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La Reforma Protestante

by José Nuñez Diéguez


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Table of Contents

1. Prólogo
2. Juan Wycliffe, la Estrella de la
Mañana 1330-1384
3. Pedro Valdo, el Primer Temblor.
Murió en 1218
4. Jan Huss, El Ganso 1369-1415
5. Girolamo Savonarola, El
Precursor Florentino 1452-1498
6. Felipe Melanchton, El Dulce
Luterano 1497-1560
7. Wilibrandis Rosenblatt, La
Novia de la Reforma 1504-1564
8. Wolfgang Capito, Una Lámpara
en la Reforma 1478-1551
9. Meno Simons, El Pacifista
Caliente 1496-1561
10. Tomás Becon, El Protestante del
Lunes a la mañana 151-1567
11. Pedro mártir Vermiglio, El
Fénix de Florencia 1499-1562
12. Andreas Caltelberger, el Cojo
de la Reforma
13. Guillermo Tyndale, El
Traductor Clandestino 1494-1536
14. Martín Bucero, El Crisol del
Protestantismo 1491-1551
15. Marie Dentière, La Primera
Dama de Francia 1495-1561
16. Juan Oecolampadio, Una
Lámpara en la Reforma 1482-1531
17. Tomás Cranmer, El Lobista del
Evangelio 1489-1556
18. Guillaume Farel, EL Agitador
Francés 1489-1565
19. Latimer y Ridley, ejecutados en
1556
20. Ulrico Zuinglio, El Gigante
Suizo 1484-1531
21. Hans Gooseflesch, El
Reformador Accidental 1400-1468
22. Heinrch Bullinger, La Barba de
Zurich 1504-1575
23. Conrado Grebel, El
Reformador Radical 1498-1526
24. Félix Manz, Uno de los
Primeros Mártires de la Reforma
1498-1527
25. Juan Knox, Reformador
Escocés 1513-1572
26. Juan Calvino, El Genio de
Ginebra 1509-1564
27. Roberto Estienne, La Tinta de
la Reforma 1503-1559
28. Jane Grey, La Mártir
Adolescente 1537-1554
29. Teodoro Beza, El Primer
Calvinista 1519-1605
30. Zacarías Ursinus, El Profesor
Feliz 1537-1583
31. Johaness Bugenhagen, El
Pastor Administrador 1485-1558
32. Catalina von Bora, La Monja
Fugitiva 1499-1552
33. Martín Lutero, Aquí me planto
1488-1546
34. Bibliografía
1. Prólogo
Quiero presentarles pequeñas biografía de personas ilustres de la Reforma.
Me han quedado afuera personas como Desiderio Erasmo, Castello,
Hubmaier, los hermanos Valdez, Servet, Cipriano de Valera, Casiodoro de
Reina, Occino. Y otros tantos.
Todos los días en las redes sociales leemos a fanáticos de los reformadores
que defienden con uñas y dientes TODO lo que sus reformadores preferidos
hicieron o dijeron. Cuando leemos la historia, vemos que ni siquiera los
contemporáneos de Lutero y Calvino los defendieron con tanta vehemencia.
La ignorancia de la historia generalmente acompaña a ese fanatismo.
Como hijo de un inmigrante gallego entiendo la opresión que supuso la
injerencia de la Iglesia Católica en todo aspecto de la vida española y
europea. Carlos V fue uno de los emperadores más famosos de la historia.
Y gobernaba desde España. Esa falta de libertad de conciencia para no
poder elegir qué creer sumió a España, y con ella a toda América Latina
más tarde, en la oscuridad. La libertad política de los países anglosajones es
un mérito y consecuencia directa de la Reforma Protestante.
Lutero no abordó el tema de la libertad de conciencia en sus Noventa y
Cinco Tesis, ni ideó una teoría política que apoyara el pluralismo religioso.
Pero sus cartas y obras principales no dejan dudas de que el padre de la
Reforma Protestante esperaba reconstruir todo el enfoque medieval de las
creencias religiosas. Lutero ofrece el tratamiento más completo de estos
temas en “Autoridad Secular: Hasta qué punto debe ser obedecida” (1523),
donde distinguió claramente los objetivos de la iglesia y el estado,
limitando el alcance del gobierno para preservar la vida y la propiedad.
"Porque sobre el alma Dios puede y no permitirá que nadie gobierne sino Él
mismo", escribió Lutero. "Por lo tanto, cuando el poder temporal presume
prescribir leyes para el alma, invade el gobierno de Dios y solo engaña y
destruye las almas".
Rechazando la noción de una comunidad cristiana, Lutero argumentó que el
estado no poseía ni la competencia ni un mandato del cielo para inmiscuirse
en asuntos espirituales. "El alma no está bajo el poder de César", escribió.
"No puede enseñarlo ni guiarlo, ni matarlo ni darle vida". Otros
reformadores buscaron una separación radical de la iglesia y el estado, un
concepto que Lutero finalmente rechazó. Otros cristianos reformados y
desconocidos fueron más allá al defender los derechos de todos los
creyentes religiosos, incluso los derechos de los los herejes y los no
creyentes, en la vida cívica y política. Esos hermanos también son parte de
la Reforma. Fue la llamada Reforma Radical, nacida en Suiza con los
anabaptistas.
Sin embargo, prácticamente todas las defensas importantes de la libertad
religiosa en el siglo XVII —la política liberal del cuáquero William Penn, el
bautista Roger Williams, Pierre Bayle y John Locke— dieron por sentadas
las ideas de Lutero. "El único camino estrecho que conduce al cielo no es
mejor conocido por el magistrado que por las personas privadas", escribió
Locke en “Una carta sobre tolerancia” (1689), "y por lo tanto no puedo
llevarlo con seguridad como mi guía, que probablemente sea tan ignorante
del camino como yo mismo, y quien ciertamente está menos preocupado
por mi salvación que yo mismo".
El lenguaje del Artículo 18 en la Declaración Universal de Derechos
Humanos: "toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento,
conciencia y religión", rinde homenaje a la visión de Lutero. Su primer
autor, el embajador libanés Charles Malik, delegado de la Comisión de
Derechos Humanos de la ONU original, también era estudiante de la
Reforma. "Las mentes y las conciencias de las personas son las cosas más
sagradas e inviolables sobre ellas", escribió Malik, "no su pertenencia a esta
o aquella clase, esta o aquella nación, o esta o aquella religión".
Lo paradójico es que a pesar de lo dicho por Lutero cuando afirmó, "Por lo
tanto, cuando el poder temporal presume prescribir leyes para el alma,
invade el gobierno de Dios y solo engaña y destruye las almas", eso no
impidió que en la mente de Lutero la Iglesia y el Estado mantuvieran
relaciones carnales; y fue lo que impidió que Lutero resolviera las
implicaciones de su teología política. Una vez que el protestantismo se
convirtió en una fe establecida, aprobó el uso de la fuerza contra los
herejes; su trato rudo hacia los judíos siguió el patrón lamentable del
cristianismo europeo. Las personas en la historia tienen esas
contradicciones.
La Reforma es un punto de inflexión en la historia europea, pero también es
un evento global. Por supuesto, hubo predecesores de Martín Lutero que
veremos en este libro, y sus ideas fueron tomadas por varios movimientos y
se opusieron otros en el curso de la historia. La Reforma y la
Contrarreforma demostraron que la sociedad y los estados ya no eran
homogéneos, incluso si el principio de cuius regio eius religio (lo que
significa que la religión del gobernante dictaba la religión de los
gobernados) intentó mantener un estado religiosamente homogéneo.
La Reforma como movimiento fue posible gracias a una revolución
mediática, la invención de la imprenta. Las ideas de Lutero se extendieron
por toda Europa como panfletos. El latín, siendo la lingua franca entre las
élites educadas, permitió el intercambio de ideas independientemente de los
idiomas nacionales existentes. La ciudad de Wittenberg se convirtió en un
centro de comunicación internacional: los estudiantes que asistieron a la
Universidad Wittenberg de varias naciones llevaron las ideas de la Reforma
a sus países de origen. La imprenta ayudó a hacer circular las ideas
originarias de Wittenberg al resto de Europa.
Medio milenio después, en octubre de 1517, celebramos el 500 aniversario
de la Reforma. ¿Qué significa la Reforma hoy? ¿Qué influencia tiene la
Reforma en la democracia y la sociedad, en la ética y tecnología de los
medios, en la globalización y el desarrollo?
Hoy vivimos en un mundo globalizado interconectado e interdependiente,
resultado de un proceso que comenzó hace cinco siglos cuando se descubrió
América y los barcos españoles y portugueses circunnavegaron el mundo.
Nuevamente, estamos en medio de una revolución mediática; Ya no es la
imprenta sino Internet de alta velocidad la que difunde información en todo
el mundo en una fracción de segundo. Hace décadas, en la era de los
medios de comunicación, la televisión, la radio y los periódicos servían
como filtro de información y como multiplicador. Hoy un individuo puede
ser productor (es un consumidor que es parte activa en la creación de
productos de consumo en internet: blogs, publicaciones, libros como este
vendido online) y consumidor de información: el llamado prosumidor es el
símbolo de un discurso no jerárquico.
El concepto del sacerdocio de todos los creyentes democratizó la iglesia;
Las redes sociales y el prosumidor tienen el poder de democratizar la
sociedad de la información, a menos que los nuevos intermediarios
restrinjan el libre acceso a la información. Si interpretamos la Reforma
como la lucha del individuo que se opone a una institución todopoderosa, el
monje contra la iglesia papal, entonces el acceso del individuo a la
información y su derecho y su capacidad para difundir información
libremente deben fortalecerse contra el todopoderoso. Compañías de
Internet: Google, Facebook y otras, que actúan como intermediarias y
controlan el flujo de información mediante algoritmos secretos.
La Dieta Imperial de Augsburgo reconoció los Estados Protestantes en 1530
en una admisión pragmática de que ya no había una verdad religiosa
(cristiana) universalmente aceptada. La conciencia individual se colocó por
encima del magisterio, en palabras de Lutero: "A menos que esté
convencido por el testimonio de las Escrituras o por una razón clara (porque
no confío ni en el Papa ni en los consejos únicamente, ya que es bien sabido
que ellos tienen a menudo se equivocaron y se contradijeron)”. Las
Escritura ha dejado de ser una autoridad en una sociedad secular y
multicultural, pero parece que apelar a la razón también ha quedado
obsoleto recientemente. Evaluar los hechos y aplicar la razón ya no es un
terreno común para el discurso público.
Si los hechos se han convertido en un impedimento para avanzar en la
propia agenda en una sociedad polarizada y dividida, entonces la política ha
pasado a ser "postfactual". Los "hechos alternativos" se han convertido en
un método para explicar los hechos que contradicen el punto de vista
político. Es indicativo de este desarrollo en ambos lados del Océano
Atlántico que "post-verdad" fue nombrada palabra del año por el
Diccionario Oxford en 2016. "Post-factual" fue nombrada palabra del año
por la sociedad lingüística alemana, también en conexión con un aumento
del populismo de derecha que se basa en rumores y teorías de conspiración.
Los reformadores y sus oponentes no estuvieron de acuerdo en su
interpretación de las Escrituras, basaron sus argumentos en diferentes
presuposiciones pero siguieron las mismas reglas del discurso. Siguiendo el
enfoque humanista ad fontes (volver a las fuentes), la Reforma enfatizó la
importancia de leer las Escrituras en los idiomas originales porque los
reformadores no querían confiar en traducciones inexactas. La idea de
llegar a las raíces y acertar con los hechos es inherente a la Reforma. Si el
populismo de derecha y de izquierda tuercen los hechos, siguiendo la
noción de que "el fin justifica los medios", entonces las iglesias cristianas,
descendientes de la Reforma tenemos que levantar los brazos para que la
verdad de Dios vuelva a ser considerada. Un alma a la vez.
Creo que nuestra mejor estrategia sigue siendo predicar el evangelio, y no
enzarzarnos en cuestiones políticas donde las iglesias pueden ser
manipuladas por los poderes de turno. En el siglo I lo mejor que hicieron
los cristianos fue predicar la Palabra de Dios, en el siglo XVI también lo
hicieron, y en ambos casos cambiaron las estructuras de la sociedad. Hoy,
en un mundo poscristiano venimos muy atrasados en eso. Los cristianos que
defienden la Reforma viven encerrados en sus templos. Se ve poco
discipulado. No sé qué harían Lutero y Calvino si vivieran hoy, pero creo
que los anabaptistas volverían a oponerse a los evangélicos modernos y
llevarían a cabo una Reforma versión 2.0, porque mucho a lo que se
opusieron de Lutero y Calvino sigue más vivo que nunca.
Hoy todos quieren vivir sin hacer olas dentro de las barcas de sus
denominaciones, sin arriesgar nada, en una zona cómoda y a la defensiva
del mundo, protegidos del mundo. “Id y predicad” se cambia a “Vengan y
disfruten nuestra reunión”. Mucha energía gastada en hablar y escribir de la
sana doctrina. Carecemos de la valentía de estos hombres y mujeres ilustres
olvidados que les presento aquí. Les pido que puedan comprender sus
contradicciones, que seamos comprensivos con sus puntos de vista, les pido
que consideren la preparación espiritual y mental de estos hermanos para
que exijamos que se nos alimente con pastos frescos, y respiremos en estas
cortas páginas su deseo de ser libres de toda opresión de aquellos que un
dedo tratan de tapar el sol.
2. Juan Wycliffe, la Estrella de la
Mañana 1330-1384
JuanWycliffe ha sido llamado "La estrella de la mañana de la Reforma". La
estrella de la mañana no es en realidad una estrella, sino el planeta Venus,
que aparece antes de que salga el sol y mientras la oscuridad aún domina el
horizonte. La estrella de la mañana es inequívocamente visible.

La oscuridad dominó el horizonte en el siglo XIV, el siglo de Wycliffe, que


nació en 1330 y murió en 1384, casi exactamente cien años antes de que
naciera Lutero. En su adolescencia, Wycliffe estaba en Oxford. Thomas
Bradwardine (conocido como "Doctor Profundus") enseñó teología y
William of Ockham (famoso por "Navaja de afeitar de Ockham") enseñó
filosofía. En poco tiempo, Wycliffe tomó su propio lugar entre la facultad.
Nombrado maestro de Balliol College, Wycliffe dio una conferencia y
escribió en el campo de la filosofía. Pero el tirón de los estudios bíblicos lo
atrajo. Se aplicó rigurosamente al estudio de la teología y las Escrituras.
Mientras lo hacía, se dio cuenta de cuánto se había desviado la iglesia en
tantas direcciones equivocadas.

En la década de 1370, produjo tres obras importantes como contramedidas a


la corrupción de la iglesia. El primero, Sobre el Dominio Divino (1373–
1374), apuntó a la autoridad papal. Wycliffe no pudo encontrar una orden
bíblica para el papado. De hecho, argumentó que el papado entra en
conflicto y oscurece la verdadera autoridad de la iglesia, la Escritura. El
segundo trabajo importante fue Sobre el dominio civil (1375–1376). Aquí
Wycliffe apuntó a la afirmación de autoridad de la Iglesia Católica Romana
sobre la corona inglesa y la nobleza inglesa. No veía ninguna razón para
que Inglaterra se viera obligada a apoyar una iglesia corrupta. En su tercer
trabajo principal, Sobre la verdad de la Sagrada Escritura (1378), desarrolló
aún más la doctrina de la autoridad de la Escritura.
Estas tres obras fueron cruciales para preparar el escenario para la Reforma.
Dos miembros de la facultad que visitaron Oxford regresaron con los
escritos de Wycliffe a su ciudad natal de Praga, lo que a su vez influyó en
Jan Hus. En consecuencia, pasaría a ser una segunda "Estrella de la
mañana" de la Reforma. Los primeros escritos de Martin Lutero revelan las
huellas digitales de JuanWycliffe. Sin embargo, por importantes que sean
estas obras, palidecen en comparación con su contribución más importante,
la Biblia Wycliffe.

En Sobre la verdad de la Sagrada Escritura, Wycliffe pidió que la Biblia sea


traducida al inglés. Según la ley católica romana, traducir la Biblia a un
lenguaje vulgar y común era una herejía castigada con la muerte. Es casi
imposible imaginar por qué una iglesia querría mantener la palabra de Dios
de las personas, a menos que esa iglesia quisiera tener poder sobre las
personas. Wycliffe estaba más convencido del poder de la palabra de Dios
que del poder ejercido por el oficio papal. En consecuencia, él y un grupo
de colegas se comprometieron a hacer disponible la Palabra de Dios.

No solo la Biblia necesitaba ser traducida; También tuvo que ser copiada y
distribuida. Esto fue antes de la imprenta (inventada en 1440), por lo que las
copias tuvieron que hacerse minuciosamente a mano. A pesar de los
desafíos, cientos de Biblias fueron producidas y distribuidas a la tropa de
pastores de Wycliffe, quienes predicaron en toda Inglaterra mientras la
Palabra de Dios se abría paso hacia la gente. Los seguidores de Wycliffe se
llamaron Lolardos. Eran enclaves de reforma no solo en Inglaterra, sino en
toda Europa.

Estos esfuerzos para traducir, copiar y proclamar la Biblia en inglés fueron


impulsados ??por un motivo singular, expresado por Wycliffe de esta
manera: "Ayuda a los hombres cristianos a estudiar el Evangelio en esa
lengua que conocen mejor". En sus últimos años, Wycliffe soportó caer en
desgracia con la iglesia y la nobleza en Inglaterra. Por supuesto, hacía
mucho tiempo que había caído en desgracia con el papa. Sin embargo,
Wycliffe declaró: "Estoy listo para defender mis convicciones hasta la
muerte". Permaneció convencido de la autoridad y centralidad de las
Escrituras y se dedicó al llamado de su vida a ayudar a los cristianos a
estudiar la Biblia. Después de sufrir dos accidentes cerebrovasculares,
JuanWycliffe murió el 30 de diciembre de 1384.
En 1415, el Consejo de Constanza, que condenó a muerte a Jan Hus,
declaró a Wycliffe un hereje. Sus huesos fueron exhumados y quemados y
las cenizas fueron arrojadas al río Swift.

Pero los esfuerzos de reforma de Wycliffe no pudieron ser apagados por las
llamas ni detenidos por las declaraciones de un consejo. Esta estrella de la
mañana brilló intensamente contra el horizonte, señalando la pronta llegada
de la luz del día.
3. Pedro Valdo, el Primer Temblor.
Murió en 1218
Más de 300 años antes de Lutero en la ciudad de Lyon, al sur de Francia,
apareció un reformador. Su nombre era Pedro Valdo.
Su apellido quizá era Valdéz o Vaudés, Waldo es una adaptación italiana.
No se sabe si murió entre los años 1205 y 1207 ó 1215 y 1218.
Sabemos que en 1170 Pedro era un rico comerciante de su ciudad. Tenía
una esposa, dos hijas y muchas propiedades. Unos dicen que algo pasó
cuando murió un amigo, se preocupó por el estado de su propia alma.
Quiso leer la Biblia. Pero estaba en latín. Contrató dos eruditos para que la
tradujeran para él. Buscó asistencia espiritual de un sacerdote. Este le
mostró el versículo de Lucas 18.22, “Vende todo lo que tienes y dáselo a los
pobres…”. Pedro hizo exactamente eso, dejando una provisión para su
esposa e hijas. De allí en más decidió vivir en completa dependencia de
Dios.
Comenzó a predicar en las calles de Lyon. Muchos se convirtieron, y ya en
1175 tenía una gran cantidad discípulos. Tanto hombres como mujeres. Se
autodenominaban “pobres de Lyon”. Llegaron a llamarse los Valdenses.
La iglesia se opuso esta predicación laica y comenzó la oposición. Es
notorio que San Francisco de Asís, creía lo mismo que Pedro Valdo, ¿Por
qué no fue perseguido él? Porque se sometió al papa.
El arzobispo de Lyon estaba particularmente cabreado por esta banda de
gente sin educación. En 1179 Pedro acudió al papa Alejandro III, y recibió
su aprobación. Pero 5 años después, el nuevo papa Lucio III lo excomulgó.
Pedro nunca se propuso dejar la iglesia, pero luego de la excomunión y
luego de la muerte de Pedro las convicciones del grupo crecieron.
Ellos rechazaban toda autoridad que no viniera de la Biblia. Solo aceptaron
el bautismo y la comunión como únicos sacramentos. Fueron muy
populares en el norte de Italia y aún en Latinoamérica hay varias iglesias
valdenses en Uruguay. El doctor René Favaloro nos cuenta en Crónicas de
un médico rural sus experiencias en el primer consultorio que tuvo en la
Pampa en Jacinto Araoz donde había una comunidad valdense. “Era, por
sobre todas las cosas, centro de cultura donde se realizaban innumerables
reuniones para intercambiar opiniones sobre temas trascendentes
relacionados con la comunidad. Predominan en los valdenses principios
definidos de solidaridad, de sentido comunitario, de respeto mutuo, de
rígidos cánones éticos y morales y de gran amor a la libertad, como
consecuencia de la acción desplegada por los pastores, con la ayuda de
laicos que colaboraban directamente con la iglesia y que, a través del
tiempo, se transformaban en verdaderos líderes de la comunidad. Es
necesario resaltar que la iglesia se sostiene por contribución de todos los
feligreses que aportan de acuerdo a su capacidad económica.”
Algunos bautistas bien intencionados, pero con grandes huecos de
conocimiento histórico pretenden que los Valdenses son un eslabón en la
cadena de la iglesia bautista actual, como si ella tuviera su origen en el
apóstol Pablo. Un tal Thomas Williamson en internet dice que los valdenses
eran bautistas independientes, eso es como decir que Cristóbal Colón era
peronista, simplemente porque el peronismo nació en América, y fue Colón
quien descubrió América. Y como Colón creía en la justicia social, entonces
Colón era peronista. Es un anacronismo histórico. El que los valdeneses
hayan tenido la luz del Espíritu Santo para entender doctrinas bíblicas y que
hayan tomado y rescatado doctrinas que hoy creemos, es mérito de ellos,
para la gloria de Dios, y no le da derecho a ninguna denominación actual el
apropiarse de ser más fieles porque pretenden ser una iglesia más antigua.
Porque detrás de la pretendida antigüedad se esconde el decir “nosotros
somos más fieles que ustedes que nacieron hace 200 años, nosotros nacimos
con el apóstol Pablo”. Eso es lo que hace la iglesia católica. Eso es
manipular la historia. El nombre bautista nace en la reforma protestante. Y
los que vinieron antes de la reforma tuvieron la luz que tuvieron y fueron un
pilar dentro de la historia de la iglesia. La historia es una película, y no una
foto. Pedro Valdo era y quería ser cristiano, y nada sabía de bautistas…lo
que hizo esa denominación en lenguaje histórico fue una “apropiación”
como tantos tiranos en la historia hicieron del pasado para justificar su
existencia.
4. Jan Huss, El Ganso 1369-1415
El 17 de diciembre de 1999 el papa Juan Pablo II se dirigió a una multitud
de fieles católicos en la República Checa expresando su profundo
remordimiento por la muerte cruel que la misma iglesia le infligió a su
héroe nacional en el siglo XV.
Seducido por una promesa falsa, Jan Hus fue engañado por el Consejo de
Constanza que le había prometido inmunidad si asistía a dicho congreso
donde podría exponer sus enseñanzas. Al hacerlo lo encarcelaron por 6
meses, se burlaron de él y le ordenaron que se retractara, lo que rehusó. En
julio de 1415, fue desnudado, adornado con un capirote en su cabeza
pintado con diablitos y lo tildaron de Archi herético. Todo esto mientras
oraba por sus enemigos.
Lo ataron a un palo en medio de una pila de los libros que escribió. Lo
invitaron a retractarse una vez más, pero él contestó que lo que había
enseñado con sus labios, lo iba sellar con su sangre. Y lo hizo.
Cuando las llamas subían lamiendo sus pies, él cantaba. El secretario del
concilio le gritaba, “Maldito Judas, has abandonado las sendas de la paz, y
has tratado con judíos, te sacamos la copa de la redención”. Luego de su
muerte una ola de indignación invadió Europa central. En su nombre sus
seguidores enfrentaron a Roma en violentas protestas por una década. Jan
Hus era un predicador, una figura política, un profeta, un proto reformador
y un mártir.
Alrededor de 1369, nació un ganso en gansolandia. Hus en lengua checa
significa ganso, nació en Hussinec, algo así como gansolandia, en el reino
de Bohemia. De familia pobre, llegó a ser decano de la facultad de filosofía
en Praga. Estuvo mediando entre los hablantes alemanes y los ciudadanos
checos, por eso Hus llegó a ser una figura importante dentro del
nacionalismo de su nación.
Pronto empezó a predicar violentos sermones contra la inmoralidad del
clero católico, hasta que lo suspendieron.
Su visión de las Escrituras cambió cuando leyó los libros de Wycliffe, de
quien ya hablamos. Defendió esos libros tanto que los historiadores lo
llamaron el bulldog de Wycliffe. Defendió el que se predicara en el lenguaje
actual de la gente del pueblo (recuerden que antes la iglesia católica sólo
predicaba en latín)
Luego de ser condenado a muerte en 1415, Hus dijo unas palabras que
fueron proféticas: “Pueden ahora asar al ganso, pero dentro de 100 años un
cisne se levantará, cuyo canto no podrán silenciar”. ¿A que se refería?
Exactamente 102 años (en octubre de 1517), un monje clavaba las 95 tesis
en la puerta de una iglesia en Alemania dando inicio a la reforma
protestante. Su nombre era Martin Lutero.
En la disputa de Leipzig en 1519 Lutero cuestionó que el obispo de Roma
pudiera ser jefe de toda la cristiandad, se lo llamó por primera vez “husita”,
en ese momento Lutero lo rechazó, pero luego de leer los escritos de Hus,
se reconoció como el cisne profetizado. Muchos de los cuadros actuales que
hay de Lutero, aparece siempre en el fondo un cisne. En el sermón del
funeral de Lutero en 1546 se menciona al cisne también.
El ganso, un prominente precursor de la Reforma se plantó firme y fue
martirizado. Al ganso le siguió el cisne, y Roma todavía no pudo
silenciarlo.
5. Girolamo Savonarola, El
Precursor Florentino 1452-1498
Alrededor de la base del monumento de Lutero en la ciudad de Worms,
Alemania, se sientan 4 precursores de la reforma protestante—Jan Hus,
Juan Wycliffe, Pedro Waldo y Girolamo Savonarola. Entre ellos no podrían
ser más distintos. Un filosofo, un teólogo, un comerciante y un sacerdote
católico, respectivamente. Cada uno de ellos inspiró a Lutero en su
búsqueda de la verdad. Cuando Lutero iba viajando a la dieta de Worms en
1521 para enfrentar el juicio por sus doctrinas—luego de quemar la bula
papal que lo excomulgaba—llevaba un pequeño cuadro de este fraile
dominico italiano.
Lutero enfrentaba la posibilidad de que lo condenaran a muerte en Worms,
quizá comparando su vida con Savonarola: con aquella voz profética,
Savonarola condenó a la iglesia católica por corrupción. Su conflicto con el
papa español Alejandro VI, el papa Borgia, alcanzó el clímax cuando lo
excomulgaron y ejecutaron en la hoguera. Lutero también había sido
excomulgado por eso, al condenar los abusos papales.
Aunque Lutero escapó a su propia muerte, le resonaba el ejemplo de este
italiano; al salir de la dieta de Worms Lutero fue secuestrado por sus
partidarios pues temían por su vida y llevado al castillo de Wartburg. Luego
de dos años de estar escondido allí, Lutero publicó las meditaciones de
Savonarola a los salmos 31 y 51, y lo llamaba “el piadoso de Florencia”.
Nacido en el seno de una familia rica en Ferrara, Italia, en 1452, Savonarola
fue un joven precoz con una inclinación al conocimiento. Previendo que sus
padres lo querían hacer estudiar medicina, en una elección repentina a los
23 años se unió a los dominicos, desilusionado por la vanidad de la cultura
italiana. Siendo fraile se adentró en los escritos de Tomas de Aquino y en
las Escrituras, demostrando gran capacidad de memorizar parte de la Biblia.
Savonarola llegó a Florencia en 1490, una ciudad que desbordaba cultura y
fastuosidad. Fue su predicación lo que lo catapultó al centro de las reformas
políticas de Florencia. Desde la catedral principal de la ciudad, Savonarola
le predicaba a miles en su lengua vernácula, con grandes figuras de lenguaje
y mucha llaneza. Anunciaba la gracia de Dios que se hallaba en Cristo. Y
también lanzaba invectivas sulfurosas a las prácticas inmorales y
eclesiásticas de los líderes, aunque llego a ser confesor de Lorenzo de
Medici, el gobernador. Los eventos históricos, fuera del control de
Savonarola, fueron la invasión a Italia del rey de Francia, y una devastadora
peste que elevaron su influencia en Florencia. Usando imágenes bíblicas
predijo esa invasión diciendo que un nuevo rey Ciro atravesaría la ciudad.
También debemos mencionar que había un elemento social que preveía un
fin de los tiempos en la gente común, lo que hacía que la voz de este
dominico fuera potenciada en los espíritus de la época. Se decía que el
mundo se terminaría en el año 1500. Había viejas profecías medievales en
el año 1000 por boca de Joaquin de Fiore. Todo esto hacía que Savonarola
fuera visto como un apóstol Juan moderno y Florencia como una isla de
Patmos.
De 1494 a 1498, Savonarola fomentó un cambio social y político enorme.
Su predicación se hizo más profética, enfatizando el retorno de Cristo, le
pedía a Florencia que fuera una nueva Jerusalén. Su reforma moral tendía a
una reorganización política para establecer una “república cristiana”, mucho
antes que lo que hizo Calvino en Ginebra. Recuerden que en el aquel
momento Italia no estaba unificada como hoy, y se circunscribía a ciudades-
estado. Y el papa buscaba, a través de la política y el dinero, hacerse de la
influencia de las elites eclesiásticas y políticas de cada ciudad.
En lo mejor de estos cambios, Savonarola organizó a los jóvenes de
Florencia para que incitaran la reforma, precipitando varias “Hogueras de
las Vanidades” siempre en protesta contra el Carnaval Mardi Gras de la
ciudad. Estos jóvenes destruían los elementos de la tentación como
máscaras de navidad, mazos de cartas, libros eróticos, vestidos lujosos,
espejos, e instrumentos musicales. La última de estas hogueras tuvo lugar
en la Piazza della Signoria en el centro de la ciudad el 7 de febrero de 1497,
meses antes que el papa Alejandro excomulgara a Savonarola. Luego de esa
medida el conflicto con el papa Borgia explotó al enterarse este de cartas
secretas que el sacerdote enviara a los reyes de Francia, Inglaterra, Hungría,
y al emperador Carlos V, solicitándoles que se hiciera una consulta
eclesiástica para deponer al papa por sus abusos. Sabemos que en esto
también figuraban grandes cardenales italianos que odiaban al papa
español, pero que eran tan corruptos como él. Ellos hicieron correr la
leyenda de los Borgia con Lucrecia como envenenadora y César Borgia
como sicario. Los Borgia erran corruptos, pero tanto como aquellos que
querían sacarlos a ellos. En historia siempre tenemos que analizar los datos
y fuentes con los intereses subjetivos de quienes difunden las distintas
especies. En abril de 1498 los ejércitos del papa entran en Florencia y
llegan a torturarlo 42 días hasta que se arrepiente. Firma su arrepentimiento
con el brazo derecho, único miembro que le dejaron sano para que pudiese
hacerlo. Luego se arrepiente de ese momento de debilidad. Fue
estrangulado y arrojado a la hoguera. Murió un 23 de mayo de 1498, tenía
45 años.
Aclaremos que a Savonarola no le molestaba el oficio de papa sino la
persona de Alejandro VI. En eso difería con las críticas del papado de los
reformadores posteriores.
Él siempre fue parte de la iglesia católica, tanto en darle la primacía a
Pedro, ser devoto de María y tener una doctrina semi-pelagiana de la
salvación. Pero al condenar la inmoralidad y los abusos papales, se anticipó
a la reforma. Su reforma duró lo que duró su persona en este mundo. Pero
su apasionada predicación expuso la corrupción, y fue una antorcha en una
noche tenebrosa. Con esa antorcha, 20 años después, Lutero prendería el
fuego de la Reforma.
Una cita: “Todo el mundo sabe que su gloria no se han propagado por la
fuerza de las armas, sino por los pescadores pobres”. Girolamo Savonarola.
6. Felipe Melanchton, El Dulce
Luterano 1497-1560
Uno de mis reformadores favoritos, quizá el más favorito es el Dr. Dulce.
Felipe Melanchton. No era de la clase de persona que comenzaba
revoluciones, sino del tipo de persona que traía orden al caos reinante. Su
mentor, Martin Lutero, era descarado, impulsivo y contundente. Pero Felipe
Melanchton era tímido y serio. Lutero, dicho por el mismo, era “sustancia
sin palabras, mientras que este joven brillante era “sustancia y palabras”.
Lutero se preocupaba poco por la precisión el cuidarse de ser malentendido;
Melanchton hacía de la diplomacia su fuerte. Lutero usaba una lanza,
mientras que Melanchton usaba alfileres. Lutero era un pionero dando
machetazos a través de siglos de superstición con un hacha apostólica. Pero
Melanchton, como Bullinger en Zurich y Calvino en Ginebra, jugaban el
juego de la calma, tranquilamente nivelando el camino protestante de las
generaciones futuras.
Melanchton era el “reformador silencioso”, un complemento adecuado para
el escandaloso Lutero. A veces Melanchton también tenía un temperamento
explosivo. A veces llegaba a ser extrañamente supersticioso. Como todo
pecador, era contradictorio en sus vicios y virtudes, y Dios lo llamó a
trabajar con eso.
Nacido en 1497 en el sur de Alemania, Melanchton era el sobrino del
renombrado humanista y hebraísta cristiano Johan Reuchlin, el escritor de
la cábala cristiana. Este le sugirió a Felipe que cambie su apellido de
Schwartzerdt (tierra negra) a un apellido más helenizado, Melanchton
“corazón negro”. Un niño prodigio, Melanchton estudió a los clásicos en las
universidades de Heidelberg y Tubigen. Llegó a Witemberg en 1519, con 22
años, cuando la Reforma estaba ardiendo. Ese mismo año, acompañó a
Lutero como ayuda idónea al Debate de Leipzig. En 1521, publicó sus
Locci Communes (conceptos básicos) mientras comenzaba un comentario
del libro de Romanos, inspirado por Lutero, basado en el texto bíblico, en
lugar de las categorías filosóficas de la escolástica medieval.
Cuando la Reforma arreciaba, Melanchton estuvo al lado del Lutero.
Redactó la confesión de Augsburgo, el primer tratado de teología
sistemática luterana.
Algunos luteranos comenzaron a criticar a Melanchton quejándose que
influía demasiado en Lutero y estaba haciéndolo más dócil y débil en sus
posturas. Lutero, en su defensa decía, “prefiero morir antes que estar
separado de este hombre”. Aunque Melanchton tuvo diferencias teológicas
con Lutero, se consideraba su discípulo. Tenía con Lutero dos diferencias
teológicas, una en cuanto a la servidumbre de la voluntad y en cuanto a la
Cena del Señor. Sus opositores lo acusaron de ser un calvinista disfrazado
sobre la cena del Señor. Melanchton negaba la doble predestinación, que
decía que Dios predestinaba a unos al cielo y a otros al infierno.
Consideraba esta doctrina como una consecuencia lógica de la visión de
Lutero sobre la negación del libre albedrío.
Al pasar los años, aun luego de la muerte de Melanchton en Wittenberg en
1560, este reformador silencioso no pudo ver lo que sucedió con estas dos
controversias. En la Fórmula de la Concordia de 1577 los luteranos le restan
importancia al tema de la predestinación, pero, a diferencia de Melanchton
afirman la presencia de Cristo en la eucaristía.
Fue el creador de la palabra psicología para designar la disciplina a la que
se refería como de “el estudio del alma”. Hoy sabemos que fue el primer
teólogo sistemático de la Reforma y quien equipó los primeros sistemas
educativos que permitió que el movimiento no quedara en aguas de
borrajas.
Dicen que Murió orando por la unión de las Iglesias "en Cristo" y
quejándose por la 'rabies theologorum' (la rabia de los teólogos) de su
propio campo, que desde la muerte de Lutero habían librado batalla contra
él.
7. Wilibrandis Rosenblatt, La
Novia de la Reforma 1504-1564
La señorita Wibrandis nació en Säckingen, Alemania en 1504. En sus
sesenta largos años, para aquella época, se casó 4 veces, por eso se la llamó
Reformationfrau, la novia o señora de la Reforma.
En 1524 se casó con Ludwig Keller, aunque duró poco el matrimonio. En
julio de 1526 la encontramos con 22 años y una hija, llamada como su
madre.
Para los líderes de la Reforma, el matrimonio clerical era una nueva manera
de servir a comunidad de hermanos. Johannes Oecolampadius debatió
públicamente defendiendo la libertad de los pastores para casarse, aunque
en ese momento él mismo era soltero. Uno de sus amigos, Wolfgang Capito
le escribió, “Si la persona adecuada puso sus ojos en ti, pienso que no debes
dudarlo. Tener una compañera de tal celo glorificaría al Señor”.
El 25 de marzo de 1528 ella y Oecolampadius se casaron, mientras algunos
abrían sus ojos como huevos fritos por la diferencia de edad, 45 y 24, pero
muchos de sus amigos se regocijaron. Él escribió en una carta, “El Señor
me ha dado una hermana y esposa…una viuda con varios años de
experiencia en llevar la cruz. Me hubiese gustado que fuera mayor, pero no
veo en ella ningún signo de juvenil petulancia. Oro al Señor que nos de un
largo y feliz matrimonio.” Hasta aquí los curas tenían amantes varias más o
menos reconocidas por las autoridades y la sociedad. Los pastores no se
casaban antes de la Reforma. Wibrandis y otras esposas del estrenado siglo
XVI reformista fueron amigas a través de las cartas, y era un nuevo rol
desconocido hasta entonces. Tres hijos se agregaron a la familia: Eusebio
(piadoso, en greigo), Aletheia (verdad en griego) e Irene (la que tiene paz,
en griego). La muerte encontró a Oecolampadius en noviembre de 1531
debido al envenenamiento de su sangre por un absceso. Ese mismo mes
moría la esposa de Capito, Agnes.
Entraron en escena las propensiones de emparejamiento de Martín Bucero
entraron en acción. “Mi elección para Capito es la viuda de Oecolampadius.
. . . Me escribe que le ha impresionado mucho ver a la viuda Wibrandis y a
los niños huérfanos”, dice en una carta que transcribe el historiador Roland
H Bainton en su libro, “Mujeres de la Reforma”. Wibrandis y Capito se
casaron el 11 de agosto de 1532. ¡¡¡A qué esperar!!!, ¿verdad?
Capito era pastor de la Nueva Iglesia de San Pedro en Estrasburgo, Francia.
Su nuevo hogar albergó a la madre de Wibrandis y los cuatro hijos de sus
matrimonios anteriores. Nacieron cinco más: Agnes, Dorothea, Irene
(después de la muerte de Irene Oecolampadius), Juan Simón y Wolfgang.
"Dado que ella frenó sus debilidades, equilibró su presupuesto y mantuvo
su hogar con dulzura, su logro pertenece a los anales de heroísmos no
registrados" dice R.H. Bainton. Pero la peste en 1540 se llevó a los niños
Eusebio, Dorothea, Wolfgang y también al propio Capito.
La noticia de la muerte de Capito llegó a la familia Bucero cuando su
esposa Elisabeth Bucero estaba cerca de la muerte. Elisabeth les hizo
prometer a su esposo y la reciente viuda por tercera vez, Wibrandis, que se
casarían después de su muerte, y lo hicieron en abril de 1542.

El pastor Bucero escribió: “No hay nada que pueda desear en mi nueva
esposa, salvo que ella sea demasiado atenta y solícita. Ella no es tan libre de
críticas como lo fue mi primera esposa. . . . Solo espero poder ser tan
amable con mi nueva esposa como ella lo es conmigo. Pero todavía siento
la punzada por la esposa que he perdido”. Uno puede imaginar el dolor
similar de Wibrandis por sus tres esposos. Por cuarta vez, se adaptó a un
nuevo esposo, aprendiendo cómo se amarían y se apoyarían mutuamente de
acuerdo con sus necesidades, ministerios y preferencias particulares.

Para 1548, las nuevas leyes requerían que las iglesias protestantes
sostuvieran posturas que Bucero no podía respaldar. Huyó al exilio en
Inglaterra y enseñó en Cambridge, mientras ayudaba en la traducción
bíblica y desarrollaba la liturgia. Después de solo un año, sufriendo un frío
invierno y húmedo y una larga lista de dolencias físicas, instó a Wibrandis a
venir. Ella lo hizo y finalmente trajo a la familia.
Durante los últimos meses de Bucero, Wibrandis lo cuidó casi
constantemente, haciendo lo que fuera necesario para cuidar al resto de su
familia, que consistía en los niños y su propia madre. Después de la muerte
de su esposo en febrero de 1551, Wibrandis escribió numerosas cartas muy
bien redactadas, ordenó sus finanzas y trasladó la familia a Estrasburgo.
Algunas estaban en alemán, otras en latín, revelando su facilidad con
diferentes lenguas.
8. Wolfgang Capito, Una Lámpara
en la Reforma 1478-1551
No dejemos que su apellido nos confunda. Si viviera hoy le llamaríamos
Juancito Lamparita. Su apellido era Hussgen, que significa “faro” y en
castellano quedaría como Ecolampadio. Juan nació en Alemania en 1482,
diez años antes que Colón llegara a América. Así como se asocia a Calvino
con Ginebra, a Bucero con Estrasburgo, a Lutero con Wittenberg, a
Oecolampadio se lo asocia con Basilea, Suiza. Fue uno de los eruditos
humanistas versado en griego, latín y hebreo. En 1515 predicaba en la
catedral de Basilea. Fue asistente de Erasmo—la primera edición del
Nuevo Testamento en griego hecho por Erasmo, tuvo el prólogo de Juan.
Juan Oecolampadio se pasó a la Reforma, mientras que Erasmo decidió
permanecer en el catolicismo, a pesar de todas las críticas que le hacía a la
iglesia.
Volvió a Basilea en 1522 donde ocupó el cargo en la Universidad de esa
ciudad. Y vicario de la catedral de San Martín. La misa se abandonó allí en
1529.
Eran tiempos de rápidos cambios espirituales. Se demuestra en este
incidente: normalmente el coro respondía en latín en algunos momentos de
la liturgia en los servicios de adoración. Sin embargo, un domingo de
pascua, la congregación de San Martín espontáneamente se lanzó a cantar
en alemán. Nunca había pasado. El concilio de la ciudad se los prohibió,
pero la congregación siguió haciéndolo.
Se casó con nuestra conocida viuda Wilibrandis en 1528, 22 años menor
que él, quien al morir Oecolampadio se casó con Capito, otro reformador. Y
luego con un cuarto. La diferencia de edad con la novia, provocaron un
hervidero de críticas. Incluso otro hermano escribió “Recientemente
Ecolampadio ha llevado a casa una esposa. Un hombre avanzado en años,
con la cabeza temblorosa, delgado y agotado, como un cadáver viviente” —
Fíjense que un hombre de 47 años para ellos era un anciano—. Se pregunta
este hombre refiriéndose a Juan, “¿No habría que llamarlo tonto?”.
Incluso el monje Erasmo escribió sobre el matrimonio de su amigo: “Hace
unos días, Ecolampadio se ha casado con una atractiva muchacha. ¡Está
ansioso por comer carne tierna después de la Cuaresma!” Erasmo no lo
consideraba tan tonto, se ve.

En cuanto a la cena del Señor ya vimos que había tres posiciones.


Luteranos, calvinistas y Zuinglianos. Los luteranos creían en la presencia
del cuerpo de Cristo en el pan, los calvinistas en la presencia espiritual, y
los anabaptistas en la posición memorialista que es la que muchas iglesias
evangélicas predican hoy.
Basilea está a 60 kilómetros de Zurich, donde los anabaptistas eran fuertes.
Juan creció con Zuinglio y compartía con él la posición de la cena del
Señor. En 1529 Juan participó en el Coloquio de Marburgo junto a Zuinglio,
Lutero, Bucero, Melanchton y otros en un intento fallido de lograr la unidad
sobre la Cena del Señor. Zuinglio fue muerto en batalla en 1531.
Oecolampadio recibió muy mal esa noticia, y murió poco después el 24 de
noviembre del mismo año. Cuando se debatía sobre la predestinación se
contentaba con decir siempre, “Nuestra salvación es el Señor; nuestra
perdición, nosotros mismos”-
9. Meno Simons, El Pacifista
Caliente 1496-1561
Si tenés alguna familiaridad con los menonitas actuales te va sorprender que
el padre de los menonitas fuera un sacerdote católico que nunca había leído
la Biblia.
En 1524 a la edad de 28 años, Menno Simons fue ordenado sacerdote
católico en Utrecht, Alemania. Alguna vez escribió que nunca había tocado
la Biblia porque temía que si la leía lo iba a descaminar.
En 1526 comenzó a cuestionar la doctrina de la transubstanciación (la idea
que el pan y el vino se convertían en la carne y sangre de Jesús en la
Eucaristía). Comenzó a buscar en la Biblia, pero con un poco de renuencia.
Mientras buscaba esa doctrina en sus páginas, descubrió el evangelio de la
salvación por gracia a través de la fe en Cristo. Luego de abrazar la
doctrina evangélica, siguió siendo sacerdote con la idea de reformar la
iglesia. Aun así él nos dice que por esos días su fascinación con la
enseñanza bíblica era sola meramente intelectual. Disfrutaba el dulce olor
de su nueva fama entre la gente, pero le faltaba el fuego santo de un cariño
real por Cristo. La ejecución de 3 anabaptistas en abril de 1535 le llevó a
una crisis: “Reflexionaba sobre mi vida sucia y carnal, también la doctrina
hipócrita e idolátrica que practicaba diariamente en una apariencia de
piedad, pero sin deleite. Mi corazón temblaba. Oraba a Dios para que me
diera el don de su gracia y creara en mí un corazón limpio”. De esta forma
venció su pecado de orgullo y amor a la comodidad. Renuncio a su pequeña
fama.
Luego de ser bautizado, se dedicó a viajar y predicar el evangelio. Eso llevó
a que fuera perseguido. El mismo emperador Carlos V dictó un edicto
contra Simons, ofreciendo una recompensa a quien lo capturara.
Simons exhortó a sus amigos anabaptistas a rechazar los medios violentos
para llevar a cabo la reforma, bogando por el pacifismo y separación del
mundo. Los reformadores del norte de Alemania y de Holanda se
comenzaron a llamar Menonitas. En el 25 aniversario de su renuncia al
catolicismo, la salud de Simons declinó rápidamente, y murió el día
siguiente, el 31 de enero de 1561 a la edad de 66 años.
Si ud fuera de visita a Europa y me pidiera que le recomiende una iglesia
menonita antigua o anabaptista para visitar, estilo visita de museo, no hay
ninguna iglesia menonita antigua. No la tenían. Su eclesiología era
comunitaria. Su interpretación de la Biblia era comunitaria. Juan Driver,
misionero menonita de 92 años, dice, “En todo los movimientos de la
reforma radical el estudio bíblico en grupo ocupaba un lugar muy
importante. La congregación entera participaba en la interpretación bíblica
sin invalidar al maestro o profeta, aunque sí limitando el alcance su función.
Su interpretación bíblica era existencial: Ellos en sus reuniones se remitían
a dos preguntas: ¿Qué dice la Palabra? ¿Cómo hacemos para obedecerla?”

En sus meditaciones del Salmo 25 Menno Simons escribió, “Aunque antes


rechacé la palabra de Dios con todas mis fuerzas…aun así, la gracia del
Padre no me abandonó, a mí, un pecador miserable, sino que en amor me
recibió…y me enseñó por el Espíritu Santo hasta que le declaré la guerra al
mundo, la carne y al diablo…y voluntariamente me sometí a la pesada cruz
de mi Señor Jesucristo”.
10. Tomás Becon, El Protestante del
Lunes a la mañana 151-1567
Aunque casi completamente pasado por alto en la historia de la iglesia,
Thomas Becon fue un prolífico panfletista, un éxito de ventas popular y un
clérigo piadoso en la Inglaterra del siglo XVI durante la Reforma. Viviendo
los turbulentos reinados de cuatro monarcas Tudor, Becon sirvió bajo la
supervisión del arzobispo de Canterbury, Thomas Cranmer, y compuso
alrededor de cincuenta tratados con numerosas ediciones posteriores que
continuaron imprimiéndose setenta años después de su muerte.

Sus escritos sobre la piedad son relevantes y útiles para todos los cristianos,
particularmente para aquellos que tienden a dividir sus vidas en categorías
de "sagrado" y "secular". Becon, al no reconocer tales divisiones, exhortó a
los cristianos en su día a buscar la piedad en sus rutinas diarias.
Becon, nacido en Thetford, Norfolk, alrededor de 1512, se educó en el St.
John’s College de Cambridge, donde se conmovió profundamente y
posiblemente se convirtió bajo las enseñanzas de uno de sus profesores,
Hugh Latimer, influenciado por los luteranos. Después de graduarse con un
título en teología, Becon asumió dos puestos de oficina en el sur de
Inglaterra, pero después de la ratificación de los Seis Artículos de 1539,
Enrique VIII atacó a los evangélicos por incumplimiento y "herejía". En
consecuencia, Becon fue arrestado en 1541 por su "malvada y falsa
doctrina".

Después de su liberación, Becon mantuvo un perfil bajo en los bosques de


Kent, albergado por varios hombres evangélicos que estaban conectados a
la corte real. Durante este tiempo, Becon produjo numerosos tratados bajo
el seudónimo "Theodoro Basilio" para evitar ser detectados por las
autoridades locales. Bajo un escrutinio y vigilancia aún mayor por parte de
los magistrados locales por orden de Enrique VIII, Becon huyó a la región
central de Inglaterra, donde se escondió durante cuatro años en las
montañas sin publicar ningún trabajo. Cuando Eduardo VI, de nueve años,
amigo y defensor de la Reforma inglesa, ascendió al trono en 1547, Becon
salió del exilio y regresó a Londres, donde fue nombrado capellán en la
corte real. Casi al mismo tiempo, se convirtió en rector de la prestigiosa
parroquia de Londres, St. Stephen Walbrook.

Con el ascenso de María I al trono en 1553, sin embargo, muchos


evangélicos, incluido Becon, fueron arrestados. Finalmente fue liberado,
pero sin correr riesgos, escapó inmediatamente a Estrasburgo, donde se unió
a una comunidad de otros evangélicos ingleses exiliados. Desde allí se
mudó a Frankfurt, donde ayudó a desarrollar una nueva liturgia para la
congregación inglesa compuesta por exiliados. Cuando Becon regresó del
continente después de que Elizabeth I llegó al poder, pasó por una serie de
trabajos de oficina, principalmente en Londres, hasta su muerte en 1567.
Uno de los temas principales de Becon en sus panfletos fue cómo los
cristianos debían alcanzar la piedad y cómo integrar esa piedad en sus vidas
diarias. Primero, la palabra de Dios, sostuvo Becon, fue suficiente para
todos los cristianos y fue el catalizador de la piedad. Becon imaginó una
comunidad inglesa donde “la gente puede aprender incluso desdela cuna. . .
para conocer a Dios, comprender su palabra, y caminar en sus caminos
sagrados ”.

En segundo lugar, Becon instruyó a los cristianos a ver sus vidas como una
etapa continua de adoración donde se exhibía la piedad, incluso en lo
mundano el lunes por la mañana. Para Becon, la adoración no se limitaba a
las reuniones dominicales. Tampoco se limitó a ciertas disciplinas
espirituales, como la lectura de la Biblia o la oración. La adoración, más
bien, era una actividad incesante que debía abrirse camino a través de la
liturgia de la vida diaria: comer, trabajar en su oficio, pasar el tiempo libre y
retirarse a la cama.
Becon publicó dos manuales de oración que contienen oraciones modelo
para actividades específicas como devocionales. Uno de esos manuales
presentó oraciones modelo para personas en ocupaciones específicas,
incluidos magistrados, clérigos, comerciantes, abogados, marineros,
soldados, madres y niños. Becon sostuvo que una ocupación no era más
esencial que otra. Argumentó que el trabajo del zapatero y sastre era tan
crucial en el reino de Dios como el del abogado y magistrado, porque Dios
fue quien los llamó a sus vocaciones.
Mientras que muchos cristianos descartan sutilmente ciertas ocupaciones
como insignificantes y ven el trabajo no ministerial como "secular", la
evaluación de Becon de todo el trabajo como una actividad de Dios y para
Dios es un correctivo motivador. Deberíamos abrazar nuestro llamado y ver
el propósito final de nuestro trabajo y vocación: la piedad a través del
empleo bendice a una sociedad para que todos "te conozcan, porque tú eres
el dador de todas las cosas buenas, y glorifiquen tu santo nombre".
11. Pedro mártir Vermiglio, El
Fénix de Florencia 1499-1562
Desde la infancia, Peter Mártir Vermiglio deseaba enseñar la palabra de
Dios. A los quince años, ingresó a la orden agustiniana en la ciudad italiana
de Fiesole, cerca de su Florencia natal. Después de ocho años de
entrenamiento teológico, Vermiglio se sometió a ordenación sacerdotal y
recibió un doctorado en teología.

Los años posteriores a la ordenación de Vermiglio abrieron nuevos


horizontes vocacionales. Fue elegido para el cargo de predicador público,
una posición ilustre en su día. A medida que su nombre se hizo famoso en
las ciudades italianas más grandes, Vermiglio fue promovido al cargo de
abad en el monasterio de su orden en Spoleto, antes de ser trasladado hacia
el sur a la gran basílica de San Pietro ad Aram en Nápoles. Fue aquí donde
su vida cambió para siempre.
Durante la estancia de Vermiglio en San Pietro (1537-1540), según su
colega y biógrafo, Josiah Simler, "la mayor luz de la verdad de Dios"
comenzó a brillar sobre él. Esta verdad, en palabras de Vermiglio, fue que
"la justicia de Cristo que Dios nos imputa restaura totalmente lo que faltaba
en nuestra justicia débil y mutilada" . Fue un despertar del evangelio que
transformó su vida y ministerio.
Con una nueva visión de Cristo y el evangelio, Vermiglio se mudó al norte
en mayo de 1541 para convertirse en prioritario del prestigioso monasterio
de San Frediano en la República de Lucca. Mientras estuvo allí, inició una
serie de reformas educativas y eclesiásticas que se han comparado con el
trabajo de Calvino en Ginebra.
Pero después de apenas quince meses de tal renovación del evangelio, el
Papa Pablo III aseguró su desaparición reinstituyendo la Inquisición
romana. Al reconocer la discreción como la mejor parte del valor, Vermiglio
renunció a sus votos y tomó la difícil decisión de huir de su tierra natal.
Fue Martin Bucero quien organizó la cita académica de Vermigli para el
Colegio de Saint Thomas en Estrasburgo. Se esperaba que el exilio italiano
enseñara letras sagradas, lo cual procedió a hacer desde el Antiguo
Testamento.
Mientras estaba en Estrasburgo, Vermiglio también se casó con una ex
monja de la ciudad de Metz llamada Catherine Dammartin, "una amante de
la verdadera religión", especialmente admirada por su caridad. Después de
ocho años de matrimonio, ella murió en febrero de 1553, pero Peter Mártir
se casaría nuevamente, otra Katie, en mayo de 1559.
Después de cinco fructíferos años de enseñanza en Estrasburgo, Vermiglio
recibió una invitación en 1547 del arzobispo de Canterbury en Inglaterra,
Thomas Cranmer, para fortalecer la recién independiente Iglesia anglicana
con teología reformada como presidente de Divinidad de Regius en Oxford.
Entre los muchos logros de Vermiglio en este período, dio una conferencia
sobre Romanos, produjo varios tratados teológicos, defendió el
protestantismo en la famosa disputa eucarística de 1549 y ayudó a Cranmer
a dar forma a una nueva liturgia anglicana.
Con la adhesión de la reina católica María en 1553, Vermiglio se vio
obligado a huir de Inglaterra. Al regresar a Estrasburgo, fue inmediatamente
restaurado a su puesto en la Escuela Superior, donde, además de enseñar y
escribir trabajos teológicos, se reunió con exiliados que huían de la reina
María en su casa para estudiar y orar. Finalmente, tomó un puesto de
profesor en la Academia de Zúrich.

A pesar de las numerosas oportunidades para dar conferencias en toda


Europa, incluidas múltiples invitaciones de Calvino para enseñar en
Ginebra y pastor de la congregación italiana de Ginebra, Vermiglio
permaneció en Zurich. La única excepción fue su viaje al Coloquio de
Poissy con Theodoro Beza en 1561, donde debatió con los líderes católicos
ante la Corona francesa y le testificó a la reina Catalina de Médicis en su
italiano nativo. Catalina era la esposa del Enrique II, rey de Francia.
Vermiglio murió en Zurich el 12 de noviembre de 1562, en presencia de su
esposa y amigos. Este humanista florentino y erudito reformado, que tenía
la misma estatura que Calvino y Bullinger, sería recordado por su
compromiso con las Escrituras y su pasión por la renovación del Evangelio.
En palabras de Theodoro Beza, él era un "fénix nacido de las cenizas de
Savonarola". Incluso la pintura de Vermiglio colgada en la Galería Nacional
de Retratos de Londres da testimonio de su convicción bíblica. En él, los
ojos penetrantes de Vermiglio miran hacia la distancia más allá del marco
dorado mientras señala un libro singular en su mano: la Biblia.
12. Andreas Caltelberger, el Cojo
de la Reforma
Originario de Grisones, Suiza. Desconocemos fechas de su nacimiento y
muerte. Anabaptista. También llamado Andrés “uf der Krucken” o el
cojeante
Andrés. Castelberger vivía como librero físicamente discapacitado con su
familia en Zurich. En 1516 fue mencionado por primera vez en la
correspondencia de Zuinglio. Por sugerencia de seguidores radicales del
Reformador Castelberger dirigió una floreciente escuela bíblica laica sobre
el libro de Romanos, hasta que el Consejo de Zurich intervino en su contra.
Cofirmante de las dos cartas de septiembre de 1524 de estos círculos a
Thomas Müntzer y autor de una carta perdida a Andreas Karlstadt. Debido
a su discapacidad, Castelberger recibió un indulto para él y su familia en
enero de 1525 con motivo de la expulsión de los bautistas extranjeros de
Zurich. Para disgusto del reformador de Chur, Johannes Comander,
Castelberger. Se extendió después de la expulsión del bautista. Idea en
Graubünden. En 1531 adquirió la ciudadanía de Chur.
Los temas principales de las reuniones del círculo de lectura incluyeron la
lectura de textos bíblicos y la siguiente discusión bíblica. Aunque los textos
a negociar se decidieron por un acuerdo común de los participantes, no se
debe subestimar la influencia del lector . La discusión bíblica, que siguió a
la lectura (mayormente anotada) del texto bíblico, a menudo tenía la forma
de una disputa viva. De vez en cuando también hubo disputas violentas y, a
veces, también debido a desacuerdos no resueltos sobre la división.
Además, en el propio círculo de lectura o en su entorno, los pensamientos
socialmente críticos parecen haberse vuelto ruidosos. Por ejemplo,
Castelberger enseñó que cualquier persona que expropia "hogares, granjas,
campos o pastos" de los pobres no es mejor que un asesino. "Parece, según
el investigador bautista Werner O. Packull recientemente fallecido en 2018,
“que Castelberger y sus amigos han leído los textos sagrados en el contexto
de contextos sociales más amplios”. Los registros de interrogatorios
posteriores indican que Castelberger en particular siempre está bajo
apelación comentó sobre el Nuevo Testamento contra el servicio militar y
el sistema mercenario : "Item, Andrea [ Andreas Castelberger] Me he
alejado de eso; cómo el divino ler tan violentamente contra él y cómo el
simbólico [...] el mismo guerrero simpatiza con Dios el todopoderoso, ¡ay,
después del contenido evangélico, es un asesino y no es mejor que eso, así
que la pobreza es medio terco o estela [...]. "
El hecho de que la gente comiera y bebiera en las reuniones del círculo de
lectura es indirectamente el resultado de rumores que surgieron alrededor
del círculo de lectura. Se decía que uno se entregaba en las reuniones de la
gula. La fiesta de lectura Hochrütiner respondió a estas acusaciones de que
después de los eventos, se sirvió un poco de vino para evitar una visita
posterior a las tabernas públicas.
Ya se ha señalado el hecho de que varios miembros notablemente conocidos
del círculo de lectura se encontraban entre los iniciadores del poco tiempo
después surgido de la iglesia bautista. No se pudo aclarar si el Estudio
Bíblico de Zurich en la Casa de la Madre de Félix Manz, quien decidió el
21 de enero de 1525 para el bautismo de fe y luego los realizó, idénticos o
surgieron del círculo de lectura de Castelberg. Sin embargo, los paralelos
entre este y aquel círculo no solo son obvios desde un punto de vista
personal. El bíblico del movimiento bautista , su ética (por ejemplo,
el pacifismo ), así como los fundamentos de su eclesiología.ya germinaron
en el círculo de lectura. El investigador anabaptista Johannes Goeters llega
a la siguiente conclusión en su investigación: "En este grupo [= círculo de
lectura de Castelberger], un movimiento laico alrededor del Nuevo
Testamento, que se retira igualmente de la convivencia mundana y la
adoración católica, tenemos la cuna del anabaptismo entre los para ver
ciudadanos de la ciudad”.
13. Guillermo Tyndale, El
Traductor Clandestino 1494-1536
Por los años de 1530 el comerciante Esteban Vaughan fue comisionado para
encontrar a Guillermo Tyndale e informarle que el rey Enrique VIII quería
que dejara de esconderse en el continente de Europa. El tema que lo había
hecho huir a este hermano Tyndale era el permiso del rey para traducir la
Biblia al inglés. El rey se rehusó. Eso hizo que Tyndale nunca volviese a
Inglaterra.
Cuando Tyndale tenía 28 años, en 1522 servía como tutor en una casa
importante. Pasaba mucho de su tiempo en leer el Nuevo Testamento en
griego de Erasmo, que había sido impreso hacia 6 años atrás. Veía las ideas
de la reforma más claras en ese Nuevo Testamento lo cual lo hizo
sospechoso ante otras autoridades. Un erudito católico le dijo una vez que
podríamos prescindir de la ley de Dios, pero no del papa. En respuesta
Tyndale dijo que “Desafío al papa y a todas sus leyes…si Dios me da vida,
voy a lograr que un niño que maneja un arado sepa más de las Escrituras
que ud mismo”.
Cuatro años más tarde Tyndale terminó la traducción del Nuevo Testamento
en la ciudad de Worms, Alemania, y comenzó a contrabandearlos en fardos
de ropa rumbo a Inglaterra. Comenzaron a llegar a la gente. Hizo cinco
ediciones piratas en los próximos ocho años.
En 1534 hizo una versión revisada del Nuevo Testamento y aprendió hebreo
para comprender las conexiones entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
Era la primera vez en la historia que el Nuevo Testamento estaba
completamente en inglés. Antes de su martirio en 1536 ya había traducido
el Pentateuco, de Josué a 2 Crónicas, y Jonás. Todo este material fue la base
de la Biblia de Ginebra publicada en 1557. “La Biblia de la nación” que
vendió más de un millón de copias entre 1560 y 1640. Tengan en cuenta
que nuestra Biblia completa en castellano comenzó a traducirse el mismo
año que se termina la inglesa y estuvo lista en 1569, 12 años después de la
mano de Casiodoro de Reina.
En 1611 un grupo de eruditos editó la Biblia que hoy leen la mayoría de
nuestros hermanos de habla inglesa, la Biblia King James (Rey Jaime). El
83 % del Nuevo Testamento de la Biblia del Rey Jaime está basado en la
Biblia de Tyndale, y un 76 % del Antiguo Testamento también. En una
encuesta moderna de la BBC de Londres, Tyndale ocupa el lugar 26 entre
los 100 ingleses más famosos de la historia de ese país.

En la Biblia latina y en el sistema de penitencias y méritos católicos estaba


alejada de la gente la convicción de que el hombre es pecador, ciego,
muerto y desamparado, y que Dios actuó en Cristo para proveer salvación
por gracia a través de la fe. Por eso tenía que ser traducida la Biblia. Por eso
fue martirizado Tyndale. Esa traducción fue lo que prendió el fuego en toda
Inglaterra y sentenció a su traductor.
En octubre de 1536, a los 42 años de edad, la voz de Tyndale fue silenciada
en Holanda, atado a una estaca, estrangulado y quemado. Pero un coro de
millones de mucamas, zapateros y también niños con arado fue bendecido
por la obra de este hombre.
14. Martín Bucero, El Crisol del
Protestantismo 1491-1551
Martin Bucero puede ser el reformador más importante del que nunca has
oído hablar. Lideró a la sombra de los otros gigantes alemanes Lutero y
Melanchthon, pero manejó el timón de lo que se convirtió, al menos por un
tiempo, en la capital del mundo protestante. Martin Bucero escuchó por
primera vez a Martin Lutero en abril de 1518 (Bucero tenía 26 años; Lutero,
34). Lutero lo cautivó, especialmente su convicción de que somos
justificados solo por la fe, aparte de cualquier contribución o mérito propio.
Tres años más tarde, no solo dejó la orden dominicana para predicar el
evangelio, sino que también abandonó sus votos monásticos y decidió
casarse, convirtiéndolo de repente, quizás, en el fraile más elegible (y
radical) de Alemania. Se casó con una monja (no menos) llamada Elizabeth.
Mientras Lutero había llevado a Bucero a la Reforma, Bucero no estaba de
acuerdo con su padre espiritual en todo, en parte porque ya había sido
fuertemente influenciado por Erasmo, a quien apreciaba y admiraba a pesar
de sus diferencias teológicas. La inclinación generalmente más inclusiva y
ecuménica de Bucero lo posicionó providencialmente para desempeñar un
papel importante en el movimiento más amplio.
Bucero nació cerca de Estrasburgo el 11 de noviembre de 1491. A los
quince años, se unió al claustro dominico, un grupo monástico de
predicadores católicos romanos. Frailes como Bucero llevaron a cabo los
votos de pobreza, castidad y obediencia, pero a diferencia de los monjes, lo
hicieron entre la gente, sirviendo en comunidad, no de forma aislada.
Estrasburgo se convirtió en el centro del protestantismo en gran parte
porque Bucero y otros líderes se mantuvieron abiertos en muchos de los
temas más controvertidos y divisivos. Por ejemplo, en 1529 Bucero negoció
una reunión histórica, aunque hostil, entre Lutero y Zuinglio sobre la Cena
del Señor. Siendo él mismo previsiblemente comprensivo en ambas
direcciones, reunió a las dos partes con la esperanza de lograr el tipo de
acuerdo que podría catalizar la unificación de los dos hilos principales de la
Reforma.
Si bien la reunión no logró establecer un acuerdo sobre la Mesa del Señor,
ilustra el tipo de papel que desempeñó el antiguo fraile: entre Lutero y
Zuinglio, entre los protestantes convencionales y los anabaptistas más
radicales, incluso entre reformadores y católicos. En lugar de formar y
liderar un movimiento propio, los Buceronianos, si se quiere, se esforzó por
unir los movimientos bajo la clara enseñanza de las Escrituras en un gran
crisol cristiano. Se dio cuenta y valoró el precioso poder de la solidaridad.
Siendo un heredero híbrido de Lutero y Erasmo, la Reforma de Bucero
adquirió un sabor distintivo y ecléctico. Inicialmente, enfatizó
simultáneamente que la justificación es solo por fe, mientras que también
exige celosamente la disciplina potenciada por el Espíritu y las buenas
obras en la vida cristiana. Bien hasta ahora. Sin embargo, más adelante en la
vida habló de una especie de "doble justificación" que era al menos
confusa, si no borraba la línea de "fe sola".
De una forma u otra, a Bucero le importaba la conducta cristiana. Como
resultado, persiguió persistentemente los medios de disciplina de la iglesia.
Primero, fue a los funcionarios en Estrasburgo, pidiendo una aplicación más
estricta. Cuando el gobierno se negó a imponer estándares más rigurosos
para la obediencia, formó grupos voluntarios de creyentes que se reunian
fuera del edificio de la iglesia con el propósito de rendir cuentas
regularmente y disciplina de la iglesia. Por lo tanto, Bucero puede muy bien
ser el padre de los grupos pequeños modernos.
Después de ser exiliado, Juan Calvino fue testigo del tipo de disciplina de la
iglesia que se estableció en Estrasburgo y se basó en los mismos principios
cuando regresó a Ginebra. Calvino pasó algunos de sus años más felices
aprendiendo de Bucero en Estrasburgo, mientras pastoreaba una
congregación de compañeros refugiados franceses. La primera esposa de
Bucero, de veinte años, murió a causa de la peste en 1542. En su lecho de
muerte, alentó a Martín a casarse con Wibrandis Rosenblatt. Wibrandis,
más tarde apodada "La novia de la reforma", ya se había casado y enterrado
a tres hombres reformadores principales: Ludwig Keller, Johannes
Oecolampadius y Wolfgang Capito (también de Estrasburgo). Solo siete
años después, enterró su cuarto.
Mientras que el antiguo fraile ayudó a ser pionero en el camino hacia el
matrimonio para los monjes convertidos, también abrió una puerta más
amplia para el divorcio, pero solo como "un último recurso absoluto y
generalmente raro, como la pena de muerte por adulterio".Sus excepciones
se convirtieron en un filo afilado que creó una apertura similar en toda la
Europa protestante.
En 1549, cuando el Gobierno Provisional de Augsburgo obligó a los
protestantes en Estrasburgo a readaptar las creencias y prácticas católicas
tradicionales, Bucero aceptó la invitación de Thomas Cranmer de refugiarse
por un tiempo en Cambridge, Inglaterra, como Profesor Regius de
Divinidad. Murió solo dos años después, en 1551, antes de poder regresar a
Estrasburgo.
Muchos han pasado por alto al menos conocido Martín, probablemente
porque le faltó el tiempo de Lutero y Zuinglio y la precisión matizada de
Melanchthon y Calvino, prefiriendo en cambio cerrar la brecha y facilitar la
unidad entre los reformadores. Y precisamente por eso deberíamos
recordarlo: el pegamento alemán de la Reforma Protestante.
15. Marie Dentière, La Primera
Dama de Francia 1495-1561
Nacida en 1495 en una familia noble en Tournai, Francia, Marie Dentiere
tenía una buena educación, ingresó en un convento agustino (que era la
orden de Lutero) y probablemente sirvió como priora a principios de la
década de 1520. Cautivada por la teología revolucionaria de Martin Lutero,
Marie dejó el convento en 1525 y se mudó a Estrasburgo para unirse
oficialmente al altamente cargado movimiento de Reforma. En ese mismo
año, hizo un segundo movimiento radical cuando se casó con un ex
sacerdote, Simon Robert.

Renunciar al celibato clerical y exaltar las alegrías del matrimonio de las


Escrituras se convirtió en temas importantes en el ministerio de Marie,
especialmente en sus controvertidos intentos de convertir a las monjas en
Ginebra. Un reformador escribe que Marie y Simon Robert "fueron la
primera pareja casada francesa en aceptar una asignación pastoral para la
Iglesia Reformada". La pareja tuvo cinco hijos, pero Robert murió en 1533.
Para 1535, Marie se había casado con Antoine Froment, otro pastor
reformado. , y la familia se mudó a Ginebra.
La mayor parte de lo que sabemos de Dentière, que no es gran cosa, se
obtiene de tres documentos que se le atribuyen. La primera de las obras
escritas narra los acontecimientos de 1532-1536 en Ginebra desde el punto
de vista de los reformadores. Dentière pudo haber sido la primera escritora
protestante en dar un testimonio ocular de esa época tumultuosa, y fue una
de las primeras mujeres, si no la primera, en articular y defender la teología
reformada en francés.
Pero mucho más que una historiadora, Marie Dentière fue una evangelista
articulada (aunque inflamatoria). Amaba y veneraba la Biblia, estaba
angustiada porque la Iglesia Católica había ocultado gran parte de ella a la
gente y predicaba que cada persona, incluidas las mujeres, debería poder
leer las preciosas y gloriosas palabras de Dios por sí mismas.
El trabajo más famoso y controvertido de Dentière fue una carta a la Reina
de Navarra, titulada "La carta más beneficiosa". La carta es una defensa
bíblica robusta de la teología reformada y un apasionado ataque a la Iglesia
católica.
Es una obra enérgica y atractiva que demuestra un extraordinario
conocimiento bíblico y comprensión teológica. El malestar público que
causó resultó en el arresto de la impresora y la destrucción de la mayoría de
las copias impresas de la obra. No solo su carta condenó el catolicismo
romano, y no solo fue escrita por una mujer, sino que Dentière también
defendió el derecho de las mujeres a ser teólogas y maestras. Ella escribe,
Por lo que Dios te ha dado y revelado a las mujeres, no más que los
hombres debemos esconderlo y enterrarlo en la tierra. Y a pesar de que no
se nos permite predicar en congregaciones e iglesias públicas, no se nos
prohíbe escribir y amonestarnos unos a otros con toda caridad. (Epístola a
Marguerite de Navarra, 53)
Aunque Marie apoyó y defendió firmemente a los líderes reformados,
incluido John Calvino, estaba claramente molesto, al menos durante los
primeros años de su ministerio, por su manera abierta, ambiciones
teológicas y críticas abiertas al liderazgo clerical masculino.
Sin embargo, para 1561, el año en que murió Marie, la tensión entre los dos
había disminuido y el respeto y el aprecio de Calvino por Marie habían
aumentado de manera manifiesta. Incluso le pidió que escribiera el prefacio
de su sermón impreso sobre la modestia femenina de 1 Timoteo 2: 8–12.
Quizás irónicamente, uno podría argumentar que Calvino le pidió que
enseñara sobre un pasaje bíblico que expresamente le prohibió hacerlo.
Para Marie Dentière, las asombrosas noticias de la gracia salvadora y el
poderoso mensaje de igualdad ante Dios fueron verdades que habían sido
reprimidas por la Iglesia Católica y que alguien que los había visto por sí
mismos había tenido que gritarles desde la azotea.
No hay duda de que carecía de lo que aquellos de la época consideraban
modestia y humildad femenina apropiadas, pero debido a que su pasión se
encendió en las páginas de las Escrituras, su escritura conmovió y cambió
los corazones no solo en su propio día, sino también en el nuestro hoy. . En
el año 2002, Marie Dentière se convirtió en la única mujer que tiene
grabado su nombre en el famoso Muro de los Reformadores en Ginebra.
16. Juan Oecolampadio, Una
Lámpara en la Reforma 1482-1531
Lo primero que debemos hacer es eliminar el problema del nombre. No
tropecemos con el nombre. Si viviera hoy en Argentina lo llamaríamos Juan
Lamparita. Su apellido alemán era Hussgen, que Juan mismo trabajó en la
forma griega (como era habitual en ese momento).

En esta breve descripción de la contribución de este talentoso hombre a la


gran Reforma, quizás deberíamos llamarlo John.
John nació en Alemania en 1482, diez años antes de que Colón navegara el
océano azul. Como Calvino está asociado con Ginebra, Bucero con
Estrasburgo y Lutero con Wittenberg, John Oecolampadius está asociado
con Basilea. Era uno de la tribu creciente de eruditos humanistas,
completamente entrenado en griego, latín y hebreo. En 1515, John había
alcanzado el cargo de predicador de la catedral en Basilea.

Mientras estuvo en Basilea, trabajó como asistente de Erasmo, el proyecto


fue la primera edición de Erasmo del Nuevo Testamento griego, para el cual
Juan escribió el epílogo. Juan fue un erudito humanista que se dirigió a la
Reforma, mientras que Erasmo fue un erudito humanista que permaneció en
la comunión romana. Este fue un momento de confusión espiritual para
Juan, lo que resultó en que se convirtiera en monje. Pero pronto decidió que
eso no estaba bien, diciendo: “He perdido al monje; he encontrado al
cristiano”.

Salió de Basilea por un tiempo, pero regresó en 1522 cuando asumió un


puesto en la Universidad de Basilea. Fue un participante académico y
efectivo en varias disputas, que fue una de las formas en que las ciudades
tomaban sus decisiones, y como resultado, los líderes de Basilea decidieron
unir fuerzas con la Reforma. La misa fue abandonada en Basilea en 1529.

Este fue un tiempo de genuina revitalización espiritual, como lo demostró el


siguiente incidente:
Alrededor de este tiempo, Dios honró a Oecolampadius y su iglesia con
algo espectacular. Normalmente un coro daba respuestas cortas en latín en
varios momentos litúrgicos prescritos en el servicio de adoración. Sin
embargo, el domingo de Pascua, la congregación de San Martín comenzó a
cantar espontáneamente en alemán durante el servicio. Nada como esto
había sucedido en ningún lado. El Consejo inmediatamente prohibió tal
canto. La congregación respondió al continuar haciéndolo. (Reformador de
Basilea, 19-20)

Un detalle interesante se relaciona con la decisión de Juan de casarse en


1528. Su esposa era una viuda llamada Wibrandis, quien, después de que
Juan falleció, se casó con otro líder de la Reforma, Wolfgang Capito.
Después de su fallecimiento, ella se casó con otro reformador, Martin
Bucero. Estas cosas suceden, por supuesto. Pero no tan a menudo.
Sobre el tema de la Cena del Señor, el mundo de la reforma se dividió entre
los puntos de vista respectivos de los luteranos, los calvinistas y los
zwinglianos. Los luteranos mantenían una presencia física de Cristo en la
Cena, los calvinistas mantenían una presencia espiritual, y los zwinglianos
mantenían una posición conmemorativa.

Basilea está a solo 58 kilómetros de Zurich, donde Zuinglio estaba


ministrando. Juan creció cerca de Ulrich Zwingli, trabajando junto con él, y
llegó a ocupar el puesto de Zuinglio en la Cena del Señor. En 1529, Juan
participó en el Coloquio de Marburg, junto con Zuinglio, Lutero, Bucero,
Melanchthon y otros, en un intento fallido por la unidad protestante en la
Cena.

Cuando Zuinglio fue asesinado en la batalla, en 1531, Juan tomó la noticia


impactante con mucha fuerza y murió poco después.
17. Tomás Cranmer, El Lobista del
Evangelio 1489-1556
Mientras el rey Enrique VIII yacía moribundo en su cama, quería que un
hombre viniera y tomara su mano. Sorprendentemente, ese hombre fue uno
de los principales defensores de la Reforma Protestante.

Thomas Cranmer ayudó a dirigir la Reforma inglesa, pero es un héroe poco


probable junto a Luther, Calvino y los otros reformadores. No escribió
ningún libro de teología importante ni pastor ninguna iglesia importante. De
hecho, Cranmer no adoptó las verdades centrales de la Reforma hasta
relativamente tarde en su vida. Pero durante los años de la Reforma
Protestante, moldeó la teología inglesa quizás más que cualquier otra
persona que haya vivido.

Nacido en 1489, en el pequeño pueblo de Aslockton, Thomas Cranmer


creció cerca del mismo Sherwood Forrest donde Robin Hood se escondió
tres siglos antes. Era un lector lento, tardó ocho años en terminar la
licenciatura de cuatro años de Cambridge. Perseveró en sus estudios,
completó una maestría, fue ordenado en el ministerio y Cambridge lo eligió
para enseñar. Se forjó una reputación por presionar a sus alumnos a estudiar
la Biblia por sí mismos.

Mientras Cranmer pasaba sus días sirviendo pacíficamente en comités


académicos, Inglaterra estaba en crisis. El rey Enrique VIII quería anular su
matrimonio con Catalina de Aragón. A través de un extraño conjunto de
circunstancias, Cranmer sugirió a algunos de los asesores de Henry que el
Rey de Inglaterra no estaba sujeto a la regla del papa (para deleite del rey).
El consejo de Cranmer, entonces, inadvertidamente plantó una semilla que
separó a la iglesia inglesa del catolicismo romano.

Cranmer cambió el catolicismo romano por la doctrina reformada al final de


su vida, una transformación que reflejó la agitación y la división de la
Reforma inglesa. Mientras estudiaba en Cambridge, había leído a Martin
Lutero con escepticismo, pero se animó al pensamiento reformado después
de hacerse amigo de Simon Grynaeus y Andreas Osiander. Finalmente
rechazó la doctrina de la transubstanciación después de conversaciones con
su amigo Nicholas Ridley. Cranmer luego aclaró sus reformas litúrgicas a
través de conversaciones con el reformador italiano Peter Martyr y el
reformador alemán Martin Bucero.

La teología de Cranmer cambió demasiado dramáticamente para los


católicos romanos ingleses y demasiado lenta para los evangélicos
reformistas. Para algunos (incluso hoy), las reformas de Cranmer parecían
demasiado motivadas personal y políticamente. Pero no tenía el lujo de
desarrollar creencias abstractas entre una compañía de academia
desinteresada. Su teología se formó en un volátil caldero pastoral y político
de crisis.
Los mayores logros del ministerio de Cranmer se produjeron durante el
gobierno de Eduardo VI, cuando reescribió las liturgias públicas, los
sermones pastorales (u homilías), las oraciones privadas y los artículos de
fe. Estos escritos definieron el marco doctrinal y la piedad personal que más
tarde se convirtió en la Iglesia Anglicana, por la cual es más recordado.

Cranmer quería que todos en las iglesias inglesas aceptaran la justificación


solo por fe. El escribió,

Esta proposición, que seamos justificados solo por fe, libremente y sin
obras, se pronuncia para quitar claramente todo el mérito de nuestras obras,
como insuficiente para merecer nuestra justificación en las manos de Dios;
y, por lo tanto, para expresar la debilidad del hombre y la bondad de Dios,
la imperfección de nuestras propias obras y la gracia más abundante de
nuestro Salvador Cristo; y de este modo atribuir totalmente el mérito y el
mérito de nuestra justificación solo a Cristo y a su derramamiento de sangre
más preciado. (Las obras de Thomas Cranmer, 131)

Cuando la reina católica romana Mary I tomó el poder, las convicciones


reformadas de Cranmer le costaron la vida. Durante un agonizante período
de tres años, fue encarcelado, aislado, humillado, interrogado y torturado.
Se vio obligado a ver a sus amigos, Nicholas Ridley y Hugh Latimer,
quemados vivos.
Más tarde, en su propia ejecución, Cranmer casi sucumbió y se retractó de
sus creencias, pero este estadista generalmente vacilante y callado demostró
poderosamente su fe en Cristo mientras era quemado en la hoguera.

Pero el momento que mejor ilustra el legado perdurable de Cranmer no fue


el día de su propia muerte, sino un día nueve años antes, mientras estaba
parado en el lecho de muerte del rey Enrique VIII. El 27 de enero de 1547,
el rey Enrique estaba muriendo. Un asistente le preguntó a quién deseaba
tener junto a su cama. El rey preguntó por Thomas.

Cuando llegó Cranmer, el rey Enrique no podía hablar. Foxe cuenta la


historia.

Entonces el arzobispo, exhortándolo a que confiara en Cristo y a invocar su


misericordia, lo deseó, aunque no podía hablar, aún para dar una muestra
con sus ojos o con su mano, de que confiaba en el Señor. Entonces el rey,
sosteniéndolo con su mano, retorció su mano con la suya tan fuerte como
pudo. (Libro de los Mártires de Foxe, 748)

La escena puntúa dulcemente la amistad más importante de la Reforma


inglesa. Independientemente de lo que el rey Enrique creyera cuando apretó
la mano de Cranmer ese día, Dios usó el vínculo entre ellos para liberar a
Inglaterra del catolicismo romano y recuperar el único evangelio verdadero.
18. Guillaume Farel, EL Agitador
Francés 1489-1565
En un sermón de 1791, Lemuel Haynes comentó: “Nada es más evidente
que los hombres tienen prejuicios contra el evangelio. Es de esta fuente que
quienes están a su favor se encuentran con tanto desprecio” (The Faithful
Preacher, 25). El reformador francés Guillaume Farel conocía su parte de
desprecio.

Un ferviente ministro del evangelio, Farel pasó sus días defendiendo la


causa protestante, a menudo frente a la oposición. A veces, esta oposición
surgió del verdadero prejuicio del evangelio. Sin embargo, en otras
ocasiones, la culpa era de la propia insensatez de Farel. Juan Calvino señaló
que Farel a veces podía "dejarse llevar por la vehemencia de su celo"
(Calvino, 152). Mezclando un temperamento testarudo con una profunda
preocupación por la piedad bíblica, Farel luchó inquebrantablemente por la
fe y fue un instrumento en la causa de la reforma francesa temprana.

Nacido en Gap, Francia en 1489, Farel creció en un hogar católico devoto.


A los veinte años, se matriculó en la Universidad de París para estudiar
teología. Mientras estaba allí, Farel se encontró con el erudito humanista
Jacques Lefèvre d’Étaples, un hombre cuya devoción a Cristo inspiró a
Farel.

Después de graduarse en 1517, Farel comenzó a enseñar en el Collège du


Cardinal Lemoine. Los informes de los esfuerzos de reforma de Lutero en
Alemania lo alcanzaron allí, reforzando su creciente convicción de que el
culto y la enseñanza católicos se habían desviado de sus raíces bíblicas.
Mientras estudiaba las Escrituras durante varios años, Farel descubrió que
"poco a poco el papado cayó de mi corazón" (William Farel, 26).

Farel renunció a su puesto de profesor, y en 1521 comenzó a promover el


mensaje de reforma siempre que pudo. Predicó en Francia y en las regiones
suizas de habla francesa, cruzando caminos con Johannes Oecolampadius
en Basilea y Wolfgang Capito y Martin Bucero en Estrasburgo. Farel era
conocido por su estilo de confrontación, que provocó la siguiente
advertencia de Oecolampadius: "cuanto más propenso a la violencia, más
debes trabajar para ser amable y atenuar tus arrebatos de león como el
espíritu de una paloma" (William Farel, 38).
En 1533, después de una visita fallida el año anterior, Farel se instaló en
Ginebra, con la intención de llevar a la ciudad a adoptar la Reforma. Sus
esperanzas se hicieron realidad en 1536 cuando el Consejo General de
Ginebra se alió oficialmente con el protestantismo.

Fue en ese mismo año que Farel persuadió a Calvino para que se uniera a él
en su trabajo. Calvino estaba pasando por Ginebra en su camino a
Estrasburgo, con la intención de una vida tranquila de estudios. Farel se
enteró de la presencia de Calvino en la ciudad e intentó convencerlo de que
se quedara. Cuando las apelaciones más suaves no tuvieron éxito, Farel
amenazó a Calvino con el juicio de Dios. Las palabras de Farel encontraron
su marca. Más tarde, Calvino escribió: "Por esta imprecación me asustó
tanto el terror, que desistí del viaje que había emprendido" (William Farel,
69).

La decisión de quedarse en Ginebra fue crucial para Calvino, ya que aunque


él y Farel fueron expulsados ??de la ciudad en 1538 (los dos se enfrentaron
con los magistrados por cuestiones de disciplina de la iglesia), Calvino
regresó a Ginebra en 1541 y ministró allí por el resto de la ciudad. Farel se
mudó a Neuchâtel, una ciudad donde él y Antoine Froment habían
introducido la enseñanza de la Reforma en 1530. Al igual que Calvino en
Ginebra, Farel se estableció en Neuchâtel hasta su propia muerte en 1565.

Calvino y Farel mantuvieron una relación cercana después de su tiempo


juntos en Ginebra, escribiéndose al menos una vez al mes durante veinte
años. Los dos hombres, junto con Pierre Viret en Lausana, formaron una
asociación crucial que ayudó a avanzar en la causa de la Reforma francesa.
Lamentablemente, la relación de Calvino y Farel se rompió cuando, en
1558, Farel anunció su compromiso con Marie Thorel, una mujer
adolescente cincuenta años menor que él. Aunque parece que no hubo
conducta sexual inapropiada, el matrimonio creó un escándalo debido a la
gran diferencia de edad entre los dos cónyuges. La amistad de Calvino con
Farel nunca recuperó su antiguo brillo.

Tan feroz y controvertido como Farel podría ser, estaba comprometido con
la vitalidad espiritual de la gente de habla francesa. Produjo algunas de las
primeras obras de Reforma disponibles en francés, escribiendo un
comentario sobre el Credo de los Apóstoles y la Oración del Señor en 1524
y un resumen de la enseñanza reformada en 1529.

En sus escritos, Farel mostró un interés particular en el tema de la oración.


En un artículo titulado "La espiritualidad de Guillaume Farel", Theodore
Van Raalte argumenta que el énfasis de Farel en la oración nos muestra un
lado de él que a menudo se pasa por alto, un lado marcado por la "profunda
piedad y el amor pastoral". Farel era un amante y un luchador, pastor y
pugilista. Cualesquiera que sean sus fallas, este bravo francés amaba el
evangelio y dedicó su vida a compartir sus riquezas.
19. Latimer y Ridley, ejecutados en
1556
Los obispos Hugo Latimer y Nicolás Ridley están unidos en la historia
principalmente porque fueron atados a la misma hoguera el 16 de octubre
de 1555, en el lado norte de Oxford. Pero Latimer y Ridley comparten más
que un martirio. Los obispos también se unen a la lista de los reformadores
más influyentes de Inglaterra, hombres y mujeres cuya lealtad a la Escritura
y la gloria de Cristo transformaron a Inglaterra de un reino católico a un
faro de la Reforma.
Tanto Latimer como Ridley vivieron durante los reinados de cuatro
monarcas ingleses: Enrique VII, Enrique VIII (el que tuvo muchas esposas),
Eduardo VI, y María I (también conocida como “María la sanguinaria”).
Ambos presenciaron el tira y afloja de la Reforma bajo la aceptación
provisional de Enrique VIII, la cálida acogida de Eduardo VI, y la violenta
resistencia de María I a la doctrina reformada. Pero fueron todo menos
observadores casuales.

Latimer, nacido alrededor de 1485, pasó los primeros treinta años de su vida
como católico ferviente, o en sus palabras, un “papista obstinado”. “Yo era
un papista tan obstinado como cualquiera en Inglaterra”, escribió, “tanto
que cuando hice mi bachillerato en divinidad, todo mi discurso fue en
contra de Felipe Melanchthon, la mano derecha de Lutero”.
Pero poco después del discurso anti-reforma de Latimer, un joven estudioso
de divinidad en Cambridge llamado Tomás Bilney se le acercó con una
petición. ¿Permitiría Latimer que Bilney le explicara en privado su propia
fe reformada? Latimer estuvo de acuerdo y, a partir de ese momento,
“comenzó a oler la Palabra de Dios, y abandonó la enseñanza que había
recibido y demás tonterías”. Latimer recogió las flechas que había estado
disparando hacia la Reforma y comenzó a apuntar el arco en la otra
dirección. A lo largo de las próximas décadas, se distinguió como un
ferviente predicador reformado, a veces disfrutando del favor de Enrique
VIII, y otras veces temiendo su persecución (dependiendo del estado de
ánimo del rey).
Quizá los años más fructíferos del ministerio de Latimer estuvieron bajo el
corto reinado de Eduardo VI, de 1547 a 1553. A pesar de su edad, Latimer
ayudó a Tomás Cranmer, arzobispo de Canterbury, a reformar la iglesia
inglesa, y predicó como alguien que simplemente no podía parar.
Según dijo el gran predicador anglicano J. C. Ryle: “Con toda probabilidad,
ninguno de los reformadores sembró las semillas de la doctrina protestante
tan amplia y eficazmente entre las clases medias y bajas como Latimer”.
Entonces, en 1553, la reina María llegó al poder, y Latimer fue enviado a
una celda en la Torre de Londres.

Ridley, casi veinte años menor que Latimer, nació alrededor de 1502 cerca
de la frontera de Escocia. A lo largo de las próximas cinco décadas, se
convertiría en uno de los intelectuales más dotados de Inglaterra, llegando
incluso a memorizar todas las cartas del Nuevo Testamento en griego.
Después de asistir al Pembroke College de Cambridge en su adolescencia,
Ridley continuó sus estudios en Francia, donde probablemente encontró las
enseñanzas de la Reforma. A diferencia de Latimer, Ridley no dejó ningún
relato claro de su conversión del sacerdocio católico a predicador
protestante. Pero sí sabemos que él firmó el decreto de 1534 contra la
supremacía del papa, que aceptó el puesto de capellán del arzobispo
Cranmer tres años después, y que renunció a la doctrina católica de la
transubstanciación en 1545. Cuando se convirtió en obispo de Londres en
1550, reemplazó los altares de piedra en las iglesias de Londres con simples
mesas de madera. Según Ridley y los reformadores, la comunión era una
fiesta espiritual, no un sacrificio.
Las habilidades eruditas de Ridley lo lanzaron de un puesto prestigioso a
otro, incluso bajo el caprichoso reinado de Enrique VIII. En Canterbury,
Westminster, Soham, Rochester, y Londres, Ridley estudió, predicó, y
cuando Eduardo VI tomó el trono, participó activamente en las reformas de
Cranmer.
Pero entonces la reina María llegó al poder, y Ridley se unió a Latimer en la
Torre.
El 16 de octubre de 1555, después de pasar dieciocho meses en una celda de
la Torre, Latimer y Ridley se encontraron en una hoguera en Oxford. Con
Latimer vistiendo una túnica y un gorro, y Ridley en su atuendo de obispo,
los dos hombres hablaron y oraron juntos antes de que un herrero los atara a
la madera.
Ridley fue el primero en consolar a su amigo. “Ten ánimo, hermano, porque
Dios aliviará la furia de la llama o nos fortalecerá para sufrirla”. Mientras el
manojo de palos se incendiaba debajo de ellos, Latimer tuvo su turno.
Alzando la voz para que Ridley pudiera oírlo, exclamó: “Tenga confianza,
maestro Ridley, y tengamos valor; este día encenderemos una vela en
Inglaterra, que por la gracia de Dios, confío que jamás se apagará”.
Tres años más tarde, María I murió y el reino pasó a su media hermana
Elizabeth, una reina protestante. Y la vela de Latimer y Ridley estalló,
convirtiéndose en una antorcha.
En el siglo siguiente fueron los puritanos quienes mantuvieron esa antorcha
encendida, luego en el siglo 18 fue Wesley, el gran estratega que prendió
fuego a toda Inglaterra con sus sociedades metodistas. De paso les cuento
que la primera vez que se predicó el evangelio en castellano lo hizo un
inglés el 25 de mayo de 1867 en la iglesia metodista de la calle Corrientes,
entre Maipú y Esmeralda, Capital Federal. Hasta ese momento siempre se
había hecho en inglés. El siglo 19, fue la cúspide de los grandes
predicadores en Inglaterra, e inicio de las misiones modernas de la mano de
Guillermo Carey en la India, Hudson Taylor en China y muchos que
dejaron la isla brumosa para llegar a nuestras costas trayéndonos la Palabra
de Dios. En el siglo 20 también hubo grandes predicadores como Campbell
Morgan, Martyn Lloyd Jones, Federico Meyer, John Sott. Hoy en día, en la
ciudad de Londres algunas de esas iglesias centenarias se convirtieron en
shoppings o mezquitas islámicas, pero Dios se ha guardado a unos pocos
que no han doblado la rodilla ante Baal. Recordemos hoy a aquellos que
pusieron esa vela en nuestros corazones. Si esa vela no se apaga, será la
mejor honra que podamos darles. Tratemos de aprender de la historia. Para
eso está.
20. Ulrico Zuinglio, El Gigante
Suizo 1484-1531
La carrera de Ulrich Zuinglio como reformador fue relativamente breve,
pero su liderazgo enérgico y multifacético fue crucial en los primeros días
del movimiento protestante.

Nacido del magistrado local principal de un pequeño pueblo alpino llamado


Wildhaus en 1484, Zuinglio asistió a las universidades de Viena y Basilea
antes de servir como sacerdote en la ciudad suiza de Glarus de 1506 a 1516.
Mientras era sacerdote en la ciudad de Einsiedeln los siguientes dos años
(1517-1518), Zuinglio rompió con la práctica tradicional católica romana al
predicar de manera clara y expositiva en la lengua vernácula alemana de su
pueblo. Tal predicación le valió un puesto en la ciudad libre o "cantón" de
Zúrich en 1519.

En Einsiedeln, Zuinglio había sido un ardiente estudiante del Nuevo


Testamento griego compilado recientemente por Erasmo de Rotterdam.
Ahora en Zurich, Zuinglio pasó seis años predicando directamente a través
del Nuevo Testamento, mezclándose con la gente de su parroquia,
escribiendo contra el dogma y las prácticas católicas no bíblicas, y
participando en debates públicos con las autoridades católicas ante los
líderes de la ciudad. Durante ese tiempo, los ayuntamientos de Zurich y el
cercano cantón de Berna votaron para adoptar el protestantismo.

Para sus debates públicos con las autoridades católicas a principios de 1523,
Zuinglio compuso "Los sesenta y siete artículos". La breve introducción y
conclusión del documento revela el profundo respeto de Zuinglio por la
autoridad de la Palabra de Dios y su firme creencia en el estatus único de la
Biblia como la única revelación de las buenas nuevas salvadoras de
Jesucristo y de la voluntad de Dios para el pueblo cristiano. La introducción
dice:
“Los artículos y opiniones a continuación, yo, Ulrich Zuinglio, confieso
haber predicado en la digna ciudad de Zurich según las Escrituras que se
llaman inspiradas por Dios. . . y donde ahora no he entendido correctamente
dichas Escrituras, permitiré que me enseñen mejor, pero solo de dichas
Escrituras”.

Zuinglio ampliaría estos artículos en un tratado de 1525 titulado "La


religión verdadera y falsa". En 1526, compuso "Diez tesis" para Berna, que
sirvió como un resumen sucinto de su perspectiva reformada.
Zuinglio, el gigante suizo de la Reforma, estaba particularmente indignado
por la pompa, la hipocresía y la idolatría de la religión hecha por el hombre.
Su trabajo para la reforma de Zurich y otros cantones suizos puede
concebirse mejor, tal vez, como un esfuerzo por liberar a las personas de las
cargas impuestas por un sistema religioso inventado por hombres que no
pueden cumplir su promesa de vida eterna.

El Artículo 7 de "Los Sesenta y Siete Artículos" establece que Cristo "es


una salvación eterna y la cabeza de todos los creyentes, que son su cuerpo,
pero que está muerto y no puede hacer nada sin él". Asistir a Misa,
participar en la llamada los sacramentos del catolicismo romano, o incluso
ser ordenado sacerdote no hicieron de alguien un miembro espiritualmente
vivo de la verdadera "ecclesia católica" (iglesia universal). Eso solo sucede
por el evangelio y el Espíritu.

Zuinglio era un activista que no solo tenía como objetivo enseñar y aplicar
la Biblia solo, sino que presionó a las autoridades eclesiásticas y civiles
para que realineen sus leyes y políticas con la palabra de Dios. Durante la
temporada de Cuaresma de 1522, Zuinglio dio su consentimiento tácito en
la casa de un feligrés, el impresor Christoph Froschauer, mientras él y sus
invitados comían salchichas, prohibidas por la Iglesia Católica Romana
durante la Cuaresma, pero un alimento local básico. Zuinglio presionó con
éxito a las autoridades de la ciudad de Zúrich para que liberaran a estos
hombres de la cárcel, donde los habían puesto por romper el ayuno
cuaresmal.

Aprovechando la indulgencia del concejo municipal, Zuinglio y otros diez


sacerdotes escribieron al obispo de Constanza solicitando el derecho de los
sacerdotes a casarse, ya que el requisito general del celibato clerical no era
bíblico y no era sabio. El propio Zuinglio ya vivía con una viuda, Anna
Reinhart, con quien se casó poco después de que Zurich se convirtiera en un
cantón protestante libre de la autoridad del obispo.

Zuinglio también tenía un profundo respeto por las mujeres y anhelaba que
experimentaran un auténtico discipulado cristiano. En 1522, visitó un
convento para dar una serie de conferencias tituladas "De la claridad y
certeza de la Palabra de Dios", lecciones teológicas sobre la doctrina de la
revelación y la interpretación de la Biblia.
El 11 de octubre de 1531, a los 47 años, Zuinglio murió desarmado en un
campo de batalla cerca de Kappel, Suiza, sirviendo como capellán de las
tropas protestantes, llevando solo una bandera y una Biblia.

En el momento de su muerte, Zuinglio estaba solo a una docena de años de


su vida como sacerdote en Einsiedeln, una carrera corta en comparación
con las décadas de reforma de Lutero y Calvino. Pero hay una razón por la
que Zuinglio es a menudo el tercer nombre que la gente menciona al
recordar la Reforma. Por la gracia de Dios, los doce años de este dinámico
reformador alejaron a innumerables hombres y mujeres suizos de la
ceremonia de los muertos y los llevaron a Jesucristo.

Heinrich Bullinger sucedió a Zuinglio como pastor de la iglesia Gross


Münster y director de la "Escuela de los Profetas" de Zurich, que capacitó a
hombres en lenguas bíblicas, exégesis y predicación. En la década de 1560,
Bullinger fue el autor principal de la Segunda Confesión Helvética,
adoptada poco después por las iglesias reformadas en Suiza, Escocia,
Hungría, Francia y Polonia. Sigue siendo hasta el día de hoy una de las
declaraciones doctrinales más influyentes y queridas de varias
denominaciones reformadas en todo el mundo.
21. Hans Gooseflesch, El
Reformador Accidental 1400-1468
Hans Gooseflesh alcanzó la mayoría de edad a comienzos de los siglos XIV
y XV, cuando el espíritu predominante de la época era "Dios debe estar
enojado". Sus padres y abuelos fueron la generación que vio a la Peste
Negra eliminar a un tercio de la población del continente. En algunas aldeas
europeas, hasta el sesenta por ciento de las personas perecieron.
Nació en una familia de clase alta. Su padre era un orfebre, lo llamaban "El
hombre de la Acuñación”, un fabricante de monedas y medallones.
Mientras deambulaba por la tienda de su padre cuando era niño, sin duda se
maravilló y probablemente incluso ayudó en el proceso de golpear las
monedas. El metal fundido se vertía en moldes (imagine pequeños moldes
para pasteles con guiones e imágenes ya grabados en los moldes). El molde
estaba hecho de una matriz lo suficientemente fuerte como para perforar
una impresión limpia de la moneda. El troquel en sí mismo fue
meticulosamente grabado a mano en acero templado por artesanos usando
herramientas afiladas similares a joyerías capaces de quitar el acero del
acero tan fácilmente como raspar una palmada de manteca de un palo.
Por desgracia, Hans no debía heredar el negocio familiar. Un levantamiento
de los gremios contra los empleadores, que incluyó al padre de Hans, hizo
que la familia se mudara a Eltville. Entonces, Hans necesitaba buscar otras
oportunidades de trabajo.
A raíz de la devastación de la peste, el catolicismo romano fomentó un
mercado de consumo extraordinario en bienes y servicios religiosos. Más
allá del tráfico de rosarios, íconos y crucifijos para abastecer a los fieles y
penitentes, surgió una floreciente industria turística que atrajo a cientos de
miles de peregrinos católicos ansiosos por ver las reliquias recuperadas de
Tierra Santa.
Un ojo de buey era una insignia con un espejo que podías usar cuando
visitabas reliquias exhibidas. La idea era si el espejo de la placa reflejaba el
reflejo de una reliquia, entonces, ¿cómo no ser bendecido? La Catedral de
Aquisgrán albergó cuatro de las llamadas Grandes Reliquias, y todavía lo
hace: la capa de María, los pañales de Cristo, la tela de decapitación de San
Juan y el taparrabos que decían que usó Jesús en la cruz. Hans Gooseflesh
formó una nueva empresa destinada a arrinconar el mercado de Ox Eyes en
la peregrinación de 1439. Una peregrinación que la ciudad de Aachen,
proyectaba para atraer a más de 100,000 peregrinos. Aprovechando su
experiencia en la fabricación de monedas, planeó producir en masa 32,000
ojos de buey y obtener una ganancia del 2,500 por ciento en la empresa.
Desafortunadamente, resultó ser un mal año de asistencia. La empresa
fracasó. Hans y sus inversores perdieron hasta la camisa. Pero en el proceso
de ingeniería de producción de Ox Eye crearon una propiedad intelectual
significativa.
La transferencia de conocimiento estaba pasando de la transmisión oral a
manuales escritos, directorios, historias. La gente quería libros. La mayor
parte de la demanda fue suministrada por copistas y escribas que, cuando
trabajan con seriedad, podrían imprimir un solo volumen, y nos referimos a
un solo volumen, de un comentario bíblico una vez cada cinco años. La
innovación de la impresión en bloques de madera ayudó a la absorción del
suministro de libros, pero los bloques de madera no perdonaron los errores,
se rompieron fácilmente y se limitaron a un solo uso.
Hans Gooseflesh hizo jugo de limón de su fallida puesta en marcha de Ox
Eye. En el proceso de descubrir cómo hacer recuerdos para los peregrinos
de Aquisgrán, concibió un método de construcción de formas en el que una
colección de personajes metálicos podría acumularse para crear, si lo desea,
un "bloque de metal" en lugar de un bloque de madera que podría se usa
para imprimir palabras claras y legibles en una página, y luego se desarma,
reordena y reutiliza para crear nuevos formularios para proyectos
completamente diferentes. Fue una variación de la matriz, el molde y el
punzonado de su infancia realizados en miniatura para reunir legiones de
mercenarios de metal perpetuamente listos para la redistribución.
Johannes Gensfleisch zur Laden zum Gutenberg (conocido como "Hans
Gooseflesh") murió cincuenta años antes de que Martin Lutero clavara sus
95 tesis en la puerta. Nunca predicó un sermón. Nunca fue autor de un
tratado teológico. De hecho, Hans Gooseflesh, aparte de su Biblia
homónima de Gutenberg, hizo un negocio de pancartas en la impresión de
indulgencias papales. Era un reformador solo por accidente, o mejor aún,
por gracia común. Pero la rápida estandarización de la industria de la
impresión al sistema de tipo móvil de Gutenberg creó una capacidad de
producción y distribución que permitió a los títulos de Lutero ocupar el
treinta por ciento de un mercado inaudito de siete millones de libros en
Alemania entre 1518 y 1525.
Los chinos habían inventado el tipo móvil siete siglos antes, pero su sistema
de escritura era demasiado complejo para utilizarlo. El mundo musulmán se
resistió al uso de la impresión durante cuatrocientos años después de la
invención del tipo móvil. Entonces, en una ventana única de la historia
humana, Dios levantó un fabricante de tchotchke que nunca hizo el bien
para allanar el camino para que un monje espiritualmente torturado, y sus
sucesores, reclamen la palabra de Dios y restablezcan la historia de la
redención.
22. Heinrch Bullinger, La Barba de
Zurich 1504-1575
En una época cuando el sacerdocio célibe se separaba de la gente
demostrándolo en parte con un rostro sin afeitar, los reformadores
protestantes se dejaban crecer la barba para realizar una protesta. Buscaban
restaurar la masculinidad y la humanidad al liderazgo de la iglesia, y no
temían escribir la protesta en sus rostros.
Se nos cuenta que Heinrich Bullinger, el ministro principal en Zúrich, la
importante ciudad en Suiza, poseía la mejor barba de todos. Un historiador
describe la barba de Bullinger como “majestuosamente poblada”, y su barba
no estaba totalmente desconectada de la teología que acariciaba y ayudó a
desarrollar después de la primera pérdida estremecedora de la Reforma.

Bullinger, el hijo de un sacerdote católico, nació en el pueblo Suizo de


Bremgarten en al año 1504. Fue a la Universidad de Koln en Alemania en
1519 para estudiar humanidades, y no teología medieval. Mientras estuvo
allá, se topó con una quema de libros escritos por Martín Lutero, y se
interesó en ellos. En este momento se determinó a leer los escritos de
Lutero por sí mismo, y cuando lo hizo, su mundo se volteó de cabeza. Tenía
18 años, y ahora era un converso al protestantismo.
En el año 1523, un año después de su conversión, Bullinger conoció a
Ulrico Zuinglio (1484-1531), quien se convirtió en 1519, más o menos al
mismo tiempo que Lutero, y con rapidez se hizo el líder de la reforma suiza.
Zuinglio tenía 20 años más que Bullinger, pero los dos se aliaron, y ocho
años después sus vidas se conectaron cuando un desastre golpeó el
movimiento reformado.

Zuinglio no era solamente pastor en Zúrich, sino también capellán del


ejército. El 11 de octubre de 1531, el gran reformador se unió a la Batalla de
Kappel para defender la ciudad en contra de las fuerzas católicas. Fue
herido, encontrado por el ejército invasor, y ejecutado.
Después de esta pérdida protestante, el pueblo nativo de Bullinger, en donde
pastoreaba una iglesia protestante, fue amenazado. Huyó a Zúrich. Allá
recibió en su propio hogar a la esposa y dos hijos de su amigo que había
muerto, y en dos semanas fue escogido para ser el sucesor de su amigo,
convirtiéndose en el ministro principal en Zúrich, un papel que cumpliría
por 44 años, desde la edad de los 27 años hasta su muerte a la edad de 71,
en el año 1575.

A menudo la historia atribuye a los grandes hombres tanto fortalezas como


debilidades. Una de las contribuciones más significativas de Bullinger fue
su forma primitiva de la teología del pacto. En esto siguió en los pasos de
Zuinglio, quien organizó su teología siguiendo el tema de los pactos, y no
las categorías medievales.
El centro de la teología de Zuinglio se ubicó en el pacto de la creación que
Dios hizo con Adán. Bullinger llevó el enfoque de aquella teología a un
nivel más alto de madurez al enfocarse en Abraham, un paso correcto, pero
así como dice el historiador David Steinmetz, los dos ubicaron el centro de
su teología en el Antiguo Testamento en vez del Nuevo Testamento. El bien
de esto fue leer la Biblia como una historia unificada; el mal fue una
tendencia a disminuir (o rechazar) las discontinuidades reveladas en el
Nuevo Testamento.
En resumen, Zuinglio y Bullinger leían la Biblia entera, pero todavía una
Biblia plana. Lo que todavía no está claro para los historiadores es cuánto
de esa teología del pacto resultó en el maltrato de los que fueron llamados
anabaptistas (los que se bautizaban otra vez al ser adultos) en Zúrich, y
cuánto de esa teología se desarrolló en respuesta a esos “radicales”. En
1525, Zuinglio y Bullinger se juntaron y defendieron el bautismo de
infantes en una disputa pública contra los anabaptistas, y esto resultó en que
algunos de ellos fueran ahogados. Ya hablamos del anabaptista Félix Manz.
Bullinger también estaba de acuerdo con Zuinglio en su oposición a la
música en la iglesia, a causa del peligro de que pudiera convertirse en un
ídolo y entorpecer la alabanza verdadera. Bullinger hizo que los instintos de
Zuinglio se materializaran, y la música no fue restaurada a la iglesia hasta
casi 25 años después de la muerte de Bullinger.

Sin embargo, su vida y legado no es el de uno que causa división, sino de


uno que trajo unidad. Debajo de su barba majestuosa estaba uno de los
corazones más grandes de la época de la Reforma, y uno de los
pacificadores más incansables. A pesar de que de rara vez se fue de Zurich,
se involucraba en mucha correspondencia personal (aproximadamente
12,000 de sus cartas han sobrevivido) para aconsejar y construir coaliciones
con los líderes reformados en toda Europa.
Más que por su predicación talentosa, se le conoce por su paciencia,
sabiduría, y espíritu generoso. Estabilizó la iglesia de Zúrich, que era joven
e influyente, no solamente después de su tragedia estremecedora, sino
también por más de cuarenta años. La llevó a la madurez y desarrolló lo que
Zuinglio había comenzado. Según Steinmetz: “Sin Zuinglio no habría una
reforma en Zúrich, pero sin Bullinger, no habría durado”.
23. Conrado Grebel, El
Reformador Radical 1498-1526
El suizo de la reforma radical. Conrado Grebel era un radical entre
radicales, la visión de Conrad Grebel para la iglesia es una que es familiar
para la mayoría de los evangélicos actualmente. Pero en su tiempo causó
que se convirtiera en un exiliado, no solamente del Catolicismo Romano,
sino también entre los reformadores.
Grebel nació en 1498, en una familia prominente en Zúrich. En 1524, su
carrera universitaria aparentemente prometedora comenzó en Basilea. Pero
todo empezó a salirse de control cuando sus diferencias de opinión con su
maestro, sus peleas, y su manera inmoral de vivir causaron que su padre ya
no le diera dinero. Castigado, volvió a su hogar en Zúrich, donde se hizo
amigo de un grupo de humanistas que estudiaban la Biblia en griego,
hebreo, y latín bajo de la instrucción de Ulrico Zuinglio.
En algún momento después de su tiempo con Zuinglio, la vida de Grebel
cambió. Se casó con una mujer de una clase social inferior a la suya —lo
cual resultó en más distancia entre él y su familia— y fue convertido, lo que
fue evidenciado por un cambio drástico en su estilo de vida. No pasó mucho
tiempo antes de que Grebel se volviera uno de los partidarios más
entusiastas de Zuinglio y se ganara la reputación de ser un talentoso testigo
del evangelio.
Pero solamente pasó poco más de un año cuando, en octubre de 1523, una
división empezó de emerger entre los dos hombres. ¿Por qué? La misa. En
una disputa pública, los dos hombres estuvieron a favor de abolir la misa,
pero cuando Zuinglio vio que los hombres del consejo municipal no estaban
listos para ir tan lejos, cedió a no dejar la misa. Esto era impensable para
Grebel, quien creía que lo que se enseña claramente en la Palabra de Dios
debe ser obedecido sin retraso. Ambas partes se sintieron traicionadas:
Grebel sintió que Zuinglio accedió a hacer lo que había condenado como
abominable (continuar ofreciendo la misa), y Zuinglio sintió que Grebel
estaba siendo malagradecido y demandante.
Esta disputa nos deja ver una de las más grandes diferencias entre Grebel y
los principales reformadores: ¿A quién responde la Iglesia? Grebel estaba
convencido de que los hombres del consejo municipal no debían tener
autoridad sobre la iglesia y sus prácticas; aun más, no deben tener autoridad
sobre la Palabra de Dios misma. Por el otro lado, no creía que la iglesia
debiera tener autoridad sobre el estado, y se opuso al diezmo obligatorio y
cosas similares. Las semillas de la separación entre la iglesia y el estado
estaban germinando. Para nosotros, esta separación es tan familiar como el
aire que respiramos; para ellos, fue revolucionario. Pero tengan en cuenta
que hoy le llamamos reforma radical, porque fueron más allá de Lutero y
Calvino. Así como Zuinglio se sentía deudor de la autoridad política,
también Lutero y Calvino lo estaban.
La gota que derramó el vaso en la asociación de Grebel con los principales
reformadores tuvo que ver con el bautismo de infantes. Grebel esperaba que
quizá Zuinglio estuviera de acuerdo con su convicción de que solamente los
adultos creyentes deben ser bautizados, pero no lo estuvo.
El 17 de enero de 1525, Zuinglio llamó a un debate público para forzar el
asunto. Grebel fue acompañado por Felix Manz y George Blaurock en el
lado del bautismo de creyentes. Al final, el concejo municipal estuvo de
acuerdo con Zuinglio y demandó que el grupo de Grebel ya no se reuniera
en sus estudios bíblicos. También ordenaron que todos los infantes que no
habían sido bautizados fueran traídos para el bautismo o serían exiliados.
La hija de Grebel tenía dos semanas y, en las palabras de Grebel, “[Ella]
todavía no había sido bautizada en una pila católica romana”. Y eso no
pasaría mientras Grebel viviera… lo cual no iba ser mucho tiempo.
Unos pocos días después del debate, Grebel se reunió con los radicales
exiliados en la casa de Félix Manz, y llevó a cabo el primer bautismo de un
adulto con Blaurock, un hombre casado que antes había sido sacerdote.
Durante los meses siguientes, Grebel predicó el evangelio de “arrepiéntete y
sé bautizado” en Saint. Gall, y alrededor de 500 personas respondieron e
hicieron justamente eso.
Grebel fue arrestado y encarcelado en octubre de 1525. Después de escapar
de la cárcel el año siguiente, continuó predicando el evangelio hasta que
murió de la plaga unos pocos meses después.
La fuerza detrás de las acciones y reformas doctrinales de Grebel puede ser
resumida de esta manera: predique y obedezca la Palabra sin reservas. En
sus propias palabras,
“Busca de todo corazón predicar solamente la Palabra de Dios sin temor;
establecer y defender solamente las prácticas divinas; estimar como bueno y
justo solamente lo que puede ser encontrado claramente en las Escrituras; y
rechazar, odiar, y maldecir todas las maquinaciones, palabras, prácticas, y
opiniones de los hombres, aun las tuyas”.
24. Félix Manz, Uno de los
Primeros Mártires de la Reforma
1498-1527
No hubo muchos grandes líderes que murieran por su fe en el campo
Reformado. Casi todos murieron cómodamente en sus camas. Me siento
muy cerca de estos hermanos por las posiciones doctrinales que
sostuvieron. Se lo encuadra dentro de la reforma radical, ni con Lutero ni
con Calvino, quienes supieron perseguir a estos hermanos. Les presento a
Félix Manz. Nace en Zurich en 1498. Hijo de un sacerdote católico, que
llegó a ser canónigo del Grossmünster en Zúrich, Félix tuvo una buena
educación escolar que le capacitó en el manejo del latín, griego y hebreo.
En 1522 se une al grupo dirigido por Zuinglio que estudiaba el Nuevo
Testamento en griego, en la edición realizada por Erasmo en 1516. Por la
renuencia de Zuinglio a poner en práctica las conclusiones a que habían
llegado en el grupo de estudio bíblico, Manz, junto con Conrado Grebel y
otros, deciden comenzar a tomar distancia del reformador de Zurich.
Conrado Grebel, Andrés Castelberger, Félix Manz, y otros, tienen noticias
de lo que está sucediendo en Alemania con el movimiento encabezado por
Thomas Müntzer, consistente en tomar el cielo por asalto, es decir instaurar
un régimen político y religioso igualitario mediante la fuerza, por lo que le
envían una carta (otoño de 1524) para informarle sobre los descubrimientos
a que han llegado en su lectura del Nuevo Testamento en relación al uso de
la violencia, el bautismo, la Cena del Señor, y el seguimiento ético de Jesús.
En lo concerniente al uso de la violencia para defender al Evangelio, le
reprochan a Müntzer: “Tampoco hay que proteger con la espada al
Evangelio y a sus adherentes, y éstos tampoco deben hacerlo por sí mismos
–según sabemos por nuestro hermano- tú opinas y sostienes. Los verdaderos
fieles cristianos son ovejas entre los lobos, ovejas para el sacrificio. Deben
ser bautizados en la angustia y en el peligro, en la aflicción, la persecución,
el dolor y la muerte. Deben pasar la prueba de fuego y alcanzar la patria del
eterno descanso no destruyendo a los enemigos físicos, sino inmolando a
los enemigos espirituales”. Esto último, lo de inmolar a los enemigos
espirituales, por supuesto debe ser tomado en un sentido figurado, en el
contexto de la misiva que constituye el primer testimonio del pacifismo de
la Reforma radical. En diciembre de 1524 Manz envía un escrito tanto al
Pequeño Concejo como al Gran Concejo de Zúrich, donde da respuesta a
las acusaciones en su contra de ser “revolucionario y bestia”. Pero sobre
todo se ocupa de explicar sus ideas acerca del bautismo de creyentes, el
cual, de practicarse, no tendría por qué ser un factor desestabilizador del
gobierno. Claro, siempre y cuando, se estableciera la separación Iglesia-
Estado, pero mientras existiese la simbiosis necesariamente el disidente en
cuestiones teológicas era, inevitablemente, también adversario político. En
su exposición escrita, Manz cita varios pasajes neotestamentarios sobre el
bautismo. De manera especial se ocupa de Mateo 28:18-20, y del caso en
que Ananías bautiza a Pablo comenta: “A partir de estas palabras vemos
claramente qué es el bautismo y cuándo debe practicarse. Debe bautizarse a
la persona que se haya convertido por medio de la Palabra de Dios, que
haya cambiado su corazón y que, desde ese momento en adelante, desee
vivir en vida nueva”. Para Manz la naturaleza del bautismo de creyentes
excluía el bautismo de infantes. De manera organizada y bajo terribles
amenazas de persecución y muerte, algunos discípulos del reformador
Ulrico Zuinglio deciden romper con él y practicar el bautismo de creyentes,
ya no de infantes. Es así que en la fría noche del 21 de enero de 1525, en
casa de Félix Manz, Jorge Cajakob le pide a Conrado Grebel que, en
obediencia a la enseñanza de Jesucristo, le bautice. Acto seguido Cajakob
bautiza al resto del grupo, diez personas. Manz, Grebel Cajakob y los
demás presentes en el sencillo acto entendían que el mismo era contrario a
lo normado por la Iglesia oficial, que encabezaba Ulrico Zuinglio, y que por
lo tanto podrían sufrir graves represalias. No obstante decidieron actuar en
consecuencia con sus creencias y comprensión del Evangelio. Buscaban
restituir el cristianismo, no reformarlo. Al día siguiente de los bautizos en
casa de Félix Manz el 21 de enero de 1525, él y los otros se dan febrilmente
a la tarea de evangelizar persona a persona y de bautizar a quienes se
convierten y manifiestan su deseo de unirse a la iglesia de creyentes. Él,
Grebel y Cajakob se encontraban en dichas actividades cuando los dos
últimos son apresados en Groningen, el 8 de octubre de 1525. Manz evade a
los captores, pero el treinta y uno se une a los ya encarcelados en la Torre
de Bruja en Zurich. El trío es llevado a juicio el 18 de noviembre de 1525, y
condenado por “su anabautismo y su conducta impropia, a permanecer en la
torre con una dieta de pan y agua, y a nadie, excepto a los guardias, se le
permitía visitarlos”. Pronto les harían compañía otros anabaptistas.
Recuerden que ellos se llamaban así mismo “Hermanos Suizos”, el nombre
de rebautizadores o anabautisas se lo dieron sus enemigos.
Continuaremos…

A lo largo del gélido invierno los carceleros podían escuchar las oraciones,
cánticos y predicaciones de los anabaptistas presos, A pesar de las
inclementes condiciones de la prisión, Grebel se dio a la tarea de escribir un
trabajo prometido a los hermanos de Groningen acerca del bautismo.
Conrado había afirmado antes de ser encarcelado que “si ellos [sus
perseguidores] permitían que su escrito fuera impreso, él estaría dispuesto a
discutir con el maestro Ulrico Zuinglio, y si el maestro Ulrico Zuinglio
resultara vencedor, él, Conrado, estaría dispuesto a ser quemado; mientras
que si él resultara vencedor no exigiría que Zuinglio fuera quemado”. Tras
cinco meses de encarcelamiento el osado Conrado Grebel solicita
autorización para que su escrito sobre el bautismo fuera impreso. La
petición, por supuesto, es rechazada después de haberse verificado un
segundo juicio contra Grebel, Manz y Cajakob los días 5 y 6 de marzo de
1526. Todos reciben condena de cadena perpetua. Un nuevo mandato
ordenaba castigar el acto de bautizar adultos con la pena de muerte. El 21
de marzo, con ayuda de simpatizantes y seguidores, los anabaptistas presos
escapan de la cárcel. Bajo persecución Grebel y Manz se dirigen a otros
cantones (Appenzell y Graubünden) para continuar con su ministerio
itinerante. Más tarde Manz y Grebel se separan, éste se encamina a
Maeienfield, en el Oberland, donde muere en agosto de 1526. De los tres,
Grebel es el único que tiene una muerte natural. Por su frágil salud es presa
fácil de la peste. Félix Manz es sentenciado por las autoridades protestantes
de Zurich a morir ahogado (5 de enero de 1527). Jorge Cajakob es llevado
por las autoridades católicas austriacas a la hoguera (6 de septiembre de
1529). A dos semanas de haberse evadido del encarcelamiento, es
aprehendido el 12 de octubre, en San Gallen, y liberado poco después con la
advertencia de que abandone sus enseñanzas o se atenga a las
consecuencias. En diciembre es arrestado, junto con Jorge Cajakob, en un
bosque de Groningen. La Enciclopedia Menonita consigna que el 5 de
enero de 1527 Manz fue sentenciado a muerte “porque contrario a la ley y
las costumbres cristianas se había involucrado en el anabautismo, porque
confesó haber dicho que quería reunir a los que querían aceptar y seguir a
Cristo, y unirse a ellos por medio del bautismo, de manera que sus
seguidores se separaron de la Iglesia Cristiana y estaban a punto de levantar
y preparar una secta propia […] porque él había condenado la pena capital
[…] ya que tal doctrina es perjudicial para el uso unificado de toda la
cristiandad, y conduce al delito, a la insurrección y a la sedición contra el
gobierno, […] Manz debe ser entregado al verdugo quien amarrará sus
manos, lo pondrá en un bote y lo llevará a la cabaña más abajo; allí el
verdugo meterá sus rodillas entre las manos atadas, pasará un palo entre sus
rodillas y brazos y en esta posición lo lanzará al agua para que perezca en el
agua. Con eso se habrá apaciguado la ley y la justicia […] Sus propiedades
también deberán ser confiscadas por sus señorías”. El mismo día que se
dictó sentencia contra Manz y se cumplimentó la ejecución. Fue llevado
desde la prisión Wellenberg, en el trayecto hacia el lugar donde sería
cruelmente ahogado, el río Limmat, iba testificando de su fe a quienes le
conducían y a una audiencia enmudecida. Una voz se hizo escuchar, era la
de su madre, que le animaba a permanecer fiel a Cristo y su Evangelio. En
el bote, mientras sus verdugos le ataban manos y piernas, Manz, así dejó
constancia el cronista de Zurich, Bernhard Wyss, iba cantando In manus
tuas, Domine, commendo spiritum meum(En tus manos, Señor, encomiendo
mi espíritu).
25. Juan Knox, Reformador
Escocés 1513-1572
A principios de los años 1500, Escocia tenía algo en común con el resto de
Europa: una iglesia profundamente corrupta y espiritualmente empobrecida,
con un liderazgo moralmente moribundo. Para citar un ejemplo notorio,
David Beaton, cardenal y arzobispo, engendró ilegítimamente al menos
catorce hijos. Demasiado para el celibato en acción. La ignorancia espiritual
era tal, que George Buchanan podía afirmar que algunos sacerdotes
pensaban que el Nuevo Testamento era un libro publicado recientemente
por Martín Lutero.
Cuando entra Juan Knox, y la Reforma estaba en marcha.
Nacido en Haddington, entre 1513 y 1515, Knox recibió su educación
localmente y luego en la Universidad de St. Andrews. Se convirtió en
sacerdote y regresó a su región natal como notario y tutor. Sabemos tan
poco acerca de su conversión como sabemos sobre la de Calvino.

Después del martirio del protestante George Wishart en St. Andrews, Knox
llegó a la ciudad con algunos de sus estudiantes jóvenes y, en 1547, se unió
al grupo de reformadores que vivían en el castillo allí. Cuando Knox fue
nombrado para predicar, se negó, pero fue prácticamente obligado a aceptar
un llamado de la congregación del castillo para convertirse en su ministro.
En cuestión de meses, sin embargo, el castillo fue asediado por barcos
franceses en la Bahía de St. Andrews. Knox y otros fueron capturados, y se
convirtió en un esclavo de galeras durante el próximo año y medio.
En 1549, Knox fue liberado y se dirigió a Inglaterra. Pastoreó una
congregación en Berwick, pero pronto se trasladó a Newcastle. Luego se
convirtió en capellán real durante los días del joven Eduardo VI, el Rey. La
muerte de Eduardo en 1553 fue un duro golpe para el partido reformista en
Inglaterra, lo que llevó a la entronización de María Tudor (“esa idólatra
Jezabel”, fueron las palabras cuidadosamente elegidas por Knox para
describirla). Knox buscó refugio en el continente.
Entre 1553 y 1559, Knox vivió una existencia algo nómada. Pasó algún
tiempo con Calvino en Ginebra, llamándolo “la escuela más perfecta de
Cristo… desde los días de los apóstoles”. A partir de entonces, aceptó un
llamado para pastorear la congregación de habla inglesa en Frankfurt,
Alemania.
Knox se casó con la inglesa Marjorie Bowes y, en 1556, regresó a Ginebra,
donde pastoreó una congregación de unos doscientos refugiados. Al año
siguiente, recibió una invitación urgente para regresar a Escocia: 1558 era el
tiempo programado para el matrimonio de la joven María, Reina de
Escocia, con el hijo mayor del Rey de Francia, un evento que parecía
destinar a Escocia a un gobierno católico permanente.

En 1559, Knox finalmente volvió a casa para comenzar su fase más


importante del ministerio público como el campeón de Kirk (el término
escocés para la Iglesia). A pesar de sus largas ausencias de su tierra natal,
varias cosas equiparon a Knox para dirigir la Reforma allí: su nombre se
asociaba con los héroes de los últimos tiempos, sus sufrimientos
autenticaban su compromiso, su amplia experiencia lo había preparado para
el liderazgo, y su sentido del llamado le hizo “no temer a ningún hombre”.
Así, durante los siguientes trece años, Knox se entregó a la reforma de
Escocia.
Juan Knox no solía predicar si no tenía un mensaje que dar. Subía entonces
al púlpito, y le decía a la congregación, “Hermanos, hoy no tengo mensaje”.
Aunque les parezca un acto de irresponsabilidad, Knox no predicaba
sermones preparados con mucha elocuencia y poco corazón. Deberíamos
aprender de él.
En el verano de 1572, Knox era una sombra de su antiguo yo, y en
noviembre, estaba claro que no estaría mucho tiempo en este mundo. En la
mañana del 24 de noviembre, le pidió a su segunda esposa, Margaret, que le
leyera 1 Corintios 15, y alrededor de las cinco de la tarde llegó su última
petición: “Lee dónde arrojé mi primera ancla”. Ella leyó Juan 17. Al final
de la noche, Knox se había ido.
Se han dado muchas explicaciones para la influencia de Knox y la Reforma
Escocesa. Sin duda había muchos factores en acción en la providencia de
Dios que provocó tal renovación espiritual. Pero la convicción de Knox era
ésta: “Dios dio su Espíritu Santo en gran abundancia a hombres sencillos”.
En esto radica la mejor lección de su vida. Es conocida la oración de Juan
Knox: “Dame Escocia, o me muero”. La Reina María, la sanguinaria, reina
de Escocia, solía decir que temía más las oraciones de Knox que a todos los
ejércitos congregados de Europa.
26. Juan Calvino, El Genio de
Ginebra 1509-1564
En el otoño de 1539, Juan Calvino le escribió a Sadoleto, un cardenal
italiano que buscaba recuperar a Ginebra para la Iglesia católica romana:
“[Tu] celo por la vida celestial [es] un celo que mantiene a un hombre
enteramente consagrado a sí mismo y no lo hace, de ninguna manera,
despertar para santificar el nombre de Dios”. Él continúa diciendo que
Sadoleto debería “establecer ante [el hombre], como el motivo principal de
su existencia, un celo para ilustrar la gloria de Dios”.
Esta sería una bandera adecuada sobre toda la vida y trabajo de Calvino:
celo para ilustrar la gloria de Dios. El significado esencial de la vida y la
predicación de Calvino es que recuperó y encarnó una pasión por la
realidad absoluta y la majestad de Dios.

Calvino nació el 10 de julio de 1509 en Noyon, Francia, cuando el monje


Martín Lutero tenía 25 años y acababa de comenzar a enseñar la Biblia en
Wittenberg. El mensaje y el espíritu de la Reforma no llegarían a Calvino
durante veinte años, y mientras tanto dedicó sus años de adultez al estudio
de la teología medieval, la ley, y los clásicos.
Pero para 1533, algo dramático había sucedido en su vida a través de la
influencia de la enseñanza de la Reforma. Calvino relata cómo había estado
luchando para vivir la fe católica con celo cuando “Dios, por una repentina
conversión sometida, llevó mi mente a un marco de enseñanza… Habiendo
recibido así cierta muestra y conocimiento de la verdadera devoción,
inmediatamente me inflamé con [un] intenso deseo de progresar”
(Selecciones de sus escritos, 26).
De repente, Calvino vio y probó en las Escrituras la majestad de Dios. Y en
ese momento, tanto Dios como la Palabra de Dios fueron tan
poderosamente reales en su alma que se convirtió en el siervo amoroso de
Dios y su Palabra por el resto de su vida.

Calvino sabía qué clase de ministerio deseaba. Él quería el gozo de la


tranquilidad literaria para poder promover la fe reformada como un erudito.
Pero Dios tenía planes radicalmente diferentes.
Después de escapar de París y finalmente abandonar Francia por completo,
Calvino se propuso ir a Estrasburgo para tener una vida de producción
literaria pacífica. Pero mientras Calvino se quedaba a pasar la noche en
Ginebra, Guillermo Farel, el fogoso líder de la Reforma en esa ciudad,
descubrió que estaba allí y lo buscó. Fue una reunión que cambió el curso
de la historia, no solo para Ginebra, sino para el mundo. Calvino recuerda,
“Farel, quien ardía con un celo extraordinario para avanzar el evangelio,
inmediatamente supo que mi corazón estaba decidido a dedicarme a los
estudios privados… y al descubrir que no obtenía nada con súplicas,
procedió a proferir una imprecación de que Dios maldeciría mi retiro y la
tranquilidad de los estudios que buscaba, si me retiraba y negaba brindar
ayuda, cuando la necesidad era tan urgente. Por esta imprecación, estaba tan
atemorizado que desistí del viaje que había emprendido”.
El curso de su vida cambió irrevocablemente. Nunca más Calvino trabajaría
en lo que él llamó la “tranquilidad de los estudios”. A partir de ahora, cada
página de los 48 volúmenes de libros, tratados y sermones y comentarios y
cartas que escribió, serían elaborados en el yunque de la responsabilidad
pastoral. Durante los siguientes 28 años (aparte de una pausa de dos años),
Calvino se entregó a exponer la Palabra –a mostrar la majestad de Dios en
las Escrituras a su rebaño ginebrino.

La necesidad de la Reforma fue fundamentalmente esto: Roma había


“destruido la gloria de Cristo de muchas maneras”. La razón, según
Calvino, de que la iglesia fue “llevada a cabo con tantas doctrinas extrañas”
fue “porque la excelencia de Cristo no es percibida por nosotros”. En otras
palabras, el gran guardián de la ortodoxia bíblica a lo largo de los siglos
siente una pasión por la gloria y la excelencia de Dios en Cristo.
El problema no es, en primer lugar, los puntos de la Reforma bien
conocidos por todos: justificación, abusos sacerdotales, transubstanciación,
oraciones a los santos, y autoridad papal. Detrás de todos ellos, el riesgo en
todos, para Calvino, era el problema fundamental de si la gloria de Dios
brillaba en su plenitud, o si de alguna manera estaba disminuyendo. Desde
el comienzo de su ministerio hasta el final de su vida, la luz que guió su
visión fue la centralidad y la supremacía y la majestad de la gloria de Dios.
Geerhardus Vos ha argumentado que este enfoque en la gloria de Dios es la
razón por la cual la tradición reformada tuvo más éxito que la tradición
luterana en “dominar el contenido valioso de las Escrituras”. Ambos se
habían “lanzado a las Escrituras”. Pero había una diferencia:
Debido a que la teología reformada se apoderó de las Escrituras en la raíz
de su idea más profunda, estaba en condiciones de trabajar más a fondo con
ellas desde este punto central y dejar que cada parte de su contenido saliera
a la luz. Esta idea de raíz sirvió como la clave para descifrar los ricos
tesoros de las Escrituras, fue la preminencia de la gloria de Dios en la
consideración de todo lo que ha sido creado. [Escritos breves, 243]

El verdadero genio de Ginebra no fue la mente de Juan Calvino, sino la


pasión por la gloria de Dios. Cada generación necesita descifrar los tesoros
de las Escrituras para los peligros y posibilidades peculiares de su propio
tiempo. Nuestra generación no menos que ninguna. Creo que solo lo
haremos bien si hemos sido dominados profunda y gozosamente por la
mayor realidad que revelan las Escrituras: la autoridad de la gloria de Dios.
27. Roberto Estienne, La Tinta de
la Reforma 1503-1559
La portada de la edición de 1559 de los Institutos de Religión Cristiana de
Juan Calvino lleva la señal de su impresora en Ginebra: un olivo desgarrado
de varias ramas. Las ramas rotas se representan a mediados de otoño y están
rodeadas por el lema Noli altum sapere, "No seas arrogante". El árbol
también tiene vendas donde se han injertado otras ramas.

Una versión anterior de este dispositivo, vista en el Thesaurus Latinæ


linguæ de 1531, agrega la frase sed time, "sino teme". El hombre en el
grabado podría ser el apóstol Pablo, autor de estas palabras en Romanos 11:
19-20. Por otra parte, las piedras alrededor de los pies del hombre sugieren
que la figura también podría ser Esteban, cuya predicación convincente y
martirio se retrata en Hechos 7.

La conjunción de estas dos alusiones bíblicas aquí es significativa porque el


dispositivo pertenece al tipógrafo, impresor y erudito Robert Estienne, o
"Robertus Stephanus". La vida y la carrera de Estienne mostraron muchas
de las marcas de la Reforma.

Estienne no solo fue una imprenta importante en el continente durante los


primeros años del siglo XVI, sino que también fue un estudioso de la Biblia
y la literatura clásica. Mientras trabajaba en París durante el gobierno del
rey Francisco I, su habilidad fue tal que Estienne fue nombrado "Tipógrafo
Real": la impresora del rey en hebreo y latín en 1539, y luego la impresora
del rey en griego en 1542.

El rey de Francia entendió bien el nuevo impulso humanista hacia el estudio


de textos antiguos. Estienne escribió: "Lejos de guardar rencor a nadie los
registros de escritores antiguos que él, a un gran costo real, ha obtenido de
Italia y Grecia, tiene la intención de ponerlos a disposición y servicio de
todos los hombres".
Durante sus años en Francia, Estienne compiló e imprimió muchos libros
con enfoque lingüístico: una cartilla griega, un diccionario latín-francés y el
Thesaurus linguæ latinæ. También comenzó a trabajar en el importante
Thesaurus linguæ graecæ, que serviría como estándar de la lexicografía
griega, y por lo tanto bíblica, hasta al menos el siglo XIX.
Al igual que con muchos estudiosos de la era de la Reforma, el amor de
Estienne por la literatura clásica antigua iba de la mano con un enfoque en
la Biblia tanto en la traducción de la Vulgata latina como en sus versiones
originales en hebreo y griego. Imprimió el Antiguo Testamento hebreo dos
veces, y sus múltiples ediciones del Nuevo Testamento griego fueron muy
influyentes y beneficiosas para el trabajo teológico de la Reforma.

Fue Estienne quien creó el mejor y último sistema de división y numeración


de versos que nuestras Biblias exhiben hoy. La famosa Editio Regia de
1550 es una obra maestra de erudición, arte y habilidad técnica: el primer
Nuevo Testamento griego que incluye un aparato crítico para mostrar
lecturas variantes. Variantes que Estienne encontró en los quince
manuscritos que consultó. Es esta edición, con sus espléndidas letras
griegas cortadas por Claude Garamond, la que se convirtió en la base de la
Biblia de Ginebra en inglés, así como del estudio de las Escrituras en los
siglos venideros. Garamond pasó a ser un tipo de letra en el programa
Word.

Para 1550, Estienne había impreso muchas ediciones de la Biblia Vulgata


Latina en París, pero su beca lo había llevado "en dos direcciones" desde
ese texto eclesialmente autorizado: hacia atrás, "detrás de la traducción a los
textos originales" y hacia adelante, a más explicaciones completas y
cuidadosas en sus textos para el "lector educado ordinario", que
"difícilmente podrían evitar invadir el dominio de la exégesis" (Robert
Estienne, Imprentero Real, 76-78).
En la edición de 1545, incluyó un conjunto de notas marginales no
autorizadas que discutían la legitimidad de la interpretación de la Vulgata
de los textos originales, y su propia interpretación de los textos griegos y
hebreos en una nueva versión latina paralela a la Vulgata. En última
instancia, este libro generó sospechas de herejía, de "puntos de vista
luteranos" y de la huida de Estienne de París hacia el refugio de Ginebra en
1550.
En Ginebra, ahora apoyando abiertamente el movimiento protestante,
Estienne instaló su imprenta y se convirtió en la impresora por excelencia
de la causa de la Reforma. Su Biblia francesa de 1553 continuó con el
énfasis de la Reforma en la lectura laica de las Escrituras en lenguas
vernáculas, y sus ediciones de los Institutos y Comentarios de Calvino,
junto con otros escritos protestantes, sirvieron al creciente movimiento en
su deseo de escuchar con claridad y ser gobernados por las Escrituras.

La edición de 1559 de los Institutos fue "el resumen más completo de la


doctrina protestante durante la Reforma" ("Institutos" de Juan Calvino,
219), y posiblemente el volumen más importante que surgió en la Reforma,
como lo demuestra su traducción a seis (quizás siete) otros idiomas para
1624. La edición de Estienne, sin esfuerzo para leer y hermosa incluso para
los estándares actuales, jugó un papel importante en el crecimiento de las
iglesias de la Reforma durante el siglo XVI.
28. Jane Grey, La Mártir
Adolescente 1537-1554
10 de febrero de 1554: dos días antes de que Jane Gray subiera al patíobulo.
El capellán católico Juan Feckenham ingresa a la celda de Jane en la Torre
de Londres con la esperanza de salvar su alma. O eso piensa él.

La Reina María (también conocida como "Bloody Mary", María la


Sangrienta) ya había firmado la sentencia de muerte de su prima Jane, pero
envió a su capellán experimentado para ver si podía convencerla por las
buenas de que volviera a Roma antes de su ejecución. Jane tiene unos
diecisiete años.

Sigue un debate cargado: Feckenham el apologista católico y Jane la


adolescente reformada. Presiona que la justificación viene por fe y obras;
ella se mantiene firme en sola fide. Afirma que el pan y el vino eucarísticos
son el cuerpo y la sangre de Cristo; ella sostiene que los elementos
simbolizan el trabajo salvador de Jesús. Afirma la autoridad de la Iglesia
Católica junto con las Escrituras; ella insiste en que la iglesia se sienta
debajo de la penetrante mirada de la palabra de Dios.

"Estoy seguro de que los dos nunca volveremos a vernos", dice Feckenham
finalmente a Jane, lo que implica su condenación. Pero Jane le devuelve la
advertencia: "La verdad es que nunca nos encontraremos [de nuevo], a
menos que Dios vuelva tu corazón".

Desde un punto de vista, la vida de Jane es una historia de manipulación, de


personas poderosas que usan a una niña adolescente como apoyo social y
político. Sus padres forzaron un régimen de educación severa sobre ella con
la esperanza de que pudiera casarse con el heredero al trono de Inglaterra.
Cuando esa oportunidad pasó, los Grises se pusieron de acuerdo con el
primer ministro del rey para casar a Jane con Guildford Dudley, un hombre
que ella despreciaba. Y luego, al fallecimiento del rey, un grupo de
conspiradores políticos le entregó la corona que le costaría la cabeza a Jane.
Un ángulo verdadero hasta donde llega, pero pertenece al Eclesiastés: es la
perspectiva bajo el sol de Jane. A través de la lente de la providencia de
Dios, aparece una Jane diferente. Una Jane que usó su griego y hebreo para
estudiar las Escrituras en su lengua original. Una Jane enviada a la corte de
Enrique VIII para arreglarse, solo para encontrarse con Jesús a través del
testimonio cristiano de la reina Catalina Parr, la última de las seis esposas
del rey inglés Enrique VIII. Y, finalmente, una Jane que enfrenta juicio,
encarcelamiento y decapitación con las mismas palabras de Dios en sus
labios.
Esta segunda perspectiva no es un intento de hagiografía o adoración de
héroes. Las cuentas nos dicen que Jane podría ser terca como una mula. La
perspectiva simplemente reconoce que el Dios de José aún encadena la
redención a través de parientes intrusos y celdas de cárceles solitarias.
"Ustedes pensaron mal contra mí", podría haberle dicho Jane a cualquier
número de personas, "pero Dios lo encaminó para bien" (Génesis 50:20).

Jane tomó el trono a regañadientes el 10 de julio de 1553, y


voluntariamente lo dejó el 19 de julio de 1553, cuando María reunió un
ejército para destituir a su prima reina. Entonces, Jane es recordada a
menudo por un número: la Reina de los Nueve Días.

El 7 de febrero de 1554, María firmó la sentencia de muerte que llevaría a


Jane al andamio solo cinco días después. Además de entrenar debatiendo
con Feckenham, Jane pasó sus últimos días preparando un breve discurso
para su ejecución y enviando algunos últimos comentarios. En el interior de
su Nuevo Testamento griego, le escribió a su hermana menor, Catalina,

Este es el libro, querida hermana, de la Ley del Señor. Es su testamento y su


última voluntad, que nos legó, desgraciado, lo que los llevará al camino del
gozo eterno. . . . Y al tocar mi muerte, regocíjate como lo hago, buena
hermana, de que seré liberada de esta corrupción y vestida de incorrupción.
Porque estoy seguro de que, por perder una vida mortal, ganaré una vida
inmortal.

La mañana del 12 de febrero llevó a Jane a la pared de la Torre Blanca


central, donde una pequeña multitud y un verdugo esperaban su llegada.
Dirigiéndose a los espectadores, Jane anunció: "No busco ser salvada por
ningún otro medio, sino solo por la misericordia de Dios, en la sangre de su
único Hijo Jesucristo". Luego se arrodilló y recitó el Salmo 51: "Ten piedad
de mí, oh Dios . . . "

Una vez con los ojos vendados, Jane se abrió paso hasta el bloque de
ejecución y apoyó la cabeza en su ranura. El último sonido que escuchó la
multitud antes de que el hacha golpeara el bloque fue una oración de la voz
de diecisiete años de Jane: "Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu".
Así terminó la vida de Lady Jane Gray, la joven mártir.
29. Teodoro Beza, El Primer
Calvinista 1519-1605
Teodoro Beza pertenencia a la baja nobleza de Francia y recibió una
excelente educación allí en preparación para su carrera como abogado. En
la buena providencia de Dios, a la edad de nueve años fue enviado a
estudiar con Melchor Wolmar, un luterano alemán, que no solo le enseñó
griego y latín, sino que también le enseñó a Beza de Cristo. Beza dijo sobre
el comienzo de la tutela de Wolmar que fue "el comienzo de todas las cosas
buenas que he recibido de ahora en adelante y que confío en recibir en mi
vida futura".

Sin embargo, después de completar su educación, Beza llevó una vida


disoluta en París durante aproximadamente una década hasta enfermó cerca
de la muerte por un tiempo. Luego, en 1548, Dios lo despertó a las cosas
espirituales. Beza volvió a su compromiso con Jesús y huyó de Francia por
la causa reformada dirigiéndose a Suiza. Comenzó a enseñar a pastores en
Lausana, y en 1558 fue llamado a Ginebra para servir con Juan Calvino.
Beza y Calvino desarrollaron un vínculo estrecho en los últimos años de la
vida de este último. Calvino escribió que se preocupaba profundamente por
Beza, “que me ama más que a un hermano y me honra más que a un padre”.

Además de algunos viajes fuera de la ciudad-estado suiza, Beza pasó el


resto de su vida en Ginebra, a menudo en condiciones difíciles. Nunca supo
si los católicos invadirían la ciudad y matarían a sus habitantes, y tuvo que
luchar contra la creciente ola de polémicas luteranas contra los protestantes
reformados.

Beza dejó su marca en la Reforma de varias maneras. Primero, cayó sobre


él la carga del liderazgo de la Reforma de Ginebra después de la muerte de
Calvino en 1564. Durante los siguientes cuarenta años, Beza sirvió como
pastor y profesor, viajó a Francia para ayudar a los protestantes asediados
allí, y debatió con católicos y luteranos.
Juan Calvino fue sin duda el padre del calvinismo, pero Beza muy bien
pudo haber sido el primer calvinista. También dio forma a lo que ahora
llamamos calvinismo al explicar y defender las doctrinas bíblicas que
Calvino había redescubierto. A través de su ministerio de enseñanza y
escritura, Beza defendió la imputación de la justicia de Cristo como
esencial para la justificación de un pecador, explicó la justicia de la doble
predestinación y expuso el consuelo que un creyente recibe de la expiación
definitiva de Cristo.
Además de su liderazgo pastoral, Beza le dio a la joven iglesia reformada
de habla francesa la literatura necesaria para ayudar a su crecimiento.
Durante su vida, Beza fue mejor conocido por su trabajo en el Nuevo
Testamento, que culminó en sus Anotaciones del Nuevo Testamento. Esta
obra maestra lingüística incluía el texto griego del Nuevo Testamento, la
traducción de la Vulgata latina y la traducción latina original de Beza.
Agregó sus notas al pie de texto y notas explicativas, demostrando que la fe
reformada era claramente bíblica. Sus notas en las anotaciones influyeron
en la traducción de la Biblia al inglés de 1560, la Biblia de Ginebra, que se
convirtió en la traducción bíblica más popular entre los puritanos. El texto
griego que Beza publicó fue el utilizado por los traductores de la Biblia
King James de 1611.

Beza heredó la visión bíblica de Calvino de la dulce soberanía de Dios


sobre todos los asuntos de la vida humana. Después de la muerte de
Calvino, Beza vivió tiempos tumultuosos, experimentando pruebas que lo
obligarían a confiar en su Señor. En 1587, por ejemplo, cuando parecía que
Ginebra estaba a punto de ser invadida por católicos, Beza alentó a su
congregación a confiar en la amable providencia de su Padre celestial:

“Esta doctrina está llena de excelente consuelo. De este modo entendemos


que, por el poder de nuestro Dios, la ira de ese león hambriento se mitiga y
frena, y que Dios nunca lo dejará que haga nada contra sus hijos, lo que no
será para su bien y beneficio, como el apóstol nos dice (Romanos 8:28) y
también nos enseña con su propio ejemplo (2 Corintios 12:17) ".
De hecho, les dijo a sus oyentes, “nuestra única esperanza es que nuestro
Dios sea soberano, tan soberano que pueda salvarnos de nuestros pecados
cuando estemos completamente muertos espiritualmente”.
“No hay en nuestra naturaleza nada más que la rebelión más desesperada y
obstinada, hasta que el Espíritu de Dios aleje, primero, la oscuridad de
nuestro entendimiento, que no puede ni quiere por sí mismo, tanto como
pensar en las cosas de Dios. (2 Corintios 3: 5) y que en segundo lugar
corrige el avance de nuestra voluntad, que es enemiga de Dios, y de todo lo
que es verdaderamente bueno (Romanos 5:10 y 8:7)".
Beza vio que debido a que Dios reina y tiene todo el poder, los cristianos
pueden esperar en su bondad tanto para salvarlos como para protegerlos a
través de los peligros de su peregrinación terrenal.
30. Zacarías Ursinus, El Profesor
Feliz 1537-1583
La apertura del Catecismo de Heidelberg (1563) hace una de las
afirmaciones de fe más resonantes en toda la historia cristiana:
P: ¿Cuál es su único consuelo en la vida y la muerte?
R: Que no soy mío, sino que pertenezco con cuerpo y alma, tanto en la vida
como en la muerte, a mi fiel Salvador Jesucristo.
El Catecismo de Heidelberg fue el producto de un equipo de autores
comisionados por el elector alemán Federico III, un príncipe protestante
devoto durante las primeras décadas de la Reforma alemana. El principal de
los autores del catecismo fue el profesor de la Universidad de Heidelberg,
Zacarías Ursinus.
Ursinus fue alumno de Felipe Melanchthon, quien fue uno de los discípulos
clave del gran reformador alemán Martin Lutero. Lutero había muerto en
1546. De joven en la década de 1550, Ursinus viajó por muchas de las
principales capitales de la Reforma Europea, y se encontró con Juan
Calvino en Ginebra, entre otros líderes reformados clave.
Durante esta época, los reformadores alemanes estaban profundamente
divididos sobre cuestiones teológicas como la naturaleza exacta de la Cena
del Señor. Cuando el humilde Ursinus fue llamado para convertirse en
profesor en Heidelberg en 1561, declaró: "¡Oh, si pudiera permanecer
escondido en un rincón!" Pero Dios estaba llamando a Ursinus a Heidelberg
para ayudar a asegurar el legado de la Reforma.
El Catecismo de Heidelberg se publicó de forma anónima, pero la mayoría
de los observadores de hoy acreditan a Ursinus por asumir un papel
principal al escribirlo. Su énfasis en la doctrina calvinista lo convirtió en
uno de los catecismos más influyentes de la era de la Reforma.
El Catecismo de Heidelberg se tradujo rápidamente a varios otros idiomas.
Sería superado en notoriedad en el mundo de habla inglesa solo por la
Confesión de Fe de Westminster, producida en Inglaterra durante el
próximo siglo. Una de las razones por las que el Catecismo de Heidelberg
fue tan exitoso es que utilizó un lenguaje unificador sobre temas en disputa,
como los relacionados con la Cena del Señor. Ursinus no deseaba exacerbar
aún más las divisiones entre protestantes.
Como corresponde a las convicciones calvinistas de Ursino, sin embargo, el
catecismo pinta una imagen sombría del estado de la humanidad fuera de
Cristo. En la pregunta y respuesta (P&R 5) del catecismo, Ursinus nos dice
(basado en una gran cantidad de referencias bíblicas de apoyo) que estamos
"inclinados por naturaleza" a odiar a Dios y a nuestro prójimo. P&R 8
pregunta si somos "tan corruptos que somos totalmente incapaces de hacer
ningún bien". Ursinus responde que sí, somos tan corruptos, "a menos que
seamos regenerados por el Espíritu de Dios".
Por el contrario, una vida redimida por Dios es una vida de santidad,
contento y gozo indescriptible hacia la eternidad. El consuelo contenido en
la primera pregunta proviene de comprender la gran profundidad de nuestro
pecado, el gran rescate que Cristo trae de la "miseria" y la ira que
enfrentamos por ese pecado, y el gran agradecimiento a Dios que trae el
conocimiento de nuestra liberación. Ursinus explica que nuestra "nueva
naturaleza" en Cristo es una "alegría sincera en Dios a través de Cristo, y un
amor y deleite para vivir de acuerdo a la voluntad de Dios en las buenas
obras". La alegría en nuestra redención, para Ursinus, es el fundamento de
vida santa.
A pesar de los esfuerzos de Ursinus para unificar las facciones protestantes
enemistadas, el sucesor de Federico III lo removió a él y a otros profesores
calvinistas de la facultad de Heidelberg en la década de 1570. Ursinus
encontró trabajo en una academia reformada no lejos de Heidelberg. Murió
en 1583, a los 48 años.
A través del Catecismo de Heidelberg, y a través de las extensas
conferencias que publicó defendiendo la teología detrás del catecismo,
Ursinus dejó un rico depósito de instrucción bíblica para las futuras
generaciones de creyentes. Las enseñanzas de Ursinus todavía inspiran
mucha alegría hoy, sobre todo por el gran trabajo que Dios hizo a través de
él y de toda la hueste de reformadores.
31. Johaness Bugenhagen, El
Pastor Administrador 1485-1558
El "Der Weinberg des Herrn" de Lucas Cranach el Joven (1569) que se
exhibe en la Iglesia de Santa María en Wittenberg, Alemania, muestra a los
reformadores de Wittenberg trabajando codo con codo como granjeros en
una ladera, cuidando los brotes y cosechando los cultivos. Aunque su
trabajo es duro, el trabajo de estos reformadores colaboradores es
decididamente fructífero.

Junto con el famoso Martin Lutero y el erudito Philip Melanchthon y


muchos otros, Johannes Bugenhagen, pastor de la Iglesia de Santa María,
usa una túnica de color claro mientras limpia la tierra. Aunque no era tan
famoso o prolífico como Lutero y Melanchthon, Bugenhagen trabajó
constantemente junto a ellos, tanto en Santa María como más tarde en la
Universidad de Wittenberg.

Aunque principalmente era pastor, Johannes Bugenhagen, también


conocido como Johannes Pomeranius, sirvió a la Reforma en lo que Kurt
Hendel condensa en cuatro roles distintos: un teólogo, un exégeta, un pastor
y un reformador social y organizador de la iglesia (Johannes Bugenhagen,
xi).

Como teólogo, Bugenhagen fue en gran medida autodidacta; tenía poca


formación teológica formal, pero leía mucho de las Escrituras y de los
llamados Padres de la iglesia (del siglo I al V). Con una facilidad particular
en latín, Bugenhagen finalmente recibió un doctorado en teología de la
Universidad de Wittenberg y realizó una conferencia en teología allí.
Exegéticamente, Bugenhagen es quizás mejor recordado por su comentario
de 1524 sobre los Salmos, aunque también produjo comentarios sobre
Jeremías y Mateo y una traducción de la Biblia al bajo alemán.

Dado que la vocación principal de Bugenhagen fue la de párroco de la


Iglesia de Santa María en Wittenberg durante tres décadas, gran parte de su
trabajo diario fue de naturaleza pastoral. Sin embargo, de todos sus roles,
Bugenhagen parecía particularmente experto en estructurar las iglesias
jóvenes de la Reforma y la vida urbana que las rodeaba.
La habilidad de Bugenhagen para construir nuevas organizaciones
eclesiásticas para parroquias, ciudades y regiones que se unieron a la
Reforma fue, de hecho, más que un papel para él; Walter Ruccius describe
el trabajo administrativo de Bugenhagen como uno de los dos regalos
particulares. Junto a una feroz "lealtad a lo que él concibió como la verdad",
escribe Ruccius, Bugenhagen tenía "el don del orden" (Juan Bugenhagen
Pomeranus, 3). Bugenhagen usó su "don de orden" para crear estructuras
sociales y de gobierno sólidas para las nuevas comunidades de la Reforma.

En particular, el Kirchenordnungen de Bugenhagen, u "Órdenes de la


Iglesia", detalla la interdependencia entre los cuerpos políticos y las iglesias
locales y la organización dentro de las iglesias individuales. La capacidad
de compartir y modificar estas estructuras cívicas y eclesiales de manera
eficiente fue clave para la rápida expansión de la Reforma primero en
Alemania y luego en Escandinavia.
Como un hombre de mentalidad teológica con capacidades organizativas
excepcionales, Bugenhagen sirvió a la Reforma más profundamente a
través de las estructuras intensamente prácticas que diseñó e implementó. Si
bien las rutinas de Kirchenordungen pueden parecer extrañas para nuestras
concepciones modernas de las relaciones entre la iglesia y el estado, el
trabajo de Bugenhagen atestigua el valor de los dones administrativos para
difundir el evangelio.

En medio de la escritura, la organización, el diseño y los viajes,


Bugenhagen mantuvo estrechas relaciones con los reformadores de
Wittenberg como su amigo y pastor. Fue especialmente cercano con Lutero.
Bugenhagen casó a Lutero y Katherina von Bora, bautizó a sus hijos y se
desempeñó como confesor de Lutero.

Cuando Bugenhagen pronunció el sermón en el funeral de Lutero el 22 de


febrero de 1546, por lo tanto, temía que "no pudiera pronunciar una palabra
debido a sus lágrimas". Y después de agradecer a Dios por la valentía de
Lutero para desafiar la corrupción en la Iglesia Católica Romana incluso
ante la "persecución y la calumnia", Bugenhagen rezó: "Protege a tu pobre
cristiandad. . . . Preserve en su iglesia fieles y buenos predicadores” (“Un
sermón cristiano ”).

Como Bugenhagen oró por la fidelidad y la resistencia en el trabajo de la


predicación, el "Der Weinberg des Herrn" de Cranach describe a los
reformadores de Wittenberg como un grupo de evangelistas y predicadores
que trabajan juntos para cuidar y hacer crecer la iglesia hasta la madurez
por el amor de Cristo.
No obstante, tanto la retórica de Bugenhagen como las representaciones de
Cranach de la iglesia también tienden a ser muy polémicas. En el otro lado
de la colina en "Der Weinberg", Cranach representa a las autoridades de la
iglesia romana destruyendo vides, quemando cosechas y llenando pozos
con rocas. Y las descripciones de Bugenhagen de la iglesia romana son el
equivalente verbal de la pintura de Cranach: en el sermón fúnebre de
Lutero, Bugenhagen se queja contra "las insolentes, atroces, grandes
blasfemias de los adversarios y los obstinados sacerdotes y monjes" y el
"papa penoso", mientras él invoca idiomas apocalípticos para comparar la
Iglesia de Roma con Babilonia.

Pero el ataque en el retablo de Cranach y la retórica de Bugenhagen señalan


lo que está en juego en la Reforma y la urgencia apocalíptica que sintieron
los reformadores: la iglesia es una viña que pertenece a Jesús. Si Cristo
regresara repentinamente para señalar el fin de los tiempos, un evento que
Bugenhagen estaba convencido de que sucedería pronto, Bugenhagen tenía
toda la intención de ser encontrado trabajando duro "en la viña del Señor"
junto a sus compañeros Wittenberg.
32. Catalina von Bora, La Monja
Fugitiva 1499-1552
En una fría noche de abril, doce monjas entraron silenciosamente en una
carreta y esperaron a que el concejal Leonard Koppe comenzara a conducir,
contando los tensos minutos hasta que su vocación monástica terminara
para siempre.

Estas mujeres, contrabandeadas del convento en Nimbschen, Alemania (en


una fuga ideada por Martín Lutero), corrían el riesgo de ser castigadas
como criminales si las atrapaban, y desafiaban un futuro incierto si tenían
éxito. Eran completamente dependientes de la voluntad de su familia de
"albergar" a los fugitivos al recibirlos en sus hogares. Las monjas cuyas
familias las rechazaron tendrían que recurrir a un esposo o descubrir alguna
forma rara de empleo femenino mediante el cual pudieran mantenerse
independientemente.

Katharina von Bora, una de estas monjas, no encontró ningún recurso en


estas opciones, y después de experimentar dos propuestas de matrimonio
fallidas, Lutero se sintió responsable de la ex monja. La luchadora
Katharina finalmente insistió en que solo se casaría con Lutero o su amigo
Nicolas von Amsdorf. Aparentemente, Lutero aceptó el desafío y se casó
con la monja fugitiva el 13 de junio de 1525.

El matrimonio con Lutero fue un paso social para Katharina, quien nació en
una familia noble, con generaciones de linaje señorial. También la catapultó
al escándalo y al ridículo público. ¡Erasmo de Rotterdam incluso predijo
que la unión resultaría en el nacimiento del Anticristo!

A pesar del ambiente tumultuoso para su controvertido matrimonio, la


lealtad resultó cariñosa, amorosa, fructífera, fiel y duradera. La pareja se
mudó a su nuevo hogar, llamado "El Claustro Negro", y Katharina fue
pionera en un "nuevo" llamado que había estado ausente en la época
medieval: la esposa del pastor.
La mañana después de su boda, Katharina inició su nueva vocación al servir
el desayuno a los pocos amigos que habían asistido a la ceremonia la noche
anterior. El papel de Katharina como esposa del famoso reformador, madre
de seis hijos biológicos (y varios huérfanos) y gerente de su pastoral (otra
innovación de la Reforma) y la propiedad se convirtió en un modelo
instructivo para las esposas de pastores protestantes de esa época.
Los reformadores establecieron firmemente este papel como un alto
llamado vocacional con fundamentos teológicos y bíblicos y dieron una
nueva dignidad a las mujeres cristianas al incluir el trabajo doméstico en el
ministerio del evangelio, transformando así a la mujer cristiana ideal de su
antiguo ideal medieval (es decir, monja) .

Para Katharina, este llamado implicaba cuidar a Lutero, apoyar su trabajo y


viajes, cuidar a sus hijos y una amplia variedad de tareas relacionadas con
su pastoreo. Ella renovó el monasterio agustino abandonado que sirvió
como su hogar; acogió a los invitados que se quedaron en sus cuarenta
habitaciones; sirvió comidas a treinta o cuarenta personas regularmente y
banquetes por más de cien; y creó un hogar autosuficiente al comprar y
cultivar tierras de cultivo para jardines, huertos y animales para
proporcionar alimentos a la familia y los invitados, así como para hacer
pan, queso y elaborar cerveza.

De acuerdo con la visión de los reformadores de que toda la vida es


espiritual, Katharina no distinguió entre tareas "prácticas" y "espirituales",
pero encontró combustible para su trabajo diario en que sirvió a Dios en
todas las tareas. Su compromiso con la teología se limitó a su participación
en las "charlas de mesa" que los Luteros organizaron en su pastoral. Ella
sabía suficiente latín y escritura para participar en acalorados debates a la
hora de la cena, un hábito que aparentemente Lutero alentó.

En 1542, Katharina y Lutero lloraron la pérdida de su hija de 13 años,


Magdalena, de la cual Lutero escribió: “Mi esposa y yo solo deberíamos
agradecerles con alegría por una partida tan feliz y un final tan bendecido
[para Magdalena]. . . Sin embargo, la fuerza de nuestro amor natural es tan
grande que no podemos hacer esto sin llorar y llorar en nuestros corazones
o incluso sin experimentar la muerte nosotros mismos. . . . Incluso la muerte
de Cristo. . . es totalmente incapaz de quitar esto, como debería”.

Esta pena solo sería paralela a la pena de Katharina por la muerte de Martin
en 1546, que describió en una de sus pocas cartas sobrevivientes:
“En verdad estoy tan triste que no puedo expresar mi gran dolor a ninguna
persona y no sé cómo me sostengo y cómo me siento. No puedo comer ni
beber. Tampoco vuelvo a dormir. Si hubiera tenido… un imperio que no me
hubiera sentido tan mal si lo hubiera perdido, como lo hice cuando nuestro
querido Señor Dios me quitó a mí, y no solo a mí, sino a todo el mundo,
este querido y digno hombre”.

Katharina pasó el resto de sus días buscando el apoyo de los antiguos


partidarios de Lutero con la esperanza de mantener su hogar e hijos, hasta
que murió después de caerse de un carro en diciembre de 1552. En su lecho
de muerte, proclamó: "Me atendré a Cristo como un botón a un abrigo”.
33. Martín Lutero, Aquí me planto
1488-1546
Uno de los grandes redescubrimientos de la Reforma, especialmente para
Martín Lutero, fue que la Palabra de Dios nos llega en forma de libro, la
Biblia. Lutero comprendió este poderoso hecho: Dios preserva la
experiencia de salvación y santidad de generación en generación por medio
de un libro de revelación, no un obispo en Roma.

El riesgo vital y amenazante de la Reforma fue el rechazo del papa y los


concilios como la autoridad infalible y final de la iglesia. El adversario de
Lutero, Silvestre Prierias, escribió: "El que no acepta la doctrina de la
Iglesia de Roma y el pontífice de Roma como una regla de fe infalible, de la
cual las Sagradas Escrituras también extraen su fuerza y ??autoridad, es un
hereje". (Lutero, 193). Se dedujo que Lutero sería excluido de la Iglesia
Católica Romana. "Lo que es nuevo en Lutero", dice Heiko Oberman, "es la
noción de obediencia absoluta a las Escrituras contra cualquier autoridad;
sean papas o concejos.”(Lutero, 204).

Este redescubrimiento de la Palabra de Dios sobre todos los poderes


terrenales dio forma a Lutero y a toda la Reforma. Pero el camino de Lutero
hacia ese redescubrimiento fue tortuoso, comenzando con una tormenta
eléctrica a los 21 años.

El 2 de julio de 1505, camino a casa desde la facultad de derecho, Lutero


quedó atrapado en una tormenta eléctrica y fue arrojado al suelo por un
rayo. Él gritó: “¡Ayúdame, Santa Ana! Me convertiré en monje”. Quince
días después, para consternación de su padre, Lutero dejó sus estudios
legales y mantuvo su voto.

Llamó a la puerta de los ermitaños agustinos en Erfurt y le pidió al prior


que lo aceptara en la orden. A los 21 años, se convirtió en monje agustino.
En su primera misa dos años después, Lutero estaba tan abrumado ante la
idea de la majestad de Dios que casi se escapó. El prior lo persuadió para
continuar.

Pero este incidente de miedo y temblor no sería aislado en la vida de


Lutero. El mismo Lutero recordaría más tarde estos años: “Aunque viví
como un monje sin reproches, sentí que era un pecador ante Dios con una
conciencia extremadamente perturbada. No podía creer que él estuviera
aplacado por mi satisfacción” (Selecciones, 12).
Lutero estuvo soltero por otros veinte años. Se casó con Katharina von Bora
el 13 de junio de 1525, lo que significa que vivió con tentaciones sexuales
como un hombre soltero hasta los 42 años. Pero "en el monasterio", dijo,
"no pensé en mujeres, dinero o posesiones; en cambio, mi corazón tembló y
se inquietó sobre si Dios me otorgaría su gracia”. Su anhelo que todo lo
consumía era conocer la felicidad del favor de Dios. "Si pudiera creer que
Dios no estaba enojado conmigo", dijo, "me pararía de cabeza con alegría".

En 1509, el querido superior y consejero y amigo de Lutero, Johannes von


Staupitz, le permitió a Lutero comenzar a enseñar la Biblia. Tres años
después, el 19 de octubre de 1512, a la edad de 28 años, Lutero recibió su
doctorado en teología, y von Staupitz le entregó la cátedra de teología
bíblica de la Universidad de Wittenberg, que Lutero ocupó el resto de su
vida. .

Cuando Lutero se puso a trabajar leyendo, estudiando y enseñando las


Escrituras en los idiomas originales, su conciencia perturbada se agitó
debajo de la superficie, especialmente al confrontar la frase "la justicia de
Dios" en Romanos 1: 16-17. Para Lutero, "la justicia de Dios" solo podía
significar una cosa: el justo castigo de Dios a los pecadores. La frase no era
"evangelio" para él; Fue una sentencia de muerte.

Pero luego, en el trabajo de un momento, todo el odio de Lutero por la


justicia de Dios se convirtió en amor. Él recuerda.

Finalmente, por la misericordia de Dios, meditando día y noche, presté


atención al contexto de las palabras, a saber: "En ella se revela la justicia de
Dios, como está escrito:" El que por la fe es justo, vivirá. . '”. . . Y este es el
significado: la justicia de Dios es revelada por el evangelio, es decir, la
justicia pasiva con la que [el] Dios misericordioso nos justifica por la fe,
como está escrito: "El que por la fe es justo, vivirá".
La Dieta de Worms es la importante asamblea ante la cual Lutero fue
obligado a comparecer, cerrando el primer período de la Reforma y
mostrando al mundo que el movimiento comenzado era más grande que el
que inició Hus y que probablemente tomaría otros derroteros. Para mí
realmente aquí comenzó la Reforma, y no cuando clavó las 95 tesis en la
iglesia de Witenberg. Lutero llegó el martes 16 de abril de 1521 y fue
alojado en la casa de los Caballeros de San Juan. Al día siguiente, a las seis
de la tarde, apareció ante la dieta convocada en el palacio episcopal.

El siguiente texto recoge el discurso de Martín Lutero ante el emperador y


los príncipes en Worms:
'Serenísimo Señor Emperador, Ilustrísimos Príncipes, Clementísimos
Señores: a la hora que se me fijó anoche comparezco obediente y
suplicando por la misericordia de Dios que Vuestra Serenísima Majestad y
Vuestras Ilustrísimas Señorías se dignen escuchar clementes esta causa que
es justa y recta tal como yo lo espero y perdonar benignamente si no le
hubiera dado a alguien por impericia los títulos que le corresponden o si de
alguna manera hubiera pecado contra las costumbres y el ceremonial de la
corte, puesto que no soy hombre acostumbrado a ella, sino a las celdas del
convento. No puedo declarar sobre mí otra cosa sino lo que hasta ahora he
enseñado y escrito con simplicidad de corazón, teniendo en vista sólo la
gloria de Dios y la sincera instrucción de los fieles cristianos.
Serenísimo Emperador, Ilustrísimos Príncipes, Vuestra Serenísima Majestad
me propuso ayer dos preguntas, a saber, si yo reconocía como míos los
libros nombrados y editados bajo mi nombre y si quiero perseverar en ellos
defendiéndolos o si deseo revocarlos. Di una respuesta pronta y clara a la
primera y en esto persisto hasta ahora y persistiré eternamente, es decir,
estos libros son míos y yo los publiqué bajo mi nombre, a no ser que
hubiera sucedido en el ínterin por casualidad que alguno de mis émulos, ya
sea por astucia o por sagacidad importuna, hubiese cambiado algo en ellos o
sacado taimadamente una parte, puesto que plenamente no reconozco nada
que no pertenezca a mí solo y no haya sido escrito por mí mismo con
exclusión de toda interpretación sutil de cualquiera.
Al contestar a la segunda pregunta, ruego que Vuestra Serenísima Majestad
y Vuestras Señorías se dignen notar que no todos mis libros son de una
misma clase.
Hay, pues, algunos en los cuales he expuesto la fe religiosa y la moral de
una manera tan sencilla y evangélica que los mismos adversarios se ven
compelidos a admitir que son útiles, inofensivos y clara-mente dignos de
ser leídos por cristianos. Incluso la bula, si bien es impetuosa y cruel
reconoce que algunos son inocuos, aunque los condene también con un
criterio verdaderamente monstruoso. Por lo tanto, si yo empezase a
revocarlos, os ruego: ¿qué haría sino condenar como único entre todos los
mortales esta verdad que amigos y enemigos por igual confiesan pugnando
sólo frente al criterio concorde de todos?
Otra clase de libros la componen aquellos que atacan al papa y a los asuntos
de los papistas en cuanto que sus doctrinas y sus pésimos ejemplos han
devastado al mundo cristiano mediante un mal que afecta tanto al cuerpo
como al espíritu. Nadie puede negarlo o disimularlo, porque la experiencia
de todos y las quejas universales atestiguan que por las leyes del papa y por
doctrinas humanas las conciencias de los fieles fueron enredadas, vejadas y
torturadas en la forma más horrible, mientras la increíble tiranía devoró los
bienes y el patrimonio, sobre todo en esta ínclita nación alemana y aún
sigue devorándolos sin cesar hasta el día de hoy por medios indignos,
mientras ellos mismos por sus propios decretos (como dist. 9 y 25, g. 1 y 2)
advierten que las leyes y las doctrinas del papa han de tenerse por erróneas
y réprobas cuando se oponen al Evangelio y a las sentencias de los Padres.
Por consiguiente, si yo revocara también estos libros no habría hecho otra
cosa que fortalecer más la tiranía y abrir ya no las ventanas, sino las puertas
a tanta impiedad que robaría más amplia y más libremente de lo que se ha
atrevido a hacerlo jamás hasta este momento. Y por el testimonio de esta
revocación mía, el reino de su maldad muy licenciosa y del todo impune se
hará completamente intolerable para el mísero vulgo y, no obstante,
quedaría fortalecido y consolidado, principalmente si divulgasen la noticia
de que yo lo hice en virtud de la autoridad de Vuestra Serenísima Majestad
y de todo el Imperio Romano. ¡Oh Dios mío, qué tapujo sería yo para la
malignidad y tiranía!
El tercer género lo componen los libros que escribí contra algunas personas
privadas y (como ellos dicen) distinguidas, es decir, las que se empeñaban
en defender la tiranía romana y en aniquilar la piedad que yo enseñaba.
Confieso que he sido más acerbo de lo que corresponde a mi estado de
monje profeso. No quiero tampoco pasar por santo ni estoy disputando
sobre mi vida, sino sobre la doctrina de Cristo. No es correcto tampoco que
revoque estos escritos porque, debido a semejante retractación, nuevamente
podría acontecer que bajo mi patrimonio reinasen la tiranía y la impiedad y
se enseñaran contra el pueblo de Dios de una manera más violenta que
nunca.
Sin embargo, como soy hombre y no Dios, no puedo defender mis libritos
con otra protección que con aquella que el mismo Señor mío Jesucristo
defendió su doctrina. Cuando ante Anás lo interrogaron sobre su doctrina y
un criado le dio una bofetada, dijo: "Si he hablado mal, testifica en qué está
mal". Si el mismo Señor que sabía que no podía errar, no obstante, no se
negó a escuchar un testimonio contra su doctrina, ni siquiera por el siervo
más vil, cuánto más yo, que soy una hez capaz sólo de errar, debo desear y
esperar que alguien quiera dar testimonio contra mi doctrina. En
consecuencia, Vuestra Serenísima Majestad e Ilustrísimas Señorías, ruego
por la misericordia de Dios, que cualquiera en fin, ya sea el más alto o el
más bajo, con tal que sea capaz, de testimonio, me convenza de mis errores
y los refute por medio de escrituras proféticas y evangélicas. Estaré del todo
dispuesto, si me convencen, a renunciar a cualquier error y seré el primero
en arrojar mis libros al fuego.
Creo que por mis declaraciones queda patente que he considerado y
examinado bastante los riesgos y peligros como asimismo las pasiones y
disensiones que se produjeron en el mundo con ocasión de mi doctrina y de
los cuales me amonestaron ayer grave y fuertemente. Pero el aspecto más
agradable en estos asuntos lo constituye para mí el ver que surgen pasiones
y disensiones a causa de la Palabra de Dios. Es, en efecto, el camino, la
oportunidad y el resultado de la Palabra Divina, como Cristo dice: "No he
venido para traer paz, sino espada. He venido para poner en disensión al
hombre contra su padre, etc.". Por ello, hemos de pensar cuán maravilloso y
terrible es nuestro Dios en sus consejos para que aquello que aplicamos con
el objeto de aplacar las pasiones no se transforme por ventura más bien en
un diluvio de males intolerables, si empezamos a condenar la Palabra. Y
hay que procurar que no resulte infeliz y desafortunado el gobierno de este
adolescente óptimo, el Príncipe Carlos (en el cual después de Dios se cifra
gran esperanza). Podría ilustrar esta afirmación con abundantes ejemplos
tomados de las Escrituras: el faraón, el rey de Babilonia, los reyes de Israel
se arruinaron completamente cuando trataban de pacificar y estabilizar sus
reinos mediante consejos sapientísimos. Es el mismo Dios que "prende a los
sabios en la astucia de ellos" y que arranca los montes antes que se den
cuenta". Por tanto, es menester temer a Dios. No digo esto porque jefes tan
altos necesiten de mi enseñanza y admonición, sino porque no debería
sustraerme a la debida obediencia a mi Alemania. Y con estas palabras me
encomiendo a Vuestra Majestad Serenísima y a Vuestras Señorías, rogando
humildemente que no toleréis que por los celos de mis adversarios sin causa
alguna quede aborrecible para vosotros.
He dicho.'
El funcionario de Tréveris conminó a Lutero de la siguiente manera,
primero en latín y luego en alemán:
'Martín Lutero, su Majestad Imperial, sagrada y victoriosa (sacra et invicta),
aconsejado por todos los estados del Santo Imperio Romano, ha ordenado
que comparezcáis aquí, ante el trono de su majestad para que os retractéis y
retiréis, de acuerdo a la fuerza, la forma, el significado de la citación-
mandato decretada contra vos por su majestad y que os ha sido legalmente
comunicada, los libros, tanto en latín como en alemán que habéis publicado
y desparramado por todas partes junto con su contenido: por lo tanto yo, en
el nombre de su majestad imperial y de los príncipes del Imperio os
pregunto: Primero: ¿Confesáis que estos libros expuestos ante vuestra
presencia (le mostró una porción de libros escritos en latín y en alemán) y
que ahora nombramos uno por uno, que han circulado con vuestro nombre
en la portada, son vuestros, y reconocéis que os pertenecen? Segundo:
¿Queréis retractaros y retirarlos y su contenido, o es vuestra intención
aferraros a ellos y refirmarlos?'
A lo que Lutero pidió tiempo para meditar su respuesta, concediéndosele un
día de plazo. Al día siguiente, tras ciertos prolegómenos, el funcionario le
exigió una respuesta precisa, a lo que Lutero respondió:
'Si su Majestad Imperial desea una respuesta llana, se la daré, neque
cornutum neque dentatum, (sin cuernos y sin dientes), y es ésta: Me es
imposible retractarme, a menos que se me pruebe que estoy equivocado por
el testimonio de la Escritura, o por medio del razonamiento; no puedo
confiar ni en las decisiones de los concilios ni en las de los Papas, porque
está bien claro que ellos no sólo se han equivocado sino que se han
contradicho entre sí. Mi conciencia está cautiva de la Palabra de Dios y no
es honrado ni seguro obrar en contra de la propia conciencia. ¡Que Dios me
ayude! ¡Amén!'
El 26 de mayo el emperador firmó el bando que declaraba a Lutero fuera de
la ley.

Concluye: "Aquí sentí que había nacido de nuevo y había entrado en el


paraíso a través de puertas abiertas".

Lutero no era el pastor de la iglesia de la ciudad de Wittenberg, pero sí


compartió la predicación con su amigo pastor, Johannes Bugenhagen. El
registro da testimonio de lo completamente dedicado que estaba a la
predicación de las Escrituras. Por ejemplo, en 1522 predicó 117 sermones,
al año siguiente 137 sermones. En 1528, predicó casi 200 veces, y desde
1529 tenemos 121 sermones. Entonces, el promedio en esos cuatro años fue
un sermón cada dos días y medio.

Durante los siguientes 28 años, Lutero predicaría miles de sermones,


publicaría cientos de panfletos y libros, sufriría decenas de controversias y
aconsejaría a innumerables ciudadanos alemanes, todo para difundir las
buenas noticias de la justicia de Dios a un pueblo atrapado en un sistema
propio mérito. A pesar de todo, Lutero tenía un arma con la cual rescatar
este evangelio para que no se vendiera en los mercados de Wittenberg: las
Escrituras. Expulsó a los cambistas, los vendedores indulgentes, con el
látigo de la Palabra de Dios, la Biblia.

Lutero dijo con contundencia en 1545, el año anterior a su muerte: "Que el


hombre que quiera escuchar a Dios hablar, lea la Sagrada Escritura". Aquí
solo, en las páginas de la Biblia, Dios habla con autoridad final. Aquí solo,
descansa la autoridad decisiva. Solo desde aquí, el don de la justicia de Dios
llega a los pecadores del infierno.

Vivió lo que instó. Escribió en 1533: “Durante varios años, he leído


anualmente la Biblia dos veces al año. Si la Biblia fuera un árbol grande y
poderoso y todas sus palabras fueran pequeñas ramas, habría tocado todas
las ramas, ansioso por saber qué había allí y qué tenía para ofrecer” (Lo que
dice Lutero, Vol. 1, 83). Oberman dice que Lutero mantuvo esa práctica
durante al menos diez años (Lutero, 173). La Biblia había llegado a
significar más para Lutero que todos los padres y comentaristas.

Aquí estaba Lutero, y aquí estamos nosotros. No sobre los


pronunciamientos de los papas, o las decisiones de los consejos, o los
vientos de la opinión popular, sino sobre "esa palabra sobre todos los
poderes terrenales" - la palabra viva y permanente de Dios.
34. Bibliografía
Ordenada por el apellido del autor. Todos están en
inglés.

Robert Estienne. Imprentero real. Elizabeth Armstrong


La disensión valdense: Persecución y supervivencia. Gabriel Audisio
Mujeres de la Reforma. Roland Bainton
La vida de Martín Lutero. Roland Bainton
Pierre Viret: un olvidado gigante de la Reforma. Jean-Marc Berthoud
Londres y la Reforma. Susan Brigden
Valdo y los valdenses antes del a Reforma. Emilio Comba
William Tyndale: una biografia. David Daniell
Vida, cartas y sermones de Pedro Vermiglio. P. Donnelly
El Pedro mártir. Donnelly, James III y Mclelland
La historia anabaptista: introducción al siglo XVI anabautista. William
Estep
Teología de los reformadores. Timothy George.
Ocho mujeres de fe. Michael Haykin
Johan Gutenberg. El hombre y su invención. Douglas Martin y Albert Kapr
Wolfang Capito: De humanista a reformador. James Kittelson
Hermanas que serían reinas. Leanda de Lisle
La Reforma: una historia. Diarmaid MacCulloch
La revolución de Gutenberg: cómo la imprenta cambio el curso de la
historia. John Man
Epístola a margarita de navarra editada por Mary B McKindley
Thomas Cranmer: Doctrina del arrepentimiento: Renovando el poder de
amar. Ashely Nell
La Reforma: Cómo un monje y un martillo cambiaron el mundo. Stephen J.
Nichols
Reformados en Basilea: la vida, pensamiento e influencia de Jahannes
Oecolampadius. Diana Poythress
Ser protestante en la Britania reformada. Alec Ryrie
Meditaciones en prisión, salmos 51 y 31. Girolamo Savonarola.
Reformados en sus extremos. David Steinmetz
Mujeres y la Reforma. Kirsi Stjerma
Pedro Valdo y el movimiento valdense. Pablo Thanasingh.
Johannes Gutemberg: innovador imprentero. Sue van der Hook
Guillaume Farel. Jason Zuidema

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