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Con base en esto, extrayendo la doctrina desarrollada por (Duverger, 1978, pág.

152) Colombia se
ciñe a un modelo presidencialista que otorga amplias facultades al primer mandatario, más allá de
las descritas constitucionalmente, se añaden otras respecto a las demás ramas del poder. Por
tanto, suponer una prolongación del tiempo de gobierno constituye un riesgo de desnaturalización
del régimen, porque se estarían reforzando los poderes atribuidos al presidente desde la
constitución de 1991. Por ejemplo, la influencia preponderante que tiene el primer dirigente en la
elección de funcionarios de otras ramas como elegir la terna para fiscal general de Nación y el
defensor del pueblo. Así, la eventual reelección ampliaría el alcance jurisdiccional ejecutivo y tal
dominación sobre otras ramas conllevaría a la perdida de independencia de diversos órganos,
concentrándose la autoridad y modificándose la separación de poderes.

Con base en esto, extrayendo la doctrina desarrollada por (Duverger, 1978, pág. 152) Colombia se
ciñe a un modelo presidencialista que otorga amplias facultades al primer mandatario, más allá de
las descritas constitucionalmente, se añaden otras respecto a las demás ramas del poder. Por
tanto, suponer una prolongación del tiempo de gobierno constituye un riesgo de concentración
del poder, porque se estarían reforzando las atribuciones dadas al presidente desde la
constitución de 1991. Por ejemplo, la influencia preponderante que tiene el primer dirigente en la
elección de funcionarios de otras ramas como elegir la terna para fiscal general de Nación y el
defensor del pueblo. Así, la reelección ampliaría el alcance jurisdiccional ejecutivo y tal dominación
sobre otras ramas conllevaría a la perdida de independencia de diversos órganos,
desnaturalizándose las funciones ejecutivas y modificándose la separación de poderes.

En definitiva, el sistema de Check and balance resulta de la posibilidad que tiene cada órgano de
controlar a los demás, por ende, introducir la reelección como reforma al diseño de la distribución
del poder supone una transgresión a la delgada línea en donde la intervención de una rama en
otra deja de ser una limitación funcional al poder y se transforma en desequilibrio al sistema de
frenos y contrapesos.

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