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La luz de la Ilustración no tiene un movimiento tan

rápido como el del sol; pero, una vez ha rayado sobre


algún hemisferio, se difunde, aunque lentamente,
hasta llenar los más lejanos horizontes; y, o yo
conozco mal mi nación, o este fenómeno va
apareciendo en ella.
Jovellanos, 1777

1 Introducción.

Antes de comenzar a profundizar sobre nuestro personaje, entiendo


que sería de gran utilidad manifestar que; lo que pensaban de el los
eruditos tanto del siglo XIX como del siglo XX. Valgan como botón de
muestra las siguientes opiniones:

Para Cándido Nocedal y Gumersindo Laverde “Jovellanos fue un


liberal a la inglesa, innovador, pero respetuoso de las tradiciones,
amante de la dignidad del hombre y de la emancipación verdadera del
espíritu, pero dentro de los límites de la fe de sus mayores y el respeto a
los dogmas de la Iglesia. Para Don Marcelino Menéndez Pelayo
Jovellanos produjo la mejor prosa que depara el siglo XVIII español y El
alma más hermosa de la España moderna. Para Don Carlos Seco
Serrano Jovellanos señala una nueva vía, la que se sitúa entre los
extremos y trata de conciliar el ideal de progreso con la conservación.
Para Don Julián Marías Jovellanos fue la figura más noble que engendró
la Ilustración española y para Don Manuel Fernández Álvarez
Jovellanos representa lo mejor que quiso ser nuestro siglo XVIII1

Entiendo que es muy apropiado, por el momento y por el lugar en


el que vamos a hablar de don Gaspar de Jovellanos, empezar con un
pensamiento del personaje referido a la utilización de las fuentes de la
riqueza pública y de la enseñanza. Estas líneas transcritas en el
siguiente punto tienen su origen en un discurso pronunciado por
nuestro personaje en el año 1 796, con el nombre de Introducción a un
discurso sobre la Economía civil y la instrucción pública. Se puede ver
que han transcurrido más de 307 años y seguimos en nuestra patria
con el mismo problema, basta con que nos asomemos a la calle, leamos
cualquier periódico, oigamos cualquier emisora de radio o veamos
cualquier canal de televisión. Pues bien para continuar con esta breve
introducción permítaseme que transcriba unas líneas de la obra citada.

1
Ideario del Instituto Universitario de investigación Jovellanos para estudios avanzados sobre política y
economía. Universidad Católica de Valencia

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Luego las que llaman fuentes de la
riqueza pública no son otra cosa que el
arte de aplicar el trabajo de una nación al
producto de su riqueza. Y bien, ¿qué hará
una nación para adquirir esta pericia y
para perfeccionar el arte de aplicar sus
capitales y sus brazos a la producción de
la riqueza? Instruirse en los conocimientos
conducentes a esta perfección. Luego la
principal fuente de la prosperidad pública
se debe buscar en la instrucción2. Como
podemos ver el pensamiento de Don
Gaspar, que se plasma en este bello
cuadro del Maestro Aragonés de
Fuendetodos, que se encuentra expuesto
en el Museo del Prado, todavía, no tiene respuesta. Muchas son las
obras pintadas de Jovellanos pero si tuviera que elegir alguna no
duraría en elegir esta.3

Basta con que leamos el primer párrafo del discurso al que me


refería líneas arriba para que veamos el estado de ánimo de Jovellanos
con respecto a lo que entonces se denominaba Instrucción Pública y
hoy enseñanza, veamos simplemente un párrafo:. De la obligación con
que nace todo hombre de concurrir el bien de sus semejantes, nace la de
consagrar sus luces a este gran objeto, y ella ha dirigido la elección de
mis estudios desde que estuvo en mi mano. En mi niñez y primera
juventud hube de seguir los métodos establecidos en las escuelas
públicas, y los que conocen estos métodos saben que forzosamente habré
malogrado en ellos mucho tiempo. Destinado muy temprano a un
ministerio público, no fue menos forzoso cultivar con igual desperdicio la
ciencia consagrada a él; porque el desengaño de la inutilidad de la
jurisprudencia no puede venir sino de su mismo estudio. Él es el que,
fatigando la razón, la despierta, la hace salir de sus intrincados
laberintos, y convenciéndola de que el conocimiento de nuestras leyes y
el arte de aplicarlas a los negocios de la vida, o de regularlos en falta de
ellas, por los principios de la justicia natural, [que] es el único objeto de

2
Jovellanos Introducción a un discurso sobre la Economía civil y la instrucción pública, 1796. La edición
de este discurso ha sido realizada por don Joaquín Ocampo y Vicent Llombart y pertenece al Tomo Xº de
las obras completas de don Gaspar de Jovellanos. Instituto Feijoo , Ediciones KRK, Oviedo, 2008, pp 886 -
901
3
Retrato de Jovellanos en 1798 Francisco de Goya, Museo del Prado

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jurisconsulto, la lleva directamente hacia ellos. A este desengaño sigue
naturalmente otro, debido también al mismo estudio. 4.

Cuando a principios del curso solicité realizar el trabajo sobre el


Discurso de Ingreso en la Real Academia de la Historia, pensé que tan
sólo me iba a ceñir al citado discurso, tras su lectura pensé, que si lo
hacía de la forma deseada, se me iba a quedar muy corto y lo que para
mí es más importante, iba a ampliar un poco mis conocimientos sobre
el personaje y la época. De ahí que decidiera realizar este trabajo de
forma más amplia e incluyese su biografía y por lo menos citase aunque
fuera muy por encima el resto de su obra. Consiguientemente vamos a
intentar estudiar, aunque sea muy brevemente, pero dentro del mayor
rigor académico la figura de este gran Ilustrado.

I Biografía

En la madrugada del 5 enero 1744, nace, nuestro personaje, en


una vieja casona nobiliaria, de doña Francisca Apolinar, hija de los
marqueses de San Esteban del Puerto, a quien sus padres pondrían el
nombre del santo del día como en aquellos tiempos era costumbre
Baltasar, Gaspar, Melchor y María. Algo si me gustaría señalar de aquel
parto, pues era evidente que el niño alumbrado no iba a ser como los
demás le antecedían diez y le seguirían otros tres hermanos. Su
infancia transcurrió entre cinco chicos y cuatro chicas, pues la muerte
se llevó a otros cuatro. Bien ya sabemos que don Gaspar procedía de
dos viejos linajes: el García Jove y los Llanos de Tejera. Quizás sea por
eso por lo que su padre don Francisco Gregorio García de Jove, pensó
que su hijo, el decimo, debería seguir la carrera eclesiástica. De manera
alguna podemos olvidar que Gaspar era un–segundón– y en el Antiguo
Régimen, la fortuna familiar pasaba al –mayorazgo–y los segundones
debían labrarse su fortuna en el mar, en la Iglesia o en la Casa Real.5

1.1. Primeras Letras. Ceán Bermúdez su biógrafo, cuenta en sus


memorias que las primeras letras las aprende en su Gijón natal, se dice
que muy pronto destacó en latín, enfrentándose desde su más tierna
infancia a la Guerra de las Galias de Julio César y a la oratoria de
Cicerón. En 1757, con tan sólo 13 años abandona la casa paterna y es
enviado por sus padres a Oviedo al objeto de que inicie la carrera
eclesiástica, obteniendo según cuenta el citado biógrafo su primera
tonsura de manos del Obispo Manrique de Lara, con el objeto de poder
obtener un beneficio diaconil en San Bartolomé de Nava, para este

4
Jovellanos Introducción a un discurso sobre la Economía civil y los a instrucción pública, 1796.
5
Fernández Álvarez M. Jovellanos el patriota. Quinta edición, Madrid, Editorial Espasa, 2008, pp, 40-43

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beneficio le presentó su tía Isabel Jove Ramírez que era la abadesa del
monasterio benedictino de San Pelayo.

1.2 Estudios Superiores. En 1758 es promovido al obispado de


Ávila el asturiano Romualdo Velarde y Cienfuegos, Gaspar marchó
hacia esa sede, pues, según parece desprenderse de lo manifestado por
Ceán, Don Romualdo fundó en su propio palacio una especie de
seminario privado, en el que acogió a diversos estudiantes asturianos.
El obispo, era contrapariente de Jovellanos, Gaspar estudió en el
palacio del obispo de Ávila derecho canónico, aunque no parece que
fuese alumno de la Universidad de Santo Tomás por lo que se fue a
graduar con otros compañeros que estaban con el obispo a la
Universidad de Osma obteniendo el grado en junio de 1761. Tras esta
graduación Jovellanos continúa estudiando y el 3 noviembre de 1763 se
incorporó de bachiller en Cánones a la Universidad de Ávila y al día
siguiente tras la oportuna convalidación, y previo examen "se le dio
licencia para ascender al título de Doctor y de Maestro de Cánones " y se
le autorizó a optar a la Cátedra. Cátedra esta que no obtuvo, según se
acredita en el registro de la Universidad abulense. Debemos mencionar
que Jovellanos ocultó, por no ser políticamente correcto en aquellos
momentos, la formación recibida en los Jesuitas, que acababan de ser
expulsados de España.

Seguidamente pasa a estudiar a la Universidad de Alcalá


acompañado, como criado, pero también como amigo de Juan Agustín
Ceán Bermúdez que sería su biógrafo. Ceán también de Gijón, de origen
más modesto, pero igualmente hijo de un matrimonio de hidalgos.
Pronto formó parte de la familia de los Jovellanos y la vida de éstos
corrió en parejo, reitero que Ceán, cinco años más joven que Gaspar, se
convertiría en su biógrafo. Una vez finalizados sus estudios en el año
1767 la vida de Jovellanos va a cambiar totalmente de rumbo. Comenta
Ceán que aunque estaba decidida la carrera eclesiástica de este algunos
colegiales y especialmente don Juan Arias de Tejada pero sobre todo
sus primos los marqueses de Casa –Tremañes y su tío el Duque de
Losada le quitaron de la cabeza el cursar la citada carrera.

Todo esto le hizo cambiar sus ideas, y además de los citados nobles
fue decisiva la intervención de su preceptor Arias de Saavedra, de
manera que dejó para mejor momento el viaje Galicia para hacerse
cargo de la canonjía de Tuy. Cambió la casulla y el breviario por la toga.
A partir de ese momento puso la mira en una de las plazas de alcalde
del crimen que habían quedado vacantes en las audiencias de la
península. El 31 octubre de 1767, la Cámara del Consejo de Castilla,
presidida por Aranda, le propone en primer lugar para alcalde de la

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Cuadra de la Audiencia de Sevilla. El rey afecta, y rubrica el siguiente
decreto <nombro a don Gaspar Melchor de Jovellanos y Ramírez>. De
cuanto antecede no cabe la menor duda de que nuestro joven personaje
tuvo que enterarse inmediatamente de la grata noticia; pero su
oficialidad llegó el 23 de noviembre momento este en que escribe al
conde de Aranda aceptando el cargo.6

1.3 El inicio de una carrera y las nuevas Ideas. No creemos


excesivo afirmar que con él viene al mundo una de las personalidades
más apasionantes de todo el siglo XVIII español, de carácter forjado en
el crisol de un período complejo y ambiguo, de tensiones difícilmente
sintetizables, jalonado de avances y retrocesos, culminación, en fin, de
un enconado debate filosófico, político y cultural. Que nunca había
dejado de alentar en el transcurso de la centuria, pero que adquiere
tonos realmente dramáticos durante la madurez vital de nuestro autor.
Jovellanos vivió la España de su época con una intensidad
desproporcionada a la de su propia fortuna personal, que, como en el
caso de tantos y tantos compatriotas, le acabó siendo injustamente
adversa.

En Sevilla, ciudad a la que llega con 24 años, permanecerá


Jovellanos hasta 1778. Es en la ciudad hispalense donde Gaspar
conocerá a Pablo de Olavide, personaje este de azarosa biografía y de
gran trascendencia en la Ilustración Española.

Pablo de Olavide y Jáuregui había nacido en Lima en 1725.


Destacado miembro de la élite virreinal, se doctoró en Leyes por la
Universidad Mayor de San Marcos de Lima, donde fue Catedrático de
Artes y Teología, e ingresó como Oidor en la Real Audiencia de la capital
del Perú. Tras el devastador terremoto de 1746 que asoló Lima, fue
nombrado Comisario de las obras de reconstrucción donde se puso su
actuación en duda.

Viaja a España en 1752, y tras dar cuentas a la Justicia, se casa


con una rica heredera, con la que visitó Italia y Francia, conociendo a la
intelectualidad ilustrada europea. Amigo del Conde de Aranda, ministro
de Carlos III, fue consejero personal de Campomanes y Múzquiz, y
protector de Melchor de Jovellanos. Relacionado con los reformistas del
gobierno, fue nombrado Asistente de Sevilla (1767), Intendente del
Ejército de los cuatro reinos de Andalucía (Jaén, Córdoba, Granada y
Sevilla) y Caballero de la Orden de Santiago. Emprendió numerosas
obras de reforma en la ciudad de Sevilla: alcantarillado, desecado de
lagunas intramuros, trazado de la Alameda de Hércules, mejoras de las

6
Caso González J. M. Jovellanos. Primera edición, Barcelona, Editorial Ariel, 1998, pp, 18 -29.

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orillas del río, etc. Ordenó también levantar el primer plano de la ciudad
en 1771

Nombrado Superintendente de las Nuevas Poblaciones de Sierra


Morena, llevó a cabo la repoblación del camino real desde Sevilla a
Madrid, fundando más de cuarenta pueblos en las actuales provincias
de Cádiz, Sevilla, Córdoba, Jaén y Ciudad Real. Realizó un informe
sobre la producción agraria y la tenencia de la tierra en Andalucía,
proponiendo diversas medidas económicas, y un nuevo plan de estudios
para la Universidad Hispalense en el cual las asignaturas de Teología
debían dejar paso al estudio de las Ciencias Naturales, las Artes y las
Ciencias Jurídicas.

Procesado por el Tribunal de la Inquisición, acusado de atentar


contra el orden y la espiritualidad tradicional, lo encarcelaron, aunque
pudo huir a Francia, donde fue acogido y respetado por los ilustrados
franceses: Diderot pronunció un famoso discurso sobre su figura ante
la Asamblea General; Voltaire dijo de él: "Vos y cuarenta como vos
necesita España". Implantado en Francia el régimen del Terror, vio
cómo sus amigos eran ejecutados en la guillotina, siendo él mismo
perseguido y encarcelado, librándose de la muerte por la intercesión de
algunos conocidos.

Filósofo desengañado de los extremos de la Revolución, poeta y


escritor de novelas, pidió al rey Carlos IV volver a España, siendo
recogido por el ministro Godoy. Escribió su última obra, "El Evangelio
en Triunfo" y rehabilitado en sus dignidades y honores, se retiró junto a
sus parientes en Baeza, donde murió en 1803.

La estancia en Sevilla fue, para Jovellanos, muy enriquecedora,


tanto desde su experiencia personal como de la intelectual e ideológica.
Se debe reiterar que en esa ciudad Jovellanos traba conocimiento con el
hombre que quizás le influyó más en su trayectoria vital posterior: el
intendente Pablo de Olavide, del que acabamos de hacer una pequeña
síntesis biográfica... En Sevilla lee Jovellanos a autores franceses, como
Montesquieu, Voltaire o Rousseau, estudia inglés para conocer
directamente las obras de Young, Milton y Macpherson, entra en
contacto con las ideas jurídicas del italiano Beccaria, apoya la reforma
de los Colegios Mayores –aunque discrepe de sus consecuencias- y
orienta con sus consejos a los jóvenes poetas que, como Meléndez
Valdés, se dirigen a él en demanda de estímulos.7 . La Cámara de

7
Ruiz de la Peña Solar A. A. Director de la Página Web que la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
dedicada a Don Gaspar de Jovellanos y del Instituto Universitario Feijoo de estudios del siglo XVIII la
Universidad de Oviedo.

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Castilla propuso al rey el 31 de Enero 1774 que Jovellanos a para la
plaza de Oídor de la Real Audiencia de Sevilla, Carlos III le nombra
mediante decreto publicado el 28 de febrero haciéndose este efectivo el
15 de marzo siguiente8

Es en esta ciudad donde a decir de muchos autores Gaspar de


Jovellanos se convierte en un Ilustrado, lo cual no es de extrañar
habida cuenta de los contactos que tenía, los autores que leía y la
asistencia a las tertulias organizadas por Olavide en el Alcázar a las que
asistió, coincidiendo con Antonio Ulloa, marino y famoso científico;
Francisco de Bruna, entre otros. No podemos dejar de indicar que estas
tertulias, habituales en aquella época eran animadas por Gracia
Estefanía, prima hermana de Olavide y de gran atractivo, que no pasó
desapercibida para el joven oídor de la Audiencia.

A esta época 9 corresponde la


descripción física y moral que de él
nos ha dejado Ceán Bermúdez) (
Autor de la primera biografía de
Jovellanos: «de estatura
proporcionada, más alto que bajo,
cuerpo airoso, cabeza erguida,
blanco y rubio, ojos vivos (…) era
generoso, magnífico, y aún pródigo
en sus cortas facultades: religioso
sin preocupación, ingenuo y sencillo,
amante de la verdad, del orden y de
la justicia: firme en sus resoluciones,
pero siempre suave y benigno con los
desvalidos; constante en la amistad,
agradecido a sus bienhechores,
incansable en el estudio, y duro y fuerte para el trabajo»10.

8
Caso González J. M. Ibidem, p, 53.
9
Cristóbal Ramos Tel Retrato del magistrado Gaspar de Jovellanos 1770. Museo nacional de artes
decorativas, Madrid
10
Ceán Bermúdez Memorias para la vida del Excmo. señor D. Gaspar Melchor de Jovellanos, y noticias
analíticas de sus obras (Madrid, 1814)

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Algo sobre las Tertulias. En las
tertulias que hemos citado y en otras
muchas a las que asistió Jovellanos, y
que son características de esta época
además de hablar de política, de exponer
ideas sobre los autores leídos, flirtear con
las damas no olvidemos a la prima
hermana de Pablo de Olavide, la señorita
Gracia Estefanía. Era costumbre que el
anfitrión de donde se celebraba la tertulia
invitase a sus invitados a tomar bien
fuera café, té o chocolate. Sin duda su biógrafo Ceán Bermúdez nos
ayudará. Jovellanos, le envía la receta del chocolate a un amigo lord
Holland en 1809, e incluso pide en 1799 una remesa de Astorga, donde
le dicen que es mejor: «Espero, por tanto, que usted me haga labrar un
quintal a su satisfacción, acerca de lo cual nada tengo que prevenir, pues
gusto que sea bueno, y en lo demás [el precio] sea como fuere». También
nos indica: «Ayer a mediodía tropecé con mis ingleses, y desde luego los
conocí dispuestos a cuanto insinúa el primo. Convídelos a café». En el
cumpleaños de 1796 «concurrieron mil gentes. Al fin se les dispuso un
refresco en el cuarto de la torre, de vinos, licores, dulces y frutas en
abundancia». Al hilo de estos nuevos consumos, se había desarrollado
una incipiente industria estatal, que abastecía de delicadas tazas y
jícaras11 —seis se hallan en el inventario de su equipaje tras su muerte.
La jícara12 que figura en esta página es una muestra de esa incipiente
industria. Estas piezas junto con otras son características de esta época
y se encuentran en numerosos museos.

Justo es, ya que estamos analizando muy brevemente por razón


del espacio y del tiempo algunas de las costumbres que no dejemos de
hablar del rito del rapé, para ello nada mejor que continuar con el
biógrafo de nuestro personaje. Finalmente, en aquellas estancias, se
consumía tabaco. Sabemos por una hermana de Jovellanos que
fumaba, pero parece predominar en los contertulios el consumo de
rapé, cuyas cajas, cuidadosamente decoradas, eran objetos de especial
estima, con frecuencia personalizados y regalados. Así, Jovellanos
consigna un gasto de 84 reales de Ceán Bermúdez: «para dos libras de
tabaco para él y su hermano». Cuando Pedrayes parte a Madrid en

11
La Luz de Jovellanos Exposición Conmemorativa del bicentenario de la muerte de Gaspar Melchor de
Jovellanos (1811 -2011) Museo Casa Natal de Jovellanos Comisariado Universidad de Oviedo. Instituto
Feijoo de Estudios del Siglo XVIII (IFES XVIII).Comisarios Lorenzo Álvarez E. Ocampo Suárez-Valdés J. Ruiz
de la Peña Solar A .p, 138.
12
Jícara Siglo XVIII Museo Nacional de Artes

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1796, Jovellanos anota: «le regalo el Smith en inglés; él, su rapé; tierna
despedida».

Entre su último equipaje,


figura «una caja de cartón
para tabaco con un armenio
en la tapa», «una caja para
tabaco, de piedra, con arillos
y embutido de oro; otra ídem,
de concha con el retrato de
una dama cercado de oro,
cuadrado; otra, también de
concha, con el retrato del
señor Saavedra; su
preceptor, otra caja para tabaco de pasta basta»; y en su testamento de
1807, lega a su sobrino Baltasar «la caja negra con el retrato del señor
don Juan Arias de Saavedra», que dice haber sido «de mi primer aprecio
desde que la poseo, por la representación que contiene de tan constante y
virtuoso amigo», y a su sobrino Francisco Javier, «la caja de pasta
forrada en oro que suelo usar aquí [en Bellver]». En todo caso, en fecha
indeterminada en carta a un amigo gijonés desconocido que acaba de
sufrir un achaque, le aconseja todo un nuevo régimen de vida, que
incluye dieta y paseos a caballo: «Y ese maldito tabaco, cuyo aroma
ataca continuamente los órganos del cerebro, ¿por qué no se dejará del
todo, y si no es posible, no se reducirá al mínimum?»

El rapé llevado por los caballeros de la época en unas preciosas


cajas decoradas como la que acompaña a esta página.13

Llegada a la Corte .En 1778, Jovellanos es trasladado a Madrid,


en virtud del nombramiento de Alcalde de Casa y Corte. Cuando llega a
Madrid, el momento es, a escala mundial, del mayor interés: las
colonias americanas llevan ya tres años de dura lucha contra la
metrópoli. Es precisamente el año en el que el Gobierno de Luis XVI
decide ayudar a los insurgentes, como fruto de la labor diplomática de
uno de los hombres más notables del siglo: Franklin.

Pero es también un año de luto para la Ilustración europea; mueren


Voltaire y Rousseau, el primero, era el que más había hecho por

13
Caja de rapé Hacia 1787-1858. Fábrica de Alcora. Museo Nacional de Artes Decorativas. Madrid

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destruir el Antiguo Régimen con su irónica pluma, y el otro, quien más
había realizado para alumbrar una nueva época con su obra El contrato
social. Son unos años en los que se está incubando la Revolución
Francesa, a la que la norteamericana había dado aliento. Sin duda,
también algo nuevo estaba germinando en el Imperio español.

Es la época en Madrid, que vive años luminosos, bajo la égida de los


ministros reformadores, y con la protección de Carlos III; pero cuando
ocurra el relevo en el trono en 1778, y precisamente en las vísperas de
la Revolución Francesa, los días de ese Madrid Ilustrado estarían
contados.

Es en esa época cuando Carlos III se decide a hermosear Madrid,


convirtiéndose así en lo que se ha llamado el mejor alcalde de la Villa y
corte. Había que convertir a ese Madrid, a decir verdad en una capital
de un gran imperio. Ahí está la Puerta de Alcalá, las grandes fuentes del
Paseo del Prado. En fin, ahí está el majestuoso Palacio de Oriente, la
obra de Sabatini que coloca a la monarquía española entre las mejor
aposentadas de Europa.

Una vez establecido en la Corte Jovellanos, ingresa en la Sociedad


Económica Madrileña; la Sociedad Matritense que le hace socio, este
mismo año, en 1778 le, abrirán sus puertas la Academia de la Historia
y la Academia Española, la de Bellas Artes el año siguiente. En 1780, la
Sociedad Económica de Asturias le distingue como individuo honorario
y es promovido al Consejo de las Órdenes Militares. Jovellanos escribe,
lee, redacta informes y memoriales, polemiza con otros escritores,
estudia documentos, atiende la fatigosa correspondencia, asiste a
tertulias -como la de Campomanes-, viaja continuamente por España, y
todo ello sin descuidar sus obligaciones profesionales. En 1783 es
nombrado miembro de la Real Junta de Comercio. Esto quiere decir que
todos los centros culturales de la corte querían contar con el nuevo
valor, del que no se cesaba de hablar el todo el mundo de aquella
brillante corte Carolina.

Hemos visto que Jovellanos fue muy pronto llamado a formar parte
de las Reales Academias, signo evidente de su temprana conquista de la
corte. Ninguno de los prohombres ilustrados sostenía, hacia 1780, tan
brillantes perspectivas de triunfo y de éxito como el patricio asturiano.14

En 1790, dos años después de la muerte de Carlos III, Jovellanos


conoce su primera decepción política. La Corte madrileña ha cambiado

14
Fernández Álvarez M. Ibidem, pp, 95 -100.

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y en la cúspide del poder, Floridablanca ha iniciado una etapa de
involución política. Los acontecimientos revolucionarios franceses
atemorizan a los sectores reformistas y se ejerce una censura férrea que
acaba con los tímidos ensayos del periodismo crítico. En este contexto,
Jovellanos es enviado a Asturias, comisionado por el Ministerio de la
Marina. En una decisión que tiene todos los visos de ser una venganza
urdida por sus enemigos de la Corte, al defender públicamente a su
amigo Cabarrús, que había sido acusado de malversación de fondos en
el Banco de San Carlos. De poco sirvió la gallarda actitud de Jovellanos
defendiendo al amigo; a raíz de este suceso, se rompen las cordiales
relaciones con Campomanes de forma casi violenta, volcando en los
Diarios toda la amargura que lo atenazaba al comprobar que hombres
como Lerena -uno de los principales instigadores de la operación-
manejaban ahora las riendas del poder.

Durante el tiempo que permanece


en Asturias, Jovellanos alienta varios
proyectos y realizaciones de auténtica
envergadura; acaba el Informe en el
expediente de Ley Agraria (1795),
funda el Real Instituto de Náutica y
Mineralogía en 1794, institución
educativa modélica sobre la que volcó
su enorme capacidad de trabajo e
ilusión, orientándola en el estudio de
las ciencias útiles frente al
anquilosamiento escolástico y
preparando a las jóvenes
promociones de ingenieros, marinos o
físicos en las nuevas técnicas
científicas y en conocimiento de las
humanidades. Como asturiano
lógicamente no puede olvidarse de la
minería como hemos dicho funda el
Real Instituto de Mineralogía y enseña el manejo de las herramientas15
usadas en el extranjero, sobre todo en Francia, y asimismo estudia las
técnicas usadas en el mismo país para la extracción de los minerales.

15
Grabados sobre herramientas mineras en M. Morand, L’art d’exploiter les mines de charbon de terre.
De l’extraction, de l’usage et du commerce de charbon de terre, París 1777 Biblioteca Nacional de
España

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Ya vemos que don Gaspar no fue a Gijón sólo para ver a la familia y
pasar unos meses de descanso. Llevaba la comisión de poner en
marcha las obras de la nueva carretera de Oviedo a Gijón, que
formaban parte del proyecto general de la carretera de Castilla. A
impulsos de la ciudad de Gijón había solicitado la Diputación del
Principado en 1777, este trozo de carretera general. El proyecto de
obras fue delineado por los arquitectos José San Martín y Manuel
Reguera González. Lo aprobó el Consejo de Castilla, con audiencia de
su primer fiscal Campomanes, y lo mandó ejecutar en un decreto de 22
marzo 1782, al mismo tiempo que se pedía a don Gaspar, que por
encontrarse casualmente en el país, tratase con el Regente y con los
arquitectos de lo conveniente a la ejecución de la obra y dar principio a
ella, según se le comunicó directamente por el Consejo el 27 marzo.
Nada más llegar al principado inicia las obras y junto con Reguera tras
haber creado la oportuna Junta. Muestra del desvelo de Jovellanos por
Asturias lo encontramos en las siguientes líneas e imágenes:

16Las
ventajas
competitivas que otorgaba
a Asturias la
disponibilidad del recurso
energético sobre el que
descansaba la revolución
industrial, el carbón
mineral, serían el punto
de partida para una
industrialización
especializada en los
sectores siderúrgico y
metalúrgico. Estos
últimos, partiendo de las Reales Fábricas de municiones y armas de
Trubia, Oviedo y Grado, crearían externalidades ventajosas para inducir
la aparición de otros ramos fabriles orientados a la demanda civil —

16
La llamada «minería vecinal» o «minería de paisanos», realizada por los propios campesinos en
explotaciones a cielo abierto y empleando útiles y equipos rudimentarios, desconocía los principios de la
«arquitectura subterránea» y los equipos de extracción propios de la minería industrial.
A diferencia de la minería preindustrial o pre capitalista representada por las explotaciones vecinales,
que constituía una prolongación de las faenas agrarias y que se desarrollaba a cielo abierto, las
explotaciones industriales se acomodaban a los principios de entibación y extracción propios de la
«arquitectura subterránea. Grabados sobre explotaciones mineras, en Recueil de planches sur les
sciences, les arts liberaux et les arts mechaniques avec leur explication, París 1768 Biblioteca Nacional
de España

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calderería, manufacturas mecánicas, astilleros...—. Por su parte, el
carbón abundante y barato permitiría surtir de energía a otras industrias
ligeras, con la consiguiente reducción de costes de producción. Por último,
el carbón habría de convertirse en una materia prima que, exportada a
otras regiones, impulsaría una marina mercante carbonera que
convertiría a Gijón en un gran puerto industrial

Ahora bien, dado que toda aquella estrategia partía del carbón
mineral, la puesta en valor de la hulla asturiana debería de resolver
previamente tres problemas: los referidos a los costes de extracción, a
los de transporte, y el relativo a su utilización en los altos hornos. En el
primer caso, la «minería vecinal» y a cielo abierto que se venía
practicando con desconocimiento de los principios de la «arquitectura
subterránea» y de la mineralogía corría el peligro de encarecer la
extracción y de agotar los mejores yacimientos. En el caso del
transporte desde bocamina a los puertos de embarque, la utilización de
la hulla asturiana tenía serias dificultades para competir con la inglesa
que, pese a los aranceles que gravaban su importación, resultaba más
barata. Para afrontar ambos problemas, Jovellanos formulará
propuestas novedosas: formar cuadros técnicos, abrir una carretera
carbonera y, finalmente, imitar los «caminos de hierro» utilizados en
Escocia. El tercer problema aludido se refería a la aplicación de la hulla
a los altos hornos o «fundición a la inglesa». Este paso requería obtener
por destilación y desazufrado de la hulla el coque metalúrgico. Los
ensayos en los hornos de carbonización de Trubia y Langreo acabaron
en fracaso, expresión del atraso técnico en que se movía nuestra
industria. Las comisiones científicas y de espionaje industrial enviadas
por la Armada, entre los que figuraban varios jóvenes oficiales de esta ,
Jorge Juan y Antonio de Ulloa, a Inglaterra para intentar transferir las
tecnologías químicas y mecánicas de las fundiciones en alto horno, no
habían dado resultado. De ahí el interés de Jovellanos por potenciar los
estudios de mineralogía en el Real Instituto Asturiano.

Por último, y para completar aquella estrategia de crecimiento, era


preciso romper el estrangulamiento representado por la escasa
dimensión del mercado interior. La solución vendría de la mano de la
carretera de Castilla, problema que hemos visto que se resolvió líneas
arriba con la creación de la Junta para la construcción de la citada
carretera, bajo la dirección de Reguera en 1782, que uniría la Meseta
con el puerto de Gijón. Además de abaratar las importaciones y dar
salida a las exportaciones, la carretera convertiría a Gijón en el puerto
de cabecera de un amplio hinterland: atraería las lanas, vinos y cereales
castellanos, y, una vez liberalizado el comercio con Indias, Gijón

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actuaría como redistribuidor de los géneros coloniales que hasta
entonces entraban por La Coruña y Santander.

En el Discurso sobre el modo de fomentar la industria popular, que se


publica en Madrid en 1744 y se atribuye a Campomanes17; se lanza la
primera idea de la creación de las Sociedades Económicas de Amigos
del País, a imitación de la sociedad Bascongada de Amigos del País, que
se había fundado pocos años antes. Por este medio Campomanes y los
ilustrados pretendían constituir unas instituciones integradas por
nobles, eclesiásticos y los pocos burgueses que entonces existían para
promover el progreso económico de España. Creada, por fin, en 1781
tuvo entre sus miembros como no podía ser de otra manera a
Jovellanos el cual escribe un discurso, el dirigido a la Real Sociedad de
Amigos del País de Asturias, sobre los medios de promover la felicidad de
aquel Principado, discurso este en el que se anticipa la creación del Real
Instituto de Náutica y Mineralogía, siendo elegido director a los cuatro
días. Su biógrafo Ceán Bermúdez, manifiesta al hablar de su discurso
en 1782 que en Madrid fue el agente y protector de la Sociedad
Asturiana.

Desde Gijón, Jovellanos permanece


al corriente de los acontecimientos que
suceden en la Corte. El inteligente y
ambicioso Godoy cuenta con el total
respaldo de los reyes, en un ambiente de
intrigas palaciegas y recelos cortesanos.
La reposición moral de Cabarrús en
1793 y su creciente amistad con el
primer ministro permiten a Jovellanos
ponerse en contacto epistolar con el
favorito a partir de 1796 y a instancias
del propio Cabarrús; el resultado de
estas relaciones (que suponían,
claramente, su rehabilitación) es el
nombramiento, tan inesperado como indeseado, de Jovellanos como
embajador en Rusia.

Descontento con el nombramiento no duda en escribir18 a Godoy


conocido ya como el Príncipe de la Paz. Pues su nombramiento como
17
Caso González J. M Ibidem p, 75.
18
Carta de Gaspar de Jovellanos al Príncipe de la Paz renunciando a su nombramiento como embajador
en Rusia. Contiene su autógrafo 18 de octubre de 1797.Archivo Histórico Nacional

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embajador en la corte de San Petesburgo llenó de aflicción al gijonés el
cual habida cuenta de su tristeza escribe lo que precede «Cuanto más lo
pienso, más crece mi desolación. De un lado lo que dejo; de otro, el
destino a que voy; mi edad, mi pobreza, mi inexperiencia en negocios
políticos, mis hábitos de vida dulce y tranquila. La noche, cruel». Quizás
haya llegado ya el momento de decir que nuestro Ilustrado, era un
magnífico escritor que no hacía en momento alguno ascos a la poesía.

Don Gaspar Melchor de Jovellanos Ministro Tal nombramiento se


transforma, a los pocos días, en otro mucho más importante: la
titularidad en el Ministerio de Gracia y Justicia. Estamos en 1797. La
nueva noticia, celebrada ruidosamente por sus partidarios y paisanos,
sume al gijonés en una sorpresa no exenta de temor, haciéndole escribir
en los Diarios si alguna cosa hay que destacar os: «haré bien y evitaré el
mal que pueda; dichoso yo si vuelvo inocente; dichoso si conservo el amor
y opinión del público que pude ganar en la vida obscura y privada». El
reformismo español había puesto sus ojos en la gestión de Jovellanos,
esperando de su probidad y enorme voluntad de servicio la
reorientación de una política ilustrada que había ido sufriendo, con el
paso de los años, un sinfín de recortes.

No obstante si alguna cosa de verdad hay que señalar es la


austeridad social y sencillez del nuevo Ministro de Gracia y Justicia,
basta con que veamos las tarjetas de visita que usó mientras ocupó el
cargo. Las citadas tarjetas, fueron realizadas por Paret, pintor de la
época y del que existe en un cuadro el Museo del Prado19

Aportamos fotografía o mejor


dicho fotocopia de la citada
tarjeta20 de visita21. Que
destaca por su sobriedad si se
compara, por ejemplo, con la
de Floridablanca, que incluía
una alegoría de la Justicia. En
la versión definitiva decidió
separar su apellido, Jove
Llanos, sin que hayamos
encontrado en las obras
consultadas explicación alguna.

19
Paret. Enciclopedia Virtual del Museo del Prado
20
Luis Paret y Alcázar Modelo para tarjeta de visita 1797 Biblioteca Nacional de España
21
La Luz de Jovellanos Exposición Conmemorativa Ibidem p,157

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Lo que el propio Jovellanos no podía suponer es que su gestión, al
frente del Ministerio, iba a ser yugulada mucho antes de comenzar a ver
sus frutos. Ocho meses más tarde (noviembre 1797-agosto 1798), cesa
en sus funciones y, a partir de ese momento, la adversidad y la
injusticia van a cebarse en su persona y en la de todos aquellos
hombres afines a sus ideas. Como bien afirma Caso González, «su
fracaso significó el fracaso final de la política ilustrada, ya que quienes le
derribaron eran precisamente los conservadores o reaccionarios que poco
después, en marzo de 1801, intentarán destruir a todo el grupo a base de
destierros, procesos y persecuciones». Las víctimas son numerosas: el
ministro Saavedra, amigo de Jovellanos, el también ministro y sucesor
de Saavedra, Urquijo, los obispos de Cuenca y Salamanca, el poeta
Meléndez Valdés, la condesa de Montijo y un largo etcétera compuesto
por eclesiásticos, escritores, aristócratas y servidores del Estado,
reclutados entre los sectores ideológicos preliberales y reformistas.

El Destierro La salida de Jovellanos del Ministerio, el 15 de agosto


de 1798, coincide casi en el tiempo con la muerte de su querido
hermano Francisco de Paula, acaecida once días antes en Gijón. Esta
dolorosa pérdida, unida al supuesto intento de envenenamiento que el
propio Jovellanos sufre, operan muy negativamente sobre su salud.
Antes de recluirse de nuevo en Gijón, Jovellanos pasa una temporada
de descanso en el balneario de Trillo, y después de una corta estancia
en Madrid, resolviendo asuntos personales pendientes, puede al fin
volver a Asturias.

Había sido nombrado Consejero de Estado y aquí, en su tierra,


debía Jovellanos cumplir con el encargo de varias comisiones. El estado
de ánimo en esta segunda etapa gijonesa se trasluce inequívocamente
en los Diarios: desilusión, apatía en el relato de sus vivencias, escaso
nivel de proyectos y un cierto grado de ansiedad permanente.

La situación personal de don Gaspar se tambaleaba


progresivamente. El odio enfermizo del ministro Caballero, sucesor suyo
en el Gobierno, las acechanzas continuas urdidas por personajillos
asturianos y, en general, el clima de represión desatado en todo el
territorio del Estado contra jansenistas y reformadores, culminan con
su detención y posterior aislamiento en marzo de 1801, por el entonces
regente de la Audiencia de Oviedo, Andrés de Lasaúca. El biógrafo y
amigo Ceán Bermúdez recuerda así el triste acontecimiento en las
Memorias: «encargaron la prisión al regente de la Audiencia de Oviedo,
don Andrés de Lasaúca, ministro de probidad y de buenos sentimientos;
pero los términos en que estaba concebida la orden le obligaron a

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ejecutarla con rigor. Sorprendido el señor don Gaspar en su cama, antes
de salir el sol, le hicieron vestirse y que entregase sus papeles. Todos se
pusieron en dos baúles, excepto los del archivo de su casa, y se
remitieron a la secretaría de Estado. Se le prohibió el trato con sus
amigos y parientes, que deseaban verle y consolarle, y sólo se le permitió
el preciso con algunos criados, para disponer lo que había de llevar en el
viaje y prevenir lo conveniente al arreglo de su casa. Estuvo encerrado en
ella el día trece, presenciando el acto de sellar su selecta librería, y antes
de amanecer el día catorce le sacaron de Gijón, dejando a sus habitantes
anegados en lágrimas y penetrados de gran sentimiento, especialmente
muchas familias pobres a quienes socorría y dejó mandado siguiesen
socorriéndolas a su costa. Fue conducido con escándalo y escolta de
tropa sin entrar en Oviedo, hasta León, y le depositaron en el convento de
los religiosos recoletos de San Francisco. Sin comunicación ni aún de los
parientes que allí tenía por espacio de diez días, esperando nuevas
órdenes de la Corte. Al cabo de ellos, le condujeron por Burgos, Zaragoza
y otros pueblos a Barcelona, sin permitir que nadie le hablase en el
camino, a pesar de que lo solicitaban personas respetables y
condecoradas compadecidas de su inocencia, que le estimaban por su
buen nombre y opinión. Le hospedaron en el convento de la Merced con el
mismo rigor y privación de trato y allí se despidió con lágrimas de
Lasaúca, que le había acompañado en el coche, admirado de la grandeza
de ánimo con que había sufrido unas vejaciones que no había podido
evitar; y después le embarcaron en el bergantín correo de Mallorca,
habiendo llegado a Palma, capital de aquella isla, antes de mediodía, fue
llevado a la antesala del capitán general, y recibidas sus órdenes, le
condujeron inmediatamente a la cartuja de Jesús Nazareno, que está en
el valle de Valdemuza, distante tres leguas de aquella ciudad; y entró en
el monasterio el día 18 de abril a las tres de la tarde y a los treinta y seis
de un viaje largo, molesto y vilipendioso».22

Con fecha 24 abril 1811 Jovellanos escribe desde la Cartuja de


Valldemossa, al rey Carlos IV las siguientes líneas:

Si […] hubiese tenido la desgracia de incurrir en alguna culpa,


¿cuál no debería ser su enormidad para corresponder a pena tan acerba
y exquisita como la que se ha ejecutado en mi persona? ¿A una pena que,
robándome mi honor y estado, me ha puesto en una verdadera muerte
civil, y que me hubiera quitado mil veces la vida natural si el valor que me

22
Ruiz de la Peña Solar A. A. Director de la Página Web que la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
dedicada a Don Gaspar de Jovellanos y del Instituto Universitario Feijoo de estudios del siglo XVIII la
Universidad de Oviedo.

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inspiran mi inocencia y mi confianza en la justicia de Vuestra Majestad
no me hubiese confortado y hecho superior a ella?23

Lógico es que nos preguntemos, que había acaecido para que se


produjese los hechos, que acabamos de narrar y los que vamos a narrar
más adelante ¿cómo había llegado don Gaspar a esta muerte civil?
¿Cómo era posible que un hombre, que apenas tres años antes era
ministro de Gracia y Justicia, se encontrara en 1801 prisionero en esta
isla de Mallorca?.

Para intentar encontrar la respuesta es preciso remontarse al


año 1798, cuando es cesado en el ministerio. Al despedirse de él, el rey
Carlos IV le dijo que quedaba satisfecho de su celo, pero le advirtió que
tenía muchos enemigos. A partir de entonces, repuesto ya en su villa
de Gijón, llevando una vida relativamente tranquila, don Gaspar
decidió dedicarse a la administración de sus bienes y, sobre todo, a su
querido Instituto, el Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía
que había abierto sus puertas en 1794. Pero, al mismo tiempo, empezó
a entrever alguna extraña maquinación contra su persona y contra el
Instituto mismo y a soportar con resignación los indicios de su caída
en desgracia: la negativa a sus peticiones de dinero para la
continuación de las obras del nuevo edificio del Instituto y la posterior
paralización de dichas obras; el abandono de algunos amigos –«Me han
dejado los concurrentes a mi casa, algunos del todo», ya no iban sus
amigos de siempre a las tertulias de su casa, anota en el Diario–; la
retención de su correspondencia en Oviedo. Sin embargo, no parecía
ser consciente de la gravedad de la maledicencia y de las malas artes
que se habían puesto en juego en su contra ni, mucho menos, de las
terribles consecuencias que tendría que padecer.

En 1800 y principios de 1801 los acontecimientos se precipitaron.


En marzo de 1800 tuvo Jovellanos que justificarse y casi pedir perdón
al rey por haber tenido noticia de que se había publicado la primera
traducción española de El contrato social de Rousseau, en la que se le
elogiaba mientras se censuraba y se criticaba a otros ministros del
gobierno.
Sus amigos al objeto de animarle le dicen: ¡Ojalá que Urquijo,
siguiendo tus pasos, despliegue todo su genio emprendedor y haga
conocer al monarca sus verdaderos intereses, que son los del mismo
pueblo! De otro modo la ruina parece inevitable y todo concurre a

23
Caso Machicado T. La «muerte civil» de Jovellanos (Mallorca, 1801-1808) (Conferencia pronunciada o
en el Castillo de Bellver, Mallorca, el día 21 de marzo de 2003) Gijón, 2004 Fundación Foro Jovellanos del
Principado de Asturias, 20.

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acelerarla. En otro tiempo sería temible; pero, atendida nuestra dura y
lamentable situación, se deja naturalmente desear con vivas ansias.

El 26 de marzo de 1800 escribe Jovellanos al Rey. «Me apresuro –dice


en su carta– lleno de inquietud y amargura, a elevarla [la noticia de los
elogios hacia su persona] a la suprema atención de Vuestra Majestad: 1ª A
fin de que si fuere de su Real agrado, mande dar las más prontas y
eficaces providencias para estorbar la entrada de libro tan pernicioso en
sus dominios. 2ª Para que mande inquirir su autor y imponerle el condigno
castigo. 3ª Para prevenir su Real ánimo contra cualquiera mala impresión
que pueda dirigir la calumnia contra un ministro a quien Vuestra
Majestad honra actualmente con su confianza, y contra otro, cuya
conducta irreprensible y laboriosa empleada por el largo espacio de
treinta y tres años en el Real servicio y el bien del público, le ha hecho
también acreedor al buen concepto de Vuestra Majestad y a su alta
protección.».24

Las palabras tranquilizadoras del ministro –«Debe usted


serenarse y creer que tan seguro vivirá como lo estará su conciencia»–
sirvieron de poco frente a la Delación anónima, un documento
infamante que llegó a la corte a finales de 1800. A comienzos del año
1801 escribió Jovellanos en el Diario acerca de sus sospechas: Dicen
que algunos malos paisanos de Madrid tratan de desacreditar el
Instituto y que nueva y sorda persecución le amenaza. Si la guerra fuese
noble y abierta no la temería; ¿qué digo?; la provocaría abiertamente,
cierto del triunfo y ansioso de la nueva gloria que resultaría al
establecimiento; pero, ¿quién podrá parar los golpes que la calumnia y la
envidia dan en la oscuridad? La Providencia, que vela siempre sobre los
derechos de la justicia; si ella permite la ruina, veneremos sus altos
juicios.25
Pues bien a pesar de las buenas palabras de sus amigos y de las
actuaciones del ministro Urquijo, don Gaspar tuvo que sufrir unas
duras condiciones de destierro en Baleares, y siempre perseguido por
la inquina de Caballero. El cual de continuo cursaba instrucciones al
Capitán General de Baleares para endurecer su situación y sobre todo
que permaneciese aislado y no recibiese visitas.

No obstante a pesar de la dureza de su encierro en la Cartuja su


situación económica no era mala. Ya que según ha estudiado Caso

24
Jovellanos. G. M. Obras completas, ed. crítica, introducción y notas de José M. Caso González, tomo
I: Obras literarias, 1984; Correspondencia: tomos III (1986), Oviedo, Instituto Feijoo de Estudios del
Siglo XVIII, Ilustre Ayuntamiento de Gijón. p, 518.
25
Caso Machicado T. Ibidem,pp,21 y22

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González, Jovellanos, que no había cesado como Consejero de Estado,
disfrutaba de un buen sueldo, que utilizará para el arreglo su
habitación y para la compra de libros, fundamentalmente. Tenía un
cuarto para dormir y trabajar, una sala- comedor y otra habitación más,
además de las que utilizaban su mayordomo, Domingo García de la
Fuente, su secretario, Manuel Martínez Marina, su cocinero, Ramón de
la Huerta y Juan Malleu, el sirviente. Encargó una mesa y un catre de
maderas embutidas, disponía de cubiertos de plata, compró en Palma
una escribanía también de plata y adornó con varios cuadros su
habitación; encargó a Barcelona, Madrid y Francia libros y periódicos,
suscribiéndose incluso a las Variedades de ciencias, literatura y artes de
Quintana y a la Gazeta francesa, además de recibir la Gazeta de Madrid.
A todo eso hay que añadir el préstamo de manuscritos y ediciones
antiguas. Así es como lee y traduce a Raimundo Lull. Entonces se ve
precisado a hacer estanterías para colocar todos los ejemplares y
encuaderna él mismo los libros en rústica, o los envía al convento de
capuchinos a encuadernar. Forma, así, su tercera biblioteca (la primera
la había tenido en Sevilla, la segunda en Madrid). En su cuarto había
tertulias y comidas en común, pues con él comen los oficiales de la
guardia y el gobernador incluso, y algunos invitados más. Al castillo
suben a visitarle la generala, la regenta, la intendenta, las mujeres de
los oficiales de la guardia y señoras de la buena sociedad palmesana.
En fin, concluye Caso González: Jovellanos no será feliz (¡cómo va a serlo
un preso inocente!); pero consigue ser respetado y admirado, no por vía de
la hipocresía y de la adulación, sino por la de la dignidad personal.26

La relativa normalidad de la vida de Jovellanos ha quedado bien


reflejada en la parte del Diario conservada, que va desde el 20 de febrero
de 1806 hasta el 24 de enero de 1807. Téngase en cuenta que el redactor
es Manuel Martínez Marina, amanuense de Jovellanos y alude a él como
el amo. Transcribamos algunos fragmentos:

Lunes, 3.- En cama hasta después del chocolate. Lectura de la mayor parte
del libro De la orden de caballería, de Lull, que parece ser tomado del título De
los caballeros, de las Partidas del rey don Alfonso, si ya no de los usos del tiempo,
o de los mismos orígenes de que tomó aquella obra. […] Después, paseo
larguísimo por son Quint, a las casitas nuevas con monsieur Du Breuil. En el
camino se hallaron las Gacetas francesas hasta el 8 de febrero, que se reservan para
mañana, y entretanto se leyó en Juan y Ulloa.

26
Caso González, J.M. Vida y obra de Jovellanos, 2 vols., Gijón, 1993-1994 (fascículos coleccionables
del dominical de El Comercio).p, 541.

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8 de mayo.- Se leyeron ocho gacetas francesas que llegan hasta el 13 de abril
y confirman más y más los temores de guerra. Se sacó un extractico sobre
etimología y la continuación se pusieron algunas reflexiones. Se dictó carta al padre
capuchino Villafranca, a quien se enviaron a encuadernar en pergamino todos los
libros que no lo están; y se reconoció la biblioteca de Sixto Senense. Por la tarde no
se trató de pasear por el viento recio. Subieron la mujer e hija del capitán
Hediger, a quienes no hubo que dar sino naranjas, porque Don Domingo
estaba en la ciudad. Después subió el general con su sobrino, conde de
Formiguera, grande apasionado del de Campomanes que en otro tiempo defendió
los derechos de su casa y fue su tutor.

28.- Madrugada. Carta al sobrino artillero sobre su boda, otra al editor;


preparación para ir al campo, al Camino Alegre, con el gobernador y oficiales.
Allá se empezó a extender una advertencia sobre el manuscrito de Juan de
Herrera. Comida, que hizo más alegre27

Por fin el día 5 de abril de 1808, tras siete años de reclusión, a las
ocho de la tarde, el capitán general entregó a Jovellanos la orden de
libertad, firmada por el rey Fernando VII. En el despacho que ponía
fin a su prisión decía literalmente lo siguiente " El rey nuestro señor don
Fernando VII se ha servido alzar a Vuestra Excelencia el arresto que
sufre en ese castillo de Bellver y Su Majestad permite a Vuestra
Excelencia que pueda venir a la corte."28.En una palabra Gaspar
Melchor de Jovellanos deja de ser un reo de Estado.

El capitán general Vives le instó para que bajase inmediatamente


a Palma de Mallorca, pero él prefirió ir a la Cartuja para asistir a los
oficios de Semana Santa. Siendo el Domingo de Resurrección cuando
baja a la ciudad. Allí recibe cumplidos del ayuntamiento y de los priores
de varios conventos.

El 19 de mayo embarca, por fin, en el correo Gabriel Pieras,


llegando a Barcelona el día 20, donde se entera de lo acaecido el 2 mayo
en Madrid y las consecuencias que esto estaba provocando. El capitán
general Ezpeleta, desea alojarle en su casa, a lo que Jovellanos rehúsa
manifestando que ya alquilado habitación en la posada de las Cuatro
Estaciones. Cuando llega el día 27 se acerca a Zaragoza, tiene
problemas porque a la entrada en la ciudad, es detenido por un grupo
de mozos que le quieren registrar, le llevan a casa del general, marqués
de Lazan, que ordenó alojarle en la del marqués de Santa Coloma,
donde estaba acogido más o menos disimuladamente Cabarrus.

27
Jovellanos G.M. Diario (Antología). Edición, introducción y notas de José Miguel Caso González,
Planeta, Barcelona, 1992.
28
Jovellanos G. M. Obras completas, t. IV, pág. 496, n. º 1.710.

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Nuestro personaje observa los preparativos bélicos que se han
realizado y que Palafox ha sido ya nombrado brigadier al objeto de
dirigir las operaciones de la defensa de la ciudad. Se atreve a bajarse
del coche en el que da una vuelta por Zaragoza y es aclamado por el
pueblo diciendo que le necesita. Palafox le concede pasaporte y
protección y el 28 logra reemprender el viaje, llegando sin más tropiezo
el día uno a Jadraque. Habida cuenta de su estado de salud marcha
enseguida hacía Trillo al objeto de tomar las aguas para reponerse un
poco. Estando allí es requerido por el general Murat y el gobierno para
que se presente a la mayor brevedad posible en Madrid, pero manifiesta
la imposibilidad de hacerlo debido a su Estado de salud.

Jovellanos se declara ya abiertamente partidario de los patriotas.


Hay que reconocer su valor, su acción era heroica pues podía haber
sido detenido de forma inmediata por los franceses. A pesar de esta
declaración a favor de los sublevados, el día de 7 julio Mariano Luis de
Urquijo le comunica que José I le ha nombrado ministro del interior. El
16 contesta con una carta muy hábil negándose a aceptar el cargo al
mismo tiempo que le manifiesta su gratitud, junto con el más vivo deseo
de cooperar con él al objeto de lograr el bien y la felicidad de la nación.
El éxito de la batalla de Bailén hace que José I se retire de Madrid, de
momento parecía que los sublevados españoles iban a triunfar 29

Jovellanos y la Junta Central. Después de la creación de la Junta


Provincial de Asturias, que declara la guerra a Napoleón el 25 mayo van
apareciendo a lo largo del mes de junio diversas juntas provinciales que
incluso se llegan a denominar supremas. La junta de Murcia consigue
que se cree, la Junta Suprema Gubernativa del Reino, compuesta por
los diputados nombrados por las Juntas Provinciales. Triunfa así la
propuesta de una Junta Central que estará compuesta por dos
representantes de cada una de las otras Juntas.

Don Gaspar había sido nombrado para representar Asturias el 3


septiembre, junto con el marqués de Camposagrado. El nombramiento
va firmado por su sobrino y heredero Baltasar, y lleva el curioso
encabezamiento que se trascribe literalmente: La Serenísima Junta
Suprema de esta provincia, en quien reside la soberanía mientras no sea
restituido en el trono nuestro legítimo monarca, el señor don Fernando
VII…. Jovellanos debió recibir la carta el 10 de septiembre aceptando
inmediatamente el cargo a la vez que renuncia a sus honorarios.

29
Caso González J. M. Jovellanos. pp, 247 -251.

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Aquí en esta Junta se ve la maestría de don Gaspar, anula la
prepotencia del Consejo de Castilla que pervivía. Ante el avance de
Napoleón hacia Madrid, los componentes de la citada Junta abandonan
Madrid a la vez que se ha elegido una comisión para los negocios
urgentes compuesta por: Floridablanca, el marqués de Astorga, Antonio
Valdés, Jovellanos, el conde de Contamina y Martín de Garay los cuales
se trasladan a Sevilla tras pensar que Badajoz, donde en un principio se
pensó que se trasladaría, no era seguro. De forma que Jovellanos volvía
a la Sevilla que había abandonado hacía más de 30 años y donde había
iniciado su carrera.

El deseo de convocar Cortes era general, aunque los motivos no


fueran iguales. La Junta Central encarga a Jovellanos un escrito, mal
llamado por el propio autor Consulta sobre la convocación de las Cortes
por estamentos, porque no es sólo la convocatoria en dos cámaras es a
lo que se refiere don Gaspar, sino sobre todo a la necesidad de la
convocatoria de reunir las Cortes. La Junta Central estaba ya decidida,
y la intervención de don Gaspar fue lo que permitió que se aprobara la
convocatoria para 1810. Este escrito tuvo la culpa de que algunos
estudiosos se inclinarán por un Jovellanos poco liberal o antiliberal. No
nos podemos olvidar nunca que don Gaspar desde 1780 defendía la
separación de poderes de Montesquieu.30

En la organización de las labores propias de un gobierno


provisional, brilló de nuevo el gran talento estadista del gijonés, aquella
capacidad que no había podido desarrollar en su etapa ministerial, y
ello en medio de unas condiciones organizativas y políticas
absolutamente precarias (la Junta sobrevivió quince meses, hasta el
mes de enero de 1810). Su experiencia quedó recogida en la Memoria en
defensa de la Junta Central, que se publica en La Coruña en 1811,
contra las acusaciones de muchos provinciales que la hacían
responsable de la cruenta guerra y del caos social en que estaba sumido
el país.

Los días de Jovellanos están contados, se encontraba mayor estaba


fatigado, enfermo y casi ciego por las cataratas que se le habían
presentado durante su prisión en Baleares. Una vez instaurada la
Regencia, en los primeros días de 1810, expresa su deseo de instalarse
en Asturias y embarca en Cádiz, junto a su amigo el marqués de
Camposagrado, el 26 de febrero y llega al puerto gallego de Muros el 6
de marzo, en medio de una furiosa tempestad. Su estado de ánimo se
derrumba cuando se entera de la presencia de las tropas francesas en
30
Caso González J. M. Jovellanos. pp, 251 -258.

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Asturias, reflejando su profunda tristeza en carta que escribe a Lord
Holland el 8 de marzo: «la primera noticia que nos dieron fue la de estar
Asturias ocupada por los franceses. Un rayo del cielo no habría herido
más fuertemente mi corazón. No ciertamente por el entero naufragio de mi
pobre fortuna, sino porque siempre me había consolado en tantas
desgracias como llovían sobre mí, la idea de que si España perecía,
Asturias sería la última en recibir el yugo. Todo, pues, pereció para mí; ya
no tengo ni bienes, ni libros, ni hogar, y ni siquiera tengo patria, que tal
nombre no quiero dar a una pequeña porción de país donde ni se
defiende con rabia y furor la libertad, ni con justicia y gratitud el honor y
el decoro de los que tanto han trabajado por ella». 31

Jovellanos tiene que esperar en Galicia a que los franceses sean


expulsados de Gijón, meses que aprovecha para dar a luz la citada
Memoria. Cuando al fin logra entrar en Asturias, después de diez largos
años de ausencia obligada, el recibimiento que se le tributa es
memorable, pero la fortuna, siempre adversa en los últimos años de su
vida, no le permite reposar en su querido Gijón porque éste es
reconquistado por las tropas francesas, lo que le obliga a embarcar otra
vez rumbo a Cádiz. Una fuerte tormenta obliga al pasaje a refugiarse en
el pequeño y pintoresco abrigo de Puerto Vega y allí, el 28 de noviembre
de 1811, enfermo de pulmonía, fallece.

II La obra de Jovellanos

31
Ruiz de la Peña Solar A. A. Ibidem

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A lo largo de estas páginas ha intentado con mayor o con menor
fortuna realizar un resumen de lo que fue la vida de don Gaspar de
Jovellanos.

De manera que ha llegado ya el momento de enfrentarnos a su


obra. Como se decía en mi antigua profesión, como cuestión previa
manifestar que sería pretencioso, intentar recoger en estos folios la
obra completa de nuestro personaje.

Por lo que hemos visto hasta ahora ésta es multidisciplinar nos


encontramos ante un verdadero sabio, un erudito, un trabajador nato o
simplemente un Ilustrado, que no es poco, rebuscando en la abundante
bibliografía que sobre don Gaspar ha llegado a mis manos, he
encontrado una obra, un reciente,32 realizada por varios autores. En
esta se recogen las conferencias del ciclo organizado por El Ateneo
Jovellanos de Gijón, con motivo del bicentenario de su muerte. El índice
de esta obra, presentada por José Luis Martínez Presidente del citado
Ateneo y prolongada por el profesor Emilio de Diego, catedrático de
nuestra facultad.

Vamos a utilizar, el índice de la citada obra al objeto de


esquematizar las disciplinas, en las que a juicio de los autores de la
citada obra, destacó y consecuentemente escribió sobre ellas,
personalmente puedo decir que siempre lo hizo con honestidad y
fortuna:

Decimos multidisciplinar porque nuestro personaje estudió la


economía, el pensamiento político europeo de su época, el arte, ejerció
la política, fue el primero que escribió sobre la necesidad de la reforma
de la agricultura española y por último fue un magnífico escritor basta
con que veamos sus diarios.

Por razones de espacio y tiempo tan sólo vamos a contemplar la


figura del Jovellanos historiador y jurista. Quizás la obra donde
podamos ver mejor, cómo se conjuga su papel de historiador y de
jurista sea: EL DISCURSO ACADÉMICO PRONUNCIADO POR D.
GASPAR. MELCHOR DE JOVELLANOS EN SU RECEPCIÓN A LA REAL
ACADEMIA DE LA HISTORIA [SOBRE LA NECESIDAD DE UNIR AL
ESTUDIO DE LA LEGISLACIÓN EL DE NUESTRA HISTORIA] en Madrid
el día 4 febrero 1780.

32
VV.AA. Jovellanos El Hombre que soñó España, Primera edición, Madrid, Ediciones Encuentro 2012.

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Concepto de Historia

Pero antes de seguir veamos el concepto de historia, pero no el


concepto que de historia podamos tener hoy si no el concepto de
historia en la España del siglo XVIII. El padre Don Lorenzo Hervás y
Panduro , polígrafo jesuita, lingüista y filólogo español, padre de la
Lingüística Comparada en el Siglo XVIII, la define de la siguiente forma
“La historia, depositaria fiel de los dichos y hechos de los hombres, y de
los sucesos memorables que acaecen en la sociedad humana, es un
espejo permanente, en que todo lo pasado se representa vivamente y
aparece siempre como si fuese presente; y es un órgano de voz siempre
viva, que nos refiere cuanto ha sucedido y cuanto nuestra curiosidad
puede o debe saber en orden a religión, ciencias, gobierno, costumbres,
estado y mudanzas del género humano”33

Evidentemente este concepto de historia nos parecerá complejo de


ahí que partamos de lo que manifiesta el Profesor Pedro José Chacón
Delgado de la Universidad del País Vasco34 No es casualidad, por tanto,
que el Diccionario de la Real Academia de la Historia desde su edición de
1803 hasta la de 2001 coloque como primera definición, con muy
ligeras variaciones: “narración y exposición verdadera de los
acontecimientos pasados”. En las ediciones anteriores, a lo largo del
siglo XVIII, empieza así la definición: “relación hecha con arte:
descripción de las cosas como ellas fueron por una narración
continuada y verdadera de los sucesos más memorables y las acciones
más célebres”. No hay ni rastro de una acepción que aluda a la historia
como pasado, como res gestae. En 1884 y hasta 1989 se introduce esta
otra acepción: “conjunto de los sucesos referidos por los historiadores”,
que tampoco logra salir de ese concepto de historia como narración. Lo
más parecido a la historia como colectivo singular, como lo pasado
entendido como totalidad de la experiencia humana a lo largo del
tiempo, es la definición que se introduce en 1992: “conjunto de los
sucesos o hechos políticos, sociales, económicos, culturales, etc., de un
pueblo o una nación”. Aquí también el hecho de colocar al final la
coletilla “un pueblo o una nación” limita la inicial apariencia
universalizante. En esta edición de 1992 también se añade al contenido
tradicional de la entrada historia el de “disciplina que estudia y narra

33
Hervás y Panduro L, Historia de la vida del hombre, Tomo II, Parte 1ª, Madrid, 1789, pág. 180.
34
Chacón Delgado P. J. El concepto de Historia en España (1750-1850) : Araucaria: Revista
Iberoamericana de filosofía, política y humanidades, Nº 17, 2007 , págs. 187-211

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estos sucesos”. Proceloso camino para llegar, sin culminar del todo, a la
triple definición moderna y perfectamente homologable con los
presupuestos de la Sattelzeit koselleckiana que anunciaba el
Diccionario de María Moliner (1ª edic. 1966-1967) y que el de Seco,
Andrés y Ramos nos ofrece ya limpiamente desde su primera edición de
1999: “1. Conjunto de todos los hechos ocurridos en tiempos pasados.
2. Narración. 3. Conocimiento o ciencia”. Los dos primeros significados
serán los propios del periodo 1750 a 1850 en España, puesto que el
tercero, correspondiente a la historia científica el conocimiento del
origen, progresos, leyes y usos y costumbres de las diferentes naciones
que han poblado el mundo en los siglos antiguos y modernos”,
pertenece ya a la segunda mitad del XIX.

Ya para finalizar simplemente indicar que, durante un periodo tan


extenso el concepto experimenta una evolución evidente, que si bien no
anula el significado narrativista dominante anterior sí que transforma
su metodología y contenidos y limita en cierto modo su
providencialismo: “Para escribir una indigesta y pesada relación sin
orden ni juicio, y que no inspire ningún sentimiento, es cierto que poco se
necesita; pero si se ha de escribir la Historia como se debe no hay cosa
más difícil ni que pida más habilidad, arte, juicio y prudencia, y es
necesario que quien escribe sea gramático, orador, filósofo, médico,
matemático, político, y que sepa las antigüedades de la nación cuya
historia escribe”35

El significado dominante del concepto historia será, pues, el


narrativo: “hasta el siglo XVIII apenas habían sido las historias otras
cosas más que narraciones a veces hermosamente poéticas de los
sucesos de la política y de la guerra con reflexiones más o menos agudas
o atinadas sobre ellos mismos, pero no encaminadas a ilustrar con el
ejemplo doctrinas generales”36 ; inserto en la visión del mundo propia de
la Iglesia católica cuyos elementos característicos serían: la no
comprobación fehaciente de los hechos que se narran, entre los que

35
Lanz de Casafonda, M Diálogos de Chindulza: sobre el estado de la cultura española en el reinado de
Fernando VI, 1761, edición digital en CORDE (RAE) de la de Francisco Aguilar Piñal, Universidad de
Oviedo, 1972, pág. 57
36
Alcalá Galiano A., Historia de la literatura española, francesa, inglesa e italiana en el siglo XVIII
(Lecciones pronunciadas en el Ateneo de Madrid, redactada taquigráficamente por D. Nemesio
Fernández Cuesta), Madrid, cita tomada de Manuel Moreno Alonso, Historiografía romántica... op. cita,
pág. 286

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cabía introducir milagros o leyendas; el carácter estrechamente
monarcológico de los relatos, protagonizados por los reyes y sus
reinados; y la intervención de la Providencia.

Junto a estos tres tipos de historia, tenemos que referirnos


también a la historia filosófica, identificable en gran medida con la
historia civil, pero referida sobre todo al enlace de los hechos históricos
entre sí, mediante la búsqueda de causas y efectos, aplicando para ello
un método racional, que pasará al siglo XIX influyendo grandemente en
el quehacer histórico; la historia erudita, heredera directa de la
precedente historia narrativa y que recibirá un impulso definitivo con la
historia crítica, hasta el punto de convertirse, a partir de la segunda
mitad del XIX, ya como historia científica, en protagonista de la
profesionalización de la historia; la historia nacional, producto típico de
la Ilustración española, que en el XIX alcanzará su máxima expresión; y
la historia de la civilización. No obstante, estos tipos de historia serían
algo así como variantes dentro de un cauce de desarrollo del concepto,
pivotado por los tres tipos principales antedichos, que explicará la
evolución del mismo durante el periodo analizado37

La segunda mitad del siglo XVIII permite establecer tres estadios


sucesivos de desarrollo del concepto que ilustran el tránsito desde una
historia como narración a una historia como proceso inmanente (res
gestae): son los correspondientes a la historia crítica, la historia civil y la
historia literaria. Las dos primeras van a ser productos típicos de la
segunda mitad del XVIII español, pero además quedarán incorporados
al trabajo del historiador del siglo XIX, bien como metodología, la
primera, bien como contenidos de la historia, la segunda. La historia
literaria, en cambio, y aunque su presencia en el panorama intelectual
del momento sea efímera, va a dejar una impronta sobre el concepto de
historia, a la postre, definitiva puesto que, a nuestro juicio, va a
protagonizar un salto cualitativo trascendental de su significado en el
periodo estudiado.

El género de historia que mejor representa lo que significó la


historiografía ilustrada en España, con sus logros y sus limitaciones, es
el de la historia civil: “Yo no tengo empacho en decirlo: la nación carece
de una historia. En nuestras crónicas, historias, anales, compendios y

37
Chacón Delgado P. J. Ibidem.

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memorias, apenas se encuentra cosa que contribuya a dar una idea
cabal de los tiempos que describen. Se encuentran, sí, guerras,
batallas, conmociones, hambres, pestes, desolaciones, portentos,
profecías, supersticiones, en fin, cuánto hay de inútil, de absurdo y de
nocivo en el país de la verdad y la mentira. Pero ¿dónde está una
historia civil, que explique el origen, progresos y alteraciones de nuestra
constitución, nuestra jerarquía política y civil, nuestra legislación,
nuestras costumbres, nuestras glorias y nuestras miserias?” . O, dicho
de otro modo, una historia que se detenga “en el examen de la oculta
máquina que dirigía aquellas famosas empresas, quiero decir, en la
Política con que nuestros Reyes, y grandes Generales dispusieron y
facilitaron el logro de sus altos pensamientos. Mucho menos se han
detenido en la descripción de los lugares, y de los sitios donde
sucedieron aquellas cosas, del genio, y costumbres de sus habitadores,
de los intereses recíprocos que animaban a los diferentes Estados, y
Provincias de que constaba nuestro continente, de sus Leyes, forma de
Gobierno, Ciencias, Comercio, y Artes, sin cuyo conocimiento falta la
parte más esencial de la Historia de los pueblos y de los Reinos” .

Se trata, por tanto, de una historia que ya no tiene que ver sólo
con la metodología empleada (historia crítica), sino con el contenido que
se le quiere dar y con los presupuestos sociológicos de quienes la
elaboran: “si interesan estos nuevos campos es porque, en definitiva, se
quiere poner de relieve el papel de la gente que en ellos actúan; se
quiere buscar una nueva respuesta a la pregunta de quién hace la
Historia” . Es lo que establece Forner en su Discurso sobre la historia de
España, donde “exige el estudio de la historia de las leyes y costumbres,
de la economía y de las artes, del comercio, de la constitución pública...
(...) En consecuencia, la historia tenía que responder a las
preocupaciones e inquietudes de los ilustrados y su visión del pasado
debía valorarse según la axiología que vivían: tolerancia, cultura y artes,
felicidad pública, libertad civil, bienestar económico”38 .

Esta historia crítica, filosófica y civil de la segunda mitad del siglo


XVIII en España, estaría caracterizada por el método erudito de
observación y verificación, la autonomía epistemológica, la

38
Maravall, J.A “Estudios de la historia del pensamiento español, siglo XVIII, Madrid, Mondadori, 1991,
pág. 118.

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consideración de la historia como ciencia social, la explicación ajena al
dominio teológico, el regalismo y la admiración por algunos modelos
extranjeros, principalmente Giannone, Montesquieu, Voltaire y Hume .
La historia civil así definida es identificable, como decimos, con la
historia filosófica, de modo que muchos de sus presupuestos ya nos
permiten hablar indistintamente, de historia civil o filosófica.

La historia nacional se nutre de los presupuestos de la historia


civil que acabamos de definir, y ambas se alimentan mutuamente de
argumentos y justificaciones, conformando una idea de nación ilustrada
y moderna, superadora de la concepción austracista y tardo-barroca, y
que englobaría elementos comunes tanto al patriotismo monárquico-
ilustrado, como al romántico y al liberal. Así, el contemporáneo que
mejor define esta relación es, sin duda, Juan Pablo Forner: “La historia
de la religión, de la legislación, de la economía interior, de la navegación,
del comercio, de las ciencias y artes, de las mudanzas y turbulencias
intestinas, de las relaciones con los demás pueblos, de los usos y modo
de pensar de éstos en diferentes tiempos, de las costumbres e
inclinaciones de los monarcas, de sus guerras, pérdidas y conquistas y
del influjo que en diversas épocas tiene todo este cúmulo de cosas en la
prosperidad o infelicidad de las sociedades civiles, es propiamente la
historia de las naciones”39 .

Una vez fijado o recogido el concepto de historia durante la


ilustración, reitero que lo tenemos que ver no desde nuestra perspectiva
siglo desde la perspectiva histórica, entiendo que es un vicio que
tenemos los que nos dedicamos al estudio de la historia, el trasladar los
hechos a nuestros días.

Jovellanos Jurista. Don Gaspar fue por formación, profesión y


doctrina ante todo un jurista y toda su obra viene marcada por esto.
Pero el término jurista es muy amplio, sobre todo en el siglo ilustrado, y
lo jurídico abarca, en realidad, lo político social y lo económico. Jurídico
son, los documentos producidos por Jovellanos en su actividad
profesional como jurista. Estos escritos pueden calificarse de menores,
propios de tareas político administrativo y judicial, la mayoría referidos

39
Forner, J, P Discurso sobre el modo de escribir y mejorar la historia de España (c. 1788), edición de
François López, Barcelona, Labor, 1973, pág. 142.

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a materias concretas y particulares. Esta particularidad del Derecho fue
lo que llevó a Jovellanos a preferir la ciencia de la Economía Política.

Pero como hemos dicho nos vamos a ceñir a los escritos en los
que Jovellanos reflexiona sobre el derecho. Sin duda, son los más
interesantes. Entre todos destaca el discurso pronunciado por don
Gaspar en 1780 con motivo de su ingreso en la Real Academia de la
Historia, el cual será analizado más profundamente como hemos
dicho... La doctrina jurídica que desde entonces va a desarrollar
Jovellanos sobre el derecho se complementaría e intentaría llevar a la
práctica en el plan de estudios que proyectó para el Colegio Calatrava
en 1790. No podemos olvidar que don Gaspar en su época sevillana
había coincidido con Olavide en el momento en que esté desarrollaba
los planes de estudio de la Universidad Hispalense, entre los que sin
duda estaba el de los estudios de derecho. Como textos
complementarios se deben destacar dos cartas escritas por Jovellanos a
los catedráticos de la Universidad de Oviedo Antonio Fernández de
Prado, en 1795, y a Juan Nepomuceno Fernández San Miguel en
1797.40

Las dos obras fundamentales para comprender el pensamiento


jurídico -y consecuentemente el económico y político -de Jovellanos son
su Informe a la Ley Agraria en (1794) y la Memoria en defensa de la
Junta Central (1811). El primero de Derecho Privado y el segundo lo es
de Derecho Público. Ramas que ya don Gaspar distinguía
perfectamente, al tratar, respectivamente, sobre el derecho de propiedad
y la limitación de este, diputación y vinculación de la tierra y sobre la
Constitución histórica dos de los temas más relevantes en el tránsito
del Antiguo Régimen al Liberalismo. Tampoco podemos olvidar que
Jovellanos había sido magistrado en la Audiencia de Sevilla, primero
alcalde del Crimen y luego Oídor (1768 -1778) alcalde de Casa y Corte
(1778 -1780), consejero de órdenes (1780 -1797) y consejero de Estado
(1798 -1808). A partir de 1808 Jovellanos va a desempeñar un papel
protagonista en los acontecimientos que pusieron fin al Antiguo
Régimen, y pudo poner en práctica parte de su ideario jurídico -público
formado durante los años precedentes, comportándose en esta nueva
etapa más como un político que como jurista.

No sería justo que no se mencionase, la obra de Derecho Penal,


sin lugar a dudas Jovellanos se acerca en su primera época sevillana
como alcalde del Crimen a la reforma del citado Derecho Penal, que fue
la que primero reclamo la Ilustración. Sin lugar a duda es influido por
40
Friera Álvarez en VV.AA. Jovellanos El Hombre que soñó España, Primera edición, Madrid, Ediciones
Encuentro. 2012. p, 86.

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las ideas que entonces recorrían Europa me refiero a las difundidas por
el marqués de Beccaría a través de su obra De los delitos y las penas,
obra esta que fue traducida al español diez años después de su
publicación concretamente en 1764. Se debe destacar su introducción,
para la instrucción pública, sin perjuicio de las leyes del reino y su
puntual observancia41

Conocemos, por el inventario de Somoza, los títulos de varios


informes elaborados por Jovellanos sobre estos temas: sobre el
interrogatorio de los reos, la prueba del tormento, la reforma de las
cárceles, y arreglo de la policía. Pero sin duda, la mejor expresión
conservada del reformismo penal de Jovellanos está en su obra El
delincuente honrado sin que se pueda afirmar el año en que fue escrita
parece ser que en (1773). En palabras del profesor Coronas, la obra es
un drama escrito por un jurista para juristas. En él, nuestro personaje
expone las nuevas ideas racionalistas contra la dureza de las leyes
penales y, en concreto, la tortura. Pero, además vincularía el Derecho
de una nación a su historia y costumbres, principio que caracterizará
su pensamiento jurídico para siempre. La excusa legal que da paso al
drama literario es una pragmática real aprobada por Felipe V (1716) y
reiterada, ante su incumplimiento, por Fernando VI 1757, que tipificaba
el duelo o desafío como delito infame, sometido a pruebas privilegiadas
(indicio y un solo testigo) propia de los delitos más graves de lesa
majestad pagándolo con la muerte y la confiscación de los bienes de
ambos duelistas, además de castigar a cualquiera que participará, de
algún modo, en los mismos. Para Jovellanos el duelo iba unido al
concepto de la honra, propia de la nobleza, que era una parte esencial
de la Monarquía–identificada con el rey y el reino–y del Derecho
nacional. Así que defiende que el duelo no debía tener una sanción tan
dura "en un país–decía Jovellanos–donde la educación, el clima, las
costumbres, el genio nacional y la misma constitución inspiran a la
nobleza estos sentimientos fogosos y delicados aquí se da el nombre de
pundonor".

La última obra que he encontrado sobre Jovellanos,


concretamente la realizada por el Abogado del Estado e Historiador don
Manuel Álvarez -Valdés Y Valdés. 42. Recoge en el Capítulo XI dedicado
al pensamiento jurídico de nuestro personaje: en su ya citada Carta al
doctor Antonio Fernández de Prado, del gremio y claustro de la
Universidad de Oviedo , sobre el método de estudiar el Derecho, de 17

41
Friera Álvarez Ibidem .p,90
42
Álvarez -Valdés Y Valdés. M. Jovellanos: Vida Y Pensamiento Oviedo Ediciones Nobel 2012, p 633.

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diciembre 1795, afirma: De este estudio [el de la ética] es inseparable el
del Derecho natural, pues en rigor los dos forman una sola ciencia,
reducida a enseñar los deberes del hombre moral hacía Dios, hacia sí
mismo y hacia su prójimo […]. De aquí se pasaría al derecho social o
público universal, que no sería otra cosa que una extensión del primer
estudio [puerta sociedades] es deben sujetarse siempre a los principios
del Derecho social.

En el Curso de humanidades castellanas, vuelve a insistir: Este


conocimiento [del Criador y de la criatura racional] establece los
principios del Derecho natural, porque, descubiertas, las relaciones que
tiene el hombre hacía su Criador y hacia sus semejantes, serán
fácilmente establecidos sobre ellas sus derechos y obligaciones.

Así que reconocida la existencia del Derecho positivo, como


desarrollo de la ley natural, Jovellanos adopta una postura que
entonces parecería revolucionaria, al censurar que la enseñanza del
Derecho se realizase en lengua latina. Continúa manifestando que para
los estudios del derecho patrio, no se tienen libros en qué hacerlo, y
recomienda en todo caso, las mismas obras a los que se refirió en el
Reglamento de Calatrava. No obstante de llevarse el paso hacia el
mismo reconoce las dificultades que surgirían para implantar sus ideas.

Con respecto a su formación jurídica, se ha de tener en cuenta


que era mala, pues para obtener los títulos de bachiller y el licenciado
en cánones, curso sus estudios en universidades de ínfima categoría,
como eran las de Ávila y Osma. Aunque cuando llegó a la de Alcalá de
Henares ya era otra cosa. El mismo reconoce la insuficiencia de su
formación jurídica en su Discurso de recepción en la Real Academia de
la Historia sobre la necesidad de unir al estudio de la legislación el de
nuestra historia y antigüedades.

Manifiesta en el citado discurso: Entre a la jurisprudencia sin más


preparación y una lógica bárbara y una metafísica estéril y confusa, en
las cuales quería entonces tener una llave para penetrar en el santuario
de las ciencias. […]. Después de haber estudiado el Derecho Civil de
Roma, me apliqué a la lectura de las leyes de España; de unas leyes que
habría de ejecutar algún día. […]. Pero en este estado me vi
repentinamente elevado a la magistratura y envuelto en las funciones de
la judicatura criminal. Joven, inexpertos y mal instruidos, apenas podía
conocer toda la extensión de las nuevas obligaciones que contraria. 43.

43
Álvarez -Valdés Y Valdés Ibidem, p, 634 -635.

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Jovellanos, no podemos olvidar que vive en el Siglo Ilustrado, si
bien era un hombre de pensamiento tradicional, defiende la teoría
pactista de Hobbes, y en vísperas de la Revolución Francesa y dice "si
los hombres se han asociado, se han reconocido una soberanía, si le han
sacrificado sus derechos más preciosos, lo han hecho sin dudar para
asegurar aquellos bienes cuya posesión les arrastraba el voto general de
la naturaleza".

Christian Wolf (1679 -1754) avanza en dirección a la autonomía


del mundo moral las relaciones entre los hombres no se van a regir en
leyes positivas sino que se deducen de la naturaleza de su mente. Las
obligaciones nacen del hecho mismo de ser hombres. "Porque somos
hombres" tenemos derechos y obligaciones. También extiende a la
política su método científico deductivo. Las leyes que regulan las
relaciones humanas deben deducirse de principios generales y reflejar
la realidad auténtica de las cosas. Este autor se convierte en el filósofo
por excelencia en la primera parte del siglo XVIII. Su doctrina es
acogida, tras unas tempranas vacilaciones o dificultades tanto en las
universidades luteranas como católicas. Esta aceptación se explica por
el intelectualismo de sus planteamientos y porque acomoda en cierto
modo el Derecho natural a la doctrina escolástica y, sobre todo, a la
legislación actual de las naciones europeas. Wolf es, sin duda un
contrapunto racionalista frente a Locke, la fuente más importante del
pensamiento filosófico del siglo XVIII.

Mucho se habló a lo largo de este siglo del iusnaturalismo, fueron


muchos los autores que lo trataron, en Sevilla el inquisidor Francisco
Pérez de Prado, Mayans, José Finestres. Estos últimos rechazan el
iusnaturalismo de origen luterano por temor a que se puedan introducir
las ideas heréticas en España. Mayans se escandaliza de lo que dijo
Grocio: "el Derecho natural existiría aunque no hubiese Dios”. No
obstante podemos decir que los esfuerzos del siglo XVIII para que se
estudiase la ética en un contexto ajeno al de los cánones y de
definiciones conciliares escribió algunos frutos en España; recordemos
las obras de Antonio Codorniu, las del citado Mayans, la del médico
Andrés Piquer y de Antonio Vila y Camps. En todas ellas se supera la
exposición canonista que caracterizaba los tratados morales y los
manuales para confesores. La heteronomía domina su ética: hay que
obedecer al legislador legítimo: rey, Papa, señor territorial, obispo y así
sucesivamente en grados inferiores.44.

44
Sánchez Blanco F. El Absolutismo y las Luces en el reinado de Carlos III, Primera Edición, Madrid,
Marcial Pons, Ediciones de Historia. 2002.pp, 195 -198

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El discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia de
Jovellanos. Por fin llegó a lo que iba haber sido y será mi exposición de
fin de curso en clase, cuando empecé a estudiar el tema me di cuenta
de mi ignorancia supina sobre la Ilustración en España y sobre la figura
de Gaspar Melchor de Jovellanos, sinceramente no me parecía honesto,
el saltar lo que acabo de citar. Algo me empieza a sonar ya, lo que no
quiere decir que haya dejado de ser un supino ignorante de la
Ilustración y del autor.

Pero realicemos ya una brevísima síntesis sobre las tantas veces


citado Discurso o mejor dicho veamos que entiendo de lo dicho por Don
Gaspar.

Es la primera vez que he leído el Discurso, pues como muy bien


se sabe durante más de 38 años me dedicado a otros menesteres,
justamente este año hará los 45 que llegué a esta Universidad
Complutense, me dedicado al Derecho Mercantil y dentro de este a los
Contratos Bancarios, Bursátiles y de Seguros, al igual que al Concurso
o Disolución de estas Sociedades, es decir a su quiebra. Como se puede
ver nada más alejado de cuanto acabo de contemplar. Pero vicisitudes
de la vida mía me ha permitido hacer ahora, a mis años, lo que
verdaderamente me hubiera gustado cuando hace tantísimos años vine
por primera vez a esta Universidad que considero mi casa.

A lo largo de 31 páginas Jovellanos realiza un hermoso paseo por


la Historia del Derecho, como he dicho antes, me confieso y parafraseo
a nuestro personaje que se presenta, desproveído del conocimiento de la
Historia. Como acabo de decir mi vida me ha llevado por otros
derroteros y no es por descargarme de mi responsabilidad pero como
dice igualmente Jovellanos, mis propios maestros del derecho han
contribuido a separarme de un estudio que después del tiempo me ha
hecho conocer del todo necesario.

Dice nuestro personaje de la historia es, según la frase de


Cicerón, el mejor testigo de los tiempos pasados, mensajera de la
antigüedad. Entre todas las profesiones a que consagran los hombres
sus talentos, apenas hay alguna a que en su estudio no convenga. No
puede llevar más razón don Gaspar pues en pocas carreras de las que
se cursan hoy día no hay una asignatura que comience por la palabra
Historia, quizás muchas veces tenga la categoría de lo que los
estudiantes llamamos asignatura María, craso error o por nuestra parte
pero soy consciente en España, no se le da la más mínima importancia
a nuestra historia, así nos va.

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Me acuerdo de una frase que oí hace muchos años, en una
conferencia al Profesor Tierno Galván, que literalmente decía lo
siguiente: los pueblos que ni estudia y recuerdan su historia están
llamados a repetirla, quiera Dios, que no sea éste el caso de nuestra
patria.

Continúa su discurso
manifestando: La necesidad de
reunir el estudio de las leyes al de
la historia; pero la prueba más
concluyente se deberán tomar del
íntimo y particular enlace que hay
entre la historia de cada país y su
legislación. Sigue diciendo, nos
gobernamos a día de hoy por leyes
no sólo hechas en los tiempos más
remotos de nuestra monarquía,
sino también en las épocas que
corrieron desde su fundación
hasta el presente. 45

El código que tiene en nuestros


tribunales la primera autoridad es
una colección de leyes antiguas y
modernas, donde al lado de los
establecimientos más recientes,
están consignados o más bien
confundido dice Jovellanos, los
que dispuso la más remota
antigüedad. Varias colecciones de
leyes hechas en los siglos medios
sean refundido y renovado en este
código; así que el jurisconsulto que
quiera conocer nuestro derecho
debe revolver de continuo nuestros

45
Ser es necesariamente parecer y los ilustrados del siglo XVIII quieren ser europeos. El uso de esta
indumentaria masculina de origen francés se impone en toda Europa en el siglo XVIII, y en España con
especial fuerza con la llegada de los Borbones. Desplaza a la indumentaria castiza reivindicada por los
majos, cubiertos con capas y tocados con sombrero de ala ancha, redecillas o monteras.
La casaca, prenda de origen militar, permitía cabalgar con comodidad. Cuando su uso se generaliza el
patrón se complica e incluye generosas entretelas que proporcionan volumen, delicado forro y
abundantes botones, meramente decorativos. A finales de siglo, por influjo inglés, el diseño va
simplificándose. Anónimo Traje de finales del s. XVIII: casaca, calzón y chupa. Hacia 1785-1790 Museo
del Traje, CIPE. Madrid

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códigos antiguos y modernos, y estudiar en el inmenso cúmulo de sus
leyes en sistemas civil que siguió la nación por espacio de trece siglos.
Desde mi punto de vista nada más cierto porque el jurista siempre al
enfrentarse al texto legal debe buscar su razón de ser lo que se
denomina la "ratio legis", es muy difícil comprender alguna norma si
desconocemos el por qué está en el ordenamiento legal del Estado,
máxime en el nuestro, pero no sólo por ahora ya en el siglo XVIII, tras la
Guerra de Sucesión, ya teníamos territorios de nuestra patria, que
tenían legislaciones específicas, hasta ver el derecho foral Navarro o el
Alavés. El jurista debe saber cuáles el origen de esas normas o de esas
leyes, por eso nuestro Código Civil, pergeñado ya por Napoleón
Bonaparte en ese mismo siglo, recoge lo que los juristas denominamos
Responsabilidad Civil o Aquíliana, que simplemente es una norma del
Derecho Romano, que obligaba al que al que hiciere daño a otro a
indemnizarle en la cuantía del citado daño.
46Seguidamente
nuestro personaje inicia un
bello paseo a través de la historia de nuestro
Derecho de la Alta Edad Media. Comienza
hablando de los visigodos, gerente feroz y
belicosa, que arrojó de su seno el septentrión
para ser sucesivamente enemigos aliados
súbditos y destructores del imperio romano.
Gentes estas invadieron varias provincias del
imperio y que rápidamente se extendieron por
Europa y llegaron a España y aparte de las de
las Galias. Trajeron sus leyes y costumbres, y
aunque el trato con los romanos les había
hecho adoptar su religión y participar de su
cultura, no olvidaron su ferocidad, Ni su
dominante inclinación a la independencia y a
las armas. La política de los primeros príncipes que dominaron España
pretendió conciliar el interés del pueblo conquistador con la utilidad del
conquistado para ello repartió tierras... Para que no se perdiese las leyes
que debían obedecer unos y otros, Eurico hizo una compilación de las
costumbres góticas y Alarico mandó realizar una compilación y publicar
un código de leyes romanas. El Codex Eurici, que fue la primera ley
germánica escrita dirigida por un galorromano León. Así vivieron los

46
En el siglo XVIII las medias no eran una prenda a descuidar, pues se prestaba entonces notable
atención a las ceñidas pantorrillas masculinas: cuando resultaban demasiado delgadas, se colocaban
postizos que mejoraban su forma. Media de Siglo XVIII Fundación Museo Evaristo Valle. Gijón

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españoles, siendo su condición muy diferente ya que cada uno podía
gozar u obedecer a distintas leyes. Sobre este sistema se estableció la
dominación visigoda, pero enseguida, sus príncipes se dieron cuenta del
peligro que se corría no era posible la división legislativa existente, e
intentaron hacer de los dos pueblos uno solo. Les dieron primero una
misma creencia para unir los ánimos divididos entre la verdadera
religión, la idolatría y el arrianismo; con posterioridad tras los Concilios
de Toledo permitieron los recíprocos matrimonios para confundir o
mezclar las familias; desterraron los números romanos para que todos
usarse en nombres juntos; y en fin le sometieron a la misma ley para
igualar su condición política.

Uniformador el gobierno visigodo, empezó a consolidar su


autoridad y hacer más segura su dominación. Con efecto, oficiales del
palacio grandes y señores de la corte, obispos y prelados eclesiásticos,
presididos del Príncipe, se reunían frecuentemente en asambleas, que
eran a la vez Cortes y concilios, y en ellas arreglaban los negocios
relativos al gobierno del Estado y de la Iglesia ¡Unión admirable, que no
supieron imitar las épocas siguientes, y que, bien dirigida, hubiera sido
capaz de conservar la constitución en su fuerza primitiva y de asegurar
la libertad política de los miembros del Estado contra los golpes de
ambición y poder!. Las leyes hechas en esas asambleas regulaban el
Derecho Público y la Policía superior del reino. Los negocios
particulares se decidían por la costumbre gótica, que había sido
recopilada por Eurico. Recesvinto pidió al VIII Concilio de Toledo que
realizarse una ordenación legislativa que con el tiempo se llamaría el
Fuero Juzgo.

Por cuanto antecede Jovellanos manifiesta que la primera fuente


de donde se deriva que nuestro primer derecho, es el derecho no escrito
que trajeron los godos cuando vinieron a España con su dominación.
Continúa el discurso señalando que cuando godos españoles hechos ya
una sola nación gozaba de la protección de las leyes que acabamos de
describir, mas existiendo disputas entre los príncipes visigodos y sus
familias concretamente la de Don Rodrigo y Witiza, invadieron el reino
de los árabes que habitaban la Mauritania, atraído seguramente por los
judíos a los que estas leyes hacía la vida muy difícil.

Todo desapareció ante la fuerza del conquistador. Todo hubiera


desaparecido nación, Estado, religión, leyes, costumbres, si la
Providencia que enviaba la calamidad lo hubiese preparado en los
montes de Asturias, un asilo a las reliquias del antiguo imperio de los
godos. Esta reliquias bajo la protección del cielo y la conducta del
invencible don Pelayo, al que ocupóle el espacio de 20 años , y en ellos

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logra fijar la suerte de esa pequeña nación, acogida su sombra, para
qué no volviese a temer jamás las cadenas que le preparaba el
sarracenos. Don Alfonso el Católico, su yerno, y su nieto Fruela,
agregaron al nuevo reino de Asturias la mayor parte de Galicia y
Vizcaya, y aun de Portugal y Castilla. Don Alfonso el Casto, su bisnieto,
llevó sus victorias hasta las orillas del Tajo, en su reinado de 50 años
brillaron igualmente la gloria de sus armas y la sabiduría de su
gobierno, logró restituir la antigua constitución a su esplendor
primitivo.

el uso de 47Renueva

aquellas asambleas,
que él mismo
tiempo Cortes y
concilios y en ellas
grandes y prelados
arreglan los
negocios del mayor
Estado y de la
Iglesia. Se restituye
la autoridad a las
leyes godas, que
son conocidas en esos tiempos como el Fuero de los Jueces, y con ella se
gobiernan negocios públicos y privados. Desde ese momento, todos los
lugares que se iban agregando a la corona de León recibían para su
gobierno las leyes godas. Jovellanos indica en su discurso que los
primeros reyes de Asturias desearon restablecer la constitución
visigoda. Más según él, este designio era impracticable: una
constitución perfeccionada en el espacio de dos siglos, y cuyo objeto era
conservar un imperio extendido, mantener un gobierno pacífico y reunir
dos pueblos diferentes, ya no se podía acomodar al nuevo estado.

A los reyes de Asturias, que empezaron a recobrar del sarraceno


los pueblos invadidos, no les será tan fácil mantenerlos como
conquistarlos. El mismo Don Alfonso el Casto tuvo que abandonar a su
suerte alguna de sus conquistas.

47
Las escribanías eran un objeto de especial importancia para el hombre de letras del siglo XVIII, y con
frecuencia se regalaban. Ésta estaba en el estrado de su casa, según documenta Somoza en 1891.En
Bellver se hizo con otra, de plata «de gusto americano». Tengamos la seguridad que don Gaspar
utilizaría una aparecida esta para escribir el discurso que comento. Anónimo Escribanía de Jovellanos
Colección particular

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Magistralmente Jovellanos realiza el paso de la corona de los
Reyes Asturianos con sus constituciones, a lo que será el Reino de León
nacido de la unión de españoles y extranjeros, que de todas partes
acudieron a vivir a su sombra y a combatir al sarracenos, entonces
como premio a las victorias, los grandes señores de la Corte, los nobles,
los caballeros extranjeros, y voluntarios que asistían a los Reyes en la
lucha, obtenían de ellos lugares y términos sin más obligaciones que el
de poblarlos y concurrir con sus personas y las de sus vecinos a la
defensa del Estado. Su piedad y celo por la religión se extendió también
en iglesias y monasterios. Así nació aquella constitución casi feudal que
descubrimos en la historia de los primeros tiempos.

La legislación siguió siempre los progresos de este de población y


defensa, que fomentaba la constitución y era en todo conforme a ella.
Dejamos ya a un lado las leyes que obedeció el reino de León y
hablemos de la legislación Castellana, Don Gaspar manifiesta que la
encuentra en un código cuyo origen se pierde en la antigüedad. En él
están señalados las obligaciones y derechos de las clases altas, y los
cargos y deberes de las inferiores; en él se halla una colección de
fazañas (que son sentencias modélicas que hacen la jurisprudencia),
albedríos, fueros y buenos usos, que no es otra cosa que el derecho no
escrito o consuetudinario, por el que se habían regido los castellanos
cuando consolidaban su constitución, en el se encuentran depositados
los principios fundamentales de esta constitución y de la legislación que
debía mantenerla, es el Fuero Viejo de Castilla, este ordenamiento
recibió su forma definitiva en 1356 pero como muy bien indica
Jovellanos sus orígenes son muy anteriores.

Pues bien de este Fuero Viejo de Castilla manifiesta que es: un


tesoro escondido hasta nuestros tiempos, mirado con desdén por los
jurisconsultos preocupados y por los juristas melindroso, pero cuyo
continuo estudio debiera ocupar a todo hombre amante de su patria, para
que nadie ignorase el primer origen de una constitución que existe
todavía, por más que en la vicisitud de los tiempos se haya tan
notoriamente desfigurado.

Jovellanos, piensa que se debe traer, el espíritu de estas leyes


antiguas, pues sólo se puede descubrir a la luz de la historia; sin este
auxilio el jurisconsulto dedicado a su estudio correrá deslumbrado por
medio de un país tenebroso de dificultades. Solamente una de ellas que
para él es el lenguaje, el lenguaje en que están escritas nuestras leyes
antiguas, venerable, que por más que le motejen de tosco y de grosero
los jurisconsultos vulgares, está lleno de profunda sabiduría y altos

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misterios para todos aquellos a quien la historia ha descubierto los
arcanos de la antigüedad..

Se dirige a sí mismo a los académicos y les dice: no creáis,


señores, que el conocimiento de este lenguaje primitivo sea una ventaja
de pura curiosidad. Su importancia es notoria y su necesidad absoluta;
sin él no puede conocerse la verdadera esencia de la propiedad de las
tierras, la extensión del señorío real eminente, ni las diferentes especies
de los señoríos particulares, realengos, solariegos, abadengos y de
behetría, sin él no se puede conocer la jerarquía política y militar, en fin
en fin continúa narrando todas las palabras antiguas y que son
imprescindibles para la aplicación de nuestras leyes.

Insiste nuevamente en hablar de nuestros códigos y del progreso


de nuestra antigua legislación, la misma serie de la historia nos
conduce a hablar de otros códigos particulares, cuya autoridad no ha
sido la antiguo menos respetada que la del Fuero Viejo. Estos códigos
contienen una parte de legislación que sirvió de complemento al
derecho antiguo, y nació en la misma cuna. Me refiero a los fueros y
cartas -pueblas dadas a las villas y ciudades que la suerte iba
reduciendo al dominio de nuestros Reyes. El número de estos códigos
se contaría por el de capitales restituidas, en aquel tiempo todos
querían vivir con leyes propias, y esta máxima se siguió tan tenazmente,
que muchas veces se daban a un solo pueblo distintos fueros.

En Toledo y obtuvieron de su conquistador, Don Alfonso VI, que


dio tres fueros a los castellanos, mozárabes, ya los francos. Hasta los
extranjeros que vinieron a auxiliar a los Reyes en la conquista, que se
conocía vulgarmente como francos, obtuvieron su fuero. Además de esto
cada parte tenía sus jueces y por consiguiente cada individuo podía
vivir confiado en la protección de unas leyes.

Podemos decir: que si la antigua legislación de la que hemos


hablado es digna de nuestros elogios por la absoluta conformidad que
había entre ella y la constitución, es preciso confesar también que esta
misma constitución tenía dentro de sí ciertos vicios que aspiraban a
destruirla, vicios que estaban autorizados por las leyes. El poder de los
señores era demasiado grande, y en la primera dignidad entonces no
había suficiente autoridad para moderarle. Toda la fuerza estaba en
manos de señores; cada uno disponía de su ejército. Es verdad que toda
esta fuerza estaba subordinada por la constitución al Príncipe, a quien
debía seguir todo vasallo en sus expediciones pero en la realidad estos
eran siempre unos auxilios precarios, y dependientes de la voluntad del
señor. Por un antiguo privilegio el que pagaba las campañas era El

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príncipe. El erario era pobre, los tributos pocos y temporales, los
recursos difíciles y siempre pendientes del arbitrio de las Cortes. ¿Qué
era, pues, el Príncipe en esta constitución, sino un jefe subordinado al
capricho de sus vasallos?

Así dimos tantas veces vacilando la suerte del Estado, sepultada la


nación en la anarquía más funestas y empleadas en guerras intestinas
las armas que debieron dirigirse contra los enemigos comunes. Quizás de
de cuánto hemos visto hasta ahora, nada sea más cierto que cuanto
antecede, esto que está escrito el 4 febrero 1780, será algo que nos
acompañará a lo largo de toda nuestra historia, pero lo más importante
es que esa ley que tanto ansía Campomanes, se plegará muchas veces a
esta situación, el Estado promulgará leyes injustas, según sea el
momento, como dijo no hace mucho un jurista los jueces sean de
manchar con el polvo del camino, y por si fuera poco se irán los
poderosos los que nombran a los jueces donde queda ese concepto que
es la libertad..

Para don Gaspar el único resorte que podía mover la constitución


para evitar los inconvenientes que producía ella misma, eran las Cortes.
Pero en este organismo también prevé ponderaba el poder de las
primeras clases: la nobleza y los eclesiásticos estaban igualmente
interesados en su independencia y en la opresión del pueblo; los
concejos que le representaban eran personas tocadas del mismo interés
ya tiene historia muy poco la suerte de de la plebe inferior.

La legislación siguió siempre sus huellas, y aunque es preciso


confesar que confrontada con la constitución era buena y sabia, y
también cierto que participaba de vicios y defectos. El mayor de ellos
sin lugar a duda la falta de uniformidad, apenas se conocían leyes,
generales.

Tal era la situación cuando surgió el deseo de reducir la


legislación, en el siglo XIII, a un código uniforme. Dos grandes príncipes
Fernando III y don Alfonso X trabajaron en esta gran empresa, la
historia les dio los calificativos al primero el Santo y al segundo el
Sabio. El primero nos proyecto y el segundo el Rey Sabio compuso el
Fuero de las leyes, más conocido por Fuero Real y aforo en el algunas
villas y ciudades, en 1255 lo declaró en Burgos por fuero general y le
dio como tal a los concejos de Castilla. Así trataba de acostumbrar a las
gentes a reconocer una legislación uniforme para abrir después un
tesoro las Partidas, y hacerlas introducir y cumplir en todas partes.

Un siglo de tentativas y pretensiones costo la admisión de estas


Partidas, que al fin se publicaron en Alcalá en 1348. Pero aun entonces

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que lo salva la autoridad de los pueblos municipales de forma que las
Partidas, se recibieron como una legislación complementaria. Los
jurisconsultos que ayudaron a su redacción y que eran de la escuela de
Bolonia, copiaron en ella no sólo las leyes de Roma sino también las
opiniones de los jurisconsultos de Italia. De manera que se puede decir
que nada contribuyó tanto como las Partidas a remover nuestra
jurisprudencia. Desde ese momento no se pudo comprender el texto
legal sin la interpretación del Digesto y del Codigo, que era no sólo su
principal sido su único objeto.

Las Partidas fueron también el conducto por donde se introdujo


entre nosotros el derecho canónico, con los principios de los carlistas
italianos. La simple lectura de la Primera Partida es una prueba
concluyente de ello.

Continúa el Ilustrado, manifestando que al tiempo que las


Partidas, al mismo tiempo que iban alterando nuestra legislación
causaban un bien efectivo a la nación entera. Desde entonces empezó
estimar a los hombres y se hizo más preciosa su libertad, la nación, que
ya se congregaba con más frecuencia en las Cortes, imbuida en mejores
ideas, demandaba y obtenía de los Reyes algunos reglamentos útiles
para la libertad de los pueblos.

Entre tanto iban creciendo en las grandes poblaciones la libertad


de los plebeyos a la sombra del gobierno y privilegios municipales. Tan
se obligaba a los que vivían fuera de las murallas de la ciudad, los
pobres labradores cambiar la esteva por el mosquete, para hacer la
guerra. Así empezó a ser una España a un mismo tiempo una nación
sabia, guerrera, industriosa, comerciante y opulenta.

Varias causas concurrieron sucesivamente acelerar está feliz


revolución; arrojados los moros de toda España, reunidas a la de
Castilla las coronas de Aragón y Navarra, agregados a la dignidad real
los magistrados de las órdenes militares, descubierto y conquistado a la
otra parte del mar un dignatario riquísimo imperio crecieron el poder y
la autoridad real a 1° de vigor que jamás había tenido.

Ante esta situación era necesario una nueva compilación pues


había gran cantidad de leyes, pragmáticas, ordenanzas y reglamentos
respectivos a la agricultura, arte, industria y comercio y navegación; las
que señalaban la jerarquía municipal. Pues bien la multitud de tantas
leyes instó a la Reina Isabel, en su testamento a dejar el encargo de que
se realizase una nueva compilación.

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Fue Carlos I, instado por las Cortes, y de su orden trabajaron en
el los doctores Alcocer y Escudero pero tampoco pudieron acabarla. Al
fin don Felipe II encargó estos trabajos a los licenciados Arrieta y
Atienza y se logró publicar lo que se conoce con el nombre Nueva
Recopilación por pragmática de 14 marzo de 1567. Pero entretanto
¿quién se atreverá a interpretar estas leyes sin saber los tiempos en que
se hicieron? Confesemos, pues, de buena fe que si la historia no se
puede tener un cabal conocimiento de nuestra constitución y nuestras
leyes y confesemos también que sin este conocimiento no debe
lisonjearse el magistrado de que sabe derecho nacional.

Conclusiones

He dividido el trabajo en dos partes. La primera es un apunte


biográfico sobre el personaje estudiado, personaje este de rica vivencia,
pues ejerció desde temprana edad el derecho como magistrado en
Sevilla y en Madrid. Siendo sin lugar a duda este aprendizaje muy útil
para el resto de su vida y sobre todo para la vida política. No se debe
pasar por alto que durante su estancia en Sevilla aprovechó para leer a
escritores extranjeros de ideas Ilustradas en sus respectivos países,
Montesquieu, Voltaire o Rousseau, estudia inglés para conocer
directamente las obras de Young, Milton y Macpherson, entra en
contacto con las ideas jurídicas del italiano Beccaria. No podemos
olvidar su amistad con Pablo de Olavide, justo en el momento en que
laboraba un nuevo plan de estudios para la Universidad Hispalense.

Tanto en Sevilla como en Madrid acudía a las tertulias tan


famosas en aquella época. Es en estas tertulias sevillanas la única vez
que, según bibliografía consultada donde Gaspar de Jovellanos flirtea,
concretamente con la prima hermana de don Pablo de Olavide.
Asimismo asistió a las tertulias de Madrid, toda la sociedad le quería
homenajear a pesar de su juventud no podemos olvidar que era el
Alcalde de Casa y Corte. A lo largo de esta parte del trabajo se pueden
observar algunos de los objetos que se usaban en aquella época: una
jícara de chocolate y una bella caja de rapé. Quizás sea durante su
estancia en Madrid cuando se forja su personalidad y se da a conocer
su valía, es llamado a formar parte de las Academias, siendo
concretamente en la de la Historia donde dicta sus ideas tanto políticas
como jurídicas en su Discurso de Entrada.

Pronto conoció los vaivenes de la política pues apenas fallece


Carlos III se tiene que marchar de nuevo a su Asturias natal allí
desarrolla una gran actividad tal y como se puede leer en la parte
correspondiente del trabajo. Estando en Asturias es propuesto como

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embajador ante la corte de San Petersburgo, Jovellanos rechaza el cargo
y escribe a Godoy fundamentando el porqué, se anexa fotografía de la
carta de renuncia manuscrita.

Seguidamente tiene el momento de gloria para don Gaspar, es


elegido Ministro de Gracia y Justicia. Se ve la austeridad del personaje
en comparación con Floridablanca en la fotografía de su tarjeta de visita
como ministro diseñada por el pintor Paret. Poco le durará el cargo pues
es removido en seguida y marcha nuevamente Asturias.

Allí, aunque mantiene su cargo de Consejero de Estado, es


prendido y trasladado a Baleares, en calidad de desterrado, la causa sin
lugar a duda la malquerencia del nuevo ministro Caballero y una carta
anónima donde se le imputa que había facilitado la entrada en España
del Contrato Social de Rousseau. Primero está en un convento más
luego se endurece su prisión y es llevado a un castillo donde se le
incomunica. Permanece durante ocho años en situación de detenido
hasta abril de 1808 en que siguiendo las instrucciones de Fernando VII
expuesto en libertad.

Estando en Trillo, donde había ido a tomar las aguas para


reponer su maltrecha salud, no olvidemos que es el mismo Jovellanos
en sus diarios el que nos va contando las dolencias que le aquejan,
problemas estomacales con estreñimiento crónico y las cataratas que
casi le deja ciego. Estando allí leyeron correo de Murat en el que le
comunica que el rey José I le ha nombrado Ministro del Interior, no
duda y renuncia al cargo a pesar de estar dispuesto a ser nuevamente
detenido. No duda su lugar está con los sublevados y vuelve a Sevilla
destacando su papel en la Junta Suprema Nacional, allí realiza varios
dictámenes siendo algunos de ellos incomprendidos y cansado y con la
salud deteriorada pide autorización para regresar a su Asturias natal.

2º Con respecto al Discurso de Ingreso, que es la segunda parte


del trabajo, pocas cosas se puede decir, simplemente que con su lectura
se realiza un paseo a lo largo de la Historia del Derecho, de nuestra
patria, empieza con la legislación de los primeros visigodos que llegaron
y acaba con la publicación de la Nueva Recopilación. Dije al iniciar este
trabajo que se debía contemplar la historia con la perspectiva del
momento en que ocurre, no podido ser fiel a mi deseo, pues la lectura
del citado Discurso, me ha llevado a la actualidad Española, quizás sea
por mi formación jurídica, pero puedo decir que estamos más o menos
igual existen muchas leyes, los jueces sean manchado las togas con el
polvo del camino, no son elegidos por ellos mismos, son elegidos por los
políticos que se reparten los órganos judiciales. Y para colmo de

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frustraciones se nos dice viernes a viernes que se va a promulgar una
Ley de Unidad de Comercio. Qué pensaría Jovellanos que se quejaba
porque existían muchas normas y cada pueblo o ciudad tiene una
legislación específica, si se entregase que hoy solamente para el
comercio existen cerca de 40,000 leyes en España.

Ya para finalizar el presente trabajo, tan sólo manifestar estas


páginas no pretenden ser un trabajo de investigación sobre la
Ilustración o sobre Jovellanos, reconozco que soy osado pero no tanto.
Por ello luego tan sólo que se tome como unas notas para preparar la
exposición de fin de curso de la asignatura. De un alumno al que le
interesa la materia muchísimo, pero que reitero que es consciente que
desconoce totalmente el tema, con estas páginas por lo menos algo le
empieza a sonar y lo que sobre todo y es más importante, cree que sabe
dónde debe ir a buscar y formación para en su día poder profundizar
más en esta apasionante materia.

31 diciembre 2012

Rafael segura Aparicio

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Cronología

1744 Nace Gaspar Melchor de Jovellanos y Jove Ramírez el 5 de enero en Gijón.


1761 Se gradúa de Bachiller en Cánones por la Universidad de Osma.
1764 Colegial del Mayor de San Ildefonso de Alcalá. Durante su estancia en el centro conoce
a José Cadalso.
1766 Los graves sucesos conocidos como Motín de Esquilache coinciden con la estancia en
Asturias de Jovellanos.
1767 Puede conjeturarse su acuerdo con la pragmática que decretaba la expulsión de los
jesuitas, dada la admiración que sentía por personajes como Aranda y Campomanes en
esos años.
1768 Es nombrado alcalde del crimen de la Real Audiencia de Sevilla, con veinticuatro años
de edad. La estancia en la capital andaluza va a tener una importancia decisiva en su
formación, al asistir como contertulio habitual a las reuniones que se organizan en
torno a la figura de Pablo de Olavide. Hasta su nombramiento como Oidor en la misma
Audiencia.
1777 Participa activamente en los primeros trabajos de la recién autorizada Sociedad
Económica de Amigos del País de Sevilla.
1778 El rey le nombra Alcalde de Casa y Corte en Madrid, permaneciendo en el cargo
dieciocho meses. En su despedida de la capital andaluza escribe la «Epístola heroica de
Jovino a sus amigos de Sevilla». Ya en Madrid, las puertas de las principales
corporaciones y sociedades culturales se le abren, ingresando sucesivamente en la
Sociedad Económica Matritense (1778), Academia de la Historia (1780), Academia de la
Lengua (1781), y San Fernando (1780).
Proceso inquisitorial contra Pablo de Olavide, iniciado tres años antes. Aparece el libelo
«El siglo ilustrado. Vida de don Guindo Cerezo», en contra de Olavide y el grupo de
ilustrados de su tertulia, entre los que figuraba Jovellanos.
Poco antes de su salida de Sevilla es elegido miembro de la Sociedad Económica
Matritense.
Entra en contacto con el clérigo de Carmona Cándido María Trigueros, cuya amistad y
relación cultivará en adelante (años después, en 1784, influirá decisivamente en el
premio que se le otorga por su comedia de tinte social «Los menestrales»).
1779 Campomanes propone a Jovellanos como académico de la Real Academia de la
Historia, leyendo su discurso de recepción, a primeros del año siguiente, «Sobre la
necesidad de unir al estudio de la legislación el de nuestra historia y antigüedades».
1780 Asciende al Consejo de las Órdenes Militares, incorporándose a la Orden de Alcántara.
La Real Academia de Bellas Artes lo acoge como miembro. Lee su «Elogio del marqués
de los Llanos», por encargo de la Sociedad Matritense.
1781 Toma posesión de su asiento en la Real Academia de la Lengua. En los inicios de la
Sociedad Económica de Asturias, Jovellanos, director honorífico de la misma,
1782 En calidad de Consejero de Órdenes, viaja a León para presidir la elección de Prior del
convento de San Marcos...
1784 Se le nombra, por aclamación, director de la Sociedad Económica Matritense, cargo
que ostenta poco más de un año.
1786 Floridablanca envía al Consejo de Castilla la Carta sobre la decadencia de las sociedades
económicas en España.

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1790 Reglamento para el Colegio de Calatrava, una de las obras cumbres en la
modernización de las estructuras educativas en España.
1792
Muere Antonio Ponz, impulsor del proyecto inicial de las «Cartas del viaje de Asturias»
de Jovellanos.
Aranda sustituye a Floridablanca como ministro de Estado. Se edita la tragedia Munuza
en Madrid.
1794 El 7 de enero tiene lugar, en Gijón, la apertura oficial del Real Instituto Asturiano de
Náutica y Mineralogía, ejemplo acabado del modelo educativo y pedagógico de la
Ilustración española. En el mes de abril concluye en Gijón la redacción del Informe en el
expediente de Ley Agraria.
1795 Jovellanos pública la Noticia del Real Instituto Asturiano, en la imprenta ovetense de
Francisco Díaz Pedregal, mientras surgen problemas con los aparatos de la Inquisición,
que vigila el funcionamiento y desarrollo del Instituto.
Sale la primera edición exenta del Informe en el expediente de Ley Agraria, en la
imprenta madrileña de Sancha, bajo la responsabilidad de la Sociedad Económica
Matritense.
1796 Jovellanos envía a la Academia de la Historia la versión definitiva de la Memoria para el
arreglo de la policía de los espectáculos y diversiones públicas, que no se publicará
hasta 1812.
1797 El 15 de octubre, estando todavía en Asturias, recibe la noticia del nombramiento de
embajador en Rusia. Pone fin a su larga estancia en el Principado, donde había llegado
en 1790.

Es elevado, por Real Decreto de 10 de noviembre, al Ministerio de Gracia y Justicia.


1798
Segundo retrato de Goya, que capta en toda su intensidad el estado de ánimo,
preocupado por las nuevas responsabilidades, de Jovellanos. Una enfermedad
repentina de origen desconocido pone en peligro la vida de Jovellanos, dando pie a la
hipótesis de un posible envenenamiento. Mediante decreto de 16 de agosto, el rey
cesa en sus funciones ministeriales a Jovellanos, sustituyéndolo por el Fiscal del
Consejo de Guerra, José Antonio Caballero.
El 4 de agosto muere su querido hermano, primer director del Instituto Asturiano,
Francisco de Paula.
1799 De nuevo en Gijón, volcado en las tareas académicas y administrativas del Instituto,
Jovellanos pronuncia su Oración sobre el estudio de las ciencias naturales.
1800 Crece el clima de vigilancia y control en torno a Jovellanos, la condesa de Montijo, los
obispos Palafox y Tavira, Urquijo, Saavedra, los canónigos de San Isidro, Meléndez
Valdés y otros ilustrados, acusados de jansenistas o poco afectos a los nuevos aires de
la Corte.
1801 El 13 de marzo Jovellanos es detenido en su casa de Gijón, iniciando el viaje hasta
Mallorca, donde llega el 18 de abril. El capitán general de la isla ordena su reclusión en
la cartuja de Valldemosa.
1802 El ministro Caballero endurece las condiciones de vida de Jovellanos, imponiendo su
traslado al castillo de Bellver, en el que permanecerá hasta su liberación en 1808.
1804 Aliviadas en parte las durísimas disposiciones de aislamiento de Jovellanos, éste puede
iniciar un epistolario con familiares, amigos y seguidores que irá regularizándose hasta
el final de su confinamiento.

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1808 Tres días después de la abdicación de Carlos IV en Fernando VII, una Real Orden de 22
de marzo, firmada por el ministro José Antonio Caballero –instigador principal de los
siete años de su cautiverio- levanta el secuestro de Jovellanos y le devuelve la libertad.
El precario estado de salud obliga a Jovellanos a viajar a Jadraque, para tomar las
benéficas aguas de Trillo, mientras la sublevación iniciada el 2 de mayo se extiende por
todo el territorio peninsular.
Jovellanos es incitado a seguir la causa de José I, por medio de sus amigos
afrancesados. Rechaza el nombramiento de ministro del Interior que le ofrece Urquijo
(José I llega a nombrarle el 7 de julio) y afirma su posición personal abrazando la causa
de los sublevados.
El 25 de septiembre se constituye en Aranjuez la Junta Central. Ante el avance de las
tropas francesas, la Junta se traslada a Sevilla a finales de año. Muerte de
Floridablanca.
1809 En medio de evidentes contradicciones y luchas internas, la Junta Central trabaja en la
convocatoria de Cortes. Jovellanos equidista de quienes quieren asegurar el
mantenimiento de sus privilegios (nobleza y clero) y quienes quieren plantear reformas
radicales.
1810
En febrero se disuelve la Junta Central. El día 26 Jovellanos embarca hacia Asturias,
llegando al puerto gallego de Muros el 6 de marzo. Entre los meses de julio y
septiembre escribe su Memoria en defensa de la Junta Central. En ella combate
Jovellanos las calumnias divulgadas contra sus miembros y denuncia la ambición y la
envidia que mueven las decisiones del Consejo de Castilla y del Consejo de Regencia.
El 24 de septiembre se inician las sesiones preparatorias de Cortes en la Isla de León.
1811
En enero muere Juan Arias de Saavedra, el gran protector de Jovellanos a lo largo de su
vida. En junio, expulsados de Asturias los franceses, Jovellanos emprende el viaje hacia
el Principado, llegando a Gijón el 7 de agosto. Pide ayuda para restaurar su querido
Instituto en ruinas y poder reabrirlo a las enseñanzas.
Ante la vuelta de las tropas francesas a Gijón, Jovellanos se ve obligado a huir en el
bergantín Volante zarpando el 6 de noviembre rumbo a Galicia. Un fuerte vendaval
obliga el barco a refugiarse en el pequeño abrigo de Puerto de Vega, el día 14. Unos
días después, contrae una pulmonía, falleciendo el día 28 en casa de su amigo Trelles
Osorio. En 1815 los restos de Jovellanos fueron trasladados a Gijón.

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Bibliografía.
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Ediciones Nobel 2012.

Fernández Álvarez M. Jovellanos el patriota. Quinta edición, Madrid,


Editorial Espasa, 2008, pp, 40-43.

Caso González J. M. Jovellanos. Primera edición, Barcelona, Editorial


Ariel, 1998, pp, 18 -29.

Caso González, J.M. Vida y obra de Jovellanos, 2 vols., Gijón, 1993-


1994 (fascículos coleccionables del dominical de El Comercio).

Caso Machicado T. La «muerte civil» de Jovellanos (Mallorca, 1801-1808)


(Conferencia pronunciada o en el Castillo de Bellver, Mallorca, el día 21
de marzo de 2003) Gijón, 2004 Fundación Foro Jovellanos del
Principado de Asturias.

Coronas González S.M. El Pensamiento Constitucional de Jovellanos


Historia Constitucional (revista electrónica), n. 1,
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Forner, J, P Discurso sobre el modo de escribir y mejorar la historia de España (c.


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Hervás y Panduro L, Historia de la vida del hombre, Tomo II, Parte 1ª,
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Chacón Delgado P. J. El concepto de Historia en España (1750-1850):


Araucaria: Revista Iberoamericana de filosofía, política y humanidades,
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Galino Carrillo A. Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811)


Perspectivas: revista trimestral de educación comparada (París,
UNESCO: Oficina Internacional de Educación), vol. XXIII, nos 3-4,
1993, págs. 808-821.

Jovellanos Introducción a un discurso sobre la Economía civil y la


instrucción pública, 1796. La edición de este discurso ha sido realizada
por don Joaquín Ocampo y Vicent Llombart y pertenece al Tomo Xº de
las obras completas de don Gaspar de Jovellanos. Instituto Feijoo,
Ediciones KRK, Oviedo, 2008, pp 886 -901

Jovellanos. G. M. Obras completas, ed. crítica, introducción y notas de


José M. Caso González, tomo I: Obras literarias, 1984; Correspondencia:
tomos III (1986) y IV (1988), Oviedo, Instituto Feijoo de Estudios del
Siglo XVIII, Ilustre Ayuntamiento de Gijón.

Jovellanos G.M. Diario (Antología). Edición, introducción y notas de


José Miguel Caso González, Planeta, Barcelona, 1992

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Lanz de Casafonda, M Diálogos de Chindulza: sobre el estado de la
cultura española en el reinado de Fernando VI, 1761, edición digital en
CORDE (RAE) de la de Francisco Aguilar Piñal, Universidad de Oviedo,
1972, pág. 57

Maravall, J.A “Estudios de la historia del pensamiento español, siglo


XVIII, Madrid, Mondadori, 1991.

Ruiz de la Peña Solar A. A. Director de la Página Web que la Biblioteca


Virtual Miguel de Cervantes dedicada a Don Gaspar de Jovellanos y del
Instituto Universitario Feijoo de estudios del siglo XVIII la Universidad
de Oviedo.

Sánchez Blanco F. El Absolutismo y las Luces en el reinado de Carlos III,


Primera Edición, Madrid, Marcial Pons, Ediciones de Historia. 2002.

VV.AA. Jovellanos El Hombre que soñó España, Primera edición, Madrid,


Ediciones Encuentro. 2012.

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Jovellanos sostiene en una mano un ejemplar del Informe de ley agraria, su obra más querida y la que
le haría merecedor de un lugar destacado en la historia del pensamiento económico español y europeo.
En él, además de introducir en España las tesis liberales de Adam Smith, proponía un ambicioso
programa de reforma agraria que guiará la política agraria liberal de la centuria siguiente. Anónimo,
antiguamente atribuido a Goya Retrato de Don Gaspar Melchor de Jovellanos Hacia 1797.Fundación
Lázaro Galdiano

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