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COLEGIO MADRE TALLER VERSIÓN 1

MARCELINA DIAGNÓSTICO 10/03/2020

FECHA:

1. Lee el siguiente texto y desarrolla las siguientes preguntas

EL HOMBRE MEDIOCRE

Han pasado ya más de 80 años desde cuando José Ingenieros, el pensador argentino, desde
la dirección de la revista de Filosofía, hiciera conocer sus múltiples ensayos reveladores de
una pasión por la ciencia con una ética social acentuada. Positivista quizás hasta el exceso,
este siquiatra y sociólogo marcó profundamente el rumbo de la sociedad argentina
mostrando penetración y agudeza en severos escritos invitando a su nación a reaccionar
contra la decadencia abandonando el encallamiento mediocrático que conduce a la
postración de los pueblos.
La mediocridad es para Ingenieros la condición abominable. Su ensayo sobre El Hombre
Mediocre debiera ser lectura obligada para los jóvenes colombianos de hoy y acaso para las
gentes de edad intermedia a fin de instarlas a custodiar valores e ideales en guarda de la
dignidad: El hombre mediocre es una sombra proyectada por la sociedad; es por esencia
imitativo y está perfectamente adaptado para vivir en rebaño, reflejando las rutinas,
prejuicios y dogmatismos reconocidamente útiles para la domesticidad. Así como el
inferior hereda el alma de la especie, el mediocre adquiere el alma de la sociedad. Su
característica es imitar a cuantos le rodean: pensar con cabeza ajena y ser incapaz de
formarse ideales propios.
La característica que acompaña típicamente la mediocridad es la indiferencia. Por estos
días, en nombre del pragmatismo, profesionales y empresarios pretenden evitar el
neomaquinismo con una moral transigente donde todo nos resbala. Frente a la crisis
nacional y a las responsabilidades políticas que de ella derivan, tórnanse elusivos tratando
de pasar agachados. Cruzar el mundo a hurtadillas, temerosos de que alguien pueda
reprocharles esa osadía de existir en vano, como contrabandistas de la vida.
En su demoledora arremetida contra la mediocridad, por contraposición, Ingenieros exaltó
la dignidad como la virtud por excelencia: El que aspira a parecer renuncia a ser. En pocos
hombres súmase el ingenio y la virtud en un total de dignidad: forman una aristocracia
natural, siempre exigua frente al número infinito de espíritus omisos.
Credo supremo de todo idealismo, la dignidad es unívoca, intangible e intransmutable. En
síntesis, de todas las virtudes que acercan al hombre y borran la sombra: donde ella falta no
existe el sentimiento del honor. Y así como los pueblos sin dignidad son rebaños, los
individuos sin ella son esclavos.
La envidia como pasión de los mediocres mereció su más severa condena: Es la más
innoble de las torpes lacras que afean a los caracteres vulgares. El que envidia se rebaja sin
saberlo, se confiesa subalterno; esta pasión es el estigma sicológico de una humillante
inferioridad, sentida, reconocida.
No basta ser inferior para envidiar, pues todo hombre lo es de alguien en algún sentido; es
necesario sufrir del bien ajeno, de la dicha ajena, de cualquiera culminación ajena. En ese
sufrimiento está el núcleo moral de la envidia: muerde el corazón como un ácido, lo
carcome como una polilla, lo corroe como la herrumbre al metal.
En el plano político José Ingenieros se declaró partidario de la que denominó aristocracia
del mérito interpelando por igual a los apologistas de la democracia y de la monarquía.
El mérito estorba en las cortes lo mismo que en las tabernas, solía decir, mientras profería
descalificaciones cercanas al insulto en relación con los partidos políticos argentinos, los
que en su momento vivían fases decadentes comparables a las de nuestras agrupaciones
tradicionales en el presente: Adventicias jaurías de mediocres, vinculadas por la traílla de
comunes apetitos, osan llamarse partidos. Rumian un credo, fingen un ideal, atalayan
fantasmas consulares y reclutan una hueste de lacayos.
Eso basta para disputar a codo limpio el acaparamiento de las prebendas gubernamentales.
Cada grey elabora su mentira, erigiéndola en dogma infalible. Los tunantes suman
esfuerzos para enaltecer la prohombría de su fantasma: llámase lirismo a su ineptitud,
decoro a su vanidad, ponderación a su pereza, prudencia a su impotencia, distracción a sus
vicios, liberalidad a su briba, sazón a su marchitez. La hora los favorece: las sombras se
alargan cuanto más avanza el crepúsculo. En cierto momento la ilusión ciega a muchos,
acallando toda veraz disidencia.
Sírvanos entonces la iluminada pluma del pensador austral para convocar a los colombianos
a participar de las responsabilidades políticas sin domesticar convicciones y generando
auténticas opciones de cambio desenmascarando por igual a exitistas y simuladores.

Por: Juan Alfredo Pinto


 
08 de septiembre 1997
https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-636486
A. ¿Cuál es la intención del texto anterior?

Respuesta:

La intención del texto anterior es incentivar a la sociedad a que tuvieran una reacción hacia
la decadencia de los pueblos, ya que esta podía destruir al propio hombre. Además, el autor
discrepa del estado, por ser un estado mediocre, y que la sociedad se enfrentara a esta
mediocridad; haciendo una invitación a no ser mediocres.

B. Describe la temática e identifica la idea central en el texto anterior

Respuesta:

Recalca que todo aquel que es mediocre es ignorante y por ende su condición es
despreciable, y que la envidia podía destruir al propio hombre. El autor discrepa del estado,
por ser un estado mediocre, e invita que la sociedad se enfrentara a esta mediocridad;
haciendo una invitación a no ser mediocres.

C. Subraya con color rojo la idea central de cada párrafo

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