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Historiografía de la esclavitud
Anejos de la Revista de Historiografía nº8 8
de investigación es la historia
Universidad Carlos III de Ma-
Franche-Comté, 2017.
- historia antigua peninsular, principalmente las de los cronistas rea- tra en la historia de las mujeres
dental durante la edad moderna.
- El libro resulta así una interesante introspección entre dos amplios España contemporánea, de for-
períodos históricos, y su autor contrasta y compara la historiografía ma particular desde 1931 a 1978. Entre sus publica-
grecorromana con la de la edad moderna de forma sugestiva. Apo- ciones cabe destacar ¿Eternas menores? Las mujeres
en el franquismo (Biblioteca Nueva, 2007) y Mercedes
La creación de una
mar la importancia que tiene la ideología de control inherente en cual-
Francisco Gómez Martos
historia nacional
Mujeres peligrosas
quier sistema de valores colectivo, constantemente reproducido por la
Portada. Ministerio de Cultura y Deporte. Archivo
Juan de Mariana y el papel de la
General de la Administración (MCD, AGA): Fondo
Medios de Comunicación Social del Estado, IDD Portada. “El padre Juan de Mariana”,
Antigüedad en la Edad Moderna
(03)084.000, signatura F-00695-03-013. Mujeres de Matías Moreno González
María Jesús Fuente Pérez recogen firmas en favor del Estatuto de Nuria el día
(Ed.)
tes, y más desconocidas, de la Edad Media hispana. Hija de Jaime ditada. Desarrolla su acti- dos líneas de trabajo, la
I de Aragón y de Violante de Hungría, y madre de Sancho IV de vidad docente e investiga- historia de las ciudades
Castilla, su papel fue crucial en momentos claves de la política del dora de temas de Historia medievales y la historia
- de las mujeres en la Edad
reino. Mientras que de Alfonso X se han escrito varias biografías, Internacional, Teoría de la
de Violante no se ha escrito ninguna. Esta es la primera biografía Historia y Estudios Culturales y de Género. Media, están reflejadas en sus libros, entre
ellos F inanzas y ciudades: el tránsito del siglo
Iconos del futuro
dedicada a ella. Basada en fuentes documentales en buena parte Autora de numerosos textos publicados –
inéditas, se analiza su figura siguiendo el paradigma de “los dos monografías, ensayos, artículos académicos XV al XVI (Serie Roja del Banco de España,
- 1992), El lenguaje de la ciudad en el tiempo.
cuerpos del rey”, y se contempla su intervención política a través y de prensa– en la actualidad es Directora
Historiografía
de los medios considerados propios de las reinas: intercesión y me- del Instituto de Estudios Internacionales y Diccionario de historia urbana y urbanismo
diación, y patrocinio cultural y religioso. Europeos Francisco de Vitoria de la UC3M (Editorial del BOE, 1999), Reinas medieva-
les en los reinos hispánicos (La esfera de los
de la esclavitud
Montserrat Huguet
futuro de Aragón
(Nowtilus, 2015), Historias Rebeldes de Mu-
jeres Burguesas (Biblioteca Nueva, 2010).
A propósito de lo moderno
en el Mundo Contemporáneo
Reina de Castilla
Portada. Una armadura “moderna” para un soldado, ISBN: A9RE41B.tmp
978-84-1324-459-4.pdf National Maritime Museum, Greenwich, London,
en la Primera Guerra Mundial. Fotografía tomada por
ISBN: A9RE41B.tmp
Historic Photographs (ID: ZBA2618) indica: “An
M. Huguet, de una copia expuesta en dependencias
Instituto de Historiografía
municipales de Ravena, Italia (junio 2014),
procedente del archivo Mary Evans. Portada. Cabeza de Reina, siglo XIII. Museo Tesoro ISBN: A9RE41B.tmp
Julio Caro Baroja
Montserrat Huguet María Jesús Fuente Pérez Catedral de Cuenca.
Introducción......................................................................................................................... 11
Antón Alvar
6. Esclavage(s) et comparaison(s).
Remarques historiographiques.......................................................................................141
Jacques Annequin
E L E N E M I G O « AT Í P I C O »
EN L AS FUENTES LITERARIAS
A N T I G U A S R E L A T I VA S A
LOS C ONFLICTOS DE FINALES
DE L A REPÚBLICA ROMANA.
I TÁ L I C O S , E S C L AV O S Y
«FUERA DE LA LEY»1
Isaías Arrayás Morales
Universitat Autònoma de Barcelona
RevHisto - Anejos
326 El enemigo «atípico» en las fuentes literarias antiguas
2. G. Urso, “Tumultus e guerra civile nel I secolo a.C.”, en M. Sordi (Ed.), Il pensiero sulla guerra
nel mondo antico, Milán, 2001, 123, 126.
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Isaías Arrayás Morales y Carlos Heredia Chimeno 327
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lo que tiene que ver con la praxis bélica3. En cualquier caso, existen dos razones fun-
damentales que explicarían el Bellum Sociale: por un lado, la mejora de la condición
jurídica de los socii, con la demanda de la ciudadanía romana como objetivo4; por el
otro, la independencia frente a Roma5. Así, quedaría de manifiesto la heterogeneidad
propia de los aliados, pero también la parcialidad de los testimonios, a raíz de la falta
de la visión itálica, así como de la estrictamente contemporánea a los hechos, al con-
tar solo con evidencias tardías y contradictorias. En realidad, no es de extrañar, pues-
to que los cambios de statu quo a partir de un conflicto, sobre todo si es una guerra
civil, nunca son buenos ejemplos. Así, se utilizaría el concepto de tumultus italicus,
del mismo modo que ocurriría con la llamada I Guerra Civil, que Cicerón considera
un tumultus proximus, una guerra interna, pero no «civil».
No obstante, conviene dar cuenta de la infravaloración que sufrían los socii,
situados jurídicamente por debajo de los ciues Romani. Se trata de una actitud psi-
cológica, que apuntaría al concepto contemporáneo de «chovinismo», por la cual el
colectivo itálico sería inferior y no valdría la pena triunfar sobre él; no en vano la so-
cietas nacería de la dominación bélica. Así, concebir el Bellum Sociale como «guerra
civil» sería otorgarle un status igualitario, sería darle más gravedad e importancia.
Por ello, el contingente itálico se puede conectar a otros grupos sociales inferiores,
como los esclavos e, incluso, a elementos exógenos como los «fuera de la ley». Los
socii estarían a medio camino, pero todos estos colectivos citados tendrían en común
ser concebidos como inferiores por parte de Roma. Esa concepción de pertenecer a
algo inferior sería incluso ampliable al seno de los ciudadanos romanos, tras la gene-
ralización de dicho estatuto a los socii en la década de los 80 a.C. En este sentido, solo
hay que volver la mirada a los bandos configurados después del Bellum Sociale, con
participación directa de los itálicos, implicados en el gobierno de Cinna. La realidad
3. C. Heredia, “El olvido necesario. Los historiadores antiguos ante el Bellum Sociale (91-87
a.C.)”, en B. Antela et alii (Eds.), Memoria del conflicto en la Antigüedad, Barcelona, 2017, 181-194.
4. App. B Civ. 1.34; Cic. Phil. 12.27; Diod. Sic. 37.18; Liv. Per. 71; Vell. Pat. 2.15; Iust. 38.4.11-13;
Flor. 2.18; Plut. Vit. Cat. Min. 1-2, Vit. Mar. 32-33; Val. Max. 3.1; Aur. Vic. De vir. ill. 80.1. Indepen-
dientemente de su diversidad étnica, social o política, todo itálico debía preferir ventajas frente a
dependencias. Vid.: R. Van Dooren, Burgers en bondgenoten, Nimega, 2008.
5. Cic. Phil. 12.27; Auct. Ad Her. 4.13, 16; Ovid. Am. 2.16, 3.15.8-10, Tr. 4.10; Str. 5.4.2; Eutr. 5.3.1.
Vid.: M. Pobjoy, “The First Italia”, en E. Herring, K. Lomas (Eds.), The Emergence of State Identities
in Italy in the First Millennium BC, Londres, 2000, 187-211; V. Arena, Libertas and the Practice of
Politics in the Late Roman Republic, Cambridge, 2012; C.J. Dart, The Social War, 91 to 88 BCE.,
Farnham, 2014, 35-40.
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Isaías Arrayás Morales y Carlos Heredia Chimeno 329
de iure se vería superada también, escondiéndose detrás de esto una concepción psi-
cológica del enemigo, tendente a infravalorarle.
Cabe tener en cuenta que la dificultad terminológica viene dada por la existen-
cia de enemigos «atípicos», que poco tienen que ver con los propios de una guerra
ortodoxa y regular. De este modo, en una guerra interna, dinámicas como la «des-
humanización» del adversario han de acelerarse: conviene otorgar al enemigo todo
tipo de elementos de juicio negativos. Sin embargo, es cierto que la propia estructura
de la sociedad romana permitiría gestar dicho pensamiento con facilidad, sobre todo
en el caso de aquellos contingentes poblacionales situados en una escala jurídica (y
mental) inferior. De hecho, la condición de los socii estaba mermada por completo de
poder político, sin relaciones favorables respecto a Roma y con una peculiaridad muy
ilustrativa: los aliados itálicos estaban insertos en la estructura militar romana, en
cuanto permanecían vinculados a Roma mediante la societas, a modo de symmachia,
no de amicitia, cuya característica era la contribución masiva, regular y perpetua al
esfuerzo bélico de Roma. De este modo, los principios del pacto pronto se tensiona-
ron, puesto que el número de itálicos que sirvieron en el ejército sobrepasó el de ciues
Romani y, además, permanecían más tiempo en servicio, sus pérdidas eran mayores,
mientras que los botines resultaban cuantiosamente menores. Asimismo, cabe recor-
dar que los socii debían afrontar el tributum, que, desde el 167 a.C., los ciudadanos ro-
manos ya no pagaban6. Se trata pues de una dinámica de dominación que alcanzaría
cotas cada vez más altas y que explicaría en gran parte la demanda de la ciudadanía
romana por parte de los itálicos. Desde esta perspectiva, la única diferencia aprecia-
ble sería de status, respecto a derechos y obligaciones, pues se trataría de elementos
bien insertos en las estructuras romanas. Quizás la mejor ilustración de la inserción
de los socii en el Estado romano sería el íntimo vínculo respecto al carácter militar de
éste. La República era belicista y agresiva, y se esforzaba por obtener más poder en
el marco del sistema interestatal de abasto mediterráneo del que formaba parte. La
guerra era recurrente, siendo provechosa tanto para el Estado romano como para sus
ciudadanos. Así, el dominio y la consolidación de la societas beberían íntimamente
de esas prácticas bélicas y, de hecho, los socii tenían como primer deber el de servir
6. Para el tributum existe todo un debate sobre su definición y características. Vid.: I. Rodríguez
Álvarez, “Notas en torno a la Lex Iulia de Vicesima Hereditatium”, Memorias de Historia Antigua,
3, 1979, 199-215; P. Cerami, “Il controllo finanziario in diritto romano. Riflessioni metodologiche
e profile storico”, Studi Scherillo, 2, 1972, 778; J. Marquardt. De l’organisation financière chez les
romains, París, 1988, 207.
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7. A.M. Eckstein, Mediterranean Anarchy, Interstate War and the rise of Rome, Berkeley, 2002,
237, 254.
8. F. Wulff, “Notas sobre el mundo itálico en la ideología romana: Lucilio 1088M y Catón el
Censor”, Baetica, 7, 1984, 211.
9. Sobre el tema de la identidad romana frente a la aliada, vid. E.S. Gruen, Culture and National
Identity in Republican Rome, Cornell, 1982; Id., “Cultural Fictions and Cultural Identity”, Ameri-
can Philological Association, 123, 1993, 1-14; Y. Syed, “Creating Roman Identity: Subjectivity and
Self-fashioning in Latin Literature”, Classical Antiquity, 16, 1997, 5-7; E. Dench, “Sacred Springs
to the Social War: Myths of Origins and Questions of Identity in the Central Apennines”, en T.J.
Cornell, K. Lomas (Eds.), Gender and Ethnicity in Early Roman Italy, Londres, 1997, 43-52; G.D.
Farney, “Romans and Italians”, en J. McInerney (Ed.), Ethnicity in the Ancient Mediterranean, Ox-
ford, 2014, 437-454.
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Isaías Arrayás Morales y Carlos Heredia Chimeno 331
10. La concesión de la ciudadanía supuso dificultades económicas crónicas que solo se aliviarían
con las conquistas pompeyanas. En esta línea, si M.H. Crawford considera que una legión costaba
alrededor de 1.500.000 denarios anuales, el gasto de las itálicas, que ahora dependería del erario
romano, se multiplicaría por dos o por tres. No sería de extrañar que ello hubiera repercutido en
la tendencia del ejército romano de vivir del terreno, incrementándose el número de abusos en las
provincias. Vid.: H.C. Boren, “Studies Relating to the stipendium militia”, Historia, 32, 1983, 460;
M.H. Crawford, Roman Republican Coinage, Cambridge, 1976, 696; Idem, Coinage and Money
under the Roman Republic, Londres, 1985, 187; P.A. Brunt, The Fall of the Roman Republic and
Related Essays, Oxford, 1988, 506; F. Wulff, Roma e Italia de la Guerra Social a la retirada de Sila
(90-79 a.C), Bruselas, 2002, 245.
11. L.M. López Román, “Ni ciudadanos ni extranjeros: los itálicos en la política de los tribunos
de la plebe a principios de la crisis de la República romana”, Espacio, Tiempo y Forma, 22, 2009, 334.
12. E. Baca, Las víctimas de la violencia, Madrid, 2008, 244.
13. Fr. Hinard, “Solidarités familiales et ruptures à l’époque des guerres civiles et de la proscrip-
tion”, en E. Bertrand (Ed.), Rome, la dernière République, París, 2011, 117.
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14. N.S. Rosenstein, “Integration and Armies in the Middle Republic”, en S.T. Roselaar (Ed.),
Processes of Integration and Identity Formation in the Roman Republic, Manchester, 2012, 85-103;
S.T. Roselaar, “Mediterranean Trade as a Mechanism of Integration between Romans and Italians”,
en Roselaar (Ed.), Processes... op. cit., 141-158; J.R. Patterson, “Contact, Co-operation...”, op. cit.,
215-226; R. Roth, “Roman Culture between Homogeneity and Integration”, en R. Roth, J. Keller
(Eds.), Roman by Integration: Dimensions of Group Identity in Material Culture and Text, Ports-
mouth, 2007, 7-10; R. Pfeilschifter, “The Allies in the Republican Army and the Romanization of
Italy”, en Roth, Keller (Eds.), Roman... op. cit., 27-42.
15. J.M. David, “Conformisme et transgression: à propos du tribunat de la plèbe à la fin de la
République romaine”, Klio, 75, 1993, 227; W. Nippel, Public Order in Ancient Rome, Cambridge,
1995; R. Morstein, Mass Oratory and Political Power in the Late Roman Republic, Cambridge, 2004.
16. A.W. Lintott, “The Crisis of the Republic: Sources and Source-Problemes”, en J.A. Crook
(Ed.), Cambridge Ancient History. IX, Cambridge, 1994, 1-15; H. Flower, Roman Republics, Prince-
ton, 2010, 91.
17. App. B Civ. 1.71-74; Plu. Mar. 43-44, Sull. 5.6; Liv. Per. 80; Flor. 2.9.13-16; Sall. Hist. 1.67.19;
Vell. Pat. 2.22.2-4; Val. Max. 9.2.2, 9.12.4-5; Oros. 5.19.23. Vid. T.R.S. Broughton, The Magistrates
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Isaías Arrayás Morales y Carlos Heredia Chimeno 333
ejemplarizante del triunfo celebrado sobre los itálicos por Pompeyo Estrabón en el
89 a.C., a raíz de su victoria en el frente de Ausculum (Ascoli), solo explicable a raíz
del proceso de «construcción del enemigo» producido en el Bellum Sociale18. Cierta-
mente, a pesar del estrecho vínculo entre romanos e itálicos, el triunfo no se celebra-
ría de iure sobre compatriotas. No obstante, contribuiría a superar ese tabú del mos
maiorum que no consideraba legítimo celebrar las victorias sobre conciudadanos,
marcando un precedente que llevaría a las sucesivas guerras civiles, cuando los im-
peratores victoriosos celebraron sendos triunfos sobre sus compatriotas derrotados19.
En elementos como los descritos se puede comprender la necesidad del olvido o del
maquillaje, puesto que no se trata de no recordar, sino de no hacer posible o visible
la capacidad de oponerse al statu quo o de lograr cambiar el mos maiorum de un
modo traumático. En definitiva, el mos maiorum, fundamentado en la tradición, se
construiría en base al conformismo y la transgresión, que se acentuaría en el marco
de una «guerra civil». De ahí la dificultad por definir el conflicto a través de los testi-
monios de los textos antiguos, haciéndose palpable un olvido interesado o necesario,
ya sea porque no implicaba un modelo a seguir o porque suponía un recuerdo trau-
mático en el que la violencia se volvía la norma. Los estudios actuales son víctimas
del análisis de las fuentes antiguas, algo que lleva a no tratar el Bellum Sociale como
lo que fue. Tras este conflicto fratricida nada tiene el mismo sabor y, en cualquier
caso, la prueba más clara de que se trataría de una «guerra civil» es precisamente la
dificultad por discernir su auténtico carácter.
of the Roman Republic, Nueva York, 1952, II, 40, 49-52; M. Lovano, The Age of Cinna, Stuttgart,
2002, 47-49; Fr. Hinard, “La terreur comme mode de gouvernement (au cours des Guerres Civiles
du Ier siècle a.C.)”, en G. Urso (Ed.), Terror et pavor. Violenza, intimidazione, clandestinità nel mon-
do antico, Pisa, 2006, 247-264; L. De Blois, The Impact of the Roman Army (200 BC-AD 476),
Leiden, 2007, 146.
18. Plin. NH 7.135; Val. Max. 6.9.9; Diod. Sic. 43.15.5, 49.21.3; Gell. 15.4.3; Asc. 14.
19. F. Sánchez Jiménez, “Triunfo de Asculaneis Picentibus”, Baetica, 9, 1986, 255-268; L. Amela,
Cneo Pompeyo Magno. El defensor de la República romana, Madrid, 2003, 23-24.
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334 El enemigo «atípico» en las fuentes literarias antiguas
alcanzaría su zénit, alimentado por la acción de la piratería y, sobre todo, por las nu-
merosas guerras de expansión, que abastecerían de manera incesante los mercados
esclavistas, entre los que destacaba el de la isla de Delos, en el Egeo, principal cen-
tro del comercio de esclavos entre el 167 y el 88 a.C. (Str. 14.5.2). El botín (praeda)
constituía uno de los alicientes de los conflictos bélicos, bien reconocido por el ius
gentium, según el cual los vencedores adquirían pleno derecho sobre todos los bienes
de los vencidos, incluyendo también a los mismos vencidos. Así, el botín era la justa
recompensa de los vencedores, de la que los supervivientes, prisioneros de guerra,
también formarían parte, pues su conversión en esclavos los asimilaría a los bienes
alienables20. Por otro lado, las guerras también crearían el caldo de cultivo perfecto
para el desarrollo de la piratería. Los piratas participarían del lucrativo comercio de
esclavos, nutriendo los mercados de Delos o Side (Selimiye), en la región anatólica
de Panfilia, donde los mercaderes itálicos adquirían los esclavos que eran llevados a
Italia y Sicilia. De esta manera, se generaría una peligrosa concentración de mano de
obra esclava en el mismo corazón del Imperio romano21.
En relación a las fuentes literarias antiguas, cabe destacar la pobreza de las
alusiones a las revueltas serviles, ya que, a pesar de su abasto y de lo fundamental
del esclavismo en la sociedad romana, los esclavos, al igual que los bandidos y los
piratas, eran un colectivo indigno, al que no se debía prestar atención y más si era
para evidenciar la importancia de sus sucesivas insurrecciones. Así, los autores an-
tiguos no estuvieron interesados en las revueltas serviles por sí mismas y evitaron
incidir demasiado en ellas y en sus líderes, y, la mayoría de las veces, solo las trae-
rían a colación con el fin de desacreditar a ciertas personalidades políticas, como
M. Licinio Craso (cos. 70, 55 a.C.) o C. Verres (pr. 74 a.C.). En cualquier caso, los
testimonios aportados por los textos dejan bien patente la humillación que supuso
para los romanos el afrontar conflictos serviles de alta intensidad como los plantea-
dos en Sicilia o el de Espartaco en Italia22.
20. Cl. Auliard, “Les esclaves dans les butins républicains des premiers siècles de la conquête”, en
J. Annequin (Ed.), Routes et marchés d’esclaves, París, 2002, 51-53.
21. P.A. Brunt, Italian Manpower 225 B.C.-A.D. 14, Oxford, 1971, 121-130; K. Hopkins, Conquer-
ors and Slaves, Cambridge, 1978, 8; W. Scheidel, “Problems and Progress in Roman Demography”,
en W. Scheidel (Ed.), Debating Roman Demography, Leiden, 2001, 47-48, 55-57; S. Hin, The De-
mography of Roman Italy, Cambridge, 2013, 34-37.
22. Cic. Leg. Man. 30; Plut. Vit. Crass. 9.8; Flor. 2.8.20. Para una completa recopilación de las
fuentes literarias sobre las guerras serviles, vid.: B. Shaw, Spartacus and the Slaves Wars. A Brief
History with Documents, Boston-Nueva York, 2001.
RevHisto - Anejos
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336 El enemigo «atípico» en las fuentes literarias antiguas
24. D.C. Earl, The Political Thought of Sallust, Cambridge, 1961, 116-120; Urbainczyk, Slave Re-
volts… op. cit., 78, 82.
25. Urbainczyk, Slave Revolts… op. cit., 67-71. Sobre los orígenes tracios de Espartaco, vid.: K.
Ziegler, “Die Herkunft des Spartacus”, Hermes, 83, 1955, 248-250; A. Jähne, Spartacus. Kampf der
Sklaven, Berlín, 1986, 173; J. Kolendo, “Comment Spartacus devient-il esclave?”, en K. Miloshev
(Ed.), Spartacus, Sofía, 1981, 71-77; Z. Velkova, “Der Name Spartakus”, en Miloschev (Ed.), Spar-
tacus... op. cit., 195-198; T. Todorov, “De l’origine de Spartacus”, en Miloschev (Ed.), Spartacus... op.
cit., 199-201; M. Doi, “The Origin of Spartacus and the Anti-Roman Struggle in Thracia”, Index,
20, 1992, 31-40.
26. H.T. Wallinga, “Bellum Spartacium: Florus’ Text and Spartacus’Objective”, Athenaeum, 70,
1992, 25-43; Urbainczyk, Slave Revolts… op. cit., 64-73.
RevHisto - Anejos
Isaías Arrayás Morales y Carlos Heredia Chimeno 337
El silencio de los autores antiguos en relación a los conflictos serviles, así como
el hecho de que, cuando se refieren a ellos, racionalicen el comportamiento de los
rebeldes desde su perspectiva, cargada de prejuicios y estereotipos, evita que se pue-
dan precisar sus razones y metas. Si bien es posible que los esclavos solo desearan
huir, resultando inesperada la magnitud de las insurrecciones, no se puede descartar
que no se hubieran previsto27. En el caso de la revuelta de Espartaco, aunque de los
200 gladiadores en inicio sublevados solo 70 lograrían refugiarse en el Vesubio, lo
cierto es que continuarían conformando un grupo numeroso, que difícilmente pa-
saría desapercibido28. A todo ello, según los textos, Espartaco estaría al corriente de
las revueltas serviles acontecidas en Sicilia, algo que podría haberlo inspirado para
llevar a cabo la suya y para decidirse, cuando ya se encontraba en una situación muy
apurada en el sur de Italia, a cruzar con unos 2.000 hombres a tierras sicilianas, qui-
zás para promover allí una nueva rebelión, acción que no culminaría por la traición
de los piratas cilicios. Asimismo, cabe subrayar que los esclavos fueron capaces de
organizar vastos ejércitos, teniendo un notable éxito ante las tropas romanas, cir-
cunstancias que no se improvisan. Ciertamente, algunas fuentes literarias afirman
que Espartaco logró su éxito porque había sido auxiliar en el ejército romano, mien-
tras que otras insinúan que el hecho de que los romanos usaran a los esclavos en las
guerras civiles pudo inspirarlos para luchar. En cualquier caso, resulta difícil asumir
que Espartaco desconociera el impacto de las guerras serviles en Sicilia y que fuera
fortuita la magnitud de su insurrección29. Lo que sí parece claro es que Espartaco y
sus seguidores no pretendían cuestionar el sistema esclavista, tal y como se ha pro-
27. K.R. Bradley, Slavery and Rebellion in the Roman World, 140 BC-70 BC, Bloomington, 1989,
89-92, 98, 100-101, 104.
28. App. B Civ. 1.116; Plut. Vit. Crass. 8; Liv. Per. 95; Sall. Hist. 3.90; Flor. 2.8.1-3; Vell. Pat. 2.30.4;
Eutr. 6.7.2; Oros. 5.24.
29. Cabe recordar que los líderes de las dos guerras serviles sicilianas precedentes, Euno, en la
primera, y Athenion y Salvio, en la segunda, adoptarían elementos que subrayarían su autoridad,
tomados directamente de Roma y las monarquías helenísticas. Así, Euno, de origen sirio, cambia-
ría su nombre por el de Antíoco, común entre los reyes seléucidas (Diod. Sic. 34/35.2.24), mientras
que Salvio, después de organizar un ejército de más de 30.000 efectivos, se haría llamar Trifón, que
se correspondería con el del usurpador del trono seléucida, Diodoto Trifón, a quien se atribuiría
la organización de los cilicios en bandas de piratas entre el 142 y el 138 a.C. (Diod. Sic. 36.7.1-2).
Vid.: Ph. de Souza, Piracy in the Graeco-Roman World, Cambridge, 1999, 98-101; Urbainczyk,
Slave Revolts… op. cit., 49-50, 56, 58; I. Arrayás, “Bandidaje y piratería en la Anatolia meridional.
Definición y circunstancias en el marco de las guerras mitridáticas”, Studia Historica. Historia An-
tigua, 28, 2010, 31-55.
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338 El enemigo «atípico» en las fuentes literarias antiguas
30. B. Baldwin, “Two Aspects of the Spartacus Slave Revolt”, Classical Journal, 62, 1967, 289-294;
R.M. Sheldon, “The Spartacus Rebellion. A Roman Intelligence Failure?”, International Journal
of Intelligence and Counterintelligence, 6/1, 1993, 79-80; O. Lapeña, “Espartaco y el fenómeno del
bandolerismo social”, Habis, 36, 2005, 146-147, 152, 157; Urbainczyk, Slave Revolts… op. cit., 46;
J.L. Posadas, “La recluta ad tumultum como respuesta equivocada ante la rebelión de Espartaco en
el año 73 a.C.”, en G. Bravo, R. González (Eds.), XII Coloquio de la AIER, Madrid, 2015, 65.
31. P. Piccinin, “Les Italiens dans le Bellum Spartacium”, Historia, 53, 2004, 173-199; Urbainczyk,
Slave Revolts… op. cit., 22-23, 47-48; I. Arrayás, “Las guerras mitridáticas en la geopolítica medi-
RevHisto - Anejos
Isaías Arrayás Morales y Carlos Heredia Chimeno 339
Espartaco y ciertos colectivos itálicos, existiría una seria desconfianza hacia los escla-
vos, que, según se desprende de los textos, eran vistos como un peligro susceptible de
intervenir en las guerras civiles. Así, según Salustio (Cat. 30.7), en el 63 a.C., el Sena-
do ordenaría el traslado de los gladiadores de Roma a Capua y otras ciudades itálicas,
para evitar un posible apoyo de éstos a los conjurados de Catilina32.
Muestra del menosprecio a luchar contra esclavos sería la confiada respuesta
dada a la revuelta de Espartaco, que no se consideraría un bellum, sino un «seruilis
tumultus», en palabras de César (B Gall. 1.40.5), tribuno militar en el 72 a.C. y que
pudo participar en los combates33. El Senado respondió mediante levas ad tumultum,
que suponían el reclutamiento de tropas sobre la marcha, incorporando efectivos
inexpertos e indisciplinados, sin el adiestramiento adecuado, y que eran la respuesta
habitual ante situaciones de desorden. El primer enrolamiento ad tumultum, puesto
en marcha desde Capua, resultó un fiasco34, lo que llevó a una segunda leva tumul-
tuaria por parte de un pretor, C. Claudio Glabro (pr. 73 a.C.)35, en la que ya debie-
ron participar veteranos con tierras asignadas en la Campania, perjudicados por los
saqueos de Espartaco, y que, según los textos, conformaban 3.000 efectivos o varias
cohortes36. Esta fuerza armada también fue derrotada por los rebeldes, que, además,
obtuvieron un considerable botín y gran cantidad de armas37, y aumentaron la adhe-
sión a su causa con la incorporación de gran número de desposeídos, entre los cuales
habría campesinos afectados por las colonizaciones de Sila del 82 a.C., que habrían
supuesto expropiaciones y reasignaciones a favor de veteranos silanos (deductiones),
además de revocaciones de la ciudadanía romana (ademptio ciuitatis)38. En cualquier
terránea. Sobre los contactos entre Mitrídates Eupátor y los itálicos”, Aevum, 90, 2016, 141-173;
Idem, “Conectividad mediterránea en el marco del conflicto mitridático”, Klio, 98, 2016, 1-26.
32. J.J. Ferrer Maestro, Catilina: Desigualdad y revolución, Madrid, 2015, 216.
33. Lapeña, “Espartaco y el fenómeno…”, op. cit., 148, 154; Posadas, “La recluta ad tumultum…”,
op. cit., 64.
34. Plut. Vit. Crass. 9.2-3; Flor. 2.8.4; Sall. Hist. 3.92-93.
35. El nombre de este pretor resulta controvertido, pues los textos antiguos divergen al respecto
(App. B Civ. 1.116; Plut. Vit. Crass. 9.2; Liv. Per. 95; Flor. 2.8.4; Front. Str. 1.5.21). Vid.: Broughton,
The Magistrates of the Roman… op. cit., II, 109.
36. Plut. Vit. Crass. 9.2; Front. Str. 1.5.21.
37. Sall. Hist. 3.101; Flor. 2.8.4; Oros. 5.24.1.
38. P.A. Brunt establece como colonias Asculum, Arretium, Clusium, Faesulae, Interamnia, Nola,
Pompeii, Praeneste, Urbana, Florentia, Spoletium, mientras que Sulmo y Volaterrae permanecerían
como municipios. Por su parte, E. Gabba cita diez colonias silanas seguras, Aleria, Arretium, Clu-
sium, Faesulae, Florentia, Interamnia, Nola, Pompeii, Praeneste, Urbana, además de dos inciertas,
Abella y Hadria, a las que añadiría diversas asignaciones, seguras en Volaterrae y posibles en Fo-
RevHisto - Anejos
340 El enemigo «atípico» en las fuentes literarias antiguas
caso, la tercera expedición se realizó también mediante una leva ad tumultum por
parte del pretor P. Varinio (pr. 73 a.C.), que, según los textos, doblaría los efectivos
de Claudio Glabro, llegando a los 7.000, pero que también fracasaría39. La utilización
de estas reiteradas convocatorias ad tumultum para organizar las tropas que debían
someter a los rebeldes mostraría el empecinamiento de los romanos de entender el
conflicto contra Espartaco como un tumultus, no como un bellum40.
En relación a la composición del ejército de Espartaco, sobre la que hay muy
pocas referencias, Apiano (B Civ. 1.116-117) informa de la presencia de esclavos
fugados, pero también de población libre rural (eleútheroi ek tôn agrôn), sectores
de población desfavorecidos y, quizás, “fuera de la ley” (sygklydes), además de de-
sertores (autómoloi). Por su parte, Tito Livio (Per. 95) indica que Espartaco habría
reunido una multitud de esclavos y prisioneros en los ergástulos, «congregata serui-
tiorum ergastulorumque multitudine». Así, se trataría de unas tropas de composi-
ción muy diversa, conformadas por gladiadores y esclavos, en la que el elemento
tracio, galo y germánico, quizás derivado de los cimbrios y teutones vencidos en
el 101 a.C., pudiera haber sido predominante, pero también por otros colectivos
sociales libres empobrecidos (pastores, jornaleros, pequeños propietarios arruina-
dos, etc…), que ya se habrían visto obligados a protagonizar acciones puntuales de
bandidaje para sobrevivir y que verían en la sublevación servil un modo de obtener
botín, que, además, Espartaco repartiría con equidad, lo que le granjearía gran ad-
hesión (App. B Civ. 1.116)41.
rum Cornelii, Spoletium, Suessula y Tusculum. Vid.: Brunt, Italian Manpower… op. cit., 300-312;
E. Gabba, Esercito e società nella tarda repubblica romana, Florencia, 1973, 117-130, 172-174; G.
Chouquer et alii, Structures agraires en Italie centro-méridionale, Roma, 1987, 87-94, 209-212, 219-
220, 225-230, 245, 248-249; B. Campbell, The Writings of the Roman Land Surveyors, Londres,
2000, 176-177, 184-187, 190-191, 194-199, 323, 382-383, 411-412, 423, 426; E. Hermon, “La lex
Cornelia agraria dans les Libri Coloniarum I”, en A. Gonzales, J-Y. Guillaumin (Eds.), Autour des
Libri coloniarum: colonisation et colonies dans le monde romain, Besançon, 2006, 32.
39. App. B. Civ. 1.116; Plut. Vit. Crass. 9.5; Sall. Hist. 3.96.1.
40. Broughton, The Magistrates of the Roman… op. cit., II, 119; G.K. Golden, Crisis Management
during the Roman Republic, Cambridge, 2013, 43-48, 75-79; Lapeña, “Espartaco y el fenómeno…”,
op. cit., 148, 154; Posadas, “La recluta ad tumultum…”, op. cit., 61-62, 65-71.
41. P. Oliva, “Die charakteristischen züge der grossen Sklavenaufstände zur Zeit der römischen
Republik”, en E.C. Welskopf (Ed.), Neue Beiträge zur Geschichte der alten Welt, Berlín, 1964, 75-
88; W.Z. Rubinsohn, “Was the Bellum Spartacium a Servile Insurrection?”, Rivista di Filologia e di
Istruzione Classica, 99, 1971, 290-299; M. Doi, “Female Slaves in the Spartacus Army”, en M.-M.
Mactoux, E. Gény (Eds.), Mélanges Pierre Lévêque, París, 1989, II, 161-172; Lapeña, “Espartaco y el
fenómeno…”, op. cit., 156-157; Posadas, “La recluta ad tumultum…”, op. cit., 63-65.
RevHisto - Anejos
Isaías Arrayás Morales y Carlos Heredia Chimeno 341
42. App. B Civ. 1.116-117; Plut. Vit. Crass. 9.8. Vid.: Sheldon, “The Spartacus Rebellion…”, op.
cit., 69-84; Posadas, “La recluta ad tumultum…”, op. cit., 71.
43. Plut. Vit. Crass. 11.11; Cic. Pis. 58; Plin. HN 15.125; Gell. 6.23.
44. App. B Civ. 1.118; Plut. Vit. Crass. 10. Craso, anteriormente, habría escrito al Senado para
pedir la ayuda de M. Terencio Varrón Lúculo (cos. 73 a.C.), procónsul de Macedonia en el 72/1
a.C., y Pompeyo Magno, pero cambiaría de idea y decidiría acabar la guerra antes de que llegaran
para evitar que pudieran arrebatarle la victoria, algo que Pompeyo estuvo a punto de conseguir
(App. B Civ. 1.120; Plut. Vit. Crass. 11.3). Existen un par de referencias textuales sobre el posible
establecimiento de negociaciones entre el Estado romano y Espartaco (App. B Civ. 1.120; Tac. Ann.
3.73), hecho que no sería recogido por el grueso de las fuentes literarias, dado su carácter vergon-
zante. Vid.: M. Doi, “On the Negotiations between the Roman State and the Spartacus Army”, Klio,
66, 1984, 170-174.
45. A.H.J. Greenidge, A.M. Clay, Sources for Roman History 133-70 B.C., Oxford, 1960, 267; Z.
Rubinsohn, “A Note on Plutach, Crassus X.1”, Historia, 19, 1970, 624-627; B.A. Marshall, “Cras-
sus’Ovation in 71 BC”, Historia, 21, 1972, 669-673; Lapeña, “Espartaco y el fenómeno…”, op. cit.,
154-155.
46. O. Olesti, “Los veteranos de Cneo Pompeyo y Quinto Cecilio Metelo Pío en la Hispania Ci-
terior”, en C. Fornis et alii (Ed.), Dialéctica histórica y compromiso social, Madrid, 2010, 1012-1014.
RevHisto - Anejos
342 El enemigo «atípico» en las fuentes literarias antiguas
a.C.) habría incitado a la rebelión a las tropas que tenía a su cargo en Nisibis (Nusay-
bin) en el invierno del 68/7 a.C., argumentando que, mientras ellos estaban luchando
contra Mitrídates Eupator sin recibir recompensa, los soldados de Pompeyo estaban
cómodamente viviendo con sus familias y poseían tierras en ciudades prósperas, y
todo ello solo por haber luchado contra los infelices exiliados de Hispania y los es-
clavos de Italia. En el texto resulta evidente el menosprecio a las luchas que Pompeyo
mantuvo con los disidentes cinno-marianistas en Hispania, en cuyas filas militaron
muchos itálicos, así como con los esclavos de Espartaco en Italia47.
Por último, las fuentes literarias, siguiendo la tónica habitual de silencio y me-
nosprecio, no aportarían noticias sobre la suerte que habrían corrido los rebeldes
supervivientes y de cuantos habrían logrado escapar tras su derrota ante Craso, más
allá de ciertas alusiones puntuales. Según Apiano (B Civ. 1.120), tras la batalla final
en Petelia, muchos de los rebeldes supervivientes huyeron a las montañas y siguieron
luchando hasta morir todos, a excepción de 6.000 que fueron capturados y crucifi-
cados a lo largo de la uia Appia. Sin embargo, resulta significativo vislumbrar que,
en el 61 a.C., una década después de la derrota de Espartaco, aún habría grupos de
esclavos descritos como pertenecientes a las tropas rebeldes que habrían apoyado a
Espartaco e, incluso, a Catilina en el 63 a.C., sobre todo en la Campania y Lucania.
En este sentido, Suetonio (Aug. 3.1) informa de cómo el pretor C. Octavio Turino (pr.
61 a.C.), padre del futuro emperador Augusto (27 a.C.-14 d.C.), los habría derrotado
en Thurii (Sibari, Cassano all’ Ionio), de camino a la provincia de Macedonia que le
había sido asignada, lo que le valdría el cognomen Turinus. Seguramente, habría más
grupos similares que los textos antiguos obviarían y, de hecho, la alusión de Suetonio
se habría producido solo para destacar la acción de Octavio Turino. Igualmente, el
mismo princeps, en sus Res Gestae (25.1), alardearía de haber capturado 30.000 escla-
vos huidos, que habían tomado las armas contra la República.
47. Cic. Leg. Man. 30; App. B Civ. 1.119-120. Vid.: D. Mulroy, “The Early Career of P. Clodius
Pulcher. A Re-examination of the Charges of Mutiny and Sacrilege”, Transactions and Proceedings
of the American Philological Association, 118, 1988, 155-178; W.J. Tatum, “Lucullus and Clodius
at Nisibis (Plutarch, Lucullus 33-34)”, Athenaeum, 79, 1991, 569-579; Amela, Cneo Pompeyo… op.
cit., 118.
RevHisto - Anejos
Isaías Arrayás Morales y Carlos Heredia Chimeno 343
en inicio tolerante con los piratas que abastecían los mercados de esclavos, el poder
centrarse en la represión de la piratería y supondría el caldo de cultivo perfecto para
su proliferación. Asimismo, el efecto de las guerras habría acentuado el empobreci-
miento de los sectores sociales más débiles, situación que los hizo proclives a unirse
a bandidos y piratas. Sin embargo, esa adhesión no siempre fue voluntaria, causada
por una necesidad de supervivencia, sino que, en muchos casos, fue el miedo lo que
les empujó. Además, entre los que colaboraron con bandidos y piratas habría que
contar también individuos vinculados al comercio y los negocios, que vieron en los
contactos con los «fuera de la ley» una lucrativa vía de enriquecimiento48.
Abordar el fenómeno del bandidaje y la piratería requiere tener presente la
mentalidad de los autores antiguos. Éstos presentan una imagen del modo de vida de
bandidos y piratas totalmente sesgada y simplificada, adaptada a su criterio y llena de
estereotipos. De hecho, la mayoría de los autores no vieron jamás ni a un bandido ni
a un pirata, y escribieron en base a rumores. Entre los principales motivos indicados
por las fuentes literarias para explicar la proliferación del bandidaje y la piratería es-
tarían los condicionamientos geográficos y biológicos, el ansia de poder y riqueza, la
tendencia a la violencia y, por supuesto, la miseria, acentuada por las guerras. Según
los antiguos, existirían ciertas regiones especialmente proclives, a causa de su geogra-
fía y su pobreza, en especial las de la Anatolia meridional, sobre todo Cilicia, la región
más denostada por la tradición literaria, hasta el punto de que «cilicio» se convertiría
en sinónimo de «pirata»49.
Aunque los antiguos conocían los motivos del bandidaje y la piratería, las au-
toridades no adoptaron medidas eficaces para corregirlos, sobre todo para luchar
contra la miseria que afectaba a amplios colectivos sociales del ámbito urbano y rural.
Desde su punto de vista, bandidos y piratas no eran más que salvajes, externos a las
comunidades civilizadas, que atacaban y saqueaban por el mero afán de lograr botín
(praeda), ante quienes la única opción era la represión. Así, de ser apresados, eran
tratados como asesinos, no como prisioneros, siendo ajusticiados mediante summa
supplicia50. Cierto es que, a veces, las autoridades adoptaron medidas integradoras
hacia bandidos y piratas, promoviendo políticas de reasentamiento y reintegración
social. Tal fue el caso de Pompeyo Magno, que, después de su gran victoria sobre los
48. Arrayás, “Bandidaje y piratería…”, op. cit., 31-55; Id., “Miseria, guerra, piratas. Sobre los
orígenes y el desarrollo del fenómeno pirático en la Anatolia meridional”, Pyrenae, 43, 2012, 25-52.
49. C. Wolff, Les brigands en Orient sous le Haut-Empire romain, Roma, 2003, 31-33, 102; N.K.
Rauh, Merchants, Sailors and Pirates in the Roman World, Charleston, 2003, 169-201.
50. Wolff, Les brigands en Orient... op. cit., 28-30, 50-51, 221-226.
RevHisto - Anejos
344 El enemigo «atípico» en las fuentes literarias antiguas
piratas en el 67 a.C., hizo alarde de su clementia, al considerar, según los textos, que
se habían visto abocados al delito por culpa de la miseria, acentuada por la guerra
mitridática y las deportaciones de Tigranes II. Sin embargo, las actuaciones de carác-
ter integrador, siempre debidas a algo más que al mero altruismo, no fueron la tónica
habitual y ni las autoridades romanas ni las élites locales fueron capaces de poner
remedio a la pobreza, adoptando, en general, una actitud de menosprecio hacia los
sectores más deprimidos51. Ciertamente, las élites cívicas harían alarde de su everge-
tismo, beneficiando, de vez en cuando, a sus conciudadanos más pobres. No obstante,
esto lo harían para saciar su deseo de reconocimiento público, no por filantropía, y,
en cualquier caso, sus aportaciones no fueron suficientes para remediar la miseria
en sus comunidades52. En consecuencia, percibidos como una amenaza a erradicar,
que atentaba contra el orden establecido, las autoridades se limitaron a aplicar seve-
ras penas contra bandidos y piratas, esperando que tuvieran un efecto disuasorio,
en lugar de abordar las raíces del problema. Asimismo, la falta de legitimidad en
sus acciones haría que bandidos y piratas ni siquiera fuesen considerados enemigos
(hostes) por las autoridades que los combatían, pues para ello debía de existir una
declaración de guerra oficial y esto solo podía darse en el caso de enemigos legíti-
mos. Así, un hombre libre apresado por bandidos y piratas, teóricamente, conservaba
su libertad, algo que no ocurría con un prisionero de guerra que, automáticamente,
pasaba a formar parte del componente humano del botín. Igualmente, un imperator
que luchara contra bandidos o piratas no merecía la celebración de un triumphus en
Roma y solo podía pretender una ouatio que proclamara su victoria, pues celebrar un
triunfo suponía reconocer a sus adversarios un status oficial que no poseían (Cass.
Dio. 54.12.1). El conflicto con los belicosos habitantes de Isauria, en el interior de la
Anatolia meridional, alcanzaría la suficiente envergadura para que Roma los consi-
derara enemigos, lo que habilitaría a P. Servilio Vatia Isáurico (cos. 79 a.C.), procón-
sul de Cilicia entre el 78 y el 74 a.C., para lograr su triumphus y adoptar el apelativo
51. Sobre las deportaciones de Tigranes II y las repoblaciones de Lúculo y Pompeyo, vid.: P.
Siewert, “Le deportazioni di Tigrane e Pompeo in Cilicia”, en M. Sordi (Ed.), Coercizione e mobilità
umana nel mondo antico, Milán, 1995, 225-235; I. Arrayás, “Piratería, deportación y repoblamien-
to. La Anatolia meridional en el marco de las guerras mitridáticas”, Klio, 95, 2013, 180-210; Id.,
“Deportation and re-occupation policies in southern Anatolia, c.100-50 B.C.”, en T. Ñaco et alii
(Eds.), Political Management of Humanitarian Crises in Classical Antiquity, Gdansk, 2016, 85-97.
52. P. Veyne, Le pain et le cirque, París, 1976, 59-62; Wolff, Les brigands en Orient... op. cit., 2;
Rauh, Merchants, Sailors… op. cit., 187, 189; Lapeña, “Espartaco y el fenómeno…”, op. cit., 149.
RevHisto - Anejos
Isaías Arrayás Morales y Carlos Heredia Chimeno 345
de Isauricus (App. Mith. 93)53. Sin embargo, Cicerón se tendría que conformar con
una simple ouatio tras su campaña militar en el Amanus (Almadagh) en el 51 a.C.,
cuando su proconsulado en Cilicia, lo habitual después de derrotar a bandidos54. Por
su parte, Pompeyo Magno celebraría su victoria sobre los piratas del 67 a.C. con un
triunfo el 28 y 29 de septiembre del 61 a.C., pero, simultáneamente, estaba procla-
mando su victoria definitiva sobre Mitrídates Eupator, un auténtico hostis de Roma55.
Las fuentes literarias utilizarían una terminología específica para referirse a
bandidos y piratas56. No obstante, la mentalidad de los autores antiguos y su parcia-
lidad haría que su uso no se realizara con el rigor deseado, a lo que hay que sumar
la evolución del significado de las palabras que puede llevar a confusión. En este
sentido, conviene no olvidar que el calificativo «bandido» o «pirata» habría sido utili-
zado con frecuencia para deslegitimar a enemigos políticos. Por tanto, su aplicación a
individuos o colectivos podría ser un intento de distorsionar su auténtica naturaleza.
No en vano, personalidades políticas de la talla de César, Catilina o del triunviro M.
Antonio (cos. 44, 34 a.C.; cos. desig. 31 a.C.) aparecen calificados de latrones57. Este
53. E. Pais, Fasti triumphales populi romani, Roma, 1920, 236-239; H.A. Ormerod, “The Cam-
paigns of Servilius Isauricus against the Pirates”, Journal of Roman Studies, 12, 1922, 47; D. Ma-
gie, Roman Rule in Asia Minor, Princeton, 1950, II, 1170, 1173; R. Syme, “The Pacification of
Pisidia and Lycaonia”, en A.R. Birley (Ed.), Anatolica. Studies in Strabo, Oxford, 1995, 210-211;
Cl. Auliard, Victoires et triomphes à Rome, Besançon, 2001, 58; Wolff, Les brigands en Orient...
op. cit., 16-17, 97-98; J.-L. Bastien, Le triomphe romain et son utilisation politique à Rome aux
trois derniers siècles de la République, Roma, 2007, 413; E. García Riaza, “El tratamiento de los
piratas en el ius belli romano-republicano”, en A. Álvarez-Ossorio et alii (Eds.), I Congreso de
Piratería y Seguridad Marítima en el Mediterráneo Occidental y la Península Ibérica durante la
Antigüedad, Sevilla, 2013, 136-140.
54. Cic. Fam. 2.10, 3.8, 13.73.2, 15.1.2, 4.4, Att. 5.20.1-5; Str. 12.1.4, 6.3. Vid.: R. Syme, “Observa-
tions on the Province of Cilicia”, en E. Badian (Ed.), Roman Papers, I, Oxford, 1979, 120-148; Idem,
“The New Provinces”, en Birley (Ed.), Anatolica… op. cit., 111-124; Wolff, Les brigands en Orient...
op. cit., 104-106, 116; I. Arrayás, “Señores de la guerra en la reorganización romana de la Anatolia
meridional”, Rivista Storica dell’Antichità, 43, 2013, 77-107; Id., “Piratería y señores de la guerra en
la Anatolia meridional en el marco del conflicto mitridático”, Aevum, 87, 2013, 1-23.
55. Wolff, Les brigands en Orient… op. cit., 18-20; Amela, Cneo Pompeyo… op. cit., 109-116.
56. Souza, Piracy in the Graeco-Roman… op. cit., 3-9, 13; Wolff, Les brigands en Orient… op. cit.,
8-15.
57. Wolff, Les brigands en Orient... op. cit., 2; Lapeña, “Espartaco y el fenómeno…”, op. cit., 152;
Ph. de Souza, “Pirates and Politics in the Roman World”, en V. Grieb, S. Todt (Eds.), Piraterie von
der Antike bis zur Gegenwart, Stuttgart, 2012, 47; Id., “War, Piracy and Politics in the Mediter-
ranean 500-30 a.C.”, en Álvarez-Ossorio et alii (Eds.), I Congreso de Piratería… op. cit., 31-49.
RevHisto - Anejos
346 El enemigo «atípico» en las fuentes literarias antiguas
58. H.A. Ormerod, Piracy in the Ancient World, Liverpool, 1924, 223; F. García Morá, Un episo-
dio de la Hispania republicana. La guerra de Sertorio, Granada, 1991, 40-42; C.F. Konrad, Plutarch’s
Sertorius. A Historical Commentary, Londres, 1994, 103-105; J.L. López Castro, Hispania Poena.
Los fenicios en la Hispania romana (206-96 a.C.), Barcelona, 1995, 222-223.
59. J.S. Hernández Fernández, “Los Vibii Pac(c)iaeci de la Bética: una familia de hispanienses
mal conocida”, Faventia, 20, 1998, 163-176; J. Zeidler, “Onomastic Studies on some Roman Amicis
in Hispania”, en A. Coşkun (Ed.), Roms auswärtige freunds in der späten Republik und im frühen
Prinzipat, Gottingen, 2005, 175-200.
60. Souza, “War, Piracy…”, op. cit., 31-49; I. Arrayás, “Más piratas que corsarios. Mitrídates Eu-
pátor y Sertorio ante el fenómeno pirático”, Latomus, 72, 2013, 96-121; Id., “Entre Oriente y Occi-
RevHisto - Anejos
Isaías Arrayás Morales y Carlos Heredia Chimeno 347
Conclusiones
En definitiva, se observa una norma constante en nuestro análisis del enemigo «atí-
pico», y es el hecho de evidenciarse una imagen sesgada, estereotipada y, fundamen-
talmente, limitada, que infravalora tanto a itálicos, como a esclavos y «fuera de la
ley». La minusvaloración de estos colectivos no deja de ser, en realidad, reflejo de una
percepción romana profundamente jerarquizada, de la que son víctimas, conscientes
o inconscientes, las propias fuentes literarias que tratan el período.
No obstante, dicha percepción no es baladí, pues la propia infravaloración con-
lleva modificar el carácter con el que se observan los conflictos armados y, por ende,
implica una actitud de seguridad, que, en ciertas ocasiones, tal y como se ha señalado,
supone un flaco favor de cara a la victoria bélica. De este modo, los conflictos prota-
gonizados por los colectivos analizados, independientemente de sus características
heterogéneas y plurales, adquirirían la consideración de conflictos menores, «tumul-
tuarios», no siendo entendidos como auténticas guerras, negándoles su naturaleza.
De hecho, la propia infravaloración llevaría a ver a estos colectivos como enemigos
no legítimos, indefinidos, heterodoxos y, por ende, «atípicos», no merecedores ni
de la consideración de auténticos hostes ni de la celebración de un triumphus por su
derrota, teniéndose que conformar los imperatores con una ouatio. Así pues, la jerar-
quización psicológica no solo supondría denostar al enemigo, sino también actuar
acorde con su consideración. En este sentido, basta con observar el carácter de los
conflictos armados planteados por estos colectivos denostados, que, por su dimen-
sión e impacto, fueron auténticas guerras, conflictos bélicos a tener en cuenta, pero
que nunca fueron concebidas por Roma como tales. La actuación dependería de la
«construcción del enemigo» y, en este contexto, ante itálicos, esclavos o «fuera de la
ley», el enemigo sería denostado e infravalorado. En cualquier caso, la realidad hu-
mana se muestra siempre compleja, no atendiéndose a normas generales y cerradas.
Al respecto, se observan excepciones que tienen su explicación. Una de las más ilus-
trativas sería la del triumphus de Asculaneis Picentibus del 89 a.C., que rompería con
el mos maiorum, pues, si bien, a priori, implicaría celebrar un triunfo sobre los itáli-
cos sublevados, en realidad, supondría conmemorar una victoria en el marco de una
«guerra civil», un tipo de conflicto armado que no traería beneficios. Sin embargo,
esto no es extraño si se atiende al proceso de transgresión que comportaría el Bellum
Sociale, que modificaría las normas consuetudinarias que regían Roma.
dente. La acción de piratas y corsarios en el marco de las guerras silanas”, en Álvarez-Ossorio et al.
(Eds.), I Congreso de Piratería… op. cit., 167-185.
RevHisto - Anejos
348 El enemigo «atípico» en las fuentes literarias antiguas
RevHisto - Anejos