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VIOLENCIA Y BIENESTAR

Violencia de pareja, bienestar psicológico y efectividad personal en el

contexto COVID-19

Andy P. Garcia

Escuela de posgrado, Universidad César Vallejo

Notas del autor:

Profesional con código ORCID 0000-0002-5106-8262, licenciado en psicología por

la universidad Cesar Vallejo, maestro en intervención psicológica y especialista en

diversidad e inclusión educativa de estudiantes con discapacidad, doctorando en

psicología y cursando la especialidad en psicología clínica y de la salud, he

laborado en instituciones públicas y privadas en el sector salud y educación, para

mayor contacto escriba al correo ps.andygarcia@gmail.com o llame al celular

960615313.
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VIOLENCIA Y BIENESTAR

Resumen

En el presente trabajo de revisión se plantea estudiar una de las problemáticas

sociales con mayor incidencia en el mundo por su prevalencia y permanencia en la

sociedad y la cultura que no diferencia estrato social, que se ha acentuado con

énfasis dado la coyuntura actual por la COVID-19, que ha generado en las

personas el distanciamientos y aislamiento social obligatorio, reflejando así los

frágiles sistemas políticos y económicos de los países para afrontar una crisis y las

consecuencias sobre ella. Por otra parte, la violencia de pareja arroja cifran

endémicas según los informes internacionales, siendo los factores determinantes

la falta de acceso a la educación, la pobreza, la cultura y que a su vez generan

malestar percibido en la persona y sus características individuales, convirtiéndose

así en un problema de salud pública. Valorando los componentes teóricos

relacionados al Bienestar psicológico que favorece la salud del individuo

permitiéndole la evaluación y satisfacción con las áreas principales de la vida,

manteniendo una calidad de vida con experiencia sobre la felicidad, los individuos

se sienten plenos y seguros.

Palabras claves: bienestar psicológico, violencia de pareja.


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Violencia de pareja y bienestar psicológico en el contexto COVID-19

La violencia es uno de los problemas que tienen continuidad en el mundo

entero, no distingue religión, raza, condición económica y social. Conlleva a la

crisis mundial como una pandemia de salud, el derecho a ser libre y disfrutar de la

felicidad quedan limitados por constantes abusos que pueden ser tipo físico,

psicológico y sexual, en el mundo existen y se elaboran cada año manuales, guías

de trabajo para combatir y mitigar los efectos de la misma. Cada año se reportar

entre cientos y miles de casos de violencia física, psicológica y sexual un

porcentaje alto termina en feminicidio, esto es una realidad latente y duradera que

como sociedad se ha venido normalizando y generando indiferencia.

Según la (OMS) (2019) el maltrato lo sufre una de cada tres mujeres, se

estima que la mayor parte presentan dependencia emocional, padeciendo

susceptibilidad a establecer relaciones desequilibradas.

Las formas de la violencia de pareja pueden ser variadas y peligrosamente

encubiertas, estas se confluyen y se mezclan, convirtiéndose en un ciclo

interpersonal y hasta en una manera de relación, la única que conocen muchas de

las personas que viven estas situaciones; sus formas abarcan desde una sutil

descalificación hasta el extremo daño físico.

Según la (OMS) (2021) los confinamientos durante la pandemia de COVID-

19 y sus repercusiones sociales y económicas han aumentado la exposición de las

mujeres a parejas con comportamientos abusivos y a factores de riesgo

conocidos, al tiempo que han limitado su acceso a diferentes servicios. Las


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situaciones de crisis humanitarias y desplazamientos pueden agravar la violencia,

como la violencia de pareja y la violencia sexual por terceros, y dar lugar a nuevas

formas de violencia contra las mujeres.

Tinoboras (2021) el afrontamiento negativo es un indicador que da cuenta

de los recursos psicosociales de que se dispone para hacer frente a las

situaciones problemáticas, específicamente, el afrontamiento negativo identifica

aquellas estrategias que asumen formas evitativas o de negación del problema.

Bien, los resultados muestran que este es el único indicador que muestra brechas

significativas no sólo en la población de mujeres víctimas de violencias verbales o

amenazas, sino también en las que sufren violencias físicas.

Estudios sobre la violencia y las relaciones de pareja

Buesa y calvete (2013) en su investigación evidenciaron que la violencia

ejercida en las mujeres se asocia significativamente con la aparición de síntomas

depresivos y de estrés postraumático.

Mohamed y Herrera (2014) quienes en su investigación afirmaron el origen

cultural y la educación recibida en el seno familiar son factores decisivos en la

elección de la pareja.

Molina (2015) en su investigación afirmó que la edad es una variable que

considerar para la vulnerabilidad en el daño psicológico, teniendo en cuenta que

en el contexto de la relación estable es más frecuente observar la violencia de

genero.
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Aiquipa (2015) en su investigación existe una relación estadística entre la

variable dependencia emocional y la violencia de pareja denotando que las

mujeres experimentan altos niveles de miedo a que su relación termine por lo que

adoptan conductas de tolerancia y sumisión, priorizando a la pareja sobre otras

demandas frente a sus propias necesidades quedando relegadas a un segundo

plano.

Albites (2018) afirmó en su investigación que las mujeres maltratadas

presentan puntuaciones elevadas en factores de frustración, necesidad de

aprobación, sentimientos de culpa, evasión, ideas de infortunio, con respecto al rol

social del hombre y su comportamiento.

Lora (2021) La crisis de la COVID-19 ha exacerbado esta situación al punto

que, durante la cuarentena, se han cometido 21 feminicidios y 14 tentativas de

feminicidio14, se han recibido 39,226 llamadas a la Línea 100 por violencia

familiar15, de las cuales el 77% eran llamadas de una mujer, el 63% de una

persona adulta mayor y el 20% era un niño, niña o adolescente.

Una primera aproximación a la problemática es que, como consecuencia de

las tensiones derivadas del aislamiento social y el confinamiento, las mujeres

están conviviendo en desventaja con una pareja abusiva y, como consecuencia de

la fractura en la cadena de provisión de servicios de protección policial y apoyo

social, no encuentran amparo en las autoridades debido a la prioridad concedida a

la atención de la crisis sanitaria (Lora, 2021).

La violencia como problema de orden público


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Guido (2002) el fenómeno de la violencia de pareja es de tipo

multidimensional y de tan altos alcances que ha llegado a ser catalogado como un

problema de salud pública. En tanto la visibilidad del fenómeno es reducido ya que

es necesario por lo regular que la agresión sea muy significativa, la amenaza

percibida muy alta o las implicaciones muy serias para que las victimas se atrevan

a denunciar, por lo que las cifras disponibles no representan la verdadera

dimensión del problema.

Otro aspecto importante donde los casos sólo involucran lesiones o

amenazas consideradas menores, nunca llegan a ser denunciadas o no se les

presta la debida atención, conllevando a la víctima a un proceso de tipo legal que

muchas veces no están dispuestas enfrentar, acrecentando la ausencia de la

denuncia, por el contrario, los sistemas legales y penitenciarios escasamente

siguen un proceso hasta su término.

Butchart et al. (2011) quienes afirmaron que la violencia de pareja es un tipo

de violencia interpersonal que se conceptualiza como todo comportamiento

infringido en el núcleo de una relación íntima y/o de pareja termina causando

daño: (1) Físico, se define como la acción golpear con los puños y otras partes del

cuerpo u objetos, bofetones, empujones, patadas estrangulamiento, etc. (2)

Psíquico, hace referencia a la humillación, denigración e intimidación constante a

través de gritos, insultos e indiferencia, además del aislamiento de familiares y

amigos, restringir sus movimientos y acceso al apoyo social o asistencia. (3)

Sexual, abarca el coito forzado, coacción sexual y feminicidio.


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Según la (OMS) (2013) los factores de riego prevalentes en la violencia

pareja se describen desde el enfoque ecológico, define a la violencia como el

resultado de factores que se relaciona con cuatro niveles siendo: (a) Factores

individuales tales como la edad, el grado de instrucción, violencia en la niñez,

conductas de consumo, trastornos de personalidad, aceptación de la violencia. (a)

Factores relacionales tales como conflicto o insatisfacción con la pareja, dominio

del varón, dificultades económicas, varones con múltiples parejas, disparidad en

los logros personales. (c) Factores comunitarios y sociales tales como normas de

género dispares, pobreza, baja posición económica y social de mujer, leyes

débiles en casos de violencia, aceptación social de la violencia, conflictos

armados.

Según la (OPS) (2020) la violencia contra la mujer sigue siendo una gran

amenaza para la salud pública mundial en el contexto de COVID-19, las cifras han

aumentado siendo las mujeres mayores, con discapacidad, refugiadas y

desplazadas más vulnerables en todo el mundo, teniendo un efecto importante en

la salud física, mental, sexual y reproductiva que incluyen las infecciones de

transmisión sexual por embarazos no planificados. A medida que se implantan las

medidas de distanciamiento y se pide a las personas que se queden en casa, es

probable que el riesgo de violencia de pareja aumente, por el estrés, la pérdida de

contacto con amigos, familiares y el acercamiento con el agresor.

La dimensión bienestar psicológico


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La investigación en psicología positiva sobre el término bienestar sugiere la

existencia de dos tradiciones conceptuales: (a) la hedónica que hace referencia al

bienestar subjetivo. (b) eudamónica que hace referencia al bienestar psicológico.

Según Ryan y Deci (2006) quienes afirmaron que el desarrollo de las capacidades

y así mismo el crecimiento personal, son los principales indicadores del

funcionamiento positivo.

Se identifican seis áreas esenciales en estudio del bienestar psicológico: (a)

el desarrollo humano y sus cambios en el curso de la vida, (b) la personalidad y

sus características, (c) la vida cotidiana y la relación con las experiencias, (d) el

trabajo y las actividades comunitarias, (e) los factores de riesgo y la salud, (f) los

aspectos clínicos en la intervención.

Ryff (1989) Introduce un modelo multidimensional en un continuo positivo

frente a lo negativo en la evaluación de la percepción del individuo: (a) la de

autoaceptación hace referencia a la valoración positiva del presente y el pasado

del cada individuo, (b) la autonomía, se relaciona con la autodeterminación y la

independencia de cada persona, (c) el crecimiento personal, se relaciona con el

crecimiento y desarrollo personal de cada individuo, (d) el bienestar psicológico, se

sustenta el propósito y significado de la vida de cada persona y sus creencias, (e)

las relaciones positivas con los demás se relaciona con poseer y/o desarrollar

relaciones interpersonales duraderas y adecuados con otras personas, (f) el

dominio del entorno se sustenta en la capacidad de manejar los diferentes

contextos de la vida donde de la persona y a manejar con éxito las oportunidades

que le ofrece cada situación.


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Fierro (2000) establece una asociación del bienestar psicológico (bien-

estar) y potencial (bien – ser), que se sustenta en el criterio de cuidar de uno

mismo y su estado de salud mental, así la persona es responsable de sus propias

experiencias en tanto genere vivencias positivas de una vida feliz siendo

consciente de su importancia.

González (2005) concluye que el funcionamiento psíquico óptimo guarda

relación con el estado mental y emocional determinado el bienestar psicológico, en

relación con el paradigma personal, el modo como nos adecuamos a las

exigencias internas y externas del mundo físico y social. Así como sus creencias

que orientan la acción y el significado de las experiencias previas.

Ballesteros et al. (2006) se concibe al bienestar psicológico como sinónimo

de los constructos que hacen referencia a los términos de salud mental,

resiliencia, autoconcepto, felicidad, calidad de vida, funcionamiento positivo, locus

de control interno, motivación entre otros.

Tinoboras (2021) el nivel malestar psicológico se relaciona con la presencia

de síntomas ansiosos o depresivos, las muestran sugieren, es el doble en las

mujeres que padecen violencias (en relación con el nivel que presentan las que no

declaran padecerlas). El déficit en la percepción de felicidad, es decir sentirse

poco o nada feliz, y la percepción de encontrarse viviendo con una mala calidad

de vida, también duplica al de las mujeres que no declaran violencias. Además, si

se analiza el déficit en la percepción de satisfacción con la vida (sentirse poco o

nada satisfecha con la vida) las brechas se profundizan, es decir que la


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percepción de insatisfacción en las mujeres que sufren violencias triplica al de las

que no declaran este padecimiento.

La dimensión efectividad personal

Según Covey (1996) la efectividad personal se sustenta en el cambio de

paradigma centrado el en desarrollo de ocho hábitos, que son el resultante de la

interacción entre el conocimiento, la capacidad y la motivación. Las personas

viven sujetas a demandas del entorno que están determinados por paradigmas

muchos de estos inadecuadas ejecutando conductas basados en principios de

vida que en general son errados, entonces la apertura a cambiar dichos

paradigmas trasforma la visión de las personas en cuanto a su vida propia

logrando un cambio de actitud y conducta.

Para lograr la estabilidad necesaria fijada a la propia planificación es

necesaria una visión integrativa, holística de sí mismas, reside en el equilibrio de

los resultados deseados entre la aptitud y el medio como se consiguen dichos

resultados. La madurez se adquiere a través de un proceso físico, psicológico y

emocional, como seres humanos requerimos de vivir experiencias adaptativas que

son básicas en el proceso de nuestro desarrollo.

El proceso de desarrollo personal trascurre en tres etapas: Iniciamos con la

dependencia hacia otras personas que sin desarrollo personal se quedan

estancados, dando paso los tres primeros hábitos que van de la dependencia

hacia el logro de la independencia: (1) sea proactivo, (2) inicie con un fin en
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mente, (3) establece primero lo primero, logrando así tomar la responsabilidad de

nuestras acciones y surge la victoria privada.

Luego transcurre un proceso de adaptación de la independencia a la

interdependencia con este consenso se desarrolla la conciencia que, aunque

seamos autosuficientes, necesitamos del entorno y las personas para la

consecución de los objetivos y surge como necesidad el trabajar con los demás

para lograr resultados óptimos, esto se consigue con el desarrollo de los tres

siguientes hábitos: (4) piense ganar-ganar, (5) procure comprender para ser

comprendido, (6) sinergia para dar paso al surgimiento a la victoria pública.

Entendiendo esa necesidad del ser humano por trabajar en equipo para el

bien común los dos últimos hábitos hacen referencia a la mejora continúa tomando

en cuenta el área personal e interpersonal de la influencia basadas en la

renovación como resultado de los siguientes hábitos: (7) afile la sierra, (8)

Escuche su voz interior, esto ayuda a entender mejor que las dimensiones físico,

mental, emocional y espiritual, cumplen la función de autorregulación para el

bienestar.

Por tanto, la efectividad personal determina quienes somos que integran el

carácter y a los valores; en tal sentido comunicamos más diciendo y haciendo, no

es lo que nos pasa lo que afecta nuestra manera de ser, sino la forma en como

interpretamos la situación o problema.

Tinoboras (2021) la violencia contra la mujer constituye más que un

obstáculo para el desarrollo de las capacidades humanas, entendiendo el

desarrollo humano como la realización plena de las capacidades humanas,


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colocando en el centro de las preocupaciones a la calidad de vida, promoviendo el

enriquecimiento de las capacidades humanas y la expansión de las libertades

reales de las personas como un objetivo de desarrollo. La Efectividad Personal

refiere a la capacidad de las personas para relacionarse con su entorno en un

mundo cada vez más cambiante. Esto, con el objetivo de administrar y gestionar

de una manera adecuada los resultados que uno desea para todos los ámbitos de

su vida. Sin embargo, es una tarea complicada que requiere el entendimiento y

preparación necesaria para vivir una vida con sentido y propósito.

Conclusiones

Es importante precisar que la violencia hacia la mujer denominado como

población vulnerable junto a los niños, niñas y adolescentes además de los

adultos mayores es una problemática latente en todos los contextos sociales

puesto que hasta la fecha las políticas de estado son flexibles y tolerantes frente a

los hechos de violencia, sumado esto a una sociedad machista e indiferente

agrava la situación. Es significativo observar que las determinantes individuales,

relacionales, comunitarios y sociales no son abordados desde su complejidad por

las instancias legales y penitenciarias así pues se observa una débil

implementación de políticas públicas que erradiquen la violencia generando

insatisfacción entre las víctimas que por evitar enfrascarse en conflictos legal que

pueden durar años no denuncian y esto a su vez no plantea la magnitud de la

problemática. Es así que las circunstancias por el confinamiento social obligatorio

por la pandemia COVID-19 potencian los factores de riesgo de la violencia de

pareja al aumentar el aislamiento y las barreras que dificultan la solicitud de


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ayuda, el apoyo familiar y la denuncia social. En tanto la violencia de pareja se

manifieste como un problema de salud pública de proporciones endémicas es

necesario dar visibilidad en tanto se pueda plantear programas sustentables para

el desarrollo de habilidades y competencias de tipo cognitivas, emocionales y

conductuales para cubrir con la demanda social de las mujeres, brindándoles

herramientas que favorecerán a mejorar la percepción y satisfacción sobre una

vida plena, además contribuir a mejorar sustancialmente a la construcción de una

cultura de paz y libre de violencia enmarcado en la atención de las víctimas y

agresores. Dando cuenta que la violencia en cualquiera de sus formas limita el

desarrollo humano y la capacidad afrontamiento, incidiendo como factor de riesgo

social potencial y el incremento de otras problemáticas psicosociales. Es

importante plantear un marco integrativo que se centra en mejorar el bienestar

psicológico de las mujeres víctimas de violencia de pareja desde un enfoque de la

efectividad personal integrados en los planes de intervención del sector público.


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