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Literatura renacentista española. Siglo XVI.

LITERATURA RENACENTISTA

El movimiento cultural denominado Renacimiento hace referencia al renacer del interés por la
cultura clásica grecolatina. Un movimiento en el que se dio un espectacular florecimiento de la
vida artística y cultural que se inició en Italia y en España se dio especialmente en el siglo XVI y
está unido a otro movimiento cultural llamado Humanismo, un movimiento que pasa del
teocentrismo medieval al antropocentrismo renacentista. Surge el interés por el estudio
siendo el hombre el centro de interés.

En el contexto histórico de España, se crea el gran imperio español con Carlos I y Felipe II. La
economía pasó de periodos de esplendor a periodos de bancarrota que desembocaban en
crisis sociales. La nobleza continúa con poder y privilegios y, por otro lado, crece el número de
vagabundos y mendigos. La sociedad es culturalmente plural: conversos, judíos y moriscos
obligados a convertirse al cristianismo para no ser expulsados. Durante el reinado de Carlos I
se acogen las novedades europeas en un ambiente de apertura y optimismo. Sin embargo, en
la segunda mitad del siglo, con el reinado de Felipe II, se impone la intolerancia religiosa y la
literatura trata una temática fundamentalmente religiosa, menos europea y más española.

1.Características del Renacimiento:

1. Antropocentrismo.
2. Vitalismo que se manifiesta en el arte y la literatura y contrasta con la idea medieval
de “la vida es un valle de lágrimas”.
3. Racionalismo. Importancia del saber y del estudio para la comprensión del universo y
la naturaleza que nos rodea. El conocimiento nos conduce a la idea del progreso
entendiendo que el conocimiento puede hacer mejor al hombre.
4. Afán de reformas. Las características anteriormente mencionadas nos llevan a la
propuesta de profundas reformas. El deseo de renovación religiosa culminará pronto
en el Cisma de Occidente que supondrá la fragmentación de la iglesia cristiana por el
auge de la reforma protestante promovida por Martin Lutero. Ante estas propuestas
de renovación religiosa, la Iglesia católica convocó el Concilio de Trento. En él se
definieron los dogmas católicos esenciales en un intento de hacer frente al
protestantismo. Esta reacción dará lugar a un movimiento religioso y político llamado
Contrarreforma, en el que desempeñó un papel importantísimo España.
5. Se revaloriza el latín al tiempo que se promueve el uso de las lenguas romances. Se
intenta llegar al máximo número de lectores y por otra, la cultura se va convirtiendo
en un coto cerrado para los entendidos, los humanistas.
6. Gran auge artístico y cultural. Es la época de científicos como Copérnico o Kepler, de
artistas como Rafael, Miguel Ángel, Fray Angélico, Piero della Francesca, Botticelli;
arquitectos como Brunelleschi o Bramante; músicos como Palestrina, Tomás Luis de
Victoria o escritores como Shakespeare, Marlowe, Rabelais, Ronsard, Montaigne, Sá de
Miranda, Camoëns, además de la impresionante nómina de escritores españoles
Literatura renacentista española. Siglo XVI.

2.LÍRICA RENACENTISTA.
La poesía que más popular continúan siendo la lírica tradicional y el romancero
transmitida en los Cancioneros que aúnan la poesía popular y la poesía culta. Se da una
importante influencia italiana de grandes autores como Petrarca, Dante y Boccaccio.
Al ser el Renacimiento un movimiento que le da de nuevo importancia a la cultura
clásica, se recogen de nuevo los mitos y los tópicos latinos más destacados: “carpe
diem” (aprovecha el momento), “collige, virgo, rosas” (recoge, doncella, las rosas) que
anima a las doncellas que disfruten de su juventud antes de “marchitarse”; beatus ille,
feliz aquel que decide irse a vivir al campo para vivir en calma y soledad.
Uno de los temas más utilizados es el amor que contribuye a hacer mejor a las
personas. El amor acerca a los hombres a la belleza absoluta, pura y reflejo de la
divinidad. También aparece el amor como fuente de frustración y dolor porque el
enamorado entiende que puede perder el amor o que le es imposible enamorar a su
dama. Esta doble visión del amor causa el uso de antítesis como fuego/hielo,
día/noche…El amor está relacionado con la descripción de la belleza de la mujer: es
una descripción que se realiza de arriba abajo (cabeza, rostro, cuello, brazos, manos…)
típicamente el cabello es rubio, los ojos azules y la piel clara (aquí podemos encontrar
comparaciones “el cabello como el oro” o metáforas “el cabello es oro”). El rostro
suele relacionarse con objetos de la naturaleza como flores o, en caso de que se quiera
aludir a la frialdad de la amada, con hielo o mármol.
Así como se ve a la mujer como “donna angellicata” (mujer que provoca en el hombre
deseo de superarse a sí mismo), se ve al hombre como “sapientia et fortitudo” referido
a la sabiduría y al valor que se les presupone.
La naturaleza, que no se trata en la Edad Media, se recupera en el Renacimiento como
lugar idealizado (locus amoenus) marco de encuentros amorosos.
A partir del reinado de Felipe II, se da también la temática religiosa mediante la lírica
mística y ascética.

Innovaciones formales:
La poesía renacentista es muy innovadora. En métrica el verso más utilizado es el
endecasílabo. También se utiliza mucho el heptasílabo. Se utilizan muchas estrofas,
especialmente el soneto (ABBA ABBA CDC DCD*). En cuanto a los géneros, también
hay mucha variedad: odas, epístolas, églogas, elegías…

2a. Poetas más destacados:


GARCILASO DE LA VEGA
Prototipo de hombre renacentista que mezcla “la espada con la pluma”. Su obra se
divide en tres etapas: una primera etapa relacionada con la poesía del cancionero; una
segunda etapa en la que se sumerge completamente en las ideas renacentistas y una
tercera etapa en la que encuentra su propio estilo. Su obra, aunque muy importante,
es escasa: una epístola (carta en forma de poema), una oda, dos elegías (poemas de
dolor por la muerte de alguien), tres églogas (protagonizadas por pastores “ideales” en
un ambiente campestre “ideal”), cinco canciones y treinta y ocho sonetos. Estas
composiciones cambiaron el rumbo de la poesía española ya que mezcla la tradición
lírica española con la innovación que llega de Italia.
Literatura renacentista española. Siglo XVI.

Su soneto más conocido es:

A Dafne ya los brazos le crecían,


y en luengos ramos vueltos se mostraba;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro escurecían.

De áspera corteza se cubrían


los tiernos miembros, que aún bullendo estaban:
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño,


a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado! ¡oh mal tamaño!


¡Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón porque lloraba!

En este soneto se pueden ver claramente los rasgos renacentistas de los que hemos hablado
anteriormente ¿puedes encontrarlos?

FRAY LUIS DE LEÓN

Su obra poética es bastante breve: menos de cuarenta poemas perteneciendo la mayoría al


género clásico de la oda (composición poética cuyo tono generalmente es de alabanza). Fue
encarcelado por la Inquisición en Valladolid debido a su crítica filológica a la Vulgata (versión
católica tradicional de la Biblia) y por su traducción al castellano del Cantar de los cantares.
Tras cuatro años en prisión, retomó su discurso en la cátedra de Teología con las famosas
palabras “Decíamos ayer…”. Su producción poética se divide en: poemas escritos antes de
entrar en prisión, poemas escritos en prisión y poemas escritos tras salir de prisión.

El tópico del Beatus ille es muy utilizado por Fray Luis de León: el deseo de la vida retirada y el
acercamiento al campo y la naturaleza. Le da a este tópico una visión cristiana en la que ve el
cielo como suprema liberación. Su estilo tiene tres influencias claras: la literatura clásica, la
religión y la poesía de Garcilaso, especialmente en el uso de la lira (7a 11B 7a 7b 11B). Como
rasgo personal, además del abundante uso de figuras retóricas, aparece el “tú poético” ya que
muchos de sus poemas están dedicados a una segunda persona. Aporta esta característica un
tono conversacional y exclamaciones e interrogaciones retóricas.

Esta es la primera estrofa de su conocida “Oda a la vida retirada”

 ¡Qué descansada vida                                           


la del que huye del mundanal ruïdo,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;  
Literatura renacentista española. Siglo XVI.

MUJERES POETAS

En el Renacimiento español se escuchan diversas voces femeninas de manera puntual y casi


exótica. Normalmente se trataba de mujeres que habían recibido formación académica debido
a su pertenencia a la nobleza o a una orden religiosa. De algunas de ellas solo conocemos
referencias de su obra ya que esta se ha perdido, como el caso de Lucía/Luisa de Medrano,
Luisa Carvajal de Mendoza o ISABEL DE VEGA quien nació hacia 1558. Se sabe poco de su vida,
pero se supone que su vida debió de transcurrir en la corte o entre los profesores de la
universidad de Alcalá, lo que explicaría su relación con las letras. Se han conservado de ella
catorce poemas, lo que constituye un corpus poético de cierta importancia, sobre todo, si se
compara con las composiciones de autoría femenina del periodo. Sus poemas están presentes
en dos cancioneros relevantes de la época, lo que da indicios de la importancia que tuvo en su
entorno. Este es uno de sus catorce poemas ¿sabrías decir qué estrofa utiliza?¿reconoces el
personaje histórico al que se refiere?

Divino ingenio, lengua casi muda


hermoso rostro, cuerpo desgraciado,
valor inestimable no estimado,
con mano larga y de poder desnuda.

Virtud resplandeciente sin ayuda,


rigor y ejecución bien empleado;
benigno, afable, nunca espirmentado,
palabra firme, fe que no se muda.

Alto estrado, grandeza, abatimiento,


prisión y libertad, poca salud
con ánimo constante y sufrimiento.

Pasó sin hacer daño a su virtud


el príncipe don Carlos desdichado,
a quien Fortuna rostro no ha mostrado.

2b. Lírica mística

La literatura mística refleja el sentir de los escritores místicos quienes aspiran a comunicarse
directamente con Dios y expresar esa experiencia en prosa o en verso. Su idea parte de que
Dios concede a algunas almas un don al fundirse con ellas y llenarlas de su amor.

Las figuras poéticas más representativas de la literatura mística en España son San Juan de la
Cruz y Santa Teresa de Jesús.
Literatura renacentista española. Siglo XVI.

SAN JUAN DE LA CRUZ

El objetivo de sus textos es más religioso que literario. Sus poemas se pueden dividir en dos
grupos: los de tipo tradicional (emplea el octosílabo y tiene como modelo los cancioneros,
villancicos o romances) y los de influencia italiana (utiliza el endecasílabo). Este último grupo
compone la cumbre de su poesía mística con sus tres poemas más destacados: Noche oscura
del alma, Cántico espiritual y Llama de amor viva. Noche oscura del alma trata en forma de
alegoría una situación amorosa humana en la que una amada (el alma) sale de noche a buscar
a su amado (Dios). Junto al poema, escribió un texto explicativo en prosa sobre el significado
del poema.

 En una noche oscura,


con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.

2. A oscuras y segura,
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

3. En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

4. Aquesta me guiaba
más cierto que la luz de mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

5. ¡Oh noche que guiaste!


¡oh noche amable más que el alborada!
¡oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!

6. En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

7. El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.
Literatura renacentista española. Siglo XVI.

8. Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

SANTA TERESA DE JESÚS

La evolución de su vida y su obra se puede seguir en sus textos de carácter autobiográfico. Fue
una monja fundadora de la orden de las Carmelitas descalzas. Tuvo una intensa y activa vida
religiosa fundando varios conventos, como el de Pastrana, propuesto por la Princesa de Éboli.
Entre sus obras destaca Camino de perfección

Vivo sin vivir en mí,


y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí,


después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí:
cuando el corazón le di
puso en él este letrero,
que muero porque no muero.

Esta divina prisión,


del amor en que yo vivo,
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!


¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué vida tan amarga


do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga:
Literatura renacentista española. Siglo XVI.

quíteme Dios esta carga,


más pesada que el acero,
que muero porque no muero.

Sólo con la confianza


vivo de que he de morir,
porque muriendo el vivir
me asegura mi esperanza;
muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte;


vida, no me seas molesta,
mira que sólo me resta,
para ganarte perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero
que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba,


que es la vida verdadera,
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva:
muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.

Vida, ¿qué puedo yo darle


a mi Dios que vive en mí,
si no es el perderte a ti,
para merecer ganarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.

3.NARRATIVA RENACENTISTA

La lengua castellana adquiere mayor estabilidad en la pronunciación (ya prácticamente igual


que la actual) y en la escritura y, además, amplía su vocabulario mediante los cultismos,
italianismos y americanismos procedentes del Nuevo Mundo. Comienza a utilizarse como
lengua de cultura al mismo nivel que el latín. Su ideal básico de estilo es la naturalidad.
Mientras que hasta el final de la Edad Media predominan los relatos extensos en verso, en el
Renacimiento se produce un auge de la narraciones en prosa que hoy llamamos novelas (no en
Literatura renacentista española. Siglo XVI.

el sentido actual del término). La narrativa renacentista se caracteriza por una enorme
variedad de géneros y temas. Además de continuar los relatos sentimentales y caballerescos,
surgen nuevos subgéneros narrativos:

 Novela bizantina: relatos de amor y aventuras. Relatan un viaje en el que los


impedimentos son constantes (ataques de piratas, tormentas, cautiverios…),
impedimentos que los protagonistas (dos enamorados) deben superar hasta que,
finalmente, se reencuentran felizmente.
 Novela picaresca: iniciada por el Lazarillo de Tormes en 1554. Narra de forma
autobiográfica y tono realista las andanzas de un muchacho de baja clase social que
lucha por subsistir al servicio de distintos amos.
 Novela pastoril: vida utópica de pastores en una naturaleza idílica. Los personajes
viajan en busca de su felicidad y durante el viaje conocen problemas amorosos de los
personajes que van conociendo
 Relato morisco: narración de caballerías situada en el marco realista de la Reconquista
española.

LA VIDA DEL LAZARILLO DE TORMES es una novela realista que surge en medio del
momento de éxito de novelas que ofrecían una visión idealizada de la realidad como los libros
de caballerías y los libros de pastores. La novela surgió en un ambiente de gran crisis
económica y social que provoca un éxodo masivo a las ciudades, donde proliferan la
mendicidad y el pillaje. Por otra parte, influye también en esta novela la creciente
discriminación por cuestiones de “limpieza de sangre” que sufren los “cristianos nuevos”.
Finalmente, la apertura ideológica iniciada por Carlos I y la aparición de las ideas erasmistas
critican el carácter inverosímil de algunas novelas, especialmente los libros de caballerías, de
los que el pícaro es una contrafigura.
El libro relata en primera persona la historia de Lázaro, un personaje de origen humilde,
nacido a orillas del río Tormes, que aprende a sobrevivir gracias a su ingenio y consigue
asentarse como pregonero en Toledo logrando así un hipotético ascenso social.
Se compone de un prólogo y siete tratados de extensión variable. Por el prólogo
sabemos que la narración es formalmente una carta dirigida a un personaje desconocido, al
que apela con el tratamiento de “Vuesa merced”, en la que el protagonista trata de justificar
su “caso”, una situación de deshonor desconocida hasta el final de la obra.
Los tres primeros tratados, más extensos y elaborados, describen las andanzas de un
Lázaro-niño; el tema de cohesión es el hambre y la astucia del personaje para sobrevivir.
A partir del tratado IV, Lázaro va creciendo y mejora su situación hasta llegar a lo que él
llama la cumbre de la buena fortuna.
En el tratado VII se nos presenta como un hombre maduro, casado y que desempeña un oficio
respetable: pregonero. Es original la trabazón de estos siete capítulos, que impide toda
modificación, ya que en ellos se aprecia una evolución psicológica de Lázaro.
Los amos más destacados del protagonista son: el ciego (astuto y avaricioso enseña a Lázaro a
desconfiar de todo. Lázaro lo abandona cansado de pasar hambre y ser golpeado); el clérigo de
Maqueda (apenas da de comer a Lázaro que consigue robar parte de su comida al clérigo, por
lo que es despedido); el escudero (pobre, obsesionado por las apariencias. Pasa tanta hambre
como Lázaro). Otros amos no tan destacados son: el fraile de la Merced o el buldero.
Literatura renacentista española. Siglo XVI.

Utiliza una prosa sencilla, con diálogos ágiles y un vocabulario en el que destacan las
expresiones coloquiales, como corresponde a la condición social del personaje. Hay que
resaltar también la presencia constante de la ironía, que se manifiesta con dobles sentidos,
juegos de palabras y comentarios humorísticos.
El Lazarillo de Tormes está considerada la primera novela moderna e inaugura el género de
novela pastoril que tiene las siguientes características: autobiografía ficticia; niño que trabaja
al servicio de varios amos; carácter picaresco del protagonista; el protagonista tiene afán de
medrar (mejorar en la escala social); explicación de un estado final de deshonor a partir del
pasado del protagonista.

En este tiempo vino a posar al mesón un ciego, el cual, pareciéndole que yo sería para adestralle, me
pidió a mi madre, y ella me encomendó a él, diciéndole cómo era hijo de un buen hombre, el cual, por
ensalzar la fe, había muerto en la de los Gelves, y que ella confiaba en Dios no saldría peor hombre que
mi padre, y que le rogaba me tratase bien y mirase por mí, pues era huérfano. Él respondió que así lo
haría y que me recibía, no por mozo, sino por hijo. Y así le comencé a servir y adestrar a mi nuevo y viejo
amo.

Como estuvimos en Salamanca algunos días, pareciéndole a mi amo que no era la ganancia a su
contento, determinó irse de allí; y cuando nos hubimos de partir, yo fui a ver a mi madre, y, ambos
llorando, me dio su bendición y dijo:

— Hijo, ya sé que no te veré más. Procura de ser bueno, y Dios te guíe. Criado te he y con buen amo
te he puesto; válete por ti.

Y así me fui para mi amo, que esperándome estaba.

Salimos de Salamanca, y, llegando a la puente, está a la entrada de ella un animal de piedra, que casi
tiene forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal, y, allí puesto, me dijo:

— Lázaro, llega el oído a este toro y oirás gran ruido dentro de él.

Yo simplemente llegué, creyendo ser así. Y como sintió que tenía la cabeza par de la piedra, afirmó
recio la mano y diome una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor
de la cornada, y díjome

— Necio, aprende, que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo.

Y rió mucho la burla.

Parecióme que en aquel instante desperté de la simpleza en que, como niño, dormido estaba. Dije
entre mí: «Verdad dice éste, que me cumple avivar el ojo y avisar, pues solo soy, y pensar cómo me sepa
valer.»

4. TEATRO RENACENTISTA
Por un lado continúa la corriente religiosa medieval, por otro lado, comienza a surgir un nuevo
drama profano inspirado a menudo en las compañías italianas que recorrían España y en las
obras clásicas, propias del ambiente universitario. El dramaturgo fundamental es Lope de
Rueda: dramaturgo, director y actor. Su principal aportación fueron los pasos, breves escenas
cómicas que se intercalan en obras más largas.
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5.MIGUEL DE CERVANTES
Nació en 1547, mediados del siglo XVI. Su biografía es digna de una novela de aventuras: tras
vivir en varios lugares por la profesión de su padre (cirujano); luchó en la batalla de Lepanto
quedándose manco (de ahí el sobrenombre “el manco de Lepanto”); fue apresado por los
piratas intentando escapar en varias ocasiones sin éxito estando cautivo durante cinco años en
Argel; consiguió volver porque su madre y sus hermanas consiguieron pagar el rescate; al
regresar, sus hermanas fueron acusadas de asesinato; él trabajó como recaudador de
impuestos siendo encarcelado en Sevilla por sospechas a partir de la pérdida de parte de este
dinero (en la cárcel comenzó a escribir su famoso Don Quijote de la Mancha). Tras vivir en
Valladolid, se fue a Madrid donde residió hasta su muerte.
Aunque es mundialmente conocido por su obra narrativa, Cervantes deseaba ser reconocido
como dramaturgo. Surgió un dramaturgo, Lope de Vega, que introdujo técnicas teatrales que
tuvieron mucho éxito, pero que Cervantes no utilizaba. De su obra teatral destacan sus
entremeses (piezas divertidas de un solo acto que se representan en los entreactos de una
obra más larga). A partir de los pasos de Lope de Rueda, Cervantes aporta más profundidad
psicológica a los personajes dándole mucha importancia al personaje del bobo. Entre sus
entremeses destaca El retablo de las maravillas.
Como hemos comentado, es en la narrativa donde Cervantes brilla. Su primera novela
publicada es una novela pastoril llamada La Galatea, novela pastoril (por lo tanto,
protagonizada por pastores con temática amorosa). Novelas ejemplares consiste en doce
relatos cortos publicados en 1613 (ya en el siglo XVII, considerado Barroco). El adjetivo
“ejemplares” acerca esta obra a los “exempla” medievales en los que se trata de extraer una
lección o moraleja, aunque no todas las novelas incluyen la ejemplaridad moral. Algunos de los
títulos más conocidos de esta obra son “Rinconete y cortadillo”, “La gitanilla” o “La española
inglesa”.
Su última obra es Persiles y Sigismunda publicada póstumamente en 1617. Es una novela
bizantina (enamorados viven una serie de aventuras). Cervantes procura que los hechos
narrados sean verosímiles.
Su obra más destaca es, como ya sabemos, El Quijote. Consta de dos partes: la primera se
publicó en 1605 y la segunda en 1615, poco después de que otro autor (Avellaneda) publicara
una falsa segunda parte intentando aprovechar la fama adquirida por la primera parte de la
obra. En las dos, tras unos capítulos introductorios al protagonista le suceden una serie de
aventuras. Hacia la mitad de ambas partes, el protagonista cesa su deambular (en la venta en
la primera parte y en la casa de los duques en la segunda) en donde suceden hechos muy
diversos. El final de las dos partes también es similar: el protagonista, desengañado y
derrotado, vuelve a casa.
Los personajes centrales de la novela son don Quijote y Sancho Panza. Don Quijote: es un
modesto hidalgo de un pueblo manchego, Alonso Quijano, que, loco debido a la lectura de
libros de caballerías, decide convertirse él mismo en caballero andante. Su extraña y
anacrónica figura en la España de comienzos del XVII hace de él un personaje
fundamentalmente cómico. Sin embargo, el diseño de su figura es muy complejo: fuera de su
peculiar locura caballeresca, muestra buen juicio y expone atinadas opiniones sobre muy
diversos asuntos, incluidos los literarios. Rasgo esencial de su carácter es la pertinaz defensa
de sus ideas, incluidas las que proceden de su extraña locura, lo que hace que,
constantemente, sea vapuleado por la realidad.
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Sancho Panza: es el escudero que en los libros de caballerías acompañaba al protagonista. En


su elaboración Cervantes sintetiza, además, muchas características de tipos folclóricos y
literarios como el loco, el simple, el bufón, el rústico, el bobo, el enano, el gracioso, el pícaro o
el criado. Pero Sancho es un personaje más complejo, porque a partir de este modelo literario,
crece y sobrepasa su original función cómica, al encarnarse en su figura la sátira de los libros
de caballerías.
Características de los dos sería la transferencia de los rasgos del uno al otro. Por ello, se
ha hablado de la “quijotización” de Sancho y de la “sanchificación” de don Quijote. No
obstante, ambos mantienen durante toda la obra sus rasgos básicos iniciales. Además, todos
los personajes se ven, en buena medida, influidos por los rasgos de los demás: la locura de don
Quijote contagia a los duques, que se comportan de modo insensato, o a Sansón Carrasco,
bachiller del pueblo de Alonso Quijano, que también se disfraza de caballero andante; las
ilusiones de Sancho se desplazan a su mujer, Teresa, etcétera.
Al inicio de la obra encontramos las directrices espacio-temporales en que se desarrolla
la historia.
El espacio es muy variado, pues las diversas aventuras hacen que los personajes se
vayan moviendo de un sitio a otro. Ya en la primera línea se indica el lugar geográfico concreto,
La Mancha. Aparecen también sus alrededores, concretamente el Campo de Montiel (entre
Ciudad Real y Albacete), así como Sierra Morena, Cataluña…
Los personajes frecuentan espacios realistas: caminos, ventas y pueblos, aunque
algunos, como la cueva de Montesinos, puede tener un valor simbólico: esta cueva supone un
cambio en el personaje, que parece haber perdido la confianza en sí mismo.
En cuanto al tiempo, es contemporáneo al autor y presenta un retrato de la vida cotidiana de
la época. En la obra el tiempo es lineal, incluso en las diversas aventuras que acontecen: los
saltos temporales derivan de historias interrumpidas que luego se continúan. Por su parte, don
Quijote sí vive fuera de su tiempo, pues se imagina en la época de los caballeros andantes. Los
anacronismos derivados del choque entre los dos mundos, real y ficticio, serán una de las
bases de la parodia.
En cuanto al narrador, la obra se caracteriza por la polifonía, es decir, la existencia de
distintas voces narrativas:
 El narrador principal: Cervantes, convertido en personaje, encuentra y «traduce» la
historia, parodiando así un recurso habitual en estas obras. Esta intromisión en la
ficción como narrador-editor, que pone en manos de los lectores la obra, le permitirá
hacer los comentarios que considere oportunos, pues la conoce de antemano. El
autor dice haber leído la historia (interrumpida en el capítulo VIII) en los Anales de la
Mancha; después, la fortuna le hace encontrar el resto den un manuscrito arábigo,
que ha de traducir.
 Segundo narrador: un autor ficticio presentado como verdadero, Cide Hamete
Benengeli, al que presenta en el capítulo IX, como primer autor, para lo cual además
necesita un traductor morisco. Contribuye así al juego dialéctico entre historia y
poesía (verdad/verosimilitud) propio de la época, llevado al extremo, pues hace
incluso que sus personajes conozcan la primera parte de la obra, ya publicada.
 Narradores-personajes: de las diferentes historias o aventuras intercaladas: el
cabrero que cuenta la historia de Marcela, el relato autobiográfico de Dorotea, el
episodio del Cautivo, el de Cardenio…, que cumplen la función de contribuir a la fama
de don Quijote, pues todos ellos saben que su narración aparecerá en la obra.
Literatura renacentista española. Siglo XVI.

El propósito explícito del Quijote es, sin duda, la parodia burlesca de los libros de
caballerías. De hecho, fue leído como un libro exclusivamente cómico durante los siglos XVII y
XVIII. Sin embargo, desde el Romanticismo hasta hoy los lectores de la novela ven en ella una
defensa del ideal  el ansia de libertad, el valor, la fe, la justicia, el amor absoluto hacia una
amada inventada (Dulcinea), etc. en un mundo en que los grandes ideales han perdido su
sentido.
El argumento es el siguiente:
Alonso Quijano, un viejo hidalgo rural, se vuelve loco por la lectura excesiva de libros de
caballerías. La locura le determina a buscar aventuras y a defender la justicia, la libertad y el
amor como si de un caballero andante se tratara.
Para convertirse en caballero andante supera varias fases, entre ellas, buscar
un nombre adecuado a su nueva personalidad (Don Quijote de la Mancha), vestirse con una
antigua y oxidada armadura, el casco y los guantes que ha encontrado en el desván de la casa.
Montar en el viejo y delgado caballo (que llamará Rocinante) e iniciar el viaje por los caminos
de la España del siglo XVII, una sociedad en crisis que empieza a olvidar las antiguas historias
de los caballeros andantes (el género había caído ya en la repetición y el agotamiento de sus
recursos narrativos y estéticos). La invención de un amor platónico será otro requisito esencial
para convertirse en caballero; Don Quijote inventa al personaje de Dulcinea del Toboso basado
en una aldeana llamada Aldonza Lorenzo. Desde ese momento, todas sus acciones irán
dirigidas a glorificar el nombre de su hermosa y amada  Dulcinea...(que realmente ni es
hermosa ni enamorada)
La primera salida la realiza en solitario. Es en esta salida donde es “armado caballero” en una
venta por un ventero que le cree loco. Intentando hacer el bien, ayuda a un joven que está
siendo apaleado por su amo (en perjuicio del joven) y se enfrenta a un grupo de comerciantes
porque quiere que acepten que Dulcinea es la más bella sin conocerla. Uno de los
comerciantes le pega una paliza y es encontrado por un vecino que le devuelve a su casa. En su
segunda salida, Don Quijote busca un escudero como es preceptivo en un caballero andante.
Lo encontrará en Sancho Panza, uno de los campesinos que trabajan sus tierras. Sancho,
analfabeto, buen conocedor de la sabiduría popular y de los usos y costumbres de su entorno,
se une a Don Quijote bajo la promesa de conseguir riquezas gracias a las victorias de su amo
(en especial, la promesa de lograr y de concederle el gobierno de la ínsula Barataria). El diálogo
entre Quijote y Sancho será la base fundamental de la caracterización de ambos personajes y
uno de los atractivos de la obra.
En esta primera parte, Don Quijote confunde la realidad con su imaginación: lucha contra unos
molinos de viento que cree que son gigantes, ataca a una comitiva pensando que llevan
raptada a una dama, embiste a un rebaño de ovejas imaginando que son un ejército de
caballeros malvados, etc. En casi todas sus peripecias sufre la derrota, recibe golpes y es
tratado con crueldad por las personas con las que se encuentra. En una de sus aventuras
aparece el personaje de Maritornes, una desaliñada prostituta a quien cree enamorada de él.
Finalmente, amigos y familiares de Alonso Quijano (el cura, el barbero y el bachiller Sansón
Carrasco) consiguen que vuelva a casa mediante un engaño (le convencen de que está
encantado).
En la segunda parte, don Quijote y Sancho son conocidos por el éxito que ha tenido la primera
parte de la obra. Don Quijote le propone a Sancho volver a salir y Sancho se obsesiona con la
idea de ser gobernador de la ínsula. Así, se da la tercera salida. Se dirigen al Toboso para visitar
a Dulcinea. Sancho le hace creer que Dulcinea ha sido encantada y convertida en una aldeana.
El bachiller Sansón Carrasco sale en su busca disfrazado del Caballero de los Espejos quien le
propone un duelo a Quijote diciéndole que, si le ganaba, tendría que volver a su casa. Don
Quijote gana al Caballero de los Espejos (Sansón Carrasco) que debe retirarse mientras Quijote
continúa su camino. Vive diversas peripecias, como el encuentro con unos leones; con el
Literatura renacentista española. Siglo XVI.

caballero del Verde Gabán; con un titiritero al que destroza sus títeres hasta ser invitados en
un castillo donde viven unos nobles que se burlan de los protagonistas (entre las burlas, hacen
creer a Sancho que es realmente gobernador de la ínsula). Finalmente se dirigen a Barcelona
donde le vence el Caballero de la Blanca Luna (de nuevo, Sansón Carrasco) donde debe volver
a su pueblo y no volver a salir como caballero durante un año. Al regresar, don Quijote
enferma, abandona su locura, abomina los libros de caballerías y muere de pena.

Para terminar el tema, me gustaría que leyeras con atención este fragmento:

«Hízome el cielo, según vosotros decís, hermosa, y de tal manera que, sin ser poderosos a otra
cosa, a que me améis os mueve mi hermosura; y, por el amor que me mostráis, decís, y aun
queréis, que esté yo obligada a amaros. Yo conozco, con el natural entendimiento que Dios me
ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que, por razón de ser amado, esté
obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama. Y más, que podría acontecer
que el amador de lo hermoso fuese feo, y, siendo lo feo digno de ser aborrecido, cae muy mal
el decir “Quiérote por hermosa; hasme de amar aunque sea feo”. Pero, puesto caso que
corran igualmente las hermosuras, no por eso han de correr iguales los deseos, que no todas
hermosuras enamoran; que algunas alegran la vista y no rinden la voluntad; que si todas las
bellezas enamorasen y rindiesen, sería un andar las voluntades confusas y descaminadas, sin
saber en cuál habían de parar; porque, siendo infinitos los sujetos hermosos, infinitos habían
de ser los deseos. Y, según yo he oído decir, el verdadero amor no se divide, y ha de ser
voluntario, y no forzoso. Siendo esto así, como yo creo que lo es, ¿por qué queréis que rinda
mi voluntad por fuerza, obligada no más de que decís que me queréis bien? Si no, decidme: si
como el cielo me hizo hermosa me hiciera fea, ¿fuera justo que me quejara de vosotros
porque no me amábades? Cuanto más, que habéis de considerar que yo no escogí la
hermosura que tengo; que, tal cual es, el cielo me la dio de gracia, sin yo pedilla ni escogella. Y,
así como la víbora no merece ser culpada por la ponzoña que tiene, puesto que con ella mata,
por habérsela dado naturaleza, tampoco yo merezco ser reprehendida por ser hermosa; que la
hermosura en la mujer honesta es como el fuego apartado o como la espada aguda, que ni él
quema ni ella corta a quien a ellos no se acerca. La honra y las virtudes son adornos del alma,
sin las cuales el cuerpo, aunque lo sea, no debe de parecer hermoso. Pues si la honestidad es
una de las virtudes que al cuerpo y al alma más adornan y hermosean, ¿por qué la ha de
perder la que es amada por hermosa, por corresponder a la intención de aquel que, por sólo
su gusto, con todas sus fuerzas e industrias procura que la pierda?»

«Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos. Los árboles destas
montañas son mi compañía, las claras aguas destos arroyos mis espejos; con los árboles y con
las aguas comunico mis pensamientos y hermosura. Fuego soy apartado y espada puesta lejos.
A los que he enamorado con la vista he desengañado con las palabras. Y si los deseos se
sustentan con esperanzas, no habiendo yo dado alguna a Grisóstomo ni a otro alguno, el fin de
ninguno dellos bien se puede decir que antes le mató su porfía que mi crueldad. Y si se me
hace cargo que eran honestos sus pensamientos, y que por esto estaba obligada a
corresponder a ellos, digo que, cuando en ese mismo lugar donde ahora se cava su sepultura
me descubrió la bondad de su intención, le dije yo que la mía era vivir en perpetua soledad, y
de que sola la tierra gozase el fruto de mi recogimiento y los despojos de mi hermosura; y si él,
con todo este desengaño, quiso porfiar contra la esperanza y navegar contra el viento, ¿qué
mucho que se anegase en la mitad del golfo de su desatino? Si yo le entretuviera, fuera falsa; si
le contentara, hiciera contra mi mejor intención y prosupuesto. Porfió desengañado,
desesperó sin ser aborrecido: ¡mirad ahora si será razón que de su pena se me dé a mí la
culpa! Quéjese el engañado, desespérese aquel a quien le faltaron las prometidas esperanzas,
Literatura renacentista española. Siglo XVI.

confíese el que yo llamare, ufánese el que yo admitiere; pero no me llame cruel ni homicida
aquel a quien yo no prometo, engaño, llamo ni admito».

«El cielo aún hasta ahora no ha querido que yo ame por destino, y el pensar que tengo de
amar por elección es escusado. Este general desengaño sirva a cada uno de los que me
solicitan de su particular provecho; y entiéndase, de aquí adelante, que si alguno por mí
muriere, no muere de celoso ni desdichado, porque quien a nadie quiere, a ninguno debe dar
celos; que los desengaños no se han de tomar en cuenta de desdenes. El que me llama fiera y
basilisco, déjeme como cosa perjudicial y mala; el que me llama ingrata, no me sirva; el que
desconocida, no me conozca; quien cruel, no me siga; que esta fiera, este basilisco, esta
ingrata, esta cruel y esta desconocida ni los buscará, servirá, conocerá ni seguirá en ninguna
manera. Que si a Grisóstomo mató su impaciencia y arrojado deseo, ¿por qué se ha de culpar
mi honesto proceder y recato? Si yo conservo mi limpieza con la compañía de los árboles, ¿por
qué ha de querer que la pierda el que quiere que la tenga con los hombres? Yo, como sabéis,
tengo riquezas propias y no codicio las ajenas; tengo libre condición y no gusto de sujetarme:
ni quiero ni aborrezco a nadie. No engaño a éste ni solicito aquél, ni burlo con uno ni me
entretengo con el otro. La conversación honesta de las zagalas destas aldeas y el cuidado de
mis cabras me entretiene. Tienen mis deseos por término estas montañas, y si de aquí salen,
es a contemplar la hermosura del cielo, pasos con que camina el alma a su morada primera.»

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