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Roberto y la llorona.

Esto sucedió en el mes de julio de 2004  el frío era más intenso, las calles estaban más silenciosas y oscuras
de lo normal y una fuerte lluvia había caído en la ciudad. Roberto vivía con su mujer y su hijo pequeño de tres
años en la Magdalena. Escucho una voz, mientras andaba por la calle, que decía:
"Mis hijos... mis hijos... ¿Dónde están mis hijos...?"
Roberto pensó que era una mujer borracha que no sabía lo que decía y siguió caminando hacia su casa. Al
llegar, entró a un viejo baño para lavarse la cara antes de dormir y escucho la voz con el eco del baño:
"¿Vos viste a mis hijos...?"
Al girarse, vio en el espejo reflejada la silueta de una mujer que pronto desapareció, Roberto, sintió pánico y
llamo a su mujer para contárselo:
-Ana vi una mujer en el baño que me hablaba y decía cosas al oído...
-Que más quisieras, ¿Dónde estuviste?
-Te lo juro...
-Ya, bueno, vamos a dormir.
Cuando ya llevaban un rato dormidos y reinaba el silencio en la habitación, se volvió a escuchar:
"Mis hijos... ahí llegan mis hijos..."
Roberto se dio cuenta y dijo:
-¡Ana!
-Roberto ¿Qué es eso?
-Te lo dije, yo la escuché, es real.
-¿Sabés qué? Ya me contagiaste tus nervios, debe ser alguien que no tiene nada más que hacer, anda a ver
al nene, no vaya a ser que se haya despertado con tus gritos.
Roberto entró a oscuras en la habitación de su hijo, despacio se acercó a su cama para tocarlo, pero este, ya
no estaba, solo quedaban las sabanas extrañamente mojadas, entonces Roberto dijo:
-Ana ¿El niño está con vos? porque no lo encuentro por ningún lado.
Entonces se escuchó:
"¿Vos sos uno de mis hijos...? vení... vení conmigo... vos sos uno de mis hijos...”
Los padres se aterraron al escuchar estas palabras, su hijo no estaba por ningún lado, al parecer, aquella
aparición de terror lo había encontrado antes que ellos:
-¡Soltame vos no sos mi mamá! ¡Voy a llamar a mi papá! ¡soltame, dejame!
"Vos sos uno de mis hijos.... vení..."
-¡Roberto, corré a ver dónde está el nene!
-¡Está en el lavadero!
Cuando el padre del nene subió las escaleras, vio como era abrazado por aquella aparición terrorífica, vio
como ella abrazaba a su hijo, vestida de blanco, con la piel más blanca que su túnica, los labios morados y
sus ojos negros y sin brillo, con mirada triste pero a la vez terrorífica.
Ella, lo tomo de los cabellos y lo hundió de cabeza en la pileta del lavadero. Roberto quiso acercarse a ayudar
a su hijo, pero de la oscuridad salieron dos perros negros llenos de rabia, que le impedían el paso hacia esa
mujer para salvar a su hijo. Ana gritó:
-¡Por favor dejá mi hijo, por dios te lo pido!
Dichas estas palabras, como por un milagro, los perros salieron despavoridos, la mujer desapareció en la
oscuridad y Roberto pudo acercarse a su hijo pero ya era tarde, su hijo había muerto ahogado.
Historia: LA LLORONA

En el sur de la Provincia de Buenos Aires, emigran de los campos a las ciudades, muchas jovencitas en busca
de su sueño, de estudios y de tener mejores trajes y dinero para ayudar a sus familias.

Esta como muchas llegó a la ciudad y se empleó en casa de ricos, enamorándose de su hijo, el cual
cruelmente la dejó embarazada y luego la despidió de su trabajo.

No habiendo más que hacer, se devolvió a su casa escondiendo su hijo bajo su delantal, el engaño no duro
mucho tiempo, su familia, apegada al cristianismo, comenzó a decirle su error a todas horas, creándole gran
angustia.

Una noche bajo un gran aguacero, corrió hacia el río y pariéndolo lo lanzó a la corriente, al ver lo que había
hecho, se lanzó detrás del niño gritando y llorando.

Todavía en las noches de luna, después de una creciente, se oye el llanto de esta mujer y se la ve tras el rayo
de luna en el agua del río, tratando de alcanzar a su hijo.

Otros dicen que algún día lo alcanzará, la traerá de nuevo a la vida y será un gran revolucionario de la
sociedad.

ES LEYENDA ... 
Cuenta la leyenda que la Llorona es el alma en pena de una mujer muy jovencita que tuvo amores con un
soldado. De esos amores quedó embarazada de una niña, a la cual dio a luz. El soldado la abandonó y ella,
como no tenía idea de cómo criar a un infante, desesperada por el llanto de la niña, la mató con sus propias
manos. Cuando la joven vio lo que había hecho, comenzó a llorar y a gritar fuertemente, lo que atrajo a los
vecinos y familiares. Al ver lo sucedido, la maldijeron. Ella salió corriendo hacia el llano y se convirtió en
espanto. Siempre está llorando, y cuando entra a los poblados dicen que llama a su hija. Se sabe que roba
niños que están solos, ya sea en sus casas o en las orillas de ríos o quebradas. Por lo general, se la oye llorar
en tiempos de Semana Santa. 
A veces, las madres castigan y asustan a sus hijos diciéndoles que si las desobedecen, la Llorona vendrá a
buscarlos y asustarlos por las noches. 
Historia: LA LLORONA Versión B

En las altas horas de la noche, cuando todo parece dormido y sólo se escuchan los gritos rudos con que los
boyeros avivan la marcha lenta de sus animales, dicen los campesinos que allá, por el río, alejándose y
acercándose con intervalos, deteniéndose en los frescos remansos que sirven de aguada a los bueyes y caballos
de las cercanías, una voz lastimera llama la atención de los viajeros.

Es una voz de mujer que solloza, que vaga por las márgenes del río buscando algo, algo que ha perdido y que no
hallará jamás. Atemoriza a los chicuelos que han oído, contada por los labios marchitos de la abuela, la historia
enternecedora de aquella mujer que vive en los potreros, interrumpiendo el silencio de la noche con su gemido
eterno.

Era una pobre campesina, cuya adolescencia se había deslizado en medio de la tranquilidad, escuchando con
agrado los pajarillos que se columpiaban alegres en las ramas de los higuerones. Abandonaba su lecho cuando el
canto del gallo anunciaba la aurora, y se dirigía hacia el río a traer agua con sus tinajas de barro, despertando, al
pasar, a las vacas que descansaban en el camino.

Era feliz amando la naturaleza; pero una vez que llegó a la hacienda de la familia del patrón en la época de verano,
la hermosa campesina pudo observar el lujo y la coquetería de las señoritas que venían de San José. Hizo la
comparación entre los encantos de aquellas mujeres y los suyos; vio que su cuerpo era tan cimbreante como el de
ellas, que poseían una bonita cara, una sonrisa trastornadora, y se dedicó a imitarías.

Como era hacendosa, la patrona la tomó a su servicio y la trajo a la capital donde, al poco tiempo, fue corrompida
por sus compañeras y los grandes vicios que se tienen en las capitales, y el grado de libertinaje en el que son
absorbidas por las metrópolis. Fue seducida por un jovencito de esos que en los salones se dan tono con su cultura
y que, con frecuencia, amanecen completamente ebrios en las casas de tolerancia. Cuando sintió que iba a ser
madre, se retiró “de la capital y volvió a la casa paterna. A escondidas de su familia dio a luz a una preciosa niñita
que arrojó enseguida al sitio en donde el río era mas profundo, en un momento de incapacidad y temor a enfrentar
a un padre o una sociedad que actuó de esa forma. Después se volvió loca y, según los campesinos, el
arrepentimiento la hace vagar ahora por las orillas de los riachuelos buscando siempre el cadáver de su hija que no
volverá a encontrar.

Esta triste leyenda que, día a día la vemos con más frecuencia que ayer, debido al crecimiento de la sociedad, de
que ya no son los ríos, sino las letrinas y tanques sépticos donde el respeto por la vida ha pasado a otro plano, nos
lleva a pensar que estamos obligados a educar más a nuestros hijos e hijas, para evitar lamentarnos y ser más
consecuentes con lo que nos rodea. De entonces acá, oye el viajero a la orilla de los ríos, cuando en callada noche
atraviesa el bosque, aves quejumbrosos, desgarradores y terribles que paralizan la sangre. Es la Llorona que
busca a su hija…
Relato realizado por: Don Concepción Azofeifa

La llorona

   La Llorona tiene la apariencia escalofriante de una mujer vestida de blanco, alta, delgada, de rostro calavérico y
larga cabellera negra que suele asustar a las personas en los rios, quebradas y caminos solitarios, a los que casi
vuelve locos con sus grandes carcajadas que en poco tiempo cambia por llanto desconsolado y gritos aterradores
que repite por todo el camino ¿Donde estan mis hijos?

Algunos cuentan que la Llorona era una mujer común y corriente que vivia sola con sus tres hijos, porque su
marido que era un borracho que los golpeaba los había abandonado. Pero un día que ellos no lo esperan el
hombre decidió regresar a la casa.

Muy molesto porque nadie salió a recibirlo comenzó a gritar y a tirar todo lo que tuvo al alcance de sus manos
causando un inmenso pánico en los niños quienes corrieron a esconderse. Ella, que no quería seguir siendo
maltratada y para proteger a sus hijos se enfrentó a su marido, quién en un arrebato de cólera la empujó y ella cayó
al suelo inconsiente.

Cuando despertó en la casa no estaban ni su marido ni sus hijos. Buscó desesperada por todos los rincones pero
no los encontró y asi pasó buscandolos por días, semanas, meses, y años, siempre se le veía correr bajo la lluvia,
buscando a sus hijos llorando y gritando sus nombres por todos lados.

Toda su vida los buscó pero nunca los encontró hasta que un dia murió de tristeza y aún después de su muerte
nunca se supo nada de los niños ni del padre que se los llevó. Es por eso que se dice que el espíritu de ésa mujer
es el que vaga por todos los rincones y no descansa en paz porque todavía anda buscando sus hijos. Por eso se le
llama La Llorona porque en las noches se le escucha reir, llorar y gritar desesperadamente ¿Donde estan mis
hijos?

Otras personas creen que La Llorona era una linda jóven que siendo soltera salió embarazada y por su condición
decidió no tener a su hijo y abortó. Pero al poco tiempo de haber abortado la mujer como si fuera un castigo de
Dios comenzó a escuchar permanentemente el llanto de su hijo, el llanto de aquel niño que ella siempre escuchaba
la volvió loca y comenzó a vagar por las calles queriendo encontrar paz pero nunca pudo dejar de escuchar a su
hijo llorar por eso ahora ella vaga llorando y gritando por su hijo.

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