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Gomez 2007
Gomez 2007
lo Tangible y lo Intangible*
EL AUTOR
Trabajadora Social, especialista en gerencia del desa-
rrollo social, magíster en investigación, gestión y de-
sarrollo local, candidata a doctora en educación: estu-
dios interculturales. Se desempeña como profesional,
investigadora y docente en el campo de la planeación
y gestión del desarrollo, vinculada en el departamen-
to de Trabajo Social, Facultad de Ciencias Sociales y
Humanas de la Universidad de Antioquia, Colombia.
rubyes799@yahoo.com; rubyesperanza@gmail.com
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RESUMEN
Este artículo presenta las tendencias en la crítica al desarrollo como
modelo de sociedad en lo económico, social, político y cultural, a partir
de la década del cuarenta en el siglo XX. Estas críticas se encuentran
organizadas en dos vertientes: la primera corresponde a la crítica
convencional al desarrollo, que muestra sus dificultades en la prioridad
del crecimiento económico, la superación de la pobreza, los impactos en
el equilibrio ambiental, las centralidades o lugares desde donde se
concreta y la importancia del territorio donde éste se aplica. La segunda
vertiente es una crítica de-constructivista al discurso del desarrollo y a
sus prácticas como sistema de representación y acción mediante el cual
se configuran sujetos y sociedades en el mundo, como desarrollados y
subdesarrollados, muestra como la ciencia, la tecnología, la pobreza, la
paz y el desarrollo mismo, pueden ser sustituidos por otros modos de
vida. Finalmente sugiero que las razones por las cuales el desarrollo,
como modelo social, logra permanecer, está directamente relacionado
con su estrecha relación con el progreso, con la acomodación de la ciencia
y la tecnología a sus fines, así como su acoplamiento y coptación del
moderno sistema democrático que no altera para nada su implantación
como desarrollo capitalista.
ABSTRACT
This article presents the trends in the critique of development from its
implementation as a social, economic, political and cultural paradigm,
starting in the forth decade of the twentieth century. These are
approached in two ways: the first one corresponds to a search for
completing development; it focuses on its difficulties in the prioritization
of economic growth, poverty eradication, the impacts on the
environmental equilibrium, the aims or the places where it materializes
and the importance of the territory where it is applied. The second one
focuses on the de-construction of the discourse and practice as a system
of representation and action by which subjects and societies in the world
perceive themselves, as developed and underdeveloped. This approach
shows how science, technology, poverty, peace, and development itself
can be replaced by other ways of life.
Bastó apenas una década y unos años más, hablamos de los años 60, para que
apareciera la primera vertiente de crítica al desarrollo en América Latina prove-
niente desde la CEPAL. Las reflexiones, se situaban en las disparidades que
presentaban las economías de la periferia o del sur, para articularse al proceso
expansivo de la industria promovida desde los países del centro. Desde esta
perspectiva, se construye un pensamiento de base estructuralista fundamenta-
do en la economía política, que consolidó el enfoque centro periferia o de sub-
desarrollo, liderado por la CEPAL. Su crítica estuvo orientada en dos sentidos:
en que la forma como se organizaba el sistema productivo entre los países
periféricos y los del centro, ocasionaba una estructura periférica rezagada, un
deterioro en los términos del intercambio y un desarrollo desigual, en términos
del ingreso promedio. Su mayor aporte fue identificar las tendencias de la in-
dustrialización inherentes al desarrollo de la periferia: el desequilibrio externo,
el desempleo de la fuerza de trabajo y el deterioro de los términos de intercam-
bio (Rodríguez, 1979: 1180). Aportó, en la ubicación del proceso productivo tal
como se proponía desde el desarrollo, como una lógica universal, ligada di-
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La centralidad del desarrollo en los seres humanos plantea como se puede ver
un elemento político central de incorporación y visibilización de las mujeres en
el desarrollo (MED), lo cual fue tarea del movimiento feminista hasta la década
del 70’ como reconocimiento de los derechos civiles para las mujeres, luego los
políticos y los sociales. En este sentido De la Cruz Carmen (1999) en su análisis
sobre la evolución de la perspectiva de género en el desarrollo, trata de visualizar
la posición de las mujeres reconociendo su marginación y por tanto la necesi-
dad de tener en cuenta el trabajo que ellas realizan. Su énfasis fue cuestionar la
división social del trabajo y como las mujeres no han sido consultadas sobre el
tipo de desarrollo e integración que buscaban, sino que esta integración en el
mundo de los hombres se fue dando sin que cambiaran las relaciones de poder.
La lucha por la igualdad caracterizó este periodo del feminismo en cuestionar
los efectos del modelo de desarrollo en la vida de las mujeres y la sobrecarga
que el estaba generando en responsabilidades familiares, laborales, políticas,
etc., sin que la estructura de poder patriarcal se reformulara. Este enfoque se
fortalece con el análisis de la perspectiva de género que según Gomaritz, Enri-
que (1992), guardó relación con los significados que cada sociedad le atribuye
a tal hecho, ser hombre o mujer, de toda la simbología de la representación por
medio de la cual, la sociedad elabora a partir de la diferencia biológica, las
relaciones entre personas. El enfoque de género presentado por De la Cruz
(1999), si bien se enmarca en el desarrollo, tiene una mayor trascendencia por-
que logra trascender de la defensa de los derechos de la mujer a la emancipa-
ción de ésta y lo proyecta hacia la transformación de la sociedad en su conjunto,
lo que lleva a que el principio atraviese la condición humana y social.
La pregunta de los analistas del desarrollo por el papel que puede jugar el
territorio, se presenta desde la década de los 60’ cuando, ante el fracaso de
estrategias generales destinadas al encuadre de la economía subdesarrollada,
la educación y el acondicionamiento de los centros urbanos, los planificadores,
sugerían la necesidad de reconocer las particularidades de los contextos socia-
les, desde esta postura se promueve del desarrollo comunitario, conocido como
desarrollo desde abajo, que busca articular el contexto físico espacial con las
dinámicas sociales. A partir de la década de los 80’, la crítica se enfoca en los
efectos homogenizantes y devastadores del modelo de desarrollo de corte
neoliberal, el cual centra su estrategia en la expansión global del capitalismo,
sometiendo a las comunidades locales a depender totalmente del capital y su
dinámica transnacional. Se propugna entonces por modelos de desarrollo
endógeno, auto-centrados, que permitan a las comunidades locales hacer fren-
te al neoliberalismo. El Desarrollo Local, en este sentido, parte de la necesidad
de reconocer los recursos humanos, naturales y de infraestructura, con los cua-
les se pueden generar procesos de crecimiento económico y cambios estructura-
les que conduzcan a mejoras en el nivel de vida de una población, centra sus
análisis en lo económico, lo político, lo social, lo territorial y lo cultural y pone
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consideración social de que los científicos son hombres, y que quien piense
desde lo afectivo, lo sentimental y lo no racional es femenino; esta separación
en los modos de conocer implica separación y distancia, un rechazo radical a
cualquier mezcla de sujeto y objeto. Esta generización de la ciencia está no sólo
en las formas en que se usa sino en la descripción de la realidad que ofrece
Lo anterior lleva a considerar que efectivamente “la lógica del crecimiento eco-
nómico, que plantea el sistema capitalista, está en total contraposición con cual-
quier intención de conservar los recursos, es decir, la sobreexplotación es inhe-
rente a un modelo de desarrollo que busca el lucro de una manera ilimitada”
(Gómez y Vásquez 2002: 14).
mas de vida que estén por fuera del mercado capitalista y del mundo moderno.
Rahnema (1996) dice que la pobreza tiene un común denominador y es la falta
o la carencia de cosas necesarias para la vida y que ello implicaría pensar,
justamente, ¿qué es lo necesario y para quién?, que pasa por la consideración
de factores materiales, la propia percepción del sujeto, puesto que carecer de
algo no siempre tiene una connotación negativa, dice por ejemplo, que para los
Sufis iraníes, los Sanyasins indios y algunas escuelas contemporáneas de pen-
samiento, justamente, el ser libre de posesiones materiales alienantes es una
bendición, puede representar una virtud, mientras que el constructo moderno
de pobreza obedece con una economización de la vida y la permanente integra-
ción de las comunidades vernáculas en la economía de mundo. Jeremy Seabrook
(2004) enfatiza en cómo la pobreza lleva implícita una dicotomía relacionada
con la riqueza, por lo tanto dejar de ser pobre es ser rico y ser rico implica estar
sujeto a las lógicas del mercado, a los indicadores que se establecen para ello.
Por ejemplo, considerar que en el mundo vive más de 1.200 millones de perso-
nas con menos de un dólar y mostrar este dato como privación indecible, “des-
conoce como una vida con ingresos prácticamente nulos no tiene porqué ser
degradante si la población puede satisfacer por sí misma todas sus necesidades
si cultivan sus alimentos, construyen sus viviendas y se hacen su ropa, apenas
necesitarán recurrir al mercado” (p.55), la historia del desarrollo lleva implícita
la necesidad de crecimiento económico y en este sentido, de inserción en un
mercado, por lo tanto, los que no se han integrado, son atrasados, esto es lo que
las agencias internacionales y la cooperación al desarrollo, consideran como
ayuda, es una perspectiva de pobreza desde occidente queriendo ser universal.
La pobreza material que existe en el mundo, no se debe a la escasez de recur-
sos, es por lo tanto, el resultado del desarrollo, la economía de mercado, la
forma particular que la riqueza a adoptado en una sociedad global, injusta y
desigual y, la pérdida de vista de lo suficiente para vivir.
separado de ambas” (Shiva, 1995: 28). Dice que las economías de subsistencia
que satisfacen necesidades, no son pobreza, pero la economía de mercado la
cataloga como tal, porque no está inmersa en lo que esta contribuye, sino que
es autoabastecimiento; igual que con la alimentación, ocurre con la vivienda, el
vestido, etc, que no por ser artesanales implican baja calidad de vida, todo lo
contrario, son aptas para el medio ambiente, son superiores a nivel nutricional
y aptas a la ecología local. Lo que se muestra es que la pobreza siendo evidente
en lo material, ha sido una creación del colonialismo económico, como una
condición que pretende continuar con el modelo homogenizante del desarrollo
y que justicifica la destrucción de culturas, de tradiciones, de diversidad no
sólo de recursos, sino de formas de producción, anulando el conocimiento local
para imponer otras formas de entender y de vivir la vida, la felicidad, la condi-
ción misma de ser humano. Lo que Mies y Shiva (1998) proponen es rechazar
de forma radical el modelo de desarrollo patriarcal-capitalista de los países
industrializados y mantener su base de subsistencia intacta y bajo control
2 Varvaroussis define la pax romana como aquella orientada hacia el interior del territorio
en el derecho romano y no hacia fuera, pero cuya finalidad era asegurar el propio dominio.
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económica. Ahora bien, con la creación de las Naciones Unidas este vínculo se
volvió como una paz concreta vinculada con el desarrollo, capaz de cubrirlo
todo y a su vez, imposible de examinar.
En esta lógica, la paz opera bajo el supuesto de que los valores no deben ser
protegidos a menos que sean escasos, significa ello, que la imposición de la
pax económica está por encima de cualquier forma de paz popular, abarca el
supuesto de que la gente es incapaz de proveerse a sí misma, exalta al produc-
tor y degrada al consumidor, denomina a los autónomos como asociales y a lo
tradicional como subdesarrollado, “esgrime la violencia en contra de toda cos-
tumbre local que no cabe en un juego de suma cero” (1988: 174). En nombre de
la paz se promueve la violencia en contra del entorno y la guerra entre los
sexos, una guerra total entre hombres y mujeres, llamado desarrollo de las
fuerzas productivas, en donde el monopolio lo tiene el trabajo asalariado. Su-
giere que este monopolio de la paz, sea cuestionado y que debe haber alguna
paz distinta de la que está ligada al desarrollo.
De igual forma, Esteva Gustavo (1992) va mucho más allá del discurso y cuestio-
na que lo que se considera “buena vida” esté necesariamente asociado a la no-
ción de desarrollo y enfáticamente afirma que ya se le acabó el tiempo al desarro-
llo como posibilidad, lo cual significa que ya es hora de que se diga ¡basta! , de la
“percepción de uno mismo como alguien –que- todavía- no- es-pero-será” (p.16),
que no se trata ni siquiera es de evaluarlo como maldesarrollo o de darle un
ESPERANZA GÓMEZ HERNÁNDEZ PORIK AN
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CONSIDERACIONES FINALES
Cuando uno se pregunta qué fue lo que sucedió para que el desarrollo como
paradigma social, se lograra implantar mediante modelos sociales, apoyado
en teorías económicas y con impacto premeditado en lo político, social y cultu-
ral en todos los ámbitos de la vida humana y de las sociedades en general,
como utopía de la sociedad occidental Europea y norteamericana pero igual-
mente asimilada y asumida por los países del “tercer mundo”, que genera
tantos cuestionamientos y aún así se mantiene vigente, surgen varias consi-
deraciones al respecto:
BIBLIOGRAFÍA
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ESCOBAR Arturo. 2005. Más allá del tercer Mundo Globalización y Di-
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