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Cara A Cara Con El Verdadero Evangelio Dennis Priebe
Cara A Cara Con El Verdadero Evangelio Dennis Priebe
Verdadero
Evangelio
DENNIS E. PRIEBE
ROSEVILLE, CALIFORNIA
Diseño por Tim Larson
Arte de la Portada por Nery Cruz
Traducción al Español
Lesley Muy de Orellana
Revisión al Español
Alfonso Orellana
Impreso por
Amazing Facts, Inc.
ISBN: 978-1-58019-223-1
Contenido
Dedicación
Introducción
2. ¿Qué Es Pecado?
No importa cual sugerencia sea adoptada referente a los primeros años de la vida de Jesús,
el tema central no debe ser oscurecido. Si la vida de Jesús debe tener algún significado como
ejemplo para nosotros, entonces es crucial que Él herede lo que nosotros heredamos. No
importa las decisiones que tome, no puedo cambiar mi naturaleza caída. No puedo tener la
naturaleza de Adán antes de la caída, no importa cuanto me rinda a Dios. Si la obediencia
perfecta de Jesús fue basada sobre el hecho de que Él tenía una naturaleza no caída,
entonces Él tuvo una ventaja que yo nunca podré tener. No obstante, si la obediencia perfecta
de Jesús fue basada sobre el control que le permitió ejercer al Espíritu Santo sobre su vida,
entonces yo también puedo escoger ese control para mi vida, y puedo vivir una vida de
obediencia total. Puedo tener esa “ventaja.”
El siguiente enunciado quizás sea un buen resumen de este punto. “Cristo no obtuvo la
misma pecaminosa, corrupta y caída infidelidad que nosotros poseemos, porque entonces no
habría podido ser la ofrenda perfecta.”—Traducido de Manuscript, 94, 1893. Es la infidelidad
lo que es el problema. La herencia no nos hace culpables, pero la decisión de ejercitar nuestra
naturaleza caída produce la culpa. Elena de White describe estos puntos juntos en una sola
oración. “Al tomar sobre sí la naturaleza del hombre en su condición caída, Cristo no participó
de su pecado en lo más mínimo...No debemos tener dudas en cuanto a la perfección
impecable de la naturaleza humana de Cristo.”—Mensajes Selectos, tomo 1, página 300.
Jesús tomó la naturaleza del hombre en su condición caída, pero Él nunca participó en el
pecado. Él nunca escogió de la forma que nosotros escogemos. Jesús fue el cordero de Dios
sin mancha con una naturaleza y cuerpo caído.
Harry Johnson, al referirse a la herencia que Jesús recibió, dice, “Cristo debió haberse
rebajado al nivel del hombre caído y aceptado la humillación voluntaria de descender al nivel al
cual el hombre había caído a través del pecado de Adán y a través de los pecados de las
generaciones subsecuentes…La humanidad no estaba en el estado de Adán antes de la caída,
y por lo tanto la respuesta usual de que Cristo asumió una naturaleza humana perfecta, la
naturaleza humana como Dios la creó originalmente, tiene el efecto de debilitar la fuerza del
paralelo. El hombre no estaba en el estado de Adán antes de la caída, y ya que este era el
caso, algo mucho más drástico se necesitaba si los efectos de la caída de Adán habían de ser
vencidos. Si había de venir “el segundo Adán a la batalla”, entonces Él debía descender a la
profundidad en la cual la humanidad había caído....y en Sí mismo levantar a la humanidad de
su profunda caída a un nuevo nivel de vida.” Jesús tenía que descender al nivel en el cual
encontró al hombre después de la caída, no al nivel en el cual Él originalmente había creado al
hombre.
Johnson prosigue, “Si Jesús asumió naturaleza humana perfecta intocable por la caída,
entonces significaría que Él no se pone lado a lado con el hombre y su necesidad…si Jesús
hubiera asumido ‘naturaleza humana no caída” hubiera habido un abismo entre Jesús y
aquellos a quienes Él representaría delante de Dios, el abismo creado por el pecado…Él se
paró al lado de los pecadores en el sentido que Él había asumido una naturaleza humana
afectada por la caída…Si Jesús asumió una naturaleza humana perfecta, Él cruzó el abismo
entre Dios y el hombre, pero aquel espacio entre el hombre caído y lo no caído aun necesitaría
un puente. Si, no obstante, Cristo compartió nuestra ‘naturaleza humana caída,’ entonces Su
trabajo mediatorio como Sumo Sacerdote crea el puente que cubre todo el abismo y une al
hombre caído en su desesperada necesidad de Dios. Es por razones de la salvación que se
necesita esta hipótesis acerca de la Persona de Cristo.” (Traducido de Harry Jonson, The
Humanity of the Saviour, London, The Epworth Press, 1962, pp. 87, 124, 125)
¿Cuál Fue La Acusación De Satanás?
Se ha dicho que la acusación hecha por Satanás en contra de Dios fue que el hombre no
caído, Adán, no podría obedecer la ley de Dios. Por lo tanto Jesús tenía que tomar la
naturaleza de Adán para probar que la acusación de Satanás estaba equivocada. Algunos
afirman que la acusación de Satanás no tenía nada que ver con el hombre caído, sino
únicamente con el hombre perfecto. Sostienen que Satanás declaró que el hombre perfecto no
podría obedecer la ley de Dios.
Sin embargo, el siguiente enunciado nos dice que la verdad es exactamente lo opuesto.
“Satanás, el ángel caído, había declarado que ningún hombre podía guardar la ley de Dios
después de la desobediencia de Adán. Y él afirmaba que toda la raza humana estaba bajo su
dominio.”—Mensajes Selectos, Tomo 3, p. 153. “Satanás declaró que era imposible para los
hijos e hijas de Adán guardar la ley de Dios, y de esta manera acusó a Dios de falto de
sabiduría y amor. Si ellos no podían guardar la ley, entonces había una error con el dador de
la ley.”—Traducido de Signs of the Times, Enero 16, p. 1896. ¿En quién estaba enfocando su
acusación? En el hombre caído—los hijos e hijas de Adán. Si ellos no podían guardar la ley,
entonces la ley de Dios era defectuosa. La acusación fue hecha respecto a nuestra habilidad
de guardar la ley. Elena de White prosigue: “Los hombres que están bajo el control de Satanás
repiten estas acusaciones en contra de Dios, al declarar que el hombre no puede guardar la
ley de Dios. Jesús se humillo así mismo, vistiendo Su divinidad con humanidad, para que Él
pudiera pararse como la cabeza y representante de la familia humana y por ambos, precepto y
ejemplo, condenar el pecado en la carne y hacer mentira las acusaciones de Satanás.” Si las
acusaciones de Satanás fueran que el hombre caído no puede obedecer la ley de Dios,
entonces la única forma en que Jesús podía hacer mentira esta acusación de Satanás era
probando que el hombre caído si podía obedecer la ley de Dios.
“Cristo guardó la ley, comprobando mas allá de cualquier controversia que el hombre
también puede guardarla.”—Traducido de Review and Herald, Mayo 7, 1901.
“Él vino a este mundo para ser tentado en todo como nosotros somos tentados, para
probarle al universo que en este mundo de pecado los seres humanos pueden vivir vidas que
Dios aprobará.”
“Satanás declaró que los seres humanos no podían vivir sin pecado.”—Ibíd., Marzo 9, 1905.
¿En dónde están los seres humanos que Satanás dijo que no podían vivir sin pecado? Están en
este mundo de pecado. Entonces la acusación de Satanás es en contra del hombre caído, que
él no puede obedecer la ley de Dios. Satanás está diciendo que nosotros, los que estamos
viviendo hoy no podemos obedecer la ley de Dios. Así que Jesucristo tenía que demostrar que
el hombre caído puede obedecer la ley. La acusación de Satanás y la respuesta de Cristo
involucran la naturaleza caída. Si la acusación de Satanás no fue únicamente en contra de
Adán pero en contra de nosotros, entonces el que Cristo hubiera tomado una naturaleza no
caída para nada hubiera sido suficiente en contra de la acusación de Satanás. Cristo tenía que
tomar naturaleza caída para confrontar la acusación de Satanás.
¿Cómo Fue Tentado Cristo?
Hebreos 4:15 dice que Jesús fue tentado en todo como nosotros somos tentados, y sin
pecado. Ser tentado en todo como nosotros significa que Él fue tentado de la misma forma en
que nosotros somos tentados. “Si tuviésemos que soportar algo que Jesús no soportó, en este
detalle Satanás representaría el poder de Dios como insuficiente para nosotros…Soportó toda
prueba a la cual estemos sujetos.”—Deseado de Todas las Gentes , p. 16. “Las seducciones
que Cristo resistió son las mismas que nosotros encontramos tan difíciles de resistir”—Ibíd., p.
91. ¿No son nuestros problemas básicamente egoísmo y orgullo y los deseos que vienen de
nuestra naturaleza caída? ¿No caemos a menudo por los deseos internos que nos desvían? Si
Jesús no tuvo ninguno de estos deseos, ¿pudo entonces ser verdad que Él fue tentado en todo
como lo somos nosotros?
“Cristo fue puesto a la prueba extrema, requiriendo toda la fortaleza de todas Sus facultades
para resistir la inclinación cuando estaba en peligro de usar Su poder para librarse del
riesgo.”—Traducido de Ellen G. White Comments, S.D.A. Bible Commentary vol. 7, p.930.
Note que Él tenía que resistir a la inclinación de utilizar Su poder. ¿De dónde vino esa
inclinación si no fue de adentro, de Sus propios deseos? ¿Porqué dijo Jesús, “Porque no busco
mi voluntad” (Juan 5:30), y “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad” (Juan
6:38)? ¿Por qué sería necesario decir esto si Su propia voluntad no iba a ser afectada por el
pecado de Adán? Pero si Su propia voluntad y Su propia inclinación eran parte de Su
naturaleza caída, entonces tiene sentido que Él pidiera que se hiciera la voluntad de Su Padre.
“La voluntad humana de Cristo no lo hubiera conducido al desierto de la tentación, para ayunar,
para ser tentado por el diablo. No lo hubiera llevado a soportar humillación, escarnio, reproche,
sufrimiento y muerte. Su naturaleza humana se echó atrás en todas estas cosas así como la
nuestra decididamente se echa atrás por ellas... ¿Para qué vivió Cristo? Para hacer la voluntad
de Su Padre.”—Traducido de Signs of the Times, Octubre 29, p.1894.
“Hemos permanecido demasiado en el hábito de pensar que el Hijo de Dios era un ser
exclusivamente tan exaltado por encima de nosotros que es una imposibilidad para Él entrar en
nuestras aflicciones y tentaciones, y que no puede comprendernos en nuestras debilidades
humanas. Esto es porque no tomamos en cuenta el hecho de su unidad con la humanidad. Él
tomó sobre sí la semejanza de carne de pecado, y fue hecho en todo aspecto como sus
hermanos.”—Ibíd., Mayo 16, 1895. Si Él verdaderamente vino para entrar en nuestras
debilidades y tentaciones entonces debe ser cierto que Él tomó todo lo que nos hace de la
forma que somos, para que Él entonces pueda mostrarnos la forma de vencer esas
debilidades y tentaciones. “Si no hubiera sido participante de nuestra naturaleza, no podría
haber sido tentado como lo ha sido el hombre. Si no le hubiera sido posible rendirse ante la
tentación, no podría ser nuestro ayudador.”—Mensajes Selectos, tomo 1, p. 477. En otras
palabras, Él debía vivir a nuestro nivel. Él debía vivir de la forma en que nosotros vivimos.
Jesucristo nuestro Salvador experimentó nuestros sentimientos. Experimentó nuestras
tentaciones. Supo que era querer ir en dirección equivocada. Supo que era sentir la tentación
de rebelarse en contra de Dios y esa tentación se originó dentro de Su naturaleza. Jesús debió
enfrentar la batalla como nosotros debemos hacerlo. Él debía “pelear la batalla como la debe
pelear cada hijo de la familia humana, aun a riesgo de sufrir la derrota y la pérdida eterna.”—El
Deseado de Todas las Gentes, p. 33.
¿Cómo venció Jesús?
Jesús venció al depender en el poder de Su Padre, a través de la comunión con Él. “Su
divinidad estaba escondida. Él venció teniendo naturaleza humana, dependiendo del poder de
Dios.”—Traducido de The Youth Instructor, Abril 25 , 1901. “La Majestad del cielo se hizo
cargo de la causa del hombre y con la misma ayuda que puede obtener el hombre resistió las
tentaciones de Satanás así como el hombre debe resistirlas.”—Mensajes Selectos, tomo 1,
p.295. “Y no ejerció en favor suyo poder alguno que no nos sea ofrecido generosamente.
Como hombre, hizo frente a la tentación, y venció en la fuerza que Dios le daba.”—Deseado de
Todas las Gentes, p. 16
Recuerde que el poder de la naturaleza perfecta de Adán no nos es ofrecido a nosotros.
Eso sería un poder grandioso en la batalla contra del pecado. Para Adán era natural hacer lo
correcto. Para nosotros es natural hacer lo incorrecto. Los impulsos son totalmente diferentes.
Si el poder de la naturaleza de Adán hubiera sido ejercitado por Jesús, ese hubiera sido un
poder grandioso que a nosotros no nos es ofrecido generosamente. “Si Cristo hubiera tenido
poder especial que el hombre no tiene el privilegio de poseer, Satanás se hubiera valido de
este argumento.”—Mensajes Selectos, tomo 3, p. 157.
La victoria de Jesús es extraordinaria, no porque siendo Dios actuó como Dios, sino porque
siendo hombre no actuó como todos los hombres. Jesús en naturaleza de hombre vivió una
vida que Satanás dijo no podría vivirse. El aspecto asombroso acerca de la vida de Jesús fue
que Él vivió una vida supuestamente imposible de vivir. Si Jesús hubiera vivido un vida sin
pecado en cualquier nivel diferente a nuestro nivel caído, la pregunta “¿Qué prueba eso?”
nunca hubiera sido respondida.
“En nuestras conclusiones, cometemos muchos errores por nuestros puntos de vista
erróneos a cerca de la naturaleza humana de nuestro Señor. Cuando damos a Su naturaleza
humana un poder que no es posible que el hombre obtenga en sus luchas con Satanás,
destruimos la totalidad de Su humanidad.”—Traducido de Ellen G. White Comments, S.D.A.
Bible Commentary, vol. 7, p. 929. Simplemente no está a nuestra disposición el poder de la
naturaleza de Adán. La advertencia es clara, que al dar a la naturaleza de Cristo algún poder
que nosotros no podemos poseer, destruimos la totalidad de Su humanidad. “El Señor
demanda ahora de cada hijo e hija de Adán…que le sirvan en la naturaleza humana que
poseemos ahora…Jesús…pudo únicamente guardar los mandamientos de Dios de la misma
forma en que la humanidad los puede guardar.”—Ibíd. ¿Cómo podemos guardarlos?
Ciertamente no con la naturaleza de Adán. Solo los podemos guardar con la naturaleza que
poseemos ahora—naturaleza caída. Y Jesús guardó los mandamientos de Dios de la misma
forma en que nosotros debemos guardarlos. Jesús venció así como nosotros debemos vencer.
La victoria de Jesús fue la victoria de depender en Su Padre. Él venció a través de una
entrega y oración diaria. Vea el Deseado de Todas las Gentes, página 330. “Dependía
enteramente de Dios, y en el lugar secreto de oración, buscaba fuerza divina, a fin de salir
fortalecido para hacer frente a los deberes y las pruebas.”
“Como hombre, suplicaba al trono de Dios, hasta que su humanidad se cargaba de una
corriente celestial que conectaba a la humanidad con la divinidad. Por medio de la comunión
continua, recibía vida de Dios a fin de impartirla al mundo. Su experiencia ha de ser la
nuestra.”—Ibíd., P. 330.
Cuando Jesús vino a esta tierra, aceptó la naturaleza humana con todo lo que eso
representa, pero Él diariamente se sometía al control del Espíritu Santo. Fue lleno de poder de
lo alto, y ese poder dirigía cada paso de Su vida, cada acto y palabra. Vivió Su vida en total
armonía con la voluntad de Dios.
Obviamente este entendimiento de la naturaleza de Cristo tiene implicaciones evidentes para
nosotros. “Así también hemos de vencer nosotros como Cristo venció.”—Ibíd., P. 354. “En Su
humanidad, se sostuvo de la divinidad de Dios; y esto tiene el privilegio de hacer cada miembro
de la familia humana.”—Traducido de Signs of the Times, Julio 17, p. 1897. Cada miembro de
la familia humana puede tomar parte de la divinidad de Dios así como lo hizo Cristo. Él no hizo
algo que nosotros no podamos hacer. “Jesús no reveló cualidades ni ejerció facultades que los
hombres no pudieran tener por la fe en él. Su perfecta humanidad es lo que todos sus
seguidores pueden poseer si quieren vivir sometidos a Dios como él vivió.”—Deseado de
Todas las Gentes , paginas 619, 620. “La obediencia de Cristo hacia su Padre es la misma
obediencia que se requiere del hombre…Él no vino a este mundo a dar la obediencia de un
Dios menor a un Dios mayor, pero como un hombre a obedecer la santa ley de Dios, y en este
sentido Él es nuestro ejemplo. El Señor Jesús vino a nuestro mundo, no a demostrar lo que
Dios puede hacer, sino lo que un hombre puede hacer, a través de la fe en el poder de Dios
que brinda ayuda en cada emergencia.”—Traducido de Ellen G. White Comments, S.D.A.
Bible Commentary, vol. 7, p. 929.
“Cristo vino a vivir la ley en su carácter humano, exactamente de la misma manera en que
todos pueden cumplirla en la naturaleza humana si hacen lo que Cristo hizo.”
“Se ha hecho abundante provisión para que el hombre finito y caído pueda relacionarse de
tal manera con Dios que, gracias a la misma Fuente por la cual Cristo venció en su naturaleza
humana, el hombre pueda resistir firmemente toda tentación como lo hizo Cristo.”—Mensajes
Selectos, tomo 3, p. 146 “se aferró del trono de Dios, y no hay hombre o mujer que no tenga
acceso a la misma ayuda a través de la fe en Dios. El hombre puede ser partícipe de la
naturaleza divina.” “Así se combinan la divinidad y la humanidad.”—Mensajes Selectos”, tomo
1, p. 426. “Es el privilegio de cada creyente llegar a poseer la naturaleza de Cristo, una
naturaleza muy por encima de la que Adán perdió por su transgresión.”—Alza Tus Ojos , p. 17.
“Cristo…vino a esta tierra a vivir la vida de obediencia que Dios requiere que nosotros
vivamos.”—Traducido de General Conference Bulletin, 1901, p. 481. “Justamente lo que tu
puedes ser Él lo fue en naturaleza humana.”—Traducido de Ellen G. White, Letter 106, 1896.
“Su vida testificó de que en base a la ayuda del mismo poder divino que Cristo recibió, es
posible que el hombre obedezca la ley de Dios.”—Mensajes Selectos, tomo 3, p. 149.
Nuestro Salvador y Señor es ambos, nuestro Substituto y nuestro Ejemplo. Él da ambos, la
seguridad del perdón y el poder para vivir sin pecado. Ha demostrado que no necesitamos vivir
más en rebelión. Jesús probó que con Dios lo imposible es posible. La encarnación fue el
mayor riesgo de Dios y Su mayor victoria en el conflicto cósmico con Satanás. Por esto
nuestro futuro brilla de esperanza.
Por la victoria de Cristo en nuestra naturaleza caída, el camino está ahora preparado para
que Dios haga lo imposible en nosotros, quienes compartimos con toda la humanidad la
naturaleza caída. Lo que es totalmente imposible desde un punto de vista humano quizás sea
simplemente la oportunidad de Dios de conseguir una vez más lo imposible.
CUATRO
La Imposibilidad
para el Hombre—
Posibilidad para
Dios
Perfección parece ser una palabra problemática en estos días. ¿Qué es lo que realmente
significa? Lo primero que deberíamos decir es que perfección es el resultado final de la
justificación por la fe. No es el método ni el fundamento de la justificación por la fe. Es la
conclusión del proceso de justificación y santificación.
Algunos creen que no es espiritualmente saludable enfatizar el tema de la perfección.
Sugieren que hablar de perfección o de no pecar es peligroso porque le quita la gloria a Cristo
y les roba a los cristianos la seguridad de la salvación, al punto de que la venida de Jesús es
temida en lugar de bienvenida.
Un estudiante en una de mis clases en Pacific Union College escribió un resumen muy claro
acerca de esta actitud hacia la perfección. Indicó que la perfección es imposible de definir sin
definir el pecado, puesto que perfección es la ausencia de pecado. Puesto que hemos nacido
al pecado, nuestro problema son los malos deseos que hemos heredado, los cuales hacen
imposible que hagamos otra cosa mas que pecar hasta la segunda venida de Cristo. Hasta un
cristiano totalmente entregado tendrá malos pensamientos sugeridos por su entorno debido a
su naturaleza pecaminosa, y esto lo hará menos que perfecto. Declaró que la vida sin pecado
de Cristo fue producida por la naturaleza no caída. Cristo no es nuestro ejemplo porque no
comenzó a nuestro nivel por lo tanto no se debe esperar que nosotros finalicemos en Su nivel.
La conclusión de este estudiante fue que la perfección será posible únicamente cuando nuestra
naturaleza pecaminosa sea cambiada en la segunda venida. Puesto que somos pecadores por
naturaleza, no podemos dejar de pecar en esta vida.
¿Se da usted cuenta como las decisiones acerca de la naturaleza del pecado y la naturaleza
de Cristo afectarán las decisiones en todas las áreas de la justificación por la fe? Si las ideas
que he resumido son verdad, entonces deberíamos redefinir una gran mayoría de lo que
hemos creído y enseñado por muchos años en la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Si estas
ideas no son verdaderas, entonces necesitamos saber el porqué no lo son. Necesitamos volver
a examinar la evidencia.
Definiciones
Es crucial que definamos pecado, sin pecado y perfección tan cuidadosamente como sea
posible. Si el significado principal de pecado es pecado por naturaleza, entonces nos
convertimos en pecadores cuando nacemos a este mundo. No obstante, si el significado
principal de pecado es un carácter pecaminoso, entonces somos pecadores por lo que
escogemos después de ser capaces de escoger entre lo bueno y malo. Si pecado es nuestra
naturaleza, entonces no tenemos control sobre él, y somos pecadores por naturaleza. Pero si
el pecado es nuestro carácter, entonces tenemos control sobre las elecciones que hacemos, y
somos pecadores por elección.
Sobre las mismas bases, si ser sin pecado significa una naturaleza sin pecado, entonces
esto es posible únicamente en la segunda venida de Cristo, porque mantenemos nuestra
naturaleza pecaminosa hasta ese día. No obstante, si ser sin pecado significa un carácter sin
pecado, entonces es posible lograrlo cuando sea que decidamos no pecar. Nuestra definición
de pecado es el factor determinante. Si nos referimos a la naturaleza cuando usamos la
palabra pecado, entonces no puede existir perfección sino hasta la segunda venida de Cristo.
Si nos referimos al carácter cuando usamos el término pecado, entonces perfección de
carácter es una posibilidad antes de la segunda venida de Cristo.
Con estas definiciones en mente, analicemos la palabra perfección. Hay por lo menos cuatro
definiciones de perfección que son relevantes. La primera es perfección absoluta. Algunas
veces se dice que nosotros como seres humanos nunca podremos ser absolutamente
perfectos. Esto es correcto, porque perfección absoluta describe a Dios mismo. No hay otra
perfección absoluta. De manera que, perfección absoluta no es posible para los seres creados
—ni para los seres humanos ni para los ángeles. “La perfección angelical falló en el cielo. La
perfección humana falló en el Edén”—Traducido de Our High Calling, p.45.
Cuando Lucifer comenzó a sugerir que Dios era injusto, casi de la mitad de las huestes
angelicales que le escuchó pensó que quizás él tenía razón. Entonces Dios sostuvo un concilio
celestial en el cual presentó la verdad acerca de Jesucristo como Dios en su totalidad,
mostrando por lo tanto que los desafíos de Lucifer no tenían fundamento. Ver Patriarcas y
Profetas, p.14. Luego de ese concilio aproximadamente un tercio de los ángeles se unió a
Lucifer y fueron echados fuera del cielo. (La referencia se encuentra en inglés en Testimonies
volumen 3, pág. 115)
Esto significa que un número significativo de los ángeles que habían escuchado a Lucifer y
habían pensado que él quizás estaba en lo cierto cambiaron de parecer. Por lo tanto, no
podemos utilizar el término perfección absoluta para describir a estos ángeles quienes
cambiaron su forma de pensar a cerca de Dios y Lucifer. De hecho, los ángeles no estuvieron
totalmente convencidos de que Dios estaba en lo correcto y que Satanás estaba equivocado
sino hasta la cruz. Fue hasta entonces que eliminaron totalmente de Satanás todo su afecto.
Ver El Deseado de todas las Gentes, pág. 707. Seguramente entonces, es justo decir que
perfección absoluta no es un término que podemos aplicar cuando discutimos el tema
justificación por la fe, puesto que ni siquiera aplica a los ángeles, sino únicamente a Dios.
La segunda definición de perfección es perfección de naturaleza. Nuestra naturaleza
pecaminosa será eliminada únicamente a la segunda venida de Cristo, después de la cual no
habrá más incitaciones pecaminosas internas. Así que, naturaleza perfecta, la cual involucra la
eliminación de la tentación que viene de adentro de la persona, ocurrirá únicamente en la
segundo venida de Cristo. No podemos experimentar naturaleza perfecta antes de este evento.
No obstante, si nuestra definición de pecado y sin pecado se enfoca en el carácter,
entonces podemos discutir los significados de perfección que serían alcanzables para nosotros
hoy. Hay por lo menos dos aspectos del carácter que pueden ser descritos por las palabras
perfecto o perfección. El primero es rendir el carácter. Esto ocurre en el momento de la
conversión, cuando rendimos nuestras vidas completamente a Cristo. En ese momento somos
contados perfectos en Cristo. Nuestra perfección está completa en ese momento, pero solo
estamos comenzando a caminar con el Señor. Estamos completamente rendidos al punto en
que comprendemos nuestra condición y la voluntad de Dios para nosotros. Dios aceptará una
entrega total de todo lo que sabemos acerca de nosotros en ese momento. Por lo tanto,
nuestra entrega de carácter o el rendir nuestro carácter, es perfecta porque es contada como
perfecta por Dios.
Pero hay otro concepto que debemos examinar—madurez de carácter. Si creemos que el
pecado está sobre la base de la elección, entonces debemos también creer que podemos
elegir no pecar. Madurez de carácter es simplemente la madurez de la cosecha en la vida del
individuo. Estamos madurando en Cristo cuando ya no escogemos pecar más en contra de
Dios. Escogemos no rebelarnos y eso puede ocurrir en cualquier momento. Si Jesucristo en
verdad vive en nosotros a través del proceso de justificación y santificación, entonces Él
controla nuestra vida, y nosotros no pecamos porque Cristo no peca. Cristo no hace algo que
no esté en armonía con Su voluntad. Cuando pecamos, estamos escogiendo el control de
Satanás. Estamos escogiendo dejar que Satanás opere en nuestra vida.
Este concepto puede ser expresado de una simple pero clara manera. Cristo entra—el
pecado sale. El pecado entra—Cristo sale. No podemos tener a Cristo y al pecado reinando
sobre el trono de la vida al mismo tiempo. Cristo no aceptará un corazón dividido. En un
carácter maduro Cristo está en control total, y por lo tanto no estamos escogiendo acciones
rebeldes. Estamos escogiendo no rebelarnos en contra de Dios en pensamiento, palabra o
acción. Lo que estamos haciendo es enfocarnos en lo que Dios puede hacer, no en lo que yo
puedo hacer. Podríamos hablar por horas acerca de las imposibilidades del hombre caído,
pero ¿Por qué no hablar de las posibilidades de Dios? ¿Por qué no podemos hablar de lo que
es posible?
En referencia a nuestras definiciones, las definiciones que son más importantes para nuestro
estudio son aquellas categorías sobre las cuales ejercitamos control. Si creemos que el
pecado es por elección, entonces también creeremos que tenemos la capacidad de escoger
obedecer. Podemos escoger rendirnos y creer en madurez. Porque Cristo provee el poder
para la victoria, un carácter sin pecado es posible para todos los cristianos entregados. Así
que, la perfección, cuidadosamente definida, es una realidad. No una imposibilidad. Las áreas
en las cuales nosotros ejercitamos control son las que debemos estudiar.
El nuevo nacimiento trae perfección en Cristo, la cual es siempre suficiente para la salvación.
Somos salvos sobre la base de esa entrega. El problema es que interrumpimos nuestra
entrega a Dios. El poder de Cristo que habita en nosotros no cambia, pero nuestra entrega a
Él no es constante. Es esta interrupción la que debería cesar, porque deberíamos dejar que
Cristo nos controle todo el tiempo. El factor variable es la consistencia de nuestra entrega. El
poder de Cristo es constante, pero nuestra relación flaquea algunas veces.
Seguro, tendremos una naturaleza caída hasta que Cristo venga. Pero podemos decidir no
escoger nada en contra de la voluntad de Dios. Podemos tener un carácter sin pecado
poseyendo una naturaleza pecaminosa. Aquí vemos la importancia vital de un entendimiento
correcto respecto a la naturaleza de Cristo. Si Cristo venció las sugerencias de su naturaleza
caída bajo el control del Espíritu Santo, entonces el mismo método está disponible para
nosotros. No obstante, si Cristo no tuvo nuestra naturaleza, entonces el método no está claro.
Es importante que recordemos que la culpa no es imputada por nuestra naturaleza, sino
únicamente por las decisiones que tomamos y el carácter desarrollado.
Perfección en la Biblia
Judas 1:24 expresa una verdad muy importante acerca de lo que Cristo puede hacer. “Y a
aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su
gloria con gran alegría.” ¿Puede Cristo guardarnos sin caída? Judas bajo inspiración dice que
Él es poderoso para guardarnos sin caída. Así que, caída no es una realidad inevitable en
nuestras vidas. Cristo es capaz de guardarnos sin caída. En Filipenses 4:13 encontramos otro
enunciado que debemos tomar seriamente. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” ¿Es
todo posible en Jesucristo? ¿Realmente es cierto que la victoria sobre el pecado es posible?
Segunda de Pedro 2:9 dice, “sabe el Señor librar de tentación a los piadosos.” Entonces no
es necesario que cedamos a la tentación, porque Él puede librarnos de la tentación. No
necesitamos librarnos a nosotros mismos de la tentación, Dios puede. Él proveerá la salida si
nosotros tenemos la voluntad de salir. Primera de Corintios 10:13 agrega, “No os ha
sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser
tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la
salida, para que podáis soportar.” Dios ha prometido que Él no permitirá que ninguna tentación
que venga sea tan fuerte para nosotros, que haga nuestra caída inevitable. Esto significa que
la salida está disponible para cada tentación. No existe ninguna tentación que nos venga que
haga el pecado inevitable. Dios ha prometido que si confiamos en Él, Él nos mostrará la salida
para cada tentación.
Primera de Pedro 2:21,22 declara, “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo
padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo
pecado, ni se halló engaño en su boca;” Sabemos que Cristo vivió una vida sin pecado, pero
algunas veces no queremos reconocer el hecho de que Él es también nuestro ejemplo,
exhortándonos a seguir Sus pisadas. Por supuesto, esto asume que Cristo nació de la misma
forma en que nosotros nacemos, sintiendo nuestras tentaciones y experimentando nuestros
deseos. Si todo eso se cumplía en Él y Él no pecó, entonces Él puede ser un ejemplo para
nosotros.
Primera de Juan 3:2-9 es un pasaje significante que se relaciona con nuestra posición
después de nuestra conversión. “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha
manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos
semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en
él, se purifica a sí mismo, así como él es puro. Todo aquel que comete pecado, infringe
también la ley; pues el pecado es infracción de la ley. Y sabéis que él apareció para quitar
nuestros pecados, y no hay pecado en él. Todo aquel que permanece en él, no peca; todo
aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia
es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde
el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel
que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y
no puede pecar, porque es nacido de Dios.” Si estamos en Cristo, no nos estamos rebelando
en contra de Él, y rebelión es pecado. Si permanecemos en Él, no pecaremos, porque Él no
peca en nosotros. Aquí regresamos a nuestra previa declaración que Cristo no peca.
Entonces, si permanecemos constantemente en Cristo, Él no estará pecando en nosotros. Así
que, no nos estaremos rebelando ni en pensamiento, palabra o acción siempre y cuando
permanezcamos en Él.
Encontramos una declaración magnífica en Apocalipsis 3:21. “Al que venciere, le daré que
se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su
trono.” El modelo para vencer es Jesucristo, y nosotros debemos vencer así como Él venció.
Ciertamente, debemos depender de Su fortaleza y poder, pero se mantiene como cierto que
debemos vencer como Él venció. Segunda Corintios 10:5 es otra declaración clásica.
“derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y
llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.”
El ideal de Dios para nosotros es que traigamos todo pensamiento cautivo a Cristo. No
únicamente los pensamientos positivos, pero aun los negativos, para que Él controle todos
nuestros pensamientos y todas nuestras actitudes. Gálatas 5:16 agrega, “Digo, pues: Andad
en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.” Si el Espíritu Santo está en control, no
cederemos a los deseos de nuestra naturaleza. No necesitamos caer y fallar constantemente,
una y otra vez. La promesa en las Escrituras es que podemos vencer y que podemos ganar
victorias continuas en la lucha en contra de la carne.
Perfección en el Espíritu de Profecía
Elena de White habla poderosa y claramente sobre el tema del crecimiento a la madurez
espiritual. “Nosotros podemos vencer. Sí; entera y completamente. Jesús murió para
proveernos de una salida, para que venzamos cada temperamento malo, cada pecado, cada
tentación y así podamos por fin sentarnos con Él.”—Traducido de Testimonies, vol. 1 p. 144.
Por favor note que cada pecado debe ser vencido. Pero deberíamos recordar al leer estas
declaraciones que nosotros vencemos, no por nuestras propias fuerzas, sino únicamente al
rendirnos al poder de Dios, al permitirle a Jesús permanecer en nosotros constantemente. “Si
te pararas bajo la pancarta ensangrentada del Príncipe Emmanuel, fielmente cumpliendo Su
servicio, no necesitas nunca ceder a la tentación; porque Uno que está a tu lado es capaz de
guardarte sin caída.”—Traducido de Our High Calling, p. 19. Que maravillosa declaración. No
necesitamos nunca ceder a la tentación. ¿Por qué? Porque Uno que está a nuestro lado es
capaz de guardarnos sin caída. El poder de Dios es más fuerte que el poder de Satanás. Si lo
mantenemos a Él constantemente sobre el trono de nuestro corazón, nunca caeremos.
“No hay excusa para el pecado. Un temperamento santo, una vida semejante a la de Cristo,
es accesible para todo hijo de Dios arrepentido y creyente.”—El Deseado de todas las
Gentes, página 278. Pero regresemos al contexto escrito antes de esta declaración. Elena de
White habla acerca del ideal elevado de Dios, aun más elevado que cualquier pensamiento
humano pueda alcanzar, para Sus hijos y se refiere al mandamiento de Jesús de ser perfectos
como el Padre en los cielos es perfecto. Dice que este mandamiento es una promesa y que
Dios quiere que seamos completamente libres del poder de Satanás.
“La intervención del tentador no ha de ser tenida por excusa para cometer una mala acción.
Satanás se alegra cuando oye a los que profesan seguir a Cristo buscando excusas por su
deformidad de carácter. Son estas excusas las que inducen a pecar.” A la luz de estos
pensamientos, Elena de White dice que no hay excusa para pecar. ¿No estamos acaso en
peligro cuando ponemos excusas cuando decimos, “Peco todos los días. No puedo hacer nada
sino pecar. Es mi naturaleza pecar. Pecar es inevitable.”? ¿No hacemos que Satanás se llene
de júbilo cuando ponemos excusas por nuestro carácter deformado? No hay excusa para el
pecado. Ciertamente tenemos una excusa de haber nacido en un mundo pecaminoso y de
haber heredado una naturaleza caída, porque no tenemos otra opción ni control sobre eso,
pero sí tenemos otra opción y control para el pecado. Esto es lo que Elena de White quiere
decir cuando se refiere a perfección y ser sin pecado.
Elena de White nos dice que si estamos sometidos a Dios como Cristo lo estuvo, podemos
poseer su perfección humana. Ver El Deseado de todas las Gentes, pág. 631. “Ni siquiera por
un pensamiento cedió a la tentación. Así también podemos hacer nosotros.”—El Deseado de
todas las Gentes, página 98. Es realmente un concepto maravilloso el que no tengamos que
ceder a la tentación ni siquiera en pensamiento si estamos siendo controlados por Jesús. “La
vida que vivió Cristo en este mundo, hombres y mujeres pueden vivirla con Su poder y bajo Su
instrucción. En su lucha con Satanás pueden ellos contar con toda la ayuda que Él tuvo.
Pueden llegar a ser más que vencedores en Él, quien los amó y se entregó así mismo por
ellos.”—Traducido de Testimonies, vol. 9, página 22. Ya hemos visto que Cristo no tuvo algo a
su disposición que nosotros no tengamos. Su poder provino del control del Espíritu Santo
sobre Su vida, y nosotros podemos poseer ese mismo poder si nos sometemos a Dios como
lo hizo Él. (Mas detalle al respecto en el capítulo “¿Cómo vivió Cristo?”)
Cristo vino a esta tierra a mostrarnos que podemos obedecer la ley de Dios si dependemos
del poder de Dios como Él lo hizo. “Esa vida producirá en nosotros el mismo carácter y
manifestará las mismas obras que manifestó en él. Así estaremos en armonía con cada
precepto de su ley.”—El Discurso Maestro de Jesucristo, página 68. Estas declaraciones
dejan claro (1) que la ley de Dios puede ser obedecida y (2) que la obediencia es posible
únicamente a través del poder dinámico de Dios que controla a la naturaleza débil y
pecaminosa, la cual poseemos por heredad.
La siguiente declaración señala uno de los propósitos de la encarnación. Cristo vino con
nuestra débil, caída naturaleza para mostrarnos que no debemos desanimarnos por haber
heredado una naturaleza caída. Él comprobó para motivarnos que si la humanidad es
controlada por la divinidad no hay necesidad de pecar en la vida. “El Salvador llevó sobre sí los
achaques de la humanidad y vivió una vida sin pecado, para que los hombres no teman que la
flaqueza de la naturaleza humana les impida vencer. Cristo vino para hacernos “participantes
de la naturaleza divina,” y su vida es una afirmación de que la humanidad, en combinación con
la divinidad, no peca.”—El Ministerio de la Curación, página 136. “Cristo vino a esta tierra a
vivir una vida de perfecta obediencia, para que el hombre y la mujer, a través de Su gracia,
puedan también vivir una vida de perfecta obediencia. Esto es necesario para su salvación.”—
Traducido de Review and Herald, marzo 15, 1906. Todo lo que Cristo hizo, incluyendo su
obediencia perfecta, está a la disposición de todos aquellos que deseen utilizar el mismo
método que Él utilizó para vencer.
Elena de White es bien explícita al decir que la causa de nuestros fracasos y pecados
descansa sobre nuestra propia voluntad y no sobre nuestra débil naturaleza humana. (Ver “Un
Poder que Transforma y Eleva,” Palabras de Vida del Gran Maestro, pág 70) “Mediante el
plan de redención, Dios ha provisto medios para vencer cada rasgo pecaminoso y resistir cada
tentación, no importa cuán poderosa sea.”—Mensajes Selectos, tomo 1, página 95. Es un
concepto recurrente en sus escritos que cada tentación puede ser resistida por el poder de
Cristo. Si en realidad cada tentación puede ser desechada por la voluntad, entonces el
resultado inevitable será que dejaremos de pecar.
El concepto de vivir sin pecar es precisamente el enfoque de las tres siguientes
declaraciones. El poder que proporciona Cristo al habitar dentro de nosotros es más fuerte
que cualquier tentación a pecar. “No te acomodes en la silla de Satanás y digas que es
imposible, que no puedes dejar de pecar, que no hay poder en ti para vencer. No hay poder en
ti apartado de Cristo, pero es tu privilegio tener a Cristo habitando en tu corazón por fe, y Él
puede vencer el pecado en ti, cuando tu cooperas con Sus esfuerzos.”—Traducido de Our
High Calling, p. 76. “A cada uno que se rinda completamente a Dios es dado el privilegio de
vivir sin pecado, en obediencia a la ley del cielo”—Traducido de Review and Herald, Agosto
28, 1894.
Elena de White enfatiza que Dios requiere perfección moral. Nunca debemos bajar el
estándar por nuestras tendencias heredadas y cultivadas hacia el pecado. De hecho,
imperfección de carácter es pecado y debe ser corregido. Cuando la persona comience a
caminar hacia la perfección del carácter esto se manifestara así mismo en “perfección en
acción.” Ver Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 268. Algunos han tratado de hacer una
separación entre la relación con Dios y el comportamiento, afirmando que se puede tener una
relación con Dios a pesar de tener un mal comportamiento. Debería estar bien claro que
cuando los deseos y motivos del corazón están en armonía con la voluntad de Dios, las
acciones harán lo mismo.
Al escribir acerca de los eventos finales de la historia de este mundo, Elena de White fue
bien específica al decir que el pueblo de Dios estaría ganando victorias sobre pecados
personales. “Pero antes de que venga ese tiempo [la segunda venida], todo lo que sea
imperfecto en nosotros será quitado. Toda envidia, y celos, y malas sospechas, y todo plan
egoísta, habrán sido eliminados de la vida.”—Mensajes Selectos, tomo 3, página 488. Esta
declaración prueba de forma concluyente que el pueblo de Dios no estará pecando antes de la
segunda venida de Cristo, como algunos afirman. Hasta los motivos y sentimientos
pecaminosos serán vencidos por el poder de Cristo antes de la segunda venida.
Sabemos que hemos llegado a un principio extremadamente importante en nuestro estudio
sobre el tema de la perfección. ¿Por qué es la perfección importante? ¿Qué prueba? “La
misma imagen de Dios se ha de reproducir en la humanidad. El honor de Dios, el honor de
Cristo, están comprometidos en la perfección del carácter de su pueblo.”—El Deseado de
Todas las Gentes, pagina 626. “El honor de Cristo debe sostenerse completamente sobre la
perfección del carácter de su pueblo escogido.”—Traducido de Sings of the Times, Noviembre
25, 1897.
El propósito de la perfección del carácter no es para que podamos ser salvos. La Salvación
ya ha sido alcanzada al rendir el carácter al momento de la justificación. La perfección tiene
que ver con la credibilidad de la palabra de Dios. Dios ha afirmado que Su ley es razonable y
puede ser obedecida. Satanás ha cambiado esta afirmación, y la decisión final no ha sido
presentada.
El pueblo remanente de Dios tendrá un papel que jugar en la vindicación de la credibilidad de
Su palabra. De hecho, Dios vindicará Su propio nombre dándole a Su pueblo el poder divino
necesario para obedecer Su ley perfectamente. “Si ha habido un pueblo en necesidad de un
constante incremento de la luz de cielo, es el pueblo que, en estos tiempos de peligro, Dios ha
llamado a ser depositarios de Su santa ley y para vindicar su carácter ante el mundo.”—
Traducido de Testimonies vol. 5, p. 746. “¿Cómo será este mundo iluminado, sino por las
vidas de los seguidores de Cristo?” “El pueblo de Dios debe reflejar al mundo los brillantes
rayos de Su gloria.” “Dios a enfatizado claramente que espera que seamos perfectos, y
porque espera esto, ha hecho provisión para que seamos partícipes de su naturaleza divina.”—
Traducido de Review and Herald, Enero 28, 1904. Así que, el desarrollo de la perfección de
carácter en el pueblo de Dios es crucialmente importante para la resolución final del gran
conflicto entre Cristo y Satanás. De hecho, la razón de enfatizar el concepto de la perfección
del carácter del pueblo de Dios en los últimos días quizás sea el tema en cuestión resumido.
Será totalmente imposible para cualquiera de nosotros recibir el sello de Dios mientras
tengamos defectos de carácter. No puede haber ninguna mancha o defecto en el templo de
nuestra alma. (La referencia se encuentra en inglés en Testimonies, vol. 5, p. 214). “Ahora,
mientras que nuestro gran Sumo Sacerdote está haciendo propiciación por nosotros, debemos
tratar de llegar a la perfección en Cristo. Nuestro Salvador no pudo ser inducido a ceder a la
tentación ni siquiera en pensamiento...Satanás no pudo encontrar nada en el Hijo de Dios que
le permitiese ganar la victoria. Cristo guardó los mandamientos de su Padre y no hubo en él
ningún pecado de que Satanás pudiese sacar ventaja. Esta es la condición en que deben
encontrarse los que han de poder subsistir en el tiempo de angustia”—El Conflicto de los
Siglos, página 680, 681.
Un concepto importante en nuestro estudio de la perfección es que esta nunca es estática.
La perfección no tiende a cero. “Jesús, considerado como un hombre, fue perfecto, y aun
creció en gracia…Hasta el cristiano más perfecto debe incrementar continuamente en
conocimiento y amor a Dios.”
“Jesús se sienta como el refinador y purificador de Su pueblo; y cuando Su imagen esta
perfectamente reflejada en ellos, ellos son perfectos y santos, y están preparados para la
traslación. Un gran trabajo es requerido del cristiano. Somos exhortados a limpiarnos a
nosotros mismos de toda inmundicia de carne y espíritu, perfeccionando la santidad en el
temor de Dios.”—Traducido de Testimonies, vol.1, páginas 339, 340.
La perfección es crecimiento. Aun cuando el Cristiano maduro ya no se esta rebelando en
contra de Dios, habrá mucho que aprender acerca de Dios y de sí mismo. El desarrollo será
un proceso continuo, aun por la eternidad. Cuando la rebelión es eliminada de la vida y el
Cristiano ya no cede más a los falsos halagos de Satanás, el crecimiento del carácter será
fenomenal conforme el Cristiano avanza hacia adelante en perfección.
Se ha dicho a veces que Elena de White nunca dijo que seríamos sin pecado antes de la
segunda venida. Los dos enunciados siguientes son bien claros acerca del estado sin pecado
previo a la segunda venida. “Todo el que por fe obedece los mandamientos de Dios alcanzará
la condición sin pecado en que vivía Adán antes de su transgresión.”—En Lugares
Celestiales”, página 146; ver también El Comentario Bíblico Adventista, volumen 6. Este
extraordinario enunciado dice que alcanzaremos la condición sin pecado en la que Adán vivió
antes de su transgresión. Obviamente esto significa que Elena de White está usando la
definición sin pecado que tiene que ver con el carácter. Ella se refiere a que podemos tener un
carácter sin pecado, no a una naturaleza sin pecado.
“Cristo ha dado cada provisión para la santificación de Su iglesia. Ha hecho abundante
provisión para que cada alma posea tal gracia y fortaleza que será mas que vencedora en la
batalla contra el pecado…Vino a este mundo y vivió una vida sin pecado, para que en Su poder
Su pueblo también pueda vivir una vida sin pecado. Desea que ellos al practicar los principios
de la verdad muestren al mundo que la gracia de Dios tiene poder para santificar el
corazón.”—Traducido de Review and Herald, Abril 1, 1902. Note que el contexto de este
enunciado es la santificación y la ininterrumpida batalla en contra del pecado. En este tiempo
de la preparación antes del cierre de gracia, durante el proceso de santificación, podemos vivir
vidas sin pecado. Claramente Elena de White no tiene temor de decir que podemos vivir una
vida sin pecado, así como Jesús vivió una vida sin pecado en este mundo. Una vez más esto
asume que al decir vida sin pecado se refiere a carácter sin pecado.
Una cosa no será transformada en la segundo venida de Cristo—el carácter. Nuestros
rasgos de carácter, desarrollados durante este tiempo de prueba, no serán cambiados por la
resurrección. Tendremos las mismas disposiciones en el cielo que habremos desarrollado en la
tierra. Puesto que el carácter no es cambiado en la segunda venida, es de vital importancia
que la transformación del carácter suceda diariamente ahora. Ver El Hogar Adventista, pág.
13.
No sea que este estándar elevado pueda desmotivar a cualquier Cristiano sincero, tenemos
la promesa de que lo que sea que Dios espere de Sus hijos lo va a proveer por Su gracia.
“Nuestro Salvador no requiere lo imposible de ninguna alma. No espera nada de sus discípulos
para lo cual no esté dispuesto de que puedan realizarlo. No si junto con su orden no les
concediera toda perfección de gracia a aquellos sobre los que confiere un privilegio tan
elevado y santo. . . Nuestra obra es esforzarnos para alcanzar, en nuestra esfera de acción, la
perfección que Cristo en su vida terrenal alcanzó en cada aspecto del carácter. El es nuestro
ejemplo.”—La Maravillosa Gracia, página 230. Aquí vemos claramente el consejo de que
debemos depender de Cristo para que nos perfeccione. Él es el que nos perfeccionará. No
podemos perfeccionarnos a nosotros mismos. Debemos ver a Cristo como nuestro Ejemplo y
seguir el plan que Él ha diseñado.
Algunos se han preguntado porqué la discusión sobre la naturaleza de Cristo debiera ocupar
el tiempo y energía de los estudiantes de Biblia de hoy. Quizás estas declaraciones muestren
la importancia del tema. “Dios requiere de Sus hijos perfección de carácter.” “Quizás digamos
que es imposible para nosotros alcanzar el estándar de Dios; pero cuando Cristo vino como
nuestro sustituto y fianza, era un ser humano…Con Su divinidad cubierta por humanidad, vivió
una vida de perfecta obediencia a la ley de Dios.” “Como Cristo vivió la ley siendo humano, así
debemos hacer nosotros si nos tomamos del Fuerte para obtener fortaleza.”—Traducido de
Signs of the Times, Marzo 4, 1897.
¿Ve que importante es entender la naturaleza que Cristo tomó y el método que usó para
obedecer? “A nadie se le impide alcanzar, en su esfera, la perfección de un carácter
cristiano…Dios nos invita a que alcancemos la norma de perfección y pone como ejemplo
delante de nosotros el carácter de Cristo. En su humanidad, perfeccionada por una vida de
constante resistencia al mal, el Salvador mostró que cooperando con la Divinidad los seres
humanos pueden alcanzar la perfección de carácter en esta vida. Esa es la seguridad que nos
da Dios de que nosotros también podemos obtener una victoria completa.”—Los Hechos de
Los Apóstoles, pág. 425.
Si la naturaleza de Cristo fue diferente a la de nosotros, o si Él utilizó un método diferente al
que nosotros podamos utilizar para vencer el pecado, seguramente sería visto mas allá de
cualquier razonamiento la posibilidad de que podamos hacer lo que Él hizo. Porque Su
naturaleza fue la nuestra y Su método el nuestro, tenemos esperanza de una victoria total en
nuestras vidas. Él nos mostró como hacer de lo imposible algo posible, a través de Su poder y
animados por Su ejemplo. “En su vida y carácter, no sólo revela el carácter de Dios, sino las
posibilidades del hombre”—Mensajes Selectos, libro 1, p. 410. “El vino para cumplir toda
justicia y, como cabeza de la humanidad, para mostrarle al hombre que puede hacer la misma
obra, haciendo frente a cada especificación de los requerimientos de Dios…Todo el que se
esfuerza, puede alcanzar la perfección del carácter.”—La Maravillosa Gracia, capítulo La Ley:
Norma de Dios.
Elena de White era bien estricta al reprobar a aquellos que negaban la posibilidad de vivir
una vida en perfección de carácter. “Se requiere obediencia perfecta, y aquellos que dicen que
no es posible vivir un vida perfecta declaran a Dios injusto y mentiroso.”—Traducido de
Manuscript 148, 1899. Fueron dos las razones por las cuales ella insistió en la necesidad de
creer en la posibilidad de una perfección: Primero, por el peligro psicológico de excusar
pecados personales, y segundo por la necesidad de guardar en lo más profundo de la mente el
poder de Cristo para dar la victoria sobre cualquiera y sobre todos los pecados personales. “El
amar y consentir pecado, es amar y consentir al autor del mismo, al enemigo mortal de Cristo.
Cuando ellos [el pueblo de Dios] excusan y se aferran a la perversidad del carácter, dan a
Satanás un lugar en sus afecciones, y le rinden homenaje.”—Traducido de Our High Calling, p.
231. “Aquel que no tiene una fe suficiente en Cristo para creer que Él puede guardarlo de
pecar, no tiene la fe que le dará la entrada en el reino de Dios.”—Traducido de Review and
Herald, Marzo 10, 1904.
Estas son declaraciones típicas de Elena de White en el área de la perfección y vida sin
pecado. Constantemente ella habla acerca de cómo vencer y afirmar que no necesitamos
ceder a la tentación. Declara que podemos, a través de la dependencia en el poder de Dios,
vencer como Él venció. Él nos mostró como, y podemos seguir sus pisadas. Una y otra vez
Elena de White dice que podemos vivir una vida de obediencia a Dios, y cómodamente utiliza el
término sin pecado al utilizarlo en este contexto.
La pregunta que muchos parecen estarse preguntado hoy es, ¿Ha alguien alguna vez
alcanzado esta perfección de carácter? Elena de White responde, “El piadoso carácter de este
profeta representa el estado de santidad que deben alcanzar todos los que serán “comprados
de entre los de la tierra” (Apocalipsis 14:3) en el tiempo de la segunda venida de
Cristo.”—Patriarcas y Profetas, página 77. Ella describe que Enoc encontró necesario vivir en
un tiempo cuando la contaminación moral a su alrededor era abundante, pero su mente estaba
en Dios y en las cosas celestiales. Su rostro estaba iluminado con la luz que brillaba en el
rostro de Jesús. La atmósfera que respiraba estaba contaminada de pecado y corrupción, y
aun así vivió una vida de santidad y no tuvo que ver con los pecados prevalecientes de la
época. La referencia se encuentra en inglés en Testimonies, volumen 2, p. 122.
Aparentemente Enoc escogió no pecar. El escogió poner su vida en armonía con la vida de
Cristo en una época en la cual las cosas estaban tan mal como nunca antes la han estado en
la historia del mundo.
“Algunos pocos en cada generación desde Adán resistieron cada artificio y se mantuvieron
en pie como nobles representantes de lo que le era posible al poder del hombre ser y hacer…
Enoc y Elías son los mejores representantes de lo que la raza humana puede ser si desean, a
través de la fe en Jesucristo. Satanás estaba preocupado en gran manera porque estos
nobles, hombres santos estaban sin mancha de pie entre la contaminación moral que los
rodeaba, con un carácter justo y perfecto y fueron contados por dignos de ser trasladados al
cielo. Así como se mantuvieron firmes con poder moral y rectitud noble, venciendo las
tentaciones de Satanás, no los pudo traer bajo el dominio de la muerte. Se jactó que tenía el
poder para vencer a Moisés con sus tentaciones, y que podría estropear su carácter
intachable y conducirlo al pecado de tomarse la gloria que le pertenecía a Dios para él mismo
delante del pueblo.”—Traducido de Review and Herald, Marzo 3, 1894.
Aparentemente había algo especial acerca del carácter que desarrollaron Enoc y Elías antes
de ser trasladados. Ellos, en efecto, escogieron resistir al pecado por el poder de Dios. Luego
encontramos esta bella declaración, “Y en nuestros días también hay Enocs.”—Palabras de
Vida del Gran Maestro, página 267.
¿Deberíamos Afirmar que Somos Perfectos?
La respuesta de Elena de White a esta pregunta es muy clara. “Cuanto más cerca estéis de
Jesús, más imperfectos os reconoceréis, porque veréis más claramente vuestros defectos a la
luz del contraste de su perfecta naturaleza. Esta es una evidencia de que los engaños de
Satanás han perdido su poder.”—El Camino a Cristo, páginas 64, 65. Cuanto más nuestra vida
se pongan en armonía con Jesús, menos vamos a darnos cuenta de lo bueno en nosotros.
Cuanto más cerca estemos de Su ideal, más indignos nos sentiremos. “Cuanto más nos
acerquemos a él y cuanto más claramente discernamos la pureza de su carácter, tanto más
claramente veremos la extraordinaria gravedad del pecado y tanto menos nos sentiremos
tentados a exaltarnos a nosotros mismos.”—Hechos de Los Apóstoles, página 448.
Entonces, ¿deberíamos proclamar que somos perfectos y sin pecado? “Aquellos que están
verdaderamente buscando la perfección del carácter Cristiano nunca consentirán el
pensamiento de que son sin pecado.”—Traducido de The Sanctified Life, página 7. “No nos
jactaremos de nuestra santidad…No podemos decir “Soy sin pecado,” hasta que este cuerpo
vil sea cambiado y transformado a Su cuerpo glorioso.”—Traducido de Signs of the Times,
marzo 23, 1888. “Cuando el conflicto de esta vida esté terminado,…cuando los santos de Dios
sean glorificados, entonces y únicamente entonces será seguro declarar que somos salvos y
sin pecado.”—Ibíd., Mayo 16, 1895.
Estos pasajes se refieren al hecho de declarar que estamos sin pecado, al pensamiento en
nuestra mente de que somos sin pecado. Por favor note que únicamente cuando seamos
glorificados será seguro declarar que somos salvos. De manera que hay una diferencia entre
ser salvo y declararnos como salvos.
Si esto es cierto, ¿podría haber una diferencia entre estar sin pecado y declararnos sin
pecado? “Ninguno que declare santidad es realmente santo. Aquellos quienes están
registrados como santos en los libros del cielo ni se han dado cuenta del hecho, y son los
últimos en jactarse de su propia bondad.”—Traducido de The Faith I live By, página 140. Aquí
tenemos evidencia clara de que aquellos a quienes Dios llama santos nunca van a declararse
santos, mostrando que puede haber una diferencia entre ser sin pecado y declararse sin
pecado.
¿Deberíamos declarar ser sin pecado? La declaración de ser sin pecado nunca será hecha
por aquel quien está en armonía con la voluntad de Dios, porque cuanto más cerca estamos de
Dios, menos sentimos el deseo de declarar algo a cerca de nosotros mismos. Sentiremos
rendir todo a los pies de la cruz—nuestra gloria, orgullo y lo que sea que hayamos obtenido.
Quizás existan, aun en nuestros días, aquellos quienes están tan en armonía con la voluntad de
Dios que no se están rebelando ni en pensamiento, palabra o acción. Pero ellos serán los
últimos en declarar su condición.
El Cierre del Tiempo de Prueba
Si verdaderamente creemos que existe un cierre para tiempo del tiempo de prueba y que
Dios demostrará algo especial después del cierre del tiempo prueba, entonces parece que
debemos creer también en la madurez completa de carácter, lo cual significa vivir sin ceder a
los deseos pecaminosos. Después del cierre del tiempo de prueba “ya no habrá en el santuario
sacerdote que ofrezca ante el trono del Padre las oraciones, sacrificios y confesiones de
ellos.”—Primeros Escritos, página 47. “También vi que muchos ignoran lo que deben ser a fin
de vivir a la vista del Señor durante el tiempo de angustia, cuando no haya sumo sacerdote en
el santuario. Los que reciban el sello del Dios vivo y sean protegidos en el tiempo de angustia
deben reflejar plenamente la imagen de Jesús.” “Pero ya no habrá tiempo para ello ni tampoco
Mediador que abogue por ellos ante el Padre.”—Ibíd., p. 71. “Los que vivan en la tierra cuando
cese la intercesión de Cristo en el santuario celestial deberán estar en pie en la presencia del
Dios santo sin mediador. Sus vestiduras deberán estar sin mácula; sus caracteres, purificados
de todo pecado por la sangre de la aspersión. Por la gracia de Dios y sus propios y diligentes
esfuerzos deberán ser vencedores en la lucha con el mal.”—El Conflicto De Los Siglos, página
478.
Habrá una diferencia en el cielo después del cierre del tiempo de prueba, en que no habrá
ministerio sacerdotal ejercido por Jesús. No habrá Intercesor, Mediador, rogando por la causa
de los pecadores delante del Padre. Ahora esto no significa que el poder de Jesús que habita
en Su pueblo en la tierra será removido. Pero el ministerio sacerdotal del perdón finaliza al
cierre del tiempo de prueba. “Durante ese tiempo terrible, los justos deben vivir sin intercesor,
a la vista del santo Dios.”—Ibíd., página 671. “En ese terrible momento, después que terminó
la mediación de Jesús, los santos tuvieron que vivir sin intercesor en presencia del Dios
santo.”—La Historia de La Redención, página 423. El fin del trabajo de intercesión de Cristo
significa que no habrá más perdón para los pecados después del cierre del tiempo de prueba.
Si el ministerio del perdón de los pecados cesadota de cesar, entonces parece imperativo que
no haya más pecados provenientes de aquellos quienes han sido sellados por Dios luego del
cierre del tiempo de prueba. Solo podemos ser perdonados si Jesús está intercediendo por
nosotros y perdonando nuestros pecados.
Creo que la razón principal del corto retraso antes de la venida de Cristo durante la cual no
hay Mediador es para dramatizar delante el universo la realidad del poder completo de Dios
sobre el pecado en la vida de aquellos de quienes su voluntad está totalmente y para siempre
unida con la Suya. Algunas de las mimas personas quienes inicialmente traicionaron su
confianza sagrada al estar de acuerdo con Satanás en que era imposible obedecer la ley de
Dios van finalmente a demostrar que realmente no hay excusa para el pecado. El cierre de
prueba jugará una parte importante en la demostración final que Dios hará delante de Su
universo: que, indudablemente, es posible para el hombre caído obedecer la ley de Dios, la
cual es justa, buena y santa.
Si vamos a tomar seriamente las admoniciones bíblicas de vencer, la realidad del cierre del
tiempo de prueba, y el desafío a los 144,000, entonces también debemos tomar seriamente la
verdad de vivir sin pecado. Por lo tanto, debemos recordar que cuando estamos discutiendo
perfección, estamos hablando del objetivo—el resultado final. Nuestro enfoque necesita estar
en la justificación y santificación, porque este es el método por el cual se recibe la salvación.
Jesús perdona nuestros pecados. Viene a nuestras vidas con poder y victoria. Cuando nos
enfocamos en justificación y santificación, el resultado final de nuestro objetivo proseguirá
naturalmente. Será el resultado natural de dejar que Dios haga Su trabajo completo en
nuestros corazones. Como el atleta que al correr en la competencia se enfoca en las últimas
yardas recordando que son el final de la carrera, así el cristiano se enfoca en Su relación con
Cristo hoy mientras recuerda que hay un objetivo al final de la carrera.
Resumen de la Perfección Bíblica
Primero, debemos estar bien claros en lo que no es la perfección. Si entendemos que es
perfección, debemos estar completamente alejados de aquellos conceptos que están en
oposición con la doctrina bíblica de la perfección. Creo que la mayoría de las objeciones a la
doctrina de perfección están basadas sobre malos entendidos sobre su concepto. La
perfección nunca es absoluta, ni ahora ni después de la venida de Cristo. La perfección nunca
es la igualdad con Dios. No significa falta de debilidad o libertad de la tentación. No significa
estar exentos de enfermedad o la ausencia de errores mentales o físicos. Ninguno que sea
perfecto en su caminar sentirá jamás que es perfecto.
El término perfeccionismo tiene una connotación negativa en muchas mentes. Estrictamente
hablando, no debería haber algo negativo con la palabra, porque esta simplemente describe
una creencia en la perfección. Pero en muchas mentes, perfeccionismo describe una extrema
y distorsionada vista de la perfección. El perfeccionismo, en este sentido negativo, enfatiza un
punto absoluto mas allá del cual no habrá mas desarrollo. Esta creencia de hecho, se origina
de la filosofía Griega en lugar de la Biblia Este enfoque distorsionado del perfeccionismo se
enfoca en la calidad del hombre, la cual puede existir independientemente de la presencia de
Cristo en él.
No queremos estar involucrados en una perfección extremista porque es un legalismo
centrado en el yo, un legalismo que coloca al yo en el trono del corazón una y otra vez y quita
a Cristo del control de la vida. Motiva a forzar la obediencia, entonces la persona se vuelve
obediente por los esfuerzos propios. Este perfeccionismo extremista es extremadamente
peligroso, así como también lo es la doctrina de la imperfección, la cual permite que la
pecaminosidad e impotencia del hombre cubra las promesas de Dios para el pecador
arrepentido a través de otorgarle el poder de la presencia del Espíritu Santo.
Dudar que la perfección es un objetivo realista es dudar del poder viviente para lograrlo, el
cual Dios ha prometido. La imperfección no reconoce a Jesús como el completo Substituto y
Ejemplo del hombre, quien demostró que la ley de amor de Dios puede ser guardada y que el
hombre puede ciertamente ser un vencedor aquí y ahora. Creo que la doctrina bíblica de la
perfección es diferente de ambos extremos de perfeccionismo e imperfección.
Habiendo descrito lo que no significa la perfección, creo que es necesario decir que significa
perfección. Perfección significa estar en una relación tan cercana con Cristo que el individuo
cesa de responder a las insinuaciones internas o externas a pecar. Perfección significa una
entera cooperación con Cristo. Significa una continua muerte y renuncia al yo y a la voluntad e
inclinación independiente. La perfección es el rechazo total al egoísmo y el orgullo. Es la fusión
de la voluntad del hombre con la de Cristo para que el Espíritu Santo tenga ultimadamente
todo el control. Es un ejercicio no quebrantable de la fe la cual mantiene al alma pura de
cualquier mancha de pecado o deslealtad hacia Dios. Se refiere al dinámico crecimiento del
estilo de vida de la persona quien refleja la vida de Jesús, para que no ceder más a la rebelión,
a los deseos pecaminosos. Perfección es tener el carácter de Cristo, combinando una relación
con Dios como Cristo la tuvo, con las cualidades de carácter que Él manifestó. Es vivir una vida
de madurez espiritual, llena de los frutos del Espíritu y sin pecado. Si la perfección es
entendida correctamente, la veremos en términos de madurez de carácter, lo cual significa que
viviremos en armonía con la voluntad de Cristo. Él mora dentro de nosotros, y esto impedirá
que la rebeldía, los deseos pecaminosos ganen el control.
A pesar que esta doctrina parece estar clara en el Nuevo Testamento y en los escritos de
Elena de White, el pensamiento de algunos de que Dios no requiere de su pueblo un carácter
sin pecado antes de la traslación esta bien grabado en la mente. Quizás estas malas
interpretaciones de lo que Dios está tratando de decir a Su pueblo no son intencionales, o
quizás ni siquiera son concientes. Este error comienza con la mala interpretación del concepto
de pecado y cómo vivió Cristo como hombre, y está perpetuado en las malas interpretaciones
de justificación por la fe. Vea pues que si Jesús fue únicamente el Sustituto del hombre pero no
su Ejemplo, entonces el desafío de hacer lo que Él hizo es inmensurablemente reducido. “De
ahí que trate constantemente de engañar a los discípulos de Cristo con su fatal sofisma de que
les es imposible vencer.”—El Conflicto de los Siglos, página 544.
Correctamente entendida, la justificación por fe en el contexto del poder de Dios para
guardar al hombre sin caída es convincente, dinámica y una fuerza positiva en la vida de la
persona. Conociendo bien sus propias debilidades cuando está separado del poder de Dios, el
hombre de fe ahora ve que puede lograr en su vida, y encuentra el gozo más grande al vivir
una vida victoriosa. Entonces el mensaje Bíblico se convierte excesivamente simple. “Jesús lo
hizo, y a través de una dependencia con Dios, Yo también puedo. Puedo vivir a través de la fe
en mi Padre celestial.” En esta experiencia estaremos viviendo sin pensamientos rebeldes en
ninguna área de nuestra vida. Habremos alcanzado la perfección de carácter teniendo una
naturaleza caída que aun puede cometer pecado. No tendremos mas incursiones ocasionales a
la tierra de la indulgencia propia. Siempre diremos No como Jesús dijo No a todas las
tentaciones. Al silencio de la última y persistente pregunta a cerca de que quizás Jesús fue sin
pecado porque Él era Dios, la última generación probará más allá de la sombra de la duda que
hombres y mujeres con naturaleza caída pueden vivir sin pecado. Esta demostración final
contribuirá a vindicar el carácter de Dios, Su gobierno, justicia y misericordia—y el gran
conflicto estará bien cerca de su final.
¿Podemos aceptar este desafío? “Cristo tomó la humanidad y cargó con el odio del mundo
para poder mostrar a los hombres y las mujeres que podían vivir sin pecado, que sus
palabras, sus acciones y su espíritu podían ser consagradas a Dios. Podemos ser perfectos
cristianos si manifestamos este poder en nuestras vidas.”—Alza tus Ojos, página 301; énfasis
agregado. Dios ha prometido que Él puede dar la victoria sobre todo pecado. Por esta
promesa, la perfección bíblica nunca debería ser un tema desalentador; en su lugar debería
ser el prospecto más glorioso que nunca antes se haya presentado delante del pueblo de Dios.
Dios, en verdad, puede guardarnos sin caída.