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La vivienda moderna: herencia de las experiencias y saberes de mujeres en


Habitar la ciudad

Chapter · January 2018

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Zaida Muxi Martinez


Universitat Politècnica de Catalunya
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ALEJANDRO HERNÁNDEZ GÁLVEZ
X AVIER MONTEYS
IÑAKI ÁBALOS
ZAIDA MUXÍ
JUSTIN MCGUIRCK
HERNÁN DÍAZ ALONSO
THOM MAYNE
R AFAEL BAR AJAS “EL FISGÓN”
FEDERICA ZANCO
NÉSTOR GARCÍA CANCLINI
JOSEP BOHIGAS Y TONET FONT
ADA COL AU
SERGIO FAJARDO

Habitar la ciudad
Índice

7 Habitar la Ciudad
Alejandro Hernández Gálvez

Habitar Ciudad
13 ¿Dónde comemos? 65 Los rituales del caos
Xavier Monteys Rafael Barajas, “El fisgón”
19 Une Maison-Un Palais 67 Valle de México: Luis Barragán y la Macrópolis
Iñaki Ábalos Federica Zanco
29 La vivienda moderna: 77 El soborno es el nuevo contrato social
herencia de las experiencias y saberes de mujeres Néstor García Canclini
Zaida Muxí 85 De dentro a fuera
36 Su parte alquilada del sueño socialista Josep Bohigas y Tonet Font
Justin McGuirck Conversaciones
Conversaciones 91 Re-formando la propiedad
45 La obligación de la arquitectura Ada Colau. Conversación con Quaderns
Hernán Díaz Alonso. Conversación con Francisco Pardo 97 Medellín, la más educada
55 Se trata más de estrategia que de forma Sergio Fajardo. Conversación con Miquel Adrià
Thom Mayne. Conversación con Francisco Pardo
103 Semblanzas
La vivienda moderna:
herencia de las experiencias y saberes de mujeres
Zaida Muxí

Las aportaciones en el ámbito de la vivienda realizadas por las mujeres


desde la Revolución Industrial han sido primordiales para la consecu-
ción de la vivienda moderna, entendida como espacio privado necesario
para satisfacer las actividades cotidianas, al que se da soporte desde los
espacios colectivos comunitarios y urbanos.
No es de extrañar que la preocupación y el interés de las mujeres,
especialmente de las primeras arquitectas modernas, se centrara en la
vivienda y en el barrio, en los espacios de máxima proximidad y que los
roles de género han asignado a las mujeres. Con sus aportaciones basa-
das en esa experiencia ineludible, las mujeres hicieron af lorar un cono-
cimiento que, de otra manera, no hubiera sido posible; hicieron de la
obligación virtud.
Para Margarete Schütte-Lihotzky la arquitectura tenía un significa-
do sociológico, que coloca el construir en un contexto comunitario y social.
“Nosotros los arquitectos tenemos el deber y la obligación de expri-
mir nuestras cabezas para saber qué es lo que se tiene que hacer con la
edificación del habitar para facilitar la vida de las mujeres y hombres.
Desde mis comienzos me he querido ocupar, siempre y solamente, de la
edificación del habitar con todo aquello que la involucra: instituciones
para la infancia, escuelas, bibliotecas, ambulatorios…, lo que se llama
edificación social.”1

1 Minoli, Lorenza, Dalla cucina alla città: Margarete Schütte-Lihotzky,


Milán, Franco Angeli, 7ª ed., 2008.

29
A Margarete Schütte-Lihotzky, protagonista comprometida políti- interés le llevó a escribir numerosos artículos para la revista Schlesisches
camente con las vanguardias, le resultaba insuficiente el enfoque de la Heim en Breslau, que dirigía Ernst May. En el primer artículo de su ca-
nueva vivienda, mínima y funcional, de un existenzminimum para el rrera “Einrichtung der Siedlungsbauten”, sobre la organización y mobi-
“nuevo hombre”. Para ella la investigación proyectual debía cualificarse liario de las viviendas, Schütte-Lihotzky hace referencia al trabajo en la
y responder de un modo más articulado a diversos aspectos problemá- cocina con una visión taylorista. En él anuncia la importancia de la fabri-
ticos, y el que le aparecía como imprescindible, por la urgencia y priori- cación en serie para reducir los costes de estos espacios, ejemplificando
dad, era cómo ahorrar trabajo a las mujeres2 a través de una construc- el artículo con la propuesta del diseño de una cocina modular realizada
ción correcta y eficiente. en concreto, ensamblada en fábrica y colocada con la ayuda de una grúa.
Schütte-Lihotzky comenzó a trabajar en 1921 en el secretaría de vi- En 1925 Ernst May la invitó a formar parte de su equipo de proyec-
vienda del municipio de Viena, de la que Adolf Loos era el arquitecto en tos en Frankfurt, que constituyó uno de los más importantes programas
jefe desde 1920, diseñando viviendas y nuevos equipamientos domés- de construcción de vivienda pública de la historia. El encargo que le hace
ticos para la Siedlung Friedensstadt en Lainzer Tiergarten, la primera es incorporar sus propias ideas y experiencias de racionalización de la
cooperativa de los veteranos de guerra austriacos. organización doméstica al programa de vivienda popular de Frankfurt.
En 1922, ella y Loos proponen un programa para un edificio de vi- La cocina de Frankfurt de Margarete Schütte-Lihotzky es uno de
viendas sin cocinas, para familias trabajadoras. Se trataba de un edificio los hitos más reconocidos de las políticas de vivienda de la República
con más de 200 unidades habitacionales con servicios comunitarios. El de Weimar, significando la transformación de la vida cotidiana de la
edificio Heimhof, situado en el distrito XVI, proyectado por el arqui- modernidad con sus superficies metálicas y azulejadas de fácil limpie-
tecto Mohr, tenía como principal objetivo la supresión de carga al traba- za, sus altas prestaciones y especificidades, la relación modular de las
jo doméstico cotidiano a través del ofrecimiento de servicios comunes partes y los avances tecnológicos. Una cocina pensada a partir de la efi-
como cocina y comedor; una lavandería que cobraba el precio de coste, ciencia en el trabajo diario, del mínimo de recorridos para llegar a los
servicio de limpieza, guardería diurna y jardín de infancia. Estos apar- diferentes elementos.
tamentos sólo podían ser ocupados por parejas o familias en los que am- Con Schütte-Lihotzky la cocina llegó a su máxima madurez como
bos progenitores trabajaran. Los apartamentos carecían de cocina, y la una pieza de equipamiento con el máximo de especialización —un
comida era distribuida a través de un montacargas. puesto de trabajo donde todos los elementos se encuentran al alcance de
Su interés por las viviendas obreras había quedado demostrado en la mano de la operaria—. La planta, en el caso mínimo, era de 1.9 x 3.44
sus trabajos para las asociaciones de colonos de Viena para quienes pro- metros y estaba científicamente calculada como la dimensión óptima
yectó, desde antes del trabajo con Loos y hasta que se fuera a Frankfurt, para que cada movimiento fuera totalmente eficiente y cada operación
numerosas tipologías de vivienda. Siempre realizaba el proyecto total, coordinada. Se ha de aclarar que la cocina no era un modelo cerrado,
que incluía los mobiliarios como parte de la construcción para permitir sino un sistema modular que podía variar su conformación y medida
el correcto funcionamiento de las células mínimas; propuso en 1923 una dependiendo del tipo de vivienda en la que se colocara.
casa embrión crecedera en fases, presentada en la V Exposición Vienesa La cocina de Frankfurt no es un modelo cerrado y único sino que
de los huertos familiares, barrios y viviendas; y por supuesto, el centro de es una cocina compuesta por módulos, tal como la seguimos enten-
su investigación estaba en la parte mecánica del hogar, la cocina. Este diendo en la actualidad, que podían organizarse de acuerdo a las nece-
sidades de cada casa. Esta cocina modular, la primera en la historia, fue
2 Minoli, L., op. cit. uno de los elementos que la corporación municipal produjo de manera

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31
industrial para sus viviendas y también como equipamiento para ven- Publicó un primer libro en 1841, A Treatise on Domestic Economy, para
der en otras ciudades. Al tiempo que la cocina de Frankfurt era el lugar un mejor manejo de la casa y del aprovechamiento de las tecnologías al
para la mayor parte de las innovaciones, el lavadero comunal electrifi- abasto. Comienza el libro diciendo: “No hay un aspecto de la economía
cado, completado con lavadoras, secadoras, máquinas de planchado y doméstica, que más seriamente involucre la salud y el confort diario de
planchas, también fue fundamental por su capacidad de ahorrar trabajo. todas las mujeres americanas, que la adecuada construcción de la casa”.
Schütte-Lihotzky calculaba que este equipamiento, construido en todos Los cinco principios para el diseño de la casa que guían el trabajo
los grandes proyectos de nuevos asentamientos de Frankfurt, reducía el de Beecher, basados en el conocimiento cotidiano y doméstico son: eco-
típico día de lavandería de 15 a 5 horas. nomía de trabajo, economía de dinero, economía de salud, economía
Pocos años después Charlotte Perriand propondría en el Salon des de confort y, por último y de menor importancia, el buen gusto. Bee-
Artistes Décorateurs de París en 1928 la primera cocina abierta a un co- cher defiende que la casa ha de ser funcional, planificada alrededor de
medor. Abierta por medio de un mostrador que relacionaba ambos es- las necesidades y capacidades de las mujeres. Al decidir sobre el estilo
pacios y a la vez ocultaba parcialmente la cocina desde el comedor. Esta y tamaño de una casa, una familia velará por la salud y la capacidad del
idea será llevada al máximo en las propuestas que ella diseñó y se rea- ama de casa; “dobla el tamaño de la casa y doblarás el trabajo que lleva
lizó en la Unité d’Habitation de Marsella, donde la cocina de mínimas cuidarla”. En este primer libro se incluyen cinco modelos de vivienda,
dimensiones se abre al comedor con un pasa plato practicable a la altura para todas propone cocinas bien iluminadas, de generosas medidas, y
de la encimera de trabajo y el mueble superior que deja ver a la persona ubicadas en un lugar central de la casa, espacios de despensa y almace-
que está trabajando, quien también puede ser parte de la conversación naje fácilmente accesibles.
y actividades del salón comedor. Cuando las tareas de la cocina se han Cuatro cuestiones planteadas por Catharine Beecher son aún hoy
acabado, la persona que ha trabajado en ellas se puede sentar a disfrutar vigentes: la cocina eficiente y central; la f lexibilidad en el uso de los es-
de la velada, sin tener presente el desorden que pueda haber quedado en pacios y la transformabilidad de los mismos; los espacios de guardado
la cocina, ya que está aunque abierta queda eliminada de la vista desde o armarios empotrados que hagan innecesarios los muebles aislados,
la mesa al cerrar el pasa-platos. que como ella misma explicaba son poco prácticos, más caros e impli-
A Margarete Schütte-Lihotzky y a Charlotte Perriand les precedie- can más trabajo para su cuidado; y el ahorro y la eficiencia energética.
ron mujeres que, aun no siendo profesionales de la arquitectura, pensa- En su segundo libro, The American Woman’s Home, de 1869, escrito
ron y propusieron mejoras para la vivienda moderna desde mediados del al alimón con su hermana Harriet Beecher Stowe, autora de La cabaña
siglo XIX hasta las primeras décadas del siglo XX. Entre las primeras tra- del tío Tom, éxito literario una década antes, presentarán un proyecto
tadistas sobre la vida doméstica se encuentra Catharine Beecher, quien más desarrollado que denominaron la casa cristiana. Con esta propuesta
se preocupó por el impacto que la falta de servicio doméstico tendría so- buscaban el máximo rendimiento del trabajo de la mujer y el ahorro
bre las mujeres en el cuidado del hogar. Una sobrecarga de trabajo para de tiempo en desplazamientos innecesarios, basados en la proximidad de
la mujer, ya que todo el cuidado del hogar recaería exclusivamente sobre todos los elementos de la casa, que sería un rectángulo de aproxima-
la mujer-ama de casa, binomio que para ella era indisoluble, y para la damente 7 x 13 metros con una altura de 3 metros por planta. Estas
cual no se habían desarrollado máquinas ni instrumentos industriales. medidas tan ajustadas para una vivienda burguesa de la época se basan
Su posición no cuestiona el papel de la mujer en el cuidado de la casa, en su ideal de ahorrar trabajo y energía, y se ven compensadas por las
pero defiende que éstas estén diseñadas para facilitar y hacer posible su pocas particiones interiores que proponen: dos grandes ambientes a am-
trabajo, por lo tanto, es imprescindible tener en cuenta su experiencia. bos lados de la escalera y la cocina que ocupan el lugar central de la casa.

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Diseñan un elemento móvil de separación para que una de las salas de la cocina y la idea de cocina lineal como cadena de ensamblaje; y Christine
planta baja pueda ser utilizada de diferentes maneras. La pared-pantalla Frederick, quien llevaría las ideas tayloristas a la cocina. Ambas serían
se proponen para que, además de dividir, responda a los requerimientos colaboradoras de empresas dedicadas a la fabricación de elementos para
de dos espacios diferentes, un lado con pinturas y molduras que dará a la cocina; su experto conocimiento fue fundamental para el desarrollo
la sala más pública y el otro lado, que será utilizado como dormitorio, de nuevos productos y para llegar a las mujeres vistas como ejecutoras del
tiene un armario completo con colgadores y cajas-estantes para el guar- presupuesto familiar.
dado de la ropa. Las camas convenientemente puestas una bajo la otra Como hemos visto de forma muy breve, las aportaciones de las mu-
sirven de sillón diurno y se duplican a la noche. Catharine Beecher y jeres al proyecto de la vivienda moderna están presentes desde el primer
Harriet Beecher Stowe consideran que, teniendo habitaciones y mobi- momento con ideas que hoy continúan siendo primordiales: ahorro y
liario que sirvan a más de un propósito, se puede maximizar la eficien- eficiencia en el uso del espacio y del tiempo; el ahorro energético; los es-
cia en el uso del espacio. pacios de guardado y especialmente la reducción y eficacia de la cocina.
Catharine Beecher y Harriet Beecher Stowe acompañan con dibujos A partir de los estudios científicos basado en las experiencias y los cono-
todas las detalladas descripciones, dedicando a la cocina especial atención, cimientos de las mujeres éstas y otras aportaciones han sido esenciales
ya que es el ambiente de la casa en el cual las tareas llevaban, y llevan, más para el desarrollo futuro de las viviendas colectivas del siglo XX.
tiempo. Proponen la ubicación de la misma en el centro de la planta baja,
entre los dos grandes espacios, de 9 pies x 9 pies (2.74 m x 2.74 m) y ad-
yacente a un cuarto para la caldera y fogones de 9 x 7 pies ubicado en el
centro de la casa bajo la escalera.
Una propuesta más innovadora, y que produjo centenares de artícu-
los a favor y en contra, fue la realizada por Melusina Fay Peirce en la
segunda mitad del siglo XIX. Ella proponía casas sin cocina, ya que
consideraba que las tareas domésticas suponían una monotonía diaria
y una presión para las mujeres que querían perseguir plenamente sus
ambiciones personales. Expuso y publicó sus ideas, basadas en una crí-
tica detallada de la economía doméstica de la casa, acuñando el térmi-
no cooperative housekeeping, en la revista Atlantic Monthly entre los años
1868 y 1869. Aquí comenzaríamos con otra genealogía menos explorada
pero también exitosa, y que ha llegado hasta hoy a través de propuestas
de vida comunitaria y cohousing.3
A las hermanas Beecher les seguirían, a principios del siglo XX,
mujeres como Lillian Gilbreth, que estudiaría la cinemática de las tareas
de la cocina, establecería el diagrama del movimiento triangular en la

3 Montaner, Josep Maria y Muxí, Zaida Arquitectura y política.


Ensayos para mundos alternativos, Barcelona, Editorial Gustavo Gili,
2011.

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Habitar la Ciudad

Primera edición, 2016 Entrevistas


ISBN: 978-607-9489-03-8 Quaderns
Miquel Adrià
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Culiacán 123 Edificio anexo, primer piso,
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Textos Miquel Adrià
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© Sergio Fajardo León Villegas

Diseño y Formación
Samuel Morales

Corrección de estilo
Claudia Priani
Diana Goldberg

Traducción
Fulvio Filipponi
Valle de México: Luis Barragán y la Macrópolis

Pedro Hernández
Re-formando la propiedad

León Villegas
Su parte alquilada del Sueño Socialista
Se trata más de Estrategia que de Forma
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