado por Samaja que recupera conceptos de Peirce. Samaja ha postulado una secuencia
dialéctica entre diversos medios o forma de vida (estructuras típicas en la organización de la acción) indicando el modo
de funcionamiento cognitivo o representacional asociado a ellas. Esa secuencia se puede expresar así:
- Sociedades bióticas : conocimiento enactivo (percepciones y rituales)
- Sociedades gentilicias : conocimiento narrativo (mitos y religión)
- Sociedades políticas : conocimiento formalizado (logos)
- Sociedades civiles : conocimiento operatorio (ciencia)
La idea general es que cada forma de la organización vital y social, promueve y se integra con una forma típica de
conocimiento.
Quien vive en un entorno biótico, conoce por medio de sus sentidos, de las estructuras que le trazan sus disposiciones
para actuar. En cambio, las formas de vida culturales (sociedades gentilicias) inauguran una nueva forma de
significación, que de modo muy general puede definirse como mítico-narrativa. Mientras que la vida política hace posible
el conocimiento formalizado y las sociedades contractuales (sociedad civil) un saber operatorio, como el que caracteriza
a las ciencias positivas. Ante la pregunta ¿qué hay en el mundo? la respuesta va a depender del dispositivo categorial
disponible y la idea que está en la base de estas tesis es que ese dispositivo muta conforme cambian las formas de vida.
para salir bien parado como miembro de una sociedad cultural, no alcanza con el saber del cuerpo. Hay que forjarse una
identidad simbólica. Esto se configura en un cuerpo-representacional.
De igual modo, las sociedades políticas necesitaron expandir esa segunda naturaleza de la cultura en dispositivos que
trascendieron el lenguaje narrativo y dieron lugar a esa gran transformación en la historia humana que se consagró como
pasaje del mito al logos. De modo que para ser alguien políticamente, para inscribirse como ciudadano en una polis, es
necesario dominar en alguna medida los dispositivos formales que inaugura el estado: escritura y mediaciones
simbólicas asociadas a ella, cálculo, códigos jurídicos.
La síntesis que deseamos sacar se reduce al reconocimiento de los alcances que puede tener una tesis sobre las
relaciones entre acción y cognición. Especialmente si efectivamente se expande y se enriquece el concepto de acción.
“la fuerza de muchos conceptos científicos descansa, sobre el hecho de que son meras proyecciones antropomórficas
del mundo de los asuntos humanos”. Esto coincide con Samaja a la hora de dar cuenta de los procesos que están en la
base de la comprensión científica: “emerge la comprensión cuando se logra mostrar y fundamentar que los lo dicho en
una descripción puede hacerse corresponder con los términos de una tautología, de modo tal que lo que sucede en el
mundo de los hechos es tan obvio como obvia nos parece la tautología”.
Comprendemos una idea cuando podemos proyectarla sobre una experiencia, una imagen, una concatenación de
hechos que nos resultan obvios. Y nos resultan obvios, porque el modelo en el que se apoyan está ya admitido, o puede
ser admitido, por nosotros. Pero además. algo nos resulta obvio porque en alguna medida podemos protagonizar (o
hacer como si) las condiciones de experiencia a que remiten eso obvio del modelo.
Si aceptamos que el proceso de investigación científica puede ser concebido como un movimiento entre distintas formas
de modelización, se amplia el esquema:
Si retomamos a Kant, estas modelizaciones no serían otra cosa que enlaces que el sujeto cognoscente realiza entre
elementos que conforman su experiencia.
Vincular ciertos hechos con otros, supone identificar (o postular) reglas o regularidades. Pero vincular experiencias entre
sí supone configurarlas sobre la base de modelos ya disponibles. si se espera que la vinculación sea relevante, la
modelización que se profesa debe resultar adecuada y eficaz y enriquecer nuestra experiencia.
Esta es la tarea que tiene trazada también la investigación científica. Allí se valora de modo especial, la capacidad de
identificar vínculos novedosos, no intuitivos entre hechos o experiencias.
¿Qué se requiere para identificar vínculos relevantes entre hechos y experiencias? ¿Cómo se llega a identificar esas
supuestas regularidades significativas y novedosas entre hechos?
Ejemplo de secuencia de números que van de 2 en 2 hasta que corta con el 27 y nosotros pensabamos que seguía el
14. El lector advierte la inclinación de nuestra mente a postular regularidades basándose en datos de experiencia. En
este caso esta regularidad se expresa en la relación entre ciertos “hechos antecedentes” (los números que se muestran)
y ciertos otros que se esperan (número postulado como candidato a presentarse) que oficiarán de hechos consecuentes.
Pero para vincular esos hechos se requiere asumir una cierta “regla de vinculación”. Si postulamos que los números
constituyen una serie entonces esperamos un cierto hecho y predecimos el número que debiera aparecer si estamos en
lo cierto. La regla la constituye en este caso la propia serie numérica; en tanto es una operación generadora de la
secuencia de números: disponer de la regla es de alguna manera disponer de un modelo para interpretar los hechos.
Hay identificación de regularidades y comprensión de las condiciones que se requieren para identificar vínculos genuinos
o relevantes entre esos hechos. En cuanto a esto segundo, por más pobre o más rica que la inteligencia resulte, las
presunciones que se adoptan a la hora de vincular ciertas experiencias con ciertas otras, son herederas de alguna
historia formativa. Es esa historia formativa la que une al sujeto cognoscente con el objeto a conocer y la que lo lleva a
vincular o conectar de un modo particular esos hechos entre sí. Cualquiera sea la naturaleza de los objetos a conocer,
tienen historia. Son lo que son porque han llegado a ser. Las determinaciones y relaciones que podemos inteligir en ellos
responden a un fin, tienen su razón de ser en la naturaleza de la realidad que se reproduce a través de ellas. No son
vinculaciones arbitrarias y antojadizas. Son vínculos necesarios para que el objeto sea ese y no otro.
Para los empiristas, las reglas por las que vinculamos experiencias entre sí no son más que hábitos que decantan en
nuestra mente por la fuerza de la costumbre. Pero según esto, nada lo garantiza. La inclinación de nuestra mente a
generalizar esa experiencia sólo indicaría los riesgos que corremos al confiar en esas “extralimitaciones”.
La cuestión cambia cuando advertimos que no sólo el objeto a conocer, sino también el sujeto cognoscente es
resultados de una historia formativa que incluye a la propia realidad a conocer como condición de su desarrollo. Y
cuando el investigador propone pautas de intelección de los hechos, y predice en base a ellas lo que espera encontrar,
sus modelos han sido resultado de una larga historia formativa que va desde su biografía personal hasta su formación
profesional: cuanto más rica es esa historia, más rica será la cantera de modelos a la que puede echar mano para
interpretar e interpelar la realidad.
Versión popperiana o falsacionista de la ciencia: es el primer caso, las hipótesis están disponibles al inicio del trabajo de
investigación y el proceso avanza derivando de ellas su expresión empírica. La expresión empírica de las hipótesis, haría
posible la obtención de los datos necesarios para su posterior contrastación o puesta a prueba.
Paradigma cualitativo: las hipótesis se alcanzan como resultado del trabajo de investigación. De los datos a la teoría. el
acopia y la progresiva interpretación de datos va haciendo emerger a la/s hipótesis.
En el marco de esta concepción dualista el primer direccionamiento se concibe guiado por la inferencia deductiva (en
tanto se derivan los enunciados particulares de los generales), mientras que el segundo con la inferencia inductiva
(desde el momento que la regla o interpretación general surge de la consideración progresiva de casos particulares).
Si asumimos estos presupuestos, advertimos que la teoría y los datos, están ambos precedidos por modelos precursores
de las efectivas modelizaciones científicas.
samaja llevó al núcleo de su concepción metodológica esta versión que él mismo bautizó como ternaria. Conforme con
ella, tanto la teoría -expresada como trama de hipótesis- como los datos -concebidos como esquemas organizadores de
los hechos- están implicados en los modelos.
Lo que interesa enfatizar es que ambos -hipótesis y datos- se implican mutuamente, pero se derivan secundariamente de
los modelos asumidos previamente (sea tácita o explícitamente).
Adoptar un modelo es asumir un compromiso ontológico, es decir, asumir una presunción acerca de “lo que hay en el
mundo” y de lo que entonces se puede esperar de él.
Las hipótesis en investigación se derivan precisamente de estos compromisos ontológicos asumidos. Y esos
compromisos se expresan como regularidades de la experiencia.
La expresión más depurada de la modelización científica, corresponde lo que hemos llamado modelización operacional,
y de modo más específico aún a las modelizaciones que se expresan como operaciones matematizables.
Lo que se obtenga en el sistema representado, exprese lo que ocurre en el sistema real.
- Cuando nacieron las ciencias positivas en la modernidad, las regularidades de experiencia se buscaban conforme a un
principio determinista lineal y causal. Laplace - para él, resultaba posible predecir cualquier estado futuro del universo a
partir de conocer su estado actual. El estado presente del universo es efecto de su pasado y causa de su futuro.
Relación causa-efecto. Esta concepción se vio erosionada.
- Aparecieron teorías esencialmente estadísticas. Reconocían niveles autónomos, cuyas propiedades no resultaban
reductibles a las propiedades de sus elementos. A partir de ellas podía reconocerse también que alcanzado cierto estado
cuantitativamente crítico, el sistema podía transformarse de modo cualitativo. con esta concepción encontraba un límite
infranqueable la idea de una determinación absoluta de todos los estados posibles del universo a partir de un cálculo
preciso de un estado particular.
Lo que rescatamos es que la regularidad no puede equipararse a determinismo lineal.
El concepto de regularidad se especifica en múltiples acepciones, lo que da lugar a distintos tipos o modos de modelizar
la experiencia.
La tradición dialéctica identificó macroesquemas de modelización. Estos funcionan al modo de los a priori kantianos, ya
que no dicen qué contenidos particulares deban considerarse en cada caso, sino que evocan el tipo de operaciones
características de nuestro intelecto a la hora de “objetivar” la experiencia.
Adaptando la propuesta de Hegel, se pueden postular los siguientes tipos de modelizaciones:
a. modelizaciones mecanicistas. Caracterizados por postular relaciones de partes extra partes entre los componentes
que conforman sus objetos o sistemas.
b. modelizaciones estructuralistas. En las que se postulan relaciones de codeterminación entre esos componentes.
c. modelizaciones organísmicas. Se sumen relaciones funcionales del tipo todo-parte.
d. modelizaciones dialécticas. Las relaciones todo-parte se integran con las determinaciones entre procesos de génesis y
ciclos reproductivos de estructuras.
Cada una de estas, no expresan ningún contenido en particular, sólo evocan esquemas o formatos por medio de los
cuales objetivamos nuestra experiencia. al interior de cada disciplina científica, se pueden ubicar a las distintas escuelas
u orientaciones según su proximidad con alguna de estas formas de concebir su objeto.
UNIDAD 4
(10) QUIROGA, Pablo - “El arte en la investigación: consideraciones preliminares para la construcción del objeto
de estudio en la investigación artística.”
Comenzar a construir un objeto de estudio o pensar en el conjunto de interrogantes a partir de los cuales se deriven
problemas de investigación, implica poner en juego categorías, maneras de ver y estar en el mundo, concepciones,
valores y opiniones e intereses, pasiones y posicionamientos.
Resulta complejo definir el concepto de investigación artística. Han habido aportes sobre la investigación dentro del arte
o en el arte, a través de arte y/o sobre el arte y para el arte. Dicha diferenciación se expresa a partir de 3 cuestiones: la
naturaleza del objeto de investigación (cuestión ontológica), en el conocimiento que contiene (cuestión epistemológica) y
en los métodos de trabajo empleados (cuestión metodológica).
Respecto de la metodología, una de las líneas va por el lado de una garantía procedimental de un supuesto rigor formal,
que en su racionalidad instrumental y hasta positivista, termina a veces por destruir la posibilidad de movimiento
interrelacional y multifacético, así como excluye algunos aspectos del saber, como la dimensión sentimental e intuitiva,
metafórica e intencional, negando esos elementos trascendentes de la razón en pos de una supuesta conducta racional
y socialmente requerida. Así las ideas, aspiraciones y objetivos que motivan a la investigación pueden terminar reducidas
a los términos de un cientificismo que se tematiza a sí mismo como discurso que describe un tipo de dominio de lo real.
No se tendría que instaurar como la estructura mediante la cual se fundamenta su propio carácter formal y que por su
lógica y su coherencia parecería asegurar el rigor del conocimiento que se desprende de su correcta aplicación. Por el
contrario, ha de ser una huella del proceso, una impronta de la manera en que se intenta producir conocimientos
inmersos en transcursos sociales que nunca son estancos, naturales ni universales.
La creatividad, curiosidad y respeto por aquellos objetos, procesos, sucesos, prácticas y saberes con los cuales se
trabaja en una investigación, merecen una praxis que no reclame la excluyente lógica del rigor, ni retroalimente procesos
de instigación mutua entre teoría y práctica. Por el contrario exhorta al conocimiento por vías y métodos no
monopolizados por la autoridad científica, no autocentrados en el orden disciplinar.
En este sentido surge aquí un primer posicionamiento respecto de la investigación vinculada al ámbito artístico. La
investigación artística es una verdadera instancia productora de conocimiento que no precisa atender a lo que Bourdieu
se refirió como dinámica del campo científico: “sistema de las relaciones objetivas entre las posiciones adquiridas es el
ligar de una lucha competitiva que tiene por desafío específico el monopolio de la autoridad científica, inseparablemente
definida como capacidad técnica y poder social, como actuante legítimo en la materia de ciencia”.
Una práctica alejada del monopolio de la autoridad científica nos permitirá reconocer la amplia variedad de entramados
que componen la praxis de la investigación. Emprender el camino en busca de construir ese conocimiento, supone la
inscripción en una perspectiva y una trama particular, articulando una forma posible de desnaturalización de un tema que
pone en juego una multiplicidad de prácticas y saberes que operan de manera performativa.
La práctica científica se ve atravesada por críticas que se direccionan a la razón centrada del sujeto y al
representacionismo como supuesta estabilidad o fijación del significado. Así, la realidad no se nos concibe como aquello
que se nos presenta de manera inteligible en un lenguaje particular. Podemos entenderla en lenguaje matemático pero
también en términos místicos, esotéricos o artísticos y todas estas formas también serían válidas.
Asprilla - la investigación artística, excede la relación del artista con la obra, así como el estudio de las obras y sus
contextos; puede desarrollarse alrededor de elementos creativos, lenguajes artísticos, áreas disciplinares, procesos
creativos, prácticas culturales, contextos de la creación, campos conexos al arte o en ámbitos multi, inter y
transdisciplinares. Cuestión que exige de un compromiso por generar referentes conceptuales, teóricos, analíticos y
creativos que impacten en el campo cognitivo, artístico, académico, educativo, productivo, social y/o cultural.
De qué manera lograr la construcción de un proceso indagatorio reflexivo que derive en una formulación argumentativa,
partiendo de la interrelación entre el proceso creativo y la investigación. En principio desnaturalizando la trama
compositiva del proceso. De esta forma, toda práctica o saber puesto en funcionamiento han de ser objeto de revisión al
igual que los hábitos, rutinas e influencias teórico-prácticas. Para ello hay que poner en juego la curiosidad, la
incertidumbre y el ingenio. Muchas veces los espacios simbólicos y materiales con los que se interactúa, ofrecen
entradas tentativas a la problematización, pero a la vez en ciertos casos obturan otros posibles abordajes, así como en
ocasiones encuentran serias trabas para su aproximación.
El autor toma de ejemplo el trabajo de una investigadora sobre el ser salteño. Remarca que se construye el abordaje de
la investigación implicando un posicionamiento y una forma de desnaturalización que se encuentra inmersa en una trama
discursiva particular. Cuestión que opera desde la fase ideatoria hasta la de síntesis.
Las estrategias y mecanismos puestos en juego al momento de construir un problema, requieren de un gran potencial
creativo.
La pretensión de pensamiento abstracto -propia de la praxis en pos del conocimiento científico- implica la no reducción
de los conceptos a operaciones o conductas particulares. Así las estructuras abstractas convocadas para la construcción
de un problema de conocimiento científico, no se expresan de manera observable sino simbólica. Su interacción con la
dimensión concreta del mundo no es operacional ni literal o representacional, sino más bien figurada, metafórica.
Designa relaciones o nexos no causales o absolutos, que son atribuidos por operaciones del pensamiento y la
racionalidad reflexiva, más que por condiciones específicas, fenomenológicas o sustanciales.
La relación entre los conceptos y las operaciones puestas en funcionamiento en una investigación no es causal ni
absoluto. Los conceptos son palabras cuyos nexos de sentido articulan toda una densa red de significados. Contienen la
capacidad de conectar y sintetizar redes de significación de manera compleja. Podemos decir que portar una especie de
“exceso de significado” que connota una determinada mediación con el ámbito de experiencias y situaciones con las que
interactúa, más allá de lo que la palabra denota, organizando intelectualmente la realidad por encima de una función
normativa. Koselleck habla de que en la concentración de significados se introduce en las palabras la situación histórica,
por lo que los conceptos han de ser entendidos desde el terreno de la interpretación, ya que se trasmuta la composición
y las referencias de todo el contexto que ha ido a parar a la palabra, a diferencia de los términos que pueden ser
definidos con literalidad.
Ej. obra de arte y aura. La noción de aura no funciona operacionalmente sino teóricamente.
Podríamos entonces pensar, aunque de un modo esquemático, la diferenciación entre el uso de conceptos que permiten
un abordaje teórico, abstracto del problema de investigación y por tanto, un anclaje teórico-conceptual y la utilización de
términos o categorías que ofrecen un modo de operacionalizar el abordaje de la investigación en vistas a construir el
dato. La coherencia entre éstas dos dimensiones, la teórica y la operacional resulta crucial.
Utilizar conceptos de forma abstracta para la construcción del problema de investigación es uno de los mecanismos
puestos en juego al momento de emprender la fase ideatoria. Lo primero que aparece en todo proceso indagatorio es la
curiosidad y la interrogación. Una característica es que las preguntas que surgen en ese momento inicial, suelen estar
más ancladas en problemas reales que de conocimiento. El proceso por el cual se construye el problema de
conocimiento es aquel en el que se desarrolla un giro hacia la abstracción que lleva a formular la pregunta de
conocimiento como una pregunta teórica. en ese curso se direcciona el interés hacia la indagación profunda, lo cual
implica de alguna manera dejar en reposo, la voluntad por intervenir directamente en el problema real. Ejemplo. si
convenimos que la práctica artística viene siendo testigo de una cada vez más evidente vinculación entre los ámbitos del
arte, la ciencia y la tecnología, vale decir que la expansión del uso de las tecnologías como herramientas aplicadas al
arte, ha puesto de manifiesto un conjunto de cambios en los modos de concebir la experiencia artística, crítica de arte y
teoría estética. Esto se traduce en el abandono de mantener los límites tradicionales de qué es arte y que no, etc. Entre
las diversas maneras de comprender el problema, encontramos un acervo de prácticas y teorías provenientes del ámbito
del media art y del arte interactivo, que ponen en tensión a la teórica estética centrada en el objeto de arte y se mueven
hacia la reflexión en torno al proceso, al sistema y al contexto en que se desenvuelve, impulsada por una redefinición de
los papeles de autor y observador. Este proceso de cambios en las esferas artística y estética, así como a la intrincada
trama de relaciones interdisciplinares implicadas requeriría el estudio de una cantidad de cuestiones abordables desde
los diferentes ámbitos de la investigación artística. Gran parte de las investigaciones artísticas contemporáneas ponen de
manifiesto una ruptura con los modelos y postulados ortodoxos -o tradicionales- en vistas a otras nociones y conceptos
que permitan generar perspectivas idóneas de análisis, interpretación y comprensión de la estética, en diálogo con los
respectivos contextos de las obras interactivas. Sin embargo, qué tipo de exégesis se viene desarrollando, cuáles son las
vías de entrada a este problema y de que manera los abordajes de la investigación artística producen conocimiento al
respecto, más allá de la caracterización y explicación de la situación planteada, es algo que debería ser en principio,
objeto de una pesquisa respecto del estado de la cuestión. Es a partir de esto que se puede derivar en posibles líneas de
trabajo para la elaboración de proyectos de investigación. De este planteamiento, se pueden sacar varias líneas de
abordaje y diseño diferentes.
Hay un modo particular en el que se pone en juego la situación o problema real con la dimensión abstracta desde la cuál
a partir de un planteo teórico se construye una pregunta problema. La misma expresa una manera de poner en cuestión
al tema, pero no de forma natural, ni unívoca, ni correcta, sino más bien con un planteo pertinente a la lógica científica,
que dialoga con una multiplicidad y que dada su contingencia, no es abarcable, ni reductible a condiciones causales.
el modo en que está construido ese conjunto de vinculaciones de las que se deriva la formulación de una pregunta
problema, configuran un diálogo particular con una multiplicidad de ámbitos académicos y científicos, como otros
espacios culturales y sociales, en los que se articula todo un acervo de prácticas y saberes que operan de manera
performativa y que han de ser reconocidos y explicitados en sus diferentes niveles de coherencia con la propuesta de
trabajo para la investigación.
(11) Samaja, Juan (2004); capítulo 1 “Para una mirada panorámica del proceso de investigación científica en la
perspectiva semiótica” (selección de páginas), en Proceso, diseño, proyecto, JVE. Buenos Aires.
(12) WOOD, Lucía - “El lugar de los datos y su construcción en la investigación. Abordaje de los lazos
contemporáneos entre el psicoanálisis y otros campos de saber a partir de la producción editorial de las
instituciones”.
Exploración del mapa de diálogos entre el psicoanálisis y otros campos de saber. Este ejercicio de revisión abrió nuevos
interrogantes relativos al proceso de construcción de los datos, la elección y el diseño de estrategias y técnicas
metodológicas para llevarlo adelante. Se trata de una instancia clave en el devenir de la investigación, en tanto supone la
bisagra entre la caracterización teórica del objeto y la posibilidad de su contrastación empírica.
Se propone analizar el proceso de construcción de los datos, con el supuesto de que podemos distinguir diferentes
momentos en el proceso de génesis del dato. entendido en primera instancia como una abstracción (anclada en los
problemas a abordar, los conceptos y supuestos teóricos, los objetivos), no es el dato aún, pero es condición de
posibilidad de su delimitación.
Segundo momento - se irá configurando la matriz de datos como esquema transductor entre la teoría y los hechos,
concebido como “a priori de inteligibilidad” del objeto.
Tercer momento - se produce en acto el dato, el eje está puesto en su surgimiento a partir de la praxis misma del
investigador. Momento que suele llamarse “recolección” de datos pero la autora propone pensarlo como construcción
para evitar la lectura sobre una supuesta existencia externa del dato, independiente del sujeto que lo modela y origina en
su descripción.
Cuarto momento - el dato abona una nueva conceptualización, es interpretado.
La instancia de construcción del dato, es importante ya se condensa la validez y confiabilidad de dicha construcción, y
por ende, el valor de las interpretaciones futuras. También la importancia del rol del investigador, en tanto el dato es
producto de una praxis, donde a su vez pone en juego la creatividad, en tanto es un momento de elección y diseño de
estrategias, siempre singulares, ya sea por selección de fuentes y de la muestra, como en el diseño de los instrumentos,
técnicas y aplicación, etc.
La articulación entre la abstracción teórica y la configuración empírica. La matriz de datos como “a priori de inteligibilidad”
Desde los inicios de la investigación, cuando el investigador se empieza a hacer preguntas y esbozar posibles
respuestas (hipótesis) o supuestos que lo orientan desde sus conocimientos previos, sus modelos (“pre-comprensión
modelizante”), se anticipa el objeto de estudio. En este primer tiempo, todavía no hablamos de dato, pero acá se puede
ubicar que radica el germen de su posterior configuración.
La autora expone su proyecto de investigación: el mapa de diálogos actuales entre el psicoanálisis y otros campos del
saber. dicho objetivo tuvo como soporte el supuesto que desde allí podríamos reconstruir la posible “agenda social”
actual del psicoanálisis y por ende, los lazos con otros campos. A partir de esto, empezaron la planificación de trabajo de
campo: el diseño de los aspectos que querían conocer (diseño de matriz de datos), y las estrategias y técnicas de las
que se servirían para tal fin (diseño instrumental).
Esta primer planificación de la matriz de datos, como esquematización que orientará la construcción de los datos, tiene
un sostén en los supuestos teóricos que inicialmente uno posee como investigador sobre la temática. En el caso de la
autora, se basó en modelos de la lingüística.
La matriz de datos, es la denominación del dato como estructura en el discurso científico; es lo que Samaja define como
“a priori de inteligibilidad” del objeto, que guía el procesos de investigación, y que deriva de las hipótesis/supuestos sobre
posibles rasgos y claves de funcionamiento del objeto, que tomo de los modelos teóricos de base, permitiéndome así
poder anticipar y discriminar posibles entidades a analizar (unidades de análisis), atributos y relaciones de estas que me
interesa contemplar (variables), posibles rasgos/formas/estados que estos aspectos a describir puedan tomar (valores),
así como criterios para evaluar dichas variables (indicadores).
En su investigación, paralelamente a la discriminación de aspectos (matriz de datos) a considerar en la caracterización
de las publicaciones, planificaron los aspectos operativos de la recolección de datos (fuentes, muestra, instrumentos de
recolección de datos, su aplicación, etc). A partir de esto, de buscar en otras publicaciones de otros campos de disciplina
y hacer un recorte que denote la actualidad (según la investigación de la autora), la matriz se va complejizando dando
lugar a un sistema de matrices de datos, donde en las publicaciones podemos discriminar números, artículos, etc.
A partir de este análisis metodológico, podemos visibilizar la relación entre estos diferentes tiempos lógicos del proceso
de construcción del dato.
Primer tiempo - el investigador tiene una idea abstracta de cómo puede ser/construirse el dato, lo está anticipando.
Dentro de este tiempo de “pensar el futuro dato” podemos notar 2 momentos: 1. momento lógico de captación o
representación simbólica del mismo, en tanto se comienzan a pensar características que tendrán un sustento en los
modelos teóricos de base de los que me sirvo (defino un posible sistema de matrices de datos); 2. momento en que
comienzo a planificar cómo podré construir y acceder empíricamente a su construcción (podré ir y preguntarle a la gente
sobre aquellas características que supuse inicialmente, observar otras, etc).
En este primer tiempo, de lo que se trata es de anticipar, planificar la acción futura. no tenemos un dato concreto, sino su
abstracción.
Segundo tiempo - la estructura del dato termine por definirse. Cuando lo construya, recolecte, va a ser el tiempo de la
acción. Ya no se piensa, se construye el dato en acto, ya sea porque hago las entrevistas que pensé, etc.
Estas distintas escalas pueden considerarse en intersección con la escala biográfica del investigador. Igualmente, la
ciencia no se reduce nunca a la obra de un solo sujeto, siempre se trata de comunidades de investigadores que
alimentan, nutren y hacen madurar lo que los fundadores inaugura. Y en ese caso, cada biografía de un investigador
puede ser concebida también como un micro-proceso dentro del gran proceso del desarrollo disciplinar.
En el origen de toda práctica científica hay un tronco común que la emparenta con la reflexión filosófica y con el
pensamiento mágico-religioso. Cuando estamos en el campo propio de la ciencia, se dan lugar a bifurcaciones: escuelas,
orientaciones en que se van especificando disciplinas originarias.
¿Es posible postular en ese desarrollo una tendencia ascendente de lo menos desarrollado a lo más desarrollado? las
bifurcaciones pueden concebirse más bien como “variaciones” sobre antecedentes comunes, antes que como necesarias
superaciones de esos antecedentes.
Se puede identificar hitos que den cambios sustanciales en el pensamiento científico. Hay autores que no creen en un
progreso dentro de la ciencia, sino que creen en cambios de los paradigmas, como también hay otros que piensan que
ciertos hechos pueden funcionar como instancias superadoras de los anteriores (se dan respuestas que otros no
pudieron dar-avance científico).
Suele pasar que el éxito de los hitos superadores se puede ver luego de determinado tiempo, cuando el programa ya ha
madurado. También hay que marcar que la aparición de nuevas concepciones, no implica la desaparición de las formas
originarias.
Si no se sabe qué se está buscando, aunque sea en una forma general, no es posible iniciar ninguna actividad
investigativa. Aún cuando constituyen los puntos de partida de la investigación, se puede volver a ellos para revisarlos y
precisarlos a medida que avanza el trabajo.
Ahora podemos decir que problemas e hipótesis están flanqueados por otros dos componentes que se integran en ellos:
por una parte, los marcos conceptuales y las tradiciones de referencia. Por otra parte, los objetivos o productos que se
espera (o se deben) alcanzar para responder a esos productos.
Las preguntas que contienen los problemas son subsidiarias a ciertas posiciones teóricas y ciertas tradiciones a las que
adhiere el investigador. no hay investigación que no se inscriba en antecedentes teóricos o que no recupere tradiciones
ya consagradas al interior de una cierta disciplina. Las preguntas surgen de esos marcos y tradiciones. son ellas las que
validan y justifican su formulación, y son ellas las que ofrecerán también modelos para su abordaje empírico. De los
problemas planteados se derivan los resultados o productos que se deberán obtener para contestar a ellos, para iluminar
las hipótesis.
En el marco de la planificación de un trabajo de investigación, estos resultados se expresan como objetivos. En ese
marco los objetivos adquieren un valor estratégico, especialmente si ese proyecto será financiado o reconocido por
alguna institución: en tanto productos o resultados a alcanzar, serán la constatación material de lo que se ha hecho en la
investigación.
Una vez definidos conceptualmente los núcleos de la investigación, se trata de definir y adoptar una estrategia empírica.
en verdad, el modo en que fueron planteados los problemas, el enfoque adoptado en las hipótesis o conjeturas, delinea
ya una estrategia empírica. Pero esta se va a ampliar, y precisar en esta fase.Se va a especificar la naturaleza de los
datos a obtener y el modo de obtenerlos.
Hay que recordar que el rasgo decisivo de la actividad científica es su recurrente y necesaria apertura a los hechos. Pero
los hechos no están allí para ser capturados en la plenitud de su existencia. Se necesita interpelarlos, organizarlos para
que ellos nos informen. Las cuestiones que se observen y las decisiones que se tomen, conformarán la estrategia
empírica de la investigación. Esa estrategia puede estar diseñada para testear hipótesis cuando ellas están disponibles o
para construirlas cuando ellas no han sido estrictamente formuladas. En el caso de investigaciones que disponen de
genuinas hipótesis al comienzo de su desarrollo, es esperable que de esas hipótesis generales se deriven predicciones
particulares al modo de hipótesis de trabajo. Son esas hipótesis de trabajo las que tendrán una clara orientación
empírica.
Las hipótesis de trabajo constituyen la interfaz entre la fase sincrética y la fase analítica.
FASE 2 - fase analítica
Cualquiera sea la orientación o el grado de precisión de las hipótesis, la investigación de tipo científica se caracteriza por
la traducción del lenguaje conceptual al lenguaje empírico o de datos. Estos podrán ser más o menos estructurados,
precisos, pero siempre están presentes si se trata de trabajos de investigación científica.
Se define esta fase como analítica en referencia a la actividad de “desagregación o diferenciación” que supone dicho
lenguaje de datos.
El paso al tratamiento empírico, supondrá diferenciar las partes componentes del asunto a investigar: ¿qué tipo de
entidades deben analizarse, en qué aspectos, por medio de qué procedimientos se accede a ellas?
Todas estas cuestiones están involucradas en la construcción de la base empírica de una investigación; aunque deberán
ser coherentes y derivarse de las definiciones conceptuales que se han asumido en la fase anterior.
Por ahora y de modo genérico las definiremos como “diseño de las matrices de datos” e implementación operativa
para la obtención de datos. Esta implementación se refiere al diseño de instrumentos y a las definiciones
muestrales: cuántas y cuáles entidades o eventos serán estudiados; y qué medios o instrumentos se implementarán
para obtener la información. Existe una íntima relación entre el tipo de datos (matrices) que se va a producir y el modo a
partir de los cuales se los va a producir (su implementación operativa). Generalmente los investigadores piensan sus
datos directamente vinculados a los instrumentos, las muestras y los contextos en que van a producirlos.
Se trata de cuestiones distintas que reconocen cierta independencia entre sí: un mismo tipo de dato puede ser obtenido
por diversos modos de instrumentalización. Pero, lo cierto es que en el proceso de investigación real, ambas
dimensiones están mutuamente determinadas.
La clausura de esta fase se alcanza con la producción de los datos. Las decisiones adoptadas en esta fase y la
precedente, dejarán su traza en la naturaleza de los datos que finalmente se obtengan; y definirán lo que luego vamos a
caracterizar como el diseño de la investigación.
La información producida constituye la interfaz entre esta fase y la siguiente, dedicada al análisis y la síntesis de los
resultados alcanzados.
Entre estas fases no se plantea un linealidad. Aunque postulamos cierta relación entre la primera y la segunda, también
prevemos la posibilidad de avances y retornos entre ellas.
En conjunto con las 3 fases, se puede agregar a los modelos o analogías de base dado que ellos están operando tácita
o explícitamente en todo el recorrido del proceso. Desde las hipótesis sustantivas hasta la elección de una estrategia
empírica, la selección de indicadores o la interpretación de resultados abrevan en modelos que surgen desde muy
diversas fuentes.
Samaja - las preferias estéticas, la adhesión a ciertas tradiciones, la aceptación de ciertos principios o el reconocimiento
de determinada evidencia empírica, operan en el complejo y multifacético proceso de la producción cognitiva científica.
Ciencia como práctica social. Las decisiones que se tomen, las innovaciones que surjan deberán poder justificarse como
adecuadas o válidas. Pero ese asunto de la validación no se dirime sólo en la aplicación de ciertas técnicas que
contribuyan a mostrar que lo que uno ha hecho es metodológicamente correcto. Se trata también de hacerlo conforme a
modelos que resulten pregnantes y aceptables para el entorno investigativo en que ese investigador se mueve.
El proceso de investigación puede comprenderse como un movimiento que oscila entre un momento creativo y abierto -
que conduce al investigador a resolver y decidir en cada paso una estrategia a seguir; y un momento, más cerrado y
convergente, que lo obliga a justificar la adecuación de esa estrategia elegida por referencia a los saberes ya instituidos
y a los modelos y retóricas aceptadas por su comunidad disciplinar.
Se puede decir que hay una tensión entre las investigaciones convergentes que se amoldan a paradigmas dominantes e
investigaciones divergentes que serían las revolucionarias de la ciencia. Hay una tensión entre innovación y tradición.
(15) (18 - parte de la UNIDAD 6) YNOUB, Roxana - “Estructura, génesis y dialéctica en la construcción de datos
científicos”.
Operaciones invariantes en el paso a la contrastación empírica
El rasgo distintivo de la ciencia es el de someter al “dictamen de los hechos” las presunciones que se asumen como
hipótesis de investigación. A esa puesta a prueba se la puede denominar “contrastación” de las hipótesis por referencia a
los hechos. Los “hechos” no constituyen una materialidad directamente aprehensible. son, por el contrario, resultado de
cierto modo de concebirlos, seleccionarlos y construirlos discursiva y materialmente.
Cuando se trata de la producción (o construcción) de información en el marco de la investigación científica, los aspectos
formales son los mismos que los que signan el discurso descriptivo coloquial: se habla sobre alguna cosa; se ella se
predican algunos aspectos en particular; se implementa algún procedimiento para la obtención de una cierta información.
Igualmente hay una diferencia entre esa producción de información coloquial y la de la práctica científica: a.en la ciencia
se indagan aspectos no siempre evidentes o aprehensibles para la observación espontánea; b. las decisiones que se
siguen para la obtención de los datos se fijan en base a acuerdos que se validan al interior de una cierta comunidad
disciplinaria y/o que pueden estipularse de forma precisa como para hacer posible su replicación.
Datos - el modo en que se construyen y utilizan varía entre distintas estrategias de investigación.
Cuando se dispone de hipótesis precisas los datos están al servicio de su contrastación o puesta a prueba. Cuáles sean
los datos que se requieren, constituye una cuestión a derivar de los enunciados mismos de las hipótesis. Pero no en
todas las investigaciones encontramos hipótesis a su principio, sino que suelen empezarse por conjeturas o
presunciones generales, y las hipótesis van a devenir del proceso de investigación. Esto ocurre cuando la investigación
es exploratoria o cuando se inscriben en un paradigma “cualitativo”: las hipótesis surgen a partir de la inmersión en los
hechos. Cualquiera sea la estrategia que se siga, toda investigación científica deberá vincularse con información
proveniente de algún tipo de experiencia conforme con la cual se pongan a prueba las hipótesis, o se las construye por
referencia a algún material empírico.
En este cap se propone a examinar las características formales que presenta la información cuando se la produce en el
marco de la investigación científica.
Debe existir una adecuación entre las variables y los valores seleccionados y la sustancia o el “ser” de la unidad de
análisis. Este criterio debe definirse al interior de cada ciencia porque los criterios de adecuación material se vinculan de
manera directa con el recorte o la perspectiva desde la que se trata cada unidad de análisis: ej. si las unidades son
perros, pueden ser considerados de distintas maneras por un anatomista, un biólogo, etc. Cada una de esas
perspectivas selecciona distintas variables y valores.
[ Una de las tareas clave en el terreno de la investigación científica es la selección de las variables esenciales al
fenómeno que se quiere investigar. Gran parte del talento de un investigador está relacionado con esta capacidad de
identificar las variables esenciales a su objeto. Las grandes revoluciones en la historia de la ciencia tuvieron que ver con
redefiniciones de los “objetos” de cada disciplina (es decir, con el rediseño de las “matrices de datos” que los definen
como tales el objeto al interior de esa tal disciplina. Esa es la razón por la que el segundo criterio al que nos referimos, el
de la adecuación material, queda sujeto siempre al desarrollo alcanzado en una cierta disciplina y a los marcos teóricos y
doctrinarios que guían la delimitación de su objeto. ]
b. con las condiciones materiales de adecuación peculiares a cada ciencia particular
En la IC suelen implementarse diversas estrategias para garantizar, o al menos atender, a la validez y la confiabilidad de
los datos. Puede por ej. evaluarse un mismo asunto a través de dos o más indicadores, que se suponen que miden lo
mismo, comparando los resultados que se obtienen con unos y otros. El supuesto es que si miden lo mismo, los
resultados que se obtengan, aplicados a las mismas unidades, serán semejantes.
De igual modo, la confiabilidad se puede controlar o estimar si diversos sujetos aplican un mismo indicador a una misma
unidad de análisis: si el procedimiento es confiable se esperaría que de las diversas mediciones se obtengan iguales
valores.
Hay que señalar, que la construcción de indicadores no es un mero asunto “técnico”. Los indicadores son resultado de
una historia constructiva. Cuando se diseña un indicador, el investigador está asumiendo un compromiso con un cierto
marco conceptual y una matriz epistémica; con una cierta tradición investigativa en la que se inscribe (es frecuente usar
los indicadores que ya están validados por una cierta comunidad investigativa o validar los propios por referencia a
ellos). Tam bién está haciendo uso de sus propias intuiciones sobre el tema y de sus conocimientos del mundo de la
vida.
Samaja amplía la tesis de Hanson que dice que todo dato está cargado de teoría. De esta forma, sostiene que todo dato
está cargado de praxis. Se puede agregar que toda praxis está cargada de historia.
En la práctica científica, los indicadores pueden ser revisados, ajustados, controlados y mejorados de manera deliberada
y consciente. Esa revisión es la que nutre la vida de la ciencia.
Volviendo al tema de la transducción de indicadores en variables, cuando nos referimos a este asunto, dijimos que se
sientan en dos inferencias (abducción y analogía) que no garantizaban validez formal sobre los valores de verdad de sus
conclusiones. De modo que nunca hay certeza plena sobre la validez y confiabilidad que está a la base de la
construcción del dato.
Cuánto más rica en modelos, imágenes, tradiciones científicas, reflexiones conceptuales sea la praxis del investigador,
más ricos y apropiados serán sus indicadores. Y tanto mayor será la riqueza y la penetrabilidad de los datos que
produzca para entender el fenómenos que investiga.
UNIDAD 5
(16) YNOUB, Roxana - “El diseño de la investigación: una cuestión de estrategia”.
El concepto de diseño
El diseño es la planificación de un conjunto de acciones orientadas por fines, los caminos para alcanzarlos pueden ser
múltiples. Un mismo fin se puede obtener por diversos diseños. La elección de estos medios compromete al diseño del
objeto. No es posible hablar de un diseño óptimo sin especificar los criterios comprometidos en cada caso.
Podría reconocerse que existe algo así como un “ideal regulativo” conforme con el cual el propósito del diseñador/a es
maximizar todos los criterios conjuntamente. Pero no hay manera de garantizar la realización de ese ideal. Siempre cabe
la posibilidad de imaginar algún otro modo (mejor ajustado a esos valores) a la hora de resolver el diseño de un cierto
objeto.
Por lo tanto: diseñar es una actividad orientada por fines, y en el caso, de los diseños de origen humano, esa actividad
supone la elección de determinados cursos de acción con vistas a maximizar uno o varios valores comprometidos con el
logro de dichos fines.
De modo tal que a la hora de caracterizar un diseño de investigación se pueden o deben invocar las estrategias
específicas según resulten de la combinación de todos estos aspectos. Así, se podría hablar de un diseño de caso
único-denso e histórico-evolutivo, etc.
- Investigaciones explicativas
Se busca determinar no sólo el comportamiento de las variables, sino además de la dependencia o vinculación que unas
variables ejercen sobre otras. Interesa probar si el comportamiento de una variable o varias, puede oficiar de factor o
causa explicativa del comportamiento de otra/s variables.
Estas determinaciones entre variables pueden ser probados por medio de 2 tipos de estrategias: unas correlacionales y
otras experimentales.
La investigación que postula correlaciones explicativas: correlaciones que implican o pueden implicar causalidad. Ej.
dos hipótesis. Estas correlacionadas pero además una es causa explicativa de la otra. Pero que un fenómeno varíe a
otro, no significa que sea esto si o si. En general nuestro conocimiento del mundo empírico nos permite reconocer
cuándo una correlación puede estar indicando una relación causal entre las variables. Ese conocimiento nos permite
también identificar cual es la variable que explica y cuál la variable explicada.
Tendremos correlaciones que implican causalidad y correlaciones que no implican causalidad (las que ya examinamos al
referirnos a los estudios descriptivos).
- correlación implica causalidad cuando:
una o más variables varían sistemáticamente de manera directa o inversa con otra u otras.
la presencia de una variable es anterior en el tiempo a otra
nuestro conocimiento del mundo, autoriza postular esa relación causal
- correlación no implica causalidad cuando:
una o más variables varían sistemáticamente de manera directa o inversa con otra u otras
la presencia de una y otra variable no guarda ninguna relación de anterioridad con respecto a otra en el tiempo
nuestro conocimiento del mundo no autoriza a postular relación causal
La investigación experimental: en un sentido amplio toda la ciencia puede ser concebida como experimental ya que
experimentar supone actuar inquisidoramente sobre el mundo real. Se entiende por investigación experimental aquella
en la que se ponen a prueba hipótesis que postulan relaciones de tipo causal entre 2 o más variables, y en las que esa
puesta a prueba se realiza bajo ciertas condiciones creadas y controladas por el investigador.
La diferencia entre las experimentales y las que implican correlaciones causales, estriba en que en las primeras es el
investigador el que a través del experimento crea las condiciones con las que espera producir un cierto efecto en el
fenómeno investigado; mientras que en la segunda la relación ya se ha dado y sólo se limita a medir o evaluar hechos
consumados.
Componentes a tener en cuenta en cualquier diseño de investigaciones experimentales: con el ej. del crecimiento de las
plantas si les hablas.
a. la presencia de una variable independiente o explicativa. ej. nivel de habla recibido.
b. una variable dependiente o explicado. ej. nivel de crecimiento.
c. variables extrañas o contaminadoras. ej. nivel de agua recibido, luz, cantidad y calidad de nutrientes, etc.
d. unidad de análisis de referencia. ej. la planta.
variable independiente o explicativa: en la formulación de la hipótesis, es esa variable que permite explicar el
comportamiento de la otra u otras variables.
variable dependiente o explicada: se asume que su comportamiento depende o se explica por efecto del comportamiento
o variaciones de otra variable.
No hay a priori criterios para juzgar si una variable puede o debe ser independiente o dependiente: eso depende de
cómo haya sido planteada la hipótesis. Bajo ciertas condiciones una puede concebirse como independiente y bajo otras,
como dependiente.
variables extrañas o contaminadoras: resultan extrañas a la relación causal que se quiere probar en la hipótesis, pero no
son extrañas al fenómeno real investigado.
Un diseño de investigación experimental, vincula estos tres tipos de variables. El diseño pretende garantizar que el
comportamiento de la variable dependiente se deba pura y exclusivamente a los efectos producidos por el
comportamiento de la variable independiente. De acuerdo con ello en la IE se trata de: manipular la variable
independiente, medir la variable dependiente y controlar las variables extrañas o contaminadoras.
VI (manipular) / VD (medir) / VE (controlar)
a. manipular la VI. investigador será quien decida cómo va a asignar a sus unidades de análisis a los distintos valores de
las variables. Forma los grupos o muestras de casos, decide qué valor o nivel de la variable le corresponderá a cada
uno.
b. VD sea medible. debe ser posible disponer de indicadores adecuados (sensibles, confiables y válidos) para registrar
los cambios ocurridos en esa variable -con el fin de evaluar luego si esos cambios se deben a la variable independiente.
con el concepto de sensibilidad, se hace referencia a la necesidad de que el indicador elegido capte aquellas variaciones
que, aunque pequeñas, puedan ser relevantes para la puesta a prueba de las hipótesis. Nuevamente no hay criterios a
priori para determinar si una variación ocurrida en la variable dependiente es pequeña o grande. Eso dependerá de la
naturaleza del fenómeno que se está evaluando. La VD tiene que ser definida conforme a criterios que hagan posible su
medición y que esa medición garantice de algún modo adecuación a la escala de los fenómenos que interesan a la
hipótesis.
En lo que respecta a la confiabilidad y la validez de los criterios indicadores, la validez puede definirse de manera
general como la adecuación entre la definición conceptual de la variable y su traducción empírica, que el indicador mida
lo que dice o quiere medir.
c. control de las variables extrañas o contaminadoras. es el gran desafío del diseño experimental. Como el objeto de esta
es averiguar qué efectos producen en la variable dependiente las variables consideradas independientes, se debe
garantizar que no existan otras variables que influyan en esta relación. Una de las maneras de controlar la situación
experimental es a través de la equivalencia de los grupos que participan en la experiencia, al menos en todos aquellos
aspectos que se consideran contaminadores para la relación entre las variables que quiere estudiarse. Existen distintas
maneras de formar los grupos para garantizar en alguna medida, que en todos ellos las unidades presentan semejantes
características en lo que respecta a los intereses del experimento:
- grupos aleatorios. asignando al azar los sujetos mismos. se espera en esos casos mayor probabilidad de garantizar
una homogénea distribución.
- bloqueo. se forman utilizando el azar más el control de una o más variables contaminadoras.
- grupos apareados. técnica del apareo para conseguir grupos experimentales equivalentes, a partir de una medida
previa en la variable dependiente. Emparejar los grupos por referencia a alguna o varias variables. Una vez que se
define cuál es la variable/s relevantes, se evalúa el valor que tienen todos los sujetos en esa/s variable/s y se asignan a
cada grupo uno a uno los sujetos, por pares, en casi de dos muestras, de modo que a cada grupo le toquen sujetos más
o menos semejantes en cuanto a ese asunto considerado.
En algunas ocasiones los investigadores no pueden asignar las unidades de análisis a los grupos experimentales;
porque estos grupos ya están formados previamente. De modo que en ese caso aplican la situación experimental a
alguno o varios de esos grupos, sin conocer en verdad qué características presentan, o cómo han sido formados. En ese
caso, la situación es más incierta y se habla de diseños cuasi experimentales.
Validez interna y externa: dos nociones en contradicción
Validez interna del diseño: grado en que pueda garantizarse que el comportamiento o los cambios registrados en la
variable dependiente se deben sólo a la variable independiente y a ningún otro factor. + control del diseño, + validez
interna.
Validez externa: grado de representatividad de la experiencia: cuánto mayor sea la posibilidad de generalización de los
resultados del experimento a otras situaciones o contextos, mayor será su validez externa.
Generalmente la mejora o el aumento de la validez interna atenta contra la validez externa -es decir, condiciones más
restringidas o controladas implican menos capacidad de generalización de los resultados.
En lo que respecta al número de variables, en el diseño experimental se requiere como mínimo la referencia a dos
variables (la independiente y la dependiente) y, por supuesto, el control de las variables contaminadoras (de modo que
no existen los diseños experimentales univariados).
Pero igual, existen situaciones en las que se pueden incluir varias variables independientes y variables dependientes.
Eso dependerá de la manera en que hayan sido planteadas las hipótesis.
Agregar más variables independientes implica agregar más grupos experimentales, precisamente porque la
manipulación de la variable implica asignar a cada grupo un valor o nivel de la variable en cuestión. Eso no pasa cuando
se agregan variables dependientes, precisamente porque esa variable no se manipula, sino que se mide.
En síntesis, en lo que respecta a los tipos de diseños experimentales, según el número de variables, se tiene:
- univariado-univariado: se emplea una variable independiente y una dependiente
- multivariado-univariado: se emplea más de una variable independiente y sólo una variable dependiente
- univariado-multivariado: se emplea una variable independiente y más de una variable dependiente
- multivariado-multivariado: se emplea más de una variable independiente y más de una variable dependiente
Existen varios fenómenos que no pueden ser abordados por medios experimentales, ya sea por cuestiones éticas, por
accesibilidad de tiempo o porque no existe ninguna posibilidad de asignar a las unidades a distintos grupos, ni manipular
sus niveles de tratamiento.
No siempre se trata de establecer o probar hipótesis causales, se requiere antes de hipótesis descriptivas y de hipótesis
hermenéuticas o interpretativas que permitan conocer cuál es la naturaleza del fenómeno y en base a ellos incluir
diseños experimentales para probar la adecuación de esos modelos.
- La investigación interpretativa
No se apunta a la mera descripción de los hechos, ni a su explicación causal, sino a la interpretación o comprensión de
los fenómenos.
- investigación cualitativa
Estrategia investigativa desarrollada en el éra de las ciencias sociales y humanas y que se nutre de orientaciones
filosóficas interesadas en la comprensión de los fenómenos históricos, humanos y subjetivos. Se caracteriza por la
manera en que produce sus datos, y por los propósitos que persigue con el tratamiento de los mismos.
Entre esas características se cuentan:
a. la comprensión de los fenómenos más que la descripción/explicación
cuando comprendemos estamos en condiciones de adoptar la perspectiva del otro. Este tipo de investigaciones tratan no
sólo de acopiar datos sino de hacerlo procurando integrar la perspectiva de los sujetos o los fenómenos involucrados en
la situación estudiada. Se propone capturar el asunto en su máxima riqueza, atendiendo a la mayor parte de aspectos
que puedan ser relevantes.
b. la implicación de los investigadores en la producción de sus datos
Implicarse en el asunto es tomar parte del mismo en alguna medida. Conocer desde adentro el fenómeno que se
estudia.
En una variante de este tipo de investigación cualitativa llamada investigación acción, los investigadores son al mismo
tiempo participantes implicados en el asunto que investigan.
c. la observación o el relevamiento de los datos en sus contextos naturales
Procura ser lo menos intrusiva y lo menos distorsiva de las situaciones estudiadas. Se trata de no alterar las situaciones
habituales de los fenómenos estudiados, o alterarlos lo menos posible. Por contexto natural se debe entender la
situación en que los hechos a estudiar se presentan habitualmente. las características de contexto, cambian según sean
los asuntos investigados.
c. la producción de datos ricos, profundos, dependientes del contexto
Como se busca captar todas las dimensiones del asunto, se intenta enfocar el mismo tema desde múltiples enfoques, no
desde un solo actor o una sola dimensión, ni en un solo momento.
En este tipo de investigaciones no siempre puede preverse anticipadamente qué aspectos serán los más relevantes, ya
que el trabajo en el campo (en el lugar donde se encuentra el asunto a estudiar) puede ir abriendo o sugiriendo nuevas
líneas de desarrollo no previstas al inicio.
Dado que los datos en profundidad terminan muy vinculados a un contexto específico, en la mayoría de los casos los
resultados no son exportables a otros contextos. Los resultados suelen tener alcance local, circunscripto a la experiencia
de indagación en la que se ha llevado adelante. Por eso, en algunas ocasiones se suele considerar a la investigación
cualitativa como investigación exploratoria. En esos casos, el objetivo es la identificación de variables o aspectos
relevantes que se exploran en un cierto caso o contexto, para luego evalularlo (con otro tipo de estrategia de
investigación) en otro contexto o en otros casos.
Para algunos autores el término “variable” no se aplica a este tipo de estudios porque consideran que en la mayoría de
los casos no se trabaja con variables que cumplan con todos los requisitos formales que caracterizan a una variable
nítidamente delimitada. Es por ello que en la mayoría de los casos los definimos como “diseños densos” adoptando esa
denominación del campo de los estudios etnográficos y antropológicos.
Por otra parte, en casi todos los casos, las muestras son reducidas ao de casos únicos. Resulta más frecuente que las
observaciones o el relevamiento de la información se realicen a lo largo del tiempo, en varios momentos, que permitan
luego al investigador comprender el procesos, sus transformaciones, etc. Eso no significa que quedan descartadas de
este grupo, los diseños transversales-
(17) ALESSANDRONI, Nicolás/MONTICELLI, Marta - “El diseño metodológico como espacio creativo”.
Entender a la MdI como una disciplina que se aboca al estudio de los procesos propios de la construcción de
conocimiento y a las condiciones de posibilidad de la práctica científica. Es posible por ello, discernir diferentes ejes para
su comprensión: (i) producción de conocimiento, (ii) operaciones propias del proceso de investigación; y (iii) condiciones
de cientificidad. El autor se enmarcará en el segundo eje, particularmente por el diseño de investigación en relación con
los asuntos específicos de la investigación en artes.
El diseño es, en nuestra conceptualización, una estrategia general, un camino compuesto de decisiones que el
investigador formula con el objetivo de construir un modelo cognitivo y operativo de su objeto de investigación y obtener
ciertos conocimientos relativos al mismo, y que no necesariamente involucra una contrastación de tipo “laboratorio”.
Podríamos afirmar que la labor de diseño comprende un continuum de elecciones entre opciones posibles que son
desplegadas por el investigador en diferentes momentos del proceso de investigación. Estos momentos pueden abarcar,
desde la instancia de planteamiento del problema hasta las instancias de análisis y tratamiento de datos; y las elecciones
que se tomen, independientemente de cuándo sean adoptadas, tendrán impacto sobre, al menos, 3 puntos:
- el nivel general de significancia de la investigación, es decir, el grado en que la investigación llevada a cabo impacta
sobre el campo de conocimientos general al que pertenece (nivel macro, ej. ciencias cognitivas).
- el nivel particular de significancia de la investigación, es decir, el grado en que la investigación llevada a cabo impacta
sobre el campo de conocimientos particular al que pertenece (nivel meso, ej. psicología cognitiva de la música).
- el nivel de significancia del problema de la investigación, el tipo de abordaje propuesto para el problema de estudio que
intenta abarcar el proyecto de investigación (nivel micro, i.e cada proyecto de investigación). Incluimos los efectos que
las decisiones pueden tener sobre las instancias de operacionalización e instrumentalización para el abordaje empírico.
Concepto de diseño - complejo, multinivel, multideterminado. En función de atender al diseño como una complejidad
dinámica y vinculada a la toma de decisiones en diferentes momentos del proceso de investigación, podemos distinguir
entre:
- decisiones de nivel general (nivel 1) que el investigador debe tomar durante el desarrollo de la fase sincrética del
proceso de investigación. Estas decisiones requieren de la formulación previa del problema de investigación, y tienden a
determinar qué aspectos del mismo se desea conocer. Es por este motivo que estas decisiones de nivel 1 actúan al
modo de un filtro, limitando el grado de libertad que puede ejercer el investigador al realizar una decisión de nivel 2. La
puesta en acción de estas decisiones conducen a la cristalización de uno de tres esquemas de investigación posibles.
- decisiones de nivel particular (nivel 2) que el investigador debe tomar durante el proceso de transición de la fase
sincrética a la analírica, que acompañan la derivación de hipótesis de trabajo desde la hipótesis sustantiva, y que le
permite circunscribir el tipo de matriz de datos que construirá. De la puesta en acción de estas decisiones se derivarán,
entonces, ciertas configuraciones procedimentales empíricas que quedarán definidas a partir de (i) la cantidad de
unidades de análisis considerada, (ii) el tipo y función de variables o dimensiones de análisis seleccionada, (iii) el
tratamiento de la temporalidad elegido, (iv) la interpretación sobre cómo las interrelaciones entre (i), (ii), (ii) favorecen o
no las condiciones de contraste del diseño.
Esquema explicativo:
Encontrar y validar la existencia de lazos de dependencia o vinculación entre variables, es decir, de nexos de causalidad
necesaria entre el comportamiento de una o más variables (que operan como factores) y el comportamiento de otra
variable. De esta forma, se parte de una hipótesis de causación que podrá comprobarse o refutarse mediante ciertos
emprendimientos de contrastación empírica de la misma.
Las correlaciones explicativas, constituyen un tipo de emprendimiento al interior de este esquema. Al contrario del ED,
en las que sólo se muestra el grado de asociación entre el comportamiento de los valores de dos o más variables sin que
ello importe grado alguno de causalidad, en las correlaciones explicativas el investigador tiene en cuenta una serie de
factores que permiten sostener con cierta solidez un vínculo de causalidad entre los comportamientos de las variables.
Ynoub propone una serie de criterios que permiten al investigador postular causalidad ante una correlación:
(i) variación sistemática: 1 p más variables varían sistemáticamente de manera directa o inversa con otra/s
(ii) antecedencia temporal: la presencia de una variable es anterior en el tiempo a la otra
(iii) coherencia epistémica: nuestro conocimiento del mundo nos autoriza a postular una relación causal
Dentro de este esquema, el experimental es el más conocido. Un experimento es un instrumento de recolección de datos
en el cual, dentro de un contexto de tipo laboratorio, se manipula u opera intencionalmente una variable (variante
independiente) con el objetivo de conocer los efectos que dicha manipulación genera en el comportamiento de otra
variable que puede ser medida (v dependiente(, controlando al mismo tiempo el comportamiento de otras variables (v
contaminantes) cuya participación en el nexo de causalidad se desea evitar o neutralizar.
Se suelen identificar 3 perfiles de investigación experimental:
Aleatorización para la No No Si
conformación de la
muestra
Aleatorización para la No No Si
conformación de los
grupos
Grado de control Nulo Moderado Alto
sobre las variables
contaminantes
Esquema interpretativo:
Se trata de comprender el fenómeno, significarlo, interpretarlo. El investigador concibe su objeto de estudio como un
signo al cual es necesario interpelar para develar qué sentido expresa, y en ese mismo acto, se libera de las
restricciones que imponen las cualidades inmediatas del objeto (ED) y los vínculos de causalidad lineal (EE) que no
permiten explicar todos los fenómenos, dado que su lógica interna supone ciertos compromisos ontológicos y
epistemológicos no aplicables a todos los objetos de estudio.
El investigador posee un corpus de conocimientos que le permiten leer interpretativamente los fenómenos que le
interesan a partir de la postulación de un “sentido de segundo grado”, no inherente a ellos. Toda interpretación implica un
grado de sistematicidad conceptual y convención, no todo es interpetable, ni todo lo interpetable lo es de cualquiera
manera. En estas no se partes de intuiciones u opiniones, sino que el punto de partida involucra un marco teórico y un
conjunto de principios interpretativos con los que operar. Son las características de estos dos elementos y las relaciones
que se establezcan entre ellos las que constituirán el núcleo del grado de rigor científico de la investigación interpretativa.
De todas formas, hay autores que señalan que el diseño no debe considerarse como una estructura inmutable, como un
a priori a la fase analítica del proceso de investigación. En cambio, defienden la idea de que el diseño puede ser una
estructura creativa, flexible, heurística que puede variar a medida que avanzan los esfuerzos epistémicos del
investigador. “El concepto de flexibilidad alude a la posibilidad de advertir durante el proceso de investigación situaciones
nuevas e inesperadas vinculadas con el tema de estudio, que pueden implicar cambios en las preguntas de investigación
y los propósitos; a la viabilidad de adoptar técnicas novedosas de recolección de datos; y a la factibilidad de elaborar
conceptualmente los datos en forma original durante el proceso de investigación.
UNIDAD 6
(19) YNOUB, Roxana - “De la disección a la revitalización: el tratamiento y el análisis de datos”.
El alcance de la síntesis dependerá de la naturaleza de la investigación, del esquema en el que ella transite. Puede
suceder que, dependiendo de los esquemas, esta fase termine siendo un encuadre de tipo diagnóstico, o que se emplie
el cuerpo teórico ya existente.
Es a partir del tratamiento que deberán medirse las hipótesis de la investigación: no sólo de manera externa (es decir,
luego de que se haya consumado) a ese tratamiento, sino de un modo consustancial en tanto son las hipótesis las que
determinarán el tipo de tratamiento a seguir; aunque, a su turno, el tratamiento y análisis de datos puede iluminar nuevas
hipótesis no previstas al inicio de la investigación.
Tratamiento de datos desde la perspectiva formal: la compactación de datos según direcciones o centramientos de los
componentes de la matriz
Se clasifican los distintos tratamientos de datos por referencia a distintos direccionamientos en la “compactación” de la
información que conforma la matriz de datos de la investigación. Con la metáfora de la compactación se evoca la tarea
que tiene entre manos quién se propone avanzar en la sistematización y síntesis de sus datos.
Si en el paso de las hipótesis a la operacionalización se trata de ir desde la unidad de síntesis a las unidades de análisis;
en el tratamiento de los datos el procedimiento involucrado es el inverso: desde las unidades de análisis a las unidades
de síntesis. Eso significar, agregar, reducir la información conforme a una lógica que la torne aprehensible de manera
configurada y sintetizada -iluminando aquellas relaciones y determinaciones que se pretendían explorar o probar con la
hipótesis.
Esa tarea de compactación puede hacerse en torno a los elementos de la matriz, resultando dos direcciones de síntesis:
la dirección de la variable (vertical) y la dirección de la unidad de análisis (horizontal). Galtung propone un tercer criterio
“análisis combinado” que es como una combinatoria de los otros dos.
Samaja describe un tercer tipo de análisis al incluir el concepto de nivel de integración y sistemas de matrices de datos.
Lo define como centramiento en el valor. Este nuevo centramiento remite ya no sólo a la estructura de la matriz de datos,
sino a la relación entre matrices de distintos niveles de concreción. El análisis centrado en el valor puede combinar los
tratamientos verticales y horizontales pero metodológicamente cumple una función distinta a la del centramiento en la
variable y la unidad de análisis respectivamente: se refiere a la construcción de un sistema de clasificación o variable;
tarea que implica el tratamiento de los valores del nivel sub-unitario.
Tratamiento de datos desde la perspectiva funcional: fines a los que sirve cada tipo de tratamiento.
El criterio formal puede considerarse a su turno, atendiendo a lo que vamos a denominar, el criterio funcional, es decir,
considerando los fines a los que sirve el tratamiento. El centramiento en la dirección de la variable tiene como objeto
“computar” datos, en la perspectiva de agregar la información según los distintos valores de las variables para identificar
las distribuciones de esos valores en la población o muestra estudiada. De igual modo, el conjunto de medidas síntesis
-como las llamadas medidas de posición y de tendencia central constituyen información que ofician de descriptores del
conjunto de casos o unidades considerando este conjunto como una nueva totalidad o unidad (sea muestral o
poblacional). De modo tal que el capítulo correspondiente al centramiento en la dirección de la variable corresponde a lo
que usualmente trata la estadística descriptiva y la estadística inferencial.
La diferencia entre estas está en que en la primera, los cálculos se destinan a caracterizar la muestra o población de la
que se obtiene la información empírica. En el segundo, se trata de utilizar esa información empírica para estimar o inferir
valores de una población o universo al que no se accede de modo directo.
En lo que respecta al centramiento en la dirección de la unidad de análisis el tratamiento tiene como finalidad la
identificación de pautas, tipologías e índices. En esos casos, más que computar o agregar información, se trata de
combinarla, ya que se consideran conjuntamente los valores provenientes de distintas variables, para las distintas
unidades.
El tratamiento centrado en la dirección del valor corresponde a todas aquellas técnicas dirigidas a la construcción de
dimensiones de análisis, desde información originalmente no categorizada.