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El Juicio de Amparo - Ignacio Burgoa
El Juicio de Amparo - Ignacio Burgoa
EL JUICIO DE AMPARO
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IGNACIO BURGOA
DOCTOR EN DERECHO; PROFESOR NUMERARIO DE L.... MATERIA Y DIRECTOR DEL SEMINARIO DE .
DERECHO CONSTITUCIONAL Y DE AMPARO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNIVERSIDAD
NAOONAL AUTÓNOMA DB MÉXICO; DOCTOR EN FILOSOFÍA H. C. POR. LA UNIVERSIDAD DE SONORA;
MAESTRO HONORIS CAUSA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE aUDAD JUMEZ; MAESTRO UdRlTO
DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE ZACATECAS; ascroa HONORIS CAUSA DE LA UNIVERSIDAD DE
CIUDAD JUÁREZ; CATEDRÁTICO HONORIFICO DE "GARANTfA:r y AMPARO" DE LA UNIVERSIDAD
MICHOACANA DE SAN NICOLÁS DE HIDALGO.
EL JUI o DE
A ARO
Vigésima edición
EDITORIAL PORRÚA, S. A.
AV. REPOBLlCA ARGENTINA. 15
MeXICO. 1983
Primera edición, 1943
Derechos reservados
ISBN 968-:432-10.1-1.
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IMPRESo EN MÉXICO
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PRlNTEO IN MEXICO
PROLOGO DEL AUTOR A LA OBRA EN GENERAL
Sin temor a equivocamos, podemos afirmar que el juicio de amparo, bajo su es-
tructura constitucional-legal y funcionamiento práctico, es una institución netamente
mexicana. Con la anterior aseveraci6n no pretendemos dar a entender que el juicio de
amparo, como medio de control constitucional en sí mismo considerado, haya tenido
su origen en nuestro país, puesto que bien puede reconocer antecedentes extranjeros; 10
único que intentamos significar es que, estando nuestra institución tuteladora de tal
manera peculiarizada por sus diversas modalidades jurídicas, éstas le imprimen un carác-
ter tipicamente nacional.
Se afirma muy a menudo que los jurisconsultos mexicanos siempre han recurrido
a sistemas jurídicos extranjeros para elaborar la ordenación legal respecto de una ins-
. tituci6n de derecho determinada, no faltando quienes los tilden, falsamente por cierto,
de simples "copistas" o imitadores. Nada más absurdo que esta suposición, pues nin-
guna instituci6n jurídica, sea cual fuere la rama del Derecho a que pertenezca, nace
en un sistema estatal determinado aislada completamente de un precedente extranjero,
esto es, por modo íntegra y absolstemente original, ya que su aparición es en la mayoda
de los casos la consecuencia de un proceso evolutivo previo que afecta o debe afectar a
todos los órdenes de derecho que tengan un origen cultural común; además, la implan-
taci6n de una institución jurídica en un país determinado que haya tenido como modelo
o fuente de inspiración a la .correspondiente en un sistema de derecho extra-nacional,
casi nunca se lleva a cabo por mera imitación, sino mediante la adopción de modalí-
dades, atributos y caracteres, establecidos originalmente, atendiendo al medio ambiente
de que se trate. Baste comparar cualquiera institución jurídica civil, mercantil, etc.,
mexicana con aquella extranjera que sirvió de modelo a su form~ci6n legal, para llegar
a la conclusión de que siempre en la primera existen innovaciones, cuyo conjunto le
atribuye un perfil propio.
Este conjunto de modalidades jurídicas innovadoras puede ser más o menos amplio,
según el caso. Pues bien, puede suceder que los autores de una instituci6n jurídica se
hayan solamente inspirado en un sistema de derecho extranjero o que hayán tomado
únicamente en cuenta un solo elemento de una materia, jurídica ajena (objeto, funcio-
namiento procesal, efectos prácticos, causas, etc.) , pero que, en su formación norma-
tiva, hayan dado a aquélla matices propios. Entonces la obra no puede decirse que sea
"copia" del modelo; es inadmisible que se considere que, bajo tales condiciones, la
. Institución de que se trate sea de origen y naturalezaextranjeros en toda su integridad,
pues, siendo su estructuración jurídica en su mayor parte original, debe reputársele
como nacional.
Tal acontece, en efecto, con nuestro juicio de amparo. Sus insignes autores, tales
como REJON y OTEltO, así corno sus 'perfeccioaadores legislativos y judiciales; tuvie-
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PRÓLOGO DEL AUTOR A LA OBRA EN GENERAL 9
de las autoridades locales, sería preferible a todas luces no intentar siquiera solu-
cionar el consabido problema poniendo en juego tales medios, máxime si se toma en
consideración que posiblemente la única esperanza que alientan los habitantes de las
diversas entidades federativas en lo que toca a sus relaciones con el poder público,
estriba en que sea la justicia federal la que en definitiva resuelva sobre las .afecta-
ciones autoritarias a sus más caros intereses.
Hecha la anterior digresión, impuesta por la idea de que el amparo no es una insti-
tución jurídica perfecta sino perfectible, y reiterando su carácter nacional, debemos re-
COnocer que no obstante su vida centenaria, hasta hace poco tiempo ha sido objeto de
literatura jurídica sistematizada. Esta afirmación no implica que no se hayan escrito
valiosas monografías sobre los diferentes temas que comprende su tratamiento integral,
ni equivale a que no hayan existido importantes obras de insignes autores mexicanos,
las cuales, a pesar de su antigüedad, son de consulta obligada para el análisis de la
mencionada institución. Así, deben señalarse entre unas y otras, como las más desta-
cadas durante el siglo pasado, las elaboradas por don MANUEL DUBLAN y don FER-
NANDO VEGA' Y por don IGNACIO L. VALURTA y don JOSE MARIA LOZANO.' Durante
los primeros cuatro lustros de la presente centuria, además, no pueden pasar inadver.·
tidas las obras de los juristas SILVESTRE MORENO CORA,' ISIDRO ROJAS Y FRANOSCO
PASCUAL GARCIA' Y EMIL!O RABASA,' entre otros. No pretendemos despojar de 'su
inmensa importancia a los estudios realizados por tan egregios jurisconsultos mexi-
canos que tanto han contribuido al conocimiento exhaustivo de nuestro juicio de
amparo; mas sus obras y monografías, merced al tiempo transcurrido o por contener
un examen -parcial de nuestra institución de control desde un punto de vista deter-
minado, no pueden considerarse plenamente satisfactorias en la actualidad,
Cuando se publicó en el año de 1943 la primera edición de este libro, nos atrevi-
mos a sostener que el juicio de amparo carecía de un estudio sistemático e integral
bajo el CUádruple aspecto histórico, constitucional-legal, jurisprudencial y doctrinal que
colmase las exigencias.impuestas por su evolución operada dentro de la vida jurídica
del México moderno, pues si bien es cierto que con escasa anterioridad ROMEO LEON
ORANTES había producido su obra intitulada "El Juicio de Amparo", ésta, en su
primera edición, que apareció en el año de 1941, presentaba un mero carácter esque-
mático de dich(,. juicio.
A partir de 1957 la producción literaria sobre el amparo se ha incrementado no
sólo por estudios monográficos de diferente índole y contenido," sino mediante la
confección de obras que pretenden abarcarlo deritro de los cuatro aspectos antes apun-
tados. Nos referimos específicamente a los trabajos emprendidos por J. RAMON PALA-
CIOS VARGAS,11 HECTOR FIX ZAMUDIO,1"2 HUMBERTO BRlSEÑO SIERRA,13 OCTAVIO A.
HERNANDEZ,1.oI JUVENTINO V. CASTRO15 Y ALFO,NSO NORlEGA 1.5 bis y a ruyas aporta-
ciones intelectuales sumamos, con las naturales discrepancias inherentes a la opinabilidad
de los distintos tópicos que integran nuestra' materia, las ideas que exponemos en este
libro, el que, seguramente, adolece de ~05 imperfecciones propias de toda empresa hu-
mana, estando inspirado, sin embargo" ~ el perenne anhelo de coadyuvar en'la medida
de nuestras capacidades al conocimiento.cabal de nuestro juicio de amparo, timbre de
orgullo para México y galardón de glo~ia. para sus egregios creadores, perfeccionadores
e intérpretes. En efecto, el amparo, como afirman los jurisconsultos mexicanos ISIDRO
ROJAS Y FRANasco PASCUAL GARClA, ha respondido, corno ninguna institución jurídica,
"a una necesidad vital de justicia", agregando que este concepto no se ha forjado "a
influjo de un patriotismo ciego, sino IJjJr el estudio' de lo que ha sido en la doctrina
y en lA aplicación de la doctrina, en la teoría y en la práctica, en la ley y en la socie-
dad", concluyendo que "entre nosotros, al amparo está vinculada la justicia, y con la
justicia la libertad; porque los pueblos no son libres sino cuando viven bajo el impe-
rio de la ley y sólo de la ley"."
La presente obra, desde que la dimosa la luz pública en 1943 y a través de las'
sucesivas ediciones en que la hemos procurado mejorar, es el fruto de una constante
labor alentada por el profundo cariño que profesamos al estudio del juicio de am-
paro, que tal vez es la materia jurídica más importante desde los puntos de vista
doctrinal y práctico dentro de nuestro régimen de Derecho, porque bajo ambos as-
pectos engloba a todas-olas restantes en su estudio científico y ejercicio real. Sirva,
pues, este trabajo, Como tributo a la institución del juicio de amparo, baluarte. del
Derecho y de la Justicia en Méxicó y como principio de elaboración jurídica para
que su estudio y conocimiento se perfeccionen y profundicen, subsanando los errores que
en la presente empresa se hallen.
IGNACIO BURGOA.
Recién salido de las aulas, apenas enfrentado con la dura realidad de la práctica
profesional, el joven abogado Ignacio Burgna ha emprendido la tarea de redactar una
obra sobre nuestro Juicio de Amparo, y en verdad que puede vanagloriarse de haber
obtenido un éxito feliz en su labor, ya que la serie de problemas que suscita el estudio
de nuestro Juicio Constitucional implica la solución, ardua y difícil, de cuestiones inex-
ploradas y apenas esbozadas por nuestros constitucionalistas.
En nuestra patria, en donde los juristas por una inexplicable falta de confianza
en sí mismos o bien por un exceso imperdonable de am~r propio, acostumbran guar-
dar celosamente sus conocimientos para la enseñanza de la cátedra, la redacción de
alegatos ante los Tribunales o bien para la charla amistosa, sin decidirse, salvo con-
tadas excepciones, a llevarlos al campo de la monografía, del manual o del tratado,
emprender una obra sistemática, tomarse la obligación de redactar un estudio -armónico·
sobre un problema jurídico y tener el valor sobre todo de ofrecer este estudio a la
consideración del público, es obra digna, por todos conceptos, de elogio y de aliento.
. El joven abogado Ignacio Burgoa, a quien tuve el gusto de conocer desde la época
en que se efectu6 su examen recepcional.t" mostró siempre predilección especial y vo-
cación personal por el estudio de nuestro juicio de amparo; dedicó a él los esfuerzos
de la tesis que presentó para obtener el título de Licenciado en Derecho," y más tarde
continuó, con todo esfuerzo y entusiasmo, el análisis e investigación de los problemas
que constituyen la esencia de nuestro juicio constitucional. Ahora, Como froto de sus
estudios, ofrece esta obra que modestamente denomina "Manual del Juicio de Amparo".
Si no tuviera otros méritos sería digno de encomio este trabajo, por el simple hecho
de constituir una aportación efectiva al estudio sistemático del juicio constinicional.
Mucho se ha escrito, mucho más se ha dicho en las cátedras, respecto del carácter erni-
nenternente nacional de nuestro juicio de amparo, de su vinculación íntima y efectiva
con nuestro pueblo y de las excelencias de la institución como dClfensora de los derechos
de la persona humana y ponderadora de nuestro régimen' constitucional; pero, por
causas que no pueden justificarse sino por la apatía de nuestros juristas, y de la difi-
cultad de la labor, el estudio armónico del juicio de amparo, así como el análisis cuida-
doso de sus presupuestos, de sus elementos esenciales y de las figuras y formas jurídicas
creadas al calor mismo de su aplicación en la práctica, muy poco, quizá nada, podemos
encontrar en el campo de la literatura jurídica.
11 14 de marzo de 1940.
1S Intitulada: "La Supremacía Jurídica del Poder Judicial de la Federación en México"
(1940), publicada en los Anales de jurisprudencia en el número de. febrero de 1941.-Año lX.
-Núm. 3.-T. XXXII.
PRÓLOqo A LA PRIMERA EDICIÓN 13
La figura venerable de don José Maria Lozano, cada vez más estimada por quienes
se adentran "" el estudio de su obra y cuya influencia es tan sensible en autores
posteriores y en la jurisprudencia de nuestra Suprema Corte, dedicó al juicio de am-
paro un breve capítulo de su libro denominado "Los Derechos del Hombre"; Montiel
y Duarte ideó idéntico procedímíentoj.don Ignacio L. Vallarta, puso la piedra angu-
lar de los estudios sobre la materia al redactar su obra "El Juicio de Amparo y el
Writ of Habeas Corpus"; don Fernando Vega, escribió, en nuestra opinión, una de
las obras más importantes que se conocen sobre nuestro juicio constitucional, con un
método, rigor científico y modernidad de expresión extraordinarios; el señor Moreno
Cora pareció agotar la materia en su voluminoso tratado, aun cuando su obra es más
bien una serie de referencias jurisprudenciales y no constituye una construcción teórica;
al lado de ellos encontramos tan sólo la producción monográfica, a veces trascenden-
tal e importantisima como la del señor Mariscal y la del señor López Portillo, pero
inconexa e incompleta.
Pero todas estas obras, no tienen hoy día sino un valor simplemente histórico; no
tienen sino un valor, estimabilísimo por otra parte, de antecedentes de nuestro juicio
constitucional. El señor Lozano escribió su obra el año de 1876; Montiel y Duarte en
1873; Vallarta en 1881; don Fernando Vega en 1900 y Moreno Cora, en 1902.
Necesitamos llegar a la obra formidable de don Emilio Rabasa para encontrar las
primeras realizaciones positivas en el estudio del juicio de amparo; representa este
maestro incuestionablemente la iniciación de todas las modernas interpretaciones y de
los' modernos puntos de vista en el estudio del juicio constitucional; fue él quien
suscitó temas esenciales que más tarde han comenzado a desenvolverse y que en su
mayor parte esperan todavía que se les dé forma definitiva. Pero ,a don Emilio Rabasa
hay que considerarlo más como un autor de trabajos de Derecho Comparado en re-
lación con el juicio de amparo y como un provocador de cuestiones de estudios, muchas
veces polémicas, que como un constructor sistemático de una teoría de la institución.
El "Artículo 14" y "El Juicio Constitucional", son dos obras básicas en el estudio de
nuestro juicio de amparo; pero, como .hemos apuntado, son obras básicas por los
temas que suscitan y las inquietudes que provocan y -nunca podrán considerarse, ya
que jamás tal cosa pretendió el ilustre maestro autor de ellas, que sean tratados siste-
máticos sobre la materia.
Nuestro juicio de amparo, después de haber sido consignado en nuestro derecho
positivo por los Constituyentes de 1857, .al ponerse en contacto con la realidad y pasar
al campo de la dinámica jurídica, ha .surtido transformaciones esenciales; bien sea porque
se haya degenerado la institución, como quierenl algunos; bien sea porque ésta haya
seguido el cauce que le señalaba la realidad sdci~l en nuestra patria, como quieren
otros, el hecho es que el juicio constitucional, al impulso de la aceptación de la ga-
rantía de exacta aplicación de la ley ha cambiado tot~lmente su fisonomía. Por otra
parte, la obra por todos" conceptos meritoria de la jurisprudencia .de nuestra Suprema
Corte de Justicia de l~ Nación, ha afinado y depurado sus formas jurídicas. Por último,
hay un hecho trascendental que merece señalarse: lacreación en la Facultad Nacional de
Jurisprudencia de una cátedra ·especial destinada al examen de nuestro juicio constitu-
~ cional; el estudio metódico, inteligente y sagaz de la institución que han llevado a cabo
los maestros Narciso Bassols, Vicente Peniche López y Mariano Azuela Jr., unido a
la obra.. de l. jurisprudencia, ha hecho que hoy día pueda decirse que en verdad se en-
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cuentran fijadas las bases para estructurar los principios técnicos y la técnica de nuestro
juicio constitucional, salvándolo de la confusión y de la anarquía que reinaba en la
mal....... dándole una expresión constructiva y sistemática.
tgnado Burgoa asistió a las cátedras de algunos de los maestros señalados, recibió
las inquietudes de los mismos y por su parte amplió sus puntos de vista COn el estudio
de los antecedentes de la instituciÓn y, sobre todo, con la evolución de la misma a
través de la jurisprudencia; fruto de todo esto es su obra que hoy día 'ofrece a los
juristas mexicanos. En ella se revela que se ha llegado al punto de madurez necesario
. para que se emprenda el trabajo de formular estudios sistemáticos sobre el juicio de
amparo; la obra recién aparecida del señor licenciado Romeo León Orantes, muy esti-
mable por cierto, y la del licenciado Burgos, fijan ya los principios generales, la
técnica y la. estructuración científica del juicio constitucional. En la presente obra,
merece señalarse precisamente esta circunstancia: el autor la construye armónicamente,
buscando dar a la institución una unidad orgánica y un desenvolvimiento de acuerdo
con la ciencia y la técnica del Derecho.
.Comienza su autor por establecer el fundamento filosófico del juicio de amparo,
en el respeto de la libertad y en general de los derechos de la persona humana y en la
necesidad de que se instituyan los medios eficaces para conseguir ese respeto y para
remediar su inobservancia; fija' sus antecedentes históricos..extranjeros desde los Estados
orientales, pasando por Grecia, Roma, Edad Media, Inglaterra, Francia y los Esta-
dos Unidos, determina sus antecedentes históricos nacionales arrancando desde el ré-
gimen colonial y pasando por las diversas instituciones 'que nos han regido, y corona
esta primera parte de su labor analizando lo que él llama los fundamentos jurídico-
doctrinales del juício de amparo: la soberanía, el concepto de Constitución, la supre-
macía constitucional y el principio de rigidez de los Códigos Políticos.
Lo que podríamos lIamar la 'segunda parte del libro está destinada al estudio de la
naturaleza y concepto jurídico del juicio de amparo, o sea, el estudio de los sistemas
de conservación de la Constitución.y del principio de legalidad, los cuales lógicamente
lo coriducen al examen de los principios jurídicos fundamentales del juicio y a la ex-
tensión protectora legal del amparo.
La tercera parte .del trabajo del licenciado Burgoa, armónicamente ligada a las dos
anteriores, se dedica a'~ análisis y exposición de lo que podríamos llamar la técnica del
juicio constitucional; en este aspecto es en donde encontramos mayores méritos en el
trabajo que comentamos; su autor, desenvuelve su estudio enfocando el análisis' de las
formas jurídicas del juicio de amparo desde el punto de vista de las modernas doctri-
~. nas del Derecho Procesal Civil, única manera de dar una verdadera organización cien-
tífica a la técnica del juicio de amparo; esta labor, que encontramos iniciada en el
trabajo del licenciado Burgoa y que nosotros modestamente hemos venido procurando
desde hace varios años en nuestra cátedra de la Escuela Nacional de Jurisprudencia,
significa el paso más firme para la determinación definitiva de una verdadera técnica
del juicio constitucional.
Desde estos puntos de vista encontramos tratadas cuestiones novedosas como lo son
la acción de amparo, los presupuestos procesales de la misma y enfocado el estudio de
instituciones como la improcedencia y el sobreseimiento desde el punto de vista de la
falta de elementos de la acción y. la, extinción dé la jurisdicción.
PRÓLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN 15
Por todos estos motivos y por muchos que podriamos agregar, pero que la natura-
leza de esté breve' prólogo impide, merece el trabajo del licenciado Burgoa el aplauso
y la consideración de los juristas mexicanos; sin duda '10 se trata de una obra defl-
nitiva; es una obra de juventud, y por lo tanto, de esfuerzo y entusiasmo; sus defectos
indudables, que los tiene y el autor así lo reconoce, provocarán críticas; pero esas
críticas no pueden ni deben tener otros resultados que el de la rectificación futura
de errores o deficiencias. .
En nuestra patria y en nuestro medio jurídico, en el. que como hemos dicho, una
imperdonable apatía o un extraordinario amor propio hace que nuestros juristas sean
más fáciles para la crítica que para la construcción positiva, quien se atreve a empren-
der la aventura que implica la publícación de una obra merece, por este solo hecho,
aplauso y aliento.
La generosa acogida que ha tenido la presente obra dentro del Foro Nacional en
general, ha constituido el principal estímulo que me impelió a elaborar la segunda
edición de la misma. Durante el término de poco más de dos años y medio, aproxima-
damente, desde que "El. Juicio de Amparo" vio la luz pública hasta que se agotó la
prímeral edición, tuve gratas oportunidades de constatar la aceptación de que mi trabajo
fue objeto dentro de div&sos clrculos jurídicos del país. Esta circunstancia ha hecho
que en un afán de superación constante, al preparar la segunda 'edición, no me haya
concretado a reproducir la obra tal como originalmente se publicó, sino que me hubíe-
ra esmerado en perfeccionarla,. llenando las lagunas u omisiones de que adoleci~:, Ade-
más, he procurado aumentar el contenido histórico, legal y doctrinal del Libro, mediante
el estudio y solución de novedosas cuestiones de suma trascendencia para el conoci-
miento teórico exhaustivo y el ejercicio real del amparo, y que la experiencia personal
y la ajena me han sugerido, sin desdeñar, claro está, las opiniones emitidas por per-
sonas más aVe2adasque yo en la Ciencia del Derecho, sobre diversos tópicos que
atañen a nuestro medio de control.
Al emprender la tarea revisora de la primera edición, puse también especial cuidado
en escudriñar, respecto de cada 'tema concreto, las recientes tesis de la Sliprema Corte,
constitutivas o no de jurisprudencia, abrigando con ello el deseo de que la obra preste
la menor inutilidad posible a abogados postulantes y jueces principalmente.
'Espero, pues, que esta segunda edición sea tan benévolamente acogida como la pri-
mera por los juristas mexicanos, a cuya consideración someto nuevamente la obra, para
el efecto de '1ue mediante una crítica sana, me señalen las deficiencias que Ia afecten
para su ulterior mejoramiento.
IGNACIO BURGOA.
PALABRAS PREUMINARES SOBRE LA TERCERA EDIOON
IGNACIO BURGOA.
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PALABRAS PRELIMINARES SOBRE LA CUARTA EDICION
los temas históricos sobre nuestra institución que abordo en ediciones anteriores; y
por lo que respecta a la fundamentación filosófica del juicio de amparo, propia-
mente me concreto a apuntar las proposiciones concluyentes que, en relación con él,
se derivan por modo lógico de las ideas que sobre dicho tópico me permito exponer'
en lo que atañe a las garantías individuales en la. introducción de mi libro correspon·
diente,19 a efecto de obviar fatigosas reproducciones,
Creo innecesario advertir que en esta oportunidad omito el tratamiento de los
artículos 14 y 16 constitucionales que estudio en la tercera edición del presente libro,
pues además de que el análisis de dichos preceptos corresponde a la materia de' "Ga-
rantías Individuales", su contenido 10 examino en mi ya mencionada obra.w
Someto, pues, a la. benévola consideración del Foro Nacional esta cuarta edición,
sujetando las ideas que en ella se contienen a la sana crítica de los juristas de México,
quienes, a no dudarlo, sabrán dispensar los despropósitos en que haya yo podido incu-
rrir, explicables por la naturaleza falible de todo ser humano. .
Quiera Dios, que en esta ocasión, mi libro encuentre la generosa acogida que se le
ha dispensado a través de sus ediciones anteriores, y sirva la presente como un modesto
tributo más que rindo a nuestro juicio de amparo, por el que siempre he profesado,
durante toda mi vida de estudiante y abogado, una apasionada veneración.
IGNAOO BURGOA.
Cora, Dublán, Rabasa y otros, han explorado sus diferentes aspectos y brindado "a
la posteridad importante e insoslayable doctrina sobre ellos; en una palabra, el am-
paro es una institución hecha y madurada en México, cuna de su nacimiento y esce-
nario de su; desarrollo, alimentada con nuestra vida y experiencia jurídicas y condi-
cionada a los problemas y necesidades que una y otra plantean, o, como dijera don
MARIANO AZUELA, "El espíritu del juicio de amparo escapa a lo que es .mera des-
cripción técnícay sólo puede ser captado mediante penetración profunda en nuestra
dolorosa y peculiar historia." Resulta, pues, inaceptable la pretensión de querer incrus-"
tarlo dentro de una "teoría general del proceso" originada en el proceso civil, o sea,
en un proceso que es diferente del amparo por su motivación y teleología. Es más. los
juristas extranjeros, de euyas ideas deriva dicha teoría, "ni se refieren al amparo ni h~n
tenido contacto con él Como materia de investigación de sus estudios, pues como ya
dijimos, éstos se han emprendido en torno al proceso civil, según se advierte de las
diferentes obras en que se contienen.
El juicio de amparo debe examinarse atendiendo a su propia esencia jurídica, que
radica fundamentalmente en su procedencia y finalidad y mediante los principios
que de una y otra se derivan, sin acudir a opiniones doctrinales sustentadas respecto
de disciplinas que le son distintas. No negam.clS que entre el ampaco y otros tipos de
proceso exista una similitud general ni que todos ellos se' nutran de conceptos 'genéricos
comunes, como los de "acción", "relación jurídico-procesal"; "partes", etc. Nuestro
disentimiento estriba en lo que concierne a la. pretensión de ponderarlo con un cri-
terio emanado de la doctrina de derecho procesal civil y de aplicarle íntegramente
la terminologia manejada por ella, sin respetar la que tradicionalmente ha sido con-
sagrada por la Constitución, la ley y la jurisprudencia. Bien está que Se realicen
estuaios comparativos entre el juicio de amparo como proceso constitucional y otros
procesos que tengan como contenido materias diversas; pero la comparación no autoriza
a que alguno 'de los tipos comparados absorba y elimine al otro.
El amparo, en. su implicación de juicio, siempre ha sido en puridad jurídica un
proceso. Jamás ha perdido su naturaleza procesal ni como medio de control consti-
tucional estricto ni como medio extraordinario de control de la legalidad. Por ello
.no se justifica la tendencia de promover su "reivindicación procesal", ya que en sana
lógica sólo es posible reivindicar Jo que se ha tenido y se ha dejado de tener.
_Sería francamente absurdo que se diese a conocer el amparo mediante la aplicación
de' teorías procesalistas extranjeras, es decir, que éstas viniesen a descubrir la esencia
jurídica de una institución que es tan nuestra y que ha sido objeto durante muchos
años de una copiosa explicitación jurisprudencial y de una importante literatura mexi-
cana. El amparo no debe ser extranjerizado sino internacionalizado. Es una institución
que México orgullosamente puede exportar. El jurista mexicano está en condiciones de
enseñarlo y no en la situación de aprenderlo mediante conceptos y términos impor-
tados de la doctrina extranjera que, o no lo' conoce, o apenas se ha asomado a él,
y en este último caso, en actitud admirativt Prueba de ello es que el distinguido
procesalista italiano PIERO CALAMANDREI, según lo recuerda nuestro inteligente inves-
tigador HECTOR FIX ZAMUDIO, consideró que nuestro juicio de amparo "podía servir
de enseñanza a las legislaciones europeas".
PALABRAS PREVIAS SOBRE LA SEXTA EDICIÓN 23
IGNACIO BURGO!..
PREFACIO A LA SEPTIMA EDICION
IGNAOO BURGOA.
IGNACIO BURGOA.
PREFACIO A LA NOVENA EDICION
rGNAQO BURGOA.
Aunque pequemos de demasiado insistentes, no está por demás advertir que en esta
edición, siguiendo la tendencia de las anteriores, actualizamos la presente obra en lo que
concierne a la normación constitucional y legal, a la jurisprudencia y a la doctrina sobre
nuestro juicio de amparo. Además, hemos procurado sistematizar diversos puntos
de su contenido con el objeto de hacer más accesible su consulta, especialmente por lo
que respecta a la procedencia de la acción constitucional en materia agraria. Reite-
ramos, por último, que el contexto de nuestro libro lo sometemos una vez más a la
sana y constructiva crítica de los juristas mexicanos con el objeto de conseguir, en futu-
ras ediciones, su mejoramiento.
rGNAQO BURGOA.
PREFACIO A LAUNDECIMA EDICION
Durante el breve lapso transcurrido desde que salió a la luz pública la décima edi-
ción de esta obra, se registraron dos importantes sucesos en relación con nuestro juicio
de amparo, a saber, la aparición del Apéndice de Jurisprudencia que comprende las
tesis formuladas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación y por los Tribunales
Colegiados de Circuito desde el año de 1917 hasta el de 1975, inclusive, así como las
reformas que se practicaron a la Ley de Amparo por Decreto Congresional de 28 de
mayo de 1976, publicado el 29 de junio siguiente, en lo que concierne primordial.
mente al juicio de garantías en materia agraria.
Esos dos acontecimientos no pudieron pasar inadvertidos para el autor de este libro,
quien, en su permanente afán de actualizarlo, tuvo que' referirse a ellos en la presente
edición, la cual, como las anteriores, también las somete a la sana crítica de los estu-
diosos de nuestro proceso constitucional.
IGNACIO BURGOA.
En esta edición hemos recogido diversos criterios que la Segunda Sala de la Suprema
Corte ha sustentado en relación Con el amparo tutelar de la pequeña propiedad agrícola
y ganadera y con el amparo ejidal o comunal. En esta forma, hemos mantenido la
presente obra en plena actualización, cumpliendo así el propósito que desde ediciones
muy anteriores hemos abrigado.
El reducido lapso cronológico que media entre esta edición y la inmediata anterior,
solamente registra la aparición del biforme de 1977, formulado por la Suprema Corte.
En consecuencia, la presente obra la hemos aetuaiizado de acuerdo a las tesis y crite-
rios que en él se publican.
IGNACIO BURGOA.
PALABRAS SOBRE LA DECIMACUART.i\ EDICION
El imperativo de tener siempre actualizado el presente libro, nos ha obligado a
citar diversos criterios de la Suprema Corte y de los Tribunales Colegiados de Circui-
to sobre los temas conducentes que en él abordamos, y que se han sustentado en tesis
jurisprudenciales y en ejecutorias publicadas en el Informe de 1978. Además, en
este último año se han introducido algunas modificaciones a la Ley Orgánica del Poder
Judicial de la Federación en 10 concerniente a la competencia material de los Jueces
de Distrito en el Estado de Jalisco, por lo que también hacemos en esta edición las
alusiones respectivas, sin haber descuidado referirnos muy someramente a la Constitu-
ción española aprobada por el referéndum popular que se efectuó en diciembre de 1978.
IGNACIO BURGOA.
IGNACIO BURGOA.
PALABRAS SOBRE LA DECIMASEXTA EDICION
En nuestro afán constante por actualizar permanentemente la presente obra, en esta
edición hemos incorporado. a su contenido importantes y novedosas tesis de la Suprema
Corte que se publicaron en el Informe de 1980, principalmente en lo que concierne al
amparo en m(lleria~agr:aria. Dentro de este tema general, por nuestra parte, incluimos
un .tópico que concierne a la inconstitucionalíded de 10J preceptos de le Ley Federal de
Reformi:J. Agraria !lue instituyen diversos procedimiento! anulatorios. Además, insertamos
el Proyecto de Reforme [udicial que elaboramos en el año de 1980, reiterando y perfec-
cionando el que dimos a la luz pública en 1965.
IGNACIO BURGOA O.
INTRODucaóN
guidos, el Derecho Positivo debe respetar y asegurar dicha libertad en sus distintas
derivaciones, en la medida en que éstas no causen daño a otro ni provoquen algún
perjuicio social. Por tanto, al declarar o reconocer las potestades libertarias del hom-
bre, dentro de las limitaciones apuntadas, es decir, al"consagrarse por la norma jurídica
un ámbito mínimo de acción en favor del gobernado, la Constitución no hace sino
adecuarse a las exigencias de la personalidad humana, tutelando ésta en cuanto que su
desenvolvimiento 00 produzca una darnnificaci6n.particular o colectiva.
Ahora bien, dicha tutela sería nugatoria, vana o quimérica, si la protección impar-
tida al gobernado por el ordenamiento constitucional no fuese completa o integral,
esto "es, si sólo se redujera a instituir las "garantías individuales" o declarar los "dere-
chos del hombre", sin brindar al sujeto, correlativamente, un medio jurídico eficaz
para exigir y lograr por la vía coactiva su observancia," pues no debe inadvertirse que
la protección de la libertad, como el más preciado demento de la persona humana
después de la vida, no se logra simplemente pC!r su mera consagración jurídica, sino
por el aseguramiento adjetivo o procesal de las normas constitucionales o legales que
la erigen en verdadero derecho subjetivo.
En "corroboración a los anteriores asertos, séanos permitido citar las elocuentes. palabras de
uno de los más notables juristas ingleses, Guillermo Biacestone, quien afirmaba: "es regla
general e indisputable, que donde quiera que hay un derecho legal, también hay defensa de
ese derecho mediante juicio o acción siempre que el derecho es invadido", agregando poste.
riormente que "es un principio fijo e invariable de las leyes de Inglaterra, que todo derecho
cuando se veja, tiene que tener un recurso y que toda injuria debe tener su remediov.se
Coincidiendo con el pensamiento del ilustre jurisconsulto británico, nuestro insigne Igna-
cio L. Vallarta., refiriéndose a la necesidad jurídica ineludible del juicio de garantías como
factor imprescindible para la tutela cabal de los derechos" del gobernado constitucionalmente
instituidos. sostenía en inolvidables expresiones que:
"Estudiar el amparo en su naturaleza, en su objeto, en sus fines, es vindicado de esas
infundadas imputaciones; es más que defenderlo de los ataques" que ha sufrido, porque es evi-
denciar ante nacionales y extranjeros que" México ha dado vida y realidad a una institución
que no poseen ni los paises más adelantados en cultura, como Francia y Alemania, ni los que
se enorgullecen de ser los más libres, como Inglaterra y Estados Unidos; a una institución que es
la garantía positiva de los derechos que al hombre no pueden secuestrar ni las leyes, ni los
gobiernos; a una institución, en fin, sin la que todos los "bilis 01 rigbss" que se han escrito
desde el sancionado en.Inglatnra en 1689, desde el mismo que la Constituyeme [rancesa PM-
clamó en 1789 como la promesa de libertad para los pueblos oprimidos, ha.rta el que nuestra
Constitución c01J/iene¡" no son, en último enélisis, más que palabras pomposas, más que pro-
mesas que sólo sirven a IOJ ambiciosos para escalar el poder; más que compromisos sin sanción
que quebranta» siempre que quieren IOJ gobiernos arbilrarioJ.
"Un distinguido publicista" sudamericano, que ha hecho un notable juicio crítico de oues-
tra Constitución, hablando de la declaración de derechos que ella formula, dice esto: 'Tanto
la Constitución como su expositor. consideran que las garantías individuales consisten en las
declaraciones sobre que placenteramente se discurre: LoJ derechos que encierran son nulos;
IfU decla~aáoneJ, po/abras, Ji no se provee de medios para hacerlos efectivos, yesos medios
son el Código Penal; la responsabilidad de las autoridades, el inflexible castigo de todo ataque
a los derechos concedidos. Eso y nada menos que eso constituye la garantía: Y si bien no se
puede cuestionar sobre 13 verdad de esas observaciones tomadas en un sentido general, falta
aún que demostrar," y este es uno de los objetos del estudio que emprendo, que sobre el Código"
Penal, sobre la responsabilidad de las autoridades, sobre el castigo de los violadores de las
23 Blackstcne. "Commentaries 01}, the lmos 01 England;'. Pégs. 23 a 109. Citado por
John Marshall en su "opinión" sobre el célebre caso Marbury "S, Madison.
32 EL JUICIO DE AMPARO
garantías, debe de haber en los paises que. aprecian/en su -inestimable y altísimo valor la
libertad, la vida, la honra del hombre, los derechos que se derivan de su naturaleza racional,
otro medio más eficaz que aquéllos paca garantizar; un medio que no se contente, como la
ley penal, con castigar el delito consumado, medio tristemente estéril para el ofendido. sino
que prevenga el ataque contra el derecho, que impida que él se consume, que evite que la
violación de la garantía llegue hasta el término fatal de constituir un delito de irreparables
efectos.
"Cierto es que, como dice el publicista" que acebo de citar, 'niás que "pomposos artículos
-constítudonales, se necesitan la paz no interrumpida y el espíritu civilizador del Gobierno,
para infundir la noción del derecho que se infiltra lentamente, y se establece como una Insti-
tución no escrita pero llena de fuerza; mas no se puede por esto negar que aun en los pueblos
que más se glorian de respetar aquellos derechos, ese medio, que está más alto que el Código
penal, sea de inapreciable valía. El habeas corpus de los ingleses me dispensa de demostrar
esa verdad. Y en países que, como México, tienen la desgracia de estar trabajados por la
revuelta, de haber sido regidos' por gobiernos arbitrarios, tal medio es de ingente necesidad.
íA cuántas víctimas del despotismo en la República, no ha arrancado de las cárceles, del
patíbulo mismo, el juicio de amparo! ¡Cuántos de los habitantes de este país no deben a ese
recurso contra la arbitrariedad del poder, su vida, su libertad, sus bienes! A proporción que
la acción de las leyes es menos vigorosa, y que las autoridades las respetan menos, es más
necesario un medio que infunda la noción del derecho, haciendo conocer a cada individuo el
que le compete; un medio que dé armas al débil para luchar contra los abusos del fuerte;
un medio que encierre al poder dentro de límites que no pueda traspasar, para que así tampoco
pueda atentar contra los derechos del hombre." 24
Po: su parte, dos juristas mexicanos, Isidro RojaJ y Prancisco Pascual GarcJa, proclamando
su mur legítima devoción por nuestro juicio de amparo, aseveraban que éste de nada habría
servido, "si no hubiera entrado en nuestras costumbres jurídicas; pero prendió entre ellas y se
arraigó de tal manera, que ha venido a ser una necesidad a todas horas'-sentida y cuya satisfac-
ción forma un elemento Jnsuprlmíble de nuestra vida jurídica" .2~
cual ya nos ocuparemos posteriormente}, fue sin duda, la que dio vida positiva a los
diversos elementos legales de preservación, pero éstos encuentran su fundamentación.
además, en círcuastancias inherentes a la índole misma de los derechos. protegidos,
los cuales, en especial el de la. libertad, son privativos y consubstanciales a la perso-
nalidad humana, En efecto, cualquier orden jurídico que aspire a realizar el bienestar
social, debe respetar un mínimo de libertad humana. Pues bien, fiel a este propósito
deon.tol6gico, el ordenamíento de derecho de todo Estado no sólo debe consagrar legal-
mente, como preceptos supremos, el derecho a la libertad y sus derivaciones especificas,
SIDO que también debe proveer a los afectados de los medios necesarios para hacerlos
respetar por las autoridades. en los términos que acabamos de citar. ¿Qué, por ventura,
esto no es COnsecuencia lógica y natural de la salvaguardia integral que debe realizar
todo Orden jurídico estatal en beneficio de la libertad humana? ¿Qué, cuando las
autoridades de un Estado _en realidad quieren el bienestar. de su nación, mediante el
respeto a la personalidad de todos y cada uno de sus miembros, no asimismo procuran
que ese respeto pueda en la práctica exigirse, imponerse a ellas mismas por aquel en
cuyo favor no ha sido observado? La institución, pues, de los medios jurídicos de pro-
teccíén a la personalidad humana frente a posibles desbordamientos y desmanes del
poder autoritario estatal,obede<:e a una exigencia universal de la naturaleza del hombre,
es la consecuencia lógica de la relación entre gobernantes y gobernados en un sistema
que merezca el nombre de "régimen de derecho", entendiendo a éste no en la acepción
pura del "jus" romano, o sea, de mandato, orden, sino como medio de realizar la jus-
ticia y consolidar la dignidad humana.
/ 1
1
I
CAPiTULO PRIMERO
A pesar de que este tema lo abordamos en nuestro libro intitulado "Las GarantíaJ
Individuales"," y aunque incurramos en repeticiones que, por lo demás, son absoluta-
mente necesarias, reproduciremos las consideraciones que en él se exponen, para no
afectar Jawiidad del tema, ni divorciar, por ende, las dos ya menciooadas básicas cues-
tiones que lo constituyen.
La libertad jurídica, entendiendo por tal toda posibilidad de actuaci6n social del
hombre, reconocida por el orden jurídico estatal, propiamente es una conquista recien-
te, producto de constantes y cruentas luchas. El momento histórico en que surge la
libertad humana, como derecho fundamental del individuo, incorporada aun régimen
normativo a titulo de garantia contra los excesos del poder público, es muy difícil de pre·
cisar. Bien es verdad que la famosa "Declaraci6n de los Derechos del Hombre", <le la
que ya hablaremos, implica el comienzo de una era en la que el respeto a la libertad del
individuo y a sus derivaciones especificas es el objeto de consagración de la mayor parte
delos regímenes constitucionales; pero también es cierto que con mucha anterioridad en
Inglaterra, a través de una larga e incesante evolución social, fruto de circunstancias
y factores de arraigo en el pueblo inglés; se fue imponiendo a las autoridades, y en par·
ticular al rey, el reconocimiento de la libertad humana, acerca de lo cual tendremos
oportunidad de disertar. Por consiguiente, hecha abstracci6n del pueblo español e inglés,
el afianzamiento de la libertad del hombre, como principal derecho de éste, y su inte-
, graci6n como contenido de las disposiciones legales de un orden -jurídico determinado,
son fenómenos relativamente recientes. .
I. TIEMPOS PRIMITIVOS
En Jos regímenes sociales orientales, los derechos del hombre o garantías indivi-
duales no solamente no existieron romo fenómenos de hecho, producto de una especie
de tolerancia por parte del poder público, sin obligatoriedad rec0l!!!oscitiva o de respeto
para éste, sino que la libertad del hombre, del individuo eJmo gobernado, fue desco-
nocida o, al menos, menospreciada, a tal grado que reinaba en aquéllos el despotismo
más acabado. El individuo, el particular miembro de la comunidad o de la sociedad,
tenía como consigna en algunos Estados orientales obedecer y callar, máxime que los
mandamientos que recibía eran conceptuados como provenientes del representante de
Dios sobre la Tierra,~decir, del gobernante ungLd.o romo tal P.Qr la voluntad divina
de la cual derivaba_SIl.investidura._Eor...este_moJiyQ, las arbitrariedades autoritarias del
---peaer en los pueblos orieill'!Íes de Ia.antigüedad, eran acatadas_p_or...los.súbditos.confor-
- me a la conciencia ql!e éstos abrigab,,!!, en el sentido de ser aquéllas emanaciones O
desigllil5Scfe la voluntad de Dios expresada por el gobernante. Esta creencia acerca del
origen del poder y de la autoridad reales estaba generalizada de tal manera, que podemos
- afirmar que casi todos IOSEgímenes de gobierno ~dichos_pueblos_~r'!!1--!eocráticos,
como el egipcio, el hebreo, etc., máxime si se toma- en cuenta que el derecho y la
religión se confundían en un conjunto de prácticas sociales indiferenciadas .
."La forma general"del Estado en el mundo oriental, afirma Cettel, fue la de una autocra-
cía o monarquía despótica, teniendo 1>Or sanción de su autoridad la religión o la conquista.
Los monarcas fueron venesados romo dioses. tal es el caso de, Egipto, o considerados como
agentes de los dioses, según ocurría en Peraia y Asiria." 81
Bien es verdad que en algunos de dichos pueblos, cerno el hebreo, la actividad del
gobernante se hallaba restringida por normas religiosas o teológicas, en las que impli-
citarncnte se reconocían ciertos derechos a los súbditos, pues se suponia que dichas nor-
mas, como las de Jehová, eran producto de un pacto entre Dios y el pueblo, cuyas dis-
posiciones debían ser inviolables; mas también es cierto que, en primer lugar, esas
restricciones eran muy débiles y la apreciaci6n--de su extralimitación quedaba al arbitrio
del propio gobernante que era su intérprete y, en segundo término, no existia ninguna
sanción para sus posibles contravenciones.
Por ende, los regímenes gubernamentales, basados en tales principios o creencias,
evidentemente pugnaban con toda idea de libertad humana, y más aún, con su recono-
cimiento, por lo que no es posible aseverar que en los pueblos orientales de la antigüe-
dad existiera tal derecho y mucho menos un medio de preservarlo, pues como ya dijimos,
el individuo estaba relegado a un plano infimo, si no es que había incidido en la
esclavitud.
Sin embargo, como una notable excepción al régimen politico y social oriental, nos
encontramos con la circunstancia de que la India no estaba dotada de un gobierno teocrá-
tico. El Estado temporal era independiente de la religión y los sacerdotes no debian
tener injerencia en la vida política, sino consagrarse exclusivamente a su cometido re-
acción. preside la vida moral de su pueblo. O es jefe o es dios. Todo se le subordina. Inevitable-
mente, en el pasado, el presente y el porvenir de la comunidad:' Sotiologla, cuarta edición, Pág. 301.
81 Raymond G. GetteJ. Historia de /tU Idear Políticas, tomo l. pág. 63.
I
40 ~L JUICO DE AMPARO
ligioso. Descartado el principió teocrático del poder público, e! pensamiento hindú se re-
veló marcadamente democrático y liberal; los pensadores de la India no reputaban al
régimen estatal coino la realización de! ideal humano de convivencia ante el cual las
personalidades individuales se desvanecían; antes bien, afirmaban que en un principio e!
hombre vivía en un estado de naturaleza, tal como lo consideró Rousseau, y que, para
evitar las injusticias que en su desenfrenado libertinaje cometían los fuertes en detrimen-
to de los débiles, fue necesario constituir el Estado, no como una forma de perfeccio-
namiento humano, sino como una urgencia de protecci6n mutua. Para hacer prevalecer
el orden dentro de la sociedad, producto de dicha necesidad, debería existir una auto-
ridad o poder social, superior a las .voluntades individuales, encargado de .implantar e!
equilibrío entre las conductas desiguales de los hombres. Dicho poder debería ejercerse
por el monarca, a quien DO era lícito actuar arbitrariamente, esto es, sin sujeción a una
norma establecida, sino que estaba obligado a obrar de acuerdo con un sentido de justicia
y equidad, asesorado por las personas más cultas. Ya en lo tocante a los derechos del
'hombre o garantías individuales, el 'pensamiento hindú abrigaba la tendencia a respetar
la personalidad humana, principalmente por lo que ve al derecho específico de libertad
Las corrientes políticas doctrinales en China asumen caracteres análogos a los de
aquellas que se desarrollaron en la India. Los más destacados filósofos chinos, tales como
Confurio y Lao-Tse, predicaron la igualdad entre los hombres, sostuvieron la democracia
Como forma de gobierno y abogaron por e! derecho legítimo de! gobernado para re-
belarse 'contra los mandatos despóticos y arbitrarios del gobernante, circunstancia ésta
que ya barrunta una idea, aunque vaga, de los derechos de! hombre o garantías indivi-
duales, tal como jurídica y filosóficamente se conciben.
111. GRECA
los destinos sociales corno elector o funcionario, y por factores jurídicos en las relaciones
de coordinación con sus semejantes.
En Atenas la situación social era diferente de la que prevalecía en Esparta. No
existía esa diferenciación jerárquica entre tres clases sociales diversamente colocadas
ante el derecho y en la realidad; había, es verdad, cierta desigualdad entre los hombres,
aunque no tan marcada como en el régimen espartano. El ateniense gozaba de una li-
bertad fáctica frente al poder público; podía libremente actuar ante éste y aun impugnar
o criticar su proceder en las asambleas cuando fuere contrario a su criterio; mas esa
libertad sólo tenía una existencia de hecho, sin que significara, por tanto, una obliga.
ción para la autoridad estatal su respeto; en una palabra, la libertad del ateniense, ma-
nifestada en diversos actos concretos, no implicaba un derecho público individual, esto
es, una exigencia jurídica frente al Estado con obligación ineludible de parte de sus
autoridades en el sentido de acatarla.
l~l"
42 EL jUlOO--DE AMPARO
vrvran, explicaban al Estado como el fruto de un pacto social, sin que esta explicación signífi-
cara la justificación de su existencia, de lo que concluía LiGo!,¿nl en .puntual congruencia
lógica con esta concepción, que: "La ley no es más que una garantía de los derechos individua-
les, sin poder alguno sobre la moralidad y la justicia personales de los ciudadanos." 82
Para apoyar su tesis anarquista. los sofistas, a través de las ideas de Hippias y A/ddamasJ
sostenían la existencia de 105 derechos del hombre, pero no a titulo de prerrogativas que el
gobernado dentro del Estado o Polis debiera tener frente a la autoridad, como ya se dijo, sino
reputándolos como elementos inseparables de la persona humana en un estado de naturaleza,
en que nadie está supeditado a nadie y en que todos son libres e iguales, situación que sig-
nificaba para los discípulos de Heráclito el ideal de la humanidad que se alcanzaría al suprimir
la organización estatal. BB
S6traJes impugnó las ideas sofistas, aun cuando su pensamiento coincidía en muchos as-
peetos con el contenido de éstas. Estimaba que el hombre habia nacido en un plano de igualdad
con sus semejantes; proclamó el principio de la racionalidad en todos los actos de la vida
individual y pública, llegando hasta sostener que el gobernado debía obedecer los imperativos
de su razón con preferencia a las leyes positivas estatales Injustas e irracionales, pretendiendo
que toda la actuación humana, social o particular, se sujetase a un.a norma ética de validez
universal. Para Sócrates, la razón era el factor omni-determínante de la vida" por 10 que es
dable presumir, de acuerdo con su pensamiento, que el gobernado debería tener todas aquellas
prerrogativas que estuvieren fundadas racionalmente frente a las arbitraridades y despotismos
de la autoridad del Estado. Sostenía, además, que la organización estatal no es un -fin en sI
misma, sino un medio para que los ciudadanos logren el objetivo supremo de su vida que
es la consecución de su felicidad a través de la virtud. Por consiguiente. para Sócrates el
Estado debe subordinarse a 'los individuos que. lo componen, sin que su poder sea absoluto,
toda vez que 'debe estar limitado por el derecho del ser humano. inherente a su naturaleza e
imprescriptible.
Si bien es verdad que P1aI6n siguió en términos generales los lineamientos de la doctrina
de su maestro Sécretes, en muchos puntos las ideas de ambos discrepan profundamente, en
especial por lo que concierne a la situación del individuo como gobernado frente a las autori-
'dades. En efecto. Platón justificaba la desigualdad social. propugnando la sumisión de los me-
diocres respecto de los mejores. a quienes debía encomendarse la dirección del Estado. En estas
condiciones. se puede fácilmente concluir que en la doctrina platónica estaban proscritas las
ideas de derechos del individuo frente al poder público. puesto que éste se suponía desempe-
ñado por personas capacitadas intelectual y culruralmente, a las cuales el gobernado debía su-
misión. Platón llegaba hasta el extremo, en su concepción ideal del Estado. de considerar a
éste como la realidad non plus ultra que debia absorber toda la actividad individual. Fue por
esto por 10 que la teoría platónica en materia política proponia la abolición de la propiedad
privada y de los lazos familiares para asegurar la unidad orgánica del Estado. Dividía la so-
ciedad en tres clases constituidas respectivamente por lo que denominaba la "raza de oro",
integrada por los gobernantes o "guardianes" del Estado, por la "raza de pltlJa"J compuesta
por los guerreros o "defensores" de la polis, y por la "raza de bronce", formada por los arte-
sanos y labradores.
No concibió Platón la idea de ningún medio heterónomo para controlar la actividad de los
gobernantes. sino que consideraba. que la sabiduría de éstos y sus virtudes cívicas y morales
eran un freno que les impedía ejercer despótica y tirénicamente sus funciones, Estimaba que el
filósofo u hombre sabio no podía gobernar contrariamente a los intereses públicos ni obrar
COD injusticia, ya que su sapiencia, al intuir el valor supremo de "Bien", le impedía desplegar
cualquier conducta contraria a este valor, que subsumía todos los demás. incluyendo el de
justicia. lH
A,isldleles, discípulo del anterior, no obstante que en lineamientos generales adopta la
teoría política de su maestro. se muestra liberal. por así decirlo. en cuanto a la cuestión de
la situación del individuo frente al poder público. Según el estagirita. para que el hombre
aa Citado por Aristóteles en "/..4 Politied'. Lib. IlJ, Cap. V, párrafo II.
B8 Enrique Rommen, Derecho Nmural, ed. 19'0, pág. 18.
S4 aro Antonio Gómez Robledo.-Mea'ital"idn so~re., la !ulli(ia.-Págs. 3' y 36.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS GENERALES DEL JUICIO DE AMPARO 43
pueda alcanzar un grado de perfección. que no se lograba fuera de la convivencia social, era
menester gozar de cierto radio de libertad, el cual implicaba, correlativamente. ciertas limita-
ciones al poder estatal. Sin embargo, a esa esfera de libertad individual, Aristóteles no la ro-
Iocaba en el rango de derecho público del gobernado, oponible obligatoriamente al Estado;
según la tesis aristotélica sobre el particular, las autoridades deberían .asumir un papel de
tolerancia o consenso frente a una determinada actividad libre del ciudadano, pero nunca se
deberían ver obligadas a respetarla como si se tratara de un verdadero derecho. Por lo que atañe
a la igualdad, Aristóteles la proscribía al justificar la esclavitud y la existencia de clases sociales
completamente diversas, en vista de 10 cual es inconcuso que en la doctrina política del ilustre
estagirita no podemos vislumbrar ninguna concepción respecto a los derechos públicos Indivi-
duales ni, consiguientemente, por lo que concierne a ningún medio jurídico de protección a
los mismos.
No obstante. ello no implica que para Aristóteles DO existiera una ley natural anterior a
las leyes positivas de la polls, ya que para él éstas deberían corresponder a la "justicia ma-
terial" que debería integrar su contenido. De ahí que, cuando no existiese esa correspondencia,
incumbía al juzgador, mediante la equidad, resolver en justicia cualquier caso concreto que se
presentase. Sin embargo, las ideas de Aristóteles sobre la supervalencia de una ley natural sobre
las leyes positivas, deben sólo considerarse como un pensamiento tímido que cede a la con-
cepción vigorosa de la polis, considerada por el estagirita. siguiendo a su maestro Platón. como
el estado en que el individuo encuentra su perfección, de lo que concluye Rommen que. contra
la polis, según las ideas aristotélicas, "no podía prevalecer, propiamente hablando, ningún
derecho natural subjetivo del ciudadano".8lI Para el insigne estagirita, el Estado existe por
naturaleza y es anterior al individuo, y siendo el hambre un "zoon po/iti!um1J , no puede vivir
fuera de la entidad estatal. "El hombre que pudiera vivir aislado, incapaz de poder participar
de los beneficios de la asociación política o que no tiene necesidad de participar en ella porque
se basta a sí mismo. no forma parte del Estado: es un bruto o es un dios", agregando "No
debemos considerar al ciudadano como perteneciéndose a 51 mismo; debemos considerar más
bien a todo ciudadano como perteneciéndose al Estado. Cada ciudadano es parte del Estado:' 86
Es bien conocida, por otra parte, la clasificación aristotélica de la justicia, mediante la
cual ésta puede ser dislribuliva, ~onmJllaJiva y políli~a. La juslicia dislribuliva se realiza al apli-
carse "en la repartición del honor, de la riqueza y de otros bienes divisibles entre los miembros
de la comunidad política".37 expresándose en el conocido principio igualitario que establece un
tratamiento igual para los iguales y ¿,sigua1 para los desiguales. La illstieia ~onmulaJiva es. por
así decirlo, la que se realiza en cada caso concreto, pudiendo estimarse como una "justicia
proporcional" entre el derecho y las obligaciones de cada quien frente a la ley y a las con-
venciones particulares. Por último, Aristóteles denomina "iusti~ia po/i¡¡(eI' a la que se aplica
en la vida de la po/is y se manifiesta precisamente en la observancia del principio mismo de
igualdad ya enunciado. La "justicia política", por ende. s610 puede registrarse entre sujetos
colocados en el mismo nivelo rango social, de tal manera que las leyes de la polis la cumplan
en el tratamiento igual para los iguales y desigual para los desiguales. De ahí que política.
mente no pueda hablarse de "justicia" entre sujetos pertenecientes a diferentes clases en que,
según el estagirita, se divide la sociedad, ya que la justicia siempre reconoce como base la
igualdad.
Debemos recordar que para el ilustre discípulo de Platón la' libertad e igualdad. como
ingredientes de la justicia, deben acogerse por la ley positiva, que a su vez debe ser la expre-
sión de la razón que impida al gobernante actuar conforme a su arbitrio o despotismo. ~~':,
Pese a tan humanitarias ideas, sin embargo, Aristóteles no concibe ningún medio para
f
controlar los actos de los gobernantes distinto de la- razón, sustentada en la sabiduría, punto
éste en que sigue el pensamiento de su mae:~ (
a'
"
at
Rommen, op, cit., pág. 27.
En Roma, la situación del individuo y, por ende, de Su lii:>er\ad corno derecho exi-
gible y oponible al poder público, era parecida a la 'lu~ privaba en Grecia. Bien es
verdad que el ciois rom41JIIJ tenía. como elemento de su personalidad jurídica ~1
JlaluJ libertatis, pero esta libertad se refería a sus relaciones civiles y políticas, ya que,
repetimos, no se concebía corno un derecho intocable y reconocible por el orden jurí-
dico. El JlalUJ libertais, más bien se reputaba corno una cualidad "en oposición a la
condición del servas, o sea, como una facultad de actuar y comportarse por propia volun-
tad y determinación. Además, puede afirmarse que la libertad en el régimen romano
estaba reservada a cierta categoría de personas, como el paler-familiaJ, quien gozaba de
amplio poder sobre los miembros de su familia y sobre los esclavos.
En las relaciones de derecho privado, el ciudadano romano estaba plenamente ga.
rantizado como individuo, al grado que el Derecho Civil en Roma alcanzó tal perfec-
ción, que aun hoy en día constituye la base jurídica de gran parte de las legislaciones,
principalmente en los pueblos de extracción latina. Análogamente a lo que sucedía en
Grecia, el romano, el hamo liber, disfrutaba también del derecho de votar y ser votado,
de la facultad de intervenir en la. vida pública, integrando los órganos de autoridad y
teniendo injerencia en su funcionamiento. Por esto, en el Derecho Romano tanto la
libertad civil como la libertad política alcanzaron gran incremento, mas en el campo
de las relaciones entre el poder público y el ciudadano romano, no como depositado de
una cierta actividad política, sino como mero particular, como simple individuo, la liber-
tad humana como derecho público era desconocida.
En síntesis, la libertad del hombre como tal, conceptuada como un derecho público
individual inherente a la personalidad humana, oponible al Estado en sus diversas ma-
nifestaciones y derivaciones no existía en Roma, pues se disfrutaba como un hecho,
sin consagración jurídica alguna, respetable y respetada sólo en las relaciones de derecho
privado y como facultad de índole política.
La única garantía del pueblo frente a las arbitrariedades posibles de la autoridad,
radicaba en la acusación del funcionado cuando expiraba el término de su =go, lo
cual de ninguna manera implicaba un derecho público individual, pues éste es un obs-
táculo jurídico, cuyo titular es el individuo,· frente al poder público, el cual siempre
tiene que respetarlo, mientras que la mencionada acusación era el acto inicial de una es-
pecie de juicio de responsabilidad incoado en contra de la persona [isica que encarnaba
a la autoridad y nunca un dique a la actividad de ésta, la cual, en dicha hipótesis, se pre-
swnla ya desplegada. Además, el juicio de responsabilidad tiene como-finalidad esen-
cial sancionar al funcionario público y nunca implica una verdadera protección del go-
bernado frente al gobernante, como es la garantía individual.
propios de la persoña hüitiahít superiores ai crdénámiento estatal, el cual cárecjá d.e vaiid.ez en
cuánto vulnerare las noiIDas relatívás a. la. náturalesa del hombre:
Para el célebre órador romanó, el Derecho están fundado en la fiatüCiiieza ~el hombre y no
sóio se le eñC\1entlil en la ¡cripta, Jéx, sino ei'l Ja #iflti lex. De ahí que todo oCdetiamIentD jurí-
diro positivo que vi.liñehita esá "iey natural", 'afectando los "derechos;' que~ñfortneá ella
tieñe toda persona, serta a tódas luces injusto, de lo que concluye Clteroñ: "Si todo ~oque
ha _eldo instituido ~ virtud de una decisión de los pu~los. de decreto de los príncipes
úñ
y de una sentencia de los jueces, fuese el derecho, en tal caso el robó, el divorcio, los testa-
mentos falsos. con tal de que estén firmados serján derecho, desde el .rnoroéhtó eñ qué hablá
sid.o admitido por el tonsdltimientó y la decisión de la multitucÍ..;' 38 Agrega el Ilustre atador
y JUt1scijñSuito que "Ccmc uo hay nada que sea mejor que la razón, y COmo ésta existe cñ ti
hombre y eh la divinidad, hay entre ambos una primera sccleded fundada en la taz6n {prima
hominJ (11m deo ¡tiJionls societasl, Peco entre qulenes es común la fatultad rle la rezón, lo es
también la recta tazón, y corno ésta es ti ley; hemos de consideramos los hombres esccladcs
con los dioses por Ia ley (quae tlim Slt íex, Jege ,qiJoi¡ile consociatio bominés (11m di¡ pi#aiuii
lÑmiis)-. Mas,entre quienes hay comunidad de ley, hay también comunidad de derecho; t
aquéllos; eñ Iin, entre quienes estas cosas -e-ley y derecho- son ccmuñes, han de considerarse
cómO de la misma ciudad (civiJáíis eiusdem haherrdi slintr. 89
Miliath miliandis, Cicerón proclama una especie de ii¡uInaJuraJismoH al estimar que, sobre
el derecho positivo se encuentra el derecho apoyado en el análisis ñloséñco del hombre. "No es
del edicto del pretor, como lo piensa hoy la mayoría, ni de la Ley _de las XII Tablas; cerno
creían los antiguos, sino del ccrázón mismo de la filosofía de donde hay que extraer el conocí-
miento del derecho.. ,.f.O afirmaba.
Como es bien sabido, la historia romana comprende tres etapas; que son: la maná,..
'{uica o real, la republicana y la de los empertNloreJ. La organización política de Roma
en cada una de dichas etapas o petíodos era diversa y disimiles también las relaciones
entre los diferentes poderes en que se. desarroliaba l~ función O actividad del Estado.
En 1~ época monárquica (J real, el pueblo (populus), dividido en dos clases, los patricios
y los plebeyos, tenía cierta injerencia en la vida estatal , pues elegía a sus reyes, daba, su con"
sentimiento o externaba su disentimiento a las declaraciones de guerra o paz y decidía, en
algunos casos, sobre si las leyes deberían 'ponerse en vigor o dercgarse. Asü vez, el Senado
romano; que era el órgano aristocrático por excelencia" integrado por cien patricios; tenía en-
comendada la consulta sobre asuntos importantes de la administración pública) así como la facul-
tad de aprobar o desaprobar los proyectos de ley sobre la paz y la guerra, antes. de que éstos
se sometiesen a la consideración del pueblo. Las decisiones de los comicios (asambleas popula-
tes) deberían estar respaldadas por la aprobación del Senado, en cuyo caso, para que aquéllas
tuviesen fuerza ejecutiva y observancia. obligatoria, dicho euerpo colegiado expedía los respec-
tivos decretos, Ilamados senatus consultas. '
Como se ve, en la mencionada época la función legislativa era compartida por 'el rey, a
quien Incumbía la iniciativa de leyes, el senado y el pueblo; según los términos brevemente
apuntados. Al monarca correspondían los poderes ejecutivo y judicial, estando aquél controlado
en cierta forma por el senado en negocios administrativos de especial importancia. La función
judicial podía ser desempeñada por el rey en lo personal O por patricios que éste designaba,
pudiendo el pueblo intervenir en ella tratándose de casos penales. .,
Por tanto, en la primera etapa de la historia de Roma, existía un verdadera equilibrio entre
los principales órganos de' autoridad del Estado y por lo que concierne a las tres actividades
o poderes estatales. Tal equilibrio seconsolid6 durante la segunda época, o sea, la de la re-
públi(a. La función legislativa era ejercida por el pueblo, integrado por patricios, el senado
y los plebeyos. quienes ya no estaban excluidos del goce de derechos políticos. Las leyes eran
votadas por el pueblo y su iniciativa incumbía al senado; pero si afectaban o podían afectar a
la plebe, se sometían a la consideración de los llamados plebiscitos, esto es, a las asambleas
o conciliábulos plebeyos. El poder ejecutivo correspondía al senado, el cual designaba a di-
versos magistrados para que en su nombre lo desempeñasen, destacándose entre dichos funcio-
narios los dos eón/u/el, que en realidad sustituyeron a los antiguos reyes; y por lo que atañe
a la función judicial, ésta se ejercía por el pueblo, los plebeyos y el pretor, en sus respectivos
casos, cuyo tratamiento excederla del tema que abordamos..
Pese a esta opinión, hay autores. distinguidos romanistas. como MaJTIl y Mommsen, que
consideran a la intercessio como un medio protector del ciudadano frente al poder público.
El primero de dichos autores sostiene que: "Es verdad que en el origen la intercesión no era
apenas entre sus manos (de los tribunos) sino un alma defensiva a ~e(IO de proteger a 10J
pdrticu/areJ lI1climaJ de medidaJ arbitrarias, pero ellos (los tribunos) no tardarán en usarla
con la más grande latitud. oponiendo su veto a todo acto de un magistrado cualquiera, as¡
como también los del Senado, que les parecía contrarios a los intereses del pueblo, sin retro-
ceder ante la potencia de los cónsules, de los censores, del dictador. empleando por Igual contra
estos altos magistrados los medios de coerción más' violentos. la intercesión tribunicia, eonside-
rada como la salvaguarda de la liberlad romana, constituía. por 10 demás, tanto un deber como
un derecho, a tal punto que no era permitido a un tribuno pasar la noche fuera de Roma"·;4t
A su vez, Mommsen afirma que: "Sobre todo en la intercesión tribunicia. se ve bien marcada
la tendencia de prevenir por este medio los abusos de poder de los funcionarios públicos,
supuesto que al ciudadano oprimido o perjudicado por un mandato de los magistrados se le
concedía el derecho a reclamar (appelatio) auxilio (auxilium)." 42
En la época de los empnadores. el equilibrio entre los poderes del Estado romano desapa-
recló, para dar nacimiento a una verdadera autocracia. El emperador (caesar) 10 era todo y su
voluntad no tenía límites ni contrapesos, pues aunque el senado subsistió, fue relegado por
la hegcmonfa imperial a una posición de repugnante servilismo. Las leyes emanaban del césar
y no reflejaban sino las decisiones caprichosas del príncipe (qlJod pril1tipii placuif, legis habet
vigor",). La función judicial se concentró en las manos exclusivas del emperador, quien, en su
carácter de supremo magistrado, resolvía por sí mismo los casos de justicia o por conducto de
funcionarios (pretores) que él designaba y deponía a su arbitrio.
La. institución "de homine libero exhibendo" era un interdicto establecido por un edicto
del pretor, esto es, por una resolución que contenía las bases conforme a las cuales dicho fun-
cionario dictaba sus decisiones en los casos concretos que se sometían a su conocimiento, Ile-
nando así las lagunas u omisiones de la legislación, resoluciones que constituían una fuente
sui géneris del derecho. junto con la ley, la costumbre, etc. Los edictos de los pretores podían
ser perpetuos o temporales, es decir, o integraban normas generales que se aplicaban indistin-
tamente a los diversos casos que se fueren presentando, o solamente formaban reglas cuya
aplicabilidad tenía lugar respecto del negocio concreto que ocurría. la Lex Cornella atribuyó
a los edictos perpetuos cierta obligatoriedad en su observancia, aun por 10 que concernía a
los mismos funcionarios que los habían dictado, cuando menos por el término de un año,
al finalizar el cual el nuevo pretor podía modificarlos, debiendo conservar, sin embargo. una
gran parte dispositiva de los anteriores y los principios que en éstos se consagraban. De esta ma-
nera muchos edictos no fueron ya simples ordenanzas del funcionario público romano revestidas
de un carácter meramente transitorio, aplicable sólo a un caso particular (prout res incidil)
o a varios indistintamente que fueran surgiendo durante el término de un año (perpetuos),
sino verdaderos conjuntos dispositivos que con el tiempo fueron adquiriendo fuerza de derecho
consuetudinario, merced a la presencia constante de determinados principios que se transmi-
Han. obhgátoriamente .ii,e un edicto ji los sucesivos (edicla JraildiiJia).4iJ Desde luego, el
edicto en virtud del cual se estableció el interdicto "de homine libero exblbeado" era de carác-
ter perpetúo, de acuerdo C6.::i el comentario que sobre el particular hace U/piano, 'quien asienta:
"boc ínte,dícJum perpetuUin ejrJ.~ y 4.:1
·La acción que se derivaba del interdicto mencionado, que culminaba Con una. resolución
interina particiifar que uo pretendía decidir definitivamente la cuestión debatida, ya que, según
afirma Val!a.tta,u "se. protegía y amparaba la libertad del detenido desde luego ,Y se seguía
por cuerda 'separada el procedimiento criminal conforme a la Ley Favia", se daba 'a favor del
particular eilCUYO perjuicio .se. verificaba un acto, privativo de _$U libertad, _tdrllra el ¡rzdividuo
que lo e;ecuJaba, quien en esta. forma se constitulá ,en demandado. El objeto de dicha. acción
interdictal (permitiéndose la expresión), 'era la restitución provisional de la libertad al ofee-
dido, ordenade-por el pretor.
Ahora bien, la circunstancia subrayada, o sea la de que la acción derivada del in-
terdicto de bomine libero exbibendo se intentaba COntra actos de un particular, COlocado
juiiclicamei1teen la misma esfera que su titular, es suficiente por sí misma pata concluir
que la mencionada, institución romana no puede ser un antecedente de nuestro juicio
de amparo. En efecto, mientras que éste tiene como causa final de su existencia la pro-
tección de los derechos del hombre contra los ataques de que puedan ser objeto de
parte de las autoridades del Estado, en el interdicto aludido dicho factor no consiste
en tutelar los mencionados derechos que se vean amenazados y afectados por el poder
público, sino en 'evitar que una persona [lsic», un particular, pueda, sin sanción o res-
ponsabilidad alguna, privar de la libertad a un hombre libre, único titular en Roma de
la acción correspondiente.
Más "que un procedimiento para salvaguardar la libertad humana frente a las 'auto-
ridades del Estado, que es lo 'que caracteriza a un medio de 'control, como el amparo, es
el interdicto de bomme libero exbibendo una mera acción civil establecida por el pretor,
análoga a los demás interdictos que se dirigen también en contra de paniculares y que
no constituyen, por ende, diques u obstáculos a la actividad arbitraria o abusiva del
poder público." Esta sola diferencia entre el amparo y la mencionada institución romana,
basta para concluir, como ya dijimos, que el interdicto de homine libero exhibendo no
puede ser un precedente histórico del juicio de garantías, habiéndolo estimado asl
también don Emilio Rabasa, quien afirma, al referirse al antecedente del habeas corpus:
"Es muy probable que el edicto romano de bomine libero exbiaendo haya dado origen al
procedimiento de que se sirvió el habeas corpus; pero no al derecho de reclamarlo
ni a la autoridad del juez contra las órdenes del rey o sus agentes, que los romanos
desconocieron. El procedimiento romano sólo .se empleaba contra el secuestro de pero
sana hecho por particulareJ, pertenecía al Derecho Civil y- nada tiene que ver con la
institución de Derecho Público que estableció el pueblo inglés."·8
V. EoAD MEDIA
Cuando las ciudades libres en la Edad Media fueron desarrollándose, cuando los
intereses económicos de las mismas fueron adquiriendo importancia, los citadinos supie-
ron imponerse a la autoridad del señor feudal, exigiéndole salvoconductos o cartas de
seguridad, y en general el reconocimiento de ciertos derechos que integraron una legis-
lación especial (derecho cartulario}, Se croo en esta forma, durante este tercer período
medieval, o sea, el municipal, un régimen de legalidad que limitaba y sometía la
autoridad del señor feudal en beneficio de los habitantes de las ciudades. El incre-
mento económico y político que fueron paulatinamente adquiriendo las poblaciones
medievales, fue la causa de que los gobernantes respetaran los compromisos que habían
contraído COn sus moradores) mas la posibilidad de su contravención y sus violaciones
mismas no tuvieron ninguna sanción jurídica en favor de los afectados. Por este motivo
no es posible encontrar en esta época un precedente histórico del juicio de amparo, no
obstante la implantación de un régimen de legalidad.
Tal era la situación que guardaba el individuo a título de gobernado frente al Es-
tado y a los detentadores del poder público. Como corriente moral y humanitaria, a
principios de la Edad Media y ál finalizar la época antigua, el Cristianismo pretendió
suavizar las ásperas condiciones de desigualdad que prevalecían en el mundo pagano.
Declaraba que los hombres eran iguales al menos ante Dios; que todos estaban regidos
por una ley universal basada en los principias de piedad y caridad. Aun cuando Cristo
concretó su doctrina al terreno religioso propiamente dicho, esto es, a las relaciones en-
tre el Creador y las criaturas, su insuperable e insuperada tesis moral insinuó a los
gobernantes un trato humanitario hacia ~ gobernados, propugnando que la actuación
pública de aquéllos se ajustase a las normas de la justicia universal. Partiendo de la
idea incontrovertible de que todo hombre es igual a sus semejantes, y considerando
a todos los sujetos humanos hijos de Dios, independientemente de su condición social o
religiosa, de la doctrina de Jesús se desprende la tolerancia de credos, siempre y cuando
los diversos profesantes los sustentasen de buena fe. El Cristianismo, por consiguiente,
dulcificó y trató de atenuar el despotismo que se observaba por los gobernantes respecto
de los gobernados. Sin embargo, cuando Constantino declaró como religión oficial del
Estado la doctrina cristiana, las peculiaridades de ésta, en cuanto a sus preceptos fun-
damentales, fueron subvertidas y hasta contradichas por las ideas que se adoptaron por
la Iglesia. Esta asumió una actitud de intolerancia respecto de los demás credos reli-
giosos} dogmatizando el Cristianismo e imponiendo una serie de prácticas culturales,
cuya inobservancia se sancionaba con el anatema de la perdici6n eterna. Estas amena-
zas Con que la Iglesia acostumbraba revestir sus prédicas, constituyen la negación evidente
del principio de tolerancia que permanece imbíbito en el espíritu del auténtico y genuino
Cristianismo emanado de los inmaculados labios del Divino Maestro. Esta situaci6n
de intolerancia, que hacía nugatoria la libertad humana, cuando menos en el aspecto
religioso, perdura en los Estados católicos europeos a través de la época medieval
hasta la Revolución Francesa, en cuya Declaración de 1789 se instituyó la profesión
de cualquier credo religioso como un derecho inherente e inalienable de la persona
humana, intocable por el orden jurídico estatal y por el poder público.
La situación real, positiva, que guardaba el individuo como gobernado en la Edad
Media que se traducía en una plena supeditación de la persona al poder público,
pese al derecho cartulario de las ciudades libres alemanas e italianas, no excluyó la
ANTECEDENTES HISTÓRICOS GENERALES DEL JUICIO DE AMPARO' 51
Para tan egregio filósofo, en efecto. sobre toda ley humana positiva se encuentra la ley
natural, la cual concede una especie de valor formal a la primera. Afirma que Omnis lex hu·
menitus posiJa in lal1ltlm habel de ranone legis, in qtl411ttlm a /ege nattlrali derivater. Si vero
in aJíqúo a lege naJtlraJi diubrdel, Mm non erit lex, sed I/egis COfTtlptio.4.9
Por otra parte, es muy importante enfatizar que en el pensamiento jus-filosófico de la
Edad Media el derecho natural era superior al derecho positivo y a él no sólo estaban some-
tidos los gobernantes temporales sino también el Sumo Pontífice. Contra lo que vulgar e
ignorantemente se supone, la Edad Media, especialmente durante los' últimos siglos inme-
diatos anteriores al Renacimiento, fue una etapa en la historia de la humanidad en qu~ la
justicia, la "ley natural", y el "derecho de gentes", .constitulen los valores supremos que
debían condicionar a toda norma jurídica escrita y consuetudinaria. Seña tema' para toda
una obra de investigación aludir, comentar y analizar las ideas juddicas, filosóficas y políticas
de los más grandes exponentes del pensamiento medieval, entre ellos, destacadamente, el
Doctor Angélico, quien sostiene que toda ley humana debe ir dirigida hacia la preservación
del bien común y que, en el supuesto contrario, los' súbditos tienen el "derecho natural" de
desacatar cualquier mandamiento del soberano que no propenda. a la anterior finalidad, pu-
diendo, incluso, derrccarlo.ec
VI. EsPAÑA
4.9 "Toda ley humana positiva tiene razón de ley, en cuanto deriva de la ley natural;' si de
algún modo no concuerda con la ley natural, no será ley. sino corrupción de la ley." (Sum. Theol.
la. Ilae. q- 95. arto 2. Citada por Gómez Robledo en su magnifica obra "ya Invocada.a-Pég. 122.)
50 Séanos permitido reproducir las palabras de Gierke sobre los 'anteriores comentarios,
transcribiéndolas de la importante obra de investigación realizada por el distinguido jurisfi1ósofo
mexicano Antonio Gómez Robledo. "En contraposición al derecho positivo, el derecho natural
era, en la opinión unánime de la Edad Media, anterior, exterior y superior al Estado. En sentido
objetivo, y por mucho que en lo demás se disintiera en cuanto a sus fuentes y fundamentos, el
derecho natural fue concebido invariablemente, de una parte como irradiación de un principio
trascendente al Estado, y de la otra como verdadero y perfecto derecho vinculatorio ..'. De acuerdo
con esta concepción, las normas del derecho natural estaban fuera del .arbitric aun de los más
altos poderes terrestres, sobre el papa y el emperador, sobre el gobernante y el pueblo soberano,
sobre el conjunto, en fin, de los mortales; y no podían transgredir sus límites ninguna ley o aeta
de gobierno. ni el plebiscito popular ni la costumbre; y todo aquello que estuviera en conrradic-
ción con los principios eternos e inmutables del derecho natural, era perfectamente nulo y no
podía obligar a nadie" (op. cit. p. 272). (Medil(#ión sobre la /lIstkia, pág. 125.)
52 EL JUICIO DE AMPARO
61 C6digQS Bspagoles. Introducción al tomo I por D. joaquln, Francisco Pacheco, 1847. Para
mayor Iaformación sobre estos tópicos, consúltese la obra de don Ramón Corñnea y Andrade, deno-
minada "Década Legal", publicada en el año de 1786 (Imprenta ReaJ.-Madrid).
6i Op. tit: Introducción al tomo 1, pág. XXIX. Los citados "concilios" fueron desde sus
albores reuniones de eclesiásticos de diferentes jerarquías e categorías, '1ue se celebraban en diver-
sas ciudades españolas, siendo las más connotadas por dicho motivo as de Sevilla, Zaragoza y
Toledo. Los asuntos que en tales reuniones se trataban eran primeramente de carácter religioso,
pero más tarde se abOrdaban y. resolvían cuestiones de tipo político y jurídico laico; y prueba
ANTECEDENTES HISTÓRICOS GENERALES DEL JUICIO DE AMPARO
Fuero Juzgo regula los "juicios y causas", ordenándose en los demás, cuestiones de dere-
cho civil (casamientos, filiación, contratos, patronazgos y clientela), de derecho pena!
(delitos diversos, penas, tormentos, etc.), y de dececho rural y militar (división de tierras
entre godos y romanos, arrendamiento de tierras, peculio de los siervos, divisi6n de
heredades, servicio militar obligatorio y penas por eludirlo O por encubrir su evasión).58
Otro muy importante estatuto que integraba el derecho escrito español era el Fuero
V ie;o de Castilla, el cual, como ordenamiento compilador de diversos fueros y dispo-
siciones anteriores, fue publicado en 1356, componiéndose de cinco libros. El primero
de éstos trata de cuestiones de derecho público, tales como las relativas a losderechos
y deberes. de los fijosdalgo de Castilla, a las cosas que pertenecen al señorío del rey, a
la facultad real para desterrar a los nobles y a los derechos de los desterrados, a los
quebrantamientos de las heredades de los fijosdalgo. En el segundo se regulan tópicos
de derecho penal; en el tercero, los procedimientos judiciales en el orden civil, y en el
cuarto y quinto, instituciones de derecho civil.
En cuanto a las Leyes de Estilo, también conocidas con el nombre de Declttradón
de las Leyes del Fuero, no constituyeron una legislación propiamente dicha, sino un
conjunto de reglas establecidas por los tribunales a manera de jurisprudencia que vinie-
ron a definir y aclarar, mediante la interpretación adecuada, disposiciones contenidas en
diversos ordenamientos anteriores sobre diferentes materias jurídicas.
Una de las legislaciones que en forma singularmente marcada contribuyó a la unidad
del derecho español y antecedente inmediato de las famosas Siete Partidas del rey
don Alfonso X, el Sabio, fue el Fuero Real de España debido a! "noble rey" don Al·
fonso IX. Este Fuero se compone de cuatro libros en los que se norman diferentes
cuestiones de derecho, principalmente en el civil y en el penal.
Por otra parte, el Ordenamiento de Alcalá expedido por don Alfonso XI en el
año de 1348 en ~calá de Henares, en los treinta y dos títulos que comprende, regula,
como los otros cuerpos legales, diferentes cuestiones atañederas a diversas ramas jurí-
dicas, principalmente en lo que concierne al Derecho civil, penal y procesal.
lH Por no corresponder al tema del presente libro, no está en nuestro ánimo formular UDa
crítica exhaustiva de las Siete Partidas, pues la labor correspondiente incumbe a los historiadores
del Derecho Universal, sin que dejemos de recomendar el importante estudio que sobre dicho
ordenamiento ha elaborado el 'ilustre jurisconsulto español don Pedro G6mez de la, Serna, y que
se contiene a guisa de introducción en el tomo 11 de la compilación llamada C6digos Españoles;
edición 1849.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS GENERALES DEL JUICIO DE AMPARO ss
persas contenidas en los antiguos códigos, como el Fuero Real, las Leyes de Estilo y el
Ordenamiento de Alcalá, formulada por el jurisconsulto Alfonso Día> de Montalvo y
que en realidad no formó parte del Derecho Positivo Español por no haber obtenido
la sanción real.
En el año de 1SOS el Rey don Fernando el Católico, después del fallecimiento
de su consorte la Reina Isabel, ordenó la publicación de las llamadas Ley" de Toro,
denominadas así porque se expidieron por las Cortes celebradas en la Villa de ese
nombre. Sin embargo, no se logró la unificación de la legislación española, habién-
dose urgido en el año de 1523 al Emperador Carlos V para que procediese a la expedi-
ción de un ordenamiento que se aplicase indistintamente en todo el reino y que con-
cluyese la anarquía que en el orden legal existía. Años más tarde, y después de reiteradas
reclamaciones formuladas por las Cortes, se nombró a varios jurisconsultos para que
emprendiesen la tarea unificadora mediante la expedición de un ordenamiento que vi-
niese a resumir los múltiples y variados cuerpos legales dispersos, y fue así como en el
año de 1567, bajo el reinado de Felipe 11, se publicó un importante código que se
conoce con el nombre de Recopiladon de las Leyes de España, dividido en nueve
libros. Dicha Recopilación, según 10 afirma Díaz y Mendoza.w era incongruente, con-
tradictoria y poco práctica, pues su aplicación en la realidad ofrecía muchas dificulta-
des. Fue preciso que la autoridad real, a través de las consultas despachadas por su
Consejo, aclarase múltiples dudas y limase muchos inconvenientes que la mencionada
Recopilación presentaba al ser aplicada en la práctica; y el conjunto de todas esas con-
sultas, a las que se dio el nombre de Amos Acordados, propiamente constituyó una
especie de jurisprudencia explicativa de diferentes disposiciones contenidas en el citado
código.
Esta situación subsistió en España hasta 1805 en que fue promulgado el ordenamiento
denominado Novísima Recopilacián de Ley" de España bajo el reinado de Carlos IV,
implicando una regulación minuciosa y detallada de diferentes materias jurídicas, por
lo que no se la puede considerar exclusivamente como un código procesal, ni civil, ni
penal, ni de comercio, sino que "es todo ello a la vez".~
En efecto, el ordenamiento a que acabamos de aludir, a través de sus cinco tomos
o partes, trata sobre la Santa Iglesia y sus derechos (Tomo Primero); sobre el Rey y
su casa y corte, su jurisdicción por conducto del Supremo Consejo de Castilla, Chan-
cillerías y Audiencias (Tomo Segundo); sobre los vasallos y los pueblos (Tomo
Tercero); sobre las Ciencias, Artes y Oficios, comercio, moneda y minas (Tomo Cuar-
to); y sobre contratos, obliga...:iones, testamentos, herencias, juicios civiles, delitos y
juicios criminales (Tomo Quinto).
la somera reseña que acerca de los principales ordenamientos que integraron el
derecho positivo español hemos brevemente delineado, nos conduce a la conclusión
de que en éste, hasta antes de la Constitución de Cádiz de marzo de 1812, no se
consagraron, a título de derechos subjetivos públicos, las fundamentales potestades liber-
tarias del gobernado frente al poder público radicado en la persona del rey y emanado
de su autoridad. En otras palabras, si el súbdito carecia de un verdadero derecho opo-
nible a la actividad de las autoridades y si éstas, por tanto, no tenían a su cargo obliga-
cienes propiamente jurídicas en favor -de los gobernados que les haya impuesto ninguno
de los estatutos sucintamente comentados, es lógico inferir que en los diferentes reinos
que en el decurso del íiempo formaron el Estado español, no descubrimos antecedentes
o -preeedentes históricos de nuestras garantías individuales.
Sin embargo, no debe creerse que, por no haberse consagrado derechos individuales
públicos en beneficio del gobernado en los distintos ordenamientos que hemos men-
cionado, el poder del monarca debiese ser tiránico o despótico, pues, según afirmamos
anteriormente, a pesar de que en ellos se registra la institución de un régimen absoluto,
el derecho natural, concebido con un contenido ideológico cristiano, no dejaba de ser la
norma suprema que regla la actuación real. Tan es así, que en la Ley 31 del Título 18
de la Tercera Partida de don Alfonso el Sabio se disponía que "Contra derecho natural
non debe valer privillejo, nin carta de Emperador, rey nin otro señor. E si la diere non
debe valer", además de que, como se decía en el Fuero Juzgo, sólo legitimaba al mo-
narca su conducta conforme a derecho.
Pero independientemente de los códigos que hemos reseñado, el derecho positi-
vo español se localizaba en múltiples [ueros o estatutos particulares que en los dis-
tintos reinos de la península ibérica y en diferentes épocas expedían los reyes, tanto
en favor de los nobles o "fijosdalgo" (flleros nobiliarios} como en beneficio de los
moradores de las villas o ciudades (flleroI mllnicipales). El otorgamiento de estos
últimos obedecía a diversos motivos, bien de carácter militar o bien de índole políti-
ca, pues para recompensar las hazañas de los habitantes citadínos en las campañas de
reconquista contra los moros principalmente, o para menguar el poderío que los señores
feudales ejercían sobre los pobladores de sus dominios, el rey concedía a unos o a
otros determinados privilegiosque solemnemente juraba cumplir y hacer cumplir. En-
tre -otras prerrogativas, en el derecho foral se descubren las que atañían a la seguridad
personal de los villanos o ciudadanos frente a posibles desmanes de los poderes, así
como a cierta especie de autonomía gubernativa de la comunidad municipal." La tutela
de los fueros, por otra parte, estaba encomendada a un alto funcionario judicial, deno-
minado [ustici« Mayor, tanto en Castilla como en Aragón especialmente, quien debía
velar por su observancia en favor de las personas que denunciasen alguna contravención
a las disposiciones forales.
Parece que la institución .del /urlida Mayqr de A,agón data del siglo XII, mencionando
los historiadores como primer funcionario con tan importante investidura a don Pedro Jiménez:.
quien murió en el año de 1123. La finalidad funciona! del Jwtid. Mayor, que implicó al
mismo tiempo la causa de su creaciéo, se precisó en el famoso Parlo de Sobrarbe, en cuyo
punto V se disponía: Para que nllesJras JiberJades no padeuan deJrimenJo ni daño, habrá:
¡un medio sobre el Rey y lUJ sébditos, olZ quien Jea licito apelar el que redbiere agravio, o
de 10J que resibiese la República o sus leyeJ, para Sil remedio. 58
57 La vigencia y observancia de los diversos fueros se ratificaron por las LeyeJ de Toro, ex-
pedidas en el año de 1S0S por Feroando el Católico. Así, ea la primera de dichas Leyes se dispuso
que "... mandamos que se guarden las leyes de los fueros ensí del fuero de las leyes como las
de los fueros municipales que cada Ciudad, Villa o Lugar tuviere en lo que son. o fueren usadas
o guardadas- en los dichos lugares.. :J. Sin embargo, dicho monarca se reservó la potestad de
modificar O enmendar los fueros mediante ordenamientos y pragmáticas que él y sus sucesores
expidiesen, fundándose en la concepción dominante de la época de que "al Rey pertenece y ha
poder de hacer fueros y leyes; y de las interpretar y declarar, y enmendar donde viere que
cumple". .
68 Cita del Lic. Manuel Cervantes en su conferencia intitulada "Nuestro Derecho Mexi(attr.l',
ANTECEDENTES HISTÓRICOS GENERALES DEL JUIOO DE AMPARO 57
"El Justicia fue siempre el amparo y defensa contra toda violencia y fuerza, dice Zurita.
para que se fuese a la mano a los que quisiesen quebrantar sus libertades y fueros y fue DO
sólo recurso de los súbditos pero muchas veces se valieron dél los reyes contra sus ricos
hombres, y en el augnmento del Reyno fue amparo y principal defensa para que los reyes y
sus ministros no procediesen contra lo que disponían sus fueros y leyes y contra lo Que les era
permitido por sus privilegios y costumbres..... 119
En términos parecidos se expresan destacados historiadores del Derecho Español, tales
como La Ripa, lópez de Haro, Morato y oeeos.ec
Asi. López de Haro asevera que: ..... si el Rey violaba un derecho. es decir, si atacaba
en alguien una de las libertades del Reino, el justicia lo atajaba en el correspondiente presidio
foral. que es, como ahora diríamos respecto al poder ejecutivo. en pleito contencioso que
anulase una disposición ministerial dada contra Iey; y si el Rey ordenaba con carácter general
algo contra fuero. el Justicia podía inhibir el contrafuero, dejando sin efecto la disposición
de la realeza, a la manera que en los Estados Unidos la Corte Suprema declara la inccnstitu-
cionalidad de las leyes". Por su parte. el distinguido jurista mexicano Alfonso Nonega C.
formula un justificado paaeglrico del Justicia Mayor afirmando que "En su calidad de
máximo representante del Poder Judicial en Arag6n, podía el Justicia avocar toda clase de
expedientes y de procesos, independientemente del estado en que se hallase su tramitación,
para examinar si ésta se ajustaba con lo preceptuado en los fueros y leyes, siendo precisa-
mente en sus amplias atribuciones jurídicas donde mejor se apreciaba el carácter cuasi soberano
del Justiciazgo, que por propia autoridad y sin que ni las Cortes ni el Rey pudieran impe-
dirlo. podía castigar el incumplimiento de sus mandatos, convocar y reunir las fuerzas del
reino, ser en suma firme sostén de los fueros y constituciones del mismo. que en materia de
procedimiento jurídico tenía su expresión en los cuatro procesos forales de firma, aprehensión,
inventario y manifestación de las personas. al resolver los cuales el Justicia amparaba a los
peticionarios, puesto que tal era la palabra que se usaba en las resoluciones y cuya tramita-
ción era una de las preeminencias del Justicia de Aragón y de sus Oficiales, sin que la
autoridad de la Corona pudiera inmiscuirse. ya que en la realidad. el pensamiento directriz
que presidió en la institución de los referidos procesos forales fue la defensa de los derechos
individuales frente a los abusos y extorsiones del Poder. ya estuviese éste encamado por los
jueces ordinarios. ya, lo representase la potestad señorial." 01 .
Uno de los fueros que más significación tiene para la antecedencia hispánica. de
algunas de nuestras garantías individuales, es sin duda el llamado Privilegio General
que en el reino de Aragón expidió don Pedro III en el año de 1348, estatuto que ya
consagraba derechos fundamentales en favor del gobernado oponibles a las arbitrarie-
dades del poder público en lo que concierne a la libertad personal. Las garantías de
seguridad jurídica que dicho fuero general contenía en beneficio de dicha libertad,
se hacían respetar a través de distintos medios procesales que él mismo instituía y Jos
cuales se conocen con el nombre de "procesos forales", constituyendo algunos de ellos
verdaderos antecedentes o precedentes hispánicos de nuestro juicio de amparo.
En efecto, el "Privilegio General" que, como acabamos de decir, establecía ciertas
prerrogativas de los súbditos frente a la autoridad del rey o de sus órganos delegados,
independientemente de la condición particular de aquéllos (por eso se le denominó
"general"), fue un verdadero fuero en el sentido que tenía este concepto en la Edad
Media, es decir, el otorgamiento o concesión de derechos hecha por el gobernante en
favor de sus gobernados, o como afirma Escriche.es "Los fueros eran las cartas de
privilegios, o instrumentos de exenciones de gabelas, concesiones de gracia, mercedes,
franquezas y libertades, r, ". Así, pues, en el reino de Aragón encontramos ya un
ruerpo dispositivo o fuero que consignaba ciertos derechos para el individuo frente
a la autoridad, teniendo éstos una análoga concepción a la de las garantías individuales:
limitación del poder público en favor del gobernado.
sin ser oída y vencida en juicio. De modo que así cama nuestras instituciones de libertad
provisional, fianzas y embargos preventivos, se dan de forma que garanticen, en su día, la
ejecución de lo juzgado, en los procesos forales se atendía con preferencia evitar el vejamen
en la persona y en los bienes. Por eso, aunque sin hacer el distingo precedente, el cronista
Blancas y el jurisconsulto Franco de ViIlalba, con gran acierto, vienen, en sin tesis, a. decir
que la firma ¡u,is era medio foral para preservar de infracción los fueros y evitar los COntra-
fueros, liberando de toda violencia al oprimido al moderar, conforme a derecho, los injustos
arrebatos, 10 mismo de los Reyes y sus jueces, que de los regnícolas con potestad, pero bajo
la promesa legal de estar a derecho". o.
En términos semejantes se expresa Vícto, Fairén Guillén al sostener que la ;urisfirma
"era una orden de inhibición que se obtenía de la Corte de Justicia, basándose en justas
excepciones -alegaciones defensivas in genere y con prestación de fianza que asegurase la
asistencia al juicio, y el cumplimiento de las sentencias-e- el ;udi~ate solvendo -c-otorgándose,
en general. contra jueces, oficiales y aun particulares a fin de que no perturbasen a las personas
y a los bienes contrafuero y derecho; existiendo tanto en materia civil como criminal (como
politice, hay que añadir):' 65
Nosotros no creemos que los cuatro procesos mencionados eran pura y típica-
mente un medio de proteger y hacer efectivos los derechos consignados en el fuero
del "Privilegio General", pues el de la aprehensión y el del inventario propiamente
eran medidas de aseguramiento en juicio civil, como claramente se infiere de la
siguiente idea ya transcrita: "ínterin se ventilaba el derecho entre las partes". En
cambio, por lo que concierne a los dos primeros, es decir, al de la manifestación de las
personas y al de jltrúfirma, estos procesos sí constituyen verdaderos medios de protec-
ción o preservación de los derechos estatuidos en el "Privilegio General", puesto que
el primero de ellos tutelaba la libertad personal contra actos de autoridades, como fácil-
mente se infiere de la transcripción hecha, y el segundo porque constituye un verda-
dero control de la legalidad de los actos de los tribunales inferiores. En esta virtud,
puede decirse que estos dos procesos implican un antecedente histórico del juicio de
amparo, ya que su analogía es notoria, cuando menos por ]0 que atañe a sus caracte-
rísticas extrínsecas y objetivas: ser un medio de control de los derechos. públicos
individuales frente a los actos de las autoridades.
acto O proceso eran desaforados, no se devolvía al preso, sino que se le ponía en Jibertad".67
Como puede fácilmente observarse de las anteriores semblanzas, la similitud entre dicho pro-
ceso aragonés y .el juicio de amparo en 10 que respecta a la tutela de la persona humana
y de su libertad, es incuestionable.
"El Justicia de Aragón. dice Escrirhe, era el magistrado supremo d~ aquel reino (el de
Aragón), que COn el consejo de cinco lugartenientes togados hacía justicia entre el rey y los
súbditos y entre Jos eclesiásticos y seculares. "Hacia en nombre del rey sus provisiones e
inhibiciones, cuidaba de que se observaran los [ueros y quitaba las [uerzas", Al respecto,
el doctor Juan Francisco La Ripa, en su obra intitulada "Segunda Ilustración a los Quatro
procesos forales de Aragón", producida en el año de 1772. se expresaba: "Quando los
aragoneses se eligieron en rey. le dieron ya las leyes baxo las cuales les había de gobernar:
y por si sucediese venir contra ellas. de forma que resultasen agravios a sus vasallos, o para
cuando entre éstos se originaren algunas discordias, eligieron un Juez medio entre ellos, y
su rey, a quien después distinguieron con el nombre de Justicia de Aragón para que oyese
las quexas de los que se decían oprimidos por la transgresión de sus leyes, y quitar las
violencias que se les irrogasen contra sus derechos." 88
Sin embargo, una. vez que España realizó su unidad política, el poder del rey se orientó
hacia el absolutismo, que culminó con marcada prepotencia en los reinados de Carlos V (1 de
España) y Felipe JI, con cuya muerte comienza la decadencia del pueblo español, que durante
poco menos de tres siglos vivió al margen de la evolución ideológica que se experimentaba
en otros países, sustrayéndose la Madre Patria al influjo de las nuevas ideas filosóficas y
políticas, hecho éste que de manera primordial se debió a la acción inquisitorial sobre la exrer-
nación del pensamiento humano, tratando de controlarla a pretexto de la defensa de la fe
católica.
VII. INGLATERRA
ridad real que no podía traspasarlo sin provocar rebeldía y hostilidad". En conclusión,
podemos decir que en Inglaterra- existía, a virtud del (aroman law, una supremacía
consuetudinaria respecto del poder del monarca y en general de cualquiera autoridad
inferior, cuyo contenido eran la seguridad personal r la propiedad.
Sin embargo, la costumbre jurídica, el common law, en varias ocasiones se vieron
contravenidos por el rey. quien confiado en su autoridad, se creyó lo. suficientemente
poderoso para sustraerse a sus imperativos. La resistencia real a los mandatos del de-
recho consuetudinario y la consiguiente oposición a las resoluciones judiciales, provo-
caron en Inglaterra no pocas conmociones, que sirvieron para que el pueblo obtuviera
nuevos triunfos sobre el monarca, consolidando así sus conquistas libertarias mediante
"bills" o "cartas", que eran documentos públicos obtenidos del rey, en los que se
hacia constar los derechos fundamentales del individuo.
Así, a principios del siglo XIII los barones ingleses obligaron al rey Juan Sin Tierra
a firmar el documento político base de los derechos y libertades en Inglaterra y origen
de varias garantías constitucionales de diversos países, principalmente en América,
Nos referimos a la famosa Magna Charla, "en cuyos setenta y nueve capítulos hay una
abundante enumeraci6n de garantías prometidas a la Iglesia, a los barones, a los
'freemen' y a la comunidad, todos con el valor jurídico para el presente que corres-
ponde a fórmulas que se han transmutado en las libertades modernas; pero de las
cuales algunas sólo han modificado las palabras y viven en los principios de las cons-
tiruciones actuales",">
El precepto más importante de la Charra Magna inglesa es el marcado con el nú-
mero 46, que constituye un antecedente evidente de nuestros artículos 14 y 16 consti-
tucionales y del artículo 59 de las reformas y adiciones a la Constitución americana.
Dicho artículo estaba redactado en latín y decía textualmente: "Nullus liber homo
capiatur vel imprisionetur, aut disseisietur . ,. de libertatibus ve! de liberis consuetidíní-
bus suis, aut ultragetur aut aliquo modo destruatur; nec super eum ibimus, nec super
eum rnittemus, nisi per lega1em judicium parium suorum vel legem terrae. Nulli ven-
dernus, nulli negabimus aut differemus rectum aut justitiarn.' En síntesis, esta dispo-
sición contenía una verdadera garantía de legalidad, pues establecía que ningún hombre
libre podía ser arrestado, expulsado, o privado'de sus propiedades, sino mediante juicio
de sus pares y por la ley de la tierra. En efecto, el concepto de "ley de la tierra"
equivalía al conjunto dispositivo consuetudinario imperante en Inglaterra, es decir, el
common laur, que, como ya dijimos, estaba fundamentado en una tendencia jurídica
de protección a la libertad y a la propiedad. La expresión, pues, de que ningún hombre
libre podría ser privado de su libertad y propiedades, sino de acuerdo con la ley de la
tierra implicaba una garantía de legalidad en el sentido de que dicha privación sólo
podría efectuarse mediante una causa jurídica suficiente permitida por el derecho consue-
tudinario. Pero, además, la Charta Magna requería que la afectación a los derechos de
libertad y propiedad individuales se realizara no sólo de conformidad Con la lex terree,
sino mediante juicio de los pares. Con esta idea, no sólo se otorgaba al hombre la
garantía de audiencia por la que pudiera ser oído en defensa, sino que se aseguraba
también la legitimidad del tribunal que había de encargarse del proceso, pues se esta-
bleció que no cualquier cuerpo judicial podría tener tal incumbencia, sino precisamente
los pares del interesado, es decir, órganos jurisdiccionales instalados con anterioridad
al hecho de que se tratase. Fue así como el artículo 46 de la Magna Charra ínglesa re-
conoció al hombre libre, el "[reeman", la garantía de legalidad, de audiencia y de legi-
timidad de los funcionarios o cuerpos judiciales, constituyendo un claro antecedente
de nuestros artículos 14 y 16, en especial del primero, cuyo segundo párrafo expresa más
pormenorizadamente las garantías insertas en el precepto anglosajón, que inspiró asi-
mismo la enmienda quinta a la Constitución americana, la que englobó los términos
legales de las mencionadas garantías en la expresión "debido proceso legal" --Jt¡e
process 01 /aw-, cuya generalidad, amplitud y vaguedad hacen a dicha disposición
inferior a la norma correspondiente de nuestro artículo 14 constitucional.
Con el tiempo, la autoridad del monarca inglés fue decreciendo, porque, en pri-
mer lugar, el parlamento ya se había formado.t- y en segundo término, porque este
organismo fue absorbiendo paulatinamente la potestad legislativa real, mediante pro-
posiciones de ley que formulaba. Fue así como el parlamento impuso al rey otro
estatuto legal que vino a consolidar y corroborar las garantías estipuladas en la Charta
Magna: la Petitlon of Rigbts, expedida.por Carlos 1.
Por otra parte, el wril of haheas corpus, que "era el procedimiento consuetudinario
que permitía someter a los jueces el examen de las órdenes de aprehensión ejecutada
y la calificación de la legalidad de sus causas",.. fue elevado a la categoría de ley en 'el
año de 1679, en virtud de un suceso ocurrido: Hampden y otros fueron reducidos a
prisión por expresa orden del rey, pues se habían mostrado reacios a; pagar un prés-
tamo forzoso que el parlamento no había decretado, acudiendo al mencionado recurso
en defensa de su libertad; se estimó que la orden real era la causa legal suficiente
para determinar la aprehensión de que se quejaban y entonces el parlamento hizo una
declaratoria en la que asentaba que "el writ of habeas corpus no puede' ser negado,
sino que ,debe ser concedido a todo hombre que sea arrestado o detenido en prisión
o de otra manera atacado en su libertad personal, por orden del rey, de su consejo
privado o de cualquier otra autoridad". 'C' '.
Podemos decir que, a diferencia de la Charla Magna y demás estatutos legales
que se fueron expidiendo en Inglaterra, que contienen meros derechosc·derlarados; el
writ of habeas corpus implica ya un derecho garantizado, puesto que no se 'concreta a
enunciar las garantías individuales, sino que se traduce en un procedimiento para
hacerlas efectivas, en relación con la libertad personal, contra las autoridades que la
vulneren. Por consiguiente, si hemos estimado que los distintos cuerpos legales ingle-
ses, relativos al reconocimiento y consagración de los derechos del hombre,' son un.·
antecedente histórico de nuestras principales garantí.;s individuales, corno derechos
simplemente declarados, hemos también de concluir que el habeas corpus es ya .un
precedente directo del juicio de amparo, pues ambos son medíos jurídicos de tutela,
es decir, se revelan en derechos garantizados o de garantía. Es en el habeas corpus,
pues, donde en realidad descubrimos el antecedente inglés de nuestra institución de
amparo en cuanto al mencionado bien jurídico, como sistema de ·garantía en el estricto
sentido de la palabra, y no en los diversos estatutos legales ya citados que contienen
meros derechos declarados, como dijimos.
13 Sobre el origen de este organismo véase nuestra obra Devecbo Constitucional Mexicano!
páginas 591 y siguientes (Edición 1973).
'T4 Rebasa: El Juicio Constinuíonal.
66 EL JUICO DE AMPARO,
El w,;/ of habeaJ COrpUS tenia como objeto proteger la libertad personal contra
toda detención y prisión arbitraria, independientemente de la categoría de la auto-
ridad que las hubiera ordenado, teniendo sin embargo, su ejercicio las siguientes limi-
taciones: no era procedente en los casos de felonía y traición, cuando estos delitos
estaban expresados en la orden de prisión.
El wril of habeaJ COf'PUS existió como recurso consuetudinario con mucha anteriori-
dad a la ley de 1679, creado por el common law y definido por la jurisprudencia de los
tribunales ingleses durante largo tiempo. El wril of habeaJ corpus, decía Lord Bir-
kenhead, "es un recurso anterior a todo estatuto, que prolonga sus raíces muy atrás en el
genio de nuestro eommon law. Es de una antigüedad inmemorial, 11I! precedente que
se encuentra en el año trigesimotercero del reinado de Eduardo 1"." Con antelación a
dicho recurso, el derecho COmún inglés desde la Edad Media estableció 'Ciertos medios
para proteger la libertad personal y que cayeron en desuso con el advenimiento del ba-
beas corpus. Así, existía el wril de Odio el Aria, que tenía como finalidad restituir la
libertad a una persona que hubiese sido encarcelada "por odio 'o falacia", así como
, el eorit de homine repigliando, que se remontaba al siglo X1lI, y que tenía como objeto
~onstreñir a un "sheriff" a poner libre provisionalmente a un sujeto. TO
Según hemos dicho, el writ de habeas corpus propendía y propende a tutelar la
libertad personal contra todo acto arbitrario que la afecte. Sin embargo, no sólo se
ostenta como un "recurso de derecho público". es decir, no únicamente procede frente
a la actuación del poder público, sino que también presenta la naturaleza de un re-
curso de "derecho civil", para proteger la libertad personal de la mujer casada frente
al marido y de los menores frente a los que ejercen la patria potestad."
Aunque la competencia para librar un wril (orden, mandamiento), de habeas COr-
pus corresponde, según la ley de 1679, a lodo [ue: de Su Majeslad, disposiciones
legales posteriores han considerado al tribunal llamado King' s Bentb Como 5'to para
expedirlo. La demanda respectiva debe basarse en un "motivo razonable" y acompa-
ñarse de pruebas suficientes (af/idavils) para obtener el libramiento de la orden.ts
Dentro de la institución de habeas corpus existía un elemento análogo al informe
justificado que rinden las autoridades responsables en nuestro juicio de amparo. Alu·
dimos al llamado "return"; que la jurisprudencia inglesa lo define de esta manera: "el
return es el informe o ~espuesta por escrito que, debe dar la persona a quien el writ
se dirige, manifestando el tiempo y la Causa del arresto O de la detención del preso
y la presentaeipn del cuerpo de éste ante la corte o juez que conoce del recurso con la
manifestación de los motivos que haya para no ser presentado cuando esto no pueda
hacerse".'" El writ de habeas corpus era, por tanto, un recurso que, protegería la segu-
ridad personal, pues obligaba a la autoridad que llevaba a cabo una detención arbitraria
a presentar el cuerpo del detenido al .juez ante quien se interponía, mientras se averí-
guaba la legalidad del acto aprehensivo o de la orden de la cual emanaba.
La. ley del habeas corpus contenía, además diversas prevenciones que estatuían severas
sanciones para las autoridades aprehensoras que rindiesen Informes falsos sobre el aprehen-
"El poder y la jurisdicción del Parlamento, afirma Alejandro Laya, son de tal manera
absolutos, que no pueden encerrarse dentro de ningún límite. Está investido ron la autoridad
soberana y sin control, para elaborar, sancionar, ampliar, restringir, ..abrogar, poner en vigor
respetabilidad compulsoria en casos análogos a los que Jos hubiesen provocado.. Esos "preceden-
tes", que en esencia constituyen la jurisprudencia inglesa, se registran y archivan cuidadosamente
como verdaderos tesoros históricos (récords). Los funcionarios judiciales en Inglaterra, indepen-
dientemente de su jerarquía, están indisolublemente encadenados a las decisiones dictadas por sus
antecesores para que la. impartición de justicia nó pierda su continuidad, ya que en ellas se .cou-
signa el derecho común o la "ley del pafs o de la tierra", mediante la interpretación correcta,
sensata, racional y justa de las costumbres que desde tiempos inmemoriales configuran la vida
misma 'del pueble británico. Sólo ~tá permitido al juez apartarse de un precedente cuando éste
involucre una aberración manifiesta o una notoriainequidad, en cuyo caso se supone que tal
precedente no esexf,re§ivo del "vcommen Iew", o sea, no es "ley". , .
,85 bl/roduuidn a la Historia Universal del Dererho.-Tomo 1, págs. 273 y 274.-Ed. 1974.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS GENERALES DEL JUICIO DE AMPARO 69
y calificar las leyes relativas a toda materia eclesiástica, temporal, civil, militar, marítima o
criminal; ro una palabra, ese poder absoluto, despótico, que debe residir en parte en todos-
los gobiernos bien organizados, se imputa al Parlamento por la. constitución de este reino,.... " 88
Por su parte, el jurista venezolano Humberto J. La Rache sostiene que "Inglaterra solamente
admitía el principio de que las leyes provenientes del Parlamento no podían estar subordi-
nadas a ninguna otra norma y que los- actos de las autoridades ejecutivas debían estar sujetos
a las reglas emanadas de su propio Poder Legislativo. Más concretamente, se puede sostener
que en Inglaterra no es posible el control de la constitucionalidad en el sentido propuesto por
Coke. Está demostrado el hecho de que en ese país la soberanía del pueblo se encuentra
esencialmente representada por el Parlamento. En consecuencia, la imposibilidad del control
de la constitucionalidad de las leyes (provenientes del Parlamento). es debida a la regla
legislativa existente allí, que impide toda influencia del Gobierno por cualquier sistema de
supremacía judicial." 81
VIII. FRANCIA
tismo de las autoridades, habiendo formulado para ello su famosa teoría de la división
de poderes, dotando a cada uno de éstos de atribuciones especificas y distintas de las
que correspondiesen a los otros, para el efécto de que imperase un régimen de frenos
y contrapesos recíprocos. s,
Pero el pensador que sin duda alguna ejerció mayor influencia en las tesis jurl-
dico-polítícas llevadas a la práctica por la Revolución Francesa, fue Rousseau con su fa·
mosa teoría del Contrato social, que ya antes había sido formulada por varios teóricos.
Afirmaba Rousseau que el hombre en un principio vivía en estado de naturaleza, es
decir, que su actividad no estaba limitada por ninguna norma, que desplegaba su libero
tad sin obstáculo alguno; en una palabra, que disfrutaba de una completa felicidad
para cuya consecución, según dicho pensador, no operaba la razón, sino el sentimiento
de piedad. Con el progreso natural, se fueron marcando diferencias entre los individuos,
antes colocados en una posición de verdadera igualdad, y es entonces cuando suceden
choques y pugnas entre ellos, Para evitar esto, los hombres, según Rousseau, concerta-
ron un pacto de convivencia, estableciendo de esta manera la sociedad civil, limitándose
ellos mismos su propia actividad particular y restringiendo en esta forma sus derechos
naturales. Al crearse la sociedad civil, en oposición al estado de naturaleza, se estableció
un poder o una autoridad supremos, cuyo titular fue y es la comunidad, capaz de
imponerse a los iñdividuos. A este poder o autoridad la llama Rousseau vo/unlM general,
a la cual considera soberanamente omnímoda, esto es, sin limitación alguna. Sin em-
bargo, y contradiciéndose con esta consideración, dicho pensador asienta que los indivi-
duos, al formar la sociedad civil, recuperan sus derechos naturales con las consiguientes
restricciones, los cuales deben ser respetados por el poder o autoridad públicos. Consí-
guientemente, en la teoría rousseauniana tenemos, por un lado, la "volonté générale",
como suprema, como soberana, y de otro, a los derechos fundamentales del hombre
respetables necesariamente. Entonces, si se acepta esta última consideración, la "volonté
générale" no es omnímoda, como lo sostiene Rousseau, sino que está limitada por los
derechos naturaJes del hombre; por el contrario, si se admite que dicha voluntad general
es omnímoda y absolutamente soberana, entonces no deben existir los derechos natu-
rales del individuo frente a ella. Esta contradicción entre el jusnaturalismo y la concep·
ción soberana del poder estatal se soluciona en las modernas teorías sobre la soberanía
a través del concepto de aUlolimilaáón, por virtud del cual, siendo el poder del Estado
soberano, esto es, no existiendo sobre él ningún otro, se impone a JI mismo, en el orden
jurídico, limitaciones de derecho, es decir, obligatorias, siendo parte de esas limitaciones
las garantías individuales o derechos fundamentales del individuo o gobernado que
reconoce (como en la Constitución de 1857) o crea (como en la Constitución vigente).
En las teorías actuales de la soberanía, los derechos del hombre ya no existen Como
superestatales, sino que, o bien sn validez depende de su reconocimiento por parte del
orden jurídico del Estado (como sucedía en la Constitución de 57, que, sin embargo,
adoptó la tesis jusnaturalista), o bien se crean o establecen por dicho orden (como
acontece en nuestra Constitución vigente, lo cual es más lógico y racional).
A diferencia de Inglaterra, en donde el constitucionalismo surge paulatina y suce-
sivamente merced a distintos hechos históricos, en Francia de manera súbita y re-
89 Boutmy, entre otros, asegura que el origen de tan célebre documento "Hay que buscarlo
en el espíritu filosófico de la Francia del siglo XVIU, y en Rousseau muy particularmente. ~n su
forma, y más aún en su espíritu, la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano es una
emanación directa del genio de Francia." (Cita contenida en el opúsculo de Jellinek intitulado "La
90
1.
Declaración de ]01 Derecbos de] Hombre del Ciudadano", Pág. 146, Editorial Nueva España.)
Origen y Evolución en América e la¡ Instituciones Política¡ Anglosajona¡, págs. 83·92.
72 EL JUICIO DE AMPARO
iguales a sus ojos, son igualmente admisibles a todas las dignidades, cargos o empleos
públicos, según su capacidad, sin otra distinción que la de su virtud o su talento."
Además. Ia'Declaración francesa de 1789 contenía.un principio netamente individua-
lista y liberal. Individualista, porque consideraba al individuo como e! objeto esencial y
único de la protección del Estado y de sus instituciones jurídicas. a tal grado de no permi-
tir la existencia de entidades sociales intermedias entre él y los gobernados particulares.
A este propósito. establecía el artículo 2 lo siguiente. que revela una concepción nota-
blemente jusnaturalista: "El objeto de toda asociación política es la conservación de los
derechos naturales e imprescriptibles del hombre. Estos deberes son la libertad, la pro-
piedad, la seguridad y la resistencia a la opresión", que es semejante, en cuanto al
principio en él involucrado, al primer precepto de nuestra Constitución de 1857, que
dice: "El pueblo mexicano reconoce que los derechos de! hombre son la base y el objeto
de las instituciones sociales."
Consagraba también la Declaración francesa el principio liberal, porque vedaba al
Estado toda injerencia en las relaciones entre particulares que no tuviese por objeto
evitar que el libre desarrollo de la actividad individual perjudicara o dañara los intereses
de otro u otros individuos, concibiendo a aquél como un mero policía, acerca de cuyo
régimen ha hecho Duguit severas y justificadas críticas. A este respecto decía e!
artículo 4 de la Declaración: "La libertad consiste en poder hacer todo aquello que no
dañe a otro; por lo tanto, el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no tiene
más límites que aquellos que aseguren a los demás miembros de la sociedad el goce
de los mismos derechos. Estos límites no pueden ser consignados más que por la
ley." En síntesis, desde el punto de vista estrictamente jurídico.politico, la Declara-
ción francesa- de 1789 contenía en sus diversos preceptos los siguientes principios:
democrático, individualista y liberal, basados estos dos últimos en una concepción ne-
tamente jusnaturalista,
La doctrina de la existencia de los derechos naturales imprescriptibles e inalienables
del ser humano encontró acogida en la tesis de Kant y Picbte, quienes, aunque contra-
yendo su pensamiento fundamental a cuestiones meramente filosóficas, en el aspecto
de la ciencia politica afirmaban que e! Estado deberla respetar los derechos subs-
tanciales del sujeto, otorgando a éste su protección en el caso de que se viesen vulne-
rados y absteniéndose de intervenir en todas aquellas relaciones de los gobernados
que no importasen esa vulneración, consideración que corresponde a una postura ne-
tamente individualista y liberal.
El sistema de mención y definición legal y escrita de los derechos del hombre ins-
tituido en la Declaración francesa de 1789, fue adoptado por casi la totalidad de los
países civilizados, principalmente por México desde que nació a la vida jurídica como
Estado independiente. al través de los diversos cuerpos constitucionales que rigieron en
nuestro país. Asimismo, la posición individualista y liberal que asumió el Estado Me-
xicano en algunos ordenamientos fundamentales, principalmente en la Constitución de
1857, tiene su origen en dicha Declaración, posición que implicaba que el fin del Estado
estribaba en proteger al individuo en el goce y disfrute de los derechos connaturales a
su personalidad y en abstenerse de tener injerencia en las relaciones entre los gober.
nadas en caso de no impedir o remediar un conflicto de intereses particulares.
74 EL JUlOO DE AMPARO
Por lo que concierne a las garantías o derechos fundamentales del individuo, la Declara-
ción f.rancesa ·instituia como principales los siguientes: la libertad, la propiedad, la seguridad
y la resistencia a la opresión (Art. 2) Y como derivados aquellos que se refieren a la materia
penal y que son análogos a los contenidos en los artículos 19. 20 Y 21 de nuestra Constitu-
ción, consignados en Jos preceptos 7. 8 Y 9 que decían. "Ningún hombre puede ser acusado,
detenido o preso, más que en Jos casos determinados por la ley y según las formas prescritas
en ella. los que soliciten, expidan, ejecuten o hagan ejecutar órdenes arbitrarias, deben ser
castigados, pero todo ciudadano llamado o detenido en virtud de la ley, debe obedecer al instan.
te, haciéndose culpable por su resistencia." (Art. 7).-"La ley no debe establecer sino penas
estrictas y evidentemente necesarias y nadie puede ser castigado. sino en virtud de una ley
establecida y promulgada anteriormente al hecho (garantía de la no retroactividad de las leyes)
y legalmente aplicada." (Art. 8) ,-"Siendo todo hombre presunto inocente, hasta que sea
declarado culpable, si se juzga indispensable su detención, la ley debe reprimir severamente
todo rigor que no sea necesario pata asegurar su persona." (Art. ·9.)
Aparte de esas garantías en materia penal, la Declaración francesa consignaba otras, en
sendos artículos, proclamando la procedencia de la expropiación, siempre y cuando me-
diara previa y justa índemnízacién que se pagara al afectado. Además, las disposiciones
conducentes del citado Código indicaban que "Nadie debe ser molestado por sus opiniones,
aun religiosas. con tal que su manifestación no trastorne el orden público establecido por la
ley:' (Art. lO).-"La libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es uno
de los derechos más preciosos del hombre: todo ciudadano puede hablar, escribir o imprimir
libremente. pero debe responder del abuso de esa libertad en los casos determinados por la
ley," (Art. ll).-"Siendo la propiedad un derecho inviolable y sagrado, nadie puede ser
privado de ella. sino cuando la necesidad pública, legalmente comprobada, lo exija evidente.
mente y bajo la condición de una justa y previa indemnización," (Art. 12.)
encarcelado sin _ponérsele a disposici6n del tribunal que debiera juzgarlo,' transcurrido
el término de diez días de su reclusi6n, podía acudir a la "comisi6n senatorial de la
libertad individual", por conducto de sus familiares o representantes, a efecto de que
dicha comisión si 10 consideraba procedente, ordenase a la autoridad aprehensora la
cesación de la aprehensión. Sil después de tres requerimientos consecutivos no se lograba
la libertad del detenido o su consignación al tribunal competente, la mencionada co-
misión podía convocar al Senado, para que éste, una vez declarada la arbitrariedad de la
detenci6n, sometiese el caso a la consideración de la Alta Corte de Justicia.
En análogos términos procedía la llamada "comisi6n senatorial de la libertad de
imprenta", ante la que podían acudir los impresores en queja contra cualquier acto
de autoridad que hubiese significado prohibici6n para imprimir y hacer circular públi-
camente una obra.
A la caída del imperio, el Senado Conservador, que de hecho actuaba bajo la enorme
influencia de Napole6n I, dejóde ser un 6rgano político de tutela constitucional, pues
la Constituci6n de 1814 s6lo lo invistió con facultades de formación legislativa, muy
restringidas por cierto, funcionando bajo la denominación de "Cámara de los Pares",
a la que, además, competía el conocimiento de los delitos de alta traición y de los aten-
tados contra la- seguridad estatal.
El control de la constitucionalidad por órgano político vuelve a ensayarse en Francia
en la Constitución del año de 18.52, en la que el Senado asumía las funciones de
tutela y preservación, las cuales Se ejercitaban a instancias del gobierno y de los ciu-
dadanos. El papel del Senado francés en la mencionada constitución, consistía en exami-
nar las leyes que se dictaran antes de que entrasen en vigor, con el fin de constatar ,si
adolecían del vicio de inconstirucionalidad. Ninguna ley podía promulgarse sin la venia
del Senado. Este sistema fracasó al poco tiempo, pues la dictadura de Napoleón IU
hizo nugatorias sus funciones, ya que los senadores se doblegaron a su voluntad, debido
a que políticamente dependían de él, toda vez que los designaba.
Durante el siglo XIX Francia contó con diversos códigos políticos con efímera vi-
gencia, circunstancia que revela la inestabilidad \de las .ideas que sucesivamente se fue-
ron sustentando y que sirvieron de motivo de expedici6n a tales estatutos. Así, durante
el término de escasos setenta y cinco años rigieron a dicho país no menos de siete
ordenamientos constitucionales, es decir, las constituciones del año III; del año VIII,
que instituyó el Consulado, así como un medio de protecci6n del orden por ella esta-
blecido confiado al llamado "Senado Conservador" a que ya aludimos, la Carta de
1814, que suprimió la libertad religiosa declarando a la religión católica, apostólica y
romana como profesión de fe oficial; la Ley Constitucional de 1815 patrocinada por
Napole6n I a su regreso de la Isla de Elba; el Estatuto de 1830, que organiza a Francia
en nna monarquía; la Constituci6n de 1848, en que se vuelve a instituir la República; e)
ordenamiento constitucional de 1852, en que al Senado se le atribuyen funciones de guaro
dián de sus disposiciones, según dijimos, y las Leyes Constitucionales de 1875, que eo
realidad no formaron un estatuto unitario, sino que estructuraron a Francia mediante
la regulación de diferentes -materias políticas.
En octubre de .1946, y aprobada por un referéndum popular, se expidió la Consti-
tución de la República Francesa que la organizó a raíz de la terminación de la última
guerra mundial, conteniéndose en dicho documento jurídico-político un preámbulo en
ANTECEDENTES HISTÓRICOS GENEltAlES DEL JUICIO DE AMPARO 77
que se reitera la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789,
la cual hemos comentado anteriormente.
En dicha Constitución se establece un sistema muy curioso de control O preserva.
ción constitucional. Si una ley votada por la Asamblea Nacional se consideraba
contraria a la Constitución, y si a juicio del Comité Constitucional, compuesto por el
Presidente de la República, el Presidente de la Asamblea Nacional, el Presidente del
Consejo de la República y por siete miembros de dicha Asamblea, aquélla amerita la
revisión del pacto fundamental, tal ley secundaria no entraba en vigor hasta en tanto
no se hubiere reformado la Constitución en el precepto o preceptos contravenidos, si el'
taso lo requería. Como se ve, -la Constitución aludida de Francia hizo nugatorio el prin-
cipio de supremacía, al admitir la posibilidad de que se ajuste una disposición de índole
constitucional a una ley secundaria, mediante la reforma de la primera. Este sistema
no nos causa en México ninguna extrañeza, pues desgraciadamente en nuestro país acon-
tece lo mismo, ya que cuando se pretende expedir y poner en vigor una ley ordinaria
que se contraponga a la Constitución Federal, se reforma ésta con una facilidad pasmosa
y esa manía reformadora ha alcanzado en la actualidad tales proporciones, que no pocos
constituyentes han llegado hasta a desconocer su propia obra, entregada a constantes
cambios desde 1917._
La actual Constitución de la República francesa, adoptada en el referéndum de 28
de septiembre de 1958 y promulgada el 4 de octubre siguiente, encomienda su preser-
vación a un organismo creado por ella, denominado Consejo Constit!lcionaJ. Sus facul-
tades consisten en velar por la "regularidad" de las elecciones del presidente de la Re-
pública, de los diputados y senadores (función política), así como en mantener la
supremacía de la Ley fundamental frente a ordenamientos secundarios que la pudieren
contravenir (función jurídica). Estos son susceptibles de examinarse por dicho Consejo
antes de Sil promulgacián, con el objeto de determinar si se oponen o no a la Constitu-
ción.. En el supuesto afirmativo, ninguna ley ordinaria puede entrar en vigor. Como
se ve, el sistema de control constitucional imperante en Francia es de índole jurídico-
política, no jurisdiccional como nuestro amparo, pues aparte de que la tutela de la
Constitución -nc se confía a los tribunales, sino al mencionado Consejo, la actividad
de éste, en el desempeño de sus funciones protectoras, se excita por otros órganos esta-
tales, o sea, por el Presidente de la República, el Primer Ministro o por los presidentes
de la Asamblea Nacional (que corresponde a nuestra Cámara de Diputados) o del
Senado' (arls. 61 y 62). Además, el "pre-control" constitucional que ejerce dicho Con-
sejo no se despliega en interés de los ciudadanos, sino en el de los poderes públicos
"para mantener entre ellos la separación de funciones establecidas por la Constitución",
según lo afirma Maurice Duverger, agregando que el mencionado órgano.. interviene
ante! de que las leyes ordinarias entren en vigor para suspender su aplicación hasta que
se constate su constitucionalidad. "Si el Consejo, añade el citado 'tratadista, declara el
texto (de la ley) inconstitucional, no puede ser aplicado ni promulgado, sino después
de la revisión de la Constitución", facultad que corresponde al Senado y a la Asamblea
Nacional conjuntamente (arl. 89).01
92. Droit Pub/ir. Colección "Them"is". Edición 1968. París. Pág. 275_
98 Véase- Capítulo Séptimo, parágrafo IV.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS GENERALES DEL JUICIO DE AMPARO 79
miento de una Alta Corte que velara por el respeto del régimen constitucional y por la
protección de los derechos del hombre, que deberían incorporarse al texto constitucional,
ya que se habían excluido de las leyes constitucionales de 1875. Dicho cuerpo jurisdic-
cional estaría integrado por miembros designados entre veintisiete candidatos pro-
puestos Por el Ministro, el Parlamento y por la Corte de Casación. El segundo proyec-
to era parecido al de Benoist y tendía a convertir a la Corte de Casación francesa en
una Alta Corte de Justicia, que velara por la constitucionalidad de los actos del poder
ejecutivo y del legislativo. Estos dos proyectos nunca se realizaron por haberse conside-
rado, en primer término, inadaptables al medio francés y; en segundo, por no haber
sido lo suficientemente rt explicitos",
Al fundarse las colonias inglesas en América, los emigrantes llevaron consigo toda la
tradición jurídica de Inglaterra, gestada y desenvuelta dentro del espíritu de libertad.
La opresión reinante en la metrópoli hizo que los colonos vieran en tierras americanas el
lugar propicio para el desarrollo de la libertad humana. Sin embargo, no todos los emi-
grantes eran perseguidos políticos; había quienes acudían a América en busca de fortuna
y con el propósito de fundar empresas explotadoras de los recursos naturales del nuevo
continente. Así, una compañía obtuvo de la corona inglesa la autorización para fundar
una colonia en Virginia, habiéndose establecido posterior y sucesivamente otras en la
misma forma. Poco a poco, la colonización en Norteamérica se fue extendiendo, y de
esta manera surgieron las colonias de Massachusetts, Rhode Island y Connecticut, y otras
que se fueron creando después.
Las autorizaciones que otorgaba el rey para fundar y organizar colonias en América,
recibían el nombre de cartas, que eran documentos que fijaban ciertas reglas de gobierno
para las entidades por formarse, concediéndoles amplia autoridad y autonomía en cuan-
to a su régimen interior. Dichas "cartas" reconocían la supremacía 'de las leyes de
Inglaterra y de su constitución consuetudinaria, teniendo, sin embargo, el carácter de ley
fundamental en cada colonia, de tal suerte, que sus autoridades no podían actuar sino
ciñéndose estrictamente a sus disposiciones. En esta forma, el constítucionalismo de In-
glaterra se trasplantó a sus colonias en América, organizadas ya políticamente por sUS
cartas de fundación, otorgadas por la corona. . .
Una de las prerrogativas que se hablan tomado las colonias consistía en que los
impuestos que debían pagar sus habitantes sólo podian ser decretados por sus propias
asambleas legislativas. Se desconoció así la facultad del parlamento inglés para,esta-
blecer tributos con =go a los colonos, argumentándose que éstos no tenían represen-
tación política en él.
" .. .EI derecho de imponer contribuciones corresponde al pueblo mismo o a sus repre-
sentantes --decía Patricio Henry, miembro de la asamblea de Virginia-. que son los únicos
que pueden saber qué clase de impuestos deben crearse y la manera de hacerlo, siendo este- el
carácter distintivo de la libertad británica, sin la cual no puede subsistir la antigua constitu-
ción", agregando que "los súbditos de S. M. habitantes de esta antigua colonia han disfrutado
siempre del privilegio de ser gobernados por. su propia asamblea, sobre todo en 10 concerniente
a la creación de impuestos y a su politica interior. sin que hasta ahora se les haya despojado
80 EL JUIOO DE AMPARO
de este derecho, puesto que siempre se ha reconocido por el rey y el pueblo de la Gran
Bretaña." 94
X. EsTADOS UNIDOS
Podemos decir que los Estados Unidos surgieron como nación unitaria, con vida
jurídica independiente, organizados en una confederación, con la promulgación de un
documento importante: los Artículos de Confederación y Unión Perpetua. En su lucha
'por la independencia, las colonias inglesas, tuvieron que reunir sus pocos _recursos y
combinar sus esfuerzos" en una acción conjunta en contra de Inglaterra. Consumada
la ruptura del vínculo de dependencia entre la metrópoli y las colonias, éstas no se
sintieron lo suficientemente fuertes, por sí solas, aisladas unas de otras, pata defender
su autonomía recién conquistada en caso de' un intento de nueva sojuzgación. Per-
IH Véase J. A. Spencer. "Historia de los Bstados Unidos", Tomo 1; Págs. 261 y siguientes.
ANTECEDENTES HlSTÓRlCOS GENERALES DEL JUIOO DE AMPARO 81
rnanecieron, pues, unidas, atendiendo a los dictados de la prudencia. Para que esa unión
fuese más estable, se expidieron los mencionados Artículos, cuyas signatarias eran trece
colonias, que más tarde fueron entidades federatiyas de la Unión Americana.
El aludido cuerpo normativo no establecía aún la federación como entidad jurídica
y política distinta de los miembros componentes, aunque ya consignaba una liga entre
ellos, inspirada en la mutua defensa de sus propios intereses, para lo cual cada Estado
se despojó de ciertas facultades inherentes a su soberanía, cuyo ejercicio depositó en
un organismo que se Uamó "Congreso de los Estados Unidos", siendo su autoridad
meramente consultiva, pues como dice Rabasa, "no había un poder ejecutivo central
investido de fuerza para hacer cumplir los mandatos supremos't.w
Como este sistema de unión entre los Estados norteamericanos fracas6, se propuso una
revisión de los "artículos", para cuyo efecto se verificó una convención en Filadelfia,
encargada de reformarlos. Después de prolongados debates y de la tenaz reticencia de
los Estados a formar parte de una federación, es decir, de una entidad política superior,
con facultades y órganos gubernativos propios, se formuló el proyecto de Constímcién
Federal, que fue sometido a la consideración de los Estados particulares en convencio-
nes locales, a las que concurrieron los delegados nombrados por ellos. Por fin se logró
que la Constitución federal fuese aceptada por las entidades particulares, que en número
de trece fueron las que originariamente integraron la unión norteamericana, no sin que
durante algún tiempo después surgieran intentos separatistas, a los que el' célebre "chief
justice" Marshall dio el golpe mortal, contribuyendo así a consolidar y robustecer el
régimen federal.
La Constitución americana fue sufriendo posteriormente enmienddJ, dos de 1",_<;Ba-
les, las más importantes er~. el estudio_y-fies'!t-f-Q1I.o del tem_a~que. ~íll'llºs•..contien~
sendos dereé!i.2!.. pú6nCOs "individuales, ..?p~I~_'l.L~la<lO ..Nos referim9,s.a )~._núme·
10S-Y. v: -!¡:IY~
La primera de dichas enmiendas encierra la garantía_de la le~da<l_ta de audien-
cia previa y la de que el jüiOo por el que se prive a la persona de su libertad, propíe-
dad, etc., se' siga ante jueces o tribunales previamente establecidos, análogamente a los
derechos contenidos en el segundo párrafo de nuestro artículo 14 constitucional. Dice
la citada enmienda: "Nadie será privado de la vida, de la libertad o de la propiedad,
sin el debido./!.roreso leg"J~DiSiñterpretaciones que se lian diído acerca é1eesr,(ülfiñia
expresión sostienen que implica las mismas garantías consagradas por el artículo. 46
de la Magna Charta inglesa de donde procede el precepto que comentamos, o sean,
las que para llevar a cabo dicha privación se requiere un juicio formulado por los
pares del individuo a quien se pretenda afectar, conforme a las leyes de la tierra, con-
ceptos que ya anteriormente dejamos explicados,"
95 Op. cit.
50 "Si bien esta disposición de la enmienda es nueva en la Constitución de los Estados
Unidos como limitación a los poderes de los Estados, es antigua como principio de gobierno ci-
vilizado". dice la Suprema Corte norteamericana, y agrega: "Se la encuentra en la Magna Carta
y -en la substancia si no en la forma- en aproximadamente todas o casi todas las Constituciones
que periódicamente han sido adoptadas por los dive-rsos Estados de la Unión. Mediante la quinta
enmienda, ella fue introducida en la Constitución devlos Estados Unidos como limitación a los
poderes del Gobierno Nacional y por la decimocuarta, como garantía contca la interferencia con un
derecho reconocido de ciudadanía por parte de las legislaturas .de .los Estados." "En Inglaterra,
sigue diciendo la Corte, la exigencia del debido procedimiento legal, en los casos en que la vida,
6
82 EL JUICO DE AMPARO
Por lo que concierne a la enmienda XIV, ésta contiene las mismas garantías que la
quinta, pero referidas como dique u obstáculo al poder de los Estados federados, pues
se estim6 que esta última s6lo atañla a las autoridades federales.
En esta forma opera en los Estadós Unidos un régimen constitucional de derechos
declarados, que si bien no tan legalmente explícitos como en nuestro orden jurídico fun-
damental, sí ya consolidados por las diversas interpretaciones jurisprudenciales y doctri-
narias ,<¡ue han precisado su alcance y amplitud, como ya esbozamos anteriormente.
Pues bien, el sistema de derechos fundamentales del individuo, declarados en la
Constítuá6n federal de los Estados Unidos, y en general el orden jurídico positivo que
ella misma contiene, encuentran su preservaci6n en diversos medios de derecho ejercita-
bies contra actos de autoridades.
En primer lugar, desde la fundaci6n de las colonias inglesas, que fueron las formas
políticas que precedieron a las entidades federativas, funáonaba el common law tras-
plantado de Inglaterra, siendo una de las instituciones más importantes ac1imatadas en
suelo americano el habeas corpus, como medio protector de la libertad humana contra
prisiones arbitrarias. Pues bien, el habeas corpus se practicó en las distintas colonias
inglesas de América, que, al independizarse de su metr6poli, conservaron su tradici6n
jurídica. Por eso fue que al aceptarse la Constituci6n federal por los distintos Estados
libres norteamericanos, ésta se encontró con una instituci6n de hondo raigambre en su
vida jurídica, el habeas corpus, cuya existencia respet6, considerando su ejercicio y Iegis-
laci6n dentro de la esfera de competencia de las distintas entidades federativas. Así pues,
en Estados Unidos el habeas corpus no es un medio federal de controlo protecci6n de la
libertad humana, sino una institución local, de cuyo conocimiento son titulares los órga-:
nos jurisdiccionales del Estado óÍiembro. 5610 cuando la autoridad que ordena o ejecuta
la prisi6n arbitraria es federal, la competencia para conocer del recurso del habeas corpus
corresponde a los jueces federales."
Desde sus orígenes el habeas~ ha sido en los Estados Unidos un recurso. (writ)
ante la autoxidad_judiciaLp.ara p.reservar la libertad p~sonal contra-ªprehens¡oD~
detenciones arbitrarias 'o no justificadas Rrov~~~~--ª!l~orida_des administrativas
Y~p'ecíficament,-J><1.lítiSl!S-.Sin embargo, como afirma J. A. C. Granl, su procedencia se
ha hecho extensiva contra actos de los 6rganos judiciales mediante los que se afecta
la mencionada libertad, inclusive dentro de procedimientos judiciales.
"Hasta hace pocos años, sostiene el citado jurista norteamericano. este auto (el de habeas
corpus) era un recurso efectivo s610 para afirmar derechos {rente a las autoridades administra.
nvas. Era de muy poca utilidad si una detención había sido efectuada a consecuencia de un
fallo de algún tribunal, aun cuando se hubiera privado al acusado de sus derechos básicos
en la tramitación de la causa", añadiendo que "... el babeas corpus se ha convertido en un
recurso más efectivo que la apelaci6n, puesto que la Corte puede ir más allá. del expediente
del tribunal de primera instancia, y puede considerar puntos y pruebas no presentadas a este
último. AsI puede emplearse para obtener un nuevo juicio cuando el primer juicio fue llevado
a cabo bajo la amenaza de violencia física por parte de una multitud para. poner en duda la .
admisibilidad de pruebas presentadas para el logro de una condena judicial; para invalidar:
una confesión de culpabilidad obtenida por presión ejercida por la polida; y en el que resulta
ser el caso más frecuente, para hacer valer el derecho de una persona pobre o necesitada a
que el gobierno le provea de abogado que le ayude en la defensa de su causa", concluyen-
do que "En suma" el habeas ~OfPUS se ~()1Ifler/;Jo virtualmente m 11" ¡uicro de amparo en
materia penar_aunque aún en ese caso, no puede emplearse cuanCfoliay diSponi61e cüálquier
otro recurso adecuado. tal como la apelación." 98
"El propósito histórico de este recurso, asevera Hennan Prilche1J, ha sido oponer la deten-
ción por autoridades ejecutivas, si~ proceso ;udidaJ, y hasta 1867 no podía disponerse contra
sentencias impuestas por tribunales de jurisdicción competente. Pero en dicho año el Congreso
acordó a los tribunales federales una amplia autorización para emitir mandamientos de hlSbeas
corPSIJ, en favor de prisioneros bajo custodia 'en violación de la Constitución o cualquier tra-
tado o ley de los Estados Unidos'... 89
Al lado del habeas corpus, como medio de garantía del derecho declarado de la
libertad humana y, en general, de los demás consagrados por la Constitución, en Estados
Unidos funciona lo que Rabasa ha denominado el ,r juicio constitucional", análogo al que
as! consideró dentro del régimen jurídico inglés, Para dicho autor, "el juicio constitu-
cional americano se forma de todos los procedimientos mediante los cuales se puede
llevar al conocimiento de la Suprema Corte un caso en que la Constitución se aplica" ,100
Por lo que se ve) el régimen de control que opera en los EstadoS Unidos no es unitario
como nuestro juicio de amparo, pues se traduce o revela en los diferentes medios de proteger
la Constitución. como objetivo primordial de tutela, contra las violaciones cometidas por aquellas
autoridades, generalmente judiciales, que han aplicado preferentemente una disposición legal
que contraviene el texto constitucional o que han omitido tomar en cuenta los mandatos de éste.
Sin embargo, no solamente la Constitución en general es protegida por el juicio constitucional
en el sistema americano. sino también las leyes federales que de ella. emanen y los preceptos de
los tratados internacionales para cuyo control es competente la Suprema Corte. El fundamento
de esta protección extensiva a cuerpos legales no constitucionales, estriba en la supremacía' ju-
rídica con que se les invistió respecto de 105 ordenamientos de carácter local, consagrada en 105
siguientes términos, muy parecidos a los que integran el texto de nuestro artículo 133 constitu-
ciona!: "Esta Constitución y las leyes de Jos Estados Unidos que se hagan en su prosecución y
los tratados hechos o que se hagan con la autoridad de los Estados, serán la ley suprema del
país, los jueces de cada Estado se someterán a ellos, a pesar de lo que en contrario haya en'
las constituciones o leyes de los Estados." De acuerdo con la anterior disposición. la jerarquía
normativa queda en la siguiente forma en el orden jurídico estadounidense: a).--Constitución
federal, leyes federales y tratados internacionales. b).-Constitucione:s locales, y ej.-Leyes loca-
les no constitucionales.
Pues bien, dada la supremacía de los ordenamientos integrantes del primer grupo,
resulta que cuando en un procedimiento determinado se aplica con preferencia una dis-
9S "El Control ]lIrisditcional de la ConsliJllcioniZlidaJ de 14s Leyes", Págs. 92 Y 93. (Confe-
rencias publicadas por la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México,
1962.)
99 La ConSJilllción ¿J,mericana. -Tipográfica Editora Argentina. Edición 1965.
100 El [sicio C()fl'stilllcionaJ.-Pág. 206.
84 EL ]UIOO DE AMPARO
XI. ARGENTINA
les federales o estatales. pasan en revisión a la Suprema Corte de la nación. a efecto de que este
alto tribunal, como intérprete supremo de la Constitución . federal, dicte en cada caso la resolución
definitiva sobre la cuestión constitucional que se hubiere planteado" (Op. -cit: Págs. 641 y 649).
105 Op. cit., págs. 39 Y 20.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS GENERALES DEL JUICIO DE AMi'Al\O 87
torla) contra las detenciones arbitrarias o ilegales, sin que su tutela se extienda a otros
derechos del gobernado consagrados constitucionalmente. Según sostiene Linares Qtlin-
tana,'oo la jurisprudencia de la Suprema Corte argentina reiteró que "aparte de dicho
instituto procesal (el habeas corpus), no existe ningún otro que ampare, en la forma
rápida y expeditiva de aquél, el goce y el ejercicio de los demás derechos constitucio-
nales fuera de la libertad física garantizada por el habeas corpus".
Aote tan menguada protección del gobernado, dicho alto tribunal, mediante sen-
tencia de 27 de diciembre de 1957, dictada en el caso "Angel Siri" creó el "amparo",
como acción distinta del habeas corpus, para tutelar "todos Jos aspectos de la Jiberta4
constitucional" no preservados por éste.'·'
El apoyo toral que encontró la Corte argentina para establecer o "reconocer" el amparo
se expresa en los siguientes términos: ..... en consideración al carácter y [erarqula de los prin-
cipios de la Carta fundamental relacionados con los derechos individuales, esta Corte Suprema,
en su actual composición y en la primera oportunidad en que debe pronunciarse sobre el
punto, se aparta así de la doctrina tradicionalmente declarada por el tribunal, en cuanto
relegaba al tnimite de Jos procedimientos ordinarios, administrativos o judiciales. la protección
de las garantías DO comprendidas estrictamente en el habeas corpus. Los preceptos constitu-
cionales, tanto como la experiencia institucional del país, reclaman de consuno el goce y ejer-
cicio pleno de las garantías individuales para la efectiva vigencia del Estado de Derecho, e
imponen a los jueces el deber de asegurarlas" .10a
Asi, en el caso Sttmuel KOI, S. de R. L., fallado el 5 de septiembre de 1958, la Corte argen-
tina afirmó que "si bien en el precedente citado (caso Angel Siri} la restricción ilegítima
provenía de la autoridad pública y no de actos de particulares, lal dÍJlin~i6n no el elential a
101 fines de la prole~d6n tonstitucionsl, Admitido que existe una garantía tácita o implícita
que protege los diversos aspectos de la libertad individual (art. 33 de la 'Constitución nacional},
ninguna reserva cabe establecer de modo que excluya en absoluto ya-priori toda restricción
que emane de personas privadas", agregando: "nada hay, tampoco. que autorice la afirmación
de que el ataque ilegítimo, grave y manifiesto. contra cualquiera de los derechos que integran la
libertad, lato sensu, carezca de la protección constitucional adecuada --que es. desde luego.
la del habeas corpus y la del recurso de amparo, no la de los juicios ordinarios o la de los
interdictos, con traslados, vistas. ofrecimientos de pruebas, etc.-, por la sola circunstancia
de que ese ataque emane de otros particulares a de grllPOS organizados de individual'.10$
Debemos observar, por otra parte, que en el caso Samllel KOJ, S. de R. L., según la
versión de Linares Quintana. no se trató. en puridad jurídlcosprocesal, de ninguna "impugna-
ción constitucional" al comportamiento del "grupo de presión" relacionado con él. Los antece-
dentes judiciales de ese caso desmienten las aserciones de dicho autor, pues lo que en el
"amparo" respectivo se atacó fue la decisión de la "Cámara de apelaciones" que desechó la
XII~ BRASIL
Para proteger la libertad Física y "cualquier derecho firme y cierto" de las per-
SODas contra actos del poder público, la Constitución brasileña vigente, de 18 de
septiembre de 1946, instituye respectivamente dos medios. jurídicos, a saber, el babeas
corpus y el mandamiento de seguridrJd. "
Así. su artículo 141 en sus apartados 23 y 24, establece: "Se concederá babeas corpus
siempre que alguien sufra o se encuentre amenazado de sufrir violencia o coacción en su
lihertad Js locomoción, por ilegalidad o abuso de poder"; y. "para proteger derecho firme
y cierto DO amparado por habeas corpus, se concederé mandamiemo de uguridad, sea cual
fuere la autoridad responsable de la ilegalidad o abuso del poder".
La procedencia del habeas corpus brasileño no dejó lugar a dudas, pues este recurso
es ejercitable para tutelar "frente a cualquier acto de autoridad legalmente injustifi-
cado la libertad personal del gobernado, finalidad en que se percibe claramente la
influencia directa del derecho anglo-norteamericano en la adopción de dicha insti-
tución procesal.
En cuanto al mandamiento de seguridad, su procedencia se supedita a la definición
de lo que deba entenderse por "derecho fitme y cierto", pues sin estos atributos no
cualquier derecho del gobernado está preservado por el citado rcurso. La doctrina
jurídica del Brasil, integrada por múltiples y diversas opiniones de los más destacados
juristas de este país, no ha brindado un criterio uniforme sobre lo que deba concep-
tuarse, por "derecho firme y cierto", calificación que suele quedar bajo la discrecio-
nalidad de los tribunales.v-
].12 No está en nuestro ánimo hacer un estudio del mandamiento de seguridad y ru SIquiera
referencia alguna a la nutrida doctrina que' sobre él se ha elaborado, pues el propósito que perse-
guimos estriba simplemente en presentar una semblanza" muy somera" acerca del sistema implantado
en el Brasil para la protección del gobernado frente a actos del poder público. El análisis exhaus-
tivo del citado recurso desde su gestación y al través de sus distintas modalidades jurídicas, tanto
legales como doctrinales y jurisprudenciales, ha sido realizado por. Aleiandro Ríos Espinosa en
su monografía intitulada "Mandamiento de Seguridad", publicada en el número 53, Tomo XIV,
enero-marzo 1964, de la Revista de la Facultad de Derecho de México, sin dejar de recomendar
el estudio que sobre dicha institución formula Segundo V. Linares Quintana en la obra que hemos
citado en nota, anteriores.
90 EL JUIOO DE AMPARO
XIII. NICARAGUA
En efecto, el artículo 1 de este ordenamiento dispone que "La presente ley establece los
medios legales de ejercer el derecho de amparo, a fin de mantener y restablecer la supremacía
de la Constitución Política y Leyes Constitucionales. Conforme a ella se resolverá toda. la cuestión
que se suscite: l.-Por violación de la Constitución o de las Leyes constitucionales, mediante
leyes, decretos, resoluciones, órdenes, mandatos o actos de cualquier funcionario. autoridad,
corporecién pública o agente de los mismos; 2.-Por inconstitucionaliclad de una ley o de-
creto que se refiera a asuntos no ventilables ante los tribunales de justicia, al ser aplicados
en caso concreto, a cualquier persona, en perjuicio de sus derechos; 3.-Por detención o ame-
naza de ella en virtud de orden de cualquier funcionario o autoridad; 4.-Por actos restrictivos
de la libertad personal de cualquier habitante de la República realizados por particulares;
5.-Por auto de prisión dictado contra quien. no estando detenido, pretenda librarse de sus
efectos."
1.18 Así, los artículos 7, fracción VII, y 8 de la Constitución del Brasil disponen: "EI Gobierno
Federal DO intervendrá en los Estados, salvo para: VIL-Asegurar la observancia de los siguientes
principios: a).-forma republicana. representativa; b).-Independencia y armonía de los poderes;
e).-Temporalidad de las funciones electoras, limitada la duración de éstas a las funciones .fede-
rales correspondientes; d).-Pcohibidón de reelección de gobernadores y prefectos para el período
correspondiente; e).-La autonomía municipal; !J.-Presentación de cuentas de la administración;
g).-Garantías de poder judicial" (art. 7). "La intervención será decretada por ley federal en los
casos números VI y VII del articulo anterior, Parágrafo único: en el caso del Núm. VII. el acto
atacado de incoustitucionalidad será sometido por el Procurador General de la República al examen
del Supremo Tribunal Federal y si éste la declarase. será. decretada la intervención" (art. 8).
ANTECEDENTES HISTÓRICOS GENERALES DEL JUICiO DE AMPARO 91
Claramente se advierte del precepto transcrito el objeto tan dilatado que tiene el
amparo en Nicaragua, que abarca inclusive al habeas corpus. De ahí que la distinción
entre "amparo" y "habeas corpus" no se justifica lógica ni jurídiCamente con vista
a la amplitud que presenta la mencionada disposición legal.
A pesar de ello, el jurista nicaragüense ArJstides Somarriba afirma la citada distinción al,
sostener que "A este respecto, es pertinente distinguir entre la acción de amparo propiamente
dicha a que se refieren los incisos 1 y 2 del artkulo 1 de la Ley de Amparo y el recurso de
habeas corpus comprendido en los incisos 3, 4 Y , del citado artículo, pues en el amparo
propiamente dicho el demandado sólo puede serlo la autoridad, mientras que en el habeas
corpus es pertinente asimismo por actos restrictivos de la libertad personal de cualquier ha-
bitante de la República realizada po, parlkuitnel." u~
El amparo en Nicaragua es un verdadero medio de control constitucional, puesto que a
través de él "El Poder Judicial y especialmente la Corte Suprema de Justicia DO s610 protegen
los derechos constitucionales del hombre frente a los abusos del poder. sino que tutelan el
régimen constitucional íntegro manteniendo a los tres poderes dentro del ámbito de sus fun-
ciones. impidiendo que se extralimiten y de esta manera Invadan la esfera de los derechos
individuales." 115 Funciona, además, conforme a los principios que caracterizan al amparo me-
xicano y que en el capítulo respectivo estudiamos en esta obra, contándose entre ellos los de
iniciativa o instancia de la parte agraviada, de la existencia del agravio personal y directo,
de definitividad, etc.; y en cuanto a la suspensión. del acto reclamado hay puntuales seme-
janzas con nuestra institución.
Sin duda alguna, además de los regímenes extranjeros a que brevemente nos he-
mos referido, existen Estados en Europa y América cuyo orden constitucional brinda
a! gobernado medios jurídicos para defender sus 'derechos frente a los actos del poder
público o implanta sistemas procesales para su propia conservación, Tal sucede, vet-
bigracía, Con Suiza, Austri« y la República Federal Alemana, cuyas instituciones de
preservación constitucional estudia documentadarnente el jurista italiano Mattro Cap·
pelletti, quien, dicho sea de paso, es un admirador del amparo mexicano.ua y U$l
InlormaJilJa de! citado Instituto, presenta un estudio muy interesante sobre la Institución deno-
r
minada Ombudmlan~ característica del Derecho Público Sueco, y que tiene como función esencial
la vigilancia fiscalización de la actividad de las autoridades administrativas, como una especie de
"defensor de pueblo", funcionario que también opera en la ConsliJud6n Monárquüa EJpalio/a
aprobada por referéndum en diciembre de 1978 (Or. Op. dt., número correspondiente a septiem-
bre-diciembre de 1981).
118 En la República Popular China operaba un control respecto de las "disposiciones y
órdenes" del Consejo de Estado que contradijeren "la Constitución, las leyes y los decretos"
(art. 31, inciso 6, de la ley fundamental de ese país). Dicho control era constitucional y legal
habiendo sido ejercíteble sobre actos del citado Coase¡o, que era el órgano administrativo su-
premo del Estado (art. 47), por el Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional. Estas
referencias se contraen a la Constitución auna expedida en 1954, la ~uaJ fue JUJJiJuida por la
que entró en vigor en enero de 197J y en la que se suprimió el cargo de Presidente de la Repú-
blica para erigir al Partido Comunista de ese .pals en el órgano supremo y omnímodo rector de
la ·viéla del pueblo y del Estado.
119 Consúltese la monografía de dicho autor intitulada "La Giuridizzione C01JJtiJudoíza/c delle
Liberhf' (1955). publicada por el Instituto de Derecho Comparado de la U.N.A.M. (hoy de
Investigaciones Jurídicas).
/
CAPÍTULO SEGUNDO
I. EpOCA PRE-HISPÁNICA
120 Toribio Esquive! Ohregón.-Apuntes para la Historia del Derecho en Méxiro.-T. 1.-
Página 336.
~1 ldem. Pág. 384.
122 El Derecho Pro-Colonial. Edición 1961. Pág. 25.
1.28 Obrar rompletar.-Pág. 19.
U6 México a travh de Jos Siglos.-T. VIII.-Págs. 248 a 250 y. 302 a 306 y siguientes.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS MEXICANOS DEL JUICIO DE AMPARO 95
Lo cierto es que, sin perjuicio de que varios historiadores afinnen que dentro del
sistema social azteca existía un derecho consuetudinario, traducido en un COnjunto de
práctieu que regulaban las relaciones propiamente civiles entre los miembros de la
sociedad y fijaban cierta penalidad para hechos considerados comn delictuosos, es de
presumiese que la aplicación de tales costumbres a los diversos casos concretos que
se presentaran quedaba a la discreción del monarca, a quien estaba encomendada la
función de administrar justicia en fonna originaria. En estas condiciones, si bien
se puede afinnar que entre los aztecas y demás pueblos que habitaron el territorio
nacional en la época pre-hispánica existía un incipiente derecho civil y penal con-
suetudinario, no es posible formular igual aseveración por lo que toca 'a la existencia
de un reconocimiento jurídico de los derechos fundamentales del gobernado frente
a las autoridades, ya que, en primer lugar, éstas aplicaban arbitrariamente las reglas
consuetudinarias y, en segundo término, las posibles contravenciones a la costumbre
carecían de sanción jurídica.
Las anteriores aseveraciones las formulamos, sin embargo. con las reservas inherentes a
la índole misma' del presente libro. que no es, ni pretende ser, una obra de investigación
histérico-jurídica. Quizá la indagación minuciosa sobre la organización política, administrativa
y judicial de los pueblos prehispánicos que habitaron nuestro territorio, conduzca al conoci-
miento exhaustivo y auténtico de sus instituciones jurídicas, rectificando posibles errores, di-
sipando dudas 'l aclarando situaciones en que hubieren podido incurrir los historiadores.
Reconocemos que dicha labor Investigatoria es ardua, complicada y difícil, pues 13: falta de
derecho estatutario o escrito, indica que necesariamente los estudios que sobre tan importante
cuestión se emprendan, deben basarse en Interpretaciones de códices y de usos sociales ya desapa-
recidos, 00 exentas muchas veces del influjo de factores sentimentales, es decir, de simpatía o
antipatía hacia alguno de los elementos étnicos que integran nuestra nacionalidad: el español
y el indígena. Así, y en relación con nuestro juicio constitucional, Ignaeio RomerOfJargas lmr-
biJe, cree haber descubierto en la organización jurídico-política de los pueblos del Anáhuac
un antecedente del amparo a través del funcionamiento de un tribunal llamado "de princi-
pales" o sea, de "tecuhtlis y gobernantes", al afirmar que éste "tenía asiento en la sala de
Tecpan denominada tecpicalli, casa de señor y de los pillis, donde el altépetl, asistido de los
principales guerreros de los pillis (Consejo de guerra), recibía quejas e impartía justicia sobre
guerreros y gobernantes, de los pillis, juzgando con extrema severidad y de acuerdo con las
normas y costumbres de la nación, verdadero tribunal de amparo contra actos de los funcio-
narios. de real eficacia entre los indígenas".12l1
"9 Íá Nueva España estuvo vigente en primer término la legislación dictada exclusi-
vamente para las colonias de América, dentro de la que ocupan un lugar prominente
las célebres Leyes de Indias, verdadera síntesis del derecho hispánico y las costum-
bres jurídicas aborígenes. Por otra parte, las Leyes de Castilla tenían también apli-
cación en la Nueva España con un carácter supletorio, pues la Recopilación de 1681
dispuso que "en todo lo que no estuviese ordenado en 'particular para las Indias, se
aplicarán las Leyes de CastiJIa". -
En el orden político, la autoridad suprema en las colonias españolas de América
era el mismo rey de España, quien estaba representado por los virreyes o capitanes
generales, según la importancia de la colonia de que se tratase. El monarca español,
como sucede en todos los regímenes absolutos, concentraba en su persona las tres
funciones en que se desarrolla la actividad integral del Estado, pues además de ser el
supremo administrador público, era legislador y juez. Todos los actos ejecutivos, todas
las leyes y los fallos se desempeñaban, expedian y pronunciaban en nombre del rey
de España, quien, en el ámbito judicial, delegaba sus atribuciones propias, inhe-
rentes a su soberanía, en tribunales que él mismo nombraba.ws .
El derecho español positivo y, sobre todo el colonial, tenia la pretensión de ser
eminentemente realista. Ninguna ordenanza debía expedir el monarca sin estar debi-
damente enterado acerca de su conveniencia objetiva, de tal suerte que lo que debía
determinar la promulgación de cualquier ley, o inclusive su abrogación, era una mo-
tivación integrada por elementos y factores propios de la realidad social para la que
estaba destinada o que fuesen incompatibles con ella. Bajo estos auspicios, y con el
fin primordial de garantizar el realismo jurídico, se creó el llamado Consejo de Indias,
organismo que, aparte de las funciones propias que se le adscribieron en lo tocante
a todos los asuntos de las colonias españolas en América, actuaba como consultor del
rey en las cuestiones que a éstas interesaran.
Persiguiendo el objeto de unificar todas las disposiciones que bajo distintas for-
mas perceptivas se dictaron para los dominios españoles en América, el rey. Carlos ll,
'en 1681 y por sugestión de dicho Consejo, 'ordenó la conjunción de ellas en un
código que se conoce con el nombre de Recopilacién de Leyes de Indias, cuyo conte-
-nido normativo versa sobre múltiples y variadas materias que sería prolijo mencionar.
A. través de las diversas ordenanzas, cédulas, pragmáticas, etc., que en tal Recopilación
se involucraron, se observa la tendencia permanente 'de proteger a la población indí-
gena contra abusos y arbitrariedades de los españoles, criollos y mestizos principal-
mente, así como el designio invariable de evangelizarla, refrendéndose a este respecto
el testamento de la reina Isabel la Católica. La legislación de Indias Fue, por tanto,
eminentemente protectora del indio, y este afán tutelar llegó al extremo de considerar
al elemento indígena sujeto a un verdadero régimen de "capitis derninutio", restrictor
En efecto, a este propósito, el licenciado EsquÑlel OIHegón afirma 128 "la ley 238 de Estilo
establece el orden y prelación del derecho como debfan aplicarlo los jueces: en primer' lugar,
debían acatarse los principios del Derecho Natural,129 luego las costumbres razonables, es
decir, no contrarias a aquel derecho y, finalmente, las leyes positivas", y añade: "el Derecho
Natural era, pires, como las modernas constituciones, y las leyes no debían cumplirse cuando
eran contraria, o se oponian a las costumbres".
7
98 EL ]U1aO DE ,uIPARO
Esta supremacia juridica del Derecho Natural fue posteriormente corroborada por la ley
:U del titulo 18 de la Partida tres, que decía textualmente: "Contra derecho natural non debe.
valer previle]o, nin carta de Emperador, rey nin otro señor. E si la diere, DOD debe valer", así
como por la Novisima Recopilación de Leyes de España, que en el precepto conducente disponía:
"Establecemos que si en nuestras cartas mandáremos algunas cosas en perjuicio de partes, que
sean contra ley o fuero o derecho, que tal cosa sea obededda y 110 tumplida. no embargante
que en eUa se haga mención general o especial de la ley o fuero u ordenamiento contra quien
se diere, contra las leyes y ordenanzas por DOS fechas en Cortes por los procuradores y villas de
nuestros reinos."
Así, pues, cuando existía una oposición con el Derecho Natural, las leyes no
debían ser cumplidas, esto es, no debían ser acatadas SUS disposiciones ni ejecutadas,
sino que solamente debían escucharse, asumiendo una actitud pasiva (obedecer) ..
¿Qué sucedía cuando se pretendía aplicar una ley, una ordenanza, etc., contraviniendo
la prelación jurídica con que· estaba investido el Derecho Natural en el sistema es-
pañol? Que el afectado o agraviado por tal pretendida ~plicación podía acudir al rey,
solicitando su protección contra actos de su directa autoridad o de sus inferiores, o,
como dice Esquivel Obregón uo "se apelaba al rey ante el rey mismo o se pedía
amparo al rey, a quien ~. ilustraba sobre los hechos, contra el rey que había mandado
algo por obrepción (mala información) o por fubreprión(ocultación de los hechos
inspiradores del mandato real)". Este ri.:urso tutelaba, por ende, la supremada ju-
rídica del Derecho Natural en primer lugar, y en segundo término, las costumbres,
que DO podían ser CODtra\-enidas por disposición autoritaria alguna, y dentro de esta
teleología protectora, también encontraban su preservación lós derechos fundamen-
tales del hombre, consagrados por el Derecho Natural y contenidos en las prácticas
sociales. Por tal motivo, es pertinente afirmar que en el recurso de obedézcase pero
no se cumpla de que hemos hablado, hallamos un precedente histórico español de
nuestro juido de amparo, aunque técnicamente consideradas ambas instituciones ofrez-
can profundas diferencias por su diversa estructura jurídica, que nos hace inclinar
a creer que específicamente el mencionado recurso hispánico, en su funcionamiento,
es el origen de la reconsideración administrativa, aunque genéricamente, en su as-
pecto teleológico, puede serlo del amparo.
acepciones l6gicas de ambos vocablos. Así, cuando el rey expedía alguna orden que
se estimara contraria a los derechos, prerrogativas o privilegios del gobernado, éste
obedecía pero no aunplía esa orden, es decir, asumía una actitud pasiva de respeto,
de !"",tamiento a lo que se mandaba en ella, en señal de que provenía de una auto-
ridad legítimamente encargada del gobierno, pero se abstenía de ejecutar o realizar
los aetos positivos que tal orden entrañase, o sea, no la cumplía, mientras se con-
venda al propio monarca de que esiaba afectada por los picios de obrt!/Jción o de
Jubrepri6n, para el efecto de que, en su caso, la revocara.1.85 '1186
1.$6 La obreprid1'l equivale al "fraude que se comete en la obtención de alguna grada. tes-
cripta. empleo o dignidad callando en la narración hecha al superior alguna verdad que era ne-
cesario manifestar para la valides del eco". La .rubrepri6n consistía en "el fraude que se cometía
en la obtención de dichas cosas avanzando hechos contrarios a la verdad. Obreptitio fit verítete
tacita; subreptitio autem fit subjecta falsitate" [Bscriche, Diccionario de lurisp,-udenda y Legis-
lMión). Según este autor, tanto la obrepción como la subrepción "anulan por derecho la gracia
o título en que se encuentra, con especialidad si procede de dolo del impetrante, pues no vale la
carta ganada con mentira. o encubriendo la verdad. Los títulos, cartas, concesiones o privilegios
que se han logrado por obrepción o subrepción, se Uaman obrepcios o subrepcios, respectivamente¡
Ley 56, tít. 18, partida 5, capítulo super Iiteris, 20, de rescriptis".
1M El recurso de "obedézcase pero no se cumpla", según se ha dicho, tomó carta de natu-
ralización en la costumbre jurídica española a principios del siglo XVI y constantemente se daban
casos de su aplicación concreta. En la misma Nueva España, según referencia de Bemal DJaz del
Cestillo, aconteció un suceso en que se acudió al expediente de "obedecer y no cumplir" una preví-
si6n real, tendiente a entregar el gobierno de la naciente Colonia a Cristóbal de Tapia de parte
de Hemán Cortés. Nos permitiremos exponer dicho suceso en los términos en que lo relata el
aludido cronista, de lo que se deduce que en la conciencia de los conquistadores figuró la idea del
citado recurso ,con verdaderos perfiles prácticos. .
"Pues como Cortés hubo despachado los capitanes y soldados por mí .ya dichos a pacificar
y poblar provincias, en aquella razón vino un Cristóbal de Tapia, veedor de la isla de Santo
Domingo. con provisiones de Su Ma;eslad, guiadas y encaminadas por don Juan. Rodríguez de
Fonseca, obispo de Burgos, para que le admitiesen a la gobernación de la Nueva España.
'Tapia presentó sus provisiones en la Villa Rica delante de Gonzalo de Alvarado, hermano
de don Pedro de Alvarado, que estaba en aquella razón por teniente de Cortés, porque Rodrigo
Rengel, que solía estar por alcalde mayor, no sé qué desatinos e injusticias había hecho cuando
allí estaba por teniente y de Alvarado, las obededó y puso sobre su (abeza (amo provisiones y
mandara de nuestro rey J sellar. En (uanlo al (ump/imienlo di;o que se ¡umarJan los akaldes
, regidores de aquella villa, y que plali(arian y verían cémo y de qué manera eran habidas IY[udldJ
provisiones, y que lodos ;untos lal obede(erútn, porque él sólo era una sola persona, y también
verían si Su Ma;eSIa4 era sabedor que laJes provisiones enviasen.
"Esta respuesta no le cuadró bien a Tapia, y aconsejáronle personas que estaban bien con
Cortés que se fuese luego a México, donde estaba él con todos los más capitanes y soldados, y
que allá las obedecerían. Además de presentar las provisiones, escribió Tapia a Cortés de la manera
que venía por gobernador; y COmo Cortés era muy avisado, si muy buenas cartas le escribió Tapia,
r vio las ofertas y ofrecimiento del obispo de Burgos, y por otra parte las amenazas, si muchas
buenas palabras venían en ellas, muy mejores respuestas y más halagüefias y llenas de cumplimiento
le envió Cortés.
"Luego rogó y mand6 a ciertos de nuestros capitanes que se fuesen a ver con Tapia, los
cuales fueron Pedro de Alvarado, Gonzalo de Sandcval, Diego de Soto, Valdenebro y Andrés de
Tapia, a los cuales envió Cortés luego a llamar en posta que dejasen de poblar entonces las provin-
cías en que estaban y que fuesen a la Villa Rica, donde estaba Tapia, y aun con ellos mandó que
fuese un fraile que se decía fray Pedro Melgerejo de Urrea, que tenía buena expresión.
"Ya que Tapia iba camino de México a verse con Cortés. encontróse con los capitanes y
ron el fraile, y con palabras y ofrecimientos que le hicieron; volvió del camino para un pueblo
que se dice Cempoal. Allí le dem411daron que mostrase otra vez sus provisiones, y verían (ómo
y de qué manera lo mandaba Su Ma;eslaJ, y si venía en ellas su retiJ firma o era sabedor de ello, y
que los pechos por tierra las obedecerían loda! ellas en nombre de Remando C()fléJ y de
10Ja la Nueva España, porque IraJa poder para ello. Tapia tomó a mostrar las provisiones, y lodos
aquellos rapitanes a una las besaron y pusieron sobre sus (abezaJ como provisiones de su. rey y
señor, y que en (uanto al (umplimienIO, que Jupli(abtttt de ellas partt ante el emperador nues-
ANTECED:Ertr~ HISTÓP.1COS MEXICANOS DEL JUICIO DE AMPARO 101
Tales son, pues, los datos que nos proporciona el derecho español acerca de los
antecedentes posibles, hist6ricamente hablando, de nuestro juicio de amparo, derecho
que, corno ya dijimos, estuvo vigente en las colonias americanas y específicamente
en la Nueva España, euyo régimen jurldico en gran parte estuvo integrado por la
legislación castellana, como lo corrobor6 la Recopilaci6n de Leyes de Indias. En esta
virtud, podemos afirmar, 16gicamente, que en la Nueva España jurídicamente existi6
el recurso de "obedézcase pero no se cumpla", en los términos que hemos dejado
apuntados con antelación, consideración confirmada por la ley 22, libro primero, de la
mencionada Recopilación, que ordenaba a las autoridades coloniales suspender la eje-
alción de las leyes de Indias, mando hubiere obrepci6n '0 subrepción. Decía la dispo-
sición relativa: "Los ministros y jueces obedezcan y no cumplan nuestras cédulas y
despachos, en que intervengan los vicios de subrepción y obrepción."
Independientemente de la existencia de dicho medio tutelador de los postulados
del Derecho Natural, derivada por inferencia 16gico-jurídica, don Toribio Esquivel
Obregón aduce otras instituciones neo-españolas que considera como antecedentes de
nuestro juicio de amparo. El citado autor se refiere a una especie de recurso de lo que
hoy I1amaríamos "de incompetencia constitucional", pues dice, "se daba el caso con
frecuencia de que una persona, que se creía agraviada con una resolución del virrey,
apelaba de ella para ante la Audiencia, por juzRar que aquél se extralimitaba en el uso
de su jurisdicción, y que el hecho era el conocñníento de la justicia... , suspendién-
dose el curso de los autos en tanto que aquel tribunal decidía si el negocio era de
justicia O de gobierno" .1.31
Por nuestra parte, si en lo tocante al recurso de' "obedézcase peco no se cumpla"
estamos de acuerdo en que genéricamente puede estimarse como un precedente his-
pánico del juicio de amparo, en atenci6n al objeto mismo' de tutela de ambas institu-
ciones, no participamos, en cambio, del mismo parecer del licenciado Esquivel Obregón
por lo que atañe al medio jurídico que enuncia anteriormente, "Creemos que éste, más
que un elemento jurldico de protección o tutela de un orden de derecho superior
contra disposiciones legales inferiores o actos de autoridad, era un verdadero medio
de suscitar la incompetencia del virrey, en el sentido de estar éste impedido para co-
nocer de un determinado negocio en razón de la naturaleza del mismo. En la hipótesis
que provocaba la interposici6n del medio de que. habla el citado autor, pudo o no
haber un agravio individual en estado potencial o actual o una contravención a un
orden jurídico superior, suposiciones negativas que son inadmisibles tratándose de un
medio de control o preservación de los derechos del hombre o de un cuerpo legal
supremo.
En su afán de descubrir dentro del régimen jurídico colonial antecedentes de
nuestras instituciones de derecho actuales, y por lo que concierne en especial al juicio
de amparo, el multicitado escritor afirma que en el llamado recurso de fuerza se
"0 señor, y di;t1ron que no e'4 sabqdor de el/di ni de ~OIa ninguna. Que Tapia no era suficiente
para gobernador y que el obispo de Burgos era contra todos los conquistadores que servimos a Su
Majestad y andaba ordenando aquellas cosas sin dar verdadera relación a Su Majestad y por favo-
recer a Diego Velázquez y a Tapia, por casarle con una Fulana de Fonsece, sobrina o hija del
mismo obispo." (Berna! Díaa del Castillo: Historia Verdadera de La Conquista de La Nut'I:'l Es.
p.na, Cap. CXXXVUI.)
'" O". <;,. Pág. ~3S.-T. 11.
102 EL JUICO DE AMPARO
encuentra otro antecedente de aquél. Dice a este propósito: "Por esta ley (la de 12
de febrero de 1589 dada por Felipe 11), aparece que el 'recurso de fuerza' podla
interponerse por protesta ante el tribunal eclesiástico (cuando había conocido de un
caso de naturaleza temporal); pero también podía interponerse ante la Audiencia,
en royo caso ésta libraba la provisión ordinaria para que el juez eclesiástico otor-
gara la apelación y repusiera y absolviera llanamente",''' agregando más adelante:
"Las audiencias en tales casos se limitaban a resolver si había habido fuerza o no; es
decir, si el asunto era de la jurisdicción civil o de la eclesiástica, cualquiera otro punto
debería ser materia de juicio aparte:' ".
Por 10 que respecta a esta institución procesal que el mencionado autor mexicano
señala como un antecedente del juicio de amparo, emitiremos la misma opinión que
sustentamos en lo que concierne al caso anteriorJ esto es, que más que ser dicho recurso
un precedente de nuestro medio tutelar, es una especie de incidente judicial para
suscitar la incompetencia entre las· autoridades coloniales, ya no por razón de la
naturaleza intrínseca del negocio (jurísdiccional o administrativa), sino en vista
del fuero a que pertenecía (civil o eclesiástico).
Sin embargo, el recurso de fuerza DO sólo era un medio para suscitar cuestiones
de incompetencia, sino que implicaba, además, un recurso de protección. Bajo este
. segundo aspecto, guardaba estrechas semejanzas con el juicio de amparo, a tal punto,
que puede considerarse como un antecedente hispánico de nuestra institución.
En efecto. 'según afirma José de Cooarrubias, "Fuerza, dice el Señor Don Alfonso el Sabio,
es cosa, que es fecha a otro torticeramente de que non se puede amparar el que la recibe.
Tales son Jos atentados que cometen los Jueces, quando aJrope/latldo las leyes despojan al
ciudadano ele su libertad, hacienda, y honor sin oírle, ni admitir sus defensas o apelaciones,
o mand411 algllna cosa eonJra ley; en cuyo copflictc no tiene otro recurso el vasallo más que
acudir a su Rey. su Señor Natural, y Protector, o a sus Tribunales supremos. para qlle le libren
y 'defiendan de la op,.esión." 140
~
JI!. MtxIco INDEPENDIENTE (GENERALIDADES)
En tal sentido, que revela la. esencia misma del individualismo, está concebido el mencionado
artículo 24 de la Constitución de Apatlingán, que textualmente dice: "la felicidad del pueblo
106 EL JUICIO DE MoIPARO
Sin embargo, Héaor Fix Zamlldio considera que "La Constitución de Apatzingán no sola-
mente establecía sistemas de naturaleza preventiva destinados a. lograr la marcha equilibrada de
las instituciones políticas, sino que collsagcó 'en forma rudimentaria', instrumentos procesales
para reparar las violaciones que las autoridades pudieran realizar en perjuicio de la Ley Fun-
damental. .," y agrega: "En la parte final del articulo 237. " se encontraba situada la siguiente
disposición: Cualquier ciudadano tendrá derecho de reclamar las infracciones que notare." "Esto
no significa, continúa dicho autor, que los constituyentes tuviesen el propósito definitivo de
establecer un procedimiento destinado a la tutela de los derechos fundamentales, consagrados
en su capítulo V", concluyendo que "pero de cualquier manera, aunque sea inconscientemente y
todavía en germen, se encuentra en dicha Ley Fundamental el principio relativo a la reclama-
ción de los ciudadanos contra las violaciones constitucionales, por 10 que de haber tenido
eficacia, hubiera podido conducir a una tutela procesal de la amplia gama de los derechos del
hombre que dicha carta consagro en su parte dogmática".UG
No creemos pertinente, para el cabal desarrollo del tema que estamos tratando,
referirnos al Plan de Iguala y al Tratado de Córdoba, por carecer éstos de la carac-
terística de todo ordenamiento constitucional, o sea, la de ser organizadores, primor-
dialmente, del régimen gubernamental del Estado. Dichos documentos, aunque ais-
ladamente, como mera fórmula del proceder político de sus autores, contienen algunas
bases fundatorias del sistema de gobierno, propiamente constituyen un conjunto de
reglas transitorias a las cuales se sujetó una actuación determinada y perentoria, o
bien, un convenio para finalizar una etapa de luchas y contiendas. Por consiguiente,
aun cuando el Plan de Iguala y el Tratado de Córdoba del año de 1821 son elemen-
tos de inestimable valor para conocer la ideología política de sus protagonistas y
partes, no deben figurar, en cambio, entre los ordenamientos constitucionales mexi-
un análisis efe ella, pero basta decir que es una constitución republicana, democrática, central, re-
presentativa y congresional que estaba destinada a desaparecer tan pronto como terminara Ja lucha
para dar lugar a la reun ión de un congreso constituyente que dietara la Constitución definitiva."
(Fragmento de un articulo publicado en "EI Universal" el 27 de octubre de 1948.)
141) "La Defetua de la ConJlillldón en el Decreto COnJlilUfionaJ para la libertad de la Amé.
rifa Mex;fana." Estudio citado por Felipe Remolina Roqucñí en su monografia "u Constitución
de AptllZingán"J Pág. 8'.
lOS EL JUICIO DE AMPARO
Tanto dicha Constitución, como la anterior a que DOS acabamos de referir, es decir, la de
Apatzingán, estuvieron precedidas por importantes documentos jurídico-políticos, cuyo estudio
deliberadamente DO abordamos, ya que la finalidad primordial que perseguimos en esta somera
indagación histórica, consiste en determinar si en los ordenamientos constitucionales a que hemos
aludido y en los que posteriormente mencionaremos, Se consigna o no algún recurso, medio o
institución que haya sido antecedente de nuestro juicio de amparo. En nuestro libro H U S Garan-
lías Individua/el', hacemos una sucinta narración de la historia político-jurldica del México
independiente, por 10 que, en obvio de repeticiones. nos remitimos a las ideas que sobre dicho
tópico y en nuestra citada obra exponemos.wt 7 1418
legalidad. Fuera de esta escasa enunciación de derechos del gobernado frente al Esta-
do, la Constitución de 1824 no establece, como la de Apatzingán, la consagración
exhaustiva de los derechos del hombre, por lo que bajo este aspecto es inferior a ésta.
Si en cuanto a la declaración de las garantías individuales es deficiente, por ma-
yoría de razón debemos concluir que la Constitución de 1824 tampoco consigna el
medio jurídico de tuteladas. Sin embargo, en la última parte del inciso sexto de la
fracción V del artículo 137, se descubre una facultad con la que se invistió a la Corte
Suprema de Justicia, consistente en "conocer de las infracciones de la Constitución
y leyes generales, según se prevenga por ley", atribución que, podría suponerse, pu-
diera implicar un verdadero control de constitucionalidad y de legalidad, según el
caso, ejercitado por dicho alto cuerpo jurisdiccional.
Bien es cierto que esta disposición, juzgada teóricamente) encierra un principio de
control constitucional y legal que debiera haber sido reglamentado por una ley espe-
cial, mas su utilidad práctica fue nula, pues nunca se expidió la citada ley bajo la
vigencia de la Constitución de 1824, de tal manera que se organizara el ejercicio
de la facultad, en forma análoga a la regulación instituida por las distintas leyes
reglamentarias de amparo que posteriormente se expidieron y a las cuales nos habre-
mos de referir. Por eso nos es dable afirmar que si la disposición que comentamos
contiene un principio de control constitucional y legal ejercido por la Corte Suprema,
éste nunca existió ni práctica ni positivamente, ya que nunca se promulgó la ley
reglamentaria respectiva, que propiamente viniera a implantarlo.w"
yéndose que la Federación estaba interesada "en que Su Tribunal Supremo de Justicia conozca
de las infracciones del Código Y de las Leyes en que aquélla se sostiene". Como se ve, la con-
sabida facultad fue expresamente reiterada por el Poder Legislativo de la Unión, al rechazar
terminantemente su pretendida abolición, sin que, no obstante, y como ya hemos dicho. se
hubiese expedido la ley secundaria para organizar procesalmente la atribución de control
constitucional y legal a que hemos aludido.1.fiO
Las Siete Leyes Constitucionales del año de 1836 cambian el régimen federativo
por el centralista, manteniendo la separación de poderes. La característica de este
ruerpo normativo, que tuvo una vigencia efímera, es la creación de un superpoder,
verdaderamente desorbitado llamado el "Supremo Poder Conservador", fruto proba-
blemente, de la .imitación del Senado Constitucional de Sieyes,''' habiendo sido su
160 aro Derecho Público Mexicano.-Isidro Montiel y Duarte-e-T. Il. Págs. 300 Y 304.
101 Como antecedente doctrinario mexicano de dicho Poder Conservador, en que se alude con
espíritu critico a los sistemas de control constitucional por vía política, puede citarse la obra del
licenciado Barquera, aparecida en el año de 1822, intitulada "Lecciones de Política y Derecbo
Público para instraccíán del pueblo mexicano", misma que comenta concienzudamente el licenciado
Hilado MeJina en un artículo periodístico publicado en "El Universal" con fecha 13 de octubre
de 1948. Nos permitiremos insertar algunas ideas que se contienen en la citada obra acerca del
poder conservador: "Publicistas modernos (entre ellos, posiblemente, Sieyes}, deseosos de asegurar
el equilibrio de los poderes, para evitar la tiranía de muchos, más temible que la de uno solo.
quieren que se adopte un tribunal conservador, que vendría a ser como la clave de la bóveda en el
edificio social. Como el poder ejecutivo propende al despotismo por un vicio de la naturaleza
humana y el legislativo a la democracia, lo que se desea es un gobierno libre de estas propensiones
tan perjudiciales a la sociedad, lo que se consigue con un poder intermedio que contenga Jos
extremos y los conserve en feliz contacto. Este poder conservador podría ser un monarca moderado
conduciendo un cuerpo de ministros que bajo su responsabilidad ejerce el poder ejecutivo, siendo
el monarca una -especie de divinidad reguladora que al mismo tiempo influye en la acción tem-
pIada de los otros poderes; pero si aun se quisieren multiplicar los resortes de firmeza y de -seguri-
dad, puede este tribunal conservador componerse de un número proporcional con los representantes
de la Nación, escogidos entre los de más probidad, sabiduría y buen nombre, de edad "madura, y que
hayan dado pruebas de un decidido amor a la patria en el sentido riguroso de la palabra:'
Dentro de las facultades de control constitucional que Barquera asignaba a dicho poder conser-
vador, se encuentran las siguientes: "declarar la infracción de la Constitución en los actos Iegislati-
vos o ejecutivos o si alguno de esos podeces se excede de los límites constituidos, ya sea que Jos
advierta o que se denuncien por la imprenta o por insinuaciones verbales (sic) previa justificación
legal. y poi último, declarar suficientes los procedimientos judiciales o formales establecidos por la
ley cuando ha lugar a la revisión del Aeta Constitucional, pudiendo convocar a una asamblea ad hoc".
ANTECEDENTES HISTÓRICOS MEXICANOS DEL JUICIO DE AMPARO ! 11
más ferviente propugnador don Francisco Manue/ Séncbez de Tagle. Estaba este orga-
nismo integrado por cinco miembros, cuyas facultades eran desmedidas, hasta tal punto
de constituir una verdadera oligarquía. 1 6 'Z Bien es cierto que, como se lee en las frac-
ciones 1, 11 Y III del artículo 12 de la segnnda Ley, su primordial funci6n consistía
en velar por la conservación del régimen constitucional, mas su ejercicio dista mucho
de asemejarse al desplegado por el Poder Judicial Federal en las Constituciones de
1857 y vigente.'"
En efecto, el control constitucional ejercido por el denominado "Poder Supremo
Conservador", no era, como 10 es el que ejercen los Tribunales de la Federación, de
índole jurisdiccional, sino meramente político, y cuyas resoluciones tenían validez
"erga omnes". Se ha querido descubrir en esta facultad controladora con que se invis-
ti6 al Supremo Poder Conservador, un fundamento hist6rico del actual juicio de
amparo, consideraci6n que es pertinente en atenci6n a la teleología genérica de éste
y de la aludida facultad, O sea, la consistente en ser ambos, en sus. respectivos casos de
.162 Don Isidro Montiel y Duarle, al referirse al Supremo Poder Conservador, que califica de
"monstruoso", se expresa en los siguientes términos: "Un lugar oscurísimo veremos siempre en el
derecho constitucional que estableció entre nosotros el 'Supremo Poder Conservador', con una supe-
rioridad inconcebible respecto del Poder Judicial, del Ejecutivo y aun del Legislativo, pues autorizado
estaba para suspender a la Alta Corte de Justicia, para declarar la incapacidad física y moral' del
Presidente de la República y hasta para suspender por dos meses las sesiones del Congreso General.
Un poder tan monstruoso, fue creado COD el fin de sostener el equilibrio constitucional entre Jos
poderes y el de mantener o restablecer el orden constitucional en los casos en que fuere turbado;
y aunque no pudo ser más plausible el propósito, de seguro que el medio fue completamente
inadecuado, porque la eficacia de la acción de un poder tan exorbitante, no pudo derivarse sino de
un profundo y religioso respeto al principio de autoridad; y este respeto qued6 completamente rela-
jado desde el momento en que se vio levantada una entidad enteramente desconocida, cuyas plantas
podían hollar impunemente la supremacía de nuestros altos Poderes aun en su existencia colectiva.
De otra manera, si se hubiera conseguido, habría sido crear, DO el poder moderador autorizado en el
Imperio del Brasil, sino un poder desp6tico que nos hubiera oprimido con toda la fuerza del viento
de las pasiones políticas que hubieran agitado a los hombres en cuyas manos se ponía una arma tan
formidable." (Derecho Público Mexicano. Tomo 111, Pág. 4.)
Para don Aljonso Ntl1'iega el Supremo Poder Conservador fue "la creación más importante de
la Constitución de 1836 y el complemento natural de la Declaración de Derechos del Mexicano"
y su implantación "la cuestión .más debatida" en el Congreso que elabor6 dicho ordenamiento.
habiendo dado motivo "a las más apasionantes controversias, no tan s610 jurídicas, sino fundamen-
talmente políticas, ya que Santa Anna, que luchaba por la conquista del poder absoluto, siempre
vio con malos ojos la posibilidad de que existiera en la ley fundamental una institución que podría,
por su propia naturaleza, tanto más si llegaba a tener eficacia, ser usada en contra de sus aspi-
raciones" {Pensamiento Conservador y Conservadurismo Mexicano, obra en cuyo capítulo V el
citado autor realiza un estudio exhaustivo sobre el mencionado Poder desde diferentes puntos de
vista, tales como el doctrinal, el histórico, el genético parlamentario y el pragmático, remitiéndonos.
por nuestra parte, a las consideraciones que lo informan).
168 Conforme a las disposiciones apuntadas, el Supremo Poder COnservador podía: "I.-Ded~
rar la nulidad de una ley o decreto dentro de dos meses después de su sanci6n, cuando sean
contrarios ti arl1culo expreso de la Constitución, y le exijan dicha declaración o el Supremo Poder
Ejecutivo o a la Corte de Justicia, o parte de los miembros del Poder Legislativo en representación
que firmen dieciocho por lo menos.-II.-Declarar, excitado por el Poder Legislativo o por la
Suprema Corte de Justicia la nulidad de 10.1 «10.1 del Poder Ejecutivo, cllando sean contrarios
a Lt Con.1titución o a la.r leyes (control de constitucionalidad y de legalidad), haciendo esta decla-
raci6n dentro de cuatro meses contados desde que se comuniquen esos actos a las autoridades
respectivas.-IJI.-Declarar en el mismo término la nulidad de 10.1 «tos de la Suprema eme de
Justicia, excitado por alguno de los otros dos Poderes, y sólo en el caro de u.1urptUión de facultade.1."
Las demás dilatadísimas atribuciones del Supremo Poder Conservador, que en obvio de trans-
cripciones no las reproducimos, pueden consultarse en las obras "Derecho Público Mexicantl' y
"Leyes PundiZfl1ntt¡z}es de Méxicú', respectivamente de don Isidro Montiel y Duarte y de don Felipe
Tena Ramirez. -
112 EL JUlCJO DE AMPARO
15io Dentro del ejercicio concreto de sus exorbitantes funciones, el Supremo Poder Conservador'
hizo una declaración que revelaba su situación real: la de ser un órgano incondicional del general
Antonio Lépea de Santa Anna, a cuyos designios en no pocas ocasiones estaba supeditado. En
efecto. por declaración de 23 de enero de 1839. interpretando la "voluntad" de la Nación. expresé
dicho Poder que su Alteza Serenísima se encargase del gobierno de la República, por ausencia del
Jefe del Ejecutivo y por estar "físicamente impedido" el Presidente del Congreso que deberla
sustituir a éste.
Sin embargo, el Supremo Poder Conservador asumió un gesto de dignidad y valor civil. desem-
peñando con entereza sus funciones controladoras del orden constitucional establecido en la Ley
Fundamental de 1836, al declarar contrario a sus principios preceptivos un decreto expedido por el
Congreso General en el que se dispuso que. fuesen juzgados militarmente los ladrones y sus cóm-
plices. En el caso específico mencionado, la impugnación a dicho decreto correspondió a la Corte
Suprema de Justicia y de tal suceso da una interesante versión el licenciado Pran~i¡(o Parada Gil',
cuyos términos nos permitimos transcribir:
"El Congreso General lanzó un decreto por el cual se dispuso que fuesen juzgados militar-
mente en consejo ordinario de guerra los ladrones de cualquiera clase y todos sus cómplices, ya
fuesen aprehendidos por la jurisdicción militar, por la fuerza armada, por la policía o por cualquie-
ra persona privada" a no ser que obrasen en auxilio los jueces ordinarios, La Corte: Suprema estimó
'atentatoria, abusiva e injuriosa para las autoridades judiciales dicha ley, y en tal virtud excitó al
Poder Conservador para que declarase su nulidad', y así se hizo. Pero como el Gobierno, por
virtud de ciertas circunstancias, se negara a acatar lo dispuesto por el Poder Conservador, llevó el
asunto a la Cámara de Diputados, que sostuvo la opinión gubernamental. El Poder Conservador,
ANTECEDENTES HIS1'ÓRlCOS MEXICANOS DEL jurero D~ .o\!!PARO 113
en uso de sus derechos. tuyo por nula la declaración de la Cámara; el Gobierno expidió una
circular a las autoridades militares para que cumpliesen con el decreto relativo a la forma de juzgar
a' los ladrones y sus cómplices; y la Corte Suprema de Justicia ordenó a 10$ jueces que resistieran Jo
dispuesto por el Gobierno y acataran la decisión del Poder Conservador que babía declarado nulo
el mencionado decreto." (Breve Reseña Hist6rit" de /" Suprem4 Corte de JUJticia de /a NIKi6n.
1929.-Págs. 24 Y 25.)
Por otra parte, en ejercicio de la facultad de "interpretar" la "voluntad de la Nación" y violando
por servilismo político. la misma Constitución cuyo mantenimiento implicaba su primordial función,
el Supremo Poder Conservador, mediante decreto de 17 de diciembre de 1838. declaró que "Que-
riendo la nación. el que en las actuales y extraordinarias circunstancias, todos los mexicanos Ie
presten los servicios de que cada uno sea capa.z, es su voluntad que el gobierno pueda emplear
libremente a todos los individuos que crea íÍtiles, en las comisiones que tuviere a bien. c¡¡a}ql/ierl1
que sean las restricciones constitucionales que /0 impidan ... JI
1~5 La expedición de este ordenamiento ostenta un marcado carácter ilegítimo. según se ad-
vierte en su gestación política, a Ia . que brevemente aludimos en nuestras obras "Las G4f'd11tÚlS
Indif/idll41es" y "Derecho Constitucional Mexüano".
•
114 EL JUICIO DE AMPARO
.1li6 "Voto" inserto en el "Derecbo Público Mexicano" de don Isidro Montiel y Duarte, Tomo
In, págs. 139, 145 Y 146. Sin embargo, Ramírez. 11 pesar de que invoca aparentemente la 'Íamoslo.
obra de Tocqueville, surgida a la luz pública en el año de 183'J propuso un sistema político de
control constitucional, según .podrá advertirse, distinto del jurisdiccional imperante en Jos Estados
Unidos y que es el que precisamente estudia el célebre jurista y político francés.
11'
r~."'~ ;
VIII. Coxsrrrtrcróx
t ~ +."
Los lineamientos generales esenciales del juicio de amparo establecidos por las
Gonstituciooes de '7 y de 17 se encuentran en la obra de Rej6n, con la circunstancia
ventajosa, como ya dijimos, de que lo hada procedente contra cualquier violación a
cualquier precepto constitucional, que se tradujera en un agravio personal y en los
términos que exponemos a continuación: Daba Rejón competencia a la Suprema Corte
para conocer de lodo juicio de amparo contra actos del gobernador del Estado (Poder
Ejecutivo) o leyes de la Legislatura (Poder Legislativo) que entrañaran una violación
al Código Fundamental. A los jueces de primera instancia también Rejón los repu-
'100 bis Este Proyecto fue discutido durar.~e tres meses y "la Constitución que emanó de él,
y al que se ciñó con ligerísimas modificaciones:, estuvo vigente desde el 16 de mayo de 1841"
según 'afirma Carlos A. Ecbánove Trojillo (Ch. 1.4 OlHa ¡_ríJica de Manuel C. Rej6n, publicación
del Sindicato de Abogados del D. F., 1937).
116 > > EL 'JUICIO DE AMPARO
taba como órganos de control, pero sólo por actos de autoridades distintas del gober-
nador y de la legislatura que violaran las garantías individuales, siendo los superiores
jerárquicos de los propios jueces quienes conocían de los amparos interpuestos contra
sus actos> por análogas >violaci~nes constitucionales. , >
.',"' I
Por su parte. los artículos 63 y 64 de dicha Constitución, disponían: "Art. 63: Los jueces
de primera' Instancia ampararán, en el goce de los derechos garantizados por el articulo anterior
a Jos que les pidan su prot~d6n contra cualesquiera funcionarios que no correspondan al orden
judicial, decidiendo breve y sumariamente las cuestiones que se susciten sobre los asuntos' indi-
cedes," ..Art. 64: De los. atentados cometidos por los jueces contra los citados derechos, conoce-
rán sus respectivos superiores con la misma preferencia de que se ha hablado en el articule
precedente, remediando desde luego el mal que se les reclame, y enjuiciando inmediatamente
al conculcador de las mencionadas garantías."
El sistema de amparo propuesto por Rejón perseguía las finalidades siguientes, según se
advierte de los preceptos; transcritos:
En los dos primeros Casos. el amparo procedía ante la Suprema Corte de Justicia de Yuca-
tán (art. '3). y, en el último ante los jueces de primera instancia o ante sus superiores
jerárquicos (erts. 63 Y 64).
Conforme a este sistema; el amparo tutelaba, ea favor de cualquier gobernado, loda la
ConIIÍlUti6n, pero s610 contra actos de la legislatura y del gobernador o "Ejecutivo reunido",
así como toda la /egiswián s(I(unJaria respecto de actos de éste. Sin embargo, frente a actos
de autoridades distintas de la legislatura. o del ejecutivo. el amparo únicamente propend1a a
preservar las garanlías individuales. es decir, nada más las disposiciones constitucionales que
las contenían (art. 62). Sin embargo, ello no implica que la violación de tales garantías por el
Ejecutivo o el Legislativo no hiciese procedente el .amparo COntra los actos respectivos. ya que
cualquier ley, decreto o providencia de dichos 6rgano~que las infringiesen, serian concomitante
e inescindiblemente contraventores de la Constitución, surtiéndose la hip6tesis de procedencia
prevista en el articulo '3. Debemos reconocer, no obstante. que el amparo ideado por don
Manuel Crescendo Rejón no configuraba un medio completo o integral de control constitucio-
nal, pues las violaciones a la Constitución que cometieran autoridades diversas de la legislatura
o del gobernador contra preceptos diferentes de los que consagraban las garantías individuales.
no lo hacían procedente. .. .
Con la creación del juicio de amparo R~jÓD prácticamente vine a establecer la SUpr6matÍlZ
del Poder ludkiaJ, lo que se encuentra corroborado por las siguientes palabras del insigne ju-
rista yucateco, vertidas en la exposición de motivos de su Constitución: "Pasando ahora de un.
" Poder (el Ejecutivo). que hace siempre uso .de la violencia para conseguir los fines que se
propone. la Comisión entrará a otro, el más apacible y tranquilo de los tres... y que apoyado
en la fuerza moral que debe darle .la justicia de ses fallos, necesita. poco de la materia para
obtener la consideración que merece. Lafiranía procura mantenerlo en la abyección y nulidad
a que le hemos visto reducido en el régimen colonial; pero es de la primera importanda y se
le abastece de grandes facultades en los gobiernos libres .. ; De ahí es que, en -Ios Estados
ANTECEDENTES HISTÓRICOS MEXICANOS DEL JUICIO DE AMPARO " ...,
,; ~
En efecto, al aludirse en ésta al Poder Judicial, se asienta: "Así (es decir, mediante la su-
jeciórr de los fallos judiciales a la Constitución y la invalidación de los actos del Poder Legislativo
y del Poder Ejecutivo cuando fuesen contrarios a ella por la Suprema Corte yucateca), se pondrá
un dique a los excesos y demasías de las Cámaras; y los (iuJadatiol contarán COn un arbitrio,
para reparar las injusticias del Ejecutivo del Estado, sin verse en la precisión de exigir responsa-
bilidades contra funcionarios, que tendrán siempre mil medios -de eludirlas, y que aun cuando
se exigiesen, s610 darían por resultado la aplicación de una pena a los transgresores de la ley, y
jamás la reparación completa del agravio a la persona ofendida. Se hará también innecesaria
la creación de un poder conservador monstruoso, que' destruya las instituciones fundamentales á
pretexto de conservarlas, y que revestido de una omnipotencia política sea. el árbitro de los des-
tinos del Estado, sin que haya autoridad que modere sus abusos.
"Por otra parte, dotado así el Poder Judicial de las facultades indicadas con más las de
proteger en el" goce de las, garantías individuales al oprimido por los empleados del orden político,
que abusan casi siempre de la fuerza, por el apoyo que les presta. el gobierno de que inmedia-
tamente dependen, no queda desnaturalizado sacíndosele de su esfera. Tampoco se hace de él
un poder temible, cual 10 sería si se le encargase de impugnar las leyes de un modo teórko
y general,. pues que entonces al erigirse en censor del legislativo, entrada abiertamente en la
escena política, dando apoyo al partido que le contrariase; y llamando todas las pasiones que pu-
diesen interesarse en la contienda. con peligro de la tranquilidad del Estado;
"Así es, que aunque según el proyecto; se da al Poder Judicial el derecho de censurar la
legislación, también se le obliga a ejercerlo de una manera oscura Y' en casos pankularél, ocultan-
do la importancia del ataque a las miras apasionadas de las facciones. Sus sentencias, pues, como
dice muy bien Tccqueville, no tendrán por objeto más que el descargar el golpe sobre un imerél
personal, y la ley s610 se encontrará ofendida, por casualidad. De todos modos la, ley así cen-
surada no quedará destruida: se disminuirá sí su fuerza moral, pero no se suspenderá su efecto
material. Sólo perecerá por fin poco a poco y con los golpes redoblados de la ;uriJpruJen(ia,
siendo además fácil de comprender, que encargado al interés particular promover la (enlllra de
fa¡ leyes, se enlazará el proceso hecho a éstas con el que se siga a un hombre, y habrá de consi-
guiente seguridad de que la legislación no sufrirá el más leve detrimento, cuando se le deja
expuesta por este sistema a las agresiones diarias de los partidos; En fin, multiplicándose por el
medio referido los fallos contra las leyes inconstitucionales, se harán éstas ineficaces, teniendo
las Cámaras por lo mismo que derogarías, y sacándose de consiguiente la ventaja de COnservar el
Código fundamental intacto, por un antemural el más fuerte que se ha levantado contra la tiranía
de las asambleas legislativas. .
/
118 EL JUICO DE AMPARO
El influjo eidética a que nos acabamos de referir se comprueba can la simple consulta de la
obra de Tccqueville, quien afirma: "Cuando un juez con motivo de un proceso ataca una ley
.relativa a este proceso. extiende el circulo de sus atribuciones. pero no se sale de él, puesto
que le ha sido necesario, digAmoslo asl, juzgar la ley para llegar a juzgar el proceso. Cuando
pronuncia sobre una ley sin partir de un proceso sale completamente de su esfera y se interna
en la del poder legislativo" (principio de relatividad).' "El juez americano no puede fallar
sino cuando hay litigio; nunca se ocupa más que de un caso particular; y para obrar, siempre
debe aguardar a conocer de él" (el mismo principio y el de iniciativa o instancia de parte).
"Si el juez pudiese atacar las leyes de una maneta teórica y general; si pudiese tomar la iniciativa
.para censurar al-legislador, entraña en la escena política; y siendo defensor o adversario de algún
"partido, atraerla las pasiones que dividen el país pata tomar parte en la lucha. Pero cuando
el juez contrarresta una ley en un debate oscuro y acerca de una aplicación particular, oculta eI1;
parte el embate a las miradas del público. Su sentencia no tiene más objeto que descargar el gol.
pe sobre UD interés individual y la ley no se lesiona sino por casualidad. De esta manera, la'
ley así censurada no queda destruida; se disminuye, si, su fuerza moral, pero su efecto material
no se suspende. Poco. a POCO. y bai() los golpes f'eJobllJllos de la ;urúprudencia, a la postre
sllfllmbeJJ (principio de relatividad).l68
El control constitucional de las leyes por vía de excepción o defensiva imperante en los
Estados Unidos queda patentizado por Tocqueville con las siguientes expresiones: "Cuando
se invoca, ante los tribunales de los Estados Unidos, una ley que el juez estima contraria a la
u, Es::posici6n inserta en la obra citada en la nota anterior, págs. 158 y 159 del tomo 111.
1G8 fiLa Démoualie en Ammt¡ue",.. 12a. edición, 1848, tomo 1, Págs. 160. 163 Y 164.
ANTBCEDBNTESHlST6R1COS MEXICANOS DEL JUICO DE AMPARO 119
constitución, puede rebasarse a aplicarla. Esta potestad es exdusiva del magistrado americano,
. teniendo la gran influencia poUtica que de ella se. deriva", agregando "Jos americanos' han'con-
ferido. pues, a sus tribunales un inmenso poder político; pero obligándose a no atacar las leyes
s~o por medios judiciales:' 159 . .
, En el' año de '1842 se designa una comisión, integrada. por siete miembros, cuyo
cometido consistla en elaborar un' proyecto_ constitucional para someteí:lo' posterior-
mente a la consideración del Congreso.'·· Figuraba en dicha 'éomisión don Mttriano
Otero, quien, en unión de Bspinos« de lo! Montero! y de Mufíqz Ledo; disintió del
parecer de las personas restantes que constitulan' la mayorla. El proyecto de la mino-
na de 42 era de carácter eminentemente individualista y liberal, a tal punto que
declaraba que los derechos del individuo deblan ser el objeto principal de protecáón
de las instituciones constitucionales, consagrando una especie de medio de control del
régimen establecido por la Constitución jurisdiccional y polltico, combinación de ca-
racteres que engendraba un sistema híbrido, con las consiguientes desventajas, que
distaba mucho de emular siquiera al implantado por Rejón en Yucatán.
Daba el proyecto de Otero competencia a la Suprema Corte para conocer de los
"reclamos" intentados por los particulares contra actos de los poderes ejecutivo y
legislativo de los Estados, violatorios de las garantías individuales. Como se puede
observar, el sistema creado por Otero era inferior, jurídicamente hablando, al instituido
por Rejón, pues, además de que en este caso las autoridades responsables sólo podlan
ser el ejecutivo y legislativo locales, quedando por ende fuera del control jurisdic-
cional el poder judicial local y los tres poderes federales, sólo se contraia el "reclamo"
a las violaciones a las garantías individuales, a diferencia del sistema de Rejón que 10
hacia extensivo a toda infracción constitucional con las modalidades que ya se expu-
sieron. En cuanto a la suspensión del acto reclamado, ésta estaha encomendada a los
tribunales superiores de los Estados.
Pero, como ya dijimos, el sistema de Otero no solamente consagraba un medio
de control jurisdiccional, sino que en él se conservó el polltico de la Constitución de
1836, ya no ejercido por el oligárquico "Poder Conservador", sino por las legisla.
turas de los Estados, a las cuales incumbía hacer de la declaración de inconstitucionali-
dad de las leyes del Congreso General, a peticiOO no ya del particular afectado, sino
"del Presidente de acuerdo con su Consejo, de diez y, ocho diputados; seis senadores
o tres Legislaturas", fungiendo la Suprema Corte como mero 6rgano de escrutinio, es
decir, su injerencia en el control político se reducía a compntar los vOtos' emitidos
por los diversos poderes legislativos en los Estados.
El sistema hlbrido de Otero, además. de engendrar las desventajas que un régimen
de control por 6rgano polltico ocasiona, es muy inferior al de Rejón por las razones ya
aducidas. Sin'embargo, el gran mérito de Otero consisti6 en que fue el autor de la
f9muiIá 'jurídica que en~erra los efectos dé la sentencia recaída en un juicio de ampa-
ro, y que implica al mismo tiempo la característica de un régimen de control jurisdic-
cional, como ya veremos, f6rmula que se contiene tanto' en la Coastitución de 57 como
que
ei\' la' vigente y" 'dice: "Lasenteiicia: será siempre tal, que sólo se oórpede indí:
a en
vjduos particulares,'limitándOse' ampararlos, y protegerlos, ,el caso especial sobre
el que verse la. queja, siri hÚer una declaración general respecto de la' ley o acto,que '13
motivare" (fracci6n I(del articulo' ~07 ·COf1stitucional). ' ., "
: El proyecto elaborado por el grupo mayoritario, en el 'que figuraba don fosé F. Ra-
mlrez, también consigné un sistema de preservación constitucional, dentro del que se
atribuyó a! Senado la' facultad de declarar nulos los actos del Poder 'Ejecutivo que
fuesen contrarios a la Constitución General, a las particulares de. Jos Departamentos
a
o' las leyes genitaIes, teniendo dicbas declaraciones efectos' "erga omoes"."'.
,Los gt!Jpos minoritarios y mayoritarios, ante la presión ejercida por el Congreso
Extraordinario' Constituyente de 1842, elaboraron un proyecto transaccional de Cons-
tituci60 que fue leido en sesi6n de 3 de noviembre 'dedicbo' año. Además de censa-
grarse, en su título tercero, las garantías individuales, .a manera de "Derechos Natu-
rales del Hombre", se estableci6 en él un sistema de tutela, constitucional de carácter
polltico, atnbuyendo a la amara de Diputados la facultad dedeclarar la nulidad de
los actos de la Suprema'Corte de Justicia o de sus Salas, en el caso de usurpaci6n de las
atnbuciones de los otros poderes o de invasi6n a la 6rbita competencia! de los tribu-
nales departamentales o de otras autoridades; considerando a! Senado como 6rgano de
control para anular los actos del Poder Ejecutivo cuando fuesen contrarios a la Consti-
tucl6li General, a las particulares de los Departamentos o a las leyes generales. A la
Suprema Corte de Justicia el citado proyecto la facult6 para suspender las 6rdenes del
¡¡<>biemo contrarias a la Con~tituci60 o Ieyés generales. ' ,,,Jo
~, El proyecto constitucional elaborado por vía de transacci6n entre los grupos mi-
noritario y mayoritario de la Comísién del Congreso Extraordinario Constituyente de
1842, no obstante haberse comenzado a discutir, no llegó a convertirse en Constitu-
ción, merced a que por decreto de 19 dé diciembre de dicbo año, expedido por don
Antonio L6pez de Santa Anoa, se declar6 disuelto, nombrándose en su sustituci6n a
una Junta de Notables.
EL artículo S del Acta de. Reformas ya esbozó la idea de crear un medio de control consti-
tucional a través de un sistema jurídico que hiciera efectivas las garantías individuales al
disponer que "Para asegurar los derechos del hombre que la. Constitución reconoce. una ley fijará
las garantías de libertad, seguridad, propiedad e igualdad de que gozan todos los habitantes de la
República, .y establecerá los medios de hacerlas efectivas,"
Por su parte, el artículo2' del ordenamiento a que nos estamos refiriendo. cristaliza las
ideas de don _Mariano Otero acerca del amparo, Otorgando competencia a los tribunales de la
Federación pata proteger a "cualquier habitante de la República, en el ejercido y conservación
de los derechos que le conceden esta Constitución. y las leyes constitucionales, contra todo
ataque de los poderes legislativo y ejecutivo, ya de la Federación, ya de los Estados. limitándose
dichos tribunales a, impartir su protección en el taso particular sobre el que verse el proceso,
sin hacer ninguna declaración general respecto de la ley o acto que la motivare".
acerca de lo, incompleto que se presenta en, comparadón con el instituido por Rejón,
lo que, no obstante, constituye ya un .progreso en nuestro Derecho Público. ."
( :-,
Al trabU del proyecto de la minoría de 42. dijimos que Otero combinó el régimen -de eco- .
ecl poUtico con el jurisdiccional a que acabamos de aludir. encontrándose el primero ~ en
los artículo 22. 23 Y 24 del Acta de' Reformas de 47, y que dicen respectivamente: Art. 22:
·"Toda ley de, los Estados. que ataque la CotÍstinición o las leyes generales. será declarada nula
por el Congreso, pero ~ta declaración s610 p~ci ser ~iciada en 'la Cám~'!'de-'SenadO~';;
.Art. 23: "Si dentro de un mes de publicada una ley del Congreso General, fuera 'reclamada romo
anticonstitucional, o por el Presidente, de acuerdo con su Ministerio, o por diez diputados o seis
senadores, o tres legislaturas, la Suprema Corte. ante 1& que se haré el. reclamo, someterá-la
le)' al examen- de las Legislaturas, las que dentro de tres meses, y precisamente en un mismo día,
darán su voto. Las declaraciones se remitirán a la Suprema Corte, y ésta publicará el resultado,
quedando anulada la ley, si así 10 resolviere la mayoría de-las Legislaturas"; Art. 24: "En el.
ceso de los dos artículos anteriores, el Congreso General y las Legislaturas. a su vez, se con-
traerén a decidir únicamente si la ley de cuya invalidez se trata, es o no anticonstitucional. y en
toda declaración afirmativa, se insertarán a la letra la ley anulada y el texto de la Constitución .
o ley general a que Se oponga."
Las ideas de Mariano Otero, que, como ya dijimos, fueron acogidas en sus perfiles
cardinales en el Acta de Refonnas de 1847, se contienen en su célebre "voto partictllar'
de 5 de.abril del propio año. Dicho "voto", además de entrañar un valiosísimo documen-
to en la historia del Derecho Constitucional de nuestro país, encierra muy importantes
enseñanzas en esta rama jurídica, implicando un estudio penetrante de sus diversos
aspectos, que legitima a su autor como uno de los más brillantes juristas mexicanos.
En el citado "voto particular.... Otero expone las razones que, en su concepto, fundan el
sistema mixto de protección constitucional establecido en el Acta de Reformas. argumentando
al respecto que: ..... es indispensable dar al Congreso de la Uni6n el' derecho de declarar
nulas las leyes de los Estados que importen una violación del Pacto federal, o sean contrarias
a las leyes generales; porque de otra manera el poder de un Estado seda superior al de la
Unión, y el de ésta se convertiría en una mera irrisi6n. Pero, para evitar que Se hagan declara-
ciones imprudentes, ya se consulta que estas leyes 5610 puedan iniciarse en la Cámara de Sena-
dores. la cual representa el principio federativo en toda su fuerza, y da las mejores garantías
de calma y circunspección; y además se establece que la mayoría de las Legislaturas de los
Estados tenga el derecho de decidir en todo caso si las resoluciones del Congreso general
son o no anticonstitucionales. De esta manera cada Estado en particular está sometido a la
Uni6n y el conjunto de todos será el árbitro supremo de nuestras diferencias y el verdadero
poder conservador. de las instituciones. Si hay todavía otro medio más eficaz de robustecer el
principio federativo, si se conoce otra mejor garantía de las libertades de los cuerpos confedera-
dos, yo no la propongo. porque no la conozco. .
"Los ataques dados por los poderes de los Estados y por los mismos de la Federación a los
particulares, cuentan entre nosotros por desgracia numerosos ejemplares, para que no sea sobre-
manera urgente acompañar el restablecimiento de la Federación con una garantía suficiente
para asegurar que no se repetirán más. Esta garantía sólo puede encontrarse en el poder judiáaJ,
protector nato de los derechos de los particulares, y' por esta razón es s610 conveniente. Aun
en las monarquías absolutas, refugiada la libertad en el recinto de los tribunales. ha hecho
que la justicia encuentre allí un .apoyo cuando han faltado todas las garantías políticas. Un
escritor profundo ha observado que la amplitud y responsabilidad del Poder Judicial era el .más
seguro signo de la libertad de un pueblo, y por esto yo no he vacilado en proponer al Congreso
que eleve a grande altura el Poder Judicial de la Federación, dándole el derecho de proteger a
todos los habitantes de la República en el goce de los derechos que les aseguren la Constitución
y las leyes constitucionales. contra todos los atentados del Ejecutivo o del Legislativo. ya de los
ANTECEDENTES HISTÓRICOS MEXICANOS DEL JUICIO DE AMPARO 123
A pesar de que Rejón formó parte del citado Congreso, no aparece signando el Aeta de
Reformas que éste expidió el 18 de mayo de 1847. Su mencionado biógrafo y jwto panegirista,
E~hánof/~ Tru¡iUo, explica la ausencia de don Crescencio por un incidente, que resultó ser ca-
lumnioso, a través del cual se le lanzó la imputación de haber estado en connivencia con un señor
Benton, comisionado por el gobierno de los Estados Unidos, para entablar negociaciones que se
consideraron ruinosas para México a propósito de la guerra empeñada entre ambos países; De
tal imputación Rejón quedó reivindicado; mas a. pesar de ello, optó por no volver al Congreso,
pretextando enfermedad. "Si don Crescencio hubiera estado presente en las discusiones {del
"voto" de don Mariano Otero al que acabamos de hacer referencia), concluye Echánove, segura.
mente hubiese evitado que, por una falta de penetración de Otero, se hubiera excluido al poder
judicial de entre las autoridades capaces de infringir la Constitución y establecido, frente por
frente del nuevo procedimiento indirecto y puramente jurisdiccional, el directo y peligroso de
oposición de poderes" (el político a que antes se aludi6).1.ell
La Comtituci6n d. 1857, emanada del Plan de AYlltla, que fue la bandera política
del partido liberal en las Guerras de Reforma, implanta el liberalismo e individua-
lismo puros, como regímenes de relaciones entre el Estado y el individuo. Puede afir-
marse, pues, que dicha Constitución fue el reflejo auténtico de las doctrinas imperantes
en la época de su promulgación, principalmente en Francia, para las que el individuo
163 "La vida pasional fI inquieJa de Cresrencio Rei,,6tr", Págs. 409 Y 410.
1(J~ Op. cit., pág. 411.
iee Idem, pág. 420.
124 '. .. EL '-JUICIO' DE . AM-PARO
Pues bien, ambas posturas estatales, individualista-y liberal, derivan claramente del articu.
. lado de la Declaración de los Derechos del' Hombre de 1789 y se encuentran plasmados en
nuestra Constitución Federal de .18~7, euyo artículo primero dice a la letra: "EI pueblo mexi-
cano reconoce que Jos derechos del hombre son la base y el ob;efode las instituciones sociales.
En consecuencia, declara que todas "les leyes y todas Ias autoridades del pa1s deben respetar y
: sostener las garantías-que otorga 'la presente Constitución." Efectivamente, de la simple lectura
del precepto que acabamos de transcribir se desprende que el Código Político de 18~7 consideró,
fiel a la tesis individualista, que los derechos del hombre no sólo son el objeto de las instituciones
jurídicas, sino su base mis-ma...Los autores de dicha Constitución, además, implícitamente se
declararon partidarios del jusnaturalísmo en materia de derechos del hombre, tal como puede
colegirse de la exposición de motivos respectiva, que en su parte conducente. dice: ','Persuadido
el Congreso de que la sociedad para ser justa, "sin 10 que no puede ser duradera, debe respetar
los derechos concedidos al hombre por su Creador, convencido de que las más brillantes y
deslumbradoras teorías políticas SOn torpe engaño, amarga irrisión, cuando no se aseguran.
aquellos derechos, cuando no se goza de libertad civil, ha definido clara y precisamente las
garantías individuales, poniéndolas a cubierto de todo ataque arbitrario. El aeta de derechos
que va al frente de la Constitución, es un homenaje tributado en vuestro nombre; por vuestros
legisladores a los derechos imprescriptibles de la humanidad. Os quedan, pues, libres, expeditas,
todas las facultades3}J.Ie del Supremo recibisteis para el desarrollo de vuestra inteligencia, para
el logro de, vuestro bienestar:' ' - .
~ En"efecto. de la segunda parte del artículo primero se desprende que toda 'autoridad debe
respetar y sostener las garantías individuales y en" la exposición de motivos "relativa se expresa:
"El Congreso estimó como base de toda prosperidad, de todo" engrandecimiento. la unidad na-
cional, y por tanto, se ha empeñado en que las instituciones sean un vinculo de fraternidad,
fin medio seguro de lJeglW a establefer armonías, y ha profundo tzl,¡ar (llanto producir pudiera
(hoques y resistencias, colisiones y (oflf/i(/OF'" lo cual viene a indicar, sin .dejer lugar ti. dudas,
que al Estado se reputó romo un mero vigilante de", las relaciones entre' particulares, cuya
injerencia surge"cuando el desenfrenado desarrollo de la- libertad individual acarrea disturbios
en la convivencia social.
Hemos hecho las anteriores digresiones alrededor del 'artículo primero de la Cons-
titución de 57, para comparar a este precepto con el relativo de nuestra Constitución
vigente y poder así constatar la diferente ideología politica que en materia de garan-
tías individuales se contiene en ambos ordenamientos fundamentales.
Pasando ahora a los derechos individuales públicos específicos contenidos en la
Constitución de 57, cuyo estudio o análisis extralimitaría el tema que desde un principio
hemos seleccionado, y que abordamos en nuestro libro intitulado "Las Garantías Indi-
viduales", diremos que encierra los mismos que la Constitución. vigente, dentro de los
cuales destacan por su singular importancia los contenidos en sus artículos 14 y 16 a
los cuales nos referiremos menos someramente al tratar el control de legalidad. •
Contrariamente a lo que acontecía con otros ordenamientos jurídicos mexicanos y
extranjeros, que consagraban los derechos del hombre en forma meramente declara-
tiva, sin brindar un medio para su protección, la Constitución de 57 inJtitl'Ye el juicio
de amparo, reglamentado por las distintas. leyes orgánicas que bajo su vigencia se
fueron expidiendo, tal como genérica y básicamente subsiste en nuestra Constitución
vigente, cuyos artículos (de ambas Leyes Fundamentales) 101 y 103, respectivamente,
son iguales con toda exactitud.
En la Constitución de 57 desaparece el sistema de control por órgano político que
estableció el Acta de Reformas de 1847, documento que, según hemos afirmado, lo
combinó con el sistema jurisdiccional. En el proyecto respectivo, la Comisión del Con-
greso Constituyente de 1856-57 que lo elaboró y de la que formó parte don Ponciano
Arriaga, _enfoca una justificada y severa crítica contra el régimen político de tutela
constitucional implantado en la citada Acta, pugnando, en cambio, porque fuese la
autoridad judicial la que proveyese a la protección de la Ley Fundamental en los casos
concretos en que se denunciase por- cualquier particular alguna violación a sus manda-
mientos y mediante la instauración de un verdadero juicio, en que los fallos no tu-
.,vieran efectos declarativos generales. Por revestir singular interés el pensamiento de la
Comisión Redactora del Proyecto de Constitución de 57 sobre la manera como debía
operar la preservación constitucional, no podemos resistimos a transcribir :la parte
conducente de. la exposición de motivos correspondiente.
"Era nuestro sistema poner en' público y serió combate la potestad soberana de la Federa-
ción con la soberanía de un Estado, O a la inversa: abrir una lucha solemne para declarar la
pendencia. por el ejercido de otro poder también soberano," que gira y se mueve en órbita dife-
rente: confundir así los atributos de los poderes federales con los de los Estados, haciendo a
éstos agentes de la Federación unas veces. y otras convirtiendo a los de la Federación en tutores
o en agentes de los Estados. La ley de un Estado, cuando ataca la constitución o leyes gene-
rales, se declaraba nula por el Congreso; y la ley de éste, reclamada como anticonstitucional, se
sometía al juicio de la mayoría de las legislaturas. En cu.a1quier caso era una declaración de
126 EL JUICIO DE AMPARO
guerra de potencia a potencia, y esta guerra venía con todas sus resultas. con sus más funestas
consecuencias'. Los gobernadores tenían obligación de promulgar y ejecutar las leyes del Con.
greso federal. como si fuesen empleados de esta administración, y el poder de la Unión bada
sucumbir al del Estado: en uno y otro extremo quedaba siempre desairada y envilecida. una
de las dos autoridades. sancionada la discordia y hasta decretada inevitablemente la guerra
civil. No es éste el sistema federal, pues si éste fuera. sería necesario proscribido y execrado.
Si nos fuera posible resumir en, breves y concisas palabras toda la teoría, todo el mecanismo
del sistema federal, lo haríamos en esa sencilla fórmula: "para todo lo concerniente al 'poder
de la Federación desaparecen, deben desaparecer los Estados; para todo lo que pertenece a
éstos, desaparece. debe desaparecer el poder de la Federacién; . ," Pero nacen dudas, se
suscitan controversias: ¿quién califica? ¿Quién las decide? Repiten los que quieren el soña-
do equilibrio de un poder conservador. las dudas Y controversias entre la Federación y los
Estados, y entre ésta y aquéllos, se resuelven y califican, naturalmente. por los mismos medios
legales de que usan los individuos cuando litigan sus derechos. No invocan su exclusiva
autoridad. ni cada uno delibera como parte y como árbitro, ni se retan y se tiran guantes.
ni apelan a las armas: van ante un tribunal, y ahí, en un juicio 'con todas sus formas, se
decide la contienda, con la diferencia' de que. en el litigio de un individuo con otro, la sen-
tenda es directa. universal. positiva, comprende todo el círculo de 10:5 derechos discutidos.
mienlras que en la contienda contra un soberano, la sen/entia es indiretlll, particflLu, nega·
/iva, no iutu detLutUiones generales, ampara, declara libres a los parlkuJaus quejosos tk Id
obJigtUi6n de cumplir la ley o el eao de qlle se quejan: pero d~a imana, ton todo\ru vigor
y prenigio, no aldea de frente, a la tUltoridad de qlle eman6 la ley o el acto qlJe dio
motivo al iuicio." 16&
forme a $U. texto se conservé la Intervención del. jurado. popular para calificar el hecho
infractor de la Ley Fundamental. SiJ1 embargo, al expedirse ésta se suprimió dicbo
¡",aJo, para atribuir la competencia exclusiva de conocer de todas las controversias
que se suscitaren por leyes O actos de cualquier autoridad que violaran las garantías
individuales o que vulnerasen el régimen federal, a los tribunales de la Federacián
(art. 101), eliminándose así la injerencia en dicha materia de los tribunales de los
Estados y consignándose en el artículo 102 los principios cardinales que informan
al, sistema de protección constitucional por órgano y por vía jurisdiccionales, como
ion los de iniciativa de la parte agraviada, la substanciación judicial del procedi-
miento y la relatividad de los fallos correspondientes.
Congreso constituyente quiso y orden6 que en estos juicios (los de amparo) se procediera con
la garantIa de un jurado compuesto de vecinos del distrito a que corresponda Ia parte aetora,
el cual calificaría el hecho", agrei,indose que ..... esta conquista del Congreso constituyente,
este gran principio de la Constituci6n, 10 eché- por tierra el encargado de la minuta (León
Guzmán), que suprimió el artículo 102 del proyecto, cuya discusión se verificó en los días
28, 29 Y 'O de octubre de 1856, declarándose en este suficientemente discutido por 70 votos
contra 13, y aprobado en votación nominal por 56 contra 27", concluyéndose que "El punto
es gravísimo, pues habiendo necesidad de reformar la ley orgánica sobre juicios de amparo,
('1 ésta (es decir;' 13 que sustituyó a Ja de \1861 y_ se 'expiwó en enero <k: 1869). ten.drá':que
basarse en el a.rt1culo·supruwdo,.y DO ~ .el 101 de la Constitución" (SiC).169 ,
La importante revista juríc;lica "El Derecho", en el número correspondiente _al.!? de oc-
.tubre de- 1868. se oCupó -de "tan trascendental cuestión, espccíecdo lo 'siguiente: "Parece que
- la Constitución de' 18:;7 no está: del todo conforme con laS diversas resoluciones acordadas
por' el Congreso constituyente al discutirle. En días. pasados se promovió en el' Congreso;' a
, moción del Sr. diputado Mata, que' se nombrase una comisión especial que -ccmparara el texto
con "aquellos acuerdos. Después se dijo que en !"J artículo 29 que habla de .la. suspensión de
garantías se suprimió 'la palabra inaiv!duaJeJ.. UJt~mainen~e El Globo .del día s del corri;;ore:
fundéndcse en .Ias . actas ofidales. de "las sesiones "de ~ asa.mblea_~ 18'6: asegura" .que fue
sup~ido un artí.culo íntegro, el que e5t.1!-hJeda. el' jurad.o para ~~ jui90s· de amparo: Es~
supresión parece indudable, porque tanto en las actas 'citadas oficiales, como 'en la historia
de ese Congreso escrita por el Sr. Zarco, consta. la aprobación del artículo omitido.
"En nuestra opinión,. sean cuales fueren las resolcdcaes de aquel Congreso, que aparea-
can. suprimidas en eljexto publicado, tal omisi~n .no puede importar la nulidad de ninguna
ley posterior, COmo .pretende el autor del artículo de El Globo. Si la comisión encargada de
formar la minuta de la Constitución de 8n hizo modificaciones u omisiones; si los secre-
tarios aseguraron al darse lectura a esa minuta que estaba conforme con los acuerdos; y si el
Congreso la aprop6. más. bien que suscitar aquella duda que puede ser origen de 'estériles
y peligrosas disputas, pudiera decirse que el Congreso mismo habla consentido con aquellos
actos, en las modificaciones o supresiones que se han notado., '
"Por otra. parte, los .acuerdos omitidos no pueden tener fueraa alguna obligatoria. 'Pofque
.las leyes únicamente la tienen por la promlllg4fión: y México sólo ha tenido y tendrá. por
texto oficial de.Ia Constitución de 57, al que fue publicado por .el gobierno con la firma de
los diputados de la nación. Si hubo o no falta en haber hecho ~as omisiones ó reformas.
ya es otra cuestión muy diversa; pero no hay raz6n fundada para querer que' formen parte
de la ley ccnstirucional, ni mucho menos para suponer la nulidad de actos posteriores que
tienen su origen en el texto oficial, que únicamente tiene el carácter de ley por haber sido
debidamente promulgado. .
.. ¿ Puede el actual Congreso, que no es constituyente, declarar que esos acuerdos son
parte de la Constituciénf ¿No -importarla esto una verdadera adici6n? ¿Quién podrá asegu•
. rar que la asamblea de 856 al aprobar la" 'minuta no consinti6 en las omisiones citadas, revc-
cando de este modo sus anteriores acuerdos?" 110
La alteración substancial que sufrió el artículo 102 del Proyecto mediante la su-
presión mencionada, a pesar. de que este precepto había sido aprobado en sus términos
originales por el Congreso, no dejó de achacarse exclusiva y personalmente a don
León Guzmán, habiéndosele imputado el grave cargo de modificar la voluntad deñ-
nida del Constituyente.:
Don León Guzmán. al contestar la imputación que en este sentido le lanzó el periódico
"La Libertad" en el año de 1879,. explicó pormenorizadamentc el proceso que se observó den-
tro. del mismo Congreso para examinar la minuta de Constitución por él elaborada, haciendo
notar que las alteraciones que introdujo al mencionado artículo 102, tal como fue aprobado
por la asamblea, fueron sancionadas por ésta en la sesión sotemoe . que se celebré el mismo
día en que se. juró la Constituci6n, es decir, el 5 de febrero de, 1857.
En desagravio de .tan destacado diputado constituyente, séanos permitido transcribir la
versión que él mismo dio acerca de la manera como se consintieron expresamente por el Con.
greso las modificaciones que aquél hizo al mencionado precepto: "La. sesi6n del día 5. dice.
ha sido extraordinariamente solemne y. ha comenzado por el a~~ importantísimo que vemos
169 Datos y transcripciones tomados del periódico "El Globo"· ( número correspondiente al 8
de octubre de 1868). citados en la obra "EJ Juicio de Amparo y el Po.k-¡NJieial de la Feder«iónJl•
RecopilaCIón elaborada por don Manuel Yáliez Ruiz (196'), Tomo. 11; Libro 1, Págs. 176 y 181.
110 "El Derecho", Tomo l. Págs. 121 y 122;. ." ,
ANTECEDENTES HISTÓRICOS MEXICANOS DEL ]mCIO DE "AMP_ARO 129
a describir. El señor Mata se colocó en una tribuna, teniendo en la mano el que ahora es
autógrafo de la Constitución; un Secretario colocado en la otra tribuna, tenía los artículos
originales; dos secretarios colocados en la mesa, tenían la minuta aprobada. Abriendo todos
sus respectivos documentos, el señor Mata leía en voz alta y los secretarios comparaban el
texto del autógrafo con el de los originales y el de la minuta. Después de esta operación
minuciosa, la Secretaría certificó que el texto del autógrafo estaba exactamente conforme con
los artículos aprobados y con la' minuta también aprobada. Entonces se procedió a firmar el
autógrafo y después 3 jurarlo. Esto ha pasado en presencia de más de cinco mil personas."
"Séanos lícito estampar aquí una observación. Si antes de- poner a discusión la minuta o
dentro de esa discusión misma, se hubiera acusado a Le6n GU7JDán de infidelidad en el des.
empefio de su cometido. su obligación de contestar' al cargo era notoria; pero ¿puede decirse
lo mismo cuando el Congreso se dio por satisfecho de la exactitud del trabajo, y cuando asumió
la responsabilidad, con el mismo hecho de aprobar la minuta, y cuando todos los diputados
firmaron el autógrafo? ¿ De cuándo acá las comisiones consultoras son personalmente. res-
ponsables de los acuerdos del Congreso? Por más que Seamos apasionados, tenemos la obliga-
cién de ser justos; y para ser esto último, tenemos necesidad de confesar que aun en el caso
de que León Guzmán, al extender la minuta, hubiera alterado algunos O muchos artículos de
la Constitución, su responsabilidad personal ha cesado, desde el momento en que el Con.
greso aprobó la minuta. A partir desde ese momento, León Guzmán no reporta más que la
parte que le corresponda en la responsabilidad colectiva.",111
9'
130 EL JUlOO DE AMPARO
Los constituyentes de 17 no dan razón alguna, expresamente. que los haya inducido a cam-
biar radicalmente no s610 el texto, sino el espíritu mismo de la Constitución de 57 en 10
tocante a las garantías individuales. Nosotros. sin embargo, creemos que existe una cazón de
lógica fundamental, que seguramente tuvieron en cuenta los autores de nuestro actual ordena-
miento constitucional, a saber, la consistente en que, al introducirse garantías de carácter so-
cial, al no ser ya el individuo el objeto de protección preferente de las instituciones sociales...
al darle al Estado mayor intervención en la vida social, la declaración individualista resultaba
incongruente con, el contenido del articulado constitucional. Al transformar, pues, los ccesrt-
reyentes de 1916-17 la actividad del Estado, atribuyéndole mayor radio de acción, forzosamente
tuvieron que adoptar otro principio general respecto a las garantías individuales. que son,
como repetimos. producto de una concesión por parte del orden jurídico constitucional, y
no elementos intangjbles, como las reputaba la Constitución de 1857. 11 2
Así, verbigracia, el artículo 123 constitucional instituye las bases mínimas generales. con-
forme a las cuales se debe formar la relación de trabajo y determinar sus consecuencias juri-
dices, bases que no pueden ser materia de modificación desfavorable para el trabajador.
Pues bien. para hacer efectivas en la realidad esas bases constitucionales. Interviene pficiosa-
mente el Estado en beneficio de la clase débil. con el fin de hacerlas respetar en la relación
jurídica entre trabajador y patrón, sancionando los casos que las contravengan con la nulidad
o bien con medidas más severas, según el caso.
En la solución de.! problema agrario también se manifiesta con claridad la intervención
que al Estado da la Constitución en las relaciones sociales. Asi, por ejemplo, el texto del
artículo 27 constitucional que se refiere a las dotaciones y restituciones de tierras yaguas,
particularmente, erige al Estado, por conducto de sus órganos autoritarios respectivos, en
verdadero agente no s6lo en los procedimientos correspondientes, sino en la organización y
formación del nuevo régimen de propiedad agraria. hip6tesis en las que la oficiosidad
de la actuación del poder público es manifiesta. hasta tal punto de oponerse a la voluntad de
los mismos beneficiados como acaece en un sinnúmero de casos prácticos, que sería prolijo
mencionar.
Bastan, pues, las ligeras y breves digresiones que acabamos de hacer, para demos-
trar que en el régimen jurídico instituido por la Constituci6n de 17, opera con noto-
132 EL JUICIO DE AMPMO
Las dos primeras tendencias han culminado en dos importantes obras dentro de la lite.
ratura jurídica sobre nuestro juicio constitucional y que consisten en interesantes biografías
de los mencionados hombres públicos respectivamente elaboradas por los licenciados Carlos
A. Ecbénove Truji/Jo y F. Jorge Gaxiola. En tales obras, sus autores" achacan a sus sendos
biografiados el galardón de ser cada uno, con exclusión del otro, el forjador de la institución,
y es curioso observar que a" Rejón lo denomina su panegirista el "padre del amparo", en
tanto que a Otero su biógrafo le asigna el calificativo honroso de "creador" del dicho juicio.
Parece ser que la inclinación histórico- jurídica a considerar como autor del juicio./
de amparo a don Mariano Otero prevalece sobre la contraria, es decir, sobre la que
arroja la paternidad respectiva al insigne yucateco, quien es conceptuado por don Ma·
nuel Herrera y Lasso como mero "precursor" de nuestra institución.
. .La disputa sobre la paternidad del juicio de amparo, en el sentido de estimar a·
ésta como el mero acto creador de nuestra institución, nos parece no sólo infundada,
sino absurda. En efecto) el fenómeno creativo no se resuelve en un simple hecho, sino
que se traduce en una serie de actos concatenados entre sí producidos por una especie
de sinergia eidética, o sea, en .un proceso de elaboración que comienza con' la mera
concepción de la institución de que se trate hasta su implantación definitiva y perfec-
cionada. Es más, una institución jurídica no nace, en un sistema estatal determinado,
aislada y desvinculada en forma completa de algún precedente nacional o extranjero,
esto-es, nunca surge a la vida normativa por modo íntegro y absolutamente Original,
ya que su aparición es en la mayoría de los casos la consecuencia de un proceso evo-
lutivo previo que afecta o debe afectar a todos los órdenes de derecho que tengan
un origen cultural común.
Es por ello por 10 que, salvo rarísimas excepciones, una institución jurídica" en
cuanto a su creación, es decir, desde su mera concepción, sugerida muchas veces
por la realidad y por precedentes especulativos, hasta su implantación positiva y
vigente, nunca obedece a un solo y simple acto, sino a un conjunto de hechos te1eol6-
gicamente encadenados, o sea, a un proceso de elaboración o formación, atendiendo
a lo cual no es ni lógica ni realmente posible imputar la paternidad institucional a
~na. pe~sona sol~cnte~, c?m~ er;óneamente" lo hacen, a nuestro :ntender, t~to los
partidarios del ongen rejoniano" del amparo, como los que sostienen que el autor'
de éste lo fue el ilustre jalisciense Otero.
134 EL JUICIO DE AMPARO
11'8 Es de. suponerse fundadamente que Rej6n conoció el régimen constitucional norteameri-
cano al través de la maravillosa obra de Alexis de Tocqueville, La Demorracia en Aml,ita, en la
. que su autor presenta un estudio completo del sistema normativo federal de los Estados Unidos.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS MEXICANOS DEL jUlOO DE AMPARO
En cuanto a la adopción del término "amparo" como denotativo del objeto mismo
de las sentencias que en el juicio constitucional se pronuncian, no nos atrevemos a
sostener '1"" Rejón haya sido su novedoso y original implantador, pues dentro del
vocabulario jurídico español no era desconocida la expresión "amparar y proteger"
a alguna persona contra actos arbitrarios de alguna autoridad, según se asienta en la
narración a que aludimos con antelación, inserta en el "Diario de los Sucesos Nota-
bles" de don Antonio de Robles.'"
La intervención de don Mariano Otero eri lo que' atañe a la formación del juicio
de amparo Se cristalizó tanto en el Proyecto de la Minoría de 1842, como en el Acta de
Reformas de 1847, cuyo articulo 25 otorgaba competencia a los tribunales de la Fede- .
ración para proteger a "cualquier habitante de la República en el ejercicio y COnserva-
ción de los derechos que le conceden esta Constitución y las leyes constitucionales;
contra todo ataque de los poderes legislativo y ejecutivo, ya de la Federación, ya de los
Estados, limitándose dichos tribunales a impartir su protección en el caso particular
sobre el que verse el proceso, sin hacer ninguna declaración general respecto de la ley
o acto que la motivare". Pero, aparte de este sistema de control constitucional por
órgano jurisdiccional, Otero introdujo en el Acta de Refotmas de 1847, según ya afir-
marnos, un régimen de preservación de la Constitución en el que el Congreso Federal
fungía como entidad de tutela, al estar investido con la facultad de declarar "nula"
una ley local que pugnare con disposiciones del ordenamiento fundamental o de las
"leyes generales" (federales). Tal anomalía, consistente en combinar dentro del mismo
orden constitucional dos sistemas de protección notablemente diferentes, como lo son
el jurisdiccional y el político, posiblemente haya obedecido, por un lado, a que Otero
no se percató de la extensión tutelar completa y de la naturaleza unitaria del amparo, lo
que sí aconteció con Rejón y, por otra parte, a la influencia que sobre el preclaro jalis-
ciense ejerclan aún los regímenes políticos de preservación constitucional que imperaron
en algunos países extranjeros, como Francia, y que dieron su fruto positivo, entre nos-
otros, con el famoso Supremo Poder Conservador de la Constitución centralista de 1836.
Independientemente de que, conforme a nuestra opinión, la estructuración jurídica
del amparo en el sistema de la Constitución Yucateca de 1840 es, bajo algunos primor-
diales aspectos, superior a la que se estableció en el Acta de Reformas de 1847, po-
demos afirmar que el pensamiento de Rejón y de Otero es, en términos generales, clara-
mente coincidente, circunstancia, que nos induce a suponer que no es posible señalar
ninguna primada lógica de las ideas de uno sobre las del otro o viceversa. Sin embargo,
desde un punto de vista estrictamente cronológico, ¿a cuál de los dos juristas cupo la
honra de externar primero la idea del amparo y de su forma funcional, en términos
análogns a los que caracterizan a dicha institución en nuestro Derecho Constitucional?
Estimamos que a don Manuel Crescencio Rejón, quien, con anterioridad a don Mariano
Otero, implantó en su Estado natal un medio de preservación constitucional que presenta
las mismas y fundamentales características de nuestro artual juicio de amparo, hege-
monía cronológica que no está desvirtuada por ningún dato histórico que condu=
------ .
Véase el apartado 11, in fin"
1.14 de este mismo capítulo. Además, consúltese la interesante
obra de don Andds Lira González que ya hemos invocado Intitulada "El Amparo Colonial 1 ,1
Juicia de Amparo M",i(ano".
136 EL JUIOO DE AMPARO
a la, conclusión contraria. 11" bis Debemos advertir que no por ello escatimamos la gloria
legítima que incumbe al insigne jurista jalisciense en la formación de nuestro juicio
constitucional, pues gracias a él esta noble institución jurldica se erigió, de local, en
federal, y, por ende, en nacional, al establecerse en el Acta de Reformas de 1847.
En consecuencia, nuestro _juicio de amparo, perfeccionado ya en la Constitución
Federal de 1857, adquirió vida jurídica positiva a través de la integración sucesiva
de sus elementos peculiares en la obra conjunta de Rejón y de Otero; al primero
incwnbe el galard6n de haberlo' concebido e implantado con sus notas esenciales, como
institución local, correspondiendo al segundo el honor de haberlo convertido en .fe-
deral en el Acta anteriormente aludida.
Las leyes reglamentarias del juicio de amparo, es decir, aquellas que establecen el
procedimiento con todas sus derivaciones y _aspectos, mediante el cual los órganos
constitucionalmente competentes ejercen el control de los actos de las autoridades
estatales lesivos de las garantías individuales y del orden constitucional en sus. diver-
sas hipótesis, pueden clasificarse -cronológicamente en tres grupos, a saber: aquellas
que corresponden a una época anterior a la Constitución de 57; aquellas que regla.
mentan el juicio de amparo durante la vigencia de ésta y las que Se expidieron bajo
el imperio de la Constitución de 1917.'''
11" bi6 El maestro Alfonso Nori4g4 sostiene que nuestro juicio de amparo naci6 en el Acta
de Reformas de 1847. aludiendo con cierto desdén a la obra de don Manuel Crescencio Rejón., al
afirmar que "en Yucatán apareció un proyecte que debe considerarse como un antecedente de par-
ticular impcrtaacía, desde el año de 1840". (Cír. "Lecciones d4 Amparon, edición 1975. pág. 84.)'
No compartimos Ja idea de dicho traradísta.. pues según hemos demostrado, el insigne yueatcco
implantó por primera vez en un Estado de la República Mexicana dicha institución de control
constitucional, adscribiéndole la tónica esencial con que ha funcionado por más de un siglo. y
opera en' la actualidad.
. 116 Para el estudio de las citadas leyes reglamentarias 'del juicio de amparo recomendamos
la interesante monografía de Ni/iJa ROla Muñoz Vázqile: (1963); que presentó como tesis profe-
sional en la Facultad de Derecho de la ·U.N.A.M.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS MEXICANOS DEL jurero DE A.MPARO 137
órganos que conocían del juicio, a saber, si se trataba de actos de las autoridades federales,
la que ejercía el control respectivo era la Suprema Corte en Pleno, y si eran las locales,
correspondía a la primera sala de dicho cuerpo jurisdiccional el conocimiento y tramitación
respectivos. El proyecto de Fonseca puede decirse que contiene un antecedente del llamado
"incidente de suspensión", al expresar que en el caso últimamente citado, podría ocurrirse
también al Magistrado de Circuito para que éste temporalmente suspendiera el acto viola-
torio de las garantías individuales. El procedimiento instituido por el proyecto de Fonseca
era sencillísimo: presentada la demanda de amparo, se pedía a la autoridad responsable su
informe con justificación, solicitando además al fiscal (hoy Ministerio Público) su dictamen
sobre el particular. Dentro de los nueve días siguientes se verificaba una audiencia, pudiendo
las partes presentar sus alegatos y acto continuo se pronunciaba la resoluci6n procedente,
que tenía efectos relativos de cosa juzgada.
Debemos hacer la observación que don José Urbano Fonseca no sólo concibió al amparo
como un medio tutelar de los derechos constitucionales del gobernado frente a cualquier
acto de autoridad, sino que extendió su protección a aquellos que estableciera la legislación
federal secundaria (art. 3)_
B.-En noviembre de 1861, ya bajo la vigencia de la Constitución de 57. se expidió la
Ley Orgánica de los artículos 101 y 102 de este ordenamiento. El procedimiento que estable-
cía era de lo más sencillo: el artículo 3° disponía que la demanda de amparo debía presentarse
ante el Juez de Distrito del Estado en que residiese la- autoridad responsable, el cual, después
de haber oído al promotor fiscal (hoy Ministerio Público), debía declarar si había o no lugar
a abrir el juicio de garantías, según lo indicaba el artículo 4°. Este precepto, además, ya con-
signaba un antecedente del incidente de suspensión, al establecer que cuando un caso fuera
de urgencia, se decretaría la suspensión del o de los actos reclamados. La ley de 1861 daba
competencia al Tribunal de Circuito, en el sentido de que "siempre que la declaración (del
Juez de Distrito) fuese negativa, sería apelable para ante dicho tribunal (art. 5), el cual
de oficio y a los seis días de haber recibido el expediente, resolvería sin ulterior recurso"
(art. 6°). Cuando el Juez de Distrito resolviera que era de abrirse el juicio de amparo, por
estar comprendido el caso de que se tratase dentro de los términos del articulo 101 constitu-
cional. se iniciaba el procedimiento, corriéndose traslado con la demanda de, amparo a las
autoridades responsables y al promotor fiscal y se abría después un período probatorio, transo
currido el cual se dietaba la sentencia correspondiente, pudiéndose ésta recurrir para ante el
Tribunal de Circuito. cuyas ejecutorias, a su vez, eran suplícables para ante la Suprema Corte.
Por lo que tocaba a los casos previstos en las fracciones II y ]11 del artículo 101 de la Cons-
tituci6n de 57, la reclamación de la violación respectiva se ventilaba observándose análogo
procedimiento, de acuerdo con los artículos 20 a 30, inclusive, de la Ley de que tratamos.
El ordenamiento reglamentario que COmentamos hizo procedente el amparo contra cual.
quier acto de autoridad violatorio de las garantías constitucionales. así como de las que, en
favor de todo habitante de. la República, otorgaran las leyes orgánicas de la Constitución,
según se 'advierte claramente de su artículo segundo. Se observa con facilidad que la Ley
de 1861 extendió la procedencia del juicio de amparo contra cualquier acto de autoridad
que no s610 violase las garantías instituidas en la Constitución. sino en sus leyes orgánicas,
10 que apunta la evidente tendencia de que el citado juicio asumiese el control de legalidad
respecto de los referidos ordenamientos.
"La Ley de 30 de noviembre de 1861, dicen los jurisconsultos Roias y García, era defi-
ciente, sin duda alguna: tenía que; serlo el primer ensayo de organización y reglamentación
de un estatuto nuevo, y que nuevo era no s610 en nuestro país. sino en el mundo; pero
debemos decir también, que no siempre ha sido apreciada esa ley con toda justicia: no han
sido justos los que hacen a los legisladores de 1861 el cargo de no haber comprendido el
juicio de amparo. Sí le comprendieron; y es de eso buena prueba que los preceptos más
dignos de atención contenidos en aquella ley, giran por completo. dentro, del pensamiento
constitucional y si en algo difieren de éJ, es en la tendencia a dar mayor amplitud al recurso,
como lo hemos hecho notar." 116
111 En la importante revista jurídica denominada "EI Derecho", cuya publicación se inició en
el mes de agosto de 186B y en la que los más afamados juristas de la época produjeron artículos y
monografías de positiva relevancia e, incluso, de aplicación actual, aparecen insertas varias ejecuto-
rias dictadas por los Tribunales de la Federación en diversos juicios de amparo regidos por la Ley
Reglamentaria de 1861. que someramente comentamos.
ANTECEDENTES HISTÓRiCOS MEXiCANOS DEL )UICm DE A.MPARO 139
mente es la verdad, vendrán a resolver la controversia más bien que tm1p4rando, ~tlSanJo
fallo; pues que mal podía llamarse amparo. que supone una protección inmediata. la anu-
lación de una sentencia ejecutoria.
"Tal idea, además, podría traer el inconveniente de abrir una cuarta. instancia a pretexto
de violación constitucional, lo cual no dejaría de ser peligroso; tanto para el pronto curso
de los negocios judiciales como para la forma política del país; pues sentado este pre-
cedente, la administración de justicia quedaría centralizada, los juicios no fenecerlan en los
Estados en donde se habían iniciado, sino que la Suprema Corte a titulo de amparo o casa-
ción, intervendría en la administración interior de· las localidades, anulando las decisiones
de su poder judicial." 118
La argumeatacién blandida por don Manuel Dublán para justificar desde el punto de
vista constitucional el artículo 89 de la Ley Reglamentaria que comentamos. se antoja scñstí-
'ce, pues dado el alcance de la procedencia del juicio de amparo conforme al articulo 101
de la Constitución de 57, es evidente que todo acto emanado de un juez en un procedi-
miento civil o penal, es un acto de autoridad y, como tal, susceptible de impugnarse me-
diante dicho juicio si se reputa violatorio de alguna garantía individual y específicamente
de la de legalidad consignada en los artículos 14 y 16 de la Ley Suprema.
Haciendo un esfuerzo para tratar de eludir la notoria inconstitucionalidad del mencio-
nado precepto secundario, se pretendió poco tiempo después de que don Manuel Dublán
expuso sus ideas en los términos que han quedado transcritos,' interpretar el invocado
artículo 8° en el sentido de que no era inconstitucional porque sólo se contraía a prohibir
el. amparo en "negocios judiciales", pero no para atacar la sentencia definitiva que en éstos
se pronunciara, cuando fuese contraria a alguna garantía individual. "El artículo 89 de la Ley
Orgánica es contra la Constitución. se afirmó, si le quiere dar la interpretación amplia de
que el recurso de amparo no cabe tratándose de sentencias judiciales; pero como no ha dicho
tal cosa, y las leyes deben interpretarse de manera que se concilien. hemos de concluir con el
sentir de que conforme a tal artículo, el amparo no procede en negocios judiciales, es decir,
durante ellos, mientras que penden del conocimiento de los tribunales, porque entonces éstos
pueden deshacer los agravios del inferior y corregir sus atentados. Si cabe la interpretación
que humildemente damos, el articulo 8 9 de. la ley no es inconstitucional, pero sí oscuro, y
a su sombra pueden concuIcarse los derechos, del hombre:' 119
. La indudable' oposición entre el artículo 8° de la Ley reglamentaria de 1869 y el articulo
101 de. la Constitución. de 57 patentizaba la restricción de la procedencia del amparo al
considerarlo inoperante en negocios judiciales. pese a la sutil distinción a que nos acabamos
de referir. Las opiniones de diversos juristas se pronunciaron a 'favor de la inconstituciona-
lidad que ostentaba dicho precepto secundario y por este vicio la Justicia Federal se negó
a aplicarlo, admitiendo las demandas de garantías que en la consabida materia se interponían.
.Don José María Lozano afirmaba, en efecto, que "La ley orgánica de este recurso de 19 de
enero de 1869, declara en su artículo 8' que no cabe en negocios judiciales. Contra esta
declaración ha sido Constantemente uniforme la jurisprudencia de la Corte de Justicia,
en el sentido de que el recurso de amparo es igualmente procedente contra los actos de la
autoridad judicial en negocios judiciales. Se ha creído que la fracción 1 del ·artículo 101,
hablando en general de los actos de cualquier aNtoridad comprende los de la autoridad
judicial; y que cuando estos actos en negocios judiciales. violan una garantía individual,
hay la misma razón que en otro caso cualquiera para proteger al ofendido en el goce de sus
garantías." 180 Del mismo parecer era don Silvestre Moreno Cora al sostener que "Esta ley
(la de 1869") que fue dada, COn el fin de reglamentar un procedimiento que tiene por objeto
remediar o corregir las violaciones constitucionales, encontr6 desde que fue sancionada
serias dificultades en su aplicación, por el vicio de inconstitucionalidad que se le atribuyó;
y hubo de caer uno de sus artículos, el que negó el amparo en negocios judiciales, bajo el
peso de las sentencias pronunciadas por la justicia federal. siendo la misma ley un ejemplo
de cómo la institución del amparo funciona nulificando hasta los preceptos legislativos.
cuando son contrarios a la Constitución." 181 Por su parte, el mismo don Migua/ Me;ía,
en su carácter de funcionario judicial federal, se negó a aplicar el mencionado articulo 89
atendiendo a su notoria inconstitucionalidad, aseverando que "Fue muy natural que el dtado
artículo 8 9 de la ley de 20 de enero de 1869 hubiese tenido, como tuvo. un éxito desgre-
dado. En la Suprema Corte de Justicia que funcionó desde la fecha de esa Jey hasta la
promulgación de la de 14 de diciembre de 1882, que la reformó, na tuvo eco ninguno, por
haberse reconocido a primera vista su ínconstitucionalidad. Y yo, desde mi humilde puesto
de Juez de Distrito del Estado de Hidalgo, cargo que desempeñé, sin la menor interrup-
ción. desde mediados de 1870 hasta el triunfo del plan de Tuxtepec a fines de 1876, me
pronuncié decididamente contra tal disposición desde el primer Instante en que tuve nece-
sidad de tenerla que aplicar:' 182
D.-La legislación anterior rigió hasta el 14 de diciembre de 1882, fecha en que se ex-
pidió una nueva, que en términos generales contenía una reglamentación parecida. En la Ley
de 82, se norma con mayor precisión la materia de la suspensión en los juicios de amparo,
a la cual nos referiremos oportunamente al tratar el tema respectivo. La tramitación observada
en cuanto al fondo del amparo era análoga a III de la ley anterior, admitiéndose el recurso
de revisión ante la Suprema Corte en contra de las resoluciones pronunciadas por los Jue-
ces de Distrito. A diferencia de Ja legislación de 69, la Ley de 82 ya admili6 la proce-
dencia del amparo eu los negocios ;udiciaJes de cerácter civil, siempre y cuando" se inter-
pusiese dentro de los cuarenta días siguientes a aquel en que hubiese causado ejecutoria
la sentencia que hubiese vulnerado alguna garanña constitucional. Por último, la ley que
someramente comentamos contenía un capítulo dedicado a la responsabilidad general en los
juicios de amparo. I
Es muy importante advertir que la Ley de Amparo de 1882 183 entre otras innovaciones,
introduce la figura procesal del sobreseimiento, aclarando y definiendo co~ más precisión
diversos conceptos utilizados en las legislaciones anteriores. Puede sostenerse, que mediante
la ley de 82 el juicio de amparo no s6lo se estructuró con más técnica, sino que ba¡o su
vigencia ahondó sus raíces en la conciencia jurídica nacional, pues como aseveran Rojas
y Garcíe a manera de vaticinio, nuestra institución "alcanzó su edad adulta y adquirió el
vigor que le asegura indefinidad y benéfica duración".llW
La reglamentación de los artículos 101 y 102 de la Constitución de '7, es decir, la ley
orgánica de amparo, fue incluida en 1897 y 1909, respectivamente, en los Códigos de Pro-
cedimiensos Federa/es y Federal de Procedimientos Civiles. El primero de dichos ordena-
mientos englobaba en su articulado gran parte de las leyes adjetivas federales que después
fueron segregéndose para constituir cuerpos legislativos autónomos.
E.-Tal vez los autores del Código de Procedimientos Federa/es de 1897 abrigaron la
intención de formar un solo cuerpo legal con todos los ordenamientos de índole adjetiva
federal, según se desprende de la denominación con que bautizaron a su obra. Pues bien,
fieles a ese supuesto propósito, no tuvieron empacho en insertar dentro de las disposiciones.
deJ Código mencionado un capítulo especial relativo al juicio de amparo, que "es, efectiva-
mente, un procedimiento de naturaleza federal. En general, la 'tramitación del amparo en el
Código de Procedimientos Federales de 1897 consiste en los mismos actos y consta de los
mismos períodos procesales que integraban su ventilación en las legislaciones anteriores,
empezando ya a esbozar el concepto de "tercero pel';udi(ado", que era "la .parte contraria
al agraviado en un negocio" judicial del orden civil". Respecto a la suposición del acto
reclamado, la reglamentación que establece la legislación de que tratamos presenta varias
analogías con la consignada por las leyes anteriores. Por 10 que concierne' a los principios
generales que informan al juicio de amparo, también el Código de Procedimientos Federales
está concebido en términos semejantes a los contenidos en los ordenamientos legales que le
precedieron, ya que todos ellos fl.l? son sino la reglamentación de los artículos 101 y 102
183 Esta ley la comenta con exhaustivldad don Fernando' Vega en su obra "14 Nueva Le}'
de Amparo", Edición 1873.
lfU Op, cit., 145.
ANTECE{)F.NTES HISTÓR!COS MEX!c.*l.-",mS- DEL JUIC!O DE .'\MPARO 141
uno de dichos "recursos (lato sensu) , perdía el derecho de ejercitar el otro. Ccnsiguien-
temente, la Suprema Corte, bajo el sistema de la Ley de 1919. podía revisar las sentencias
definitivas dictadas en segunda instancia por los tribunales federales o por los de los Esta-
dos (en caso de jurisdicción concurrente), con motivo de la aplicación o cumplimiento de
leyes federales o de tratados internacionales, bien mediante la interposición del amparo
directo contra ellas, o bien por conducto del recurso de súplica, ejerciendo en ambos casos
un control de legalidad, dada la forma en que estén concebidas las garantías consagradas
por los artículos 14 y 16 constitucionales, en sus partes conducentes.
En conclusión, una de las principales modalidades que introduce la Ley de 1919 en
materia de amparo es la consistente en que atribuye a la Suprema Corte una doble como
petencie, a saber, como revisora de las sentencias dietadas por los Jueces de Distrito [compe-
tencia derivada) y como conocedora en única instancia de los juicios de amparo contra las
sentencias definitivas recaídas en juicios civiles o penales.
H.-La Ley de Amparo de 1919 estuvo vigente basta enero de 1936, en que se pro-
mulg6 la que actualmente rige, a cuyo estudio está consagrada la presente obra. En cense-
cuencia, pues, y a reserva de referimos a los antecedentes histérico-legales de las diversas
instituciones que contiene, durante el desarrollo del tema propuesto, cerramos con las ccn-
sideraciones que anteceden este capitulo. .
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CAPITULO TERCERO
FUNDAMENTOS ]URIDICO-DOCTRINALES
DEL JUICIO DE AMPARO
1. CoNSIDERAOÓN PREVIA
Ill. CoNCLUSIÓN
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~
"Cfr. Capítulo Tercero "La Soberanía, el Poder Constituyente y el Poder Público" y Ceplru,
lSG
lo Cuarto "Teoría de la Constitución".
,FilA t
CApITuLO CUARTO
A través del estudio que hemos realizado en capítulos anteriores, nos es dable
advertir que, en atenci6n a sus antecedentes hist6ricos:(el juicio de-.amparo se ha re·
> ~o como un medio jurld.ico de protecci6n. o tutela de la ~omtitucionaJiddá, debi:=::.·
"> do aavertIrse, en corroborac16n de este aserto, que en el prtlner documento· llIriil/co.
? polltico mexicano que lo institllYó, como lile la Comtituci6rL,ucal.ecA de 1840,....!!!.-
? _PLocedenc/a se declar'; contra cua,"quier acto del goberndáor o l~, de La legislalflra
<f que, en agravio del goberndáo, violase la Co titución 1. no zinitamen/. los prece'!"os
/' en que consagr4!.a las garantías individuales.181
~ Originariamente, las instituciones que prece1ien en la historia al juicio de amparo,
tenian como objetivo principal, esencial y distintivo, la protección o tutela de ciertas
f
.. prerrogativas o derechos que los gobernados exigieron al gobernante, como fácilmente
se puede observar en el somero estudio d~l habeas corpus inglés y de lo?" recurs~s p":"a
1 preservar los derechos forales de los súbditos en el. Derecho Espanol, verbigracia,
que son antecedentes hist6ricos nítidos de nuestro medio de control.
181 Véase Capítulo Segundo, párrafo VIII.
~
10
146 EL JUICO DE AMPARO
Se observa. en efecto, en los Estados Unidos, cómo el juicio constitucional, según llama
RabaJ4 al conjunto de recursos que tienden a hacer efectivo el principio de la supremacía
de la Ley Fundamental, .es procedente por cualquier violación a. ésta, ya que "la Suprema
Corte conoce mediante el writ 01 error de todas las causas y procesos, aun fallados por los .
más altos tribunales de los Estados, cuando el litigio hubiere versado sobre la validez de un
tratado, ley o autoridad ejercida bajo el poder de los Estados Unidos, y la decisión haya
sido contraria a esa validez, o cuando se haya disputado la validez de una ley o autoridad
ejercida. bajo el poder de un Estado, por creerla contraria a la Constitución o leyes de los
Estados Unidos, y la sentencia haya sido favorable a esa validez".I88
De acuerdo con esta transcripción, el writ of error, sustituido desde 1928 por el
wriJ oj certiorari, que era uno de los recursos en que se manifestaba el juicio consti-
tucional norteamericano, tenía como finalidad principal tutelar toda la Constitución,
y no solamente los derechos públicos individuales, que son, parte integrante del
articulado dispositivo de ésta, de tal suerte que en los Estados Un-idOS la institución
de control es un verdadero medio mantenedor de la constitucionalidad, cuando menos
respecto de los actos de las autoridades(Judiciales.
Por otra parte, en diversos regímenes jurídicos a que nos hemos referido,Is9 prin-
cipalmente al tratar del Senado Conservador de 'sieyes, del Supremo Poder Conservador
de la Constitución centralista de 1836, etc., los medios de control respectivos aparecen
como verdaderos' elementos jurídicos de protección del orden constitucional, el cual,
por ende, históricamente se fev~I. como el objeto primordial de su tutela.
,: (El~ i~cio de amparo, pesde su creación hasta nuestros días, ha observado una
notatle evoluci60 teleológica que lo distingue en la actualidad como el medio más
er ecto de tutela constitucional. Su objetivo de ~eservaci60 se ha ido ensanChando
_hasta ~om<e..rtirlo en un e emento un ~q, e e.rotecCIÓ~ a toJo el ort!!!!. esta:I,,~¿?P:;¡;;;
~FII11Jame11tal,compren Iendo en su estructura uoofuria, a todas las mstítuctones
extran as que parcial y distintamente persiguen análogas finalidades.
En el Arta de Reformas de 1847, el amparo Se perfiló como un medio que pro-
pendía a tutelar únicamente las garantías que en favor del gobernado debieran coasig,
narse en una ley secundaria (art, 5'). Conforme a dicha Acta, el amparo, en el fondo,
no fue un medio de protección constitucional, sino de preservación del ordenamiento no
constitucional que hubiese establecido tales garantías. Bajo este aspecto, el juicio de
amparo en el Acta de Reformas de 1847 era notoriamente inferior al amparo "lue
se implantó en la Constitución Yucateca de 1840, según la cu~l procedía contra cual-
quier ley O acto opuestos a ella o que lesionaran los derechos del gobernado consigna-
dos en su texto. En-otras palabras, en tanto que el amparo en el Acta de Reformas de
1847 se ostent6 como un medio de control de un ordenamiento ordinario, o sea, como
protector de las garantías individuales cuya fijación se dejó a una ley secundaria, en la
Constitución Yucateca de 1840, en cambio, se reveló como medio de tutela constitu-
cional genuino. Bien es cierto que, como hemos afinnado,190 la citada Acta de Refor-
mas implantó un sistema 'de "anulación" de las leyes federales o locales que contra-
vinieran a la Constitución, pero también es verdad que tal sistema era de carácter
político y no jurisdiccional, como lo es el amparo.
En la Constitucián de 57, así como en la vigente (arts. 101 y 103, respectivamen-
te), el juicio de amparo no se presenta, desde el punto de vista del texto y aparente
alcance de ambos preceptos, como un medio de tutela constitucional integral, pues su
objetivo de preservación se encuentra fraccionado o parcializado. En efecto, conforme
a los artículos 101 y 103 citados, el amparo persigue dos finalidades diferentes, que, a
su vez, importan dos casos específicos distintos de su procedencia, a saber: a).--euaodo
por leyes o actos de cualquier autoridad se viole algrma gara11lÍa i11Jividtlal (fracción
1); y b).-cuando por leyes o actos autoritarios se altere el régim"" competencia] esta-
bleciJo por la Constitución 'entre las autoridades [ederales y las de los Estados (frac-
ciones II y I1I).Por tanto, atendiendo a la literalidad de tales preceptos, el orden
constitucional parece no protcgerie por el amparo contra cualquier ley o acto que no se
comprenda en alguno de dichos casos, o sea, que mediante él sólo se preservarían los
veintinueve primeros artículos de la Constitud60 y los que demarcan las respectivas
competencias entre las autoridades de laFederación y las locales (arts. 73, 74, 76, 79,
89,103,104,105,106,117,118,124 de la Ley Suprema actual).
Sin embargo, como veremos postcricrmente.w- nuestro juicio de amparo, al través
de la garantía de legalidad consagrada en el artículo 16 constitucional, tutela la Ley
Fundamental no únicamente en los casos específicos a que se refiere el artículo 103,
sino en relación con todas SUI disposiciones, por lo que, sin género de duda, es un
verdadero medio de control constitucional.
\
La. Suprema Corte de Justicia de la Nación no ha reafirmado directamente la característica
genérica del juicio de amparo que se acaba de mencionar, aunque de algunas ejecutorias jo-
demos inferir que implícitamente 10 ha considerado como medio de protección de la Constitución.
En efecto, en una resolución de 14 de mano de 1918, relativa a un recurso de queja
interpuesto ante dicho tribunal federal por el Congreso del Estado de Yucatén, se dice: "Como
se ve, el hecho de que el Juez de Distrito haya dado entrada a la demanda de amparo, no
constituye un atentado COntra, la soberanía del Poder Legislativo, pJesto que esa soberanía
está limitada por la Constitución, ~ll)'a observancia, en lo relaivo a las garantías individua/el,
se hace e/e(liva por medio del juido de amparo." 100
Además, en otra ejecutoria, la Suprema Corte establece que es la Ley de Amparo el
ordenamiento legal que debe regir la interpretación de los mandatos constitucionales y de las
leyes reglamentarias para no hacer nugatcrio el juicio de amparo, esto es, para que éste
proteja las disposiciones constitucionales contra interpretaciones de leyes que no estén en
armonía con -Ia primera, lo que equivale a conceptuar tácitamente a nuestro medio de control
como tutelador de la constitucionalidad, en función de la supremacía de la Ley Funda-
mental, ya que de lo contrario estaría a merced de la legislación secundaría. Dice así la parte
conducente de la ejecutoria de referencia:
"No puede aceptarse,. dentro de los principios y. textos. que consagra la Constitución, esla·
t b/eciendo el iui~io de ampa,o como suprema ga,antía pa,a /a jusliáa, que sus preceptos
relativos y los de las leyes reglamentarias se subordinen a la interpretación de las leyes que
! no se consideran en armonía con la I:.ey de Amparo, pues los mandatos de ésta, en relación
*, con las prevenciones constitucionales, son los que deben regir la interpretación de cualquier
!II ~t~ ley. para _no ·hacer nugatorio el juicio constitucional, de garantías." 1~3· ~... -
LEn resumen, el juicio de ampiro, que tiene como finalidad esenáal la protección
de las garantías del goberoado y el régimen competencial existente entre las autori-
dades federales y. las de los Estados, extiende SIl tutela a toda la CPJ1JtituÚón. al través
-de la garantJa de legalidad consagrada en el articulo 16, según dijimos. Es cierto gue
es¡;;:-tutela se im~ siempre. en función del· interés particular del gobero.@o.: y.-
que sin la afectación de éste por un .acto de autoridad el amparo es improcedente;
"p'ero también es verdad que por modo concomitante o simultáneO;al preservar dicho
interés,J!!ª!!!iml:..Y hace reSEetar el orden constitucional. De ahl ue e trol de la
ConJtituci6n y la protecci6n del gobernado frente al poder u teo, ¡ean 10J dOJ ob¡e.
tivOJ I3gtca y. iuridirrtmente inJeparable¡ que mtegran la teleología esencial del ¡picio
de amp'aro. Esté.por ende, se osteñtaco1'fiO"1't~!lle¡¡ro-jiiffil¡;:jü!e g~¿¡Sji'óñe"Nig!q1lier
gobern4IJo para obtener, en su beneficio, la observancia de la ~ Funaamental contra
todo ac10de cua.!guier órgano Je¡"SliGo que la viole o p,retendL~i¡;lar¡¡-...Es..en esta
última propéiÍsión donae se -dest1iCa'-el-caráctér<I~ . pt/blico del amparo como
juido de control O tutelf<íe)~ .•t:;2i@gi~_y!!.-qu; enñterésTespeclfico del gober-
nado se protege con- vis~ ~ 0----" C;9fl~¿~ferepcia . siemp~n :iIÜerés superior, el cual
consiste en el !s!~.la"Ley-Sup~=-m blLj:
1&2 SemlP1ario judkial de /a Pederación. Tomo 1I, Págs. 818 Y siguientes. Quinta Epoca.
1&8 Semanario Judicial de la Pederación, Tomo XLVI. Quinta Epoca.
'193 bis El maestro Alfonso Noriega considera que el amparo "no es un sistema de defensa
total de la Constitución, sino que está limitado expresamente a los casos consignados en el ar-
tículo 103, o sea, a la violación de garantías individuales y a la invasión de soberanías". (ar. "Lec-
ciones de Amparo", edición 1975, pág. 50.) La apreciación de dicho autor se funda en la interpreta-
ción literal y aislada del invocado precepto constitucional, sin tomar en cuenta, según lo hemos
aseverado, que al través de la garantía de legalidad instituida en el artículo 16 de la Ley Suprema,
dicho juicio protege en favor de todo gobernado todas las. disposiciones constitucionales.
NAiUR..\LEZ.*l. y CONCEPTOS JURfoTCOS DEL JUICIO DE AMPARO 149
19t1 El estudio de- este precepto lo hacemos en el capítulo VIII de nuestra ~bra mencionada,
a cuyo tenor nos remitimos.
196 La amplitud teleológica y de procedencia del juicio de amparo en los términos que
hemos expuesto, ya la aducía don [acinto PaJIares al afirmar que ..... siempre que una ley federal
o la Constitución no sean aplicadas o 10 sean inexactamente; producirán un agravio que se resol-
verá en falta de motivo legal para molestar a un individuo, que es la garantía consignada en/el
articulo 16 de la Constitución" (El Poder ¡udhial. Pág. 569. Edidón 1874).
NATuRALEZA y CQNCEP'i'O.5 ]URIDiCOS DEL JUICIO DE AMPARO
los medios específicos distintos de que puede disponer el gobernado para defenderse.de
cualquier acto de autoridad. No hay razén valedera, en efecto; para que, en atención
a la Indole diversa de un acto autoritario, la protecci6n del particular frente a él
adopte procedimientos y configure medios jurídicos de tutela diferente, como sucede,
v, gr., en los Estados Unidos, cuyo "juicio constitucional" no es unitario, sino que se
traduce en multitud de recursos de diversa procedencia específica y de dislmil estruc-
tura procesal. Si la Constitución puede violarse por leyes ordinarias, por actos de auto-
ridad administrativa o por sentencias judiciales, y si el amparo tiene comó objetivo
esencial la preservación del orden constitucional, sobre todo mediante la tutela de las ga-
rantías del gobernado, es rigurosamente lógico que proceda contra cualesquiera de los
referidos actos de autoridad (lato sensu) y que se substancie en un procedimiento unita-
rio independientemente de la naturaleza de éstos. Es por ello por lo que nuestro juicio
de amparo es una inJlÍtuci6n total que, merced a su ya centenaria evolución, ha supe-
rado las desventajas que representa un sistema parcializado·de protección constitucio-
nal. Gracias a su objetivo genérico, el amparo equivale al babeas corpus del derecho
anglosaj6n; al recurso de "exceso de poder" francés; a los recursos de "inconstitucio-
nalidad de leyes" imperante en algunos paises; a los diferentes "writs" norteamerica-
nos; a la casación; en una palabra, a cualquier medio jurídico de que pueda valerse
el gobernado para imponer en su favor el respeto al orden constitucional. Es tan am-
plio el objeto tutelar del amparo, que nos atrevemos a afirmar que no existe la menor
duda de que sería muy difícil inventar un recurso defensivo de la constitudonalidad
que no estuviera de antemano comprendido en nuestra maravillosa institución.
En resumen, el juicio de amparo si se ha desnaturalizado, pero este fenómeno debe
interpretarse como evoluci6n, como eomplementaci6n o perfeccionamiento de su finali-
dad genérica esencial, como superación de su objetivo tutelar. 1tlT No se justifican,
pues, las acerbas críticas que, por razón de su desnaturalización, se han enfocado contra_
él al grado de llamarlo "instituci6n degenerada", y de las que hablamos participado.'"
Según hemos aseverado reiteradamente, el carácter de recurso extraordinario de
legalidad que ha asumido el juicio de amparo, deriva de los artículos 14 Y 16 consti-
tucionales que, en su correspondiente esfera normativa, consagran la garantía de la
debida y exacta aplicación de la ley. Por tanto, la pretensión, que no pocas veces
se ha abrigado, para que el amparo funcione como un medio de tutela constitucional
estricto, sin proteger concomitantemente la legislaci6n secundaria general, debe fun-
darse en la modificación de los preceptos aludidos, eliminando o restringiendo la
garantía de legalidad que contienen.
Ahora bien, en el supuesto de que dicha modificaá6n se realice (lo que no es
deseable), las sentencias que se dicten en única o en última instancia en los negocios
civiles, penales, administrativos y del trabajo y las resoluciones administrativas, ¿no po-
drían ser impugnadas por algún recurso, especialmente cuando las autoridades que las
• 10T Sin embargo, debemos hacer la observación de que, si por "desnaturalización" se entiende'
la alteración de su objetivo tutelar prístino, el empleo de ese vocablo no es valedero por 10 que
atañe a la Constitución yucateca 'de 1840, que ya reputaba al amparo también como un medio
de control de la legalidad frente a actos del gobernador tacto 53). Por consiguiente, en dicho
documento el amparo nació bajo el doble signo teleológico que ostenta en la actualidad, a
saber, como medio de preservación de la constitucionalidad y de la legalidad de los actos de las
autoridades del Estado.
198 La mencionada critica. la hicimos en las ediciones anteriores del presente libro.
'EL JUIOO DE AMPARO
pronuncian son locales, respecto de las cuales el pueblo tiene generalmente desconfianza?
Con toda evidencia el control de legalidad de los actos de dichas autoridades, así como
de las federales, debe existir para mayor garantía de seguridad en la observancia del
Derecho.
En síntesis, el control de legfllidlJli se ha incorporlJlio a la teleologla del juicio de
amparo d"de 'Iue el principio de legaJidlJli inherente a todo régimen de derecho,
se erigi6 a la rdtegoria de garantía constimcional, como acontece en México en función
de los artículos 14 Y 16 de la Ley Suprema. De ah! que cualquier acto de autoridad,
independientemente de la materia en que se emita 'o del órgano estatal del que pro-
venga, al no ajustarse o al contravenir la ley secundaria que deba normarlo, viola por
modo concomitante. dicha garantía, haciendo procedente el amparo, cuyo carácter
exttaordioario como medio de tutela de la legalidad en general se traduce en la cir-
cunstancia de que. antes de su interposición, deben promoverse todos los recursos ordi-
narios o medios de defensa de que normativarnente disponga el gobernado para obtener
la invalidación del acto de autoridad que lo agravie (principio de definitividad).
Como ya lo afirmamos con antelación, se han suscitado severas y hasta apasionadas
críticas contra nuestro juicio de amparo por haber asumido éste. dentro de su finali-
dad genérica, el control de legalidad. Tales críticas desembocaron, antes que las formu-
lase don Ignacio L. V filiarla, en la proscripción del .amparo en negocios judiciales,
según se advierte de la Ley de 1869 a que nos hemos referido anteriormente y que
en este punto defendió don Manuel Dublán."· Vallarta, por su parte, como se sabe,
pretendió en, Un infructuoso e inútil esfuerzo interpretativo, segregar de la garantía
de la exacta aplicación de la ley consignada en el artículo 14 de la Constitución de 57,
a las sentencias que se pronunciaran en los juicios civiles, reservando su aplicación y
observancia a la materia judicial penal.2 QO .. ~
dio 'por resultado, según antes expresé, que la autoridad judicial de la federación se convir-
tiese en revisora de todos los actos de las autoridades judiciales de los Estados; que el poder
central, por la sujeci6n en que tuvo siempre a la Corte, pudiese injerirse en la acción de los
tribunales comunes, ya con motivo de un interés político, ya para favorecer los intereses de
algún amigo o protegido, y que debido al abuso del amparo, se recargasen las labores de la
'autoridad judicial federal y se entorpeciese la marcha de los juicios del-orden común.
"Sin embargo de esto. hay que reconocer que en el fondo de la tendencia a dar al artícu-
lo 14 una extensión indebida, estaba la necesidad ingente de reducir a la autoridad judicial
de los Estados a sus justos límites, pues bien pronto se palpó que convertidos los jueces en
instrumentos ciegos de los gobernadores, que descaradamente se Inmiscuían en asuntos que
estaban por completo fuera del alcance de ssu atribuciones, se hada preciso tener un recurso,
a
acudiendo la autoridad judicial federal para reprimir tantos excesos.
"Así se desprende de la reforma que se le hizo, en 12 de diciembre de 1908, al artículo
102 de la Constitución de 1857. reforma que, por lo demás, estuvo muy lejos de alcanzar
el objeto que se proponía, toda vez que no se hizo otra cosa que complicar más al mecanismo
del juicio de amparo, ya de por sí intrincado y lento. y que la Suprema Corte procuro abrir
tantas brechas a la expresada reforma; que en poco tiempo la dejó enteramente inútil.
"El pueblo mexicano está ya tan acostumbrado al amparo en los juicios civiles, para
librarse de las arbitrariedades de los jueces, que el Gobierno a tni cargo ha creído que sería
DO sólo injusto, sino impolítico, privarlo ahora de tal recurso. estimando que bastará limitarlo
únicamente a Jos casos de verdadera y positiva necesidad, dándole un procedimiento fácil.y
expedito para que sea efectivo. como Se servirá ver la Cámara en las bases que se proponen
para su reglamentación." 201 .
:?03 Posteriormente, el aludido monto .seteclujo, a su vez, a la cantidad de veinte mil peses.
156 EL JUIOO DE AMPARO
_ 20[; Cita hecha por el..-ü,c. Te6filo Olea y Leyva en su enjundioso .estudio "Genealogía 'Ju.
rídica de la Casación y el Amparo Mexicano en Materia Penal" (Boletín de Información Judicial.
Año de 1952. Pág. 418). .". • .. ..
206 Mucho- antes que Macedo, el profundo jurista mexiceho, don Pemando Vega, trazó con
toda claridad los rasgos de equivalencia entre el recurso de casación francés y nuestro juicio
de amparo. en lo que atañe a la efectividad y alcance de las sentencias que en ambos se dictan
("El [sirio de Amparo y el Recurso de Casación Francés", trabajo publicado en la Revista de
Legislación y Jurisprudencia. volumen segundo, año de 1889).
201 o». cit.-Pág. 419.
158 EL juicio DE AMPARO
tado en dicho Congreso), habría sido menester reformar gravemente la Constitución de la Re-
pública, eliminando de sus disposiciones la garantía de legalidad contenida en Su artículo 14
o declarando improcedente el amparo, en el caso en que dicha garantía se violase por sen-
teacias cívlles o penales.. que serían entonces impugnables mediante la casación. Ello habría
originado, además de inconvenientes de tipo práctico que sería prolijo mencionar, la ruptura
de la unidad que desde la época de Vallarta COmenzó a tener nuestro juicio de amparo y
que en la actualidad se encuentra perfectamente lograda, al reputarse a dicha institución, en su
implicación integral, como medio de control constitucional estricto y como recurso extraer-
dinario de legalidad, según hemos aseverado reiteradamente.
El ejercicio del sistema de control por 'órgano jurisdiccional puede asumir estas
dos formas: o bien se realiza por vía de acción, o bien por vía de...t:.xcepción.
a) En el régimen de~ntrol jurisdiccional por vía de acción.Jsu funcionamiento
se desarrolla en forma de verdadero proceso judicial, con sus respectivas partes inte-
grantes, y en~ que el actor, o sea, el afectado por el acto (lato sensu) violatorio del
orden constituclónal, persigue como objetivo la declaración de su~nconstitucionalidad
que deba dictar una autoridad judicial distinta de la responsabl;:,y que en nuestro
Derecho es generalmente la federal, salvo cuando se trate de lo que se llama '(í.urisdic-
ción concurrente) en materia de amparo, If?r medio de la cual pueden conocer del
juicio constitucional indistintamente, a eleccti5n del agraviado.i el superior jerárquico
del juez que cometió la violación o un Juez de Distrito, siempre y cuando se trate ~
contravenciones a los articulas 16, 19 Y 20 constitucionales y sólo en materia pen;l)
(art, 37 de la Ley de Amparo vigente y 107, fracción XII, de la Constitución Federal).
El ejercicio del control, en un régimen en que éste se desarrolla por vía de acción -
adopta la forma de un procedimiento Jui géllerÍJ, seguido ante una autoridad [uris-
diccional distinta de aquella qtle incurrió en la vio/ación y en el que el agraviado
tiende a que se declare inconstitucional la ley o acto reclamado.
b) A diferencia de este sistema, en el que la precitada declaración se pide en
forma de demanda, en el régimen de controllt-0r vía de excepción la impugnación
de la ley o acto violatorio no se hace directamente ante una aJltoridad judicial distinta,
sino que opera á titulo de defensa en un juicio previo en el que uno de los litigantes
invoca la ley que se reputa inconstitucionalJEn consecuencia, el ejercicio del control
no asume la forma de juicio JU; géneriJ en un sistema por vía de excepción, sino que se
209 Este es uno de los principios que común o generalmente caracterizan a los sistemas ju-
risdiccionales de control constitucional. Sin embargo, en el régimen suizo el tribunal federal
lo ejercita contra todos aquellos actos laIO-StJnIU de las autoridades cantonales, excluyendo a los de
las federales, y sus resoluciones tienen efecto erga Q11IneI, control que en materia judicial se desplie-
ga cuando las sentencias impugnadas impliquen un "grave error" o una "injusticia notoria".
(Respecto del sistema suizo de control constitucional, consúltese la monografía de Mauro CaPPe//elli
intitulada "La Giuridizione COnJliIU(iona!e delle LiberlálJ, 1955.) ,
NAruRALEZA y CONCEPTOS JURÍDICOS DEL JUIOO DE AMPA_"O 161
El país típico donde existe un régimen de control constitucional por órgano jurisdiccional
en vía de excepción, son los Estados Unidos de Norteamérica, según dijimos. en que el lla-
mado "juicio constitucional" Se revela, o bien en meros recursos -wriII- que no configuran
un juicio autónomo sino la prolongación de aquel en que se hayan entablado, o bien. en
defensas alegadas por alguna de las partes, pudiendo ser la autoridad judicial controladora
tanto del orden común como del orden federal, según el procedimiento judicial que ante una
u otra se haya instaurado.l210
11
162 EL JUICO DE AMPARO
212 R4/ael Millos EuobeJo trata ampliamente esta cuestión en su obra "La Crisis Política ¡
/ urídira del P"de"Jismd' (1944).
-
NATURALEZA Y CONCEPTOS JURfDICOS DEL JUlOO DE AMPARO 163
Estas ideas, que encuentran su franco apoyo en la lógica jurídica (pero que en su rea-
lizacién práctica implican un semillero de dificultades e inconvenientes que son susceptibles
de desembocar en la subversión del orden de derecho, como ya dijimos), también han sido
acogidas por la Suprema Corte al sostener que "Debe darse oportunidad a las autoridades
Por otra parte. _y sin perjuicio de las anteriores consideraciones, debe decirse que
el auto-control de la constitucionalidad plantea un problema de hermenéutica jurldica
que es preciso resolver. Conforme al artículo 133 de la Constitución y como consecuen-"
cia pragmática del principio de supremacía que proclama, los jueces de cada Estado
deben arreglar su~ fallos a ella, Ha pesar de las disposiciones en contrario que pueda
haber en las Constituciones o leyes de los Estados". El cumplimiento de este deber
entraña ineluctablemente y por modo necesario una ineludible función intelectiva, con-
sistente en examinar los ordenamientos locales (constituciones y leyes particulares)
desde el punto de vista de la Constitución de la República. Dicho examen debe prac-
ticarse mediante la comparación entre el texto de tales ordenamientos y el de la Ley
Suprema del país. Por consiguiente, cuando un juez decide normar su sentencia por
unos o por la otra, en el fondo ha Ilegado a la conclusión forzosamente previa de que
existe o no existe, en sus respectivos casos, la oposición que apunta el artículo 133 cons-
titucional. Dicha conclusión, a su vez, importa una declaración tácita de contrariedad
o de conformidad de las constituciones y leyes estatales con la Constitución Federal.
Atendiendo, pues, a la implicación misma del deber judicial que impone el mencionado
precepto, resulta que en cualquier juicio y por cualquier juez se puede proteger la
Constitución de la República frente a ordenamientos constitucionales y -legales de los
Estados que se le opongan, sin necesidad de acudir al juicio de amparo.
Las anteriores consideraciones se derivan de la interpretación estricta del artículo 133
constitucional; pero si relacionamos éste con el artículo 103 de nuestra Ley Suprema,
debemos advertir que entre ambos media una incongruencia. La obligación que a
cargo de los jueces locales establece dicho articulo 133, entraña la facultad decisoria
a que nos hemos referido, ya que en ejercicio de ésta se formula necesariamente,
aunque por modo tácito, una declaración de constitucionalidad o de inconstitucíona-
lidad, Por otro lado; la facultad para estimar jurisdiccionalmente a una ley como
contraria o conforme a la Constitución Federal, y específicamente a los preceptos de
ésta que consagran las garantías en favor de t~o gobernado, incumbe a los Tribunales
de la Ley Fundamental, por el orden mismo de las cosas, tienen que juzgar no sólo
según las leyes [setundutn leges] sino precisa e indispensablemente deben entrar al
examen de la ley (de legibus) para poder calificar si es o no opuesta a la primera
ley de la República. De otra manera no podrían desempeñar el deber que se les ha
impuesto; y como es. una verdad de sentido común, que la obligación supone los
medios necesarios para poder cumplirla, los tribunales federales no podrían amparar
si no tuviesen la facultad de calificar si las leyes de los Estados o del Congreso de la
Unión atacaban las garantías individuales, invadían la esfera federal o restringían
la soberanía de las localidades. Al hacer esa clasificación tienen que comparar la ley o
acto que motiva la queja, con las prescripciones de la Constitución, y necesariamente
de este examen, resulta el examen de la ley.
"Por otra parte, sin este carácter político en virtud del que los jueces pueden exa-
minar las leyes secundarias, o actos contra los que llega a formularse alguna queja,
sena imposible la existencia de la Constitución, y las garantías que otorgase no
pasarlan de bellas promesas que dificilmente podrían hacerse efectivas.
"Porque, en verdad, si los tribunales hubieran de sujetarse a tener que juzgar
según las leyes, como lo hacen los jueces del orden común, a buen seguro que llegara
a faltarles, en el inmenso Caos de nuestros numerosos códigos y de nuestra inconexa
legislación, en donde para todo se encuentran disposiciones, aunque inoportunas mu-
chas veces; a buen seguro, repetimos, que llegara a faltarles una ley o reglamento en
qué poder fundar un fallo que canonizase cualquier abuso de la autoridad." m
" Conforme a las ideas anteriormente expuestas, nos es dable llegar, en resumen, a las
siguientes conclusiones a propósito de la cuestión del auto-control de la constitucionalidad:
1. En puntual observancia del articulo 133 de la Constitución, los jueces de cada
Estado tienen el deber de ajustar sus fallos a ella, a pesar de disposiciones en contrario
que se contengan en las constituciones o leyes de cada entidad federativa.
2. El cumplimiento de ese deber entraña inexorablemente la declaración tácita
de contrariedad o de conformidad de dichas constituciones y leyes con la Ley Funda-
mental de la República.
3. Dicha facultad declarativa tácita concurre desde un punto de vista normativo.
formal, con la facultad expresa que, para estimar opuesta o concordante con la Cons-
titución Federal cualquier ley ordinaria, establece el articulo 103 constitucional en
favor de los Tribunales de la Federación. ,
4. La facultad de auto-control y la facultad de hetero.control son incompatiblés
en atención al sistema de preservación constitucional establecido en el, orden d~
derecho mexicano.
5. El deber judicial que consigna el artículo 133 es extraño a nuestro sistema
de tutela constitucional y obedeció a una trasplantación o incorporación irreflexiva de
una disposición constitucional norteamericana, que en los Estados Unidos significa
la base de la tutela de la Constitución, pero que en el régimen constitucional de
México no tiene razón de ser.
6. En el terreno de la realidad, el ejercicio del auto-control constitucional pro-
vocaría serios trastornos en el orden jurídico y un grave desquiciamiento en la orga-
nización gubernativa. del país y en la gradación jerárquica en que ésta se estructura.
En apoyo de esta última conclusión, nada más oportuno que invocar la jurisprudencia de la
Suprema Corte norteamericana, pues ya hemos dicho que nuestro artículo 133, correspon-
diente al 126 de la Constitución de 1857 emana directamente del artículo 69 del pacto federal
de los Estados Unidos. Del criterio sustentado por el mencionado alto tribunal se desprende
con toda claridad que los jueces de cada Estado sólo deben considerar "nula" o inválida una
ley local, cuando su antagonismo con algún mandamiento del Código Político federal sea
evidente, según se asienta en las ejecutorias cuyo sentido esencial transcribimos a continuación:
"Las leyes de los Estados Unidos son supremas, dentro del significado de esta cláusula,
sólo cuando son hechas de conformidad con la Constitución, y un acto del Congreso repug-
nante a la Constitución es nulo. Mientras que la presunción es siempre en favor de la cons-
titucionalidad del acto legislativo, y el poder de declarar nula una ley nunca será ejercido,
salvo en casos muy claros, no constituye solamente un derecho sino también un deber del
Poder judicial tomar en consideración la validez de las leyes, y declararlas nulas cuando su
repugnancia con la ConJlilllúón sea evidente.
"La cuestión sobre si una ley es nula por su repugnancia con la Constitución es, en
todo momento, una cuestión. muy delicada que rara vez o nunca deberla ser resuelta por
la afirmativa- en caso dudoso. Una ley estatal no será declarada constitucional si puede ser
correctamente explicada de acuerdo con cualquier otro principio. Se presume que la legisla-
tura actúa avisadamente y con pleno conocimiento de la situación.
"Sólo constituye un acto de respetuosa consideración debido a la prudencia, la integridad
y el patriotismo del Cuerpo legislativo por el cual la ley es dictada, presumir en favor de su
validez, hasta tanto la violación de la Constitución por la misma sea probada por encima
de toda duda razonable. El pleno cargo de la prueba corresponde a aquél que niega su consti-
tucionalidad.
"Una ley estatal no debe ser considerada incompatible con una ley sancionada en ejecu-
ci6n de un poder evidente de acuerdo COn la Constitución, salvo que la repugnancia o eoniliao
sean tan evidentes que la.r dos leyes no pueden ser reconciliadas o subsistir ¡unJaso" 219
I
218 Este último criterio ha sido acogido por el Primer Tribunai Colegiado en Materia Admi-
nistratioa del Primer Circuito al sostener que "la inconstitudonalidad de una ley sólo puede ser
declarada por los tribunales del Poder Judicial de la Federación, dentro del juicio de amparo, con-
forme al artículo 103 de la Constitución Federal. Y los demás tribunales, federales o locales, sólo
podrán abstenerse de aplicar una ley local, por estimarla inconstitucional, cuando su texto Jea
directamente viokaorio de un mandato constitucional, sin necesidad de e/ectuar ninguna inler/J1'eJa.
cián de ambos textos, como sería, por ejemplo, el caso de que una ley local estableciese la pena
de mutilación, prohibida explícitamente y sin necesidad de mayor exégesis, por el artículo 22 de la
citada Constitución. Esta es, en efecto, la correcta interpretación de la disposición del artículo 133
de la Constitución Federal. y se ve que así debe ser, porque si todas las autoridades judiciales
pudiesen declarar la inconstitucionalidad de las leyes, aun en los casos en que su declaración
requiriese de una interpretación más o menos sencilla, o más o menos complicada, de Jos textos,
ello dejaría a las autoridades legislativas y administrativas sin la posibilidad de plantear la cues-
tión - en juicio de amparo, ante los tribunales del Poder Judicial Federal, cuando la declaración
las lesionara en su carácter de autoridades, y dicha declaración no podría ser revisada por dicho
Poder Judicial" (Informe de 1972.-Sección "Tribunales Colegiados", págs. 56 y 57).
219 Las citadas ejecutorias pueden. consultarse en la obra intitulada "14 Conslilución de los
Estados Unidor". Editorial Kcaft, Ltda. Buenos Aires, Tomo 1. Págs. 628, 632 Y 633.
168 EL JUIOO DE AMPARO
excepción" O "difuso", son los únicos típicos, perfectamente caracterizados por los
atributos que hemos extluestg. Es cierto que cuando estos atributos aparecen combina-
dos en regímenes constitucionales específicos, el control es mixto; pero esta combina-
ción no autoriza la forjación de "nuevos tipos" distintos y autónomos de los que hemos
señalado, sino de instituciones híbrida.r o mípica! de protección constitucional.
La proliferación de los sistemas mixtos, híbridos °
típicos de control constitucional
puede llegar hasta el infinito dentro del campo del casuismo. Basta para ello analizar
cada régimen constitucional en particular y, mediante el descubrimiento de sus notas
substanciales, idear un nuevo "tipo" de control. Conforme a este método se pueden
forjar intelectivamente tantos "sistemas" de protección constitucional cuantos sean los
regímenes concretos que se examinen, pues cada Estado tendría "su" sistema, sin que
esta individualización justifique a conceptuarlo como un tipo en sí, sino como partí.
cipe de los atributos totales, parciales o combinados del político y del jurisdiccional,
o con variantes dentro de alguno de éstos.
La tendencia a fragmentar hasta la nimiedad los dos auténticos tipos de control
constitucional, el político y el jurisdiccional, presenta los "tipos" a que someramente
nos referiremos, sin perjuicio de que la "calificación" se extreme hasta el casuismo,
2U Los autores mexicanos que hemos citado señalan varios ejemplos de sistemas de defensa
constitucional por órgano neutro, figurando entre ellos los siguientes: el brasileño- (Constitución
de 25 de marzo de 1824), el portugués (Constitución de 29 de abril de 1826), el establecido por la
Con.rtiJuáÓ,¡ alemana de lf7eimar de 1919, y el inglés actual, en que "la soberanía del Parlamento
está limitada por el poder del Gabinete y del Primer Ministro, estableciéndose así un equilibrio
en el cual, si bien no se distingue entre Poder Ejecutivo y Moderador, el Gabinete y el pres-
tigio de la Corona, actúan como órganos neutros" (Fix Zamudio, op. cit., págs. 60 Y 61).
NATURALEZA Y CONC.EPTOS JURÍDICOS DEL JUIOO DE AMPARO 171
Así, Octeoio A. Hernández, al referirse a dicho sistema, afirma: "La defensa constitucional
por órgano mixto la efectúa el Estado por medio de un órgano cuya naturaleza es tanto política
como judicial, O bien por la acción conjunta de un órgano que pertenezca a la primera cate-
goría, y otro que pertenezca a la segunda, de tal manera que parte de la constitución es defen-
dida políticamente frente a ciertos actos de autoridad y parte, jurídicamente, frente a otra clase
de actos:' eee y 221 -
públicos legitimados, cuándo una ley o un acto son contrarios a la Ley Fundamental, y
produciendo tal declaración la anulación absoluta de los mismos".'"
De esta concepción fácilmente se infiere que este tipo de control constitucional
es mixto o híbrido, pues presenta los ~tributos que caracterizan al político y al jurisdic-
cionaf sin implira, IIn tercer sistema, es decir, claramente distinto y distinguible de
estos últimos. Por consiguiente, reafirmamos la idea de que s6lo hay dos sistemas níti-
damente diferentes para preservar la Constitución, o sean, el político y el jurisdiccional
en los términos en que los hemos descrito, ya que el "judicial" de que nos habla tan
acucioso tratadista no es sino una mezcla de las características de uno y de otrO.229
Los diferentes "sistemas de protección constitucional" que hemos mencionado los describe
de la siguiente manera Fix Zamudio: "a).-ProJeuión poliJka.-La defensa política de la
constitución se condensa en el principio de la división de poderes. ya que con este sistema,
cada uno de los poderes sirve de freno y contrapeso a los otros y viceversa, funcionando de
esta manera, como órganos preservativos de los mandatos fundamentales. b) -s-Proteccián iuri-
dica.-Esta radica en la formulación de una ley fundamental. estatuida por un Poder Constitu-
yente. lo que tiene una doble consecuencia: por un lado se establece la distinción entre dicho
Constituyente y poderes constituidos. que están sujetos a las decisiones normativas del primero;
y en segundo lugar. se determina la formación de una jerarquía 'normativa o pirámide juridica..
que tiene como base la Constitución. que es el fundamento de validez de todo el sistema
jurídico. Finalmente. las constituciones denominadas rígidas. estatuyen un procedimiento difi-
cultado de reforma que impide al legislador ordinario modificar los preceptos fundamentales.
c).-ProJeuión económica.-Ls. salvaguardia económica de la Ley Fundamental se condensa en
el control del Presupuesto delr Estado, es decir, en la regulación de los ingresos y egresos
públicos a través de una planéacién detallada que establece un equilibrio entre ambos renglones
e impide todo empleo indebido de los caudales estatales o el establecimiento de exacciones
regulares, y en virtud de su 'importancia los principios económicos esenciales se consignan en
el cuerpo mismo de la Constitución. Debe incluirse dentro de este género de protección, la
fiscalización de la gestión económica del Estado, la cual está encomendada a una comisión
Parlamentaria o a un Tribunal de Cuentas. que depende también del propio Parlamento. d).-
Protección sociaJ.-Se desenvuelve en la organización de los partidos políticos, a través de los
cuales los ciudadanos hacen valer los derechos a su participación en la vida institucional.
La. actividad de los partidos establece una vigilancia. un 'control' sobre la actuación de los
órganos del Estado y los funcionarios públicos, \ influyendo directamente sobre la actividad
electoral, en la cual tienen una participación directa, que los lleva en los sistemas parlamen-
tarios a participar, por conducto de sus representantes, en la dirección de los negocios públicos,
ya que la actuación del gabinete depende del apoyo de los partidos cuyos representantes lo
integren. La opinión pública es el complemento necesario de les partidos políticos, pues sin
una verdadera libertad de expresión y emisión del pensamiento, no pueden existir auténticos
partidos políticos, por lo que en los países donde la referida opinión pública se manifiesta libre-
mente, ejerce un freno potentfsimo a cualquier atentado contra la estructura constitucional" .I!30
/
Sin mayor esfuerzo mental se advierte que los "sistemas protectores" transcritos no
pueden conceptuarse de control constitucional, ya que, según hemos reiteradamente
sostenido, su operatividad no desemboca en la invalidación de leyes o actos de auto-
ridad específicos que sean contrarios a la Constitución. La violación de los principios
de división de poderes, de supremacía y de rigidez constitucionales, necesariamente
tiene que manifestarse d actos (lato te11S0) de los órganos del Estado, y mientras
éstos no se realicen o no exista un órgano que los anule, no puede hablarse de control
constitucional. La infracci6n de los principios económicos contenidos en la Constitución
y. sobre los cuales se asienta la estructura económica del Estado también debe revelarse
en leyes o actos de autoridad strlcto-sensu, para cuya invalidación debe haber un
medio jurldico o polltico expreso de que conozca algún órgano estata! y que preserve
tales principios sin concretarse a formular un mero ajuste financiero; y por 10 que
respecta a los partidos políticos y a la opinión pública, cuando la actividad de unos y
el sentido de la otra propugnen ante las autoridades del Eitado el cumplimiento del
orden constitucional, no por ello se erigen en "controladores" de la Ley Suprema,
sino en peticionarios para que ésta se observe.
¡
174 EL JUICIO DE AMPARO
t
aro, al otorgar la protección en favor del gobernado, invalida el acto violatorio.
Como se ve, el amparo tiene una finalidad esencial dual, simultánea e inseparable,
pes al proteger al gobernado contra cualquier acto de atltoridad que infrinja la CO/1J-
titucián Y, por ende, todo ordenamiento legal secundario, preserva concomitantemente
el orden constitucional y el normativo no constitllcional.\·Por razón de dicha doble
finalidad, el amparo es una institución jurídica 'de índole iftdividual y social al mismo
tiempo, es decir, de orden privado y de orden público y social. De orden privado,
porque tutela los derechos constitucionales del gobernado en particular; y de orden pú-
blico y social, debido a que tiende a hacer efectivo el imperio de la Constitución y
de la ley frente a cualquier órgano estatal y en cuya observancia palpita un indiscu-
tible interés social, toda vez que, sin el respeto a las disposiciones constitucionales
y legales, se destruiría el régimen de derecho dentro del que deben funcionar todas
las autoridades del país.l
Val/arta concibió un! definición del amparo con un sentido netamente individua-
lista, tomando como base su procedencia constitucional estricta derivada de la ínter-
pretación rigurosa y literal del artículo 101 de la Ley Fundamental de 1857. Nuestro
ilustre jurisconsulto consideraba al amparo como "el proceso legal intentado para
recuperar. sumariamente cualquiera de los derechos del hombre consignados en la Cons-
titución y atacados por una autoridad de cualquiera categoría que sea, o para eximirse
de la obediencia de una ley o mandato de una autoridad que ha invadido la. esfera
¡ federal o local respectivamente't.s» Esta definición presenta al amparo como un pro·
cedimiento de tutela parcial de la Constitución, O sea, en relación con aquellas de sus
disposiciones que consagran las garantías individuales (derechos del hombre) y que
establecen el sistema de competencia entre las autoridades federales y las locales, sin
reputarlo como medio de protección constitucional total. Caro es que la concepción
de Vallarta sobre el amparo se ajusta a la interpretación literal del articulo 101 de la
Constitución de 57; pero precisamente, conforme a la interpretación extensiva de este
precepto (que concuerda exactamente con el arto 103 de la Constitución de 17), su
objetivo tutelar es mucho más amplio, según hemos dicho, a tal grado que se puede.
estimar' como una institución ;urídica de tJltela omnicomprensivs del gobernado frente
al poder público. I '
Por otro Iadó, debe advertirse que la procedencia subjetiva del amparo se vincula
estrecha e inseparablemente a la idea de gobernado, dentro de cuya posición no sólo se
comprende a la persona física o "individuo", sino a las personas morales de derecho
privado, de derecho social (sindicatos y comunidades agrarias), a lo, organismos des-
centralizados y empresas de participación estatal y excepcionalmente a las mismas perso-
nas jurídicas oficiales.Z3 2 Por tanto, aunque nuestro juicio de amparo nacro dentro de
un régimen individualista y se le reputó como un medio protector de los llamados
"derechos del hombre" que en él implicaron "la base y el objeto de las instituciones
sociales",288 la evolución de su naturaleza jurídica se ha desarrollado paralelamente a
la transformación del régimen político, social y económico de México. En efecto, si
dentro del concepto de "gobernado" no sólo se incluye, como ya se dijo, al individuo
en particular, sino a entidades de distinto carácter que hemos mencionado y que han ido
surgiendo en el devenir progresivo de la vida de nuestro pals, el amparo ha extendido
su procedencia subjetiva, o sea, se ha convertido en un medio jurídico para proteger a
una variada gama de sujetos contra todo acto de autoridad violatoeio de la Constitución.
Por ello} dicho juicio ha dejado de ser tina institacián exclusivamente individualista
para ostentarle en la actualidad como un proceso que brinda Sil tutela a todo
ente qlle se encuentre en la sitllación de gobernado, sin importar el ámbito social, po.
lltico o económico en que se haya creado y se desenvllelva.
Es pertinente subrayar que, mediante el amparo, todas las garantías sociales en
materia obrera y agraria tienen su preservación jurídica. en función, sobre todo, de la
garantia de legalidad consagrada en el artículo 16 constitucional,'" pues· cualquier
contravención que a ellas cometa algún acto de autoridad en perjuicio de un sujeto
particular o en agravio de un ente colectivo, puede ser remediada o prevenida por el
indicado juicio.
Por consiguiente, la procedencia subjetiva del amparo (sujeto que puede promo-
verlo, es decir, cualquier gobernado) y su procedencia objetiva (contra qué y con
motivo de qué se promueve. o sea. contra todo acto de autoridad violatorio de la Cons-
titución -control constisucional-:-- o de la legislación secundaria en general -i-control
de legaJidad-) , se conjugan inseparablemente en la naturaleza jurídica de nuestra
institución, caracterizándola como un medio de que dispone todo gobernado para ob-
tener, en su beneficio, la protección íntegra del orden de derecho mexicano.
El amparo es, además, un proceso o juicio unitario, aunque se desenvuelve en dos
procedimientos de los que después trataremos: el indirecto o bi-instancial y el directo
o uni-instancia1. Su unidad descansa en su procedencia y teleología, es decir, en que
procede contra cualquier acto de autoridad en sentido lato que agravie al gobernado
y en que tutela la Constitución e imbíbitamente toda la legislación secundaria mediante
su invalidación o su inefectividad concretas. Dentro del concepto de "acto de autoridad",
según veremos, se comprenden las leyes, los reglamentos, los actos administrativos de:
toda índole, los actos judiciales (autos y proveídos en general) y los actos jurisdiccio-
nales (.sentencias sobre cualquier materia y laudos arbitrales). Por ende, todos estos tipos
de actos de autoridad son susceptibles de impugnarse mediante el amparo, sin que
haya una especie determinada de juicio constitucional para atacar cada uno de ellos."
Por otro lado, todos los derechos del gobernado están protegidos por el amparo,
sin que su variadísima gama autorice a subdividirlo ~ clasificarlo. pues en el supuesto
contrario habría tantas especies de amparo cuantos fuesen los derechos tutelados, mis-
mos que pueden ser afectados indistintamente por cualquier acto de autoridad.
Las razones expuestas nos inducen a considerar indebida la clasificación del juicio
de amparo que formula Héctor Fix Zamudio, llamándola "trilogía estructural", y
a la que agrega el tipo "amparo administrativo", Según dicho autor, existen el "amparo
co,,!o defensa de los derechos de libertad" (pudiendo haber, añadimos, "amparos" para
preservar otros derechos distintos en número casi indefinido); el tr amparo contra leyes"
(que inclusive pueden lesionar los derechos de libertad, por lo que este tipo se subsume
dentro del anterior); el "amparo en materia judicial" que denomina también "amparo
como casacián" (y que asimismo puede incluirse dentro de la primera especie, pues
en dicha materia y por sentencias definitivas del orden penal igualmente se suelen
afectar los, derechos de libertad); Y el "amparo admil1istrativo" que "se utiliza para
combatir las resoluciones o actos definitivos emitidos por los órganos' de la administra-
ción activa, siempre que afecten los derechos de los particulares", configurando además
"un recurso de casación ... cuando tiene por objeto el examen de la legalidad de las
resoluciones de tribunales administrativos".28S
Fácilmente Se advierte que la clasificación de Fix Zamudio parte de cuatro cri-
terios diferentes, los cuales, siendo susceptibles de extenderse prolijamente, proporcio-
narían un nutridísimo número de "tipos" de amparo, lo que se antoja ilógico. Así,
el primer grupo lo basa en la indole del derecho tutelado, o sea el de libertad, sin
incluir' en él los demás derechos d~l gobernado como la propiedad, la posesión, los
derivados de un contrato, de un permiso, licencia o concesión, etc. El segundo grupo
lo fundamenta en la naturaleza del acto de aUloridad que se impugne, es decir, que se
trate de leyes, las cuales deben lesionar cualquiera de los derechos mencionados para
ser atacables en amparo, El tercero lo apoya en la materia de incidenria del arlo, esto
es, la judicial civil, penal, laboral y administrativa, de donde resulta, en relación con
esta última, que el amparo respectivo también puede comprenderse en el cuarto grupo
que toma como base la indole formal de la auloridad.'"
La consabida clasificación, como se ve, rompe la unidad del juicio de amparo que,
de>.acuerdo"""on._su_procede~y_JeleolQgíll~constitucionales,.~P19~g~¿,.gQbern~en
I 10dos~sus4ier.chos~frente"a"~tI4lquier-41:lo~d'ccauloddad ln@Fendientemente~de"su>natu.·
.¡_aleza.especIfi"a~(Jeyes,.reglamentQ.s,~.ctos_adminl~trativQS" ~etlt~cias .judidal~a , laudos
aJ'!;>itrOO,. ele.),. de.la.JJl.Jltgja~~q!,-'..in~i;!a~y_clel..órgano, del_Estado.del_que.pro-
ve~ga, <cu~ndo¿~"CQntrario .~hCºnst¡l1!"Qn., y,JI.la .l~g:Yid~sLordina¡ja.
Tratar de condensar el concepto unitario de "juicio de amparo" en una definición
correcta expone a. los riesgos de la tautología o a errores de exceso o defecto. En vista
de ello;~ optamos por rehuir el problema que suscita la formulación de una definición
que abarque propia y exactamente los atributos esenciales del citado juicio. Nos con-
formamos con describirlo sintéticamente. en las Fórmulas que exponemos en seguida. •
(Asl, el amparo es ana institucián procesal que lime por objelo proleger al go·
be'~f1ado contra cualquier arto fe aUloridad (lato sensu} que, m detrimento de sus
derechos, viole la Constitucián, , -,
Esta misma idea, expresada en otros términos, nos describe el amparo como una
institución jtlf"Ídica de tutela directa de la Constitucián e indirecta '1 extraordinaria de
la legislsciá» secundaria (control constitucional y legal) que' se traduce m un procedi-
12
178 EL JUICO DE AMPARO
"El amparo puede definirse diciendo que es el proceso legal intentado para recuperar
sumariamente cualquiera de Jos dereclíos del hombre consignados en la ConStituó6n Y ata-
eados por una autoridad de cualquiera eategoria que sea, o para eximirse de la obediencia
de una ley o mandato de una autoridad que ha invadido la esfera federal o local respec-
tivamente." sao I
b) Mejor definición la brinda Silveslre Moreno Cora, para quien el amparo es:
/
"Una institución de c:a.úcter político, que tiene por objeto proteger, bajo las formas
tutelares de un procedimiento judicial, las garantías que la Constitución otorga, o mantener
y conservar el equilibrio entre los diversos Poderes que gobiernan la Naci6n, en cuanto por
causa de las invasiones de éstos, se vean ofendidos o agraviados los derechos de los iadi-
viduos." MO
c) Héctor Fix Zaml/Ji", al encuadrar el amparo dentro del concepto del proceso,
afirma que se traduce en:
"El amparo es una de las garantías componentes del contenido de la jurisdicción cons-
titucional mexicana. que se manifiesta y realiza en un proceso judicial extraordinario, coes-
titucional y legalmente reglamentado, que se sigue por vía de acción, y cuyo objeto es que el
Poder judicial de la Federación o los órganos auxiliares de éste, vigilen imperativamente
la actividad de las autoridades, a fin de asegurar por parte de" éstas, y en beneficio de quien
pida el amparo, directamente el respeto a la Constitución e indirectamente a las leyes ordi-
narias, en los casos que la propia Constitución y su Ley Reglamentaria prevén." 2412
atribución de la ley al caso concreto; o contra las invasiones recíprocas de las soberanías ya.
federal, ya estaduales, que agravien directamente a los quejosos. produciendo la sentencia
que conceda la protección el efecto de restituir las cosas al estado que tenían antes de efec·
tuarse la violación teelamada -si el acto es de carácter positivo-e, o ti de obligar a Ia
autoridad a que respete la garantía violada, cumpliendo con lo que ella exige-e, si es de
carácter negativo." 2.~
No quisiéramos terminar este capítulo"sin antes elucidar una cuestión que ha tenido
cierta importancia jurídica, sobre todo por lo que atañe a las consecuencias derivadas
de la solución que se le dé. Nos referimos al problema de si el amparo es u~.:2
stricto senSu (pues ya sabernos que en sentido amplio sí lo es, o sea, to;;;;;'do dicho
concepto de su acepción genérica de medio jurídico), o un "juicio" propiamente di.
Por su parte, la Suprema Corte ha sostenido el mismo punto de vista al considerar que
el juicio constitucional DO esun recurso stricto S~IUI sino un procedimiento autónomo de la
secuela procesal en la cual se originó el acto reclamado. En efecto, dicho Tribunal ha ses-
tenido que: "En el juicio de amparo sólo Se discute si la actuación de la autoridad respon-
sable violó o no garantías individuales, sin que sea dicho iuicio Ima nueva im4'lfuia de la
;urisdiccilm común; de ahí que las cuestiones propuestas al examen de constitucionalidad
deban apreciarse tal como fueron planteadas ante la autoridad responsable y no en forma
diversa o en ámbito mayor." 2ol7
'247 Informe correspondiente al año de 1945. Tercera Sala, pág. 60. &p. 6226-39 Piedad
Nieto de Márquez.
184 EL JUlOO DE AMPARO
I
Bastan, pues, las anteriores diferencias entre el amparo y el recurso stricto sensu,
para reputar a aquél como un verdadero juicio o acei6n sui géneriJ distinto e indepen-
diente del procedimiento en el cual surge el acto reclamado y de este mismo, consi-
deración constantemente reiterada por varias ejecutorias de la Suprema Corte que
serla prolijo mencionar, diferencias que en síntesis estriban en lo siguiente: en la
diversa teleología de ambos; en la distinta índole del procedimiento incoado como
consecuencia de su respectiva interposición y en las diferentes relaciones jurídico-
procesales correspondientes.
Sin embargo, las anteriores consideraciones pudieran no ser aplicables tratándose'
de amparo a;,-ulo o uni-instencial, ruyo tipo procedimental examinaremos en un ca- ...
pítulo posterior. En efecto, dicho amparo coincide con el recurso de casación en su pro-
cedencia y teleología, pues es susceptible de entablarse contra sentencias definilivaI
por vicios de ilegalidad in ¡lIdirando e in proceJendo. Las decisiones que en él emiten
los órganos decontrol (Suprema Corte y Tribunales Colegiados de Circuito) en subs-
tancia "casan" o invalidan el fallo impugnado por contravenir éste la garantía de
legalidad bajo cualquiera de los dos vicios apuntados, produciéndose, como en la casa-
'cíón, el re-envío al Tribunal ad ,!lIem o tribunal responsable para que éste, dejando
insubsistente la sentencia anulada, dicte una nueva ajustándola al alcance del fallo
protector o invalidatorio. Por ende, ni la Suprema Corte ni los Tribunales Colegiados
de Circuito en el amparo directo o uni-instancial tienen jurisdicción plena para susti-
tuirse íntegramente al referido tribunal ad quem, debiendo éste pronunciar nuevo fallo
que estará vinculado total o parcialmenle a la sentencia de amparo en el caso de errores
in ¡udicando, o desvinculado de ella encaso, de errores in procedendo,c'8 Además, la
substanciación del amparo directo guarda estrechas semejanzas con la tramitación del
recurso ordinario de apelación, sin configurar un verdadero juicio autónomo. Podría
afirmarse, igualmente, que 'dicho tipo. procedimental de amparo implica, en el fondo,
una tercera instancia o una instancia/ ritás-, en sus respectivos casos, del juicio en que se
hubiese dicho la sentencia definitiva reclamada. Todas estas reflexiones nos inducen
a creer que el amparo directo, aunque conserve la designación de "juicio", desde el
punto de vista de su procedencia, teleología y substanciaci6n procesal, entrañan un re-
(ursa extraordinario, similar a la casación, al través del cual se ejercita el control
de legalidad contra la indicada especie de actos de autoridad (amparo casacional},
CApITULO QuINTO
LA PROCEDENCIA CÓNSTITUCIONAL
DEL JUICIO DE AMPARO
1I1.-¿Los organismos descentraÍtzados son autoridades para los efectos del amparo?
Referencia especial a la Universidad Nacional Autónoma de México. a) Ideas ge-
nerales. b) El caso de la UNAJ.\{. e) Procedencia deontológica del amparo contra
actos de organismos descentralizados. d) El amparo y los grupos de presión.
IV.---e:oncepto de acto reclamarlo.' V.-El amparo contra actos stricto smss;
VI.:-El amparo contra leyes. A. GeneraJidades.-B. La impugnación jurldica de las
leyes en México-e-C. Cuestiones específicas en relación con el amparo contra leyes.
.·a) Término pata ejercitar la acción constitucional> b) Excepción al principio de
definitividad, e) Calificación de auto-aplicatividad. d) Su consentimiento. e) El
interés jurídico en el amparo contra leyes. f) La autoridad responsable en los ampa-
ros contra actos stricto JenJU aplicativos de leyes inconstitucionales. g) Conocimiento
de la Inconstitucicnalidad de las leyes secundarias al través del acto aplicativo co-'
rrespondiente. VII.-La supremacía jurídica del Poder judicial Federal como con-
secuencia de la procedencia constitucional del amparo.
I. CONCEPTO DE AUTORIDAD
A.-La fracción 1 del artículo 103 constitucional (ídem del artículo primero de la
I
Ley de Amparo) ·dice: "Los Tribunales de la Federación resolverán toda controversia
que se suscite (o el juicio de amparo tiene por objeto resolver toda controversia que se
suscite)' por leyes O actos de la aJilorid~ que violen las garantías individualel. u 260
Ahora bien. ¿qué se entiende por "autoridad" de acuerdo con esta disposición? ¿Cu&!
es el concepto de "autoridad", atendiendo al sentido y espíritu mismos de tal artículo?
Desde luego. el término "autoridad". tomado en su connotaci6n amplia y genérica.
es multívoco, anfibológico o, al menos, tiene dos sigoificados fundamentales.
En efecto. en su primera acepción. la palabra "autoridad" equivale a poder, potestad
o aetividdJ que es susceptible de imponerse a algo, y, referida al Estado, como orga-
nizaci6n jurídica y política de la sociedad humana, implica el poder con que éste está
investido, superior a todos los que en él existan o puedan existir. y que se despliega
imperativamente, en tal forma, que a nada ni a nadie le es dable desobedecerlo o des-
acatarlo. en una palabra es_eI.Mder_de_imperi",_emanado~de_la, soberanía-ccuyo.titular
real~es_el_puehlo.m El concepto de "autoridad". pues, en atención a este primer
sentido, constituye uno de los elementos que integran la naturaleza del Estado. ga,
rante.de.Ia•.eficacilLy_ohservancia .del.orden..jIl_ddiSo.
Cabe advertir que esta acepción del concepto de "autoridad" debemos descartarla del
artículo 103, fracci6n 1, constitucional, por una razón inconcusa: sería un paralogismo
afirmar que. provocándose el amparo por leyes o actos de la autoridad (o poder estatal
de imperio. según este primer significado) que violen las garantías individuales. tocara
a esta propia autoridad (en los términos apuntados). la reparación de esas violaciones
por conducto de sus órganos correspondientes, o sea, por el Poder Judicial Federal.
Debido, pues, a la aberración en que se incidiría si al término "autoridad" empleado
en la disposici6n constitucional que comentarnos le imputásemos el significado antes
mencionado, desmentido además por los precedentes históricos del juicio de amparo.
debemos concluir categóricamente que dicho vocablo tiene una aceptación distinta.
<"" En-el-terreno_de_estrLcto_Derecho_P.úblico._por...::autoridad'.:....se_entiende-juddica-
.mente,aqueLórgan-º.del Esta<1o,Jntegrante_de_su.gob~n-º,_qlle_desempeña.una,fundón
es~fica_ten_dle!1te_""ª_r"ªlii.ar_las_atrib.uc¡ol1es~tatal~_~su_nombre_Bajo.este..asl'ecto
el~concepto-de".:;autorida<t.,ya_no_implica_un determinada-potestad._~¡nº--que se_tJ:.a.
duce_en_un_ÓI'gano_.4eLEstado,._constituido~po una_persona.o_tfil1ei"n",.jo~o_l'0r_.una
\ f!1'tidad~m01'aJ_o_(flerpo._eo¡egiado,_que~<!.espl¡egª'_cierto~--ªctos,.., en.ej erGicio_$I:.¡>orler. de
( imperioj",tal_(omo...-se=desprende~de,..,la~€on(et'.Giónco>contenida~en"'eL..art_ícjllo.,;"~!;}on~titu
cional, En este sentido. por tanto, podemos aseverar que es el Estado el que crea sus
propias autoridades, mediante los diversos ordenamientos legislativos en los que se
consigna su formación, organización y funcionamiento, encauzado por las bases y reglas
que él mismo establece norrnativamente.
Pues bien, al afirmar que el concepto de autoridad. en esta segnnda acepción, revela
la idea de órgano estatal, en realidad no estamos sino señalando su rasgo general y
extrínseco, ya que dentro del régimen jurídico del Estado; particularmente el nuestro,
existen diversas entidades públicas, diversos cuerpos, que no son autoridades, en el
correcto sentido de la palabra.
Consiguientemente, para dejar perfectamente perfilado el concepto de "autoridad",
es necesario recurrir a aquellos elementos que nos permitan distinguirlo de los órganos
estatales que no tienen tal carácter, y que se traducen en la índole de actividad que
desempeñan las entidades públicas autoritarias y las que no participan de este aspecto.
En otras palabras, el elemento de diferenciación entre las autoridades propiamente di.
chas Ylos órganos del Estado que no son tales y a los que podríamos calificar de auxi-
liares de las mismas, estriba,en la naturaleza de las funciones que ambos realizan.
En efecto (y esto es de explorada doctrina), se dice que las autoridades están in-
vestidas con facultades de decisión y ejecución, es decir, que se reputa dIItoridad a aquel
árgano de gobierno del Estado que es susceptible ¡urMiramente de producir lII1a aJo
teracián, creación o extinción en una o varias situaciones, concretes o abstractas, par-
ticulares o generales, ptiblicas o privadas, que puedan presenta,,; dentro del Estado,
elteración, creacián o extinción que se lleva a cabo imperativamente, bien por un« decisián
aisladamente considerada, por la ejecución de esa decisión, o bien por ambas conjunta
o separadamente.
As!. don Gabino Fraga,2rJ2 ocupándose de la misma cuestión, ha dicho: "Cuando las fa-
cultades otorgadas a un órgano implican el poder de decislén y ejecución, es decir, la autori- .
aación para realizar actos de naturaleza jurídica que afecten la esfera de Jos particulares y
la de imponer a éstos sus determinaciones, se tiene el concepto de autoridad", agregando
posteriormente, "los órganos de la administraci6n (y en general, diríamos, cualquier órgano
del Estado) que tienen el carácter de autoridades, pueden concentrar en sus facultades las
de decisión y las de ejecución; y en este caso se les conoce con el nombre de órganos ejecu-
tivos; pero también puede suceder que s610 tengan facultades de decisión y que la ejecución
en sus determinaciones se lleve a cabo por otro órgano diferente,"
A diferencia de los órganos autoritarios, los llamados auxiliares carecen de las fa-
cultades de decisión y ejecución y de la potestad de imponer sus determinaciones, pues
su actividad estriba en coadyuvar, en diversa y variada forma, con las autoridades,
bien sea preparando técnicamente el negocio que ante ellas se ventila, proporcionándo-
les su consulta, o bien prestándoles una colaboración general, que no en todos los casos
es obligatoria. .
"Los órganos auxiliares, dice don Andrés Serta Roías, se concretan a preparar las deter-
minaciones administrativas, sin que puedan tomar ninguna determinación, salvo los casos
en que la ley estima, en forma transitoria y ocasional, que un órgano auxiliar tome, una pro-
videncia de carácter provisional." 268
Las consideraciones de distinción entre las autoridades estatales y los órganos auxi-
liares de las mismas, se encuentran corroboradas por varias tesis jurisprudencia/es sus-
tentadas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, principalmente al negar a los
departamentos jurídicos consultivos el carácter de autoridades y en especial al referirse
a la Oficina de la Pequeña Propiedad, antes dependiente directamente del Presidente
de la República.
/
I 2~ Derecbo AdminÍJJraJi1Jo, pág. 329, Edición de 1944.
2158 Derecho Administrativo, pág. 321, Edición de 1959.
LA PROCEDENCIA CONSTITUCIONAL DEL JUIClO DE AMPARO 189
2114 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 340, correspondiente a la tesis 6.5 de la Compilación
1917-196.5, Segun"" Sala. Tesis 372 del Apéndice 197.51 Segunda Sala.
211lS Apéndice al Tomo CXVlJI) Tesis no. que corresponde a la tesis 186 de /a Compila-
ción 1917-196.5, Segunda Sala. Tesis 61 del Apéndice 1975. Segunda Sala.
260 At*tdice al Tomo CXVIII, Tesis 434.-El Estatuto Jurídico fue sustituido por la 1..41
Federal de /os Trabajadores al Servicio del Estado de 27 de diciembre de 1963, reglamentaria
del apartado "B" del articulo 123 constitucional, mismo que fue adicionado a este precepto por
decreto de 21 de octubre de 1960. Ouizá merced a dicha sustitución la tesis jurisprudencial citada
no' aparece publicada en la Compi[,uión 1917·196.5, subsistiendo, sin embargo, el criterio que
contiene.
2111 Toca 6774-46; Toca 7656-46; Toca 181-47 y Exp. 4556/48, en relación con la tesis ju-
risprllden(ial 217 del Apéndice al Tomo CXVIII y que corresponde a la JesÍJ 44 de la Compila-
ción 1917-19M, Segunda Sala. Tesis 18 del Apéndke 1975.
2ri7 bis Informe de 1974. Segunda Sala. Pág. 31. Tesis 23 del Apéndhe 1975. Segunda SaJa.
en relación (on la tesis 22:
190 EL JUICIO DE AMPARO
Por las consideraciones que hemos expuesto con antelación, estamos ya en posibi-
lidad de formular el concepto jurídico de "autoridad", mediante el señalamiento de
sus elementos distintivos, que establecen su diferenciación COn el de órganos estatales
no autoritarios.
En efecto, tenemos los siguientes factores, cuya concurrencia lógica integra el con-
cepto de que nos ocupamos:
a) Un órgan(J del Estado, bien sustantivado en una persona o funcionario, O bien
implicado en un cuerpo colegiado;
b) La titularidad de facullades de tkdsiórJ (J e;ecudón, realizables conjunta o sepa-
radamente;
e) La imperatividad en el ejercicio de dichas facultades;
d} La creación, modificación o extinción de situaciones generales o especiales, de
hecho o de derecho, dentro del régimen estatal, o la alteración o afectación de las
mismas.
Reuniendo estos elementos en una proposición lógica, inferimos, por ende, la de-
finición del concepto de "autoridad", en la siguiente forrm.:,JIIltQridad_es_ar¡uel_órgano
esJataJrimJeslid(J-de-facullades-áe-dedsión_(J~j"udón,_cuY(J_des""'eeñ(J,..[PJ1;unl(J~(J
s!¿araJf!,2rIJ.4u~ la creadón, modificación...Q_Ja_exlindtLlt..<le_Jillll/Ci(Jnes~generales
(J ef$edales,_Í!!-ridiclM_O_fáclkas,.dadas=delllf(J-del-Eslado,.o-!u=alleraciórJ_o.4ecwión,
~OJb_eU(J el&f01:'TUdmp,erativa. .
Como se ve, el concepto de "autoridad" está íntimamente vinculado Con la idea
de acto d,e auloridad, puesto que por aquélla se entiende todo órgano del Estado que
realice tal acto, bien en forma decisoria o de manera ejecutiva, como ya se dijo.
Ahora bien, para que el acto de un órgano estatal adquiera dicho carácter, se
requiere que se desempeñe a propósito o en relaciones de sup,a-a-sub-ordinaciórJ, es decir,
en aquellas que se entablan entre sujetos colocados en planos diferentes, o sea, entre
los particulares, por un lado, y el Estado, por el otro, en ejercicio de sus funciones
de imperio desplegadas al través de sus diversas dependencias gubernativas.
En tal virtud, el acto de autoridad, para que sea tal, debe reunir en su ser jurídico
mismo las siguientes notas o atributos esenciales: la_unilateralidad, la_imperatividad
y,la.coercilividad.
Atendiendo al primero de los elementos indicados, el acto de! Estado, para que
sea de autoridad, no requiere para su existencia y eficacia jurídicas el concurso de la
voluntad del particular frente a quien se ejercita, como sucede, verbigracia, con los im-
puestos, las órdenes de aprehensión, las sentencias, etc., etc.
En función de dicho elemento, por consiguiente, no son actos de autoridad los contratos
o convenios de diferente tipo que celebre el Estado' a través de sus diversos órganos con los
particulares, ya que para la existencia y eficacia jurídica de los mismos es indispensable la
voluntad individual, O sea, la bilateralidad volitiva.
Por último, el elemento roerálividad implica la capacidad que tiene todo acto de
autoridad del Estado para hacerse respetar y ejecutar coactivamente por diferentes
medios y al través de distintos: aspectos, aun en contra de la voluntad del gobernado,
sin necesidad de que se recurra a la jurisdiccién para que el propio acto se realice
cabalmente por el propio órgano estatal a quien se impute.
Por otra parte, en estricto Derecho Público, el concepto de autoridad, con los C1-
racteres intrlnsecos que le hemos atribuido, es netamente ¡"ridico, en el sentido de que
será tal el órgano, cuyo establecimiento, organización y funcionamiento estén previstos
én el orden legal general del Estado. Esta condición extrínseca del concepto de auto-
ridad, reduce éste a su aspecto de legilimiddd, quedando, por ende, fuera de su com-
prensién aquellos órganos que, reuniendo los elementos esenciales de distinción ya apun-
tados, no tienen una razón legal de su existencia, por ejemplo, los llamados "órgano!
de [acto",
Sin embargo, para los efectos del amparo, esta condición no sólo no es válida,
sino que lógicamente su ausencia está justificada, por lo que podemos decir que
en nuestra institución controladora será autoridad tanto la de taclo como la de [are,
En este sentido se ha pronunciado la jurisprudencia de la Suprema Corte al asentar en
una tesis:
"En efecto, al decir la Constitución General de la República, que el amparo procede por
leyes o actos de allt01'idaJeJ que violen las garantías individuales, no significa, en manera
alguna, que por autoridades deba entenderse, para los efectos del amparo, única y exclusiva-
mente a aquellas que' estén establecidas con arreglo a las leyes, y que, en el caso especial de
que se trata, hayan obrado dentro de la esfera de sus atribuciones, al ejecutar los actos que
se reputan violatorios de garantías individuales. Lejos de eso, el señor Vallarta y otros trata-
distas mexicanos de Derecho Constitucional, sostienen que el término "autoridad", para los
efectos del amparo. comprende a todas aquellas personas que disponen de la fuerru pública.
en virtud de circunstancias, ya legales, ya de hec-ho, y que, por lo mismo, estén en posibilidad
material de obrar. no como simples particulares, sino como individuos que ejercen actos públi-
cos por el hecho mismo de ser pública la fuerza de que disponen." 2:18
238 Tomo XLV, pág. 5033, en relación con la tesis jurisprudenda} 179 del Apéndice al
Tomo CXVIII del S. ]. de la F. (TeJiJ .'4 de la Compilación 1917·196.', Materia General y
Tesis .'3 ¿el Apbzdi(e 1975. MaJeria General).
192 EL ]UlOO DE AMPARO
Los contratos administrativos son los que celebra la administración pública del Estado
con personas físicas o morales para asegurar el funcionamiento de un servicio público.
Estos contratos guardan analogía con los contratos civiles, tal como lo sostiene 'he, de
tal manera que entre las partes contratantes existen derechos y obligaciones recíprocos.
E! citado tratadista asevera que en todo contrato administrativo se registra un acuerdo de
voluntades entre el órgano del Estado, por un lado, y el sujeto partieular, por el otro, con
el propósito de crear una obligación jurídica a cargo de tal sujeto, consistente en el sumí-
nistro de cosas materiales o en la prestación de servicios públicos mediante una remune- \
.' ración generalmente en dinero. Además, los contratos administrativos están sometidos a
un régimen especial de derecho público que establece diferentes garantías para ase-
gurar la regularidad, continuidad y eficiencia del servicio público y de las prestaciones
de dar que constituyen su materia.26 9
Fácilmente se advierte que las relaciones surgidas de un contrato administrativo no
son de supra o JIIbordinación sino de coordinación entre el órgano del Estado, por una
parte, y el sujeto moral o flsico que figura como ce-contratante, por la otra. En otros .
términos, el particular que contrata con la administración pública del Estado no se en-
cuentra, por virtlld de dichf' contratación, m la situaciá» de gobernada. Por consiguiente,
los actos que los órganos estatales emitan frente al partiCu1ar dentro del ámbito de la
contratación administrativa, no son actos de autoridad, ya que traducirían el Incumplí-
miento a las obligaciones contractuales contraídas por ellos.
De lo anteriormente expuesto se colige que tratándose de actos provenientes de
cualquier órgano del Estado que no tengan el carácter de actos de autoridad, dicho
órgano no puede por sí y ante sí obligar a su ce-contratante a cumplir con alguna presta-
ción derivada de los contratos respectivos, debiendo acudir para ello a la jurisdicción a
efecto de que ésta decida el conflicto correspondiente que por tal motivo se haya susci-
tado. De igual modo, cualquier acuerdo, decisión o resolución que el órgano estat~ tome
con motivo del contrato que haya celebrado Con el partieular y que sea perjudicial a los
13
- 194 EL JUIOO DE AMPARO
IIJ. ¿Los ORGANISMOS DESCENTRALIZADOS SON AUTORIDADES PARA LOS EFECTOS DEL
AMPARO? REFERENCIA ESPEOAL A LA UNl\'ERSIDAD NAOONAL AUTÓNOMA DE
MÉXIco
sustrtJJl/m de la personalidad jurídica" sino que todos sus actos los realiza con la repre.
sentación de la entidad estatal o en 'ejercicio de la función que a ésta corresponde,
dentro del ámbito de competencia respectivo.
Control 'de los órganos centrd/izttJos.-Dentro de la gradación y jerarquía en que
se encuentran los diversos órganos centralizados, existe una potestad de control que se
ejercita por los órganos superiores sobre los inferiores en una misma rama de la admi-
nistración pública y la cual se manifiesta, a su vez, en una fdCulttlli de dirección y
en un p'oder disciplinario, asl como en atribuciones anulatorias, modificativas y revoca-
torias (control jerárquico propiamente dicho). En otras palabras, dentro de la centra-
lízacién administrativa, los órganos superiores tienen la potestad de indicar a los ór-
ganos inferiores la conducta que éstos deben seguir a propósito de un negocio o de una
serie de' negocios determinados a través de la expedición de circulares principalmente;
el poder de castigar' las faltas en que incurren y la facultad de revisar sus actos para
modificarlos, revocarlos o, anularlos, bien de oficio o a petición de los particulares,
con independencia de los medios jurídicos de impuguación qne contra dichos actos se
establezcan legalmente.
Ausencia de ptJJrim<mio propio.-El órgano centralizado no tiene una esfera patri-
monial distinta de la qne corresponde a la entidad estatal y su presupuesto de ingresos
y egresos fonna parte integrante del de ésta. En 10 que atañe a los bienes que pudieran
estar confiados a un órgano centra1izado, éste actúa como guardián o administrador de
los mismos, cuya posesión y propiedad siempre se atribuye al Estado, sin que tampoco
pueda dicho órgano, por si mismo, alterar o variar el presupuesto mencionado.
El caso típico en que los actos de un organismo descentralizado pueden atacarse en amparo
concierne al Instituto Mexicano del Seguro Social en lo que atañe a la determinación de
créditos de previsión social a su favor y a cargo de particulares, pues para obtener su pago,
se ejercita la facultad económico-coactiva por órganos centralizados del poder público (oficinas
federales de Hacienda), actuando éstos como meros ejecutores de las resoluciones en que dichos
créditos se Fijen. La procedencia del amparo contra los referidos actos del citado organismo
descentralizado, previo el agotamiento de los recursos ordinarios legalmente existentes para
impugnarlos, ha sido reconocida por la jurisprudencia de la Suprema Corte, la cual sostiene
198 EL JUIOO DE AMPARO
"A partir de la reforma del artículo 135 de la Ley del Seguro Social que establece la facultad
del Instituto del Seguro Social para determinar el monto de las aportaciones obrero-patronales
que deben cubrirse para atender Jos servicios que presta. es de estimarse que el propio Instituto
actúa COmo organismo fiscal autónomo y que, por tanto, tiene el carde/er de aJlJOf'idad para
Jos efectos del amparo qlJe contra Al se inJerponga. JI 262
El criterio que se sustenta en esta tesis jurisprudencia! y que corrobora las consideraciones
que hemos formulado sobre el carácter de autoridad de los organismos descentralizados para
los efectos del amparo, debe estimarse plenamente-lubsiJlente a pesar de que la Ley del Seguro
Social de 1942, a que dicho artículo 135 pertenece, quedó abrogada por el nuevo ordenamiento
respectivo de 26 de febrero de 1973. En efecto, la Ley del Seguro Social vigente califica al
Instituto 'correspondiente "como "organismo fis~aJ /Ullónomo" (art. 268), disponiendo que "El
procedimiento administrativo de ejecución de las liquidaciones que no hubiesen sido cubiertas
directamente al Instituto, se realizará por conducto de la Oficina Federal de Hacienda que co-
rresponda, con sujeción a las normas del Código) Fiscal de la Federación", agregando que
"Dichas oficinas pro~ederán inmediatamente al requerimiento y cobro de los créditos, ajusténdo-
Se a las bases señaladas por el Instituto", al que entregarán las sumas recaudadas (art. 271).
En análoga situación, por 10 que a la procedencia del juicio de amparo atañe, Se encuentra
el lnstituto "el Frm"o NtKionm de la V;viend~ P(1.f4 /01 Traba;ador,eI, cuya ley creativa y orgé-
ruca, publicada en el Diario OfkiaJ de ~ Federaci6n el 24 de abril de 1972, considera que las .
aportaciones y las entregas de los descuentos que deban hacer los patronos confonne a los
artículos 97 y 110 de la Ley Federal del Trabajo, "tienen el carácterde fiscales" (art. so) y que
los créditos que por dichos conceptos se deriven en favor del mencionado Instituto, se harán
efectivos "por conducto de las oficinas receptoras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Públi-
co o de las autorizadas por ésta", misma que le entregará (al Instituto) el importe total de
las recaudaciones "en un plazo no mayor de quince días" (art. 39).
Debemos advertir, por lo demás, que los actos de Jos dos organismos descentralizados alu-
dldos son susceptibles de impugnarse directamente .en amparo en los casos a que sus respectivos
ordenamientos se refieren, es decir, sin necesidad de agotar previamente ningún recurso o me-
dio de defensa legal ordinario, dentro de las hipótesis excepcionales del principio de definiti-
vidad que posteriormente estudiamos en esta misma obra.ses
eea Apéndice al Tomo CXVlII, tesis 992. correspondiente a la tesis 239 de la CompiJaúón
1917-196), Segunda s.zIa. Tu" 291 del Apéndire 197J, Segunda'S.zIa.
aea Cit. Capitulo Séptimo,- parágrafo V. apartado "D".
LA PROCEDENCIA CONSTITUCIONAL DEL JUICO DE AMPARO 199
Las anteriores ideas. en el sentido de que ni la Universidad ni sus 6rganos son auto.
ridades para los efectos del amparo, han sido preconizadas en dos ejecutorias dictadas por
el Segundo Tribunal Colegiado del Primer Circuito (que funcionaba antes de las reformas
de 1967) J cuya parte conducente sostiene: .... . la Universidad Nacional Autónoma de Mé-
xico, es una corporación pública catalogada dentro de la categoría de persona mo~1 en '
los términos , de la fracción JI del artículo 2' del Código Ovil, por euyo carácter par-
ticular no puede ser enjuiciada en la vla constitucional de amparo, instituido esencial.
2. . EL JUICIO DE AMPARO
mente para combatir actos de autoridad que violen garantías individuales. Indudablemen-
te que se trata en la especie, como ha sido bien explorado, de una organización descentra-
Iizada del Estado por servicio. cuya autonomía radica en Su facultad de gobernarse por sus
propios órganos desligados del Poder Público; y si bien colabora con aquél para Ta mejor
realización de sus atribuciones en 10 que ve a la impartici6n de la educación pública superior.
ello no quiere decir que exista una relación de jerarquía administrativa entre el Estado y la
Universidad. por virtud de la cual debe someterse a su potestad y mandato. Sus funcionarios
no los designa el Estado, sino que son electos unos y nombrados otros por sus propios orga-
nismos particulares de acuerdo C:lD su Ley Orgánica; y en el funcionamiento de la Institución,
el Gobierno Federal carece de facultades de vigilancia y control directo, ya que rige su propia
vida interna de acuerdo con los postulados de su invocada Ley y los que emanan de sus
Estatutos expedidos por el Consejo Universitario. Todo ello nos induce a confirmar que la
Universidad quejosa carece de poder político y de imperio; no dispone ni por mandato de la ley
ni de hecho, de esa fuerza que constituye una de tes características fundamentales del Estado,
y por ende. tales circunstancias contribuyen a fijar la naturaleza de la Máxima Casa de Estu-
'dios fuera del concepto de autoridad" .266
"Es indudable que la Universidad Nacional Autónoma de México es un organismo deseen-
tralizado del Estado, porque así lo dice el artículo 19 de su Ley Orgénica de seis de enero de
1945, pero esa designación no es suficiente para que tenga el carácter de 'autoridad' para
los efectos del amparo, porque según esa propia ley, la descentralizaci6n de la Universidad
está llevada a tal extremo que se le llama 'autónoma', porque no tiene dependencia jerárquica
de algún órgano del Estado, sus autoridades las nombra ella misma y cuenta con patrimonio
propio formado por bienes sujetos a las disposiciones del derecho común. salvo los inmuebles
destinados a su servicio, los que son inalienables e imprescriptibles, por disposición del articulo
16 de la citada Ley Orgánica. Por tanto, no puede sostenerse que la Universidad sea un
órgano del Estado, primer elemento constitutivo del concepto autoridad. Por sus Funciones,
tampoco se puede considerar a la Universidad Nacional Autónoma de México como un órgano
por medio del cual ejerciera su soberanía el pueblo, en términos del articulo 41 constitucional,
pues sus fines SOn los de impartir educación superior para formar profesionistas, investí-
gadores, profesores universitarios y técnicos útiles a la sociedad, según la enumeración que
hace el artículo 19 de la Ley Orgánica de la Universidad, quedando asf fuera de sus funciones
el impartir educación primaria, secundaria y normal y de cualquier tipo o grado destinada a
obreros y a campesinos, la cual se considera privativa del Estado, según la fracción Il del
artículo 39 constitucional y en relación a la cual debe obtenerse previamente, en cada caso, la
autorización expresa del Poder Público. Es evidente, porque así lo dice la fracción XXV
del artículo 73 constitucional, que el Estado pueda dar educación profesional, pero esta función
no es privativa o específica del Estado, porque también los particulares pueden impartirla
libremente, sin necesidad de autorización, como lo dispone el articulo 45 de la Ley Orgánica
de Educación Pública. Las facultades de la Universidad, enumeradas en el artículo 29 de su ley
Orgánica se reducen a: I.-Organizarse. n.-Impartir sus enseñanzas. llI.-organizar sus bachi-
lleratos, con la misma extensión de los estudios oficiales de la Secretada de Educación Pública.
Jv.c-Bspedir certificados de estudios, grados y títulos, y V.-Otorgar, para fines académicos,
validez a los estudios que se hagan en otros estebledmleneos educativos. Todas estas actividades
de ninguna manera implican que 'fa Universidad imponga su voluntad a los particulares, es decir,
no tiene fund6n de autoridad, tal como lo estimó el acuerdo que se revisa, el que deberá. con-
firmarse dada.Ia inoperancia de los agravios y teniendo en' cuenta que el concepto 'autoridad'
es esencial para' la procedencia del juicio de garantías, pues ésta se da, según el articulo 103
constitucional, únicamente contra !os actos de autoridad y no contra actos de particulares." zas
Hemos aseverado que el único acto del poder público en relación con la Universi-
dad es la expedición de su Ley Orgánica. Ahora bien, puede suceder que este ordena-
264 Queja 152/62, promovida por la Universidad Nacional Autónoma de México contra el
auto dictado por el Juez Segundo de Distrito en Materia Administrativa del D. F., que admitió
una demanda de amparo contra actos de diversos órganos de dicha entidad.
266 Toca R-1170/60.-Resolución pronunciada el 25 de diciembre de 1960.
LA PROCEtlENCIA CONSTITUCiONAL DEL JUICO DE _"-MP.'\RO 201
autoridades y que los propios actos pudieran violar impunemente las garantías cons-
titucionales en detrimento de los alumnos y profesores. Se sostiene que la Constitución
tiene un imperio normativo total dentro del territorio nacional, en el sentido de que
nadie ni nada puede estar al margen de sus mandamientos ni mucho menos comportarse
insancionablemente contra ellos. De estas aserciones se infiere que, dentro de un régimen
de derecho fundado en la Constitución como ordenamiento básico y supremo, DO es
posible tolerar que, a pretexto de una mala entendida autonomía, las autoridades univer-
sitarias no deban respetar sus prescripciones, y entre éstas, las concernientes a las llama.
das garantías individuales, cuya violación, por actos de tales autoridades; hace proce-
dente el amparo a falta de algún recurso jurídico (lato sensu) intra o extra-universi-
tario, mediante el cual los afectados pudiesen obtener la reparación correspondiente.
Frente a las razones que compactamente hemos reproducido, tendientes a fundar
la procedencia del amparo contra actos de las autoridades universitarias) podemos
argumentar que si se aceptase procedencia, se mermaría la autonomía de la Univer-
sidad, al darse injerencia al Estado, por conducto de los órganos en quienes se
deposita el Poder Judicial Federal, para anular las decisiones que sus autoridades
tomen en el desempeño de sus propias funciones, lo que se antoja inadmisible.
e) Procedenciadeontológica del amparo contra actos de los organismos descen-
tralizados. Desde que nuestro juicio de amparo fue implantado en la Constitución
Yucateca de diciembre de 1840 y al través de los diversos documentos constitucionales
que lo crearon como institución federal, tales como el Acta,de Reformas de 1847, la
Constituci6n Federal de 1857 y el Código Fundamental de Querétaro, su procedencia
se ha enfocado hacia la finalidad de impugnar jurídicamente cualesquiera actos de
autoridad violatorios de las .garantías del gobernado. En otras palabras, la acci6n de amo
paro siempre se ha dirigido en contra de los 6rganos o autoridades del.Estado, sin ser
ejercitable en contra de actos que no provengan de ellos. Por consiguiente, han que·
dado fuera del control del juicio de amparo los llamados "actos de particulares" y
los actos que no sean estrictamente de autoridad, concepto éste que ya explicamos.
Si en un príncipio la tutela de los derechos constitucionales del gobernado se im-
partla con exhaustividad y eficiencia al través de la procedencia de la acción de
amparo contra actos de los órganos del Estado propiamente dichos, la evoluci6n social
y econ6mica de México ha planteado la necesidad de que se amplíe la 6rbita de ejer-
cicio de dicha acción contra actos de entidades públicas que no son estrictamente ór-
ganos estatales en el sentido tradicional y clásico del concepto. Estas entidades públi-
cas, que pueden asumir la forma de organismos descentralizados y de empresas de
participaci6n estatal, han adquirido una potencialidad innegable en las diversificadas
relaciones que integran la vida socioeconómíca del país. Su situaci6n hegem6nica les
permite imponer unilateralmente sus decisiones a todos aquellos sujetos físicos o
morales que requieren los servicios que dichas entidades prestan de acuerdo a la fina.
lidad con que fueron creadas como organismos paraestatales.
la experiencia ha demostrado que las mencionadas decisiones no pueden ser" com-
batidas jurldicamente mediante la acci6n de amparo, en atención a que provienen de
instituciones o entidades que no son, en puridad, 6rganos del Estado. Salvo casos
excepcionales en que dichas decisiones asumen el carácter de actos de autoridad, O
sea, cuando legalmente deban ser ejecutadas u obedecidas por autoridades estatales
LA PROCEDENCIA CONSTrrUaONAL DEL JUICIO DE AMPARO 203
i delimitar la connotaci6n de esta idea, de tal manera que, una vez fijado su alcance
conceptual, lo podamos referir al juicio de amparo, O sea, estableciendo el concepto
de acto reclamado.
Desde luego, la idea de "acto" nos sugiere el pensamiento de un hecho, es decir,
de un acontecimiento o acaecer. Sin embargo, si todo acto es un hecho, en el sentido
amplio de la palabra, la proposición inversa es falsa, porque no todo acontecimiento
es necesariamente un acto. Entonces, si éste se puede subsumir dentro de dicho con-
cepto genérico, ¿cuál o cuáles son las notas o características que distinguen a tal especie
de tal género? Se nos ocurre, al punto, y siguiendo la distinción tradicionalmente
aceptada, que un.seto-es-un-hecho yQlc.otario,-esto....es,~no,...debido4.1"'azar,.'"'nº-~jmo ... al
juego~volitivo.-I.a-wluntariedad,~pues,~es.un.elemenlo.distintivo,del~acto;.ruya.realiza
~a ....enraminada_a".la"""obtenci6n_de""""'un·...fill""'-determinado;-lo""-que~o.c,es sino-__ sq
ill1mfÚmtdiddd.
Tratándose de la determinación del sentido y connotación de un concepto tan general
como es el de "acto", no pretendemos aseverar, ni con mucho, que hemos expuesto
una idea lógicamente exacta del mismo, pues s610 intentamos consignar sus notas más
relevantes, COmo son: la voluntariedad y la intencionalidad, que unidas pueden caracte-
rizar la actuación humana, que no es otra cosa que el conjunto O serie de actos aislados.
LA PROCEDENCIA CONSTITUOONAL DEL JUICO DE AMPARO 205
eea Apéndice al Tomo CXVlIL Tesis 36. (Tesis 13 de la Compilación 1917-1965. Maleria
General. ldem, del Apéndice 1975, Materia Generai.)
~9 Si para los efectos de la procedencia del juicio de amparo los actos deben necesaria-
mente imputarse a una autoridad, considerando este concepto en los términos expuestos con an-
telación, es evidente que cuando el Estada, a través del órgano ti órganos correspondientes, actúa
frente a los particulares como persone moral de derecho privado, la conducta de aquél no es
susceptible de impugnarse por la vía constitucional como ya se dijo. A este respecto, la Suprema
Corte ha establecido un precedente, en el sentido de que el amparo es improcedente cuando "se
endereza. contra la venta de un inmueble que la Secrerarla de Agricultura y Fomento considera
propiedad de la Nación, porque entonces la responsable está obrando como particular y no como
autoridad, siendo ya conocida la teoría que establece que el Estado a la vez que es persona de
derecho público, en tanto asume las funciones de autoridad, es también una persona moral oficial
de derecho privado, en tanto es el depositario o representante de los intereses que constituyen el
patrimonio de la Nación". (Informe correspondiente al año de 1944, página 39.-Segunda Sala.)
206 EL .TUlCID DE AMPARO
ÜehniciÓII .:e\ cOi\cepto
autoridad se establecerá, consiguientemente, atendiendo a dichas funciones que implican
el contenido de la actividad de las autoridades. En vista de lo anterior, resulta que se
entiende por acto.deoautoridad~qJJier..hecho-tJOh¡nklrJgpEointenáonaJ;-negttliw-o-posi.
t~Jm/!'1J1t!1lk_a",rm-6t:.gaI1Q=del-E!tadoJ-40lljistenJe=8n.JJna41ecijión""o-=enJJna ..ejQcllci6n
o en 41llb4.r-,,,-&~B,iJlntamen1e,~r¡!iC~p.rj)d/iZC4t1 unaAjpc&IACMn-en--'JÍttiadone¡-1urldicas-D
fáctka¡ dddas, YJ.ue se jm/!JllJgan..JmperaJiva,unilaJB1'al-04oercili,,,,,"fflte.
En la definici6n que antecede encontramos todos y cada uno de los elementos que
hemos atribuido a los conceptos de "acto" y de "autoridad", cuya conjunción forma
la idea que nos ocupa. En efecto; en ella descubrimos el factor voluntariedad, que lo
hemos reputado como rasgo distintivo ent~e el acto y un acontecimiento cualquiera;
e! elemento intencionalidad, que estriba en la causaci6n de una afectaci6n en los tér-
minos ya apuntados; la índole decisoria o ejecutiva de! acto, que le otorga naturaleza
autoritaria; y la imperatividad, unilateralidad y coercitividad que son las formas o ma-
neras como se realiza: la supradicha afectaci6n. Todos estos elementos, a los cuaJes
oportunamente nos hemos referido, ordenados en una proposición lógica, nos suminis-
tran e! concepto de acto de autoridad en su sentido amplio, esto es, abarcando tanto
la función legislativa, concertada en la expedici6n de leyes, como los actos especfficos
con trascendencia particular, o actos en sentido estricto. No debe inadvertirse que la
afectaci6n que produce todo acto de autoridad (lato sensu) se manifiesta en la lesi6n
a cualquier derecho o interés jurídico del gobernado, o sea, en el agravio que ocasiona,
el cual puede provenir indistintamente de una ley o de un acto stricto sense (sentencia
judicial, acuerdo, resoluci6n o decisi6n administrativos, laudo arbitral, etc.). Por consi-
guiente, no hay actos de autoridad en sentido amplio que únicamente tiendan a afectar
determinado tipo de derechos o intereses jurídicos del gobernado, pues todos ellos son
capaces de Iesíonarlos, en vista de lo cual es ~debido clasificar el amparo atendiendo
a la materia de afectación de tales actos, como erróneamente lo hace Fix Zamudio.
Ahora bien, de los elementos unilateralidad, imperatividad y coercitividad que carac-
terizan al acto de autoridad, se desprende que éste y, consiguientemente, el acto recla-
mado, es siempre un acto de gobierno o de imperio, mediante el cual el órgano estatal
afecta coactivamente la esfera del gobernado. Por tanto, el acto de autoridad s6lo pue·
de darse, desde el punto de vista jurídico, en las relaciones de supra-a-subordinación y
jamár en las de coordinacién ni en las de lupra.ordinaci61t.
Así, cuando el órgano estatal contrata con el particular. entablando relaciones de coordi-
naci6n con éste mediante la realización de actos [urldicos cuya existencia exija la concurrencia
de voluntades entre ambos (consentimiento), 105 actos que traduzcan algún incwnplimiento
a las convenciones pactadas, aunque se imputen a dicho órgano, no son actos de autoridad ni,
. por ende, pueden ser reclamados en vía de amparo.are a no ser que aquél. quebrantando su
situación de ce-contratante, desconozca sus obligaciones o pretenda ejercitar sus derechos impe-
rativa y coercitivamente frente al particular. pues entonces, por modo unilateral. habrá con-
vertido la relación de: coordinación en una de supra-a-subordinación, asumiendo indebidamente
una actitud de imperio.
Igualmente, en puridad jurídica, no puede existir acto de autoridad impugnable en ampa-
ro, en las relaciones de supra-ordinación, o sea, en aquellas que existen entre dos o más
270 Este criterio ha sido sustentado ~o.r la Suprema Corte en las' ejecutorias que aparecen en
los tomos siguientes del Semanario judicial de la Federación: LXXXII. pág. 189; LXXIII,
pág. 2218; LXXXII. pág. 686. de la Quinta Epoca.
LA PROCEDENCIA CONsTITUaONAL DEL JUICIO DE AMPARO 207
órganos estatales respecto del ejercicio de sus correspondientes funciones públicas. Verbigracia,
los actos que realiza una autoridad superior frente a. su inferior jerárquico como tal, propia-
mente no lesiona a éstt! en cuanto gobernado, lino como depositario de nna fllndón pública y
con motivo o en ocasión de Sil desempeño. La persona que ejercita una función pública como
funcionario, empleado o agente de autoridad, no tiene la calidad de gobernado frente a sus
superiores jerárquicos ni frente a otros órganos del Estado, pues en la organización guberna-
mental y dentro de los limites de su cargo, realiza una actividad de gobierno o colabora en
su ejercicio. Por consiguiente, no siendo gobernado, el funcionario, empleado o agente de auto-
ridad como tal, es decir, en razón de la función pública que desarrolla o del puesto público
que OCUP:l, no es titular de garantías individuales por lo que los: actos que lo lesionen en
su expresado carácter, no son susceptibles de reclamarse en amparo.en
211 Sin embargo, en la práctica y, consiguientemente, en la realidad judicial, son muy ire-
cuentes los casos en que un funcionario o agente de autoridad, cuya situación no está tutelada
por la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado, acude al juicio de garantías contra
actos de superiores jerárquicos. que 10 afectan de diversa manera en su cargo público, sin que
en ellos el amparo se considere improcedente por los tribunales federales, circunstancia revela.
dora de una corruptela que desvirtúa la esencia jurídica de nuestro medio de control constitucional.
Este, como se dijo en otra ocasión, no es el procedimiento adecuado para atacar actos arbitrarios
de que pueda ser víctima un funcionario o agente de autoridad por parte de sus superiores, por lo
que; para remediar el estado de indefensión en que la improcedencia del amparo debe colocarlo,
es indispensable que, en aras de la justicia, se implante un medio jurisdiccional diferente.
272 Respecto del concepto en cuestión, véase nuestro libro "Las Garantías Individuales'·, Ca-
pitulo Segundo.
I
208 EL JUlaO DE AMPARO
Cuestiones de suma trascendencia se suscitan alrededor del acto reclamado por lo que
respecta a la procedencia del juicio de amparo y de la suspensión definitiva. las cuales intencio-
nalmente no vamos a tratar por ahora, debido a que seria inoportuno hacerlo, pues propia-
mente deben estudiarse al abordar Jos temas generales con los que están relacionadas con
intimidad. Por consiguiente, vamos a abstenemos de ocupamos de los conceptos de "actos
consentidos", "aetas consumados en forma irreparable", "actos negativos", etc., ya que tendre-
mos ocasión de analizarlos al tratar de dos cuestiones cuyo estudio tiene estrecha relación
con ellos, saber; la improcedencia específica de juicio de amparo y la institución de la sus-
pensión del acto reclamado.
dencial relativas, las cuales se inclinan categóricamente, como veremos más adelante,
por la segunda proposición.
Se dice que el amparo no puede proceder, y por ende, no puede haber lugar al
acto reclamado (ya que desde un punto de vista lógico-jurídico este concepto es pri-
vativo del juicio de garantías), cuando las autoridades aún no han realizado arto algu-
no, sino que simplemente pretenden cometerlo. En apoyo de esta consideración, se
puede afirmar que, siendo uno de los requisitos indispensables para el nacimiento
de la acción de amparo la existencia de un agravio personal y directo emanado de la
violación constitucional respectiva, en el caso de que aún no se cause tal agravio,
no puede surgir la procedencia del amparo, por lo que, consiguientemente, el acto
reclamado nunca puede consistir en un acto futuro.
Nosotros, desde luego, no estamos conformes con la anterior consideración ni mucho
menos con la conclusión a que conduce, pues independientemente de que tanto de la
ley como de la jurisprudencia se desprende con énfasis la idea contraria, la argumen-
tación expuesta está contradicha no sólo por los antecedentes de nuestra institución
controladora, sino por su naturaleza misma, según los cuales el amparo no solamente
pretende remediar, mediante la reparación respectiva, las violaciones constitucionales
que ya cometieron por las autoridades del Estado, sino también prevenirlas. Baste
tomar en cuenta, en corroboración de ella, cuál es el sentido teleológico de la sus-
pensión en el juicio de amparo, sino impedir la ejecución del acto reclamado, que
en este supuesto necesariamente debe ser futuro, pues lo que no se ha realizado
aún es lo único que puede lógica y realmente suspenderse, en previsión de un
agravio que pudiera sobrevenir.
Por otra parte, y con independencia ya de los razonamientos extralegales que pue·
den formularse en torno a la cuestión planteada, la Ley Reglamentaria de los artículos
103 Y 107 constitucionales claramente establece la procedencia del juicio de amparo
cuando se trata de actos futuros, pues en su artículo 11, al disponer qué es autoridad
responsable, consagra la idea de que ésta no solamente es aquella que dicta, ordena
o ejecuta el acto reclamado (lato sensu), sino que traie de ejertltarlo, lo que implica
que éste puede ser futuro.
Ahora bien, la idea de /'tI/tlridad del acto reclamado, por ser amplia y estar con-
/ tenida en la Ley de Amparo en un sentido lato, ha sido delimitada, en cuanto a la
posibilidad jurídica de hacer procedente el juicio de garantías, por la jtlrisprudencia
de la Suprema Corte,ete en la que se estima que no todo arto futuro, como tal, puede
dar nacimiento al amparo. Desde luego, admitiendo grados cronológicos la futuridad
de un acto, se parte de la distinción entre <u/os /u/tlrlis remotos yac/os ftl/tlros inmi-
nentes. Los primeros son aquellos que pueden o no suceder [actos inciertos], es decir,
respecto de los cuales no se tiene una certeza fundada y clara de que acontezcan;
por el contrario, los segundos, son los que están muy próximos a realizarse de un
momento a otro, y cuya comisión es más o menos segura en un lapso breve y reducido.
Pues bien, contra los actos ftlttlros remotos o probables, como se desigoan también
en la jurisprudencia de la Suprema Corte, no procede el amparo,"" y sí, en cambio,
eta Apéndice al Tomo .CXVIII. Tesis 44 y 4}. (T6Sis 19" 1 20 de la CumpiLui6n 1917-
196", Mauria General. ldem, del Api:ndke 1975, Tesis 19 1 20).
214 Semanario Judicial de la Fedentción.-Apéndice al Tomo LXIV, página 2}.
I
14
210 EL JUICIO DE AMPARO
contra aquellos.respecto de los cuales existe inminencia en JII e;e<lIri6n, es decir, aqueo
llos que "están ya tratando de ejecutarse"....
'216 No obstante, la Suprema Corte considera que los actos inminentes 110 Ion flllllroJ, lo cual
peca contra. la sana lógica, pues. como hemos 'dicho, la futuridad admite grados, y tan es futuro
¡un acto que trata de.cometerse, pero que aun no se ha cometido (inminente), como aquel que se
pretende realizar remotamente. Tan futuro es el acto, verbigracia, consistente en la pretendida
aprehensión de un sujeto, frente a euyo domicilio se encuentran los agentes policíacos, como la
que estriba en la posibilidad de que se prive de la libertad a un individuo PO! un delito que
piensa cometer.
LA PROCEDENCIA CONSTlTUaONAL DEL JUIaO DE AMPARO 211
2'76 Apéndice al Tomo XQI. Tesis 93. Conforme a esta tesis jurisprudencial (que ya no se
reproduce en el Apéndice al Tomo cx.VIII, ni en la Compilación 1917-1965, ni en el Apéndi-
ce- 1975, tal vez porque, según veremos, se puede suplir la deficiencia de la demanda de amparo
cuando se trate de actos que se funden en leyes declaradas inconstitucionales por la jurisprudencia
de la Suprema Cotte.vaunque éstas no se hayan reclamado expresamente), si el aeto de autoridad
(stricto seosu) se 'ajusta a los mandamientos legales que deben regirlo cumpliendo puntualmente
la garantía de legalidad, el amparo debe negarse, en el supuesto de que no se hubiere impugnado
simultáneamente la leY,funclatoria.
212 EL JUIOO DE AMPARO
dicho~ordenamiento_y_a-lJ!...ikgaJi¡lad_del
•.mencionado actO, alac";!!do .éste~por-vieios
pJj)pios. En este caso, merced a la impugnación dual o conjunta de la ley fundaroria y
del acto concreto de aplicación, el agraviado no tiene obligación de agotar, previamente
al ejercicio de la acción de amparo, ningún recurso ordinario o medio legal de defensa
que contra dicho acto proceda, ya que no es éste el único reclamado, sino que la de-
manda de garantías se dirige también contra la norma jurídica secundaria en que se
hase. En tales condiciones, el juzgador de amparo no debe. sobreseer e! juicio respecto
del acto Juicio JenJII reclamado considerando que contra él procedía un recurso o
medio legal de defensa que no se interpuso por e! quejoso en caso de que se niegue
la protección federal contra la ley combatida o se decrete e! sobreseimiento en relación
con ella. En otras palabras, si e! amparo contra la ley fundatoria no se concede, es
obligación del juzgador constitucional analizar los conceptos de violación que por vicios
propios de ilegaJiddli del acto de aplicación se hubiesen formulado, para otorgar. o
negar, en lo que a éste concierne, la protección federal. Admitir que, por haberse
negado al amparo o sobreseído el juicio respectivo en cuanto a la ley impugnada, se
deba decretar e! sobreseimiento respecto del acto concreto de aplicación por no haberse
agotado los recursos ordinarios o medios de defensa legal para combatirlo, significaría
no sólo e! quebrantamiento del principio de indivisibilidad de la demanda de garan-
tías,'" sino la colocación de! quejoso en un irremediable estado de indefensión, pues
dichos recursos o medios de defensa habrían prec1uido por e! transcurso irreversible de!
término durante el cual pudieron haberse ejercitado.
Ahora bien, no hay que confundir la hipótesis de procedencia de amparo que se
acaba de ap.mtar, con aquella en que e! acto reclamado (lato sensu] no sea un hecho
concreto, aplicativo o no aplicativo de alguna norma jurídica, sino una disposicíon legal
en sí misma, porque en este último caso, la acción de amparo no se
dirige contra un
acto concreto, sino contra aquella norma que, como tal, produzca en perjuicio de una
persona determinada, moral o física, alguna de las violaciones de que habla el articulo
103 constitucional, sin que para eUo sea necesaria la ejecución de un acto concreto en
el que se aplique particularmente (amparo conIra leyes anlo-aplicativas).
Resumiendo lo anteriormente expuesto, se colige que el juicio de amparo contra
actos (en el sentido estricto de la palabra) procede cuando se trata de hechos concretos,
aplicativos o no aplicativos de normas jurídicas, que produzcan las violaciones a que
se contrae e! artículo 103 constitucional, a diferencia de lo que sucede cuando.el acto
reclamado (en sentido lato) consiste en alguna disposición legal o reglamentaria en si
misma, pues en este caso ésta es la directamente impugnada por la acción de amparo,
cuando su sola expedición origina las infracciones previstas en el aludido precepto cons-
titucional en perjuicio de una persona o de varias determinadas, sin que para tal efecto
sea necesaria la comisión de un acto concreto que la aplique para afectar una situación
particular (concepto de ley auto-aplicasiva},
Los actos de anloridad stricto sense que, como se acaba de decir pueden ser o no
aplicativos de normas legales o reglamentarias, suelen presentar diferentes caracteres
~esde diversos puntos de vista.
211 Este principio se consagra en la tesis 326 del Apéndice al Tomo CXVIJI, correspon-
diente a la tesis 83 de la Compilad611 1917-196', Maleria Genndl. Tesis 81 del Apéndift! 19n,
MAteria General.
LA PROCEDENOA CONSTITUCIONAL DEL JUICIO DE AMPARO 213
~
218 Semanario Judicial de la Federación, Tomo XLVI. pág. 4955; Tomo LXI, pdgs. 4747
Y 5316; Tomo LXVIII, pág. 869; Tomo LXVlI,/pág. 1968; Tomo LXXN, pág. 1937; Tomo
LXXII, pág. 5238; Tomo LXXX; pág. 1213. .
I
~14 EL JUICO DE AMPARO
A) Gener41idaJeI
I
El ideal de un sistema democrático-constitucional es mantener incólume el Orde-
námiento Supremo, el Derecho Fundamental, mediante el aseguramiento del principio
de supremacía con que está investido respecto de la legislación secundaria. Hemos
dicho, en efecto, que es la Constitución el cuerpo normativo en que, al menos teóri-
camente, el pueblo, en ejercicio de la potestad soberana de que es titular real, ha
cristalizado sus designios. Se dice, pues, que es la Constitución la Ley Fundamental
del Estado, porque significa e integra la base jurídica y política sobre la que descansa
toda la estructura estatal y de la cual derivan todos los poderes y normas. Además,
la Constitución es también la Ley Suprema, debido a que sobre ella, 'Corno ordena-
miento juridico, no existe ningún cuerpo legal; toda la legislación secundaria, O sea
aquella que no es constitucional, debe supeditarse a ella, teniendo las autoridades
estatales, y en especial los jueces, que desplegar su actividad conforme a sus manda-
tos (principios de la supremacía constitucional) ....
Pues bien, en un Estado utópico, el respeto al régimen constitucional por los
poderes constituidos, es decir, creados por él, sería efectivo sin necesidad de un medio
jurídico que tenga corno finalidad lograr o conseguir ese respeto. Pero, desgracia-
damente, no sólo las' situaciones políticas y sociales prácticas y reales desmienten tal
aseveración, sino que en muchas ocasiones; dadas históricamente, Se han podido pal-
par flagrantes violaciones, inicuas arbitrariedades, cometidas contra la Ley Suprema.
Por esta razón, en vista de que la experiencia acusaba resultados y consecuencias
opuestas y contrarias, a las anheladas y concebidas por aquellos que creyeron que la
mera existencia de una legislación suprema implantaría un efectivo régimen estatal
de legalidad, se juzgó inaplazable la creación de medios jurídicos, más o menos efi-
caces, tendientes a hacer prevalecer la Constitución sobre la' actividad de las autori-
dades; en una palabra, al mero derecho declarado hubo necesidad de agregar, en el
sistema jurídico, el derecho de garantía o garantizado. I
Fue asl como, en el decurso de la historia del Derecho Público universal, descu-
brimos intentos más o menos felices, cuya teleología estribaba en hacer respetar un
derecho supremo, bien consuetudinario o bien legal. En un principio, ese medio de pro-
tección jurídica se contrajo a garantizar la libertad personal; posteriormente se fue
haciendo extensivo a otros derechos del hombre, tales como la propiedad, extensividad
que llega a su máximo grado al abarcar la legalidad como garantla del gobernado,
tal como sucede entre, nosotros.
Ahora bien, en los albores del juicio constitucional (entendido éste como el COn-
junto de medios o sistemas de protección al régimen jurídico supremo y fundamental
del Estado) la preservación se refería exclusivamente a.los actos emanados de aquella
'276 bis Por acto inminente la Suprema Corp, ha entendido aquel que, "aún cuando no se
ha ejecutado, se tiene la certidumbre de que se ejecutará, por demostrarlo así los actos previos"
([nforme de 1981, Segunda Sala. Tesis 104). '
• Z7D Cir. nuestra obra "Derecho ConsJiJucionaJ Mexicano", Capítulo Cuart?_
LA PROCEDENCIA CON'S'i11"""uC¡ONA:" DS:" jurero DE AMP.A..~Q 215
"El hecho "de que se produzcan leyes inconstitucionales es evidente, dice Pemández de
VelaS(o.281 Ahora bien, si se aplican, ¿qué eficacia tiene la Constitución? Esta resulta quebran-
tada, y vulnerado todo el motivo de su existencia que es lograr una garantía. máxima. que
desaparece si el respeto debido a sus preceptos no tiene más sanción que la voluntad legis-
lativa. La Constituci6n, efectivamente, es una garantía de algo y para algo. Es una garantía
de los derechos fundamentales, y es una garantía para impedir que: se quebranten. En au-
sencia de jurisdicción que comprende el de y el para, se entronizará de hecho el absolutismo
legislativo induso contra la Constitución,".
280 Así, verbigracia, MaJlrido Hauriaa se queja de que en Francia el Parlamento sea soberano
en cuanto al desempeño de su actividad legislativa, es decir, que impunemente expida Ieyes Incons-
titucionales, sin que éstas, en sí mismas, sean impugnables jurídicamente por los afectados par-
ticulares, sino s610 en ocasión a su aplicación concreta que pretenda llevar a cabo.cel órgano
judicial con motivo del conocimiento del caso concreto en que se discutiese el mencionado vicio,
Sin embargo, dicho autor, no obstante tal lamentaci6n,-Hega a la conclusión de que para impug-
nar de inconstitucionalidad las leyes ordinarias no debe implantarse en Francia el sistema judicial
que impera en la mayor parte de los países americanos, ni establecerse un Tribunal Supremo de
Justicia encargado especialmente de ejercer el control respectivo, sino dejar la apreciación de la
norma secundaria al juez ordinario, cuando tenga que aplicar ésta a un litigio; en otras palabras,
el citado jurista se lamenta. por una parte, de que en el sistema francés no exista un medio
específico de controlar constitucionalmente las leyes ordinarias, Y. por otro lado, se declara par-
tidario de un régimen judicial de control que ya: existe en su país, (Derecho Público y Consthu-
cional. Págs. 159, 33> Y 354.) .
281 Prinripios Jurídicos y Socia/ero Pág. 210.
216 EL JUICIO DE AMPARO
el despotismo parlamentario más absoluto, el cual, sin freno, sin restricciones, podría
eliminar el régimen constitucional. La pureza y la intangibilidad de la Constitución
deben estar a salvo de todos los actos atentatorios de todas las autoridades del Estado,
bien sean ejecutivas o administrativas, judiciales o legislativas y el medio encargado de
hacerlas efectivas debe proceder contra todos ellos. De acuerdo con estas razones, se
descarta toda posibilidad de conceptuar improcedente un recurso de constitucionalidad
contra las leyes que pugnen contra la Constitución, pues como afirma Hamilton 282
refiriéndose a las relaciones entre el Poder Judicial y e! Legislativo "el poder de! pueblo
está por encima de los otros dos (legislativo y ejecutivo) y que, cuando sea expresada
la voluntad de la legislatura en sus leyes y en oposición con la del pueblo, declarada
en la Constitución, la última, no la primera, será obedecida por los jueces".
El control jurisdiccional sobre las leyes inconstitucionales ha recibido distintas
denominaciones, siendo las principales las de "garantía jurisdiccional de la Constitu-
cián" y de "[usticia constitucional", . Fue Hans Kelsen quien desde 1928 las utilizó
en una importante obra cuyo título las expresa. Para este eminente jurista "son las
leyes atacadas de inconstitucionalidad las que forman el principal objeto de la juris-
dicción constitucional", agregando que "por leyes es necesario entender los actos así '
denominados de los órganos legislativos, esto es, en las democracias modernas, de
los parlamentos centrales o -tratándose de un Estado federal- locales'. Considera
Ke!sen que el resultado del control de la constitucionalidad sobre las leyes desemboca
en la "anuJari6n" de las mismas) que es la fuerza que tiene la sentencia judicial que
formula la declaración respectiva. 2 83
De acuerdo con esta tendencia general) en el sentido de ,establecer un control
sobre las leyes que contravengan la Constitución) se han puesto en práctica varios in-
tentos) muchos de Jos cuales fracasaron, no por la idea o finalidad esencial que abri-
_.gaban sino por la forma en que dicho control debía ejercerse.
En efecto, hemos establecido en un capítulo anterior 284 una clasificación de los
sistemas de control constitucional que pueden registrarse en los diversos regímenes
jurldicos históricamente dados, clasificación que los divide en sistemas de control politi-
(O y ·sistemas de control ;uriJdiccional. Vimos que casi todos los medios de conserva-
ción y mantenimiento del equilibrio constitucional ejercidos por entidades políticas
fracasaron, debido principalmente a la manera de realización dé! procedimiento res-
pectivo, de provocación de su actividad y del alcance de sus resoluciones correspondien-
tes, las que, en atención a su amplitud y su sentido mismo, se consideraron siempre
como una afrenta a la actuación de los poderes públicos, cuyos actos eran revisados por
e! órgano de control. Tal suerte, v. gr., cupo al famoso "Senado Conservador" ideado
por Sieyh e implantado por el gobierno de Napoleón 1, quien a la postre, viendo en
él un peligro para la realización y consolidación de sus miras dictatoriales e impería-
~istas, no tuvo empacho en suprimirlo, ya que se percató de que la autoridad de aque!
titucional, mas los puntos resolutivos sólo debían de contraerse al caso concreto, decla-
rando únicamente para éste, ineficaz el acto legislativo. En conclusión, pues, en la
relatividad de la cosa juzgada, aparte de en otras circunstancias que ya mencionamos
en el capítulo respectivo, se finca el éxito de los sistemas de control por órgano juris-
diccional, tanto por vía de acción como por vía de excepción.
Por su parte, y refiriéndose ya en concreto al control constitucional de las leyes
realizado por órganos jurisdiccional, Femíndez de Velaseo'" alude a tres sistemas de
mantenimiento de la supremacía de la Constitución sobre el poder o actividad legisla-
tivos ordinarios, sistemas que en el fondo corresponden a los regímenes que integran
la dasificación adoptada por nosotros acerca del régimen jurisdiccional de tutela cons-
titucional, a saber: aquel que se ejercita por vía de acción y aquel que se despliega
por via de excepción.
En efecto, dice el citado autor que "para impedir esa arbitrariedad parlamentaria, pueden
seguirse tres sistemas, como se ha indicado: crear jurisdicciones especiales, aprovechar algunas
de. las existentes (control jurisdiccional por vía de acción) o conceder a todo juez la fa.
cultad de sentenciar según las leyes constitucionales, dictadas dentro de los términos de la
Constitución. y prescindiendo de las que la revoquen o modifiquen" (control jurisdiccional
por vía de excepción).
"Quien pretendiera que los tribunales, decían Lozano y ValJarta, declararan en términos
generales y sin aplicación a un caso especial, la inconstitucionalidad de una ley u orden de
autoridad; menos aun, quien solicitara que' se le eximiera de obedecerles antes de que se hu-
biera exigido su cumplimiento, aunque- fueran notoriamente anticonstitucionales pediría 10
que los tribunales no pueden conceder, porque sus sentencias han de ser en estos juicios tales,
según el precepto del artículo 102 de la Constitución, que se limiten a amparar y proteger
en el caso especial sobre que verse el proceso, sin hacer ninguna declaración general res-
pecto de la ley o acto reclamados. La demanda, pues, que no cite un hecho especial sino
que pida la derogación o siquiera la dispensa de una ley, aunque sea inconstitucional, es
improcedente como contraria a aquel precepto. No basta la existencia de una ley'itnJicon!titu-
cional que viole una garantía individual. Mientras la ley no se ejecuta o aplica;- debe con-
siderarse como Letra muer/a, a nadie, ofende ni causa periuicio, La ley adquiere una exis-
tencia real cuando se aplica a un caso particular,. sólo entonces hay una persona ofendida 1
ésta tiene el derecho de defenderse contra la ap/icaáón actual de la ley por medio del re-
curso de amparo." .
La idea que, según Raba.ra y que nosotros acogemos, impelió a Lozano y Vallarta
para declarar la improcedencia del amparo contra leyes en los casos en que éstas no
fueran aplicadas por un acto de autoridad concreto, consistió en la suposición de que
la sentencia judicial que protegiera al ofendido contra una disposición legal en sí
220 EL JUICIO DE AMPARO
"La Constitudón dice, pues, expresamente que cabe el. juicio constitucional cuando las
garantías individuales 'se violan por una ley o cuando se viólán por un acto, y repite la misma
doble prevención para los casos de invasión jurisdiccional entre la Federación y los Estados.
Para negar que la Constitución dice esto, es preciso borrar las palabras 'leyes', Ahora, si se
quiere entender que aunque el artículo admite la reclamación contra las leyes, esto es sólo
cuando se ha. llegado con ellas a actos de ejecución, el juicio no se. intentaría entonces contra
las leyes, sino contra los actos de la autoridad ejecutora, y la palabra 'leyes' estaría de más
e impertinentemente empleada y todos los casos posibles estarían comprendidos en la palabra
'actos', Ya se ve que también para este subterfugio se necesita borrar el vocablo 'leyes'." Y
agrega el citado autor, haciendo análoga interpretación.del artículo 102 de la Constitución
de 57 (l07 de la vigente): "En cuanto al artículo 102) también necesita la supresión de la
misma palabra para que la interpretación restrictiva sea viable. Según él, la sentencia ser!
siempre tal que sólo se ocupe de individuos particulares, limitándose a ampararlos y prote-
gerlos en el caso especial sobre que verse el proceso, sin hacer ninguna declaración general
respecto a la ley o acto que la motivare. Por esta última expresión el artículo enseña y declara
que la sentencia puede ser moJi1lada'por una ley, independientemente de todo acto de autoridad.
Esta. prevención está en consonancia con las del artículo 101 cuyo sentido fija mejor. La ley
no puede moJivar la sentencia sino porque ha sido la materia de juicio, y sólo es materia de un
LA PROCEDENCIA CONSTITUQONAL DEL JUICIO DE AMPARO 221
juicio lo que es objeto de la acción intentada. Así Jos dos artículos se integran y enlazan
en un encadenamiento rigurosamente lógico: la ley violatoria origina la acción; mediante la
acción contra la ley se entabla y prosigue el juicio, y el juicio resume su materia en la senten-
cia. que tiene al fin por motivo, 1'Or asunto, la ley violatoria, Y aquí, como en el caso
anterior, si se pretende que la expresión final del artículo se refiere a la ley que ha llegado
a producir actos de ejecución, vuelve a resultar inútilmente usada la palabra 'ley'. puesto que
la ejecución es necesariamente un acto de autoridad, y estaría comprendida en la misma
palabra 'acto' que contiene el precepto:' 286
Aparte de estos argumentos, que nos parecen decisivos para refutar las aprecia-
ciones de Lozano y Vallarta en relación con el amparo contra leyes, podemos apelar al
siguiente razonamiento: hemos afirmado anteriormente que el fin de todo medio de
control, y por ende, de nuestra institución de amparo, es mantener incúlume la Cons-
titución, salvaguardando el principio de supremacía jurídica con que está investida.
Ahora bien, ¿cómo podría lograrse este objetivo si el juicio de amparo no procediese
contra las disposiciones legislativas ordinarias o secundarias que en sí mismas violasen
el orden por ella establecido? Podría decirse que tal conservación se consigue endere-
zando la acción de amparo contra el acto aplicativo de la ley afectada de inconstitucio-
nalidad; mas, ¿qué sucedería si se expidiese, como de hecho acontece a menudo. una
ley que no requiera una aplicación concreta para violar la Constitución? Evidente-
mente ésta estaría a merced del legislador ordinario, haciendo nugatorio el principio
de la supremacía constitucional, al no tener remedio jurídico las violaciones cometidas
mediante su propia actividad, desplegada en la expedición de disposiciones legales.
En un régimen de derecho, y, sobre todo, en un sistema constitucional como el nuestro
en el que existe una jerarquía normativa, en la cual la Constitución es la Ley Suprema
y Fundamental, en aras de la que debe sacrificarse todo acto de autoridad, sea de
cualquier naturaleza que fuere, la Carta Magna debe ser siempre respetada por todas
las autoridades constituidas. Para ello se requiere que toda la actividad de ésta> en-
cuentre un control y una sanción cuando contraviene los mandatos constitucionales;
por ello es que las leyes, que forman parte de la actividad estatal, deben también
supeditarse a la Constitución y, si así no sucediere, deben declararse inaplicables y
carentes de validez por la autoridad jurisdiccional en cada caso que se presente a su
conocimiento, pues de lo contrario, esto es, si tal declaración no estuviese jurídica.
mente permitida, el orden constitucional se subvertiría y se incidiría en una oligarquía
congresional o en una dictadura parlamentaria, y se reputaría al Poder Judicial como
mero ejecutor servil y sumiso de las providencias del Legislativo y, por ende, consti-
tucionalmente inútil, pues, como decía Harnilton, "Imponer al Poder Judicial la obli-
gación de aplicar una ley inconstitucional, es declararle inferior al Legislativo, esto es,
colocarle bajo su dependencia y violar el principio de la separación." aar
Por su parte, don Emilio Rabasa, con sólidos argumentos, combate la tesis Lozano-
Vallarta que negaba la procedencia del amparo contra leyes, en cuanto a su naturaleza
jurídica misma, esto es, independientemente de algún acto aplicativo concreto. Se de-
clara, pues, partidario de la opinión contraria, es decir, de la concerniente a que el
juicio de amparo puede promoverse contra las propias disposiciones legales en sí
mismas. Sin embargo, la sustentación de esta apreciación, opuesta a las ideas de Lozano
----
y de Vallarta, la hace Rabasa sin reservas, ya que en términos generales admite la
procedencia del amparo contra leyes, sin hacer distingos de ninguna especie, según
puede advertirse de una lectura del capítulo respectivo de su obra, en la que expresa
su pensamiento en relación al problema que analizamos.n a
Si rechazar el amparo contra leyes y sólo aceptar su procedencia contra el acto apli-
cativo concreto correspondiente, constituye un error que desnaturaliza nuestra insti-
tución controladora, restringiendo indebidamente su alcance protector, no menos indebida
es la apreciación de Rabasa, que también desvirtúa la naturaleza misma del amparo, no
. ya limitando su objetivo preservador, sino ensanchándolo.
En efecto, admitir la idea de que el amparo procede contra las leyes, haciendo
abstracción de la índole de sus consecuencias jurídicas respecto a las personas afectadas,
es romper uno de los moldes en los cuales nuestra institución se ha vaciado y al cual
debe, en gran parte, su éxito: el principio de la existencia de agravio personal, concreto,
que es una de las peculiaridades del sistema de control constitucional por órgano ju-
risdiccional. Si se impugna una disposici6n legal en cuanto tal, esto es, como acto auto-
ritario (lato sensu) de creación, modificación o extinción de situaciones jurídicas abs-
tractas y generales, se desnaturaliza evidentemente el juicio de amparo, al convertirlo,
de esa guisa, en un medio de revisar la labor legislativa, colocando al Poder respectivo,
íntegramente, bajo la fécula del Judicial. Cuando se afirma que el amparo prospera
contra cualquier ley en cuanto tal, sin hacer distingos acerca de la naturaleza de sus
alcances de afectación en las situaciones en las cuales va a operar y sin hacer la consi-
deración de si agravia a una persona concretamente, se acepta tácitamente la idea que
tanto aterraba a Vallarta, y que era un óbice para la admisión del amparo contra leyes,
a saber: la de que entonces el Poder Judicial se erigiría en un revisor de los actos
legislativos y se le investiría de una facultad meramente derogatoria o abrogatoria, lo
cual es contrario a nuestro orden constitucional, basado en la separación de poderes
y en la atribución exclusiva de su respectiva competencia. Si una de las virtudes de
nuestro juicio de amparo consiste en que el procedimiento en el que se desarrolla es sigi-
loso, de tal manera que no hiere la susceptibilidad de los poderes o autoridades cuyos
actos ataca, la aceptación de la tesis que consigna la procedencia del juicio contra
cualquier ley en sí, con independencia de la índole de sus efectos jurídicos, implicaría
la supresión de dicha característica y, por ende, acarrearía los consiguientes conflictos
con el órgano afectado, que traerían como resultado el fracaso de nuestra institución.
En consecuencia, para que el ampáro se mantenga dentro del cauce que le marca
su propia esencia institucional, sin dejar de ser un medio de impugnación de leyes
inconstitucionales que violen las garantías individuales o que impliquen una invasión
en la esfera de competencia de la autoridad federal por la local o viceversa, es menester
reafirmar el principio.de la, existencia del agravio personal, lo cual se logra, en la cues-
tión que estamos estudiando, mediante la determinación de los efectos de la disposición
legal de que se trate, en cuanto a su afectación personal. Si no ·se quiere desnaturalizar 'Ór
que analizar en cada caso la índole de los efectos o consecuencias jurídicas de la ley,
con el fin de constatar si producen o no, por la mera promulgación de aquélla, sin reque·
rir un acto aplicativo posterior, algún agravio personal, directo y concreto, cuya exis-
tencia es una de las bases sobre las que descansa nuestra institución controladora.
Si una es la naturaleza jurídica intrínseca de la ley, que, como tal, y desde el punto
de vista material se define como un acto de autoridad, en la acepción amplia del
vocablo, que crea, modifica o suprime situaciones jurídicas abstractas, generales e imper-
sonales (para emplear la terminología de Bormecasse], no acontece lo mismo tratándose
de la índole o manera como opera en el campo de la realidad en la cual va a producir su
afectación, pues la vida de una disposición legal, desde que se promulga o sanciona
por el Ejecutivo, transcurre a través de varias etapas, establecidas en atención al modo
como interesa al objeto de su aplicación. .
Desde este punto de vista, o sea, en consideración a la forma de realización de los
efectos de una ley en' las esferas en que va a operar, se puede decir que éstos se pro-
ducen mediata o inmediatamente, a partir de -la vigencia constitucional de la disposi-
ción legal.
En efecto, se dice que las consecuencias de una ley se producen mediatarnente,
cuando. por su sola expedición no se engendra afectación alguna en las situaciones
prácticas en que opere, sino que se requiere la comisión de un acto aplicativo posterior
que imponga o haga observar los mandatos legales. En esta hipótesis, la observancia,
el acatamiento de una ley, se hacen efectivos mediante un hecho posterior, por lo que
su sola promulgación, su mera existencial como tal, es inocua para producir efecto
alguno en la situación que va a afectar, puésto que es indispensable la realización de un
acto de autoridad posterior, concreto, qud aplique la norma jurídica.
Por el contrario, existen leyes que no necesitan de una aplicación posterior para
producir sus efectos en las situaciones para las que están destinadas a operar, sino que
su sola promulgación ya implica una evidente obligatoriedad efectiva y actual para las
personas o categorías de personas por ellas previstas, a las cuales afecta, por tal motivo,
inmediatamente. Estas disposiciones legales, que no requieren para la causación de sus
efectos jurídicos ningún acto aplicativo, concreto y posterior, se denominan asto-apli-
cativas} por tener en sí mismas su aplicación práctica, por engendrar, por el solo hecho
de su expedición constitucional, la consiguiente afectación en las esferas, hipótesis y
casos en ellas comprendidos.
Ahora bien, de acuerdo con estos dos estados eri que puede encontrarse una ley,
en relación con la causaci6n práctica de sus efectos, ¿cómo se presenta la proceden.
cia del juicio de amparo? ¿Respecto de cuál de estas dos hip6tesis es procedente la
acción de ampa~o, en los distintos casos establecidos por el artículo 103 constitucional?
¿Cuándo procede el amparo contra leyes que violen las garantías individuales o que
signifiquen una contravención al sistema federal?
La respuesta'que se dé a estas cuestiones es obvia. Hemos afirmado que uno de
los principios jurídicos constitucionales sobre los que descansa el juicio de amparo
concierne precisamente a la existencia de un agravio personal y directo, de tal suerte
que, cuando no hay' ese agravio, aquél es improcedente. Ahora bien, si una ley, por la
naturaleza misma de los términos en que está concebida, no produce por sí sola ningún
agravio, es 16gico que contra ella no puede ejercitarse la acci6n-de amparo, pues falta
en esta hipótesis la ~ausa próxima de la misma, es decir, la presencia del perjuicio o
224 EL JUIOO DE AMPARO
daño individual, concreto y directo. En cambio, cuando Se trata de una ley auto-apli-
cativa, que por sí misma, por el mero efecto de su promulgación afecte a alguien o a
una categoría determinada de personas, ocasionándoles un agravio, sin que sea me-
nester para ello que se ejecute un acto aplicativo concreto, entonces el juicio de amparo
es perfectamente procedente.
De lo anterior se infiere que el amparo contra leyes, esto es, contra actos de auto-
ridad (lato sensu) creadores, modificativos o extintivos de situaciones jurídicas abstrae-
tas, generales e impersonales, en cuanto tales, procede cuando se trata de teyes auto-
aplicativas, en los términos que hemos apuntado y que, por exclusión, es improcedente
cuando lo que se trata de impugnar consiste en disposiciones legales que requieran un
acto concreto de aplicación posterior para producir un agravio, pues en estos casos el
amparo se dirige COntra dicho acto combatiéndolas simultáneamente al través de é1.2 8D
S
de vida de Una ley.
~
Dice al respecto tal jurisprudencia, sentada en varias ejecutorias: 291 "Tanto el artícu-
lo 103 constitucional. como el primero de su ley reglamentaria, establecen la procedencia
del juicio de amparo contra las leyes, como contra cualquier acto de autoridad. En términos
abstractos, el juicio no puede iniciarse sino a petición de la parte Iegítima, esto es, de partF
de a quien la ley o el acto agravia, fundándolo en algún derecho garantizado por la Consti-
tución. Ahora bien, (' cuándo puede estimarse c()fllelida por la ley la vio/lUión conslilucioll41
qlle dé origen al juicio de ga,anlfas? La doctrina y la jurisprudencia han distinguido tres
estados de la ley, según la diversidad de efectos que produce: en el p,imero, la ley tiene
un carácter de mandamiento inofensivo, que no daña ni afecta a persona alguna, por su
sola promulgación, puesto que da preceptos generales sin designar personas; la Suprema Corte
ha establecido que el amparo es improcedente contra la sola expedición de una ley, que
contenga únicamente disposiciones de carácter general, ya. que mientras no se ejecute o aplique.
debe considerarse como letra muerta, y a nadie ofende ni causa perjuicio; por tanto, la de-
manda que se enderece contra una ley de esta naturaleza, no puede prosperar, aunque se pida
exclusivamente contra la declaración de que el quejoso queda, comprendido dentro de sus dispo-
siciones; no es bastante para considerar procedente el amparo contra una ley, la. circunstancia
única de que las autoridades administrativas se nieguen a declarar que aquélla no es aplicable
al quejoso, porque no se encuentra comprendido entre las personas a quienes afecta el. cum-
plimiento de la ley; el amparo no es apto para obtener la dispensa de una ley de carácter
general, y entre 'tanto permanezca en ese estado, no puede ser impugnada en la vía consti-
tucional; el Jegundo eJtaJo es el de las leyes de acción automética, es decir, cuando sus pre-
ceptos tienen un carácter de inmediatamente obligatorios, por la sola promulgación; éste es
el caso de las leyes que en preceptos que revisten la forma general, designan personas o com-
prenden individuos innominados, pero bien definidos por las condiciones, circunstancias y
posición en que se encuentran, y entonces, quienes demuestren que están comprendidos en la
designación de la ley, tienen el carácter de agraviados por ella y personalidad para promover
el juicio de amparo contra la misma; las leyes en algunas ocasiones comprenden a personas
determinadas, por circunstancias concretas. que las determinan de manera clara, como cuando
se refieren a los acreedores hipotecarios, sin designación de personas; en este caso, esas mis.
mas personas están obligadas a hacer o dejar de hacer y si intentan ejercitar sus derechos,
haciendo punto omiso de la ley. los jueces tendrán que denegar a sus peticiones, puesto que
deben obedecer la ley, y por lo mismo su expedición ya afecta a los designados, les causa
un perjuicio y no es necesario que exista un principio de ejecución para que puedan solicitar el
amparo contra la ley, independientemente de que puedan hacerlo contra acto concreto de apli-
cación (amparo contrd leyes),' el tercero y último estado se refiere a las leyes de carácter
general puestas en acto de ejecución, es decir) cuando por medio de un acto de autoridad
distinto del legislativo, se ejecute materialmente el precepto que se considera contrario a la
Constitución, en otros términos, cuando la ley se aplica a determinadas personas, mediante
actos concretos, ejecutados en su contra por alguna autoridad. La actividad posterior de un
órgano del poder público, hace que la ley abstracta, concretándose en un caso particular)
constituya ultraje al derecho de alguno; es entonces cuando la ley adquiere una existencia real,
y cuando una persona ofendida tiene el derecho de pedir amparo contra su aplicación, y en
este último caso, el término para pedir amparo, transcurre, a partir del conocimiento del
acto de aplicación," .
Las tesis jurisprudenciales anteriormente transcritas han sido aclaradas por el propio
Alto Tribunal, considerando que una ley es en si misma impugnable mediante el juicio
de amparo, cuando el particular se encuentra comprendido en la situación prevista por
ella, sin necesidad de ningún acto posterior a la norma, de tal manera que su sola vigen-
cia lo obligue en cualquier sentido. Al efecto, dice la Suprema Corte:
.
e "Para que sea forzosa interponer amparo contra una ley, dentro de los treinta días si.
guientes á la fecha en que entre en vigor, es preciso que se reúnan dos condiciones: QJJe, des-
de la iniciación de la vigencia, el particular se encuentre en la situación prevista por la
j
norma, y que no se exija, para que aquél esté obligado a hacer o dejar de hacer, ningún
ulterior acto de autoridad. Sólo llenándose estos requisitos se trata de leyes que, por su sola
promulgación, tienen el carácter de Inmediatamente obligatorias y a las cuales debe aplicarse
el articulo 22 fracción 1, de la Ley de Amparo," (Informes correspondientes a los años de
1946 y 1948. Segunda Sala; págs, :59-60 Y 4~4:5, respectivamente en relación con la ejecutoria
visible en el Tomo LXXXVII, págs. 3400 Y 340\ del S. l- d. la P.)
En otras ejecutorias, nuestro máximo Tribunal ha establecido el criterio de que una ley
es auto-aplicativa Y. por ende, de que contra ella procede el amparo independientemente de
cualquier acto' posterior y concreto de autoridad en que se apliqu~ cuando "entrañe un per-
;ui(io real o de eie(flci&n para los parliculares con sólo el mamiamienJo y no cuando única-
mente regule los actos de los funcionarios de la Administtación",292 aduciendo, por otra parte,
para que. las disposiciones legales pueden impugnarse en sí mismas por la vía constitucional,
\
que éstas deben contener iln principio de eie(ueión y que ello acontece "cuando lUl preceptos,
29% Semanario J\ldicial' de la Federaci6n.-Tomo Xl.I, pág. 376, y.Tomo XLVI. pág. 4407.
226 EL JUICIO DE AMPARO
Al respecto,' Héaor Fix Zamudio sostiene que "Se han hecho numerosos. intentos, para
establecer una base firme que permita distinguir entre las dos categorías de leyes que tradi-
cionalmente se han configurado en cuanto a la oportunidad y procedencia de su impugnaci6n
por la vía de amparo, o sea, .las que con motivo de su promulgación afectan la esfera jurídica
de los promoventes, y aquellas que s610 realizan esa afectaci6n hasta que son aplicadas a los
propios quejosos, pero de todas las teorías que se han expuesto sobre el particular nos parece
que es la formuladacpcr MarÍdno Azuela, la que distingue con toda claridad entre las dos
especies de leyes, con apoyo en el criterio de la indilliduaJiuúón incondicional, de acuerdo
con la cual es suficiente examinar en cada caso particular, cuéndo la concretizaci6n de los
efectos de una disposición legal puede tener lugar, ya sea. condicional o incondicionalmente,
para establecer si puede combatirse con motivo de su promulgación, o si es necesario esperar
que se realice la condici6n relativa para controvertida oportunamente."
Aludiendo a la tesis Azuela, agrega dicho jurista, la condición para que una ley produzca
sus efectos normativos en la esfera particular del gobernado, puede consistir en la expedición
de un reglamento, en la realización de actos administrativos o jurisdiccionales, 'en el acaeci-
miento de un hecho jurídico como suceso independiente de la voluntad humana o en la comi-
sión de un acto jurídico que realice el mismo particular.we
nos permitimos apuntar algunas ideas al través de las cuales se pudiera perfilar la índole
auto-aplicativa de una ley ° reglamento, en los términos que a continuación indicamos.
Toda disposición legal contiene una situación jurídica abstracta, dentro de la que
establece una cierta regulación o modo de obrar para los sujetos generales en ella
implicados. Dicho de otra manera, toda norma jurídica consta de un supuesto y de
una regulaciÓTI.
Por ende, si la situación concreta se halla comprendida dentro de la situaci6n abs-
tracta involucrada en la norma, o si el supuesto legal se encuentra realizado en el caso
particular, de manera automática al entrar la ley en vigor, es decir, sin que para cons-
t'!tar dicha adecuación o correspondencia sea necesario un acto distinto y posterior a la
norma (individualización incondicionada de la tesis Azuela), se estará en presencia
de una hipótesis de ley auto-aplicativa o auto-efectiva, siempre que por virtud de la
coincidencia entre lo concreto y lo legal-abstracto se consigne una obligatoriedad per-se
para el individuo que sea sujeto de la situación particular normada ipso-jare.
AsE, verbigracia. si la. norma jurídica consigna determinadas obligaciones O prevé ciertas
prohibiciones a cargo de los arrendadores. de los abogados o de cualesquiera sujetos abstrae-
tamente considerados, todas las personas que en 10 individual ostenten dichos caracteres asu-
mirán la obligatoriedad legal por modo automático. siempre que ésta no se condicione por la
misma ley que la establezca a ninguna circunstancia o hecho contingente, es decir, que pueda
darse o no en los casos concretos.
Por el contrario, si para que se realice en una especie particular el supuesto legal,
y, consiguientemente, para que a ella se refiera la regulación respectiva, se requiere la
constan/ación de los elementos de( mencionado supuesto en el caso concreto por algún
acto de I1IJl0riddli diverso de la ley, ésta no será de efectividad automática (individua-
lización condicionada).
En otras palabras, si la norma establece una regulación obligatoria co~ vista a de-
terminadas circunstancias abstractas cuya individualización requiere la realización de
hechos concretos que las produzcan particularmente, aquélla no será auto-efectiva,
lo que acontece, por ejemplo, en el caso ,de que la ley imponga algunas sanciones por
ejecutar o dejar de ejecutar ciertos actos y no cuando se base exclusivamente en situa-
dones personales ya existentes en el momento en que adquiera vigencia. Ahor~ bien,
si los hechos que individualizan una norma general son obviamente posteriores a
ésta, es evidente que, debiendo ser constatados por 'alguna autoridad; toca a ésta
imputar a los casos concretosei:l que se produzcan la regulación consignada en la ley,
por lo que sólo cuando tal referencia opere, procederá contra la norma el amparo al
través del aeto de aplicación respectivo por modo necesario.
La individualizaci6n automática de las situaciones abstractas previstas en la ley, es
decir, la obligatoriedad per ser que ésta impone a los sujetos que en' ellas se encuen-
tran comprendidos, puede operar no sólo cuando se trate de situaciones particulares
ya existentes en el momento en que la ley entre en vigor, sino. cuando surgen d'1Jt'ante
la vigencia de la misma. En otras palabras, la auto-aplicatividad de la norma. actúa no
únicamente frente a situaciones concretas coetáneas o anteriores al momento en que
la ley comience a regir, sino frente a las que se vayan creando durante el tiempo
en que rija. Por tanto, el término consignado en el artículo 22, fracción 11, de la
Ley de Amparo para impugnar una ley en sí misma, no debe solamente empezar
228 EL )U100DE AMPARO
, a COrrer a partir de la fecha en que entre en vigor, sino tatnbién desde que el particular
se coloque bajo los' supuestos abstractos de sus disposiciones,
Tal acóeeece, v. gr., cuando. coo.pOSterioridad al momento en que una ·ley comience 4
regir, se formen 'personas morales cuya situación concreta se encuentre automáticamente aer-
macla, pues entonces, desde que opera la adecuación respectiva entre dicha situación ,y los su-
puestos legales abstractos, se inicia el transcurso del término para lá promoción de la acclón de
amparo. Suponer lo contrario, es decir, Considerar que. una persona moral que aun no existe en
el momento en que una. -ley auto-aplicativa entra en ,vigor, debe interponer contra ella el [uicio
de amparo dentro del plezo de treinta días correspondientes, sin que tampoco se haya constituido
durante éste, equivaldría a imposibilitar a las entidades morales que ron posterioridad se
formen para atacar en la via constitucional la ley que automáticamente las agravia, agravio
que 'se causa, precisamente, desde que adquieren vida jurídica.
\
230 EL JUICO DE AMPARO
de quince dias a que alude el artículo 21 de la Ley de Amparo sin promover la acción
constitucional contra el acto aplicativo stricto JenJU de una ley qq.e estime contraria a
la Constitución, se configura la causal de improcedencia del amparo respectivo por con-
sentimiento tácito.
En efecto, sobre el particular, la fracción XII del artículo 73 de la Ley de Amparo
,I
disponía que:
'Por su parte, en
la exposición de motivos de las reformas practicadas a la Ley de
Amparo por Decreto de 30 de diciembre de 1950 se afirma lo siguiente para apoyar
la modalidad establecida en relación con la procedencia del juicio de garantías contra
leyes:
"La. frac. XII del mismo arto 73 se adiciona COn un segundo párrafo. a fin de que no se
entienda consentida tácitamente una ley, a pesar de que sea impugnable en amparo desde el'
momento de su promulgadón y de que éste no se haya interpuesto, sino sólo en el caso de que
tampoco se haya hecho valer contra el primer acto de su aplicación con respecto al quejoso.
"El problema del amparo contra leyes es el más grave y más genuinamente constitucio-
nal, no sólo porque se está frente al control directo de actos legislativos, sino porque éstos por
ser de observancia general, deben tener aplicación inmediatamente para el correcto desenvolvi-
miento de la vida social. Tratadistas ilustres han sostenido que ~ debe haber término para poder
interponer amparo contra una ley. Otros establecen temperancias a este principio absoluto. La
reforma que proponemos, aquilatando las múltiples fecetas que/presenta dicho problema, considera
que habrá dos momentos para impugnar una ley: desde su expedición si ésta causa perjuicio al
quejoso, y contra su primer acto de aplicación, aunque no se haya reclamado al expedirse. Si no
se procede ea. estos términos, entonces si se entenderá consentida tácitamente la Ley.
"Y procede expresar, con mejor razón. que la modificación en estudio se impone, pues
si la reforma al artículo 107. fracción Il, de la Constitución considera que puede suplirse la
deficiencia de la queja cuando la Ley ha sido declarada inconstitucional por la jurisprudencia
de la Suprema Corte, ron mayor razón deben poder los particulares acudir al amparo contra el
primer acto de aplicación de la ley." ,
las siguientes: la dictada en la Revisión 12/1953. Manuel Pérea Carretero, resuelta el 19 de di-
ciembre de 1954; la pronunciada en la Revisión 5983/51.-Roberto E. Farías GaJ¡Za r ccags.,
resuelta el 14 de junio de 1960 (Semanario Judicial de la Federación.-Sexta Epoca.-EJecutorias
del Pleno.-Mes de junio de 1960) y IeJiJ juriJprudendaJer 3 de la Compi/tKi6n 1917-1965. y 72
del Apénd;<e 197), Pleno. __
LA PROCEDENCIA CONSTrruQONAL DEL JUICO DE AMPARO 231
mas, y realizado por cualquier autoridad diferente del legislador (autoridades judiciales
o administrativas). y es que el problema del amparo contra leyes, dentro de la teoría
del juicio de garantías, sólo tiene significación como cuestión de procedencia o impro-
cedencia de la acción constitucional contra un 1 ordenamiento en si mismo considerado,
es decir, independientemente del acto específico en que se aplique en detrimento de
alguna persona total o, parcialmente y con vista a la presencia o ausencia del agravio
indívidual. En otros términos, la procedencia del juicio de amparo contra leyes esti-
madas en cuanto tales, prescindiendo de los actos aplicativos concretos que respecto.
a ellas pudieran realizarse, se establece, según hemos afirmado, en razón de que la
norma jurídica, como acto de autoridad. abstracto, impersonal y general, cause, desde
el momento de su promulgación, agravios individuales y específicos en las esferas
particulares que se comprendan dentro de las situaciooes legales previstas (auto-aplí-
catividad o auto-ejecutividad). Por ende, si conforme al párrafo segundo de la frac-
ción XII del artículo 73 de la Ley de Amparo, una ley que asuma dichos caracteres de
operatividad era susceptible de impugnarse por la vía coostitucional, tanto dentro de los
treinta dlas signientes al en que entre en vignr, como al través del primer acto aplicativo
correspondiente que realizara cualquiera autoridad, resulta que C!' esta última hipótesis
la referida disposición legal identificaba, desde el punto de vista de la procedencia de la
acción de amparo) a las normas auto-aplicativas o auto-ejecutivas Con las que exijan
un hecho particular de aplicación para producir sus efectos reguladores, contrariándose
la teoría del juicio de garantías en aras de una medida práctica para desplazar una
cuestión de tanto interés jurídico, como es la relativa al amparo contra leyes.
2. ÚII Reformas de 1967.-Según éstas; el término de quince dlas para impugnar
una ley al través de su aplicación no s610 puede transcurrir a partir del primer acto
concreto respectivo, sino del último. Esta hipótesis se registra en el caso de que contra
el primer acto de aplicación proceda algún recurso o medio de defensa legal ordinario
"por virtud del cual pueda ser modificado, revocado o nulificadc", si el. agraviado lo
interpuso, pues entonces la impugnaci6n de la ley aplicada puede realizarse al atacarse
en vía de amparo la Ti/lima resolucién que se dicte en la secuela impugnativa ordinaria.
En otras palabras, el agraviado pueáe op/ar, [rente al primer acto de aplictUi6n legal,
por áeáucir la acci6n de amparo ron/ra tal acto y la ley aplicada, o promover el recurso
o medio de áefensa ordinario. En este último caso, la impugnación de la ley aplicada
sólo puede efectuarla, según dijimos, al combatir en l~\ via constitucional la última
decisión que en la secuela procesal correspondiente se emita. Dicha impugnación se
debe formular dentro del plazo de quince días al de la nótificación de la mencionada
decisión, so pena de considerarse consentida tácitamente la ley que en ésta se hubiese
aplicado (párrafo tercero de la fracción XII del art 73 de la 1. de A.),"'·bl~
Debemos hacer la observación de que la oportunidad anterior para impugnar una
ley en via de amparo subsiste aunque el agraviado, al atacar los actos aplicativos de la
misma mediante los recursos o medios ordinarios de defensa, no hubiese esgrimido
299 bl!l Estas oportunidades impugnativas las reitera el criterio de la Suprema Corte contenido
en la tesis 32 del Informe de 1979, ,Pleno, as! como en la tesis 14 del Informe de 1980, Pleno.
Además, el mismo Alto Tribunal ha sostenido que cuando el agraviado opta por entablar los recur-
. sos ordinarios contra el primer acto aplicativo de la ley que estime inconstitiici,onal, opera el
principio de definitivldad, en el sentido de agotar todos los medios impugnativos -que legalmente
se establezcan para atacar las decisiones que se emitan durante la substanciación de los citados
recursos y de los medios ordinarios de defensa correspondientes (ldem, tesis 30).
2~2 EL JUlOO DE AMPARO
ley del acto, para venir al amparo, suponiendo que los hubiese, puesto que no son las autorida-
des comunes a quienes compete resolver si una ley o reglamento son o no contrarios a la
Constitución de la República. sino directamente a la Justicia Federal." 801
La tesis jurisprudencia! a que nos referimos dice textualmente: "Es cierto que el amparo es
improcedente contra las leyes que por una sola expedición no entrañen violación de garantías.
sino que se necesite un acto posterior de autoridad para realizar las violaciones; pero no debe
resolverse a priOf'i, que determinado cuerpo de leyes no entraña violación de garantías por su
sola expedición, ni es necesario que se reclame un acto posterior de autoridad, que pueda
venir a realizar dichas violaciones, sino que la proposición relativa debe establecerse como resul-
tado del estudio que se haga en vista de los informes de las autoridades responsables y de las
pruebas que rindan las partes; lo cual implica la. admisión y tramitación de la demanda de am-
paro, sin perjuicio de dietar el sobreseimiento que corresponda, si de este estudio aparece
realmente la existencia de una causa. de improcedencia." 302
d) Sil consentimiento
1. Una cuestión que no deja de tener interés en lo qt.e concierne al amparo
contra leyes es la consistente en determinar si, cuando el afectado impugna de incoas-
titucionalidad algunos preceptos específicos de un ordenamiento y se acoge o acata
otras disposiciones legales de éste, ¿el amparo que contra aquéllos entabla es improce-
dente? La Suprema Corte no ha resuelto este problema, pues en una tesis juríspruden-
cia/'" únicamente afirma que si de la demanda de amparo Se desprende que el que-
joso se acogió voluntariamente a lo dispuesto en el pr~cepto tildado de inconstitucional,
el juicio de garantías es improcedente.
801 Semana,rio Judicial de la Federación. Tomo XU, pág. 48; T. xun, pág. 2359: T. XLV,
pág. 2042; T. XLVIII, pág. 2956, Quinta Epoca. El criterio 'lU6 se contiene en estas e;er/ltotias
lo ha hedo extensivo la Segsmda SaJa de la Suprema Corte, en tesis ;urisprudenriaJ, a lo¡ ~aJO¡
m 'l1I' le implIgnm reglamentos por Sil ;nconstitlldonaiidad (ar. lnfomu de 1974, págs. 40 y 41)
1 T ..is '11 JqJ Aphrtlite 197'. Segunda S.Ja,. .
803 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 98.
303 Apéndice al Tomo cx.VIlI, Tesis 95, corroborada por las ejecutorias siguientes: Revi-
si6n 4799/48, Guttman Lutki, fallada el 3 de marzo de 1959; Revisión 6430/". Ca. de Fianzas
México, fallada el 18 de marro de 1959 (Semanario Judki,al de la Federaci6n.-5exta Epoca.-
Vol. correspondiente al mes de marzo de 19'9.-Ejecutorias del Pleno).
EL JUIOO DE AMPARO
Para resolver la citada cuestión debe examinarse la ley impugnada de que se trate
desde el punto de vista de su carácter como conjunto regulador integral, relacionando
sus diversas disposiciones en cuanto a las afectaciones concretas que producen o tiendan
a producir. En efecto, tratándose de un ordenamiento determinado, las prevenciones
legales' que en él se contienen. si bien es verdad que conciernen a la materia general
sobre la que la ley versa, pueden prever y normar diferentes relaciones o ámbitos
jurídicos conectados unos con los otros. Puede suceder que entre diversos preceptos de
un mismo conjunto normativo exista una retación causal O un oinculo teleolágico de regu-
lacidn, de tal suerte que los mandatos de unos sean el antecedente de aplicación de
las disposiciones contenidas en otros, o los conductos de aplicabilidad de éstos. Ahora
bien, si se impugna por inconstitucionalidad un precepto legal determinado que sea
la causa o antecedente de aplicabilidad de otro al que el afectado se acogió, es evidente
que, por haberse observado el efecto' o consecuencia de la disposición atacada, se con-
sintió ésta, siendo, por tanto, improcedente el amparo respectivo. Igualmente, a la
misma conclusión se debe llegar si el precepto impugnado por la vía constitucional
es el medio o conducto necesario para aplicar una disposición legal a la que el afee-
tado se ha acogido. Por el contrario, cuando el quejoso ha cumplido u observado un
precepto legal que pertenezca a un conjunto normativo determinado y ha impugnado
otras disposiciones de éste que no guarden con el primero ninguna relación carlJal o
"¡eteológlca, sino que estén dotadas de ,cierta autonomia reguladora, debe concluirse que
el amparo respectivo es procedente por no existir consentimiento alguno de parte del
afectado a los mandatos combatidos.·. .
2. Independientemente de la cuestión que se acaba de plantear, el consentimiento
de una ley, que genera la improcedencia del amparo contra la misma, puede ser tácito,
o sea, cuando no se ataque dentro del término de quince días siguientes al primer
arto de apticaríón, pues ya se afirmó anteriormente que en lo que respecta a las leyes
auto-aplicativas no opera dicho consentimientosi no se impugnan dentro del plazo de
treinta días contados desde el día en que entren en vigor.
Sin embargo, según las Reformas de 1967, el agraviado no tiene obligación de
impugnar una ley a través de su primer acto de aplicación, cuando contra éste proceda
algún recurso o medio de defensa tegal por vírtud del cuat pueda ser modifirtido,
revocado o nu!ifirado. En esta hipótesis es optativo para el quejoso prescindir de la
interposición de dicho recurso o medio de defensa legal y atacar la ley a través de su
primer acto aplicativo, o reclamarla en amparo hasta que se dicte resolución en dicho
recurso o medio de defensa legal, aunque al deducir éste sólo haya alegado vicios de
ilegalidad del primer acto de aplicación contra el que haya decidido deducir el medio
impugnativo ordinario. (Art. 73, fr. XII, pfo. tercero de la 1. de A.)
3. Puede existir también consentimiento expreso de una ley, en el caso de que el
agraviado realiza de manera espontánea actos que se apoyen en ella, "aun cuando
al través de ellos sostenga que lo previsto por ésta no le es aplicable". También se
consiente expresamente una ley, cuando el quejoso utilice algún recurso o procedimiento
que la misma establezca, "ya que el interesado intervenga como actor o recurrente,
o bien que lo haga con el carácter opuesto".'"
804- Esta conclusión ya, la sostiene la Suprema Corte en la ejecutoria que aparece publicada en
el Informe de 1971. Sección "Presidencia", pág. 2'7 Y 2'8.
80/5 Tesis illrúprlldenúaJ 2 de la Compi/atitJn 1917·196,.-Pleno. Como puede coleglrse
fácilmente, esta tesis jurisprudencial quedó sin observanria rTI"ced a las Reformas de 1967 a que
acabamos de aludir.
LA PROCEDENCIA CONSTlTUOONAL DEL JUIOO DE AMPARO
Hemos aseverado reiteradamente que para combatir en amparo una ley, bien sea
como auto-aplicativa o como hetero-aplicativa, es decir, a través del acto de autoridad
concreto de aplicación, es menester que se lesione cualquier interés jurídico o derecho
del gobernado..Por ende, cuando no existe esa lesión, el juicio de amparo contra una ley
es improcedente y debe sobreseerse. Si se trata de leyes que no son auto-aplicativas
y no se demuestra la existencia del acto de aplicación concreto por el quejoso, no' se
afecta el interés jurídico de éste, pues sin dicho acto la mencionada ley es inocua.
Así lo ha sostenido la jurisprudencia de la Suprema Corte al afirmar que "Si se re.
clamó la aplicación de una ley Y ésta no se demostró, la sola promulgación no afecta
los intereses jurídicos del quejoso." 30T . " .
806 Este criterio lo ha sostenido la Suprema Corte en la ejecutoria que aparece publicada en
el Inf(1f'me de 1972. pág. 310. Sección "Presidencia". .
300 blB Informe de 1982, Tesis 19. Pleno.
aU7 Tesis 4 de la Compiiacián 1917-196J y Tesis 67 del Apéndice 197J.-PJeno. Este mismo
criterio en materia de amparo ¡isral establece en la tesis illriJprllde"~ia/ 38 publicada en el In-
[orme de 1977; Pleno.
236 El. JUICO DE AMPAIlO
El criterio sustentado por la Suprema Corte en relación con esta cuestión ha sido,
como respecto de otras muchas, muy variable. En un principio se sostuvo que cuando
el amparo se interponia contra el acto aplicativo de una ley inconstitucional y no
contra esta misma, el quejoso no tenia la obligación de señalar como autoridad respon.
sable a la autoridad legisladora. Sin embargo, frente a esta tesis existe la idea que
sostiene que aun cuando en un juicio de garantías no se impugne una disposición legal
en sí misma considerada. sino a través del acto aplicativo correspondiente, el agraviado
está obligado a indicar como autoridad responsable a la que creó la norma contraria a
la Constitución.
"La autoridad responsable como parte en el juicio de amparo, afirma esta última opinión,
colocada en idéntica situación procesal que las demás partes, independientemente de la obli-
gación de rendir su informe justificado. tiene derecho a rendir pruebas, a presentar alegatos y
a interponer los recursos que procedan, en una palabra, a ser oída en juicio. De esta ma..
nera resulta en el caso manifiestamente contrario a las disposiciones expresas del Pacto
Federal y de la Ley Orgánica que rigen el juicio constitucional, la pretensión de la parte
recurrente en el sentido de que no es necesario señalar como autoridad responsable a la que
expide la ley. cuando se reclama no la ley en sí. cuya sola expediciéa, publicación y refrendo
Son aetas irreparablemente consumados, sino porque su aplicación a un caso concreto se estima
'inconstitucional', ya que de aceptarse este criterio, se desconocería a la autoridad responsable
(H. Congreso dy la Unión en el caso), su condición de parte constante en el juicio de amparo,
y como tal, colocada en idéntica situación procesal que las demás partes en el juicio e inves-
tida de la facultad legal que para ser oída le asiste. Por tanto, ya se redame la ley, en sí, en los
rasas en que por traer aparejado un prinripio de e;erudón. su sola expedirión fJio/4 garantlas
individuales, o ya se redame su apliraáón inconstitucional a un faro concreto determinado, en
ambas hipótesis los interesados están obligados a señtdar fama responsable, a la aPtO'ridad en-
fargada de la !or11ltUión y expedid6n de la ley, porque no de otra manera se cumple la fina-
lidad establecida en el sentido de que dicha autoridad goce de su condición de parte plenamente
en et juicio constitucional,
'.'Es de advertir que esta Sala en diversas ejecutorias que forman jurisprudencia, ha sus-
tentado el criterio de que no es indispensable que se señale a la autoridad que expide un de-
creto para que se analice la constitucionalidad del mismo, pues esta Corte ha establecido que
cuando una ley, en general, no envuelva en sí un principio 4e ejecución, por su sola promul-
geción, no están obligados los particulares a solicitar el. amparo, sino hasta cuando se trate
de aplicar y perjudique concretamente a determinado particular, y en este .caso basta que se
señale a las autoridades que tratan de aplicar la. ley que se estime anticonstitucional, para
que se estudie la inconstitucionalidad que se plantea; pues la Ley de Amparo previene "que
ésta puede pedirse contra la autoridad que. haya ejecutado, ejecute o trate de ejecutar el aeto
que se reclama o contra ambas. Por 10 cual, cuando se reclama no la expedición en s! de un
decreto, sino la aplicación del mismo, el momento oportuno y legal para pedir amparo alegando
la inconstitucíonalidad, es precisamente cuando se trata de aplicar la ley y, por ende, no es
indispensable que se señale como responsable a la autoridad de quien emana." Sin embargo,
por las fonsideranones que informan la presetlle e;uIIIO'ria, le e1tiJRa que esta jurisprudencia
no debe preva/efer. (Revisión número 5131/44, fallada el U de agosto de 1947 e Informe
correspondiente .1 año de 1947, pág. 40 Y Exp. 2l43/48.) ...
BOS La. misma idea se contiene en la ejecutoria publicada en el Torno ax, pág. 242 del
S. ]. de la P.• Quinta Epoca. El criterio que preva/efe en la actualidad sobre /4 fllel1lón apllntaJa.
. ~nsiste en que, tratándose de un juicio de amparo contra leyes que se impugnen a través del
acto aplicativo correspondiente, sí debe señalarse como responsable al órgano del Estado del que
haya provenido su expedición so pena de que no se estudie suinconstitucionalidad (S, J. de la
P., Sexta Epoca, Tomo XCV, ejecutoria dietada en el amparo' en revisión 3994/62, Vicente
Méndez, pronuncia.da el 4 de mayo de 1965 por el Tribunal.Pleno,' ídem, ejecutoria publicada en el
Informe de 1974, Pleno, págs. 28~ Y 286 Y tesis jurisprudenciales 6' y 70 Jel ApénJire 197J.-
p{mo).
LA PROCEDENCIA CONST1TUOONAL DBL JUiCiO DE Á<\clPAAO 2}7
.autoridad dicta u ordena un acto, 1'0t modo concomitante formula una decislén mM,
propriq y, tratátrdoJe d~ actos tiplitittivos ·de U"a norm« legál, tal decisi6n se teveiaen
lit referencia de la siluatiÓ1> abstrdélit e imperson¡jJ contenida en la dis/Jqsición geiiel'ál. ¡j
Un taso pitrticti/df e individllaiizado, mediante la constatación de la correspondeneia
o coincidencia entre los extremos o supuestos legales '1 las modalidades especifitas de
dicho caso, en la inteligencia de que, cuando la indicada constataci6n se establ~e
238 EL JUIOO DE AMI'ARO
mente dicha del Poder Legislativo se contrae a los diversos actos de formaci6n legal,
consumados los males, la norma expedida. y puesta en vigor, se inviste de autonomía
reguladora, viviendo jurídicamente, por ende, separada de su fuente formal.
En virtud de dicha autonomía normativa de la ley, que es un elemento de seguridad
jurídica, la autoridad que la aplica no obedece sino a la propia norma, por lo que entre
aquélla y el legislador no existe ningún nexo de orden o dictado a ejecución.
El señalamiento invariable de la autoridad legislativa como responsable en un am-
paro contra un acto aplicativo de una ley inconstitucional, en muchos casos provocaría
serios e intrincados problemas de competencia entre los órganos judiciales de conoci-
miento. En efecto,' supongamos que el Tribunal Superior de Justicia del D. F., o una
Junta de Conciliaci6n y Arbitraje pronuncia una sentencia definitiva en segunda instan-
cia o un laudo, en que se aplique un precepto, cualquiera considerado como contrario
a la Constitución. Conforme a los artículos conducentes de la Ley de Amparo, el cono-
cimiento de la acción y juicio constitucionales que contra tales resoluciones se entablen.
correspondería a la Suprema Corte de Justicia, o a los Tribunales Colegiados de Circuito.
Abora bien, si se señalase como autoridad responsable, además de la Sala respectiva
del Tribunal Superior de Justicia o del Grupo Especial correspondiente de la Junta
(federal o local) de Conciliación y Arbitraje, a la autoridad legislativa que hubiere
elaborado la disposici6n considerada inconstitucional, ¿a qué 6rgano jurisdiccional federal
incumbiría el conocimiento del amparo en cuestión, si se atiende a lo establecido en la
fracción 11 del artículo 114 de la Ley Reglamentaria de los artículos 103 y 107 cons-
titucionales, que preceptúa la competencia relativa en favor de un Juez de Distrito
cuando los actos reclamados se imputen a autoridades distintas de las judiciales o de
las Juntas de Conciliación y Arbitraje? y si la cuesti6n competencial se resolviera en
favor de la Corte, o de los Tribunales Colegiados de Circuito, ¿tienen éstos facultades
para conocer directamente, por modo uni-instancial, de los amparos que se enderecen
contra actos de la autoridad legislativa? O si, por el contrario, se determina que la
competencia pertenece a un Juez de Distrito, ¿time este funcionario judicial atribucio-
nes legales para conocer de juicios de amparo uni-instanciales, como son los aludidos
en el artículo 158 de la Ley respectiva?
Como se ve, dichos problemas de competencia presentan perfiles complejos cuando,
en casos como, el indicado, se señalen como autoridades responsables en un juicio de
garantías que se promueva contra una sentencia definitiva del orden civil, penal o admi-
nistrativo, o un laudo arbitral en que se haya aplicado una disposici6n legal considerada
como inconstitucional, tanto a la autoridad que pronuncia tal decisión, como a la autora
del precepto aplicado. Esta hip6tesís, además, plantea no s610 cuestiones competenciales,
sino problemas relativos a la procedencia del amparo indirecto o directo. Es bien sa-
bido que cuando el acto 'reclamado consista en fallos definitivos civiles, penales, adminis-
trativos o laborales, la acci6n constitucional debe ejercitarse en amparo directo o
uni-instancial, sea ante la Suprema Corte o ante el Tribunal Colegiado de Circuito
que corresponda, en los respertívos casos a que nos referiremos posteriormente; y
cuando se ataca una ley en sí misma por su inconstitucíonalidad, toca conocer del juicio
de garantías a los Jueces de Distrito. .
Sin embargo, para dilucidar los problemas' apuntados, hay que hacer una imprescin-
dible distinción. Si del amparo contra el acto aplicativo de lIt1a ley deben conocer los
Jueces de Distrito, es decir, si contra tal acto procede el juicio de garantías indirecto
.:
240 EL JUICO DE AMPARO
"La Suprema Corte y /OJ Tribunales CoIegiadol de Circuito timen compelenria para na-
minar en el attIparo directo la ronIlilurions!idad o inronslitllc1ontlÜdaJ de ltU l'Jlls, cuando
las sentencias definitivas o los laudos se funden en leyes opuestas a la Carta Suprema. De no
admitirse esta tesis se tendría que reconocer a los Jueces de Distrito competencia para conocer
de juicios de ampare contra sentencias definitivas y contra laudos, cuando estas resoluciones se
fundaren en leyes inconstitucionales, lo cual es rotundamente contrario a lo que previene
el artículo 10.7 eonstitudonal,en sus fracciones V y VI actualmente, y a lo que prevenía la
fracóón VIII de este" artículo en su texto anterior a la reforma de mil novecientos cincuenta
y uno y é. lo que disponía y dispone el artículo 1 ~8 de la Ley de Amparo, disposiciones que
claramente indican que la competencia para' conocer de juicios de amparo contra. tal especie
de. resoluciones, es de la Suprema Corte de Justicia y actualmente también de los Tribunales
Colegiados de Circuito." .
"Coendc la ley no contenga un. principio de ejeccdén, esto es, cuando no entrañe vio-
!adón de garantías por su soja expedición t(J(tU'á ~xaminar la ~onstitu&i01Ud;Ja¡J de el/ti di
6f-gano ;ufisdiccloniiJ de ampara a quietl t:orrespont!4 ronoter d~l ¡uitio en qUI SI combald
como vio1dJorio de gtltantf41 el atto de la autoridad que h"y" herho aplirw6n de Isa ley,
o sea, que 'CUando se reclama. en juicio de empero directo una sentencia definitiva sobre el
Fundamento de. que ella se apoya en una ley inconstitucional, la Suprema Corte de Justicia
e el Tribunal Colegiado de Circuito, en su caso, estarán facultados para examinar Ia ccosn-
tucionalidad de esa ley, ya que, de otro modo. esos 6rganos jurisdiccionales no podrlan de.
cidir si la sentencia que se combate realmente entraña violación de garantías en cuanto en ella.
se hizo aplicación de una Jey tildada de inconstitucional:' \
"Cuando la Inconstitucienalidad de las leyes no ie plantea ,en ;uido de ampdrtI de Muerdo
con la fracriótl 1 del árllrulo 114 de la 1..Ay JeAmparo. porque la violación de garantías no
se produzca siño hasta que ocurren 'aetas de aplicación de esas leyes; el estudio de tal euesti6n se
puede hacer aIlnqttt no se señale tomo iUlloridad responsable al órgano legiJlaJor. Esta idee.
'sé sostiene en la tesis de la Suprema Corte que dice: 'No es indispensable que se señale a la
autoridad que expide un decreto para que se analice la constitucionalidad del mismo, pues
esta Corte ha 'establecido que cuando una ley en general no envuelve en sí un. principio
deejecuci6n, por su sola promulgación, no citán obligados los particulares a solicitar el
amparo, sino hasta. cuando se trata de aplicarla concretamente a determinado particular, y en ese
caso. baJla qtie se señale alas aUJoridades que traJan de aplifar la ,ley que fe estima ;urontti.
'uriiJn~I, Pilrii .(¡ue teeJludieJa in~ótlsliturí(miJidaJ que se plante~' pues la Ley de Amparo
previene que éste puede pedirse contra la autoridad que haya ejecutado o trate de ejecutar el
atto que se tetlaina,rontra la .autoridad de quien haya emanado O contra ambas. Por Jo cual,
cuando se reclama no la existencia en si de un decreto. sino laaplicacioo del mismo, el
t
'>
I
Tal cosa puede suceder, verbigracia, cuando un juez de primera instancia al dictar
una sentencia o una resolución procesal cualquiera, hubiera invocado algún precepto
legal contrario a la Constitución, pudiéndose argüir que al través del recurso de ape-
lación correspondiente, el particular afectado pudiese. suscitar ante el superior jerárqui-
co de dicho funcionario el problema de constitucionalidad -relativo.
. La Suprema Corte de Justicia ha sustentado el criterio de que las cuestiones que
I versen sobre la <onstituaonalidad de una ley se<undaria IÍnieamente pueden ser traklt/as
y resueltas por los tribunales federales, careciendo las autoridades distintas de éstos de
I la facultad de solucionar problemas de oposici6n de normas ordinarias a la Constitución.
810 San. Jud. de la Fed..-Quinta Epoca.-Tomo CXIX, págs. 121.5 Y 1216. El mismo cri-
terio se sostiene en la tesis publietda en el Inft>f11le de 1974, Sección Pleno, págs. 336 y 331 Y
tesis jllrisp,udenüaJ 7J Jel Apéridke 197J.-P/eno.
242 EL JUICO DE AMPARO
de esta facultad. es indiscutible que interferirla las facultades espreses del Ejecutivo si dicho
Tribunal por propia autoridad, declarase que determinada ley es inconstitucional." 810
Las ejecutorias en que el expresado criterio se contiene, son las siguientes: "Dentro de
la órbita de sus atribuciones legales, las Salas del Tribunal Fiscal de la Federación pueden. al
resolver las cuestiones de su competencia, decidir, conforme al artículo 133 de la Carla Magna
(que ordena que las autoridades judiciales arreglarán sus actos o resoluciones a 'lo que en ella
se establece, a pesar de las disposiciones en contrario que pueda haber en otras leyes). si la ley
que apoya /01 saos impugnados e¡ o no consliJueional. ya que ningún ordenamiento secundario
y ninglÍn tUlo de autoridad, pueden prevalecer contra la Constitución General de la República.
Ahora bien, no puede considerarse jurídica la abstención de una de dichas Salas, para resolver
un caso sometido a 'su decisión, dictando sobreseimiento en el juicio, por considerarse incom-
petente para conocer sobre la constitucionalidad de la ley de donde derivó el acto, pues a
ello equivale el sobreseimiento, ya que deja de estimar y analizar la cuestión. que se le hu-
biere propuesto, infringiendo con ello los articulas 14 y 16 constitucionales."
"La obligación que tienen todas las autoridades. de actuar dentro de las normas estable.
cidas por la Carta Magna Y. para ello, de confrontar eón ésta las leyes que pretenden aplitarle,
no produce, al faltar a esa obligación. un nuevo concepto de violación distinto de los que se
derivan del desconocimiento de las garantías individuales. En otros términos: sólo dentro del
juicio constitucional, de la. competencia-exclusiva del Poder Judicial Federal, se deben necesa-
riamente. a petición de parte, destruir los efectos de una ley inconstitucional sin que esto signi.
fique que la! demár aIItoridaJel no deben regirse por la Constitución, aIInque ·para ello tengan
que dCl0bed«er una ley secundaria, sólo que este deber no deriva de una compelentia ;urisdic-
donaJ, sino de un mandalo general de orden superior, fincado en la lUPremaeia de la Cons-
ti,ucM"." BU
"Si en una demanda de amparo se impugnan tanto el acto de aplicación de una ley
como 'la expedición de ésta. al dccretarse el sobreseimiento del juicio en 10 que atañe al acto-
de aplicación, debe sobreseerse también en 10 relacionado con la expedición de la disposición
legal, si el quejoso considera que el acto concreto de aplicación es el que le causa perjuicio y
no la simple existencia de la ley, puesto que no es posible estudiar separadamente el ordena-
miento al que pertenece el precepto cuya aplicación se combata." 313 b 18
tejos de ello, en una ejecutoria 315 establece, "refiriéndose en concreto al amparo contra
leyes, que "el que se concede (el amparo) porque viola las garantías individuales del quejoso,
no constituye ningún ataque a la soberanía..de la autoridad legislativa, toda vez que ésta tiene
limitadas sus facultades por el pacto federal, que no pueden ser violadas de manera alguna;
ni tampoco puede conceptuarse que el amparo concedido restrinja la facultad de legislar. puesto
que el otorgamiento de la protección. federal, Se limita a. amparar a los quejosos en el caso
especial sobre el que verse la queja y notieñe por finalidad declarar que determinada ley es
anticonstitucional" .
En efecto, la facultad con que está investido el Poder Judicial Federal, y en es-
pecial la Suprema Corte, no restringe la función legislativa ni la administrativa, pues
los poderes respectivos, una vez concedida la protecci6n federal, no se ven despojados
de la posibilidad de volver a ejecutar el acto o los actos reclamados, no en relaci6n al
. quejoso, sino respecto a otras personas, ni les impide la comisi6n de hechos inconsti-
tucionales para el futuro; tampoco, por otra parte, la Justicia Federal, tratándose de
amparos contra leyes, ejercita una facultad derogatoria o abrogatoria que le es impro-
pia, ni mucho menos invade la esfera de competencia de los demás poderes, sino
por el contrario, _se mantiene dentro de la órbita de sus atribuciones constitucionales;
pero de todo ello"no se colige que la Suprema Corte no esté colocada en una situación
jurídica de supremacía respecto a los demás poderes del Estado, pues, como ya adver-
timos, ésta descansa eo la posibilidad funcional de invalidar la actividad de cualquier
autoridad que sea contraria a la Constitución, eo los distintoa-cásos de procedencia
de juicio de amparol invalidación que se actualiza en cada-~unto concreto que se
somete a su conocimiento.
31G Semanario Judidal de la. Federacién-c-Tomo XLIV. pág. 42U; Quinta Epoca.
,
-.
CAPITULO SEXTO
LA EXTENSION PROTECI'ORA
DEL JUICIO DE AMPARO
SUMAlUO: l.-La extensión del juicio de amparo. según el sentido limitativo del
artículo 103 constitucional. n.-Tendencias de Rebasa y VaIlarta pata extender el
alcance de protección del juicio de amparo. 111.-Extensi6n tutelar del juicio de am-
paro de acuerdo con el concepto de "autoridad competente" del articulo 16 constitu..
cional. IV.-Extensi6n del juicio de amparo de acuerdo con los párrafos terceto' y
cuarto del articulo 14 constitucional. V.-Extensión del juicio de amparo a 'través
del concepto "leyes" del propio precepto. segundo párrafo. VI ........Extensión prctec-
tora del juicio de amparo por lo que ve a la Iegislacién administrativa en especial.
VII.-Extel15i.6n del juicio de amparo a través del concepto "causa legal" del ar-
tlculo 16 constitucional. VlII.-Extensi6n protectora del amparo á las glU'antíáS
sociales. IX.-Condusi6n.
la cuestión que constituye el rubro del presente capítulo puede apreciarse desde dos
puntos de vista, o mejor dicho, las respuestas que a elJa se den y las conclusiones que al
respecto se formulen, pueden referirse, bien al alcance protector del juicio de' amparo
por lo que atañe a, los derechos públicos individuales específicos, que son el contenido
de las garantías individuales, así como a aquellas situaciones jurídicas del gobernado,
inafectabJes tanto por la Federación o por los Estados, o bien a la protección de los
ordenamientos y del régimen de legalidad en sentido amplio que se contravengan por
las autoridades del Estadoen detrimento de los agraviados particulares.
En el primer caso, la extensi6n del juicio de amparo se fija en razón directa del
alcance propio de las garantías del gobernado y de la posición jurídica de éste en
cuanto a su aspecto de inafectabilidad constitucional por las autoridades federales o
locales en sus respectivos casos. Asi, verbigracia, si, de acuerdo con la fracción 1 del
artículo 103 de la Constitución, el juicio de amparo es procedente contra actos de cual.
quier autorídad que violen las garantías individuales, la extensión de aquél Sé estable-
cer' atendiendo al contenido preservativo mismo de éstas', es decir, a los objetos en,
ellas comprendidos, lo que no engendra complicación alguna; o si, en atención a 10 que
<preceptúan las fracciones II y III del mencionado artículo constitucional, el juicio de
amparo se promueve cuando en perjuicio de una persona determinada las autoridades
locales ejecutan un acto que constitucionalmente no deban cometer y que sea de la
incumbencia de la Federación o viceversa, la extensión relativa de nuestro medio de con.
trol Se fijaci por el alcance e índole del contenido deIa situación jurídica que dichas
autoridades no pueden afectar o que los órganos federales no pueden vulnerar.
POrlo que toca a la segunda hipótesis, o sea, aquellá. que se refiere a la tutela nornrati-
va del juicio, de amparo, es decir, al alcance·que éste. tiecO' en cuanto a la protección de la
250 EL JUICO DE AMPARO
ley o régimen de legalidad (lato sensu), traducido o expresado en los diferentes orde-
namientos jurídicos-normativos, constitucionales u ordinarios, cabe, desde luego, hacerse
las siguientes preguntas: ¿el ;tlicio de amparo tutela toda la Constitución? ¿Es solamente
la Constitución q parte de ella el ordenamiento normaJivo objeto de su protección?
Desde luego, es obvio que, atendiendo al sentido del artkulo 103 constitucional
(101 de la Constitución de 1857), que fija la procedencia general del juicio de amparo,
la extensión de la protección.jurldica de éste abarca únicamente parte de la Ley Fun-
damental, o sea, aquella que se refiere a las garitntlas individuflles, comprendidas en
los veintinueve primeros artículos constitucionales, y a la que atañe a todas aquellas
disposiciones que establecen la competencia federfll y local.
Consiguientemente, en nuestro régimen constitucional, solamente procede el am{'aro
en los tres casos previstos en las sendas fracciones que integran el articulo 103 cons-
titucional, esto es, contra leyes o actos de cualquier autoridad que violen las garantías
individuales (f. 1), por-leyes o actos de la autoridad federal que vulneren o restrinjan
la soberanía de los Estados (f. 11), y, por último, por leyes o actos de las autoridades
de éstos, que invadan la esfera de la autoridad federal (f. III), declaraciones seme-
jantes a las contenidas en el-artículo primero de la Ley de Amparo.
Aparentemente (y empleamos este adverbio porque, como demostrarenios con pos-
terioridad, la extensión del juicio de amparo es mayor), el alcance de la tutela jurídica
de nuestra institución controladora s610 se refiere a esos tres casos, es decir. cuan-
do alguna ley o acto de cualquier autoridad viole las garantías individuales, o sean,
veintinueve primeros artículos de la Constitución, o ruando se altere por los Poderes
Federales o Locales el régimen federativo, siempre y cuando esta alteración se resuelva
en un agravio o perjuicio personales, por ser ésta una de las características del con-
trol por órgano jurisdiccional, con violación o no de los veintinueve primeros pre-
ceptos constitucionales.
En vista,.por ende, del sentido limitado en que está concebido el artículo 103 cons-
tituCional, se infiere que el juicio de amparo no tiene como objeto en nuestro Derecho
Constitucional Positivo actual, tutelar Integramente la Constitución, sino que se contrae
a la_protección de preceptos determinados, relacionados con los casos previstos por el
artículo precitado, tal como lo ha asentado la ;urisprudencia de la Suprema Corte,
al referirse a la extensión de nuestra institución controladora, estableciendo que el
amparo no procede por cualquier violación constitucional, sino que su procedencia
general está fijada liruitativamente en el precepto antes invocado. -
I
En efecto, dicha jurisprudencia está concebida en los siguientes términos: "El juicio de
amparo fue establecido por el artículo 103 constitucional, DO para resguardar todo el cuerpo
de la propia Constituóónsino para proteger las garantías -individuales, y las fracciones 11 y
In del precepto mencionado, deben entenderse en el sentido de que sólo puede reclamarse
en el juido de garantías una ley federal, cuando invada o restrinja la soberanía de los Esta.
dos, O de éstos, si invade la esfera de la autoridad federal; cuando existe un particular que-
joso que reclame la violación de garantías individuales, en un caso concreto de ejecución con
LA EXTENSIÓN PROTECTORA DEL JUlOO DE AMPARO 251
810 Apéndice al Tomo cx.VIII; Tesis Núm. 111; correspondiente a las tesis 6 de la Compila-
tión 1917-196', y 11 del Apéndi(e 197j.-s-Pleno. . - .
252 EL JUIQO DE AMPARO
Dice sobre este particular el citado autor: "Algo se habría ganado en la amplitud del
juicio en favor de la inviolabilidad de la Ley Suprema, si se hubiese añadido una fracción más
al articulo 101 para comprender los casos en que un poder, traspasando sus límites constitucio-
nales, invade la jurisdicción de otro; pues además de protegerse así mayor número de derechos
personajes. se habría dado al Poder Judicial Su facultad equiJibradora; pero aun con esto hu-
hieran quedado fuera deJ alcance del amparo los casos en que la violación ni recae sobre garantía
individual, ni produce invasión de esferas federal o local, ni usurpación de facuItades de otro:'
.(\1 efecto se expresa así el autor del "Juicio Constitucional": "Pueden citarse muchos
ejemplos como éste: un Estado grava con impuestos el consumo de efectos nacionales y los
hace efectivos mediante inspección de las mercancías. El comerciante afectado por la ley fiscal
no puede acudir al juicio de amparo porque la violación de la. fracción VI del articulo 111 no
cae dentro de ninguna de las del artículo 101, y tampoco caería en la que se añadiera por
usurpación de funciones, puesto que para decretar el impuesto a que aludimos no tiene facultad
el Congreso Federal, y el mismo hecho de que esté negada a todo. poder y sustraída de la esfera
general y la local, hace irremediable por el amparo la extralimitación constitucional."
Sin embargo, nosotros no estamos de acuerdo con el pensamiento del ilustre cons-
titucionalista en el sentido de que esos casos se encuentran fuera de las tres fracciones
del artículo 103 o 101, porque, como veremos posteriormente, es posible tutelar las
violaciones mencionadas a través del artículo 16 de las Constituciones de 17 y de 57.
Por último, estimando como remedio más idóneo para lograr que el juicio de .am-
paro proteja todo el régimen constitucional y que el Poder Judicial Federal ejerza su
facultad controladora íntegramente, que se formulase una declaración general tal como
se contenía en la Constitución de Yucatán y como se contiene en la Constitución
Americana, manifiesta don Emilio Rabasa:
"En vez de tres fracciones en un articulo complejo, habría bastado una expresión general
que diera competencia a la Justicia Federal para conocer de toda controversia que se suscite
por leyes o actos de cualquier autoridad que viole un precepto de la Constitución, con perjui-
do del derecho personal de un individuo. Así tendría el juicio de amparo toda la amplitud que
su naturaleza permite y la que la supremacía de la Constitución requiere:'
/
Por su parte, don Igl1ado 'L. Val/arta también se preocupó por hacer más amplia
la protección del juicio de amparo, y, en consecuencia, por ensanchar el poder con-
trolador de los Tribunales Federales, sustentando una interpretación extensiva de la
fracción 1 del artículo 101 de la Constitución de 57 (103 de la de 17), al través del
concepto de "garantías individuales", las que, tal como están concebidas en ambas
Constituciones, propiamente deberían llamarse "derechos del gobernado". Así, el cé-
lebre jurisconsulto mexicano afirmó que las garantías individuales o derechos del
LA EXTENSIÓN PROTEcroRA DEL JUICIO DE AMPARO 2S3
I
gobernado no debían circunscribirse a los veintinueve primeros artículos de la Ley
Fundamental, sino que dichos conceptos podían hacerse extensivos a otros preceptos
que, si directamente no los consignan, cuando menos vienen a explicarlos, ampliarlos,
reglamentarlos O detallarlos.
En efecto. decía Vallarta: 317 "y aun tratándose de garantías individuales muchas veces
habrá necesidad de acudir a textos diversos de los que las consignan, para decidir con acierto
si está o no violada alguna de ellas. Supuesto el enlace íntimo que hay entre los artículos
que las declaran y otros que. aunque de ellas no hablan, las Presupcneo, las explican, las
complementan; supuesta la innegable correlación que existe entre ellas, no pueden tomarse
aislados sin desnaturalizados, sin contrariar su espíritu, sin hacer en repetidas veces imposible
su aplicación. Debo empeñarme en evidenciar estoS aspectos. Creo conseguirlo s6lo con mani-
festar algunos de los casos en que esa correlación se impone como necesaria; así. por ejemplo
para saber si con el nombre de impuesto se puede arrebatar de determinadas personas la pro-
piedad que garantiza el articulo 27, será preciso tomar en consideración el 31. que ordena
que la 'contribución sea proporcional y equitativa; así para 'resolver si con exigir servicios pú-
blicos a los mexicanos. se ataca la libertad personal que consagra el art. ~9. habrá necesidad
de concordar éste con aquel mismo artículo 31, que limita esa libertad con las condiciones que
él precisa; así para decidir si determinada ley es la exactamente aplicable a un caso. no puede
prescindirse de poner en relación el artículo 14 con el 22. si esa ley hubiera impuesto alguna
de las penas que éste abolió, o con el 126. si ella quisiera derogar en todo o en parte la Ccns-
tituci6n, porque absurdo sería que se negara el amparo a alguna autoridad juzgada y senten-
dada, por haber desobedecido la ley que le mandaba desobedecer la Constitución; así en fin
para explicar la competencia de que habla el artículo 16, es indispensable atender al ~O, que
establece la constitucional que a cada uno de los tres departamentos del gobierno corres-
ponde. Si estas citas de artículos que no hablan de garantías y que sin embargo declaran los
que ellas tratan. no bastaren para afirmar la verdad que quiero demostrar, invocada todavía el
33 que limita las que la sección 1 del título 1 concede a todo hombre salvando 'las facultades
que el Gobierno tiene para expeler a extranjeros perniciosos'; enfrente de este texto y sin
necesidad de nuevas razones, no Se puede dudar más de esa verdad. Creo lo dicho suficiente para
condenar la doctrina que veda enlazar unos con otros los artículos de la. Constitución, hasta
para concordarlos explicándolos mutuamente. hasta para citar los que no eseén "comprendidos
en. aquella sección, con el fin de fijar el alcance y extensión de los que otorgan garantías. Esa
doctrina, si con tal rigor se profesa, es de verdad inadmisible:' "El amparo no tiene cabida por
toda clase de infracciones constitucionales, aunque se alegue que ninguna autoridad es compe-
tente para cometerlas, que en consecuencia cada una de esas infracciones viola las garantías del
articulo 16; ese recurso no procede sino en los casos que detalla el artículo 101; pero bien se
puede fundarlo, en la concordancia de los artículos de la sección 1 de la Constitución, con los
que la Constitución no consagró." .
tías individuales COn los veintinueve primeros artículos de la Constitución, pues éstos
solamente las enuncian en forma más o menos sistemática, sino referirlas a todos aque.
Uos preceptos constitucionales que por su espíritu mismo vengan a complementar, de
diversas maneras, las primeras veintinueve disposiciones, toda vez que la declaración
contenida en el articulo primero es lo suficientemente amplia para inferir que es a
través de toda la Constitudón como se consagran las garantias individuales o del go-
bernado. Por vía de ejemplo, citaremos un caso: el artículo 123, que no se encuentra
dentro de los primeros veintinueve preceptos constitucionales, viene a complementar
los artículos 4- y 5' que se refieren a garantías relativas a la prestación de servicios.
Las fracciones r, Il, etc., de! mencionado artículo 123 fijan las condiciones del desem-
peño del trabajo, y, cuando alguna autoridad .las viole en perjuicio de una persona,
evidentemente, y a nadie se le ocurriría lo contrari:;:., procede el amparo, no obstante
que la supuesta violación se comete contra un
precepto constitucional no compren-
dido dentro de los veintinueve articules, pero que en sí mismo viene a constituir una
complementación de los artículos 4' y 5' que consignan expresamente sendas garan-
tías del gobernado.
Se .puede objetar a la tesis de Vallarta, que, siendo el amparo un juicio de estricto
derecbo generalmente, cuando 'el quejoso no expresa por vía de agravio la violación
, violaciones cometidas a preceptos explicativos de las garantías individuales, no obs-
tante que si manifieste las contravenciones a alguno de los veintinueve primeros ar-
tículos constitucionales, no debe otorgársele la protección de la Justicia Federal. Esta
objeción, que por lo demás no cabe en materias en las que se suple la falta de expresión
de agravios, no está dirigida en realidad contra la teoría que sostenemos, sino contra '
las deficiencias.posibles del ejercicio de la acción de amparo en cada caso particular.
Si, según nuestra opinión, V di/arta estuvo acertado en este primer intento de hacer
más extenso el juicio de amparo y, en general, la facultad controladora del régimen
constitucional ejercida por los Tribunales Federales, incurre en un grave error por lo
que respecta al segundo que ideó. En efecto, afirma que se podría ampliar el control
constitucional desempeñado en último análisis por la Suprema (Arte, si se expidiera
una ley orgánica del artículo 97 de la Constitución de 57 (104 de la actual) especial-
mente en su fracción I, que en su texto primitivo decía:
Como se puede observar, Vallarta descuidó de advertir que los casos que prevé el
mencionado artículo 97 de la Constitución de 57 (104 de la vigente), se refieren,
no a la competencia en materia de <11TJparo de los tribunales federales, sino a la judi-
cial propiamente dicha, es decir, aquella en que no se ejerce el control constitucional,
por lo que una ley orgánica de dicho precepto, sólo vendría a ampliar el radio de
actividad de los aludidos tribunales, no en su calidad de órganos controladores del régi-
men instituido por la Constitución, sino como _entidades judiciales de conocimiento de
casos en los que no necesariamente debe versarse un problema de carácter constitu-
cional, sino de índole legal-ordinaria federal en la mayoría de las veces.
Con antelación afirmarnos que, no obstante que la redacción del articulo 103 de la
Constitución vigente (101 de la de 57) está aparentemente concebida en términos res-
trictivos, es decir, que fuera de los tres casos que en dicho precepto se incluyen, no
procede el juicio de amparo, la extensión de éste es mucho más amplia. En efecto,
ya vimos la tesis, a nuestro parecer perfectamente jurídica, sustentada por el ilustre
Ignacio L. Vallarta sobre la ampliación de lis llamadas "garantías individuales", con-
signadas en los veintinueve primeros articules de la Constitución, y que viene a poner
bajo la protección de la Justicia Federal numerosas disposiciones constitucionales.
Ahora bien, además de este medio de ensanchamiento del campo de procedencia
del juicio de amparo, se nos OCUrre otro, apoyado en la interpretación del artículo 16
constitucional, especialmente a través del concepto de "autoridad competente", como
trataremos de demostrar. •
Esta idea central, que integra el eje alrededor del cual va a girar la argumentación
que esgrimiremos, fue precisada, delimitada y explicada por el insigne VaIlarta, quien,
como nadie, ha fijado el sentido júrldico en que debe tomarse dicho concepto. Para
establecer la aceptación en quc se emplean los términos "autoridad competente" en el
artículo 16 constitucional, Vallarta alude a tres especies de competencia: la ,que se ha
dado en llamar "de origen" y que propiamente equivale a "legitimidad", la "constitu-
cional' y la "jurisdiccional" u ordinaria. Desde luego, nuestro gran constitucionalista
excluyó a la primera del contenido y alcance del artículo 16,'19 así como la última, por
ser ésta objeto -ie reglamentación de las leyes secundarias y por substanciarse de
acuerdo con las disposiciones de las mismas, como las que integran los Códigos
de Comercio, Procedimientos Civiles, Ley de Amparo, etc. EsJ pues, la competencia
constitucional, o sea, aquella que asigna expresamente la Constitución a las autori-
dades que ella crea, a la que se refiere el artículo 16, siendo, por ende, "autoridad
competente", desde el punto de vista de este precepto, aquel/a que conforme a la
Ley Fllndamental está facultada para ejecutar tal O mal acto o expedir determina-
da ley y no tiene probibicién expresa para el efecto.
El concepto de "autoridad competente" que hemos esbozado con antelación ha
sido corroborado en sus términos por la jurisprudencia de la Suprema Corte."· Por
31.9 El estudio de este precepto 10 hacemos en nuestro libro "Las Gt!'4n1íai IndividllaJes",
Capítulo Octavo.
3"20 Consúltese nuestra ya citada obra.
256 EL JUICO DE AMPARO
Sin embargo, ello no quiere decir que la rompe/enria juri.rdiuionaJ u ordinaria quede
fuera de la procedencia del juicio de amparo. En efecto, cuando una cuestión sobre dicha
competencia se hubiese planteado ante los tribunales ordinarios competentes. las decisiones
respectivas pueden reclamarse en la vía de amparo. Así 10 ha sostenido la jurisprudencia de la
Suprema Corte, al afirmar que:
"Puede alegarse romo concepto de violación la incompetencia, aan jurisdiccional, de la. auto-
ridad responsable. cuando ese punto ya fue estudiado y decidido previamente a la Interposi-
cién de la demanda de garantías." 821
Siendo la competencia jurisdiccional un presupuesto procesal, las resoluciones que en
relación COn ella dictan los tribunales ordinarios deben estimarse como 4&101 dentro de ;ukio
de impoJibJe ,.epdrlUión, procediendo contra ellas el amparo indirecto o bi-instancial, es decir,
ante Jos Jueces de Distrito. 8 Z2
Sin embargo, las anteriores consideraciones sobre la procedencia del amparo indio
recto O bi-instancíal contra resoluciones que deciden cuestiones de competencia juris-
diccional, sólo son valederas tralllndose de la materia judicial propiamente dicha, ya
que en':'maJeria"(Jr()ClJIaI-laboral-1a mism._Corte-ha..sostenido en múltil'les ejecuto-
rias_que.-tales .cuestíones, ~decididas~p.o~Juntas de Condli'lci6lt.y. Arbitraj~" en_el
sentido de declararse cOmp-etenles,~no~imp.Q.rJan.actoJ-de~mp()sibL~[lJ1r~_¡¡or 10.
que contra las defisiQllu-ril/le<tivas J1o_p.rDcede-el_mencion"''''_iui&W...de_g~,
sino el. direnu.JJ-tmi=j11l1atldaLalJj)mbatir~en".esta.1Jia.e1Jm¡Jo"de:finitifU}. ese
A través del concepto de "autoridad competente" a que se refiere el artículo 16
constitucional, la extensión protectora legal del juicio de amparo se puede ampliar con-
siderablemente. En efecto, cuando dicho precepto establece que "Nadie puede ser mo-
lestado en su persona, familia, domicjlio, papeles o posesiones, sino en virtud de
mandamiento escrito de autoridad competente que funde y motive la causa legal del .
procedimiento", se está refiriendo a la necesidad de que la autoridad emisora de dichos
actos de molestia esté expresamente facultada (Jara ello y 'lue no exista probibicián
constitucional (Jara el efecto, en una palabra, que tenga competencia a virtud de la
821 Apéndice al Tomo CXVIII del S. J. de la P., tesis 242 correspondiente aJas tesis 7J
de /4 CompiJaci6n 1917-196" y 74 del Apéndice 1975, MaJeria General y ejecutorias relativas:
J
T. XCI, pág. 372; T. XCIII, pág. 7S2; T. LXXIX, pág. 510; T. XCI, pág. 1012; T. CI, págs. 731
y 2498; T. CVIl, pág. 162 (Quinta Epoca).
B2l2 Así lo ha estimado la Suprema Corte en las ejecutorias pubJicadas en los Tomos cvn,
pág. 162; CV, pág. 1270; CI, págs. 731 Y 2498; LXXIX, pág. 510; XCI, págs. 372 Y 1012, de la
Quinta Epoca.
... S. J. de la F., Quinta Epoca, Tomo LXXX, pág. 4573; Tomo LXXX, pág. 4228; To-
mo LXXXII, pág. 4248; Tomo LXXXVIII, pág. 3138; Tomo LXXXVII, pág. 3231; Tomo
LXXXIlI, pág. 383; Tomo LXXXI, pág. 4540; Tomo LXXXI, pág. 5678; Tomo LXXXI,
.ág. 1511; Tomo LXXXIV, pág. 3110; Tomo LXXXVIII, pág. 3281; Tomo XCVIII, pág. 1505;
Tomo CV, pág. 1081; Tomo XCIX, pág. 326; Tomo CVI, pág. 1429; Tomo CVI, pág. 1126.
LA EXTENSIÓN PROTECTORA DEL jurero DH AMPARO 2~?
. 824 Además, atendiendo al criterio de la Suprema Corte. en el sentido de que las cuestiones
de competencia. jurisdiccional civil SOn susceptibles de abordarse a través del juicio de amparo, .-"
éste extiende su finalidad tutelar a todos los ordenamientos secundarios que establecen las bases
y fijan los procedimientos para dirimir controversias competenciales entre diversos órganos judi-
ciales. .
258 EL ]UIOO DE AMPARO
IV. EX'FENsi6N DEL JUIOO DE AMPARO DE ACUERDO CON LOS PÁRRAFOS TERCERO
Y CUARTO DEL ARTÍCULO 14 CONsnTUaONAL 8~
Al' analizar los dos últimos párrafos del artículo 14 de la Constitución vigente,
que respectivamente se contraen a los negocios penales y civiles, dentro de los que por
analogía pueden incluirse los administrativos, mercantiles y del trabajo para los efectos
a que alude el propio precepto, tal como lo hace la Ley Reglamentaria actual de los
artículos 103 Y 107 constitucionales, se llega a la conclusión de que el objeto tutelar
del juicio de amparo no sólo se refiere a los veintinueve primeros artículos de la Ley
Fundamental, de acuerdo con la fracción I del artículo 103, sino que se hace extensivo
a las legislaciones secundarias, circunstancia que, como ya expusimos en otra ocasión,
revela a dicho juicio como medio extraordinario de con/rol de legaJidad.
Al establecer el primero de los párrafos mencionados que "en los juicios del orden
criminal queda prohibido imponer, por simple analogía, y aun por mayoría de razón,
pena alguna que no esté decretada por una ley exactamente aplicable al delito de que
se trate", la Suprema Corte vela por el cumplimiento de todos aquellos cuerpos legales
que, como el Código Penal y otras legislaciones de índole administrativa que crean
delitos y consignan penas, deban aplicarse con exactitud por las autoridades judiciales,
de tal suerte que, en caso de que éstas decreten una sanción penal contra una persona
por un hecho distinto del establecido por la ley respectiva, con violación de la misma,
surge automáticamente la posibilidad jurídica de ocurrir a la Justicia Federal por in-
fracción de la garantía contenida en el artículo 14 constitucional, al contravenirse
preceptos legales pertenecientes a cuerpos legislativos ordinarios.
lo mismo acontece por lo que respecta a los asuntos del orden civil, mercantil,
administratívo y del trabajo, con la salvedad de que en estos casos no exige el artícu-
lo 14 que forzosamente exista una ley aplicable a un hecho determinado, sino que, a
falta de la misma, puede recurriese a los principios generales del derecho.
Efectivamente, cuando a juicio del agraviado la autoridad responsable no haya
aplicado la ley en cuanto a su letra o interpretación jurídica en los asuntos precitados,
se puede intentar el juicio de amparo; constituyéndose entonces la Suprema Corte o
los Tribunales Colegiados de Circuito en protectores del cumplimiento de las legis-
laciones secundarías, sustantivas o adjetivas, como el Código Civil, el de Procedimientos
Civiles, de Comercio, Ley Federal del Trabajo, etc., con el objeto de determinar si se
ha violado o no el artículo 14 constitucional en su parte respectiva.
Del contenido dispositivo del citado articulo podemos derivar otro argumento, aun-
que menos sólido que los precedentes, tendientes a ampliar la extensión de nuestro
juicio de amparo, basado en el concepto de leyes a que alude. Desde luego, se nos
ocurre que en distintos sentidos está empleado el concepto "ley" en los artículos 14
8215 El estudio de dichos párrafos lo abordamos en nuestra obra "Las Garanl14S InJiflÍJua--
les", Capitulo VIII.
LA EXTENSIÓN PROTECTORA DEL JUICIO DE AMPARO 239
y 103, fracción 1, constitucionales, pues mientras que en el primero .se hace referencia,
según decir de don Vicente Penicbe López, a la "ley buena", o sea, aquella disposición
de carácter general y abstracto que sea tal forma, material y constitucionalmente, en el
segundo dicho concepto equivale a "ley mala", es decir, a aquella que, por exclusión,
le falta alguno de los atributos antes señalados. En consecuencia, se dice que el aro
tículo 14 emplea el término "ley", conceptuando a ésta como aquella disposición o
aquel conjunto de disposiciones generales, abstractas, creadoras, modificativas o extin-
tivas de situaciones jurídicas de las mismas características (aspecto material), ex-
pedidas por el órgano constitucional competente para ta! efecto, o sea, por lo general
el Poder Legislativo, de acuerdo con el procedimiento establecido al respecto por la
Ley Fundamenta! en su articulo 72 (aspecto formal), y cuyo contenido no pugne
con -los mandatos de la Constitución (carácter constitucional), al que Cooley se
refiere cuando dice que "la voluntad de la legislatura solamente es.Jey cuando está
en armonio, o al menos no contradice la Constitución, que es tan obligatoria para el
Cuerpo Legislador como para el ciudadano".'"
En un sistema juridico como el nuestro, en el que la Constitución es la Ley Fua-
damental o básica del Estado, el carácter de constitucionalidad de una norma secundaria
se deriva del principio de la supr.~ada_constitucionaJ (al que Maurice Hauriou deno-
mina "superiegalidad"), el cual está consagrado, entre nosotros, en los articulos 133 y
41 del Código Político, principalmente. Dicho principio, que estudiamos en nuestra
obra "Derecho Constitucional Mexicano',/,·21 implica que toda norma secundaria, in-
dependientemente de la categoría especial que ocupe (ley federal, local, o reglamenta-
ria), debe no contradecir las disposiciones de la Constitución, circunstancia que, como
también 10 manifestamos anteriormente, se traduce en una limitación jurídica a la
actividad de los Poderes Legislativos ordinarios. En un terreno deontológico-consti-
tucional, pues, toda norma secundaria debe ser constitucional, es decir, no debe pugnar
con los mandatos de la Ley Suprema. Por ende, desconocer el carácter de constitu-
cionalidad de una ley, es tanto como infringir el principio de supremacia constitucional,
admitiendo la posibilidad de que una norma jurídica secundaria viole la Constitución, lo
cual supondría la subversión del orden instituido por la Ley Fundamental, al permitirse
que la actividad legislativa ordinaria la contravenga.
Ahora bien, la Constítución no puede autorizar en ninguna de. sus disposiciones la
posibilidad de que una ley secundaria que la contradiga produzca las consecuencias que
ella misma tiende a evitar en beneficio de los gobernados. Por ende, la Ley funda-
menta!, en su articulo 14, segundo párrafo, 9'duye la posibilidad de que cualquier
persona sea privada de su vida, libertad, propiedades, posesiones o derechos, conforme
a una ley secundaria flue esté en pugna con "Iguna o aJgurias de las disposiciones
constitucionales, ya que, de admitirse lo contrario, se llegaría a la conclusión absurda
de que la Constitución autoriza la destrucción de su propio régimen. Es.por..-e1lo.p"r,J"
q!!e-..cu"lldo la ~ ..fu'prema, a través de..lus diversas Rr_ey",,-ªones,_permite~la.rei\li·
za<:ión~de~un~gto~de~ª-1!torid1ld..cq1!!,~funde~leg@pente,,.g¡j>Qne_c:on.toda.J!.=l<!~
que~Lhno=_~fundatoria.no_se.op~g" " sus 1n.;nda/.()J.
De conformidad con los puntos de vista que anteceden, se concluye que el articu-
lo 14 constitucional, en su segundo párrafo, quiso consignar, como garantia del gober-
3M Cita hecha por Vallarta en su obra "EI Juicio de Amparo 1 el Wril 01 Habear CMPIIS".
827 aro Capítulo Cuarto. parágrafo VI.
260 EL JUICO DE AMPARO
nado, la imposibilidad que una persona sea ''privada de la vida, libertad, propiedades,
posesiones o derechos", conforme a leyes en las que no concurran los requisitos for-
males, materiales y constitucionales, según se desprende de la interpretación a contrario
sensu respecto de la parte relativa del precepto que nos ocupa, pues el antecedente
histórico directo de tal precepto constitucional, en la expresión "Iex terrae" del artícu-
lo 46 de la Magna Carta inglesa, implica que la norma esté exenta de vicio alguno.
¿Qué sucede, entonces, cuando una autoridad realiza un acto concreto de aplicación
de una ley carente de los caracteres mencionados, que implique o produzca un agravio
personal, o cuando simplemente se dicte una disposición de esta índole que engendre
análogas consecuencias sin que sea necesario el acto aplicativo posterior, como .acoutece
tratándose de reyes que traen en sí mismas su aplicación? Sencillamente que el .perju-
dieado puede deducir la acción de amparo, solicitando la protección de la Justicia Fe-
deral por violación de! artículo 14 de la Constitución, al haber sido vlctima de una ley
que, por no reunir los oiracteres de tal, propiamente no es ley. Consiguientemente,
el órgano de control constitucional, al conocer del juicio de amparo respectivo, anali-
zará la ley o acto reclamados, Idesde el punto de vista de la presencia o ausencia de los
caracteres formales, materiales y constitucionales, siendo en el análisis de los primeros,
como tutela el cumplimiento de todas aquellas disposiciones de la Constitución que
fijan el procedimiento de elaboración. legal.
Además, por otra parte, al fijar el concepto de ley empleado en el artículo 14 cons-
titucional, en la forma en que lo hemos hecho con antelación, no solamente se ejerce
el control jurisdiccional sobre los artículos de la Constitución que determinan e! pro-
ceso de formación de las disposiciones legales, sino en realidad sobre todos los preceptos
de nuestra Ley Fundamental, en atención al último de los carIKtf!1"es señalados, o sea, el
constitucional, que no significa sino que la ley en cuestión no debe oponerse a los
mandatos del Código Supremo, pues en caso contcario, surgida la. infracción corres-
pondiente al artIculo 14, haciendo procedente el juici~ de ampaco.
En cuanto a los asuntos mercantiles" éstos pueden sin ningún inconveniente incluirse
en los juicios civiles para los efectos del artlculo 14 constitucional (independiente.
mente de que en la práctica así sucede), si se toma en cuenta que la idea respectiva
se emplea en dicho precepto en su sentido amplio, o sea, a título de controversias que se
suscitan entre particulares por lo general, y que pueden ser, según el caso, rnercanti-
·les o civiles en sentido restringido.
El-roncepto_más_util_para..con<ebir_al_juicio-<!e...amparo_como-medio~ltJl8ltw-dé/
rJgimen_jllfídi<o_¡nlegro,-o-'ea,~kJnlo.Je_loJ-I're<eplgJ"'-ºlUlilucionaler, <01/10 de~/a
kgÍJlitdJin~orditiaria,_harla~de. -/oJ-ínfimos-regJamenla.r...qlle_tienentl.§,caráct~ de ~es
¿esde~et"Runto_de':'vista~mateWU, es el contenido en el artículo 16! es decir, el..de
"'!!.{a_lJ.g!!l) cuyo sentido y alcance precisamos en nuestra obra "Las Garanllas Indioi-
dua/eI'.52'
En efecto, para que una autoridad pueda, sin violar el artículo 16...consti~cional,
\ causar una molestia a una pe~na,:= ~~uiere, entre otras.~ndicion~Gue ob$..DO sólo
.de_acuerdo=colhWla~ley (!un'damenlaetonIdersu""pfOcearm'ffllo), S100 !loe en el caso
concreto hacia el cual va encaminada su actuación s~trenJJ.Qs.&XtJ:~pmiStOs
pccContenidos.en-aquélla (moliiJiIci6ll:r¡JéhproceilimiénJo). De esta manera, e/-iuicio..tl~
4!!!.P.f!!2.Ji#ue..g¡mg-!iwz!idad.pJ.Qúger-toda..lo-/egislación-mexicanA, -euando.dascautori-
dadescestatales no ciñen su conducta""", al.gu!!a disp.m;ición leg'!!, sea de la naturaleza
y categoría que, I fuere, obligación que se constata como consecuencia directa y necesaria
del principio de legalidad y que ha confirmado la jurisprudencia de la Suprema Corte
en los siguientes términos: "ÚY.-AIJtoriáades-sólo-pueilen-haeer-/o-que-/a-/ey-/es-per.
JJJiJe".52' Por mayorla de razón o a mayor abundamiento, si la Constitución es la ley
suprema del país, nuestro medio de control también prolege a ésta ínlegramel1le, ya que
a ella debe sujetarse, sin excepción, la actuación de todos los poderes y autoridades,
por lo que, ruando éstos no observan los mandatos constitucionales, bien sea tratán-
dose de actos aislados (stricto sensu) que afecten a situaciones particulares en concreto
o de expedición y. promulgación de leyes, decretos, reglamentos, etc., que produzcan
semejante consecuencia, surge la posibilidad para el afectado de promover el juicio de
amparo; de acuerdo con el artículo 103, fracción 1, de la Constitución, por violación
evidente del artículo 16 constitucional, al fallar, en las hipótesis apuntadas, el requisito
de "la causa legal".
El tratadista Alfonso Noriega no comparte nuestra opinión. pues considera que el juicio de
amparo "no es un sistema de defensa total de la Constitución, sino que está limitado. expre-
samente, a los casos consignados en el artículo 103. o sea, a la violación de garantías individua-
les y a la invasión de soberanías". Incurriendo en cierta incongruencia, dicho distinguido
maestro sostiene, a continuación. que "nuestro amparo es un sistema de defensa de Ia Cons-
titución de tipo jurisdiccional".8.29 bis
IX. CoNCLUSIÓN
Con las anteriores observaciones hemos tratado de fijar la extensión del juicio de
amparo. Hemos visto. asimismo, que la teleologia de éste no s610 se concreta a la pro-
tecci6n de los preceptos o disposiciones constitucionales que se derivan de la interpreta-
ción literal del artículo 103 de la Constituci6n vigente (101 de la de 57) sino que.
mediante los razonamientos y argumentaciones que hemos esgrimido, a nuestro parecer
apegados a la l6gica y a la razón jurídica, dicha finalidad es de un alcance mucho
mayor.
330 "Las Gardlttíar IndilliduaJel'. Capitulo Octavo.
264 EL JUICO DE AMPARO
del Titulo Primero, de nuestro Código Político", agregando que únicamente protege
"a los individuos en contra de actos de autoridad que violen sus guantías indivi-
duales".... Estas apreciaciones contienen dos ingentes errores, ya que al través de la
garanda de legalidad instituida en la primera parte del artlculo 16 constitucional, el
juicio de amparo protege todas las disposiciones de la Conslilución que resulten infrin-
gidas por cualquier acto de autoridad que agravie a cualquier gobernado, pues sería
insensato y absurdo estimar que la transgresión de alguna prescripción constitucional no
implicara concomitante, -simultánea e inescindiblemente la violación de dicha garantia,
Además, no es verdad, como lo sostiene Castro, que el amparo sólo tutele al individuo,
o sea a la persona f1sica, puesto que preserva a todo ente que se halle en la situación de
gobernado, es decir, a las personas morales de derecho privado, a las entidades socio-
económicas, a los organismos descentralizados y empresas de participación estatal y
excepcionalmente a las mismas personas morales oficiales.
h) Sobre las diversas leyes ordinarias que desarrollan la competencia de las auto-
ridades federales y locales en SUS respectivos casos, de acuerdo con las fracciones Il
y III. del articulo 103 constitucional.
i) . Sobre las garantías en materia agraria y del trabajo, a través de la ga-
rantía de legalidad instituida en los artículos 16 y 14 constitucionales, principalmente.
La extensión protectora del juicio de amparo, demarcada en los términos que se
acaban de señalar, revela su amplia teleología preservativa en favor de lodo sujelo que
Je encuentr« en la siluación de gobernado,'" medianle la tutela de todos los bienes
y der"hos que inlegran su esfera jurfdira. Dicha teleología desautoriza cualquier inde-
bida calificación de nuestro juicio de garantías como "individualista" o como "social".
En efecto, no puede existir ninguno de estos "tipos" conforme a la naturaleza misma
del amparo, ya que éste conforma una institución adjellva unitaria de rango cons-
titucional, es decir, colocada en una situación de superioridad frente a las distintas ramas
en que suele clasificarse el Derecho Positivo. La circunstancia de que los derechos sub-
jetivos que tutela ,el amparo frente a cualesquiera actos de autoridad pueda ser de
distinta índole, o sea, de carácter "privado", "público" o "social", no legitima de nin-
guna manera la calificación antes mencionada. Si se toma en cuenta que, indepeodien-
temente de la naturaleza de tales derechos, el juicio de amparo, dentro de su contexto
jurídico, tiene una sola teleología genérica, una misma estructura procesal y un idéntico
titular de la acción constitucional respectiva, cual es todo gobernado, en sana lógica no
puede hablarse con validez ni sindéresís, que exista\un "amparo individualista" y un
"amparo social" como instituciones adjetivas diferentes, ya que, repetimos, dentro
de su finalidad tutelar se preservan todos los derechos y bienes juridicos de cualesquiera
sujetos que se encuentren en la posición de gobernados, con independencia de la indole
de aquéllos y de su variable titular.
CApITuLO SfPTIMO
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
DEL JUICIO DE AMPARO
"F;1 juicio le amparo -c-establece dicha fracd6n- se seguid siempre " ¡nl/anGja de la
parle agrapiada."
Este principio fundamental es no s6lo una de las piedras angulares sobre las
que descansa nuestra instituci6n de control, sino una de las ventajas y conve-
niencias del sistema. En efecto. al tratar de delimitar la diferencia especifica del
juicio de amparo. expusimos que una de las peculiaridades del régimen de control
por 6rgano jurisdiccional consistía precisamente en la circunstancia de que éste nunca
procede oficiosamente. es decir, sin que baya un interesado legítimo en provocar su
actividad tuteladora, sino que siempre se requería la instancia de parte. Pues bien,
este principio, contenido expresamet¡te en la disposici6n constitucional que comenta-
mos. es de una gran utilidad para la vida y el éxito de nuestra institución, pues dada
la manera como funciona, esto es, siempre y cuando exista la iniciativa del afectado
por un acto autoritario en los casos especificados por el artículo 103 de la Constitución,
nunca Se provoca el desequilibrio entre los diversos poderes del Estado. ya que no son
éstos los que impugnan la actuación de los demás, como sucede generalmente en los
regímenes de control por órgano político, sino todo sujeto que se encuentre en la situa-
ción de gobernado.·.. comprendiéndose dentro de esta idea a las personas físicas (índi-
• 8&l Sin embargo, no ha faltado la tendencia de reformar el articulo 107 constitucional, prin-
apalmente a efecto de otorgar al Poder Legislativo ordinario facultades para distribuir competen.
cíes entre los órganos que integran el Poder Judicial de la Federación mediante las leyes secundarias
respectivas, lo cual implica la eliminación, como principios constitucionales, de las normas que se
refieren a la materia competencial en el juicio de amparo. En el capítulo correspondiente de esta
obra, abor~os el estudio de la tendencia reformativa, que se contiene en la iniciativa presidencial
de 21 de diciembre de 1944, y que fue aprobada por el Congreso de la Unión sin haberse some-
tido a la consideración de las Legislaturas de los Estados.
8~ El concepto de "gobernado" lo estudiamos en nuestra citada obra "Las Gar4l111as Indi-
"iduaJ,s'~. Capítulo Segundo. .
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DBL JUICIO DB AMPARO 269
33~ Dicha tesis [urisprudendal inexplicablemente fue omitida en el Apéndice al Tomo CXVII!
del Semanario Judicial de la Federación, en la Compilación 1917~1965 y en el Apéndke 197J,
circunstancia que de ninguna manera tiene razón de ser, ya que el principio de la iniciativa o ins-
tancia de la parte agraviada, p>r ser un elemento sobre el que descansa la procedencia constitucional
del juicio de amparo, no pudo ser en modo alguno desconocido por las ejecutorias dictadas con
posterioridad a la fecha en que se editó el Apéndice al Tomo XCVI[ (agosto de 1949), máxime
que, según ya advertimos, el articulo 107 de la Constitución lo consagra expresamente en su
fracción 1. Pot tanto, la tesis N° 92 que aparece en el citado Apéndice al .Tomo XCVII, debe
considerarse del todo subsistente, atendiendo a la imposibilidad de que se hubiere interrumpido
por ejecutorias en contrario y, sobre todo, a que tanto las adicione; y reformas introducidas a 1li
Ley de Amparo según Decretos de 30 de diciembre de 19'0 y 26 de diciembre de 1967, como
el articulo 107 constitucional, reafirmen el .principio que dicha tesis corrobora.
270 EL JUlOO DE AMPARO
a) Implitación de "Ilgr""ioJl
El juicio de amparo, de acuerdo con el principio anterior se promueve a instancia J
de la parte agraviada. Ahora bien, ¿qué se entiende por parte agraviada? Desde luego,
y pecando de tautológicos, podemos aseverar que parte agraviada es aquel gobernado
que recibe o a quien se infiere un agravio. Ahora bien, ¿roál es la connotación y el
alcance jurídicos de este concepto? Evidentemente éste implica la causación de un 'daño,
es decir, de un menoscabo atrimonial o no . Dial, o de un per 0100 no con·
s, era o como a privación de una garantía lícita (que es el sigm ica o que le atribuye
el Código Civil en su artículo 21(9), sino como cualquier"'afectación~cometida"a~la
pm91!l!.:oca:sucesfelll.Ijuríaka.
{ A este respecto ha establecido la Suprema Corte que,as: "las palabras 'parte agraviada'
se contraen a las personas que han sufrido un agravio y se refieren. en general, a le.ofensa.o
pgJ\Üciodlue,,8e.Ju.ce.dLl1guoo,-,eo.~sus_derechose.O.;;-inteteses;
la palabra perjuicio debe entenderse
no en los términos de la ley Civil, como la privación de cualquier ganancia lícita que pudiera
f
¡
haberse obtenido, sino como ~.-..de..DImia que-se.baoe ..a.-=los-,derechos-<o.intereses,.de_una
persoea, y es seguramente en ese sentido en el que está tomada dicha palabra, en el artículo
de la Ley de Amparo".
,9
b) Elementos del concepto de "agravio"
La~presenda~del-daño~o-del-perjui<io constituye, pues, el .elem:efftO - ffM!¡¡jfil del
agtavio, por así decirlo. Ahora bien, pero no basta que exista dicho elemento para
que haya un agravio desde el punto de vista jurídico, sino que es menester que sea
causado o producido en determinada forma. En_efeclo,~-I1ecesario_que eL.daño. o
el. ~rjuicio..sean_ocasionados. o una utoridad antia..illdividual,__o"al
1,nVa rr as~ eras~de-co a ral 0,1 al ~en_s es ondientes s .esto
~ u .seer ICC_ navde .~hi 6tesis revistlLen.las •.tres .f(l\CCi200~deL o
103, constitucional..•Así, pues, e otro factor que concurre en la integración del con-
cepto de "agravio", desde el punto de vista del juicio de amparo, y al que denominare-
mos elemiifJo:;'jiiií(jic'OJ consiste en la-formaj=ocasi6n=o=manera=bajo~las='Uales. la auto-
ridad. estatal causa el daño.o~el.perjuiEio,·:o<sea,.meJiantecJa.viel4fión a.las glll'antías
.indi"ü/lI41es (fracción 1 del artículo 103) o por conducto de la extralimitación, O
mejor dicho, de la interierencia de competencias federales y lotales (fracciones II y III
del artículo 103, respectivamente).
Así, nuestro máximo tribunal federal ha establecido, en relación con el primer supuesto
del elemento jurídico del concepto de agravio, que "Jos-.agravios."que~enJa_demand~t:ta¡o
se alegan..-contEa,",los-...actosJeeJemadQS,.diendeno.o-a~-coll1P.r.obar la Y.iolación . . dú:eeta.o-de=ga.rant1a.s
indíyidlWes:;.88S
\
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DEL JUIOO DE AMPARO
. .
en el patrimonio de otras personas, no son éstas quienes tienen el interés ;urídico para promover
amparo." (Semanario Judicial de la Federación.c.-Tomo LXIII, pág. 3770, y Tomo LXXVIII.
pág. lID.)
1 ~e
Además de la personal determinación del agravio, éste debe ~e¡; 'directa, es decir,
realización Presmte, pa,rada o inminentemenJe futura. En consecuencia, aquellas
posibilidades o eventualidades en el sentido de que cualquier autoridad estatal cause
a una persona determinada un daño o un perjuicio, sin que la producción de éste sea
inminente o pronta á. suceder, no pueden reputarse como integrantes del concepto
de agravio, tal como lo hemos expuesto, para hacer procedente el juicio de amparo.
Por esta razón, los llamados "derechos reflejos", o sean aquellos que no engendran
para el hombre ningún provecho inmediato, no pueden ser objeto o materia de afec-
tación por un acto autoritario generador del amparo.
. El criterio sustentado por la Suprema Corte sobre esta' cuestión de la naturaleza del agra-
vio, coincide con las consideraciones que hemos formulado, existiendo ;urisprudenáa 339 en la
que se asienta que "el agravio indirecto no da ningún derecho al que lo sufre para recurrir
al juicio de amparo". Por otra parte, dicho alto tribunal en otras tesis ha tratado en forma más
explícita los caracteres del agravio como base de la procedencia del juicio constitucional, afir-
mando que "Tan sólo tiene derecho de invocar el amparo la persona direClamenJe agrdViaJa
por el acto violatorio de garantías, porque ese derecho es personalisimo, toda vea que el acto
violatorio afecta solamente al agraviado", y que "Parte agraviada 10 es, para los efectos del
amparo, la directamente afectada por la violación de garantías; no el tercero a quien Indirec-
tamente afecte la misma violación." MO
La juriJprudtm(ia de la Suprema Corte &61 ha. establecido al respecto que "la circunstancia.
de que el acto reclamado cause o no perjuicio, es cuestión de mera "pre(it«i6n personal del
quejoso y no es motivo para que se sobreseaen el juicio de garantías, por la sola estimación
del juez del distrito, de que el acto que se reclama no causa perjuicio". Sin embargo. en una
tesis posterior a las ejecutorias que constituyen dicha jurisprudencia, la propia Suprema Corte
ha sustentado el criterio contrario, al aseverar que ··Aung~ue",promueve~G ...es-el-que
ÜL~':propW.J.nteIés, ..eJIfL.J1J).=;1imÜa~pa{Ída4 de Ja.llw.ori¡J¡z¡J...paraO=;MZ.gat_Jobre. J"-teal
e.xislen(ia-~1~iNJe,h::..dir:e&Jo""4~;"meditt1(J30qu8~e.lpo.sihJi ..QJ=ilJitit&&J1!J.l1.iJ.Hdona);J1e,;o;manera
que ,eJ,.requisito señ!lado:por~.artículo,",7"'",dedad.ey-,"-O.Igáni.ca~~ ,los artlculos..103. y~l~ns
IDJJcionales respecto ague .p'anda ,procedencia deL.amparo esnecesario gue los act~reclamados
afectenelcseíntereses...jurídiros"'del~uejoso.J<Do..:PJud8~'llleür 1} ¡a:;o[a~jiñ;¡;ión4JJ,jdi&~:;¡e.
tJl'ten..Je Jire 4JJfAvÍ4lkJ." lH2
jurldicos del quejoso. revela que la posible afectación debe ser real u objetiva y. por
ende, susceptible de ser apreciada por el juez del amparo, ya que si la existencia de
los daños y perjuicios fuese materia de la sola estimaci6n del agraviado, la mencionada
causa legal de improcedencia nunca tendrla lugar en la práctica. pues bastaría la
afirmación del promovente del juicio de garantias de que la actividad autoritaria ata-
cada le irroga molestias o perturbaciones en sus derechos, para que nunca se sobre-
seyese el proceso constitucional por falta de agravio.
Si el elemento agravio es una condición sine 'lua non para la procedencia jurí-
dica del juicio de amparo, ¿qué sucede si no existe aquél, no obstante que se
encuentren satisfechos los extremos del articulo 103 constitucional, es decir, si, verbi-
gracia, se promulgase una ley que coartara la libertad de manifestar públicamente las
ideas contenidas en el artículo 79 de la Ley Fundamental, sin que tal ley afecte a nadie,
o si se prohibiera para lo futuro la formación de asociaciones o sociedades de deter-
minada Indole, en contravención a! articulo 9" constitucional, o si, por último. una
legislatura decretará un impuesto para gravar una determinada actividad que por
su naturaleza fuese considerada de carácter federa!, sin que tal impuesto se exija
a nadie, por no desarrollarse aún los actos gravables? Evidentemente que el juicio de
amparo que se quisiera promover contra dichos actos sería improcedente y, en caso
de que ya se hubiera iniciado el procedimiento en cuestión por la presentaci6n de la
demanda respectiva, se deberla dictar una resolución de sobreseimiento por el juez
u 6rgano encargado de conocer de él (artículo 74, fracci6n III, en relaci6n con el 73,
fracción V de la Ley de Amparo).
Sin embargo. el criterio adoptado sobre este particular por la Suprema Corte no ha
sido uniforme, puesto que en algunas ejecutorias sostiene que cuando no existe parte
agraviada, o sea, cuando no hay agravio personal, se debe sobreseer el juicio de amparo
promovido por ser éste improcedente'" y en otras ha asentado que debe pronunciarse
una sentencia negando el amparo.'" Esta última tesis nos parece insostenible, pues la "-
negación del amparo a! quejoso implica la. consecuencia de que el acto reclamado no
es inconstitucional, en la hip6tesis del articulo 103 de la Constitución, o. sea, que a
\>CSar de que se llenen todas las condiciones extrínsecas del juicio de amparo, la pro-
tección de la Justicia Federal no es otorgable porque, en el fondo, el acto reclamado
no viola ninguna garantfa individual o no significa ninguna vulneraci6n a la esfera de
competencia de los Estados por la Federación o viceversa, a diferencia de lo que ocurre
tratándose del sobreseimiento,_pues~éste.es_prOXQC.l,-d2-¡¡or la a¡¡arici6n de CllUSa¡ de
im/J1Slr,edef1ci,,-del~am/J"'o_pre-existentes-o-supervenientes,_comprobadas..Jas_.ciiil es._el
6rgano_jurisdiccionaLdeLcOllocimiento..ntlnca_aborda_el-exllmen_de...ltz..constitIJ.ciona-
lidtitJ..o_inronstituricmAlidad del~".to ..rerlamado. Por cons.iguien.te,¿iendo la gis¡enQa
5
del agravio persona!, directo, una de las condiciones de procedencia del luicio de am-
paro, en los casos en_ql1e_aquéLno_extste,_S!'.-!!ebe~te sobreseer,J; no negarse la
8408 Semanario Jud~dal de la. Federadón.-Tomos LXII, pág. 991; LXVII, pég. 3643; LXVIII,
págs. 559 Y 1817.--Qulnta Epoca.
OH Idem.-Tomo LXXI, pág. 4428.--Quinta Epoca.
274 EL J1,1100 DE AMPARO
Otro principio del juicio de amparo que encontramos en la parte enunciativa del
artículo 107 constitucional, contenido asimismo en la Constituci6n de 57 en su artículo
102, consiste en que aquél se tramita por medio de "procedimientoi y formas de orden
[uridico", Ahora bien, ¿qué significa esta expresión? Desde luego implica que el jui-
cío de amparo se revela, en cuanto a su substanciación, en un verdadero proceso judicial
en el cual se observan las "formas .urídicas" IOCesa1.eS, esto es eman a COn es aa ,
au ¡eneIa e me as, alegatos y sentenCIa. es ecer el artículo 107 constitucional
ue el 'uicio e aro o se se Irá conforme a un rocedimiento Uf se a'uste a as
armas e Derecho Procesal, im Hcitamente resu De Uf en su tramitaci6n se susc'
" un verdadero aJe_O_Gontrowrna-ent ·lados-entre-el- r{)ffiotor_del-= aro sela
( autori ~responsable, como.partes"Principales.de1~juicio¡.en..,L.queo.Cada.cuaLdd:iende
? sl!SJ§)lectiyas "pretensiones.
La circunstancia de que el desarrollo del juicio de amparo ante y por las autoridades
jurisdiccionales federales adopte un procedimiento judicial, de acuerdo con las fonnas
básicas procesales, es una ventaja de nuestra institución respecto de aquellos medios
de control por órgano político, en los que su ejercicio no origina una controversia
generalmente, sino que provoca s610 un análisis o estudio acerca de la ley o acto
reclamados realizado por la entidad controladora. En efecto, traduciéndose el ejercicio
del amparo en una controversia surgida entre el agraviado y la .autoridad responsable,
la contienda, en la que cada quien propugna sus pretensiones, tiene-un-earéeter....ve-lado,
subll'pticio, de tal suerte que sus resultados, principalmente en caso de que prospere
la acción, no tienen la"resonancia ni repercusión políticas que implicarían evidentemente
una afrenta a la autoridad perdidosa, como acontece en los- sistemas contrarios, en los
que se suscita una verdadera pugna extrajurldica, ya no entre un particular y un 6rgano
~
estatal, s.ino entre diferentes entidades públicas, co.n la consiguiente desventaja para
la estabilidad del orden jurídico. La-ac<,ión-de-wnparo-que_endereza..cl_qw:j.oso_en
contra.de~la~auteridad~respons.ble,-no·impliQl"'illl ...taque.o,impugnaci6n.a"su.actiyidad
inlegral¡~sino.sólo..~aquel~aeto'que.pFoduee"eI.agrayio,~pohl0-'llte,e&ll.casoode.que.eI
7
6¿gano... de.control.la~dec1are-probada.y.{)rden,,"la.reparaci~con=uente,~dicha
~ Semanario Judicial de la federaci6n.-Tomo IJI, pág. 831.-Qwnta Epoca.
autori-
27~
IV.
a)
PRJNCIPIO DE LA RECATIVíDAD DE'ill'SENl"ENoAs"DE'AMí'ARO
'----~-~---
Exposición del principio
.-----...---.... _.,
Uno de los 'principios más importantes y característicos del juicio de amparo y
cuya aplicación práctica también ha contribuido a que dicha institución sobreviva en
medio de las turbulencias de nuestro ambiente político y social, es el que concierne
a la realidad de las sentencias que en él se pronuncian, consagrado por el articulo 107
constitucional (fracción n, in capile). ...-.....:::::=
Ese principio, que reproduce ideológica y gramaticalmente la fórmula creada por don Mtt,.
riano Otero acerca de los efectos relativos de las resoluciones dictadas en los juicios de amparo,
consignada en el articulo 25 del Acta de Reformas de 47, está concebido de la siguiente manera:
r
"La sentencia será siempre tal, que s610 'se ocupe de individuos particulares, limitándose a
ampararlos y protegerlos en el caso especial sobre el que verse la queja, sin hacer una decía-
ración general respecto de la ley o acto que la motivare:' Esta disposición constitucional está
corroborada por el artículo 76 de la Ley de Amparo vigente, en términos parecidos.
En términos análogos discurre Ma,iano Azuela al afirmar que "El principio de autoridad
relativa de la cosa juzgada en materia de amparo, tiene una importancia política extraordinaria.
En efecto, al organizar una institución de defensa de la supremacía constitucional-de la natu-
raleza del amparo, que ha de actuar en relación. con autoridades, debe cuidarse extraordinaria-
mente el evitar que el poder controlador se enfrente abiertamente con los poderes controlados en
ue Sin embargo, en Estados Unidos. en donde el control constitucional se ejerce por 6rgano
judicial, como ya dijimos, y a pesar de que teóricamente existe el mencionado principio, la prác-
tica del medio respectivo ha establecido el contrario, pues dada la fuerza que el precedente y la
jurisprudencia de fa Corte tienen en el ánimo del pueblo. basta que en. un caso se haya declarado
que una ley es anticonstitucional para que se desprestigie generalmente y no vuelva a aplicarse,
vi~se entonces el poder legislativo constrdiido a abrogada.
PIlINOIJIOSIlUNDAMlJNTALRS DEL JUICIO DE AMPARO 277
una situación de rivalidad. adoptando aire de soberano. En este punto, una teoría pura del
derecho es incapaz de explicar la institución, y la consideración política es fundamental. En la
teoría del derecho existen órganos del Estado; ee 'realidad existen hombres que desarrollan
las funciones inherentes al órgano, individuos dotados de pasiones. capaces de todas las suscep-
tibilidades y de todos los rencores. La. declaración de inconstitucionalidad de una ley echa por
tierra toda una política; por más que se atenúen los efectos de la sentencia de amparo) la auto-
ridad contra quien se otorga la protección constitucional se siente deprimida. pero si la sentencia
constituyera una derogación de la ley, una anulación "ga omnes, el Poder Judicial habría aben-
donado sus funciones propias para COnstituirse en un agresor de los otros poderes) y estos
emprenderían una política encaminada a privado de esa función. La fórmula Otero evita esa
pugna abierta, y proporciona el medio técnico para que la declaración de nulidad del aeta
inconstitucional se emita en forma indirecta, vinculada íntimamente a la invocación de un
agravio para los 'intereses de un particular, y contenida en una sentencia que pone fin a
un procedimiento de orden netamente judicial.
"Cuando se organiza un sistema de defensa de la Constitución ha de preverse un grave
peligro: el de que el poder controlador de la constitucionalidad no degenere a su vez en un
poder incontrolado. Conocida es la tendencia psicol6gica del que detenta un poder a abusar
del mismo. la posesión del poder lleva en sí la tentación al abuso. Cuando el poder con-
trolador dispone de capacidad para derogar las leyes degenera fácilmente en un poder político
que, rompiendo todo equilibrio con los poderes controlados, Se erige en poder soberano y
puede sustituir la norma constitucional por su libre arbitrio. Ese peligro no existe, por lo
menos con caracteres serios. cuando la defensa de la Constitución se encomienda a hombres
de derecho, jueces de carrera. a quienes no se encomienda propiamente una función dis-
tinta de la que siempre han ejercitado, la jurisdiccional." 841
judicial-, esté por encima de los otros dos, sino que una norma fundamental -la Consti-
tucién-e-, está por sobre los tres. poderes que aquélla crea y regula. Lo prevalente es lo
constitucional, y no lo judicial." 849 .
En el fondo de las anteriores opiniones se advierte la idea de que una ley declarada
jurisdiccionalmente inconstitucional no debe seguirse aplicando por ninguna autoridad
en ningún caso concreto similar al que hªya provocado la referida declaración, argumen-
tándose que el principio de relatividad de las sentencias de amparo en relación con las
! leyes, provoca la simación de que se sigan observando ordenamientos legales opuestos
a la Constitución de la Repúblka.
Teóricamente, la 'idea de que una ley declarada inconstitucional en vía de amparo
no debe seguirse aplícando por modo absoluto, es correcta; pero precisamente en aras de
esa misma ídea y obsequiando las reglas de congruencia lógia, deberían también supri-
mirse el principio de iniciativa o instancia de la parte agraviada, la preclusión de la
occión de amparo, el libre desistimiento de esta acción y otras figoras procesales tratán-
dose del amparo contra leyes. En efecto, sería también contrario a la supremacía consti-
tucional el hecho de que, por no impugnarse en vía de amparo una ley opuesta a los
mandamientos, de la Constitución por el sujeto que resulte agraviado, tal ley se siguiese
aplicando en la realidad. Asimismo, si se considera que una ley es inconstitucional, este
vicio no debería purgarse por la sola circunstancia de que el agraviado no ejercitase la
occión de garantías contra ella dentro del término correspondiente. Igualmente, podría
estimarse que, en beneficio de la supremacía de la Constitución, los juicios de amparo
promovidos contra leyes inconstitucíonales no deberían ser materia de desistimiento.
Pueden aducirse otras razones que desplazarían al amparo contra leyes hacia una
situación en que éstas en todo tiempo y por cualquier sujeto que no resulte agraviado
por ellas, pudiesen ser impugnadas en amparo, si se pretende hacer prevalecer de ma-
nera absoluta y en todo caso el principio de supremada del Código Fundamental.
En otras palabras, la tendencia que auspician los a~tores que se acaban de citar, a
impulso de su mismo logícísmo y en acatamiento dé los dictados de la congruencia,
podría conducir a la abolición del término para impuguar una ley por su inconstitu-
ciona1idad, pues su razón fundatoria también auspiciarla la conclusión de que implicarla
el quebrantamiento de l~uprernacía de la Constitución la circunstancia de que preclu.
yera la acción de amparo contra un ordenamiento legal si éste no se hubiese reclamado
dentro de un plazo determinado, dejándolo intocado a pesar de sus posibles vicios incons-
titucionales. La posibilidad de que una ley en cualquier tiempo fuese reclamable en
amparo y de que la sentencia que la declare contraria a la Constitución tuviese efectos
erga omnes, colocaría a los tribunales federales, según dijimos, en la situación perma-
nente de derogarla o abrogarla, es decir, de suprimir total o parcialmente cualquier
ordenamiento legal cuyos resultados aplicativos en la realidad económica, social, po-
Iítica o cultural de México puedan ser benéficos o convenientes para la colectividad.
Esta situación, como ya aseveramos, entrañarla un ingente riesgo para la teleología del
juicio de amparo al propiciar su improcedencia contra leyes por los motivos que con
toda claridad V atingencia aduce Amela.
¡::¡U"'NCi:ri05 rüñuAMENTALES DiiL JUICIo DB AMPARO 279
En este sentido se ha sustentado una tesis por la Suprema Corte, que en lo conducente
dice: "Las sentencias dictadas en los juicios de amparo, no obligan a las autoridades que
no hayan sido parte en ellos, porque no se les ha oído ni han rendido informes, ni ínter-
puesto recurso alguno." 8110
\~'t.
e V. PRiNCIPIO DE LA DEFINiT!VIDAD. DEL. JUICIO Dj!.,.AMPhRO
~.--- .' .~------
Sin embargo, la misma ley de 97, en la fracción IX del artículo mencionado, dispone que:
I "Cuando en los tribunales ordinarios se haya interpuesto un recurso que tenga por objeto
confirmar, revocar o enmendar el acto reclamado, mientras el recurso esté pendiente, el
juicio de amparo es improcedente."
1
7
establece-para atararlo, bien sea modi ;cándolo ron irmándolo
el
orándolo de tal
suerte queextsfrendo icho medio ordinario de imPIl nación sm lIe Jo ¡nI O" a
fiijOIO, el amparo es improcedente. El. pnnclplO mencionado se un amenta en la
natur eza misma del amparo. En efecto, como advertimos en otra oportunidad, éste
es un medio extraordinario, sui génerh, como ya lo ha hecho notar la Suprema Corte, de
invalidar los actos de las autoridades, en las distintas hipótesis de su procedencia, lo cual
significa que sólo prospera en casos excepcionales, cuando ya se hayan recorrido todas
las jurisdicciones y competencias, a virtud del ejercicio de los recursos ordinarios. Por
consiguiente, si existiera la posibilidad de entablac simultánea o potestativamente un
recurso ordinario y el juicio de amparo para impugnar un acto de autoridad, con eviden-
cia se desnaturalizaría la Indole jurídica del segundo, al considerarlo como un medio
común de defensa. Si el amparo es el arma jurídica suprema de que dispone la persona
para proteger sus derechos fundamentales contra la actuaci6n inconstitucional e ilegal
de las autoridades de! Estado, si su ejercicio provoca la realización de las más altas
funciones jurisdiccionales desplegadas por los tribunales federales, es 16gico que, antes
de intentarlo, se deduzcan por el interesado todos aquellos medios comunes u ordina-
rios de invalidaci6n de! acto reclamado que s6lo se ataca directamente, en su origen,
en sí mismo, por nuestra institución controladora, cuando la legislación que lo norma no
brinda al 4fertado ningún medio legal de reparación.
Según afirmarnos anteriormente, e! principio de definitividad se consagra en e!
artlculo 107 constitucional, tanto en materia i"didaJ genérica, como en materia admi·
nistrativa.
Así, dicho precepto, en el inciso a) de su fracción III, dispone que en la maJería illdkitll,
civil, penal (y administrativa, según las Reformas de 1967) y del trabajo, el amparo s610
procederá "Contra sentencias definitivas o laudos respecto de los cuales no /l'0ced4 ningún
recurso ordinario por virtud del que puedan 1" modijif'adOJ o reformado! ... 11
En 10 que atañe a la mal"ia administraJiva, la fracción IV del artículo 107 constitucional
establece que "el amparo procede contra resoluciones que causen agravio no reparable mediante
algún recurso, juicio o medio de defenuJ legar'. disposición que está corroborada por el artícu-
lo 73, fracción XV, de la ley de Amparo y que ya tendremos oportunidad de comentar.
~
-- De acuerdo con lo anteriormente expresado, el principio de definitividad del juicio
de amparo implica la obligación del agr4Viado. consistente en agotar, previamente a la
intetposición de la acción constitucional, los recursos ordinarios (lato sensu) tendientes
283
Así lo ha 'sostenido la Suprema Corte en una tesis que establece: "Por DO haberse ago-
tado recursos, el juicio de amparo s610 puede declararse improcedente si resulta indudable,
de los términos de la ley que esos recursos se establecieron para combatir actos de idéntica
naturaleza que los reclamados, y no únicamente para combasir actos que tienen ron él/DI derlar
ume;anzas o que provienen de la misma autoridad,U 3M
Además. el recurso ordinario. Ql)!O ejercicio previo al amparo deba ser un requisito
gue el agraviado satisfaga antes de acudir a la usticia Federal debe tener lugar legal-
mente aentro del procedimiento judicial del cual emane el acto impugna o, por -roque;.
.JJ1aIld...o los daños erjuicios que se causen a una ersona uedan ser reparados', r
algún otro meC:IWjurídico ue 1m arte una acción diversa de la ue 10 motivo a 1 o
I'rocedimíento, el juicio constitucional proc e aunque no se ubiere esgrimido con ante-
-lación tal defensa.
<--
" Sobre este particular, la Suprema Corte ha sentado una tesis en que se sust~ta la misma
consideración, al afirmar que "si como agravio se alega que el inferior dejó indebidamente de
1 aplicar la fracción XIII del artículo 73 de la Ley de Amparo, porque no sobreseyó en el juicio,
a pelar de que la parte que;ola pudo e;ercitar el derecho de eviuión que indudablemen/e
conltituye un medio de defensa establecido por /a ley, para reparar en la vJa comén lo! actos
. reclamadot, disbo tJgravio debe considerarse irtfundado, p01'que la eviuión no queda com-
prendidiJ en la diada frauión XIII, ya que no es un recurso o medio de defenla que /enga
1 por objeto modificar /a reloludón que le ree/amd',~
ciones practicadas sin que se hayan ajustado a las normas que las rigen (Idem, ar-
tículo 76).
Dicha nulidad, por ende, se ejercita mediante una acción incidental dentro del juicio
en que existan las actuaciones o notificaciones cuya invalidez se pretenda, pudiendo el
incidente respectivo constituir artículo de previo y especial pronunciamiento o fallarse
al pronunciarse la sentencia definitiva (artículo 78 del citado Código).
Como Se ve, la acci6n incidental de nulidad de actuaciones judiciales, comprendiendo
dentro de éstas a las notificaciones, 11111JCa es procedente deJpuéJ de dictada dicha sen-
tencia, ni la invalidación de aquél/as puede dar origen a IIn [uirio autónomo, pues
suponer lo contrario, equivaldría a restar firmeza a la autoridad de la cosa juzgada y
quebrantar el principio de seguridad jurídica que debe alimentar a todo procedimiento
judicial ya concluido, habiéndolo estimado así la ¡urj¡prudencia de la Suprema Corte....
Este criterio jurisprudencial adolece de la salvedad, también establecida en [uris-
prudencia de la Corte, de que sí procede un juicio de nulidad contra las actuaciones
habidas en otro ya concluido por sentencia ejecutoria, cuando este último haya sido frau-
dlllento, pudiendo también excepcionarse el tercero contra la sentencia firme dictada
en él. a:i1
Atendiendo a la naturaleza [urídico-procesal de la nulidad de actuaciones, la proce-
dencia del amparo contra los actos dentro de un juicio que se consideran nulos, se re-
gistra en las diferentes hipótesis que a continuaci6n planteamos:
1150 Apéndice al Tomo CXVIII. tesis 713. 712 Y 711 Y 236, 23J Y 232 de 1" Compilarión
1
1917-196J, Tercera Sala y tesis 249, 248 Y 24) del Apináice 1975, Tercera Sa14.
351' Compilación 1917-196), tesis 237, Tercera Sala 1 tesis 2)0 Jel Apéndice 197), Tercera
Sal•.
358 Semanario Judicial de la Federaci6n.-Tomos: Xc. págs. 2939 Y 2597; CN, pág. 283;
LXXIX, pág. 3176; LXXV, pág. 6247; LXXX, pág. 678; LXXXVI, pág. 640; al, pág. 831;
CV, pág. 447; CVI, pág. 2371; CVII1, pág. 691: crv, pág. 896; Y tesis iurisp,udenri.J 715,
l:
visible en el Apéndice al Tomo CXVIII.
8119
I
Asi lo ha estimado la Suprema Corte en las siguientes ejecutorias: Tornos on, pág. 2945;
PlUNOP10S FUNDAMENTALES DEL JUlOO DE AMPARO
sentido de que la consabida resolución no el un eao ,"oreJal irreparable, sino que su ilega-
lidad debe impugnarse al ejercitarse la acción constitudonal contra la sentencia definitiva
que en el juicio correspondiente se pronuncie y de conformidad con lo dispuesto en el
artículo 159, fracción V. de la Ley de Amparo. Este criterio ha sido reiteradamente expuesto
en especial tratándose de nulidad de acmaciones en jukioJ JaboraJesJJ6 0
4. Tratándose de la falta o ilegalidad del emplazamienJo que, generalmente importa una
nulidad procesal no ronvaJidab/e, la procedencia del juicio de amparo directo o indirecto se
presenta en las siguientes situaciones o supuestos:
a) Si el" sujeto que no fue emplazado o que haya sido emplazado ilegalmente. (omp~
rere en el [uisio respectivo, deduciendo el inciden/e de nulidad correspondiente, deberá interpo-
ner el amparo directo contra la sentencia definitiva que se dicte en el juicio de que se trate,
en caro de que se deseche o se estime improcedente el referido incidente haciendo valer en la
demanda constitucional la violación procesal relativa (art. 159. fracción 1, de la Ley de Am~
paro), previa la preparación del amparo conforme al artículo 161 de este, ordenamiento.
b) Si en dicho incidente de nulidad se declara nulo Jodo. lo /#/uaJo desde el emplaza-
miento ilegal inexistente, la parte afectada por tal declaración puede promover el juicio de
amparo indirecto O el directo, según los criterios contrarios a que se ha aludido en el apar-
tildo 3 precedente. .
() Si el sujeto que resiente la falta de emplazamiento o el emplazamiento ilegal no
comparece al [uicio respectivo y en éste ya se dictó la sentencie definitiva, contra ésta,
su ejecución y contra todos los actos procesales anteriores, procede el amparo indireclo,
habiéndolo considerado así la ;urisprudenda de la Suprema Corte. 36 l
¿Cuál es la sanción jurídica para aquellos juicios de amparo que se hubieren promo-
vido sin que antes se hayan agotado los medios de invalidación ordinarios? Constitu-
yendo tal omisión un vicio de interposición del amparo, en el sentido de afectar a éste
de improcedencia, según lo expresan las fracciones XIII y XV del artículo 73 de la
Ley de Amparo, aquél se debe sobreseer de acuerdo con lo establecido por el artícu-
LXXIII, pág. 4296; LXXXIX, pág. 3684; XCII, pág. 2753; CVIl, pág. 1.600, Y pág. 1599 del
Semanario Judicial de la Federación, Quinta Epoca.
aeo Tomo. xc, pág. 2939; LXXVII, pág. 4128; LXXIV, pág. 6162; LXXXI, pág. 6477; al,
pág. 1879. Este mismo criterio lo sustenta el Tribunal Colegiado del Primer Circuito en Materia
de Trabajo. A su vez, el Tribunal Colegiado del Tercer Circuilo ha considerado que tampoco pro-
cede el amparo indirecto o bi-instancial contra. el atllo que desecba un incidente de nulidad, adu-
dendo análogas razones [Cfr. Informe de 1971. Sección "Tribunales Colegiados", págs. 131.
132 Y 157). •
861 Apéndice al Tomo cx.VlII, Tesis 427 y en relación con la tesis 428 del mismo
Apéndice del Semanario ludidal de la Federarión, correspondiente esta última a las tesis 178,
Terc"" S41a 1 188 del Apéndice 197', Materia Civil y 106, Materia General de la Compilaeión
1917~196J y tesis 104 del Apbrdke 197', Matma General.
286 EL JUlOO DE AMPARO
lo 74, fracción II!, stn qlle el órgano ;lIrisdi"iotud del control entre al estlldio de la
c011stitlldo11alidttd o i11co11Stitlldo",'¡idttd del acto rerlamttdo.
La iurispt"tidenria de la Suprema Corte ha llegado a semejante conclusión al afirmar que
"BI hecho de no hacer valer los recursos ordinarios procedentes es causa de improcedencia del
amparo que se enderece contra un fallo", y que "el amparo es improcedente si el acto que se
reclama pudo tener un remedio ante las autoridades del orden común".882
Ahora bien, ruando existe la causa de improcedencia indicada, ¿el órgano del co-
nocimiento de! amparo respectivo debe desechar la demanda correspondiente, fundán-
dose en que aquélla es manifiesta e indudable? (Art. 145 de la Ley de Amparo).
La iurisp,¡,dencia de la Suprema Corte ha llegado a la conclusión de que "la exís-
tencia de un posible recurso contra los actos reclamados, motivo de un juicio de garan-
das. no es óbice para admitir y tramitar la demanda de amparo. sino que. por el contrario. es
conveniente hacerlo, a fin de estudiar debidamente la cuestión; sin perjuicio de que después
se diete el sobreseimiento que corresponda, si del resultado del estudio respectivo aparece
realmente la existencia de alguna causa de improcedencia:' 868
d) En materia administrativa
administrativa no está expresamente establecida por la ley del acto, no puede tener por
efecto interrumpir el término para pedir amparo y puede desecharse de plano." 310 Con.
forme a esta tesis, cuando dicho medio de defensa no está consignado legalmente,
sino de hecho suela interponerse, el amparo es procedente contra el acto materia
de la reconsideracién, sin entablar previamente ésta.
Sin embargo, en la propia tesis se establece, que cuando dicha reconsideración "es
interpuesta dentro de los quince días siguientes a la notificaci6n del acuerdo y el dJimi·
lida y lt1bllan<Íada, debe conceptuarse que el término para interponer el amparo ha de
contarse desde la fecha de la notificación de la resolución que recaiga a tal reconsidera-
ci6n, pues hasta entonces tiene el acto el carácter de definitivo para los efectos de la
fracción IX del artículo 107 de la Constitución Federal (que corresponde a la frac-
ción IV del arto 107 constitucional vigente), toda vez que hubo posibilidad de revocarlo
o reformarlo".
Como se ve, este último punto de vista de la Suprema Corte otorga a los goberna-
dos la posibilidad de impugnar cualquier acto de las autoridades administrativas no
obstante que contra él hayan interpuesto un medio de defensa que no consigne la ley,
como es la reconsideracién, posibilidad que se establece al atacar la resoluci6n que a
dicho medio re<:aiga.8T1
2. Otra salvedad que en materia adminÍJtrativa consagra la jurisprudencia de la
Suprema Corte respecto del principio de definitividad del juicio de amparo, consiste
en que, cuando el acto autoritario sea susceptible de impugnarse por dos o más re-
cursos cuyo ejercicio se seleccione por el agraviado, no es necesario que se agoten ambos
antes de entablar la acción constitucional.
878 El estudio de dicha garantía lo formulamos en nuestro libro "Las Garantías Individua..
les", a cuyas consideraciones nos remitimos.
87. Toca a la Revisión núm. 3992/46, relativa al juicio de amparo promovido por Emilio
Sauri Peniche, .ccntra actos del Director de Marina Mercante y otras autoridades, fallado el 26 de
agosto de "1946. En la ejecutoria publicada en el Tomo LXXXVI, pág. 2066, se afirma que
"Cuando la autoridad responsable no acredita. haber iniciado algún procedimiento administrativo
en contra del quejoso, es evidente que el mismo no está obligado a agolar los recursos ()f'dinarios
concedidos por la ley del MIo, sino' qlle está en posibilidad de tUudir, diredmnente al [uicio de
amparo, ya qlle (are(e de elementos para preparar su defema ante la potestad (omún, toda vez
que, por hipótesis, no se le han dado a conocer, con la necesaria amplitud, ni los dalos de becbo
ni Jos fundamentos iurídüos en que le apoya el atto que lesiona sus imereses."
Además, nuestro Alto Tribunal ha sostenido que "Cuando no se ataca un acto de autoridad
administrativa por inexacta aplicación de la ley que 10 rige, sino por ser contrario a una garantía
constitucional diversa de la exacta aplicación de las leyes, tal cuestión no puede plantearse ante la
autoridad común, porque las controversias sobre violaciones de garantías están reservadas a los tri-
bunales federales por el artículo 103 constitucional y, en consecuencia, no existe la obligación
de agotar recursos ordinarios antes de acudir al amparo." (Revisión número 3937/49, falJada
el 25 de julio de 1949.)
La excepción consignada en dicha ejecutoria I;lO es sino la manifestación de la idea sustentada
por la Corte, en el sentido de que las cuestiones constitucionales "per se", es decir, las que atañen
directamente a la Constitución sin importar ningún problema de legalidad previo, son del conoci-
miento exclusivo y excluyente del Poder Judicial Federal, sin que, por tanto, incumba a las auto-
ridades ajenas a éste su resolución.
Corroborando el criterio sobre el que descansa la salvedad de que tratamos, la Suprema Corte
ha establecido que "Los recursos administralif)(Js consignados por la ley del a(to, no !alleden ser
agolados (uando el propio acto no fue fUtrdado en la ley o (liando no se dio al interesado a audien(Ía
r"lJllerida por la misma ley." (Tomo XXI, Segunda Saja, págs. 74 y 75 de la Sexta Epo(a.) "Si
no existió algÑn procedimiento en que se diera al interesado la oporlunidad de defenderse, no puede
aJegarse IJlle éste debi6 agotar Una defensa ordinaria contra IIna resolución (lIya existencia desconoce:"
(Tomo XLIX, Segunda Sala, págs. 9 Y 10 de la Sexta Bpoca del Semanario Judicial de la Federa.
ción.) "Los recursos administralif)os establecidos por la lAy del acto, no pueden ser agotados cuando
el pr~pjo atto no file fllndaJo en la ley, o (lIll11do no se-dio al interesado la aNdienria reqllerida por
la mIsma ley." Tomo XIX, Segunda Sala, pág. 66 de la Sexta Epoca del Semanario Judicial de
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DEL JUIOO DE AMPARO 291
Debemos enfatizar que la salvedad de que tratamos sólo opera CItando los actos
administrativos que se impugnen sean susceptibles de suspenderse, es decir, que no sean
negativos ni, por ende, ejecutables, pues únicamente en este supuesto se da la condición
sobre la que tal salvedad se sustenta. De esta consideración se infiere que los recursos
leRales ordinarios o medios de defensa legal que existan contra actos de carácter nega-
la Federación.) "El quejoso no está obligado a agotar el recurso de reconsidereción adminiilraJiva,
(uando el arto reclamado no menciona disposición legal en que se apoye, pueJ en tales condiciones
a lo único que puede recurrir es al juicio de garantías!' (Tomo IX, Segunda Sala, pág. 103 del
Semanario Judicial de la Federación, Sexta Epo(a.) "No debe agotarse f.reviamente al amparo el
recurso establecido en un ordenamiento que el promovente ignora se e está aplicando, por no
invocar el aao reclamado ningún precepto legal, y por lo mismo, no procede el sobreseimiento
del iuicio de garantías" (Amparo en revisión 5104/56. Félix Pineda Sánchez. Fallado el 9 de
abril de 1958. Unanimidad de 4 votos. Ponente: Felipe Tena Ramírez}. Este mismo criterio
se reitera en la tesis 89, sustentada por la Segunda Sala y publicada en el Informe 1978, en el
sentido de que cuando en la demanda de amparo únicamente se aducen violaciones a la garamía
de audiencia, no hay obligación de agotar medio ordinario de defensa.
17:1 Semanario Judicial de Ia Federación, Quinta Epoca, Tomos LXXXIX, pag. 385'; C.
pág. 1793; el, pág. 768; CVII, pág. 10. Además existe iuriJp"udenda en que la Suprema Corte
reafirmé la excepción mencionada, al referirse a que no existe la obligación de agotar el recurso
de reconsideracién que prevé la Ley Sobre Atribuciones del Ejecutivo Federal en Materia Econ6mica
para impugnar la imposición de sanciones por infracciones a dicho ordenamiento, fundando esta
consideración en que la promoción de tal recurso no suspende los efectos de las resoluciones en
que dicha sanción se decrete (Tesis 26 de la Compilación 1917-1965, y 333 del Apéndice 197j, Se-
gunda Saja) .. Sin embargo, esta. tesis jurisprudencial ha quedado interrumpida por el criterio contrario
sustentado por la misma Segunda Sala, en el sentido de que contra las resoluciones que impongan
alguna multa por violación a la expresada ley, sí debe agotarse previamente al ejercicio de la acción
de amparo el recurso de reconsideración previsto en el artículo 16 del mismo Ordenamiento y en el
artículo ~8 de su Reglamento. La interrupción a que nos referimos obedeció, en opinión de
dicha Sala, a que la citada tesis iurisprudencial se estableció con anterioridad a la reforma del ar-
tículo 160, fracción 111, del Código Fiscal de la Federación, anterior al vigente, publicada el 31
de diciembre de 1965, y según la cual contra las referidas resoluciones procede el juicio anula-
torio ante el Tribunal Fiscal correspondiente, cuando impongan multas por infracciones a las
leyes administrativas federales. El criterio interruptor se ha sustentado en las ejecutorias publi-
cadas en los Tomos CXV, pág. 59, CXVIII, ,tolág. 80 Y en el amparo en revisión 7659/67
fallado el 7 de marzo de 1968, Sexta Epoca, del Semanario Judicial de la Federación. No com-
partimos el mencionado criterio, en. virtud de que las resoluciones que imponen multas por
violación a la expresada Ley de Atribuciones no son definitivas por ser impugnables mediante el
citado recurso administrativo de reconsideracién, por lo que contra ellas es improcedente el juicio
anulatorio de conformidad con lo dispuesto por el artículo 190, fracci6n IV, del Código Fiscal
de la Federación actual, debiéndose interponer el propio juicio, por ende, contra la decisión que
se dicte en el recurso indicado. Al obligarse al afectado a promover el multicitado recurso
administrativo según las ejecutorias invocadas, éstas, al haber interrumpido la tesis [urispru-
dendal a que ya aludimos, se desentienden de 10 que ordena. la fracción IV del artículo 107
constitucional y la fracci6n XV del 73 de la Ley de Amparo.
292 EL )VICO DE AMPARO
Dada la trascendencia del aludido criterio. que involucra una acerba crítica al comporta.
miento de algunas autoridades administrativas, transcribiremos las básicas consideraciones en
que se sustenta: "la tesis de este Tribunal que sostiene que 105 particulares no están obligados
a agotar recursos ordinarios cuando aleguen en su demanda de amparo violaciones directas de
sus garantías y. derechos constitucionales. y no violaciones de legalidad que sólo indirecta-
mente violan la Constitución federal. se basa. en primer lugar, en que el juicio de amparo
tiene como objeto directo 18_ protección de los derechos constitucionales de 105 gobernados.
mientras que los recursos ordinarios tienen como objeto principal el examen de cuestiones de
816 As( lo ha sostenido la Segunda Sala de la Suprema. Corte en la ejecutoria que aparece
publicada en el lníorme de 1968, págs. 140 Y 141.
876 bh As( 10 ha sostenido la ;urisprudcnria de la Segunda SaJa de la Suprema Corte en la
mis '09 pnbli<..u. en el Apéndice 197'.
legalidad; en segundo lugar, en que la protección de las garantías -constitucionales es un
valor jurídico tan alto, que si el quejoso opta pOI no agotar los recursos, por estimar que
así logra una protección más eficiente (por la reducción del tiempo y de los gastos del litigio,
coo la consecuente reducción del daño o perjuicio que puede resentir con la demora implícita
en el agotar recursos o por razones semejantes), no se debe hacer de la creación de recursos
ordinarios un sistema procesal que, en vez de facilitar,entorpaca la defensa de los derechos
constitucionales, convirtiendo el camino procesal de su defensa en un laberinto o en un campo
minado, donde las autoridades puedan con relativa frecuencia hacer saltar la defensa de los
derechos de los ciudadanos; y, en tercer lugar, en que 00 se ve que las autoridades responsables
administrativas pueden tener un interés legalmente protegido en entorpecer la defensa de los
derechos constitucionales de tos gobernados, buscando hacerla engorrosa en vez de expedita,
ni en obtener hitos procesales por rigorismos juridicos y no por la correcta fundamentación y
motivación de sus actos, siendo de notarse que en el juicio de amparo tienen oportunidad
amplia para defender esos actos. Y esa tesis, en opinión de este Tribunal, no viola la juris-
prudencia de la Suprema Corte sobre la necesidad de agotar recursos ordinarios antes de acudir
al amparo porque esta jurisprudencia es de carácter general y abstracto, por lo que puede
matizarse al aplicarla a situaciones muy específicas y concreta! no previstas expresamente en
esa jurisprudencia. Y como la misma DO se refiere en. forma concreta y específica al caso de
violaciones directas a preceptos constitucionales, no resulta violada al matizu su -aplicacién
en estos casos..... 377 .
El anterior criterio, que ya consta en más de cinco ejecutorias dictadas por dicho Tribunal
Colegiado> se expresa al través de las consideraciones que a continuación transcribimos: "No
hace procedente el juicio de garantías el hecho de que la quejosa en su demanda invoque,
entre otros, el concepto de violación de carácter formal relativo a la carencia de fundamen-to
y motivación de los actos reclamados, porque aun cuando es indiscutible que la violaci6n
directa de un precepto constitucional motiva el juicio de amparo por ser la vía constitucional-
mente idónea para reclamarla, ello ocurre cuando se reclama exdlllivtlmnlte esa violación,
pero no cuando en los conceptos de violación se reclaman también infracciones a las leyes
ordinarias, porque entonces la materia litigiosa. se contrae a una cuestión de legalidad y por
tal raz6n debe acudirse al medio ordinario de defensa, ya que de otro modo bastaría involucrar
811' aro Informe de 1972, Sección "Tribunales Colegiados", págs. 29 Y 30. Antecedente:
Informe de 1971, misma Sección, pAgs. '0 y ,1.
Además Inform, de 191', misma Sección,
págs. 62 Y 63. '
,-,
294 EL ]UIOO DE AMPARO
371 bt e InfQt'me de 197'. Sección "Tribunales Colegiados", págs. 126 Y 127. Idem tesis 89
Segunda Sala, del Informe de 1978 y tesis 147, Segunda Sala, del Informe de 1980.' ,
318 Apéndice al Tomo CXVlIl, tesis 96, correspondiente a las tesis 1 de la Compilación
1917·196' y 1 del Apéndice 197'. Pleno.
319 Dicha fracción IX corresponde a la fracción 111, inciso ~) y fracción VII del artículo 107
constitucional vigente.
PRiNCIPiOS FUNDAMENTAU!S DEL JUIOO DE AMPARO 295
o medio de defensa ordinario, de tal suerte que, cuando no existe dicho otorgamiento
legal, la acción constitucional es perfectamente procedente contra tales actos. La pro·
cedencia del amparo en este último caso se basa en la naturaleza misma de la relación
jurídico-procesal por lo que respecta al principio de exclusividad de los sujetos de la
misma. En efecto, en un procedimiento judicial o administrativo, únicamente tienen
injerencia las partes, es decir, los sujetos entre quienes se entabla la controversia o
cuestión debatida, o bien personas a las cuales la ley normativa correspondiente otorga
la facultad de desplegar determinados actos. Por ende, un sujeto físico o mora! a
quien la ley reguladora de la secuela procesal no reputa como parte ni le concede
ninguna injerencia en el procedimiento, está impedido para entablar los recursos ordi-
narios contra los actos que lo afectan, por lo que no tiene obligación de interponerlos
antes de acudir a la vía constitucional. En consecuencia, el alcance debido que debe
darse a la disposici6n contenida en la fracci6n V del artículo 114 de la Ley de Am-
paro, es en el sentido de que la obligación para los terceros extraños de entablar antes
que la acción de amparo el recurso o medio de defensa ordinarios contra los actos
judiciales o post-judiciales que los afecten, únicamente tiene lugar cuando tales conduc-
tos de impugbaci6n estén previstos legalmente en favor de las personas ajenas al pro-
cedimiento.
La ¡lIrisprtldenc;a aso de la Suprema Corte ha establecido que "la persona extraña
a! juicio puede interponer amparo contra actos en el juicio que le perjudiquen sin estar
obligada a entttblar otras acciones distintas" .3Sl. Entendemos que el término "acciones"
está empleado en esta tesis jurisprudencial como sinónimo de "medios de impugnación"
en general, ya que si al citado vocablo se le diese una connotación diversa, es decir, la
que tiene en Derecho Procesal Civil, que es la jurídicamente correcta, se desvirtuaría
la intención de dicho alto tribunal, consistente en declarar, conforme a la fracción III,
inciso e) del artículo 107 constitucional, que las personas extrañas a un juicio no están
obligadas a interponer ningún recurso ordinario contra los actos judiciales que las afec-
ten, antes de ocurrir al amparo: '
La excepci6n al principio de definitividad de que tratamos, en el sentido de que
los terceros extraños a un procedimiento judicial no están obligados a agotar los recur-
sos ordinarios o medios legales de defensa antes de acudir al amparo, se ha sostenido
de manera más explícita por la ¡"riJprlldencia de la Suprema Corte,'" considerándose,
además, que tampoco dichos terceros deben promover, previamente al ejercicio de la
acción constitucional, el juicio de tercería.883
aso Apéndice al Tomo cx.VIII, Tesis n6. Tesis 248, Tercera Sala, de la Compilaúón 1917-
1965. Tesis 261 del Apéndire 1975, MaJeria Civil.
3Sl. En materia administrativa se ha consagrado el mismo principio por la ;lIrisprlldencia de
la Suprema Corte en los siguientes términos: "El amparo en materia administrativa no procede en los
casos en que las leyes ordinarias establezcan contra el acto reclamado recursos o medios ordinarios
para reparar los agravios que se estimen cometidos; pero para ello es necesario que esos proce-
dimientos pueda tailizarlos el afectaJo, de manera que cuando el que solicita el amparo, es un
tercero extraño al procedimiento, que no tiene a Sil disposición aquellos medios o recursos, el juicio
de garantias es desde luego procedente." (Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 93. Tesis 19 de la
Compilación 1917-1965, Segunda SaJa y Tesis 509 del Apéndice 1975, Segunda SaJa.)
3SZ Apéndice al Tomo cx.VIII, Tesis 759. Tesis 250 de la Compilación 1917-1965. Ter·
cera Sala. Tesis 263 del Apéndice 1975, Maleria Civil.
asa Apéndice al Tomo CXVIII, tesis 1071, IOn y ns, que corresponden a las tesis 368.
Tercera SaJa; 248, Segunda Sala; y 249, Tercera Sala, de la Compilación 1917-1965. Cfr. respec-
tivamente las tesis 389 y 262, Tercera SaJa del Apéndice 1975.
296 EL JUICIO DE AMPARO
l gador de amparo supla las deficiencias de la demanda respectiva, colme las omisiones
en que haya incurrido el que¡~so en la parte impugnaJiva de los actos redamados, o de
que lo sustituya en la estimación ¡uríJica de dichos arIos desde el punlo de visla
constitucional. \ . ,
Las consecuencias prácticas que suelen derivarse de la observancia del principio de estricto
derecho. estriban en que la decisión judicial depende de la perspicacia jurídica de los abogados
. del quejoso o de la torpeza de sus patrocinadores. Por ello, no ha faltado quien, como el mi-
nistro Pelipe Tena RamírC%, censure acremente dicho principio, considerándolo como "un formu-
lismo inhumano y anacrónico, victimario de la justicia",S84
Sin embargo, a pesar de que en muchos casos el principio de que tratamos se antoja como
W1 velo que se extiende sobre los ojos del juzgador de amparo émpldléndole la visión de la jus-
ticia intr!nseca y obligándolo a posar su mirada únicamente en los silogismos rígidos y fríos
que entrañan los conceptos de víoladén, ha sido un factor de importancia innegable para con-
servar la seguridad jurídica en nuestro juicio constitucional, que lo ha puesto a salvo del inesta-
ble subjetivismo judicial. Si se aboliese absolutamente el principio de estricto derecho. sustitu-
yéndolo por una facultad irrestricta de suplir toda demanda de amparo deficiente, Se colocaría
a la contraparte del quejoso -autoridad responsable o tercero perjudicado-e- en un verdadero
estado de indefensión frente a las muchas veces imprevisibles apreciaciones oficiosas del órgano
de control que habrán de determinar el otorgamiento de la protección federal.
Es verdad que uno de los efectos inherentes al principio de estricto derecho consiste en la
restricción del arbitrio judicial, que, merced a él, sólo se vierte para valorar jurídicamente los
conceptos de violación expuestos en la demanda de amparo con el fin de declararlos operantes
o inoperantes; pero también es cierto que si el juzgador, después de haberlos considerado iafun-
dados, oficiosamente y de manera Ilimitada formula apreciaciones de Inconstitucíonalidad de los
actos reclamados para conceder el amparo. asume indebidamente el papel del quejoso. eeevír-
tiéndase en la contraparte de las autoridades responsables y del tercero perjudicado, rompiendo
as! el principio de igualdad procesal y alterando la litis en el juicio constitucional.
Además de. estas consecuencias que producirla la supresión total del principio de estricto
derecho, el efecto práctico que este fenómeno originaría, se traducirla indudablemente en la
indolencia o apatía del quejoso o de sus abogados aJ plantear la cuestión constitucional
en ,la demanda de amparo, bajo la esperanza de encontrar un juzgador diligente, acucioso o
movido de buena voluntad O simpatía, que en la sentencia tome a su argo el trabajo de
formular, a guisa de coosiderandos, los conceptos de violación omitidos o torpe O deficiea-
temente desarrollados. .
/ Por otra parte, estamos confonnes-en .•9~~ la observancia a dicho principio encubre, en
muchos casos, verdaderas injusticias o notoñis aberraciones que puedan. entrañar los actos
reclamados, aJ obligar al órgano de control a ceñirse estrictamente a una pobre, ineficaz o
equivocada defensa de. los derechos o intereses jurídicos del agraviado; mas tales inconve-
nientes no deben preconizar la facultad ilimitada de suplir toda demanda de amparo defi-
ciente, pues es obvio que los extremos opuestos nunca brindan ninguna solución correcta,
precisamente por las desventajas que representa su radicalidad. No debe, pues, suprimirse el
principio de estricto derecho como norma redora de los fallos constitucionales, así como
tampoco debe adoptarse en forma absoluta, es decir, para todos los casos genéricos de amparo.
En otras palabras, dicho principio y la facultad de suplir la queja o (demanda) deficiente,
deben coexistir separadamente, esto es, operar en supuestos diferentes. Sólo as( puede atem-
perarse el rigorismo, muchas veces injusto, del consabido principio o de la técnica jurídica
sutil y embrollada que generalmente importa toda cuestión constitucional que se plantea
en una demanda de amparo, sin que. por otra parte, deba Inddirse en un peligroso subjeti-
vismo judicial, lo cual se logra armónicamente. al autorizarse la facultad de suplencia en
casos genéricos que realmente la justifiquen y siempre conforme a supuestos objetivos previs-
tos en la norma jurídica, circunstancias estas últimas según las cuales la mencionada facultad
se instituye .en la Constitución y en la Ley de Amparo.
b) Sil alcance
1. El principio de estricto derecho opera en amparos sobre materia civil, en los
que se prohibe a los órganos de control -Jueces de Distrito, Tribunales Colegiados
883 Semanario Judicial de la Federación. Tomos: LXXVI, pAgs. 2397 Y 6737; LXXV, pág.
44~6; cm, pág. 1439; a, pá.,. 417; CXVlII, pág. 91; CXVlI, pág. 3~g; CVI, pág. 2070, Quinta
. Epoca; Y tesis ;lIrispNldentia nlÍm. 94, tlisible ni el Apbrditll al Tomo CXVII1. As( como el
amparo directo ~42"S8, Gregaria Pérea Vda. de Covarrubias, fallado el 22 de junio de 1959.
Tercera Sala. .
eee Idem. Tomos LXXIX, pág. 368~, LXXXVIII, pág. 1628; LXXXVIII, pág. 3088; xan,
página 1269; ax, pág. 26~8. Quinta Epoca.
881 Idem, Tomo CXI, pág. 3n.
298 EL JUICIO DE AMPARO
de Circuito y Suprema Corte-- suplir la deficiencia de la queja, salvo los <asas de Sil-
plencia a qlle despllés altkliremos.' ss
2. Tratándose,de juicios de amparo administrativos y laborales, el citado principio
rige parcialmente, pues en relación con los primeros, el juzgador carece de la facultad
de suplencia en el .caso en que los actos reclamados no se [unden en leyes dec/ardas
. inconstitucionales por la jurisprudenria de la Suprema Corte o los quejosos no lean
menores de edad o incapacitados," y en manto a los segundos, debe apreciar únicamente
los conceptos de violación expresados en la demanda de garantías, si el qllejoso es el
patrono.
3. Respecto de los amparos en materia penal, el principio de estricto' derecho no
es observable por los órganos de control, quienes discrecionalmente pueden suplir la
deficiencia de la queja (demanda).
4. En los juicios de amparo que versen sobre materia agraria, en los que la parte
quejosa sea un núcleo de población, 1In ejido, 1In comunero o ejidatario, los órganos
de control tienen la obligación de suplir la queja deficiente, por lo que en dicha
materia y en beneficio de los citados sujetos procesales, no rige el principio de estricto
derecho. Este, en cambio, sí es observable en materia agraria cuando los promotores
del amparo no sean los sujetos aludidos.ss9
El ~9_n.sabido principio, en los casos generales en que opera, no sólo rige para
las sentencias de amparo que en primera o única instancia se dictan (amparos indirectos
° bi-instsncíales y directos o uni-instanciales, respectivamente), sino también actúa
respecto a las sentencias constitucionales de segunda instancia, en el sentido de obligar
a los órganos de control que las pronuncian (Suprema Corte y Tribunales Colegiados de
Circuito en sus correspondientes casos) a analizar únicamente los agravios que se hayan
hecho valer en el recurso de revisión contra el fallo de primera instancia. Por tanto,
conforme al principio de estricto derecho en la revisión, las sentencias constitucionales
que dictan los Jueces de Distrito deben confirmarse por los órganos judiciales de
alzada, si los fundamentos en que descansan sus proposiciones resolutivas no fueron
materia de ningún agravio fo~ulado por el recurrente.8a O
a) Sil implicMi6n
Según hemos afirmado, dicha facultad propiamente constituye una salvedad al prin-
cipio de estricto derecho, conforme a la cual el juzgador de amparo tiene la potestad
jurídica de no acatar tal principio en las sentencias constitucionales que pronuncia.
Por tanto, Slip/ir la deficiencia de la queja implica no ceñirse a los conceptos de
b) Sil naturaleza
La facultad de suplir la deficiencia de la queja es discrecional en amparos sobre
materia penal, administrativa y civil en los casos en que el quejoso sea un menor de
edad o incapacitado, y laboral en favor del trabajador quejoso y en los que se impugnen
actos [undados en leyes declaradas inconstimcionales por la jllrisprllde11ciat de tal suerte
que los órganos de control -Jueces de Distrito, Tribunales Colegiados de Circuito y
Suprema Corte- pueden, según su prudente arbitrio, y en los casos en que la suplencia
es legalmente permisible, ejercitarlo o abstenerse de desplegarla. La discrecionalidad
deriva de los mismos términos en que se instituye la multicitada facultad en la Cons-
titución y en la Ley de Amparo, pues las disposiciones conducentes de ambos ordena-
mientos (articulo 107, fracción 11, párrafos segundo, tercero y cuarto, y 76, párrafos
segundo, tercero y cuarto, respectivamente), emplean una locución optativa ("podrá su-
plirse") en vez de una imperativa ("deberá suplirse" o "se suplirá").891
arn Así lo ha considerado [uoentino v. Castro en su interesante monografía intitulada "La
Suplencia de la Queja Deficiente en el Juicio de Amparo" (19'3), abogando, sin embargo, por
que' la suplencia de la demanda deficiente deje de ser una facultad y se convierta en una obligación
para el juzgador de amparo, en los casos en que la acción constitucional se entable contra actos que
se funden en leyes, declaradas contrarias a la Constitución por la jurisprudencia de la Suprema
Corte. El citado autor aduce como fundamento el principio de supremacía de la Carta Federal
consagrado en su artículo 133, así como la obligación que dicho principio impone a los jueces de
cada Estado para normar sus actos conforme a las disposiciones constitucionales frente a leyes
secundarias que a ellas se opongan, concluyendo con el planteamiento de este dilema, cuya solución
3041 EL ]U1aO DE AMPARO
c) Su extensión
En relación con dicho caso de suplencia, se presenta un problema que reviste no 5610
interés teórico. sino gran importancia práctica, y que se plantea en la siguiente cuestión: ¿ si
los actos reclamados se fundan en un reglamento que la jurisprudencia de la Suprema Corte
894, Así lo ha sostenido la Sala Administrativa de "la Suprema Corte, al considerar que un
reglamento gubernativo no puede equipararse a una ley por no emanar del Poder Legislativo
(Amparo en Revisión 3076/19:55. Lucio Hernéndea González. Resuelto el 12 de septiembre de
1955, en relación con las Tocas Núms. 2569/51, 8979/48, 2503/49, 68/49 Y 3197/49).
895 Esta conclusión la sostiene Arturo Serrano Robles, antiguo profesor de "Garantías y Am·
paro" en la Facultad de Derecho de la U.N.A.M., expresándose en los siguientes términos:
"Ahora bien, esto significa (la suplencia de la queja deficiente cuando Jos actos reclamados se
funden en leyes declaradas inconstitucionales por la jurisprudencia de la Suprema Corte) que el
juzgador habrá de tener por combatida la ley en que se funda el acto reclamado, tanto cuando
se la combate deficientemente como cuando no se la objeta y, lo que es más sorprendente,
cuando no se señala como autoridad responsable aquella de quien dicha ley emana", afirmando
más adelante: "El motivo, la idea que impuJsa a las normas que rigen el juicio de amparo para
prescribir que en el mismo será parte la autoridad responsable, queda a salvo con el hecho de
que la autoridad que emitió la ley de que se trata, y que puede no ser llamada a )uic.i.o en alguno
de los supuestos en que se supla la deficiencia de la queja, ya que fue oída en defensa en' los cinco
casos que dieron como resultado la declaración, por parte de la Suprema Corte, de que la ley es
inconstitucional" ("La Suplenda de la Deiiciencia de la Que;a ruando el Arlo Reclamado se
Funda en Le)'CS Declaradas íncomtimcionales", artículo publicado en la revista "Problemas ju-
rídicos de México", 1952, editada por la Asociación Nacional de Funcionarios Judiciales.
pág. 49).
303
897 Esta garantía la estudiamos en nuestra obra "Las Garantías Individualcl', Capítulo Octavo.
898 La exposición de motivos del Decreto de 19'0 que incorporó a la Constitución el art. 107
vigente, así 10 considera.
~:".IN~:CS :rU2'fUAMBNTALBs Dlil. JUJCO DB AMPARO 305
Atendiendo a los términos en que están concebidas las normas jurídicas que consa-
gran la facultad de suplir la queja deficiente en amparo sobre materia penal y al espíritu
proteccionista en que dichas normas están inspiradas, debe concluirse que la mencionada
facultad no sólo puede desplegarse por-el órgano de control cuando el acto reclamado
consista en una sentencia definitiva, sino en (fldlquier otro acJo de auJoridad que im-
pliqlle peligro de privación de la vida o ajectación de la libertad perJona/ del q'fe¡oso.
Por tanto, la suplencia de la demanda de garantías deficiente no sólo puede realizarse
por la Suprema Corte o por los Tribunales Colegiados de Circuito al fallar un amparo
uni-instancia!, sino también por los Jueces de Distrito y por los expresados órganos
judiciales en amparos indirectos o bi-instanciales.
Tratándose de juicios de amparo sobre materia penal la facultad supletiva no úni-
camente es ejercitable para corregir o remediar, los errores in ¡udicando en que haya.
incurrido la sentencia definitiva reclamada, sino los errores in procedendo, O sea, los
vicios de ilegalidad habidos en el procedimiento penal respectivo. De esta manera la
citada facultad no sólo suple la demanda de amparo deficiente, sino también la defensa
deficiente del agraviado.
Esta conclusión la fundamos en las consideraciones que a continuación exponemos.
El artículo 160 de la Ley de Amparo establece los supuestos en que se consideran
violadas las leyes del procedimiento y afectada la defensa .del quejoso en los juicios
del orden penal. Por su parte; el artículo 161 del mismo ordenamiento (antes de su
reforma en 1967) preveia los medios preparatorios del amparo directo ruando se co-
metiesen las violaciones procesales a que alude el anterior precepto.
Confrontando, por una parte; los articulas 107 constitucional, fracción 1, y 76
de la Ley de Amparo, y por la otra los artículos 160 y 161 de ésta, podría llegarse
a la conclusión de que los órganos de control nunca analizarían las violaciones proce-
sales habidas en un juicio penal, si el quejoso no preparó la acción de amparo en los
términos del citado artículo 161 (antes de dicha reforma). Ello originaria que, en
ausencia de tales medios preparatorios, los citados órganos jamás podrían suplir la defi-
ciencia de la queja en los términos de la disposición constitucional citada y del artícu-
lo 76 de la Ley de Amparo.
Para dilucidar esta cuestión hay que remontarse a lo que establecía el anterior
articulo 107 de la Ley Fundamental (hasta 1950), el que, en su fracción JI, párrafo se-
gundo, faroltaba a la Suprema Cacle para suplir la deficiencia de la queja en un juicio
penal cuando tllcontrare que hubo en contra del ueoso una violación manlfIesta de la
ue o hubiese deja o sm e ensa o ue se le hubiese 'uz ado o unu~
tamente ap 1 e a caso, ue s o o, to ~a no se, hllbiere combatido debida-
mente a titO aci n. Esta 1SposlCI n se encontraba corroborada por el anterior artículo
)]3 de la Ley de Amparo, que habilitaba a la Suprema Corte' para suplir la defi-
ciencia de la queja ante la existencia de alguna violación manifiesta del procedimiento
en perjuicio del quejoso..
El artículo 107 constitucional vigente, en su fracción Il, habla simplemente de la
deficiencia de la queja en materia penal cuando exista una violación manifiesta de la ley
que haya dejado sin defensa al quejoso, concibiéndose en términos parecidos el actual
artículo 76 de la Ley de Amparo.
306 EL JUICIO DE AMPARO
399 S. J. de la F. Quinta Epoca, Tomos CIV, págs. 2132, 265 Y 644; ev, pág. 400; cvr,
pág. 894; Y CVllI. pág. 2191; 011, pág. 3053; OX, pág. 1644; CXXlIl, pág. 1803. Directo
2132/55. Daniel Carrillo Gurda. Boletín de Información Judicial. Agosto de 1956. Direc-
to 773/55. Boletín de Información Judicial, julio de 1956. Y además tesis jurisprudencial 240
de la Compilación 1917-1965, y tesis 256 del Apéndioe 197', Primera Saja.
400 El estudio de la suplencia de la queja en el caso señalado 10 formulamos en el Capí-
tulo XXVI de esta misma obra.
307
400 ble Tal condwi6n ya se sostiene por la Segunda Sala, dr. InjfJntle de 1977, págs. 82 a 84.
PiUNClPIOS PUNDAMENTAL~ DEL JUICO DE AMPARO 309
A este respecto, el inciso a) de la fracción m 'del artículo 107, según las Reformas
de 1967, establece:
"JII. Cuando se reclamen actos de tribtmales ;Udiciales, adminiJtraJivol o del Ir..
ba;o, el amparo sélo procederá en 101 casos siguientes:
a) Contra sentencias definitivas o laudos respecto de los cuales no proceda ningún recurso
ordinario por el que puedan ser modificados o reformados. ya sea que la violación se cometa
en ellos. o que. cometida durante el procedimiento afecte a las defensas del quejoso, trascen-
diendo al resultado del fallo; siempre que en maJe,i" (ivil haya sido impugnada la violación
en el curso del procedimiento mediante el recurso ordinario establecido por la ley e invocada
como agravio en la segunda instancia, si se cometió en la primera. Estos requisitos no serán
exigibles en el amparo contra sentencias dietadas en controversias sobre acciones del estado
civil o que afecten al orden y a la estabilidad de la familia."
cienes procesales que, sin ser originadas por actos de imposible reparaci6n dentro del
juicio de que se trai«, se enmarquen en alguno de los casos espedjiios de contreoen-
ciones a" leyes del procedimiento civiles, adminislrativas (según las Reformas de 19(7),
penales o del Irabajo, señalados en los artículos 159 y 160 de la Ley áe Amparo.
Por otra parte, la obligación a cargo del quejoso en el sentido de preparar el ejer-
cicio de la acción de amparo directo y áe acuerdo con dichas Rriormas, sólo es exigible
tratándose de sentencias dictadas en materia civil cuando las violaciones que se aleguea
en la demanda de garantlas respectiva se hayan cometido durante la secuela del proce-
dimiento, y siempre qlle dichas sentencias no se pronuncien en controversias sobre accio-
nes del estado civil o no afeclen al orden y a la eslabilidad de la familia. Por tanto, el
amparo directo por contravencioaes procesales habidas en [uicios penales, laborales o
adminislrativos, no reqlliete preparación algllna.
La preparación del amparo directo en materia civil se realiza conforme a las reglas
contenidas en el articulo 161 de la Ley de Amparo y que en su oportunidad exami-
naremos.",oa
a) A este respecto, los incisos b) Y c) de la fracción III del artlculo 107 consti-
tucional y según las Reformas de 1967, establecen:
"III. Cuando se reclamen arios de tribunales jlláiciales, administrasioos o áel Ira-
bajo el amparo sólo procederá en los casos siguientes:
"b] Contra actos en juicio cuya ejecución sea de imposible reparación, fuera de
juicio o después de concluido, una vez agotados los recursos que en su caso procedan.
II C) Contra actos que afecten a personas extrañas al juicio,"
Como se ve, en ambas disposiciones constitucionales, que. corresponden a la frac-
ción IX del artlculo 107 anterior a 1950, se consigna la procedencia del amparo
bi-instancial, 0, sea, del que se inicia ante los Jueces de Distrito, contra actos [ormal-
mente jlláiciales, es decir contra aqllellos qlle provengan de cllalqlliera auloridad jll-
Jicittl o que se realicen en ocasi6n o con motivo de algún procedimiento jllrisdiccional
en el sentido material del concepto,
Todo¡ los actos redamables ea amparo indirecto que participen de alguno de los
caracteres mencionados, son, por exclusión, diversos de las sentencias definitivas o
laudos a que se refiere el inciso a) de la fracción que comentamos y respecto de cuyas
resoluciones procede el juicio uni-instancial de garantías, bien ante la Suprema Corte
o ante el Tribunal Colegiado de Circuito que corresponda.
Podemos afirmar que los incisos b) Y e) transcritos involucran sendas normas
constitucionales fundatorias de los casos de procedencia del juicio de amparo bi-instan-
cial previstos en el artículo 114 de la Ley respectiva, por lo que los conceptos e
ideas básicos que emplean las aludidas disposiciones de la Constitución encuentran
su explicación en las consideraciones que al respecto formulamos en el capítulo XVI de
esta obra, donde analizamos el citado precepto secundario, siendo dichos conceptos
o ideas los siguientes: de tractos en [uicio de imposible repsracián", de "actos realizados
311
mayores requisitos que los que fija la Ley de Amparo para conceder tal beneficio.
Dicha excepción, consignada constitucionalmente, se establece, además, en la fracción
XV del articulo 73 del ordenamiento mencionado y cuyo estudio lo realizamos en el
capitulo XIII del presente libro.
CAPITuLO OcrAVO
LA ACCION DE AMPARO
Como se habrá podido notar a lo largo de la exposición que hemos realizado hasta
aquí, constantemente nos referimos, en forma indistinta de denominación, a la acci6n
y al juicio de amparo. Y es que, en efecto, nuestra institución de control presenta
esos dos aspectos, a saber, el de juicio y el de acción. Tomando el concepto genérico
de "amparo" en su amplio sentido, se revela, por un lado, como un conjunto de actos
procesales O proceso que culmina con su resolución judicial o sentencia, que constituye
su causa final común, y por otro como un derecho, como una potestad que tiene la
persona de mover, por as! decirlo, el servicio público jurisdiccional para que se repare
en su favor cualquier violación o contravención cometidas en los términos del articulo
103 constitucional (101 de la Constitución de 57).
En un sentido estricto, pues, el amparo presenta los dos aspectos conceptuales que
hemos mencionado, esto es, como juicio o conjunto de actos procesales realizados
por diversas partes y por el órgano judicial, tendientes todos ellos, directa o indirecta-
mente, a la consecución de una sentencia, O como acci6tr o derecho del agr<t/liado, en
cualquiera de las hipótesis del articulo 103 constitucional, consistente en excitar la fun-
ción jurisdiccional para que ésta declare en su favor la reparación de las contravenciones
constitucionales cometidas en su contra.
Ahora bien, la denominación que generalmente se atribuye al amparo; designando
a éste como "juicio", no es de ninguna manera parcial ni incompleta desde el punto de
vista del efectivo contenido del mismo, puesto que el concepto de "juicio", considera-
do C()moIu"",todooprocesal;",esto"es,.-como.una.,serieIordenadª=y~s4!ern!\Í91,de,~Q~<que
g¡\mi,gan,en,unaIsentencia,~abarc:a.,aI~accióng.,misma,.-desde-~momento<que<ésla,es
el,elementorini<ialydeytodo,proceso. En su connotación amplia, pues, el juicio de am-
paro, tal como se designa por lo general a nuestro medio de control, comprende también
a ¡a-:tl&Gi6nT.de:rdfnl'aro,.-romo"I:acto7"iniGial-rdeb-,miSJD_o.
Nosotros, por razones de lógica, hemos pormenorizado, por as! decirlo, el signifi-
cado genérico de "juicio de amparo", para dar a entender con él por una parte, un
proceso y, por otra, \Ul,derecl1o.de·opedi""o~ju~peJen4i..c1~.ggr<t/liado, cuyo ejercicio
inicia el procedimiento, de tal manera que podamos ser más precisos en nuestra ex¡><>-
sidón, tratando separadamente, con el detenimiento que amerita, e1~e1emento.procesal
q\!ecabreola"puertae""todorjuicio'y;,en'espedal,aJ.-de,amparo:rlaccacción.
314 EL JUICIO DE AMPARO
Ahora bien, el amparo romo aaión o la attión de amparo, como concepto específico
de un todo genérico, forzosamente tiene que participar de los elementos esenciales de
éste, en virtud de lo cual estimamos lógico y pertinente hacer una somera referencia
a! concepto general de acción, en nuestro afán de .establecer y definir la idea de la
primera.
I. LA ACCIÓN EN GENERAL
a) Conrepto'"
Sociológica e históricamente la "acción se revela como la exclusión, la negación de
la lláiiiada. "vindicta privata", en cuyo régimen a cada cual le era dable hacerse justicia'
por su propia mano. Cuando se estimó que la tolerancia al hecho de que cualquier
persona, al sentirse vulnerada en sus derechos, pudiera ella misma, sin intervención
de autoridad alguna.., reclamar esa vulneración, exigiendo por su cuenta el respeto a su
pfera jurídica y el cumplimiento de los compromisos y oOfigaclOne5 contratdos a su favo5
si iiieaba un finei iD de caos desorden en la vida social, el el úblico fue
el que se invistió con la facultad de garantizar el ar en jurí leo, manlfesta a en actos
de autoridad, los que, con el auxilio de la fuerza material, en casos necesarios, harían
efectivo el imperio del Derecho tanto objetivo como subjetivo. ,
El régimen de venganza privada fue dejando paso al régimen de autoridad en la
solución de las controversias entre los miembros de la sociedad humana, de cualquier
Indole que fueren. Por consiguiente, el individuo que veía menoscabados sus derechos
por cualquier causa, ya no ejercía directamente represalias contra aquél o aquéllos a
quienes consideraba como los autores de tal menoscabo o afrenta, sino que ocurría
a las autoridades, miembros del gobierno de la sociedad a que pertenecía, para que
por conducto de ellas se resolviera el conflicto suscitado.
Fue así como el individuo tuvo la PO/CItad de ocurrir a la autoridad para que ésta,
en ejercicio del poder público o ¡us imperii, obligara al incumplidor o al delicuente a
realizar en beneficio del ocursante las prestaciones omitidas o violadas o a reparar
el daño producido y purgar una pena, respectivamente. Esa mera potestad de solicitar la
actuaci6n autoritaria, a poco se convirti6 en una terminante prohibición para el ofendido
en general, en el sentido de que no debía de hacerse justicia de propia mano; y más
tarde, en una obligarión públira individual (empleando la terminología de Dugtdt},
tal como se contiene en el artículo 17 de nuestra Constitución, con el correlativo derecho
de pedir o solicitar la actuación de los órganos del Estado (art. 8' constitucional).
, El derecho de pedir, contrario ti opuesto al de venganza privada, eliminado de
todos los regímenes ci~i1izados,' es, por tantol la potestad que tiene el individuo
de acudir a las autoridades del Estado, con el fin de ue éstas interven an en su favor
para hacer eumplirlaI~ o para constrefllr a su (0-0 Ig o a cumplir con os compro·
misas contraídas válidamente.
4-05 No pretendemos formular una idea precisa de lo que se entiende por acción en general,
pues, por una parte, el estudio exhaustivo de ésta .corresponde a la Teoría General del Proceso, Y.
por la otra. como afirma don Eduardo Paliares, "Los jurisconsultos modernos han formado un nú-
mero tan considerable de doctrinas y definiciones respecto del concepto de acción, que en esta
materia el Derecho Procesal es un laberinto donde se pierden las melares inteligencias y no hay
manera de resolver el problema. al parecer tan sencillo que se contiene en la siguiente pregunta:
'¿Qué es la acci6n?'" (Derecho Procesal Civil, edición 1961, págs. 137 y 138.)
31~
Esa potestad, traducida en un derecho público- sub;eliva y a la que, por ende, deben
prestar atenci6n los órganos estatales a quienes se dirige, puede ejercitarse ante todas
las entidades públicas, independientemente de su condici6n o categoría y sin distinción
alguna. Ahora bien, cuando el derecho de pedir se entabla ante las autoridades judiciales
para reclamar de éstas la prestación del servicio público ;uriJdiccional, aquél se con
vierte, especificándose, en una acción que etimológicamente implica un actuar, el heche
de comportarse en forma positiva [actio],
Son, pues, el derecho de petici6n y la obligación que tiene todo gobernado de no
hacerse justicia de propia autoridad, consignados respectivamente en los artículos 8' y
17 de la Ley Suprema, los fundamentos constitucionales de la acci6n en general. Así,
don Eduard" Paliares afirma que debe hacerse una distinci6n entre el "derecho consti-
tucional de acción" y el "derecho procesal de acción". Para el referido tratadista, el
primero es el que otorgan los preceptos mencionados, y el segundo "elconjunto de medios
legales, fórmulas y procedimientos por los que se ejercita el derecho constitucional de
acción", sosteniendo que éste es "derecho general y abstracto" y qu<;. "hace ecuación
con la potestad jurisdiccional", o sea, según acabamos de exponer, que tiene como ob-
jeto la prestación del servicio público de la jurisdicci6n, es decir, de los tribunales propia-.
mente dichos o de las autoridades del Estado que, sin tener ese carácter formal, actúan
normativamente con competencia para dirimir una controversia jurídica.4 06
De lo expuesto 'se deduce que la-aG€i6n_es-una.especie, del~derecl1o~d~Rmción I
inY"gemhé,·-cuya cataet~istica"'esencial--Ja .... componc".el,"=objeto..-qlle,,,,,mediant~..-~~s4per.
~
sigu":-provocar_la~a€tua€i6n-de~los~6rgan0S~jurisdiccionales._co,,-el..fi,,-C!e_que_é,tgs
( desplieguen.el,servieio.respectivo.en.faXOl..odel.oeursante.
Además, por la misma razón de que la acción es un derecho específico de petición.
participa también de la nota constitucional de éste, en el sentido de ser. asimismo. un
derecho público sub;eliv".·" .
Es, en efecto, un derecho, porque implica obligatoriedad e imperatividad ·para el
órgano estatal al cual se dirige, en cuanto que éste no puede denegar su ejercicio,
sino que debe resolver afirmativa o negativamente lo pedido mediante ella. a diferencia
de lo que sucede con aquellas facultades del individuo na jurídicas, que no involu-
cran la posibilidad de obligar al órgano ante el cual se desempeñan a acordarlas en
la forma que sea, independientemente de su sentido. La acción, constituyendo una
especie de derecho de petici6n, también participa de las notas o cualidades de lo jurídico,
por razón de que no puede ser rechazada por el órgano ante el cual se deduce sin un
análisis previsto, sin que a ella recaiga un acuerdo autoritario. independientemente del
contenido del mismo. Así, el articulo 89 constitucional, que se refiere al derecho de
petición en general como una garantía del' gobernado, impone a todo órgano del Estado
la obligaci6n pública de pronunciar siempre un proveído a la solicitud que le eleve
cualquier persona, por lo que. implicando la facultad peticionaria. de acuerdo con dicho
406 Op, cir., pág. 184.
407 Así, inclusive, conceptúa a la acción Ugo Rouo. al aseverar que "El derecho de acción
es un derecho subjetivo público del individuo para con el Estado, y sólo para con el Estado, que
tiene com6 contenido substancial el interés abstracto a la intervención del Estado para la elimina-
ción de los obstáculos, que la incertidumbre o la inobservancia de la norma aplicable en el caso
concrete, puede oponer a la realización de los intereses protegidos. Objeto (próximo) de este
derecho es .la prestación, por parte del Estado, de su actividad jurisdiccional para Ja declaración
del derecho incierto. y para la realización forzosa de los intereses de tutela incierta" (citado por
Paliares en su mencionada obra, pág. 14;:;).
316 EL JUICO DB AMPARO
precepto de la Ley Fundamenta!, una' obligación para la autoridad ante quien se enta-
bla, presenta de ta! suerte el carácter de jllridica y, consiguientemente, de esta nota
participa también la acción.
Es, además, la acción un derecho subjetivo, porque es una facultad concedida a la
persona por orden jurídico objetivo (no pretendemos analizar aqul, por no correspon-
demos, la índole filosófico-jurídica del concepto de derecho subjetivo), consistente en
reclamar la prestación del servicio público jurisdiccional.
Es, en tercer lugar, un derecho subjetivo público, no sólo porque así está catalo-
gada por la Constitución al referirse al género a que pertenece (fus petendi) en su
artíailo S., sino porque es una facultad que tiene el sujeto frente a! Estado (garantía
individua! según el artículo 17 constitucional, última parte), y además, debido a que
el contenido del objeto que se persigue mediante ella es de índole pública, o sea, la
obtención de la prestación del servicio público jurisdiccional.
Por último, suele aducirse la nota de individualidad de la "acción, mas este atributo
no constituye un elemento de esencia de la misma, sino un carácter circunstancial,
puesto que depende de la categoría o naturaleza de su titular. Así, verbigracia, la
acción será individual cuando su titular o sus titulares (en caso de que sean varios
pero determinados en número) sea o sean individuos, 'sujetos particulares; en cambio,
será de índole socia! o estata! cuando su titularidad corresponde a entidades de tal
carácter o a personas morales de Derecho Público, como la Federación, los Estados, los
Municipios o de Derecho Social como las comunidades agrarias y los sindicatos obreros.
Por otra parte, podemos decir que la acción, en cuanto a su ejercicio, no s610 es
una garantía individua!, es decir, un derecho público subjetivo que tiene la persona
de reclamar el servicio público jurisdiccional en su beneficio, sino que también implica,
como ya habíamos advertido antes, una obligación individual de índole pública, en la
terminología de León Duguit, En efecto, cuando el Estado brinda a! sujeto (moral
o físico) la facultad jurídica de acudir a los tribunales en defensa de sus intereses y
valores persona!es, al mismo tiempo le está imponiendo una obligación negativa, o sea,
una abstención, consistente en no hacerse justicia por su propia mano. Esta obligación
negativa en un régimen civilizado implica también la garantía para todos los miembros
de la sociedad, en el sentido de impedir o evitar la comisión de atropellos en su
contra por aquel que cree vulnerado su derecho, garantía que, corno afirmábamos con
antelación, está consagrada en el artículo 17 de nuestra Ley Fundamental; que dice en
su parte conducente: "Ninguna persona podrá hacerse justicia por si misma, ni ejercer
violencia para reclamar su derecho."
Pues bien, habiendo ya aludido a los caracteres esencia!es de la acción, estamos en
~1
condiciones de formular la definición de su concepto (sin dejar de ser aproximada e in-
completa), en la forma sigui""te: la acción es ,un, d"ec~o"'.su~¡etivo,p.JÍb/iro,'"'llJe~~i~ne
por. '!J11dJh..edainar.Ja.p<estattón~deLsff'JII(Jo-plJbltto"urJJdJ(tlonal. De esta proposición
podemos inferir que, cuando un derecho de pedir determinado no tenga el objeto antes
mencionado, no sería acción en el correcto sentido de la palabra, sino un medio jurídico
de reclamar la intervención y provocar la actuación de cualquier autoridad estatal no
jurisdiccional.
317
b) PJemen/()s
f.· Aparte de I~
rasgos esenciales de la acci6n en general, se encuentran los elementos
intrinsecos de su ejercicio) que son, además, condiciones esenciales de JU existencia,
,
es decir, sin I~ cuales es inconcebible aquélla.
A este propósito CbiOflmd4, tratando en especial de la acción dvil,.08 dice: ''De estos
varios ejemplos se deduce que las acciones constan de los tres siguientes elementos, la especíñ-
cación de los cuales es la parte más importante de la demanda judicial: 1. Los suieloI, es
decir, el sujeto adivo (actor), al cual corresponde el poder de obrar y el paJttlO (demandado
frente al cual corresponde el poder de obrar personal). (Para nosotros, el sujeto pasivo es el
segundo elemento de la acción.) 2. La causa de la acciÓg es decir. un estado de hecho y de
derecho que es la razón por la cual corresponde una acción, y que por regla general se divide
a su vez en dos elementos: una relación jurídica ((alisa remota, decimos nosotros) y un estado
de hecho contrario a derecho ((aliSa próxima, según nosotros) o (411J4 petenJi. 3. El oh;et". es
decir, el efecto al cual tiende el poder de obrar lo que se pide (petitum). Aquello que Inme-
diatamente se pide, es la actuación de la ley, la cual en las acciones singulares se presenta
individualizada en un determinado acto (condena de restitución del fundo; condena a pa-
gar 100; rescisión de la venta; declaración de la falsedad del documento). El objeto. pues, a
cuya adquisición está coordinada la actuación de la ley (fundo a restituir, suma a pagar) se
llama objeto mediato de la acci6n."
A los elementos señalados por el mencionado autor italiano, debe agregaISe, como
elemento extrlnseco, l~ mención del árgano [urisdiccional estatal encargado de conocer
del juicio o procedimiento que se inicia después del ejercicio de la acción.
Los elementos que anteceden se encuentran perfectamente contenidos en la siguien-
te máxima latina que dice: "Quis quid, coram quo, quo jtlre petd/IJr el a qIJO, ordine
confec/us quisque libelJus haber' y que significa: Quis, quien, o sea, el actor; quid, el
objeto de la accián, lo qIJe se pide; coram quo, ante quien, el juez competente; quo jure
petatus, el derecho con 'lIJe se pide, es decir, la causa próxima y la remota; a quo, de
quien se pide, esto es, el demandado; ordine confectus quisque libellus habet, cualquier
demanda ordenadamente confeccionada debe tener: (los elementos mencionados).
La definición que hemos formulado en líneas anteriores corresponde al concepto de
acdón in genere, as! como los elementos del mismo, tal como los expusimos, pertenecen
a dicha idea genérica. Ahora bien, la diversidad específica de las distintas acciones ju-
r1dicas que existen, se fija en relación con el contenido mismo de la reclamación del
servicio público jurisdiccional, en atención a las diversas ramas o materias de derecho
de que se trate. Asl, por ejemplo, cuando la facultad jurldica tienda a solicitar la actua-
ción judicial con el fin de que ésta constriña coercitivamente a un deudor moroso a
pagar una deuda, o al arrendatario a desalojar la finca materia del contrato respecti-
vo, etc., estamos en presencia de una acción civil, por ser civiles las obligaciones exigidas
autoritariamente; o si el Ministerio Público, en representación de la sociedad, pide a la
entidad jurisdiccional competente la aplicación de la sanción p~al al autor de un hecho
calificado como delito por la ley respectiva, se tratará de una acción penal, por una
razón análoga; y así, sucesivamente, la especificación o delimitación específica de 'la
acción, en las distintas materias jurídicas (civil, administrativa, laboral, penal, etc.),
se establecerá en razón directa con la írráole del derecho que median/e aquélla se re-
408 lnstitfl(ion~s de Der6(ho Proc6JaJ Civil, págs. ~3y 34.
318 EL JUlOO DE AMPARO
No hay, pues, que incidir en el error lógico de atribuir al género notas que pueden
estar presentes O ausentes en las distintas especies, aisladamente consideradas.
": Sin embargo, respecto-de-le-autonomí•• de,la-acció""debemos-convenireque_ésta,,puede
~) eJercitarse:;o-.rin"T'llleTexista....real...,ll:rolltológit:amentF-un!rderecho-~sustantiv(hp revio::r: cuy~de
daración;""respeto-...,observanei.~se~pretenda_mediante~l~potestad~jurisdiccional_I.a
acción, por ende, tiene un ejercicio autónomo, en el sentido de que cualquier persona
puede entablada aunque entre ésta y el sujeto contra quien Se dirige no exista ninguna;
relación de derecho sustantivo o en l. realidad no se dé su causa próxima o petendi.
Frente a estas circunstancias negativas, es decir, anteJa~4#sen&ia"",.eal"de-estos."elementosJ
1.~acción.queTse~ejerQte~lloT">Uedexlogr-ª!-su.-obietoTe!pecífico;-.unque-sí-h.y._conse_
guid<bsu,objetOo8-enérico,oque.g¡nsisteeen..la.obtención"debserv.iciOopúblico.jurisdiccion.l.
En otras palabras, este objeto genérico se revela, en cada acción concreta, en el objeto
específico que su ejercitante pretenda lograr de l. jurisdicción y que l. doctrina pro-
cesal suele denominar "l!!-e,ensiÓ:n". Por tanto, si las causas remota o próxima de la
acción no se demuestran por el actor en el juicio de Sl~se trate. su pretensión, o sea,
-~l objeto especifico que persigue (1a .ctu.ción en su f.vor de l. voluntad concreta de l.
19.:l, deberá desl:SJimarse por el órgano jurisdiccionaJ,_absolviendo_al de¡nand.!!.dQ,..
Si la acción es autónoma en los términos asentados, es inconcebible, no obstante,
que teñga una autonomia lógica o intelectiva, pues au.nque los citados elementos no
existan en la realidad trascendente u objetiva.. siempre se deben invocar al deducirla.
Esta afirmación se corrobora ineluctablemente si se toma en cuenta que la relación de
. derecho sustantiva que constituye la causa remota de la acción o su causa próxima o
petendi, verdaderas o ficticias, son dos de sus elementos substanciales sin los cuales no
puede entablarse,
AsI, v . gr., sería absurdo que una persona demandara a otra la rescisión de un contrato
de arrendamiento por falta de pago de la renta (causa remota y próxima, respectivamente),
sin que al ejercitar la acción invocara tal contrato y dicha falta, aunque uno y otra no se den
en la realidad. En este supuesto, la acción se habría entablado originando el juicio correspon-
diente (autonomía), sólo que, por no haberse comprobado la existencia de tales elementos,
el objeto específico por ella perseguido (declaración rescisoria y condena a la desocupación)
y que es la pretensión del actor, se desestimaría en la sentencia que se dicte, o sea, que tal
objeto o pretensión no se logra.
Hemos querido tocar el anterior punto, únicamente para referirlo más tarde a la
acción de amparo, con el fin de establecer si ésta participa o no del carácter de auto-
nomía, que Chiovenda imputa a las acciones civiles.
Las legislaciones adjetivas que regulan las diferentes materias procesales establecen
para la acción correspondiente, independientemente de los elementos conceptuales esen-
ciales de toda acción en general, requisitos....de-procedentia. que se determinan en re-
lación con la acción específica de que se trate, como, verbigracia, sucede en nuestro
Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal, el cual en su artícu-
lo primero los menciona. Pues bien, siendo el análisis de esos requisitos procesales
materia u objeto de un estudio especial sobre las distintas acciones, en las cuales aquéllos
varían, y contrayéndose el tema de este capítulo a tratar específicamente la acción de
amparo, en su debida oportunidad abordaremos esta cuestión con l. delimitación
indicada,
320 EL JUIOO DE AMPARO
e) Causas
Como afirmamos anteriormente, en la transcripci6n hecha acerca de la clasificación
de los elementos de la acci6n formulada por Chiovenda, e! tercero de ellos es la causa,
que a su vez se subdivide en causa remota y (titad próxima o (aJua petendi. ,
la causa remota de la acci6n en general es aquella situaci6n jurldica concreta que
permite al individuo impetrar la intervención de los órganos jurisdiccionales para
que éstos hagan actuar, en su favor, la voluntad de la ley, empleando el lenguaje de
Chiovenda. Ahora bien, ¿cuál es esa situaci6n, tratándose de la acción de amparo?
Para resolver esta cuesti6n, es menester, al igual que para la determinaci6n de los dos
elementos anteriores, recurrir a la procedencia constitucional del juicio de amparo y.
enfocarla en atención a las diversas hipótesis que contiene.
322 EL JUlOO DE AMPARO
1 concibe en estas dos hipótesis, de acuerdo con las fracciones primera y segunda-
tercera respectivamente del artículo 103 constitucional:
(a) Gom<>-aquella-pesiGión-juddica_"o"",eta-deLgobernado_frente al_"§!!!tgto
g}p~tusion~que.,~ontiene,,""las-garanUas-jndividuales;-y-que-autemáti,amenteJQ..,con
vierte~e_su-litul",-individualjzado (fracción I);
~) Como aquella situación- jurídica concreta en que se encuentra el gobernado
frente a las autoridades federales o locales, en el sentido de que solamente puede ser
afectado por cualesquiera de ellas en el caso de que actúen dentro de su competencia
(fracciones segunda y tercera).
En cuanto a 1~caJlSa_pr.6xima...o__ c.aJtJa~/l-~lendi, en la acción en general es aquel
"estado~G""traúo-a-de.echo" (Chiovenda) o, como diríamos nosotros, aqueLsuc.eso
qu,,-provo.ca...un'-contravención.o_un..lncumplimiento_aJas_condiciones~l'-modalidades
d~l3=Situación...juúdiea-con'reta. ¿~uál es, entonces, la causa próxima en la acci6n de
amparo?
Fácil es comprender que, de conformidad con la fracción primera del artículo 103
constitucional, es aquel suceso o acontecimiento que produce una alteraci6n a la situa-
ción jurídica concreta respectiva; es-una-fJiolaciónr-una-infraccióo".,a!-status"..puticular,
cuyo,.ª,ll~do_estLconstituid"'-pOl:_las_garantías~indi.~iduaJes. Esa violación puede I1e-
varse a efecto bien mediante un.acto.de autoriº-ªd en sentido estricto Q_Ror una~, que
constituyen, como ya lo advertimos en otra ocasión, eLacJo.e-cr.eclamaJo. En conclusión,
la causa próxima, o cansa petendi de la acción de amparo, desde el punto de vista
de la fracción primera del artículo 103 constitucional, eJ-/"""fliolación,..cometiáa"",p.o.r__1I.pa
le,y~o-tm-a<lo-de.(fIaJquier_autoridad-del-Eslado;-contra-las_gar""l¡_ituiividllales-que
fo,.m~el.....,corrtenido-del-JJ4tus-i1Jridi~o_p,erJonal-o.
__sitJtaci6n_..jJtrídi,a~conc.reta~cor'es
pondiente, que es la causa remota de dicha acción, en los términos y bajo el concepto
,expresados con antelación. .
d) Objeto
-t , ..
·;~'~:I'., ~:.·-~ ~ ._Y~_.,_ .. ~,.'~' .c. '-.' ".'.;. ,"'~"'':t. : ,:,'~ .•.:I~.,
'.~. t,.· LA ~ :D1I" ÁXflARo-~'" . ~. '~,~ ~:~.. ':~~'-.:"~.. ,~':;' ~~"':~.\:,~~'- '.',:;'~. ~"~~i~.~,:·~-,".:',;~,
..... ';"' - .,:. -~'~" -','
~ :. v,
'.", .,., ...... " ..
.
'.--
: ,...... ' ..
e) COt1cepto . r.:
Estamosya en condidÓQes,d~ poder expresar, ~ "una proposici6n l6gióí, el,·c;b,j.
cepto ;urlJico deécción de' amparo" mediante' la~ión de cada uno de los elemen,
tos específicos de la misma, adjuntándolos al concepto general. Consiguientemente, la
acción de am aro es el derecho líblico sub 'e/lvo (caracterfslica enérica), Ue inClll1lue
o ern o ctlma e cu uie, contravencIón a una arantla in Ivid1/. cometida
o, cual IIier autoridad estatal mediante una le o fin acto (stricto sensu}, o a at[lie.>
,en cuyo per;ulclo tanto a aIIfo,i a e eral corno a oc , por conducto de 1m acto
concreto o a e. e ICI e fina e, a an In rln I o su re ecllva com elencla su¡e1o
activo o actor), erec o ue se e 'ere/la en contra ecua II/er autor a e la PeJe~
ración o de las autor; es loc es, en' Sil! respectIVos casOs . sUfeto PasIVO o e1n.t!!'-
daJo), con el in de obtener la restitución del oce de las' aranlfas violadas o la'
anulitcióiz concreta el tUto (laJo 'sensul..i2ntraVimto~ e régimiJ'!..d~JI>1I!.1'-e~ ~,.!:..
tal O local, or conducto "de Jos ór anal '1lrisdlcclonales ederales, [objeto}, Deliberada-
menté emos omitido el elemento "causa" en la anterior ormulación' ,del concepto :de
acción de amparo: porque 'va Implícito en la idea de titular de la misma; como se
puede infeqr cou facilidad. . .' . ,.
Como se recordará, a los elementos de la acci6n aludidos por Chiovenda agregamos
uno, consistente en la entidad judicial que conoce del juicio o proceso iniciado
con motivo del ejercicio de la acción. Como propiamente el estudio respectivo abarca
el análisis de, uno de Ios presupuestos procesales de la acción. y, por ende, de la
acción de amparo, nos remitimos a lo que expongamos al efecto en su lugar debido, '
I f) , NaJu,aleza
. DijimoS anteriormente que el concepto' de "¿~iónen getietál, como un der«hopii-: '
blíco subjetivo que tiene COmo finalidad reclamar el servicio público jurisdiccional,
, "
'recibe los calificativos específicos de' "acción civil", "mercantil", "penal",etc., de
acuerdo con la materia a que pertenece y, principalmente, según la indole misma de la
actuación judicial que propugna, Así, verbigracia, si la prestación del servicio "públicó
jurisdiccional fundamentalmente va a tener repercusión en una situación jurídica, de
carácter civil, la acción que la pone en movimiento tendrá tal naturaleza; si tal. situa-
ción, que es su Causa remota, como ya "dijimos, participa también de ésta, Ahora bien,
. desde este punto de vista, ¿'lué_'ni1Juraleza_liene_I~_acción_de_tJ1JtParo.2 Afirmamos con
. antelación que su
Causa remota; en las diversas hipótesis de procedencia constitucional,"
consiste .en la posición o situación juridica concreta que el gobernado guai<!a como
, resultado, por un lado,' de la referencia particular del estatuto constitucional que contiene
las garantías:' individuales, y, por otra parte, de la, imputación concreta que se hace
a su favor, respecto de una situación jurídica abstracta que establece la delimitación ,
2 de compelen.cia federal y local.. Podemos decir" entonces, que en ambos. casos, la situa-
:¡: ción concreta de derecho en que se encuentra el sujeto tituIar de la acción de amparo,
es, de itiáole.&omtitucional, puesto que se traduce en la referencia particular que se
hace a, una persona; en' su carácter de gobernado, acerca, de sendos estados de derecho
constitucionales abstractos. Por tal motivo, la acción de amparo, que es el medio de sal-
vaguardia de esa situación jurídico-constitucional concreta, tiene forzosamente que parti-
;;~par de la natUral.eza.. de.. éso ta, por 10 que debemos llegar a la conclusión de que se trata
~de una.acción~€rm,litl/donal.,. ,
326 EL JUICIO DE AMPARO
Este carácter, por otra parte, está corroborado por el objeto mismo a que tiende
dicha acción, que no es otro que restituir al agraviado en el goce de la garantía oiolada
y nulifkar la ley o acto en que se hubiere /raduúdo la infrardón al régimen de com-
potencia federal y local, median/e la intervención del Poder [arisdiccional Federal.
Ahora bien, cuando éste realiza concretamente el objeto de la acción de amparo, pro-
piamente tutela el orden constitucional en sus diversos aspectos, al declarar su suprema-
cía e imperio contra la actividad de las autoridades del Estado que violen la Constitución
al contravenir las garantías individuales y al excederse o actuar fuera de su órbita de
competencia local o federal. Además, como en repetidas veces hemos aseverado, nuestro
juicio o acción de amparo es naturalmente un medio jurídico de protección de la cons-
titucionalidad, por lo que, también por este otro concepto, el calificativo que merece
nuestra acción tuteladora es el de constitucionals> blll
Es ahora oportuno tratar la cuestión relativa a la autonomía de la acción de amparo,
aplicando a ésta la forma en que se plantea por los tratadistas de Derecho Procesal
Civil. En otra ocasión asentamos que ta autonomía de la acción implica que ésta puede
surgir y vivir sin que previamente exista un derecho sustantivo que le sirva de base o
de apoyo. ¿Es esto posible tratándose de la acción de amparo? ¿Puede nuestra accióri de
control intentarse sin que haya una violación a una situación jurídica concreta previa?
Evidentemente que no en un terreno estrictamente lógico-jurídico, pues como se puede
deducir de la simple lectura del artículo' 103 constitucional, la procedencia del amparo
se suscita siempre y cuando exista una violación a las garantías individuales, una oul-
neracián o restricción a la "soberanía" de los Estados o una invasión por parte de éstos
a la esfera de competencia de la autoridad federal. En todos estos casos se trata, pues,
de una contravención a un status jurídico preexistente, referido a un gobernado en
particular, que es lo que constituye la situación jurídica de éste, como ya explicamos
en otra ocasión. Ahora bien, como no puede haber contravención o infracción alguna
sin algo que se contravenga, esto es, sin una situación, cuyo contenido positivo o nega-
tivo comprenda uno o varios derechos, luego el ejercicio de la acción de amparo, cuya
causa próxima o causa p etendi es ese acto (lato sensu} infractor, presupone siempre
la existencia de un estado sustantivo previo. De lo anterior se deduce que la acción de
amparo, como cualquiera otra acción especifica, no tiene autonomía lógica o intelectiva,
pues al ejercitarse, según lo hemos reiteradamente aseverado, el gobernado siempre
invoca su causa remota (la relación sustantiva de carácter constitucional a que se ha
hecho referencia) y su causa próxima (el acto de autoridad Jesivoo reclamado).
En cambio, la acción de amparo sí tiene una autonomía procesal o real, puesto que
se puede entablar sin que verdaderamente exista el acto de autoridad que se impugne
(causa próxima o petendi} y en cuya ausencia dicha acción no puede lograr su objeto
especifico, es decir¡ la pretensión del agraviadq, así como en el caso de que, resultando
cierto el acto reclamado, éste no se repute inconstitucional por el órgano jurisdiccional
de controlo no se analice su ínconstitucionalidad por alguna causa. de improcedencia del
juicio. En otros términos, dicha acción no consigue su objetivo, consistente en que el
agraviado obtenga la protección federal contra el acto de autoridad que lo afecta (pre-
"tensión), si se: le niega esta protección o si se sobresee el juicio de amparo, aunque el
órgano jurisdiccional- de control haya sido puesto en actividad mediante su ejercicio.
.nobis " Bte criterio ha sido corroborado por la Suprema Corte en la tesis 142 del Informe, de
1979, Segunda Sala. .
CApiTULO NOVENO
Ab.'intentarse..una-a€€ión,-y_un,,-vez_que_eLórgan,,-jurisdiccionaLrespectiv~ha
dictado-un-asuerdo.cadmitiéndol....y_emplazando_aLsujeto_pasivo.de_Ja..misma-a.contes-
tada.:.rpaEa--que-se-defienda;-se-ex,epeione-.o_se.-allane-a.-elI3.,-su.rge-automáticamcote
una...,.,.eJac-ió1l--jutidi,o.;pro.ceJ'aJ,_autónoma_e-indcp-endient_e_q~_I_a_s ituac~6 n jurJdlca sus-
tanti"a,~e"istente.-entre_actor-l'--demand.do_y_que_por-eLiill'g()_de.-diversas.-causas,
d~oEig~al:,...jui(;io. La relación jurídico-procesal, que es por esencia adjetiya, consta,
como dice Cbíooenda.v- de tres sujetos generalmente, cuyo número puede. aumentar-
se, según la índole especial del juicio de que se trate o de la intervención de terceros ~
que tengan derechos propios y distintos que ejercitar.
Los sujetos de la relación jurídico-procesal, de acuerdo con dicho procesalista
italiano son generalmente: CLºt;gf1!1_o~jU1:iJ'di&Giol1al y 1,ªs-p"ar.tttJ.J_esto_es,..ac:tor~y_deman'
4ado~P()I;,Jo:.c:omún .
Et.,collc;;epto-de-ótganO-.}urisdiccionaLva-íntimameJ:lie__ligildo_~I--=-de~Gompetencia,
c91l!Q,...p:r_esqp:yesN,.,procesa.l.-de~toda...aGción. Ahora bien, como en un capítulo posterior
nos referiremos a esta cuestión particularmente, en la presente ocasión vamos a tratar
sólo de la idea de "parte" en el juicio general, para después abordar su estudio en ¿
relación con el juicio de amparo.
Afirmamos anteriormente que las partes en un juicio por 10 general son dos, a ,..
saber, actor y demandado, pero que, como 'acontece en el juicio de amparo, según
después veremos, pueden intervenir como tales personas que no son ni actores ni
demandados propiamente dichos, sino sujetos que, dentro del proceso, ejercitan un dere-
cho sui géneris, distinto del que pretenden hacer prevalecer aquéllos.
Al tratar el tema relativo al estudio de las partes en un juicio, surge una cuestión
que lógicamente debe presidirlo, a saber, ¿qué.,s~e.entiende..por_I'art~? ¿Cuál_eb-e1 con-
oUt Instituciones de Derecho Procesal Civil, pág. 62.
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",EL JúlCJ(H)~,AA("ARO'
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~pto,..de~parte? ¿&'n' partes en u';jui~io todas las personas que, con eicepei6i> de!
6rgano jurisdiccional" intervienen . en ~I mismo desplegando diferente actuaci6n?
, Desde luego, podemos decir que la conceptuación de "parte" 'en Un juicio es, por
lo general, de naturaleza puramente legal, esto es, ql>e.es"Ja.1ey~adjetiva-que~lo-rige-la
q!le...atdbuye..tal~ác;ter-a-la_per~l!e-interviene~en-un--procedimiento, Si bien
es verdad que doetrinalmente, Con independencia de toda consideración Iegal positiva, se
o
puede formular un concepto más menos exacto de lo que se entiende como parte
en un juicio, también es cierto que las bases o índices que para tal efecto se toman en
cuenta son suministradas por la legislación, la que, cuando no los .proporcíona, implí-
citamente excluye del juicio que rija, e! concepto mencionado, En efecto, se ha dicho
que parte~es.aquel4~ersona-que,_teniendo_inferencia.en~un_juicioi""ejercita.dentro-<!e
él~una~acci6n,~lUli.excepción..().<I"l1quier-tecurso_p=de¡¡.te•• y_q~_P-Jlt..~usi6n,_no '
será~arte.a<¡ueI-sujeto-que",:no.~¡-l~ente,_taIes_f~, Por. consiguiente,
siendo la ley la que. declara 'y crea la procedencia de éstas en favor de determinadas'
personas que Intervienen en un. juicio y siendo su existencia e! criterio, de fundamen-
tación y de distinción' del, conceptode "parte", luego en 61timo análisis es la ley la que
lo determina. Por. este motivo, indicamos anteriormente que, a nuestro parecer, el
concepto o la idea de "parte" es estrictamente legal, pues es el ordenamiento positivo
el que lo establece, Prueba de ello es que varias legislaciones reglamentarias de amparo
(refiriéndonos ya en especial a éste) no reputaban como partes en e! juicio de garan-
tías a personas que ya lo son bajo la actual Ley o que lo eran bajo algunas anteriores
a ésta;,· . \' . .
Es, 'pues, el otorgamiento o reconocimiento que la ley adjetiva hace respecto a
ciertas.iacultades,dl-Jas.pe'rsonas"'lue_intervienen~n.u~jyj¡:io, lo que constituye el Cri-
terio para reputar a éstas como. "partes", de acuerdo con el cual; 'serán tales 4.qll§1Jpj;
slliil'o~_qtte_pueddn-'eier<Ílar_áJiJaniénIe_una_af.r¡q,u.,_llna_d4n¡SIt..C1!-ginnfl!..{)_un
fff.NrJll_cuaJqJliera. Por exclusión, carecerén de carácter de partes aquellas personas
.que, interviniendo en un juicio con determinada, personalidad, no tengan la facultad
de desplegar dichos 'actos procesales, como sucede, por ejemplo, con el depositario
judicial, los peritos, testigos, etc. .
Por nuestro lado, además del criterio estrictamente legal a que hemos aludido, y
con el fin de restar imprecisión al concepto de "parte" que mediante aquél elabora-
mos, nos parece pertinente apuntar otro, a saber: s~á_part~-en_un-iuicio_aqueJla
penona ro l'1lYD-favor.() (Onlr4~'1I¡imJ.IksL!!.l!erar la acluaÚón (onN'ela de la ley_
. (empleando la terminología de Chiovenda),
, En otras palabras, "parte" es todo sujeto que interviene en un procedimiento y a
favor ele quien' o .contra c:¡úieii se pronuncia la dicción del derecho en un conflicto
jurídico, bien sea éste de carácter fundamental o, principal, o bien de índole acce-
soria o incidental. Por exclusión, carecerá de dicho carácter toda persona que, a pesar
de intervenir en un procedimiento determinado, no es sujeto de la controversia que
mediante él se dirima.
Así.' por ejemplo, las partes en un juicio son primordialmente el actor y el demandado,
porque a favor o en contra de alguno de ellos se va a decir el derecho en el procedimiento
respectivo; pero puede acontecer que, verbigracia, el depositario designado judicialmente, que
no es parte en el pleito principal, asuma esa calidad en el incidente de remoción que contra
él se promueve, ya que la resolución jurisdiccional ioterlocutoria que a dicho procedimiento
"
~~:~.,
~ .. '
-,
" .
incidental recaiga, lo considerará corno sUjeto de la dicci6n jurídica que establezca, pudiendo
promover defensas, interponer recursos Y. en general, go:zu de. todos los derechos procesales
que legalmente se imputen a una "parte". . .
Por tanto, sin pretender ser exactos y sin hacer alarde de precisión en la formula-
ción del concepto de "parte" en un juicio, nos aventuramos a exponer la siguiente
proposición: toda person« a quien la ley da ftfl:flltad para dedudr una occíón, oponer
una defetua en general o interponer cualquier reCUfJO, o a cuyo ¡dUO' o contra quien
va a operarse la actllaci6n concreta de ley, le reputa "par/tr', sea en un juicio prín-
cipal o bien en un incidente.
De acuerdo con los criterios que hemos expuesto, respecto de los cuales no deja.
mos de reconocer su imperfección, es posible determinar, en cada juicio particular
. de que se trate, qué sujeto es parte y distinguirlo de aquellas personas que, teniendo.
intervención judicial, carecen de tal carácter, . '
Por fortuna, tratándose del juicio de amparo, no tropezamos con dificultad alguna
en la antedicha determinación, pues la Ley de Amparo, en su articulo '.,' claramente
especifica qué sujetos son partes de él, reputando al efecto como tales, al qflejoJo,
a la autoridad responsable, al tercero perjfldicado y al MiniJterio Público Federal. En
consecuencia, habiendo ya barruntado la idea de parte en general, enfocarnos nuestro
estudio hacia la consideración especial de cada una de las partes en el juicio de amparo,
siguiendo el orden establecido por el mencionado precepto.
a) Idea de quejoso ,
"El concepto de quejoso, titular de la acción de amparo, es complejo y variado,
según se tome en cuenta cualquiera de las hipótesis establecidas en el articulo 103
constitucional. Consiguientemente, pues, no podemos tener un. concepto único, invaria-
ble acerca del quejoso, por más que nOS sea dable apuntar su característica externa o
extrínseca: ser el sujeto de la titularidad de la acción constitucional de amparo. Por
tal motivo, en nuestra pretensión de formular una idea Iégico-juridica de quejoso en'el
juicio de amparo, debemos referir nuestras consideraciones, necesariamente, a cada una
de las fracciones del articulo 103 constitucional que consiguan sendas hipótesis de
procedencia del juicio de garantías.
Desde luego, para la fijación del concepto de quejoso en cada una de dichas hipó-
tesis, disponemos de algunos .elementos que son comunes a éstas, coino son, el de
persona y el de agravio personal y directo; .pero, por otra parte, tenemos factores
que varían como son los de objeto de contravención y de autoridad.
En efecto, de acuerdo con la frtfl:ci6n primera del articulo 103 constitucional, que
dice: "Los Tribunales de la Federación resolverán toda controversia que se suscite
por leyes o actos de cualquier autoridad que violen las garantlas individuales", el
titular de la acción de amparo se revela como aquel gobernado (elemento personal)
contra quien' cflalquier afltoridad ntalal (elemento autoridad) realiza fin acto (lato
sensu) oiolmorio de cflalqflier garantla individual qfle la Comtitflci6n olorga a aqflll
(elemento objetivo legal de la contravención), oCaJionándole fin agravio perJona/, y
330 EL JUIOO DE AMPARO
En efecto, dicho alto tribunal se ha expresado de la siguiente manera: "No es exacto que
en un caso de invasión de la esfera federal por las autoridades locales, sea la Federación la
capacitada para pedir amparo, por conducto de sus órganos representativos. Por el contrario,
dentro de nuestro sistema del juicio de amparo, cuando una invasión de esa naturaleza se pro-
,'-.-
...... '.
"
,
',-.
:', '.,
. .' ... , ....... -"-0
".i, . , .;'
duce y causa perjuicios' a det~i~dos individuos, lesionando sus derechos, son' éstos .quieneS·
pueden solicitar la protección de la Justicia Federal, ya que el amparo.. por su naturaleea mis..
ma, y la finalidad con que fue establecido en n'uestra legislación colUatuciOnal y.secundaria,
tiende a salvaguardar las garantías individuales ,frente a las arbitrariedades del Poder Público.
De otra manera. se negaría validez y eficacia a todo el sistema que informa el artículo 107
de la Constitución Federal." 412
Por lo que concierne a las personas' morales oficiales o personas morales de derecho
público, la procedencia .de la acción constitucional en Su favor y, por ende, el carácter
.de''luej,?,os que pu~en tener en. un (uicio de amparo, s~ previene expresamente en el
:, ;artI~o; ~~ IN;q' ·.de·lit' Materia que comentaremos eh el apartado ·siguiente. .:•
..
:. . ~. . '.', - -;" . .. . ' ," . ' .'. . '
"El Estado, cuerpo político de la Nación, puede manifestarse, en sus relaciones con los
particulares. bajo dos fases distintas: como entidad soberana, encargada de velar por el bien
común, por medio de dictados imperativos, CUya observancia es obligatoria, y como entidad
jurídica. porque, poseedora de bienes propios, que le son indispensables para e;ercer sus fun-
ciones, le es necesario también entrar en relaciones de naJuraJeza civil con los poseedores de
otros bienes o con personas encargadas de la administración de aquéllos." 415
La doble personalidad del Estado, es decir, considerado Como sujeto de derecho pri-
vado y como entidad de imperio, h~ sido preconizada por la Suprema Corte, la cual
especifica cuándo aquél obra como persona moral susceptible de entablar relaciones
civiles con los particulares, y cuándo actúa como persona moral de derecho público.ov
En el primer caso, afirma la Corte, el Estado entra en relaciones con los particulares sin
imponer su voluntad, sino buscando el concurso de las voluntades de éstos [iure gestio-
nis], de cuya circunstancia nacen diferentes actos jurídicos que son de naturaleza civil
y que, según sostiene dicho Tribunal, prevé la propia Constitución en diversos preceptos,
tales como el artículo 27 en que se establece la posibilidad de que la Nación transmita
el dominio por enajenación a los particulares respecto de las tierras yaguas, enajena-
ción que es un acto esencialmente de derecho civil. Por el contrario, cuando el Esta-
do, dice la Suprema Corte, no busca el concurso de las voluntades de los particulares o
gobernados para entablar una relación con éstos, sino que impone sus decisiones unila-
teralmente aun contra el consentimiento o la aquiescencia de los sujetos privados,
dicha entidad actúa como autoridad/en el ejercicio de la potestad pública, no restán-
dole al afectado por dichas decisiones más defensa que acudir a los propios órganos
-nn Semanario Judicial de la Federación. Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 450. (T~I;.I 87
de Id Compi/ad6n 1917-1965 y 384 del Apéndice 197', Segunda Sala.)
"'1.1 Informe correspondiente al año de "1945, págs. 65-67. Segunda Sala e Informe del año
de 1948, pág. 66. Segunda Sala.
EL JUICIO DE AMPARO
estatales o a sus superiores jerárquicos, o incluso al mismo Poder Judicial, para con-
trarrestar las consecuencias de la actuación imperativa y unilateral.
' ...
Apegándose a la doctrina de la doble p.ersop.alidM sle! Estado, la Suprema Corte,
reiterando la. jurispruaei\I;Í4, ya transcrit¡l,. et¡ ""!'l'. tel¡is"~ sostiene la proce<lenciade1
juicio de amparo en favor, de dicha entidadcuando 'aetúá en su carácter de sujeto' de
derecho privado.
Dice al respecto la mencionada tesis: "La Constitución, para proteger a los individuos
contra la acción del Estado, lesiva de las garantías individuales. creó el juicio de amparo.
Siendo en esencia las garantías individuales restricciones al Poder Público que salvaguardan
los derechos fundamentales del individuo, queda al margen de toda discusión que el Estado no
goza de garantías individuales y, por lo mismo, no puede promover el juicio de garantías.
A esta regla general le ha opuesto una acepción el articulo 99 de la Ley de Amparo que
dispone: 'Las personas morales oficiales podrán ocurrir en demanda de amparo por conducto
de los funcionarios o representantes que designen las leyes, cuando el acto o la ley que se
reclama afecte los intereses patrimoniales de aquéllas: El por qué de esta excepción radica
en que el Estado puede obrar con un doble carácter: como entidad pública y como persona
moral del derecho privado. En el primer caso, su acción proviene del ejercicio de las. facultades
de que se halla investido como Poder Público. En la. segunda situación obra en las mismas
condiciones que los particulares, esto es, contrae obligaciones y adquiere derechos de la mis-
ma naturaleza .y en la misma forma que los individuos. Esta equiparación en el obrar indujo al
legislador a dotar al Estado de los mismos derechos tutelares que al individuo, cuando aquél
obra C()ffJO persona moral de derecho privado, derechos tutelares entre los que principalmente
se encuentran las garantías individuales que están protegidas por el juicio constitucional."
"De acuerdo Con la fracción JI del articulo 25 del Código Civil para el Distrito y Territo-
rios Federales, el Departamento del Distrito Federal, es persona moral oficial, y COmo tal, el
articulo 9'" de la Ley Reglamentaria del Juicio de Garantías le otorga derecho de ocurrir
en demanda de amparo, cuando el acto o la ley que se reclama, afecte sus intereses patrimo-
niales; pero no cuando' se trate de actos de autoridad en su Función de imperio, ya que visto
el problema jurídico bajo este aspecto, es claro que, según dicho articulo 9", el Estado no
puede ir al juicio de garantías en defensa de un acto de soberanía:'
Pero no solamente el Estado por conducto de las personas morales oficiales que
integran su organización administrativa puede ser quejoso en un juicio de amparo en
los casos que hemos expuesto, sino también cuando asume la condición de patrón en las
relaciones laborales que entabla con sus servidores, pues en este caso no funge como
entidad "soberana" o de imperio. Por ende, contra cualquier acto de autoridad proveo
niente de algún órgano estatal que afecte su situación patronal, es decir, los derechos
que como tal tiene en la expresada relación, puede ejercitar la acción constitucional.
"No existe ya razón. afirma la jurisprudencia de la Suprema Corte, para negar en forma
absoluta el derecho de ocurrir a la via de amparo a. los órganos del poder público cuando
ellos, en realidad, por aetos del propio poder, que autolimitando su soberanía y creando
derechos públicos subjetivos en beneficio de los particulares con quienes tienen relaciones de
carácter jurídico, se han colocado en el mismo plano que los propios particulares. para. dirimir
sus conflictos de intereses, litigando ante un organismo que en rigor es jurisdiccional, aunque
con jurisdicción especial, como sucede tratándose del Tribunal de Arbitraje, de acuerdo con las
disposiciones del Estatuto ]uridico para los Trabajadores al Servicio del Estado (sustituido
por la Ley Federal respectiva, reglamentaria del apartado 'B' del articulo 123 constitucional).
En otros términos, cuando el Estado no hace uso libre de su soberanía', sino que, limitándola.
sujeta la validez de sus actos a las decisiones de un organismo capacitado para juzgar de
ellos, resulta equitativo. lógico y justo, que tenga expeditas las mismas vías que sus colitigantes.
ante la jurisdicción creada. en defensa de sus intereses, y as! hay que concluir que puede usar
de los recursos, tanto ordinarios como extraordinarios, equivalentes para ambas partes." 420
Ahora bien, en anteriores ediciones del presente libro expresamos nuestro desacuerdo
en que el Estado bajo cualquier aspecto de su actividad deba ser titular de las llamadas
garantías individuales y por ende de la acción de amparo. Fundamos nuestra opinión
en que ni aun en los casos en que no impone unilateral y coercitivamente su voluntad
a los particulares, el Estado deja de ser tal, sin que, en consecuencia, se coloque en el
mismo plano que éstos, inclusive tratándose de las relaciones de coordinación.w-
Sin embargo, tras de maduras reflexiones sobre tan interesante cuestión, con toda
franqueza proclamamos nuestra rectificación a las ideas que con anterioridad expusimos,
basándonos en la implicación juridica de dichas garantías, que ya no corresponde al
adjetivo con que se siguen designando indebidamente.wt
Las personas morales oficiales que integran la organización administrativa estatal
pueden situarse en ciertos casos en la posición de gobernadas frente a actos provenientes
de otros órganos del Estado, es decir, ruando sus derechos, derivados de relaciones
que no son de supra a subordinación o de gobierno, se afectan por Wl acto de auto-
ridad, lo que generalmente acontece cuando dichas entidades están legalmente sujetas
a un poder jurisdiccional cuyas decisiones deben acatar obligatoriamente. Ello sucede
cuando una persona moral oficial es sometida a juicio y defiende en él actos, acuerdos
o resoluciones q"e no son de dlJloriddd por no haber obedecido al ejercicio del ¡"J
imperií, o cuando acude a la jurisdicción haciendo valer derechos que por liledio de
éste no puede hacer respetar sin alterar la relación juridica de la que tales derechos
emanan. En estos casos, la persona moral oficial deja de ser órgano de autoridad del
Estado que imponga unilateral y coercitivamente sus decisiones al particular, pues
tanto éste como aquélla quedan subordinados a la potestad jurisdiccional que vaya a
dirimir la controversia que entre ambos se haya suscitado. Por tanto, el órgano estatal
que conforme a la ley correspondiente ejerza esa potestad, impone sus" resoluciones .
tanto a la persona moral oficial como a su contrincante particular, colocando a ambas
partes en la situación de gobernados, ya que una y otro tienen la obligación jurldica
de obedecerlas.
En estas condiciones y en función del principio de igualdad procesal, a la persona
moral oficial que sea parte en un juicio como actora o demandada y que tenga como
a) Ideas generales
En un capítulo anterior hemos dejado expuesto el concepto de autoridad en el
juicio de amparo, del modo siguiente: autoridad es aquel órgano estatal, de [acto o de
jure, investido con facultades o poderes de dedsión o ejecución, CIIYO ejercicio crea,
modifica' o extingue situaciones gene"ales o concretas, de hecho o jurídicas, con trascen-
dencis particular y determinada, de tina manera imperativa.
Ahora bien, el concepto de alltoridad responsable resulta de la consideración que
se haga sobre la especial actividad que un órgano estatal realiza, consistente en pro-
ducir una violación o una invasión en los términos del artículo 103 constitucional.
Por consiguiente, conteniendo este precepto distintas hipótesis de procedencia del
juicio de amparo y diversas ideas de "autoridad", ya que la fracción primera se refie-
re a ésta en general, y la segunda y tercera la delimitan con la calificación de "local o
federal, es evidente que el concepto de "autoridad responsable" no es único, sino
triple, en razón de que se establece según las diversas hipótesis del artículo 103 cons-
titucional mencionado.
~
La autoridad responsable, en términos generales,. es aquel órgano del Estado, con
los caraqeres y notas que hemos expresado anteriormente, al cual se imputa una con-
travención. Ahora bien, en el juicio de amparo, la índole de esta contravención,
cuya pretisión varía según el caso de procedencia constitucional que se tome en cuenta,
es lo que determina el concepto de "autoridad responsable".
Así, si en la fracción primera del artículo .103 citado (correspondiente al primero
de la.Ley de Amparo, fracción primera), la contravención se manifiesta en una vio-
lación a .las garantías individuales, la autoridad responsable será, aplicando el concepto
de autoridad en general al juicio de amparo, aquel órgano estatal, de facto o de jure,
investido con facultades de decisión o de ejecución, cuyo ejercicio crea, modifica, o
extingue situaciones en general, de hecho o jurídicas, con trascendencia particular y
determinada, de una manera imperativa, todo el/o mediante la infracción a las garantía.r
individuales. Esta constituye, pues, la forma como cualquier autoridad, mediante una
decisión o una ejecución, realizadas conjunta o separadamente, produce la creación,
extinción o alteración en una situación en general, que tenga repercusión particular.
El concepto de "autoridad responsable" en las fracciones segunda y tercera del
artículo 103 constitucional (fracciones segunda y tercera del artículo primero de la
Ley de Amparo), si bien participa de los caracteres generales de la idea de autoridad
en el juicio de amparo, se delimita en razón de la naturaleza de la contravención
LAS PARTES EN EL JUIQO DE AMPARO , 339
.123 Capítulo V.
340 EL ]1I100 DE AMPARO
\
En síntesis, de acuerdo con el artículo 11 de la Ley de Amparo, en el caso de que
se trate de una decisión (orden o dictado) de cualquier autoridad, para que aquélla
pueda adoptar el carácter de acto reclamado, y, por ende, para que ésta se convierta
en responsable, se requiere que dicha decisión sea coetánea o anterior al ejercicio de la
acdán de amparo. En cambio, cuando el acto reclamado se traduce en una ejecución,
o, mejor dicho, si es de naturaleza ejecutiva, éste puede ser presente, pasado o futuro
inminente, conceptos que dejamos ya explicados al tratar el tema relativo.4.U
La jurisprudencia de la Suprema Corte ha corroborado las ideas que vertimos con
antelación respecto de la diferencia que en su aspecto cronológico presenta el acto
reclamado cuando consiste en una orden o dictado y cuando estriba en una ejecución,
al establecer que "Autoridades responsables lo son, no solamente la autoridad superior
que ordena el acto (no dice 'trata de ordenar'), sino también las subalternas que 10
ejecutan (presente) o tratan de ejecutarlo (futuro), y contra cualquiera de ellas pro·
cede el amparo... ·'"
Ahora bien, los actos reclamados de naturaleza ejecutiva pueden presentar, en
cuanto a su realización, dos aspectos: o bien ejecutan o pretenden ejecutar una orden
o una decisión previa o bien se llevan a cabo aisladamente, sin emanar de ninguno de
tales hechos. Esta distinción reviste importancia por lo que se refiere a su impugna- .
ción por medio de la acción de amparo, que es distinta y de diversas consecuencias en
ambos casos. AsI, cuando el acto de ejecución, presente, pasado o futuro, obedezca
a una orden o decisión anteriores, el amparo debe dirigirse contra los dos hechos (o
sea, el ejecutivo y el decisorio), pues, siendo el primero una mera realización del se-
gundo, si sólo se entabla la acción de amparo contra él, se corre el peligro de que el
juicio de garantías se sobresea por haber consentimiento de parte del quejoso, revelado
en su aceptación tocita del acto decisorio y de sus consecuencias, al no haberlo ímpug-
nado. Consiguientemente, un debido y correcto ejercido de la acción de amparo en
este caso, señalarla como autoridades responsables tanto a la que ordena o decide el
acto reclamado como a la que 10 ejecuta o trata de ejecutarlo.
Asi 10 ha sostenido la Suprema Corte en dos ejecutorias pronunciadas bajo la vigencia de
la Ley de 1919, pero que pueden aplicarse en la actualidad a la cuestión que nos ocupa, y cuya
parte conducente dice: "Es improcedente el amparo que se endereza contra .actos que no san
sino la consecuencia de otros que la ley reputa consentidos, y como tal debe entenderse la exac-
ción de contribuciones por las autoridades ejecutoras cuando no se reclama oportunamente
COntra la autoridad que ordenó el cobro; 00 es obstáculo para lo anterior, el que la Ley de
Amparo establezca que este juicio procede contra la autoridad que haya ejecutado. ejecute
o trate de ejecutar el acto que se reclama. contra quien lo ordene, o contra ambas, porque
tal mandamiento no faculta al quejoso para demandar a la autoridad que ordena el acto. si
pide amparo contra los actos de ejecudén, o a la autoridad que lo ejecuta, si 10 pide contra
la orden misma; pues a tanto equivaldría como a imponer a las autoridades la obligación de
responder de actos ajenos." "Al disponer la Ley de Amparo que este juicio procede contra
la autoridad que ejecuta el acto, contra la que 10 ordena, o contra ambas, quiso decir que
cuando se reclame contra actos de ejecución, la.. demanda se interponga contra la autoridad
ejecutora, y cuando se reclame contra la orden o resolución misma, el amparo se enderece
contra la autoridad que 10 dictó. y si se pide COntra la orden y su ejecución, se demande
tanto a la autoridad que ordena como a la que ejecuta." 426
..... Por el contrario, cuando el acto reclamado consiste en una mera ejecución presente,
pasada o futura inminente, el amparo impugna a éste en si mismo) señalándose, en
este caso, como autoridad responsable nada más al órgano estatal correspondiente.
En síntesis, la autoridad responsable, como decisoria o ejecutora, puede revelarse
en las siguientes hipótesis:
1. Como el órgano del Estado que emita una decisión en que aplique incorrecta-
mente una norma jurídica en un caso concreto (falta de motivación legal);
2. Como el órgano del Estado que al dictar una decisión viola una norma juri-
dica aplicable al caso concreto en que opere aquélla;
3. Como el órgano del Estado que a! dictar una decisión (orden o dictado) no
se ciñe a ningun« norma jurídica, esto es, cuando actúa· arbitrariamente (falta de fun-
damento legal);
4. Como el órgano del Estado que 01 ejecutar una orden o decisión, no se ajusta
a los términos de la misma;
5. Como el órgano del Estado que, sin orden previa, ejecuta un acto lesivo de la
esfera jurídica particular.
El maestro Alfonso Noriega rechaza terminantemente la idea de que la autoridad respon-
sable sea la contraparte del quejoso en el juicio de amparo. Argumenta que el litigio consti-
tucional en nuestro proceso de garantías "se desenvuelve necesariamente entre el particular que
se considera perjudicado por una ley o acto de autoridad, es decir, el quejoso y la autoridad
de la cual emana el acto que se reclama como inconstitucional". Agrega dicho autor que "El
quejoso no exige ninguna prestación de la autoridad ni demanda el cwnplimiento de ninguna
obligación, sino que plantea la controversia constitucional a que se refiere el artículo 103 de fa
Constitución, para que 195 tribunales de la Federación en ejercicio de su jurisdicción propia,
resuelvan si conceden o no el amparo que se solicita; en otras palabras, declaren si existe o no
la violación constitucional y, por tanto, si es de otorgarse la protección demandada y, en su caso,
reparar la violación, reponiendo al quejoso en el goce de la garantía violada". Concluye Ncriega
afirmando que en el juicio de amparo "no existe pretensión y contrapretensión y, por tanto.
tampoco se configuran la parte y su contraparte", añadiendo que "Existe entre el quejoso
y la autoridad responsable, sin duda alguna una discrepancia, no porque discutan la preva-
lencia de sus respectivas posiciones o derechos, sino en tanto discrepan respecto de los hechos
o el derecho aplicable. El quejoso no exige de la autoridad, como he dicho más arriba, una
prestación o el cumplimiento de una obligación; lo que intentan, tanto el quejoso como
la autoridad, es hacer prevalecer su punto de vista respecto de la constitucionalidad del acto
reclamadcv.eee bt s ..
. En nuestra opinión, no asiste razón al maestro Noriega, ya que la all~oTidad res-
ponsabte sí ostenta en el amparo la calidad de verdadera contraparte del que¡os~., En la
controversia constitucional éste como pretensión que la Justicia Federal le otorgue
su protección mediante la declaración de que los actos reclamados' [lato sensu] violan
la Constitución en su detrimento. Esta declaración y la impartición del amparo implican
esencialmente la restauración de las cosas al estado en que se encontraban antes de la
violaci6n, restituyendo al agraviado en el pleno goce de la garantía que tales actos
hubiesen contravenido. La restauración y restitución aludidas importan, a su vez, la in-
validación de todos lo! actos, hechos, situaciones, efectos o consecuencias que hubiesen
generado los actos de autoridad. anillados, imponiendo la sentencia de amparo, por ende,
la obligaci6n a las autoridades responsables consistente en restaurar las cosas al es-
t"do en q1le se hallaban con anterioridad aLa emisián de dichos actos.
'iI:W-bla_ Lecciones de Amparo. Edición 1965. Págs. 318 y 319.
342 EL JUICIO DE AMPARO
426 e aro "Curso de A(tuaJizaúón de Amparo". Edición 1976. Publicación patrocinada por el
Seminario de Derecho Constitucional y Amparo y la División de Estudios Superiores de la Facultad
de Derecho de la U.N.A.M. Pdg. 227.
344 EL JUIOO DE AMPARO
como terceros perjudicados los tres sujetos procesales descritos en los incisos a), b) y ~)J
puesto que tal adverbio no aparece en el texto de la ley. No por esto admitimos que la deno-
minad6n subgenérica de 'tercero perjudicado' sea correcta." 426 d
La fracción III del invocado artículo 5 señala los sujetos que pueden figurar en el
juicio de amparo como terceros perjudicados en materia civil (lato sensu] y del "abajo,
en materia penal y en materia administrativa, Por ende, analizaremos cada una de estas
tres hipótesis legales.
<121 Apéndice al Tomo CXVIII. Tesis 1074. TeJiJ 369 de la Compilación 1917-196), y 390
del Apéndue 1975, Tercera :ia/a. Esta tesis se estableció bajo la vigencia de la Ley de Amparo
de 1919, cuyo artículo 11 consideraba como parte al sujeto que hubiese sido la contraparte del
quejoso cuando el amparo se hubiese promovido contra resoluciones judiciales del orden civil.
346 EL JUICIO DE AMPARO
de Amparo sustentó inicialmente la tesis de que legalmente debe entenderse que el derecho
a la reparacién del daño o a exigir la responsabilidad civil. solamente se afectan cuando el aeto
reclamado en el amparo consiste en alguna resolución dietada a propósito de la reparación o
responsabilidad civil mencionada, pero no cuando se trata del auto de fonnal prisión que no
toca para nada tales materias, también lo el que esta misma SaJa. ron apoyo en /Il al/a autori-
dad de Vallarta, ha modijitado esa ;urisprudenria sosteniendo que el auto de formal prilitJn
no sólo g./eCla la libertad personal del agraviaJu, sino daña los intereses patrimoniales del
ofendido, por lo que tiene derecho a ser considerado como tercero perjudicado en el ¡uirio
de garantía¡ respeaioo. Esta conclwi6n se inspira en el propósito de DO hacer ilusorio el de.
recho del ofendido al resarcimiento del daño, como ocurriría si se le vedara todo acceso al
juicio de amparo... , haciendo imposible para la víctima la obtención de su derecho a la repa-
ración del daño, con indudable violación, en su perjuicio, de la garantía consignada en el
articulo 14 de la Constitución Federal." (T. ev, pág. 975; T. XCV, pág. 987; T. CIII,
págs. 3~2 Y 223.)
En el mismo sentido existe otra tesis de la Suprema Cene, considerando al ofendido o a
las personas que tengan derecho a la responsabilidad civil O a la reparación del daño, como
partes en un juicio de amparo promovido por el acusado, cuando el acto reclamado estribe en
la sentencia definitiva penal. (Informe correspondiente al año de 1948, Primera Sala, pégi-
nas 73 y 74.)
Sin embargo, pese al criterio contenido en las ejecutorias anteriormente citadas, la tesis
definitiva de la Primera Sala de la Suprema Corte se ha establecido en el sentido de que el
ofendido por un delito no debe ser considerado tomo tercero per;udiGado en el ¡uicio de amo
paro que se promueva contra el auto 4e formal prisión, según se advierte de la ejecutoria
que aparece publicada en el Informe de 1969, páginas 35 a 46, Primera Sala.
e) En materia administrativa
El inciso tren alude a quiénes son los terceros perjudicados en los amparos que
versen sobre materia administrativa, estableciendo que se reputan tales "la persona
o personas que hayan gestionado en su favor el acto contra el que se pide amparo,
cuando se trate de providencias dictadas por autoridades distintas de la judicial o
del trabajo".
Esta disposición legal está' corroborada por la jurisprudencia de la Suprema Corte que dice
en su parte relativa: "En los amparos contra las resoluciones dictadas por autoridades dis-
tintas de la judicial, la ley sólo reconoce como partes, a las personas que hayan gestionado
el acto contra el cual Se reclama." 428
Como se ve, para que una persona sea considerada como tercero perjudicado en
un amparo administrativo, se requiere que haya hecho una gestión expresa ante las auto--
ridades responsables para obtener la realización a su favor del acto o de los actos re-
clamados. Por ende, cuando un. persona no haya gestionado éstos, sino sólo resulte
directa o indirectamente beneficiada conellos, no puede estimarse como tercero perju-
dicado en el amparo entablado contra una resolución administrativa.
De todas y cada una de las reglas contenidas en los incisos a que acabamos de
hacer referencia, se desprenden dos factores, cuya concurrencia indispensable hace
, reputar a una persona COmo tercero perjudicado en un juicio de amparo: primero, que
tenga la diversa personalidad a que aluden las diferentes hipótesis contenidas en la frac-
ción III del artículo 5' de la L. de A., y, .segundo, que tenga interés legítimo y directo
, en la subsistencia del acto reclamado y de sus consecuencias, tal como lo ha establecido
¡
428 Semanario Judicial de la Federación. Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 1073.. Tesis 2;0
de la Compi"u:i6n 1917-1965, Segunda SaJa.
LAS pARTES EN EL JUICIO DE AMPARO 347
La tesis jurisprudencial a que nos referimos asienta. "En el juicio de garantías en materia
administrativa es tercero perjudicado, de conformidad con el artículo 5, fracción ]IJ, inciso e),
de la Ley de Amparo, quien haya gestionado en su favor el acto que se reclama. Tiene asimismo
esta calidad la persona que, si bien no gestionó en su propio beneficio .el aeto combatido,
intervino como contraparte del agraviado en el procedimiento que antecedió al acto que se
impugnó, siempre que dicho procedimiento se haya desenvuelto, en forma de juicio ante
la autoridad responsable, con arreglo al precepto que se cita en su inciso a). Por otra parte,
admitiendo que, dado los términos del artículo 14 constitucional, los anteriores supuestos
no agotan todos los casos en que debe reconocérsele a una persona la calidad de tercero per-
judicado. cabe establecer que para tal reconocimiento se requeriría indispensablemente que la
misma persona fuera titular de un derecho protegido por la ley, del cual resultara privada
. o que se viera afectado o menoscabado, por virtud de la insubsistencia del acto reclamado que
traiga consigo la concesión del amparo, sin que baste, por tanto, que quien se dice tercero
sufra, con ocasión del otorgamiento de la protección federal, perjuicios en sus intereses eco-
nómicos".480
429 Apéndice al Tomo cx.VIJ], tesis 1074, correspondiente a la tesis 369 de la Compilación
1917-196', y 390 del ApbJdiee 197', Tercera Sala.
sao Apéndice 197'. Tesis '36. Segunda Saja. •
431 Apéndice al Tomo CXV1II. tesis 985 y 986, que corresponden a las tesis 23' y 236 de
la Compilación 1917-196', y 187 del Apéndice 1975, Segunda Sala.
348 EL JUICIO DE AMPARO
481 bill Cfr. "El Tercero Perjudicado en el luido de Amparo" por Vicente Aguinaco Alemán.
Curso de Actualización de Amparo. Publicación patrocinada por el Seminario de Derecho Consti-
tucional y Amparo y la División de Estudios Superiores de la Facultad de Derecho de la U.N.A.M.
1976.
LAS PARTES EN EL JUICIO DE AMPARO 349
sentó ;lIrisprlldencia en la que Se consigna que "Si bien es cierto, que conforme a la
Ley de Amparo, el Ministerio Público Federal es parte en el juicio de garantías, también
lo es que no tiene carácter de contendiente, ni de agraviado, sino el de parte reguladora del
procedimiento, y como el amparo s610 puede seguirse por la parte a quien perjudique la
ley o el acto que 10 motiv6, y es evidente que el Ministerio Público ningún interés directo
tiene en dicho acto, que s610 afecta intereses de las partes litigantes en el juicio constitu-
cional de amparo, no es de tomarse en cuenta el recurso de revisión que haga valer, tanto
más, si los agravios en que la funda, afectan s610 a la autoridad responsable, y ésta ha con-
sentido la resolución del Juez de Distrito," 432
saa Semanario Judicial de la Federación. At>. al Tomo LXXVI. Tesis 626, págs. 986-987.
"83 Posiblemente lo que haya inducido a la Suprema Corte para considerar que el Ministerio
Público Federal tiene facultades restringidas como parte dentro del juicio de amparo, es la cir-
cunstancia de que en la práctica aquél está relegado a un plano ínfimo e intrascendente en nuestro
procedimiento constitucional. En efecto, dicha parte s610 se concreta a emitir su opinión en las
audiencias incidental y de fondo sobre si se debe o no conceder la suspensión del acto reclamado,
o si se debe o no otorgar la protección federal al quejoso, o sobreseerse en el juicio, mediante la invo-
caci6n, muchas veces errónea, de causas de improcedencia de la acci6n de amparo o motivos de esti-
350 EL JUICIO DE AMPARO
Sin embargo, no en todas las leyes orgánicas de amparo se concibió al Ministerio Público
Federal bajo el concepto que acabamos de indicar. Todos los ordenamientos anteriores al C6-
digo Federal de Procedimientos Civiles consideraban al "Promotor Fiscal". que era COl;DO se
designaba al Ministerio Público, como una mera contraparte del quejoso, que en el JtPcio
de amparo se sustituta a la autoridad responsable defendiendo la validez y subsistencia del
acto reclamado. Se presumía. por ende, bajo el imperio de las leyes de amparo de 1861, 69.
82 Y 97. que el promotor fiscal no velaba por la observancia del orden constitucional, puesto
que su papel dentro del juicio de amparo se contraía a refutar las pretensiones del quejoso,
en defensa del acto reclamado, que podía ser notoriamente violatorio de garantías individuales
y del régimen federativo.
No fue sino hasta el Código Federal de Procedimientos Civiles, que se reemplazó la de-
signaci6n de "promotor fiscal" por la de "ministerio público", cuando, al reputar ya a la
autoridad responsable como parte en el juicio de amparo, según dijimos, estimó a dicha instl-
tución como parte distinta de ésta y, por ende, dotada de finalidades y objetivos también
propios. Ya el papel del Ministerio Público no consistió en defender el acto reclamado, puesto
que esto era de la incumbencia de la autoridad responsable, sino en velar por la observancia
de la Constitución y de la ley en los juicios de amparo, tal como sucedía durante la vigen-
cia de la Ley de Amparo de 1919, ir
como acontece bajo el imperio de la legislación actual.
"El Ministerio Público Federal. a través del Procurador General de la República o del
Agente que éste designe, siempre ha sido parle m todos /01 juitiOl de tZmPI1r.0' 10 cual- le- ha
dado posibilidad de presentar sus consideraciones fundamentales como regulador de ese
juicio. Sin, embargo, debe modificarse esta regla en el sentido de que tanto el Procurador
General de la República como el Agente que designe pueden abstenerse de intervenir en
dichos juicios, cuando el caso de que le trate car..ezra,a lU juicio. de interés público. La discu-
sión en amparo sobre muchos actos civiles en que se versan intereses patrimoniales de los
particulares, que generalmente se caracterizan por pretendidas violaciones a leyes secundarias,
pero no directamente a la Constitución, no tienen ningún interés para el Ministerio Público.
que debe dedicar su atención fundamental a problemas esencialmente constitucionales."
"En relación con la reforma del articulo 107 de la Constitución, dice dicha exposición
de motivos, se modifica el artículo 59, fracción IV, de la actual Ley de Amparo, a fin de
que el Ministerio Público Federal pueda abstenerse de intervenir en el juicio constitucional,
cuando el caso de que se trate carezca de interés público. Esta reforma es operante, pues
existen muchos actos de la vida civil reclamados en amparo, con relación a los cuales el
Ministerio Público no tiene actividad que desarrollar. En cambio, hay otros, en punto al dere-
cho familiar, pensiones alimenticias, tutelas, minorías de edad, etc., en que el Ministerio
Público debe manifestar su parecer y actuar como parte reguladora del juicio de garantías,
"
porque si bien se está ante actos civiles entre particulares, las normas que los rigen son de
orden público. por lo que debe vigilar su más recta y justa aplicación.
"Se ha dejado a su juicio la determinación de los casos en que debe intervenir, porque
la respetabilidad de la institución del Ministerio Público Federal así 10 exige, como por.
que siendo sus funciones esencialmente constitucionales, está perfectamente capacitado paca
dilucidar qué actos reclamados exigen su intervención y presencia en el juicio constitucional,
para cuidar del cumplimiento de la Carta Magna de la Nación."
Ahora bien, si se pretende que el Ministerio Público Federal vele con toda eficacia
por los intereses de la sociedad en un juicio de amparo de interés público, es indispen-
sabll! que su actuación procesal corno parte no se contraiga a la sola formulación de su
pedimento o dictamen en relación con las cuestiones de fondo y suspensional, como
sucede en la realidad, sino que deben otorgársele todos los derechos que la Ley y la
jurisprudencia consagran en favor de las demás partes en el juicio de garantías, sobre
todo el de interponer los recursos que procedan (revisión, queja o reclamación), a
efecto de que las resoluciones contrarias o desfavorables a sus pretensiones o que de algu-
na manera afecten los intereses de la sociedad, sean debidamente ponderadas en la
alzada y. en su caso, se revoquen. Por ello, consideramos que la jurisprudencia de la Su.
prema Corte que reputa al Ministerio Público Federal como simple "parle reguladora"
del procedimiento de amparo y que le veda trascendentales derechos procesales, como
el de interponer recursos, verbigracia, debe enmendarse en el sentido ya indicado para
adaptarse a la tendencia que ha motivado las reformas constitucionales y legales en lo
que atañe a la intervención de dicha institución social en el juicio de garantías.
A mayor abundamiento, en términos estrictamente legales, el Ministerio Público
Federal está procesalmente legitimado para interponer los recursos de revisión y queja
contra las resoluciones que se dicten en el juicio de amparo en sus respectivos casos.
Esa legitimación la prevén con toda claridad los articulos 86 y 96 de la Ley al prescribir
que los citados medios de impugnación pueden ser interpuestos "Por cualquiera de la!
parte.l', teniendo indiscutiblemente esta calidad la referida institución social según el
artículo 59, fracción IV, del ordenamiento reglamentario del juicio constitucional. Por
consiguiente, la tesis jurisprudencial que veda al Ministerio Público Federal el derecho
de entablar recursos dentro del amparo pugna contra las disposiciones legales invocadas,
existiendo, sin embargo, algunas ejecutorias de la Suprema Corte en las que se reconoce
que tal institución puede promover la revisión en determinados casos.4-34
Siguiendo este orden de ideas, mediante reforma practicada a la fracción V del ar-
tículo 5' de la Ley de Amparo según Decreto Congresional de 23 de mayo de 1976, pu·
blicado en el Diario Oficial el 29 de iunio siguienle, ya se legilim6 al Minislerio
Público Federal para interponer los recursos establecidos en dicho ordenamiento, en los
casos en que la referida institución decida intervenir por versarse en ellos intereses
públicos o sociales. Es evidente que a consecuencia de dicha reforma legal la jurispru-
dencia que minimizó al Ministerio Público Federal como parte en el juicio de amparo,
ba quedado insubsistente.
La legitimación del Ministerio Público Federal para interponer recursos en el juicio
de amparo ha quedado corroborada mediante la reforma que se introdujo a la disposición
legal que comentarnos por Decreto Congresional de 29 de diciembre de 1979, publicado
". (S. 1- de la F., Quinta Epoca. Tomos OV, págs. U29 y siguientes; XLVIII, pág. 266l
Y XLVI, págs. 2100 a 2103.)
LAS PARTES EN EL jurero DE AMPAilO 353
I
, CApiTULO Dácrsro
a) La ctrpacidaJ
Según el Derecho Civil, existen dos especies de capacidades: la de goce y la de
ejercicio. La primera de ellas equivale a la idea de persona jurídica, es decir, al sum-
mum de facultades consistentes en poder ser sujeto de derecho y obligaciones. La capa-
cidad de ejercicio es, en cambio, la posibilidad, aptitud o facultad que tiene. el sujeto
para desempeñar por J/ mismo los derechos de que es titular.
E~lÚ1!Qito_procesal,.,j'kcapacidad~es~la..,aptitud~o~facultad~para_comparecer~en
"juicio",PcQt'"TI;'~ mism_o"""a-,-,ell~r.e.p-re.sentación"",de",,,oJro. La capacidad procesal es, por ende,
una especie de la capacidad de ejercicio in genere. De ahí que, quien sea incapaz
para ejercitar por sí mismo sus derechos, no pueda comparecer judicialmente sino poi
conducto de su representante legal. .
b) La legitimación
Si la capacidad es una posibilidad o aptitud general en los términos que hemos
señalado, Ia.degitimación, es__una~,ca¡idad _csftcclfica_en ..JJIl ~ jq.icip dete~ina~,?!;,yic!gI
.lándose.a.la.causa.remota_de.la.acci6n,. elemento, a..que a1udimqs_en. eLcapítulo.YUl
de esta obra. Ello indica que el actor y el demandado estarán legitimados activa o
pasivamente, en sus respectivos casos" si son sujetos reales de la relación sustantiva
que implica la mencionada causa. Por consiguiente, sLeL.que~ejer<;ita,,"=una~acci6n,.. no
ti"ne_ Cl_no._demuestra_su-calic!ª-d.c!e _S!Jj~0~etl_dicha_relaci6g, .no_estará_legitimado
activamente; y bajo los mismos supuestos, si el demandado carece de ella, no tendrá
legitimación pasiva.
356 EL JUICIO DE AMPAR(,
Así, verbigracia, si una persona ostenténdose como arrendador ejercita la acción de desahu-
do y no tiene o ~ demuestra este carácter, no estará legitimada activamente en el juicio
respectivo; y si el demandado no es el arrendatario, no habrá legitimación pasiva.
Del muy somero concepto de legitimación procesal que hemos esbozado sin la deli-
berada pretensión de ahondar en el tema, se advierte que esta. idea diverge de la de
capacidad, pues independientemente de que el actor o el demandado sean capaces o in-
capaces, pueden estar o no legitimados activa o pasivamente en un juicio dedeterminado.
e) L4~p-eLIontdidad
a) Del que;O¡O
Por lo general, la capacidad de ejercicio, y. particularmente en su aspecto de potes-
tad de la persona para ocurrir por sí ante los tribunales en demanda de justicia, siempre
se presume, esto es, que s610 las excepciones a la misma se consignan en la ley. En
derecho común, todo individuo que tiene el pleno ejercicio de sus derechos civiles
puede comparecer por sí mismo en juicio, es decir, está dotado de capacidad.
Es, pues, un principio general que todo gobernado que se vea afectado por cual-
quier contravención prevista en el artículo 103 constitucional, puede intentar la acción
de amparo y, por ende, comparecer por sí mismo ante las autoridades respectivas y
figurar en el juicio correspondiente como quejoso, lo que está corroborado tácitamente
por elartículo 4' de la Ley de Amparo.
1. Del menor de edad. Ahora bien, la ley común consigna, junto a esa capaci-
dad general o presunta, algunas excepciones con diversa fundamentación que no es del
caso exponer. Así, por ejemplo, establece que el menor de veintiún años (actualmente,
por las reformas constitucionales introducidas en materia de ciudadanía, este limite
cronológico debe entenderse reducido a dieciocho años]J emancipado o no, no tiene
capacidad procesal, esto es, potestad jurídica para comparecer por sí mismo en juicio,
sino que necesita en este caso de un tutor que 10 represente o de la actuación de los
LA CAPACIDAD, LA LEGITIMACIÓN Y LA pERSONALIDAD EN EL jüIGO :::n .~~!!J.~O 3~7.
que sobre él ejercen la patria potestad, aconteciendo igualmente lo primero con las
personas que se encuentren' en estado de interdicción.
Este principio del derecho común, ¿es aplicable al juicio de amparo? ¿Puede el
menor de edad, emancipado o no, intentar la acción respectiva?
Evidentemente que nuestra Ley de Amparo consagra una excepción a ~I, contenida en el
artículo 6°, que dice: "El menor de edad podrá pedir amparo sin la in/eNJend6n de su legl.
timo represen/mue cuando éste se halle ausente o impedido, pero en tal caso, el juez, sin
perjuicio de dictar las providencias que sean urgentes, le nombracl. un representante especial
para que intervenga en el juicio. Si el menor hubiere cumplido ya 14 años podrá hacer la
designación de representante en el juicio:'
Este fenómeno procesal está íntimamente relacionado con las partes en el juicio lIe
amparo, cuyo tema examinamos en un capítulo precedente. En nuestra materia, la legi-
timación no ofrece problema serio alguno, pues basta que cualquier sujeto. sea parte
en el juicio de amparo conforme a la ley, para que como tal pueda intervenir en él.
La legitimación se constituye, por ende, al adecuarse un caso concreto a las diversas
situaciones de "palie" que se establecen legalmente.
• a) Del quejoso
1. Regla general. Siendo el quejoso el sujeto agraviado por cualquier acto de
autoridad que estime violatorio de la Constitución y específicamente de sus garantías
individuales, es obvio que está legitimado activamente para entablar la acción de amparo.
Es suficiente el solo agravio que dirho actocause a todo gobernado, para que éste se
convierta en quejoso al promover el juicio constitucional, pues el mencionado acto
se considera prima facie como lesivo de los derechos públicos subjetivos derivados en
favor del agraviado de la relación sustantiva que entraña la garantía individual, relación
que es, según dijimos, la causa remota de la acción de amparo como vínculo jurídico
entre aquel y cualquier autoridad del Estado.
La legitimación activa en el juicio de amparo se . deduce de lo dispuesto por el
articulo 4 de la Ley que considera a todo sujeto perjudicado por la ley o actos recla,
mados, habilitado para ejercitar la acción respectiva.
LA CAPACIDAD, LA LECITIMAOÓN y LA PERSONALIDAD EN EL JUIaO DE AMPARO 3~9
VEl ofendido o Ias personas que conforme a la Ley tengan derecho a la reparación del
daño o a exigir la responsabilidad civil proveniente de la comisión de un delito, sólo podrán
promover jMicio de amparo contra actos que emanen del incidente de 14 reparación' o de respon-
1ahi/Mad civil. También podrá promover el juicio de amparo contra 101 actos sergidos dentro
del procedimiento penal, relacionados inmediaJa y direclamente con el aseguramiento del ob-
jeto del delito,. de 101 bienes que estén d/ectadoI a la reparación o a la reIponsabilidad civil."
Interpretando por exclusión dicha disposición legal, se concluye que los sujetos a
que la misma alude no están legitimados para promover juicio de amparo contra
resoluciones judiciales de carácter penal diversas de las señaladas en el articulo 10 de
la Ley de Amparo, tales como los autos de libertad o la sentencia definitiva principal-
mente, que se dicten en favor del autor de un delito.
Con vista a la restricción legal de la legitimación de los sujetos a que se refiere
dicho precepto para promover juicio de garantías contra actos de autoridad diversos
de los limitativamente mencionados, la posición del ofendido por un delito y de las
personas que tengan derecho a la reparación del daño y a exigir la responsabilidad
civil correspondiente, resulta muy precaria, hasta el grado de colocar. sus más caros
intereses bajo el arbitrio mucho veces injusto de los funcionarios del Ministerio Pú-
blico, que de esa manera se convierten en los dictadores de la justicia penal.
Por ello, la defensa constitucional que los referidos sujetos puedan hacer de sus
derechos es un poco menos que ilusoria, máxime si se atiende al hecho de .que los
incidentes de responsabilidad civil dentro de un proceso penal y la reparación del daño
como pena pública que se impongan al procesado, dependen del resultado del juicio
principal, de tal suerte que obteniendo el acusado une auto de libertad a su favor o
una sentencia absolutoria, la víctima del delito, sus herederos o las personas que hayan
, dependido económicamente de ella, sólo pueden conseguir la indemnización correspon-
diente por medio del juicio civil que se entable en contra de los que tengan respon-
sabilidad civil subjetiva u objetiva derivada del hecho que hubiere originado la acusa-
ción penal.
360 EL ]U100 DE AMPARO
de 19'8. Primer~ Sala. En igual sentido se han pronunciado las ejecutorias siguientes: en el
amparo dírerto 716/57. Matilde Ramos, fallado el 14 de octubre de 1958; y en el amparo directo
2907/58. José Leonel Narro Arce. fallado el 24 de abril de 1959. Tomo XXXII. pág. 73;
Tomo XLIII, págs. '8 y '9. Primera Sala. Sexta Epoca, en relación con las tesis ;lIrispmdenúaJes
18 de la Compilacián 1917-196' y 203 del Apéndice 197', Primera Sala.
362 EL JUICIO DE AMPARO
'"0 Tesis 79 de la Compilaú6n 1917·196J, y tesis 37 del Apéndke 197'J Segunda SaJa. Este
caso de procedencia del amparo lo estudiamos detenidamente en el Capitulo XXVI de la presen-
te obra.
+U Apéndice al Tomo CXVIII, tesis 1031.
364 EL JUICIO DE AMPARO
d) De la aJltorid",l responsable
La legitimaci6n de toda autoridad del Estado en el juicio de amparo deriva de la
posibilidad fáctica que tiene de violar las garantías individuales o el régimen federa-
tivo conforme al artículo 103 constitucional, posibilidad que se actualiza cuando emite
el acto que se reclama. Por consiguiente, estará legitimada pasivamente toda auto-
ridad del Estado conforme a la fracci6n J del mencionado precepto, al contravenir
en perjuicio de cualquier gobernado las garantías individuales, o al producir la inter-
ferencia competencial entre la Federaci6n y los Estados en los casos a que se refieren
sus fracciones II y IIJ.
Dice, en efecto, el citado precepto: "El juicio de amparo únicamente puede promoverse
por la parte a quien perjudique el acto o la ley que se reclama, pudiendo hacerlo por sí, por
su ,.ep,.eJef1lan/~J por su def~nsor si se trata de un acto que corresponda a una causa criminal, o
por medio de algún paritnte o person" extrafia en los casos en que esta Ley lo permita expre-
samente; y sólo podrá seguirse por el agraviado, por Su representante legal o por su defensor."
La invocada tesis jurisprudencial se ha reiterado por la Segunda Sala del aludido alto
tribunal, -en el sentido de que "la representación de las sociedades cooperativas está enco-
mendada al Consejo de Administmción, y no sólo a uno de los miembros del mismo, por lo
cual todos los miembros del Consejo de Administración deben concurrir para representar
legalmente a la sociedad en los negocios judiciales, y una vez acreditada esa representación
pueden designar, entre ellos, un representante común" ,.'3
que dicho mandatario sí' está facultado para ejercitar la acción constitucional a nombre
de la sociedad cooperativa que represente, ya que el artículo 80 de la Ley de la ma-
teria, dispone con toda claridad que: "Las personas morales privadas podrán pedir
amparo por medio de sus legítimos representantes", y la jurisprudencia de la Supre-
ma Corte que después invocaremos, asevera que dicha posibilidad procesal se registra'
también al través de los "mandatarios legítimamente constituidos" de tales personas
morales.
Sería contrario a la lógica y al sentido común que los consejos de administración
de las sociedades cooperativas no pudiesen, con la concurrencia de todos sus miem-
bros, conferir mandatos generales de carácter. judicial y que, por ende, todos sus com-
ponentes debiesen suscribir la demanda de amparo. Si todo quejoso, independiente-
mente de su naturaleza, puede acreditar en el juicio de garantías a un qtlaIi-manda.
tario judiCial en los términos del artículo 27 de la Ley de Amparo, sería incongruente
que las sociedades cooperativas tuviesen, como tienen, esta facultad, y que, por 10
contrario. carecieran de ella en lo tocante al nombramiento de apoderados generales
para pleitos y cobranzas.sw
2. Tratándose de personas morales en general, como partes en juicio, y en especial
en el proceso de amparo, s610 puede hablarse de una personalidad derivada, debido a
que, como meras entidades jurídicas que son, sin sustantividad real, sino dotadas de un
substrasum derivado de una disposición O un mandato legal, no pueden actuar por ellas
mismas, sino que necesitan de la actividad de sus representantes o mandatarios generales
o especiales para celebrar cualquier negocio jurídico. Es por esto por lo que, en el juicio
de amparo, las personas morales s610 pueden comparecer como quejosas o terceras
perjudicadas por medio de sus legítimos representantes o por mandatarios especiales,
cuyo carácter derivan de éstos.
Así, el artículo 8° de la Ley de Amparo establece: "Las personas morales privadas podrán
pedir amparo por medio de sus legítimos representantes." Esta disposición está corroborada
por la ju,isprudencia de la Suprema Corte que en su parte conducente asienta: "Las personas
morales privadas pueden pedir amparo por medio de sus representantes legítimos o de sus
mandatarios legítimamente constituidos,"-i45
3. Por lo que concierne a las personas morales oficiales, por el simple hecho de
ser una especie de personas morales o jurídicas en general, y en los casos en que
puedan pedir amparo (a lo cual nos referimos en el capítulo anterior), tampoco pue-
den tener un estado de personalidad originario en el juicio de amparo por las razones
ya indicadas. Por este motivo, la Ley Reglamentaria de los artículos 103 y 107 cons-
titucionales ha establecido que I!!§~p'erson~morales_ofjciales_pueden_=rir_al_amparo,
~to es, ostentarseSQmo.qucjosas,_p_Qr medio duos_f't"ci!lnMios º--E;p~ntantes que
d~!jgnen_laLJe~es_(art._9.0).,_sienM.álL[~l'r_esentación1-I'Qresta .l,¡tim..Jl,.9l:.cunstanda,
estrictamente legtf!'_I'0r lo_qll"-2!!' es factible hablar.cen.este.caso.ide.Ia..l'osibilidad de
~L:~~Rresf:nta®Lconvencio.~a1mente .
.fU Sobre la cuestión que hemos someramente abordado, consúltese el estudio de It?rg,
Reyes Tayabas intitulado "Las Sociedades Cooperativas Sí Pueden Promover [uicios de Amparo
u 01'01 Procedimientos Legales por medio de Apoderados para Pleitos y Cobranzas" (1974).
,"$ Semanario Judicial de, la Federación. Apéndice al Tomo cx.VIIJ, Tesis 765. Tesis 136
de la CompiltUi6n 1917-1965 y Tesis 135 del Apéndice 197', MaJeria General.
,
LA CAPAaDAD, LA LEGmMAOÓN y LA PERSONALIDAD EN EL JüiCO D!: ."...MPARQ 367
tante de parte del quejoso y del tercero perjudicado, contribuye a reafirmar la nuga-
toriedad del tantas veces citado artículo 12, primer párrafo.
La potestad jurídica que tiene el quejoso y el tercero perjudicado para designar a alguna
persona como quasi-l1umdaJaria en los términos del artículo 27 de la Ley de Amparo, suscita
la cuestión de si tal designación debe necesariamente recaer en Un abogado con título legal.
El artículo 26 de la Ley Reglamentaria de los artículos 4 9 y 59 constitucionales en materia
de profesiones, vigente en el Distrito Federal, establece la obligación paca las autoridades judi-
ciales y las que conozcan de asuntos contencioso-administrativos de rechazar la intervención de
personas que se ostenten como patronos o asesores técnicos de los interesados si no comprueban
contar con el registro del título correspondiente en la Dirección General de Profesiones. Dicha
obligación no existe tratándose de La representación jurídica en materia obrera, agraria y coo-
perativa. así como en negocios de carácter penal. en los que e! acusado o procesado puede
nombrar como defensor a cualquier sujeto de su confianza.
Ahora bien. aunque la expresada Ley no excluye la obligación de comprobar el registro
de un título profesional para que su poseedor pueda intervenir en los juicios de amparo como
autorizado para oír notificaciones por los quejosos y terceros perjudicados con hu facultades a
que se refiere el articulo 27 de la Ley respectiva, estimamos que en dichos juicios es inoperante
la mencionada obligación. En efecto, el citado articulo 27 de la Ley de Amparo. como hemos
afirmado. dispone que el quejoso y el tercero perjudicado podrán autorizar a cualquier persona
con capacidad legal para oír notificaciones en su nombre, estando investida la persona autori-
zada con atribuciones que realmente incumben a un mandatario judicial o a un asesor jurídico.
Como se ve. dicho precepto no exige que el autorizado para oír notificaciones en un juicio de
amparo por el quejoso o por e! tercero perjudicado tenga título profesional de abogado o de
licenciado en Derecho inscrito en la Dirección General de Profesiones, sino. simplemente que
tenga capacidad legal. Pues bien. ésta no equivale a la capacidad técnico-científica que presume
la posesión de un- título profesional. sino a la no restricción de la personalidad jurídica en
cuanto al ejercicio per se de los derechos de que se es sujeto (capacidad de ejercicio), según
se infiere del articulo 2, del Código Civil. Por ende, toda persona que no se encuentre en
estado de interdicción o de minoridad, o en algún otro que la ley civil considere como inca-
pacidad, puede ser autorizado por el quejoso o el tercero perjudicado en un juicio de amparo
conforme al artículo 27 de la Ley de la Materia, aunque DO tenga título profesional de abo-
gado o licenciado en Derecho debidamente registrado en la Dirección General de Profesiones.
Como se ve, dicho precepto contiene una norma de excepción a la disposición general invo-
lucrada en el artículo 26 de la ley de Profesiones, por lo que tiene prevalencia aplicativa sobre
ésta, de acuerdo con el principio general de derecho consagrado en el ertlculo 11 de! Código
Civil, interpretado a contrario SCI1JIJ. Además, si el expresado artículo 27 de la Ley de
Amparo no requiere que el autorizado para oír notificaciones tenga título profesional regis-
trado para desempeñar en los juicios de garantías las facultades inherentes a su calidad que la
indicada disposición señala, es inconcuso que la obligación prevista en el artículo 26 de la
Ley Reglamentaria de los artículos 4' y 5' constitucionales no existe en dicho caso excep-
cional. ya que el primero de los ordenamientos mencionados. por ser federal. tiene hegemo-
nía sobre el segundo, que es local, aunque ambos sean orgánicos de los correspondientes
preceptos de la Ley Suprema (art. 133 de ésta).
44.0 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 784. Tesis 137 de la Compilación 1917-196', y 136
del Apéudice 1975 / MaJe,ia General.
LA CAFACiDAD, L\ !..!:.GITIMACTÓN Y LA pERSONALIDAD EN EL JUICIO DE AMPARO 369
8. Otra norma especial, peculiar del juicio de amparo que rige en materia de
personalidad, es la contenida en el ertlcnlo 13 que dice: "Cuando alguno de los inte-
resados tenga reconocida su personalidad ante la autoridad responsable, tal persona·
lidad será admitida en el juicio de amparo para todos los efectos legales." El motivo
de esta prevenci6n es hacer que el Juez del conocimiento del amparo respete la fa-
cultad de la autoridad responsable para tener o no por justificada la personalidad
(derivada) de los interesados, es decir, del quejoso O del tercero perjudicado, prin-
cipalmente para lograr que no se desvíe su cometido constitucional, en el sentido de
analizar únicamente, sin importarle las cuestiones de fondo o accidentales de la incum-
bencia de la autoridad responsable, la constitucionalidad del acto reclamado. La dís-
posición contenida en el mencionado artículo está confirmada por la jurirprlldenda
de la Suprema Corte, que asienta que "No hay motivo para desconocer la persona·
lídad del quejoso, cuando ha sido reconocida por las autoridades responsables, debien-
do demostrarse dicho reconocimiento ante el juzgador de amparo." ...1
La hip6tesis prevista por el artículo 13 de la Ley de Amparo consiste en que la
personalidad del representante, apoderado o mandatario del quejoso o del tercero per-
. judicado se haya reconocido por la autoridad responsable sin que, ante ésta, tal persona-
lidad Se hubi~se controvertido. Ahora bien, en el supusto contrario, es decir, si dicha
personalidad fue cuestionada ante la autoridad responsable y en el procedimiento del
cual emanen los actos reclamados, tal cuestión puede plantearse nuevamente en el am-
paro, sin que en este caso tenga aplicación lo dispuesto por el invocado precepto legal,
aunque la referida autoridad n? haya emitido decisi6n alguna sobre la misma.
Este criterio ha sido sostenido por lá. Segunda Sala de la Suprema Corte en los siguientes
términos:
"El Juez de Distrito está facultado para analizar la personalidad del promovente del am-
paro cuando tal personalidad se controvirtió ante la responsable, no obstante que ésta la haya
admitido. Aun cuando es cierto que el artículo 13 de la Ley de Amparo establece que cuando
alguno de los interesados tenga reconocida su personalidad ante la responsable, tal personalidad
será admitida en el juicio de garantías' para todos los efectos legales, d8b~ entenderse lJue
dicbo precepto no es aplicable mando la personalidad del promovente del amptlfo St! enculfn-
tra controvertida ante la propia responsable 1 la cuestión relativa ftl plantea nutlvamenu
en el [uicio con.Jtitucional," 44.8
.41 Apéndice al Tomo XCVII, Tesis 784; Apéndice al Tomo CXVlIl, Tesis 764 y Tesis 13'
de la Compilación 1917-196', 1 134 del Apéndice 197-', MaJeria General. .
+18 Informe de 1968. Págs. 154 y 155.
370 EL ]U100 DE AMPARO
dato, dispone que la muerte del mandante hace concluir éste, lo que no sucede tra-
tándose de la representación del quejoso o del tercero perjudicado en el juicio de
amparo, en el que la personalidad del representante perdura después del fallecimiento
del representado, aunque sea temporal y provisionalmente. .
10. Por cuanto a la representación común en el juicio de amparo, es decir, en el
caso de que existan dos o más agraviados, el artículo 20 de la Ley de Amparo dispone
que deberá elegirse una persona, entre éstos, que ostente el carácter de su repr~n
tante, elección que se verifica en los términos marcados por el propio precepto, cuyas
disposiciones, por analogía, podemos hacer extensivas a la variedad de terceros perju-
dicados, siempre y cuando defiendan los mismos intereses en el juicio de amparo.
11. Ahora bien, ¿cuál es la consecuenci¿ jurídica de la falta de justificación de
la personalidad derivada o representación en
un juicio de amparo? Sobre este par·
ticular, la ¡lIri<prlldencia de la Suprema Corte ha sido claramente contradictoria, pues
en unos casos ha afirmado que la demanda presentada por aquel que no promueva por
su propio derecho, y que no comprueba su carácter de representante del agraviado,
debe desecharse por improcedente, y en otros ha sostenido que el juez, ante quien se
entabla, debe mandarla aclarar.'" Ahora bien, ¿cuál de estas dos conclusiones esIa
correcta? Estimamos que la segunda, puesto que, estando las causas de improcedencia
de juicio de amparo expresamente señaladas por la Ley respectiva en su artículo 73,
y no encontrándose dentro de ellas la consistente en la falta de comprobación de la
personalidad del promovente de una demanda de amparo, es absurdo e ilegal que la no
justificación de la representación se incluya en un sistema integral de improcedencia,
cuyos elementos la ley ha consignado eoumerativamente. Por el contrario, cuando el
promovente no acredita su carácter de representante del agraviado, más correcto es
estimar tal circunstancia como un factor de oscuridad en la demanda, la cual por ende,
debe mandarse aclarar.
Por otra parte, si la personalidad del que se ostenta como mandatario, apoderado
o representante del quejoso se reconoce por el juzgador de amparo en el auto admi-
sorio de la demanda, tal reconocimiento no es obstáculo para que, en cualquier mo-
mento procesal y sobre todo en la sentencia constitucional que en primera, segunda
o única instancia se dicte, se examine dicha personalidad, pues ésta importa una €'1Iestión
de orden público qlle debe analizarse oficiosamente y cuya falta de comprobación orí-
gina el sobreseimiento del juicio de garantías, conforme a los artículos 49 y 73, fracción
XVIII, de la Ley de Amparo/ 50 debiéndose advertir qlle el mencionado examen nunca
debe practicarse en ningllna actuación judicial del incidente de JlIspensión."r.1
4.400 Semanario Judicial de la Federación. Ap. al T. L, pág. 162 Y Ap. al T. LX.N. pág. 171.
Y Apéndice al Tomo CXVUI. Tesis 762. Tesis 133 de la Compilación 1917-196) y 132 del
Apéndice 197)1 /lJ.aJeria General. .
"50 Así lo-ha sostenido la Suprema Corte en las siguientes ejecutorias: Tomos LXXII, pág.
3669; LXXIV, págs. '371 y 1862; LXXVII, págs. 5480 y 6432; LXXXIV, pág. 3705; LXXXIII,
pág. 5090; LXXXII, págs. 5202 y 5203; LXXX, págs. 5120 y 1325; LXXXII, pág. 1515; XOX,
pág. 1318; XOII, pág. 1113; XCVI, págs. 87 Y 85; C, pág. 1409; CXI, pág. 1397; XCV, pág.
314, del Semanario Judicial. de la Federación Y; Amparo en revisión 7864/58. ¡Maquinaria de
Jalisco, S: A., y coags.• fallado el 19 de agosto de 1958 (Ejecutoria del Pleno; Sexta Epoca, Vol.
correspondiente al mes de agosto de 1958); Y Tomo LX, pág. 124, Segunda Sala. Sexta Epoca,.
Tomo LVII, pág. 123, Tercera Sala, SexJa" Epoca e Informe de 1972, Sección "Presidencia", págs.
347 y 348. TeJiI ;lIrisp,·udencia/ 462 dei Apéndice 197), Segunda SaJa.
4-ti1 Idem: Tomos xav, pág. 332; XOI. pág. 2770; 01. pág. 70.
LA CAPACIDAD, LA LEGITIMACIÓN Y LA PERSONALiDAD EN :E.!.. JU!CIQ l)R AMPARO 371
Ahora bien, ¿la posibilidad de constituir delegados en las audiencias, que consigna
e! propio precepto, significa en sí una especie de representación? ¿Acaso el artículo
4Jl2 Semanario Judicial de la Federación, T. XXI, pág. 123 Y T. XXXI, pág. 1852. Quinta
Epoca.
LA CAPAODAD, LA LEGITIMAQÓN Y LA PERSONALIDAD EN EL JUIOO DE A1i~A"O 373
sino que debe comparecer bien por sí misma (personalidad originaría) o por Sil órgtZ110 repre-
(personalidad derivada)" .• ~a
le11IaJivo
4li8 Semanario Judicial de la Federación. Ap. al Tomo CXVllI, Tesis 182. Tesis 57 de la
Compiltui6n 1917·1965 y .56 del Apéndüe 1975, Materia General.
• 0;, Semanario liulicial de la Federación. T. XLVIII, pág. 910. Quinta Epoca.
"511. Idem. T. ~LVIII. pág. 2900 en relación con la Tesis 928 del Apéndice al Tomo
CXVlIL Tesis 166 de. la C=piladón 1917-196) y 164 del Apéndi" 197), Maleria General.
En Jo que concierne a los gobernadores de Jos Estados, la Suprema Corte ha sustentado el
criterio de que no pueden ser representados o el juicio de amparo por los Secretarios Generales
de Gobierno, a pesar de que las leyes orgánicas de los poderes ejecutivos locales establezcan la
representación en favor de estos últimos funcionarios; ya Que tales leyes son de rango inferior
aJa Ley de Amparo (tesis 20 del Informe de 1980, Tribunal Pleno).
LA CAPACIDAD, LA LEGl1lMACl6N Y LA PERSONALIDAD EN EL JUICIO DE AMPARO 375
a) Es-!!!l-p-<mdpio_universalmente_acepJado~en_¡;¡erecho~A:djetivo;-el-que~enseñ'a'
lllll;, cuando faltan la_capacidad-y_Ia..personalidad_(derivada');-qtlé_son_presupüeStos
Pnl.cesales_de_todo_juicio;-la"actuación_de_las..partes_que-Garezcan_de_ellas:-es~nula,
no.aiene-validez calguna. Si bien ni la Ley de Amparo, ni su ordenamiento supletorio
que es el Código. Federal de Procedimientos Civiles, contienen en una disposición
expresa el principio que mencionamos, el artículo 32 de la primera, en relación con
los artículo 28 y 29, tácitamente Jo consigna, al establecer que "las notificaciones
que no fueren hechas en -Ia forma que establecen las disposiciones precedentes, serán
nulas", esto es, cuando no. se practiquen las diligencias respectivas con las partes di-
rectamente interesadas en un juicio de amparo determinado o con sus representantes
legítimos. Consig-iientemente, pues, si bien es cierto que la sanción de nulidad que
consagra el artículo 32 de la Ley de Amparo propiamente se contrae a las notifica-
ciones ilegalmente hechas y, por ende) a los actos procesales subsecuentes, implícita-
mente la hace extensiva a los casos en' que falten la capacidad o la personalidad, puesto
que expresa) a contrario .!enSII, que solamente habrá validez en aquéllas ruando se
hagan directamente a las partes .....-personalidad originaria-e- o a sus representantes
legítimos en sentido amplio -personalidad derivada-c-, las cuales presuponen) como
ya dijimos, la capacidad procesal.
. Ahora bien, no en todos los casos la nulidad afecta a todos aquellos actos proce-
sales que se realizan por personas carentes de capacidad o de personalidad, pues el
articulo 18 de la Ley de Amparo claramente establece una excepción expresa en materia
penal, al considerar como válida toda la actuación desplegada en el incidente de sus-
pensión relativo a los amparos promovidos por las personas a que se refiere el artículo
17, que no tengan o no hubieren tenido) en realidad, ni capacidad ni personalidad
alguna para el efecto, desde el momento en que solamente después de que se haya
pronunciado resolución sobre la suspensión definitiva se mandará paralizar el proce-
dimiento en lo principal y se tendrá por no interpuesta la demanda.
b) La incapacidad o falta de legitimación activa en la persona que promueve
un juicio de amparo, y cuyos casos se" han estudiado anteriormente, determina el
desechamiento de plano de la demanda de garantías cuando dicha incapacidad o falta
sean notorias e indudable.!, o el sobreseimiento del juicio respectivo en el supuesto de
que la demanda se hubiese admitido.
e) La falta o la insuficiencia de la representación del quejoso (personalidad deri-
vada) puede originar, según lo hemos afirmado, la aclaración de la demanda para que
LA CAPACIDAD. LA LEGITIMACiÓN Y LA PERSONALIDAD EN EL JUIOO DE AMPARO 377
dentro del término legal se supla dicha falta o se corrija tal insuficiencia, la declaración
de no interposición de la mencionada demanda, o bien el sobreseimiento del juicio de
amparo, a pesar de que se haya admitido previamente la aparente representación por
el órgano de control.
d} La falta de capacidad, de legitimación pasiva o de representación legal o con-
vencional del sujeto que se ostente como tercero perjudicado o como mandatario de
éste, origina el rechazamiento de su intervención en el juicio de amparo, con todas las
consecuencias procesales inherentes.
e) La falta de representación legal de la autoridad responsable produce distintos
efectos en un juicio de amparo, según el momento procesal en que ocurra o aparezca.
Así. los informes previos o justificados, las pruebas o las alegaciones que se hayan
formulado. aducido o expuesto por quien no represente legalmente a dicha autoridad,
no deben ser tomados en cuenta por el juzgador constitucional. Por otra parte, si la
revisi6n o cualquier otro recurso procedente en materia de amparo se interpone por
algún órgano o funcionario que no tenga la representación legal de la autoridad res-
ponsable, la sanción jurídica que deriva de esta circunstancia consiste en el desecha-
miento del medio procesal de impugnación entablado o en la declaración de im-
procedencia de éste, confirmándose, respecto de tal autoridad, la resolución que se
hubiese intentado combatir.
I
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CAPiTuLO DEOMOPRIMERO ~
¡/
LA COMPETENCIA EN EL JUICIO DE AMPARO
SUMARIO: Le-Concepto general de competencia. H.-la función judicial propia-
mente dicha y la de control constitucional del Poder Judicial Federal: A) la. función
Judicial propiamente dicha. B) La función de, control constitucional. IIl.-La com-
petencia en el juicio de amparo: l.-Primer Jupuesto competencia): La competencia
entre los Jueces de Distrito. por una parte" y la Suprema Corte y los Tribunales
Colegiados de Circuito, por la otra. a) Reglas generales. b) Competencia de la
Suprema Corte y de los Tribunales Colegiados de Circuito. e) Competencia de los Jue-
ces de Distrito. I1.--$egundo supuesto competenciaJ: La competencia entre los Tribu-
nales Colegiados de Circuito y la Suprema Corte en amparo directo o uni-instancia.l:
A. Consideraciones previas. B. En materia penal: a) Competencia de la Suprema
Corte. b) Competencia de los Tribunales Colegiados de Circuito. e) Critica. C. En
materia administrativa: a) Competencia de la Suprema Corte. b) Competencia de
los Tribunales Colegiados de Circuito. e) Critica. D. En materia civil: a) Compe-
tencia de la Suprema Corte. b) Competencia de los Tribunales Colegiados de Circuito.
B. En materia laboral: a) Competencia de la Suprema Corte. b} Competencia de los
Tribunales Colegiados de Circuito. e) Critica. IIl.-Tercer SupueJto Competencia):
La competencia entre los Tribunales Colegiados de Circuito y la Suprema Corte en
amparo indirecto o bi-instancíal: A. Competencia de la Suprema Corte. B. Compe-
tencia de los Tribunales Colegiados de Circuito. IV.-euarto JupueJto competencia):
La competencia entre los Tribunales Colegiados de Circuito en amparo uni-instancial
y en amparo bi-instancial: A. La materia. B. El territorio. V.-Quinto supueJto
competencial: Competencia entre el Pleno y las Salas de la Suprema Corte en materia
de amparo indirecto o bi-instancial: A. Competencia del Pleno. B. Competencia
de las Salas. VI.-Sexto JupueJto competencial: Competencia del Pleno y las Salas de
la Suprema Corte para conocer del recurso de revisión contra las sentencias que en am-
paro directo pronuncien los Tribunales Colegiados de Circuito. VII.-S¿plimo JupueJto
competencia/: Competencia en amparo directo o unl-ínstancial entre las diferentes
Salas de la Suprema Corte. VIII.---:.Ouavo Jupuesto competenciaJ: Competencia entre
los Jueces de Distrito en materia de amparo: A. El territorio. B. La materia jurl-
dica sobre la que verse el acto; reclamado. IX.-La competencia anexa o auxiliar en
el juicio de amparo. X.-La jurisdicción concurrente en el juicio de amparo. XI.-La
incompetencia en el juicio de amparo y la substanciación de las cuestiones respectivas.
XII.-Reglas legales sobre los efectos del surgimiento de la incompetencia. XIIl.-
la nulidad de actuaciones en el juicio de amparo por raz6n de la incompetencia.
XIV.-La acumulación en el juicio de, amparo.
Las atribuciones estatales, cuyo conjunto constituye el fin del Estado, en un sistema
de división o separación de poderes se realizan mediante tres funciones jurídicamente
distintas, que son, la legislaJiva, la ejecutiva y 1~ judicial o ;llf'isdiccionaJ, cuya califica-
ción específica como tales puede establecerse desde dos puntos de vista: material el
uno y formal el otro.
· EL JUICO DE AMPARO
El primero de ellos consiste en que, para calificar a una actividad estatal deter-
minada) se atiende a. la naturaleza intrínseca de la funci6n que mediante ella se realiza.
tomando en consideración sus elementos jurídicos distintivos. Por el contrario, el cri-
terio formal ya no tiene como base, para la estimaci6n jurídica de determinada funci6n
del Estado, la lndole substancial de ésta, sino la calidad constitucional de la autoridad
que normalmente está encargada de desempeñarla.
Desde luego, el punto de vista más idóneo par,a establecer si una función o un
acto estatal son legislativos, ejecutivos, judiciales o jurisdiccionales. es el material,
puesto que tiene como base la naturaleza misma de laactua.ci6n estatal analizada, ya
que el formal sólo atiende a la lndole del órgano que normalmente la desempeña, sin
perjuicio de que pueda ejecutar otra de diferente calificación jurIdica (lo que se
llama fenómeno temperamental o excepcional, según el caso, en Derecho Constitucional).
Pues bien, según el criterio material. lo que distingue a las tres funciones en que
se pueden realizar las atribuciones del Estado, son la lndole de los efectos que se
ocasionan por medio de ellas y la manera como se desarrollan. Así, sin entrar en mayo-
res pormenores y distingos, euyo estudio excedería del alcance'del tema propuesto, la
funci6n o actividad legislativa estriba en una cierta conducta del Estado, como persona
moral con sustantividad propia, que tiene como efecto la creación, modificaci6n o
extinción de situaciones jurídicas abstractas, mediante la formulación de reglas de dere-
cho generales e impersonales. Por el contrario, la función administrativa, que es como
más propiamente se denomina a la ejecutiva, consiste en una actividad estatal in-
tegrada por actos materiales concretos o actos jurídicos particulares, en los que se trate
de la aplicaci6n o ejecución de normas de derecho objetivo, sin qllt obedezca a una
controversia previa. aplicación que puede traducirse en la realizaci6n de actos especiales
de diversa índole. como los actos-condición, concesiones, etc. Por último, la función
jurisdiccional o judicial estriba en "decir en derecho" (de acuerdo con la aceptación
etimológica de la palabra), esto es, en aplicar el Derecho Objetivo, mediante la
resolución de un conflicto jurídico previo, suscitado por una controversia entre partes
determinadas, dentro del orden estatal. La diferencia lundamental que existe entre la
función administrativa y la jurisdiccional consiste, pues, en que, no obstante que ambas
estriban en una aplicaci6n concreta del Derecho Objetivo fundamental, en la primera
dicha aplicación no se traduce en un "decir el derecho", esto es, en la constatación
de la razón jurídica. sino en una mera referencia concreta de la norma general a un
caso particular, sin que exista ningún conflicto previo, mientras que en la segunda si se
establece dicha razón mediante la resolución de un problema de derecho.
Ahora bien, cada una de esas tres funciones específicas del Estado, materialmente
diferentes entre sí) se realizan por diversos órganos creados por la Constitución o
gor la ley en general, cada .uno de los cuales la desempeña según las facultades que
le han sido otorgadas. Por consiguiente, en el ejercicio de dichas funciones, genérica-
mente hablando) pueden intervenir distintos órganos o autoridades estatales, con facul-
tades propias y diferentes de las de los demás. AsI, verbigracia, la función legislativa
en general) abstracta, del Estado mexicano, se desempeña por diversas entidades' o
poderes creados por la Ley Fundamental, como el Congreso de la Unión o las legis-
laturas de los Estados, teniendo cada uno de estos organismos propias y. diversas
facultades.
LA COMPETENCIA EN EL JUICIO OH AMPARO 381.
función que se desarrolla en forma 'análoga a la que tiene lugar en los procedimientos
del orden común, esto es, que tiene COmo fin la resolución de un problema jurídi-
CO que puede o no ser constitucional, sin que el Juez del conocimiento se sitúe en
una relación de control sobre las demás autoridades del Estado y sin que pretenda
establecer un equilibrio entre los diversos poderes, mediante el control de los actos .
de éstos. u función judicial de los Tribunales Federales consiste, pues, en resolver
meramente un problema jurídico que se presenta a su conocimiento, sin que persiga,
mediante esa resolución, ninguna de las finalidades que hemos apuntado. Por medio
de esta exclusión de los mencionados objetivos, se puede distinguir claramente la
función judicial de la de control constitucional ejecutadas por el Poder Judicial de
la Federación, siendo en esta segunda dichos fines las características esenciales.
Los casos competenciales en que los Tribunales de la Federaci6n ejercen la ftmci6n
;udicial propiamente dicha y que se consignan en los articulos 104, 105 Y 106 consti-
tucionales, los analizamos en nuestra diversa obra intitulada Derecho Constitucional
Mexicano/58 remitiéndonos a las consideraciones que desarrollan dicho análisis, pues
consideramos que éste no encuadra estrictamente dentro de la temática correspon-
diente al presente capitulo....
tivo, y tienen por suprema regla de conducta la ley constitucional del Estado: mientras
los unos tienen que sujetarse estrictamente a aplicar alguna de tantas leyes como existen
en nuestros diversos códigos, sin calificar su justicia ni su oportunidad [Lex quamois
dura, seruanda est}, los otros pueden salir de órbita tan reducida y pasando sobre el
valladar de la ley secundaria, pueden examinar libremente si es o no contraria a la
Constitución" .-4160
La distinción apuntada por Dublán, aunque consignada entre los tribunales comu-
nes y los federales, tiene su puntual aplicación en 'lo que respecta a las dos funciones
de estos últimos que ya hemos mencionado, o sea, a la judicial propiamente dicha y
a la de control constitucional, pues mientras que 'en el desempeño de la primera los
órganos en quienes se deposita el Poder Judicial de la Federación dictan sus fallos
uJecundum leges", al ejercitar la segunda sus sentencias se pronuncian "de legibus":
para garantizar Ia observancia del orden constitucional.
Este tema lo vamos a estudiar según las Reforma! practicadas al artículo 107 cons-'
titucional que le publicaron en el Diario Oficial con fecha 25 de octubre de 1967,
así como en relación a la! que se introdujeron a la Ley de Amparo y a la Ley Orgánica
del Poder Judicial de la Federación por el Congreso de la Unión en diciembre de ese
mismo año, publicada! oficialmente el 30 de abril de 1968. Debemos advertir que el
propio tema, en lo concerniente a la competencia de la Suprema Corte y de los Tribunales
Colegiados de Circuito en amparo directo y en amparo indirecto y delde el punto de
viIta del estatuto anterior a dichas reformas, lo abordamos en el capítulo XXVI de la
Sexta Edición de la presente obra (1968), así como en ediciones anteriores de la misma.
'Como ya habíamos anticipado, es mediante el conocimiento de los juicios de am-
paro, como el Poder Judicial Federal, con exclusión de los Tribunales Unitario! de
Circuito, realiza la función de control constitucional con que está investido por la
Ley Suprema y leyes reglamentarias u orgánicas, Pues bien, dentro de la función
jurisdiccional de control constitucional que ejercen los Jueces de Distrito, los Tri-
bunales Colegiados de Circuito y la Suprema Corte de Justicia, opera un sistema de
competencia entre dichos órganos por lo que atañe al juicio de amparo, y que está ins-
tituido por la Ley Fundamental, la Ley de Amparo y la Ley Orgánica del Poder Judicial
de la Federación principalmente. El ejercicio del juicio de amparo, como cristalización de
la función de control constitucional, está condicionado por ese presupuesto procesal
que se llama competencia, y que lo hemos considerado como el conjunto de factores
o elementos de capacidad con que el orden jurídico en general inviste a los Jueces
de Distrito, a los Tribunales Colegiados de Circuito y a la Suprema Corte primor-
dialmente, para COnocer del mencionado medio de preservación de la Constitución,
en las distintas hipótesis de procedencia consignadas por su artículo 103. Por
este motivo, la competencia en el juicio de amparo, como en cualquier otro juicio o
procedimiento jurídico en -general, se revela como una limitación a la jurisdicción,
en este caso, a la funci6n de control constitucional genérica.
por la olr4.
A. Regla! Generales
"Si bien es cierto que conforme a la fracción primera del artículo 159 de la ley de
amparo, en los juicios civiles se considerarán violadas las leyes de procedimiento y privado
de defensa el quejoso) cuando no se le cite al juicio o se le cite en forma distinta de la pre-
venida por la ley. y que estas violaciones son reclamebles en el amparo directo que se promueva
contra la sentencia definitiva, conforme al artículo 158 de la propia Ley. tales apreciaciones
no son aplicables al caso en qlle la sentencia definitiva ya se did6 y caus6 ejecutoria, y el
ampar() se endereza contra lodo el [uicio, desde el emplazamiento, alegándose que éste no fue
practicado en la forma debida y que esta irregularidad substancial impidió al quejoso tener"
conocimiento del juicio iniciado en su contra, sin poder. por lo mismo. hacer valer recursos
ordinarios contra las violaciones procesales, ni contra la sentencia misma. En efecto) esta Suprema
Corte de justicia ha resuelto en casos similares. que cuando se interpone el amparo contra
todo el procedimiento, desde el emplazamiento, hasta la sentencia y su ejecuci6n, y se invoca la
falta o defecto de dicho emplazamiento, que impidió al demandado tener conocimiento del
juicio, y por tanto. hacerse oír en defensa, el amparo debe ser promovido ante el juez
de distrito correspondiente."
"Es el amparo indirecto el procedente contra los actos reclamados que se hacen consistir
en todo lo actuado en un conflicto laboral en el que el quejoso asegura no fue emplazado, por
afectar a personas extrañas al juicio y prevenirlo así la fracción IX del artículo 107 constitu-
cional, según jurisprudencia establecida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que
invoca como razones fundamentales las siguientes: a) Por estar apoyado ese criterio en el texto
de la fracción IX del artículo' 107 constitucional, ya que el vocablo 'extraño' tiene, entre otras
acepciones, la" de que es ajeno a la naturaleza o condición de una cosa, y seguido de la
"preposición 'a' significa que no tiene parte en la cosa nombrada, lo que autoriza a estimar
que quien no es emplazado a ¡uiá() a peJar de ser la parte demandada, tiene el carácter de
extraño,a ese juicio, puesto que es ajeno al mismo) del que debió formar parte; b) Por carecer
la Suprema Corte de la facultad de desahogar las pruebas, pues le estaría vedado implícita-
mente por la fracción VIII del artículo 107 constitucional, la cual señala Iímitativamente los
trámites que debe seguir hasta pronunciar resolución, sin hacer referencia alguna al desahogo
de pruebas. y seria ilógico admitir el amparo promovido por el quejoso en la vía directa,
tramitado sin aceptarle ninguna prueba y fallar sistemáticamente en el sentido de negarle
la protección constitucional por no aparecer del expediente enviado por la autoridad" respon-
sable ningún dato respecto de que el emplazamiento hubiere sido ilegal, ya que en dicho
expediente no podrán existir pruebas en pro de la aseveración del quejoso si éste no habia
tenido intervención alguna en el juicio; e) Por no existir ninguna disposi~6n procesal para
el desahogo de las pruebas que ofreciere el quejoso en el amparo directo ante la Suprema
Corte; d) Porque, atento lo dispuesto en los dos puntos inmediatos anteriores, ese Alto .
Tribunal no podría delegar en un Juez de Distrito facultades de que constitucionalmente
carece; y e) Porque, en el supuesto de que la Suprema Corte hiciera tal delegación, el Juez
de Distrito carecería de una norma procesal a la cual sujetarse para el ofrecimiento y desahogo
de las pruebas que ante él trataran de rendirse, por no ser aplicables al amparo directo
las disposiciones que regulan el procedimiento ante los jueces de Distrito en materia de
amparo indirecto:' .68
A. Consideraciones preflias
B. En materia penal
quejoso por un término que exceda de cinco años de prisión, es decir, cuando tal
sanción teng« una auración menor.
2. Cuando, cumpliéndose con los extremos a que nos referimos en el párrafo
inmediato anterior, la propia sentencia no haya sido impugnada por alguna persona
. contra quien se haya decretado en ella la pena de muerte o una sanción privativa de
libertad superior a cinco años de prisión, o en el caso de que la propia sanción, para
todas las personas a quien se haya impuesto, sea menor de dicho término.
3. Cüando la sentencia reclamada se hubiese dictado por Tribunales Federales o
Militares respecto de delitos imprudel1ciaJes sancionados con penas menores de cinco
años de prisión.
4. Cuando el acto reclamado consista en una sentencia dictada en los incidentes
de reparación del daño exigible a personas distintas de los inculpados, o en los de
responsabilidad civil pronunciadas por los mismos tribunales que conozcan O hayan
conocido de los procesos respectivos, o por tribunales diversos, en los juicios de res-
ponsabilidad civil, cuando la acción se funde en la comisión del delito de que se
trate, siempre que ._djchos incidentes o juicios se relacionen con los procesos penales
en que el fallo definitivo haya sido pronunciado por autoridades judiciales del orden
común y no condeñe a la pena de muerte ni señale una sanción privativa de la li-
bertad que exceda del término medio aritmético fijado por el artículo 20 de la Cons-
titución para el otorgamiento de la libertad caucional.sw bis
e) Critica
, "64 blll Los casos competenciales reseñados se prevén en el artículo 7 bis, fracción 1, inciso a)
de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación. .
LA COMPETENCIA EN EL JUICIO DE Alo;PAJlO 393
me. De esta manera se evitaría que sobre un mismo delito puedan existir tesis contra-
dictorias u opuestas, ya que en relación con la diferente naturaleza del delito y con la
distinta gravedad de la pena señalada legalmente conocerían la Suprema Corte o los
Tribunales Colegiados de Circuito en amparo directo. _
Además, según el criterio que se contiene en la disposición constitucional comenta- .
da, la competencia de uno o de otro órgano judicial federal está suped!tada al subje-
tivismo de la autoridad judicial responsable, o sea, de la que pronunCIe la sentencia
penal que se combata en vía de amparo directo, pues ~entro de lo~ límites ';'Únimo
y máximo de la sanción penal, bien puede pre-determlna,:" por dicha autorIdad .1a
competencia que corresponde a la Suprema Corte o a los Tribunales Colegiados de Cir-
cuito en el conocimiento del amparo directo respectivo. Esta circunstancia, además de
ser poco seria, se presta a multitud de maniobras para que el amparo directo sea
de la incumbencia de la Corte o del Tribunal Colegiado correspondiente.
C. En maJeria tUiministrativa
a) Competencia tle Jo Stlprema Corte
En dicha materia el juicio de amparo uni-instancial se deberá promover ante la
Suprema Corte por particf/lares contra sentencias definitivas, es decir, no impugnables
por ningún recurso o medio de defensa legal ordinario y que decidan la cuestión
fundamental planteada, dictadas por tribunales federales} administrativos o judiciales.
La disposición constitucional respectiva remite a la legislación ordinaria la demar-
cación de la competencia en amparo directo y en materia administrativa federal entre
la Suprema Corte, por una parte, y los Tribunales Colegiados de Circuito, por la otra.
Ahora bien, la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación en su artículo 25,
fracción lIl, establece que del mencionado tipo procedimental del juicio de garantías
deberá conocer la Suprema Corte, cuando el interés del negocio en que se haya pro-
nunciado la sentencia definitiva exceda de un millón de pesos o. en juicios que siendo
de cuantía indeterminada, se consideren." por dicho Alto Tribunal "de importancia
trascendental para los intereses de la nación cllalqlliera que sea la cuantl» 'de el/os".
Esta "importancia trascendental" debe plantearse en la misma demanda de ",""aro
directo conforme al criterio sustentado por la Segunda Sala de la Suprema Corte, en la
inteligencia de que si dicho planteamiento se formula con posterioridad ante los Tri-
bunales Colegiados de Circuito, la petición respectiva debe ser rechazada,
El anterior criterio se contiene en la ejecutoria cuya parte conducente transcri-
bimos a continuación:
"Tratándose de un amparo directo. la oportunidad procesal para el planteamiento de
esta cuestión la tiene el quejoso, precisamente, al formular la demanda respectiva. Esta
consideración se apoya en el artículo 166, fracción VIII, de la Ley de Amparo según la
cual en la demanda se expresarán: 'Los datos necesarios para precisar la cuantía del nego-
cio, cuando ésta determine la competencia para conocer del juido.' Aunque esta disposición
no contempla la cuestión que se analiza, ante la ausencia de precepto aplicable vá.lidamente
puede concluirse que es en la demanda donde los quejosos deben hacer valer su pretensión
en el sentido de que el asunto es de importancia trascendente para el interés nacional, por-
que si cuando la cuantía del negocio determina la competencia para conocer del juicio, los
quejosos deben precisar en la demanda 105 datos relativos, lógicamente debe. concluirse que
la oportunidad procesal para plantear la importancia trascendente para Jos intereses de la
394 EL JUICO DE AMPARO
nación en el amparo directo, por tratarse de una cuestión que también determina la campe-
teacía del órgano jurisdiccional, la tiene el promovente precisamente al presentar su de-
manda Y. consecuentemente, si no hace uso de tal derecho, preduye éste para todos los
efectos legales. Por las consideraciones precedentes, los tribunales colegiados de Circuito
deben desechar las peticiones de esta índole que se hacen después de presentada la demanda,
por ser notoriamente extemporáneas, sin que tengan la obligación de remitir los autos a
esta Segunda Sala." 40li
c) Critica
En la hipótesis en que la cuantía de un juicio administrativo federal esté clara-
mente definida, la competencia entre la Suprema Corte y los Tribunales Colegiados
de Circuito para conocer del juicio directo que se entable contra la sentencia definitiva
que en él se haya pronunciado, puede fijarse con facilidad. Sin embargo, en la
segunda hipótesis competencial, o sea, cuando dicho juicio sea de cuantía indetermina-
da, la competencia entre ambos tipos de órganos judiciales federales queda sujeta al
criterio de la Suprema Corte. Este criterio se antoja subjetivo, veleidoso e inestable
atendiendo a la vaguedad de la fórmula legal sobre la que, en cada caso concreto,
se sustente. Ni la Constitución ni la Ley Orgánica que hemos invocado contienen
pauta alguna para poder determinar cuándo un juicio administrativo federal entraña
"trascendental importancia para JOI intereses de la nación", por lo que la apreciación
de estos elementos queda sometida a la opinión muy subjetiva y personal de los mi-
nistros de la Suprema Corte.
A mayor abundamiento, el caso competencial a que nos referimos propicia en la
realidad multitud de dilaciones en la substanciación del amparo directo en materia
administrativa federal con mengua de la impartición pronta y expedita de justicia
en ellos, dando lugar a su paralización, muchas veces provocada con fines dolosos. En
efecto, si se ha promovido por un particular demanda de amparo directo contra una
sentencia definitiva dietada en un juicio administrativo federal cuya cuantía sea indeter-
'6:1 Inform6 de 1973, Segunda Sale, págs. 108 Y 109.
395
Aplicando estas ideas al supuesto competencial de que tratamos, resulta que la Su-
prema Corte conocerá del juicio de amparo uni-instancial en el caso de que la sentencia
definitiva se. haya dictado en un juicio administrativo federal de cuantía indefinida y
que, no obstante, sea de "gran entidad", de "gran conveniencia" o de "sumo interés"
(importancia) y que las consecuencias que pudieren derivarse de dicha sentencia o del
amparo mismo sean de "gravedad o importancia" [trascendencia]: Sin embargo, pese
a este esfuerzo intelectivo, subsiste la equivocidad de la locución "trescendental impor-
tancia para los intereses de la Nación", y creemos que solamente mediante la formula-
ción jurisprudencial de hipótesis generales en que concurran los conceptos "importan-
cia" y "trascendencia" se pueden evitar los fenómenos negativos que hemos esbozado.
•es Informe de 1968, págs, 32 Y 34, donde se hace mención de las cinco ejecutorias en que
se sostiene el mencionado criterio, dietadas en materia de revisión fiscal e Iníorme de 1969, pa-
ginas 161 a 164, Primera Parte. Idem, Informe de 197:J, pág. 99, Segunda Sala. Consúlteose, ade-
más, las tesis ;urlsprudenriaJes 412, jl7 Y )18 del Apéndire 1975, Segunda Sala.
396 .EL ]UIaO DE AMPARO
D. En materia civil
En esta materia la Corte conoce del juicio de amparo directo o uni-instancial contra
cualquier sentencia definitiva en juicios federa/es o mercantiles, o del orden común en
los siguientes casos:
.a) En controversias sobre acciones del estado civil.
bJ En controversias que 4ectm al orden y. a la eJtabilidad de la familia, con
excepcián de juióOJ sobre alimentos y juicios de divorcio.
c) En juicios del orden COmún o federal de cuantía determinada, cuando el in·'
terés del negocio exceda de seiscientos mil pesos.4OO bis
Las acciones del estado civil comprenden las cuestiones relativas "al nacimiento,
defunción, matrimonio o nulidad de éste, filiación, reconocimiento, emancipación,
tutela, adopción, divorcio y ausencia", así como las concernientes a la impugnación del
contenido de las constancias del Registro Civil para que se anulen o rectifiquen
(art. 24 del Código de Procedimientos Civiles para el O. F.). Por consiguiente,
contra las sentencias definitivas dictadas dentro de un juicio civil en que la contro-
versia haya versado, sobre cualquiera de las cuestiones apuntadas, procede el amparo
uni-instancial ante la Suprema Corte, exreptnando lar que conciernan al divorcio y a la
obligación alimentaria.
Según acabamos de afirmar, la competencia de este alto tribunal también se surte
en amparo directo y civil. cuando la controversia resuelta por la sentencia definitiva
"afecte el orden y estabilidad de la familia". Este fenómeno de afectación no puede
preverse, o sea, establecerse a priori, puesto que puede realizarse en cualquier juicio
aunque no sea del estado civil. Dada la vaguedad e imprecisión de la fórmula constitu-
cional, la competencia de la Suprema Corte.o de los Tribunales Colegiados de Circuito
en el caso a que nos referimos depende del criterio eminentemente subjetivo con
que se analicen las modalidades de un juicio civil para determinar si la controversia
en él ventilada o la sentencia definitiva que lo haya concluido ante la jurisdicción
ordinaria afectan o no "el orden y la estabilidad de la familia".
-466 bis
Art. 26, fracción III, de la Ley Orgánica del Poder de la Federación.
LA COMPETENCIA EN EL JUICIO DE AMPARO 397
E. En materia laboral
a) Competencia de la Suprema Corte
Según la Ley Orgánica del Poder Judicial Federal, los laudos pronunciados en la
citada materia son impugnables en amparo directo o uni-instancial .antc la Corte, en
los casos siguientes:
1. Cuando se dieten por las Juntas de Conciliación y Arbitraje en las entidades
federativas en conflicto! de carácter colectivo (art. 27, frac. III, inciso a), de la Ley
Orgánica del Poder Judicial de la Federación). Estos conflictos generalmente se origi-
nan por causas de orden económico y versan sobre el establecimiento de lluevas condi-
ciones. de trabajo, sflSpensión temporal o terminación de los contratos de trabajo y
paro!, conceptos que se definen y regulan por la legislación laboral, a cuyo tenor nos
remitimos.
2. Cuando se pronuncien por autoridades federales de conciliación y arbitraje en
conflictos individuales de trabajo en asuntos relativos a: "industria textil, eléctrica,
bulera, azucarera, minera, metalúrgica y siderúrgica, abarcando la explotación de los
minerales básicos, el beneficio y la fundición de los mismos, así como la obtención de
hierro metálico y acero én todas sus formas y ligas y los productos laminados de los mis-
mos, hidrocarburos, petroquímica, ferrocarrilera, instituciones de crédito y organizaciones
auxiliares, empresas que sean administradas en forma directa o descentralizada, por el
Gobierno Federal, empresas de servicios telefónicos y transportación marítima y aérea".
(Frac. I1I, inciso b), del act. 27 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación.)
3. Cuando se dicten por el Tribnnal Federal de Conciliacián y Arbitraje de lo!
Trabajadores a/ Servicio del Estado,
c) Crítica
La regla para demarcar la competencia entre la Suprema Corte y los Tribunales
Colegiados de Circuito en amparo directo o uni-instancíal en materia laboral y por lo
que concierne a los conflicto! individuales de trabajo, se basa en la indole de la auto-
ridad que pronuncia el laudo que se reclame.
- En otras palabras, si esta autoridad es federal, el juicio de garantías deberá pro-
moverse ante la Suprema Corte y si es central o local, ante el Tribunal Colegiado de
Circuito que corresponda. Esta. escisión competencial provoca la posibilidad de que
se sustenten tesis contradictorias por ambos tipos de órganos judiciales federales sobre
..
398 EL JUIOO DE AMPARO
Contra las sentencias constitucionales que dictan los Jueces de Distrito en primera
instancia, en los juicios de amparo que ante ellos deban promoverse reclamando cual-
quier acto de autoridad que no sea un fallo penal, civil o administrativo o un laudo
arbitral definitivos, procede el recurso de revisión (art. 83, frac. IV, de la Ley de
Amparo, en relación can el art. 107, frac. VIII, constitucional). Dichas sentencias,
que se pronuncian en la atldienda de fondo o constitucional, pueden decretar el sobre-
seimiento del amparo por alguna causa de improcedencia del juicio respectivo, negar
o conceder la protección federal, según veremos en su debida oportunidad.
Ahora bien,' el recurso de revisión, cuya interposición y substanciación originan
una segunda instancia en el amparo fallado por un Juez de Distrito, puede ser del
conocimiento de la Suprema Corte o del Tribunal Colegiado de Circuito que corres-
panda, es decir, que el juicio de garantías indirecto o bi-instancial, en alzada, es de
la competencia de cualquiera de dichos órganos judiciales federales en sus respectivos
casos, a los que nos referiremos en seguida.
••
399
466 Respecto de ambos tipos de reglamentos, nos remitimos a las consideraciones que formu-
lamos en nuestras obras "Las GaranJía! InJividUllles" y "Derecho Constitecional Mexi(ano".
469 aro Informe de 1972, págs. 132 Y 133.
••
EL JUICIO DE AMPARO
particular contra actos que únicamente afecten sus derechos agrarios individuales, la
competencia para conocer del recurso de revisión se surte en favor del Tribunal Colegia-
do de Circuito que corresponda. Este último criterio ha sido establecido por la ¡uri;pru-
denei« de la Suprema Corte integrado por las ejecutorias .que aparecen publicadas en las
páginas 25 y 26 del Informe de 1969, Segunda Sala, Primera Parte, así como en la
tesis 28 del Apéndice 197J, Segunda Sala.
e) Si la autoridad responsable en amparo indirecto o bi-instancial sobre materia
administrativa es federal y siempre que la cuantía del asunto exceda de un mil/ón de
PelOJ O que, tratándose de negocios de cuantla indeterminada, revistan, en concepto
de la propia Corte, "importancia trascendental para el interés nacional" (art: 107 cons-
titucional, frac. VIII, inciso e) en relación con el art. 84, frac. 1, inciso e) de la
Ley de Amparo).
Como ya lo indicamos con anterioridad, la locuci6n "importancia trascendental
para el interés nacional", es sumamente vaga, imprecisa y equívoca, pudiendo interpre-
tarse ambiguamente en cada caso concreto. La Segunda Sala de la Suprema Corte
DO ha brindado aún ningún criterio sólido y más o menos uniforme para desen-
trañar el sentido de la misma, contrayéndose solamente a establecer que la facultad
para determinar cuándo existe en cada caso .'importancia trascendental para el
interés nacional"; es privativa de la propia Sala tratándose de juicios de amparo
administrativos en
revisión. Es más, la misma Segunda Sala, sin delimitar la men-
cionada locución, ha contribuido a hacerla más nebulosa, pues afirma que no siempre
que esté de por medio el "interés público" o el "patrimonio nacional", se está en
presencia del "interés superior de la Nación". La diversificación de tales conceptos
dificulta aún más la buena inteligencia de la expresión "importancia trascendental para
el interés nacional", propiciando, a falta de un criterio uniforme y objetivo que tra-
duzca su verdadero sentido, el subjetivismo casuístico, siempre sujeto a las modalidades
circunstanciales del negocio específico de que se trate y a la veleidad caprichosa del
juzgador.n o
i) Otro caso en que se surte la competencia de la Suprema Corte para conocer
del recurso de revisión contra sentencias constitucionales dictadas por los Jueces de
Distrito, es el que estriba en que, en la demanda de amparo pella/ respectioa, sáio
se hayan reclamado los actos por violación del artículo 22 de la Constitucián, a cuyo
texto nos remitimos (arts. 107 constitucional, frac. VIII, inciso i). Y 84, frac. 1,
inciso i), de la Ley de Amparo). Dos son, pues, las condiciones concurrentes para
que, en este caso, conozca del citado recurso la Suprema Corte: que el amparo en que
se dicte el fallo recurrible verse sobre materia pe1lal y que únicamente se hayan hecho
valer por el quejoso violaciones al artículo 22 constitucional,
La procedencia del recurso de revisión ante la Suprema Corte en la hipótesis a que nos
referimos. se antoja impráctica, pues opera muy poco en la realídad . dentro de la estructura
ccmpetencial del Poder Judicial de la Federación en materia de amparo. Efectivamente, las
penas prohibidas por el artículo 22 de la Constitución sólo podrían imponerse en una senten-
cia definitiva dictada en un juicio penal, contra la que, según hemos aseverado, no procede
.'10 la confusión a que nos referimos se desprende del contenido de las ejecutorias 9ue
aparecen publicadas, en su parte conducente, en las páginas 1011 a 109_ Segunda Sala, del íntor-
me 1970 y páginas 75 a-77 y 124 Y 125 del Informe de 1972.
.
,
LA COMPETENQA EN EL JUICIO DE AM'i>j\RQ ...
"'tUL
el amparo indirecto, sino el directo o uni-instancial, bien ante la. Suprema Corte o ante el
Tribunal Colegiado de Grcuito que corresponda. Sólo ea el caso de que tales penas o los
actos vedados por el invocado precepto se impongan o realicen o fuera de juicio o por
autoridades administrativas. procede el amparo ante un Juez de Distrito. cuya sentencia seria
revisable por la Suprema Corte. Ahora bien, tales penas o actos. por su misma naturaleza.
son consumables irreparablemente, de cuya. circunstancia resultaría a la postre la Imprc-
cedencie del juicio de amparo (err. 73. frac. XI, de la Ley de la Materia) a no ser que
oportunamente se hubiese decretado contra ellos y antes de su realización, la suspensión
oficiosa (Idem, art. 123) por el Juez de Distrito. En conclusión, s610 en este caso la
Suprema Corte, a través del conocimiento del recurso de revisión, podría tutelar, en bene-
ficio del agraviado, el artículo 22 de la Ley Suprema, otorgándole la protección federal
contra actos que en sí mismos son inconstitucionales.
a) Fuera de los seis casos que se acaban de señalar, en que se surte la competen-
cia de la Suprema Corte para conocer del recurso de revisión contra sentencias cons-
titucionales pronunciadas por los Jueces de Distrito, incumbe a los Tribunales Cole-
giados de Circuito la decisión irrebatible de dicho medio procesal de impugnación
(art, 107 constitucional, frac. VIII, último párrafo). Por tanto, a diferencia de la
competencia de la Suprema Corte que es expresa y limitativa en el conocimiento
de tal recurso, la de los Tribunales Colegiados de Circuito es reservada y extensiva,
quedando comprendidos dentro' de ella todos los casos distintos de los ya apuntados.
b) Además, a los Tribunales Colegiados de Circuito también concierne la deci-
sión del consabido remeso, cuando en el amparo indirecto o bi-instancial se hayan
reclamado actos de autoridades del Departamenio del Distrito Federal (art. 107 COns-
titucional, frac. VIII, in fine}.4.ll
.71 Tratándose de las autoridades del Departamento del Distrito Federal la Suprema Corte
las había conceptuado como federales, por lo que las sentencias que los Jueces de Distrito pro-
nuncian en los juicios de amparo en que tengan el carácter de responsables, eran impugnables
ante ella. El fundamento que se aduce para apoyar esta consideración, estriba en que el Distrito
Federal no es una entidad con soberanía propia, como contrariamente sucede con los Estados, sin
que pueda auto-determinarse en su régimen interior, estando sometidos su organización y gobierno
a los Poderes de la Unión, que son los que, dentro del ámbito espacial del Distrito Federal,
ejercen el Imperio a través de autoridades que dependen directamente dé ellos (Semanario Judicial
de la Federación, Tomos CXIV, pág. 646; CXIlI, pág. 537; CXV, págs. 290 y 298; ex. pág. 924).
Efectivamente, desde el punto de vista orgánico, las aut~ridades administrativa y legislativa
del Distrito Federal, o sea, el Presidente de la República que eS su"gobernador nato (artículo 73
constitucional, fracción VI. base primera) y el-Congreso de la Unión, que es su legislatura local
(art. 73, constitucional, frac. VI), son federales. atendiendo a la unidad indivisible de ambos ér-
ganoso Sin embargo, desde él punto de vista funcional dichas autoridades y, por tanto, Jos subalternos
del Presidente de la República, comenzando COn el Jefe del Departamento del Distrito Federal. son
locales, ya que su imperio no trasciende de los limites territoriales de la mencionada entidad. En
consecuencia, los actos del Presidente de la República, como gobernador nato del Distrito Federal,
aunque provengan de una autoridad federal orgánicamente considerada, 010 son actos federales de
autoridad, como tampoco tienen tal carácter las leyes que para la citada entidad expida el Congreso
de la Unión. El criterio de la Suprema Corte que reputó como federales a las autoridades del
Distrito Federal. sólo toma en cuenta la naturaleza orgánica de su gobernador y de su organismo
legislativo. prescindiendo de la índole misma de la actividad que ambos desempeñan dentro de
dicha entidad, actividad que no es federal, sino local.
Por 10 que concierne a los Territorios Federa/es, la Corte hizo una distinción artificiosa entre
sus autoridades, considerando como federales al Gobernador y sus subalternos directos, y como
locales a las autoridades municipales de dichos territorios, en virtud de que éstas son de "elección
directa", es decir. que su designación o nombramiento no provienen del Presidente de la República
402 EL ]U100 DE AMPARO
Los factores que determinan la fijación cnmpetencia! entre los Tribunales Cole-
giados de Circuito de la República en ambos tipas de juicios de amparo, son la materia
y el territorio.
A. La materia
a) El criterio material sálo rige tratándoJe de lo! Tribunales Colegiado! de Cir-
cuito COn residencia en la ciudad de México y que están comprendidos dentro de lo
que la Ley Orgánica del Poder Judicial Federal denomina "Primer Circuito de Am-
paro".
Conforme al articulo 72 bis, fracción 1, de dicha Ley existen en la ciudad de
México nueve Tribunales Colegiados de Circuito cuya materia en amparo uni-instancial
y amparo bi-instancial es la penal, la administrativa, civil y laboral.'"
b) Los restantes Tribunales Colegiados de Circuito, es decir, los que residen fuera
de la ciudad de México, tienen competencia indistinta por razón de la materia en los
dos citados tipos de juicios de amparo.'"
B. El territorio
Cada uno de los Tribunales Colegiados de Circuito de la República ejerce juris-
dicci6n dentro de upa cierta circunscripción territorial demarcada por la Ley Orgánica
mencionada y la cual se integra, a su vez, Con las diversas circunscripciones territoriales
de los Jueces de Distrito que se encuentran bajo su subordinación jerárquica.
a) Conforme al territorio, es competente el Tribunal Colegiado de Circuito para
conocer de los amparos directos o uni-instanciales, dentro de cuya circunscripción se
ubique el domicilio de la autoridad que haya dictado la sentencia civil, penal, o admi-
nistrativa o el laudo arbitral definitivos que se impugnen en la vía constitucional
(arts. 107 constitucional, frac. VI, y 45 de la Ley de Amparo).
b) En cuantu al conocimiento del recurso de revisión contra las sentencias de
fondo pronunciadas en los juicio! de amparo indirecto o bi-instanciales, tiene como
petencia el Tribuna! Colegiado a cuyo circuito pertenezca el Juez de Distrito que las
hubiese dictado, según el artículo 72 bis de la Ley Orgánica del Poder Judicia! de
la Federación al que nos remitimos.
o de los Gobernadores. Ahora bien, tal distinción se ha vuelto inopérante di baberse erigido en
EJJadOJ a los dos únicas territorios que queJaban dentro del régimen federal mexicano, o setm,
los de Ba;a California Sur y Quintana Roo, según reiormas constitucionales practicadas. en 1974.
4.12 Dichos Tribunales Colegiados de Circuito son los siguientes: Uno en materia penal,.
Tres en materia aámiflislralit1a,' Tres en materia (lvil,· y Dos "en materia laboral.
0113 Estos tribunales son los siguientes: Los del Segundo Circuito con residencia en Tolu-
ca,. Méx:; los del Tercer Circuito ron residencia en Guadalajara, )a1.; el del CUflTlO Circuito con
residencia en Monterrey, N. L.; el del QU;'ltO Circuito con residencia en Hermosillo, Son.; el
del Sexto Circuito COn residencia en Puebla, Pue.; el del Séptimo Circuito con residencia en Vera·
cruz, Ver.; el del Octavo Circuito con residencia en Torreón, Coah.; el del Noveno Circuito con
residencia en la ciudad de San Luis Potosí; y los del Décimo, Decimoprimero, Decimosegundo y
Decimotercero con residencia respectiva en Villahermosa, Teb.; Morelia, Mich.; Mazatlán, Sin.;
y Oaxaca, Oax.
,
V. QUINTO SUPUESTO COMPEI'ENCIAL Competencia entre el Pleno y ías
Salas de la SIIf'rema Corte en materia de amparo indirecto o bi-imtanciai.
a) El Pleno de la Suprema Corte conoce del recurso de revision contra las sen-
tencias dictadas en la audiencia constitucional por los Jueces de Distrito, en los juicios
de amparo indirectos o bi-instanciales en que el acto reclamado sea una ley "emanada del
Congreso de la Unión, vigente en todo el país o Jólo en el Distrito Federal". Sin em-
bargo, esta competencia es transitoria, pues una. vez que el "Pleno haya establecido
jurisprudencia sobre las cuestiones de constitucionalidad o inconstitucionalidad de una
ley o sobre la improcedencia del amparo respectivo en que ésta se hubiese impug-
nado, a las Salas incumbe el conocimiento de dicho recurso, cuya decisión deberá fun-
darse en la tesis jurisprudencial correspondiente (art. 84, frac. 1, inciso a), de la Ley
de Amparo). .
No obstante la obligación que tienen las Salas de fundar la resolución que dicten
en la jurisprudencia establecida por el Pleno de la Suprema Corte, la disposición
secundaria- invocada las faculta para no aplicar dicha jurisprudencia si estiman "que
en una revisión en trámite hay razones graves" para dejar de sustentarla, dándolas a
conocer al Pleno para que éste resuelva el caso "ratificando o no esa jurisprudencia".
Estamos de acuerdo en que las Salas tengan la facultad para dejar de aplicar la
jurisprudencia establecida por el Pleno en el Caso mencionado, pero tal facultad se debe
ejercitar una vez fallado el recurso de revisión, en cuya resolución ·sí se debe acatar la
tesis jurisprudencial en torno a la cual se haya desarrollado la litis en el amparo
durante la primera instancia y expresado los agravios en dicho recurso.¡ S} antes de
que este recurso se resuelva las Salas consideran "por razones graves" que I no deben
de aplicar la jurisprudencia sostenida por el Pleno mientras éste no la .~tifique, se
producirían, entre otras, dos serias consecuencias negativas para la administración de
la justicia federal, a saben. la inseguridad para las partes en el caso concreto de que
se trate, en el sentido de que la tesis jurisprudencia¡ que hubiesen invocado tenga la
posibilidad de no acatarse y la demora considerable en la decisión definitiva de un
amparo en revisión, pues mientras el Pleno no decida si ratifica, interrwnpe o modifica
dicha tesis, el mencionado recurso no se resolvería.
b) También conoce el Pleno de .la Suprema Corte del recurso de revisión cuando
el amparo indirecto o bi-instancial fallado por el Juez de Distrito se hubiese promovido
en alguno de los casos a que se refieren las fracciones /I y II1 del articulo 103 consti-
tucional, es decir, cuando se. trate de interferencia de competencia entre las autoridades
federales y las de los Estados (art. 84, frac. 1, inciso b), de dicha Ley).
exclusión, las Salas de dicho Tribuoal tienen competencia para decidir el citado recurso
en los supuestos en que los fallos recurridos no se hayan dictado por dichos funcio-
narios en los juicios de amparo en que el acto reclamado haya sido una ley federal o
en que se hubiese versado una cuestión competencial entre la Federación y los Estados.
Así, las Salas de la Suprema Corte conocen del recurso de revisión en los casos siguientes:
a) Cuando en amparo indirecto O bi-instancial se haya impugnado por su inconsti-
tucionalidad una ley de los Estados. En este supuesto, la tesis que alguna Sala susterite
"se hará del conocimiento de las demás, las cuales, antes de resolver en concreto algún
asunto, en caso de sustentar criterio diverso, 10 harán del conocimiento del Pleno para
que éste determine la tesis que debe prevalecer" (Art. 84, frac. 1, inciso a), pfo se-
gundo, de la Ley de Amparo).
'b} Cuando en el amparo fallado en la audiencia constitucional por el Juez de
Distrito, la materia del mismo sea adminiJtrativa y la alltoridad responsable federal,
si se trata 'de asunto! cuya cuantía exceda de un millón de peso! o de asuntos qlle
siendo de (flan tia indeterminada se consideren a juicio de la Sala, de importancia
trascendental para los intereses de la nación. En este caso, la decisión del consabido
recurso incumbe a la Segunda Sala (art. 25, frac. 1, inciso d), de la Ley Orgánica
del Podec Judicial de la Federación).
e) Cuando la sentencia recurrida del Juez de Distrito se haya dictado en un
juicio de amparo en que se hubiese impugnado una ley federal o del Distrito Federal
por su inconstitucionalidad y exista sobre esta cuestión ;lIrisprlldencia definidfl. del Pleno
de la Suprema Corte. En este caso, la resolución de dicho recurso compete a cllalquiera de
las SaJas,· según la materia sobre la que verse la ley reclamada (penal, administrativa,
civil o laboral). (arts. 24, frac. 1, inciso a}; 25, frac. 1, inciso a},' 26, frac. 1, inciso a);
y 27, frac. 1, inciso a), de la Ley Orgánica del P. J. de laF.).
di Cuando el acto reclamado ante el Juez de Distrito haya sido un reglamel1to
federal expedido por el Presidente de la República, de acuerdo Con el artículo 89,
fracción 1, de la Constitución. En esta hipótesis y por razón de la materia sobre la que
verse dicho reglamento, la competencia se establece en favor de cualquiera de las Salas
de la Suprema Corte (arts, 24, frac. 1, inciso b); 25, frac. 1, inciso b); 26, frac. 1,
inciso bY; y 27, frac. 1, inciso b), de la Ley Orgánica del P. J. de la F.).
e) Cuando el amparo fallado por el Juez de Distrito hubiese versado sobre
materia agraria y los actos se hayan reclamado por núcleos ejidales o comunales en
defensa de sus derechos colectivos o afecten a la pequeña propiedad. En este caso del
recurso de revisión conoce la Segunda Sala (art. 25, frac. 1, inciso «), de dicha Ley
Orgánica).
fJ Cuando en la demanda de amparo presentada ante el Juez de Distrito se hayan
reclamado ÚlIicamente violaciones al articulo 22 constitucional, En este supuesto' de la
revisión conoce la Primera Sala {art. 24, frac. 1, inciso e), de la invocada Ley Or-
gánica) ..
·l111 Conforme al articulo 24, fracción IIl. inciso e) de la Ley Orgáni(a del Poder Judicial
de la Federación, la Primera SaJa de la Suprema Corte tiene competencia para conocer de los
juicios de amparo directos o uni-instanciales que se promuevan contra "sentencias dictadas en inti-
dentes de reparadón del ddlio exigible a personas distintas de los inculpados, o en los de respon-
sabilidad civil pronunciadas por los mismos tribunales que conozcan O hayan conocido de los
procesos respectivos, o por tribunales diversos, en los juicios de responsabilidad civil, cuando
la acci6n se funde en la comisión del delito de que se trate, si se satisfacen las condiciones pre-
vistas en los incisos anteriores". Consideramos, compartiendo la opinión del distinguido maestro
de nuestra Facultad, Armando OJloS Luzuriaga, que la disposición lega! transcrita. er infOnJlilu-
riona/ por contrariar las fracciones 111, inciso a) y V del artículo 107 del Código Fundamental de la
República, ya que en los términos de este precepto el amparo directo o uni-instancial sólo procede
contra sentencias definitivas, entendiendo por tales las que resuelven la controversia fundamental
o principal, diciendo el derecho entre las partes, y contra las cuales ya no proceda ningún recurso O
medio de defensa legal ordinario. Las sentencias que se dictan en los incidentes de reparación
del daño a que se refiere el inciso e) de la fracción III del artículo 24 de la Ley Orgánica
señalada, no Jon definitivas, sino imerloculoriaJ, por lo .que la acción constitucional contra ellas
debe substancia.rse en amparo indirecto o bl-Instencial, en puntual acatamiento de los preceptos
constitucionales señalados.
406 EL JUICO DE AMPARO
Tres son los factores que delimitan la competencia entre los diferentes Jueces de
Distrito de la República para conocer del amparo indirecto o bi-instancial, en los diver-
sos casos en que éste procede y que estudiamos con antelación. Dichos factores son:
el territorio, la materia ;urídica sobre la que verle el acto reclamado y la índole especial
de la autoridad responsable.
A. El territorio
Cada Juez de Distrito. tiene asignada una determinada circunscripción territorial
.dentro de la que ejerce su jurisdicción, demarcada en la Ley Orgánica del Poder
Judicial de la Federación (art. 73). Es el artículo 36 de la Ley de Amparo, en relación
con el artículo 107 constitucional, fracción VII, el que establece diferentes reglas de
fijación competencial para los Jueces de Distrito por razón del territorio, y a las que
nos vamos a referir en seguida.
a) La primera de ellas, que es la fundamental, dispone que es· competente para
conocer de un juicio de amparo el JU,ez de Distrito (ten cllya jurisdicci6n se ejecute
o trate de ejecutarse el acto reclamado" (párrafo primero del citado artículo 36).
Conforme a esta prescripción legal, es el lugar donde vaya a ejecutarse el acto recla-
mado lo que fija la competencia del mencionado funcionario. Por tanto, cuando sean
varios los actos reclamados, teniendo unos el carácter de ordenadores o decisorios y
otros el de e;eeutívoI, es Juez de Distrito competente aquel en cuya circunscripción
territorial se ubique el sitio o lugar donde estos últimos se vayan,a realizar, aunque los
,primeros emanen de aJlJoridad cuya residencia no pertenezca a dicha circunscripción:1.76
Un acto de autoridad, si no es absolutamente negativo o totalmente declarativo,
se desenvuelve en dos fases principales, que son, la decisoria u ordenadora y la eje.
cutiv«. En otras palabras, la actuación integral que un órgano del Estado puede
desplegar frente a un particular, comprende actos decisorios u ordenadores y actos eje-
cutivos, pudiendo imputarse ambos a la misma autoridad o a autoridades diferentes.
Ahora bien, una decisión (resolución o acuerdo), para ejecutarse, puede, a su vez,
requerir órdenes específicas de ejecucién, que el inferior jerárquico de la autoridad
decisoria suele librar a la autoridad ejecutora propiamente dicha. Tales órdenes son,
pues, actos preparatorios de los actos ejecutivos, que generalmente revisten una reali-
zación material.
Para determinar la competencia de un Juez de Distrito en el conocimiento de un
juicio de amparo en O1ya demanda se reclamen actos decisorios, actos preparatorios
de la ejecución de éstos y actos ejecutivos, debe atenderse al lugar donde estos
últimos se realicen o traten de realizarse, de tal manera, que la residencia de la
autoridad decisoria, o de aquella a la que se atribuyen los actos preparatorios,' es irrele-
vante para la fijación competencial. Esta consideración ha sido sostenida por la jurÍI-
prudencia de la Suprema Corte, en el sentido de que es el sitio donde los actos
reclamados vayan a ejecutarse majería/mente, lo que establece la competencia de los
4111 Esta idea ha sido sostenida por Ia. ;urilpruden(ia de la Suprema Corte en una tesis que
específicamente se refiere a las órdenes de aprehensión que se impugnen en amparo, pero que puede
aplicarse respecto de cualesquiera otros actos ordenadores o decisorios que sean ejecutables. (Apén·
dice al Tomo CXVIII, Tesis 27. Tesis J3 de la Compila&ión 1917·1965 y 58 del Apéndke 1975,
Primera SfIla.)
LA COMPETENCIA EN EL JUICIO DE A.-MPARO 407
Jueces de Distrito, es decir, que es competente aquel "en cuya jurisdicción vaya a
ejecutarse el acto que, de los reclamados, tenga ejecución material" ."16
b) Si los actos ejecutivos reclamados son susceptibles de realizarse materialmente
en diferentes lugares comprendidos dentro de jurisdicciones territoriales pertenecientes
a diversos Jueces de Distrito, la competencia para conocer del amparo respectivo se
surte en favor del funcionario judicial 'lile hubiere prevenido (art. 36, párrafo segun-
do, de la Ley de Amparo), es decir, de aquel que se haya anticipado en la avocación del
juicio mediante la admisión de la demanda correspondiente. Conforme a esta regla,
para promover el juicio de amparo, el quejoso puede elegir entre los distintos Jueces
de Distrito dentro de cuya jurisdicción se desenvuelve o pueda desenvolverse la eje-
cución íntegra o intermitente de los actos reclamados, tanto en el caso de que éstos
se realicen indistintamente en sitios comprendidos dentro de diversas jurisdicciones
territoriales, como en el de que comiencen a ejecutarse en una y puedan continuar
ejecutándose en otra.
e) Cuando el acto reclamado consista en una resolución que no requiera ejea«
ci6n material, lo que determina la competencia del Juez de Distrito es el lugar donde
resida la autoridad responsable. Esta regla se aplica a los casos en que se trate de
actos netamente declarativos o absolutamente negativos, que no originen ningún acto
ejecutivo, pues en este último supuesto, rigen las dos reglas que hemos mencionado
con antelación (art. 36 de la Ley de Amparo, párrafo 3').
Estimamos que la regla mencionada debe aplicarse aún en el caso de que, a pesar
de que la resolución reclamada sea susceptible de ejecutarse materialmente, el quejoso no
impugne los actos ejecutivos ni señale como responsables el las autoridades que puedan
realizar/os, pues el juzgador de amparo, ni siquiera en ejercicio de la facultad de
suplir la deficiencia de la queja, puede considerar como reclamados actos que con
este carácter no se hayan impugnado, ni reputar como responsables a las autoridades
que no se hubieren incluido en la demanda de garantías.
El anterior criterio ha sido substancialmente variado por la Segunda Sala del citado
Alto Tribunal, en el sentido de que es Juez de Distrito competente por razón del terri-
torio para conocer de un juicio de amparo aquel dentro de cuya jurisdicción se ejecuten,
traten de ejecutarse o se hayan ejeculado, los actos reclamados. Como se ve, el punto
de vista de la Suprema Corte, por lo que atañe a la competencia territorial de los
4.16 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 229. Tesis 67 de la Compilación 1917~196JJ , 66 del
Apéndice 197J. MaJería General! en relación con las ejecutorias publicadas en los Tomos CXV,
pág. 290 Y CXIlI, pág. 537. Quinta Epoca, así como con las tesis publicadas en el Irrforme de
1968, Segunda Sala, págs. 132 y 133.
"11 Semanario Judicial de la Federación, Tomo LXVII, pág. 1544, Gpriano Hemáadez.
,
408 EL JUICIO DE AMPARO
"El que la ejecución se haya o no consumado; no hace variar los motivos que informan
la regla general de competencia establecida en el párrafo primero del artículo 36, de la
citada Ley de Amparo• regla que sólo admite la acepción a que se refiere el párrafo cuarto
del propio dispositivo, de acuerdo con el principio de que las excepciones son de estricta
interptetación y no pueden hacerse extensivas por analogía a situaciones diversas de las expre-
samente previstas; y es obvio que hay diversidad esencial entre 'el acto que no precisa ejecu-
ción material --como en el que no interviene autoridad ejecutora alguna-e, y el que si la
requiere -hipótesis en la que sí se da o se dio esa intervención de la autoridad--. De todo
la expuesto debe concluirse que la regla general de competencia relativa a que el juicio
debe promovetse ante el Juez de Distrito en cuya jurisdicción se ejecute o trate de ejecutarse
d acto reclamado, 6S IIpJjt:th/e tundo el atto esté pendiente de ejetutarse, se esté ejetu*
¡ando o JI! haya ya ejetutitdo,' hipótesis esta última en la que la autoridad ejecutora no deja
de tener participación en el curso del juicio y aun después de concluido, al cumplimenta: la
sentencia de amparo:' 418
,
LA COMPETENCIA EN EL JUICIO DE AMPARO 409
. Est~ c?t~i<:, de fijació~ ~ompetencial sólo rige para los Jueces de Distrito lJue
tienen 1lJrlSdtcC/on en el Distrito Federal y en el Estado de Jalisco. 4 8 2 Los demás Jue-
479 Tesis [urisprudcnciales 233 y 234, visibles ~ el Apéndice al Tomo <:XVIII, Tesis 70 y
71 de la CompIlaCIón 1917-196', ,- 69 J 70 del ApéndIce 1975, MttJeria General.
sao Así 10 ha sostenido la ;lIrhprlldel1cia de la Suprema Corte en la tesis 235 del citado
Apéndice, .que asienta: ':Si la declaratoria de incompetencia es hecha en la audiencia constitucional. y
contra el informe negativo de las autoridades responsables residentes dentro del territorioJ'wisdic-
;iona.l del juez que hizo dicha declaratoria, no se rind~ prueba en contrario por el agravia 0, debe
inferirse- que. dent.co d.e tal rerntcnc no tratan de ejecutarse los actos reclamados porque no se
probó su exrstencra, smo Que probablemente se ejecutaron dentro de la jurisdicción que corres-
ponde al otro juez competidor." Tesis 72 de la Compilación 1917-196' y 71 del Apéndice 1975
Materia General. '
-4S1 Tesis 236 del Apéndice al Tomo qcVIIl. Tesis 73 de la Compilación 1917-196' y 72
del Apéndice 1915, Materia General. '
482 La competencia material entre dichos Jueces de Distrito se distribuye como sigue: Jos
amparos administrativos y laborales, es¡ como aquellos en que se impugne una ley o reglamento
son del conocimiento de cualquiera de los Jueces Administrativos (artículos 42 fracciones JI ni
y IV, de la 'Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación); los amparos' de carácter penal
competen. a cualquiera de los Jueces de Distrito del Distrito Federal en dicha materia (artículo
41.. fracciones III y N); Y Jos amparos de índole civil incumben a cualquiera de los Jueces de
Distrito respectivos (artículo 43. fracción vn.
:~,
410 EL JUICIO DE AMPARO
ces de Distrito tienen competencia para conocer del juicio de amparo indirecto o bi-
instancia! sobre cualquier materia indistintamente (civil, penal, laboral y administrativa,
así como cuando el acto reclamado consiste en una ley o reglamento), de acuerdo con
las reglas que, por razón de territorio, hemos expuesto con antelación (arts. 41, 42,
43 Y 45 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación.
Distrito que hubiere librado éstos o que deba avocarse a! conocimiento del asunto
en relación eón el cual se hubiere desplegado la actuación auxiliar, sino ante el Juez Fe-
deral más próximo a! lugar de residencia de dicha autoridad (art. 43 de la Ley de
Amparo).
"La facultad que el articulo anterior (o sea, el 38) reconoce a los jueces de primera
instancia para suspender provisionalmente el acto reclamado, sólo podrá ejercers6 cllando u
Irdt6 d6 actos que importen- peligro de privarión de la vida} aJaqlle.r a la libertttd personal
fuera de procedimiento judicial} deportación o destierro} o de algunos. de los prohibidos por
el articulo 22 de la ConstittlÑón Federal.u
412 EL JUICO DE AMPARO
"Las resoluciones dietadas por los jueces del orden común, cuando obran en auxilio de la
Justicia Federal, no pueden ser revocadas por los Jueces de Distrito, quienes carecen de facul-
tad legal para hacerlo; por Jo que si se da entrada por un juez del orden común a una
demanda de amparo, y ordena la tramitación del incidente de suspensión, el juez Federal
respectivo s610 podrá resolver sobre la suspensión definitiva."485
Así, el artículo 107 constitucional en su fracción XII, primer párrafo, establece la men-
cionada jurisdicción concurrente, y, por ende, la competencia de las autoridades judiciales
de segunda instancia en general, en. los juicios de amparo seguidos por determinadas viola-
ciones, al disponer que "La violación de las garantías de los artículos 16, 19 y 20 se recla-
mará ante el superior del tribunal que la cometa o ante el Juez de Distrito que corresponda,
48.5 Ap. al Tomo CXVIII del Semanario Judicial de la Federación, Tesis 592. TeJÍJ 203
de la Compilari&n 1917·1.965 'J 215 del Apéndi.e 19n, Ter.era Sala.
LA COMPETENCIA EN EL JUICIO DE AMPARO 4[3
pudiéndose recurrir, en uno y otro caso, las resoluciones que se pronuncien, en 105 términos
prescritos por la fracción VIII."
"Cuando alguna de las partes estime que un Juez: de Distrito está conociendo de un
amparo que es de la competencia de un Tribunal Colegiado de Circuito o de la Suprema Corte
de Justicia, y que aquél no ha declarado su incompetencia, podrá ocurrir, según. el caso. al
Presidente de la misma Suprema Corte o al Presidente de- la Saja correspondiente, o al Presi-
dente de dicho TribunaJ Colegiado, exhibiendo copia certificada de la demanda y de las
constancias que estime pertinentes. Los citados Presidentes, según el caso, pedirán informe al
juez, y con 10 que exponga ordenarán o no la remisión de los autos." (Art. 56 de Ja Ley
de Amparo.)
Las cuestiones de incompetencia que pueden suscitarse entre los distintos órganos
integrantes del Poder Judicial de la Federación, se comprenden en los siguientes
~a) enlre la Suprema Corle r un Tribunal Colegiado-dúica¡iJD.; b) enlre la
Su1Jrema Corle r un Tribunal Colegíddo de CircuijP••f!.or_ulla p'arle. J 1m !uez de Dislri·
lo. por la olra; e) enlre las diversas Salas de la SUÉrema Cf/1r.e;. d) entre los Tribunales
Colegiados de Circuito; y e) enlre los [ueces de Distrito.
a) El primer caso está previsto en el artículo 47, párrafo primero, de dicha Ley,
que establece: f~h! h SVI"'IM¡¡ (Qlfl '1 uA T'I~!I'I (ole~ja&>
"Cuando se promueva ante la Suprema. Corte de Justicia un juicio de amparo de que debe
conocer un Tribunal Colegiado de Circuito o se presente ante éste uno de que deba conocer
aquélla, se declararán incompetentes de plano y remitirán la demanda, con sus anexos, al
Tribunal Colegiado de Circuito, en el primer caso, o a la Suprema Corte de Justicia en el
segundo. El Tribunal Colegiado de Circuito designado por la Suprema Corte de Justicia,
conocerá del juicio sin gRc_Rueda objetarse su competenciaj_ y si ésta resuelve que es competente,
se avocará al conocimiento del negocio; en caso contrario, devolverá el expediente al Tribunal
Colegiado de Circuito. sin que pueda objetarse tampoco la competencia de éste."
a la ley no es competente para conocer de él, lo declarará así y remitirá los autos a la Sala
que. en su concepto. 10 sea. Si ésta considera que tiene facultades para conocer, se avocará al
conocimiento del asunto; en caso contrario, comunicará su resolución a la Sala que se haya
declarado incompetente y remitirá los autos a la Suprema Corte de Justicia, para que el tri-
bunal pleno resuelva lo que estime procedente,"
~80 Nos hemos concretado a transcribir los preceptos señalados, ya que las disposiciones que
contienen, por su misma claridad, no ameritan comentario alguno, el cual, en el fondo, no seria
sino la reiteración de su texto.
LA COMPETENCú\ EN EL JUICIO DE AMPARO 417
" "t.' .:·.:~t ,l. '! . ·f'_.' ¡j. -l" \'*"1· ~'l' i ) :,¡
f:: ~I1: '~~~/:J';~e~,:!;;~¡ ¡~b;e,',1o¡, efecio! ,de~ :lJrgimte~lo ~,~ I~'i~CO~eeleI1Cia¡" '"
," t Si I4 in~omíj~lliia~declaraoficiosamente'::por el Juei de Distrito al p!!:.
ynrar¡e tina demañda de amp'1!º,_eCefé$Cde_tal declaración'cóhsiste en que el' j.!!Lcio
_de..gmn;las' no sdilidnnientras llOrse decida la cuestión coíIipetencial Enes no se
~ so!>re la admisión (le dié!---dernanda ni se substancia el' incidente de susl'-en·
sión: Sin embargo, est.~tim_o fenomeno negativo adolece de una importante salvedad,
~qúe si ,los acto.
--q;¡:e_se-reclaman estrib;ñ' en ata uesa ¡Uibertaclt<ecsonaLfJ¡cra.Jk..
:prOCealtliientó 'jtididal,"deportáción,es letrO o"en alguno 'de los 'prohibidos..:.póL~L
articulo 22 constitucional,Afu~que..sd,-edªre_¡ncompetente al presentarse lademan-
Jlil.....de arnl'...O!Jl~debe"pJ.0<!!.#'-¡qlir.e..:..14 ¡itltenfiónde Iales aClos'sin-lldmitif'.-hla, en-
viándola'al juez que eStime'cóinp'etente. Dicha poie¡lad de próvilión fIIspensiotial rió
-exilie cilando la inrompelencia provfflgá rtilió,,,!' malénae,"riupeclo 'de los [ueces de
Di¡lri!odel pislrilo Federal (artículos 54, párrafo segundo, y 50 de la Ley de Ampªro).
"2. Si la incompetencia surge duranle la Irámilaáól1 'del jui<Ío,de amparo; la decJa,.
r(l<ión mpe(liva no pl{ede h,acerse iinque anle! se lJaya r'idello 'sobre ,la fIIspensión
definitiva (artículo 54, párrafo prunero).' , , . " ... ,' ,," ,.,::-:. \
l. -•.. ,,:" ,.,:' ,_,:.{ ':';.¡fa'-· :~~',"",~, ,.,11"1".
~. ~-'_.~. ',,;, .;,. . ,,,;';r..>; •. /;~ .;;: _ ~ ~. 'r~"h <' : "._ " < •.:.~', .,1.. ~.1'I·'n .- ~!".
:!:-En ,.reJa¡;u'o· «»1: las 1 demás "conse('Uef10ll$ pro~les_ que, se derí.van. de. ,~< deClaraCl6n. de
¡:lJW .• s,~
inCo01petencia, eo: el .ceo. que : trata(JlQs,~:~05 'r~timos_ a .Ia~ d¡spO$iqon~ ront~id.ü er\,_·.di~9
precepto. .. (~,; ..; ; _:,I'~IJ-\~':~ j~' ,;¡,'i
418 EL JUIOO DE AMPARO
XIII. La nulidad .de actuaciones eII· el juicio de amparo por razón de la 1/1-
competencia.
~~~~-~~-----~--'--------~--
Es un princi~general de derecho procesal adoptado por la doctrina el gue enseña
es
.5J.ue'f ' iiiloae pleno derecho lo aCluado /,or un Iribunaf'ñCOíñpelenle" . .J!EE prin-
cipio se acoge en el Cód~Federal de ProcedUñientos Civiles, sU111etorio de liLUY
aeAñípMll,. en su artículo 17~La jurÍJpradencia de la Suprema Corte, a su vez, ha
sostenido que no existen en nuestra legislación "nulidades de pleno derecho", a no ser
que la ley las establezca expresamente, por lo que, fuera de este caso, toda nulidad
debe ser declarada por la autoridad judicial...•
Coordinando, pues, dicha tesis jurisprudencial y la disposición legal consignada
en el artículo 17 del Código Federal de 'Procedimientos Civiles, se concluye que
todo lo actuado en un juicio de amparo ante un órgano judicial incompetente, es
nulo de pleno derecho."""
Sin embargo, esta conclusión no debe ser tomada en cuenta sin distingos ni salve-
dades importantes.
J
1. La nulidad de actuaciones es una sanción procesal que surge, como es obvio,
una vez iniciado el juicio. o sea, durante su tramitación y antes de que en él se dicte
la sentencia definitiva. Por tanto, en el caso de que el órgano de amparo (Juez de
,*88 Así lo ha sostenido la ;lIrisprudenti4 de la Suprema Corte en la tesis 232, visible en el
Apéndice al Tomo cx.VIII del Semanario Judicial de la Federación. Tesis 69 de la Compile-
(Íón 1917-1965 y 68 del Apéndice 197', MaJeria General.
489 Apéndice al Tomo CXVIIl, tesis 716. Tesis 239 de la men(Íol1ada Compilación, y 252
del Apéndice 1975, Tercera Sala.
489 bis No obstante que en la Ley de Amparo no existe ninguna disposición :lue establezca
que es nulo de pleno derecho 10 actuado por un tribunal incompetente, la Segun a Sala de la '
Suprema Corte ha negado la supletoriedad del articulo 17 del Código Federal de Procedimientos
Civiles en Materia de Amparo, negativa que nos parece insostenible (Or. Informe de 1975,
Pág. 88, Segunda Sala).
LA COMPETENOA EN EL ]UIaO DE AMPARO 419
1G
La IiHIPen,tienda (de,1 latín, litis: debate, cO'ntien,ila; pendete: estar pendien"te,por
resolver) significa la existencia ante un mismo juez o ante jueces diferentes delmiJmo
negocio -jutiicial;' Consiguientemente, la litispendencia presupone la identidad de accio-
nes, esto es, la igualdad en todos los elementos de éstas. ' " "
Por elcontrario, la ron~xitiáti no implica la 'mencionada identidad, sino que surge
entre dos juicios díversós, por ser diferentes los elementos de las acciones respectivas.'
Desde luego, esta diversidad no debe ser absoluta, pues entonces dejarla de haber
1[
conexidad, ya que éste, generalmente, sup~nc también la identidad de dos elementos,
a ,saber,: el actQt O sujeto activo, y el de,mandado o sujeto pa,siv,o, o de sus respectivos,
cause-habientes. Por ende, los, elemeotós que pueden variar en las acciones de dos
juícíos conexos son, o bien el objeto, o bien la causa próxima o pelentii, pues la remota,
debe ser siempre la misma. Ahora bien, ¿en qué hipótesis existe la conexidad? ¿Cuán,
do 'surge ésta y, en cons~encia, <;uándo 'es' posible la acumulación de juicios o de
autos?--~" - ,1 -
_. promovido. por el arrendatario.. .ccntra el, inquilino, ~ .podrla declarar terminado el contrato
. de arrendamiento" y ert el se~do. o s~, el. entablado ~r, el arrendatario con~., el -" aI'r~.
l· ~. dador, se "podría obligar a' éste a· cumplir dicho' contrate. Por tal, motivo,' siendo "distjnto:¡,' el
objeto'" la causa pete;rdl, (prói"ima) "en dichos', dos juicios, las "resolacicces "que éli :eIlos
'se dictaran podrían . ser contradirtorias, en vista' de lo tu.íil existeUila 'verdadera cOíleiirh.d
Ij entre ambos, siendo procedente su,_acumuJaci60:"1n , l . , " ) I > ,
;,.'" , -Ó.'. ~ ~,' ,.' ..;>.; ,r. ¡. :.. J'. __ . -~ . . " ¡. ;1'~:
bJ .Hemos expuesto los conceptos,y Iasbipétesis de la litispendencia ~. de la co-
nexidad' como fenómenos procesales.en general, Pues bien,' aplicadas.al.juicio de.ampa-
.ro, en los términos: anteriormente expresados, ¿en qué casos procede Ia acumulación en
éste, como consecuencia. de la conexidad o de la litispendencia?,.. . r:» •
, POrIo que se refiere a la litispendencia en. erilJicio de amparo, la Ley .Reglam"ll-
taría de los artículos 103 y .107 constitucionales no alude a ella expresamente. Sin
embargo, podemos afirmar que, aplicando el concepto, genérico al. juicio de amparo,
la litispendencia.existirá siempre que en dos o más .juicios sean los. mismos los que-
josos, las autoridades responsables y. el mismo acto reclamado, en .una palabra. cuando
exista identidad en las .acciones de amparo, por lo que en estos casos debe. decretarse
la acumulación de los juicios en cuestión a favor del Juez que hubiese prevenido.
El articulo 57 de la Ley de Amparo, en sendas fracciones, al establecer la proce-
dencia de la acumulación, consigoa dos hipótesis de conexidad.
1. En efecto, la fracción 1 dice: "En los juicios de amparo que se encuentran en tramita-
ción ante Jos jueces de Distrito podrá decretarse la acumulación a
instancia. de parte o de
oficio en los casos siguientes: l. Cuando se trate de juicios promovidos por el mhmo que.
ioso, por el mismo aao f'ec1Ji1T1t1do, aunque ~.as violaciones constitucionales Sean distintas,
siendo diversas las auJoridades responsables." .~. •
\ " . " .
Así, por ejemplo. una autoridad administrativa ordena la imposición de una multa a una
persona, quien contra ella pide amparo; otra autoridad, contra la que también se promueve
juicio de garantías, procede al cobro de dicha multa y amenaza al agraviado con hacer uso de
la facultad económico-coactiva. En estos casos, propiamente no existe identidad. de actos recla-
mados, puesto que en uno éste consiste en la imposición. de la multa y en el otro estriba en el
cobro de la misma. Conforme a la interpretación literal de las fracciones primera y segunda
del artículo H, propiamente no procedería la acumulación de los juicios de amparo respectivos.
En tal virtud, el concepto de "identidad de los actos reclamados", empleado en tales disposi-
ciones de la ley de Amparo, debe tomarse como sinónimo "unidad leJeoJógka de Jos mismos",
en un caso concreto, o sea, que tratándose de actos de autoridad intrínsecamente distintos,
persigan, sin embargo, el mismo fin o estén afectos a él, pudiendo ser unos la causa o el
antecedente y los otros el efecto o la consecuencia, como se advierte en el ejemplo anterior.
Esta misma consideración la ha fonnulado la Suprema Corte, al sostener en una ejecutoria
que: " ... Aunque no se trate de iguales actos reclamados, como 10 dispone la disposición
legal transcrita (art. 57, frac. 11, de la Ley de Amparo) si se Irala de actos (uY(l,j materias
son consecuentes una de otra, 10 que determina su intima conexión, procede decretar la
acumulación de los' juicios de amparo relativos, pues tal es el espíritu que anima a la men-
cionada disposición legal... 492
En el primer caso, la cuestión adopta una especie de forma incidental, en los términos
del artículo 59, que dice: "Si en un mismo juzgado se siguen los juicios cuya acumulación
se pide, el juez dispondrá que se haga relación de ellos en una audiencia en la que se oirán
los alegatos que produjeren las partes y se dietará la resolución que proceda, contra Ja cuid
no se admitirá recurso alguno."
C:OO;o se ve, en
primer lugar establece que los' amparos directos o en' revisión
que se tramiten en la Suprema Cort~, o ante los Tribunales Colegiados de Circuito
no son acumulables, y ,por otra parte, consigna la posibilidad de que se acumulen, Para
obviar, esta contradicción notoria, debía eliminarse la primera disposidón, conservando
la más útil y provechosa, como es la concerniente a la procedencia de la acumulación
en los juicios de amparo que se ventilen ante la Suprema Corte o ante dichos Tribunales,
puesto que de esta manera se evitarían fallos contradictorios sobre un mismo asunto
que no sólo representan graves perjuicios para los propios interesados, sino un menoscabo
a la administración de Justicia, que en el fuero federal y, sobre todo, en materia de
amparo, es el fundamento y la base de la estabilidad social y jurídica del país.
Debemos agregar, por otra parte, que mediante las ReformM de 1967 se adicionó
dicho articulo 65 en e! sentido de prever la acurnulabilidad de dos o más juicios de
amparo que 'se encuentren en grado derevi~;ón ante cualquiera de dichos dos tipos
de órganos judiciales federales, cuando en ellos se hubiesen impugnado, por 'su incoas-
titucionalidad, leyes o réglamentós y '''siempre que haya Jimilitlld en los 'agravios expre-
, . • ¡ . , . , ' , I ¡ ¡
LA COMPETENCIA EN EL JUICIO DE AMPARO 425
ssdos contra Jos [allos de 101 Jueces de Distrito", Como se ve, en este caso, para que
proceda la acumulación, se requiere la identidad de los actos redamados, o sea, que se
trate de la misma ley o del mismo reglamento atacados en dos o más juicios de amparo,
y que en los recursos de revisión respectivos se hayan formulado análogas consideracio-
nes de antijuridicidad (agravios) contra las sentencias pronunciadas en primera ins-
tancia por los aludidos Jueces.
\
,
CAPITULO DECIMOSEGUNDO
A. Consideraciones generales
La palabra "términos" denota diversos significados. Lógicamente implica la expre-
sión verbal o escrita de una idea o de un concepto, siendo sinónimo de vocablo. Común-
mente significa fin. conclusión o consumación de algo. Desde luego, la idea de término
procesal tiene una naturaleza esencialmente cronolágica, pudiéndose concebir como el
momento o punto de finalización de un lapso, de un intervalo, de un período.
Sin embargo, judicialmente también se suele representar como equivalente a estas
ideas y no como su instante de consumación. Esta concepción acerca de la palabra
"término procesal" es la que vamos a adoptar para apegarnos a su significación legal
procesal, en atención a la cual ¡ro lica un eríada, fin 1 JO o un in!ervato dentro del
9!!É-J.!....puede y se debe eiercilar una acci6n o un derecho o realizar váli amente cualquier
!!E2-procesal ante una autoridad. Tal es, pues, la acepción de la idea "término procesal"
en general, que, tiene, lógicamente, aplicación al amparo .
.EI término o intervalo procesal, desde el punto de vista de su consumación o fe-
necimiento y de las consecuencias jurídicas que se derivan de éstos, puede ser prorroga-
ble, improrrogable o fatal. Generalmente, la mayor parte de las legislaciones adjetivas
han adoptado el sistema de la improrrogabilidad de los términos, o sea, la imposibi-
lidad de que su duración cronológica se amplíe, pues sólo en contados casos y excep-
ciones, expresamente consignados en la ley, los términos procesales pueden ser sus-
ceptibles de prórroga. Ahora bien, ¿qué diferencia existe entre los términos impro-
rrogables y los fatales? Desde luego, un término fatal necesariamente es y' debe ser
improrrogable, mas la proposición inversa no es correcta, puesto que puede haber tér-
minos improrrogables sin que sean fatales. La distinción entre ambas especies de
428 EL JUICO DE AMPARO
1
E.º-p.uede' anipliarse,'y fatales, porque tranScurrida 'ésta sin haber'deselegado deiitñlde
~a el acto <¡ue se debi~ haber desempeñado, se pierde este d~o automáticamente.
El Carácter de Improrrogabilidad -de -Ios "ténnlnos en 'el juicio de,·amparo- ha 'sido puesto
de manifiesto por-dos ejecutorías de la Suprema Corte,' que respectlvemente dicen: "Conforme
al artículo 21 'de la Ley de .!unpiuW'los términos' para la. substanciación-del juicio de garan-
tías son improrrogables; Poi lo' cual los. Jueces de Distrito no tienen facultad para suspender
el plazo que. para interponer 'la revisión, "conceda la citada ley"y "Los términos que COn·
cede la Ley" de Amparo son improrrogables- y. no 'existe precepto alguno que autorice la
interrupción de Iós mismos." 494 .. , I ~
4.94 Semanario Judicial "de la-Federación. Tomo 'XVIII. pág. 1203. -Idem. '-TOmO XIX.
<
.;~ acuerdo ·co_~ elesp{ri.tlJ. que. Infcrrna el 'artíc:~lo 21 de la ley Regl~~.~;uia del Juicio
de Amparo. el conocimiento del acto reclamado por el quejoso, y que sirve de base para el
cómputo del término queestablece dlcbo.precepto paraIa interposición del juicio de g¡¡'Wtfas,
. debe (On11ar, Probtldo de, modo, ~ir(Jclo, y fJ..0, i!lJerirsf! a. bas~ de p"es.~n~ione1/·
49:J, Apéndice al Tomo cx.VIlI, Tesis 755. Tesis 247 de la Compilaeión 1917-196-' ,
T8/ú 260 del Apn,dice 197', Tercera. StJa., , ' .
,." r. 496. : Ap, al," T9tnO:. QCVIU. Tés"i's 25'; y: que se .reladona cap. la tesis iuriJprudenfiaJ 112, del
mismo Apéñdi~e. TeJiJ' 3, :39 '>: 40" ?A'!1~i~ ~e;¡e"r4, de" 1",. C"om~if"fi~ !~) 7~1~J; r~s.iJ ,3~ '38",
39 del ApéndIce 197-', misma malerld,' Idem, lnlo/me de 19n,-SecmJn "Tr.,lbunaleJ Colegyláos"·,
pág. 91. V 'l",-; ----~ .,') ,-
430 EL JUICIO DE AMPARO
Así, el artículo 3'" de dicho ordenamiento establece que: "Las leyes, reglamentos, circu-
lares o cualesquiera otras disposiciones de observancia general, obligan y surten sus efectos
tres días después de su publicación en el Periódico Oficial. En los lugares distintos del en
} que se pubhque el Periódico Oficial, para que las leyes, reglamentos, etc., se reputen publi-
cados y sean obligatorios, se necesita que además del plazo fijado en el párrafo anterior,
transcurra un día más por cada cuarenta kilómetros de distancia o fracción que exceda de la
mitad." Por su parte, el artículo 4'" del Código Civil dispone: "Si la ley, reglamento, circular
o disposición de observancia general, fija el día en que debe comenzar a regir, obliga desde
ese día, con tal de que su publicación haya sido anterior."
497 Este propio momento para comenzar a contar el término de treinta días, ha sido confir-
mado por la jurisprudencia de la Suprema Corte (Apéndice al Tomo XCVII, Tesis 100. Tesis
3 de /4 C011!.piladóT¡ 1917-1965 y Tesis 72 del Apéndi(e 179', Pleno).
498 Or. Capítulo V.
ALGUNAS FIGURAS PROCESALES EN EL JUICO DE AMPARO 431
denamiento que consigna las reglas respectivas, sin cuya observancia puede decirse que
aquélla no empieza a regir. 4 99
Debe advertirse, sin embargo, que el ordenamiento sustantivo civil sólo es aplicable
tratándose de los casos en que debe considerarse cuándo una ley no [isca! federal entra
en vigor, pues tratándose de disposiciones fiscales federales (leyes y reglamentos) la
regla respectiva la señala el artículo 7' del Código Fiscal de la Federación, estable-
ciendo que dichas disposiciones comienzan a regir en toda la República, salvo lo que
cada una de ellas prevea, el decimoquinto día siguiente al de su publicación en el
"Diario Oficial".
Y-yes_he.lelO.:f!p"licali'éas. Tratándose de esta clase de leyes, cuyo estudio ya hemos
batidas en los quince días siguientes al del primer acto de aplicación en perjuicio de la
quejosa." lSOl.
Sin embargo, cuando contra el primer acto de aplicación de una ley proceda algún
recurso o medio de defensa legal, el afectado puede interponerlo o promover, a su elec-
ción, la acción de amparo impugnando la ley aplicada. Si opta por entablar .dicho
recurso o medio de defensa legal, la impugnación de la expresada ley puede formularla
a través de la resolución que se dicte en los mencionados medios impugnativos ordi-
narios. Asi lo establecen las Reformas de 1967 introducidas a la fracción XII del ar-
ticulo 73 de la Ley de Amparo.
Determinado tipo de actos de autoridad. Por razón también de la naturaleza del
acto o de los .actos reclamados, la fracción 11 del artículo 22 de la Ley Reglamentaria
de los artículos 103 y 107 constitucionales vigente, establece una segunda excepción a la
norma general consagrada en el articulo 21.
Dice al respecto la citada fracción: "Se exceptúan de lo dispuesto "en el artículo anterior
(es decir, en este último) los actos que importen peligro de privación de la vida, ataques a la
libertad personal, deportación, destierro, o cualquiera de los actos prohibidos por el artículo 22
de la Constitución, o la incorporación forzosa al servicio del ejército o armada nacionales.
En estos casos, la demanda de amparo puede interponerse en cualquier tiempo."
499 A diferencia de lo que ocurre en lo que toca al momento en que debe comenzar a con-
tarse el término de treinta días para la interposición del amparo contra una ley auto-aplicativa,
esto es, desde que entra en vigor previa su publicación en el Diario Oficial o en las gacetas de
los gobiernos locales. según el caso, la jurisprudencia de la Suprema Corte ha establecido que di-
chos órganos de publicidad no son idóneos para notificar resoluciones administrativas que no sean
de carácter general (Apéndice al Tomo CXVIn, Tesis 363. Tesis 67 de la Compilación 1917-
196'1 Y tesis 374 del Apéndice 1975. Segunda Sala).
500 Véase Capítulo Quinto, apartado IV.
501 Tesis 3 de la Compilación 1917-196' y tesis 72 del Apéndice 1975 1 Pleno. Idem, Infor-
me de 1972. Pág. 361. "Presidencia".
., EL JUICIO DE ~P.ARO,
tendrán por ausentes. para los efectos de este artículo, Jos que tengan mandatarios que los
representen en el lugar del juicio; los que hubiesen señalado casa para oír notificaciones
en él, o en cualquier forma se hubiesen manifestado sabedores. del procedimiento que haya
motivado el acto reclamado."
b) S1I inlerr1lmpibilidad
Existen diversas reglas iurisPrudenciales respecto de algunos casos generales en que
se debe considerar como interrum ido o no el término E.!!Lpromover la acción ....de
_am"paro, por virtud ae
determinados a s que cea ICeo los g,uejosos preVIamente.:. la
interposición deésta .
..En efecto, la Suprema Corte ha sostenido que cuando la demanda de amparo se presente
por un erco..!.z. dentroael plazo legal. ante la Suprema Corte, correspondiendo su tramitación a
un Juez de Distrito, "aun cuando en la fecha en ~ue éste se avoque al conocimiento del
iüicio'l por virtud de la declaración de incompetencIade:ta Corte, haya transrurcidQ el plazo
ara • inte osición del amparo, computado aesdDatecha de ejecución del neto que se
reclama" la acción ca e' extem oránea. 5 07
Consignando una tesis liberal en favor del agraviado, la Suprema Corte, por otra parte,
ha sostenido que: "Cuando hubiere duda respecto de si ha transcurrido o no el plazo para la
interposición del amparo, debe admitirse y tramitarse la demanda respectiva:' 508
Por último, la propia Suprema Corte ha sostenido una interesante tesis itlriSPru-
dencial a propósito de la cuestión consistente en si la reconsideración administrativa
interrumpe o no el plazo para promover el juicio de amparo, expresándose a! efecto
que cuando dicho medio de impugnación de los actos- de .Ias autoridades administra-
tivas no está expresamente establecido por la ley, no puede tener por efecto dicha
interrupción; pero que cuando dicha reconsideración "es interpuesta dentro de los
quince dias signientes a la notificación del acuerdo y es admitida y substanciada, debe
conceptuarse que el término para interponer el amparo, ha de contarse desde la fecha
de la notificación de la resolución que recaiga a tal reconsideracián, pues hasta en-
tonces tiene el acto el carácter de definitivo para los efectos de la fracción IX del
articulo 107 de la Constitución Federa!, toda vez que hubo posibilidad de revocarlo
o reformarlo" .511
c) Sil integración
~
Días y Horas Hábíles. Dentro de la duración cronológica del término para la
interposlClon de la demanda de amparo, bien sea la general consignada en el artículo
21 o la especial establecida en el articulo 22, fracciones I y II (pues, como ya diji-
mos, la fracción II propiamente implica la exclusión del término) y la relativa a los
demás plazos legales en el juicio de amparo, existen días o momentos (horas) que se
excluyen del cómputo respectivo. Por tal motivo, dichos días o momentos (horas)
se reputan inhábiles, puesto que en ellos no puede tener lugar ninguna actuación.
Además, los días inhábiles tienen por efecto suspender los términos que hayan
comenzado a transcurrir con anterioridad y evitar que éstos comiencen a contarse, en
sus respectivos casos, lo cual es de explorada técnica procesal.
El articulo 23 de la Ley de Am aro señala cuáles dias son inhábiles, ex resando
al-efecto como tales los domin~l.-Y el rimero de enero, e cinco e e rero, el ri-
mero y cinco de mayo, el catorce y diCO'S'éis de se tiembre, el doce de octu re e veinte
~Qvif.!!1bre. Por lo que toca a -la inJii ¡¡¡dad e las horas ara la romoción; su -
tanciación y resolución de los JUICIOS de am~.Q~SY-Regl~JnegtaJi.<l de os articulos
~103 y l07_~~o~es no con~i.~~~__ ~i_sP9~~.~ ~_~_~p~t.!...cu~~'~·P2r
lo que, aplicando su letorlamente a nuestra materia el artírulo 281 del actual Cooigo
-Pederal de Procedimientos Civiles, se reputan oras hábiles as comprendí as entre--
las ocho y las alecínuev~.
Por todo lo anterior se deduce que los días inhábiles se excluyen de los términos
en el juicio de amparo. Sin embargo, el propio artículo 23, en su segundo párrafo,
consigna' una importante salvedad a esta disposición, atendiendo a la naturaleza de
los actos reclamados e imponiendo algunas obligaciones a las oficinas de correos y
telégrafos, como es de verse de su texto que dice:
~
"Puede promoverse en cualquier día y a cualquier hora dcl día o de la noche, si se trata
de actos que importen peligro de privación de la vida, ataques a la libertad personal, deporta-
ción, destierro o algunos de los actos prohibidos por el artículo 22 de la Constitución Federal,
así como la incorporación forzosa al ejército o armada nacionales, y cualquiera hora del día o
511 Apéndice al Tomo CXVnI, Tesis 880. Tesis 222 de la Compilación 1917-1965, y. te.is
507 del Apéndice 197J, Segunda Sala. Observación: La fracción IX del primitivo artículo 107
constitucional corresponde a la fraéci6n VII del vigente.
436 EL JUIOO DE AMPARO'
de la noche será hábil para tramitar el incidente de suspensión en estos casos, hasta resolver
sobre la suspensión-definitiva del acto reclamado y-dictar las providencias urgentes para cumplir
la resolución en que se haya concedido. Para los efectos de esta disposición, Jos jefes y encar-
gados de las oficinas de correos y telégrafos estarán obligados a recibir y transmitir, sin costo
alguno para los interesados ni para el Gobierno los mensajes en que se demande amparo
por alguno de los actos enunciados, as! como los mensajes y oficios que expidan las auto-
ridades que conozcan de la suspensión, aun fuera de las horas del despacho y aun cuando
existan disposiciones en contrario de las autoridades administrativas. La infracción de 10
prevenido en este párrafo, se castigará con arreglo al artículo 178 del Código Penal."
Por 10 que concierne a las horas hábiles en los términos pre-judiciales debe hacerse
una importante distinción, a- saber: tratándose de la práctica de actuaciones [udiciales,
las horas hábiles son aquéllas a las que se refiere, según 10 dijimos, e! actículo 281 de!
Código Federal de Procedimientos Civiles, supletoriamente aplicados; y por lo que con-
cierne a la presentación de la demanda de amparo, las horas hábiles son las compren-
didas dentro de un día natural. Por tanto, en este segundo caso la citada demanda
612 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 116. Tesis 41 de la Compilación 19Í7-1965, y 40 del
Apéndi(e 1975, Materia Genera/. Por otro lado, la misma Suprema Corte ha establecido que los
días .ea que se suspendan las labores en los Juzgados de Distrito, deben descontarse del término
para interponer la demanda de amparo, "puesto que tratándose de una suspensión de labores por
causas imprevistas, no es exacto que siempre se dejen guardias en la Oficialía de Partes para recibir
los escritos respectivos, por 10 que para estimar comprendidos dichos días dentro del cómputo, es
preciso demostrar la existencia de guardias durante dicha suspensión de labores". (Tomo XII.
pág. 9. Pleno, Sexta Epoca. Tomo N, pág. 34, Segunda Sala, Sexta Epoca. Tomo LIV. pág. 23,
Pleno, Sexta Bpoca.l
518 Así.lo sostenía la jurisprudencia de la Suprema Corte en la tesis W 106. visible en el
ya, mencionado Apéndice. Sin embargo. esta JesÍI ha sido modificada, en el sentido de que los
días en que DO labore la autoridad responsable deben excluirse del término para la iríterposi-
ción del amparo {Tesis ;uriIprudenciaJ 45 de la CDmpi/acíón 1917-1965 y 49 del Apéndice 1975,
THcH4 SaJa.). Esta tesis sólo es aplicable tratándose de los términos pre-judiciales para deducir
la acción directa de garanl1aI, o sea, para promover el jukio de amparo uni-instandaJ, sin que
rija los casos en que se trate del amparo indirecto o bi-instaccial, conclusión que se deduce del
texto de la invocada tesis, el cual nos remitimos.
ALGUNAS FIGURAS PROCESALES. EN EL JUICIO DE AMPARO 43 7
>puede presentarse ante el funcionario autorizado para recibirla en cualquier hora, aun
cuando las oficinas del tribunal de amparo se encuentien cerradas.
Así lo ha sostenido la Suprema Corte en la' ejecutoria que asienta: "El artículo 24 de la
Ley de Amparo establece en su fracción 11 que los términos se contarán por días naturales.
es decir. que concluyen a. las veinticuatro horas, de suerte que después de cerrado el tribunal
o juzgado, porque terminaron las horas de labor ordinaria, el interesado tiene en su favor
todavía y para presentar su demanda, las horas restantes hasta las veinticuatro horas, y sólo
puede .presentarla . en el domicilio del funcionario autorizado para recibirla.51 "
_~gún hemos afirmado, los términos judiciales son aquellos de que dis~o.en las
.eartes dentro de un juicio de arI!Paro, o sea, durante la substanciación de este, panr
realizar algún aclo procesal de variada índole. Estos términos se prevén y reguIañ
por los artículos 24, 25 Y 26 de la Ley de Amparo, a cuyo texto nos remitimos,
Iin q"e IJII diIPOIi<iOl1eI lean ~licab¡eI_~)'2L!!!rninJlI_I'.re¡tlJi<iaJeI de qlle ya tra-
tamos.
En cuanto al c6mpllto de los términos judiciales rige igualmente el artículo 23 de
la Ley de Amparo, en lo conducente, y que brevemente hemos comentado con antela-
ción. Por tanto, <fe la integración de dichos términos están excluidos los dos inhábiles
que el citado precepto señala, así como los hábiles "en que se hubieren suspendido por
causas imprevistas las labores en el Juzgado O Tribunal en que deban hacerse las pre-
mociones", salvo que éstas se refieran al incidente de suspensión (art. 26).
La notificación es un acto por virtud del cual una autoridad ¡><>ne en conocimiento
de las p.artes cuaIqüier acuerdo recaMo en el negocio que ante eila se ventila:- La
notificación, por tanto, no es un aclo desarrollado pqr las partes, sino que emana dci
~o estatal encargado de conocer de determinado asunto.
En materia de amparo, el ordenamiento respectivo establece dos sistemas de prác-
·tica de las notificaciones a las partes, en atención a la dualidad de juicios de que se
trate, a saber: indirectos y directos; Consiguientemente, nos referiremos separadamente
a esos dos sistemas, relacionándolos con las distintas normas que rigen la práctica de
las notificaciones respecto de cada una de las partes en el juicio de amparo.
"No obstante 10 dispuesto en los artículos anteriores. la autoridad que conozca del JutCIO
de amparo. del incidente de suspensión o de los recursos correspondientes. podrá ordenar que se
haga personalmente determinada notificación a cualquiera de las partes, cuando lo estime con-
veniente...
Sin embargo, la facultad que la disposición legal transcrita otorga a los Jueces de
Distrito, en el sentido de ordenar la notificación personal de cualquier actuación
a alguna de las partes, ha sido restringida por la jurisprudencia de la Suprema Corte
de Justicia, al establecer casos específicos en que Se deben notificar personalmente los
proveídos dictados en un juicio de amparo. '
515 Apéndice al Tomo CX:VllI, Tesis 149. Tesis 4.5 de /a Compiladón 1917·196;, y 44 del
Apéndi(e 197.5, Materia General.
516 Idem, Tesis 1001. Tesis 178 de la misma Compilación, y 17.5 del Apéndice 197.5, Ma-
teria General.
0;11 Idem, Tesis 913. Tesis 161 de la Compiladón 1917-1965, y 159 del Apéndúe 1975, Ma-
. leria Genera/.
0;18 Informe de 1971, pág. 93.
ALGUNAS FIGURAS PROCESALES EN EL JUICIO DE AMPARO 439
Sea que el juez o la autoridad que conozca del juicio de amparo hayan acordado
la notificación personal al quejoso de determinado acto potestativamente oen acata-
miento de las tesis jurisprudenciales invocadas, o sea qUfi' ésta deba hacerse en esa
forma en el caso previsto por la fracción JI del artículo 28, la práctica de la diligencia
respectiva debe hacerse de acuerdo con las reglas que al efecto consignan las disposi-
ciones contenidas en las diversas fracciones del artículo 30, que no ameritan comenta-
rio alguno, por 10 que nos remitimos a ellas. .
Cuando el juzgador' en el amparo no provea que una notificación debe hacerse
personalmente al quejoso o no se trate de la hipótesis de notificación personal obli-
gatoria,..a que alude la fracción antes dicha, las notificaciones al quejoso se verifican
en los términos señalados por el artículo 28 en su fracción IJI, que dice:
"A los agraviados no privados de la libertad personal, a los 'terceros perjudicados, a los
apoderados, procuradores, defensores, representantes, personas autorizadas para oir notificaciones
y al Ministerio Público, las notificaciones en los juicios de amparo. de la competencia de los
juzgados de Distrito, se harán por medio de lista que se fijará en lugar visible y de fácil acceso,
del Juzgado. La lista se fijará a primera hora de despacho del día siguiente al de la fecha de
la resolución. Si alguna de las partes mencionadas no se presenta a oir notificación personal
hasta las catorce horas del mismo día. se tendrá por hecha, poniendo el actuario la razón corres-
pondiente. En la lista a que se refiere el párrafo anterior, se expresará el número del juicio o
del incidente de suspensión de que se trate; el nombre del quejoso y de la autoridad o autori-
dades responsables y síntesis de la resolución que se notifique,"
Como se ve, tratándose de la autoridad res nsable, las notificaciones en los juicios
440 EL JUICIO DE AMPARO
Por último, el artículo 33 de la Ley de Amparo consigna la obligación para las autorida-
des responsables de recibir el ofido que contenga la notificación, estableciendo al respecto que
éstas "estarán obligadas a recibir los oficios que se les dirijan. en materia de amparo, ya sea. en
sus respectivas oficinas, en su domicilio o en el lugar en que se encuentren. La notificaci6n
surtirá todos sus efectos legales, desde que se entregue el oficio respectivo, "ya sea a la propia
autoridad responsable o al encargado de recibir la correspondencia en su oficina; y si se negaren
a recibir dichos oficios. se tendrá por hecha la notificaci6n y serán responsables de la falta de
cumplimiento de la resolución que contenga. El actuario respectivo hará constar en autos el nom-
bre de la autoridad o empleado con quien Se entienda la diligencia Y. en Su caso. si se niega a
firmarlo o a recibir el oficio".
La necesidad ineludible de
de am aro eba practlcarse en orma
del rec voca a transen el n
tercero e a e Amparo, copia
de la deman a or con ucto e
ue uivale a un ver a e
Ahora bien, este acto, que es de capital importancia, pues consiste en dar a conocer
a! tercero perjudicado la demanda de amparo a efecto de que tenga oportunidad de
intervenir en el juicio constitucional respectivo, debe siempre practicarse en forma
personal. Si la mencionada notificación no se practica de esta manera, se vicia el pro-
cedimiento, lo que amerita su reposición para el efecto de que se oiga a la citada
parte en el juicio de amparo, habiéndolo sostenido as! la jurisprudencia de la Suprema
Corte. 1I20
Por otro lado, el propio Alto Tribunal había delineado el procedimiento que se debe
observar para notificar el auto .admisorio de la demanda de amparo a! tercero perjudi-
cado,"" cllando se ignore Sil domicilio, en el sentido de procederse en los términos del
artículo 315 del Código Federa! de Procedimientos Civiles, o sea, mediante la publica-
1119 Informe correspondiente al año de 1944, pág. 69, Tercera Sala, e Informe correspondiente
al afio de 1947, pág. 148, Segunda Sala.
520 Tesis 221 de la Compilaáón 1917-196'J y tesis 219 del Apéndire 1975, Maleria General.
621 Informe de 1944, pág. 68, Tercera Sala. \
ALGUNAS FIGURAS PROCESALES EN EL JUJCIO DE AMpARO 44\
ción del edicto de notificación respectivo, en las condiciones previstas por dicho pre-
cepto. a cuyo tenor nos remitimos. Sin embargo. este criterio ha sido substancialmente
modificado por la misma Suprema Cort~ en el sentido de que, en la hipótesis a que nos
referimos, no debe aplicarse supletoriamente a la Ley de Amparo el invocado Código
Procesal FederaV~:n bis
. Igualmente, en los casos establecidos' por la jurisprudencia de la Suprema Corte,
conforme a los cuales las notificaciones en un juicio de amparo deben ser personales,
las hipótesis respectivas rigen para los terceros perjudicados, observándose en cuanto
a su práctica, las reglas contenidas en el artículo 30, cuyas disposiciones damos por
reproducidas. .
d) Al Mhiisterio Público Pederal. Podemos afirmar que por lo que concierne
a las notificaciones dirigidas al Ministerio Pñblico Federal en los juicios de amparo
indirecto, ri en las' mismas re las establecidas en ruant a las s¡ue se hacen al tercero
.lW'ludica ,segun claramente lo disponen la fracción III del artículo 28 y el articiílo
30, estimando asimismo, que a la mencionada parte puede hacerse extensiva la consi-
deración que emitimos en párrafos que anteceden, basada en la aplicación supletoria
del -articulo 309 del Código Federal de Procedimientos Civiles.
/11
1521 bis
. 't....
442 EL ]UIOO DE AMPARO
,', '
ALGUNAS FIGURAS PROCESALES EN EL JUIOO DE AMPARO 443
Es ~l artículo 34 del citado ordenamiento el que establece cuándo surten sus efectos
las notificaciones en general en materia de amparo, consignando en qué' momento
debe tenerse por conocido por las partes el acto procesal materia de la notificación
J
"'per~cjj"cl!.dapodrán pe Ir a nulidad a Que se refiere este artículo. antes de dictarse sentencia
definitiva en el expediente ue haya motivado la notificaci6n ro a nulidad se pide, y Que se
reponga el proce<hmlento es e e punto en Que se incurrió en la nulidad." "
Como se ve, este incidente de nulidad de actuaciones' judiciales tiene lugar en dos
hipótesis, -aun cuando la disposición transcrita sólo se refiere a una:" cuando no existe
notificación y cuando, existiendo ésta, se haya practicado en contravención a las normas
que la rigen (v. gr., cuando habiendo tercero perjudicado en un juicio de 'amparo no
se le haya notificado O cuando una notificacin que según la ley deba ser personal se
haya practicado por lista, etc.). Desde luego, la acciÓn de nulidad que procede en los
casos señalados tiene un término consistente en tiC debe entablarse antes de /le s '
ntena e tmttva. Ahora bien, se puede presentar respecto un pro ema de carácter
jurídico procesal: ¿aÍándo existe ya una sentencia definitiva, c6mo puede el interesado
combatir la ilegalidad de las notificaciones que en su perjuicio 'se llevaron a cabo durante
la secuela del procedimiento? Creemos que, por prohibición expresa de la ley, y por
razones de carácter jurídico procesal, principalmente la que atañe al principio de que
ningún juez puede revocar sus propias sentencias, el interesado no puede pedir la nuli-
dad. Sin embargo, no por ello se queda sin defensa, pues las violaciones a las normas
que rigen la práctica de las notificaciones las puede reclamar, a título de agravios, al
interponer el recurso procedente contra la sentencia definitiva. La ocasión procesal, por
ende, en que se entable la defensa contra las notificaciones ilegalmente hechas cambia
completamente la naturaleza del medio jurídico en que se ejercita, pues cuando se pro-
mueve antes que se dicte sentencia definitiva, se trata de una acción de nulidad de lo
actuado, y cuando se esgrime con posterioridad a dicho acto, de un recurso.
523 Conforme al artículo 33 de la Ley de Amparo, las notificaciones a las autoridades respon-
sables surten todos sus efectos legales "desde que se entregue el oficio respectivo, ya" sea a la
.propia autoridad responsable o al encargado de recibir la correspondencia en su oficina".
444 EL JUICIO DE AMPMO
¿En qué casos un litigante, una parte o una persona que tenga intervención en un
juicio se ostenta sabedora del acuerdo, asunto o proveído judicial objeto de la notifi-
- cación ilegal? Creemos que judicialmente se manifiesta tal, cuando ejercita algún acto
procesal con posterioridad a la diligencia ilegítima, de tal manera que, realizando
dicho acto, se convalida la notificación ilegal, siempre qoe dicho aeto revele el cono-
cimiento de la actuación materia de ésta.
Incidente es
toda cuestión contenciosa que sucge dentro de un juicio y que tiene
con éste estrecha relación. Al tratar el presente terna desdé el punto de vista del
juicio de amparo, vamos a excluir de él el examen sobre el "incidente de suspensión",
52:1 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 707. Tesis 130 d~ la CompilaátSn 1917-196', y
tesis 129 del Apéndice 1975, M4Ieria General.
446 EL JUICIO DE AMPARO
pues dada la importancia y trascendencia que éste tiene, le dedicamos un estudio es-
pecial. En la presente ocasión, nuestra exposición sólo va a versar sobre los incidentes
innominados que pueden surgir en el juicio de amparo, excluyendo de este concepto
el concerniente a la nulidad de actuaciones por falta o ilegalidad en las notificaciones,
que ya tratamos con antelación. .
Desde luego, el articulo 35 de la Ley de Amparo declara. que "en Id. juicios de
amparo no se substanciarán más artículos de especial pronunciamiento que los expresa-
mente establecidos por esta Ley". Ahora bien, solamente dos cuestiones incidentales
dentro del juicio de amparo son las que constituyen un artículc xle previo y especial
pronunciamiento: la relativa a la nulidad de que hemos hablado y la que concierne
a la competencia o incompetencia jurisdiccional, según lo ha considerado la Suprema
Corte en una ejecutoría que en su parte conducente asienta: "En los juicios de amparo
no deben substanciarse más artículos de previo y especial pronunciamiento, que los
relativos a la competencia del Juez y a la nulidad de actuaciones." sae
Sin embargo, en nuestra opinión existe otro incidente dentro del proceso de am-
paro que es de previo y especial pronunciamiento, o sea, el relativo a la acumulación
de juicio de garantías, fenómeno éste que se prevé en el articulo 57 de la Ley y que se
regula procedimentalmente conforme a sus artículos 58 a 64 que en olta ocasión
analizamos.
. Consiguientemente, fuera de esas tres cuestiones, en el juicio de amparo no existen
otras que formen O deban formar articulo de previo y especial pronunciamiento.
Al establecer el mencionado precepto que sólo se reputarán tales las cuestiones que
así lo considere la Ley de Amparo, es evidente que se excluye la supletoriedad del Có-
digo Federal de Procedimientos Civiles en este caso, por lo qu~ no podemos aplicar a la
materia de amparo las disposiciones de este ordenamiento que contengan otros artículos
de previo y especial pronunciamiento diversos de los aludidos.
El propio articulo 35 de la Ley de Amparo contiene una segunda norma relativa
a la manera de substanciación de los incidentes que surjan en el juicio constitucional.
Así, dicho precepto dice en su segundo párrafo: "Los demás incidentes que surjan, si
por su naturaleza.' fueren de previo y especial pronunciamiento, se decidirán de plano y sin
forma de substanciación. Fuera de estos casos, se fallarán juntamente con el amparo en la sen-
tencia definitiva, salvo 10 que dispone esta Ley sobre el incidente de suspensión."
5~(1 Semanario Judicial de la Federación. Tomo XX, pág. 239. Quinta Epoca.
ALGUNAS FIGURAS PROCESALES EN EL ]UIaO DE AMPARO 447
El artículo 66, en su primer párrafo, establece que: "No son recusables los Ministros de
la Suprema Corte de Justicia, los Magistrados de los Tribunales Colegiados de Circuito, los
Jueces de Distrito, ni las autoridades del orden común que conozcan de los juicios de amparo
conforme nl artículo 37"; por su parte, el artículo 70, dispone que: "El impedimento podrá ser
alegado por cualquiera de las partes ante la Suprema Corte de Justicia, si se tratare de algún
Ministro de la misma; o ante el Tribunal Colegiado de Circuito, cuando se refiera a un Ma-
gisrrado: y ante el Juez de Distrito o la autoridad que conozca del juicio a quienes se considere
impedidos.' En el primer caso, se pedirá informe al Ministro aludido, quien deberá rendirlo
dentro de las veinticuatro horas siguientes; en el segundo, el Tribunal remitirá a la Suprema
Corte de Justicia, dentro de igual término, el escrito del promovente y el informe respecti-
vo; y en el tercero, el Juez de Distrito o la autoridad mencionada enviarán al Tribunal Co-
legiado de Circuito de su jurisdicción, también dentro de las veinticuatro horas, los citados
escritos y su informe."
Como se ve, en la primera disposición, la Ley Orgánica de los artículos 103 y 107
constitucionales determina que no existe la recusación en materia de amparo y la se-
gunda consigna en favor de las partes la posibilidad de hacer valer cualquier causa
de impedimento, lo cual no es otra cosa, evidentemente, que la recusación. Si el ar-
ticulo 66 se hubiere sólo referido a la recusación sin causa (que, por ejemplo, existe
en materia mercantil), no contradiría al artículo 70, que establece Iaprocedencia de la
recusación con causa para los Ministros de la Suprema Corte, magistrados de los Tribu-
nales Colegiados de Circuito, Jueces de Distrito y autoridades que conozcan del juicio
de amparo en los casos de jurisdicción concurrente con éstos.
La existencia de la recusación con causa en materia de amparo, contrariamente a
la declaración negativa contenida en el primer párrafo del articulo 66 del ordenamiento
respectivo, ha sido también sostenida por la propia Suprema Corte, al establecer que
ALGUNAS FIGURAS PROCESALES EN EL JUICiO DE A~~PA!tO 449
"los motivos de impedimento contra un funcionario federal, que aleguen las partes en
un juicio de amparo, deben ser precisos y es- obligación de quien los propone, probarlos
debidamente, sin que esté en la potestad de la Suprema Corte suplir las omisiones en que
incurran las partes, y debe imponerse una multa a quien no pruebe las causas del impedimento
que propone."
Por Su parte, la Ley de Amparo contiene sanciones, tanto para los funcionarios
judiciales federales como para las partes en el juicio de amparo en materia de excusas
forzosas y recusaciones, respectivamente.
Por 10 que toca a las primeras, el último párrafo del artículo 66 dispone: "El ministro,
magistrado o juez que, teniendo impedimento- para conocer de un negocio, no haga la mani-
festación correspondiente, o que, no teniéndolo, presente excusa apoyándola en causas diversas
de las de impedimento, pretendiendo que se le aparte del conocimiento de aquél, incurre en
responsabilidad."
"El juez que se declare impedido no queda inhabilitado para dietar y ejecutar el auto
de suspensión. excepto en el caso de tener interés personal en el negocio, en el que, desde la
presentación de la demanda y sin demora, el impedido hará saber al "prcmovente que ocurra
al }uaz que debe sustituirlo en el conocimiento del negocio."
CAPiTUL9 DE<;¡M<:lI"~RCERO
p~ ()~t'lfrublrtD
LA IMPROCl;¡qENCJA DE
~3 1',1'1
(pp"'¡.
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ACCJON DE AMPARO
''1,6°1//
SUMARIO: l-Consideraciones previas. n.-La improcedencia general de la acción
de amparo. lIt-la improcedencia constitucional de la acción de amparo. IV.-La.
improcedencia legal de la acción de amparo (análisis del artículo 73' de la Ley):
A. La improcedencia del amparo por razón de la índole de la autoridad (frac-
ci6n 1). B. La. improcedencia del amparo en materia-política (fracciones vn y VIII).
C. La improcedencia del amparo por causa de litispendencia (fracción lIl). D. La.
improcedencia del amparo por razón de cosa juzgada (fracción IV). E. La impro-
cedencia del amparo por ausencia del agravio personal y directo (fracciones VI
y V). F. La improcedencia del amparo por razón de la consumación irreparable
del acto reclamado (fracciones IX y X). G. La improcedencia del amparo, por
cesación de los efectos del acto reclamado y por insubsistencia de la materia de
éste (fracciones XVI y XVII). H. La improcedencia del amparo por consenti-
miento tácito o expreso del acto reclamado (fracciones XI y XII). l. La impro-
cedencia del amparo por violación al principio de definitividad (fracciones XII,
XN y XV). ¡. La improcedencia del amparo derivada de la fracción JI del artícu-
10 73. K. La improcedencia del amparo por disposición le81l (fracción XVIII).
V.-Reglas jurisprudenciales que establecen casos especiales de improcedencia. VI.-
Oficiosidad de la invocación de la improcedencia. VII.--'-Breve reseña histórica.
1. CONSIDERAOONES PREVIAS
---'---
452 EL JUlDO DE AMPARO
Así, por ejemplo, si la persona que entabla la acción reivindicatoria no obtiene jurisdiccio-
nalmente la reivindicación (pretensión) porque se absuelve al demandado, tal acción no logra
su objeto, pues éste lógicamente no puede consistir, en la no reivindicación. es decir, en la
citada absolución, lo que sería contradictorio. En este caso, la mencionada acción fue proce-
dente, ya que su ejercicio culminó en la prestación del servicio público jurisdiccional que
decidió la cuestión de fondo planteada. a pesar de que haya desestimado la pretensión del actor,
o sea, sin que dicha acci6n haya logrado su objeto específico (reivindicación). Por el con.
trario, si la acción, en este caso concreto, na hubiese conseguido la referida decisión por existir
algún impedimento jurídico para su pronunciamiento. se habría tratado de una acción improce-
dente, que precisameetecpor esta circunstancia tampoco habría logrado su objeto propio.
1$31 e Cfr. Informe 197J, pág. lOO, Segunda Sala. Idem, Iniorme de 1977, pág. 79.
•
LA IMPROCEDENCIA DE LA ACCIÓN DE AM?ARO 455
?7 Presi sillas untas Com utadoras o- Cole ios Electorales en materia de elecciones'
VUI. Contra las resoluciones Ion n es Federa o de as
constituyen, de las le . laturas de los 'Estados o de s
aras ue 10
ecrívas Comisiones o- Di utaciones
Permanen es, en elección, sus ensi n o- remoción e uncionarios en os casos en ue las cons-
7 titUCIones co-rrespon lcotes es con léran la acuitad de resolver soberana o- Iscrecionalmente."
Como se advierte en estas dos disposiciones, es la materia misma sobre la cual versa
o puede versar el acto reclamado lo que origina la improcedencia del juicio de amparo.
materia que, como se puede apreciar, es meramente política. Existe una a arente tesis
.uris rudencial en el sentido de ue el am aro no racede OY violación a erecho.s
olílicos, tnvocán ose en e a como un amento ue éstos no son arantías individua-
e 5 32 El criterio que sirve e base a esta conclusión es teóricamente correcto y parcial-
mente verdadero en lo que el las garantías materiales concierne, sin que sea valedero
respecto de las garantías formales de seguridad jurídica, según lo argumentamos más ade-
lante. Lnsgarantías de índole material son, en efecto. de naturaleza jurídica distinta de los
derechos subjetivos .políti€os. Así, estas son facultades que un Estado de estrado demo-
crático otorga a los ciudadanos para intervenir en la nominación de los sujetos físicos
que vayan a encarnar a un órgano estatal determinado, o para figurar como candidatos
a tal designación (voto activo y pasivo respectivamente). Las garantías individuales, en
cambio, son obstáculos jurídicos que la Constitución impone al poder público en bene- 1
ficio de los gobernados. El derecho político es. en razón misma de su naturale-
za jurídica de carácter ocasiona/o efímero. cuan ro S en su ejercicio o a a --
za'l oc. e anteado el derecho úblico individual arantía individual) es er-
manente, ,éstá siempre en ejercicio o actualización cotidianos. eJercicio el derecho
oHtico está siempre su' eto a una condición sine aa non, a saber: el su . . ato
de la o arruO! a ara la esi nación del gobernante; en cam ID a arantía indivi-
ua es. en cuanto a su ga~e y disfrute, IOcon IClona: as a que se viva dentro del
532 Semanario Judicial de la Federación. Ap. al Tomo CXVIII, Tesis 345. Tesis 89 de la
Compilación 1917-1965, y tesis 87 del Apéndke 1975, MaJeria General.
Sin embargo. a pesar de que tal criterio aparenta consignarse en la tesis jurisprudencial ya
señalada, ésta 110 puede legalmenJe reputarse romo jurisprudencia en los términos del articulo 14R
de la Ley de Amparo de 1919, bajo cuya vigencia se sustentó tal criterio, en virtud de que las
ejecutorias respectivas no coinciden en los puntos 'jurídicos que en ellas se resolvieron, según podrá
apreciarse de su mera lectura. consultándolas en el Semanario Judicial de la Federación. Quinta Epoca.
458 EL JUICIO DE AMPARO
La ejecutoria transcrita, que es una de las cinco que aparentan formar la "jurispruden-
cia" ya señalada. apunta una ruestión de sumo interés para la corroboración de la improce-
..d enda del amparo en materia política, al distinguir entre "derechos del hombre' y
"derechos. del ciudadano", Esta distinción es perfectamente jurídica desde el punto
de vista de la naturaleza de ambos tipos de derechos subjetivos. En efecto, la persona
humana, como gobernado, es uno de los sujetos activos de la relación jurldica deno-
minada "garantía individual" y merced a este carácter, es titular de derechos subjetivos
públicos que de tal relación se derivan directa e inmediatamente. Estos derechos los
tiene el gobernado frente a cualquier órgano del Estado, el cual, a su vez, es el titular
de las obligaciones correlativas: En otras palabras, las garantías del gobernado, impro-
piamente llamadas "individuales" ,584 importan un dique o valladar. constitucional
frente a todo acto de autoridad en que se desenvuelve el poder público estatal. Por
ende, el goce de un derecho subjetivo público corresponde al gobernado y es ejercí-
table por éste frente al órgano estatal obligado sin desempeñarse, obviamente, dentro
de la órbita que al mismo órgano corresponde, ni para determinar al elemento hu-
mano que lo encarne o personifique.
Estos dos últimos fenómenos se registran, por lo contrario, tratándose de un
derecho subjetivo de índole política, cuyo titular no es el gobernado en general sino
el ciudadano, como bien lo dice la Suprema Corte. El individuo, como gobernado, no
interviene en la estructuración humana del órgano estatal, y. en cambio, como ciuda-
dano tiene el derecho y la obligación. o sea,' la prerrogativa.v" de votar y de ser
votado en las elecciones populares para la designación de los titulares de los órganos
primarios del Estado. Es evidente que la posición de la persona humana como gober-
nado y como ciudadano es esencialmente diversa, circunstancia que no permite iden-
tificar a la garantía individual con la prerrogativa política del ciudadano.- De esta
diversidad se infiere que cualquier decisión que afecte al derecho subjetivo político
683 Ejecutoria dietada el 16 de diciembre de 1918 en el amparo en revisión promovido por
Jos vecinos de Villa Garcla, Nuevo León, publicada en el Tomo 111, pág~, 1312 a 131i", de la
QuintA Epoca del Semanario Judidal de la Federación.
534 aro nuestro libro "Las Garantías Individua/e!", Capítulo Segundo.
15315 Cfr. nuestra obra "Derecho Constitucional Me.xicallo", Capítulo Segundo, párrafo 11.
LA IMPROCEDENCIA D~ LA ACCIÓN DE AMPARO 459
no es impugnable mediante el juicio de amparo por la sencilla razón que tal derecho no
es una garantía del gobernado, según reiteradamente lo hemos aseverado.
•
460 liL JUICIO DE AMPARO
procedente contra cualquier acto de autoridad que viole alguna garantía individual
según lo determina la fracción 1 del artículo 103 de la Constitución. tratándose de las
garantías de audiencia y de legalidad su protección al través de dicho medio impugnativo
concomitantemente se extiende a la preservación de los derechos subjetivos de cualquier
Indole tutelados por eUas.
Para que el juicio de amparo sea constitucionalmente improcedente se requiere que
así lo declare la Carta Fundamental de la República. Esta declaración no existe en lo
que respecta a actos de autoridad que afecten derechos políticos del gobernado por
violación a las citadas garantías de seguridad jurídica. Sustentar el criterio contrario
implicaría restringir la procedencia del amparo consignada en la fracción 1 del artícu-;
10 103 constitucional, al aseverarse que, aunque un acto de autoridad sea violatorio .de
las garantías de audiencia o de legalidad. contra él no procediese la acción de amparo
porque el objeto tutelado por eUas fuesen derechos políticos.
La idea tradicional de que el amparo no procede en materia política no tiene nin-
guna sustentación jurídica seria. "Donde la le)' no distingue no se debe distinguir"
reza un proverbio jurídico. Así, si la garantía de 'audiencia tutela todos los derechos del
gobernado según lo indica el segundo párrafo del artículo 14 constitucional, de esa,
tutela no deben excluirse los derechos subjetivos políticos, pues se introduciría una
inaceptable distinción que no se contiene en esta disposición de la Ley Suprema.
El error del que proviene la consideración de que el amparo es improcedente .tra-
tándose de actos que lesionen los tantas veces mencionados derechos políticos consiste
en estimar a las multicitadas garantías de seguridad jurídica de audiencia y de legalidad
con un determinado contenido material desconociendo su carácter formal. Como se ha
dicho insistentemente, tales garantías son omnicomprensivas en cuanto que protegen
toda la esfera jllrídica del gobernado y como dentro de ella se encuentran sus derechos
políticos. luego éstos también son susceptibles de preservarse por las invocadas garan-
tías formales.
Es cierto que los derechos subjetivos políticos y los derechos subjetivos de otra
índole son substancialmente diferentes. Esta diferencia no puede negarse, pues deriva
de la diversa materialidad de unos y otros. Sin embargo, según Se ha dicho con insis-
tencia, todos ellos se tutelan por las garantías de seguridad jurídica que no son ma-
teriales sino Iformales, o sea, susceptibles de operar protectivarnente sobre cualquier
derecho subjetivo del gobernado. Sería aberrativo que las autoridades del Estado no
violasen dichas garantías si afectaran derechos políticos y sí las contraviniesen si lesío-]
naran derechos subjetivos de otra naturaleza. En esta hipótesis se quebrantaría el prin-
cipio de no contradicción y el de racionalidad, al estimarse como excluyentes e incom-
patibles los derechos políticos y las garantías formales de seguridad jurídica, según se
ha sostenido por un error que se ha venido arrastrando desde la época de ValIarta
y que se comete por la pseudo-tesis [urisprndencial publicada bajo el número 87 en el
Apéndice 1975. Materia General y que afirma "La violación de los derechos políticos
no da lugar al juicio de amparo, porque no se trata de garantías individuales".
y "Heredia Marcelino", publicadas respectivamente en Jos Tomos 111, pág. 1312 Y IV, pág. 862
se refieren a la calificación de determinadas elecciones; las 'ejecutorias "Orihuela Manuel }'
Coags." y "Ayuntamiento de Acayucan", que aparecen en los Tomos VI, pég. 463 Y VII,
pág. 491, aluden a casos relacionados con la negativa a registrar credenciales de miembros
edilicios; y la ejecutoria "Guerra Alvarado José y Coegs.", que consta en el Temo IV, pág. 1l3~,"
se refiere a la procedencia de la suspensión en materia política.
Las ejecutorias señaladas, que corresponden a la Quinta Epoca del Semanario Judicial de
la Federación. se dictaron bajo la vigencia de In Ley de Ampare de 1919, cuyo artículo 148
establecía lo siguiente:
"Las ejecutorias de la Suprema Corte de Justicia, votadas por mayoría de siete o más de
sus miembros, constituyen jurisprudencia, siempre que lo resuelto se encuentre en cinco
ejecutorias no interrumpidas por otra en contrario."
e] La improcedencia del juicio de amparo en materia política con más acierto debe
fundarse en prevenciones constitucionales que instituyan situaciones generales y abstrae-
tas de inej_ercitabilidad de la acción respectiva. Por eso creemos que tal improcedencia
debe legitimarse. jurídicamente hablando, en 10 que estatuyen los correspondientes
preceptos de la Constitución, además de en la índole misma de los derechos políticos
462 EL JUICIO DE AMPARO
y en su diferencia esencial con las garantías individuales, criterio éste que adopta
la jurisprudencia de la Suprema Corte sobre el particular. como ya se dijo. Así, el
artículo 60 de la Ley Suprema reputa como "inatacables y definitivas" las resoluciones
que cada Cámara integrante del Congreso de la Unión emita respecto a la calificación
de las elecciones de sus correspondientes miembros, en la inteligencia de que la dis-
posición respectiva, así como ninguna otra de carácter constitucional, no deben ser
alteradas por la legislación secundaria. Por ello, si el' artículo 60 mencionado considera
como definitivas e intocables, es decir, inimpugnables jurídicamente, a tales resolu-
ciones de índole política, resulta 9ue las fracciones VII y VIII del artículo 73 de la
Ley de Amparo, al extender la improcedencia del juicio de garantías a actos y auto-
ridades no previstos en el citado precepto de la Ley Suprema, no hacen sino reiterar el
criterio, sustentado desde la época de Vallarta, en el sentido de que el amparo es impro-
cedente en materia política.
La conclusión de que el juicio de amparo es inoperante para preservar derechos
políticos y que se finca en la diversa naturaleza de éstos y de las garantías individuales,
es correcta desde este punto de vista por lo que respecta a la fracción 1 del artículo
103 constitucional por razones obvias; mas, ¿es también válida en lo que atañe a las
contenidas en las fracciones II y III? Verbigracia, ¿puede ejercitar la acción de amparo
un sujeto en cuyo perjuicio haya sido hecha una declaratoria en materia de elecciones
por un organismo electoral local, debiendo tener tal incumbencia uno federal, o vice-
versa? En este caso ya no se resuelve el problema acudiendo a ~a diferente naturaleza
jurídica del· derecho públicu individual y del derecho político. ¿Cómo solucionarlo
entonces? Atendiendo al sentido literal de las fracciones 11 y 111 del articulo 103
constitucional, se llegaría a la conclusión de que procedería el juicio de amparo en
favor del afectado por el acto que indicábamos en el ejemplo anterior, mas ahondando
un poco la cuestión, debe formularse una consideración distinta. En efecto, por todas las
razones brillantemente expuestas por el insigne Ignacio L. Va/lada (aunque aducidas
a propósito de una cuestión diversa, pero que pueden aplicarse a la presente) l se
infiere que no es procedente el amparo en materia política, porque a la Suprema
Corte y, en general, al Poder Judicial Federal, no- les incumbe juzgar sobre la ilegiti-:
midad de las autoridades, que es en lo que culmina toda violación en materia político-
electoral. Creemos superfluo en este momento referirnos a los mencionados argumentos
esgrimidos por aquel famoso jurisconsulto mexicano, en nuestro afán de no ser cansa-
damente insistentes, por lo que nos remitimos a ellos, reiterando que el juicio de
amparo es ineficaz para controlar la ilegitimidad o incompetencia de origen de las
. autoridades, en cuyo examen propiamente, tocante a la cuestión que hemos planteado
en el ejemplo que antecede, redundaría el ejercicio de la acción de amparo, en el
supuesto de que fuera procedente.ss"
No obstante las anteriores consideraciones que establecen la improcedencia del juicio
de amparo en materia política, existe una importante regla [urisprndencial que intro-
duce una trascendental excepción a dicho caso general de inejercitabilidad de la acción
constitucional, al afirmar que:
;j36 Sobre dicha cuestión, véase nuestra obra "Las GardnJíaJ Individuales", Capítulo VIIJ.
LA IMPROCEDENCIA DE LA ACCIÓN DE AMPARO 463
..Aun cuando se' trate de derechos políticos, si el acto que se reclama puede entrañar tamo
bién la violación de garantías individuales, hecho que no se puede juagar a priori, la demanda
de' amparo relativa debe admitirse y tramitarse. para establecer, en la sentencia definitiva. las
proposiciones conducentes," ~,:l'
? c.
7 'La improcedencia del l"icio de mnpttro por cansa
de liti,pendencia (fracción 1lI) .
~
Dice al respecto la citada fracción' "El iuic¡o de amparo es im rocedente: 111 Contra
leyes o actos que sean materia de otro juicio de amparo que se encuentre pendiente e reso ucron,
ya séah eh pnmera o (¡OIca tostan" o en reVISión róm(jfJtdo POI el ml1mn l/e o con las
nusmas au 011 es ar el ro io acto reclamado, aune ue as VIO aCI nstitucionales sean
rversas.
1\37 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 346, Tesis 90 de la Compilación 1917-19fi5, y tesis RR
del Apéndice 1975. Maletia General,
464 EL JUICtQ DE AMPARO
contempla una hipótesis de litispendencia entre dos juicios de amparo, con vista a
la identiddli en cuanto al lIe ·oso, a la autoridad res amable al acto rec!amdlio. Se
trata, pues, de dos juicios de garantías iguales, aunque en las eorrespon ientes deman-
das no se ale en los mismos ce tos de violaci6 circunstancia ésta que no des..
virtúa la menciona a i entidad.
En materia procesal común, la litispendencia generalmente provoca la acumula-
ci6n de los juicios respectivos para que sean fallados en una sola sentencia. Por lo
contrario, en materia de amparo dicho fenómeno no genera la dCllmtlldCi6n, .sino la im-
rocedencia del ·uhio osteriormente rom· r ende su sobreseimiento, ¡¡ten..
¡endo a razones -obvias e economía rocesal.
En cambio, SI entre os o más juicios de garantías no existe litiJpendenria, lino
conexidad r discre ar ambos en manto a los su °etos activos o a i de la ac""'ci'6il
de amparo (quejosos o autoridades respoos es) aunque tengan un elemento aece..
sariamente común, como e 1 acto reclamado, la consecuencia es 1 mula i de
ta es juicios en los términos del articulo 57 que ya estudiamos.
Es inconcuso que para que opere la litispendencia como causa de improcedencia
de un juicio de amparo, se requiere que el anterior no se haya r6111elto o concluido
,rieclItoriamente, pues en la hipótesis contraria, debe aplicarse la fracción IV del
articulo 73 .de la Ley, que comentaremos a continuaci6n.
Tratándose del amparo contra lereJ la litispendencia tiene BOa jmportante variante,
en el sentido de ue sólo enera la im rocedencia del se do iuicio en ue se
ataca o a misma si los actos concretos e a icación im ti ados J011 tambié
mismos. n o ras alabras; una 1 uede ser reclamada en ive os UICiOS de arantias
sin que en éstos surja la causal de im rocedencia nda a en la litis denda si los
tctos e ap Icaci n respectivos, en etrimento del mismo quejoso, son diversos.s« -bis
~ D.
La improcedencia del juicio de amparo por razón de cosa jtlZgdlia (fracción IV)
"El juicio de amparo es improcedente: IV. Contra leyes o actos que hayan sido materia
de otra ejecutoria en otro juicio de amparo, en los términos de la fracdóñ anterior."
113T bis Este criterio ha sido sustentado por la Segunda Sala de la Suprema Corte en las tesis que
aparecen publicadas en el Informe de 1975, págs. 427 y 443.
L.A IMPROCEDENCIA DE LA ACCiÓN ¡;;¡:; Ai\í?'lI..RO 465
Con esta fórmula se evitarán casos graves como el siguiente: una persona obtiene senten-
cia favorable en determinado juicio contra otra, y confirmada en grado de apelación; sin em-
bargo el perdidoso solicita la protección de la Justicia Federal, interponiendo entabla análoga
demanda contra el triunfador; éste le opone la excepción de cosa juzgada, alegando que en un
juicio semejante ya se había pronunciado una ejecutoria (como la recaída en grado de apela.
ción), la cual, por declaración legal, provoca la cosa juzgada; el juez del conocimiento acepta
y decreta la procedencia de la excepción, ateniéndose a lo preceptuado en la ley, no obstante
que está pendiente el juicio de amparo directo promovido por el perdidoso, que posiblemente
venga a invalidar la sentencia en que se basa la cosa juzgada, la cual se considera como la ver-
dad legal. Entonces, preguntamos: g cómo va a ser posible que haya cosa juzgada y que de ante-
mano, en un acatamiento de una disposición legal absurda, se establezca la verdad legal en un
asunto judicial, si la sentencia que la provoca puede ser invalidada por la resolución que recaiga
en el amparo directo promovido contra ella? ¿ Cómo va a presumiese jure et de jure la verdad
legal, cuando en realidad la controversia no ha terminado aún? Estas dificultades provienen di-
rectamente del absurdo -sistema adoptado por la ley procesal civil (federal y local), en sentido
de considerar que existe cosa juzgada cuando una sentencia causa ejecutoria y de tomar en con-
sideraci6n para tal efecto únicamente circunstancias de índole procesal ordinaria, sin atender a
aquellas que son de carácter extraordinario, corno la improcedencia del juicio de amparo contra
ella. Con la fórmula que proponemos, se solventarán semejantes dificultades prácticas, que
no dejan de ser graves.
Esta exc ci ido establecida por Ja Su rema Corte en una tesis ue ex tesa: ..
cuando 105 mismos actos reclam os ayan sido anteriormente impugna os en otro aro •
ro contra as mismas autcn a es responsa es, a cIrcunstancia no constitu e
una (au!a e r (1 SI en e time! aro ro Ir es/u 10 e a consll/uciona.
lidad e eso! actos, como cuando se resuelve, con una sent breséirrilento a u
sentencia no puéae tener a natura eza un lea e ser efinitiva 1 ueioso uede solicitar
nuevamen e el amparo de la JustIcia Federa ,'.
Dice al respecto nuestro Alto Tribunal: "EI amparo contra un acto reclamado en un JUICIO
de garantías anterior, es improcedente, en los términos de la fracción IV del artículo 73 de la
Ley Orgánica de Jos artículos 103 y 107 constitucionales, y no obsta para estimar aplicable esta
disposición legajo que las autoridades señaladas como responsables ep uno y otro amparos, sean
distintas, si la design4tia en el primero actuó como revisora de la señalada en el segundo,
por. haberse sustituido a ésta en el conocimiento de la cuestión planteada en la apelación
y una vez pronunciada la resolución de segundo grado siguió conociendo el negocio la otra,
con plenitud de jurisdicción, pues no puede decirse que en tal caso se trata de 'autoridades
diversas, desde el punto de vista del juicio constitucional, sino de distintas etapas de un mismo
procedimiento, en el que, sin romperse la unidad de la autoridad jurisdiccional, se sustituye un
tribunal a otro, por razones de técnica procesal," 540
f la primera de ellas dice: "El juicio de amparo es improcedente: VI. Contra las leyes que
r su sola ex edición· no causen e' uicios al ue' oso: sino que se necesite un acto posterior de
auton a pata que se ongtne."
Como se ve, el factor que tom6 en consideración el legislador para declarar impro-
cedente el juicio de amparo en el caso previsto en.esta fracción, es el consistente en
la falta o ausencia de agravio personal o directo. En efecto, ruando una les no es auto·
aplicativa es decir, cuando no afecta por su sola expedici6n a situaciones jurídicas
concretas, cuando no rige ni interesa inmediatamente la esfera particular, sino que
para ello requiere un acto de aplicación posterior, realizado en forma correcta;
mientras permanece dicha ley en su existencia abstracta, regulando situaciones jurí-
dicas generales sin trascendencia aún para el gobernado, entonces éste todavía no experi-
menta un perjuicio, no resiente ningún agravio. Consiguientemente, tampoco puede
hablarse de un agraviado, que es el titular de la acción de amparo, por lo que ésta no
puede tener lugar, ya que la presencia del agravio personal y directo es una condición
de existencia, sine qua nonJ. de la misma, y solamente puede intentarse por aquel a
quien perjudique el acto reclamado en sentido amplio (fracción 1 del artículo 107
constitucional). La Suprema Corte en varias ejecutorias ha reputado improcedentes
a todos aquellos amparos en los que no exista agravio personal y directo, y acerca de
las cuales ya tratamos al abordar el estudio del principio relativo en el capítulo VII
de esta obra.
La fracción V también toma como base para establecer la improcedencia del juicio
de amparo el mismo criterio de la inexistencia del agravio personal y directo. En
efecto, interpretando a contrario senm la disposición legal contenida en la menciona-
da fracción, se infiere que para que proceda el juicio de amparo contra" un acto de
autoridad se re mere ue éste afecte los inter es 'urídicos del ue'oso es decir
ue le ro uzca un a ravlO. Ahora ien ¿qué se enrien e por intereses jurídicos
es e el punto de vista de la acción de amparo? Como se observa de la aludida frac-
ción. ésta se refiere no a los intereses personales en general. sino a los jurídicos.
)31 "jnterés" desde el Eunto de vista del derecho! no denota simplemente un
elemento sub' etivo ue ueda revelar deseo, as iración, finalidad o Intención. sino ue
"debe traducirse en una situación O hecho o etivos de os uc uecia o tenees u
provec o o beneficio POSitivO.
Ahora bien! ruando la situación o hecho objetivos están consignados o tutelados por el
orden jurídico normativo y dicha situación O hecho, por su propia naturaleza, son sus-
ceptibles de originar un beneficio o provecho se estará en presencia de un interés jurídico,
No basta! pues, que tal provecho o beneficio puedan exjsti~. materialmente.
Este interés puede ser colectivo indeterminado o individualmente determinable.
En el primer caso, de la situación O hecho que jurídicamente se prevea o tutele! puede
aprovecharse o beneficiarse la comunidad misma, sin que el ordenamiento previsor
o tutelar establezca categorías específicas de beneficiarios. En el segun,*" el prove-
cho o beneficio Se consignan legalmente en favor de todos aquellos sujetos cuya
situación concreta coincida con alguna situación abstracta determinada.
En otras palabras. un individuo, que eón el carácter de .simple miembro de la
colectividad, pueda aprovecharse o beneficiarse por una situación legalmente prevista
468 EL JUICIO DE AMPARO
o tutelada y sin que el provecho o beneficio se establezca en razón del estado jurí-
dico especificó en que tal individuo pueda encontrarse (arrendador, poseedor, propie-
tario, concesionario, permisionario, etc.), no tendrá un interés jurídico propiamente
dicho cuya lesión por un acto de autoridad haya procedente el amparo.
"El interés iurídicc dice nuestro máximo tribunal, reputado como un d cono ido
or la no es sino 10 ue a doctrina un lca conoce con e nOm re de dere( ·etivo
es ecir como facul o potestad de exi ene¡ cuya insritucién consi a la no a o enve
del erecho. n erras pa ras, e erecho subjetlvc supone a coniunci o en su esencia de dos
elementos inseparables, a saber: una facultad -de exigir y una obligación correlativa traducida
en el deber jurídico de cumplir dicha exigencia, y cuyo objeto, desde el punto de vista de su
índole, sirve de criterio de clasificación de los derechos subjetivos en privados (cuando el obli-
gado sea un particular) y en público (en casos de que la mencionada obligación se impute
a cualquier órgano del Estado). Por -tanto, no existe derecho subjetivo ni por lo mismo interés
jurídico, cuando la persona tiene s610 una mera facultad o potestad que se da cuando el
541 Semanario Judicial de la Federación. Tomos: LXXIX, págs, 1793 y 1840; LXXXII, pág.
5200; LXXXVII, pág. 3381; LXXXIV, pág. 3119; XCII, págs. 2846 y 2847. Quinta Epoca.
542 "El perjuicio económico. dice la Suprema Corte, redunda exclusivamente en menoscabo
del interés económico, no perjudica jurídicamente, a diferencia del perjuicio jurídico que entraña
lesión a IJn derecho consagrado por la ley. Debe tenerse siempre en cuenta la diferencia que,
existe entre el perjuicio económico y el perjuicio jurídico que el acto reclamado puede ocasionar
a la parte quejosa. Y si s610 se afecta el interés económico, el juicio de amparo es improcedente
en los términos de la fracción VI (actualmente V) del articulo 73 de la Ley de Materia," {In-
forme correspondiente al año de 1947, Pág. 106, Segunda Sala.)
LA IMPROCEDENCIA DE LA ACCiÓ'-': DE A~H·..\P_O 469
orden jurídico objetivo solamente concede o regula una mera actuación particular, sin que
ésta tenga la capacidad, otorgada por dicho orden. para imponerse coercitivamente a otro
sujeto, es decir, cuando no haya un- 'poder de exigencia imperativa'; tampoco existe un derecho
subjetivo' ni por consiguiente interés jurídico, cuando el gobernado cuenta con un interés
simple, 10 que sucede cuando la norma jurídica objetiva no establezca en favor de persona
alguna ninguna facultad de exigir, sino que consigne solamente una situación cualquiera que
pueda aprovechar algún sujeto, o ser benéfica para éste, pero cuya observancia no puede ser
reclamada por el favorecido o beneficiado, en vista de que el ordenamiento jurídico que esta-
blezca dicha situación no le otorgue facultad por obtener ccactivamente su respeto. Tal sucede,
por ejemplo, con las leyes o reglamentos administrativos que prohiben o regulan una actividad
genérica, o que consagran una determinada situación abstracta en beneficio de la colectividad.
Si el estatuto legal o reglamentario es contravenido por algún sujeto, porque su situación par.
ticular discrepa o no se ajusta a.' sus disposiciones, ninguno de los particulares obtenga de
aquél un beneficio o derive una protección puede hacer valer tal discrepancia o dicho desajuste
por modo coactivo, a na ser que el poder de exigencia a la situación legal o reglamentaria
se le conceda por el ordenamiento de que se trate. Por tanto, si cualquier autoridad del
Estado determina el nacimiento de una situación concreta, que sea contraria a la primera,
desempeñando un acto puesto o no acorde con la ley o el reglamento respectivo, es a esa misma
autoridad o a su superior jerárquico a los que incumbe poner fin a dicha contrariedad o dis-
cordancia, revocando o nulificando, en su caso, el acto que las haya originado, pues el particular
s610 puede obtener su revocación o invalidación cuando la ley o el reglamento de que se
trate le concedan 'el poder de exigencia' correspondiente." 543
"De acuerdo con el sistema consignado en la Ley Reglamentaria del Juicio de Garantía, el
ejercicio de la acci6n constitucional está reservado únicamente a quienes resienten un perjuicio
con motivo de un acto de autoridad o por la ley. Ahora bien la noción de perjuicio para los
efectos del amparo supone la existencia de un derecho legítimamente tutelado que, cuando es
transgredido por la actuación de una autoridad o por la ley, faculta a su titular para acudir ante
el órgano jurisdiccional correspondiente demandando que esa transgresión cese. Tal derecho pro-
tegido por el ordenamiento legal objetivo es lo que constituye el interés jurldico que la Ley de
la Materia loma en cuenta para la procedencia del [uicio de amparo. Sin embargo, es oportuno
destacar que no todos los intereses que puedan concurrir en una persona merecen el calificativo
de jurídicos, pues para que tal acontezca es menester que el derecho objetivo se haga cargo de
ellos a través de una o varias de sus normas." 544.
-,
LA IMPROCEDENCIA DE LA ACCIÓN DE AMPARO 471
"Eá' consecuencia no existe derecho subjetivo, ni por tanto interés jurídico, cuando una
persona tiene únicamente una mera fa~ultad o potestad, que se da cuando el orden jurídico
objetivo solamente concede o regula, una mera actuación particular, sin que ésta tenga la
capacidad otorgada por dicho orden, para imponerse coercitivamente a otro sujeto; es decir,
cuando no haya un poder de exigencia imperativa. Tampoco existe un derecho subjetivo, ni
tampoco interés jurídico, cuando el gobernado cuenta con un interés simple, lo que sucede cuan-
do la norma jurídica objetiva no. establece en favor de persona alguna ninguna facultad de
exigir, sino consigna únicamente una situación cualquiera que pueda aprovechar algún sujeto,
o ser benéfica para éste; pero cuya observancia no puede ser reclamada por el 'favorecido o el
beneficiado, en vista de que el ordenamiento jurídico que establece esa situación, no le otorga
facultad para obtener coercitivamente su rcspeto".5H bis
Dice al efecto dicha Sala: "Como el derecho sólo tutela bienes jurídicos reales u objetivos,
procede aceptar que, cuando los daños o perjuicios que una persona pueda sufrir en sus bienes
jurídicos no afecten real y objetivamente a éstos, entonces no puede decirse que exista un agravio
en términos jurídicos. Luego, si las afectaciones que constituyen un perjuicio deben ser reales, es
obvio que para que puedan ser estimadas en el amparo, es indispensable que sean susceptibles
de apreciarse objetivamente: De no' ser así, seria dlffcil que se surtiera. en la práctica, la causa de
improcedencia prevista por la fracción V del articulo 73 de la Ley de Amparo. pues bastaría
la mera afirmación del promovente del juicio de garantías, no corroborada por prueba alguna,
de que la autoridad le irroga molestias en sus derechos, y ciertamente no es eso lo que tutela
la fracción V del articulo 73 citado." M4 e
'. oU}CJ de Pof¡l.1ill (',isiGA
e)' e
7 F. La improcedencia del juicio de amparo t:.p::.oré....:.:::'::.:....=;....:~~~~~"'-:!:-fl!J<LS<'='
razón de la consumación irreparable..
7 del tUto reclamado (frareiones IX y Xr
7 La irreparabilidad del acto reclamado, que sirve de base al caso de improcedencia
de que tratamos, puede ser material Q jurídica... A ambos tipos se refieren, respectiva•
. mente, las fracciones IX y X del artículo 73 de la Ley de Amparo.
Así. la fracción IX establece' "El juicio de amparo es improcedente: XI. Contra actos
consumados de un modo irreparable."
MIj En Jos juicios civiles r, eh general, distintos del proceso penal, la causa de Improce-
dencia a que nos referimos tiene poco frecuente aplicación, atendiendo a la vinculación causal que
existe entre los diferentes actos que integran el procedimiento respectivo. Sin embargo; la Supre-
ma Corte ha considerado que cuando en un [uitio de desahucio ya se ha dictado la sentencia
definitiva que condene al inquilino a la desocupación y. entrega del mmueble arrendado, el juicio
de amparo que hubiese promovido contra. el "antejuicio", o sea, contra el auto que previno dicha
desocupación y entrega, es improcedente por virtud del cambio de situación jurídica emanado
de la pronunciación. de tal sentencia, argumentando que' "la .obligación de desocupar la finca
materia del Iitlgio, deriva ya de dicho fallo y no dé la providencia previa de lanzamiento en sí
misma cohslderada y porque no podría decidirse respecto de ésta, sin afectar la nueva situación
jurídica creada _en la sentencia definitiva que causó ejecutoria" (Cfr. Informe de 1971. Sección
"Presidencia". Pág. 211). . .
G401 La sujeción a la jurisdicción penal puede no emanar de una orden de aprehensión cuando
ésta na se . dicta, lo que acontece en el caso de que, al ejercitar la acción penal, el Ministerio
Público haya hecho la consignación judicial de las diligencias de investigación "con detenido".
Asimismo, dicha sujeción puede no obedecer a la. ejecución de la orden de aprehensión; cuando se
haya otorgado la suspensión provisional O definitiva en un juicio de amparo promovido contra
dicho acto, y tuya medida, según veremos; no paraliza la iniciación o prosecución del procedimiento
penal. por ser éste de orden público.
11'8 Véase la nota inmediata anterior.
474 EL JUICIO DE AMPARO
Ahora bien. si la orden de aprehensión y el auto de formal prisión son resoluciones aut6-
nomas entre sí, esta autonomía se proyecta sobre las respectivas situaciones jurídicas que ambas
producen frente al sujeto contra quien se haya ejercitado la acción penal. Por tanto, si Se ccn-
cediese el amparo contra una orden de aprehensión, el efecto consistiría en invalidar ésta y en
restituir al quejoso en el goce de su libertad personal, en caso de que no haya sido mantenido
en él por virtud de la suspensión. Pero como la orden de aprehensión queda sustituida por el
auto de formal prisión, que constituye la nueva y autónoma causa de la privación de la libertad
personal, la; sentencia de amparo no podría lograr su objetivo propio (invalidar tal orden
y restituir al quejoso dicha libertad), en vista de que la mencionada orden quedó insubsistente y
sin eficacia 'y de que la privación de libertad ya no proviene de ella, sino del multicitado auto,
el que, por ser independiente, por no implicar el efecto de la orden de aprehensión, no puede ser
invalidado por el fallo constitucional que contra ésta se hubiere dietado.
Dice al respecto la citada fracción: ':ID juicio de amparo es improcedente: XVI. Cuando
hayan cesado los efectos del acto reclamado."
649 La ;uúrprudenda de la Suprema Corte ha sostenido que tan pronto como apareara que
han cesado los efectos del acto reclamado, debe sobreseerse el juicio de amparo respectivo (Apéndice
al Tomo XCVII, Tesis 1023). Existen, además, dos tesis jurisprudenciales que se refieren, res-
pectivamente. a dos casos especiales en los que debe reputarse que' han cesado los efectos del aeta
reclamado, como por ejemplo. cuando éste consiste en que ál quejoso la autoridad responsable no le
ha otorgado un plazo a que. tiene derecho conforme a la ley y transcurre tal término durante la tra-
mitación del juicio de garantías (Tesis 24 del Ap. al Tomo 'cx.VIII, Tesis 2. de la Compiladdn
1917-1965, ídem del Apéndice 1975, MaJeria General) o ruando el acto que se eedama estriba
en la detención del quejoso por una autoridad administrativa y ésta consigna' al agraviado al juez
competente (Tesis 361, 362, 662 del Ap. al Tomo CXVIII, correspondientes a las tesis 106, 105
Y 182 de la diada Compilación, tesis 116, 115 Y 186 del Apéndice 1975, Primera Saja).
LA IMPROCEDENCiA i)i; LA Acc:6s DE .'\~.!PA!lO 47~
H. lA, improcedencia del juicio de amparo por consentimiento tácito o exprera det
~_ec_l_am.....-ad...:o--.:.(:..fr.;a.;cc.;j:..on.:.:e~!...:X=I-,y~X;:I",1L
La causa de improcedencia del juicio de amparo que toma como base este criterio
está contenida en las fracciones XI y XII del artículo 73 de la Ley de Amparo.
. La primera de ellas dice: "El juicio de amparo es improcedente: XI. Contra actos censen-
/,Ldos expresamenle o por manifestaciones de voluntad que entrañen ese consentimIento"::
Ahora bien, ¿qué se entiende por consentimiento expreso de un acto? A este res-
pecto debemos recurrir a la consideraci6n que sODfe el particular hace el Código Civil,
el cual, en su artículo 1803 dice: "el consentimiento es ex reso cuando se manifiesta
verbalmente, or escrito o oc signos ine UlVOCOS . icada esta idea a la materia
de amparo, un acto de autorida se entiende consentido expresamente cuando se ha
mamfestado or arte del a raviado una adheSIón a el verbal or escnto o traducida
en sr nos ineqU1~ocos. Desde uego, la prueba de la existencia de ese consenturuento
de .~ acto e auton ad es difícil y casi imposible de recabarse, puesto que, de no
existir: una declaración escrita que contenga la mencionada adhesión de parte del
quejoso, y que en la mayoría de los casos no tiene lugar, el consentimiento expreso
verbal o por signos inequívocos no .puede demostrarse sin dificultad en juicio. Por
476 EL JUICIO DE AMPARO
Es más, según las Retormas de 1967, el afectado por una ley puede ejercitar la
acción de amparo contra ella optativamente, tanto a través del primer acto de aplica-
ci6n, o una vez que se haya dictado la resolución correspondiente al recurso o medio
de defensa legal' que contra dicho acto proceda y haya sido interpuesto. Ahora bien,
si el quejoso ha optado por promover contra dicho acto aplicativo el recurso o medio
de defensa legal ordinarios, que obligado por el principio de definitividad, en el
sentido de .'recorrer, previamente a la interposición de la acción constitucional, todas
las jurisdicciones y competencias" tendientes a revocar o modificar "el acto lesivo a
sus intereses". 554
Corroborando lo dispuesto en la fracción XII del artículo 73 de la Ley de Am-
paro, según quedó modificada por las mencionadas Reformas, la Suprema Corte ha
considerado que debe qtledar insubsistente la tesis ¡tlrisprtldencial N' 2 de la Compi-
laci6n 1917-1965, Pleno, que establecía qtle el sometimiento espontáneo por parte
del agraviado a tina ley, entrañaba el consentimiento de ésta y, por ende, la impro-
cedencia de la acción de amparo.ri55 El cambio de criterio operado en este punto es
perfectamente lógico, pues si de acuerdo con dicha modificación el afectado por un
acto de autoridad aplicativo de una ley que estime inconstitucional puede impugnarlo
mediante Jos recursos o medios de defensa ordinarios o atacarlo en vía de amparo
reclamando la ley aplicada, es decir, si tiene esta opción, en el primer supuesto no
debe entenderse que consiente la propia ley, pues tiene la posibilidad de reclamarla
en amparo contra la resolución última o definitiva que se pronuncie en la secuela
defensiva ordinaria o común.
Además de la relación causal que debe existir entre el acto de la autoridad consen-
. tido y el acto de autoridad que participe de dicho carácter conforme a la tesis jurís,
prudencial mencionada, para que sea aplicable al segundo el motivo de improcedencia
por consentimiento tácito o expreso de parte del agraviado, se requiere que la incons-
titucionalidad entre ambos no sea independiente o no esté desvinculada. En otros tér-
minos, si los vicios que por tal concepto pueda ostentar el acto que por inferencia
se estime consentido se encuentran implicados en el que le dio origen, la improceden-
cia del amparo contra este último que por dicha causa se establezca, se debe hacer
extensiva al primero de los mencionados actos. En cambio, si los vicios de inconstitu-
cionalidad pueden reputarse privativos de cada uno de dichos actos de autoridad, de
tal manera que entre aquéllos no exista ninguna relación causal, el juicio de garantías
contra el acto consecuente será procedente, por más que se haya consentido tácita
o expresamente el acto del que hubiere derivado.
Así 10 ha sostenido, en efecto, la jurisprudencia de la Suprema Corte al afirmar que: "El
juicio de amparo contra actos derivados de otros consentidos, sólo eS improcedente cuando aque-
llos no se impugnan por razón de vidas propios, sino que su inconstitucionalidad se hace de.
pender de la del acto de que derivan." (Apéndice al Tomo CXVUf, Tesis 40. Tesis 17 de la
Compilación 1917-1965, Materia General.)
a) En materia judicial. Esta materia no sólo debe comprender los casos de que
.conozcan las autoridades judiciales formalmente consideradas, sino todos aquellos
que [urisdircionalmente se tramiten ante órganos estatales administrativos cuyas fun-
ciones legales consistan en dirimir controversias, es decir, que sean órganos [uris-
diccionales desde el punto de vista material, como el Tribunal Fiscal de la Federación,
el Tribunal de lo Contencioso Administrativo del Distrito Federal y las Juntas de Con-
ciliación y Arbitraje, verbigracia.
Respecto de la citada materia, la causa de improcedencia agrupada dentro del tipo
de que estamos tratando, se contiene en la ,fracción XIII del articulo 73 de la Ley de
Amparo que establece:
~
"El iuicio de amparo es improcedente: XlII. Contra las resoluciones judiciales respecto
d~ las cua es conc a a ey a gun recurso o m 10 de defensa, entro e proc . ,or
vutud a'"eI cual puellan ser modificadas revocadas ti nuhÍlcadas aun cuando la parte a ravlaaa
_o o u iese ce o va er oportunamente, salvo lo que la fraCCión e arttcu o 107 cons-
tituciona Ispon ara s rcercs ex ranos. ctua mente raccr n .
551 Apéndice al Tomo CXVHI, tesis ~39 y 989, equivalentes a las tesis 130 y 225 de la
Compilación 1911-196', tQJÚ 205 y 261 del Apéndice 1975, Segrmda Sala.
480 EL JUICIO DE AMPARO
Ahora bien, mientras que en las fracciones XIII y XV tal principio se traduce en la
obligación que tiene el quejoso de agotar previamente los medios ordinarios de impugna.
LA "IMPROCEDENCIA DE LA ACCIÓN DE AMPARO 481
ción del neto reclamado, en la fracción XIV ya no implica dicha obligación, sino que se
alude a la circunstancia de que la promoción del recurso o medio de defensa ordinario
contra el acto reclamado y que esté pendiente de resolución. excluye la procedencia
del juicio de amparo. En otras palabras. mientras que las fracciones XIII y XV
instituyen como causa de improcedencia del juicio de amparo el hecho de que éste se
haya entablado antes de ejercitar los recursos o medios ordinarios de defensa, en la frac-
ción XIV tal causa se provoca por la existencia y promoción simultáneas del recurso
o medio ordinario y la acción de amparo. Las consecuencias que se derivan de estas
dos maneras de realización concreta del principio de definitividad del juicio de amparo,
en cuanto a las excepciones legales y jurisprudenciales a él. son también distintas. En
efecto, mientras que en materia penal, en los casos específicos a que tuvimos oportu-
nidad de aludir en el capitulo precedente la exigencia de la previa promoción del
recurso o medio ordinario legal de impugnación del aeto reclamado no opera, tratán-
dose de la existencia legal procesal simultánea del recurso o medio de defensa y la
acción de amparo, tal excepción no existe.
Así lo ha establecido la jurisprudencia de la Suprema Corte, calificando de improcedente
el amparo "que se endereza centra el auto de formal prisión. si está pendiente de resolver el
recurso de apelación que contra él se hizo valer" .558
En conclusión, atando el principio de definitividad del juicio de amparo se mani-
fiesta en la exigencia u obligación para el agraviado de promover previamente los
recursos o medios legales ordinarios de impugnación del aeto reclamado, en materia
penal, y en los casos previstos concretamente, la causa de improcedencia que se de-
riva de su inobservancia sufre notorias salvedades como ya dijimos; por el contrario,
si la improcedencia. de la acción de amparo emana de que ésta y el recurso o
medio de defensa ordinario coexisten en cuanto a su iniciación y substanciación- pro-
cesales, las mencionadas salvedades no tienen lugar. según se desprende de la tesis
jurisprudencial invocada.
Es muy 'importante advertir, por otra parte, que el hecho de no entablar la reoisián
fiscal contra las sentencias que dicta el Tribunal Fiscal de la Federación. no excluye el
derecho del causante para interponer contra ellas el juicio de amparo. Así lo ha soste-
nido la Suprema Corte, argumentando que, como los fallos que recaen a dicho recurso
se pronuncian por ella misma y siendo improcedente el amparo contra sus actos en los
términos del artículo 73. fracción l. de la Ley de la materia (que ya estudiarnos).
sbrla ilógico y absurdo que se obligara a los particulares a agotar. previamente al
juicio constitucional, la indicada revisión. !i!i'J
see Apéndice al Tomo CXV1II, tesis 158. TeIiJ 36 de la CumpiJaóón de 1911.196.5. tesis 39
del Apé"düe 197'. Primera Sála. El mismo criterio se sustenta en materia administrativa. Cfr.
Informe de 1977, 'Segunda Sala. págs. 87 Y 88.
ese Afirma al respecto la Corte: "La revisión fiscal no es lino de los recursos que, contra una
sentencia del Tribunal de la materia, deba necesariamente intentarse antes de acudir al juicio
constitucional. Para invocar el sobreseimiento con apoyo en IO:i artículos 107, fracción IV, de la
Carta Federal y 73, inciso XV, de la Ley de Amparo, es preciso que, previamente ni juicio de garan-
tías, deba promoverse, contra el acto reclamado, un recurso tendiente a Iograr la revocación o
anulación de ese acto, en virtud de pronunciamiento de una resolución que, a su vez, pueda ser
combatida por medio de una demanda constitucional. Pero siendo indiscutible que no puede impug-
narse en el juicio de garantías (artículo 73. fracción 1, de la Ley aplicable), ninguna resolución de
la Suprema Corte de Ju.sricia, la ejecutoria que este alto Cuerpo pronunciara en el recurso de revi-
sión fiscal no podría ser acto reclamado en amparo." (Amparo en revisión 30/'7, Glafiro E. Mcn-
temayor E. Tomo xxr, Pág. 75, Segunda Sala, Sexta Epo(a.)
482 EL JUICIO DE AMPARO
Esta fracción dispone: "El juicio de amparo es improcedente: 11. Contra resolu-
ciones dictadas en los juicios de amparo o en ejecución de las mismas."
El fundamento y la razón de esta causa" de improcedencia específica de la acción
de amparo son obvios. En primer lugar, por motivo de su naturaleza, las resoluciones
recaídas en los juicios de amparo tienen la presunción, pudiéramos decir [are el de
jure, de haber sido pronunciadas con estricto apego al texto constitucional y legal,
puesto qu~ precisamente implican una previa labor analítica de examen constitucional
con el fin de constatar si hubo o no violación alguna en las hipótesis de procedencia
consignadas en el artículo 103 de la Constitución. Sería, pues, absurdo que se pensara
siquiera, en términos abstractos, que una resolución en materia de amparo, pronuncia-
da una vez que se hubiese llevado a cabo el análisis mencionado, violara también las
garantías individuales y produjera una invasión a las esferas de" competencia entre
las autoridades federales y las de los Estados. En segundo lugar, aparte de esta razón de
índole teórica. existe una de carácter práctico no menos importante que la primera:
se vería seriamente comprometida la estabilidad o seguridad jurídica, a cuya cense-
cución tienden todos los procesos, si en materia de amparo, contra las resoluciones
recaídas en ella, fuera dable interponer, a su .vez, la acción constitucional. De esta
guisa, la resolución de las cuestiones constitucionales que .se ventilen en los juicios
de amparo se vería indefinidamente aplazada, debido a la incesante promoción de
amparos contra sentencias o proveídos recaídos en aquéllos; podríamos suponer, en ese
caso, una cadena sin fin de juicios de amparo, en la que cada uno de ellos fuese
la impugnación del inmediato anterior, lo cual no sólo menoscabaría considerable-
mente la seguridad jurídica que sobre todo en materia constitucional debe existir, sino
quebrantaría el prestigio y la estabilidad de la administración de justicia en el fuero
federal.
La cuestión consistente en determinar en qué casos se trata de actos de ejecución
de resoluciones dictadas en los juicios de amparo, para el efecto de const itar la causa de
improcedencia de la acción constitucional a que se refiere la fracción JI del artículo
73 de la Ley de Amparo, no es sencilla de "solucionarse. Efectivamente, puede suceder
que, en ejecución de autos o sentencias de amparo por parte de las autoridades res-
MO Apéndice al Tomo CXVlII, tesis 886 correspondiente a la 295 de la Compilación 1917-
1965, tesis 311 del Apéndice 1975, Tercera sa«
:"A IMrnOCEDE~CIA aa LA ACCiÓN DE Al\I?ARO 483
ponsables, éstas realicen actos que propiamente no sean ejecutivos de las decisiones
del órgano de control, y que, por lo tanto, no estén comprendidos dentro de la hipó-
tesis de improcedencia de que tratamos.
Al cumplimentar una resolución dictada en un juicio de amparo, puede acontecer
que la autorida_d responsable no se· ajuste al alcance de la decisión constitucional, el
cual se precisa en los considerandos respectivos. Esta inobservancia a la resolución
de la Justicia Federal puede traducirse en la realizacián excesiva de los actos que la
autoridad responsable debe desempeñar para dar cumplimiento a la decisión constitu-
cional, o bien en la omisión de alguno o algunos de los hechos que determinen el
alcance de la sentencia de amparo. En el primer caso, existe la hipótesis de exceso
de ejecución de una resolución constitucional, y en el segundo, de defecto de ejecn-
cián de la misma, impugnables ambas mediante el recurso de queja/JO! En conclusión,
para establecer si en la ejecución de una resolución dictada en un juicio de amparo
hay exceso, debe atenderse a la circunstancia de que la autoridad responsable, realizando
necesariamente los actos que determinen el alcance de dicha resolución! se sobrepasa
o se extralimita en dicha actividad. Por otra parte, habrá defecto en la ejecución de
una resolución en materia de amparo, como ya dijimos, cuando la autoridad respon-
sable 110 realiza todos los actos 1"e determinan el alcance de la decisión constitucional,
Pues bien, siendo impugnables la ejecución excesiva o la defectuosa mediante el recur-
so de queja, y presuponiendo ambas una hipótesis de cumplimiento de una resolución
pronunciada en un juicio de amparo, es evidente que la acción constitucional es
improcedente para atacar los actos de la autoridad responsable que importen el exceso
o el defecto ejecutivo, a la luz de la fracción II del artículo 73 de la Ley de Amparo.
Ahora bien, puede suceder que, en ocasión al cumplimiento u observancia de una
resolución de amparo, y ciñéndose o acatando ésta, la autoridad responsable realice
actos diversos o decida PllU/OS distintos da aquellos q/le determinan el alcance del
auto o de la sentencia constitucionales. Tal hipótesis no supone una ejecución excesiva.
porque ésta implica que la autoridad responsable prolongue, extienda o'
rebase el
alcance limitado de los actos que debe desempeñar para dar cumplimiento a una reso-
lución de amparo, sino que entraña el caso en que dicha autoridad despliegue actos
nneoos, distintos de aquellos que se precisan en los considerandos del auto o de la
sentencia constitucionales para fijar la extensión de Jos puntos resolutivos.
:¡Ol El estudio de este recurso y de las diversas hipótesis legales en que procede, lo aborda-
mos en el Capítulo X VI de esta obra.
484 EL JUICIO DE AMPARO
determinativo del alcance de la protección federal, o sea, la valorización legal de la prueba, por-
que precisamente llevó a cabo la apreciación correspondiente conforme a las .reglas de estima.
ción probatoria respectiva. En consecuencia, la condena decretada como efecto procesal de dicha
valoración, es un acto nuevo, distinto de éste y no producto de su extensión.
Además, puede decirse que no hay exceso de ejecución de una resolución en mate-
ria de amparo, cuando la autoridad responsable realiza actos o aborda cuestiones que
110 [ueron objeto de la controversia constitucional, ni consecuencia 'de hechos deba-
tidos en la misma.
56:! • Apénqice al Tomo CXVIll, Tesis 401. Tesis 96 de la Compilación 1917-1965, tesis 94
del ApélJdice 1975, Materia General.
sea La demarcación del alcance de la fracción JI del artículo 73 de la Ley de Amparo es
una cuestión que está íntimamente relacionada con el tema concerniente a la ejecución de las
sentencias de amparo y de las resoluciones flue se dictan en materia~e suspensión. Como se habrá
advertido, dicha cuestión plantea importantes problemas que suscirarr-Jas siguientes interrogacio-
nes: ¿En qué casos procede contra actos de la "autoridad responsable,'realizados en ocasión al
cumplimiento de una resolución de amparo, el recurso de queja por defecto o exceso de ejecu"_
ción: o en qué otros tales actos deben ser -impugnados mediante el "incidente de incumplimiento"
o reclamados en otro juicio de garantías? Estos tópicos los abordamos al tratar los temas con
los que se vinculan estrechamente, como son, el de la procedencia del recurso de queja,"y del
citado incidente, en los capítulos respectivos.
LA IMPROCEDENCIA DE LA ACCIÓN DE AMPARO 485
"La forma correcta de ejecutar un fallo constitucional que protege, es dictar nueva sen-
tencia que Se ajuste a los términos de la ejecutoria de amparo, ciñéndose al tenor exacto de
ese fallo. Hay exceso de ejecución cuando la autoridad responsable va más allá del alta:nte
de la eiecUlo"¡a que concede la protección federal y afecta actos jurídicos de los que no se
ocup6 el fallo constitucional, ni sstán vinculados al eieao restitutorio del amparo concedido.
Hay defecto de ejecución cuando la autoridad responsable omite el estudio y resolución de
alguna de las cuestiones que le ordenó resolver la ejecutoria que concedió el amparo, con.
forme a los términos y fundamentos legales de la propia ejecutoria con la que está vinculada.
y tanto cuando hay exceso como defecto, procede la queja y no un nuevo amparo," :iM
autoridad que violen las garantías individuales o produzcan una contravención al ré-
gimen federativo. Consiguientemente, si tan amplia es la procedencia constitucional
de la acción de amparo, si abarca rualquier acto o ley de autoridad que viole alguna
garantía individual, el hecho de sustraer de ella cualquier acto o ley por algún ruerpo
legal secundario, como acontecería en el caso de que éste considera improcedente el
juicio de amparo, estaría en abierta contraposición con el artículo 103 constitucional.
Además de estas dos razones de índole teórica, podemos acudir a una de carácter
práctico para demostrar lo absurdo e indebido de la causa de improcedencia que con-
signa la fracción XVIII del artículo 73 de la Ley de Amparo, Es bien sabido que el
juicio de amparo es una institución inmejorable para mantener a las autoridades estata-
les dentro de un régimen de constitucionalidad y de legalidad, y que encuentra su
base en la supremacía de la Ley Fundamental. Pues bien, apoyándose en la mencionada
fracción la actividad del Poder Legislativo ordinario podría hacer nugatorio el juicio
de amparo, consignando su improcedencia en cada cuerpo legal que impidiere, llegando,
a la postre, a eliminar dicho medio de control, dando así pábulo a la arbitrariedad.
Sin embargo, la disposición legal que comentamos debe interpretarse en el sentido
de que la causa de improcedencia del juicio de amparo que en forma enunciativa prevé,
debe derivar necesariamente de cualquier mandamiento de la propia Ley de Amparo
o de la Constitución.
Tal sucede, verbigracia, en Jos casos en que la improcedencia se establece por la juris-
prudencia de la Suprema Corte respecto de alguna causa diversa de las contempladas en las
diecisiete fracciones del artículo 73, pues entonces, conforme a los artículos 192 y 193 de la Ley
"de Amparo, debe aplicarse dicha jurisprudencia atendiendo a su obligatoriedad.
~
así los actos previos". ese
b} Interpretando el articulo 21 constitucional, en la parte conducente a las facul-
tades del Ministerio Público, la Suprema Corte ha establecido que:
"Los particulares no pueden tener injerencia en el ejercicio de la acci6n penal que el
artículo 21 constitucional encomienda' al Ministerio Público; y, por consiguiente, el quere-
llante de un delito no puede combatir mediante el juicio de garantías, las determinaciones
565 Apéndice al Tomo CXVIII, tesis 4:5. Tesis 20 de la Compilación 1917-196', ídem del
Apéndice 1975, Materia General. Tomo XXXVI, pág. 1928. Quinta Epoca del S. ]. de la F.
LA IMPROCEDENCIA DE LA ACCIÓN DE AMPARO
~
que versen exclusivamente en la actuación desplegada con aquel fin, puesto que esas provi-
dencias no afectan directamente sus derechos patrimoniales o personales, sino que tales de-
terminaciones atañen al interés social." seo
El fundamento que dicha tesis jurisprudencial aduce para interdecir a los par-
ticulares ofendidos la acción de amparo contra actos del Ministerio Público que se rela-
cionen con el ejercicio de la acción penal, estriba en la circunstancia de considerar
a este organismo como titular exclusivo y excluyente de tal facultad, conforme al
artículo 2 constitucional. Los defensores de este punto de vista, que ha suscitado
en el seno de la Primera Sala de la Suprema Corte apasionadas polémicas afirman
que, si se autorizara al particular ofendido para atacar pro vío de amparo las reso-
luciones del Ministerio Público en funciones de investigador y acusador público, se
pondría la persecución de los delitos en manos de una persona privada y, por ende,
la acción respectiva se concedería a los órganos jurisdiccionados federales, quienes
estarían en posibilidad de resolver sobre su ejercicio al otorgar la protección federal
al quejoso. 10 cual pugnaría con nuestro sistema penal. en el que la acción persecutoria
está vedada a los jueces.
Por nuestra parte, no estamos de acuerdo con la improcedencia del juicio de amparo
contra actos del Ministerio Público cuando realiza o deja de realizar funciones perse-
cutorias de los delitos. Bien es verdad que cuando dicha institución resuelve no ejerci-
tar la. acción penal, está obrando conforme a una facultad que le confiere la Cons-
titución; mas ésta en manera alguna excluye la posibilidad de que, cuando el no
ejercicio de dicha acción no se justifica, la decisión negativa correspondiente sea im-
pugnable. Es más, la Ley Suprema, en el artículo 102, impone al Ministerio Público
Federal la obligación de perseguir, ante los tribunales, todos los delitos del orden
federal; en otras palabras, ,tal ordenamiento no solamente consagra en su artículo 21
en favor de dicho organismo (federal o local) la facultad de perseguir delitos, sino
que impone a éste la obligación correspondiente (art. 102).
Ahora bien, hemos dicho que la improcedencia constitucional de la acción de am-
paro, distinta de su improcedencia legal, solamente puede establecerla la Constitución;
en otras palabras, es únicamente la Ley Suprema la que puede consignar las hipótesis en
( que no sea factible la procedencia del juicio de amparo por modo absoluto, esto .es,
sin que ésta dependa de factores contingentes que, en cada caso concreto. pueden vedar el
~IlO Apéndice al Tomo CXVII, Tesis 49, misma que se encuentra corroborada por la tesis
jurisprudencial 689 del Apéndice al Tomo CXVIII, la cual, a su vez, ha sido reiterada al haberse
decidido la contradicción entre los criterios sustentados por los Tribunales Colegiados Primero y
Segundo del Primer Circuito, a propósito de la improcedencia del amparo en favor del ofendido
por un delito COntra actos del Ministerio Público que importen abstención para ejercitar la
acción penal o desistimiento de la misma. Los criterios contradictorios estriban en que, mientras
el Primer Tribunal Colegiado consideraba improcedente el amparo ajustándose a la tesis juris-
prudencial citada, el Segundo sostenía el punto de vista opuesto. Fue así como la Primera Sala
de la Suprema Corte determinó que tal jurisprudencia debía prevalecer, afirmando al efecto lo
siguiente: "Con fundamento en la fracción XIII del artículo 107 constitucional y en el 195
de la Ley Orgánica de los artículos 103 y 107 constitucionales se declara que en el conflicto
surgido entre los Tribunales Colegiados Primero y Segundo del Primer Circuito prevalezca la
tesis sustentada por el primero, que es la establecida por esta Sala y publicada bajo el número
689, en la página 1229 del Ultimo Apéndice al Semanario Judicial de la Federación" (Decisión
de 11 de abril de 1957). La tesis mencionada corresponde a la tesis 190 de la Compilación 1917-
1965, tesis 198 del Apéndice 1975, Primera Sala. Idcrn, Informe de 1971. Sección "Presidencia",
pág. 257.
•
488 EL JUICIO DE AMPARO
ejercicio válido de la acción constitucional, pero que no impiden que el juicio de garan-
tias prospere respecto de otras situaciones concretas análogas pertenecientes a la misma
hipótesis genérica.
Verbigracia, puede suceder que la acción de amparo sea improcedente contra una sen-
tencia judicial, porque haya transcurrido el término para ejercitarla, o porque 00 se haya
agotado previamente el recurso ordinario de impugnación. etc. (improcedencia legal); mas
esta circunstancia no implica que en un caso concreto análogo al precedente, es decir, pertene-
ciente a la misma situación general (impugnadón de una sentencia judicial), no pueda vá~
Iidamente entablarse el juicio de amparo si no concurre ninguna de dichas causas o círcuns-
tanelas especiales.
31
•
I~A IMPROCEDENCIA DE LA ACCiÓN DE AMPARO 489
En los mismos términos que la anterior existe otra tesis jurisprudencial que
establece la improcedencia del ;uicio de amparo en favor de la Secretaría de Hacienda
-contra las resoluciones 'lile dicte el Tribunal Fiscal de la Federación, invocándose aná-
logas razones que en las consideraciones transcritas, consistentes las primeras en que al
Estado no puede conceptuársele como titular de garantías individuales cuando obra
con el carácter de entidad soberana o defendiendo un acto de autoridad, Como es el
cobro de impuestos, multa u otros pagos fiscales.5 70 Como se puede deducir de las
dos tesis jurisprudenciales a que nos referimos, la improcedencia del juicio de ampa·
ro en los casos a que aluden se establece en razón de la índole de la persona que podría
ser sujeto activo de la acción constitucional, tomando como base o criterio la circuns-
tancia de que al Estado no se le pueden violar garantías individuales, ya que no es
titular de las mismas, por lo que es dable concluir que los puntos de vista de la juris,
prudencia de la Suprema Corte acusan una improcedencia constitucional del juicio
de garantías, al apuntar la no susceptibilidad de contravención al objeto tutelado por
nuestro medio de control, consignado en la fracción I del artículo 103 de la Ley Fun-
damental.
Por otra parte, según afirmamos en el capítulo IX de esta obra, la propia Supre-
ma Corte ha formulado una tesis jurisprudencial en el sentido de que la Nación,
considerada como persona moral, no es titular de garantías individuales y, por ende,
no puede interponer el juicio de amparo,571 lo que debe entenderse con las reservas
que apuntamos al abordar el tema relativo al Estado como quejoso y que se derivan
de algunas ejecutorias que a ese propósito mencionamos, en las que se consignan
ciertas distinciones respecto a la jurisprudencia aludida.
d) Al tratar el tema de la improcedencia del juicio de amparo, no debemos pasar
inadvertida la cuestión de si la acción constitucional protege o no la pequeña .propiedad
agrícola contra resoluciones dotatorias o restitutorias de ejido! o aguas.
La [urisprudencia que existe sobre este partirular se estableció en el sentido de
que el amparo contra actos que por los motivos indicados afecten a la pequeña pro-
piedad, es improcedente.
Dice al respecto la Suprema Corte: "La fracción XIV del artículo 27 constitucional,
excluye al Poder Judicial del conocimiento de toda controversia que pudiera suscitarse contra
las resoluciones presidenciales dotatorias o restitutorias de tierras yaguas, aun respecto de
aquellas Cuya inconstitucionalidad se hiciera .derivar de la afectación de una pequeña pro-
piedad agrícola. Por los términos absolutos que se consignan en la redacción de dicho
precepto, atendiendo al principio interpretativo, de universal aceptación, que donde la ley no
distingue nadie debe distinguir, es evidente que no puede exceptuarse de esa generalidad
a los pequeños propietarios, pues el texto referido alude a '105 propietarios' (así sean gran-
des o pequeños), excluyéndolos del derecho de ocurrir al juicio de garantías." 612
regulan la actividad estatal en relación con el problema agrario, sino que debió estable-
cer el enlace lógico-jurídico correspondiente. Si de esta guisa hubiese procedido la
Segunda Sala de la Suprema Corte, la declaración substancial de la jurisprudencia
sentada hubiese sido la inversa: el amparo es procedente en favor de los pequeños
propietarios contra resoluciones dotatorias o restitutorias de tierras yaguas dictadas en
favor de los pueblos.
En efecto, el párrafo tercero del artículo 27 constitucional consigna la posibilidad
jurídica de que los latifllndios se fraccionen para los distintos' propósitos que en la
disposición relativa se mencionan, declarando categóricamente, en su última parte, que
siempre se respetará la pequeña propiedad agrícola en explotación. Por su parte, la
fracción XV del artículo 27 constitucional manda que "las Comisiones Mixtas, los
Gobiernos Locales y demás autoridades encargadas de las tramitaciones agrarias, no
podrán ttfectar, en ningún caso, la pequeña propiedad agricola en explotación e incu-
rrirán en responsabilidad, por violaciones a la Constitución, en caso de conceder do-
taciones que la afecten". Por consiguiente, la afectabilidad en materia agraria se
contrae, de acuerdo con las. disposiciones constitucionales de referencia, a la gran
propiedad o latifundio, quedando exenta de ella la pequeña heredad agrícola, siempre
y cuando esté en explotación. En otras palabras, y como consecuencia de esta evidente
deducción jurídica constitucional, los propietarios ajeetah/es, serán los dueños de los
latifundios y los inafectables los titulares de la pequeña propiedad.
Ahora bien, de conformidad con los imperativos constitucionales a que acabamos
de aludir, ya no fue necesario que se hiciera la distinción en la fracción XIV del
artículo 27 constitucional entre grandes y pequeños propietarios, pues al hablarse
en ésta de "propietarios afectados" (esto es, los afectables que sufrieron un acto de
afectación en sus propiedades), lógica y necesariamente aludió a los grandes propie-
tarios que son los únicos que constitucionalmente. pueden afectarse por los actos india
cados con anterioridad. Seda una contradicci6n absurda e inadmisible de la Constitución
para consigo misma, que en el párrafo tercero y en la fracción XV del artículo 27
constitucional' declarara inafectable, como lo hace, la pequeña propiedad, y que en la
fracción XIV del propio precepto, implicara la posibilidad de que hubiesen podido
ser ttfectados sus titulares. Por todo ello, lógica y jurídicamente se colige que, refi-
riéndose el concepto de "propietarios afectados", empleado en la supradicha fracción,
única y exclusivamente a los latifundistas, la improcedencia del juicio de amparo sólo
atañe a ellos y no a los pequeños propietarios.
Según se desprende de la. propia fracción XIV del artículo 27 constitucional la
improcedencia del amparo en materia agraria se establece principalmente en atención
a la naturaleza de los actos de afectación a la propiedad rural, esto es, 'lile se trate de
resoluciones dotatorias o restitutorias de ejidos y "gllas en f"vor de los pueblos ema-
nadas de los procedimientos respectivos consignados en la legislación agraria. Por ende,
cuando la pequeña propiedad agrícola sea afectada mediante actos distintos de los res-
titutorios o dotatorios a que se refiere la fracción XIV del artículo 27 constitucional,
el juicio de garantías es perfectamente procedente, habiéndolo sostenido así la Supre-
ma Corte en algunas tesis jurisprudencíales.ste
073 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 412, 416 y' 415. Tesis ni 77 y 78 de 14 Compila.
(ión 1917-196', tesis 35, 36 Y 37 del Apéndice 197J, Segunda SaJa. Idem, Informe de 1975,
Segunda Sala, págs. 62 y 63.
:LA ilViPi\OCEDH"CiA DE LA xccróx DE AMPARO 493
lIH Dicho requisito ha sido corroborado por la Suprema Corte en las tesis que aparecen
en los Informes correspondientes a los años de 1947 y 1948, págs. 17 Y 39. respectivamente. (Se-
gunda Sala.)
5715Sobre este tema véase el Capítulo XXVI de esta obra.
lIT6 Apéndice al Tomo XCVIII, Tesis 39. Tesis 16 de la Compilación 1917·1965, ídem
Apéndice 1975, Maleria General.
!Sn Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 124. Tesis 1J de 'dicha Compilación, tesis 19 del
Apéndice 197', Cuarta SaJa. .
lI18 Idem, Tesis 209. Tesis 41 de la Compilación 1917-196', tesis 137 del Apéndice 1975,
Segunda Sala.
579 Idem, Tesis 340. Idem, tesis 6J de la Compilación 1917-196' y 372 del Apéndice 197.5.
494 EL JUICIO DE AMPARO
5. Contra actos que afecten derechos poJíticOS. 580 La improcedencia del amparo,
en este caso la tratamos en el apartado B de este capítulo, a cuyas consideraciones nos
remitimos.
6. Contra actos o resoluciones qlle importen el cese o la separaci6n de Jos emplea-
dos Ptíb¡;coS.S 81 La causa de improcedencia en este supuesto se funda en dos motivos,
a saber: en que contra e! cese de un empleado público procede e! juicio arbitral ante e!
Tribunal de Arbitraje, conforme a la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio de los
Poderes de la Unión; y en que al separar a un empleado, el Estado "no obra como
autoridad sino como patrono". Esta tesis se refiere, sin embargo, a los empleados bu-
rocráticos de base pero 110 a los de confianza, quienes, contra el acto que entraña su
cese o separación, pueden ejercitar la acción de amparo, ya que están excluidos del
régimen establecido por la legislación respectiva, o sea, la Ley Federal de los Trabaja-
dores al Servicio de! Estado, según lo ha sostenido la ;urisprudencia de la Segunda
Sala de la Suprema Corte.'"
7. Contra las resoluciones que se die/aban en el incidente de repareción constitu-
cional. 583 El apoyo de esta causa de improcedencia es obvio, puesto que la reparación
constitucional era un medio de preparar el amparo directo, es decir, importaba un
procedimiento que formó parte del juicio de garantías, en cuya virtud, conforme a
la fracción JI del artículo 73 de la Ley de Amparo, la acción constitucional era impro-
cedente contra las decisiones que en dicho incidente se pronunciaban. Además, el
artículo 61 de la propia Ley claramente establecía que contra las resoluciones dictadas
en materia de reparación constitucional) sólo procedía la protesta. Esta hipótesis ha que-
dado eliminada por las Reformas de 1967 que suprimieron la reparación constitucional.
8. En favor del Instituto Mexicano del Seguro Social contra resoluciones que se
die/en en los procedimientos en que dejienda SIIS actos como organismo fiscal autó-
nomo.56. Esta causa de improcedencia del amparo se funda en el criterio jurispruden-
cial a que Con antelación hemos aludido, en el sentido de que, cuando se defienden
actos de autoridad, como son los que desempeña dicho Instituto en relación con las
cuotas obrero-patronales de previsión social, las resoluciones contrarias a dichos actos
no pueden ser impugnables en la vía constitucional. El carácter de actos autoritarios
que ostentan las decisiones O acuerdos dictados por el referido Instituto en relación COn
las citadas cuotas, ha sido determinado por la jllrisprtldellcia de la Suprema Corte.6 86
La situación del Instituto Mexicano del Seguro Social en cuanto a su falta de legitimación
activa para promover el juicio de amparo, es similar a la del Instituto del Pondo Nacional de
la Vitlie"da para los Trabajadores. En efecto, según ID establece enfáticamente el artículo 30
de su Ley, este Instituto tiene el carácter de organismo fiscal autónomo en 10 que concierne
a la fijación de las aportaciones y de los descuentos a cargo de los patrones en los términos
del artículo 29 de dicha Ley, así Como por lo que atañe al cobro de las cantidades respectivas.
580 Idem, Tesis 345. Idem, tesis 89 de la Compilación y 87 del Apéndice 197), MaJeria
General.
581 Idem, Tesis 433 y 434 del Apéndice al Tomo cx.VIn.
582 Informes de 1967 y 1968, páginas 24 y 30, respectivamente y tesis J42 del Apéndiu
1975. SegJlnda Sala.
563 ldem, Tesis 908. Tes;J 308 de la Compilación 1917-1965, tesis 32J del Apéndi(~ 197J,
Terrera Sala.
584 Idem, Tesis 991. Tesis 238 de la Compilación y 290 del Apéndire 1975. Segunda Saja.
5S5 Idem, Tesis 992. Tesis 239 de la Compiladó,t 1917·196J, y tesis 291 del Apéndice 1975,
Segunda Sala.
LA IMPROCEDENCIA DE LA ACCIÓN DE AMPARO
Los actos específicos a que se acaba de hacer mención tienen la naturaleza de verdaderos acto!
de autOf'idád que emite y realiza dicho Instituto, en cuanto que ostentan todos los atributos que
distinguen al tipo correspondiente, como Son la unilaJeraJidad, la imperati",jdad y la coersiti-
vidad. Estos atributos se involucran en Ja índole misma de los actos a que se refieren los ar-
tículos 29 y ;0 de la invocada Ley, pues para determinar 'Y liquidar, en cada caso concreto,
las obligaciones patronales consistentes en cubrir las aportaciones al Fondo Nacional de la Vi-
vienda para los Trabajadores y en practicar los descuentos destinados al pago de los préstamos
otorgados a dichos trabajadores por el propio Instituto y en entregar tales descuentos, el meno
cionado organismo público descentralizado no requiere del consentimiento del patrón que sea
sujeto de las citadas obligaciones, Jo que revela el elemento unilateralidad. La voluntad del
Instituto, externede en Jos actos aludidos. está sobre la voluntad patronal, en cuanto que los patro-
nes están obligados a cubrir las prestaciones previstas en el artículo 29 de la Ley, hegemonía
volitiva que traduce el elemento imperatividad. Por otra parte, como tales obligaciones y los
actos tendientes a su cumplimiento Ion de naturaleza [iscal, según lo indica el artículo ;0 de
la propia Ley. la ejecución de Jas decisiones que en cada caso concreto tome el Instituto en rela-
ci6n con dichas obligaciones y actos, se lleva a cabo por la Oficina Federal de Hacienda corres-
pondiente, según lo establece el propio artículo 30, in fine, de la tantas veces señalada Ley.
La ejecutividad coactiva de tales decisiones indiscutiblemente revela el elemento coercitividad,
ya que el órgano estatal a que se acaba de hacer referencia debe actuar como simple ejecutor
del Instituto en lo que a dichas decisiones concierne, sin poderlas objetar, condicionar o variar,
ni negarse, bajo ningún motivo ni causa, a ejecutarlas. El Instituto, en consecuencia, se encuen-
tra en una situación similar a la del Instituto Mexicano del Seguro Social en su carácter de
organismo fiscal autónomo, es decir, como verdadero 6rgano de autoridad. en los términos
de la Tesis Jurisprudencial 239 publicada en la Compilación 1917-1965, Materia Administra-
tiva, y cuyo criterio sustentador es perfectamente aplicable, por identidad de razón, al caso del
INFONAVIT.
decir, el que estriba en que es en razón del "orden público" que afecta a toda cuesti6n
de improcedencia 10 que determina su invocación procesal oficiosa. Disentimos de la fun-
damentaci6n aducida por la Suprema Corte, porque entre la conclusión a que llega en
la tesis jurisprudenóal de referencia (las causas de improcedencia deben hacerse
valer de oficio) y el motivo que para ello esgrime (las cuestiones de improcedencia
son de orden público), no existe ninguna relación lógica que necesariamente y con
exclusión de cualquier otro supuesto, haga al consecuente derivar del antecedente. En
efecto, si se procediera con l6gica, adoptando el principio de que donde exista la misma
razón debe existir la misma conclusión, todas las cuestiones procesales que se suscita-
sen en el juicio de amparo deberán hacerse valer de oficio, desde el momento en que
todo el procedimiento de garantías, por su naturaleza misma, es de orden público.
En vista, pues, de lo deleznable del fundamento invocado por la jurisprudencia
de la Suprema Corte para declarar la oficiosidad en la invocaci6n de las causas de
improcedencia en el juicio de amparo, debemos recurrir a otro, que verdaderamente
exprese la raz6n de ser de tal consideración.
Ciñéndose a un método lógico, es evidente que en la resolución de un negocio
jurídico cualquiera, antes de dirimirse los derechos y las cuestiones de fondo controver-
tidas, Se debe examinar si el ejercicio de la acción deducida, en cuanto a su forma
de realizaci6n y naturaleza procesal, llena los requisitos legales. En otras palabras,
antes de analizar las pretensiones subyacentes de las partes, el juez debe constatar si
el ejercicio y la naturaleza jurídica de la acci6n que da origen a una determinada vía
procesal, se desplegó y se propuso, respectivamente, con corrección, lo cual equivale
a establecer su procedencia. Las leyes adjetivas generalmente consignan diversas espe-
cies de acciones cuya deducción da origen a juicios y vías distintas, verbigracia, juicio
o vía ordinaria, sumaria o ejecutiva. Pues bien, el conjunto de requisitos que una
acci6n determinada debe llenar para engendrar una cierta vía judicial, es lo que consti-
tuye su naturaleza procesal. El juzgador, antes de COnocer de las pretensiones de fondo
de las partes, en rigor lógico-jurídico debe examinar si la acci6n concreta, ejercitada
-por el actor en un caso especial, efectivamente está dotada de una naturaleza pro-
cesal tal, que haya dado origen correctamente a la vía en que se substancié el juicio.
Este examen previo trae como consecuencia la constatación de la procedencia O improce-
dencia de la acci6n. Por co'hsigqiente, una vez establecida la procedencia de ésta, una
vez que se determine que una acción concreta efectivamente corresponde al tipo gené-
rico de acci6n procesal de talo cual índole, entonces el juzgador entra al estudio de
las cuestiones de fondo planteadas por las partes. La prioridad lógico-jurídica del aná-
lisis de la naturaleza procesal de la acción (que trae como consecuencia la declaraci6n
de procedencia o improcedencia de la misma) sobre el examen de las cuestiones de
fondo debatidas en el juicio, se impone con evidencia.
Ahora bien, ¿este método lógico debe ser observado oficiosamente por el juzgador
en todo caso? En otras palabras, ¿cuando una de las partes, generalmente la deman-
dada, no impugna la naturaleza de la acción concreta ejercida en su contra, por no
corresponder al tipo genérico consignado en la ley, el juez del conocimiento está obli-
gado a entrar al análisis de aquélla, COn el fin de establecer su procedencia o impro-
cedencia antes de examinar las cuestiones de fondo? Nosotros estimamos que, si dentro
de un terreno estrictamente l6gico-jurldico, el juzgador debe determinar previamente la
procedencia o improcedencia de la acci6n en la hipótesis de que las partes no hayan
LA IMPROCEDENOA DE LA ACCIÓN DE AMPARO 497
Debe agregarse que la tesis jurisprudencial que consagra el prinCIpIO de que las
causas de improcedencia deben hacerse valer de oficio por entrañar cuestiones de
orden público, no desvirtúa las anteriores conclusiones. En efecto, las ejecutorias que.
informan dicha tesis se dictaron bajo la vigencia de la Ley de Amparo de 1919,
que no contenían las reglas precisas a las que debe sujetarse la decisión del recurso de
revisión y que instituye el artículo 91 de la Ley actual. Por ende, la mencionada tesis
jurisprudencial debe interpretarse atendiendo a las citadas reglas legales, ya que de
otra manera éstas quedarían sin observancia, lo que no se compadece con el sistema
de derecho escrito que nos rige, y dentro del cual la jurisprudencia no es sino un
conjunto de prescripciones que aclaran o definen el alcance de un precepto legal,
cuya vigencia posterior prevalece sobre un criterio jurisprudencial sustentado can an-
terioridad.
l. CONSIDERAOONES GENERALES
timos, su fijación varía en los diversos cuerpos legales de que se trate. Podemos. sí,
elaborar una idea de sobreseimiento exhaustiva particular, esto es, referida s610 a deter-
minada materia jurídico-procesal, mas un concepto de contenido genérico que abarque
todas las hipótesis de sobreseimiento en cualquier esfera adjetiva, es una cuestión un
tanto cuanto imposible de solucionar.
Si desde el punto de vista del contenido del sobreseimiento presenta dificultades
casi insuperables la elaboración de un concepto genérico, no sucede 10 mismo por 10 que
concierne a su aspecto formal, que ya esbozamos COn antelación: es IIn acto p1<Ocesal
proveniente de la potestad jllrisdiccional, que concluye una instancia judicial, sin re-
solver el negotio en cuanto al fondo, sustantivamente, sino atendiendo a circunstancias
o hechos ajenos, o al menos diversos, de lo substancial de la controversia subyacente o
fllTldal71ieJ1t,tl.G87 bllI
Esta idea genérica formal de sobreseimiento la podemos aplicar al juicio de amparo,
En cuanto al fondo de éste, las resoluciones definitivas, que finalizan una instancia
judicial, pueden ser de concesión o de negación de la protección federal. Tal concesión
o negación se declaran una vez analizada la constitucionalidad o inconstitucionalidad
del acto reclamado, penetrando en la índole- y naturaleza misma de éste e implicando,
por ende, un estudio de fondo acerca de la controversia substancial o fundamental
entre el quejoso y la autoridad responsable, principalmente. Significando el sobreseí-
miento la abstención de llevar a efecto tal análisis, en el juicio de amparo indicará,
lógicamente. no la concesión ni la negación propiamente dicha de la protección de la
Justicia "de la Unión, sino la conclusión de la instancia jurisdiccional correspondiente,
atendiendo a circunstancias o hechos que no atañen a la constitucionalidad o inconsti-
tucionalidad del acto reclamado, en todo caso en detrimento del quejoso,
Como ya advertimos anteriormente, es posible dar un concepto de contenido par-
ticular acerca del sobreseimiento, esto es, refiriéndolo a una materia jurídica adjetiva
determinada. Por consiguiente, nos es dable realizar tal operación, tratándose del sobre-
seimiento en el juicio de amparo, mediante la integración de un contenido específico
de la idea formal. En tal virtud, podemos afirmar que el sobreseimiento en el juicio de
amparo es 1111 acto procesal proveniente de la potestad [urisdicctonal qlle concluye tena
instancia judicial en el amparo, sin decidir sobre la constitucionalidad o inconstitucio-
nalidad del acto reclamado (cuestión de fondo), sino atendiendo a circunstancias o
hechos diversos de ella.5 8 i e Los elementos generadores del sobreseimiento en el juicio de
esr bis Este criterio doctrinal ha sido acogido por la juriIprudenr:ia de la Suprema Corte al
través de las tesis 527 y 529, Segunda Saja, publicadas en el Apéndice 1975, y que textualmente
asientan: "No causa agravio la sentencia que no se ocupa de los .razonemicntos tendientes a de-
mostrar la violación de garantías individuales por los actos reclamados de las autoridades respon-
sables, que constituyen el problema de fondo, si se decreta el sobreseimiento del juicio." "De esti-
marse que procede el sobreseimiento del juicio de amparo, no existe motivo legal para examinar y
valorar las pruebas tendientes a demostrar los hechos a que se refieren los conceptos de violación
expresados en la demanda, lo que únicamente hubiera sido necesario en el caso de entrarse al
estudio del fondo del negocio,"
587 e No compartimos la idea del maestro Alio»so Noriega en el sentido de que el sobreseí-
miento en el juicio de -amparo obedezca a una "crisis del procedimiento" y de que involucre la
declaración de que éste ha cesado "por ser innecesaria o imposible su continuación hasta sentencia"
(Cfr. Lecciones de Amparo, pdgs. <1.'15 a 4<17). Estimamos que el concepto "crisis" se emplea erró-
neamente por dicho tratadista para fundar en él la figura procesal del sobreseimiento, ya que por
crisis se entiende toda situación anómala que impide la continuación del proceso hasta su conclusión,
fenómeno éste que no acontece en el juicio de amparo, ya que, aunque opere alguna causa de
improcedencia de la acción constitucional, el juicio de garantías se desenvuelve hasta su conclusión,
502 EL JUICIO DE AMPARO
Ahora bien, el escrito en que se formula el desistimiento debe ser ratificado ante la pre-
sencia judicial o ante cualquier funcionario con fe pública, previa identificación de su suscriptor,
según 10 ha considerado la [urisprudencia de la Suprema Corte (tesis 184 de la Compilación
191741965, Materia General),
garantías, en los supuestos a que se refieren los artículos 16, 17, 18, 120 Y 146
de la Ley de Amparo. Dicho desistimiento supone la admisi6u de la demanda y la
substanciaci6n del juicio, pues es evidente que el sobreseimiento de éste, que es la con-
secuencia de tal desistimiento, s6lo puede decretarse si un juicio de garantías está en
trámite y no cuando ni siquiera se ha iniciado. Por lo contrario, la declaraci6n judicial
de que la demanda se tíene por no interpuesta, implica, l6gicamente, la no admi-
sión de la misma y, por ende, la no substanciación del juicio, cirronstancia esta última
que juridicamente hace imposible el sobreseimiento, ya que no puede sobreseerse lo que
no existe. 6sD
b) Desistimiento prohibido
La facultad que tiene el quejoso para desistiese voluntaria e ilimitadamente del
juicio de amparo se convierte en una prohibici6n terminante de la Constituci6n (art.
107, frac. 11, párrafo quinto) y de la Ley (art. 74, frac. 1), cuando lo! agraviado!
lean núcleos de población e¡Mal o comunal que hubiesen e¡errilado la acri6n de ga-
rantias contra actos de autoridad que "'eclen sus derecho! agrario! lolal o parcialmenle
o en forma lemporal o dt1inili';a.
La expresada prohibici6n nos parece indebida por las razones que exponemos en
el capítulo XXVI de esta obra, a cuyas consideraciones nos remitimos.
Asi se prevé en la última parte del articulo 1S de la Ley, que establece: "En caso de
fallecimiento del agraviado, o del tercero perjudicado, el representante de uno u otro continuará
en el desempeño de su cometido, cuando el acto reclamado no afecte derechos estrictamente
personales, ensre tenro inlHViene la sucesMn en el iuicio de amparo/'
,
EL SOBRESEIMIENTO POR IMPROCEDENOA DEL JUICIO DE AMPARO
josa o tercero perjudicado) por no activar dicho recurso durante igual lapso. -
En efecto, las a.diciones a los mencionados preceptos estaban concebidas en los siguientes
términos: "Art. 74, Procede el sobreseimiento: V: En los amparos promovidos en materia
civil, en que se versen s610 intereses de particulares y de que conozca la Suprema Corte de
Justicia directamente, cuando transcurran cuatro meses sin que los quejosos gestionen por escrito
ante la misma Suprema Corte la continuación de la tramitación o la resolución del juicio."
"Art. 85. Tratándose de amparos civiles en que el recurso de revisión se haya propuesto por
particulares en defensa de sus intereses privados, se les tendrá como tácitamente desistidos
del recurso si dejan transcurrir cuatro meses sin gestionar por escrito ante la Corte la con-
tinuación de la tramitación o la resolución de los mismos."
Dice al efecto la Suprema Corte: "El Decreto de. 30 de diciembre de 1939, en cuanto
que establece que tratándose de amparos promovidos en materia civil en que se versen sólo
intereses particulares y de que conozca la Suprema Corte directamente, se tendrán por desis-
tidos a los promoventes cuando, transcurran cuatro meses sin que los quejosos gestionen por
escrito ante la misma Suprema Corte la continuación de la tramitación o la resolución del juicio,
está en notoria pugna con la fracción V1II del artículo 107 constitucional (que dice en
-, su parte conducente: 'La Corte dictará sentencia sin más trámite ni diligencia que el escrito
en que se interponga el recurso, el que produzca la otra parte y el procurador general o el
agente que al efecto designare, y sin comprender otra cuestión legal que la que la queja con-
tenga'); y por este motivo, la Suprema Corte no debe aplicarlo. En efecto, el artículo 107
constitucional, en su fracción VIII expresa y categóricamente impone a la Suprema Corte la
obligaci6n de dictar sentencia en los amparos directos, sin otros trámites substanciales, que
los que el mismo artículo establece; claro es que incluyendo trámites secundarios, como SOn Jos
de tumo a la Sala, citación para audiencia, lista, etc., indispensables para la substanciación
508 EL JUICIO DE AMPARO
5e4 Semanario Judicial de la Federación. Apéodíce al Tomo XCVII, Tesis 849 y 8'0.
EL SOBRESEIMIENTO EN EL JUICIO DE .'l.:-'fP"\~O 509
de una ley, se sobreseerá por inactividad de la parte agraviada en los casos y téiminos que
señale la ley reglamentaria."
En las dos hipótesis señaladas, el interés social que palpita en el amparo es tan
vivo, que la inactividad procesal de las partes, y en especial del quejoso, no debe
originar el sobreseimiento del juicio respectivo, pues la posibilidad contraria equival-
dría a supeditar al interés privado la resolución de cuestiones de indudable trascen-
dencia para la vida del país.
Las ideas anteriores coinciden con el criterio adoptado por el legislador para consignar
constitucional y legalmente el caso de sobreseimiento de que tratamos. Asi, en la exposici6n
de motivos del articulo 107 de la Constitución, conforme al Decreto de 30 de diciembre de
1950, se afirma: "El juicio de amparo siempre ha procedido a instancia de la parte agraviada..
598 Tratándose del amparo en materia agraria, cuando los quejosos sean núcleos de población
ejidales o comunales, el desistimiento de la demanda de garantías está. prohibido, 10 que implica en
este caso la impulsión oficiosa del procedimiento constitucional.
EL SOBRESEIMIENTO EN EL JUICIO DE AMPARO 513
Cuando esta parte lo abandona por inactividad, con su abstención demuestra que no tiene inte-
rés para ella su continuación por lo que el sobreseimiento. debe declararse. Así lo propone el
Anteproyecto de la Suprema Corte y se acepta en esta Iniciativa, porque no son ajenas a nuestra
Legislación disposiciones de esta naturaleza, ya que el artículo 680 del Código Federal de
Procedimientos Civiles de 1908 estableció reglas ·similares, y otro tanto hicieron las reformas
legislativas que se introdujeron a la Ley de Amparo en los años 1926 y 1939. la fracción
XlV del artículo 107 en consulta propone el sobreseimiento sólo en amparos civiles y admi-
nistrativos, por inactividad de la parte agraviada en los casos y términos que señale la ley y
siempre que no se. haya reclamado la inconstituciol1aJidad de un mandato legal. No se incluyen
la materia penal J la del t,aba;o, p()f'que la vida y la libertad son derechos imprescindibles de la
persona humana y no puede ;amás permitir el legislador que se consientan violaciones a garmz·
lÍas tan preciadtJj, y porque en lo que respecta a la materia de trabajo, ello redundaría fun-
damentalmente en perjuicio de la clase trabajadora que no está en posibilidad de conocer
la técnica del juicio de amparo, ni de cubrir honorarios de profesionistas permanentes encar-
gados del cuidado y de la atención de sus negocios,"
EL JUICIO DE AMPARO
procesal, situación que entraña la doble injusticia de revivir actos estimados judicial.
mente inconstitucionales y de sustituir, por un simple auto, el fallo que así 10 COn·
sideró. 6 9 B
Esta situación injusta y antijurídica sólo puede eliminarse mediante la reimplan-
tación de la verdadera caducidad de la instancia en el juicio de amparo, [enémeno
procesal que ya prevén las Reformas de 1967. De esta manera, al observarse la inactivi-
dad procesal en primera o en única instancia se decretaría el-sobreseimiento del juicio,
tal como sucede realmente en los amparos indirectos y directos; y al registrarse en se-
gunda instancia, se declararía caduco el recurso de revisión y ejecutorio el fallo recu-
rrido, fenómenos que con toda' claridad previó el Decreto de 30 de diciembre de 1939,
que era inconstitucional pero no injusto.
a) El sobreseimiento v
Este s610 es susceptible de decretarse por inactividad procesal cuando se trate de
jrlicios de amparo directos o uni-instanciales de índole civil o administrasioa, así como
de amparos indirectos o bi-instanciales sobre las mismas materias, y siempre qfle, en
este tíltimo taso, la paraJizaC'i6n del procedimimto se registre en la primera instancia.o06
El lapso de la inactividad debe ser de trescientos dlas, inc!uyerido los inhábiles, sin
que durante él se haya efectuado ningún acto procesal que impulse la continuaci6n
del juicio ni el quejoso haya formulado promoci6n o instancia alguna para que se
eoe En materia agraria no opera la caducidad de la revisión o de la segunda instancia si el
recurrente es un núcleo de población o un ejidataric o comunero en particular; pero Ji dicbo re-
ClUJO se interpone por las autoridades responsables o el terrero perjudirddo y contra la sentencia
del Juez de Distrito que hubiese amparado a aquéllos, el expresado fenómeno procesal sí se rea-
liza. Así lo ha considerado la Jurisprudencia de la Segunda Sala de la Suprema Corte (Informe de
1968, pág. 22).
606 En los juicios de amparo indirectos el transcurso del término de la inactividad procesal
entre la fecha de la audiencia constitucional que se haya celebrado y la notificación de la sen-
tencia que dicte el Juez de Distrito, no origina el sobreseimiento. según 10 ha estimado la Se~
gunda Sala de la Suprema Corte (Informe de 1967 1 pág. 158). Este criterio. sin embargo ha sido
contradicho por el Tercer Tribunal Colegiado en Materia Administratira del Primer Circuito y el
Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del propio CirrlJito, sosteniéndose que si el término
de la inactividad procesal transcurre desde la fecha de la audiencia constitucional sin que se haya
dictado el fallo correspondiente por el Juez de Distrito, surge la causa de sobreseimiento prevista
en el articulo 74, fracción V de la Ley. (biforme de 1979. tesis 60 y 22, respectivamente.) Sin
embargo, la Segunda Sala de la Suprema Corte ha establecido, con toda razón, el criterio contrario,
ya que una veZ celebrada la audiencia constitucional, las partes, y principalmente el quejoso. no
tienen obligación de presentar ninguna promoción para que el Juez de Distrito dicte la sentencia
correspordienre, pues su pronunciamiento implica uno de sus más importantes deberes. procesales.
(Informe de 1,980, tesis na y 159.)
518 EL JUICIO DE AMPARO
dicte la resolución que corresponda (art. 74, frac. V, párrafo primero, de la Ley
de Amparo) .607
b) lA cdtlcidd de la instancia ~
l
Este fenómeno rocesal únicamente acaece dtlrante la tramitación del recursa de
reviJi n que se hubiere interpuesto contra a sent~n~i~ dictada por los }uec~ de .!?is.
trito en la audiencia constitucional, o sea, en el JUICIO de amparo IOdlrecto o bl~InS~
tañciiI, cuya materia sea civil o administrativa en !en/ido e!tricto. . .,"
- El término de la inactividad también debe ser de trescientos dlas comprendléiidose
dentro de él tanto los hábiles como los inhábiles, y sin que el recurrente (quejoso,
autoridad responsable o tercero perjudicado, en sus respectivos ~os) haya efectuado
promoción alguna para que se falle la revisión o no haya habido alguna aetuaaón
que impulse la tramitación de este recurso (ídem, párrafo segundo? .60~ •
La caducidad de la instancia, en los casos en que procede, deja firme la sentencia
del Juez de Distrito que haya sido impugnada en revisión (ídem), consecuencia en la
que se advierte con toda claridad la diferencia entre dicho fenómeno procesal y el so-
breseimiento.v'" bis
e)' Casos en qtle no operan la cduddd ni el sobreseimiento J
por inactividd proceJal
Si estos fenómenos sólo pueden acontecer en juicios de amparo uni-instanciales O
bí-instanciales que versen sobre materia civil o administrativa en sentido estricto, la
inactividad procesal no los origina en los siguientes casos:
1. Cuando el acto reclamado sea una ley federal o local, sin que este supuesto
comprenda la hipótesis en que Se impugne un reglamento autónomo o heterónomo,
el cual es, desde el punto de vista formal, un acto administrativo.
Sin embargo, respecto de la inoperatividad del sobreseimiento y de la caducidad
de la instancia en los juicios de amparo en que el acto fundamental sea una ley, en
diciembre de 1974 el Congreso de la Unión modificó la fracción XIV del artículo 107
constitucional mediante la supresión de la frase "y siempre qtle no esté redamda la
incolIJtiJucionalitJd de una ley". Esta modificación, una vez que quedó incorporada
a dicho precepto al aprobarla la mayoría de las legislaturas de los Estados. hizo ope-
~
2. Otra norma eneral relativa a los efectos del sobreseimiento en el .uicio de
--alD aro es la contenida en e art o 5 e a ue establece: Jobremmlenlo
no prejllZga Jobre 1<W:1lI/!.qmabiliJdá en f/.ue ha,'a incuffl o la aIItor· re¡p.omabJe..al
: orJenm:..o_~¡.e.r!'.!!!U_gJlº reclamaJ.o." Ahora bien,' ¿a qué responsabilidad se refiere
la disposición transcrita? Desde el momento en que no hace ningún distingo, lógica-
mente se debe concluir que alude a una responsabiliJdá ¡lIríJká general, que se va
especificando en cada caso concreto, de acuerdo con la falta o el delito que implique
la comisión del acto reclamado, bien sea en su orden o bien en su ejecución.
Asl. la autoridad responsable, al realizar el acto reclamado, bien puede cometer un delito
de abuso de autoridad, según las circunstancias propias del caso concreto de que se trate, prin-
cipalmente el especificado en la fracción IV del artículo 214 del Código Penal, que dice: "Comete
el delito de abuso de autoridad todo funcionario público, agente del gobierno o sus comisiona-
~08 el Se publicó el 29 de junio de 1976.
520 EL JUICIO DE AMPARO
dos, sea cual fuere su categoría; en los siguientes casos: VI: Cuando ejecute cualquier otro acto
arbitrario y atentatorio a los derechos garantizados en la Constitución,"
Pero, aparte de esta responsabilidad penal del orden común en que puede incurrir
la autoridad responsable al cometer u ordenar el acto reclamado, puede también haber
lugar a la responsabilidad oficial a que se refieren tanto la Constitución como la Ley
de Responsabilidades de los Funcionarios y Empleados de la Federación, del Distrito
Federal y de los Altos Funcionarios de los Estados.
La Ley Suprema .alude a dicha responsabilidad en su artículo 108, que dice: "Los senado.
res y diputados al Congreso de la Unión. los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de
la Nación, los secretarios del Despacho y el procurador general de la República, son respon-
sables por los delitos comunes que cometan durante el tiempo de su encargo y por los delitos.
faltas u omisiones en que incurran en el ejercicio de ese mismo cargo. Los gobernadores de
los Estados y 105 diputados a las legislaturas locales, son responsables por violaciones a la Ccns-
tituci6n y leyes federales. El Presidente de la República, durante el tiempo de su encargo.
sólo podrá ser acusado por traición a la patria y delitos graves del orden común:'
En efecto, dice el mencionado artículo 13: "Son delitos de los altos funcioriarios de la
Federación a que se refiere el artículo 2'lO de esta Ley (este precepto dispone: Para los efectos
de esta ley, se conceptúan como altos funcionarios de la Pederecién, el Presidente de la Repú-
blica, los Senadores y Diputados al Congreso de la Unión, los Ministros de la Suprema Corte
de justicia de la Naci6n, los Secretarios de Estado, los Jefes del Departamento Autónomo y el
Procurador General de la República. También quedarán comprendidos en esta ley, los Gober-
nadores y Diputados a las legislaturas de los Estados): V: la violación de garantías indi-
viduales."
609 In/arme. d6 1973, Segllndtl Sala, Tesis " pág. 8. Idem, Tesis .HO del Aphdice 19n,
Segunda Sala.
522 EL JUICIO DE AMPARO
I. CONSlDERAOONES PREVIAS
(112 Así. por ejemplo, se sostiene que "la jurisdicción es la actividad con que el Estado
provee a la tutela del derecho subjetivo, o sea a la reintegración del derecho amenazado o violado"
(Gerber, Hellwig, Kisch, Manfredini, Simoncelli, Castellari, Carnmeo); otros autores afirman que
"la jurisdicción es la actividad del Estado encaminada a la actuación del derecho objetivo
mediante la aplicación de la norma general al caso concreto y mediante la realización forzosa de
la norma general misma" (Wach, Schmidt, Chiovenda, Betti, Rasel1i, erc.}; hay quienes opinan
que "la actividad jurisdiccional no tiene contenido propio, sino sólo caracteres formales y particu-
lares" (Laband, Bornack}; según Plosz, Ranelletti y Massarl, "la jurisdicción consistirá en la
resolución de controversias y su característica sería el contradictorio"; Camelutt¡ considera que
a través de la función jurisdiccional se aplican las normas procesales "que SOn medio para la
resolución de conflictos de intereses", resolución que ya se contiene en las llamadas "normas
materiales". Por su parte, Ugo Rocco, de cuyo libro "Teoría General del Proceso Civil" tomamos
los anteriores datos, asevera que "cuando el Estado interviene para procurarse por sí mismo la satis-
facción de ciertos intereses, que el titular no puede procurarse a causa de la incertidumbre o de
la inobservancia de la norma que los protege, tiénese la actividad jurisdiccional" y que "cuando el
Estado, dentro de los límites que le confiere el derecho, persigue sus intereses. despliega una acti-
vidad administrativa". tOp, cit. Págs. 46 a 65.)
(118 Derecbo Adm;nhlraJivo, págs. 42 y 43.
LAS SENTENCIAS EN EL JUICIO DE AMPARO 525
En resumen. aunque tanto los actos jurídicos administrativos como los jurisdic-
cionales entrañan la aplicación a un caso concreto de la norma jurídica impersonal,
general y abstracta, es decir, a pesar de que la concreción, personalidad y particula-
ridad sean las notas que los distinguen del acto legislativo. los primeros se emiten sin
resolver ningún conflicto, controversia o cuestión contenciosa, finalidad ésta que se rea-
liza en los segundos por ser su objetioo esencial.
Ahora, bien, la impugnaci6n legal de un acto administrativo mediante un recurso
o medio de defensa desemboca en un acto jurisdiccional, aunque sea la misma autori-
dad que. lo haya dictado o su superior jerárquico, quienes decidan dicho recurso o
medio impugnativo.sv- Y es que al atacarse el mencionado acto, se suscita un conflicto,
contienda O controversia en torno a la legalidad del propio acto y entre el órgano
estatal que lo hubiese emitido y el sujeto que lo impugne, independientemente de cual
sea la autoridad que resuelva la contención, pues no es la índole de tal autoridad
lo que le adscribe su carácter jurisdiccional, De estas consideraciones se colige que no
necesariamente el acto jurisdiccionai se da dentro de un proceso o juicio propiamente
dicho ni en todo caso se desempeña por tribunales u órganos judiciales, sino dentro
de un recurso ordinario y por cualquier autoridad a la que legalmente incumba resol-
verlo y prescindiendo de su carácter formal. La decisión de todo recurso judicial O
administrativo entraña ya un acto jurisdiccional según el criterio que hemos expuesto,
pues la autoridad que de dicho medio impugnativo conozca, tiene que resolver un
conflicto en lo tocante a la legalidad del acto impugnado, salvo que éste sea revisable
de oficio por el superior jerárquico de la autoridad que lo hubiese emitido, pues en-
tonces su confirmación, modificación o revocación implicarán actos administrativos a
falta de contención o controversia.
Por otro lado. dentro de cualquier proceso o juicio propiamente dicho se realizan
actos materialmente administrativos, es decir, actos que no implican la decisión de
ninguna cuestión contenciosa suscitada entre las partes. Estos actos suelen denominarse
"decretos" y "autos". En cambio, las "sentencias" sí son actos esencialmente jurisdic-
cionales, puesto que deciden un conflicto o controversia. En otras palabras, y según
lo hemos afirmado. la denominación de "sentencia" se aplica a los actos jurisdiccionales
que realizan los tribunales u órganos judiciales del Estado, sin que se acostumbre em-
plearla para designar a los actos de la misma naturaleza que legal y constitucionalmen-
te pueden desempeñar los órganos administrativos y legislativos.
Sin embargo, dentro del juicio existen otros actos procesales que participan de ella
y que no son sentencias. Tal sucede, verbigracia, con los decretos y autos judiciales,
por lo que, para delimitar el concepto de que tratamos, es menester fijar su diferencia
específica, o sea, establecer aquellas caracteristicas que lo distinguen de los actos pro-
cesales judiciales que tienen el mismo género próximo.
El decreto ¡lIdirial, tal como lo definen el Código Federal de Procedimientos Ci-
viles en su articulo 220 y el ordenamiento adjetivo civil para el Distrito Federal en su
articulo 79, fracción 1, es una simple disposición o proveído de trámite, esto es, que
no implica ninguna resolución substancial en el juicio, sino sólo un acto de mera
prosecución del procedimiento, como por ejemplo, el acuerdo que señala día y hora
para la celebración de la audiencia de pruebas y alegatos.
El auto ¡lIdirial es una decisión del juez, que sin significar una resolución sobre
una cuestión contenciosa, si es un proveído que versa sobre un aspecto substancial
del proceso, que no implica un mero acto de prosecución o continuación del juicio.
sino uno que tiene o puede tener trascendencia en la situación jurídica de las partes
dentro del procedimiento. Según el Código Federal de Procedimientos Civiles, auto es
aquella resolución judicial que decide cualquier punto dentro del negocio, sin que
se trate del fondo, el cual está reservado a la sentencia, conforme al articulo 220 del
aludido ordenamiento. Por ende, en materia adjetiva civil federal, solamente las resolu-
ciones que deciden el fondo de un asunto merecen el nombre de sentencias, pudiéndose
denominar "autos" a las que solucionan un incidente dentro del juicio. Por el contrarió,
el Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal califica como sentencia
interiocutoria aquella resolución que decide una cuestión incidental.
Atendiendo, pues, a lo que dispone este último ordenamiento, podemos decir que
!!
las sentencias son a<j!!eIlos actos procesales provenientes .de la actividad jurisdiccional
..9ue unplican la deriIiÓti de 'tina cuestión conlenri0Ja o debalioa p.'!!:.-leLpartes denlro
ilel proceso, bien sea inddenlal o de fondo._Sin embargo, este concepto de sentencia
sólo se aplica parcialmente a la matena procesal civil federal y, por ende, al juicio
de amparo. En efecto, el articulo 220 del Código Federal de Procedimientos Civiles,
aplicable supletoriamente al procedimiento constitucional, consideracorno autos, según
aseveramos, a aquellas resoluciones que decidan cllalqllier pllnlo dentro del negocio
qlle no sea de fondo, por lo que sólo reputa sentencia a las decisiones que conciernen
al asunto principal controvertido.
Por nuestra parte, estimamos que es indebido, como lo hace el Código Federal
de Procedimientos Civiles, reputar como autos a aquellas decisiones judiciales, que re-
suelven una cuestión incidental, puesto que para ello el juzgador procede o actúa en la
misma forma lógica en que lo hace cuando soluciona una cuestión substancial. Tanto
el incidente como el asunto principal implican, en efecto, una controversia suscitada
entre las partes, difiriendo solamente en cuanto. a la Indole del problema que en ella se
debate, por lo que no hay razón jurídica alguna para considerar a las resoluciones
judiciales incidentales y a las definitivas de naturaleza procesal diferente como se
infiere en los articulo 220 y 223 del Código Federal de Procedimientos Civiles, pues
en el fondo ambas son sentencias.
LAS SENTENCIAS EN EL JUICIO DE AMPARO 527
l Desde este punto de vista las sentencias suelen clasificarse en d initivat e inter~
loentonas. Las pnmeras son aquellas que dirimen una controversia o cuestión de fon o,
substancial, principal, que se debate en el curso del procedimiento, suscitada por las
pretensiones fundamentales de la acción y de la defensa. Desde ese plano general, la
definitividad de una sentencia,_tal como hemos expuesto este concepto, no coincide
. con la idea correlativa en materia de amparo, pues en ésta, por sentencia definitiva
no s6lo se entiende aquella resolución jurisdiccional que pone fin al juicio en cuanto al
fondo, sino respecto de la cual las leyes comunes no conceden ningún recurso ordinario
o se hubiere renunciado a él "si las leyes comunes permiten la renuncia" (art. 46 de la
Ley de Amparo). Dentro del ámbito del amparo y para la fijación de la competencia
relativa de la Suprema Corte o de los Tribunales Colegiados de Circuito, la" defini-
tividad de una sentencia no s610 se establece en razón de la índole o naturaleza de la
contienda que dirime, sino atendiendo también a la circunstancia de que no exista
ningún recurso legal ordinario para impugnarla o que éste se hubiese renunciado.
'¡J Las sentencias interJocutorias. según ya lo esbozamos con antelación. son aquellas
decisiones judiciales que resuelven una controversia incidental suscitada entre las partes
, en un juicio. A tales resoluciones se les ha denominado interlocntoriaJ, porque sus
efectos jurídicos en relación con las partes son provisionales, en el sentido de que pue-
den ser modificadas sus consecuencias por la sentencia definitiva. El mencionado apela-
tivo está constituido por la conjunción latina "interim-loquere", que significa hablar o
decir interinamente o de manera provisional.
En el juicio de amparo, como ya afirmamos ocasionalmente, no existen, . desde un
punto de vista estrictamente legal, sentencias inter1ocutorias. En primer lugar, porque,
aplicando los artículos 220 y 223 del C6digo Federal de Procedimientos Civiles, es
l6gico que en el procedimiento constitucional, todas aquellas decisiones judiciales que
resuelven cualquier cuestión incidental se reputan autos, incluyendo aquellas que versan
sobre la suspensión definitiva del acto reclamado. En segundo término, y refiriéndonos
con exclusividad a esa materia, tampoco se. puede legalmente reputar como sentencia
interlocutoria la resolución recaída en el incidente de suspensión, por una circunstan-
cia, a saber: es un principio general de Derecho Procesal, contenido en el artículo 683
del Código de Procedimientos Civiles del Distrito Federal, que una sentencia no puede
ser revocada por el juez que la dieta; pues bien, como en materia de amparo existe la
posibilidad jurídica para el Juez de Distrito de modificar o revocar la resolución
en que haya concedido o negado la suspensión, por la superveniencia de un hecho
que así lo indique (art. 140), es natural que tal resolución a la luz del principio
mencionado y de la aludida posibilidad jurídica, no puede ser una sentencia. En tercer
lugar, y adoptando un criterio Ietrista, en todos aquellos preceptos de la Ley de Am-
paro que tratan acerca de las resoluciones del incidente de suspensión, no se habla de
sentencias, sino de autos o resoluciones simplemente (arts, 140, 83, fracción Il,
etcétera), y a 10 largo del articulado del citado ordenamiento s6lo se "reputan senten-
528 EL JUICIO DE AMPARO
por consiguiente, es una 'sentencia de sobreseimiento, ya que dirime fina cuestión con-
tenciosa 'sobre improcedencia de la acción de amparo.
Debemos advertir, por otra parte, que si las causas de improcedencia se hacen
valer de oficio por e! juzgador, o sea, sin que ninguna de las contrapartes del quejoso
las haya planteado, el sobreseimiento respectivo no implica el contenido de una sen-
tencia propiamente dicha, aunque se pronuncie en la audiencia constitucional tratán-
dose de los juicios bi-instanciales de garantías. Ahora bien, si la resolución de sobre-
seimiento por invocación oficiosa de alguna causa de improcedencia se recurre en re-
visión, la decisión que en ésta se emita confirmándola, sí es un acto jurisdiccional,
o sea, una sentencia, ya que e! Tribuna! Colegiado de Circuito o la Suprema Corte
habrán dilucidado la cuestión contenciosa suscitada por el quejoso en los agravios que
hubiese expresado al interponer dicho recurso contra la referida resolución.
~ 2..-U-rf!1l1JaJ.r;ía..Jp1 concede el am aro se ' n lo establece el artículo 80 de la
) Ley Reglamentaria de los artícilos 10, y 107 constituciona es. ten ca por objeto
) restituir al agraviado en el pleno goce de la garantía individual violada, restableciendo
-las cosas a! estado ue guardaban antes de la violación, cuando el acto reclamado sea de
carácter POSItiVO; y cuan o sea e caracter nega lVO, e efecto del amparo será obligar
a la autoridad responsable a que obre en el sentido de respetar la garantía de que se
trate y a cumplir, por su parte, 10 que la misma garantía exija", Como se ve, en este
precepto se establecen, en relación con la finalidad misma de esta especie de sentencias
recaídas en el juicio de amparo, dos hipótesis según las cuales varían los efectos jurí-
dicos de aquéllas. Efectivamente. cuando el acto reclamado sea de carácter positivo,
es decir. cuando estribe en una actuación de la autoridad able la sentencia de
am aro, or medio de la cual se concede al ue'oso la rotección a usticia
_ e~, tiene 1?0J"..Ql¡ie:to...L§tilJ1i~".i~!<;.SL¡:>leno g<Kcde.la..g:l(antía_indivl. ua VIO-
M~, restaolecíendo las cosas aLé.stad<!_'1IJC..g!1-ªLcWlan...antes.de..Ja..violaci-2g,..Ahora
bien, ¿c6mo opera dicha restitución? Para resolver esta cuestión hay que tener en cuenta
dos hipótesis: a) Cuando los actos reclamados no hayan originado aún la contraven-
ción, sino que ésta haya permanecido en potencia (para emplear la terminología aris-
totélica), por haber sido oportunamente suspendidos, la mencionada restitución consis-
tirá en obligar a la autoridad responsable. a respetar la garantía amenazada. Parece
ser que esta aseveración es un contrasentido, pues sólo se puede restituir o reintegrar
lógicamente aquello que previamente se ha quitado, y como en el caso que estudiamos
el quejoso propiamente no ha sido privado del goce de la garantía individua! que
corresponda, puesto que el acto reclamado fue suspendido antes de que se produjese
la contravención, es evidente que no cabe hablar de restitución. Sin embargo, el men-
cionado contrasentido proviene de lo incompleto de! artículo 80 en. este particular,
pues debió no sólo hablar de restitución, sino de mantenimiento o conservación del
goce de la: garantía amenazada con la violación. b) Cuando la contravención ya está
consumada, el efecto de la sentencia que concede el amparo al quejoso estriba en
obligar a la autoridad responsable a hacer efectiva en su favor la garantía violada,
constriñendo aquélla a invalidar todos aquellos actos que hayan implicado la viola-
ción y los que sean su consecuencia, así como a realizar los que hagan efectiva la
garantía infringida.
;( En el ro io articulo 80 e tablece ue cuando el acto reclamado sea de carácter
$_ negativo, el objeto de la sentencia que concede e amparo consistirá, en u lmo aná isís,
7 -
530 EL JUICIO DE AMPARO
618 Apéndice al Tomo <:XVIII, Tesis 998. 176 de la Compilarión 1917·196' y 174 del
Aplndk6 197', Materia Genera!.
LAS SENTENCIAS EN EL JUICIO DE AMPARO 531
En la presente ocasión nos vamos a referir al modo o manera como se integra una
sentencia en el juicio de amparo, aludiendo a las partes lógicas de elaboración de que
se compone.
La estruet:u.ra.ló.gica de una sentencia consta de tres capítulos. cuyo conjunto cons-
tiro e azonamiento'urisdiccionaI. Tales capítulos son desi Dad S generalmente con
las denominaciones de "res tan os", "consideran os" y "puntos resolu.tivos"
El ca ítulo relativo a los res"//' contiene la ex osici6n sucinta concisa· del
juicio. la narrao e as cuestiones o hechos debatidos. tal como se su, temn durante
el procedioúento, la comprensión histórica, por así decirlo, de los diferentes actos
procesales referidos a cada una de las partes contendientes.
Así, la fracción 1 del artículo 71 de la Ley- de Amparo establece: "Las sentencias que
se dieten en los juicios de amparo deben contener: 1. La fijación daca y precisa del acto o
actos reclamados, y la apreciación de las pruebas conducentes para tenerlos o no por demos-
trados."
Como se ve, esta primera parte integrante de toda sentencia dictada en un juicio
de amparo propiamente está comprendida dentro del capítulo "resultandos", ya que
implica la especificación de los actos reclamados y de su comprobación ante el órgano
532 EL JUIOO DE AMPARO
jurisdiccional del conocimiento, o sea, Ia narración breve de los hechos aducidos por el
actor en Su demanda.
Los considerandos im lican o si nifican los razonamientos ló ico-iurídicos forrnu-
la os por el juzgador. resultantes de la 3nreciaci6n de las pretensiones de las partes
a) Principio de relatividad
r
) ----------
Este principio O regla impone al juzgador de amparo, llámese Juez de Distrito, Tri-
bunal Cale iado de Circuito o SUprema Corte la obligación de analizar únicamente ....
os conce tos e violación ex tiestos en la demanda de garantías sin gue deba hacer
valer nin na cons' eración oficiosa sobre al 'n as ecto e ¡"constitucionalidad de
los actos @\amados qu_~ no se hubiese abordado por el quejoso al ejercitar la aecion
, ~g~ -
!- ~princ~pio rige a las sentencias que se dictan en juicios de amparo que versen
/ ¿obre materia CJvl!JaáiñiñiJr¡:¡¡¡iiii;Siempre que en este último caso los actos reclama-
dos no se hayan fundado en una ley declarada inconstitucional por la jurisprudencia de
la Suprema Corte, así como sobre materie laboral cuando el quejoso 1/0 sea el trabaja-
dOf,618 y en materia agraria si la acción constitucional la ejercita el pequeño propietario,
La Ley de Amparo, en su artículo 79, párrafo segundo, consigna el principio de
estricto derecho respecto de sentencias que se pronuncien en amparos civiles, establecién-
dose qne:
"El juicio de amparo por inexacta aplicación de la ley, contra actos de autoridad judi-
ciales del orden civil. es de estricto derecho, y, por tanto, la sentencia que en él se diete,
a pesar de lo prevenido en este articulo, se sujetará a los términos de la demanda, sin que sea
permitido suplir ni ampliar nada en ella."
5
paro tiene facultad o la obli ación de su lir las deficiencias u omiSIOnes en ue hay_a
iomItido la demanda d~-Sill~a_menciona a acu ta u o igación la estudia-
(mos anteriormente, por lo que damos l2-oLreprodllcidas...]as_considerªci-º-n.~qlle sobre
ella formul~o~.~19 ~ -~
"En las sentencias que se dicten en los juicios de amparo, el acto reclamado se apreciará
tal como aparezca probado ante la autoridad responsable, y no se admitirán ni se tomarán en
consideración las pruebas que no se hubiesen rendido ante dicha autoridad para comprobar
los hechos que motivaron o fueron objeto de la resolución reclamada. En las propias sentencias
sólo se tomarán en consideración las pruebas que justifiquen la existencia del acto reclamado
y su constitucionalidad o inconstitucionalidad.' 620
3. Por otra parte, por mayoría de razón, creemos' que ésta sólo opera en las
sentencias recaídas en juicios de amparo no penales. En efecto, si en materia penal
el órgano de control puede suplir la falta de expresión de agravios, tal como lo estu-
diamos en otra oportunidad.sw los cuales son una condición sine qua non del juicio
de amparo, lógicamente puede no ceñirse a examinar sólo las pruebas que se rin-
dieron ante la autoridad responsable, máxime si se atiende al principio que dice:
"el que puede lo más puede lo menos".
4. Es más, al interpretar el artículo 78 de la Ley de Amparo, la Suprema Corte
ha consignado en diferentes tesis dos importantes excepciones a la regla que dicho pre-
cepto contiene. La primera de ellas concierne al caso en que el quejoso no haya
tenido oportunidad de rendir pruebas en e! procedimiento del cual hubiere derivado
el acto redamado, y ello acontece cuando haya existido falta o defecto .en el emplaza-
miento y que lo haya privado de intervenir procesalmente para esgrimir su defensa.
La segunda de tales excepciones, congruente con el criterio que fundamenta a la
primera, se refiere a los casos en que el quejoso sea extraño al procedimiento del cual
hubiese emanado el acto que se reclame) ya que precisamente por ostentar dicho
carácter, e! agraviado estuvo en la imposibilidad de ofrecer y rendir pruebas para des-
virtuar el acto que combatía en vía constitucional.sw
5. La regla o principio que comentamos adolece, además, de una importante
salvedad en 10 que respecta a los juicios de amparo en materia agraria, según 10 esta-
blece e! párrafo tercero del citado artículo 78. Esta salvedad consiste en que las senten-
622 Véase Capítulo VII.
628 Semanario Judicial de la Federación, Tomo XXVIII, pág. 823, Milmo Vda. de Radziwill
Prudenciana; Tomo LXVIII, pág. 1453: Ferrocarriles Nacionales de México; Tomo LXIX, pág.
2118, Badit Clemente v ce-agraviados; Tomo LXXIII, pág.' 3489, Barba Macario. (Quinta Epoca.]
EL JUICIO DE AMPARO
cias de amparo que se dicten en dicha materia "deben tomar en cuenta las pruebas
que aporte el quejoso", o sea, no únicamente las que haya rendido ante la autoridad
responsable, así COmo "las que de oficio recabe la autoridad judicial". Semejantes libe-
ralidades deben entenderse consignadas s6lo en beneficio de los núcleos de población
comunales o ejidales y de los ejidatarios y comuneros en particular y no en favor de
sujetos distintos que hubiesen promovido un amparo en la indicada materia, aten-
diendo al espíritu que alienta en las reformas introducidas al respecto.'"
e) Sanciones pecuniarias
Por su parte, el artículo 81 consigna otra regla que, si bien no atañe a la sentencia
de aqlparo en sí, se refiere, en cambio, a la consecuencia que a título de sanción
engendran para el quejoso 'o su abogado aquellas resoluciones en que se niegue la
protección federal o se sobresea el juicio y que, por 10 demás, en la práctica casi nunca
se aplica. Dice así el artículo 81:
"Siempre.que en un juicio de amparo se diete sobreseimiento o se niegue la protección
constitucional por haberse interpuesto la demanda sin motivo, se impondrá al quejoso o a su
representante. en su caso, al abogado o a ambos, una multa de mil a diez mil pesos. Pata
los efectos de este articulo, se entenderá que la demanda fue :intecpuesta sin motivo cuando,
según prudente apreciación del sentenciador, aparezca que sólo se Interpuse el amparo con
el fin de demorar o entorpecer la ejecución del acto reclamado."
Por ejemplo. si prospera una excepción superveniente que invalide uno de los elementos
causales de la acción, no existe razón jurídica alguna para que se analicen otras defensas opues-
tas que no afecten a aquélla en sus ingredientes substanciales.
628 Apéndice al Tomo CXVlIl. Tesis 997. Tesis 175, Maleridl General. , 32'1 Tercera Sala,
de la Compilación 1917-196'.
6ZO Idern, Tesis 1107. Tesis 224 de la Compilación 1917-196' y Tesis 222 del Apéndice 197J.
MaJeria General.
538 EL JUICIO DE AMPARO
sideración se aplica a los casos en que la ley del acto faculta a las autoridades respon-
sables para apreciar según su arbitrio determinadas probanzas, por lo que, habiéndose
vertido éste legalmente, en la sentencia constitucional no se puede sustituir.
Asienta al respecto la citada tesis jurisprudencial:
"Los Tribunales Federales no son revisores de los actos de la autoridad Común; no pueden
legalmente, ni aun mediante el juicio de amparo, sustituir su criterio discrecional al de las
autoridades del fuero común. sino que únicamente deben examinar si los actos que se reclaman
son O no. violatorios de garantías."
La imposibilidad de sustitución que proclama dicha tesis existe cuando, en al-
guna resolución judicial o administrativa, la autoridad responsable haya desplegado
correctamente la facultad discrecional con que la ley la invista. La discrecionalidad
estriba en la apreciación de hechos, situaciones o circunstancias objetivos y no en la
alteración de estos elementos. Por ende, la facultad discrecional es siempre una facul-
tad prudencial y no una facultad arbitraria o caprichosa. La estimación subjetiva que
entraña debe versar sobre elementos objetivos, sin desconocer éstos O sin calificarlos
a tal extremo, que los desnaturalice. En consecuencia, cuando una autoridad, a pre-
texto de ejercitar alguna facultad discrecional, se desentienda de dichos elementos
o los altere o desvirtúe, o tenga por no demostradas circunstancias, hechos o situa-
ciones que se hubieren comprobado ante ella, el juzgador de amparo sí puede formu-
lar la apreciaci6n respectiva en la sentencia constitucional, sin que en este caso se
sustituya al criterio discrecional de la mencionada autoridad, toda vez que, en el 'su-
puesto aludido, tal criterio no se sustenta.
La Suprema Corte ha demarcado claramente los límites de la facultad discrecional de las
autoridades, al afirmar que: "El ejercido de la facultad discrecional está subordinado a la regla
del artículo 16 de la Constitución Federal, en cuanto este precepto impone a las autoridades
la obligación de fundar y motivar los actos que puedan traducirse en molestias a la posesión y
derechos de los particulares, y aunque dicho ejercicio supone un juicio subjetivo del autor
del acto que no puede. ni debe sustituirse por el criterio del Juez, si está suieto al control de
este úllimo, por 10 menos cuando el juicio subjetivo no es razonable, sino arbitrario y capri-
choso y cuando es notoriamente injusto o contrario a la equidad, pudiendo añadirse que dicho
control es procedente cuando en el referido juicio no J(I haya» lomado en cuenla las circunstan-
ciaJ de hecho, o sean al/eradas injuSlijicadamenle, así como en los casos en que el razonamiento
sea ilógico o contrario .(l los principios generales del derecho." 630
4. Si en la demanda de amparo se formulan conceptos de violación formales y
maieriales, el órgano de control debe examinar previamente los del primer orden y si
los estima fundados, conceder al quejoso la protección federal, sin analizar los del
segundo carácter. Esta hipótesis ocurre cuando los actos reclamados violan la garantía
680 Boletín de Información Judicial correspondiente a los años de 1953·1954. Párrafo 2386,
página 96. Revisión 160/52. Ramón P. Denegri. Resuelta el 18 de marzo de 1953. Este mismo
criterio ha sido confirmado claramente por la Suprema Corte en las ejecutorias cuya parte
conducente expresa: "Puede controlarse en el amparo el uso de las facultades discrecionales,
cuando las mismas se ejercitan en forma arbitraria y caprichosa, cuando la decisión de la autoridad
no invoca circunstancias de hecho, cuando éstas son alteradas, o cuando el razonamiento en que la
resolución se apoya es ilógico" (Amparo en revisión 1969/58. José Ma. Véaquea Alba, Resuelto
por la Segunda Sala el 9 de julio de 1968). "El uso del arbitrio s610· es legítimo cuando el
funcionario que goza de él, se apoya en datos objetivos y, partiendo de tales datos, razona las con.
clusiones a que llega en ejercicio del mismo arbitrio" (Amparo en revisión 4290/57. U. S. Rubber
Mexicana, S. A. Resuelto por la misma Segunda Sala el 3 de junio de 1959). Estas ejecutorias
se corroboran en la tesis jurisprudencial 102 y tesis 936 del Apindire 1975, de la Compilación
1917·1965, Segunda SaJa. ~
LAS SENTENCIAS EN EL JUICIO DE AMPARO 539
~
resolución def.initiva.en nuestro iuicio constitucional se convierte e iecutoria por de-
daración Judicial en os si8!:!ientes casos:
al Cuando no se interpone el recurso !lue al efecto señala la Ley de AmE,aro
..<kD,~Q-deLtérmino l~~ A este respecto, la fracción II del artículo 356 del Código
Federal de Procedimientos Civiles considera como sentencia ejecutoria aquella que
admitiendo algún recurso) no fue recurrida. Esta hipótesis puede estimarse como indica-
tiva de un consentimiento tácito de la sentencia, pues el hecho de dejar t(anscurrir
el término que la ley establece para la interposición del recurso procedente equivale a
cierta velada conformidad con aquélla.
amparo que pronuncien los Jueces de Distrito. en los casos de su competencia. DO causan
ejecutoria, si alguna de las partes énteresadas entre las cuales se cuenta a la autoridad res-
ponsable, ha interpuesto, en tiempo y forma. el recurso de revisión." 681 (Esta tesis. interpre-
tada a contrario sensu, conduce a la consideración que acabamos de hacer): "Las sentencias
de amparo pronunciadas por los Jueces de Distrito, causan ejecutoria respecto de aquellas.
personas .que no interpusieron en tiempo la revisión o que no quedaron comprendidas en la
interpuesta por alguna de las partes en el juicio, y los Jueces de Distrito debe declararlo así.
sin perjuicio de que la revisión se tramite respecto de los demás agraviados que fueron com-
prendidos en el recurso; y si el juez, por omisión no declara ejecutoriada la sentencia respecto
de los primeros. procede devolverle los autos, para que haga tal declaración, que debe formar
parte integrante del juicio"; 682 "las sentencias de los Jueces de Distrito, que no son recurrí-
das en revisión, causan ejecutoria y establecen la verdad legal,' 683
f
b) Cuando el recurrente se desista del recurso intentado. En este caso el desistí-
mientódebe ser ""I'.reso l' formularse ante la Suprema Corte o ante e! Tribunal
__Colegiado de Orcuito correspondiente. cuando la revisión se esté substandaruro ante
estos 6rganos, uienes en este ca ben declarar admitido dicho desistimiento, ue la
sen encla el Juez de n's 'to a cau do e'eeutoria se' se sos iene en a tesis
jtlrisprJ«lenciai 66, publicada en la Compilación 1917-1965, Segunda S a.
e) Cuando ha cons ti . n reso de la sent cia es decir, cuando las partes
manifles an verba]mente......por escrito O por signos inequívocos su confo con
'":dicha resolución (Art. 1803 de! Código Civil, que es el que establece el concepto
de consentimiento expreso). Sin embargo, el artículo 357 de! Código Federal de
Procedimientos Civiles reputa como sentencia que causa ejecutoria por ministerio
de la ley a la que se consíente expresamente por las partes, sus representantes legí-
timos o sus mandatarios con poder bastante. Nosotros no estamos de acuerdo con
esta apreciación legal. En efecto, debiéndose externar e! consentimiento expreso median-
te manifestaciones escritas o verbales o por signos inequívocos, es evidente que tal
externación, tratándose de una sentencia, debe tener lugar dentro del juicio en el que
ésta recae. El juzgador, por consiguiente, debe constatar las manifestaciones escritas
o verbales que formulan las partes en el sentido de conformarse can la sentencia ·0
asentar fehacientemente los signos inequívocos de que habla e! artículo 1803 del
Código Ovil. Al realizar tales actos de constatación, propiamente el juez formula
la declaración de que la sentencia de que se trate ha sido consentida, o lo que es lo
mismo, que ha causado ejecutoria. Es más, tratándose de procedimientos escritos, ni
siquiera las manifestaciones verbales o los signos inequívocos son elementos idóneos
para establecer el consentimiento expreso respecto de una sentencia, por lo que única-
mente las declaraciones escritas de las partes deben ser tomadas en cuenta para tal efecto,
declaraciones a las que necesariamente debe recaer un acuerdo judicial que en e! fono
do equivale a la estimación de ejecutoriedad de una sentencia por parte de! juzgador.
Atendiendo, pues, a las razones anteriomiente invocadas, estimamos que la considera,
ción formulada por el Código Federal de Procedimientos Civiles a través de su artícu-
lo 357, en el sentido de establecer que las sentencias consentidas expresamente causan
631 Semanario judicial de la. Federación. Tomo III, pág. 509 Y Tesis jurisprudencial; Apén.
dice al Tomo cx.VIII, Tesis 1002. Tesis 179 de la Compi/aeión 1917-1965 y Tesis 177 del Apéndi;
(~ 1975. Materia General.
68.2 . Semanario Judicial de la Federación. Tomo XXI, pág. 40. Quinta Epoca.
eaa Idem, pág. 13H.
LAS SENTENCIAS EN EL JUICO DE AMPARO 543
"No existe la necesidad de un incidente previo para que se considere como ejecutoriada
una sentencia que concede el amparo contra la condenación al pago de cosas (y por extensión
lógica, tratándose de cualquier sentencia constitucional de primera instancia), supuesto que
la fracción lX del (anterior) artículo 107 constitucional dispone terminantemente que las senten-
cias causarán ejecutoria si los interesados no recurrieren ante la Suprema Corte a interponer
la revisión dentro de los cinco días siguientes a la notificación."
"Por manera que, existiendo ese precepto a la Constitución, no tiene por qué ser
I
aplicado supletcriamente el artículo 3H del Código Federal de Procedimientos Civiles, que
previene que debe hacerse la declaración judicial de que una sentencia ha causado ejecutoria,
ya que el artículo 29 de la Ley de Amparo, sólo autoriza la aplicación del Código Federal de
Procedimientos Civiles ya citado, a falta de disposición en la propia Ley; pero es nada menos
que la Constitución la que, como se dicho, establece la eiecutoriedad de una sentencia por
el simple hecho de no haberse interpuesto el recurso de revisión dentro del término legal." 6340
Nosotros na estamos de acuerdo con la indicada apreciación de la Suprema Corte, ya
que la disposición contenida en la fracción lX del anterior artículo 107 constitucional, única-
mente se contraía a apuntar una causa de ejecutorización de las sentencias de amparo pro-
nunciadas por los Jueces de Distrito, cual es la no interposición del recurso de revisión contra
ellas, sin consignar, por tanto, ninguna regla para que dicha eiecutorización se declare. En
consecuencia. como en el caso referido las sentencias constitucionales no causan ejecutoria
por ministerio de la ley, puesto que son susceptibles de impugnarse jurídicamente, al operar la
causa apuntada, el Ju~ de Distrito debe cerciorarse de que el fallo que dietó no hubiera
sido recurrido en revisión ante la Suprema Corte o ante el Tribunal Colegiado de Circuito
competente para declarar la ejecutorización respectiva, por lo que, a fin -de conseguir tal objeti-
vo, debe observarse lo dispuesto por el artículo 357 del Código Federal de Procedimientos
Civiles, ya que la Ley de Amparo no contiene ninguna norma sobre el particular, como se dijo.
I. CONSIDERAOONES PRELIMINARES
Una de las cuestiones más complejas que afronta la teoría del juicio de amparo,
es la que consiste en distinguir entre "causa-habiente' y "tercero extraño" en el
proceso constitucional. Ambos conceptos deben ser estudiados desde el punto de
vista de los bienes que constituyen la materia del amparo y sobre los cuales vaya
a ejecutarse la sentencia respectiva.
La causa-habiencia denota una relación jurídica entre dos personas y Sé forma
merced a un acto bilateral o unilateral o a un hecho (muerte), ¡Jor medio del cual
una de ellas denominada "causante", transmite a otra a título universal o particular,
llamada "causa-habiente", un derecho o un bien mueble o inmueble. El causa-habiente
es, pues, el que adquiere de otro un bien o un derecho.
El bien o derecho se adquiere por el causa-habiente en la situación jurídica. en
que se encuentre al efectuarse la transmisión. Dicha situación no se altera, por tanto,
al pasar el bien o el derecho de una persona a otra, por 10 que el causa-habiente se
sustituye íntegramente al causante, adquiriendo de éste el objeto de la transmisión
en las condiciones en que se halle.
546 EL JUICIO DE AMPARO
635 Este criterio 10 ha sustentado la Suprema Corte en las siguientes ejecutorias: Tomos LXI,
pág. 2819; LXX, pág. 3630; LXIX, pág. 1664; LXXJ, pág. 4199; LXIX, pág. 4236; XOJl, pág.
515; CtII, pág. 2872; cm, pág. 1219; XCI, pág. 3137; CVI, pág. 2109; LXXIX, pág. 3686;
LXX, pág. 1185; xcv, pág. 1251; Y tesis iurisprudencial 203, visible en el Apéndice al tomo
CXVIn, del Semanario Judicial de la Federación. Tesis 104 de la Compilación 1917-1965, y
Tesis 108 del Apéndice 1975, Tercera Sala.
686 Así 10 ha sostenido la Suprema Corte en la ejecutoria visible en el Tomo LVII, pág. 442
Y en la relativa al amparo directo 664/53. "Josefina Rosillo", resuelto el 16 de julio de 1954.
(Y. CXXI, pág. 537.) I
EL CUMPLIMIENTO DE LAS EJECUTORIAS DE AMPARO 547
Por exdusi6n, un sujeto es tercero extraño a un juicio y, por ende, al amparo que
se hubiese promovido contra los actos emanados de él, cuando hubiere adquirido el bien
materia de la contienda judicial, antes de la insrripción pública del gravamen o embargo
relacionado con ésta, O con anterioridad a la existencia de dicho juicio.
Esta situación se encuentra prevista por el artículo 96 de la Ley de Amparo, que dispone:
"Cuando se trate de exceso o defecto en la ejecución del auto de suspensión o de la sen-
tencia en que se haya concedido el amparo al quejoso, la queja podrá ser interpuesta por
fua/quiera de las partes en el juicio, o por cualquier persona que justifique legalmente
que /e agravia la eiecucián o el cumplimiento de dichas resoluciones;"
A esta misma conclusión llegan tres distinguidos junstas. Asi, Romeo Le6n Orantes
'sostiene que la Suprema Corte, como autoridad del Estado, tiene la obligación de respetar
él artículo 14 constitucional, agregando que "no es posible admitir, so pretexto de la majestad
y respetabilidad de los fallos de la Corte y del interés social en pro de su debido cumpli-
miento, que se violen impunemente las garantías individuales de una persona, a quien se
priva de una propiedad que ha adquirido de buena fe; porque sobre aquella majestad y ese
interés social está la majestad misma de la Constitución y el interés social de que ésta no sea
infringida con perjuicio de los derechos fundamentales establecidos en los 29 primeros artículos
de dicha Ley.639
Por su parte, Germán Fernández del Castillo argumenta que: "El tercero que adquirió
propiedades O derechos como efecto mediato o inmediato del acto reclamado, a la luz del
artículo 14 de la Constitución no puede ser privado de ellos sino mediante juicio en el
que se llenen las formalidades esenciales del procedimiento, y por 10 mismo, la autoridad
responsable no puede de ninguna manera privar a ese tercero de sus propiedades y derechos,
bajo el pretexto del amparo concedido contra el acto reclamado, pues esa privación tiene
lugar sin el juicio correspondiente, que es indispensable conforme al artículo 14 para que el
tercero sea oído en defensa, pues ajeno por completo a la contienda. Este es principio
fundamental de derecho contra el cual no cabe interpretar al artículo SO de la Ley de Am-
paro. Privar al tercero de las propiedades y derechos que adquirió, sin el procedimiento
correspondiente, es atentatorio, pues constituye para él un agravio formal a sus intereses,
sin que el juez que 10 priva por una mala interpretación del artículo SO de la Ley de Amparo,
cuide ni pueda cuidar de Indemnizarlo. El efecto de la nulidad es el de obligar a las partes
a restituirse mutuamente lo que han recibido o percibido por consecuencia del acto anulado
(Código Civil, art. 2239) y mientras que uno de Jos contratantes no cumpla con la devolu-
ción de aquello a que en virtud de la declaración de nulidad del contrato está obligado, ro
puede ser compelido el otro a que cumpla por su parte. (Código Civil, arto 2241.) De acuerdo
con estos principios, en el caso de nulidad de la enajenación hecha a un tercero de buena
fe, él no está obligado a retransmitir la cosa que adquirió, mientras no se le devuelva el
precio. éuando por la interpretación equivocada del artículo 80 de la Ley de Amparo, se
invalidan todas las operaciones posteriores al acto reclamado inclusive las transmisiones de
propiedad o derechos a tercero, se comete la flagrante injusticia de desatender este manda.
miento legal. pues se quita al tercero adquirente la defensa eficaz de obtener lo que él pagó
por la adquisición de la cosa de que se le priva como consecuencia del amparo, por un acto
unilateral del juez en asunto en que aquél no ha sido oído, ni es parte." 6-10
Don Guilebaldo Mllri//o, analizando las ejecutorias que informan las tesis jurisprudenciales
números 408 y 409, publicadas en el Apéndice al Tomo CXVII del Semanario Judicial de la
Federación e invocando algunos precedentes de la propia Suprema Corte contrarios a las men-
cionadas tesis, sostiene que éstas son anticonstitucionales y que, inclusive, quedaron interrum-
pidas por ejecutorias posteriores en contrario, propugnando su exclusión del nuevo Apéndice
al Torno cx.VIJI de dicho Semanario, lo que no se hizo, ni tampoco en la Compilación 1917-
1965. 6 011
El criterio jurisprudencial que preconiza la eficacia o efectividad de las sentencias
de amparo frente a terceros extraños o ajenos al procedimiento constitucional, se ha
venido atemperando por la propia Suprema Corte con un espíritu de equidad y
justicia.
Existen al respecto varias ejecutorias que realmente constituyen salvedades a la
jurisprudencia que se contiene en las tesis transcritas con antelación. Dichas ejecuto-
rias invocan como ideas fundatorias las siguientes:
flag Romeo León Orantes, "El Juicio de Amparo", págs. 19' y 94.
¡j40 Germán Fernández del Castillo, "LOl Bieaos Restitutorios del Amparo con relación a
Tercero", págs. 13 y 14.
641 Murillo, Guilcbaldo. Conferencia pronunciada en la Barra Mexicana el 6 de octubre
de 1954, publicada en la Revista "El Foro". Cuarta Epoca. Núms. 4-6. Abril-Diciembre de
19H.
El JUICIO DE AMPARO
Si
EL CUMPLIMIENTO DE LAS EJECUTORIAS DE AMPARO 551
quejoso como causa-habiente, a titulo particular, de cosa litigiosa, y tal fue la única base
en que se apoy6 para decretar al sobreseimiento, al eltimllr que el preJerIJe juicio de gtl1'antlas
le prom01li6 tOnlrtJ untJ r~Jolllti6n dictada en ejenuión de una sentencia de amparo, Jebe
'evocarse dicho sobresnmiento y entrarli1 al es/udie, del fondo del asunto."
"Debe estimarse que el quejoso se encuentra en la hipótesis prevista por el artículo 3007
del Código Civil para el Distrito Federal, si adquirió un inmueble de quien aparecía como
propietario en el Registro, por habérsele adjudicado ese inmueble libre de gravamen y. de cual-
quier otra responsabilidad, y si la resolución judicial que ordené la adjudicación en favor del
vendedor, causé ejecutoria, debe considerarse al quejoso como adquirente de buena fe, sin que
obste para ello el que se hubiera ocurrido al juicio de garantías contra la mencionada resolu-
ci6n ... Por otra parte, si no el/á demostrado 'lile el 'luejolo tU110 conocimiento del ;uicio de
gtl1'atl/ías de 'lile ml/er se habM, debe estimarle subsistente 111 buena fe, que la ley presume,
saivo prl/oba en ctmtrewio... •· 61.5
tlü Semanario Judicial de la Federación. Tomo an. Heneine, Emilio. Pág. 814.
6'8 Queja 37/'8. Jorge Muciño M. Resuelta el 26 de octubre de 19'9. Unanimidad de
4 votos. Ponente: Gabriel Garcla Rojas. (Tomo XXVII!, págs. 111, 211 Y 280, Sexto Eporo.)
552 .EL JUICIO DE AMPARO
Así 10 ha estimado la Suprema Corte, al afirmar que ..... La autoridad responsable tiene
raz6n al considerar que la anolari6n es el únito dato obietieo que pueae lene-, a la ,visla el
tercer aJquirenle para saber que existe controversia respeao de la (osa que IraJa de adquirir,
y que la omisión del registrador y la negligencia del interesado, por no haberse cerciorado
de la falta de inscripción de determinado acto, no puede perjudicar a los terceros. En efecto,
si no hay ninguna anolaú6n en los libros del Registro, el tercero carece de medios para
enterarse de la existencia de alguna controversia que pueda afectar los derechos de la persona
a cuyo nombre está inscrita la propiedad. No basla, por lo mismo,· la presetltati6n de una
demanda. sino que es fle(esaria su 111101lUiófl, y al estimarlo así la responsable no infringió
EL C.UMPLlMIENTO DE LAS EJECUTORIAS DE AMPARO 553
en perjuicio del quejoso los artículos que éste cita, los cuales deben interpretarse en relación
con los demás que integran. la institución del Registro." 647
En conclusión, s610 mediante la anotación preventiva de la demanda de amparo,
cuando el juicio respectivo tenga como materia un bien inscribible en el Registro Pú-
blico de la Propiedad, puede armonizarse la ejecutividad de las sentencias constitu-
cionales en favor del quejoso, con la respetabilidad de la garantía de audiencia en
beneficio de cualquier adquirente. En tales condiciones, si por descuido O imprevisión
del agraviado no se anota su demanda, el fallo que 10 ampare no podrá ejecutarse
frente al tercero o terceros que adquieran o hubiesen adquirido el bien de que se trate;
por el contrario, si dicha anotación se practica, éstos asumirán el carácter de causa-
habientes del tercero perjudicado, por virtud de la transmisión que este sujeto procesal
efectúe sobre la cosa materia del juicio de garantías.M •
049 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 406, Tesis 101 de la Compi/afión 1917·1965 , Tens 99
del Apénd/(l! 197J, MaJe'¡a General. Idem, Informe de 1968, Segunda Sala. págs. 137 Y 138.
EL CUMPL[MIENTO DE LAS EJECUTORIAS DE AMPARO 555
*
Es más, según lo ha sostenido la jurisprudencia de la Suprema Corte:':SO "Las
autoridades, al ejecutar una sentencia de amparo, no deben limitarse a pronunciar
nueva resolución que se ajuste a los términos del fallo constitucional, si110 qtle deben
vigilar que esa nueva sentencia se C'tI11lp/a por sus inferiore.s."
Esta tesis jurisprudencial obliga jurídicamente a toda autoridad responsable a
cumplir el deber que le asigna, de tal manera que si su inferior jerárquico incumple
una ejecutoria de amparo total o parcialmente (incurriendo en este último supuesto en
defecto de ejecuci6n) o se excede de su alcance protector, dicha autoridad debe cons-
treñirlo a obedecerla puntualmente. Ahora bien, si el inferior jerárquico deja de obede-
cer con exactitud el fallo constitucional, la parte agraviada por la falta de acatamiento
debe reclamarla a la autoridad responsable con base en la citada tesis jurisprudencial;
y si esta autoridad ratifica o se solidariza con la actitud de su 6rgano subordinado,
contra ella debe entablarse el remedio procesal que corresponda; o sea, el incidente
de incumplimiento O la queja ante la autoridad judicial federal competente en sus res-
pectivos casos (Juez de Distrito, Tribunal Colegiado de Circuito o Suprema Corte).
•
en los razonamientos lógico-jurídicos que elabora el juzgador estimando operantes las
apreciaciones silogísticas de contravención contenidas en la demanda respectiva, de
tal suerte que el órgano de control, por -un aeta propio de voluntad, se solidariza
con la ponderación de inconstitucionalidad sustentada por el quejoso sobre el acto
o los actos reclamados, 10 que origina la invalidación de los mismos y de sus conse-
cuencias jurídicas o fácticas. Por ende, al cumplimentar una sentencia de amparo otor-
gante de la protección federal al agraviado, la autoridad responsable debe observar
puntualmente las consideraciones formuladas pur e! juzgador que son el fundamento
y la pauta de delimitación del alcance y extensión de dicba protección, realizando
todos los actos y abordando y resolviendo todas las cuestiones previstas en los "coa-
siderandos" de! fallo constitucional para restituir al quejoso en el uso y goce de la
garantía individual violada. Ahora bien, si en la sentencia de amparo por cumplimen-
lar se estudian y deciden puntos que no le relacionen con Jos conceptos de contraven-
ción, las conclusiones que respecto a aquéllos sostenga el ;1IZgador del amparo no pue.
den estimarse de- acatamiento obligatorio por parte de las autoridades responsables,
quienes sólo deben ceñirse a obedecer las consideraciones ;uriIdiccionales del órgano
de control en cuanto qlle éstas verdaderamente sean apreciaciones ;lIridicas de aficacia y
validez de los mencionados conceptos.
En relación con el problema que abordamos, don Germán Fernández del Castillo, ro un
interesante y concienzudo estudio intitulado: "La Sentencia de Amparo y sus Extralimita-
ciones" (1944), llega a las siguientes conclusiones que nos permitimos transcribir: "La
influencia de la sentencia de amparo, está limitada únicamente a todo aquello que se refiere
al fundamento que sirvió de base a la declaración de violaciones de las garantías individuales
en el caso concreto planteado a la resolución del amparo, pues cualquier otro argumento es
inocuo segun hemos demostrado en la primera parte de este estudio y contraria a la frac-
ción 1 del articulo 107 de la Constitudón," "En otros términos. la sentencia de amparo
es imperiosa, definitiva en la nueva sentencia que tenga que dictar la autoridad judicial res-
ponsable. pero únicamente en la parte que fiia el concepto de la v10lati6n de la garantía
individual ree/amada, y carece de toda eficatia obligaJoria en todo aquello que excede a esa
m41eria, pues eso no constituye propiamente sentenciaen JU contenido ;urldico, aJJnque forme
parte del contenido maJerit:J de ella."
producido en relación con el quejoso, para reintegrar a éste en el pleno USO y goce de
las garantías que se hayan reputado violadas.
_Sin embargo, dada la naturaleza de estas garantlas, el alcance del amparo concedido
y el cumplimiento consiguiente de la ejecutoria respectiva varian en lo que atañe a las
obligaciones de las autoridades responsables para acatar cabalmente el invocado pre-
cepto legal.
a) Violaciones formales
Este tipo de violaciones se registra cuando los actos reclamados carecen de f1lnda-
mentaci6n y motivaci6n lega/el, es decir, cllando en el mandamiento escrito la ttIItoriJad
del q1le proviene no invoca ningún precepto legal o reglamentario en q1le ap'oye los
actos reclamados ni e40ne ningtín motivo para haberlos emitido en el caso concreto
de que se trate. En esta hipótesis, la concesión del amparo implica la obligación de
dicha autoridad consistente en anular el atto impugnado, aJI como todas SIIS conse-
cuencias y efectos, sin perjuicio de que, en ejercicio de sus funciones legales, p1leda
emitir otro acto frente al quejoso con el mismo sentido de tt/ectaci6n que el reclamat/o,
pero seña/antlo ya, en el nueeo mandamiento escrito, las normas legales o reglamm-
tarias que lo apoyen y las ca1lSas para realizarlo en la situación específica del agraviado.
Por lo que atañe a la infracci6n de la garantía de audiencia, que también es de indole
formal, el cumplimiento de la ejecutoria que concede el amparo estriba igualmente en
invalidar el acto reclamado y sus efectos o consecuencias, volviendo las cosas al estado
en que se encontraban con anterioridad a él, sin perjuicio de que, después de cumplidas
estas obligaciones, la autoridad brinde al quejoso las oportunítlat/es defensiva y proba-
tori~ l'ar~ acatar dicha garantía, dictando, posteriot'11Mnte a este atajamiento, la reso-
lucién q1le proceda independientemente de su sentido.m
El cumplimiento de las ejecutorias de amparo por violaciones formales cometidas por los
actos impugnados ha sido demarcado con toda claridad por la ;urispruJencia de la Segunda
Sala de la Suprema. Corte, expresando lo siguiente: "Cuando se. alegan en la' demanda de
amparo violaciones formales, como lo son las consistentes en que no se respetó la garantía
de audiencia o en la falta de fundamentación y motivación del acto reclamado, y tales con-
ceptos de violación resultan fundados, no deben estudiarse las demás cuestiones de fondo que
se propongan porque las mismas serán objeto, ya sea de la audiencia que se deberá. otorgar al
quejoso o, en su caso, del nuevo acto que emita la autoridad, a quien no se le puede impedir
que lo dicte, purgando los vicios formales del anterior, aunque tampoco pueda constreñírsela a
reiterarlo." 6&2
b) Violaciones in procedentio
Estas violaciones se registran, como su denominación lo indica, durante la secuela
del procedimiento judicial o administrativo que se siga en forma de juicio. Se mani-
fiestan genera1mente en la privación de algún derecho procesal del quejoso que tras-
cienda a la decisión con que culmine definitivamente el procedimiento respectivo. Al
concederse el amparo contra esta decisión con base en las aludidas violaciones, el efecto
651 Sobre dichas garantías de legalidad y de audiencia consúltese nuestra obra "Las GaranJla¡
Individualel', Capítulo Octavo.
6&3 Informe 1973. Segunda Sala. Pág. 11. Idem, Tesis 362 en relación ron las tesis 337, 400
1 401 de 1" ;urilpruJenria de la Se.p'unda SaJa, publicadas en el Apbzdice 197J.
558 EL JUICIO DE AMPARO
?
?
560 EL JUICIO DE AMPARO
DI las ue, en razón de sus fundones deban observarlas conforme ~ la tesis juris-
pro encial que comentamos anteriopnente. En dicho lOci ente, comprob"iao el urenm-
JWtñientQ,~p.roceae ~j!!Eador de amparo a la eiec1lción ¡OrrOla del fallo cons-
titucion!', incumbiendo, por tanto, los actos ejecutivos al órgano de control y no a las
~iaades responsables en sana técnica jurídica. aunque la Ley de Amparo, rncu-
rriendo en una confusión, emplee indistintamente las locuciones "ejecución" y "cum-
plimiento", que, según se dijo, tienen significado diferente.
Este sólo debe entablarse en el caso genérico de que las autoridades responsables
no observen ahlol1llamenle la sentencia constitucional e;ec1ltoria q1le haya olorgado al
q1le;01O la p.-otección federal, o lea, en el 11lp1lesto de q1le no realicen ningún acto
tendiente a "restituir al agraviado en el pleno goce de la garantía individ1(al violada,
restableciendo 1", cosas al estado que guardahan antes de la violación" o a "respetar
la garanfia de q1le le trate y a cumplir lo q1le la misma garantía exi;'" (Art. 80) ....
En otras palabras, si la ejecutoria de amparo impone a las autoridades responsables obli-
gaciones de hacer cuyo cumplimiento propenda al logro de los objetivos mencionados
y si dichas obligaciones sól. le observan parcialmente mediante determinados actos o
hechos o si en su acatamiento se registra una extralimitación, no .rerá procedente el
incidente de que tratamos, sino el recurso de queja por defecto O exceso de ejecución,
del que después hablaremos.·se ·"
Ahora bien, las autoridades responsables s610 pueden incurrir en estos vicios cuan-
do, para acatar una ejecutoria de amparo, tengan que realizar actos positivos conforme
al articulo SO de la Ley de la Materia, pues únicamente en .esta hipótesis puede ha-
blarse de una "ejecución" propiamente dicha, y en sana lógica, sólo puede haber
deficiencias o extralimitaciones en tal ejecución cuando ésta deba existir. Por tanto,
si la sentencia constitucional impone a dichas autoridades obligaciones de no hacer o de
abstención, es decir, cuando tales autoridades no deban realizar ningún acto positivo
para cumplirla, sino inhibirse de desplegar frente al quejoso una conducta de esta
Indole, obviamente no pueden incurrir ni en defecto ni en exceso de una ejecución
que no puede existir. En consecuencia, cualquier falta de observancia a tal sentencia
porque se quebranten dichas obligaciones, nunca origina la procedencia del recurso
de queja por los mencionados vicios) sino la del incidente de incumplimiento.
Sentado lo anterior, cabe decir que la desobediencia a un fallo constitucional que
haya concedido el amparo al quejoso se registra, conforme a la Ley de Amparo, en
tres hipótesis distintas que en seguida trataremos.
a) Incumplimiento por falla 11 omisión total en la realización de 101 actos ten-
dientes al logro de 101 obietioos de la ejecutoria de amparo conforme al invocddo
articulo so.
En esta hipótesis, la autoridad responsable se abstiene de realizar cualquiera de
tales actos inadvirtiendo la sentencia constitucional como si ésta no existiera, no
esa Así 10 ha estimado, además, la Suprema Corte (Cfr. Informe de 1967, págs. 173 Y 174,
Segunda Sala).
(J.;,'! lJill Cfr. 7't?JÚ 505 del Apéndice 1975~ Segunda Sala. Idem, tesis 16. Informe de 1982, Pleno.
EL CUMPLIMIENTO DE LAS EJECUTORlAS DE AMPARO 561
todos los muy variados casos específicos que en la práctica se presenten bajo cualquiera
de las dos situariones apuntadas, a saber, repetición del acto reclamado (que hace pro-
cedente el incidente de incumplimiento o desobediencia) y acto rmevo diverso del o
de los reclamados (que provoca el ejercicio de la acci6n de amparo).
Todo acto de autoridad tiene un motivo o ctUlsa eficiente que no s610 lo deter-
mina, sino que forma parte de su propio ser y, además, un sentido de afectación a la
esfera del gobernado y que deriva del elemento causal citado, constituyendo el otro
de los ingredientes substanciales del propio acto. El primero de tales elementos se
implica en el hecho o circunstancia objetivos que inducen a la autoridad para obrar
de cierto modo frente al particular; y el segundo se traduce en este mismo modo de
operar. Bien es verdad que en muchos casos tal hecho o circunstancia puede no existir,
como cuando se trata, por ejemplo, de los llamados actos arbitrarios que carecen de
motivaci6n o causaá6n objetiva o trascendente, pero en esta hipótesis el elemento
determinante de dichos actos estará implicado en la sola voluntflá de la tUltoridflá que
establezca el sentido de afectación a la esfera del gobernado.
Por ejemplo, una orden de clausura que invoque determinado hecho o circunstancia como
motivo o causa eficiente, no puede ser lógicamente repetida por otra orden de clausura en la
que este elemento se traduzca en algún hecho o circunstancia diversos de los que .motivaron
a la primera.
<,
Por otra parte, aunque dos actos de autoridad estén provocados por el mismo hecho"
que constituye su motivo o causa eficiente pero tienen diferente sentido de afectación,
el uno no será la reiteración del otro, salvo que dicho sentido en el acto posterior sea
consecuencia o efecto del propio elemento en el acto anterior:
Expuestas las breves consideraciones que anteceden, puede afirmarse que existe re-
petición del acto reclamado y, por ende, incumplimiento a la ejecutoría de amparo
qtl<! lo haya deciarfláo inconstitucional, en las hip6tesis que a continuación se señalarán,
señalamiento que no trata de ser exhaustivo, ya que las reglas generales que en 'ellas
se pretende exponer pueden no ser aplicables a todos los casos concretos que en la
práctica suelen- presentarse:
1. Cuando la autoridad responsable o cualquier otra que intervenga en la obser-
vancia del fallo constitucional realicen un acto con igual sentido de afectaci6n y por el'
mismo motivo o causa eficiente que el acto reclamado, aunque la fundamentación
legal sea distinta, ya que ésta variará sólo su calificación de legalidad, mas no su
esencia propia.
EL CUMPLIMIENTO DE LAS EJECUTORIAS DE AMPARO 563
6U Las anteriores conclusiones han sido reiteradas por la ;urisprlldenria de la. Seguada
Sala. de la. Corte en la. tesis que puede consultarse en el Informe d6 1972, Sección "Salas". Pé-
ginas 69 Y 70 (Segunda Saja), así como en el Informe d. 1973, Seguoda Sala, pág. 11. idem,
Tesis 401 del Apbldic6 197', Segunda. Sala.
564 EL JUICIO DE AMPARO
dicho acto y, por ende, incumple la ejecutoria de amparo, si realiza un acto posterior
con el mismo sentido, aunque el motivo o causa eficiente sea diverso, ya que en
ausencia de tales facultades, estaba totalmente impedida para obrar .en la forma en que
lo hizo al producir el acto impugnado, con iodependencia de las razones que aduzca
o de los hechos o circunstancias en que se apoye posteriormente.
6. Si el acto fundamental que se reclame estriba en una ley, bien sea en sí misma
considerada o al través del acto aplicativo correspondiente, las autoridades responsables
o cualesquiera otras incurrirán en incumplimiento de la ejecutoria de amparo por
repetición, ruando, con independencia de las causas o motivos que invoquen, aplican
o vuelven a aplicar al quejoso el precepto o precepto legales que se hayan estimado
inconstitucionales. Por el contrario, no existirá dicho incumplimiento, si las mencio-
nadas autoridades aplican alguna disposición normativa de la ley combatida, al través
de la cual ésta no se hubiere considerado contraria a la Constitución, a no ser que la
propia disposición esté en una relación causal o teleológica con el o los preceptos
inconstitucionales, es decir, que sea el consecuente regulador o el fin de éstos. La
razón del citado caso de incumplimiento es obvia, ya que el amparo que se concede
contra una ley despoja a ésta, al través de la o de las disposiciones que expresamente
se hubieren impugnado y frente al agraviado, de cualquier efecto normativo, o sea, que
dicha ley se toma inaplicable en el caso concreto de que se trate, por lo que, con vista
a dicha inaplicabilidad, ningnna autoridad puede basar acto alguno en los preceptos
que se hayan declarado contrarios a la Constitución.
7. A propósito del problema de la repetición del acto reclamado, se suscita una
importante cuestión que consiste en determinar si, cuando la autoridad a quien se
atribuya la creación de una ley o reglamento que se haya reputado inconstitucional
en una ejecutoria de amparo, expide un nuevo ordenamiento semejante al combatido,
incurre o no en el respectivo incumplimiento a la citada sentencia. En otras palabras,
¿si se concedió el amparo contra una ley y su aplicación y el quejoso pide que se
requiera a una autoridad judicial o administrativa que hubiere aplicado a un caso
concreto una ley substancialmente ignal a la que se declaró inconstitucional, alegando
repetición del acto reclamado, procede el requerimiento solicitado porque en realidad
haya surgido este fenómeno de incumplimiento?
Para solucionar esta cuestión se deben formular las siguientes consideraciones. El
amparo se otorga en relación con actos perfectamente especificados y cuando entre
éstos se encuentra una, ley, la sentencia respectiva tiene el efecto de despojar a ésta
de sus consecuencias normativas frente al quejoso, por lo que ninguna autoridad debe
aplicarla en su perjuicio, aunque no haya sido parte en el juicio de garantías de que se
trate, con vista a lo establecido en el artículo 107 de la Ley de Amparo y en la tesis
jurisprudencial que anteriormente invocamos. 6 55 Por otra parte, si durante la tramita-
ción de un juicio de amparo, bien sea en primera o en segnnda instancia, la ley recla-
mada se deroga, sustituyéndose por otra, es evidente que dicho juicio debe sobreseerse
con apoyo en lo previsto en la fracción XVI del artículo 73 del ordenamiento sobre
la materia, por haber cesado los efectos de dicho acto reclamado. Si tal cesación de
efectos produce el fenómeno procesal del sobreseimiento cuando el amparo aun no se
falla por sentencia que cause ejecutoria, puede afirmarse que cuando ésta ya hubiere
En corroboración a estas ideas. la Suprema Corte ha sostenido que "Cuando una nueva
ley, ya sea por renovación de la vigencia de la anterior, o por nueva expedición, contiene los
mismos .conceptos de la que fue declarada inconstitucional por ejecutoria de la Suprema Corte
no se debe aplicar a la parte quejosa en el juicio respectivo, pues el amparo concedido contra
una , leyJ suspende indefinidamente en el tiempo la aplicación de la misma respecto del
quejoso, debiendo entenderse que el principio citado se refiere al ~onlenido de la ley, más
que a la ley específicamente determinada. Lo contrario equivaldría a consentir que los fallos
de la Justicia Federal pudieran ser materia de continuadas controversias entre los mismos
quejosos y las mismas autoridades responsables, por idénticos actos reclamados, con menos-
cabo evidente de la potestad de las ejecutorias relativas y con recargo innecesario de trabajo
y estudio para el Poder Judicial de la Federación:' 656
El citado incidente tiene por objeto que el juzgador de amparo resuelva jurisdic-
cionalmente la. cuestión que consiste en determinar si las autoridades responsables o
las que, conforme a las ideas antes expresadas, deban acatar un fallo constitucional,
lo han cumplido o no, a fin de que, en su caso, se proceda a su ejeroción forzosa·
por parte del Juez de Distrito que corresponda, si~1a naturaleza de los actos recla-
mados lo .perrnite, y sin perjuicio de la consignación penal respectiva. Como se ve,
antes de que dicha ejecución forzosa y la mencionada consignación tengan lugar en el
incidente de incumplimiento, debe constatarse si existe, por parte. de tales autoridades,
desobediencia a una sentencia constitucional. Dicha co.cistatació~·, por su parte, es el
resultado de la decisión que jurisdiccionalrnente emita el órgano de control que corres-
panda sobre el conflicto jurídico que se suscita entre el quejoso, por un lado, y la
autoridad o autoridades a quienes se atribuya el incumplimiento o el tercero perju-
dicado, por el otro, en los casos o hipótesis en que el desacato suele traducirse y que
hemos apuntado COn antelación, conflicto O controversia que se forma por la dualidad
de pretensiones opuestas de dichas partes, consistentes en que se declare que ha habido
desobediencia a una ejecutoria de amparo o que ésta fue cumplimentada o no ínobser-
vada.G3 T ..
6:;7 No obstante que la Ley de Amparo otorga facultades expresas a los Jueces de Distrito
para determinar el incumplimiento de una ejecutoria constitucional por parte de las autoridades
responsables, en el casoéspecffico en que dicho incumplimiento se traduzca en la repetición del
acto reclamado, la ;urisprudencia de la Suprema Corte ha establecido que los mencionados fun-
cionarios "carecen de facultad para resolver en vía de queja que ésta. es fundada o infundada
por repetición del acto reclamado o desobediencia a la sentencia de la Suprema Corte", agre-
gando que "tal materia es de la competencia del Pleno de dicho Alto Tribunal; por lo que el
Juez de Distrito, en tales casos, debe limitarse a informar a la superioridad que, a su juicio,
se trata de eludir el cumplimiento de las ejecutorias o se insiste en la repetición del acto reclamado"
(Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 409. TeJiJ 10' de la Compilación 1917-196', y Tesis 103 del
Apéndice 197', Ma/erid General). "
El citado criterio jurisprudencia! es totalmente erróneo, pues el Tribunal Pleno de la Su-
prema Corte, conforme a la fracción XVI del artículo 107 constitucional (que inexplicablemente
no aparece en la publicación oficial de las Reformas de 1967), en relación con los artículos 11,
fracción VIII, de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación y lOS de la Ley de Amparo,
s610 tiene facultades para determinar la' preJun/a responsabilidad penal en que haya incurrido la
autoridad responsable por haber insistido en la repetición del acto reclamado o tratado de eludir
la sentencia de amparo, así como para separarla inmediatamente de su cargo.
Lo anterior se corrobora si se toma en cuenta que, independientemente de la remisión del
expediente a la Suprema Corte para los efectos del artículo 107, fracción XVI, de la. Constitu-
ci6n Federal, el Juez de Distrito o el Tribunal Colegiado de Circuito, conforme al artículo 105,
párrafo segundo, de la Lev de Amparo, debe proceder a lograr, por la vía coactiva, y en los
términos del artículo 111 de dicho ordenamiento, el debido y exacto cumplimiento de la ejecu-
toria constitucional.
Es más, la ejecución forzosa de ésta es totalmente independiente de la aplicación de la
disposición constitucional citada, pues, como lo establece el artículo 111 de la Ley de Amparo:
"Lo dispuesto en el articulo lOS (que se refiere a dicha aplicaci6n) debe entenderse sin per-
juicio de que el Juez de Distrito, la autoridad que haya conocido del juicio o el Tribunal Cole-
giado de Circuito en su caso, hagan cumplir la ejecutoria de que se trata, dictando las órdenes
necesarias"; y es obvio que éstas no pueden librarse, si previamente no se ha declarado el in-
cumplimiento en cualquier caso, inclusive en el que se manifieste en la repetición del acto recla-
mado.
Según la tesis jurisprudencial que se comenta, a los Jueces de Distrito y a los Tribunales
Colegiados de Circuito, sobre todo a los primeros, se les despoja de la fund6n ejecutiva con que
están investidos cuando el incumplimiento de un fallo constitucional se traduzca en la repetición
del acto reclamado, ya que se les impide determinar si la autoridad responsable ha repetido o no
dicho acto.
Por tanto, Ia jurisprudencia mencionada borra de una plumada las disposiciones contenidas
en el párrafo segundo del artículo 105 y en el artículo lOS de la Ley de Amparo, haciendo
inaplicable el artículo 111 de este ordenamiento, al vedar a los Jueces de Distrito y a los Tri-
bunales Colegiados de Circuito la facultad que tienen para apreciar el incumplimiento de una
ejecutoria constitucional, por repetición del acto reclamado y para proceder a Ia: ejecución for-
zosa de ésta, independientemente de que el Tribunal Pleno de la Suprema Corte resuelva sobre
la _consignación penal de la autoridad Incumplidora por la insistencia en repetir el acto recla-
mado o por tratar de eludir la sentencia de amparó así como sobre la separación de dicha auto-
ridad del cargo que ocupe.
La deleznable, inconstitucional e ilegal tesis jurisprudencial que hemos comentado breve-
mente, ha sido por fortuna contradicha ya por el Pleno de la Suprema Corte, al acoger las
ideas que se acaban de exponer, fijando ron precisión el límite entre las facultades con que se
halla investido de conformidad con la Fracción XVI del artículo 107 de la Constituci6n y las
que competen a los jueces de Distrito en los términos de rlos artículos lOS y 111 de la Ley
de Amparo. Dice, al efecto, el Pleno: "Conforme al artículo lOS de la Ley que reglamenta el
568 EL JUICIO DI; AMPARO
En el práctica cotidiana del juicio de amparo reina una gran confusión acerca
del procedimiento en que debe substancíarse el incidente de incumplimiento, no sólo de
parte de muchos abogados postulantes, sino entre los órganos judiciales mismos, y ello
obedece, principalmente, a que la Ley de Amparo, en los preceptos en que regula
dicho procedimiento, no consigna normas articuladas en un verdadero sistema procesal
que faciliten su aplicación y expediten la tarea del juzgador de amparo, tendiente a
hacer observar, incluso por la vía coactiva. los fallos constitucionales. Es la experien-
cia la que, acomodándose a las disposiciones legales que encauzan la substanciación del
incidente a que nos referimos, constituye la fuente primordial de que se dispone para
establecer una regulación sistemática del procedimiento incidental, el cual culmina Con
la ejecución forzosa de la resolución judicial de que se trate, sometiendo a las autori-
dades incumplidoras a su acatamiento y con la consignación penal de éstas en el caso
a que se refiere el artículo 208 del ordenamiento invocado. Por tanto, las considera-
ciones que formularemos enseguida tienen la pretensión de despejar dicha confusión,
mediante las reglas procesales que nos permitiremos exponer, tratando de metodizar,
hasta donde nos sea posible, las normas que se contienen en los artículos 104 a 113
de la Ley de Amparo.
cumplimiento, el cual podrá ordenarse por la vía telegráfica en" casos urgentes y de noto-
rios perjuicios para el quejoso e independientemente de que dicha resolución se les
haga saber después en toda su integridad. (Art. 104.)
Las autoridades responsables, contra cuyos actos se hubiere concedido el amparo,
tienen la obligación de cumplir la resolución judicial de que se trate dentro de las
veinticuatro horas siguientes a la notificación de ésta o dentro de un plazo prudente,
si dicho cumplimiento no puede realizarse en lapso tan angustioso, que, por otra parte
en la realidad casi nunca se observa. Ahora bien, si las autoridades responsables no
informan acerca del cumplimiento que hayan dado o estén dando a la resolución corres-
pondiente, el Juez de Distrito, de oficio ° a petición de parte, requerirá al superior
inmediato respectivo para que obligue a tales autoridades a cumplir sin demora el fallo
constitucional; y si dicho superior inmediato tuviere, a su vez, superior jerárquico, a
este último también se le requerirá, en la inteligencia de que, si las autoridades respon-
sables, por su Índole orgánica y funcional, no dependen de ninguna otra, el citado
requerimiento se hará directamente a ellas para que acaten la prevención de cumpli-
miento que se les haya formulado. (Art. 105, primer párrafo.)
la omisión de los informes de las autoridades responsables y de sus superiores jerár-
quicos sobre el cumplimiento a la sentencia constitucional, establece la presunción en
favor del quejoso de que aquéllas han incurrido en desobediencia, pudiendo el Juez
de Distrito, para percatarse del incumplimiento y de acuerdo con las modalidades del
caso concreto de que se trate, ordenar la práctica de eua/quiera 'diligencia, conforme
al artículo 80 del Código Federal de Procedimientos Civiles, supletorio de la Ley de
Amparo, en relación con el artículo 113 de este ordenamiento, toda vez que, siendo
la observancia de una ejecutoria de amparo una cuestión de .orden público, según se ha
afirmado, dicho funcionario tiene la obligación de velar por ella. Si de las diligencias,
cuya práctica Se ordene, puede corroborarse la presunción de incumplimiento que se
derive de la omisión de informar en que hayan incurrido las autoridades responsables
y sus superiores jerárquicos, el Juez de Distrito podrá dictar las órdenes necesarias ten-
dientes a lograr, según el caso, la observancia de la resolución de que se trate; y si
tales órdenes no fueren obedecidas dentro de un plazo prudente que el propio juzga-
_~or señale, comisionará al Secretario o Actuario de su dependencia para que dé cumplí-
miento al fallo constitucional en los términos de las mismas órdenes, las cuales, al
constatar el incumplimiento de que se trate, vienen a indicar cómo debe observarse
dicha resolución. Si el Secretario ° Actuario mencionados no 'consiguen el cumplimiento
de ésta, el propio Juez de Distrito la podrá ejecutar por sí mismo conforme a las ex-
presadas órdenes, constituyéndose en el lugar donde la ejecución correspondiente deba
realizarse, sin recabar autorización -de la Suprema Corte; en caso de que tal lugar se
encuentre fuera de ~u residencia; en la inteligencia de que cuando éste se halle fuera
de su jurisdicción, el cumplimiento de la ejecutoria de amparo, al través de las órdenes
necesarias para ello, debe encomendarse al Juez de Distrito que corresponda mediante
exhorto.
Si las autoridades responsables o sus superiores jerárquicos rinden informe sobre el
cumplimiento que hubieren dado al fallo constitucional, en contestación a los requeri-
mientos que les haya formulado el Juez de Distrito, éste debe dar vista al quejoso con
el oficio en que dicha información se contenga, para que exprese 10 que a su derecho
convenga. Si el quejoso no estuviere conforme con los hechos o circunstancias en que
570 EL JUICIO DE AMPARO
G58 Estas consideraciones están corroboradas por el criterio de la Suprema Corte con-
tenido en la decisión pronunciada el 2' de agosto de 1970 en el incidente" de inconformidad 2/69.
EL CUMPLIMIENTO DE LAS EJECUTORIAS DE AMPARO 571
3. Por último, si se acredita que las autoridades responsables O las que deban
acatar la ejecutoria de amparo en los términos que se han indicado, Id han incumplido,
dicho funcionario judicial librará las "órdenes necesarias" a tales autoridades para que,'
conforme a ellas, Se le preste el debido cumplimiento, procediendo de acuerdo con las
facultades a que Se refiere el artículo 111 de la citada Ley y que hemos reseñado
con antelación.
Ahora bien, dichas órdenes y la ejecución forzosa del fallo constitucional en los
términos del precepto invocado, no son procedentes en los casos en qJle sólo las antori-
dades responsables} por Id índole misma de los Mios reclamados, ptreden dar cumpli-
miento a la resolución de que se trate y cuando ésta consista en dictar nueva resolución
en el asunto o procedimiento del que haya emanado el acto combatido. Sin embargo, si
este acto afecta la libertad personal del quejoso y la autoridad responsable, para acatar
tales decisiones judiciales y restituir al agraviado en el ejercicio de dicha libertad, no
pronuncia la resolución que a tal efecto corresponda y conserva a aquél en su poder, el
Juez de Distrito mandará excarcelar al consabido quejoso, transcurrido, un término rná-
ximo de tres días que se comienza a contar desde que la propia autoridad responsable
sea notificada de la resolución que deba cumplimentar, estando obligados los encarga-
dos de las prisiones a observar ésta y las órdenes que libre el mencionado funcionario
para su debida ejecución (párrafo segundo del artículo 111). .
Sin perjuicio de la ejecución forzosa a que se refiere el precepto señalado y tratán-
dose de cualquier caso de incumplimiento de la ejecutoria de amparo, el Juez de Distrito
debe remitir el expediente original del juicio de amparo en que se haya pronunciado la
ejecutoria ineumplida a la Suprema Corte, para que este tribunal, previo estudio del
caso, determine la separación inmediata de la autoridad o autoridades incumplidoras
del cargo respectivo y su consignación penal.sw
Antes de que se efectúe dicha remisión y en el caso de repetici6n del acto recla-
mado, se debe seguir un breve procedimiento que establece el artículo 108 de la Ley
de Amparo y al cual nos referiremos a' continuación. La repetición puede. ser denuu-
ciada por el quejoso ante el. Juez de Distrito, el cual dará vista con la denuncia, por
a
el término de cinco días, a las autoridades responsables y los terceros perjudicados, si
los hubiere, para que expongan lo que a su derecho convenga. Si la resolución del
Juez de Distrito se pronuncia en el sentido de que hubo repetición del acto reclamado,
este funcionario debe remitir de inmediato el expediente a la Suprema Corte para los
fines indicados. Si la propia resolución declara que no existe dicha repetición, el que-
joso debe manifestar su inconformidad dentro del término de cinco días a partir del
siguiente al de la notificación rt:spectiva,. a efecto de que se envíen los autos al mencio-
nado Alto Tribunal para el mismo objeto. Si la inconformidad no se formula dentro
del expresado término, la resolución cid Juez de Distrito que declare que no ha
habido repetición del acto reclamado se tendrá por consentida y quedará firrne.v'" hl~
I. GENERALIDADES
a) Concepto de recurso
jurídicamente. el concepto de recurSQ-se presenta.--en dgs sentiQp~,:_unC>.-4tll/lÜo,
amo sinónimo de-medio de defensa en general. y otro resfringi4.Qp...eQuivalente a cier-
o medio~~ci[¡CQ de imE!'gnación. Dentro del primer aspecto aludido, se puede
"ipcluir el juicio de amparo., por lo que no es extraño observar que a menudo se le
designe COn el nombre de "recurso", La atribución de este apelativo a nuestro medio
de control no es indebida, siempre y cuando se tome en cuenta la acepción lata del
mencionado concepto; mas es incorrecta, como afirmamos en· otra oportunidad, si se le
pretende englobar dentro de la connotación restringida.
En la presente ocasión, trataremos acerca de los recursos jurídicos en su sentido
estricto, esto es, como medios de defensa específicos y dotados de determinadas carac-
terísticas o notas. Desde luego, se suscita la siguiente cuestión: ¿qué es un recurso.
propiamente dicho o en sentido estricto? Tomando en cuenta el origen etimológico
de la palabra, recurso significa "volver el curso "de un procedimiento". Sin-embargo, la
connotación etimológica nada nos dice y es más: muchas veces resulta no sólo super·
flua, sino contraproducente en la indagación de un concepto, puesto que con frecuencia
576 EL JUlCIO DE AMPARO
Teniendo el recurso stricto sensu la apariencia, formal de una acción, consta como
ésta, de elementos esenciales que son: sujeto activo, sujeto pasivo, causa (remota y
próxima) y objeto.
El "e/o ac#vo de un recurso currente ella arte en un rocedimiento
'udicial o a m!ntstrativo ue o inter one contra un acto rocesal ue le ha a 10 e-
rido un agravio, enten !éndase por tal, el perjuicio ue se e irro a al vio ar una
dis osic! n e l len e 00 o o a Je IVa. S a I ea de sujeto activo de un recurso
es total e íntegramente ap lea e a os concernientes al juicio de amparo, por lo que
sería superfluo incurrir en una repetición.
LOS RECURSOS EN EL JUIDO DE AMPARO 577
Dice sobre el particular el aludido precepto: "El recurso de apelación tiene por objeto
que el tribunal superior confirme, revoque o modifique la sentencia, o el auto dietado en la
primera ... ..
2. Un recurso queda sin materia cuando no puede lograr su' objetivo específico,
lo que generalmente sucede en caso de que el acto procesal impugnado quede insub-
sistente o de que dicho recurso se sustituya por otro con análoga finalidad durante la
secuela del procedimiento.
Así, verbigracia, el recurso de revisión contra una Interlocutoria suspensional debe decía-
rarse sin materia, si antes de que se resuelva, se hubiese fallado ejecutoriamente el fondo del
amparo respectivo, en cuya hipótesis dicha Interlocutoria deja de subsistir.
Igualmente, si determinada resolución dictada en amparo se hubiese impugnado mediante
el recurso de queja, y si antes de que éste se decida, se interpone la revisión contra la setencia
constitucional correspondiente, en cuyo recurso sea legalmente posible repetir la expresión de
agravios que se hubiese formulado en la queja, ésta queda sin materia.
Por ejemplo, si se entabla la queja contra un auto del Juez de .Distrito que tenga por
no anunciada la prueba testimonial o pericial y no se suspende el procedimiento como conse-
cuencia de la interposición de dicho recurso, sino que se dieta la setcncia que proceda en la'
audiencia constitucional, en la revisión que se promueva contra dicha sentencia se pueden hacer
valer romo agravios las mismas violaciones procesales que se hubieren cometido en el menciona.
do auto, debiéndose estudiar en la revisión .tales agravios (art. 91, frac. IV) por lo que el
recurso de queja queda sin materia.
n. EL RECURSO DE REVISIÓN
Hecha la anterior digresión, nos referiremos ahora a las distintas hipótesis en que
se consigna la procedencia del. recurso de revisión, contenidas en el articulo 83 de la
Ley de Amoaro. .
Conforme a este precepto, la revisión es procedente contra uciones dictadas por
!2s Jueces de Distrito 661 r excepcional y !jmjtativa!TIente contra las sentenCias pron
ciadas en amparos directos o uni·instancia1es por los Tribunales Colegiados de Circuito.
661 Por virtud de la iuriJdháón concurrente que opera en materia de amparo conforme a los
artículos 107, fracción XH, constitucional y 37 de la Ley de Amparo, las consideraciones que formu-
larnos en torno a la procedencia del recurso de revisión contra resoluciones de los Jueces de Dis-
trito, las hacemos extensivas al caso en que sean dictadas por el superior del tribunal que hubiere
cometido las violaciones a que dichos preceptos se refieren.
LOS RECURSOS EN EL JUICO DE AMPARO 581
Desde luego, esta disposición nos parece un tanto incompleta, puesto que debió
referirse en concreto a las resoluciones de los Jueces de Distrito, ya que, tratándose
de los acuerdos iniciales que tengan por no interpuesto o desechen una demanda de
amparo directo, el recurso procedente no es, evidentemente, el de revisión, sino el
de reclamación, según veremos. Al conocer del recurso de revisión en este caso, el 6r·
gano respectivo, o sea, el Tribunal Colegiado de Circuito correspondiente, debe volver
a analizar los fundamentos reales y legales que el Juez de Distrito haya tomado en
consideración para desechar la demanda de amparo o para tenerla por no interpuesta,
Jo cual sucede primordialmente cuando ésta no reúne los requisitos de forma que
establece el artículo 116 de la ley de Amparo o en el caso en que haya una causa
notoria de improcedencia, de acuerdo con el artículo 145 del propio ordenamiento,
que dice:
"El Juez de Distrito, examinará ante todo, el escrito de demanda; y si encontrare motivo
manifiesto e indudable de improcedencia, la desechará de plano, sin suspender el acto recla-
mado."
.Ahora bien, ¿cuáles son los efectos de la resolución del recurso de revisión? Hay
que tener en cuenta los términos o el sentido de la misma. Así, en el caso de que, se
tenga la revisión por infundada, se confirmará el auto de Juez a quo, con la conse-
cuencia de que el quejoso no puede ya ejercitar válidamente la acción concreta de
amparo que dedujo en la demanda tenida por no interpuesta o por desechada. Por
el contrario, en el caso de que el Tribunal Colegiado de Circuito que corresponda, al
conocer del recurso de revisión respectivo, revoque el auto del inferior que desechó
o tuvo por no interpuesta la demanda de amparo, el efecto de tal declaración con-
sistirá en que el Juez de Distrito admita la mencionada demanda y prosiga el juicio
de amparo, tanto en 10 principal, como en lo que atañe al incidente de suspensión.
Por último, si el recurso de revisión interpuesto se resuelve en el sentido de modificar
el auto recurrido, esto es, confirmando en parte y en parte revocando (lo que sucede
generalmente cuando en la demanda de amparo se atacan diversos actos reclamados
de distinta naturaleza), se procederá en su consecuencia, es decir, desechando o te-
niendo por no interpuesta la demanda en aquel aspecto en que legalmente no pueda
ejercitarse la acción constitucional, y ordenando la tramitación del juicio en lo que
se refiere al aspecto contrario.
Debe hacerse la advertencia de que la modificación de un auto en que el Juez
de Distrito haya desechado de plano una demanda de amparo, para el efecto de que la
582 EL JUIOO DE AMPARO
admita en relación con determinados actos reclamados, sólo es posible cuando éstos
sean independientes o autónomos de aquellos respecto de los cuales el juicio de garan-
tías. es notoriamente improcedente, atendiendo al principio de la r'ináivÍ!ibj/idttd de
la demanda de garan/lar' que se consigna por la iurisprudencia de la Suprema
Corte.'" En otras palabras, una demanda de amparo debe admitirse o rechazarse en
su integridad, a no ser que se reclamen diferentes actos de autoridad desvinculados
entre sí, de tal manera que sean autónomos unos respecto de los otros, pues en este
supuesto, el juicio correspondiente debe substanciarse por lo que concierne a aquellos
frente a los que la acción constitucional no sea notoriamente improcedente y no tra-
mitarse frente a los que la improcedencia sea manifiesta o indudable.
"Procede el recurso de revisión: 11: Contra las resoluciones de un Juez de Distrito o del
superior del tribunal responsable, en su caso. en que concedan o nieguen la suspensión definí-
tiva, o en que modifiquen o revoquen el auto en que la hayan concedido o negado. y las en que
se niegue la revocación solicitada:' 668
De acuerdo con este precepto, son tres las categorías de autos de un Juez de
Distrito o del superior del tribunal responsable contra los que procede el recurso de re-
visión ante el Tribunal Colegiado de Circuito respectivo: a) contra la resolución .en
que se conceda o niegue la suspensión definitiva del acto reclamado; b} contraIas que
modifiquen o revoquen este último proveído, y e) contra las que nieguen la revocación
solicitada.
En el primer caso, dicho Tribunal se sustituye, al conocer de la revisión ante él
interpuesta, a la autoridad jurisdiccional que dictó la resolución impuguada, anali-
zando todos y cada uno de los fundamentos legales que fueron tenidos en cuenta para
conceder o negar la suspensión definitiva del acto reclamado. La misma sustitución
ocurre cuando la revisión se interpone contra aquel proveído judicial que, por un
hecho o motivo superveniente, tal como lo prevé el articulo 140 de la Ley de Amparo,
modifica o revoca el auto en que se negó o se concedió la mencionada suspensión,
asi como cuando la resolución impuguada niega la revocación aludida. En este último
punto, estimamos que la fracción II del artículo 83 de la Ley de Amparo es incomple-
ta, puesto que sólo se refiere a aquellos autos negativos de la revocación de la reso-
lución en la cual se conceda o niegue la suspensión definitiva, omitiendo el caso en
que la solicitud no consista precisamente en la revocación citada, sino en una mera
modificación.
La situación en el conocimiento judicial que opera en favor del Tribunal Cole-
giado de Circuito a virtud de la interposición del recurso de revisión en las hipótesis
mencionadas, nos parece del todo correcta, puesto que con ella no se invade un posí-
ble criterio discrecional de la autoridad jurisdiccional que haya dictado las resolu-
662 Apéndice al Torno CXVIII, Tesis 326. Tesis 83 de la CompiltMión 1917·196J, y Te-
sis 81 del Apéndice 1975. Materia General.
663 Según se infiere de la disposición legal transcrita, la revisión en el caso que contempla.
sólo procede contra resoluciones que Se refieren a la JUJpemi¿n definitiva y no al auto en que se
niegue o conceda la suspensión provisional, cuyo proveído es inatacable por el referido recurso,
como Jo ha sostenido la ;urisprudentia de la Suprema Corte (Apéndice al Tomo CXVIII. Tesis
1063. Tesis 218 de la Compikuión 1917-196'. y Tesis 216 del Apéndice 197', MaJeria General).
LOS RECURSOS EN EL J~IaO DE AMPARO 583
"Procede el recurso de revisión: Contra los autos de sobreseimiento, y contra las resolu-
ciones en que se tenga por desistido al quejoso,"
Esta disposici6n nos parece un tanto cuanto redundante consigo misma. En efecto
de acuerdo con la fracci6n 1 del articulo 74 del aludido ordenamiento orgánico, pro-
cede el sobreseimiento en un juicio de amparo "cuando el agraviado se desista expre-
samente de la demanda o se le tenga por desistido de ella, con arreglo a la ley". Por
consiguiente, el efecto lógico-legal de un desistimiento es el sobreseimiento, en cuyo
caso éste no es sino la resolución cuyo motivo es aquél; por tanto, hubiera sido suficíen-
te que la fracción III del articulo 83 de la Ley de Amparo hubiera dispuesto que
procede el recurso de revisión contra los autos de sobreseimiento, ya que una deter-
minada variedad de ellos, o sea, los basados en la fracd6n 1 del artículo 74, 00
s610 comprenden e involucran las resoluciones en que se tiene por desistido al quejoso,
sino que equivalen a ellas mismas,
Abora bien, ¿cuándo se tiene por desistido de la demanda de amparo al quejoso?
Del artículo 74, fracci6n 1, se puede concluir que tal acontece cuando renuncia el
agraviado expresamente las prestaciones reclamadas en la demanda de amparo, por
un acto de propia voluntad, y cuando es la ley la que establece el desistimiento. En el
primer caso, estimamos que resulta inútil esbozar la procedencia del recurso de revisión
contra el auto que sanciona el desistimiento voluntario del quejoso respecto a su
demanda, ya que las demás partes evidentemente, por obvia razón, no tendrán interés
en que tal proveido judicial se revocara. En tal virtud, creemos que la disposición
contenida en la fracción que comentamos se refiere exclusivamente al desistimiento
no voluntario, sino legal, podríamos decir. Ahora bien, en materia de amparo, ¿OJándo
se tiene por legalmente desistido al quejoso de su demanda?
La Ley de Amparo no contiene ningún caso, respecto a los juicios bi-instandales,
en que se puede tener al quejoso por desistido propiamente hablando (pues es dife-
rente que se tenga por no interpuesta la demanda, el recurso, etc., en diversas hipótesis
legales) por lo que las resoluciones relativas no tienen prácticamente lugar, lo que
origina la inaplicabilidad de la segunda parte de la fracci6n III del artículo 83, por care-
cer ésta de correspondencia real, a no ser que se trate de un caso de verdadera
arbitrariedad. Cabe sobre este particualr preguntarse si cualquier ordenamiento legal
puede tener por desistida a una persona de un acto procesal en el juicio de amparo.
Estimamos que, si tal cosa aconteciera, sería completamente anti-jurídica, puesto que
s6lo la Ley de Amparo, como cuerpo normativo orgánico y reglamentario de los
artículos 103 y 107 constitucionales, puede regular la materia de amparo, principal-
584 EL JUICIO DE AMPARO
mente por lo que toca a su aspecto adjetivo, que no puede ser objeto de normación
de ninguna otra legislación secundaria.
Por otra parte, conforme a la disposición legal que comentamos, el recurso de
revisión procede contra los aIIfOJ de sobreseimiento que reconozcan una causa diverJ4
del desistimiento del quejoso y a los cuales aludimos en el capitulo XIV.
"Procede el recurso de revisión: IV: Contra las sentencias dictadas en la audiencia consti-
tucional por los Jueces de Distrito. o por el superior del tribunal responsable. en los casos a
que se refiere el artículo ~ 7 de esta Ley:'
"La materia del recurso se limitará. exclusivamente, a la decisión de las cuestiones propia.
mente constírucíonales, sin poder comprender otras."
"Las resoluciones que en materia de amparo directo pronuncien los Tribunales Colegiados
de Circuito, no admiten recurso alguno, a menos que decidan sobre la constitucionalidad de- una
ley o establezcan la interpretación directa de un precepto de la Constituci60, caso en que serán
recurribles ante la Suprema Corte de Justicia. limitándose la materia del recurso exclusivamente
. a la decisión de las cuestiones propiamente constitucionales.
"La resolución del Tribunal Colegiado de Circuito no será recurrible, cuando se funde en
la jurisprudencia que haya establecido la Suprema Corte de Justicia sobre la constitucionalidad
de una ley o la interpretación directa de un precepto de la Constituci6n."
tanto, creemos que el legislador, al haber establecido dicho caso de procedencia del
recurso de revisión, incurrió en una grave incongruencia, por haber inadvertido la
imposibilidad de que los Tribunales Colegiados de Circuito decidan en amparo directo
una cuestión sobre la constitucionalidad de una ley, lo que tampoco pueden hacer al
revisar los fallos que dicten los Jueces de Distrito en el juicio bi-instancial de garan-
tías por carecer de competencia para ello.
Sin embargo, la Suprema Corte ha establecido el criterio de que los Tribunales
Colegiados de Circuito tienen competencia para examinar en el amparo directo la
constitucionalidad o inconstitucionalidad de las leyes, rilando lar sentencias dqinitivas
o los laudos q1le ante el/os se reclamen, se f"nden en leyes opuestas a la Carta Supre-
ma.e&ft Por consiguiente, si dichos Tribunales y en el expresado juicio ·de garantías
deciden la mencionada cuestión sin fundarse en jurisprudencia establecida por la Corte,
contra el fallo respectivo procede el recurso de revisión en el caso a que nos referimos.
2. Además, según dijimos, la revisión contra las sentencias definitivas que en
materia de amparo directo pronuncian los Tribunales Colegiados de Circuito, también
procede en el supuesto de que dichas resoluciones "establezcan la interpretación
directa de un precepto de la Constitución". En otras palabras, el mencionado recurso
sólo es procedente cuando en tales sentencias los citados Tribunales fijen por sí mis-
mo! el sentido de una disposición constitucional] determinado Sil alcance jllrldico,
pero no en la hipótesis de q1le apliquen indebidamente, dejen de aplirar o violen
alguna norma de la !Ley Svpremá ni, a mayor abundamiento, cuando incurran en
,aje¡ vicios trplkalivos de "leyes procesales de cualquier calegor/d' o contravengan,
en gmeral, "disposiciones legales secundarias" (párrafo segundo de la fracción V del
artículo 83). -
3. Como afirmamos anteriormente, para que proceda el recurso de revisión contra
los fallos dictados en amparo directo por los Tribunales Colegiados de Circuito en
que éstos decidan alguna cuestión sobre inconstitucíonalidad de una ley o interpreten
directamente algún precepto de la Constitución, es menester que la decisión O la inter-
pretación aludidas no se [unden en la i1lrispr1ldenria establecida por la Suprema Corte.
La idea que inspiró al legislador para limitar la procedencia del recurso de revisión
en los casos apuntados, consistió en permitir que, al través del conocimiento de dicho
medio procesal la Suprema Corte determine si una ley secundaria es o no contraria
a la Constitución o establezca el sentido juridico de una disposición constitucional,
manteniéndose asi su condición de órgano interpretativo máximo de la Ley Fundamen-
tal. Por tanto, si un ordenamiento secundario ya hubiese sido reputado inconstitu-
cional por la jurisprudencia de la Suprema Corte o si ésta, también jurisprudencial-
mente, hubiese fijado el sentido de un precepto constitucional, y si en uno u otro
caso dicha jurisprudencia hubiese sido acogida por un Tribunal Colegiado de Circuito
en una sentencia de amparo directo, lógicamente no procede contra ésta la revisión, toda
vez que en este caso, el objetivo de dicho recurso estaría plenamente satisfecho.
Pero puede suceder que los fallos pronunciados en amparo directo por Jos Tribu-
nales Colegiados de Circuito se desentiendan de la jurisprudencia o la apliquen inde-
bidamente, tanto para decidir una cuestión de inconstitucionalidad de una ley como
para interpretar directamente un precepto constitucional. En este caso, por virtud de
eN Las tesis en que Se contiene dicho criterio las transcribimos y comentamos en el Capítulo
Quinto. parágrafo V, apartado e, indso fJ, de esta obra. .,
LOS RECURSOS EN EL JUICO DE AMPARO 587
"La materia del recurso se limitará, exclusivamente, a la decisión de las cuestiones propia-
mente constitucionales (como son las anteriores indicadas), sin poder comprender otras,"
Por el contrario, las sentencias que dichos Tribunales pronuncian en los juicios de
amparo indirectos, al revisar los fallos de los Jueces de Distrito, con frecuencia fijan
el sentido en disposiciones constitucionales, dada la naturaleza de las cuestiones jurídi-
as que en tales juicios se plantean, sobre todo cuando versan sobre materia admi-
nistrativa. En esa virtud, si la finalidad de la revisi6n en el caso de que tratamos
estriba en que la Suprema Corte sea la que establezca, en última instancia, la ínter-
prelación de un precepto de la Constituci6n, mediante el examen del criterio respectivo
que hubieren sustentado los Tribunales Colegiados de Circuito, debería hacerse proce-
dente el citado recurso contra los fallos que éstos pronunciaran en los amparos indi-
rectos, interpretando algún mandamiento constitucional.
Las únicas resoluciones judiciales dictadas en materia de amparo por los Jueces
de Distrito, atacables mediante la revisión 'ante la Suprema Corte de Justicia son las
sentencias definitivas recaídas en los juicios respectivos, según se colige del artículo
84, fracci6n 1, de la invocada Ley. Como sentencias definitivas para los efectos de
la procedencia del recurso de revisión ante dicho Alto Tribunal, deben conceptuarse
aquellas resoluciones que pongan fin a una instancia del procedimiento de amparo,
bien sea concediendo o negando la protección federal al quejoso o declarando el
sobreseimiento del [uicio correspondiente en la audiencia constitucional, tratándose
de amparos bi-lnstanciales. Por tanto, los autos de sobreseimiento que puedan dictar
los Jueces de Distrito, es decir, las resoluciones que sobreseen el juicio de amparo
cuando ocurra alguna causal a que se refiere el articulo 74 de la Ley relativa diversa
de la improcedencia de la acci6n de garantías que amerite examen ulterior o que sea
susceptible de desvirtuarse por el quejoso, o cuando el motivo de tal improcedencia
sea notorio e indudable, no son impuguables en revisión ante la Suprema Corte. En
otros términos, ésta conoce del mencionado recurso sólo cuando el sobreseimiento
de un amparo adopta la forma de una sentencia, es decir, cuando el 6rgano de con-
trol de primera instancia (Juez de Distrito) lo decreta al examinar las probanzas ren-
didas o existentes en el juicio de garantías y al analizar los elementos de éste en la
oportunidad procesal respectiva que es la audiencia constitucional.
Las sentencias dictadas por los Jueces de Distrito en la audiencia constitucional son
recurribles mediante la revisión ante la Suprema Corte en los casos a que aludimos en
seguida:
LOS RECURSOS EN EL JUIOO DE AMPARO 589
Ahora bien, las demás resoluciones que dentro del juicio de amparo bi-instancial
se dicten y a las cuales se refieren las fracciones I, II y III del articulo 83 del propio
ordenamiento, son recurribles en revisión ante el Tribunal Colegiado de Circuito que .
corresponda, según lo consigna el artículo 83, fracci6n I, de la misma Ley Reglamen-
taria del juicio de garantías, Por tanto, las resoluciones de los Jueces de Distrito en
materia de amparo contra las que procede el multicitado recurso ante el mencionado
Tribunal, son:
La! que desechen o tengan por no interpuesta la demanda de amparo;
La! que concedan o meguen la suspensi6n definitiva o que modifiquen o revoquen
la interlocutoria en que la hayan concedido o negado y las que nieguen la reuocacián
solicitada,'
La! que consistan en autos de sobreseimiento y las que tengan por desistido al
quejoIo.6fU blll
Como se ve, únicamente los autos, inteelorotorias y demás proveidos que dicten
los Jueces de Distrito en materia de amparo en los términos de las fracciones I, II
y III del artículo 83 de la Ley de Amparo, pueden reputarse atacables mediante el
recurso de revisión que se interponga ante los Tribunales Colegiados de Circuito, por
lo que cualquier otra resoluci6n judicial que se pronuncie en el juicio de amparo
bí-instancial y que no sea la sentencia constitucional, no es susceptible de impuguarse
por el referido medio procesal. .
2. Por lo que concierne a las sentencias de los Jueces de Distrito dictadas en la
audiencia constitucional ,del juicio de amparo indirecto (fracci6n IV del articulo 83),
bien sea negando o concediendo al quejoso la protecci6n federal o decretando el sobre.
seimiento correspondiente, el recurso de revisi6n que se interponga contra dichos
fallos es de la inrombencia de los Tribunales Colegiados de Circuitu en cualquier
caso distinto de aquelIos en que tiene competencia la Suprema Corte y especifica.
mente en los siguientes:
Así, el articulo 86, establece: "El recurso de revisión sólo podrá interponerse por cualquiera
de las partes en el juicio, ya sea ante el Juez de Distrito o autoridad que conozca del mismo, o
ante el Tribunal Colegiado de Circuito o la Suprema Corte de Justicia de la Nación, según que
su conocimiento corresponda a ésta o aquél, El término para la interposición del recurso
será de cinco dífM, contados desde el siguiente 'al en que surta sus efectos la notificación de la
resolución recurrida,"
que se impugne los extremos a que se refieren los artículos 83, fracción V, y 84,
fracción Il, de la Ley de Amparo, y 107, fracción IX, de la Constitución, debe importar
siempre la imposición de la aludida sanción pecuniaria. "sin perjuicio de las sancio--
nes penales que procedieren" y a las males nos referiremos posteriormente en su
debida oportunidad. Ahora bien, los términos en que está concebida la disposición
legal en que dicha sanción se previene, denotan una notoria injusticia por imprevisión
del caso en que, a pesar de que en el juicio de amparo en que hubiere recaído la
sentencia atacada por la revisión se haya suscitado una cuestión de inconstitucionali-
dad de una ley, el Tribunal Colegiado de Circuito respectivo hubiere de¡ado de deci-
dirla. Ateniéndonos a la literalidad del último párrafo del artículo 90 citado, esta
omisión haría improcedente el recurso de revisión contra la sentencia de dicho Tribunal
que DO haya resuelto la mencionada cuestión jurídica, por DO contenerse en aquélla
la decisión correspondiente, circunstancia que ineluctablemente originaria la imposición
de la sanción pecuniaria indicada. En otras palabras, por una negligencia u omisión
en que pudiere incurrir un Tribunal Colegiado de Circuito en las condiciones apun-
tadas, el recurrente en revisión contra la sentencia que contuviere tales vicios, que
debieran ser causa de resonsabilidad judicial, se coloca, a la luz de la disposición
legal invocada, en la situaci6n injusta de ser sancionado, inclusive penalmeute, por su
afán de que la cuestión de inconstitucionalidad de una ley no abordada por la reso-
lución atacada, sea solucionada por la Suprema Corte. Por ende, abrigamos la espe-
ranza de que la ponderación jurisprudencial- oportunamente fije el debido alcance y
el correcto sentido jurídico del último párrafo del citado artículo 90, para evitar
situaciones inicuas que en la práctica pudieren presentarse.
66:i Apéndice al Tomo CXVIl1, Tesis 297 y 66. Ejecutoria de la Sexta Epoca. Amparo en
f'eviJMn 3:UB/J7, José López Hernéndee, resuelto por la Segunda Sala el 26 de agosto de 19'9,
TeJÍ¡ 16J y 32 de la Compilación 1917-196' y TeJis 163 y 31 Apéndice 197'/ Materia General.
1J66 Véase capitulo IX.
LOS RECURSOS EN EL JUIOO DE AMPARO 593
terio Público Federal tiene dicho carácter en el juicio de garantías cuando no haya
ejercitado su facultad de abstención a que alude la fracción IV del mencionado precep-
to, no podía entablar el indicado recurso, pues la ¡urisp",dencia de la Suprema
Corte no lo considera como "contendiente" ni como "agraviado", sino como "parte
reguladora del procedimiento", agregando que "como el amparo sólo puede seguirse
por la parte a quien perjudique la ley O el acto que lo motivó, y es evidente que
el Ministerio Público ningún interés directo tiene en dicho acto, que sólo afecta
intereses de las partes litigantes en el juicio constitucional de amparo, no es de tomar-
se en cuenta el recurso de revisión que haga valer, tanto más si los agravios en que la
funda, afectan sólo a la autoridad responsable, y ésta ha consentido la resolución
del Juez de Distrito."'"
Sin embargo, la falta de legitimación del Ministerio. Público Federal para inter-
poner el recurso de revisión ha de¡ado de existir a virtud de la reforma que se practicó
por Decreto Congresional de 28 de mayo de 1976 a la fracción IV del artículo S' de
la Ley de Amparo, y según la cual, si dicha institución decide intervenir en el juicio
de garantías, puede interponer los recursos legales pertinentes que se dan dentro del
mismo..
3. Además, aunque el Juez de Distrito hubiere reconocido como parte a un sujeto
que legalmellte no tenga este carácter, no por ello este sujeto queda habilitado para
interponer la revisión} pues el reconocimiento judicial mencionado puede revocarse
por el órgano que conozca de dicho recurso para desecharlo.
Asi, dicho Alto Tribunal ha reputado como "agravios ínJllfi~ienles"l las manifestaciones
del recurrente que no ataquen todas las consideraciones en las que se sustente la resolución
recurrida, teniendo este sujeto procesal la obligación de argumentar contra lodos 10J funds-
memos que aduzca la propia resoluci6n:67o bl6
670 Apéndice al Tomo eXVIl1, Tesis 64. Amparo en revisión 3"/59, La Soledad, S. de
R. L de C. Y., resuelto por la Segunda Sala el 7 de mayo de 1959. Tesis 30 de la citada Com-
pilación, MaJeria General.
~70 bla Cfr. Informe de 1974, Presidencia. Págs. 267 y 268, así como las tesis ;uriJprude".
cioles 318, 320, 321 Y 322 del Apéndice 19n, Segunda Sala. laem, íniorme de 1979, tesis 4 y 5,
Pleno.
Gll ATéndice al Tomo ex VIII, TeJiJ 93.'. Tesis 170 de la Compiladón 1917-1965, y i»:
sis 168 de. Apéndice 197J, MaJeria General. Idem, Informe de 1974, Segunda Sala, pág. 112.
LOS RECURSOS EN EL JUICIO DE AMPARO 595
- sino por el órgano encargado de la promulgación de dicha ley o por los represen-
tantes legales de éste, quienes tratándose del Presidente de la República, son los
Secretarios y Jefes del Departamento de Estado, a cuyo respectivo tamo corresponda
la materia del ordenamiento que se hubiere combatido o por los demás funcionarios a
que alude el articulo 19 de la Ley (art. 87). En consecuencia, ninguna autoridad
distinta de los funcionarios que menciona dicho artículo 19 aunque tenga el carácter
de responsable, está legitimada' para interponer la revisión contra el fallo del Juez de
Distrito que hubiese estimado inconstitucional una ley. En otras palabras, tal autoridad
no puede formular argumentos a guisa de agravios para sostener que ésta no es contra-
ria a la Constituci6n.CT2
3. Apoyándose en la prohibición de que las autoridades responsables puedan ser
representadas en el amparo (salvo el caso de la representación legal del Presidente
de la República), que establece el artículo 19 invocado, la j«risprtidencia de la Su-
prema Corte ha sostenido que la revisión interpuesta a nombre de ellas por quien
no tenga facultad legal para representarlas, debe desecharse.""
4. Además, si la resolución recurrible en revisión afecta actos ordenadores y eje-
cutivos, las únicas legitimadas para interponer este recurso son las autoridades que
hubiesen realizado los actos del primer tipo.
1. Este principio, referido al recurso de que tratamos, exige que los órganos juris-
diccionales de la revisión (Suprema Corte o Tribunales Colegiados de Circuito, según
el caso), únicamente estudien los agravios que la parte recurrente haya expresado en el
escrito de interposición respectivo, sin examinar las consideraciones en que se apoye
la resolución recurrida que no se hubieren combatido. Por tanto, si el recurrente
deja de impugnar en revisión alguno de los fundamentos de tal resolución, ésta debe
confirmarse, si su sentido decisorio descansa sobre el fundamento no atacado.
616 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 938 y 1105. Ide!1J, tesis 205, Cuarta Sala. Tesis 288
del Apéndice 1975, Materia Laboral.
611 Apél1dice al Tomo ex VIII, Tesis 927, 932 Y 1105. Amparo en revisión 3337/56, Gus-
tavo Aguilar Rodríguez, resuelto por el Pleno el 3 de marzo de 1959. Amparo en revisión
5190/55, Ruperto- Suder y Coags., resuelto por el Pleno el 2 de junio de 1959. Amparo en reoi-
sión 4167/58, Aseguradora de Occidente, S. A., resuelto por el Pleno el 3 de diciembre de 1959.
(Tomos XXI, pág. 23; XXIV, pág. 9; XXX, pág. 17, de la Sexta Epoca del S. J. de la F.)
Amparo en revisión 1364/56, José Castro y Coags., resuelto por el Pleno el 14 de junio de 1960.
Amparos en revisión 944/56 y 2335/57, resueltos en la. misma fecha. Tomo XXXVI, pág. 9,
Pleno, de la Sexta Epoca. Tesú 165 y 168 de la Compilación 1917-1965 y Tesis 163 y 166 del
Apéndice 197), Materia General. Informe de 1972. Segunda Sala. Págs. 70 Y 71. Informe de 1971.
Presidencia. Pág. 323. Idem, Informe de 1974. Presidencia. Págs. 267 y 268 e Informe de
197;, pág. 8j, Segunda Sala.
LOS RECURSOS EN EL ]U100 DE AMPARO 597
La ;urisprudencia prohibe terminantemente dicha variación. ya que ésta daría lugar "a.
que no se oiga a las autoridades responsables." 670
El fundamento de esta tesis nos parece obvio. En efecto, siendo los agravios los
razonamientos que la parte recurrente esgrime contra el fallo recurrido y que tienden
a demostrar la violación cometida por éste a normas sustantivas o adjetivas regula-
doras de la controversia planteada, es evidente que los conceptos de violación contra
el acto reclamado, que el quejoso no expuso en su demanda de amparo, no persi-
guen tal objetivo, ya que por esencia pretenden poner de relieve la inconstitucionalidad
de la actuación de la autoridad responsable y no la antijuridicidad de la sentencia
combatida, que es contra la que se entabla el recurso de revisión.
realizar una doble función, a saber: revocar la resolución recurrida y abordar la cues-
tión constitucional planteada en el amparo ante el juez a qllo por el quejoso, al través
de la ponderación de los conceptos de violación formulados en la demanda respectiva.
Sin embargo, tratándose de las revisiones contra sentencias de 19' Tribunales Cole-
giados de Circuito, cuya procedencia ya analizamos, la Suprema Corte no debe apre-
ciar las cuestiones que hubieren compuesto la litis en el amparo al que dichas resolu-.
ciones hayan recaído, sino que debe concretarse al fallar tales recursos, a establecer
si la decisión sobre constitucionalidad de la ley o la interpretación directa de un pre-
cepto de la Constitución imputables al Tribunal a qllO, fueron O no jurídicamente
correctas, sin poder analizar los conceptos de violación expuestos en la demanda de
amparo. Así, en efecto, lo ordena el artículo 93 de la Ley relativa, que declara:
680 Esta disposición legal se corrobora por la Tesis 14' de la Compilación 1917·1965, Te-
sis 143 dtll Apéndice 1915, M41eria General.
6.. EL JUICIO DE AMPARO
La facultad que esta disposici6n legal confiere a la Suprema Corte y a los Tribu-
nales Colegiados de Circuito para sobreseer el juicio de amparo en revisión por una cau-
sa distinta de la que haya determinado el sobreseimiento en primera instancia, es
consecuencia del principio de la oficialidad en la inflocación de la! causas de impro-
cedencia que afecten a la acci6n constitucional. Dicha facultad debe entenderse ex-
tensiva, aunque la disposici6n transcrita no lo establezca, al caso en que dichos órganos
judiciales revoquen la sentencia del Juez de Distrito que hubiere concedido o negado
la protección federal, sustituyéndola por una resolución de sobreseimiento.
Sin embargo, creemos que la invocación oficiosa de alguna causa de improceden-
cia al fallarse el recurso de revisión adolece de la limitación a que nos referimos en el
capítulo XIII, parágrafo VI, inciso b}, de esta obra, reproduciendo las consideraciones
en que la apoyamos.
4. En la fracción IV .del articulo 91 de la Ley de Amparo se consigna el caso
en que el faUo del recurso de revisión por parte de dichos Tribunales o de la Supre-
ma Corte no tiene como contenido la negativa o la concesión del amparo ni el sobre-
seimiento del juicio respectivo, sino la orden de reponer el procedimiento en éste
cuando los agravios que se estimen fundados patenticen omisiones adjetivas cometidas
por el Juez de Distrito a qllo en la substanciaci6n correspondiente. Previene sobre
el particular dicha fracci6n:
"Si en la revisión de una sentencia definitiva, en los casos de la fracción IV del artlcu-
lo 83. encontraren (los Tribunales Colegiados de Circuito y Suprema Corte) al estudiar los
agravios, que se 'violaron las reglas fundamentales que Dorman el procedimiento en el juicio
de amparo, o que el Juez de Distrito o la autoridad que haya conocido del juicio en primera
instancia, incurrió en alguna omisión que hubiere dejado sin defensa al quejoso o pudiere
influir en la sentencia que deba dictarse en- definitiva, revocarán la recurrida y mandarán
reponer el procedimiento. asi como cuando aparezca también que indebidamente no ha sido
oída alguna de las partes que tenga derecho a intervenir en el juicio conforme a la ley."
preJema tres dfa.¡ antes. de la audienria anwitudonaJ en virtud de que dentro de este lapso
carece de la oportunidad para desvirtuarlo mediante las pruebas testimonial o pericial, las cuales
deben anunciarse cinco días antes de la fecha en que tal acto procesal se realice. Por tanto, con-
cluye dicho criterio, debe ordenarse la reposición del procedimiento en la primera instancia para
que se vuelva a celebrar la mencionada audiencia (Informe de 1967, pégs. 159 Y 160).
En relación con el d,lerhamienlo o con la no ttdmiJión de alguna prueba por parle del [eez
de Distrito, no en todo caso debe ordenarse la reposición del procedimiento al fallarse la revisión,
pues la ;urilprudenr-ta de la Segunda Sala de la Corte ha establecido que la probanZ4 "que no
trascienda al relult4do del fallo, no raPla agravio a la parte que la ofrertl', agregando que "esa
falta de influencia convierte en ocioso decretar la reposición del procedimiento del juicio para
el solo efecto de que la prueba sea admitida" (Informe de 1974J Segunda Sala, pág. 37), Idem,
Tesis ;urilPrlldenfÍal 496 del Apéndke 1975, Segunda SaJa.
602 EL JUICIO DE AMPARO
recursos, si tal acto reúne las condiciones previstas en el artículo 91, fracción IV, de la
Ley de Amparo y si existe la expresión de agravios correlativa al interponerse la re-
visión.
La reposición del procedimiento igualmente debe decretarse al fallarse el recurso de
revisión "cuando aparezca también que indebidamente no ha sido oída alguna de las
partes que tenga derecho a intervenir en el juicio conforme a la ley" [art. 91, frac.
N). Esta hipótesis se registra en el caso de que el sujeto que tenga el carácter de ter-
cero perjudicado no haya podido intervenir en la primera instancia del juicio de amparo
porque el quejoso no 10 hubiese señalado como tal o no haya sido emplazado correcta-
mente o por modo' absoluto: Sin embargo, y a gnisa de excepción a esta regla, la juris-
prudencia de la Segunda Sala de la Suprema Corte ha establecido que no opera la
reposición procesal, a pesar de darse estas circunstancias, si el fallo que se dicte una
vez repoesto el procedimiento deba ser favorable a dicho sujeto, es decir, si por alguna
causa de improcedencia debidamente probada se tiene que decretar el sobreseimiento
o si de las constancias de autos se infiere que deba negarse la protección constitucional
al agravládo o quejoso.o",
La reposición del procedimiento que ordena la disposición legal que comentamos
en el supuesto de que no haya sido emplazado el sujeto que tenga derecho a inter-
venir como parte en el juicio de amparo, entraña la oportunidad que a dicho sujeto
se le debe brindar por el Juez de Distrito para ofrecer las pruebas pertinentes y
objetar las que su contraparte haya aducido. La jurisprudencia de la Segunda Sala de
la Suprema Corte ha señalado con claridad esta finalidad en la tesis que a conti-
anadón transcribimos:
"En los casos en que una de las partes no fue emplazada al juicio y en Jos términos del
articulo 91, fracción IV, de la Ley de Amparo. se revoca la sentencia recurrida y se decreta
la reposición del procedimiento, ésta persigue .el propósito esencial de dar oportunidad a la
parte no emplazada de apersonarse al juicio constitucional y quedar así en aptitud legal de ejer-
cer todos sus derechos procesales, fundamentalmente, los referidos al ofrecimiento y rendición
de pruebas en general y, específicamente. los que en forma enunciativa enseguida se mencio-
nan: 4) Ofrecer la prueba testimonial Y. en su caso, tachar a los testigos propuestos o adi-
cionar los interrogatorios formulados por la parte oferente; b) Ofrecer pruebas documentales
y, en su caso, objetar por su falsedad las rendidas por las partes; e) Ofrecer la prueba pericial,
designar perito de su parte o adicionar el cuestionario propuesto por la oferente; d) Ofrecer
la prueba de inspección judicial o concurrir al desahogo de la prueba ofrecida por alguna de las
otras partes. De 10 anterior se advierte que cuando se decreta la reposición del procedimiento,
la misma entraña la anulación de todas aquellas actuaciones realizadas con anterioridad al ern-
plasamientc de una de las partes que, en alguna forma, impidieron a ésta el ejercicio de sus
derechos procesales; razón por la cual, particularmente en lo que atañe a elementos probatorios,
deben ser nuevamente ofrecidos y desahogados en el nuevo procedimiento que se instaure." 683
O"
.es
aro Informe de 1971. Sección "Salas", págs. 33, 98 Y 99. Segunda Sala.
lrrforme 1973. Segunda Sala. Págs. 29 Y 30 Y Tesi» 383 del Apbldire 197), Segunda
S<Jia.
LOS RECURSOS EN EL JUIOO DE AMPARO 603
Ahora bien, al resolver el citado recurso, la Suprema Corte tíniramenle debe deler-
minar si la ley reclamada es o no conlraria a la Comtitucién. Asi 10 dispone el ar-
tículo 92 de la Ley de Amparo, que establece:
"Si en amparo ante Juez de Distrito se impugnó una ley por su inconstirucioaalidad Y. al
mismo tiempo, se invocaron violaciones a leyes ordinarias. alegándose como agravios en la
revisión tanto la inconstitucionalidad de la .ley como aquellas violaciones, Se remitirá el expe-
diente a la Suprema Corte de Justicia, para el solo efecto del inciso a) de la fracción VIII
del artículo 107 de la Constitución Federal.
"Al resolver la Corte en Pleno acerca de la constitucionalidad de la ley, dejará a salvo,
en 10 que corresponda, la jurisdicción de la Sala de la Corte o del Tribunal Colegiado de
Circuito para conocer de la revisión, por cuanto concierne a violación de leyes ordinarias."
"Cuando alguna, de las Salas de la Suprema Corte de Justicia o alguno de los Tribu-
nales Colegiados de: Circuito conozcan de la revisión interpuesta contra la sentencia definitiva
dictada. en un juicio de amparo, de que debieron conocer en única instancia, conforme a los
artículos 44 y 45, por no haber dado cumplimiento oportunamente el Juez de Distrito o la
autoridad que haya conocido de él, a Jo dispuesto en el artículo 49. la Sala o el Tribunal
mencionado declararán insubsistente la sentencia recurrida. Si la revisión es ante una Sala
de la Suprema Corte de Justicia, hecha la declaración de insubsistencia, de la sentencia,
remitirá los autos al Presidente de la propia Corte para que provea lo que corresponda; y
si es ante el Tribunal Colegiado de Circuito, se avocará éste al conocimiento del amparo,
dictando las resoluciones que legalmente procedan."
Sin embargo, la iniciación del amparo directo en el caso previsto por el mencio-
nado precepto no tiene lugar en el caso de que la Sala que corresponda de la Su-
prema Corte o el Tribunal Colegiado de Circuito estimen que el negocio indebida-
merite planteado ante el Juez de Distrito es de su incumbencia, pues entonces pueden
fallarlo sin necesidad de una nueva tramitacián, siempre que en los autos respectivos
existan elementos "indispensables" para conocer en única instancia "de la constitu-
cionalidad o inconstitucíonalidad del acto reclamado".e..
eS3 bis lEste mismo criterio lo ha sustentado la Suprema Corte en la tesis :; publicada en el
Informe de 1980, Tribunal Pleno. ....
6~ Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 107. TeJÍJ 36 de la Compílt#íón 1917-1965, 1 T,..
Ji! 35 del Apéndü~ 1975, M4Iería General.
604 EL JUIDO DE AMPARO
7. Una importante regla que rige a la revisión consiste en que en este recurso no
puede alegarse como agravio la incompetencia del Juez de Distrito que dictó la resolu-
ción impugnada, sosteniéndose a este respecto por la ;urisprJllimcia de la Suprema
Corte que el propio recurso no es la vla procesalmente idónea para plantear la referida
cuesti6n.G8l!
8. Por virtud del llamado "principio de eventualidad" en la revisión tampoco
pueden alegarse razones que tiendan a demostrar la falsedad de las pruebas documen-
tales aportadas en la audiencia constitucional que se haya celebrado en el juicio de amparo
en que se hubiese pronunciado el fallo recurrido, pues el derecho de impugnación res-
pectivo sólo debe ejercitarse en la oportunidad y en los términos que señala el artícu-
lo 153 de la Ley, O sea, al verificarse dicha audiencia. Esta tesis la ha sostenido la
Suprema Corte argumentando que "el proceso en el juicio de amparo está dividido en
diversos períodos claramente distintos los unos de los otros, de tal manera que no
puede iniciarse uno sin que haya terminado el que lógica y legalmente deba precederlo;
dicha división obedece a exigencias jurídicas y de carárter práctico, que de no ser
atendidas producirían perjuicios evidentes y situaciones legales absurdas; para que esa
división tenga eficacia jurídica y sea respetada, debe ser aplicado al proceso del juicio
constitucional el principio de eventualidad con la sanción correlativa de la pérdida
de un derecho o de una facultad procesal, no ejercitada en tiempo oportuno. Por virtud
del primero, las partes deben hacer valer y ejercitar en cada uno de los períodos los
hechos o cuestiones sobre los que deseen una decisión judicial, para el evento de que
más tarde les pueda ser útil, aunque por el momento no lo sea. Les está prohibido
hacerlo más tarde y en período distinto. Esta imposibilidad es la que se establece me-
diante el sistema de las prerlusiones, o sea, la pérdida de un derecho o de una facultad
procesal, que no fue ejercitada en tiempo oportuno" .686
9. Por último, en cuanto al desistimiento del recsrso de revisián, la Corte ha
considerado que el apoderado del recurrente no requiere facultad expresa y ad boc
para formularlo, a diferencia de lo que sucede tratándose del desistimiento de la de-
manda de amparo, en cuyo caso si se exige legalmente tal facultad.6 "
-------------:--
IU. EL RECURSO DE QUEJA
Para proceder lo más sistemáticamente que nos sea posible en el estudio sobre el
recurso de queja, y dada la variedad de hipótesis que contiene la Ley de Amparo
en su articulo 95,688 hemos estimado pertinente dividir nuestro análisis en dos partes,
a saber, en aquella que se contraerá a tratar la queja contra los [ueces de Distrito y
autoridades que conozcan del juicio de amparo conforme al articulo 37, y en la que
se referirá al estudio del mencionado medio de ímpngnacíón contra actos de las au.JRri-
dades responsables, haciendo especial alusión al único caso en que el citado recurso
procede contra resoluciones de los Tribunales Colegiados de Circuito.
6811 Informe de i97I. Presidencia. Págs. 274 Y 275.
686 Idem. Págs. 311 Y 312.
-681 lnfcmne de 1972. Presidencia. Pág. 316.
e88 Conforme a una tesis de la Suprema Corte. los casos de procedencia del recurso de
queja están fijados legalmente en forma limitativa, es decir, que fuera de las hipótesis en que
tiene lugar dicho medio de impugnación conforme al artículo 95 de la Ley de Amparo, el alu-
dido recurso es improcedente. (Informe correspondiente al año de 1945, pág. 154. Segunda Sala.]
LOS RECURSOS EN EL JUICO DE AMPARO 605
f trito o por el superior del tribunal a quien se impute la violación reclamada. en que ;;¡¡¡;¡¡¡an
demandas notoriamenii improcedenteJ."
Las resoluciones a que alude esta disposición son aquellas que recaen en los propios
recursos de queja interpuestos contra las autoridades responsables en los distintos
casos de procedencia respectiva a que se refiere el artículo 95 de la Ley de Amparo,
por lo que la fracción de que tratamos consigna la ejercitabilidad de la queja contra
el fallo de otra queja. Si bien estamos de acuerdo en que las resoluciones que dicten
los Jueces de Distrito o las autoridades a que alude el artículo 37 de la Ley de Amparo
deben ser impugnables, el medio jurídico correspondiente, al menos en su denomi-
nación, no debe ser la queja, sino la revisión, para evitar, en primer lugar, la redum-
dancia fonética en que se incurre al expresar que procede una queja contra la resolución
de otra, aunque sean totalmente distintas, y en segundo, el desatino jurídico que se
"
606 EL JUICIO DE AMPARO
Tal sucede, verbigracia, con el auto que tiene por DO anunciada una prueba pericial o
testimonial, pues en virtud de él, dicha probanza no puede desahogarse en la audiencia
constitucional y, por ende. la sentencia de amparo no puede lógicamente ocuparse de ella.
Asimismo, si el Juez de Distrito fija una garantía o contragaranUa ilusoria o insuficiente
en el incidente de suspensión, el proveido respectivo puede causar daño o perjuicio a alguna
de las partes que no sea susceptible de repararse en la sentencia de fondo,' pues la cuestión
sobre la que aquél versa, es totalmente ajena a ésta.
Debe tomarse eo cuenta, además, para demarcar la índole de las resoluciones im-
pugnables en queja conforme al artículo 95, fracción VI, de la Ley de Amparo, la
circunstancia de que, aunque las violaciones legales que cometan sean enmendables
mediante el recurso de revisión en los términos del artículo 91, fracción IV, de dicho
ordenamiento que con antelación comentamos, los daños y perjuicios que ocasionen
dichas resoluciones a alguna de las partes, por su causación inmineote o cierta, no se
puedan reparar ni en Ja seotencia constitucional de primera instancia ni en fallo que
se dicte en la revisión, a pesar de que este último pueda corregir las citadas violaciones.
2. En el segundo caso, esto es, el concerniente a la procedencia del recurso de
queja contra resoluciones de los Jueces de Distrito o del superior deJ tribunal a quien
se impute la violación en los casos a que se refiere el artículo 37 de la Ley de
Amparo, dicMda.r con posterioridad a la .rentencia de primera instancia, se requieren
ignaImente los dos supuestos mencionados con antelación, es decir, que tajes resolu-
ciones no sean impugnables mediante la revisión y que causen un daño o perjuicio
que no se pueda reparar por dichas autoridades o por la Suprema Corte de Justicia
(o por los Tribunales Colegiados de Circuito). Euteodemos que en este último caso, la
disposición contenida en la fracción VI del artículo 95 de la Ley de Amparo, se refie-
re a la irreparabilidad de tales resoluciones por dichos órganos al través del recurso de
reoisié», pues de otro modo ni la queja procedería, ya que, fuera de ellos> ninguna
otra autoridad judicial estaría facultada para conocer de este último recurso en la hi-
pótesis de que tratamos.
d) El último caso de procedencia del recurso de queja contra actos de los Jueces
de Distrito O del superior jerárquico del tribunal a quien se impute la violación en los
términos del artículo 37 de la Ley de Amparo, es el comprendido en la fracción VII
del artículo 95 de este ordenamiento. Los actos atacados por medio de la queja en
esta hipótesis de procedencia estriban en Jas "resoluciones definitivas, que dicten Jos
Jueces de Distrito en el incidente de 'reclamación de daños y perjuicios a que se refiere
el artículo 129 de esta Ley, siempre que el importe de aquéllos exceda de trescieotos
pesos", incideote al cual nos referiremos en su oportunidad.
e) La competencia para conocer del recurso de queja contra las resoluciones de
los Jueces de Distrito se surte eo favor del Tribunal Colegiado de 'Circuito que corres-
ponda o de la Suprema Corte, según el caso.
1. Es competente dicho Tribunal cuando la resolución que se impugne en queja
esté comprendida en las fracciones 1, VI Y VII del artículo 95 (art. 99, párrafo 1),
as! como en el caso de que dicha resolución se hubiese pronunciado por el Juez de
Distrito en alguna queja que contra actos de las autoridades responsables se hubiese
interpuesto ante él (frac. V del arto 95), y siempre que la competencia para ca-
nocer oJe la revisi6n contra el fallo C011Jlituciona1 que dicho funcionario pronuncie
en el dmparo de qlle se trate, no ¡n(tlmba a la Suprema Corte, sino al Tribunal Cole-
giado de C*uito correspondiente, conft>rme a Id! regid! contenidas en el artículo 85
de la Ley de Amparo (art. 99, párrafo Il).
. 2. Es competente la Suprema Corte para conocer del recurso de queja contra reso-
luciones de los Jueces de Distrito, cuando éstas decidan una queja que ante ellos
608 EL JUICIO DE AMPARO
se hubiese promovido contra actos de las autoridades responsables, siempre que la reoi-
sién contra el fallo constitucional que tales funcionarios pronuncien en el amparo res-
pectivo, incumba al mencionado Alto Tribunal, en los casos previstos por el artículo 84
(art. 99, párrafo I1).8!'
fJ El procedimiento para la tramitación y resolución de la queja contra resolu-
ciones de los Jueces de Distrito, es bien sencillo: una vez presentado ante la Suprema
Corte o Tribunal Colegiado de Circuito el escrito en el cual se interpone la queja,
con las copias necesarias, dichos órganos requieren a la autoridad contra la cual se
entabla (en este caso al Juez de Distrito o al superior jerárquico del órgano judicial
que cometió la violación en los términos del artículo 37 de la Ley de Amparo),
para que rinda un informe justificado relativo a la materia de dicho recurso dentro
del término de tres días, transcurrido el cual, se mandará dar vista al Ministerio Pú-
blico Federal por igual plazo, para que la Suprema Corte o el Tribunal Colegiado de
Circuito competente, dentro de los diez días siguientes, dicte la resolución que proceda,
esto es, declarando fundada o infundada la queja en sus respectivos casos {arts. 99,
párrafos tercero y cuarto y 98, segundo párrafo, de la Ley de Amparo).
g) Por lo que respecta al término para la interposición del recurso de queja contra
actos de los Jueces de Distrito y autoridades que conozcan del juicio de amparo con-
forme al artículo 37, el artículo 97 de la Ley Orgánica de los artículos 103 y 107
constitucionales, en su fracción 11, establece el de cinco días, contados a partir de aquel
en que surta sus efectos la notificación de la resolución recurrida.
h) El artículo 101 de la Ley de Amparo contiene una regla eipticífica relativa al
recurso de queja que se interpone contra las resoluciones de que habla la fracción VI
del articulo 95, en el sentido de que su deducción suspende el procedimiento en el jui-
cio de amparo correspondiente, excepción hecha del incidente de suspensión, que conti-
nuará su curso hasta su resolución y debida ejecución. Para que proceda la paralización
del procedimiento en el juicio de amparo dentro del' cual se interpone la queja, se
requiere que la resolución o el fallo de ésta deba influir en la sentencia constitucional
que en aquél recaiga, "o cuando de resolverse el juicio en lo principal se hagan nuga·
torios los derechos que pudiera hacer valer el recurrente en el acto de la- audiencia,
si obtuviera resolución favorable en la queja" (art. 101, en relación con el 53 de la
Ley de Amparo).
Se presenta el problema consistente en determinar si el Juez de Distrito está fa-
cultado para ordenar la suspensión del procedimiento en los términos del artículo 101
de la Ley de Amparo o si es el Tribunal Colegiado de Circuito que corresponda el
que, una vez admitida la queja, dispone dicha suspensión. Interpretando literalmente
el mencionado precepto, se llega a la conclusión de que la sola interposicián de tal
recurso contra las resoluciones que se dicten durante la tramitación del amparo indi-
recto en primera instancia, origina la suspensión del procedimiento de fondo respecti-
vo, o sea, la simple presentación del escrito de queja ante el Tribunal Colegiado de
Circuito, Por tanto, basta que el recurrente compruebe fehacientemente ante el Juez
690 Las reglas mencionadas se corroboran por las tesis ;urisprudentiaJe¡ 861, 862, 863 Y 864,
publicadas en el Apéndice al Tomo cxv¡n del S. J. de la F., y que corresponden a las tesis
151, 152 (Materia General), 221 (Segunda Sala) y 28' (Tercera Sala), de la Compilación
1917-196;, que corresponden, respectivamente. a las tesis 149. l'O'(Mat. Gen.}, 504 (Segunda
Sala) y 301 (Tercera Sala) del Apéndice 197)J así como por la ejecutoria publicada en el Infor-
me de 1971, Segúllda Sala, págs. >,6 y 87. Idem. Informe de 1978, Segunda Sala, pág. 9.
LOS RECURSOS EN EL JUICO DE AMPARO 609
de Distrito la promoción del citado recurso, para que este. fun~ionario provea sobre
dicha suspensión, sin que sea necesaria la admisión del mismo.
No obstante, más idóneo sería que fuese el Tribunal Colegiado de Circuito e! que
ordenara la paralización del procedimiento principal en el juicio de amparo en que se
hubiese dictado la resolución impugnada en queja; toda vez que, conforme al artícu-
lo 101 invocado, sólo debe suspenderse tal procedimiento cuando la decisión que se.
pronuncie en e! indicado recurso "deba influir en la sentencia (constitucional) o cuando
de resolverse el juicio en lo principal, se hagan nugatorios los derechos que pudiere
hacer valer. el recurrente en el acto de audiencia", fenómenos que únicamente puede
apreciar el Tribunal Colegiado de Circuito al conocer de la queja, pues la determina-
ción de la trascendencia procesal de ésta no incumbe al Juez de Distrito.
Se impone, por ende, la necesidad de reformar e! artículo 101 de la Ley de Am-
paro, ya que en los términos en que está concebido, auspicia el estancamiento de los
juicios de garantías merced a promocíones de quejas improcedentes o notoriamente
infundadas, cuya sola: ifiteq;osición provoca la suspensión de! procedimiento consti-
tuciona!.
Este medio de impugnación sólo procede contra las autoridades responsables cuando
incurren en exceso O defecJo de ejecución de las interlorutorias que concedan la sus-
pensión definitiva en los juicios de amparo bi-instanciales (arl. 95, frac. 11) o de la
ejecutoria que haya otorgado al quejoso la protección' de la Justicia Federal tanto
en dichos juicios como en los uni-instanciales {art. 95, fracs. IV y IX). Además, la
queja puede entablarse contra tales autoridades por falta de cumplimiento del auto
en que se haya concedido al agraviado su libertad bajo caución por el Juez de Distrito en
la interloeutoria que haya otorgado la suspensión definitiva contra actos de autoridad
judicial ya consumados que hayan afectado la libertad personal del quejoso, como SOn
la orden de aprehensión y el auto de prisión preventiva, según lo disponen los artícu-
los 95, fracción 111 y 136, párrafo V, de la Ley de Amparo. Fuera de esta hipótesis
específica, el recurso de queja nunca procede r«
incumplimiento o inobservancia lo·
tales de la interlocutoria suspensional o de la sentencia constitucional, ya que dicho
incumplimiento o inobservancia no traducen exceso o defecto de ejecución de tales
resoluciones, sino una rebeldía activa o pasiva frente a ellas, la cual es remediable o
sancionable mediante el procedimiento a que aluden los artículos 104, 105, 143 Y si-
guientes del propio ordenamiento.ws
Si el exceso o defecto de ejecución (¡OS son los supuestos indispensables sobre los
que descansa el recurso de queja, cuando éste tiene como objeto esencial obtener el
debido cumplimiento por parte de la autoridad responsable de una interlocutoria de sus-
pensión o de una ejecutoria de amparo, en ambos tipos de resoluciones dicho presupuesto
opera diversamente, originando distintos alcances de la decisión que se emita en el
citado recurso, por 10 que examinaremos estos típicos separadamente.
observa por la autoridad responsable una vez que causé estado (lo que sucede, cuando
contra ella no se interponga la queja conforme a lo dispuesto en la fracción V del
artículo 95 de la Ley de Amparo), el quejoso o la parte-recurrente (que puede ser el
tercero perjudicado o cualquier tercero extraño en los términos del artículo 96 de dicho
ordenamiento y en los casos de cumplimiento excesivo o defectuoso), puede entablar
el llamado "incidente de desobediencia", con el objeto de obligarla a cumplir el fallo
constitucional ejecutorio de que se trate, precisamente en las condiciones y con el alcance
determinados en la citada resolución, la que en el fondo no encierra sino la interpre-
taci6n jurisdiccional de la propia sentencia de amparo.
e) FJ recurso de qlleja por falta de cumplimiento del auto C11 qu. se haya ·col1cedido
al quejoso Sil libertad bajo caudón (art. 95, frac. I1I)
e) Competencia
Para decidir el recurso de queja contra actos de las autoridades responsables, son
competentes, en sus respectivos casos, los [aeces de Distrito, los Tribunales Colegiados
y la Suprema Corte.
1. Los Jueces de Distrito COnocen de dicho recurso en los casos a que se refieren
las fracciones n y Hl del artículo 95, así como cuando la queja se promueve contra
actos de las autoridades responsables, en [uieios 'de amparo indirecto o bi-instanclales,
por exceso o defecto de cumplimiento de las ejecutorias que en ellos se pronuncian,
en primera o segunda instancias (fracción IV del artículo 95, en relación con el aro
tículo 98, párrafo primero).
2. Los Tribunales 'Colegiados de Circuito conocen del consabido recurso, cuando
las autoridades responsables incurran en exceso o defecto de ejecución de las senten-
cias constitucionales dictadas por ellos en amparo directo o uni-instancial, en los casos
en que sea de su competencia el conocimiento de dicho tipo de juicios de garantías
(arts. 95, fraes. IV y IX, Y 99, párrafo segundo, de la Ley de Amparo); así como
en el supuesto de que los actos u omisiones a que se refiere la fracción VIn de dicho
artículo 95, se atribuyan a las autoridades responsables en los [uicios- de amparo di-
recto de que conozcan en única instancia los mencionados Tribunales Colegiados de Cir-
cuito (art. 99, párrafo segundo).
3. La Suprema Corte conoce de la queja contra actos de las autoridades res-
ponsables, cuando éstos traduzcan un exceso o un defecto de cumplimiento de las
ejecutorias que dicte en juicios de amparo directo! o uni-instanciales, conforme a Su
competencia constitucional .y legal (art. 95, frac. IX, y 99, párrafo segundo, del
ordenamiento invocado). Igualmente, la Suprema Corte es competente para conocer
de la queja que se promueva contra los actos u omisiones de las 'autoridades respon-
sables en dichos juicios, actos u omisiones a que se refiere la fracción VIII del artícu-
lo 95 (art, 99, párrafo segundo).
También procede el recurso de queja ante la Suprema Corte COntra las interlocu-
torias que dicta la autoridad responsable en el incidente de daños y periuicios relacio-
nado COn las garantías y contra-garantias que se hubiesen otorgado en el incidente
de suspensión concerniente a los amparos directos de que dicho alto tribunal haya
conocido.'898
Por el contrario, si el amparo directo fue fallado por un Tribunal Colegiado de
Circuito, éste es competente para Conocer del recurso de queja contra las citadas interlo-
rurorias~w .
f) Los términos
En cuanto a los términos para la interposición del recurso de queja contra actos
de las autoridades responsables, es el artículo 97 el que contiene las disposiciones con-
cemientes.
Ley de Amparo. (Apéndice al Tomo CXVHI. Tesis 870, correspondiente a la Tesis 288 de la Como
pilárión 1917-196.5, 1 Tesis 304 del Apéndice 197', Tercera Sala.
~98 Así Jo ha estimado la Tercera Sala en la tesis ju,isprudendal 132 de la Com/1ilación
1917-1965 y tesis 138 del Apéndice 197), Tercera Sala. _
ese Esta competencia se funda a contrario sensu, en las razones que informan la tesis jurispru-
dencia! que mencionamos en la nota inmediata anterior, y a cuyas consideraciones nos remitimos.
LOS RECURSOS EN EL JUICIO DE AMPARO 619
Así, la fracción I de dicho precepto dispone que: "En Ins casos de las fraccio-
nes II y III del artículo 95 de esta Ley, el recurso de queja podrá interponerse en
cualquier tiempo, mientras se falle el juicio de amparo en lo principal, por resolu-
ción firme."
En segundo lugar, cuando la queja se deduce contra actos de las autoridades res-
ponsables en amparos directos, en las hipótesis de procedencia contenidas en la frac-
ción VIII del artículo 95 de la Ley de Amparo, el plazo para la interposición respectiva
es de cinco días, contados a partir de aquel en que haya surtido sus efectos la notifi-
cación de la resolución recurrida (frac. II del arto 97).
Por último, en los casos a que aluden las fracciones IV y IX del multicitado ar-
tículo 95, el término para interponer el recurso de queja es de un' año, contado desde
el día siguiente al en que se notifique al quejoso el auto en que se haya mandado
cumplir la sentencia, o al en que la persona extraña a quien afecte su ejecución tenga
conocimiento de ésta; salvo que se trate de actos que importen peligro de privación
de la vida, ataques a la libertad personal, deportación, destierro o alguno de los pro·
hibidos por el artículo 22 de la Constitución, en que la queja podrá interponerse en
cualquier tiempo" (frac. III del arto 97).'00
g) El procedimiento
Por lo que respecta al procedimiento para la tramitación y resolución del recurso
de queja contra actos de lar autoridades responsables, existe una pequeña variación
entre el seguido ante los Jueces de Distrito o ante las autoridades que de acuerdo
con el artículo 37 de la Ley de Amparo conocen del juicio de garantías en los casos
de competencia correspondientes, y el que se desarrolla ante la Suprema Corte o los
Tribunales Colegiados de Circuito, variación que estriba únicamente en el término
para la pronunciación de la resolución que proceda, el cual es de tres días en el primer
caso y de diez en el segundo. El segundo párrafo del artículo 98 de la Ley de Amparo,
en relación con el tercero del artículo 99 del propio ordenamiento, es el que regula el
procedimiento para la substanciación y resolución del recurso de queja en general (por
ende, de aquel que se deduce contra actos de las autoridades responsables).
Dice en efecto tal párrafo: "Dada entrada al recurso (que se interpondrá por escrito
con una copia para cada una de las autoridades responsables contra quienes se promueva),
se requerirá a la autoridad contra la que se haya interpuesto para que rinda informe con
justificación sobre la materia de la queja, dentro del término de tres días. Transcurrido éste,
con informe o sin él, se dará vista al Ministerio Público por igual término, y dentro de los
tres días siguientes se dictará la resolución que proceda", disposición que. como ya dijimos,
está relacionada con la contenida en el tercer párrafo del artículo 99 que dice: "La trami-
ración y resolución de la queja (en los casos de competencia de la Suprema COrte o de los
100 En el primer caso, se sent6 jurisprudencia en el sentido de que la. queja por exceso o
defecto de ejecución de una sentencia del amparo procedía sin límite de tiempo (Apéndice al To-
mo cx.VIII, tesis 869), Sin embargo, esta tesis, que se formul6 bajo la vigencia de la Ley de
Amparo de 1919. quedé insubsistente al entrar en vigor la Ley actual, la cual, según dijimos. con-
signa el término de un año para entablar dicho recurso en el caso a que nos hemos referido.
habiéndose establecido ya jurisprudencialmeote que este término "empieza a correr cuando se
cometieron los actos que entrañan, en la estimación del quejoso, exceso o defecto de ejecuci6n
del fallo constitucional" (Informe de 1967, Segunda Sala, pág. 48), Idem, tesis ;urispruáenrial
'06 del Apbtdke 197'. Segunda Sala.
620 EL JUICIO DE AMPARO
Ahora bien, la presunción legal a que se refiere esta disposición, ¿de qué natu-
raleza jurídica es? Desde luego, nos parece que es jure et de jure, puesto que no puede
ser destruida por la autoridad contra la que se hubiere dirigido la queja, en virtud de no
existir oportunidad procesal para ello, dada la índole del procedimiento de la substan-
ciación y resolución respectivas.
101 Véase Capítulo XVI. parágrafo 11.
LOS RECURSOS EN EL JUICJO DE AMPARO 621
resolución dictad. en amparo. que no es más que l. consecuencia jurídica de otra re-
solución que causó estado" .'" Desde luego. par. que surja tal improcedencia, es
necesario que entre l. resolución o auto firme y aquel que se pretenda impugnar me-
diante la queja, exista un vínculo causal, o sea. de l. decisión judicial que se trate de
atacar no hay. podido lógicameote dictarse sio que previamente exista l. que causó estado,
. g} Según también lo h. establecido l. jurisprudencia de l. Suprema Corte, l.
queja se cooceptúa sin materia, "cuando \10 pueden retrotraerse los efectos de l. sen-
tencia que en ella se dicte. por rozón de! tiempo transcurrido", '0' Para dar un. expli-
cación a esta tesis jurisprudencial, es menester precisar la diferencia que existe entre
"queja improcedente" y "queja sin materia", La improcedencia de un recurso. según
lo afirmamos al principio de este capítulo. existe cuando l. ley no lo establece o lo
prohibe expresamente. Tratándose de l. queja, l. procedencia de este recurso está
consignada en el artículo 95 de l. Ley de Amparo par. impugnar los actos que en
este precepto se mencionan. Por ende," la 'queja será improcedente, cuando DO esté pre-
vista legalmente para atacar un determinado acto judicial. Puede suceder que l. queja
sea procedente y que se haya ejercitado para impugnar un auto dictado en el procedi- .
miento constitucional, y que, sin embargo, su objetivo procesal, consistente en reparar
l. resolución atacada y sus consecuencias. no sea factible por haberse fallado en defi-
nitiva el juicio de amparo, verbigracia, no pudiéndose, por consiguiente, revocar o
invalidar l. sentencia pronunciad•••1 pretender cumplimentarse l. decisión que hubie-
re recaído • dicho recurso. En tales circunstancias, no obstante que l. queja es legal-
mente procedente, pudiendo ser inclusive fundada, su objetivo no puede realizarse 'por
virtud de existir imposibilidad procesal de que el auto recurrido se revoque sin invalidar
el acto judicial culminatorio del procedimiento respectivo, o sea, la sentencia.
Para dejar bien precisado e! coocepto de "queja sin materia", juzgámos pertioente
establecer l. distinción entre esta modalidad de dicho recurso y l. idea de "queja in-
fundad a", Este medio de impugnación es infundado, cuando siendo necesariamente
. procedente, en el caso concreto de que se trate no existen motivos para invalidar el
_: acto judicial recurrido, por estimar l. resolución correspondiente que éste se ajustó
a los mandatos legales que deben regirlo. Por el contrario, cuando se constata la
falta de materia de un. queja, no se establece si este recurso debe o no prosperar
porque el acto impugnado se haya o 00 ajustado • l. ley que lo norma (lo cual origina
un. decisión de "queja fundada" o "queja infundada" en sus respectivos casos), sino
que simplemente se asienta que el objetivo procesal de tal medio de impugnación no
puede realizarse. lo cual se declara a posteriori atendiendo • un. multitud de circuns-
tandas que sería prolijo mencionar.
h} Por último. atendiendo • l. importancia práctica que reviste, no quisiéramos
concluir e! estudio del recurso de queja sin aludir • un. tesis ¡uri;prudencial de l.
Suprema Corte que establece que l. queja es Infundada cuando se interpone contra
el auto que señal. fecha par. l. celebracióo de l••udiencia en el amp.ro fuer.' del
término legal • que se refiere el artículo 147 del ordenamiento respectivo.
10.. Apéndice al TOlDO CXVIII. Tesis 868. Tesis 154, MaJ. Gen. y 287, Tercera Sala de la
CompiJadón 1917-1965, que corresponden a las tesis 152 y 303 del Apéndice 1975, Materia Ge-
neral y Tercera Saja, respectivamente.
'l05 Apéndice al Tomo CXVUI, Tesis 871.
LOS RECURSOS EN EL JUICIO DE AMPARO 623
Dice así la citada tesis: "No obstante la terminante disposición del párrafo primero del
articulo 147 de la Ley de Amparo, que manda fijar la audiencia, a más tardar, dentro del tér-
mino de treinta días, contados a partir del en que Se dicte el auto en que se admite la deman-
da, debe 'declararse infundada la queja que se haga valer contra la resolución por la cual el
juez de distrito señala como fecha para la celebración de la audiencia, una posterior a la pres-
crita por la ley, si consta. que el juzgado se encuentra materialmente imposibilitado para acatar
el citado artículo 147. en virtud del gran número de asuntos de que debe conocer, que
ocupan todos los días anteriores al Señalado para la audiencia del quejoso:' 100
1
Este es otro de los recursos ue limitativamente consi a el artículo 82 de la le'
de Amparo y procede contra actos del P.e" ente de la Suprema Corte, de los preJi-
dSlltes de las SaJa! de este organismo y de los presidente! de lo! Tribunales Colegia-
do! de Circuito.
Así lo disponen los artículos 103 de la Ley de Amparo y 9 0 bis del capítulo 111 bis de la
Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación.' 01 que establecen respectivamente:
"Art. l(}3. El recurso de reclamación es procedente contra los acuerdos de trámite dic-
tados por el presidente de la Suprema Corte de Justicia O por el presidente de cualquiera
de las Salas, en materia de amparo, conforme a la Ley Orgánica del Poder Judicial de la
Federación, y se interpondré, tramitará y resolverá en los términos prevenidos por la misma ley.
..Art. 90 bis. Los presidentes de los Tribunales Colegiados de Circuito tramitarán todos
los asuntos de la competencia de los mismos, hasta ponerlos en estado de resolución. Las
providencias y acuerdos del presidente de cada Tribunal Colegiado de Circuito, pueden ser te-
clamados ante los propios Tribunales, siempre que la reclamación se presente por alguna
de las partes por escrito, con motivo fundado y dentro del término de tres días. La resolución
se tornará por mayoría de votos de los Magistrados integrantes del propio Tribunal Cele-
giedo de Circuito."
Por su parte la fracción III, segundo párrafo, del artículo 28 de la Ley Orgánica
del Poder Judicial de la Federación se refiere en concreto a la procedencia de la re-
clamación contra actos del presidente de cada una de las Salas de la Suprema Corte,
disponiendo que:
106 Apéndice al Tomo CXVUI, Tesis 150. Tesis 46 de la Compilación 1917-1965. y tesis
4' del Apéndice 1975, Materia General.
101 La procedencia de la reclamación contra acuerdos y providencias del presidente del
Tribunal Colegiado de Circuito, se estableció mediante reforma introducida a la Ley Orgánica
del Poder Judicial de la Federación, por Decreto publicado en e! Diario Ojicial de 30 de di-
ciembre de 195'.
624 EL JUICIO DE AMPARO
"Las providencias y acuerdos de los presidentes de las Salas pueden ser reclamados ante
la Sala respectiva, dentro del término de tres días, siempre que la redacción sea presentada
por parte legítima y con motive fundado:'
708 Apéndice al TOlUO CXVIU, Tesis 940. Tesis 173 de.' la Compi/,,.üÍl¡ 1917·196J, y
tesis 171 del Apéndice 1975, l\faJeria Gt!lIeral.
1.0S RECURSOS EN EL jurero DE .... MPARO 625
o única palabra en materia de amparo en general, se colige que los juicios de amparo
que se inician ante y se resuelven por un Juez de Distrito, llegan por conducto de
éste, al conocimiento. de dichos órganos judiciales, al través del recurso de revisión
que se interponga en contra de sus resoluciones, es decir, indirecta o mediatamente.
Por el contrario, se suele llamar "directos" a los amparos que ante la Suprema Corte
o los mencionados Tribunales se promueven en única instancia, debido a que su conoci-
miento por estos órganos jurisdiccionales se suscita sin desarrollo previo de otra ins-
tancia.
Si examinamos más detenidamente la cuestión consistente en acoplar 1.15 denomi-
naciones de "directo" O de "indirecto" a la naturaleza específica de los juicios de
amparo que se inician respectivamente ante la Suprema Corte y Tribunales Colegiados
de Circuito, por una parte, o ante los Jueces de Distrito, por la otra, se llegará a la
conclusión de que la terminología empleada para su correspondiente designación es
inadecuada. En efecto, la relación indirecta, real o 'ideal, entre dos elementos (en este
caso, entre la acción de amparo y un Juez de Distrito) siempre es unitaria, en el
sentido de que consta de Un solo punto de partida (ejercicio de la acción de amparo)
y un solo punto de arribo (resolución de la cuestión constitucional planteada). A
través del desarrollo de la relación entre ambos puntos, traducida en el procedimiento
. respectivo, la finalidad perseguida y su realización tienen que ir de acuerdo COn el
elemento iniciador, es decir, en un juicio de amparo comenzado y fallado ante y por
un Juez de Distrito, el objetivo o punto final de la relación jurisdiccional (sentencia),
debe plegarse a las modalidades del elemento o punto de partida (ejercicio de la
acción). La unidad de una relación (directa o indirecta), implica, por tal motivo, el
acoplamiento entre los caracteres y modalidades del punto inicial con el punto final,
o sea, en materia de .amparo y procesal en general, entre la índole, naturaleza,· conte-
nido, peculiaridad, ctc., de la acción y la manera formal y substancial de la sentencia.
Ahora bien, si esta adecuación teleológica, podríamos decir, se observara desde
la iniciación de un juicio de amparo ante un Juez de Distrito hasta su resolución en
segunda instancia por la Suprema Corte o por los Tribunales Colegiados de Circuito,
en sus correspondientes casos, evidentemente que no se rompería la unidad de la rela-
ción que debe existir; sería) por ende, una, realizada en forma intermediaria (amparo
indirecto). Sin embargo, en el lapso lógico-procesal a que nos acabamos de referir,
o sea,' desde la promoción de la acción de amparo ante un Juez de Distrito y la reso-
l
lución definitiva del juicio respectivo por la Suprema Corte o por los citados Tribuna-
les, se advierten dos relaciones procesalmente distintas, aunque en el fondo sus cense-
cuencias jurídicas coincidan) como sucede en la generalidad de los casos. La primera
de dichas relaciones se entabla entre el ejercicio de la acción de amparo y la sentencia
que pronuncie el Juez d7'/Distrito; la segunda comprende, en cambio, desde hi. in-
terposición del recurso Ide revisión hasta el fallo respectivo que dicte la Suprema
Corte o el Tribunal Colegiado ce Circuito correspondiente. La diversidad de rela-
ciones procesales está determinada por la distinta índole de objetivos perseguidos,
tanto por la promoción de la acción de amparo, como por la interposición de la re-
visión. En la primera, esto es, en la que se entabla ante el Juez de Distrito, O sea,
en la de primera instancia) el objetivo fundamental o punto final perseguido por la
acción de amparo O punto O elemento inicial, consiste en la resolución de la cuestión
planteada, en ésta, es decir, en la constatación de la constitucionalidad o inconstitucio-
EL AMPARO INDIRECTO O BHNSTANCIAL 629
nalidad del acto reclamado. Por el contrario, en la relación procesal que se suscita
ante la Suprema Corte o ante los Tribunales Colegiados de Circuito, a virtud de la
interposición del recurso de revisión contra las sentencias de los Jueces de Distrito,
la finalidad primaria no .estriba en decidir sobre la constitucionalidad o inconstitucio-
nulidad de los actos reclamados, sino en declarar si hubo o no violaciones legales co-
metidas en la resolución recurrida o durante el procedimiento de primera instancia,
elucidado lo cual, los órganos de alzada entran, en forma secundaria o subsidiaria, al
examen de la cuestión constitucional planteada en la demanda de amparo {art. 91,
fracs. 1 y 111 de la Ley de Amparo). En la relación ante la Suprema Corte o ante
los Tribunales Colegiados de Circuito, en los llamados amparos indirectos, la finalidad
primaria consiste, pues, en estudiar la juridicidad procesal de la resolución impugnada,
y, una vez constatada ésta, como supuesto previo y necesario, se estudian los agra-
vios de fondo, sustituyéndose los órganos revisores al Juez de Distrito en el fallo
substancial del juicio de amparo, modificando, revocando o confirmando la sentencia
impugnada.
Si bien es cierto que los puntos finales de las consabidas relaciones procesales en
el juicio de amparo indirecto pueden coincidir, y de hecho coinciden en la mayoría de los
casos, coincidencia que se revela en el análogo examen que hacen tanto la Suprema
Corte o los Tribunales Colegiados de Circuito como el Juez de Distrito, también
es verdad que en términos estrictos difieren, por las razones ya indicadas, en cuanto
que el vínculo jurisdiccional existente ante la Suprema Corte o los citados Tribunales,
con motivo de la interposición del recurso de revisión, tiene corno finalidad presu-
puesta], previa a dicho examen, establecer la pureza procesal de la primera instancia,
como ya dijimos.
En síntesis, si hemos tildado de inadecuada la clasificación que desde el punto de
vista terminológico se hace, en el sentido de dividir al juicio de amparo genérico
en directo e indirecto, es por la principal circunstancia de que propiamente no puede
hablarse de esa última especie. Para llegar a esta conclusión, partimos de la considera-
ción de que una relación genéricamente hablando, y en particular, una de carácter pro-
cesal, cuyos puntos extremos son el ejercicio de la acción o de un medio de impug-
nación y la pronunciación de la resolución correspondiente es siempre una, unicidad
que se traduce en la adecuación e~tre el punto de partida y el final. Y, como en el
amparo llamado indirecto se observan dos relaciones procesales jurídicamente distintas,
en razón de la dualidad de instancias que implica su conocimiento definitivo, no puede
haber esa unidad de que hablábamos, por Jo que no puede decirse que dicho conoci-
miento sea indirecto, ya que este concepto, repetimos, implica un vínculo único entre
dos elementos, ruya conjunción se produce intermediariamente.
Independientemente de que nuestras anteriores apreciaciones hayan o no producido
convencimiento en el ánimo del lector y de que se les considere sutiles o insubstanciales,
lo cierto es que existen denominaciones más lógicas y más jurídicas para designar a las
dos especies del juicio de amparo. En efecto, en vez de llamar al juicio de garantías
de que conoce un Juez de Distrito en primera instancia y la Suprema Corte o los
Tribunales Colegiados de Circuito en segunda mediante el recurso de revisión, "amparo
indirecto", se le podría designar ventajosamente con el nombre de amparo bi-instan-
ciaí, por desarrollarse su tramitación total en dos instancias. Por el contrario, a aquel
juicio de amparo que directamente se promueve ante la Suprema Corte o ante dichos
630 EL JUIOO DE AMPARO
A. Fracción 1
La disposición contenida en ella, establece:
"El amparo Se pedirá ante el Juez de Distrito: 1. Contra Jeyes ' que, por su .sola expedi-
ción, causen perjuicio al quejoso,"
Como se ve, cuando se trate de disposiciones legales que suelen denominarse auto.
aplicativas, en los términos, condiciones y circunstancias con que especificamos este
concepto al tratar del tema relativo al amparo contra leyes, no la competencia se estable.
ce en favor de un Juez de Distrito.
Constituyendo el elemento principal para la aplicación de la disposición de que
tratamos, el concepto de "ley auto-aplicativa", y habiendo ya abordado con antelación
109 Esta denominación no se desvirtúa por la circunstancia de que contra las sentencias
dictadas en amparo directo por los Tribunales Colegiados de Circuito, proceda excepcional.
mente el recurso de revisión ante la Suprema Corte, ya que fuera de los casos en que dicha
procedencia excepcional se registra, las mencionadas sentencias son judicialmente inirapugnables.
710 Véase Capítulo V, párrafo IV.
EL AMPARO INDIREctO O BI-INSTANCIAL 631
el estudio relativo, nos remitimos a lo expuesto en aquella ocasión, con el fin de no ser
redundantes.
La prescripción constitucional de la cual deriva la fracci6n 1 del artículo 114 de
la Ley de Amparo, está implicada en la fracci6n VII del artículo 107 de la Ley Su-
prema, al consignar la competencia de los Jueces de Distrito en el conocimiento del
juicio de amparo.
El caso de procedencia del juicio indirecto de garantías a que se contrae la dispo-
sici6n legal invocada, ha sido corroborado por la jurisprudencia de la Suprema Corte.m
La fracci6n 1 del articulo 114 citarlo es, por otra parte, incompleta, pues s610 prevé·
el caso de procedencia del amparo bi-instancial, cuando, como ya se dijo, el acto fun-
damental reclamado consista en una ley auto-aplicativa, sin comprender el supuesto
en que se impugne un ordenamiento legal a través de los actos concretos de apli-
caci6n (ley hetero-aplicativa). Sin embargo, en este último caso, el juicio indirecto de
garantías es procedente con fundamento en lo establecido por la fracci6n 11 del meno
cionado precepto, que seguidamente comentamos.
B. Fracción II
Esta fracción previene que el amparo se pedirá ante el Juez de Distrito contra actos
de autoridades distintas de las judiciales o de los tribunales laborales, es decir, "contra actos
que no provengan de IribunaJe¡ ¡udifiaJss, administrasivos o del Irabajtl', agregando que:
"En estos casos, cuando el acto reclamado emane de un procedimiento seguido en forma
de juicio (ante dichas autoridades), el amparo s610 podrá promoverse contra la resolución defi-
nitiva por violaciones cometidas en la misma resolución o durante el procedimiento, si por
virtud de estas últimas hubiere quedado sin defensa el quejoso o privado de los derechos
que la misma ley de la materia le conceda, a no ser que el amparo sea promovido por persona
extraña a Ja controversia:'
El criterio que sirve de base a esta disposición para imputar la competencia a los
Jueces de Distrito, consiste en ·la naturaleza formal de las autoridades, contra cuyos
actos se enderece el amparo, o sea, en los casos de que éstas sean diversas de las ju-
diciales o de los tribunales del trabajo.
De ello se concluye que si los actos provienen de cualquier autoridad administra-
tiva o /ekislaJivttJ formal u orgánicamente considerada, y con independencia de. la in-
do/e de tales actos, el juicio de amparo debe promoverse ante un Juez de Distrito,·
comprendiéndose en este supuesto de procedencia del amparo indirecto, la hipótesis
en que se reclame una ley betero-aplicatiua, según advertimos anteriormente.
Cuando el acto que se impugne de una autoridad administrativa se realice aislada-
mente, es decir, que no sea procedimental, o que no derive de" ningún procedimiento
"seguido en forma de juicio" contra el agraviado, la acción constitucional 10 combate
en sí mismo.
Por lo contrario, cuando se trate de actos de autoridad administrativa, que tengan
lugar dentro de un procedimiento que se ventile ante ella en forma jurisdiccional, el am-
paro contra ellos es improcedente, o sea, cuando se impugnen individualmente, pues,
con toda claridad, la disposición legal que examinamos establece CJue las violaciones
111 Apéndice al Tomo CXVIlJ, Tesis 99.
632 EL JUICIO DE AMPARO
que dichos actos cometan. y que dejen "sin defensa al quejoso" o que lo priven de
"los derechos que la ley de la materia le conceda", 1Ó/0 tmeden combatirle al promo-
verse el juicio de garantías contra la resolución dejl111/Iva testo es, no atacable por
ningún recurso o medio de defensa legal ordinario) que en el mencionado procedí-
miento se dicte.
Huelga decir, por otra parte, que contra los actos que se registran dentro de tal
procedimiento y que originen las violaciones anteriormente aludidas, no existe necesi-
dad de preparar, en los términos de los artículos 161 y 162 (derogado) de la Ley de Am-
paro, la acción constitucional que oportunamente se ejercite contra la resolución definitiva
correspondiente, puesto que los invocados preceptos se refieren específica y exclusivamente
al amparo directo o uni-instancial, o sea, al que se entabla contra sentencias definitivas.v"
La improcedencia del amparo contra actos aislados de un procedimiento que se siga
en forma de juicio ante autoridades administrativas, adolece de la salvedad de que, si
tales actos afectan a personas ajenas a dicho procedimiento, la acción constitucional
es ejercitable contra ellos en sí mismos, sin necesidad de que el tercero afectado es-
pere a que se dicte la resolución definitiva que corresponda.
En síntesis, la procedencia del amparo indirecto en el Caso que contempla la frae-
ción 11 del artículo 114, comprende los siguientes supuestos:
a) Cuando se reclamen actos aislados o no procedimentales provenientes de auto-
ridades distintas de las judiciales [autoridades administrativas y legislativas); o de los
tribunales del trabajo.
b) Cuando se ataquen en vía de amparo actos dentro de un procedimiento que
jurisdiccionalmente se siga ante autoridades administrativas, debiéndose impugnar las
violaciones que produzcan, al ejercitarse la acción constitucional contra la resolución
definitiva que a dicho procedimiento recaiga, salvo que tales actos afecten a persomls
ajenas al citado procedimiento. en cuyo caso son impugnables en sí mismos por el
tercero afectado. Tampoco existe la obligación de esperar a que en el procedimiento
mencionado se dicte la resolución última o definitiva ruando dentro <le él se registren
actos de imposible reparación, siendo aplicable por analogía lo dispuesto en la frac-
ción IV del artículo 114 invocado.nv bis Debe advertirse que dichas autoridades deben
ser distintas de los tribunales administrativos, es decir, de los órganos del Estado que se
hayan instituido con la finalidad primordial de dirimir controversias o conflictos entre
la administración pública y los particulares, y qlle estén organizados yac/líen por modo
41I1óJlo11l0 de clfa/quiN entidad estatal administrativa, como el Tribunal Fiscal de la
Federación o el Tribunal de lo Contencioso Administrativo del Distrito Federal¡ verbi-
gracia, pues contra las sentencias definitivas que pronuncian procede el amparo directo
y no el indirecto (art. 107 const., frac. V) inciso b)).
e) Cuando se reclame la resolución definitiva pronunciada en dicho procedimien-
to por una autoridad administrativa, combatiendo violariones cometidas en la misma. il 3
C. Fracción III
"Si se trata de actos de ejecución de sentencias. s610 podrá interponerse el amparo con-
tra la última resolución dictada en el procedimiento respectivo, pudiendo reclamarse en la
misma demanda las demás violaciones, cometidas durante ese procedimiento, que hubieren de-
jado sin defensa al quejoso."
Dice al efecto nuestro máximo Tribunal: "La Suprema Corte de Justicia ha establecido
jurisprudencia en el sentido de que el amparo, tratándose de remate. s610 procede cantea la
resolución final dictada en el procedimiento respectivo; pero esa jurisprudencia se refiere
a las partes en el juicio de orden común correspondiente, mas no tiene aplicación tratándose de
terceros extraños." '1'20
111 Apéndice al Tomo CXVIH, Tesis 400. Te;¡¡ 329 de la Compilaúón 1917-1965/ y tesis
347 del Apéndice 1975, Tercera Sala.
118 Apéndice al Tomo CXVIJI) Tesis 399.
119 Apéndice\al Tomo CXVIU) Tesis 896. Tesis 303 de la Compilación 1917-1965, y tesis
320 del Apéndice 1975, Tercera Sala.
1'20 Apéndice al Tomo CXVlII. Tesis 894. ídem, Tesis 304 de la Compilación y 321 del
Apéndice 191~1 Tercera Sala.
EL AMPARO INDIRECTO O BI-INSTANCIAL 635
Por último, debe observarse que la procedencia del amparo indirecto o bi-instancial
en el caso que tratamos, la extiende la fracción III del artículo 114 de la Ley a los actos
que se ejecuten fuera del juicio o después de concluido, en lo que concierne a juicios se-
guidos ante tribnnales del trahajo o administrativo! propiamente dichos.
D. Fracción W'
debe tener efectos preventivos para impedir dicha ejecución. pues de lo contrario, con-
sumada ésta, la acción constitucional sería improcedente, por la imposibilidad de que se
realice su objeto, consistente en volver las cosas al estado en que se encontraban antes
de la violación (art, 73, frac. IX, en relación can el articulo 80 de la Ley de Amparo).
La [urisprudencia de la Suprema Corte, interpretando la fracción IX del anterior
articulo 107 constitucional y que corresponde a la fracción IJI, inciso b) del precepto
actual, se ha desentendido, con justicia, del concepto "ejecución de' imposible repara-
ción" empleado en la fracción IV del artículo 114 de la Ley de Amparo, sustituyéndolo
por el de "cumplimiento irreparable de los aetas dentro del juicio".
Así, nuestro máximo Tribunal ha sostenido que: "Al referirse la fracción IX, del artículo
107 constitucional, al concepto de 'ejecución irreparable', como característica que' deben tener
los ejecutados dentro del juicio, para que proceda el amparo contra ellos, no ha querido
exigir una ejecución material exteriorizada, de dichos actos, sino que el Constituyente quiso
más bien refcrúse al cumplimiento de los mismos, pues de otro modo quedarían fuera del
amparo muchos actos COntra los cuales aquél se ha admitido hasta la fecha, como por ejemplo,
el auto que niega dar entrada a la demanda, en el cual es indiscutible que no hay ejecución
material en las personas o en las cosas. En consecuencia, debe estimarse que al referirse la
fracción lV del artículo 114 de la Ley de Amparo, a la parte relativa de la fracción IX
del artículo 107 constitucional, que habla de la procedencia del juicio de garantías, contra
netos en el juicio que sean de imposible reparación, que excede en sus términos, porque el
precepto constitucional no habla de actos en el juicio que tengan fuerza de definitivos, COmo
susceptibles de ser materia del amparo, por lo que, en tales condiciones, C5 indudable que
debe predominar el criterio sustentado por la Constitución, sobre todas las demás leyes secun-
darias y aplicarse preferentemente aquélla, a pesar de las disposiciones de estas últimas," 721
Por nuestra parte, estimamos que teóricamente el concepto de " reparabi/idad impo-
sible" de un acto dentro de juicio, se puede forjar atendiendo a la circunstancia fun-
damental de si éste o sus consecuencias procesales, es decir, su cumplimiento> pueden
ser invalidados dentro del propio procedimiento, por virtud de una resolución que dicte
la misma autoridad ante la cual se desarrolla la secuela procesal o su superior jerárquico,
mediante la decisión de un recurso o medio de defensa legalmente establecido. Por
ende, cuando un acto dentro de juicio no sea susceptible de invalidnrse en los términos
anteriormente indicados, de tal manera que al afectado se le" Causen agravio, no repara-
bles en la resolución definitiva que en el procedimiento correspondiente se dicte, con-
sideramos que el amparo indirecto o bi-instancial es procedente, en tal caso, con funda-
mento en la fracción IV del artículo 144. En otras palabras, si dicha resolución
definitiva no puede, por su propia índole, ocuparse de la cuestión a que un acto pro-
cesal se contraiga, éste ostentará el carácter de "irreparable".
Este último punto de vista ha. sido sustentado por la ill1"ú/,¡"¡¡dencia de la Suprema Corte
al referirse concretamente al caso contemplado por el artículo 479 de la Ley Federal del
Trabajo (correspondiente a los artículos 726 y 727 del lluevo ordenamiento laboral aprobado
por el Congreso de la Unión en diciembre de 19(9) que prevé el desistimiento legal de lo
acción laboral por inactividad observada dentro del procedimiento respectivo.
La tesis jurisprudencia! correspondiente está concebida en los siguientes términos: "Las
resoluciones de las juntas, mediante las cuales deciden no tener por desistido el actor de la
acción intentada. por falta de promoción durante tres meses, no pueden ser objeto de una
decisi6n por esas autoridades e~ el laudo que pronuncien en el conflicto, por tener que ocupar-
121 Apéndice al Tomo CXVllI, Tesis 42. Tesis 21 de la ComJ'ilación 1917·1965, y tesis 22
del AJ'bldice 1975, Tercera Sala.
EL AMPARO INDIRECTO O DI·INSTANClAL 637
Se puede recurrir a otro criterio teórico, complementario del anterior, para esta-
blecer cuándo se trata de un acto de "imposible reparación" dentro de un procedí-
miento determinado, a saber: si un auto o una resolución procesal cualquiera es el
supuesto indispensable sobre el que deba pronunciarse el fallo o la decisión definitivos,
o si la materia o contenido de dicho auto o resolución procesal no deben ser tocados o
abordado! por tal [alío o decisiá» definitivo!, se tratará de la hipótesis de "actos de im-
posible reparación" dentro del juicio.
Por lo contrario, si una resolución dictada dentro de juicio puede ser reconsiderada
por la decisión definitiva que en éste se dicte, es decir, si jurídicamente existe la
posibilidad de que e! sentido de aquélla sea modificado por e! fallo final, el amparo
indirecto contra dicho acto judicial es improcedente, debiendo el agraviado preparar el
juicio directo de garantías en los términos del artículo 161 de la Ley, promoviéndolo
una vez que el juicio haya sido resuelto por sentencia definitiva, alegando en la demanda
correspondiente las violaciones que la citada resolución procesal hubiere cometido.
Los criterios teóricos que pueden sustentar el concepto de "actos dentro de juicio
de imposible reparación", y que hemos esbozado anteriormente, sólo operan en los
casos en que las violaciones que las resoluciones procesales produzcan, sean distintas
de las prevista! 1'01' lo! artículo! 159 y 160 de la Ley de Amparo. Conforme a estos
preceptos, el legislador ha estimado cuándo se consideran violadas las leyes de! proce-
dimiento y privado de defensa al quejoso en un juicio para los efectos de la promoción
del amparo directo contra la sentencia o laudo arbitral definitivos que en tal juicio se
dicte.
En consecuencia, aunque un acto dentro de juicio sea de imposible reparación con-
forme a los criterios que se han expuesto, si produce alguna de las violaciones previs-
tas en los artículos 159 y 160 de la Ley de Amparo, e! juicio indirecto de garantías
contra él es improcedente, pudiéndose sólo impugnar en la vía constitucional, al inter-
ponerse el amparo directo contra la sentencia definitiva o contra el laudo arbitral de-
finitivo que se pronuncie en el procedimiento de que se trate.
Por otra parte, si se toma en cuenta que el sujeto procesal agraviado por un acto
que se dicte dentro de un juicio puede obtener 1111 fallo favorable defindivo en e!
mismo, dicho acto no será de imposible reparación.
Ello ha inducido a la jurisprudencia de la Suprema Corte a estimar improcedente
el amparo en los siguientes casos primordiales:
72* Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 325. Tesis 137 de la CtJmpilaúón 1917-196.5, y tesis
143 del Apéndice 1975, Tercera Sala.
125 Apéndice al Tomo CXVIII. Tesis 839. Tesis 278 de la Compilarión 1917-196), }' tesis
292 del Apéndire 197'. Tercera Sala.
72G Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 879. Tesis 291 de la Compilarión 1917-1965, y tesis
307 del Apéndice 1975, Tercera Sala. Esta tesis la ha hecho extensiva el Primer Tribunal Colegiado
del Primer Circuito en Materia Civil al caso en que se trate de resoluciones que admiten dili-
gencias preparatorias a juicio ejecutivo. (ar.: Informe de 1971. Sección "Tribunales Cole-
giados". pág. 116.)
1.21 Apéndice al Tomo CXVIlI, Tesis 456. TeJiJ 190 de la CompilatÍón 1917-::'96', y tesis
200 del Apéndice 197', Tercera Sala.
128 Apéndice al Tomo CXVIII. Tesis 481. TeJÍs 281 de la Compilación 1917-196'. y tesis
296 del Apéndice 197', Tercera Sala.
129 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 7~7. TeJÍs 109 de la Compilación 1917-196', y tesis
151 del Apéndice 1975, Cuarta Sala.
130 Apéndice al Tomo CXVIII. Tesis 597. Tesis 194 de la Compilación 1917-196', y tesis
205 del Apéndice 197.5, -Tercere Sala.
131 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 760. TeJÍ.r 2'1 de la Compilación 1917-196', y 1eJÍJ
264 del Apéndice 197', Tercera Sala e Informe de 1974. Cuarta Sala, pág. 23 respectivamente.
132 Apéndice al Tomo CXVllI, Tesis 1020.
783 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 152. Tesis 99 de la Compilación 1917-196', y InÍJ
104 del Apéndice 197', Tercera Sala.
EL AMPARO INDIRECTO O BI-lNsrANCIAL 639
E. Fracción V
Dispone al respecto la fracción citada: "El amparo se pedirá ante el Juez de Distrito:
... V. Contra actos ejecutados dentro o fuera de juicio, que afecten a personas extrañas
a él, cuando la ley no establezca a favor del afectado algún recurso ordinario o medio de
defensa que pueda tener por efecto modificarlos o revocarlos. siempre que no Se trate del
juicio de tercería."
El tercero extraño a un JUICIO es aquella persona moral o física distinta de los su-
jetos de la controversia que en él se veotila. Por tanto, la idea de "tercero extraño"
es opuesta a la de "parte" procesal.
Desde luego, los causahabientes de a1guoa de las partes en un juicio no deben
reputarse como terceros extraños a éste, por lo que, contra los actos que en el proce-
dimiento respectivo se realizan) no pueden interponer el amparo indirecto con funda-
mento en la disposición legal que comentamos) a no ser que dichos actos revistan el.
carácter de "actos de imposible reparación" cuyo concepto estudiamos eo el parágrafo
que antecede.
Según lo ha establecido la Suprema Corte, debe considerarse "tercero extraño a un
juicio", el sujeto demandado que no hubiese sido legalmente emplazado pera.contester
la demanda y que, por tal motivo, 110 le haya apersonado por modo absoluto en él.
Así, la Tercera Sala de dicho Alto Tribunal ha sostenido que: "Sólo puede considerarse
extraño al juicio aquél que no ha sido emplazado ni se apersona en un procedimiento que
afecte a sus intereses, porque la consecuencia de semejante situación es la imposibilidad de
ser oído en defensa." 736
La fracción V del artículo 114 consagra, por lo que atañe a los terceros extraños
a un juicio como titulares de la acción de amparo indirecto, el principio de definiti-
vidad del juicio de garantías, puesto que establece la obligación de que el interesado
agote los recursos o medios de defensa ordinarios pertinentes para atacar el acto pro·
cesal que lo agravie) antes de acudir a la vía constitucional. La posibilidad de que el
tercero extraño interponga tales recursos o medios de defensa ordinarios es insólita)
734 Tesis 12 de la Compilación 1917·1965, Primera Sala.
735 Apéndice al Tomo CXVIlI. Tesis 350. Tesis 180 de /a Compilación 1917-196', y tesis
258 del Apéndice 197J, Cuarta Sala.
'1'36 Informe correspondiente al año de 1946. Tercera Sala. Págs. 56-~P.
640 EL JUICIO DE AMPARO
ya que, generalmente, las leyes adjetivas sólo conceden Ia legitimación procesal respec-
tiva a las partes en un juicio, vedándola a toda persona que no es tal.
Sin embargo, pese a dicha prevención legal, la jurisprudencia de la Suprema Corte
ha sostenido claramente que el tercero extraño a. un juicio, CU}'OS intereses jurídicos
o derechos se afecten por un acto que se realice en él. 1/0 está obligado ti promover
1Jil1glíl1 recarso o medio de defensa /egal.131
Ahora bien, contra actos que se traduzcan en un secuestro judicial o administra-
tioo de bienes. generalmente las normas procesales correspondientes conceden en favor
del tercero afectado por tales actos un medio ordinario de defensa, cual es la tercería
excluyente de dominio o de preferencia, en sus respectivos casos. Por disposición ex-
presa de la fracci6n IV del articulo 114 de la Ley de Amparo, se exime de la obliga-
ción de promover el juicio de tercería al tercero extraño. antes de entablar la acción
constitucional contra el acto judicial o post-judicial o administrativo que lo afecte.
Una de las razones que probablemente tuvo en cuenta el legislador p3ra consignar
la no obligación del tercero extraño consistente en promover antes que la acción de
°
amparo el juicio de tercería contra un acto judicial post-judicial que lo afecte, estribó
en la circunstancia de que la tercería es un medio sui géneris de defensa que tiene la
persona a quien se le ha embargado indebidamente un bien de su propiedad en un juicio
al que es ajena (nos referimos sólo a la tercería excluyente de dominio), medio que
adopta la forma procesal de un verdadero juicio independiente de aquel que le dio
motivo. Por esta causa, la tercería no es un recurso ni tampoco un medio ordinario
de defensa que forma parte del mismo procedimiento en el cual surge el acto impug-
nado, sino que da origen a una relación [urtdico-proccsal nueva y distinta de aquél,
dotada "de sujetos y elementos peculiares. Es por esto que, siendo la tercería un juicio
autónomo, como puede serlo cualquiera que pueda entablar una persona afectada por
actos emanados de un procedimiento en el que no es parte, y no un recurso o medio
de defensa ordinarios en el estricto sentido de la palabra, el legislador consideró que,
110 perteneciendo a tal categoría procesal, el interesado extraño no está obligado a pro-
moverla previamente a la acción de amparo.
737 Ap('1"Ídice al Tomo CXVIII, Tesis 756 y 759. Tesis 248 y 2)0 de la Compilación
1917-1965, }' tesis 261 y 263 del Apéndice 1975, Tercera Sala.
73H Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 758. Idem, Tesis 249 de la Comj!iladón 1917-/96),
y tesis 262 del Al,élzdiee 197), Tercera Sala.
739 Apéndice al Tomo CXVIIJ, Tesis 1071. Tesis 368 de la Comptlacián 1917-Í96), y
tesis 389 del Apéndice 1975, Tercera Sala.
EL AMPARO INDlRECTO O BI-INSTANCIAL 641
Dice al efecto tal tesis: "Aunque es cierto que la Suprema Corte consideré en diversas
ejecutorias, que si de hecho se ha intentado la tercería, el amparo resulta improcedente. por-
que en aquel procedimiento tiene el quejoso mayor amplitud de defensa, sin embargo, poste-
riormente, se ha sustentado la tesis de que la interposición de la tercería no hace Improceden-
te el amparo, porque aquélla se refiere directamente a la propiedad, en tanto que el juicio de
garantías versa sobre )30 posesión, lo que Y4 impJicfI que esta regl4. general admita camo
excepción, el r4SO en que se reclamen en amparo, I?O sólo la posesión sino la propiedad
aparente:' 1040
De esta tesis se deduce, pues, que cuando el juicio de amparo tenga P?t objeto
defender la propiedad y no únicamente la posesión, o la legitimidad y prelación de un
crédito. el tercero extraño debe previamente promov~[ el juicio de -tercería correspon-
diente. contra. cuya resolución puede ya intentar el juicio de amparo, si no procede
contra ella ningún recurso ordinario o medio de defensa, como la- apelación.
La cuestión consistente en determinar si el tercero extraño a juicio afectado en
sus propiedades por un acto judicial O post-judicial, debe, o no intentar la acción de ter-
cería previamente a la interposición del amparo, hay que enfocarla desde el punto de
vista del alcance de las garantías respectivas que para el derecho de propiedad consagra
el segundo Eárrafo del artículo 14 constitucional. Se ha dicho que. si bien el juicio de
amparo no es el medio jurídico pertinente para resolver cuestiones de dominio, o sea,
para decidir el derecho en materia de propiedad, en cambio debe proteger a ésta, aun
cuando el afectado no tenga la posesión del bien, no desde el punto de vista de resolver
una controversia suscitada entre dos o más sujetos que se disputan la titularidad de
fal derecho. sino atendiendo a la circunstancia de que una persona, sea o no en realidad
la propietaria de una cosa. no debe ser privada de dicho carácter, real o aparente, sin
observarse previamente las condiciones que establece el artículo 14 constitucional. En
otros. términos. el juicio de amparo, en sí mismo considerado, no tiene como finalidad
resolver jurisdiccionalmente una cuestión de propiedad, en el sentido de cóhstatar
quién es el propietario de un bien, pues esta facultad es propia de la jurisdicción co-
mún, que la ejerce según los procedimientos que establece la legislación ordinaria
(juicios reivindicatorios, de nulidad) etc.). La sentencia de amparo sólo puede ocuparse
de la solución de cuestiones de dominio, diciendo el derecho en el sentido de es-
tablecer a cuál de los contendientes corresponde la propiedad de un bien. cuando
este problema ha sido previamente abordado y resuelto por la jurisdicción común en
140 Semanario Judicial de la Federación. Tomo LIV. Pág. 1970. Quinta. Epoca.
642 EL JUICIO DE AMPARO
una o dos instancias según el caso. Es entonces cuando, al interponer una de las partes
el juicio de amparo contra la sentencia definitiva pronunciada sobre la propiedad de un
bien por los tribunales ordinarios, la jurisdicción federal puede abordar dicha cuestión,
examinando si la resolución reclamada se ajustó o no a la letra o interpretación jurídica
de la ley en ella invocada, convalidando o invalidando dicho acto procesal.
Por otra parte, cuando la Justicia de la Unión, al través del articulo 14 constítu-
cional, ampara a un sujeto moral o físico por haber sido privado de sus propiedades
por cualquier autoridad, no resuelve una cuestión de dominio, esto es, no decide sobre
la titolaridad legítima de la propiedad de una cosa en favor del quejoso, sino simple-
mente se concreta a protegerlo como propietario aparente o legítimo, Ji se. le ha pri-
vdáo o le le pretende privar de tal derecho, sin observarse previamente Jos requisitos
o condiciones que se consignan en el segundo párrafo del citado precepto de la Ley
Fundamental,
La procedencia del juicio de amparo para preservar el derecho de propiedad en las con-
diciones apuntadas con antelación, ha sido sostenida por ;uri!prudenda de la Suprema Corte,
cuyas tesis nos permitimos transcribir: "La jurisprudencia que la Suprema Corte de Justicia
ha establecido, en el sentido de que las cuestiones de propiedad no pueden decidirse en el
juicio de garantías, sin que antes hayan sido resueltas por las autoridades judiciales cottes-
pendientes, 5610 significa que en el juicio constitucional no puede determinarse a quién de las
dos partes contendientes corresponde la propiedad de un bien cuestionado; pero cuando no
existe tal disputa y se reclama la violación del derecho de propiedad y éste se ha acreditado
en debida forma, el amparo es procedente, por violación de las garantías que consagra el aro
tículo 14 constitucional, pues este precepto garantiza cantea la privación. sin forma de juicio,
no sólo de la posesión, sino de cualquier derecho." "Cuando se trata de hacer respetar el
derecho de propiedad y no de resolver contienda acerca de quién sea legítimo dueño de un
bien, procede el juicio de garantías. para el solo efecto de que, reconocido aquel derecho, se
mantenga en su goce al propietario, mientras se resuelve en un juicio contradictorio si Su
derecho debe subsistir." 141
F. Fracción VI
establece que la acción respectiva se puede deducir, "contra leyes o actos de la auto-
ridad federal o de los Estados, en los casos de las fracciones Il y In de! artículo 1-
de esta ley". Este precepto es e! reglamentario de las fracciones n y In de! artículo
103 constitucional, que consignan la procedencia de! juicio de amparo por "invasi6n de
soberanías". Como advertimos en otra ocasión precedente,H2 el quejoso en este caso no
es el Estado o la Federacián cuyas órbitas de competencia se vean vulneradas recípro-
camente, sino el individuo, la persona moral o física a quien se le infiere un agravio
por medio de esa vulneración de competencias, adoptando la acción constitucional
respectiva la forma procesal de amparo indirecto o bi-instancial ante un Juez de Dis-
trito. En cambio, cuando no es el particular agraviado quien ataca el acto en que se
hubiere traducido la invasión especifica del sistema de competencias entre las autori-
dades federales y locales, sino la Federaci6n o un Estado los que como entidades po-
líticas impugnan la actuación lesiva de su competencia respectiva, el medio correspon-
diente no es el juicio de amparo, sino una acción sui géneris de la que conoce la
Suprema Corte en tribunal pleno, de acuerdo con lo establecido por la fracci6n n de!
articulo 11 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federaci6n. Por consiguiente,
la fracción VI del artículo 114 de la Ley de Amparo se contrae al caso en que es el
particular quien, mediante e! juicio de amparo, impugua la ley o el acto en que se haya
traducido la invasi6n de soberanías entre las autoridades federales y locales.
G. Por último, e! artículo 115 de la Ley contiene una regla general que rige
para los juicios de garantías en materia civil en los casos de procedencia consignados
en el artículo 114, regla que reproduce la garantía individual consagrada en e! último
párrafo del artículo 14 constitucional, preceptuando que "salvo los casos a que se
refiere la fracci6n V del artículo anterior (114), e! juicio de amparo s6lo podrá pro·
moverse contra las resoluciones judiciales del orden civil, cuando la resolución reclama-
da sea contraria a la ley aplicable al caso o a su interpretación jllrídica".
serie o sucesián ordenada de actos jurídicos realizados por el quejoso, autoridad respon-
sable, tercero perjudicado, Afi1úJlerio Público Federal y órgano i"rúdiccional de COl1-
trol, tendiente! a lograr 1J11 fin común consistente en una sentencia o resolucián de-
finitiva, en Id que se otorgne o niegue la protección federal o se sobresea el [uicio.
Constando el procedimiento constitucional o de amparo de diversos actos, estu-
diaremos éstos siguiendo el orden como se realizan en la sucesión procesal, excluyendo
el acto final decisorio, que es la sentencia, por haberlo tratado con antelación,1" na-
turalmente que con la referencia especial al juicio de amparo indirecto o bi-instancial.
A. La demanda de amparo.'1:'
La demanda de amparo es el acto procesal por virtud del cual se ejercita la accion
respectiva por Su titular, que es el agraviado, y quien, mediante Su presentación, se
convierte en quejoso; es el elemento que inicia el procedimiento constitucional, y que
encierra la petición concreta que traduce el objetivo esencial de la citada acción:
obtener la protección de la Justicia Federal. Por tal motivo, podemos afirmar que la
acción es el derecho público subjetivo de obtener el servicio ·público jurisdiccional
y que la demanda es el aeta procesal, proveniente del titular de dicha acción, en el
cual aquel derecho se ejercita positiva y concretamente.
a) 511 contenido
4. if..A ley o acto que de cada autoridad se reclame. "Resp~to a este elemento, el
agraviado debe atribuir a cada una de las autoridades que señale como responsables,
los diversos actos que impugne en su demanda de garantías, estableciendo entre
aquéllas y éstos una relación O nexo causal de imputación.
5. Protesta de decir verdad. El quejoso debe manifestar, bajo protesta de decir
verdad, "cuáles son"los hechos o abstenciones que le constan y que constituyen antece-
dentes del acto reclamado o fundamentos de los conceptos de violación". El fin que
se persigue mediante la citada manifestación, consiste en sujetar al quejoso a la respon-
sabilidad penal prevista en el artículo 211 de la Ley de Amparo, para el caso de que,
"al formular su demanda afirme hechos falsos u omita los que le consten:' o de
que; "para "darle competencia a un Juez de Distrito, designe como autoridad ejecutora a
una que no lo sea" (fracs. 1 y JII de dicho precepto). Las falsedades que Se
asientan en la manifestación mencionada, no generan responsabilidad penal para el
quejoso, en el caso de que los actos reclamados consistan en peligro de privación
de la vida, ataque! a la liberlad personal fuera de procedimiento judicial, deporta-
cián o destierro, o alguno de los prohibidos por el artículo 22 de la Constitución
Federal (art. 211, fracs. 1 y III, en relación con el 17 de la Ley de Amparo).
6. Los preceptos constitucionales que contengan las garantíáJ individuales qlle el
quejoso estime oioladas.
7. Los conceptos de violación. Este elemento constituye la parte medular de toda
demanda de amparo, ya que de la formulación de los conceptos de violación depende,
en un aspecto muy importante, el otorgamiento de la protección federal, en los casos en
que no es ejercitable la facultad o acatable la obligación de suplir la deficiencia
de la queja por el órgano de control, tópico este que estudiamos en otra ocasión.tw
El concepto de violación no es sino la relación razonada que el agraviado debe
formulac o establecer entre los actos desplegados por las autoridades responsables y
las garantías constitucionales que' estime violadas, demostrando jurídicamente la con-
travención de éstas por dichos actos, o sea, expresando por qué la actividad auto-
ritaria impugnada conculca sus derechos públicos individuales. El concepto" de viola-
ción implica, por tanto, un razonamiento lógico, para cuya formulación es necesario
observar los actos reclamados desde el" punto de vista de las exigencias inherentes a
las garantías individuales que el agraviado considere violadas, demostrando que efec-
tivamente las infringen. Podemos decir, empleando una terminología, filosófica, que
el concepto de violación es el razonamiento' comparativo entre una situación ontoló-
gica o real (la producida por los actos reclamados) y un estado deontológico o legal
constitucional (el previsto en las garantías individuales), y cuya conclusión declara
una disparidad, discrepancia o no correspondencia entre ambos elementos 'de la com-
paración. En otras palabras, el concepto de violación se traduce, en puridad lógica,
en un verdadero silogismo, siendo la premisa mayor los preceptos constitucionales
que se estimen contravenidos, la premisa menor los actos reclamado'), y la conclusión,
la contrariedad entre ambas premisas.
El concepto de violación también suele denominarse "agravio", considerado éste
como un razonamiento comparativo entre un acto de autoridad y el texto legal, por me-
dio del cual se infiere la conclusión de que éste ha sido contravenido por aquél.
Así, el articulo 117 de la Ley Reglamentaria de los artículos 103 y 107 constitucionales,
dispone: "Cuando se trate de actos que importen peligro de privación de la vida, ataques a
la libertad personal fuera de procedimiento judicial, deportación, destierro o alguno de los
prohibidos por el articulo 22 de III Constitución Federal, bastará para la admisión de la de-
manda que se exprese en ella el acto reclamado; la autoridad que lo hubiere ordenado, si
fuere posible al promovente;'el lugar en que se encuentre el agraviado, y la autoridad o egen-
te que ejecute o trate de ejecutar el acto. En estos casos la demanda podrá formularse por
comparecencia, levantándose al efecto acta ante el juez,"
Como se ve, en los casos a que se refiere este precepto, no es necesario que el
agraviado formule los conceptos de la violación respectivos, dispensa que probablemen-
te consignó el legislador para facilitar a los neófitos en Derecho, que no se encuen-
tren en desahogada situación económica, la facción de la demanda de amparo en
circunstancias y condiciones urgentes, como son las aludidas, de tal manera que
no se vieran obligados a acudir a un abogado para tal efecto.
EL AMPARO INDIRECTO O BI-lNSTANCIAL 647
b) Su forma
c) Su redacción
riclad responsable es violatoria, bien de las garantías individuales, o bien del sistema
de competencias entre las autoridades federales y las locales. Este capítulo es el aspecto
medular de la demanda de amparo, pues en él se implican las apreciaciones dernostra-
tivas de la inconstitucionalidad de los actos reclamados, en atención a las cuales se va
a pronunciar la sentencia definitiva que niegue o conceda la protecci6n federal.
Esta idea ha sido reiterada por la Suprema Corte al expresar que:
"El concepto de violación debe ser la relación razonada que el quejoso ha de establecer
entre los actos desplegados por las autoridades responsables y los derechos fundamentales que
estime violados, demostrando jurídicamente la contravención de éstos por dichos actos, expre-
sando, en el caso, pOI qué la ley impugnada, en los preceptos citados, conculca sus derechos
públicos individuales. Por tanto, el concepto de violación debe ser un verdadero silogismo, siendo
la premisa mayor los preceptos constitucionales que se estiman infringidos, la premisa menor,
los aetas reclamados y la conclusión, la contrariedad entre ambas premisas." '141
d) Su presentación
Este acto debe realizarse ante el propio Juez de Distrito competente, y por excep-
ción, en el caso de jurisdicci6n concurrente a que se refiere el articulo 37 de la Ley
de Amparo, ante el superior del tribunal que haya cometido alguna violación a las
garantías que en materia penal consagran los articulos 16, 19 Y 20, fracciones 1, VIII
Y X, párrafo primero y segundo, de la Constitución; así como ante las autoridades
del fuero común ruando ~gúen como auxiliares de la Justicia Federal, en los supuestos
previstos por los artículos 38, 39 Y 40 de la Ley invocada.
Como se ve, a diferencia de lo que sucede tratándose del amparo directo o uni-
instancial (art. 167), la demanda que inicia el juicio indirecto de garantías, nunca
debe presentarse ante la propia autoridad responsable, sino ante el juzgador de amparo.
e) Su ampliaci6n
El quejoso tiene el derecho de ampliar la demanda de amparo. La ampliación puede
referirse a los actos reclamados. a las autoridades responsables y a los conceptos de
violación, por lo que la facultad respectiva comprende dos aspectos: la extensión,
por una parte, y la aclaración, correccián o complementacián de la demanda de ga-
rantías, por la otra.
La ampliación de la demanda de amparo se debe promover en dos oportunidades
dentro del procedimiento constitucional.
1. La primera de ellas se registra antes de que las autoridades responsables rindan
.sil informe justificado, es decir, antes de que se fije la litis contestatio en el juícío.de
garantías, siempre que el quejoso "esté dentro del término legal para pedir amparo".1"~
Esta restricción a la facultad ampliatoria de la, demanda de amparo debe operar
solamente cuando la ampliación verse sobre los conceptos de violación o sobre las
autoridades responsables y no por 10 que atañe a los actos reclamados, ya que es el
conocimiento de éstos por el agraviado, lo que constituye el momento a partir del cual
comienza a computarse el lapso para la pt..?moción de la acción constitucional, y
cuyo transcurso no se suspende ni interrumpe porque el quejoso hubiese omitido señalar
a otras autoridades distintas de las especificadas en la demanda o formulado defec-
tuosa o incompletamente algún concepto de violación.
1"8 La no obligación de adjuntar a la demanda de amparo ningún documento diverso del que
justifique la personalidad con que se ostenta el promovente, se deduce, además de la tesis jurispru-
deocial 330 del Apéndice al Tomo CXVlII y que equivale a la tesis 139 de la Compilación 1917-
196', Y tesis 14' del Apéndice de 1975, Tercera Sala.
14,9 Así lo ha sostenido la jlJrispruden~ia de la Suprema Corte en la tesis 117 publicada en
el Apéndice al Tomo CXVIU (tesis 22 de la Compilación 1917-196', y tesis 330 del Apéndice
197J, Segunda Sala) que asienta: "La Corte ha establecido el criterio de que la litis contestatio
en el amparo, se establece cuando las autoridades responsables rinden su informe Con justificación;
por tanto, mientras tal informe no se rinda, el agraviado puede ampliar su demanda o modificarla
en cuanto a sus derechos convenga, siempre que esté dentro del término legal para. pedir amparo:"
650 EL JUlOO DE AMPARO
f) Su indiviJibi/idad
paro debe admitirse o desecharse en su totalidad. Por lo contrario, si entre los actos que
se señalen como reclamados no hay la citada vinculación, está permitido al juzgador
constitucional examinarlos separadamente para rechazar o admitir tal demanda en rela-
ci6n con unos o con otros, o como afirma la invocada jurisprudencia, "cuando la demanda
contenga actos aislados o independientes, que puedan examinarse por separado, será nece-
sario estudiar si procede aplicar las reglas anteriores", esto es, las que conciernen al
principio de indivisibilidad.tw
El principio de la indivisibilidad de la demanda de amparo ha sido reiterado por la
Suprema Corte, 'funcionando como Tribunal Pleno y al través de su Sala Administra-
tiva, así como por el criterio jurisprudencial del Primer Tribunal Colegiado en Materia
Administrativa del Primer Circuito. Dicha reiteración ha ampliado el mencionado prin-
cipio en el sentido de que, en las sentencias que Se dicten en el juicio de garantías, el
juzgador constitucional debe apreciarlas en su integridad, o sea, como tm todo, sin
atenerse a la literalidad de las expresiones empleadas por el quejoso, sino a la substan-
cialidad de su intención impugnativa de los actos- redamados.t-s bIs
a) Ideas generales
A la demanda de amparo, que es el acto primero con que se inicia el procedimiento
jurisdiccional y que proviene de la actividad de una de las partes de la relación jurldi-
ca-procesal, o sea, del actor o quejoso, recae un proveído emanado del Juez de Distrito.
Este proveído debe forzosa y necesariamente dictarse, aunque la demanda de amparo
sea notoriamente improcedente o manifiestamente descabellada) pues es una obligación
pública de carácter constitucional, la que tiene cualquier órgano del Estado de con-
testar las solicitudes que le dirigen o elevan los particulares, que son titulares de la
garantía individual que se traduce en el derecho de petición contenido en el artículo
8 Q de la Ley Suprema. Por consiguiente, a la demanda de amparo debe necesariamente
recaer un auto o proveído judicial, independientemente del sentido o contenido del
mismo, circunstancia que por sí sola implica ya el acatamiento al imperativo del artículo
8~ constitucional, pues la garantía individual que 'éste consigna, tal como ha sido
interpretada y conceptuada por la jurisprudencia de la Suprema Corte, no equivale
a que la petición del particular sea acordada en los términos que éste propone, sino al
hecho de que sea contestada por la autoridad u órgano. a quien se dirige, con indepen-
dencia del contenido de dicha contestación.P"
Al auto o proveído judicial que recae a la demanda de amparo se les suele dar el
nombre de "auto de admisión". Esta denominación nos parece indebida, puesto que
supone ya necesariamente un cierto y determinado sentido de dicho acto procesal
judicial, excluyendo la posibilidad de que esté dotado de otro contenido distinto del
de admisión, como por ejemplo, el de desechamiento o aclaración de la demanda. El
1lS2 Tesis 83 de la Compilación 1917.1965 1 y JeJiJ 81 del Apéndice 1975 1 MaJería General.
bis aro Informe de 1975, pág. 414; Pleno; Idem, Segunda Sala, págs. 96 y 97: Idem,
152
Sección "Tribunales Colegiados", págs. 29 y
753
,1. Idem, Informe de -1979, Segunda Sala, tesis 108.
El derecho de peticíén "lo estudiamos en nuestra diversa obra "lAJ G4f'ftnJías Indioi-
duales" (Capítulo Sexto, parágrafo 111, apartado "D").
652 EL JUICIO DE AMPARO
auto de admisión es una especie de proveído que. recae a toda demanda de amparo,
por lo que lógicamente es incorrecto denominar a un todo por el nombre que corres-
ponde a una de sus partes o a un género por aquella designación que pertenece a la
especie. Por estos motivos, hemos preferido la denominación de traillo inicial" o "auto
cabeza del procedimiento constitucional" para llamar al proveído judicial que recae al
de demanda de amparo, por plegarse tajes nombres a la naturaleza formal del men-
cionado acto procesal, con independencia de su contenido o sentido.
Ahora bien, desde el punto de vista de la substancia del auto inicial en el procedi-
miento de amparo directo o bi-instancial, aquél se manifiesta en tres especies, a
saber: como una resolución que acepta o admite la demanda, como la que la desecha
y como "la que la manda aclarar.
b) El 01110 de admisión
El auto de admisión se dicta por el Juez de Distrito una vez que ha examinado la
demanda' de amparo, con el resultado o conclusión de que la acción en ella ejercitada
no adolece de ningún vicio manifiesto de improcedencia, de que es lo suficientemente
clara y explícita y de que su presentación reúne todos los requisitos exigidos por la ley.
Así lo dispone el artículo 147 de la Ley de Amparo en su primera parte, que dice: "Si
el Juez de Distrito no encontrare motivos de improcedencia o se hubieren llenado los requisi-
tos omitidos (que para el caso es lo mismo que si desde un principio se hubieren cumplido)
admitirá la demanda ... "
Ahora bien, nosotros estimamos que los motivos de improcedencia a que se refiere
esta disposición de la ley deben ser manifiestos o evidentes por sí mismos, ya que los
esotéricos, es decir, los ocultos o velados, se elucidan en el Curso del procedimiento,
originando una sentencia definitiva de sobreseimiento. El carácter que hemos atribuido
a los motivos de improcedencia a que alude el artículo 147 de la Ley de Amparo,
cuya ausencia origina la admisi6n de la demanda de amparo, está corroborado por el
artículo 177 del propio ordenamiento, precepto que concierne al auto de admisión
de la demanda en los juicios de amparo directos o uni-instanciales y ruya disposición
relativa puede aplicarse por analogía a la cuestión de que tratamos. Una vez que el
Juez de Distrito ha admitido la demanda, haciendo la declaración respectiva, en el mis-
mo auto en que ésta se contenga, "pedirá informes con justificación a las autoridades
responsables y hará saber dicha demanda al tercero perjudicado, si lo hubiere; señalará
día y hora para la celebración de la audiencia, a más tardar dentro del término de
treinta días, y dictará las demás providencias que procedan can arreglo a esta ley",
proveídos que constituyen el contenido mismo del auto de admisión, como COnsecuen-
cias procesales que se derivan de la aceptación de la demanda de amparo.
Por 10 que respecta II los párrafos segundo y tercero del artículo 147 de la Ley de Am-
paro. sus respectivas disposiciones no contienen ninguna regulación del auto de admisi6n propia-
mente dicho, SiDO normas concernientes a la ejecución del mismo, traducida en la notificación
de la demanda a las contrapartes del quejoso o actor, estableciendo al efecto que "al solici-
tarse el informe con justificación a la autoridad responsable, se le remitirá copia de la demanda,
si no se hubiere enviado al pedirle el informe previo. Al tercero perjudicado se le entregará
EL AMPARO INDIRECTO O BI·INSTANCIAL 653
copia de la demanda por conducto del actuario o del secretario del Juzgado de Distrito o de
la autoridad que conozca del juicio, en el lugar en que éste se siga; y, fuerf de él, por
conducto de la autoridad responsable, la que deberá remitir la constancia de entrega respec-
tiva, dentro del término de cuarenta y ocho horas".
Así, el artículo 145 de la Ley de Amparo establece: "EI Juez de Distrito examinará ante
todo el escrito de demanda; y si encontrare motivo manifiesto e indudable de improcedencia,
la desechará de plano•. sin suspender el acto reclamado:'
d) El auto aclaratorio
Esta especie de auto inicial está prevista en el artículo 146. primer párrafo, de la Ley, que
dice: "Si hubiere alguna irregularidad en el escrito de la demanda; si se hubiere omitido
en aquélla alguno de los requisitos a que se refiere el artículo 116 de esta Ley; si no se
hubiesen exhibido las copias que señala el artículo 120, el Juez de Distrito mandará. prevenir
al promovente que llene los requisitos omitidos, haga las aclaraciones que correspondan, o
presente las copias dentro del término de tres días; expresando en el auto relativo las irregu-
laridades o deficiencias que deban llenarse, para que el promovente pueda subsanarlas," 1'51'
160 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 326. T esis 83 de la mencionada Compilación, y tesis
81 del Apétldke 1975, Mate"ia General.
'UG bis Informe' de 1975. Sección "Tribunales Colegiados", pág. 57.
1'51' La proc~encia de la aclaración de una demanda de amparo \~cura. irregular o Impre-
EL AMPARO INDIRECTO O BI-INSl'ANClAL 655
cise, ha sido confirmada por la jurisprudencia de la Suprema Corte, en el sentido de que, cuando
dicho ocursc adolezca de las mencionadas deficiencias, el juez no debe desecharlo de plano sino
ordenar que se aclare en los términos de la ley. (Apéndice al Tomo CXVIII. Tesis 3H. y tesis
88 de la CompilarMn 1917·1965, 1 tesis 86 del Apéndire 19n, MaJeria General.)
656 EL JUICIO DE AMPARO
"Los Jueces de Distrito o las autoridades judiciales que conozcan de los juicios de am-
paro, COn arreglo a. esta ley, deberán resolver si admiten o desechan las demandas de amparo
dentro del término de veinticuatro horas, contadas desde la en que fueron presentadas, y dar
aviso a la Suprema Corte de justicia. En los CllSOS en que manden aclarar la demanda o
llenar los requisitos omitidos, para su admisi6n, deberán dar el aviso a. que se refiere el párra-
fo anterior. al resolver si la admiten o desechan:'
a) Ideas generales
Las autoridades responsables, como parte demandada en el juicio de amparo, tienen
el derecho procesal de contestar la demanda instaurada en su contra por el agraviado.
Pues bien, el ejercicio de tal derecho de contestación, se traduce, dentro del proce·
dimientc constitucional de amparo, en la realización de un acto procesal, que es la
rendición del Ittforme ;ustlflcado.
El informe justificado es el documento en el cual la autoridad responsable esgrime
la defensa de su actuación impugnada por el quejoso, abogando por la declaración de
constitucionalidad de los actos reclamados y por la negación de la protección federal
al actor o por el sobreseimiento del juicio de amparo, lo cual constituye la contra-
pretensión que opone al agraviado. El segundo párrafo del artículo 149 de la Ley de
Amparo prevé la naturaleza y el contenido del informe justificado, al establecer que
la autoridad responsable debe exponer en él "las razones y fundamentos legales
que estime pertinentes para sostener la constitucionalidad del acto reclamado o l.
improcedencia del juicio, y acompañarán (las autoridades responsables), en su caso,
copia certificada de las constancias que sean necesarias para apoyar dicho informe".
b) Su falta de rendición
--1. El propio artículo 149, en su tercer párrafo, establece una presuncíán juriJ
tántum, en el sentido de que la falta de informe justificado de la autoridad responsable
presupone~ salvo prueba en contrario, la certeza del acto reclamado. El hecho, pues~
de que la autoridad responsable no conteste la demanda de amparo instaurada por el
agraviado en contra de su actuación, no implica una mera confesión o aceptación
7áS Sin embargo, prescindiendo de esta consideración lógica. la Suprema Corte. con un espíritu
de equidad y justicia, ha estimado que el otorgamiento del término de tres días al quejoso para que
exhiba las copias faltantes de su demanda de amparo debe entenderse como una ampliaúó'l del
plazo 'dentro del que debe ejercitarse la acción constitucional. criterio éste sustentado en la ejecuto-
ria publicada en la página 5379. del Tomo LXXI dé la Quinta Epoca del S. J. de la F.
EL AMPARO INDIRECTO O BI-INSTANCiAL 657
presuntiva acerca de las pretensiones del actor, como sucede en· derecho procesal
común, sino so/amente hace presumir la certidumbre del acto ret:lamado. Consiguiente.
mente, aun cuando no se rinda el informe con justificación, no por ello se supone
la inconstitucionalidad de los actos reclamados, pues esta circunstancia, esencialísima
para que prospere la acción de amparo deducida, debe ser probada o demostrada por
el quejoso, tal como lo previene el párrafo a que nos referimos, al establecer que queda
a cargo de aquél "la prueba de los hechos que determinen su inconstitucionalidad
(del acto reclamado), cuando dicho acto no sea violatorio de garantías en sí mismo,
sino que su constitucionalidad o inconstitucionalidad dependan de los motivos, datos
o pruebas en que se haya fundado el propio acto".'"
Ahora bien, ¿qué se entiende por un acto que por sí mismo no viola las garantías
individuales? Desde luego, .un acto es o no es inconstitucional. La inconstitucionalidad
que se atribuye al mismo no puede provenir de actos, hechos O circunstancias ajenos
a aquél. Bien es verdad que, por su naturaleza misma, en un acto. reputado violatorio
de garantías individuales, pueden concurrir varios hechos y circunstancias anteriores que
acusen inconstitucionalidad (como sucede, verbigracia, con una sentencia judicial o
una resolución administrativa que acoja o sancione hechos violatorios perpetrados du-
rante la secuela del procedimiento respectivo); mas tal acto", al ser la culminaci6n
de los mencionados hechos, motivos y circunstancias, al resumir y sancionar a éstos, se
traduce en' una violaci6n constitucional. En otras palabras, cuando la ley alude a actos
que por sí mismos no son violatorios de garantías individuales, no quiso decir que
pueda haber actos que por sí mismos no las contravengan, sino que su inconstitucio-
nalidad depende de hechos o circunstancias anteriores independientes y ajenos a aquél;
más bien, por acto no violatorio de garantías en sí mismo, ha querido referirse a
aquellos actos complejos, en los que ocurren hechos, motivos y circunstancias anterio-
res, y que, por implicar la sanción y resumen de éstos, violan garantías individuales.
Así, una sentencia o una. resolución administrativa, que SOn actos complejos en los que
concurren hechos, motivos y circunstancias anteriores, son y pueden ser violatorios
de garantías individuales, desde el momento en que se traducen en el resumen o en la
culminación de actos contraventores anteriores, cuya sanción llevada a cabo por la sen-
tencia judicial o la resolución administrativa, implica en si misma ya una. infracción.
En síntesis, al referirse -la ley a "actos que por sí mismos no son violatorios de
garantías individuales" y cuy. "constitucionalidad o inconstitucionalidad depende de los
motivos, datos o pruebas en que se hayan fundado", propiamente alude a los actos
complejos, cuyo fl¡b.stratllm inconstitucional se manifieste o traduzca en la sanción
a hechos o circunstancias violatorias anteriores o que produzca las contravenciones en
ocasión y en atención a éstos (como acontece con una sentencia judicial o. una resolu-
ción administrativa en la que concurran circunstancias inconstitucionales, tales como
violaciones a ley adjetiva que Se haya aplicado o se deba aplicar al procedimiento
correspondiente, ete.). Tales actos complejos se o!,onen a los llamados simples, que
no implican un coronamiento, un corolario a hechos anteriores, sino que se producen
aisladamente, cuya inconstitucionalidad no se traduce, por ende. en una sanción o
corroboración a circunstancias violatorias anteriores, sino en la contravención que pro-
ducen por su solo dictado o ejecución.
71'1~ Esta prevención legal se encuentra confirmada por la jurisprudencia de la Suprema Corte
que aparece en la Tesis 572 del Apéndice al Tomo XCVII.
658 EL ]U1aO DE AMPARO
es
Sin embargo,' difícil establecer prácticamente cuándo se trata de actos inconsti-
tucionales complejos y actos inconstitucionales simples. Todos los actos de autoridad,
ejecutivos y decisorios, van precedidos por lo general de varias consideraciones y datos
que los originan. Por tal motivo, atendiendo a la disposición conteoida en el párrafo
tercero del artículo 149 de la Ley de Amparo, en casi todos los casos el quejoso tiene
la obligación procesal de probar ante el órgano de control la inconstituCionalidad de los
actos que reclama, demostrando que las circunstancias en que éstos se apoyaron o que
tuvieron en cuenta, bien en sí mismos o bien como corroboración de hechos o motivos
anteriores, pugnan con la garantía individual que se estime violada.
• La Suprema Corte ha proporcionado un criterio bastante aceptable para determinar
cuándo se trata de actos que en sí mismos son violatorios de garantías individuales
y cuándo su constitucionalidad o inconstitucionalidad depende de circunstancias co-
nexas a ellos,
Al efecto, dicho Tribunal sostiene lo siguiente: "Para apreciar cuándo un acto reclamado
en amparo es, en 51 mismo. violatorio de garantías, el párrafo tercero del citado artículo
(149) proporciona una base muy importante al expresar que un acto no es, en s[ mismo,
violatorio de garantías, cuando su constitucionalidad o inconstitucionalidad depende de los
motivos, datos o pruebas en que se haya fundado ese propio acto, de lo cual resulta como
consecuencia, que de acuerdo con el precepto antes invocado, cuando el acto reclamado puede
ser realizado por la autoridad responsable mediante el cumplimiento de determinados requisitos,
no puede ser tenido, en sí mismo, como violatorio de garantías, y en cambio, cuando en
ningún CaJO la responsable puede realizar el acto reclamado, /lenando o 110 requisito alguno,
debe estimarse como violatorio de garantías en sí mismo." 'i60
•
Además, la misma Suprema Corte ha considerado como actos inconstitucionales
en sí mismos, aquellos que se realizan contraviniendo prohibiciones establecidas en la
Ley Fundamental.'T6l
Relacionando los dos criterios que se involucran en las ejecutorias que invocamos,
puede afirmarse que el acto de autoridad es en sí mismo inconstitucional o viola torio
de garantías, ruando el órgano del Estado del que proviene carece de competencia
legal o constitucional para realizarlo, es decir, que por falta de dicha competencia de
ninguna manera puede emitirlo; así como en el caso de que tal acto transgreda una
terminante prohibición de la ley o de la Constitución.
2. Por otra parte, puede suceder que los actos reclamados se combatan por no
estar motivados ni fundados legalmente, es decir, que se estimen por el quejoso violato-
dos de las garantías de legalidad instituidas en el artículo 16 constitucional.
Ahora bien, la falta de informe justificado, que produce la presunción a que se
refiere el artículo 149 de la Ley, exime al agraviado de la obligación procesal de com-
probar su inconstitucionalidad, ya que como tales actos se presumen legalmente ciertos
por cuanto que carecen de fundamentación y motivación, sería ilógico qu~ se imputara
la carga de la prueba al quejoso respecto de lo que no existe.
A esta conclusión ha llegado la Suprema Corte al afirmar:
"El párrafo tercero de! artículo 149 de la Ley de Amparo, en que se apoyan los agravios
hechos valer por la autoudad recurrente, determina: "La falta de informe de la autoridad
responsable establece la presunción de ser cierto el acto reclamado, salvo prueba en contrario,
quedando a cargo del quejoso la prueba de los hechos que determinen su inconstitucionalidad
cuando dicho acto no sea violatorio de garantías en sí mismo, sino que su constitucionalidad o
inccnstitucionalidad dependa de los motivos, datos o pruebas en que se haya fundado el
propio acto:' Ahora bien, cabe precisar que el artículo transcrito en lo conducente única-
mente es aplicable al presente caso en tanto que determine que la. falta de informe justificado
de la responsable hace que se presuman ciertos los actos reclamados, salvo prueba en
contrario, pero no en lo relativo a que la carga de la prueba de los hechos que determinan
la inccnstitucionalidad de tales actos en la parte quejosa salvo que éstos sean inconsti-
tucionales en si mismos. En efecto, el precepto o estudio establece que dicha carga recae
en la parte quejosa cuando la constitucionalidad o inconstitucionalidad del acto reclamado
dependa de "los motivos, datos o pruebas en que se haya fundado el propio acto"; pero no
impone al queioso la carga de dicha prueba cuando la inconslÍtucionalidad del aao se hace
consistir en la falla de motivación y !lIndamentadón. O sea, en los casos en que la responsable
omite rendir su informe justificado, pueden presentarse tres situaciones diferentes entre sí; .
a saber: l. La constitucionalidad o inconstltucionalidad del aeta reclamado depende de sus
motivos y fundamentos; 2. El acto es inconstitucional en sí mismo; y 3. La Inconstituciona-
Iidad del acto se hace consistir en la falta absoluta de motivación y fundamentación. El tercer
párrafo del artículo 149 citado, únicamente contempla las dos primeras situaciones que pueden
presentarse en la hipótesis aludida y establece que la carga de la prueba de la inconstltuciona-
lidad del acto reclamado corresponde al quejoso cuando se presenta la primera de dichas
situaciones, pero no cuando se da la segunda. El repetido precepto es omiso sobre la solución
que debe darse cuando se presente el tercer caso, que es en el que se encuentra el presen-
te negocio, toda vez que la concesión del amparo, recurrida, se apoya precisamente en la
falta de motivación y fundamentación de los actos que se atribuyen a los responsables. En
consecuencia, si los agravios aducidos se apoyan en el texto del tercer párrafo del ertlculo 149
de la Ley de Amparo, carecen de fundamento y no son, por tanto, aptos para conducir a la
revocación de la sentencia recurrida. A mayor abundamiento, cabe precisar que cuando las
violaciones que se atribuyen a las responsables se hacen consistir en omisiones o hechos
de carácter negativo (como acontece en el caso. ya que la concesión del amparo por el Juez
de Distrito se apoya en la falta de motivación y fundamentación de 105 actos que estimó
presuntivamente ciertos). no es a la parte queiosa a la que corresponde la carga de la prueba
de tales violaciones, pues de admitirse lo contrario se la deiaría en estedo de indefensión,
dada la imposibilidad de demostrar las omisiones o hechos negativos determinantes de la incons-
tÍlucionaJidad de /0.1 actos reclamados:" 182:
"Si las autoridades ejecutoras no rinden informe, pero aquellas a quienes Se atribuye
haber ordenado el acto lo niegan, es incuestionable que ia autoridad ejecutora no puede ejecu-
tar una orden inexistente, y por lo mismo, la falta de informe no trae la presunción que
establece el artículo 149 de la Ley de Amparo:' 703
Hemos afirmado, reiterando las prevenciones legales relativas, que la falta de infor-
me justificado presume la certeza del acto, pero no Su inconstitucionalidad en la mayoría
de los casos, consideración que está confirmada por la jurisprudencia de la Suprema
Corte. 7G•
Ahora bien, cuando la autoridad responsable en su citado informe niega la exis-
tencia del acto reclamado, el quejoso tiene la obligación procesal de comprobar la
certeza de éste y su inconstitucionalidad.
Así lo ha establecido la jllrisp,udenúa, al aseverar que "el hecho de que en el informe con
justificación se niegue la existencia del acto que se reclama, no es motivo pata sobreseer
por improcedencia, privándose al quejoso del derecho de probar, en la audiencia del juicio,
la existencia de los actos negados por la autoridad",1G5
d) Su extemporaneidad
La rendición del informe justificado debe tener lugar dentro del término de cinco
días, contados a partir del día siguiente en que las autoridades responsables queden
emplazadas. Este término puede ser ampliado "hasta por otros cinco días si el Juez de
Distrito estimare que la importancia del caso lo amerita" (art, 149, primer párrafo).
16" Apéndice a los Tomos XCVII, Tesis 56~ y 567, Y CXVIlI. Tesis 28; y Tesis 6 de la
Compila&ión 1917-1965, y del Apéndite 1975. Malería General.
165 Apéndice al Tomo CXVln, Tesis 567. Tesis 115 de la Compilación 1917-1965, y tesis
113 del Apéndice 1975, MaJeria General.
76(1 TesÍJ 1I9 de la cilada Compiladón¡ y tesis 117 del Apét¡dire 1975, Materia Genera/.
•" Informe de 1967, Segunda Sala, pág. 1)9.
1G8 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 568. Tesis 116 de la propia Compilación, y tesis 114
d,l Apéndice 1975, ,MaJería General.
EL AMPARO INDIRECTO O BI-JNSTANCIAL 661
no con la debida oportunidad y si, por tanto, debe o no tomarse en cuenta al fa-
llarse el amparo de que se trate.
Huelga decir, por otra parte, que el plazo legal de cinco días para la rendición
-del informe justificado, no sólo se ha hecho nugatorio en la práctica, sino que la
misma Suprema Corte, Con prolijidad, ha relevado a las autoridades responsables
de su observancia, sin establecer, por el contrario, como ya se dijo, un criterio firme
que sirva de base para considerar extemporánea la presentación de tal informe antes
de la audiencia constitucional, ya que s6lo lo reputa así, cuando se rinde después de su
celebración, con el alcance presuncional a que se refiere el artículo 149 de la Ley
de Amparo.ttv
E. La audiencia constitucional
a) Ideas generales
El término "audiencia" es multívoco, esto es, tiene muchas acepciones, recono-
ciendo todas ellas, sin embargo! un mismo origen etimológico. En efecto! la palabra
"audiencia" proviene d~l verbo latino "audire" que sigdifica "oír". Ya en su aplica-
ción jurídica, adopta divfrsas connotaciones, según expusimos.' Así, el vocablo "audien-
cia" se emplea para designar un tribunal colegiado .encargado de impartir justicia a
nombre del rey, principalmente en la legislación española y de la Nueva España; en
otro sentido, tal concepto significa un derecho público subjetivo o garantía individual,
772 bis Ólniorme de 1981, Tesis 149. Segunda Sala.
713 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 574. Tesis 121 de fa mencionada Compilación, y tesis
119 del Apéndice 197', Materia General.
7.74 Semanario Judicial de la Federación, Quinta Epoca. Tomo LXXV, págs. 2278 Y 9117;
LXXVI, pág. 4233; LXXVII, pág. 1268; LXXVIII, pág. 1132; LXXIX, pág. 914, etc.
775 Véase Capítulo IX, parágrafo V.
,
664 EL JUICIO DE AMPARO
·tal como está concebido en el segundo párrafo del artículo 14 constitucional, o sea.
equivale a la obligación que tienen las autoridades del Estado de oir a: la persona a
quien se Va a afectar para que se defienda, aduzca pruebas, alegue, etc.; bajo otro
aspecto, "audiencia" se reserva para denominar a un acto procesal, a un período del
juicio, en el cual el órgano de conocimiento se pone en contacto directo con las
partes contendientes y COn las fuentes de convicción. Por tal motivo, la audiencia
como acto O suceso procesal, integrante primordial de un juicio, tiene lugar en un
procedimiento basado en el principio sistema de la oralidad de la prueba, puesto
que es en aquélla donde el juzgador se pone en relación directa Con los elementos
probatorios ofrecidos por las partes. Contrariamente a los regímenes de oralidad, en
los procedimientos de recepción y práctica escritas de la prueba, propiamente no existe
la audiencia como acto procesal unitario en los términos que hemos indicado, puesto
que los diferentes medios probatorios aducidos por las partes se desahogan en actos
especiales verificados, dentro de un período o dilación, como sucede, verbigracia. en
los juicios ordinarios civiles, cuando el juzgador opta por el desahogo escrito (artícu-
lo 299 del Código de Procedimientos Civiles del o. F.).
Si nos hemos referido a las principales acepciones que presenta el concepto de
"audiencia" es en virtud de nuestro deseo de pretender establecer una definición o
proposición que englobe la naturaleza procesal de la audiencia constitucional en el jui-
cio de amparo, atendiendo a los elementos legales que podamos obtener. La audiencia
constitucional, en nuestro juicio de garantías es tln acto procesal, en momento que tiene
Itlgar dentro del procedimiento, en el cual J< ofrecen desahogan las pmebas adtlddas
por las pat'les (oralidad), se [ormulan por éstas los alegalos en apoyo de sus respec-
tivas pretensiones, y se dicta el fallo correspondiente por el órgano de control qtle
resuelve el juicio de amparo en el fondo, qlle soluciona lth cuestián constitucional sus-
citada o que decreta el sobreseimiento del mismo.
La audiencia, o sea ese momento procesal a que nos hemos referido, recibe el
nombre de constitucional, porque es en ella en la que se efectúa la aportación, por las
partes, de los elementos que ofrezcan al juzgador datos para la solución de la cuestión
constitucional o de la. improcedencia de la acción de amparo, así como la pronunciación
de. la sentencia constitucional, a diferencia de lo que sucede en la llamada "audiencia
incidental", en la que, como ya veremos, únicamente Se resuelve lo relativo a la sus-
pensión del acto reclamado.
Ahora bien, la audiencia constitucional en el juicio de amparo, en cuanto a su des-
arrollo, consta de tres períodos, a saber: el probatorio, el de alegadones, y el de fallo
o sentencia.
b) El período probatorio
El período probatorio comprende propiamente tres actos o sub-períodos, en los que
la actividad de los sujetos de la relación jurídico-procesal Se va alternando. Tales
son, en efecto, el de ojrecimiento de pruebas, el de su admisión y el de su desahogo.
Respecto del ofrecimiento y admisión de pruebas n matria. de amparo, existe un
p:incipio liberal, en el sentido de. que pueden aducirse y admitirse todos aquellos me-
dIOS que produzcan convicción en. el juzgador, posibilidades que sóJo.· encuentran
restricciones expresas en la ley. Así, el artículo 150 de la Ley de Amparo dice textual-
mente: "En el juicio de amparo es admisible toda clase de pruebas, excepto la de-
EL AMPARO INDIRECTO O BI-INSTANCIAL 665
posiciones J las que [neren contra la moral o' contra el- derecho:" Como se ve, esta dis- .
posición no es enumerativa o Iimitative, sino que ostenta un sentido francamente enun-
ciativo y amplio. Ahora bien, es un principio procesal. umversaImente reconocido, el
consistente en la prohibición absoluta de ofrecer, admitir y desahogar pruebas que estén
en abierta pugna con. la moral y con e! derecho; pero ¿qué razón tuvo e! legislador para
prohibir la prueba confesional O de posiciones? ¿Es debido que dicha prueba no exista
en materia de amparo? Podemos decir que la razón primordial, no única, para que la
ley no permita la prueba confesional en materia. de amparo consiste en. la observancia
de! principio de economía procesal, ya que el desahogo de la referida probanza demora-
ría considerablemente la tramitación del juicio, con grave desacato a lo previsto en el
articulo 17 constitucional. Además, si la. autoridad responsable fuese la absolvente, la
prueba de posiciones no se podría practicar, ya que, en primer lugar, un hecho, sobre
e! que versara. la confesión, es susceptible de ser realizado por diferentes órganos esta-
tales sin ser, por ende, exclusivamente propio del confesante; y en segundo término,
atendiendo a la imposibilidad de que cualquier autoridad recuerde con precisión todas
y cada una de las circunstancias en que se haya efectuado el acto reclamado, dada la
multitud de casos y negocios de que conoce conforme a su competencia dentro de la po-
lifacética vida del Estado contemporáneo. Debernos reconocer con toda honestidad
que en ediciones anteriores de! presente libro nos declaramos partidarios de que la
prueba confesional se debió haber adoptado en e! juicio de amparo bi-instancial; pero
la reflexión y la experiencia nos han inducido a rectificar, como lo hacemos sincera-
mente, nuestro anterior punto de vista.
Fuera de las excepciones de que hemos hablado, el artículo 150 de la Ley de
Amparo, como, ya dijimos" encierra el principio de liberalidad en materia de prue-
ba, opuesto al de limitación legal, Por consiguiente, las partes en el juicio de amparo
pueden aducir al juzgador para comprobar sus sendas pretensiones, todos los ele-
mentos que estén a su alcance; consignados o no en la ley como probatorios. Por
tanto, podemos afirmar- que en el juicio de amparo se aceptan- pruebas legales; o sean,
aquellas que expresamente menciona el artículo 93 del Código Federal de Procedi-
mientos Civiles, supletorio de la Ley de Amparo (con exclusión de la confesión) y
pruebas extralegales, constituidas por aquellos elementos de convicción que no están
expresamente previstos en la' ley que rige a nuestro juicio constitucional. Como estas
últimas. pueden ser de muy diversa categoría, establecidas más bien en atención al
caso concreto y práctico de que se trate, sólo nos referiremos a la primera especie,
o sea, a las pruebas legales.
El mencionado artículo- 93 de! C6digo Federal de Procedimientos Civiles alude en
sus-fracciones II y Ilf a los documentos ptiblkos y privados como medios probatorios.
Además,. el citado ordenamiento en su artículo 129 establece cuáles documentos tienen
el carácter. de públicos, y e! artículo I33 determina por exclusión qué debe entenderse
como documentos privados, disposiciones ambas a las que nos remitimos sin estimar
necesaria su transcripción. Por lo que toca a la misma prueba documental, el Código
Federal de Procedimientos CivHes- contiene diversas reglas concernientes a su des-
ahogo y' validez; las que; por ser en demasía minuciosas, no las transcribimos (ar-
tlculos 139 a 142). •
Por lo que toca a la prueba. pericial, la Ley de Amparo contiene algunas reglas
especiales que hacen inaplicables al juicio de garant'as las involucradas en las disposi-
666 EL JUICIO DE AMPARO
cienes del Código Federal de Procedimientos Civiles que se les oponen, Como son,
verbigracia, las relativas a la constitución o integración de la misma.
Así, dicha Ley establece que la prueba pericial se practicará por el dictamen de un pe-
rito designado por el juez del conocimiento, o por el de los que estime convenientes, "sin
perjuicio de que cada parte pueda designar también un perito paca que se asocie al nombra-
do por el juez o rinda dictamen por separado" y que "los peritos no seo recusables, pero el
nombrado por el juez deberá excusarse de conocer cuando en él concurre alguno de 10s im-
pedimentos a que se refiere el artículo 66 de esta Ley", debiendo dicho perito manifestar
bajo protesta de decir verdad, que no tiene ninguno de los impedimentos legales" (párrafos
tercero r cuarto del artículo 151 de la Ley de Amparo).
Una cuestión que no deja -de tener importancia en relación con la pmeba testi-
monial, es la concerniente a las tachas de los testigos, o sean, aquellas circunstancias
que mermen o menoscaben la credibilidad de éstos. Así el artículo 176 del Código
Federal de Procedimientos Civiles menciona las condiciones que afectan a una decla-
ración testimonial. Pues bien, las tachas, en cuanto a su demostración judicial, se subs-
tancian en forma incidental, es decir, corno una cuestión accesoria que surge dentro
del procedimiento principal, y cuya tramitación está prevista en el artículo 186.
Surge el problema de si en el juicio de amparo indirecto o bi-instancial es procesal-
mente posible promover el incidente de tachas. Creemos que esta posibilidad no existe
dentro de la substanciación del mencionado juicio, pues el artículo 35 de la Ley. de
Amparo excluye la tramitación de dicho incidente, salvo de los expresamente pre·
vistos en el propio ordenamiento, como son el de suspensión, el de acumulación y el de
daños. y perjuicios. No puede, pues, aplicarse supletoriamente el artículo 186 del Có-"
digo Federal de Procedimientos Civiles que prevé el incidente de tachas, no sólo por
impedir dicha aplicación el artículo 35 de la Ley, sino porque el mencionado incidente
alterarla la tramitación de dicho tipo procedimental de amparo. En efecto, según lo
dispone enfáticamente la fracción VII del artículo 107 constitucional, en la audiencia
de fondo se ofrecen y rinden las pruebas, se formulan las alegaciones por las partes y ,,1
Juez de Distrito debe dictar la sentencia que corresponda, la cual importa el acto final
de dicha audiencia. Por tanto, si se abriese el incidente de tachas en los términos
del artículo 186 del Código Federal de Procedimientos Civiles, el desarrollo de la
audiencia constitucional se afectaría, contrariándose la disposición ya invocada de la Ley
Suprema, toda vez que por virtud de dicho incidente ya no se podría pronunciar
en la misma audiencia el fallo que corresponda. Consiguientemente, estimamos que el
incidente de tachas no es procedente en el juicio de garanrias.t" e
La última prueba legal (en la acepción que hemos atribuido a esta idea) que men-
ciona el artículo 93 del Código Federal de Procedimientos Civiles es la presuncional.
Existen dos grupos de presunciones: las legales y las humanas, Las primeras, como la
palabra lo indica, son aquellas que establece la ley y suelen ser de dos clases: [ure el
de jure (que no admiten prueba alguna para destruirlas) y.jllYis tantnm (las que pue·
den destruirse mediante prueba en contrario). Las segundas son aquellas que, sin
estar implicadas en la ley, el juzgador las deriva, por medio de la deducción lógica,
de un hecho notorio o probado.
El ordenamiento jurídico que con más exactitud define la connotación de ambas especies
de presunciones es ~I Código de Procedimientos Civiles del D. F., al disponer respectiva-
mente en sus artículos 379 y 380: "Presunción es la consecuencia que la ley o el juez
deducen de un hecho conocido para averiguar la verdad de otro desconocido: la primera se
llama legal y la segunda humana," "Hay- presunción legal cuando la ley la establece expresa-
mente y cuando la consecuencia nace inmediata y directamente de la ley; hay .presunción
humana cuando de un hecho debidamente probado se deduce otro que es consecuencia ordina-
ria de aquél."
17.5 e Así lo ha sostenido el Primer Tribunal Colegiado en Mau,.ia Civil del Primer Cir~uito
(Oc. Informe de 1979. pág. 168. Sección "Tribunales Colegiados"). ,
668 EL JUICIO DE AMPARO
c) Carga de la prueba
Independientemente de las reglas que norman la cuestión de la prueba en materia
procesal general; aplicables sobre este particular al juicio de amparo, existen en éste algu-
nos principios específicos sobre ese particular involucrados en la Ley de Amparo y
sustentados por la jurisprudencia de la Suprema Corte. Así, ésta ha establecido un
principio que pudiéramos llamar de equidad en la obligaci6n procesal de la carga
de la prueba, al estimarse que no s610 el quejoso debe probar, en su caso, la existencia
del acto reclamado y su inconstitucionalidad, sino que también <Ca la autoridad res-
ponsable incumbe la justificación de sus actos, y dicha autoridad debe comprobar con
las constancias conducentes, la legalidad de sus procedimientos", y que "dos son las
condiciones que deben concurrir para negar el amparo: que el quejoso no compruebe
las violaciones por él señaladas, y que la autoridad responsable' pruebe que no ha
violado ninguna garantía constitucional".''' Aparentemente, la obligación que para
la autoridad responsable se deriva de esta última parte de la tesis jurisprudencial
citada, en el sentido de tener que comprobar una no contravención constitucional, pa-
rece que pugna con el principio de derecho procesal consistente en que el que niega
no está obligado a probar y de que un hecho negativo, por ser tal, no es susceptible de
probarse directamente. Sin embargo, cuando una autoridad niega que haya procedido
inconstitucionalmente, implícitamente está asentando la afirmación de que su actuación
se ajustó a los imperativos de la Ley Suprema. Por tal motivo, procesalmente tiene la
119 Apéndice al Tomo CXVIII, tesis 847. . .
180 La mencionada posibilidad ha sido establecida por la illriJti~·¡f'tuia de la Suprema
Corte, según es de verse en la tesis 850 del Apéadíce ' al Tomo CXVIP, -qtre equivale a la tesis
147 de la Compila(ión 1917-1965, y tesis 145 del Apéndice 1975, MBteria Genera/.
181 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 842 ,y 846. .
EL AMPARO INDIRECTO O BI-INSTANCIAL 671
eficacia de comprobacián que cada uno de los elementos o medio probatorios tiene.
Sobre este particular, la Ley de Amparo s610 contiene una regla que atañe específica.
mente a la apreciación judicial de la prueba pericial, contenida en el último párrafo
del articulo 151, que dice: "La prueba pericial será calificada por el juez según pru-
dente estimación", mandamiento que está corroborado por el artículo 211 del Código
Federal de Procedimientos Civiles.
Por prudencia se entiende discernimiento y especificación de lo que es bueno o
malo; cordura, juicio, templanza, cuidado, tiento, cautela, discreción; de tal suerte
que el juzgador debe valorar con juicio, discernimiento, cordura, templanza y raciona-
lidad los dictámenes en que se haga consistir la prueba pericial, para determinar su
valor de acuerdo con la enjundia artística, técnica o científica de las razones o argu-
mentos que en el estudio científico, tecnológico o artístico respectivo se expongan,
para que, una vez ponderada, reflexiva o prudentemente, se Darme la convicción acerca
de la certeza, de la idoneidad, o de la atingencia de las conclusiones a que lleguen
los peritos.
Dicho en otros términos, estimar o apreciar prudentemente una prueba pericial
consiste en atender a los argumentos y razones que se expresen en los dictámenes
respectivos para apoyar las conclusiones o proposiciones a que llegue el perito; de tal
manera que si el juzgador otorga valor probatorio pleno a un dictamen pericial fun-
dándose exclusivamente en las afirmaciones del perito, sin que éstas estén apoyadas
racionalmente en conocimientos científicos, técnicos o artísticos) dicho otorgamiento no es
prudente, sino imprudente, descuidado, falto de reflexi6n, de tacto o de discernimiento.
La valorización prudente de una prueba no queda, consiguientemente, al arbitrio
caprichoso del juzgador, sino que éste debe ponderar, conforme a su criterio sensato)
las razones o argumentos que se aduzcan en los dictámenes en que dicha prueba con-
sista, para otorgarles el valor que les corresponda.
LL jurisprudencia de la Suprema Corte ha sostenido semejante criterio al afirmar que
la apreciación de ciertas pruebas {testimonial, pericial o presuntiva) no se funda en un ar-
bitrio absoluto, "sino restringido por determinadas reglas basadas en los principios de la lógi-
ca, de los cuales no debe separarse, pues al hacerlo (el juzgador}, su apreciación aunque
no infrinja ciertamente la ley, sí viola los principios lógicos en que descansa y dicha viola-
ción puede dar materia al examen constitucional".186
y contra su colitigante, cuando éste no los objeta (m 203). Por lo que toca al valor
probatorio que pueden tener los libros de los comerciantes, estimamos que para la
apreciación de dicha probanza se debe atender a las disposiciones respectivas del Códi-
go de Comercio, el cual, en su articulo 1295, establece reglas minuciosas para que el
juzgador pueda constatar su eficacia probatoria.
El Código Federal de Procedimientos Civiles otorga a la prueba de inspección
¡udicial valor probatorio pleno, siempre y cuando no se requieran para el caso conoci-
mientos facultativos, es decir, científicos, técnicos o artísticos (art. 212).
Por su parte, como ya dijimos anteriormente, la única prueba cuyo valor .o apre-
ciación la consigoa expresa y directamente la Ley de Amparo, es la pericial, al establecer
que ésta "será calificada por e! juez según prudente estimación".'" b e í
Al respecto, el invocado precepto dispone que: "A fin de que las partes puedan rendir
sus pruebas en la audiencia del juicio, los funcionarios o autoridades tienen obligación de
expedir con teda oportunidad a aquéllas las copias o documentos que soliciten; si dichas
autoridades o funcionarios no cumplieren con esta obligación, la parte interesada solicitará
del juez que requiera a los omisos. El juez hará el requerimiento y aplazará la audiencia
por un término que no exceda de diez días; pero si no obstante dicho requerimiento durante
el término de la expresada prorroga na se expidieren las copias o documentos, el juez, a
petición de parte, si lo estima indispensable, podrá transferir la audiencia hasta en tanto se
expidan y hará uso de los medios de apremio, consignando en su caso a la autoridad omisa
.1'01 desobediencia a su mandato.
"El interesado que maliciosamente o con el solo propósito de obtener la prórroga de la
audiencia. ocurra quejándose de la falta a que se refiere el párrafo anterior. o informe al juez,
que se le ha denegado la expedición de una copia o documento que no hubiese solicitado,
sufrirá una multa de veinticinco a trescientos pesos.
"Cuando se trate de actuaciones concluidas, podrán pedirse originales, a instancia de
cualquiera de las partes,"
g) Periodo de alegaJos
G. Consideraciones finaüs
En efecto, dicho precepto establece al respecto que "los Jueces de Distrito cuidarán de
que los juicios de amparo no queden paralizados, proveyendo lo que corresponda hasta dictar
sentencia, salvo los casos en que esta ley disponga expresamente lo contrario. El Ministerio
Público cuidará del exacto cumplimiento de esta disposición, principalmente cuando el acto
reclamado importe peligro de privación de la vida, de la libertad o entrañe deportación. des-
tierro o alguno de los actos prohibidos por el artículo 22 de la Constitución Federal".
propias de cada asunto, circunstancias que hacen un tanto menos que imposible fonnu-
lar consideraciones generales acerca de la infinita gama de actos procesales secunda-
rios, que, repetimos, obedecen al caso concreto de que se trate (incidentes y promo-
ciones en general, con sus respectivos acuerdos).
El juicio de amparo directo es aquel que se instaura ante la Suprema Corte o los
Tribunales Colegiados de Circuito en única inslancia; es aquel respecto del cual dichos
órganos judiciales federales conocen en jurisdicción originaria, esto es, sin que antes
de su injerencia haya habido ninguna otra instancia, a diferencia ~e lo que sucede
tratándose de amparo indirecto, del que conocen en segunda instancia o en ¡uri¡Jieeión
apelada o derivada, mediante la interposición del recurso ·de .revísión contra las sen-
tencias constitucionales pronunciadas por los Jueces de Distrito.
Para mayor conveniencia terminológica evidenciada conforme a las razones que ex-
pusimos en el capitulo precedente, debe optarse por denominar al juicio de amparo
director, amparo uni-instancial, en vista de la unicidad de instancia que en relación
a su conocimiento tienen la Suprema Corte y los Tribunales Colegiados de Circuito.
Como afirmamos anteriormente, el juicio de amparo uni-instancial nace "a partir
de la Constitución de 1917, la cual, innovando el sistema de amparo que prevalecla
con anterioridad a su vigencia, declaró en la fracción VIII de su primitivo artícu-
lo 107, que cuando !;l acto reclamado consistiera en una sentencia definitiva dictada
en juicios civiles o criminales, la acción constitucional se deducirla ante la Suprema
Corte.
Por decreto de--50 de diciembre de 1950, al reformarse el articulo 107 constitu-
cional, se conservó el amparo directo, bifurc;ando su procedencia ante la Suprema Corte
y ante los Tribunales Colegiados de Circuito, en sus respectivos casos, bifurcación
680 EL JUICIO DE AMPARO
Al tratar acerca de-la competencia 18' dijimos .que el juicio de amparo directo
procede contra sentencias definilivaJ civiles, penales, aáminiJtr4tivaJ o laudos arbitrales
definitivos, según lo establecen los artículos 107 constitucional, fracciones V y VI, Y
158 de la Ley de Amparo, de acuerdo con las Reformas de 1967.
A. La idea de sentencias definitivas, para los efectos de la procedencia del juicio
uni-instancia! de garantías, se concibe en el articulo 46 de dicha Ley, como aquellos
fallos "que deciden el juicio en lo principal y respecto de los cuales las leyes comunes
no concedan ningún recurso ord;'lario por virtud del cual puedan ser modificados o
revocados"; O que, dictados "en primera instancia en asuntos judiciales del orden
civil", las partes hayan formulado renuncia expresa a la interposición de dichos recur-
sos, si legalmente tal renuncia estuviese permitida.
La mencionada concepción legal proporciona los siguientes elementos que necesa-
riamente deben concurrir para calificar a una resolución como "sentencia definitiva"J
impugnable en amparo directo:
a) Que decida la controversia fundamental o principal en el juicio en que se
dicte.T89 Conforme a este elemento, no son, por ende, sentencias definitivas, las reso-
luciones que diriman una cuestión incidental o accesoria dentro de un procedimiento
jurisdiccional, o sea, las sentencias interlocutorias, aunque pongan fin a la contienda,
188 Véase Capítulo XI.
'189 La jurisprudencia de la Suprema Corte ha reiterado este elemento,- al afirmar que
la sentencia definitiva, para los efectos del amparo, es la que define una controversia en lo
principal establecido el derecho en cuanto a la acción y la excepci6n que hayan motivado
la litis contestatio ... (A~dice al Tomo CXVIII. tesis 99'. Tesis 322 de la Compilarión
1J
puesto que no dilucidan las pretensiones primordiales de las partes.'oo Debemos insistir
en que, desde el punto de vista de su materia decisoria, la definitividad de un fallo
consiste en que éste dirima la contienda fundamental, diciendo el derecho sobre la
acción y sobre las defensas y excepciones opuestas, sin 'iue se tomprenda, dentro de di-
ChOI elementos, a las resoluciones que decreten el sobreseimiento del ¡uirio respeaioo,
contra las 'iue proced« el amparo bi·inslan<ÍtÚ. Huelga recordar que ese fenómeno se
registra frecuentemente en los procesos contencioso-administrativos, conforme a las leyes
adjetivas que los rigen.
b) Que contra la mencionada resolución no proteda ninglín recurso legal ordi-
nario que persiga como objeto su revocaci6n o modificaci6n, bien porque las leyes
comunes no lo establezcan, o porque los interesados hubiesen renunciado a él, estando
permitida la renuncia. Te1 De acuerdo con este segundo elemento, las sentencias que
decidan el negocio en lo principal, pero que sean atacables por algún recurso legal
ordinario (como el de apelación, verbigracia), no son "sentencias definitivas" para los
efectos de la procedencia del amparo directo, aunque tengan dicho carácter desde -el
punto de vista del Derecho Procesal común. Por tanto, al exigirse que un faUo que
resuelva la controversia fundamental en un juicio, no sea impugnable por ningún
recurso legal ordinario, para atacarlo en amparo uni-instancial, se corrobora el prin-
cipio de definitividad que en otra ocasi6n estudiamos.'l92
e] Que la resolución de que se trate, satisfaciendo las dos condiciones anterior-
mente aludidas, se dicte en un j{licio cioil, lato JenJU, es decir, mercantil o civil stritto
sen/u, en un inicio penal, o en un juicio sobre materia tNlminiJtratilld, seguido ante tri-
bunales que tengan este carácter (como el Tribunal Fiscal de la Federación o el Tribu-
nal de lo Contencioso Administrativo del Distrito Federal, verbigracia).
B. Los elementos que constituyen la definitividad de las sentencias civiles, pe-
nales o administrativas para los efectos del amparo directo, deben concurrir tratándose
de los laudos que se pronuncien en materia laboral, tanto por las Juntas de Conciliaci6n
y Arbitraje, como por el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje de los Trabaja-
dores al Servicio del Estado, para que estas resoluciones sean reclamables en un juicio
uni-instancial de garantías. Por tanto, se requiere que dichos laudos resuelvan la con-
troversia laboral principal, diciendo el derecho sobre las acciones y excepciones deduci-
das u opuestas en el procedimiento contencioso de trabajo; y que, además, no sean
impugnables por ningún recurso o medio de defensa legal ordinario, circunstancia esta
última que, por otra parte, se establece en la disposici6n correspondiente de la Ley
Federal del Trabajo. De ello se deduce que, contra cualquier resolución dictada en mate-
ria laboral que no dirima el conflicto substancial, procede el amparo indirecto ante un
Juez de Distrito, aunque ponga fin al procedimiento respectivo.
C. Respecto a la procedencia genérica del juicio de amparo uni-instancíal, debe
recordarse la salvedad de que, si no s6lo se reclama la sentencia civil, penal o adminis-
traliva O el laudo laboral definitivo por VICIOS propios, sino dichas resoludones y
lodos lo! actos procesales anteriores desde el empl<1Zd111ienlO por falla o defeclo de éste
y sin que la parle demandaáa baya tenido injerencia alguna en el procedimiento
respectivo, la acción constitucional debe ejercitarse ante un Juez de Distrito, o sea, en
amparo indirecto o bi-ínstancial.798
D. El amparo directo o uni-instancial procede contra los citados fallos definí-
tivos, tanto por violaciones cometidas en ellos, como por infracciones habidas durante
la secuela del procedimiento correspondiente, siempre que estas infracciones hayan
afectado a las defensas del quejoso trascendiendo al resultado del fallo. De lo anterior
se deduce que dicho tipo procedimental del juicio de amparo se traduce en un medio de
control de la legalidad sustantiva y de la legalidad procesal, para enmendar los errores
"in iudkandon e "in procedendo", que se hubiesen cometido en los juicios civiles, pe·
nales, administrativos o del trabajo.
E. Debe hacerse la importante advertencia de que los actos procesales en dichos
juicios y en sí mismos o aisladamente considerados, nunca son impugnables en la vía
constitucional, sino s610 al través de la resolución definitiva que se dicte en el proce-
dimiento correspondiente, salvo que tales actos sean de "imposible reparación" o
afecten a sujetos distintos de las partes, en cuyos casos procede el amparo indirecto
o bi-instancial, es decir, ante un Juez de Distrito, como expusimos en otra ocasi6n.'1940
F. Hemos afirmado que las violaciones procesales que se registren en un juicio
civil, penal, administrativo o del trabajo,-para que sean reclamables en amparo directo
o uni-instancial a través del fallo definitivo que en ellos se pronuncie, deben ser subs-
tanciales, es decir, deben trascender al· resultado de dicho fallo, según lo establece el
artículo 158 de la Ley de Amparo. Ahora bien, este ordenamiento, en sus artículos 159
y 160, consagra las hipótesis en que se consideran "violadas las leyes del procedi-
miento y que se afectan las defensas del quejoso" en los juicios civiles, laborales, admi-
nistrativos y penales, respectivamente, otorgando a la Suprema Corte y a los Tribunales
Colegiados de Circuito amplia facultad para apreciar, fuera de los supuestos específicos
legalmente previstos y por analogía con éstos, los casos en que se produzcan dichos fe·
nómenos (frac. XI del art. 159 y frac. XVII del arto 160).
G. Para impugnar en amparo directo o uni-ínstancial las violaciones cometidas
durante la secuela del procedimiento, el agraviado tiene la obNg",Mn de preparar el
ejercicio de la acción constitucional respectiva, que deberá deducir contra el fallo defi-
nitivo. Esta obNgaci6n s610 opera Iralánáose de los juicios cioiles (lato sensu), según
lo establece él artículo 161 de la Ley de Amparo. La preparaci6n estriba en impugnar el
acto dentro del juicio en que se haya cometido la violación procesal mediante el recurso
ordinario procedente y dentro del término legalmente señalado (frac. I de dicho
art.: 161); y si tal acto no es impugnable por ningún recurso ordinario o si éste
fuere desechado o declarado improcedente, "deberá de invocar la violación como agra·
vio de la segnnda instancia, si se cometió en la primera" (frac. II del propio
precepto).'" La preparación del amparo directo, que, repetimos, sólo debe formularse
en JOJ iuiciol civiles, no se exige cuando en éstos la controversia haya versado sobre
196 La cbllgacién que tiene el agraviado de preparar en los términos anotados, la acción
constitucional directa únuamenJe en los juicios civiles mediante la interposición de los recursos
ordinarios que legalmente procedan contra los autos, proveídos o resoluciones que importen vio-
laciones procesales. hace nugaJorios tajes recursos tratándose de ;ui(jos distintos, en los que, por
no existir tal obligación. dichos medios ordinarios de impu$O-ación pueden obviarse sin que las
violaciones procesales se reputen consentidas, fenómeno negativo que también acaece en los juicios
civiles que versen sobre acciones del estado civil o en que la controversia afecte al orden o a la
estabilidad de la familia. Estas consecuencias se derivan de las Reformas de 1967.
... Véase CapItulo IV.
684 EL JUICIO DE AMPARO
Hemos afirmado que este tipo procedimeotal de amparo procede contra sentencias
definitivas civiles, penales, o administrativas, o contra laudos definitivos en materia
laboral. Asimismo, hemos manifestado que, según las Reformas de 1967, del juicio
uni-instancial de garantlas pueden conocer la Suprema Corte o los Tribunales Colegia-
dos de Circuito, ináependientemente de la natllraleza de las violaciones 'lile en la de-
tn4rláarespectiva se alegllen. Por consiguiente, y de acuerdo con dichas Reformas, los
criterios para distribuir la competencia, deotro del amparo directo, entre la Corte y
dichos Tribunales, descansan en diversos elementos, atañederos a las diferentes materias
sobre las que el propio juicio puede versar, y a los cuales nos hemos referido eo el
capitulo XI de esta obra, permitiéndonos reproducir el cuadro competeocial de la Su-
prema Corte eo el amparo uni-Instancial.
AsI, este Alto Tribunal conoce en única instancia del amparo, en las siguieotes
hipótesis:
A. En maJeria penal
B. En materia administrativa
denlal p",a los intereses de la nación". (Art. 107 const., frac. V, inciso b) y 2~, frac. JII,
de la Ley Org. del P. J. de la F.)
C. En m4Jeria civil
a] Cuando el laudo definitivo reclamado haya sido pronunciado por las Juntas
locales de Conciliación y Arbitraje en el>nfliclos de e"'«ler colectioo. (Arts. 107 const.,
frac. V, inciso d} y 27, frac. IIl, inciso a) de la Ley Org. mencionada.)
b J Cuando dichos laudos se pronuncien por autoridades federales de Conciliación
y Arbitraje en cualquier el>nfliell>. (Idem. y arto 27, frac. IIl, inciso b).)
e) Cuando los propios laudos provengan del Tribunal Federal de Conciliación y
Arbitraje de los Trabajadores al Servicio del Estado. (Idem. e inciso eJ, frac. III del
citado precepto secundario.)
Hemos sostenido que dentro del juicio de amparo directo o uni-instancial los Tribu-
nales Colegiados de Circuito tienen la competencia abierta que prevé la fracción VI
del artículo 107 constitucional, es decir, que conocen de dicho juicio cuando se trate de
cualquier fallo definitivo dictado en juicios civiles, penales, administrativos o labora.
les, que no se comprenda dentro de ninguno de los casos que configuran la compe·
tencia, dentro del mismo juicio, de la Suprema Corte. Específicamente los mencionados
Tribunales conocen del amparo directo o uni-instancial en los supuestos a que nos
referimos a continuación.
A. En maJeria penal
B. En materia adminhtrativa
aJ Cuando se trate de juicios administrativos ante tribunales no federaJes, inde-
pendientemente de la cuantía del negocio.
b J Cuando, tratándose de juicios administrativos ante tribunales federaJes, el In-
terés del negocio en que se haya pronunciado la sentencia que se reclame, l/O rebase
la cantidad de qllinientos mil pesos.
eJ Cuando en los mismos juicios administrativos, el interés del negocio sea de
e1/4I11/a ináelermindlia y no revista "importancia trascmdental para los intereses de la
nación" en. concepto de la Suprema Corte. (Idem, inciso b).)
C. En maJería civil
D. En materia laboral
Cuando el laudo definitivo se diete por las Juntas de Conciliación y Arbitraje cen-
trales o locales, en conflictos il/dividuaJes de trabajo. (Idem, inciso d).)
A. La demanda de amparo
Al tratar sobre este tema respecto del amparo indirecto o bi-instancial, hicimos al-
gunas consideraciones acerca de la demanda de ~paro in genere, por lo que) en obvio
de repeticiones, nos remitimos a 10 expuesto ~~~quel1a ocasión.t'"
a) Sil conlenido
Como toda demanda, la de amparo directo tiene un contenido determinado, que
está constituido por todos aquellos datos o elementos que COncurren en la integración
,.. V6lse CapItulo XV.
'09 véase CapItulo XVIII.
688 EL JUIOO DE AMPARO
Los elementos medulares que debe contener la demanda de amparo, por ser ellos
de los que deriva en gran parte el éxito de la acción constitucional deducida, son los
aludidos en las fracciones IV, VI Y VII ya transcritas. En efecto, los elementos men-
cionados en la primera de estas' fracciones, son aquellos en los que el quejoso formula
los conceptos de violación, especificando las contravenciones que en su perjuicio hu-
biere cometido la autoridad responsable respecto de las leyes del procedimiento y que
hayan originado un estado de indefensión, según las hipótesis consignadas en los
artículos 159 y 160 de la Ley de Amparo.
Respecto a los elementos indicados en la segunda de las fracciones últimamente
citadas, el agraviado debe demostrar, formulando los conceptos de violación correspon-
dientes, .la infracción de su perjuicio de garantías individuales por la contravención en
que hubiere incurrido la autoridad responsable a las normas procesales o de fondo,
mencionadas estas últimas en la fracción VII del invocado artículo 166.
b) Su forma
En cuanto a la forma, este precepto establece, por modo absoluto, que la demanda
de amparo directo debe formularse por escrito.
e) Su redacción
199 bt a "Los argumentos que se aducen en los conceptos de violación y que no se hicieron
valer ante la Sala del Tribunal Fiscal que emitió la sentencia que constituye el acto reclamado,
no pueden ser tomados en consideración, pues resultaría injustificado examinar la constitucionalidad
del acto reclamado a la Ju:t: del razonamiento o hechos que no conoció la Sala Fiscal responsable,
al no haberse propuesto a la misma." "Cuando hay consideraciones esenciales que rigen el sentido
del fallo rebatido que no se atacan en los conceptos de violación, resultan inoperantes los mismos,
porque aun en el caso de que fueran fundados, no bastarán para determinar el otorgamiento del
amparo." (Apéndi~e 197J. TeIÍ1138 y 361. Segunda SaJa.) .
690 EL jUlOO DE AMPARO
d) SIf presenttUión
Por lo que concierne a la presentación de la demanda, que no es sino el acto ma-
terial por medio del cual el agraviado deposita el escrito respectivo ante el órgano que
la ley determina,' el ordenamiento reglamentario de los articulas 103 y 107 constitucio-
nales contiene algunas reglas sobre el particular.
Dicha presentación puede realizarse direclamenle ante la Suprema Corte o ante el
Tribunal Colegiado de Circuito respectivo, o indirectamente, por conducto del' Juez
de Distrito o de la misma autoridad responsable (art. 167 de la Ley).
Pues' bien, presenlada la demanda ante la OIIloridad responsable, ésta tiene la obli-
gación de "hacer constar al pie del escrito de la misma, la fecha en .que fue notificada
al quejoso la resolución reclamada y la de presentación del escrito", contrayendo el
quejoso la obligación de exhibir sendas copias de su demanda para el expediente del
juicio del que emane la sentencia civil, penal o administrativa o el laudo laboral recla-
mados y para los terceros perjudicados (arts. 167 y 168, segundo párrafo, de la Ley).
Cuando la presentación se haga directamente ante la Suprema Corte o ante el Tri-
bunal Colegiado de Circuito competente, o por conducto del [uez de Distrito, el
agraviado tiene la obligación de "comunicar desde luego a la autoridad responsable
la interposición del amparo, acompañándole una copia de la demanda y una para cada'
una de las partes que intervengan en el juicio en que se dictó la sentencia recurrida
(tercero perjudicado), copias que la autoridad responsable mandará entregar, em-
plazando a las partes para que comparezcan ante la misma Corte o dicho Tribunal, a
defender sus derechos" (art. 168, primer párrafo).
La omitida o incompleta adjunción dé las copias de la demanda de amparo directo
(las cuales legalmente deben exhibirse ante la autoridad responsable;' según lo establecen
los preceptos invocados), tiene Como sanción, tratándose de juicios de garantías que
versen sobre materia civil o del Irabajo; la abstención de parte de la autoridad respon-
sable de remitir la demanda a la Suprema Corte o al Tribunal/Colegiado de Circuito
(en caso de que ante ella se hubiere presentado), asi como .de proveer sobre la sus-
pensión,' debiendo prevenir al promovente que presente las copias omitidas dentro del
término de cinco días. Transcurrido este término sin que se hayan presentado, la autori-
dad responsable debe remitir la demanda con el informe relativo sobre la omisión de las
copias, a la Suprema Corte o a dicho Tribunal, los que lendrán por desistido de dicha
demanda al qtlejoso (art. 168, párrafo tercero).800
En materia penal, la sanción por las omisiones totales o parciales de las copias re-
queridas por la ley, también consiste en tener por desistido al quejoso de la demanda
. -
800 Por analogía de razón las sanciones que se derivan de la omisión de adjuntar completas
las copias de la demanda de amparo directo, deben registrarse cuando la sentencia definitiva recla-
macla haya recaído a un juicio sobre male,ia administra/¡va.
EL JUICIO DE AMPARO DIRECTO O UNI-INSTANClAL 691
Si hemos adoptado la designación plural respecto del tema que vamos a tratar, es
debido a la circunstancia' de que existen diversos proveidos judiciales de contenido
distinto, que recaen inicialmente a la demanda de amparo directo, según la diferente
entidad jurisdiccional ante la que se presente. Tales proveídos carecen de alusión legal;
sin embargo, partiendo de un sentido lógico, pueden ponerse de manifiesto.
a) Cuando la demanda de amparo directo se presenta ante la autoridad respon-
sable para que sea remitida a la Suprema Corte o al Tribunal Colegiado de Circuito
que corresponda, aquélla dicta un auto en el que se contiene la declaración de que se
tiene por interpuesto el amparo contra el laudo o sentencia de que se trate, así como
los mandamientos relativos al emplazamiento de los terceros perjudicados para que
ocurran ante los citados organismos a defender sus derechos, y a la rendición del Infor-
me justificado, con el que dicha autoridad debe remitir a los citados órganos de
control, los autos originales. Si éstos no pueden ser enviados por existir algún "incon-
veniente legal", la propia autoridad responsable debe manifestarlo así en el auto res-
pectivo, exponiendo las razones que funden la expresada negativa. Si el quejoso, dentro
del plazo de quince dias que el mencionado precepto legal establece, solicita la copia
certificada que el mismo prevé, la autoridad responsable, según dijimos, tiene la obli-
EL JUICO DE AMPARO DIRECfO O UNI-INSTANCIAL 693
C. El injorme ;uItificado
tuaei6n se ajust6 a lo previsto por las normas adjetivas o sustantivas aplicables, respec-
tivamente, a! procedimiento en que se dict6 la sentencia o laudo impugnados, y a la
cuesti6n substancial debatida entre las partes.
En la práctica sucede con frecuencia que la autoridad responsable, en los casos de
amparo directo, remite copia certificada o autorizada de la sentencia o laudo atacados
por vía de informe justificado. 'Esta práctica nunca viene a colmar las exigencias te-
leol6gicas de la naturaleza misma del informe con justificaci6n, puesto que el objeto
de éste no consiste, de ningún modo, en reproducir el acto reclamado, sino que estriba
en defenderlo, sosteniendo su constitucionalidad. Bien es verdad que, cuando se trata
de violaciones a normas sustantivas cometidas en la sentencia o laudo procesales reali-
zadas también en dichos actos, los considerandos respectivos pueden ser lo suficiente-
mente explícitos por sí mismos y contener sólidos argumentos jurídicos para fundamen-
tar el sentido de la solución, pa.ra evidenciar la legalidad y, por ende, la constitu-
cionalidad del acto reclamado; mas cuando las violaciones a leyes de procedimiento
no se cometan o no se hayan cometido en la sentencia definitiva o laudo, sino por
actos diversos verificados durante la secuela procesal, es indispensable que la autoridad
responsable, para demostrar que no existen tales contravenciones, se refiera separada-
mente, en su informe justificado, a cada uno de los actos en que el quejoso hace
traducir las violaciones alegadas, esgrimiendo los argumentos jurídicos pertinentes e
invocando las razones idóneas para el efecto, basados en las constancias de autos.
Dice. ~11 efecto la disposición legal relativa: "La Suprema Corte o el Tribunal Colegiado
de Circuito examinarán, ante todo, la demanda de amparo; y si encuentran motivos mani-
fiestos de improcedencia, o que no se llenaron en su caso, los requisitos que establece el
artículo 161, la desecharán de plano y comunicarán su resoluci6n a la autoridad responsable,
salvo lo dispuesto '·en,.el párrafo final del articulo 76:'
EL JUICIO DE AMPARO DIREcro O UNI-INSTANC1AL 695
Ahora bien; para que la Suprema Corte- o el Tribunal Colegiado de Circuito dic-
ten un auto de desechamiento de plano de la demanda de amparo, se requiere que los
motivos de improcedencia constitucional o legal sean manifiestos, esto es, notorios o
evidentes por sí mismos, sin necesidad de que exijan ulterior comprobaci6n. Pero,
además, puede suceder que la acción de amparo deducida en la vía uni-instancial,
en apariencia, no sea improcedente ni legal ni constitucionalmente. y que, sin em-
bargo, no haya sido debidamente preparada según las reglas establecidas por el articu-
lo 161 de la Ley que, según dijimos, sálo rigen para lo! iNicio! civil", con las salve-.
dades que también mencionamos. En tal caso, como la sanción que pesa sobre el que-
joso por no haber realizado los actos preparatorios del amparo directo, consiste en
tenerlo por conformado, mediante un consentimiento tácito o ficto, de las violaciones
procesales cometidas en su contra, el articulo 177 ya transcrito dispone que la demanda
correspondiente debe también desecharse de plano. Esta última prevención no es sino
la corroboración del motivo O causa de improcedencia legal determínada en la fracción
XVIII del artículo 73 de la Ley de Amparo. El desechamiento de plano de .OOa de-
manda de amparo en la que la acción constitucional no haya sido debidamente prepa-
. rada por el agraviado de acuerdo con el artículo 161 de este último ordenamiento, nos
parece una sanción indebida puesto que la no realización de los actos preparatorios
• a que dicho precepto alude en muchos casos puede no ser evidente o manifiesta, sino
que requiera, para constatarla, un análisis previo, el cual sólo podría efe~e dentro
de la secuela del procedimiento. Por tal razón, estimamos que en aquellos casos en los
que no' se trate de motivos notorios, evidentes o manifiestos por sí mismos de impro-
cedencia legal o constitucional, la demanda de amparo debe admitirse (siempre y cuan-
do reúna los requisitos que establece el artículo 166 de la Ley- de Amparo), sin perjui-
cio de que durante la secuela del procedimiento aparezcan o se evidencien los motivos o
causas de improcedencia, debiendo dictarse, en tal hipótesis, una resolución de sobre-
seimiento. ~
El desechamiento que se deriva de las dos circunstancias previstas en el artículo 177
de la Ley Orgánica de los artículos 103 Y 107 constitucionales, tiene una importante
excepción concerniente a los casos en que se puede suplir la deficiencia de la queja,
a que se refiere el' articulo 76, y que establece:
"Podrá también suplirse la deficiencia de la queja en"materia penal y la de la parte
obrera en materia del trabajo, cuando Se encuentre que ha habido en contra del agraviado
una violación manifiesta de la ley que 10 ha dejado sin defensa, y en materia penal, además,
cuando se le haya juzgado por una ley que no es exactamente aplicable al caso," ,
"Deberá suplirse la deficiencia de la queja en 11Utteria agraria, cuando el quejoso alegue
que ha habido, en contra del núcleo de población o del ejidatario o comunero, una violación
. manifiesta de sus derechos agrarios sobre tierras yaguas."
"Podrá suplirse la deficiencia de la queja en los juicios de amparo en que los menores
de edad o los inrapa(es figuren como quejosos:' .
802 La representación del Ministerio Público Federal ante los Tribunales Colegiados de
Circuito. se confiere por Ia Ley-de la Procuraduría General de la República vigente (publicada
en el Diario Ojiúal de la Fed(/radón de 30 de diciembre de 1974 (art. 40» a Jos Agentes
adscritos a dichos Tribunales.
El JUIOO DB AMPARO DIRECTO O UNI-INSTANCIAL 697
sea Así lo ha sostenido la ;lIrisprlld"ltia: Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 228. Tesis 107,
Ter~na Sala y 66, Materia General de la Compilación 1917-196J, que corresponden respectivamente
a las tesis 111 y 66 del ApénJiu 197J.
698 EL JUICIO DE AMPARO
expediente dentro del término .de diez días al Ministro relator que corresponda a efecto deque
formule, por escrito, dentro de treinta días, el proyecto de zesolucién redactado en forma de
sentencia; y se pasará copia de dicho proyecto a los' demás Ministros que integren la Sala..
quedando los autos a su disposición, para su estudio, en la Secretaría (art. 182, primer párrafo),
previniéndose a continuación que "Cuando .por la importancia del negocio O ID voluminoso del
expediente, el Ministro relator estime que no es bastante el plazo de treinta días para formular
proyecto, pedirá a la Sala que le amplíe aquel ténnino por el tiempo que sea necesario. Tam-
bién podrá el Ministro relator pedir a la Sala que el expediente se pase para estudio de los
demás integrantes de aquélla, cuando el caso lo amerite" (idem, párrafo segundo).
"Cuando el quejoso alegue entre las oiolaciones de fondo, en asuntos del orden penal,
la extinci6n de la acción persecutoria, el Ministro o Magistrado. en su caso, deberán estu-"
diarle de preferencia; en el caso de que la estimen fundada, o cuando por no haberlo alegado
el quejoso, consideren que debe suplirse la deficiencia de la queja conforme el artículo 76, se
abstendrán de entrar al estudio de las otras violaciones. Si encontraren infundada dicha viola-
ción, entrarán al estudio de las demás violaciones de fondo."
a) Violaciones procesales
-_ ..
I
)
CAPÍTULO VIGÉSIMO
Al abordar la cuestión que constituye el contenido del presente tema, nOS vamos
a referir a aquellos cuerpos legales que han reglamentado .en forma expresa, antes
de la Ley de Amparo vigente, la suspensión del acto reclamado. Por tal motivo,'vamos a
excluir de nuestro estudio aquellas prevenciones legales en ,general, que tácita o velada-
mente supongan la procedencia de la suspensión del acto reclamado al consignar la exis-
tencia de un medio de control constitudonal oc ser a uélla la condición indis ensable,
sine qua non, para man enee viva a materia del recurso extraordinario uchos
~ asi to OS os ro íos de control constitucional, desde el eas corpus inglés
y los famosos procesos forales de Aragón, traen imbíbita la suspensión del acto im-
pugnable, al menos en aquellos casos en los cuales la ejecución de éste destruiría el
interés teleológico de la protección persegúida por el afectado. Sin embargo, no todas
las legislaciones que han instituido un medio de control o preservación del orden
constitucional se han preocupado por reglamentar, y hasta ni siquiera por aludir, a una
cuestión tan importante como es la concerniente a la suspensión del acto víolatorio,
Para referirnos en especial a México, y concretamente desde que nació a la vida
polltica como Estado independiente y soberano, podemos decir que la institución.de la
suspensión del acto reclamado no vino a reglamentarse de acuerdo con la trascenden-
cia que tiene en el juicio de amparo, sino a partir de la expedición de las diferentes
leyes orgánicas de amparo, por lo que propiamente tal reglamentación es producto
de la legislación ordinaria. La Constitución de 1857 ni siquiera aludió a la suspen.
sión del acto reclamado, no obstante que ésta forma parte esencial del juicio de
amparo; fue la Ley Suprema vigente la que de manera enfática y categórica prevé
dicha institución, estableciendo las bases fundamentales de su .funcionamiento jurídico
en las fracciones X y XI del artículo 107. '. •
Por lo anteriormente expuesto, se observará fácilmente por qué hicimos la adver-
tencia inicial al tratar del presente tema, en el sentido de que sólo nos referiríamos
a las diversas reglamentaciones legales que en Mérico ha tenido la suspensión del
acto reclamado. El estudio de los antecedentes histórico-legales de dicha institución
lo vamos a enfocar desde el punto de vista de la consideración legislativa acerca de la
suspensión como instilllción anlónoma- dentro del juicio de amparo, si bien formando
parte esencial de éste.
A. Fue el proyecto de Ley Orgánica de Amparo de don 'oJé Urbano Fonseca,
formulado bajo la vigencia del Acta de Reformas de 1847, en el que primeramente
se hizo una alusión general respecto de la suspensión del acto reclamado. Daba Fon-
seca competencia a los Magistrados de Circuito para "suspender temporalmente" el
acto recurrido, violatorio de las garantías individuales. Sin embargo, tal facultad era
muy grave en el proyecto en cuestión, pues Fonseca no se preocupó por reglamentarIa
de modo minucioso o, al menos, preciso, no obstante lo cual. en dicho proyecto ya
podemos vislumbrar' un intento de regular separadamente del juicio de amparo la cues-
tión relativa a la suspensión del acto reclamado.
B. La Ley Orgánica de Amparo de 1861, reglamentaria de los articulos 101 y 102
de la Constitución de 1857, se refería también en forma expresa a la suspensión de!
acto reclamado, tanto en el caso de violación a garantías individuales, como en aque,
LA SUSPENSIÓN DEL ACTO RECLAMADO (GENERALIDADES)
Así, el artículo :5 0 del ordenamiento que comentamos disponía que: "Cuando el actor
pidiere que se suspenda desde luego la ley o acto que lo agravia, el juez•. previo informe
de la autoridad ejecutora del aeto reclamado, que rendirá dentro de veinticuatro horas, co-
rrerá traslado sobre este punto al promotor fiscal, que tiene obligación de evacuarlo dentro
de igual término."
El procedimiento de tramitación del incidente de" suspensión era muy sencillo, según se
desprende del articulo 716, que dice: "Promovida la suspensión que no deba decretarse de
oficio. el juez. previo informe que la autoridad ejecutora habrá de rendir dentro de veinti-
cuatro horas. oirá dentro de igual término al agente del Ministerio Público, y dentro de las
veinticuatro horas siguientes resolverá 10 que corresponda. La falta de este informe establece
la presunción de ser cierto el acto que se estime violatorio de garantías. para el solo efecto de la
suspensión." Por su parte el artículo 721 consignaba la revocabilidad o la posibilidad de ctor-
gamiento de la~ suspensión del acto reclamado por circunstancias supervenientes, al establecer
que "Mientras no se pronuncie sentencia definitiva, puede revocarse el auto de suspensi6n
O dictarse durante el curse del juicio. cuando ocurra algún' motivo superveniente que sirva de
. fundamento a la resolución."
Por último, tal como lo prevenían las legislaciones orgánicas de amparo de 1897,
-82 Y -69, las resoluciones que dictaban los Jueces de Distrito concediendo o negando
la suspensión del acto reclamado al quejoso, eran revocables por la Suprema Corte
mediante el recurso respectivo, la cual, en vista de las constancias de autos del incidente
correspondiente, "resolverla dentro de cinco días, contados desde que hayan sido tur-
nadas (las constancias) al ministro revisor, confirmando, revocando, o reformando el
auto del juez" [art. 726).
LA SUSPENSIÓN DEL ACTO RECLAMADO (GENERALiDADES) 707
A. Concepto de suspensión
la suspensión in genere puede presentarse bajo dos aspectos, no independientes ni
autónomos entre sí, sino bajo una relación de causa a efecto. Evidentemente, la suspen-
sión desde el punto de vista de su estructura externa, puede consistir, bien en un fe-
námeno (acto o hecho), o bien en una Ji/Ilación o estado, La suspensión in genere,
como fenómeno o acontecimiento, es de realización momenténea: en cambio, bajo el
aspecto o carácter de situación, implica un estado o posición de desarrollo prolongado,
pero limitado, desde el punto de vista temporal.
Entre el acto o hecho smpensíoo (como llamaremos a la suspensión bajo la nota
de acontecimiento) y la situación de suspensión, existe una relación o vínculo de
causalidad. En efecto, dicha situación, temporalmente limitada, tiene necesariamente
un comienzo, un principio. Pues bien, este comienzo o principio está constituido preci-
samente por un acontecimiento que genera la situación suspensiva. Consiguientemente,
la suspensión como acto es la causa de la suspensión como situación.
En resumen, la suspensión siempre se presenta bajo los dos aspectos apuntados, O
sea, como un acontecimiento temporal momentáneo, y hasta pudiéramos decir instan-
táneo, y como situación o estado temporalmente prolongado, pero limitado.
Hemos solamente aludido a la nota extrínseca de la suspensión en general, común
a muchos fenómenos jurídicos o fácticos. Para caracterizar su connotación conceptual
distinta y propia, es menester, por ende, acudir a lo que se podría denominar diferen-
cia específica, integrada -por, su objetivo. ¿Cuál es, por tanto, el objetivo de la sus-
pensión?
708 EL JUICIO DE AMPARO
Es innecesario advertir que el acto reclamado, para que sea susceptible de suspen-
derse, debe ser de índole positiva, esto es, que implique pronunciación, orden o eje-
cución (esta última actual o potencial); que no se traduzca en una mera y pura absten-
ción o en un simple no hacer por parte de la autoridad responsable. Además, la
suspensión del acto reclamado, por lo general, nunca tiene efeclos restitutorios del goce
o disfrute de los derechos violados, pues tales efectos son privativos de la sentencia
constitucional que otorgue al quejoso la protección federal, sino exclusivamente de
paralizaci6n o cesación temporales del comienzo, desarrollo o consecuencias del acto
ceclamado.
En. este sentido se ha pronunciado la jllfispl'tldenfia de la Suprema Corte, al establecer
que: "Los efectos de la suspensión consisten en mantener las cosas en el estado que guardaban
al decretada y no en el de reJfiluirlas al q/u tenían antes de la violación constitucional, Jo
que s610 es efecto de la sentencia que concede el amparo en cuanto el fondo." 80.5
De acuerdo con las consideraciones anteriores, podemos decir que la .fJJJpenJión
en el ¡uiciode amparo es "'fuer proveído ¡u¿icial (auto o resolución que concede la
suspensión de plano u oficiosa, provisional o definitiva) creador de fina situación
de paralización o cesación} temporalmente limitada, de un acto reclamado de caráctef
positivo, consistente en impedir para Jo futuro el comienzo o iniciación, desarrollo o
consecuencias de dicho acto, a partir de la mencionada paralizaci6n o cesación, sin
que se invaliden los estados o hechos anteriores a éstas y que el propio arlo hubiese
provoCado.
Se suele adscribir a la suspensión del acto reclamado el carácter de providencia
o medida cautelar, Esta consideración es correcta si se toma en cuenta que dicho fenó-
meno o situación procesal conserva la materia del amparo, impidiendo que el acto
de autoridad impugnado en la vía constitucional se ejecute o produzca sus efectos o
consecuencias en detrimento del quejoso mientras se resuelve ejecutoriamente el juicio
de garantías. Sin embargo, estimar a la supensi6n como medida o providencia caute-
lar con las modalidades que a estas instituciones atribuye la doctrina de Derecho Pro-
cesal, se antoja un despropósito que atenta contra su naturaleza jurídica.
Asi, Héctor Fix Zamudio sostiene que "es indudable que la suspensión de los actos te-
clamados constituye una providencia cautelar, por cuanto que significa una apreciación preli-
minar de la existencia de un derecho con el objeto de anticipar provisionalmente algunos
efectos de la protección definitiva y por este motivo, no sólo tiene eficacia puramente con-
servativa, sino que también puede asumir el carácter de una providencia constitutiva, o parcial
y provisionalmente restitutoria, cuando tales efectos sean necesarios para conservar la materia ..
del litigio o impedir perjuicios irreparables a los interesedos't.w?
Esta concepción de nuestro distinguido tratadista es inadmisible y sólo puede ex-
plicarse poc su afán de aplicar a las instituciones procesales del juicio de amparo
80:1 Aréndicc al Tomo CXVIII, Tesis 1053. Tesis 108 de la Compilaúón 1917·1965, y te-
sis 106 de Apéndire 1975, MaJeria General.
806 El Juicio de Amparo, págs. 277 y 287. El maestro Aljomo Noriega comparte, mUltllis
11lulandis, la opinión de Fix Zamudio en cuanto que la suspensión es una providencia cautelar
que anticipa "provisionalmente algunos efectos de la resolución que se dicte en el fondo de fa
cuestión debatida, tal y como pretende el jurista mencionado (Ri(ardo COUIO), al postular la
suspensión con efectos de amparo provisional" (Lecciones de Amparo, pág. 871). La refutación
a las opiniones de Fix Zamudio y de Noriega en cuanto que la suspensión no anticipa ni pro ... i-
sionalmente los efectos de la sentencia que se dicte en cuanto al fondo del amparo ni equivale a
ningún "amparo provisional", la formulamos en las páginas siguientes de esta misma obra.
710 EL JUICO DE AMPARO
a) Actos de particulares
La suspensión sólo procede contra actos de tlJItoridaá, cuyo concepto explicamos
en otra ocasión.so7 Por consiguiente, los actos de particulares nunca son stlJpendibles,
habiéndolo sostenido así la j1JTisprlldencia de la Suprema Corte."·
_ La improcedencia de la suspensión contra actos de particulares es obvia, ya que
siendo dicha medida cautelar una institución accesoria del juicio de amparo, no prore·
diendo éste contra actos que no sean de autoridad, es lógico que los mismos. tampoco
puedan paralizarse o detenerse por efecto de lo. acción constitucional,
b) Actos positivos
e) Actos prohibitivos
No hay que confundir los actos negativos con los prohibitivo] para los efectos de la
suspensión. Los primeros implican una abstención, un no hacer, una negativa de la auto-
801 Véase Capítulo V.
50S Apéndice al Tomo cx.VnI, Tesis 37. Tesis 14 de la Compilación 1917-196j. Idem del
Apéndire 1975, Materia General.
809 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 46. Tesis 21 de la Compilación 1917-196j. Idem del
Apéndice 1975, Materia General, en relación con la ejecutoria publicada en el Tomo XXVII.
pág. 1731, del S. ]. de la F., Quinta Epoc~-._ · .-
712 EL JUICIO DE AMPARO
ridad recaída a la petición o solicitud de una persona. Los segundos,· por el contrario,
no sólo no se traducen en una abstención, sino que equivalen a un verdadero hacer
positivo, consistente en imponer determinadas obligaciones de no hacer o limitariones
a la 'actividad de los gobernados por parte de las autoridades. La Suprema Corte en
una ejecutoria 81. ha constatado esta diferencia y, por tanto, la distinta solución relativa
a la procedencia de la suspensión, al afirmar que "no pueden considerarse negativos
los actos prohibitivos, esto es, los que fijan una limitación que tiene efectos positivos".
De todo lo anteriormente expuesto se deduce que es perfectamente procedente la sus-
pensión contra actos de la autoridad responsable de índole prohibitiva, entendiendo
por tales aquellos que establecen una obligación negativa para los particulares o una li-
mitación a su conducta.811 -
Otro problema que surge .en relación COn la improcedencia de la suspensión contra
actos negativoJ, es el consistente en que, si en todo caso tiene lugar dicha improce-
dencia o si existen hipótesis en que ésta no debe suscítarse. Al respecto, debemos
hacer una distinción: si el" acto reclamado que se tilda de negativo estriba esencial y
exclusivamente en una mera abstención, .en un simple no hacer de la autoridad respon·
sable, entonces la improcedencia de la suspensión es evidente; por el contrario, si la
negativa de la autoridad, en que se hace estribar el acto reclamado, tiene o puede tener
efectos positivos, que se traduzcan en actos efectivos, la suspensión es procedente par.
evitar o jrnpedír la realización de éstos.
e) Actos consumados .
f) Actos declsraiuos
Por lo que concierne a los actos .de autoridad que se han denominado de<iarativos,
la jurisprudencia de la Suprema Corte ha sostenido que cuando en sí mismos llevan
un principio de ejecución, es procedente contra ellos la suspensión.'" A la inversa,
cuando Se trata de un acto de autoridad en el que simplemente ésta se concreta a re-
conocer una situación preexistente. sin introducir a ella ninguna modificación o altera-
ción, la suspensión no procede.
En materia civil serán, por ejemplo, actos de tracto sucesivo los que se traduzcan en el
pago de la renta por parte del arrendatario, en cuya sucesiva ejecución estriba el cumpli-
miento de 'la prestación integral a que dicho sujeto contractual esté obligado.
En materia penal, verbigracia, y ya para los efectos directos del amparo, será acto de
tracto sucesivo cualquier sentencia que imponga .al procesado una pena privativa de liber-
tad, puesto que para la total satisfacción o consecución del objeto de aquélla, se requiere la
verificación sucesiva de multitud de. hechos o momentos que traduzcan dicha privación.
También se ha considerado [urisprudcncialmente a la .interverrción como una situación
integrada por actos de tracto sucesivo, susceptibles de suspenderse para el efecto de que el in-
terventor cese en sus funciones.8 15
Los actos de tracto sucesivo, que también suelen llamarse continuaáo!, se oponen,
por razón misma de su naturaleza, a los denominados inJlal1láneos o momentáneos, que
son aquellos que realizan su objeto en una sola ocasión al dictarse o ejecutarse, con-
junta o separadamente, según el caso.
818 Apéndice al Tomo CXVIU, Tesis 32. Tesis 9 de la CompiJaridn 1917-1965, ldem del
Apéndice 19n, Materia General.
SH Apéndice al Tomo cx.VIlI, Tesis 3:5. ldem, Tesis 12. ldem. del Apéndice 19n.
815 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 587.
714 EL lUIDO DE AMPARO
Pues bien, constando los actos de tracto sucesivo de una serie de actos o hechos
afectos a un solo fin, para saber si procede o no la suspensión respecto de ellos hay
que hacer un distingo: si la suspensión se solicita después de que se han ejecutado
algunos de dirhos actos teleológicamente unitarios, es a todas luces improcedente, por
estarse en presencia de actos consumados; por el contrarío, si la suspensión se pide
antes de que se ejecuten ciertos actos o hemos que deban realizarse para obtener el
fin común, DO obstante que ya hayan tenido lugar otros anteriores, la suspensión res-
pecto de los primeros es perfectamente procedente, cuyos efectos consisten en evitar
o impedir la continuaci6n de la serie o sucesión.
tibie de paralizarse conforme a las ideas externadas con antelación, toda vez que dicha
ley, dado su carácter, por sí misma es inocua, esto es, que en cuanto tal, no origina
afectación, que es el presupuesto de procedencia de la suspcnsión.v"
Ahora bien, una ley auto-aplicativa es, en esencia, un acto continuo, porque pro-
duce permanente e ininterrumpidamente sus efectos normativos en las situaciones con-
cretas que en forma automática se prevean en sus mandamientos, mientras no deje de
tener vigencia. Por tanto, en atención a su naturaleza, dicha ley jamás pllede reputarse
como nn acto consumado, pues este carácter- s610 lo ostentan irreparablemente, los
actos previos que concurren por necesidad en su formación y eficacia constitucionales,
como son, su aprobación, su expedición, promulgación, refrendo al acto promulgatorio
y publicación) contra los cuales) obviamente, nunca procede la suspensi6ñ.8 20
El efecto de la suspensión que se otorgue contea una ley auto-aplicativa, consiste
en impedir, para el futuro, la nonnación automática que establezca en relación Con el
quejoso) eximiéndolo de su observancia mientras se resuelva el juicio de amparo
en cuanto al fondo por decisión que cause ejecutoria..Huelga decir, por otra parte, que
independientemente de que la suspensión contra dicha ley sea procedente desde el ex-
slusivo punto de vista de la naturaleza de ésta) su concesión está sujeta a la condición
de que, can la citada medida cautelar, no se afecte el interés social, ni de que sus dis-
posiciones sean de orden público) cuestiones éstas que trataremos can posterioridad.w-
Huelga decir) por lo demás, que las consideraciones anteriores son puntualmente
aplicables tratándose de reglamentos,. los OJales, como se sabe, son actos material-
mente legislativos.
A, La suspensión oficiosa
La JlJspensión oficiosa o de oficio es aquella que se concede por el Juez de Dis-
trito sin que previamente exista ninguna gestión del agraviado solicitando su otor a-
IDJen o. r el a sus caSI n o lCl0sa en a . e un acto 'ti
motu ro rio 'de la 'urisdi ción obedece a 'la ravedad del acto reclamado re
o ríes o e Uf de e'feotarse éste uede sin materia el juicio e aro ae o ¡ro o i-
bilidad de Uf se curo la la sentencia constituciona ue confiera al ue'oso la
tecClón de a Justicia Federal.
La procedencia de la suspensión de oficio en el juicio de amparo indirecto, está
en razón de dependencia con dos factores: la naturaleza del acto reclamado, que acusa
gravedad en cuanto a los efectos de su ejecución para ,el agraviado, y la necesidad de
conseNJar la materia de amparo, evitando la imposibilidad de que se restituya al que.
joso en el uso y goce de la garantía constitucional violada, Estos dos factor!", determi-
nantes exclusivos y limitados de la procedencia de la suspensión oficiosa, se encuentran
previstos en el artículo li3 de la Ley de Amparo en sendas fracciones,
La primera de ellas establece:
Dice al respecto la citada fracción: "Procede la suspensión de oficio: II. Cuando se trate
de algún acto que, si llegare a consumarse haría físicamente imposible restituir al que-
joso en el goce de la. garantía individual reclamada:'
822 L1. crítica a este caso de procedencia oficiosa de la suspensión la formulamos en el Capí-
tulo XXVI de este libro.
823 Sin embargo, por razones especialmente de carácter práctico, dicho incidente debe for-
marse por cuerda separada del' principal, ya que el Juez de Distrito siempre conserva su juris-
dicción en la cuestión suspcnsional para decidir sobre el incumplimiento al auro respective y
sobre la modificación o revocación de la suspensión por causas supervenientes, facultades 9ue no
podría ejercitar si los autos principales, y entre ellos el proveído que hubiese decretado oficiosa-
mente la mencionada medida cautelar en el auto admisorio de la demanda, se enviaran a su superior
jerárquico para la substanciación del recurso procedente. "
B. La J~Jpe1Uión a peJición de parle
La sus ensián a etición darle es rocedente
se encuentran revistos en el artículo 123 de la
ce a e artículo 124 e ro 10 oc enamiento..
de arte está sujeta a determinados r uisitos est eci os en a
a ro ar en s especies, a S3 r: re uiJifos e procedenCIa requiJitos de efecJjv/ tid.
los prImeros es consbtuí os por aque as con iciones que se reurur para
que surja la obligación jurisdiccional de conceder la suspensión; los segundos implican
aquellas exigencias legales que el agraviado o quejoso debe lIenar para que surta JUJ
e[ectos la suspensión obtenida. En la Ley de Amparo, al hacerse alusión a ambas
especies de requisitos indistintamente se emplean las ideas "conceder la suspensión"
y "surtir ésta sus efectos" como si fueran sin6nimas e implicarán la misma 00011;0·
tación; mas nosotros, para fijar con más exactitudel alcance de dichas categorías de
requisitos, hemos empleado y contraído el término "concesión" en lo que toca a la
procedellria de la suspensión a petición de parte, y las palabras "producción o caus«.
cián de ejectos' por lo que atañe a la efecJividad de la misma.
1. Introducción
Si cualquier cuestión jurídica es opinable, es decir, susceptible de apreciarse diver-
. samente, pocas como la relativa a la determinación del concepto de "orden público"
722 EL JUIOO DE AMPARO
•
presenta tan graves dificultades tanto en su aspecto puramente teórico como en su apli-
cación práctíca, Sobre todo, el juzgador de ampado tropieza cotidianamente, en su
constante labor tendiente a resolver los arduos y espinosos problemas suspensionales,
con serios escollos para precisar si las normas legales que acostumbran invocar en sus
informes previos las autoridades responsables COmo fundatorias de los actos que se les
reclaman en la vía constitucional, ostentan o no el carácter de "normas de orden, públi-
co" para negar o conceder al quejoso la suspensión definitiva. Y es que la idea de
"orden público", que tiene .perfiles tan sinuosos y vagos, no ha logrado comprenderse
en una definición atingente ni fundarse en un criterio certero, claro e invariable que
fije su esencia ·misma, para calificar, conforme a ella, todas las disposiciones legales
que suelen colocarse sobre el tapete de la estimación judicial, sin que se impida, por
ende, el empirismo, la mayoría de las veces casuístico, que frecuentemente enseñorea
las decisiones que se emiten a prop6sito de la institución suspensional dentro de nues-
tro juicio de garantías. Parece ser que el "orden público" es un enigma indescifrable,
una incógnita que difícilmente puede despejarse con propensión de generalidad; r el
solo intento, ya no digamos de definirlo, sino de-o describirlo con un criterio uni-
forme, valedero para .todos los casos concretos en que suele debatirse, se ha visto
abandonado bajo el ominoso signo del fracaso apenas se ha pretendido iniciar. Esta
impotencia de la mente jurídica frente al coloso conceptual que representa la idea de
"orden público", se ha registrado no sólo en la legislación, sino aun en la doctrina
y en la jurisprudencia; o sea, que el legislador, así como el teórico del Derecho y el
juzgador mismo, se han declarado derrotados en la batalla por su captación en pro-
posiciones lógicas definidas ante las abrumadoras dificultades que obstaculizan se-
mejante empresa. El "bomo juridictls en sus variados aspectos intelectivos, se ha
Jl
,
tentarlo legítima y verdaderamente, como sucede con varios ordenamientos que sería
prolijo mencionar. En semejantes circunstancias, el juzgador de amparo, fuera de las
hipótesis de "orden público" establecidas por la jurisprudencia y por la ley (art, 124,
frac. JI, último párrafo, de la Ley de Amparo), tiene que acudir a la idea intuitiva
que de dicho orden tenga para resolver en sentido concesorio ~ denegatorio un pro-
blema suspensional, tornando en· consideración las modalidades propias del caso concre-
to de que se trate, las cuales, a su vez, al apreciarse subjetivamente por el juez, pueden
o no responder a dicha idea, misma que, por no descansar sobre un criterio lógico-
jurídico sólido y consistente, en muchas ocasiones no rebasa los límites de un mísero
y estrecho casuismo, sembrando la veleidad y, por tanto, la inestabilidad, en las reso-
luciones judiciales. Ahora bien, el. juez acomodaticio, carente de inquietud investiga-
dora, abúlico para todo 10 que signifique creación jurídica, sin preocuparse por aportar
ideas tendientes al esclarecimiento de hondas y trascendentales cuestiones de Derecho
ni por cooperar en el proceso evolutivo de éste, puede muy bien sentirse satisfecho
con haber resuelto más o menos acertadamente el problema concreto, específico, que
se le haya planteado sin pretender que sus opiniones puedan proyectar un rayo de
luz, por más tenue que sea, en la dilucidación de cuestiones jurídicas generales, pero
el juez que propenda a encontrar la verdad jurídica, no únicamente en la concreción
sino en la abstracción, no s610 en el ámbito del casuismo sino en las regiones de la
generalidad; el juez, en una palabra, que sea digno de su condición primaria de juris-
ta, debe afanarse no solamente por realizar la actuaci6n concreta de la ley, como di-
jera Cbiovende, sino por contribuir con sus ideas a la soluci6n de los problemas que
interesan vivamente a una instituci6n de Derecho; y aunque tales ideas sean equivo-
cadas y falibles por la misma imperfección humana, no por sus yerros deben dejar
de ser materia de inquisición analítica por los que, en una gradación jerárquica, pueden
enmendarlos, posibilidad que ya supone un impulso creativo.
haya rebasado los límites de la intuici6n o del sentido común Como índices de su deter-
minaci6n y aplicación casuisticas, pues como dice el doctor Aljonsln, "a pesar de que
parece constituir la llave de tantos problemas jurídicos y que es, tan a menudo, la
última ratio del juez, ni su sentido, ni su alcance ni su legitimidad han logrado impo-
nerse", agregando que "todavía se está a la búsqueda de su exacto valor y, si se
puede decir, de' su propio equilibrio" y que "Todos los jurisconsultos, todos los prác-
ticos tienen el sentimiento de que ésta (la noci6n de orden público) es una noci6n
arbitraria, huidiza, que escapa a toda definici6n precisa y que constituye el elemento
perturbador del derecho internacional privado",'" y, pudiéramos decir nosotros, pa-
rafraseando a 'dicho autor uruguayo, de toda la Ciencia Jurídica y, en especial, de la
institución suspensional en nuestro juicio de amparo.
Seria demasiado prolijo citar las opiniones de diferentes tratadistas acerca de la
imprecisión, .vaguedad e Indole escurridiza del concepto de "orden público"; bástenos
para subrayar las notas negativas mencionadas, que acentúan lo arduo del tema que
nos hemos propuesto tratar, evocar las palabras desconsoladoras de dos de los más
connotados especialistas en Derecho Internacional Privado, Pillet y Niboyel, quienes
sobre el particular han aseverado: "la noción de orden público pasa, a justo titulo,
por ser una de las más oscuras del derecho internacional privado (por extensión,
diríamos, de toda. rama jurldica en que dicha idea se aplica por necesidad) y no es
exagerado decir que todo 10 que le concierne es aún objeto de las más vivas contro-
versias" y que "El acuerdo unánime sobre el principio del orden público cesa en
cuanto hay que precisarlo." 827
Podría decirse, como conclusi6n de lo que se acaba de exponer, que cada autor
tiene su propia idea de orden público y la diversidad de las concepciones respectivas,
que adentra al investigador en un verdadero laberinto provocando en su pensamien-
to una grave confusión, obedece a diferentes puntos de vista, los cuales, como án-
gulas parciales de observación, no han arrojado ninguna Juz capaz de descorrer el-
denso velo de nebulosidades en que se envuelve el concepto a que nos referimos.
AsI, para Mancini "el orden público depende exclusivamente de la voluntad del
Estado y comprende todas las leyes necesarias para proteger al Estado de sus enemí-
gas interiores y exteriores. los principios superiores de la moral humana y social, las
buenas costumbres, los derechos primitivos inherentes a la naturaleza humana, y las li-
bertades a las cuales ni las instituciones positivas, ni ningún gobierno, ni los actos
de la voluntad humana podrían aportar derogaciones válidas y obligatorias para esos
estados y el orden econ6mko".828 Como se ve, Mancini, lejos de formular un concepto
general de orden púbJico, Se interna por el Iácil y empírico camino de la enumera-
ci6n de hip6tesis legales en las que dicho orden debe campear, no s610 sin resolver
el problema que plantea su determinación. sino introduciendo mayor confusión en su
inteligencia, al suscitar nuevas y difíciles cuestiones por dilucidar, como son las consis-
tentes en precisar qué se entiende por "protección al Estado", "principios superiores
de la moral humana y social", "buenas costumbres", "derechos primitivos propios de Ja
naturaleza del hombre", ele.
Pillet emite una idea más aceptable de "orden público", al afirmar que "El papel
del Estado en nuestras sociedades modernas es doble, ... concentra en él y repre-
senta necesariamente los intereses de la comunidad, y además es el autor de los
intereses particulares. Las leyes que corresponden a la primera de dichas tareas son
las leyes de orden público del derecho internacional", es decir, "las que conciernen
sobre todo a la comunidad, las que benefician igualmente a todos, las que están es-
critas en interés de todos y no solamente en interés de cada uno". Comentando a dicho
tratadista, el doctor Alfonsin sostiene que "por lo tanto, será fácil,' en general, saber
si una ley de indole privada es o no de orden público. Para eUo habrá que con-
sultar a quien beneficia su aplicación: si beneficia en cada caso a ciertas personas
determinadas, con exclusión de las demás, la ley es de orden privado; si, por el
contrario, se puede considerar que beneficia a todo el mundo o a cualquier persona,
la ley es de orden público." aae
Por su parte, V alery, adoptando un método enunciativo de las hipótesis legales
de orden público, asevera que este carácter 10 ostenta toda norma jurídica que· per-
sigue cualquiera de estas finalidades: la cosa pública, es decir, la seguridad interior
y exterior del Estado, la conservación de la actual forma de gobierno, la tranquilidad
del país, su organización administrativa, la tutela de las buenas costumbres o los prin-
cipios tradicionales de la moral, la protección a los derechos individuales, a la vida,
a la salud, a los bienes, al pensamiento, al trabajo, etc. El mencionado autor, además,
agrega que las leyes de orden público se reconocen por el fin que Se propuso el le-
gislador al dictarlas y porque su violación está generalmente sancionada por eUas
mismas, mediante la prevención de una penalidad o de la nulidad de los actos que se
realicen en su contravención, agrupando dentro de ellas a las normas prohibitivas
y a las irnperativas.P?
WeiJI, al igual que Fiore, identifican las "normas de orden público" Con las "nor-
mas de derecho público", considerando equivalentes, en consecuencia lógica con dicha
identiticaci6n, a las "normas de orden privado" y las "normas de derecho privado".
Siguiendo Su equivocada idea, el primero de los tratadistas mencionados reputa como
de orden público todas las leyes que tradicionalmente ~e han estimado como de .de-
recho público, tales como las constitucionales, las de procedimiento civil y penal, las
penales sustantivas, etc., y comprendiendo probablemente que un método enunciativo
nunca conduce a una concepción general y científica que pueda aplicarse con validez
a casos concretos numéricamente ilimitados y no sólo a los que encuadren dentro de las
- hipótesis - enumeradas caprichosamente, . recurre a un criterio vago e impreciso de
calificación, estimando como normas de orden público las que "proveen al interés
general, o por lo menos al concepto, tal vez equivocado, que del mismo se haya for-
mado el legislador, desde el punto de vista económico, moral o religioso".831 La co-
rrelatividad o correspondencia que se ha pretendido establecer entre normas de "orden
público" y normas de "derecho público" y entre normas de "orden privado" y normas
de "derecho privado", nos parece muy deleznable. En efecto, los partidarios del dua-
Iismo jurldico, que hacen derivar las dos grandes ramas del Derecho, el público y el
privado, de la famosa sentencia de U/piano en el sentido de que "publicum ius es/Jo
8::0 El Orden Público, págs. 140 y 141, de Quintín Alfons¡n.
630 Op, cis., pág. lSI.
831 M4t1ual de Derecho Internacional Privada. Tomo 1, pág. S02.
726 EL JUICIO DE AMPARO
quad a4 ita/ti! Romani spectaJ,' privatuJ, qllod ad singulorum utilitatem: sunt enim
quaeddm p'¡1Ia!tlm",832 han adscrito las diferentes disciplinas' integrantes de la Ciencia
Jurídica y los distintos ordenamientos componentes del Derecho Positivo, a alguna de
dichas dos ramas, sustentando para ello diversos criterios de clasificación, tales como
el interés protegido por las normas de que trate y la índole de las relaciones regula-
das por ellas, principalmente; y aun en la actualidad subsiste, por lo general, en el
pensamiento jurídico, la tendencia de . . . hacer encuadrar, dentro del Derecho Público
o del Derecho Privado, los diferentes. derechos específicos. Así, se ha afirmado que el
primero de ellos está constituido, fundamentalmente, por el Derecho Constitucional,
el Penal, el Administrativo y el Procesal; y el segundo, por el Civil y el Mercantil;
. pero ruando ~pá1'ece en el escenario de la especulación jurídica. y dentro del Derecho
Positivo mismo un nuevo Derecho, el social, como SOn v. gr., el laboral O el agrario,
los sostenedores del riguroso dualismo tropiezan con escollos muchas veces insupera-
bles para adscribirlo al Derecho Público o al Derecho Privado, lo que obedece a la
insuficiencia o falta de idoneidad de los criterios tajantes e inconmovibles de clasi-
ficación, que conducen a la perplejidad cuando la disciplina jurídica de nueva apa-
iición presenta notas o caracteres de ambos derechos indistintamente o perfiles pro-
pios irreductibles a los de éstos. Por tanto, no parecería del todo aventurado, ni
mucho menos absurdo, situarse en la postura monista, para la que el Derecho es uno,
.constituido, sin embargo, por diferentes ramas entre las que existe tal vinculación,
tal interdependencia, que no es posible separarlas mediante un proceso discrimina-
torio, más especulativo que práctico, por lo que el dualismo c1asificativo resultac.in-
adecuado a medida que, merced a la evolución del Derecho, se reafirmen dicha vincula-
ción o interdependencia. Siguiendo la tesis que identifica a las normas de derecho
público con las de orden público, y que parecen propugnar, entre otros Weiss y Fiare,
resultará que todas las disposiciones que integren la Constitución, el Código Penal, las
diferentes leyes administrativas o los ordenamientos adjetivos, serán indiscutiblemente
de orden público, 10 que es inadmisible, pues éste, según veremos, se localiza en lo que se
llama tr causa final" de la norma jurídica, es decir, en su motivación real y en su teleo-
logia y no en su mera adscripción formal a cualquiera de las ramas que tradicional
y conservadoramente se han estimado pertenecientes al Derecho Público, motivación y
teleología que indistintamente pueden condicionar a una disposición legal que corres-
ponda a alguna de tales ramas o a las disciplinas llamadas de Derecho Privado.
Paul Bernard, profesor de la Facultad de Derecho y de Ciencias Económicas de
MontpelJier, alude a diferentes 'especies de "orden público", considerando compren;
didas dentro de la idea respectiva a la "tranquilidad pública", "seguridad pública" y
"moralidad pública", concluyendo, sin precisar la noción respectiva, que "El orden
público es alguna cosa más que la ausencia de trastornos públicos, como la salud
no puede confundirse con la ausencia de enfermedad" y que "El orden público es el
fruto. de una obra constructiva resultante de los esfuerzos para instaurar un orden
viviente, dinámico y positivo," .833
yeorges Burdeau, por su parte, considera que el orden público también persigue
fines económicos, tales como la fijación de salarios, de precios, de abastecimiento de
bienes y servicios, etc., afirmando que en una economía donde el liberalismo tradi-
cional ha cedido en el Estado contemporáneo a una economía dirigida, ésta implica
un factor importante de dicho orden, al vincularse con los intereses colectivos.8 8"
3. El orden social
Ahora bien, el Derecho, al fungir como medio de mantenimiento del orden social,
regula las múltiples relaciones que se entablan dentro de la sociedad; o sea, encauza
la conducta de cada uno de ssu miembros individuales entre sí, la actuación de la
colectividad misma desarrollada a través de sus órganos directivos y la actividad que
aquéllos y ésta puedan desplegar recíprocamente. De esta guisa, y desde un punto
de vista estrictamente jurídico, las relaciones susceptibles de regularse por el Derecho
son de tres clases, a saber: de coordinación, de supraordínadén y de supra a sabor-
dinaci6nJ traduciéndose respectivamente en vínculos o nexos que se entablan entre
simples particulares, entre distintos órganos del gobierno social o estatal y entre éstos,
por una parte, en ejercicio del poder público o de la actividad de imperio que corres-
ponde al pueblo o al Estado, y los gobernados por la otra. La diversidad de las
relaciones sociales susceptibles de regularse jurídicamente, ha servido a la doctrina
para clasificar a las ramas del Derecho Positivo en normas de derecho público y nor-
mas de derecho privado. Las primeras son las que ordenan las relaciones de supraor-
dinación y de supra a subordinación y las segundas las que encauzan las de coordi-
nación, conteniéndose su senda agrupamiento en sistemas dispositivos unitarios que
configuran, respectivamente, al Derecho Público y al Derecho Privado como las dos
grandes ramas del orden jurídico integral del Estado y las dos fundamentales disci-
plinas de la Ciencia Jurídica. Así, el Derecho Constitucional, y concretamente la Cons-
titución, están compuestos por principios y normas de derecho público, ya que la
materia principal de la regulación que establecen está formada, por una parte, por
relaciones de supraordínación, o sea, por nexos que se entablan entre los diferentes
órganos del gobierno estatal (Derecho Constitucional Orgánico) previa su estructu-
ración normativa; y, por la otra, por relaciones de supra a subordinación, es decir,
por las que existen entre dichos órganos y el gobernado moral o físico (garantías
individuales). A su vez, al Derecho Administrativo también se le ha reputado como
una rama del Derecho Público, en virtud de que las normas y principios que en su
mayoría lo constituyen, rigen igualmente dichos dos tipos de relaciones, y, por cuanto
al Derecho Penal, su carácter público proviene de que es el Estado, en ejercicio de una
potestad propia .inher~te a su poder de imperio, al que incumbe la averiguación de los
delitos y la persecución de los delincuentes. anteTos órganos jurisdiccionales por él
creados, de tal suerte que en lo que atañe a dicha doble función investigatoria y per-
secutoria, la entidad estatal, al través del Ministerio Público, hace nacer entre ella y el
particular responsable de la comisión de un hecho delictivo una relación de supra
a subordinación regida por las normas jurídicas penales. Por lo que concierne al
Derecho Procesal, sea civil, criminal, administrativo o del trabajo, también pertenece
al Derecho Público porque las reglas que lo integran, o bien estructuran a los órganos
estatales ante los que se ventilan los procedimientos respectivos, o bien rigen las rcla-
ciones que entre dichos órganos se entablan (relaciones de supraordinación) o las que
se forman entre ellos y los particulares contendientes a propósito del proceso (rela-
ciones de supra a subordinación).
730 EL JUICIO DE AMPARO
Dentro del Derecho Privado, en el que las relaciones reguladas son de coordina-
ción, existen las dos clásicas ramas específicas, el Derecho Civil stricto sensu y el
Mercantil, siendo los sujetos de_la normación por ellas establecida, personas particu-
lares morales o físicas, y si el Estado es susceptible de aparecer Como entidad en un
vínculo de coordinación a través de sus diversos órganos, ello no sucede en ejercicio
del poder público o de la potestad de imperio que corresponde a su naturaleza
propia, sino en la medida de que, prescindiendo de su soberanía, realiza actos jurídi-
cos bilaterales en concurrencia COn los particulares, colocándose en un plano de igualdad
con éstos, aunque no por modo absoluto.
Si se escudriña en la diversidad de ramas específicas del Derecho Positivo, se des-
cubrirá con facilidad la existencia de normas jurídicas que no son eminente ni estric-
tamente relacionales, sino estructurales de organismos o entidades, es decir, consti-
tutivas y denotativas de su ser propio. Tales normas, que se encuentran en las llamadas
"leyes orgánkaJ" y en cuanto a su aspecto puramente estructural, o sea, no funciona!
(carácter éste que ya supone una ordenación relacional y, por tanto, susceptible de
enfocarse, en lo que atañe a la clasificación normativa de Derecho Público o de Dere-
cho Privado al través de los criterios anteriormente apuntados), pueden adscribirse
a una u otra de dichas dos grandes ramas del Derecho, atendiendo a la naturaleza
de la entidad u organismo que estructuren, pudiendo ser, por ende, jurídicas públicas
o jurídicas privadas según el caso.
Sin embargo, y pese a lo que se ha expresado, no es posible formular tajante-
mente, con demarcaciones precisas, sistemas normativos cuyas disposiciones específi-
cas pertenezcan íntegramente al Derecho Público o al Derecho Privado, pues aun
dentro de las ramas que tradicional o clásicamente se han considerado adosadas al uno
o ,al otro, suelen encontrarse reglas concretas que no participan de la naturaleza del
todo regulador. En otras palabras, dentro de la Constitución misma o dentro de las
propias Jeyes administrativas, que~ in genere, corresponden al Derecho Público, según
. se dijo, se descubren normas que, en atención a la índole de las relaciones que rigen,
deben estimarse de derecho privado; y a la inversa, dentro del Código Civil y de los
ordenamientos mercantiles, existen normas de derecho público cuya calificación depen-
de del tipo de vínculos que regulen, por lo que es un grave error conceptuar a todas
las disposiciones específicas sin distinción, que integren un cierto cuerpo normativo,
como participes de la naturaleza de éste, de donde resulta que dentro de un deter-
minado ordenamiento jurídico, se registra una interferencia o articulación de dispo-
siciones que pertenecen al Derecho Público o al Derecho Privado y que' hace imprac-
ticable cualquier adscripción absolutista de una rama jurídica a alguno de tales tipos
de Derecho.
Por otra parte, el dualismo jurídico, para e! que toda norma o es de Derecho
Público o es de Derecho Privado, sin posibilidad de optar por una clasificación inter-
media, y que, puede decirse, representa una corriente doctrinal que es trasunto de
una ideología liberal clásica (de acuerdo con la cual sólo exi~!ían dos sujetos de dere-
cho, el Estado y e! individuo), se ha visto desconcertado Con la aparición de nuevas
relaciones sociales que difícilmente pueden considerarse, en rigor y exclusivamente de
coordinación, de supraordinaci6n o de supra a subordinación, y cuya regulación ha ori-
ginado e! surgimiento de disciplinas jurídicas antes desconocidas, como es, principal-
mente, el Derecho de! Trabajo, y el cual, merced a las dificultades que presenta su coa-
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 731
5. El orden público
El orden público es, prima facie, una especie del orden social genérico. Este,
según lo hemos indicado, se traduce en la vida sistematizada de la. sociedad, en el
arreglo o composición de los múltiples y diversos fenómenos que se registran dentro
de la convivencia humana con miras a obtener el equilibrio de las diferentes fuerzas,
actividades o poderes que en su seno se desarrollan, a fin de establecer una compa-
tibilidad entre ellos, que garantice su coexistencia y respeto recíprocos. Cuando dicho
orden social se procura por el Derecho, sea público, privado o social, aquel se convierte
en el objetivo último perseguido por éste; en otras palabras, el orden jurldico como sis-
tema normativo, es el medio idóneo e imprescindible, dentro de una sociedad o Estado
organizados jurldicamente, para lograr el orden social, llamado también estatal desde
un punto de vista político-formal.
Ahora bien, el orden social, al implicar en sí mismo un sistema, arreglo o compo-
sición de la vida Integra de la sociedad, puede propender a la preservación de la colee-
tividad misma o a la tutela de sus componentes individuales. Dicho de otra manera,
para realizarse a sí mismo mediante la implantación de tal sistema, arreglo o compo-
sición, el orden social puede tener dos ámbitos de operatividad, a saber: la propía
comunidad o las entidades particulares que la forman, siendo, por tanto, doble la
materia sobre la que actúa. En el primer caso, el orden social sistematiza, arregla °
compone la vida de la sociedad con el propósito de satisfacer necesidades colectivas,
procurar un bienestar común O impedir un mal que afecte al propio conglomerado
.humano, fenómenos éstos que no podrían registrarse sin una adecuada ordenación.
En el segundo caso, para regular la vida de la sociedad, el orden social estatuye un
arreglo, sistema o composición de la actividad particular de los miembros indivi-
duales de la colectividad, tutelando sus derechos e intereses. De ello se infiere que, te-
niendo el orden social dos esferas ~e operatividad, constituidas respectivamente por la
.comunidad .misma y Ror los individuos que la forman aisladamente considerados, su con-
sistencia o implicación genérica puede perseguir cualquiera d.-los dos objetivos especlficos
que acabamos de mencionar; ° sea, que si el orden social es uno genéricamente hablando,
desde un punto de vista específico, se traduce en dos órdenes distintos: el orden social
público y el orden social privado. El primero de ellos, es deeir el orden público consistiré,
por ende, en el arreglo, sistematización o composición de la vida social con vista a /a
determinada finalidad de JatiJfacer una lleceJÍdad colectiva, a procurar un bienestar
público o a impedir uH mal al conglomerddo humano, entendiendo por colectividad, pue-
blo o conglomerado al elemento población que, como ingrediente substancial, forme cual-
quiera de las entidades político-jurídicas que concurran en la organización del Estado,
° sea, de la Federación, de_los Estados miembros o de los municipios, en términos
de nuestra estructura constitucional; y de la que ,-se deduce, en consecuencia, que
732 EL ]UJOO DE AMPARO
existen tres tipos de orden público: el nacional o federal, el estatal stricto rens« y el
municipal. Por el contrario, el órden social será específicamente privado, cuando
el arreglo, sistematización o composición de la vida social, se establezca con el pro.
pósito directo e inmediato de preservar, bajo diversos aspectos, a los miembros sin-
.gulares de la sociedad, evitándoles un mal, procurándoles un bien o satisfaciéndoles
una necesidad, mediante una adecuada regulación de sus particulares derechos e in.
tereses. De lo anteriormente expuesto se concluye que cualquier desajuste en el orden
social público afecta, ipso facto, a la sociedad misma, poniéndola en riesgo de sufrir
un daño, de no ver satisfecha alguna necesidad suya o de imposibilitarla para obtener
un bien; en cambio, si se quebranta el orden social privado, las víctimas directas
que resientan ese quebrantamiento serán los particulares, entre quienes exista estable.
cido dicho orden.
Las ideas esbozadas con antelación llevan a la conclusión de que, tanto el orden
público como el orden privado, tienen Una finalidad mediata común, consistente en
realizar el orden social genérico, distinguiéndose esencialmente por los objetivos direc-
los, inmediatos o próximos que ambos persiguen dentro de dicha finalidad lata. En
otros términos, en el orden público, el orden social se logra mediante la preservación
o tutela del conglomerado humano mismo, bien sea, como ya dijimos, satisfaciendo
una. necesidad colectiva, evitando un mal social o procurando un beneficio a la socie-
dad; por el contrario, en el orden privado, son las esferas individuales las que consti-
tuyen su materia de protección, como vehículo para arreglar sistemáticamente la vida
de la comunidad. '
La índole de los objetivos directos, inmediatos o próximos que al través de la im-
plantación de un orden dentro de la sociedad se persigan, implica el único criterio
a priori, meramente formal, con validez general, que nos permite determinar si dicho
orden es público o privado. En otras palabras, sólo nos es dable definir al orden público
en función de su teleología formal, quedando sujeto a la experiencia histórica con-
dicionada a su vez por el tiempo y el espacio, el contenido de los objetivos inrne-
diatos, directos o próximos de tal orden. Hemos afirmado, en efecto, que el orden
público, como sistematización, arreglo o composición de la vida social al través de
sus muy variadas y múltiples manifestaciones, tiende a evitar un daño o a impedir
la causación de un mal a la colectividad, a satisfacer una necesidad pública o a obtener
un bienestar o provecho común; pero la fijación concreta de estos diversos objetivos
genéricos, sólo puede conseguirse a posteriori, atendiendo a las siempre cambiantes
condiciones de la socie~ad especifica de que se 'trate.eee De ahí que, si bien es verdad
mente de ésta, y si dicha regulación tiende a llenar sus necesidades, a solucionar sus
problemas o a tratar sus situaciones particulares, las normas que la establezcan serán
de orden privado. El criterio de calificación que se ha esbozado, y cuya imperfección
no desconocemos, sirve para constatar, si, atendiendo a su causa final inmediata y
directa (motivación y teleología), una norma jurídica determinada debe o no repu-
tarse de orden público; y como dicha causa tiene una naturaleza ontológica, trascen-
dente u objetiva, dado que se registra en la vida social misma, su ponderación es
susceptible de formularse no únicamente por el legislador. sino también, en cada caso
concreto, por el juzgador,ase de tal suerte qne ao basta, como índice absolutamente
certero y apodíctico, que una ley se auto-titule de orden público para que por modo
ineluctable se le atribuya necesariamente este carácter, sino que es menester que los
fines directos e inmediátos por ella perseguidos, propendan a satisfacer una urgencia
colectiva, a procurar un bienestar social o a evitar un mal a la comunidad. De esta
guisa, s6lo a posteriori, analizando la norma jurídica de que se trate al través de su
causa final, puede constatarse su índole de orden público o de orden privado, atribu-
tos que, por estar estrechamente ligados a la dinámica social, son eminentemente
variables en el tiempo y en el espacio, cicrunstancia ésta que devela su contingencia,
en el sentido de que, si bien en un principio pueden tales factores caracterizar a una
ley, dejan de peculiarizarla en la medida que desaparezcan del escenario de la reali-
dad los motivos que la determinaron o de que los fines perseguidos se hayan conse-
guido o dejen de tener actualidad.
336 b1a Apéndice 197J, Tesis '2, Sección "Tribunales Colegiados", pp. n y 93. Ademá<
consúltese el Informe de 1977, misma sección, págs. 49 a 52, tratándose de las materias expropia
toria y de tramportes públicos. '
736 EL JUICIO DE AMPARO
837 El concepto de "interés", cuyo tratamiento exhaustivo daría amplio margen para una
extensa monografía, es de vital importancia dentro de la técnica de nuestro juicio de amparo,
pues de Su calificación depende la procedencia o improcedencia de la acción constitucional. En
efecto, el juicio de garantías es improcedente cuando la ley o el acto que se reclame "no afecte
los intereses [uridicos del quejoso" {art. 73, frac. V, de la Ley de Amparo). Ahora bien.
esta última idea debe ser objeto de una acertada discriminación o de una atingente diferenciación
de la de "simple bueré$" y de la de "derecho subjetivo" propiamente dicho. El concepto de
"interés" in genere, según lo acabamos de aseverar. se traduce en toda situación o estado del
cual una persona puede derivar, a su favor, un provecho o beneficio; en otras palabras, el "inte-
rés" no es sino el "querer" humano (elemento subjetivo) enfocado hacia la formación o subsis-
tencia de una situación de la cual el hombre obtiene o puede obtener un beneficio o hacia la
eliminación de 10 que pueda producirle o le produzca un daño o perjuicio (elemento objetivo).
Pues bien, cuando dicha situación no esté prevista normarivamente o, existiendo de lana no sea
contraria a algún ordenamiento positivo (ley o reglamento), su creación o mantenimiento o su
supresión, en sus respectivos casos, al generar actual o potencialmente un provecho o beneficio
o al evitar o pretender impedir una damnificación, s6lo serán causas de simples intereses, los
cuales, al verse afectados por algún acto de autoridad (lato sensu}, no pueden provocar la proce-
dencia del juicio de amparo contra éste. En cambio, si la mencionada situación de provecho está
prevista legal o reglamentariamente o si el estado fáctico de dañe es contrario u opuesto a
una norma jurídica, puede afirmarse que, bajo tales condiciones, la persona que pretende bene-
ficiarse o se beneficia o la que se dafie o vaya a dañarse, respectivamente, tiene un interés ju-
rídico en la formación o subsistencia especifica de tal situación o en la eliminación de dicho
estado. .
Conforme a las ideas que someramente se acaban de exponer, es lógico distinguir el
"interés juddico" "del "derecho subjetivo". que aparentemente se confunden, y cuya senda
afectación por algún acto de autoridad hace procedente el juicio de amparo contra éste. ~
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO lNDIREcro 737
''Admitir que pueda haber en el Estado un interés colectivo que tomara su consistencia
fuera de los intereses individuales. es desconocer que el Estado no es un fin. sino un medio.
es decir, una institución que DO exista más que con un objeto humano. S6lo los hombres, en
efecto, pueden 'ser .sujetos de intereses, y por lo tanto, es imposible concebir que el Estado
tenga .i~tereses suyos que no sean intereses humanos. Evidentemente, para que los fines hu-
manos en vista de los cuales el Estado se ha instituido, puedan ser alcanzados, es indis-
pensable que. ciertos medios de acción. ciertas facultades o recursos les sean asegurados en
propiedad; parece así que el Estado tuviera intereses propios, y que la satisfacción que
reclamen estos intereses sea la condición misma de las satisfacciones a las cuales aspiran los
i?tereses particulares de sus miembros. No obstante, resulta siempre que el Estado, ser colee-
tIVO y. abstracto. es incapaz de gozar por sí mismo. y por consiguiente no es posible admitir
una utilidad o un interés puramente estatal. Es este un punto que puede considerarse como
establecido desde la célebre demostración que del mismo dio Ihering. Aun en el caso en que
el concepto de un interés propio del Estado parece afirmarse con la mayor claridad, este
concepto aparente no resiste un atento examen; es así como los bienes de dominio privado
del Estado. aunque se traten en derecho como siendo de propiedad de la persona estatal
misma, es decir, como formando sus bienes patrimoniales propios, no sirven para procurar
un fin particular al Estado, sino que son destinados realmente a procurar a la nación
ventajas cuyas utilidad, finalmente, recogen sus propios miembros. Por lo tanto, desde el
punto de vista jurídico, se puede hablar de bienes del Estado o también de intereses del
Estado; pero desde el punto de vis/a de la realidad, el pretendido interés colectivo del Estado
se resuelve invariablemente en intereses individuales, y ello no solamente en el sentido de
que, de hecho, los individuos son los que se benefician de las medidas tomadas por el Estado
en vista del interés nacional, sino también por el motivo de que la actividad estatal, cuando
. se ejerce por cuenta del grupo nadollaJ, 110 puede tener otro fin, realmente, que dar satis-
facción a los intereses de sus miembros presentes y futuros, que pasan a ser así los verde-
deros destinatarios de las medidas de interés nacional. Ciertamente está permitido oponer
el interés colectivo a los intereses individuales, si con ello se quiere indicar que el Estado,
como gerente de los asuntos del grupo entero, DO puede trabajar para. una categoría especial
y privilegiada de sus miembros, sino que debe, por el contrario, mantener el equilibrio
entre todos los intereses particulares. Esto es precisamente lo que expresa la fórmula trivial
según la cual, en el Estado, el gobierno debe funcionar en interés de todos, que esta misma
fórmula implica que los intereses a los cuales el Estado debe atender, no son en realidad otros
que los de sus propios miembros." 889
todo interés social se implica en ella por necesidad, en virtud de que las situaciones
en que éste se puede manifestar suelen no perseguirse por ordenación jurídica alguna.
En efecto, hay casos en que una actividad francamente arbitraria de las autoridades, es
decir, no encauzada jurídicamente, propenda por modo directo e inmediato a crear
estados de provecho o tutela para la sociedad, o sea, para los individuos que en nú-
mero ilimitado la compongan, sin que utilice, para conseguir dicha finalidad creativa,
las normas jurídicas como medio. de donde resulta que. en las condiciones apuntadas,
el interés social, no involucrando el substráJum de ninguna causa final normativa,
presentará un carácter exclusivamente fáctico.
De lo que llevamos expuesto con antelaci6n se deduce que un concepto apriorís-
tico, con validez general, de "interés social", s6lo es dable formularlo sustentando un
criterio estrictamente formal, o sea" haciendo consistir dicho interés en toda situación
creada normativamente o por algún hecho o acto de autoridad, de la que la sociedad
pueda obtener algún provecho o beneficio por modo directo e inmediato en el más
amplio sentido de la palabra. Queda, por tanto, a la prudente apreciación judicial la
determinación, en cada Caso concreto, del consabido interés, cuya constatación especí-
fica, s6lo obtenible de manera a posteriori, no es fácil de lograrse, pues en cuántas
ocasiones, merced a la estrecha interdependencia que existe entre los diferentes fac-
tores sociales. en especial dentro del ámbito económico, no es posible demarcar con
precisión y con límites perfectamente definidos, las esferas en que se mueven los inte-
reses individuales, en que predominan los de la sociedad y en que están en juego
los de los grupos o clases sociales, cuya preservación, no sin cierta contingencia,
puede significar paralelamente una situación provechosa o benéfica para la colectivi-
dad misma. Es en la concreción del concepto genérico y meramente formal de "inte-
rés social", donde reside la más delicada tarea del juzgador de amparo, la cual, en
ausencia de un criterio material invariable que descanse sobre bases o principios que
de manera general indique el contenido de dicho concepto, s6lo es llevadera con dig-
nidad y atingencia cuando su desempeño se finque en el patriotismo, en la honestidad
y en el sentido de responsabilidad.
Estas ideas nos conducen a la conclusión de que el juicio de amparo, al través de la sus-
pensión del acto reclamado, es una institución jurídico-constitucional armonizadora del interés
particular del gobernado con el interés social, y cuya coordinación o composición obedece, a
su vez, a un interés superior que a ambos comprende, a saber, el que radica en la obser-
vancia y mantenimiento del régimen de derecho en nuestro país.
, Este pensamiento no entraña ninguna Innovación en cuanto a la consideración sobre la
naturaleza del amparo, pues ya en el siglo pasado no faltó jurista que se preocupara por
demarcar las dos esferas en que incide su operatividad, como son, la individual y la social o
pública. Así, don Manuel Duhlán afirmaba: "En la cuestión de los juicios de amparo. como
en todas 11s grandes cuestiones filosóficas, se presentan dos sistemas que traen dividido al
mundo en el campo de la jurisprudencia y de la legislación. El individualismo, que aspira
a que sea el derecho privado la regla predominante en todas las relaciones y aplicaciones
sociales, y el sistema que pretende que el interés del Estado sea el principio regulador a que
deba darse preferencia (esiaismo), Considerados ambos sistemas en un sentido exclusivo,
no pueden servir de guía al jurisconsulto en su estudio, ni ilustrar al legislador en sus
profundas elucubraciones sobre la más conveniente marcha de la sociedad. La aplicación
aislada de los principios de cualquiera de los dos sistemas, conduce irremisiblemente o al
despotismo más inicuo o a la desorganización social." "Así es que la verdad está en alejar
el antagonismo de ambos principios y en procurar su conciliación." "Esta doctrina debiera
tenerse muy presente en la materia de los juicios de amparo. Tan elevado pensamiento corre
el riesgo de que, apoderándose de él los partidarios de una u otra escuela (los del indivi-
dualismo o los del estatismo), o lleguen a nuliñcarlo por trabas y restricciones innecesarias"
esterilizando de este modo una de las mejores ideas .de la Constitución; o 10 conviertan en
un arma anárquica, haciendo ineficaz la acción del poder público" y cooperando así al des.
crédito de tao interesante recurso. El' individualismo tenderá a dar a estos juicios una' infun-
dada extensión, exagerando las aplicaciones de su principio, con 10 que conseguiría debilitar
el poder de la autoridad o perturbaría' frecuentemente el ejercicio de sus facultades
legítimas. Si la (ley que reglamentase este recurso hubiera de seguir la inspiración exclusiva
de este sistema, ancha puerta quedaría abierta a las más especiosas pretensiones; no habría
acto oficial que no pudiera reclamarse, porque todos irremisiblemente vienen a herir un
interés privado, o a restringir el derecho individual; y si la ley atendiera sólo a esto, sin
examinar ni fijar hasta dónde puedan ser necesarias y legítimas esas restricciones en favor
de la sociedad, se vería a cada momento enervada la acción del poder, subvertidos los prin-
cipios que fundan su necesaria existencia, e interrumpida la justicia, dándose un incesante
motivo a la más escandalosa impunidad. En bien, pues, del mismo derecho individual, debe
trabajarse porque el recurso de amparo, por reglas meditadas' y precisas que fijen su ejercí-
ero, no quede envuelto en las teorías de un individualismo exclusivo, para que deje de
vérsele como un medio peligroso para el orden; sino que sirva tan s610 para satisfacer una
necesidad legítima, conteniendo a cada funcionario en la órbita que la Constitución le hubie-
re señalado."
Después de formular otras consideraciones en torno a la idea de que en el ejercicio del
amparo deben conjugarse los intereses particulares y los sociales. el citado jurista llega a
esta enfática conclusión: .... . no es acertado deiarse guiar en esta materia por un sistema ex-
c/usiv(), ni preocuparse del Iriunf() de sus fJ:/eas, sino que aiendiendo al objeto primordial que
la Constitución se propuso al instituir tal recurso, débeú consultar qué es lo que reclama el
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDmECTO 743
I
derecho privatio, y al mismo tiempo qué e! lo que en tal CaJO d611Umda el vet'Jadero interés
de la !otiedad.u SolO
no nos queda sino reiterar nuestra anterior aseveración, en el sentido de que s6lo ca-
suísticamente puede delimitarse su alcance en la aplicaci6n concreta del concepto
en Olesti6n.8f 8
tos, cuyo cobro entrañen los actos reclamados, Jea de tal manera cuantioso, que su no
percepción coloque al Estado en la situación precaria de no poder desempeñar los ser- .
vicios públicos a su cargo, circunstancias éstas cuya estimación, en cada caso concreto,
queda al prudente arbitrio del Juez de Distrito. .
Pero independientemente de la cuantía de los impuestos que se cobren al quejoso,
la juriIprtldencia, en forma tajante y sin dar lugar al arbitrio prudencial o discre-
cional del Juez Federal, ha establecido que si los actos reclamados importan el cobro
de cuotas del Seguro Social (que tienen caráctertributario}, la suspensión es impro-
cedente y debe negarse, "porque con ella-se producirían graves perjuicios al Instituto
(del Seguro Social), colocándolo en el peligro de no poder proporcionar sus servi-
cios, que son de indudable interés público.....'
Esta tesis jurisprudencial sitúa indebidamente al Instituto Mexicano del Seguro
Social en una posición de. hegemonía respecto al Fisco propiamente dicho, pues si en
relación con el cobro de impuestos subsiste la facultad discrecional para conceder
o negar la suspensión cónsignada en el artículo 135, y si sólo se sustituye por la dene-
gación obligatoria de dicha medida cautelar en los casos excepcionales a que hemos
aludido, tratándose del cobro de cuotas de previsión social, la improcedencia del
beneficio suspensional es absoluta, porque, sin importar la cuantía de tales prestado-
nes, éste necesariamente debe negarse. Creemos, en consecuencia, que únicamente en el
caso de que el monto de las citadas cuotas sea de tal manera elevado que pueda ori-
ginar la paralización de los servicios que otorga el mencionado Instituto, debería.no
concederse la suspensión contra la ejecución de las resoluciones que las establezcan.
. Por último, es pertinertte advertir que, una vez que se haya concedido discrecio-
nalmente por el Juez de Distrito la suspensión contra el cobro de impuestos, multas u
otros pagos fiscales, su eficacia está condicionada a diversos requisitos de colmacién
previa, a los que nos referiremos en el parágrafo V de este mismo capítulo.
•
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 747
detenido, pudiendo únicamente ser, puesto en libertad caucional por el Juez de Distrito
al otorgar la medida cautelar provisoria (art. 130, párrafo segundo), si el delito por el
que se hubiese practicado de detención se castiga con una pena media aritmética no
superior a cinco años de prisión, 10 que no se puede constatar a priori con los únicos
datos que suministre unilateralmente la demanda de garantías, en la que el agraviado,
por lo general, afiema no haber cometido hecho delictivo alguno.
La libertad provisional del quejoso que puede decretar el Juez Federal no quebranta
el Principio cardinal que rige la eficacia de la suspensión en el sentida de que ésta
carece de efectos restitutorios, ya que la detención de una persona, aunque importe un
hecho momentáneo, genera una situacián continua que se proyecta permanentemente
en el tiempo, traducida en la privación de su libertad personal, Por ende, la suspensión
definitiva, en este caso, al producir la excarcelación del quejoso, simplemente hace cesar
la mencionada situación, es decir, impide) para el futuro, que el agraviado permanezca
privado de su libertad por autoridades administrativas, circunstancia que en sí misma
es inconstitucional.
a} Planteamiento- de la cuestión-
fracción 1, constitucional; y que el sujeto, contra quien la citada orden se haya dictado,
no pueda ser detenido en virtud de la suspensión provisional o definitiva que se hubiere
concedido en el amparo promovido al respecto.
La mencionada medida cautelar se otorga legal y jurisprudencialmente sin el efecto
de que se paralice el procedimiento penal que, en su primordial fase, culmina con un
auto de formal prisión, ya que sólo tiene eficacia para que el quejoso, en cuanto a su
libertad personal, quede a disposición del Juez de Distrito que haya concedido la sus-
pensión, la cual queda sujeta a las medidas de aseguramiento que dicho funcionario
judicial federal haya decretado, según su prudente arbitrio. Ahora bien, si el juez que
haya librado la orden de aprehensión dicta, dentro del término constitucional, auto
de formal prisión contra el quejoso por uno o varios delitos, cuya penalidad media
exceda de cinco años de reclusión; y si el mencionado quejoso, contra el referido auto,
interpone un nuevo juicio de amparo, solicitando la suspensión de los efectos o con-
secuencias del cirado proveido, que se traducen en la afectación de su libertad pero
sonal para que sufra la prisión preventiva, ¿procede otorgarle dicha suspensión?, y,
en caso afirmativo, ¿qué alcance tiene esta medida cautelar?
La concesión de la suspensión provisional o de la definitiva contra los efectos de
una orden de aprehensión o de un auto de forma! prisión respecto de la libertad pero
sonal del quejoso, en el caso de que éste 1/0 haya sido asín detenido, ha provocado
"diversos comentarios desfavorables, muchas veces, a los Jueces de Distrito que otorgan
el mencionado beneficio suspensional, llegándose a considerar que éste (vulgo, ampa·
ro) es un serio obstáculo para la administración de justicia, que coloca a los delincuen-
tes en una situación de impunidad por los hechos delictivos que les atribuye el Minis-
terio Público y de los cuales resulten presuntos responsables. En algunas ocasiones se
alude despectivamente a nuestro juicio de amparo como medio de burlar la acción de
los tribunales que han dictado contra una persona una orden judicial de aprehensión
o un auto de formal prisión por la comisión de graves delitos, en cuya represión, se
dice, está vivamente interesada la sociedad. El clamor de algunos sectores sociales, pro·
vocado o alentado muchas veces por la publicidad periodística, ha llega al extremo de
censurar acremente a los Jueces de Distrito, quienes, se afirma, mediante autos o reso-
luciones concediendo a los presuntos responsables de un hecho delictivo la suspensión
de la justicia y a que se
contra ·su captura, contribuyen a que se sustraigan a la acción
libren del castigo social que merecen.
Para el jurista, dicho clamor sería irrelevante, como producto de una ignorancia
apasionada, si no suscitase una cuestión jurídica compleja que es preciso dilucidar desde
el punto de vista técnico-legal y jurisprudencial, con el objeto de que, atendiendo a las
soluciones que al respecto se obtengan, se la defina claramente. La mencionada cuestión
plantea los problemas que en un 'principio Se enunciaron, a saber: ¿es procedente, en
todo caso, conceder la suspensión contra los efectos de una orden judicial de aprehen-
sión o de un auto de formal prisión, para que la persona contra quien dichos proveídos
se hayan dictado no sea encarcelada o aprehendida mientras se analiza y resuelve
sobre la constitucionalidad de tales actos? ¿Si procede el otorgamiento de dicha suspen-
sión, qué efectos debe tener ésta?
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 749
gar esta medida cautelar provisional contra los efectos y consecuencias de una orden
. judicial de aprehensión o de un auto de formal prisión, por lo que concierne a la liber-
tad. personal del agraviado y siempre que ésta tIlÍn no haya sido trlectada, la suspensión
provisional. ímpíde"I•. detenci6n o aprehensión del quejoso, pues la situación de éste,
en el momento en que dicha suspensión se notifique a las autoridades responsables,
consiste en el goce, todavía no perturbado materialmente, de la mencionada libertad.
En estas condiciones, al decretar la mencionada suspensión, el Juez de Distrito debe
tomar las medidas que estime convenientes para el aseguramiento del quejoso, a fin de
que éste 00 se sustraiga a la acción de las autoridades responsables si no se le concede
la suspensión definitiva. Tales medidas de aseguramiento, cuya idoneidad queda al
prudente criterio iudicial, pueden estribar en garantía pecuniaria (depósito en efectivo
o fianza), o en diversas obligaciones que se impongan al agraviado tendientes a evitar
la mencionada sustracción (comparecencia periódica ante el propio juez o ante las auto-
ridades responsables, sujeción ~a la -vigllencia policíaca, prohibición de abandonar deter-
minado lugar e inclusive su reclusión en el sitio que determine el Juez Federal).
Si el quejoso no acata dichas medidas de aseguramiento, lo que supone fundada-
mente su intención de sustraerse a la acción de la justicia, el Juez de Distrito puede
declarar que la suspensión provisional ha dejado de surtir sus efectos, pudiendo ejecu-
tarse el acto reclamado, es decir, la orden judicial de aprehensión o el auto de formal
prisión en lo que atañe a sus consecuencias o efectos frente a la libertad personal.
Debe advertirse que, en su calidad de parte enun juicio de amparo, la autoridad iudi-
cial responsable no puede po,' sí ni ante sí apreciar si el queioso cumplió o no con las
medidas de aseguramiento. Suponer lo contrario, haría nugatoria la suspensión provi-
sional y auspiciaría 4 burla al auto en que ésta se haya decretado, debiendo la autori-
dad judicial responsable informar al Juez de Distrito sobre tal incumplimiento, para
que este funcionario resuelva lo procedente.
La suspensión provisional de los actos que afecten la libertad personal del quejoso,
sólo tiene el efecto, cuando el acto fundamental reclamado sea una orden judicial de
aprehensión o un auto de formal prisión, de que el agraviado no sea detenido o apre-
hendido por las autoridades responsables, sin impedir que el procedimiento penal, en
que dichos actos se hayan dictado, siga su curso normal¿ según lo dispone el artículo
138 de la Ley de Amparo, en relación con el artículo 136, párrafo primero, del propio
ordenamiento. .
Si la suspensión privisional se concede contra los efectos y consecuencias de una
orden judicial de aprehensión o de un auto de formal prisión, en lo que atañe a la
libertad personal del quejoso, y Ji éste ya estuviese detenido, el Juez de Distrito puede
otorgarle su libertad 'caucional si procediere conforme a las leyes penales aplicables y
con base en los datos fehacientes que se suministren a dicho funcionario respecto al
delito por el que la mencionada orden o el citado auto hayan sido pronunciados.
Además, para que el quejoso goce de la libertad caucional, debe cumplir las medidas
<fe aseguramiento que fije el Juez de Distrito para los fines anteriormente expresados
(art. 130, párrafos segundo y sexto, de -ja Ley de Amparo). .
LA SUSPENSiÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 751
Dicha suspensión, por modo absoluto, fuera del caso en que se trate del cobro de
impuestos, multas u otros pagos fiscales (para cuya concesión o denegación el Juez
de Distrito tiene facultad discrecional conforme al- articulo 135 de la Ley de Ampa-
ro), sólo procede cuando se satisfacen los requisitos previstos en el articulo 124 de
dicho ordenamiento y que son: a) que la citada suspensión la solicite el agraviado;
b) que con ella no se sigan perjuicios al interés social, ni se contravengan normas de
orden público, y e) que sean de dificil reparación los daños y perjuicios que Se causen
al quejoso con la ejecución del acto reclamado.
Por tanto, para conceder O negar la suspensióndefinitiva contra los efectos o cense-
cuencias de una orden judicial de aprehensión o de un auto de formal prisión, en lo
que atañe a la libertad personal del agraviado que aún no ha sido privado de -ella,
el Juez de Distrito debe determinar, si en el caso concreto de que se trate, se colman o
no dichos requisitos, principalmente el que estriba en que, con el otorgamiento del cita-
do beneficio suspensivo, no se perjudique el interés de la sociedad ni se infrinjan
normas de orden público, tomando en cuenta la gravedad del delito que se impute al
quejoso, la peligrosidad de éste y demás circunstancias que pudieren producir dichos
fenómenos. En tales condiciones, el Juez de Distrito no en todo caso debe conceder la
suspensión definitiva contra las consecuencias y efectos de la orden judicial de apre-
hensión o del auto de formal prisión en cuanto a la libertad personal del sujeto contra
quien los mencionados proveidos se hayan dictado, sino que goza de amplio arbitrio
para apreciar si, con tal medida cautelar, se genera o no la indicada contravención o el
expresado perjuicio.
1. Ahora bien, si el Juez de Distrito estima que se han llenado las condiciones
indispensables de procedencia de la suspensión definitiva conforme al articulo 124 de
la Ley de Amparo y otorga tal medida al quejoso en la interlocutoria correspondiente, el
alcance de dicha suspensión, cuando los actos restrictivos de la libertad personal no se
han consumado, está fijado en el artIculo 136 del invocado ordenamiento, en el sen-
tido de que el agraviado quede a disposición del juzgador federal únicamente en lo
que se refiere a la citada libertad, "quedando a disposición de la autoridad que deba
juzgarlo, cuando el acto emane de un procedimiento del orden penal por lo que hace a
-la-continuación-de-éste"-(párráf('-¡Y:-AI concederl.suspensióñ-definitiva conffi"-lóS- - --_.. - -
efectos y consecuencias de una orden judicial de aprehensión o de un auto de formal
prisión en los términos indicados, el Juez de Distrito, según lo ha establecido la juris-
prudentia de la Suprema Corte al interpretar el articulo 136 de la Ley de Amparo, está
facultado para decretar las medidas de aseguramiento. que estime adecuadas, a efecto
de que el quejoso no se sustraiga a la acción de la justicia en caso de que no se l~
otorgue el amparo, pudiendo consistir tales medidas, en -garantía pecuniaria (depósito
en efecti-vo o fianza), así como en obligaciones impuestas al agraviado (comparecencia
periódica -ante el juzgador federal o ante la autoridad judicial ante quien se siga el
juicio penal), en la vigilancia policíaca e inclusive en-su reclusión en el Jugar que deter-
mine el Juez de Distrito.
752 EL JUICIO DE AMPARO
8f'7 Semanario Judicial de la Federación, Quinta Ep00l (tomo LXXV, pág. 611; tomo
LXXV, pág. 79j3; tomo LXXVI, pág. 26jl; tomo LXXIX, pág. Ij97;. tomo LXXXIII, pág.
5033; tomo LXXXI, pág. 6435; lomo LXXX, pág. 5070).
LA SUSPBNSIÓN EN EL AMPARO INDIREeTO 753
contra actos que afecten la libertad personal. El articulo 136' de la Ley de Amparo, en
su primer párrafo, indica que contra dichos actos "la suspensión sólo producirá el
efecto de que el quejoso quede a disposición del Juez de Distrito, únicamente en lo que
se refiere a su libertad personal". Por tanto,' el error que se comete en la tesis jurís-
pmdencial 661 o 181 y en las ejecutorias dictadas con posterioridad a ella, y que pre-
valecen en la actualidad, consiste en haber sustituido la expresión "sólo producirá el
efecto" por la de "prooede la suspensión", teniendo ambas 'un sentido completamente
distinto. Si, como se ha dicho, fuera del ámbito normativo del artículo 123 de la Ley
de Amparo (que previene la suspensión oficiosa), la procedencia de la suspensión de-
finitiva se rige, en todo caso (salvo la hipótesis contemplada en el articulo 135)" por
lo dispuesto en el artículo 124, y la de la suspensión provisional, por lo establecido en
el articulo 130, resulta que, vinculando lógicamente dichos preceptos con el articulo
136, se llega a -Ia conclusión de que los primeros se refieren al otorgamiento O dene-
gación de la mencionada medida cautelar en sus respectivas fases de definitividad y
provisionalidad, en tanto que el segundo a su eficacia o efectividad, lo cual presupone
siempre su procedencia. .
La trascendencia de la tesis [urisprudencíal transcrita es de gran magnitud, pues
produce diversas consecuencias.. .En primer lugar, al sostener que, independientemente
de la naturaleza del delito y de la gravedad de la pena, siempre debe otorgarse la
suspensión contra actos que afectan la libertad personal (entre los que obviamente
se encuentran la orden judicial de aprehensión y el auto de formal prisióñ), para los
efectos a que alude el artículo 136 de la Ley de Amparo, los Jueces de Distrito tienen
la ineludible obligación de aplicarla, concediendo invariablemente la citada medida
cautelar en 5SU aspectos provisional y definitivo contra las consecuencias y efectos de
.los indicados actos por lo que a la mencionada libertad concierne, no obstante que
la penalidad media con que se sancione el hecho delictivo imputado al quejoso y del
cual sea éste presunto responsable, exceda de cinco años de reclusión. La observancia
obligatoria de la expresada tesis, en segundo lugar, impide la aplicación de los artlculos
130 y 124 de la Ley de Amparo, eliminando el arbitrio judicial que estos preceptos
confieren a los citados funcionarios paar determinar la procedencia de la suspensión
provisional y de la-definitiva. Es más, al fallar los recursos de revisión que se interpon.
gan contra las interlocutorias suspensicnales dictadas por los Jueces de Distrito, los
Tribunales Colegiados de Circuito también están obligados a acatar la rnulticitada tesis
jurisprcdencíal, de donde se colige que, al través de ella, ,la Suprema Corte ha hecho
ineludiblemente partícipes del error en que incurrió, a 10$, mencionados órganos del
Poder Judicial Federal, error que consiste, como ya se dijo, en haber interpretado
indebidamente el artículo 136 y en haber dejado sin observancia los artículos 130 y
124 de la Ley de Amparo, en los casos en que la suspensión se pida contra actos que
afecten laJ.ibertad personal del quejoso. En conclusión, li facilidad con que Se otorgaba
dicha medida suspensiva por los Jueces de Distrito, nO'e!a imputable a éstos, ya que al
concederla, no lo hacían motu proprio, ejercitando su arbitrio o discreción, sino constre-
ñidos por la tan decantada tesis' jurisprudencial de obediencia legal ineludible, sentada
hace ya varios años por la Suprema.. Corte y constantemente reiterada, tesis que hizo
posible que los sujetos contra quienes se dictaba una orden de aprehensión o un auto
de formal prisión por delitos graves cuya penalidad no ameritaba la libertad, no fuesen
detenidos o aprehendidos. '
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIREcro
Sin embargo, no por el hecho de que en todo caso deba concederse la suspensión
provisional O definitiva contra los efectos y consecuencias que, frente a la libertad per-
sonal del quejoso, traen aparejados un auto de forma! prisión o una orden judicial de
aprehensión, debe concluirse que dicho quejoso goce ampliamente de su 1ihertad perso..
na1, pues entre las medidas de aseguramiento que puede decretar el Juez de Distrito,
figúra la que estriba en que el agraviado sea recluido en el sitio que designe dicho
Juez, seg6n también lo ha sostenido la Suprema Corte en varias ejecutorias que ct>n
anterioridad se han mencionado. \
violatoria de nuestra Ley Fundamental y de la Ley de Amparo por las razones que
a continuación se exponen:
Para modificar o interrumpir la jurisprudencia establecida es indispensable que la
Suprema Corte, dentro del ámbito de su competencia, dicte las ejecutorias respectivas
en los casos concretos que se sometan a su conocimiento. Actualmente ni el Tribunal
Pleno ni ninguna de las Salas que integran la Suprema Corte, tienen incumbencia
jurldica en el conocimiento de ningún caso de suspensión, 'existiendo, por tanto, la
imposibilidad insuperable para que dicho cuerpo judicial pronuncie las ejecutorias mo-
dificativas o interruptoras de jurisprudencias y, por ende, para enmendar criterios juris-
prudenciales firmes sobre la materiav-
Nuestra Constitución establece él principio de facultades expresas para las autorida-
des federales, de tal manera que, de conformidad con él, ninguna autoridad de la
Federación puede realizar acto alguno' sin tener atribuciones clara y terminantemente
previstas en las disposiciones constitucionales. Cualquier acto que lleve a cabo una
autoridad federal sin facultades legales o constitucionales, está afectado de invalidez
y es violatorio de las garantías de legalidad y de competencia constitucional consagra-
das en el articulo 16 de la Ley Suprema. •H
La resolución del Pleno de la Suprema Corte que se comenta, quebralfjta el citado
principio, por haberse pronunciado sin que dicho organismo judicial haya estado in-
vestido de facultades para variar la tesis jurisprudencial ya transcrita, careciendo, por
tanto, de validez jurídica.
Siendo inválida dicha resolución, la jurisprudencia que establece la procedencia de
la suspensión contra actos que afecten O restrinjan la libertad personal del quejoso,
independientemente de la naturaleza del delito que a éste se atribuya y de la gravedad
de l. pena respectiva, debe conceptuarle constitucional y legalmente firme y vigente, ya
que tal resolución es jurídicamente ineficaz para variarla en los términos en que pre-
tende hacerlo.
Es más, pese a la resolución de 8 de noviembre de 1955, la tesis jurisprudencial •
que constantemente nos hemos referido ha sido reproducida en la Compilad6n 1917·
1965, ba;o el número 181, y en el Apéndice 1975 con el nrimero 185, Primera Sala.
Esta reproducción indica con toda claridad que la resolución mencionada no debe preva-
lecer sobre la invocada tesis de jurisprudencia.
'La multicitada resolución sienta un grave y ominoso precedente para la estabilidad
de la jurisprudencia definida de la Suprema Corte actualmente en, vigor, ya que en
casos posteriores que pudieren presentarse sobrecualquier materia jurídica, dicha juris-
prudencia podía enmendarse o interrumpir-e simplemente a base de una mera "circular".
Para modificar una tesis jurisprudencial, se requiere que la Suprema Corte, funcio-
nando en Pleno o en Salas, dicte cinco ejecutorias na interrumpidas por otra en con-
trario, en diferentes casos concretos, y en las cuales decida en el mismo sentido, una
igual cuestión o un semejante problema jurídico. Dichas ejecutorias deben aprobarse,
cuando menos, por cuatro ministros si se trata de la competencia de alguna de las Salas
y por catorce ministros si los casos contemplados en ellas se refieren a la incumbencia
del Pleno.
La interrupción de la jurisprudencia opéra cuando las salas o el Pleno de la Suprema
Corte, conociendo de fin caso concreto dentro de 1/1 competencia, deciden, mediante
razones o argumentos jurídicos pertinentes, dejar sin efecto la tesis de que se trate.
758 EL JUICIO DE AMPARO
suspensión contra órdenes judiciales de aprehensión por los delitos a que el texto
transcrito alude:
a) Si tales órdenes aún no se hubiesen ejecutado, la citada medida cautelar no
tiene 'el efecto de 'lile el qllejoso permanezca gozando de Sil libertad /,erson-ai, sino que
una vez realizada la aprehensión, se le recluya en el sitio que el Juez de Distrito haya
designado en el auto inicial del incidente respectivo, para que, por lo que atañe a dicha
libertad, quede a disposición del indicado funcionario judicial federal.
b) La eficacia de la suspensión queda sujeta a -Ias medidas de aseguramiento que
dicho Juez debe decretar para evitar que el quejoso s~ sustraiga a la acción de la justicia
(párrafo sexto del art. 136).
e) El procedimiento penal, subsiguiente a la orden judicial de aprehensión recla-
mada, debe continuarse por el Juez responsable, en cuya virtud, al dictarse contra el
quejoso el auto de formal prisión que proceda, su situación jurídica cambia y 'qlleda
sin efecto la suspensión, por lo que, en cuanto a su libertad personal, estará sujeto a
dicho juez y ya no al de Distrito. .
d) En vista de que el Juez de Distrito deja de.ejercer jurisdicción sobre la libertad
personal del quejoso a consecuencia del auto de formal prisión, ésta quedará bajo la del
juez responsable.
e) Si el quejoso promueve amparo contra dicho auto, la suspensión que solicite no
varía su situación en lo que a su libertad personal respecta, pues continuará privado
de la misma durante la sustanciación del proceso penal en los reclusorios correspon·
dientes.
Fácilmente se advierte, al través de las breves conclusiones apuntadas, que la dispo-
sición que la reforma de 1979 adicionó al segundo párrafo del artículo 136 de la Ley
de Amparo, hace nugaroria la suspensión contra órdenes judiciales de aprehensión
libradas por delitos que se castiguen con una pena media aritmética superior a cinco
años de cárcel, y como al continuarse el procedimiento penal el juez responsable debe
dictar el auto de formal prisión que proceda, el juicio de garantías que se hubiese
interpuesto contra tales órdenes se vuelve improcedente conforme a la causa prevista
en la fracción X del articulo 73 de la invocada Ley, debiendo sobreseerse. Estimamos,
por tanto, que la citada reforma signijica un atentado contra el amparo en materia penal
cuando el acto reclamado lo constituya tma orden judicial de aprehensión emitida po,-
los 'delitos ya mencionados, dejando sin vigencia la j"risprttdencia que con antelación
comentamos.
h)- cUne/'Ú,oireS-
1. La suspensión contra los efectos y consecuencias de una orden judicial de apre·
hensión o un auto de formal prisión, respecto de la libertad personal del quejoso, no
procede de oficio, sino a petición de éste.
2. La procedencia de dicha suspensión se establece en los artículos 130 (suspen.
sión provisional) y 124 (suspensión definitiva) de la Ley de Amparo. "
3. Conforme a dicho articulo 130, los Jueces de Distrito pueden conceder o negar
la suspensión provisional contra los efectos y consecuencias de una orden judicial de
aprehensión O auto de formal prisión en lo que atañe a la libertad personal del quejoso.
4. Según el artículo 124 de la Ley de Amparo, los Jueces de Distrito están obli-
gados a conceder la suspensión definitiva con~l'os efectos y consecuencias mencionados,
Le'
760 EL JUlOO DE AMPARO
14. La citada decisión fue dictada sin que el Pleno de la Suprema Corte haya teni-
do facultades constitucionales ni legales para ello, violando, de esta manera, las disposi-
ciones conducentes de la Constitución de la República y de la Ley de Amparo.
15. La decisión de referencia es, por tanto, constitucional y legalmente inválida
V carece de fuerza obligatoria frente a los Jueces de Distrito, y Tribunales Colegiados
de Circuito, habiendo tenido ambos órganos del Poder Judicial Federal la obligación de
seguir observando la jurisprudencia firme en materia de suspensión, so pena de incurrir
en grave responsabilidad oficial. 84 9
posici6n del Juez de Distrito, quien lo pondrá desde luego en libertad provisional mediante
las medidas de aseguramiento que estime necesarias, a efecto de que pueda devolverlo a la
autoridad rspoosable si no le concedieran el amparo, pero no solamente en este caso pueden
dictarse medidas de aseguramiento, sino también en aquellas en que el quejoso pide la sus.
pensión contra una orden de detención o contra un auto de formal prisión que todavía no se
han eje.uJado. En otros términos, cuando todavía no ha sido privado el quejoso de su libertad,
y en este caso la suspensión la pide con el objeto de que no sea restringido de la misma; en
esta situación. el Juez. de Distrito puede conceder la suspensión para que el quejoso quede
a su disposición, y en tal caso dictará las medidas de aseguramiento que crea convenientes, a
fin de que el quejoso pueda ser devuelto a la autoridad resocnsable si no obtiene el amparo
de la Justicia Federal, pero esas medidas de aseguramiento no constituyen una libertad,
porque el agraviado no ha sido privado de su libertad. sino queJa suspensión 10 mantiene
libre y en condiciones de que fácilmente pueda ser aprehendido y entregado a la autoridad res-
ponsable haciendo uso de esas medidas de aseguramiento, las cuales pueden consistir en la
fijación de una garantía que no debe ajustarse a lo que dispone sobre la 'libertad cauciona!
el artículo 20 constitucional. sino que el juez, a su arbitrio. y tomando en cuenta las circuns-
tancias personales del agraviado y la mayor o menor gravedad del hecho delictuoso que se le
imputa, la fijará discrecionalmente, o simplemente. esas medidas de aseguramiento pueden
consistir en que le imponga al quejoso la obligación de comparecer las veces que estime aece-
serio, bien sea al Juzgado de Distrito O ante el juez. del proceso. respecto de éste. para la
práctica de diligencias judiciales. o vigilarlo por medio de la policía o cualquiera otra medida
de aseguramiento que juzgue necesaria."
En estos casos, la ley exige para que la suspensi6n surta sus efectos, que el quejoso
otorgue "garantla bastante para reparar el daño e indemnizar los perjuicio\; que con la
suspensión del acto- reclamado se causaren a tercero, si no obtiene sentencia favorable
en el juicio de amparo", según lo dispone el primer párrafo del artlculo 125 de la Ley.
De acuerdo oonlo preceptUado-·por la ··dÍsposíéióñ que acabamos de transcribir, se
requiere la existencia ~e IIn lereero para que la suspensi6n obtenida por el quejoso
surta sus efectos. Abara bien, ¿qué se entiende por tercero? Desde luego, bajo este
concepto no debe comprenderse a cualquier persona que tenga relación con el negocio
que haya dado origen a la interposici6n del amparo, sino aquella que tiene el carácter
de tercero per;lIdieado en los términos del artículo 5', fracci6n JJI, de la Ley. Consi-
guientemente, puede una persona tener interés directo O indirecto en que se ejecute un
acto de autoridad lesivo de los derechos del quejoso y, no obstante, por no ser tercero
perjudicado en los términos de dicho precepto, no tiene la facultad legal de poder
exigir que el agraviado garantice la indemnización a posibles daños o perjuicios que
con la suspensi6n de dicho acto se le pudieren irrogar. La Suprema Corte de Justicia
indirectamente ha restringido el alcance de la connotación de la palabra "tercero" ern-
pleada en el primer párrafo del artículo 125 de la Ley de Amparó, considerando como
tal, al tercero perjudicado en los casos previstos en el artículo 5', fracci6n JIJ, del
propio ordenamiento, al establecer en juna tesis ;lIriJpmdencial que "la suspensi6n
debe concederse sin fianza, cuando además de llenarse los requisitos de ley, no hay
tercero pet"judicado" .851
Ahora bien, ¿en qué puede consistir la garantía a que .se refiere el artículo 125 de
la Ley de Amparo? Puede estribar en cualquiera de los medios jurldicos de asegura-
miento que bajo la categoría genérica de "actos jurídicos accesorios" pueden aducirse
y que el Código Civil concreta en tres especies: la fianza, la bipoteca y la prenda, las
cuales, a su vez, pueden subsumirse dentro de los grupos genéricos de garanlía persJ!.nal
y garanlía real, según la cauci6n concreta de que se trate. Por tanto, podemos .concluir-
que la garantía cuyo otorgamiento impone el artículo 125 de la Ley de Amparo,
puede ser personal, como la fianza, o real, como la hipoteca o la prenda, Además de
estas especies en que puede prestarse la garantía, Como requisito de efectividad de la sus-
pensi6n a petici6n de parte, se suele admitir también el depósilo en dinero, como
medio de caucionar la indemnización a posibles daños o perjuicios que pudieran ocasio-
narse al tercero perjudicado por el hecho de suspenderse el acto reclamado.
a) La fianza
La fianza es, como la define el artículo 2794 del Código Civil, "un contrato por el
cual una persona Se compromete can el acreedor a pagar por el deudor, si éste no lo
hace". Aplicada esta idea a la fianza como garantía para la efectividad de la suspensi6n
del acto reclamado, el concepto respectivo se traducirá en aquel act().por virtud del cual
851 Apéndice al Tomo CXVIIl. Tesis 1067. Tesis 220 de la Compiladón 1917·196', ,
tesis 218 del Apéndite 197', Maleria General.
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECIU 765
b) La hipoteca
La hipoteCa, que es otro elemento específico por medio del cual el quejoso puede
otorgar la garantía a que se refiere el artículo 125 de la Ley de Amparo, está definida
por el Código Civil en su artículo 2893, como aquella "garantía real constituida sobre
bienes que no se entreguen al acreedor, y que da derecho a éste, en caso de incumplí-
miento de la obligación garantizada, a ser pagado Con el valor de los bienes, en el
grado de preferencia establecido por la ley". En el caso especial de la garantía en mate-
ria de suspensión del acto reclamado, la obligación hipotecaria tiene a los siguientes
sujetos: el acreedor hipotecario, o sea, el tercero perjudicado, y el deudor hipotecario,
que puede ser el mismo quejoso o una tercera persona. A diferencia de lo que sucde con
la fianza, en la hipoteca ya no es la persona misma la que se obliga con todo su patria
monio, considerando éste como un todo.. indeterminado,.. sino. que la obligación surge en
vista de un bien muebléo.Jnmueble (bajo la vigencia del Código Civil de 1884 sólo
inmueble), que se grava expresamente para responder con preferencia al pago. Por ello
se dice que la hipoteca es una garantía real, esto es, debido a que no se constituye
como la fianza, inlniltl penonae, sino en razón de una cosa determinada --res.
Los derechos y obligaciones que surgen de la hipoteca para cada una de las partes,
asl como las diversas modalidades de ésta, están regulados por el Código Civil, cuyas
disposiciones relativas deben también aplicarse por lo que respecta a la hipoteca como
garantia en materia de suspensi60 del acto reclamado.
766 EL JUICIO DE AMPARO
e) LA prenda
La prenda que es otro medio eJpecífico de otorgamiento de la garantía, bien sea ésta
judícial, convencional O legal, "es un derecho real constituido sobre un bien mueble
enajenable para garantizar el cumplimiento de una obligación y su preferencia en el
pago" (art. 2856 del Código Civil). Como garantía para indemnizar al tercero perju-
dicado de los-posibles daños y perjuicios que le pudiera causar la suspensión del acto
reclamado, la prenda es poro usual en la práctica, presentando varias analogías con la
hipoteca por ser ambas garantías reales. Al igual que por lo que atañe a ésta, las diversas
modalidades de la prenda, como garantía en materia de suspensión del acto reclamado, .
deben estar normadas por el Código Civil en sus preceptos respectivos, ordenamiento
que tiene carácter federal en los términos de su primer precepto, por lo que puede con
atingencia aplicarse en materia de amparo dentro de los limites de su naturaleza sus-
tantiva.
e) Sil fiiación
8~2 Así lo ha establecido la jurisprudencia de, la Suprema Corte en la tesis 486 del Apéndice
al Tomo CXVIII. Tesis 200 de ¡" Compilación 1917-1965, y tesis 198 del Apéndice 1975, Ma-
teria General. .
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 767
No obstante que legalmente pueden reputarse como garantlas que el quejoso debe
otorgar para que surta sus efectos la suspensión de los actos reclamados conforme
al artículo 125 de- la Ley de Amparo, a lá ~ fianza, hipoteca, prenda o depósito en
efectivo, en la práctica es la primera la más usual y, pudiéramos decir, la exclusiva. Por
tanto, a continuación nos referiremos a la fianza en forma particular, resolviendo algu-
nas cuestiones interesantes que se suscitan en tomo a ella.
1. Por lo que concierne a la idoneidad de la fianza, la jurisprudenda de la Suprema
Corte ha establecido una regla, en el sentido de que la caución que otorgue una socie-
dad mercantil que no se haya constituido con el objeto especial de otorgar fianzas. no
. debe reputarse adecrnidáenmateria de amparo.'" Nosotros esHmarriosque esta consi-
deración es correcta, puesto que una sociedad mercantil, que no sea afianzadora, sola-
mente debe realizar los actos propios de su objeto social, por lo que la actividad que no
encuadre dentro de éste, se puede reputar nula.
2. Por lo que toca a la comprobación de la solvencia del fiador, la jurisprudencia.
ha establecido que cuando el importe de la/ fianza no exceda de mil pesos, aquélla
puede acreditarse por cualquier medio legal de prueba, sin que el fiador deba tener
bienes ralees, cuya propiedad siempre se exige, si dicha garantía excede de la men-
cionada cantidad, aunque no se encuentren dentro de la jurisdicción del Juez de
Distrito.BIS'"
3. En cuanto al monto de la fianza que debe otorgar el quejoso para que surta
sus efectos la suspensión de los actos reclamados en el caso a que se contrae el artículo
125 de la Ley de Amparo, la jurisprudencia de la Suprema Corte ha establecido algunas
reglas interesantes y de trascendencia práctica a lasque a continuación nos referiremos.
En primer lugar, cuando la suspensión se concede contra una sentencia recaída a
un procedimiento en el cual las prestaciones del tercero perjudicado n0t.hayan sido
aseguradas, el monto de la fianza debe establecerse atendiendo al importe de la condena
decretada en dicha resolución y al de los intereses legales respectivos calculados por el
término de un año.BlS5
Por el contrario, cuando existe el aseguramiento de las pretensiones del tercero per-
judicado dentro del procedimiento en el cual se haya dictado la resolución Cllyas canse-
cuencias se pretenden suspender, el monto de la fianza que debe otorgar el quejoso
únicamente debe ser calculado para garantizar los perjuicios que la suspensión COrres-
_~.pondiente pueda_ocasionar a dicho te:r~e.t:o perjudicado, estimándose como tales los
853 Apéndice al Tomo CXVIII, Tesis 492. Tesis 204 de la Compiladón 1917-196', y
tesis 202 del Apéndice 1975, Materia GrneraJ.
8501 Apéndice al Tomo CXVIII, tesis 488, 490 y 489, que corresponden a las tesis 201, 203
202 de la cilada Compilaeión, y 199, 201 Y 200 del Apéndice 197', Materia General.
ses Apéndice al Tomo CXVIII, tesis 498 y 499. Tesis 359 de la Comp 1917·1965, Mat.
Civil (Tesis 377 del Aphzdice 197', ídem); Tesis 210 de la Comp. mencionada, Mat. Gen. (Te-
sis 208 del Ap, 19n, ídem); Tesis 358 de la Comp. Mat. Civil (Tesis 380 del Ap. 1975, ídem);
Tesis 211 de la Comp. Mat. Gen. (Tesis 209 del Ap. 197', ídem): El Primer Tribllnal Colegiado
en MaJeria Civil del Primer Circuito ha reducido el lapso para calcular el monto de la fianza a
seis meses (Cír. Informe de 1971. Sección "Tribunales Colegiados", pág. 110). (Idem, Informe
.197), págs. 181 Y 18~, misma Sección.] __
768 EL JUIOO DE AMPARO
intereses legales que origine la suerte principal importe de la condena, por el térmi-
no de un año.&6
4. Existen algunas regla¡ jurisprudencia/es importantes por lo que se concierne a la
¡>bligación que tiene determinada categoría de quejosos de otorgar fianza para que
surta sus efectos la suspensi6n en los juicios de amparo respectivos. Sobre el particular,
la Suprema Corte ba resuelto un conflicto de leyes existente entre las disposiciones
consignadas en los artículos 30 y 92 de la ley de Instituciones de Seguros y de Institu-
ciones de Crédito, respectivamente, por una parte, y los artículo 125, 170, 173 Y 174
de la ley de Amparo y 107, fracciones V y VI, de la Constitución (que corresponden
a las fracciones X y XI del actual precepto constitucional), por otro lado. Conforme a
los dos primeros preceptos indicados, ni las Instituciones de Seguros ni las de Crédito
tienen la obligación de otorgar fianza en los juicios de amparo para que surta sus efec-
tos la suspensión de los actos que dichas entidades impugnen, considerándose para
ello que aquéllas se reputan lo suficientemente solventes para responder de los daños
y perjuicios que la citada suspensión irrogue al tercero perjudicado. La Suprema Corte ha
sentado jurisprudencia en el sentido de que las Instituciones de Crédito (y por exten-
sión las de Seguros y de Fianzas) están obligadas a otorgar garantías y contra-garantías
en materia de suspensión de los actos que reclamen.
Dicho Alto Tribunal funda la anterior conclusión en las siguientes consideraciones, COD
las cuales estamos plenamente de acuerdo: "Si bien el artículo 30 de la Ley de Instituciones
de Seguros (arr. 92 de la Ley de Instituciones de Crédito y Organizaciones Auxiliares), pre-
suponiendo la solvencia' de las mismas, determina que en virtud de aquella solvencia, que se
tendrá por acreditada, no estarán obligadas a constituir depósitos ni a otorgar fianzas legales.
dicho precepto no excluye el acatamiento de 10 prevenido por los artículos 170. 173 Y 174 de
la Ley de Amparo, reglamentarios de las fracciones V y VI del articulo 107 constitucional.
según' los cuales, la suspensión de la ejecuci6n de los laudos (y por extensi6n de cualquier
sentencia definitiva) en. cuanto proceda. s610 surtirá efectos si se otorga caud6n bastante¡ para
responder de los daños y)perjuicios que dicha suspensi6n pueda ocasionar al tercero, En otros
términos, dichos preceptos no consignan excepción alguna por razón de la solvencia del que-
joso en el amparo, y como consecuencia, quien quiera que éste sea, está obligado a otorgar
la caudón o garantía requerida por la Ley, sin que obste 10 dispuesto en el citado artículo
30 de la Ley de Instituciones de Seguros (92 de la Ley de Instituciones de Crédito), ya que
entre dos leyes en contradicción. deben prevalecer las disposiciones de la especial que rige el
acto, y esto con tanto mayor razón, cuanto que en el caso dicha ley especial es la de Amparo,
reglamentaria de la aplicación de un precepto constitucional. cuya observancia es forzosa, a
pesar de lo que en contrario establezcan leyes secundarias. Por tanto, rigiendo la Ley de Am-
paro la materia de suspensión en el juicio constitucional y previniendo, de acuerdo COn la
Constitución, que la suspensión s610 surtirá efectos, tratándose de intereses particulares. cuando
se otorgue cauci6n por los daños y perjuicios que a terceros se puedan ocasionar con ella sin
consignar excepción de ninguna especie por razón de la solvencia del quejoso. cabe afirmar
que no están exentas de la observancia de ese requisito las Instituciones de Seguros" (y por
extensión, decimos nosotros, las de Crédito y de Fianzas). 8:17 Y 858
856 Apéndice al Tomo CXVIII, tesis 497. Esta tesis se reitera por las ejecutorias publicadas
en el Tomo XCVII de la Sexta Epoca del S. ]. de la F., correspondiente al mes de julio de 196s.
Tercera Sala.
a57 Apéndice al Tomo CXVIIJ, tesis 580 r ejecutorias relacionadas: Tomo LXXlI, pág. 5738
Y Tomo XCVI, pág. 281. de la Quinta Epoca. Tesis ;uTisp,udenciaJ 213 de la Compilación 1917-
196J, Y 1eJiJ 211 del Apbldice 197J. Malet"ia General.
858 Sin embargo. fa misma Suprema Corte ha sostenido la idea contraria, en el sentido de
q~e las instituciones de seguros, v por extensión las de fianzas y de crédito. pueden obtener a
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIREcro
,
Basándose en el interior criterio, también la jiiriIprudencia ele la Suprema Corte
ha establecido que la institución descentralizada "Petróleos Mexicanos", debe otorgar
fianza para que surta sus efectos la suspensi6n que se le hubiese concedido contra los
actos de autoridad que hubiese reclamado, aunque se le haya eximido de tal obligaci6n
por la legislaci6n de emergencia.'"
5. Tratándose de la supensi6n contra la ejecución de una sentencia de desahucio,
la jurisprodencia de la Suprema Corte ha establecido que el monto de la fianza para que
dicha medida cautelar surta sus efectos, debe fijarse en el importe de las rentas en un
año, cuando el quejoso no haya sido condenado, además, al pago de cantidad alguna
en favor del tercero perjudicado." o •
6. Respecto de la reivindicación de un inmueble, el monto de la fianza que debe
otorgar el quejoso para retenerlo en su poder debe incluir no s610 el valor de dicho
bien, sino los intereses legales que la cantidad respectiva devengue durante el término
de un año, según 10 ha sostenido también la jtlri!prtllJencia de la Corte.SlJl
g) La contra-garantía
La ley da facultad O derecho al tercero perjudicado para obtener la ejecuci6n del
acto reclamado dejando sin efecto la suspensión obtenida por el quejoso mediante
garantía, si a su vez otorga contra-garantía o, como dice el articulo 126 de la Ley de
Amparo, "caución bastante para restituir las cosas al estado que guardaban antes de la
violación de garantías y pagar los daños y perjuicios que sobrevengn al quejoso, en
caso de que se le conceda el amparo".
La contra-garantía, llamada así porque invalida o hace nugatorios los efectos de la
garantía, es una caución otorgada por el tercero perjudicado para que se ejecute o con-
tinúeIa ejecución del acto reclamado. Desde luego, su efecto asegurador tiene que tener
mayor amplitud que el de la garantía constituida por el quejoso, puesto que no s610
sirve para que el tercero perjudicado resarza a éste de los daños y' perjuícios que se le
irroguen con motivo de la realización del acto reclamado, sino también para hacer
posible la restitución de las cosas al estado que guardaban antes de la violación de
garantías.
Así 10 ha. establecido la ;urisprlldnJ(id de la Suprema Corte en una tesis que dice: "La
contra-fianza que se constituye en los juicios de: garantías debe ser, en términos generales,
de más entidad que la "fianza, por cuanto a que garantiza mayores responsabilidades." 802
La contra-garantía que debe otorgar el tercero perjudicado puede consistir en. los
mismos medios especlficos de aseguramiento que la garantía, esto es,puede constituirse .
su favor la suspensión en un juicio de amparo sin que para su efectividad se requiera el otorga-
miento de las garantías correspondientes. en atención, dice dicho Alto Tribunal. a que su Ley
Orgánica las exime de tal obligación. (Art. 30 de la Ley de Instituciones de Seguros.] (Informe
correspondiente al afio de 1947, Segunda Sala, pág. 130.)
8~9 Apéndice al TOmo CXVIII, tesis 778. Tesis 202 de la CompiJacidn 1917-196JJ y te-
sis 481 del Aphzdice 1975. Segunda Sala.
- 800 Compilación 1917·-196J~ tesis 360, y tesis 381 del Apéndice 197', Tercera Sa1.,.
881 Idem, tesis 361 y tesis 382, respectivamente.
802 Apéndice al Tomo CXVIII, tesis 274. Tesis 194 de la Compilación 1917-196J, tesis 192
del Apénd,ce 197'J Malet;a General. Jurisprudencia conlraria, tesis 273 del mencionado Apén-
dice. Tesis 193 de dicha Compilatión '1 tesis 191 del Apéndice 1975, Male,;a General,
770 EL JUICIO DE AMPARO
mediante fial1za, prmda, hipoteca o depósito m efectivo dentro de los cuales el juez
tiene arbitrio de escogitación.
El monto de la contra-garantía se establece. por el juzgador según el artículo 128
de la Ley de Amparo, debiéndose ceñir, no obstante, a las siguientes condiciones
para tal efecto: a) debe comprender, ante todo, el importe de la garantía otorgada por
el quejoso; b) la cantidad que fije el juez discrecionalmente para indemnizar a éste de
los daños y perjuicios que se le causen con motivo de la ejecución del -acto reclamado;
y c) una suma extra, también fijada por el prudente arbitrio judicial, que sea suficiente
para hacer volver las cosas al estado que tenían antes de la violación alegada por el
quejoso o para indemnizar a éste en caso de que tal restitución sea imposible de lograrse.
Por último, siendo en realidad la contra-garantía B04 una garantía in genere, podemos
afirmar que las reglas legales y jurisprudenciales que esbozamos al tratar de la fianza
en la suspensión del acto reclamado, son aplicables a la primera y, particularmente,
aquella que establece que las Instituciones de Crédito, Seguros y Fianzas no están exentas
de la obligación de prestar contrafianza ante el juez de amparo o la autoridad que
conozca de la suspensión, al pretender, como terceras perjudicadas, la ejecución del acto
impugnado constitucionalmente por el quejoso.
La acción de daños y perjuicios deberá intentarse, según este precepto, dentro de los
treinta días siguientes a la fecha en que surta sus efectos la notificación de la sentencia
ejecutoria que haya negado o concedido el amparo al quejoso en sus respectivos casos
0sol>r~s~ído el juicio, debiendo su .ti.t'!!~r.",omp!.o~L~nte la autoridad que hubiese
Tampoco el criterio jurisprudencia! que se contiene en la mencionada tesis 619 es operante
cuando la ejecución del acto reclamado propende a entregar un inmueble en caso, de reivindica-
fión (Quejas 10/'8 y 246/'8, resueltas por la Tercera Sala ellO de marzo de" 19'9 Y Queja
95/'9, decidida el 2 de febrero de 1960). (Tomo XXI, págs. 64 a 68. Tercera Sala, Sexta Epoca,
y Tomo XXXII. págs. 246 Y 247, Tercera Sala, Sexta Epoca y tesis jurisprudendaJ 384 del Apén-
dice 197', Tercera Saja.)
864 Sin ajustarse a lo dispuesto en el artículo 127 de la Ley de Amparo el Tercer Tribunal
Colegiado en MaJeria Administrativa del Primer Circuito ha sustentado el criterio de que la con-
tra-garantía que ofrezca el tercero perjudicado no debe ser aceptada para dejar sin efecto la suspen-
sión, si como consecuencia de aquélla se pueden ejecutar los actos reclamados tendientes a ,paralizar
un servicio público como el de transporte. Tal criterio se contiene en las quejas fldmintJJrativas
número 43/72 y 6'/74, en las que se argumenta que "la contra-garantía no debe admitirse cuando
la e;ecución de los actos reclamados traiga aparejado un perjuicio para el interés social, porfJu~
por encima del interés particular está el interés general".
772 EL JUICIO DE AMPARO
Del articulo 139 de la Ley de Amparo se deduce claramente que la garantía que
deba prestar el quejoso para que surta sus efectos la suspensión definitiva, debe otor-
garse dentro del término de cinco días, contados a partir de aquel en que haya quedado
legalmente hecha la notificación de la interlocutoria en que tal medida hubiese con-
cedido.
774 EL JUIOO DE AMPARO
Así, el artículo 135 de la Ley de Amparo, dispone que: "Cuando el amparo se pida
contra el cobro de impuestos, multas u otros pagos fiscales, podrá concederse discrecionalmen-
te la suspensión del acto reclamado, la que surtirá efectos previo depósito de la. cantidad que
se cobra, en el. Banco de México (actualmente en la Nacional Financiera, S. A.), o en de-
fecto de éste en la institucién de crédito que el juez señale dentro de su jurisdicción, o ante
la autoridad exactora, salvo que de antemano se hubiere constituido ante esta última."
a) Regla general
Como se ve, el requisito que se exige para que la suspensión surta sus efectos contra
el acto reclamado que estribe en el cobro de impuestos, multas u otros pagos fis-
cales, consiste en el depÓsito que el quejoso debe hacer respecto del importe de
dichos conceptos.
El depósito es un acto que consiste en la entrega provisional, con carácter devolutivo,
de un objeto determinado a alguna persona. Como requisito de efectividad de la
suspensión, dicho acto se traduce en la entrega provisional, con carácter devolutivo,
que el quejoso hace al Banco de México, a CUalquier institución de crédito que el juez
señale o a la propia autoridad exactora, respecto del importe de la multa; impuesto o
cobro fiscal en que consista el acto reclamado, entrega que se constituye a la orden
de la autoridad que conozca de la suspensión. Por ende, una vez que se ha verificado el
depósito, sólo dicha autoridad puede ordenar el retiro de la suma que entrañe.
b) Excepciones
La obligación que tiene el quejoso de hacer el depósito de referencia para hacer
.-!,fegiva la.-".!1spen}.ión del acto reclamado cuando. éste implique el cobro_de multas,.
impuestos o pagos fiscales en general, tiene algunas excepciones importantes.
l. La primera de ellas consiste en que, cuando el agraviado hubiere ya garantizado
el adeudo fiscal que se le reclama ante la propia autoridad exactora, no tiene el deber
de hacer un nuevo depósito ante el Juez de Distrito o autoridad que conozca de la
suspensión.
8TO Apéndice al Tomo CXVIII. Tesis 493". Tesis 20' de la á/ada Compilación y tesis 203
del Apéndi(e 197', Materia General.
776 EL JUICIO DE AMPARO
que "Si se ha trabado embargo en los bienes del quejoso, procede conceder la suspensión
contra los impuestos, multas y pagos fiscales, sin fianza ni depósito. por encontrarse asegurado
el interés fiscal." 811.
Cuando los actos reclamados afectan o restringen la libertad personal del quejoso,
la suspensión respectiva está condicionada, en cuanto a su. eficacia, al cumplimiento,
por parte del quejoso, de las medidas de aseguramiento que, según su prudente aro
bitrio, y atendiendo a las modalidades del caso concreto de que se trate, fija el Juez
de Distrito. En relación con este tópico, ya hemos formulado las consideraciones perti-
nentes, por Jo que en esta ocasión, nos remitimos a lo que expusimos en el parágrafo
IV de este mismo capítulo.
A. Su naturaleza ,
La naturaleza incidental de dicha substanciación deriva de la índole de la cuestión
que se debate, que es de carácter accesorio o anexo a la controversia p~incipal, estri-
bando ésta en decir el derecho sobre la constitucionalidad o inconstitucionalidad del
acto reclamado. En efecto, al promover el quejoso su demanda de amparo, plantea
simultáneamente dos euest~one~:.. ~ 'p!i~cip~l.o f~r:td~~_~::!!...9.?~__en_ sí ~ism~_e:cP~esa
el objeto primordial de fa acción correspondiente y que es la concerniente a la inconsti-
tucionalidad del acto autoritario impugnado; y otra de naturaleza accesoria O anexa a la
primera, que consiste en la paralización o cesación del acto reclamado o de sus consecuen-
cias. Ambas cuestiones se solucionan en forma diferente, por- medios analíticos distintos
y aplicando diversas noimas legales, por lo que su ventilación procesal tiene que re-
vestir formas disímiles. Así, verbigracia, cuando el Juez de Distrito dicta el auto o la
resolución por medio de la cual concede o niega al quejoso la suspensión del acto
reclamado, no aborda la cuestión de fondo o substancial planteada por este mismo, o
sea, la relativa a si tal acto pugna o no COn la Constitución en los diferentes casos con-
signados en el articulo 103 constitucional, sino que su actividad se contrae a constatar
si es o no es de decretarse la paralización o cesación de la actuación de la autoridad
responsable en atención a los imperativos legales sobre el particular (condiciones de
a y
procedencia en materia de suspensión 'petición de parte disposiciones concernientes
a la suspensión de oficio), sin perjuicio de que en la sentencia de amparo considere o no
inconstitucional el acto impugnado.
Se dice que la cuestión que atañe a .Ia suspensión del acto reclamado es accesoria
o anexa l:! la principal, que es la de fondo, en la cual se controvierte la constitucionali-
dad de la actuación autoritaria atacada, porque sin la segunda no puede la primera
suscitarse, ya que es condición sine qua non que el quejoso o agraviado solicite la
protección de la Justicia Federal para que tenga opción a que se le otorgue la suspensión
del acto que reclama de la autoridad responsable. Si no se provoca la cuestión de fondo,
ipso iure no tiene lugar la cuestión sobre la suspensión, de lo que se concluye que ésta
es accesoria de la primera, ya que, por otra parte, su resolución está supeditada, en
cuanto a su aficacia, continuidad o -finalización, al fallo judicial que ponga fin
a la controversia fundamental. Por el_ contrario, bien puede promoverse la petición
del amparo de la Jtisticia Federal contra un acto de autoridad determinado (cuestión de
.fondo) sin solicitar la saspensián del mismo, lo cual también indica que la substancia-
ci6n de ésta es accesoria, pues sólo en los casos limirativamente consignados en el
articulo 123 de la Ley de Amparo el juez de oficio la aborda. Todo lo anteriormente
expuesto revela que, siendo la cuestión relativa a la suspensión del acto reclamado de
índole incidental o accesoria. a la controversia o contienda fundamental, su substancia-
ci6n procesal reviste el carácter de incidente, tal como se le denomina doctrinal, j1lriJpru-
dendaJ V le"aJmenle;872 bl'
812 bis No ha faltado quien pretenda, como Huberto BrÍJt110 Sierra, denominar al incidente
de suspensi6n con el nombre de "auMente de suspensión", Este deseo. que entraña un afán incon-
778 EL JUICIO DE AMPARO
B. Solicitud de la suspensión
a) La petición de suspensión del aeto reclamado se formula, por lo general, junta-
mente con la demanda de amparo, que es, según dijimos en otra ocasión. el acto pro-
cesal por medio del cual el agraviado ejercita la acción constitucional. Podemos' decir,
entonces, que la petición que el quejoso hace al órgano de control, en el sentido de
que se suspenda el acto que afecta. sus intereses y derechos, forma parte integrante
de la demanda de amparo presentada, iniciándose el expediente incidental respectivo
por duplicado Con sendas copias de dicho libelo (arts. 120 y 142 de la Ley de Amparo).
Constituyendo generalmente la petición de suspensión del acto reclamado una parte
integrante de la demanda principal (salvo cuando se trate de un caso de suspensión
de oficio, en el que, para que proceda ésta, no se requiere que exista la solicitud
previa del interesado), necesariamente tiene que adquirir el giro procesal que tome ésta.
Así, si en la demanda de amparo se notan irregularidades, notorias improcedencias de
la acción constitucional en ella entablada o cualquier otro defecto formal o de fondo
y si, consiguientemente, tiene que mandarse aclarar o desecharse de plano, según el caso,
por el órgano de control, la solicitud o petición que eleva el promovente para que
se suspenda el acto que impugna, tiene que originar las mismas consecuencias respecto
de la suspensión, salvo excepciones legales expresas. Por el contrario, si se admite la
demanda de amparo, también el Juez de Distrito aceptará ejercer su función jurisdic-
cíonal en cuanto a la suspensión solicitada, dictando en el incidente correspondiente, que
se forma por duplicado COn sendas copias de dicho ocurso, el auto iniciat'que provisto-
nalmente la decrete, sin perjuicio de la índole y términos en que se pronuncie la
resolución incidental respectiva [ínterlocutoria suspensional},
b) Pero no por el hecho de que el quejoso no solicite la suspensión en la misma
demanda de amparo, debe concluirse que no pueda pedirla con posterioridad, en escrito
diverso, pues el artículo 141 de la Ley establece que el incidente respectivo puede
promoverse l/en cualquier tiempo, mientras no Se dicte sentencia ejecutoria".
La posibilidad de que el quejoso promueva el incidente de suspensión en el caso
de que no hubiere. pedido ésta en su demanda de amparo, existe no sólo en tanto el
Juez de Distrito no pronuncie la sentencia constitucional, sino aun en el supuesto
de que este fallo haya sido recurrido en revisión ante la Suprema Corte o ante el
Tribunal Colegiado dé Circuito que corresponda. Por ende, puede muy bien acontecer
que el procedtmíento de primera instancia se haya concluido, y que, _sin embargo, el
sulto_de iñnovaci6n, contraria. la designación que tradicionalmente, durante siglos, se ha adjudicado
a. la substanciación procesal de cuestiones accesorias que surgen o se plantean en un juicio principal.
Además, el término "accidente" tiene diversas acepciones, sin que ninguna de el/al pueda ser corree-
lamente aplicada en maleria procesal. Dichas acepciones las expone el distinguido filólogo y grao
mñticc don Martín Alonso en su importante obra intitulada "Enciclopedia del Idioma", y cuya auto-
ridad no puede negarse ni desconocerse, a no ser por dicho incomprensible y confuso "innovador".
I
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 779
C. Auto inicial
Al admitir el Juez de Distrito la demanda de amparo, simultáneamente a la pronun-
ciación del proveído inicial que recae a aquélla en tal sentido, dicta el auto que enea-
beza el procedimiento incidental sobre la suspensi6n del acto reclamado. El aulo inicial
que recae en el incidente de suspensión tiene un importante contenrdo, al cual nas
vamos a referir a continuación.
En primer lugar, una vez que el ]uéz de Distrito hace la declaración de tener por
presentado al quejoso solicitando la suspensión de los actos que reclama en su demanda
de amparo y ordena la formación del incidente respectivo, pide a las autoridades res-
ponsables su informe previo} que deberán rendirlo dentro de las veinticuatro horas
siguientes al momento en que reciban la notificación correspondiente. Acto continuo,
en el mismo auto inicial del procedimiento de suspensión, el Juez de Distrito señala
día y hora para la celebración de la audiencia incidental, acerca de la cual después
trataremos.
Ahora bien, en el propio auto inicial, y por la sola voluntad jurisdiccional unilateral,
se puede decretar lo que se llama la snspensián provisional del acto reclamado.
Esta suspensión es, desde luego, una paralización que .afecta a la actividad autoritaria
impugnada en la vía de amparo por el agraviado, y recibe el adjetivo de "provisional",
porque su subsistencia dura mientras el Juez de Distrito dicta la resolución que COrres-
ponda en su incidente de suspensión, concediendo o negando la cesación definitiva
del acto reclamado. Por consiguiente, puede suceder que la suspensión provisional
decretada en el auto inicial que encabeza el incidente de suspensión se erija a la catego-
ría de definitiva, en caso de que así se declare en la resolución incidental, o deje de
subsistir, en el supuesto de que se establezca que no es de suspenderse el acto reclamado.
la suspensión provisional es, pues, efecto de un acto potestativo} unilateral, del Juez
-de-o Distrito, -pues para- decretarla no. resuelve. cuestión .controvertidaulguna. la posibi-
lidad legal de que se conceda dicha suspensión traduce una medida preventiva toma--
da por el legislador para proteger los intereses del quejoso mientras se resuelve sobre la
suspensión definitiva (o suspensión propiamente dicha) del acto reclamado.
la procedencia de la suspensión provisional está prevista en el artículo 130 de la Ley
de Amparo que dice: "En los casos en que proceda la suspensión conforme al artículo 124 de
esta ley, si hubiere peligro inminente de que se ejecute el acto reclamado con notorios per-
juicios pata el quejoso, el Juez de Distrito, con la sola presentación de la demanda de amparo,
podrá ordenar que las cosas se mantengan en el estado que guarden hasta que se notifique
a la autoridad responsable la resolución que se dicte sobre la suspensión definitiva, tomando
las medidas que estime convenientes para que no se defrauden derechos de tercero y se eviten
perjuicios a los interesados, hasta donde sea posible, o bien las que fueren procedentes para
el aseguramiento del quejoso, si se tratare de la garantía de la libertad personal:'
780 EL JUICIO DE AMPARO
Sobre esta facultad discrecional don Fernando Vega se expresaba en los siguientes términos:
"Cuando una regla depende en gran parte del criterio [udicial, cuando el prudente arbitrio
desempeña un papel importante, hasta el punto de suplir el silencio del legislador, es racio-
nalmente imposible dar reglas absolutas, porque el criterio humano es irreductible, esencialmente
disímbolo, explicándonos l.OS3 heterogeneidad, la diversidad de las escuelas, la contradicción
de los sistemas, i la lucha de las opiniones.
"La potestad conferida al Juez de Distrito, de suspender provisionalmente los actos recia.
medos, es de esa naturaleza; su fuente principal está en el criterio, que es su regulador único.
Es de aquella clase de materias en que el Legislador confía más bien en la conciencia del
juez y en su buen sentido práctico, que en Sl,1 penetración propia. El autor de una le)' o
de un precepto general no tiene la doble vista suficiente para abarcarlo todo, ni sus ojos
son los de un Panopreo, o de un Argos." 873
813 bill aro Infof'trle de 191$, págs. 18' Y 186, sección "Tribunales Colegiados".
782 EL JUICIO DE AMPARO
E. El informe previo
1. Consideraciones genera/es
Hemos afirmado que en el auto inicial del incidente de suspensión, el Juez de
Distrito pide a las autoridades responsables su informe previo, que es el acto por virtud
del mal éstas manifiestan Ú son o no ciertos los actos reclamados y esgrimen las
razones que jllzguen conducentes para' demostrar la improcedencia de la smpensián
definitiva solicitada por el quejoso {art. 132, primer párrafo, de la Ley).
A diferen-cia del informe justificado que, como ya vimos, es el documento en que
la autoridad responsable defiende la constitucionalidad del acto reclamado, pugnando
por la negativa del amparo, o por el sobreseimiento del juicio respectivo al invocar
alguna causa de improcedencia de éste, el informe previo no debe aludir, por· modo
absoluto, a la cuestión de fondo suscitada en el procedimiento constitucional, sino que
tiene que contraerse a expresar si los actos impugnados SOn o no ciertos y a alegar
motivos para que' se niegue la suspensión definitiva,
Puede suceder que la autoridad responsable no rinda al Juez de Distrito su informe
previo. En este caso, la Ley de Amparo establece en favor del quejoso una presunción
de certeza de los actos reclamados para el solo efecto de la suspensión (último párrafo
del artículo 132). Esta restricción indica que la existencia de dichos actos sólo se
presume para los fines de la resolución incidental que otorgue o niegue la suspensión
definitiva, pues en el procedimiento de fondo, el agraviado conserva la obligación de
probarlos por los medios que estime pertinentes, so pena de que se sobresea el amparo.
Además de dicha presunción legal, la falta de informe previo hace incurrir a la
autoridad responsable en una sanción, consistente en una corrección disciplinaria que
le puede imponer el Juez de Distrito "en la forma que prevengan las leyes para la
imposición de esta clase de correcciones".
Al rendir su' informe previo, la autoridad responsable puede convenir en la certeza
de los actos reclamados, por lo que en este caso, la cuestión relativa al otorgamiento o
denegación de la suspensión definitiva, se resolverá atendiendo a si se llenan o no las
otras dos condiciones genéricas de su procedencia, mismas a que hemos aludido con
anterioridad.SU,
Puede acontecer, por el contrario, que la autoridad responsable en su informe
previo nieglle la existencia de los actos reclamados. En este supuesto, el quejoso tiene
la obligación procesal de probar su certeza en la audiencia)incidental a que se refiere
el artículo 131 de la Ley, mediante los elementos que este' precepto menciona.
Así 10 ha considerado la jurisprudencia¡ al sentar que: "Debe tenerse como cierto el
informe previo, si no existen pruebas contra lo que en él se afirma, y consecuentemente, ne-
garse la suspensión, si se negó la existencia del acto reclamado, a no ser que en la audiencia
se rindan pruebas en contrario," 8H'
Las afirmacions contenidas en el informe previo tienen una presunción de veraci-
dad, que sólo puede destruirse por las pruebas que aporte el quejoso en la audiencia
8H Véase parágrafo JI, de este mismo Capítulo.
. 815 Aréndice al Tomo CXVHI. Tesis ¡-571. Tesis 120 de la Compilación 1917-196', y te-
sis 118 de Apéndice 197J, Materia General.
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 783
incidental. A diferencia del informe justificado, que debe acompañarse con las constan-
cias que respaldan las aseveraciones que en él vierte la autoridad responsable, tratán-
dose del informe preyio, ésta .no tiene la obligación procesal de probar sus asertos,
sin que ello obste para que el Juez de Distrito los aprecie al dictar la interlocutoria
sobre suspensión definitiva, con vista, sobre todo, a los requisitos de procedencia de
esta medida cautelar consignados en las fracciones II y III del artículo 124 de la Ley
de_!\_m:I~aro. 510 _
Sin embargo, tratándose de las aserciones contenidas en el informe previo que con-
ciernan a la afecJací6n del interés social o ti la contravención de normas de orden público
en el caso de que se concediera la suspensión definitiva al quejoso, las autoridades respon-
sables 'deben aportar pruebas en la audiencia incidental que demuestren los citados fenó-
menos, cuando éstos no sean notorios ni evidentes. Este criterio ha sido sustentado [uris-
prudencialmente por el Primer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer
Circuito, en ejercicio de las facultades que al respecto establece el artículo 193 bis de la
Ley de Amparo, ya que la materia suspensional, tratándose de amparos bi-instanciales,
es de la incumbencia exclusiva de los Tribunales Colegiados,516 bis
La prevención judicial para que las autoridades responsables rindan su informe
previo debe notificarse a éstas por oficio, al darles a conocer el auto inicial del inci-
dente respectivo en que aquélla se decreta. Sin embargo, "En casos urgentes el Juez
de Distrito podrá. ordenar a la autoridad responsable que rinda el informe de que se
trata, por la vía telegrtifica", debiendo el quejoso expensar los gastos correspondientes
(art. 132, párrafo segundo).
Ahora bien, puede suceder que sean varias las autoridades responsables y que resi-
dan en diversos lugares, algunos de ellos fuera de la circunscripción territorial del
Juez de Distrito. En este caso, a virtud de la distancia, suele acontecer que dichas
autoridades no rindan su informe previo con la debida oportunidad, es decir, antes
de la celebración de la audiencia incidental, por no haber sido notificadas o no existir
constancia de la notificación respectiva. En este supuesto, "se celebrará la audiencia
respecto del acto reclamado de las .autoridadcs residentes en el lugar (de la jurisdic-
ción del Juez), a reserva de celebrar la que corresponda a las autoridades foráneas;
pudiendo modificarse o revocarse la resolución dictada en la primera audiencia, en
vista de los nuevos informes" (art. 133).
S76 Este es el criterio sustentado por la Suprema Corte que no s610 deriva de la tesis ju-
risprudencial ya invocada, sino de las siguientes ejecutorias: Semanario Judicial de la Federación,
Tomo LXXV, pág. 1594; Tomo LXXIII, págs. 71B3 y 5983; Tomo LXXVIII, pág. 280; Tomo
LXXXI, pág. 6383; Tomo CI. pág. 301. Y Tomo cn, pág. 685. Quinta Epoca.
878 bis Or. Informe de 1974. Sección "Tribunales Colegiados", págs. 55 a 57.
,
784 EL JUIaO DE AMPARO
para demostrar la falsedad de las aseveraciones que en él hayan asentado las autoridades
responsables. Esta falsedad consiste en la negativa de los actos reclamados, de tal suerte
que si éstos se realizan después de la interlocutoria suspensional que haya negado la
suspensión definitiva con base en la ausencia de tales actos, dicha realización implicará
una causa superaeniente para revocar o modificar la citada resolución en los términos
del artículo 140 de la Ley, sin perjuicio del delito que las mencionadas autoridades
hayan cometido en los términos del artículo 204 del propio ordenamiento.sts e
F. La aJJdienda incidental
inspección 'j udicial, dicha audiencia debe suspenderse pa,a que Se practique tal pro.
banza, reanudándose una vez que haya quedadoconcluida,
Sobre este particular, existe. una importante tesis de la Suprema Corte en el sentido de que
cuando 1ft prueba de inJperdón ocular tenga 'lile desobogarse fuera. de /a residencia del Juez
de Distrito -o no pueda rendirse en la misma juba en. que se hubiere señalado /a celebra-
ción. de /a audiencia incidental, ésta 'deberá transferirse. Dada la trascendencia de la mencionada
tesis, transcribiremos /Ia parte conducente de la misma en que se contiene dicha conclusión:
"El artículo 131 de la ley Orgánica de los artículos 103 y 107 de la Constitución Fe.
deral, expresamente faculta al quejoso'.f?ara que en la audiencia del incidente de suspensión,
ofrezca las pruebas documental y de instecci6n ocular que estime pertinentes.
"La redacción de este artículo supoae que esas pruebas pueden prectícarse en el mismo
día de la audiencia, pero no contiene determinación alguna acerca de que, de no poderse
practicar inmediatamente la prueba de inspección ocular, no sea de aceptarse; disposición que,
de existir, sería absurda, porque en ese caso el beneficio que concede dicho artículo s610 lo
recibirán las personas que radican en el lugar de residencia del Juzgado de Distrito. Tal
absurdo hace suponer que la prevención contenida en el citado artículo 131, respecte al derecho
del quejoso para- ofrecer la prueba de inspección ocular, tiene que ser aplicable en todos los
casos, aun en aquellos en que dicha prueba tenga que ser practicada fuera del 'lugar de residen.
cia del Juzgado de Distrito. Es verdad que en esos casos se hará imposible resolver sobre /a
suspensión en la fecha señalada par(/ la audie'lcia, pero esto sólo significa que esa audie11cia
será transferida. La transferencia de la audiencia en el incidente de suspensión, que hace
imposible que el Juez de Distrito resuelva sobre esta suspensión dentro del término marcado
por el artículo 131 de que se viene hablando, está plenamente autorizada por el artículo 133,
para todos aquellos casos en que alguna o algunas de las autoridades responsables funcionen
fuera del lugar de la residencia del Juez de Distrito y que no sea posible rindan el informe
previo con la debida oportunidad. Si en esos casos, según lo previene el-artículo 133 citado,
el Juez de Distrito está facultado para celebrar la audiencia respecto a autoridades que
residen en el lugar, y reservar la celebración de la que corresponda a las autoridades foráneas,
para fecha futura, seguramente que, por analogía y mayoría de razón, en casos como el actual,
en que no sea posible practicar la audiencia en el término señalado por el artículo 131, por
imposibilidad de recabar desde luego la prueba de inspección ocular ofrecida, entonces el Juez
de Distrito también podrá transferir esa misma audiencia." eso
Una :vez practicadas las pruebas que se hayan ofrecido en la audiencia incidental,
las partes' pueden producir sus alegaciones, que son las consideraciones jurídicas ten-
dientes a demostrar, con apoyo en las probanzas aducidas, que la suspensión definitiva
debe otorgarse o negarse, según el caso, por el Juez de Distrito.
Formuladas las alegaciones por las partes,' dicho funcionario debe dictar, en la
misma audiencia incidental, la resolución que proceda, concediendo o negando la sus-
pensión definitiva de los actos reclamados, "o lo que fuere procedente con arreglo al
articulo 134", precepto al que posteriormente aludiremos.
Un problema que no deja de tener trascendencia procesal consiste en determinar
si la audiencia incidental puede o no diferil'se en forma análoga como suele aplazarse'
la audiencia constitucional con base en lo dispuesto por el artículo 152 de la Ley de
Amparo que ya hemos comentado en un capítulo procedente. En otras palabras, ¿las
partes pueden pedir el diferimiento de la audiencia incidental acreditando ante el Juez
de Distrito que oportunamente solicitaron la expedición de copias certificadas de
aunque la parte quejosa no precise los documentos sobre Ios que debe versar (Informe de 1968,
Segunda Sala, págs. 48 Y 49).
S80 Informe correspondiente al año de 1948, Primera Sala, págs. 61 y 62.
LA SUSPENSiÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 787
Si los informes previos asientan que los actos reclamados ya están consumados y
que contra ellos es improcedente la suspensión definitiva por no satisfacerse la segunda
condición genérica de su procedencia, el quejoso puede también ofrecer la prueba de
inspección ocular para acreditar hechos o circunstancias objetivos, susceptibles de apre-
ciars~ ~r los sentidos, que indiquen que dichos actos aún no se han realizado cabal-
mente para que contra sus efectos, consecuencias o ejecución se le otorgue la mencio-
nada medida cautelar.
En Io que ñtañc a 'la tercera de- -las-condicioncs genéricas de- procedencia de la
suspensión, es decir, la que estriba en que con ella no se afecte el interés social ni se
violen normas o disposiciones de orden público, el Juez de Distrito goza de amplio
arbitrio discrecional para determinar su presencia en cada caso concreto, misma que
no es susceptible de demostrarse mediante prueba directa y sin perjuicio de que las
autoridades responsables aporten los dooonentos probatorios que estimen idóneos para
acreditar dicha afectación o violación, ruando estos fenómenos no sean notorios, según
lo ha sostenido jNl'úpmc!encia/mente el Primer Tribunal Colegiado del Primer Circuito
(Cfr. Informe de 1974. págs. 55 a 57).
Las anteriores consideraciones llevan a la conclusión de que la audiencia incidental
no es susceptible de diferirse en el mismo supuesto en que se aplaza la audiencia
constitucional conforme al artículo 1:52 de la Ley de Amparo. atendiendo a la teleología
788 El JUICIO DE AMPARO
eeo ute Sin embargo, el Primer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa, en una tesis,
ha sustentado el criterio contrario. Or. Itr/arme de 1977, págs. 101 Y 102, Sección "Tribunale::: "
Colegiados", ,
ti6]. L~s-condusiones que hemos apuntado no significan que la audiencia incidental no pueda
diferirse en casos diversos del que prevé el artículo 152 de la Ley, Entre ellos puede mencionarse
el que estriba en que de los iníormes previos se dé fllell/a has/a la m;1111a dll~;e1Jcia sllspemiQnJ
o se reciban en es/e mismo (lC/O procesal, según lo ha sostenido el Tercer Tr,bllflaJ Colegitt;do en
MaJeria AdmÍlziJlraliva del Primer Circuito, argumentando que cualquiera de esas dos orcuns-
rancias colocan ni Quejoso en un estado de indefensión (Or. ln/orme de 1971. Sección "Tribu-
nales -COlegiados'·,"-Pág. 89 e "ínjorme 7e 1978. págs. 90 y 91, misma Secciénf.Por lo contrario,
no es motivo para diferir la audiencia suspensional el hecho de que 110 se hubiese emplazado al
tercero pNiudicmio con anterioridad a la fecha señalada para su celebración, según acertadamente
10 ha considerado el Tribunal Colegiado del Segundo Circuito en una tesis que asienta: "Como el
artículo 131 de la Ley de Amparo impone al juez constitucional la facultad (sic) de ordenarle
a la responsable que rinda su informe previo en 24 horas y además lo obliga a celebrar la a.u-
diencia incidental dentro de un plazo de 48 horas, claramente se advierte la pretensión del legis-
lador para que el problema suspensional sea resuelto en un lapso no mayor de 7~ horas, aunque
no sea emplazado el tercero perjudicado y sin perjuicio de que éste pueda recurrir e.1 fallo inci-
dental tan pronto como se apersone al juicio de garantías, De aceptar lo centrarte resultaría
inútil la disposición contenida en el artículo 131 en consulta, dado Que sería prácticamente im-
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 789
G. lA impensión definitiva
:1) La interlocutoria mspensional
De las consideraciones que hemos formulado se desprende que, como accesorio a
la controversia constitucional que plantea el quejoso, surge un (011 flieto jltrídico entre
éste, por una parte, y la autoridad responsable y el tercero perjudicado (si lo hay),
por la otra, sobre la procedencia o improcedencia de la suspensión definitiva. Dicho
conflicto se forma por las pretensiones opuestas de tales sujetos procesales, -pues el que·
jaso exige que se conceda la citada medida cautelar y sus contrapartes que se le niegue.
Por tanto, la resolución que dicta el Juez de Distrito al dirimir el mencionado conflicto
jurídico, es de carácter destacadamente jlJrisdicciolla/; y como recae a una cuestión
accesoria, de tipo incidental, recibe el calificativo de interlocutoria, no teniendo, por
ende, la naturaleza de "auto", como en forma indebida se denomina por la Ley de
Amparo.
La interlorutoria suspensional puede tener un contenido triple, a saber: concesorio
de la suspensión definitiva, denegatorio de esta medida cautelar o declarativo de qlle
el incidente respecJivo qlleda sin masería.
posible obtener la constancia de emplazamiento del tercero en un lapso tan breve, sobre todo si
éste radica fuera del lugar del juicio. Por lo demás, no hay que olvidar que el incidente suspen-
sional se tramita con la finalidad de resolver si se paralizan o no los actos de autoridad y, ade-
más, que el Juez de Distrito está obligado a salvaguardar los intereses del tercero perjudicado
exigiendo 'la fianza correspondiente, si advierte que puede causársele perjuicio, por todo Jo cual
debe concluirse que la falta de emplazamiento del tercero no le impide al juez celebrar la au-
diencia incidental" (Informe de 1971. Sección "Tribunales Colegiados". Pág. 150). Por su parte,
el Primer Tf'ibunal Colegiado en Materia Adminismuioa del Primer Circuito ha sostenido que el
caso de diferimiento de la audiencia constitucional a que se refiere el articulo 153 de la Ley de
Amparo se debe hacer ex!ensivo para suspender I~ audiencia inciden~al ct.:an1o en el/a se ~mpu{fe
de falso el informe preno (íniorme de 1978, pags. 91 y 92, Sección Tribunales Coleaiados ):
882 Apéndice alTomo CX-VrII. "TesT; 811. Tesis 268 de la Compilación 1917-1965. y tesis 282
del Apéndice 197', Tercera Sala.
S!l3 Apéndice al Tomo CXVIII. Tesis 104:\.
790 EL JUICIO DE AMPARO
para que ésta se otorgue, el agraviado debe simplemente demostrar de manera prestm-
tioe, su interés jurídico en la obtención de la citada medida, a efecto de comprobar el
supuesto del requisito previsto en el artículo 124, fracción IlI, de la Ley, cual es la
dificultad en la reparación de los daños y perjuicios que se le pudieren causar con
motivo de la ejecución de los actos reclamados, daños y perjuicios que siempre deben
afectar dicho interés.
3. En impecable congruencia con la naturaleza del incidente de suspensión, la
[urisprndencia ha establecido que en la interIocutoria suspensional no deben "estu-
diarse cuestiones que se refieran al fondo del amparo".ss.
Esta imposibilidad no sólo atañe al examen de la constitucionalidad o inconstitu-
cionalidad del acto reclamado, sino a la procedencia o improcedencia del juicio respec-
tivo, de tal suerte que al concederse o negarse la suspensión definitiva, jamás se deben
tomar en cuenta causas o motivos que pudieren originar el sobreseimiento.v'"
Discrepando radicalmente del criterio jurisprudencial invocado, el licenciado Ricardo
Cauto ha sostenido desde hace tiempo, y reiterado en forma constante, la tesis de que
para negar o conceder la suspensión se debe pre-jflzgar sobre la constitucionalidad o
inconstitucionalidad de los actos reclamados, independientemente de que en la senten-
cia de fondo el juzgador de amparo se aparte de su criterio pre-decisorio, adscribiendo
dicho letrado a la citada medida la denominación de "amparo provisional".
No compartimos la idea del mencionado jurista, por las razones que nos permitire·
mos aducir a continuación.
El principio que obliga al juzgador de amparo a uo abordar ninguna cuestión que
lataña al fondo del juicio constitucional, para resolver sobre el otorgamiento o la dene-
gación de la suspensión, está firmemente asentado en la diversa índole decisoria de
ambos tópicos. En efecto, la procedencia de la suspensión, como lo hemos aseverado
repetidamente, radica en la reunión concurrente de tres condiciones genéricas, que son:
la existencia de los actos reclamados; la naturaleza de éstos y la satisfacción de los
requisitos previstos en el artículo 124 de la Ley, entre los que se destacan los que se
88. Apéndice al Tomo CXVIII. Tesis 1046. Tesis 189 de la Compilación 1917-1965, y le-
sis 187 del Apé!1di~e 19751 AiaJeria General.
8&5 Así también lo ha considerado la Jurisprudencia en la tesis 1047 del Apéndice citado.
888 Tratado Teórico-Práctico de la Suspcmiól1 en el Amparo. Págs. 51 Y 52, Edición 1957.
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 791
Por otra parte, y en congruencia puntual con la tesis del licenciado Cauto,. podría
en muchos casos negarse la suspensión de los actos reclamados, al prejuzgarse sobre
792 EL' JUICIO DE AMPARO
de ser órganos con imperio propio en el incidente 'tie suspensión, para devenir partes
procesales sin voluntad coercitiva y sujetas a la potestad judicial.
Ahora bien, cuando el Juez de Distrito, en ejercicio de las facultades que le con-
fiere el artículo 124, in fine, de la Ley, fija la situaci6n en que habrán de quedar las
cosas al conceder la suspensión definitiva y toma las medidas pertinentes para conser-
var la materia del amparo, las modalidades que al respecto se hubiesen establecido
deben ser puntualmente acatadas por las autoridades responsables, sin que éstas pue-
dan, mote proprio, imponer condiciones al quejoso, con el propósito de que su ínsa-
tisfacci6n habilite la realización de los actos suspendidos.
Una vez concedida la suspensión definitiva y fijada por el Juez de Distrito la
situación tantas veces aludida o decretadas las medidas de conservación mencionadas,
pueden surgir conflictos entre las autoridades responsables y el quejoso respecto de la
observancia o cumplimiento de la interlocutoria correspondiente. En tal caso, y previa
la substanciación del incidente de inejecución a que nos referiremos posteriormente,
dicho funcionario está legalmente facultado para dictar las "órdenes necesarias", a
efecto de que la suspensión definitiva y las modalidades que en relaci6n con ésta se
hubiesen establecido, sean debidamente obedecidas, de conformidad con lo dispuesto
por los artículos 143 y 111 de la Ley de Amparo.
Hemos afirmado que la concesión obligatoria de esta medida cautelar deriva, por
modo rigurosamente lógico. de su procedencia, misma que, a su vez, se funda en la
co1maci6n conjunta de tres condiciones genéricas, que son: la certeza. de los actos
reclamados, la suspendibilidad de éstos conforme a su naturaleza, y la satisfacci6n de
los requisitos previstos en el artlailo 124 de la Ley. Pues bien, en sentido Contrario, si
alguna de dichas condiciones no se cumple, la interlocutoria que dicte el Juez de Dis-
trito en el incidente suspensivo debe necesariamente negar la suspensi6n definitiva al
quejoso. Tal sucede. en consecuencia, en cualquiera de estos supuestos:
1. Si los actos reclamados no son ciertos;
2. Si, a pesar de que resulten existentes, su carácter los manifieste como no sus-
ceptibles de ser paralizados, O sea, por lo general, cuando son absolutamente negati-
vos o están totalmente consumados;
3. Si su detención afecta el interés social O viola disposiciones de orden público
(frac. U debrt,·U4); y " _. __ ....
4. Si con motivo de su ejecución no se causan" al agraviado "daños y 'perjuicios
de difícil reparación (frac. III del mismo precepto)"
Las citadas condiciones de improcedencia de la suspensión definitiva se encuentran
en una puntual sucesión Iógica, que debe recorrer el proceso intelectivo de Juez de
Distrito para negar la mencionada medida. De esta guisa, la interlocutoria suspensional
debe examinarlas en el estricto orden en que Se presentan, sin que sea necesario pon-
derar todas, pues basta que alguna opere, para que con apoyo en ella se declare im-
procedente la suspensión, sin invertir, no obstante, la sucesión lógica en que deben
ser analizadas.
La interlocutoria que niegue la suspensión definitiva produce obviamente el efecto
de expeditar "la jurisdicción de la autoridad responsable para la ejecución del acto
796 EL JUIOO DE AMPARO
805 bis Entre .Ias diversas hipótesis que pueden aducirse sobre hecho o causa superveniente,
figura la que concierne a la realización- de '10.1 -actos reclamados..que .hayan sido negados por las
autoridades responsables, con posterioridad a la interlocutoria que por la inexistencia de los mismos
no haya concedido la suspensión definitiva al quejoso. Esta hipótesis ha sido proclamada por el
Tercer Tribunal Colegiado en Malcria Administrativa del Primer Circuito, en la tesis siguiente:
"Si las autoridades responsables negaron inicialmente los actos reclamados, 10 que motivó la neo
gativa de la suspensión definitiva por falta de materia y posteriormente los ejecutan o tratan
de ejecutarlos, ello constituye un hecho superveniente para los efectos de dicho artículo:' (ar. ln-
[ormr 1975. Pág. 155. Sección "Tribunales Colegiados"). Este criterio ha sido legalmente adoptado
tratándose de iuicios de amparo en materia penal. según se advierte del artículo 1.:;6. séptimo
párrafo, de la Ley que en ocasión anterior comentamos.
896 A,sí lo ha sostenido la Suprema Corte en las ejecutorias que aparecen en los Tomos
LX.XII, pago 4956; ev, pág. 239: crn, pág. 1683 del Semanario Judicial de la Federación
Quinta Epoca. '
• 891 Aréndi.ce .al Tomo cxv~n, tesis 1061. Tesis 216 de la Compilación 1917.1965 y te.
ns 214 de Apendlce 1975, Materia General.
800 EL JUICIO DE AMPARO
La facultad que tienen los Jueces de Distrito para conocer en materia de suspensión
siempre es ejercitable, en cualquier momento, mientras en el juicio de amparo respec-
tivo no se dicte sentencia o resolución que cause ejerutoria.5 SS Esta jurisdicción abierta
explica el por qué de la duplicidad del incidente de suspensión, ya que, a pesar de que
contra la interlocuroria suspensional se interponga la revisión, el Juez de Distrito
sierupre está en aptitud de conocer y decidir todas las cuestiones que se susciten en
tomo a dicha resolución y de revocar o modificar ésta, cuando ocurra algún hecho
superveniente que le sirva de fundamento. En este último caso, si el mencionado te-
curso aún no se resuelve por el Tnbunal Colegiado de Circuito correspondiente, revo-
cada la ioterlocutoria impugnada, la revisión queda sin materia, y sin perjuicio de
entablarla contra Ja resolución revocatoria o modificada de que se trate.
A. Su procedencia
Tanto el auto que decreta la. suspensión provisional como la interlocutoria en que
se conceda la suspensión definitiva de los actos reclamados, impone-a las autoridades
responssbtes obligaciones de no hacer, consistentes en abstenerse de llevar adelante la
actividad que haya sido impugnada por el quejoso. En otras palabras, como tales
resoluciones- no constriñen a las mencionadas autoridades para desempeñar. actos. de
carácter positivo, no son susceptibles de ejecutar defectuosa ni excesivamente, salvo
los casos a ·que aludíamos en ocasión precedente, al tratar de la procedencia del recurso
de queja, y en esta virtud, cualquier acto que se despliegue. para realizar la actividad
autoritaria paralizada importará, en términos generales, un incumplimiento a las deci-
siones suspensionaJes y el cual puede registrarse en las hipótesis' que a continuación
nos permitimos señalar.
Ahora bien, si dichos actos distintos tienen el mismo sentido de afectación que los
reclamados, pero diferente motivo o causa eficiente, traducido este elemento en algún
hecho o circunstancia posterior a la interlocutoria correspondiente, se estará en presencia
de actos nuevos .que no acusan incumplimiento a dicha medida cautelar. Boa Por el
contrario, si el motivo o causa eficiente del acto posterior, aunque diverso de este
elemento en los actos reclamados, es efecto o consecuencia del motivo o causa de éstos,
las autoridades responsables que ejecuten o emitan dicho acto posterior incurrirán en
desobediencia a la suspensión definitiva.tl:04
Si el acto reclamado y el posterior tienen el mismo motivo o causa efiéiente, pero
diferente sentido de tr/ectaci6n, no habrá in=plimiento a la interloeutoria suspensional,
a no ser que el sentido de afectación en el acto posterior sea efecto o consecuencia del
propio elemento en el acto reclamado.s'"
Por último, es obvio. que si el acto posterior y el reclamado divergen en ambos
elementos y entre los de lino y los de otro no existe ninguna relación causal, no se
estará en presencia de incumplimiento alguno a la suspensión definitiva, por tratarse
de actos subsJancialmente diferentes.
3. Si la suspensión definitiva se concede contra una ley que haya sido reclamada
como auto-efectiva ninguna autoridad, sea o no responsable! debe realizar acto alguno
en perjuicio del quejoso con apoyo en sus disposiciones, pues en caso contrario incurre en
incumplimiento de la inter1ocutoria respectiva) a no ser que la citada medida cautelar
se haya otorgado en relación con alguno o algunos de sus preceptos, porque entonces no se
desobedece la resolución suspensional, si dicha autoridad se funda en las disposiciones
no suspendidas) siempre que el contenido normativo de éstas no esté en relación causal
o teleológica con las que impliquen la materia de la citada suspensión.
Respecto de éstas rigen los mismos principios sobre los que descansa la eficacia
de las ejecutorias que conceden la protección de la Justicia Federal. En efecto, aunque la
Jllrisprudencia 006 que establece que las sentencias de amparo no sólo deben ser obedecidas
por las autoridades responsables, sino por las que, no habiendo tenido este carácter,
deban ejecutarlas o acatarlas por virtud de sus funciones, sólo alude a los fallos cons-
titucionales, su alcance debe comprender analógicamente tanto a los autos de suspensión
provisional, como a las inter1ocutorias que otorg¡p. suspensión definitiva, si se atiende
al principio jurídico que enseña que "donde existe la misma razón debe existir la misma
disposición", "
Así, si el espíritu que anima a la jurisprudencia señalada estriba en evitar que las
ejecutorias de amparo sean burladas por las autoridades no responsables, pero que,
1106 Tesis -406 del Apéndice al Tomo CXVIIJ, equivale a la tesis 101 de la: Compilación
1917~196'. 'J tesis 99 del Apéndice 197', M4Ieria General.
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO INDIRECTO 805
conforme a sus funciones, deban cumplirlas, por concurrir con las responsables en la
realización cabal de los actos reclamados contra los que se haya impartido la protección
federal, dicho propósito debe existir tratándose de las resoluciones suspensionales, ya
que sería una aberración inadmisible que, mediante esa sabia extensión de obligato-
riedad, sólo se asegurara la eficacia del juicio de amparo al través de uno de sus aspectos,
cual es el de fondo, y se dejara sin efectividad el que concierne a la suspensión de los
actos reclamados, medida que fácilmente podria ser objeto de ludibrio por parte de
las autoridades que, no habiéndose señalado como responsables, debieran cooperar en la
realización completa de tales actos.
Es más, si la citada tesis jurisprudencial se apoya en la interpretación del articulo
107 de la Ley de Amparo, que establece una especie de responsabilidad solidaria entre
las autoridades responsables y sus superiores jerárquicos en lo que toca al incumpli-
miento de las ejecutorias constitucionales, y si las disposiciones de tal precepto se hacen
extensivas a los casos en que se trate de la inobservancia de las resoluciones sobre
suspensión, según lo estatuye el artículo 143 de dicho ordenamiento, es lógico concluir
que la consabida tesis debe aplicarse, por analogía indiscutible, para referir la obe-
diencia que al auto de suspensión provisional y a la interlocutoria que concede la
suspensión definitiva deben prestar las autoridades no responsables que, en atención
a sus funciones, deben concurrir con las responsables en la realización exhaustiva de los
actos reclamados, conclusión que, por otra parte, ha sido ya apuntada por la propia
Suprema Corte.90 T .
Pero no solamente las autoridades no responsables tienen la obligación de acatar
las resoluciones suspensionales que se dicten en un juicio de amparo en los términos
que se acaban de expresar, sino también los in/criare! jerárq¡¡icos de las responsables
y, en general, cualquiera autoridad que actúe o pretenda actuar como ejeclltora de éstas,
aunque no haya tenido intervención en el procedimiento. constitucional, ya que, si la
suspensión provisional O definitiva se concedió contra la ejecución, efectos y consecuen-
cias de los actos reclamados, su paralización opera absolutamente con independencia
a las autoridades que traten de llevarlos adelante. .
Por último, la consideración de que la debida y puntual observancia de los fallos cons-
titucionales importa una cue-rión de orden público, debe hacerse extensiva al cumplimien-
to de las resoluciones suspensicnalcs, pues de admitir el supuesto contrario, se llegaría
a la aberración de que sólo en tales fallos tenga interés la sociedad, para que se con-
serve el orden establecido por la Ley Fundamental, y que, en cambio, carezca de él en
.cuanto almantenimiento de la materia del amparo, y sin el cual, en muchas ocasiones,
éste resultaría nugatorio e irreparablemente consumados los actos violatorios de- la Cons-
titución. En otras palabras, si el interés social estriba en que las sentencias de amparo
sean puntualmente obedecidas por las autoridades responsables y no responsables en los
casos ya señalados, para evitar la burla y el ridículo que originaría su desacato con
que se afrentaría la majestad de la Justicia Federa! y consolidar la vida institucional
del país, tales fenómenos de evitación y consolidación no se lograrían obviamente, si la
sociedad no estuviese también interesada en que los autos de suspensión provisional'
y las interlocutorias de suspensión definitiva debieran observarse rigurosamente por
9M Informe correspondiente al año de 1945, Segunda Sala, pág. 177 a 178, así como las
ejecutorias visibles en los Tomos LXXXN, pág. 1661; Tomo LXXXV, páS. 23'0, y XLIX,
página 2019, de la Quinta Epoca.
806 EL JUICO DE AMPARO
dichas autoridades, ya que el respeto al juicio de amparo debe ser total, es decir, asumirse
en relación con todas las resoluciones judiciales que en él se dictan, independientemente
del procedimiento en que se pronuncien. A la. misma conclusión se llega desde el
punto de vista estrictamente lógico, pues si el cumplimiento del acto culminatorio
del juicio de amparo, cual es la ejecutoria constitucional, ha sido justamente reputado
como cuestión de orden público por la jurisprudencia de la Suprema Corte, la obser-
vancia de cualquiera resolución judicial que en tal procedimiento se dicte, sobre todo de
las concernientes a la suspensión provisional y definitiva, tiene que participar de dicho
carácter, ya que los atributos del fin o los de la causa deben imputarse, respectivamente,
a los medios y a los efectos.
l. roRAS GENERALES
En los amparos uní-instanciales en que el acto reclamado esté constituido por una
sentencia del orden civil} la suspensión s610 procede a petición de parle, comprendién-
dose dentro de este tipo de resoluciones tanto los fallos civiles en sentido estricto como
los mercantiles. El requisito de la solicitud de la suspensión lo consigna expresamente
911 A'léndice al Tomo CXVUI, Tesis 10'4. Tesis 3'3 de la Compilación 1917·1965, y le.
tis 373 de Apéndice 19n_ Tercera Saja.
1)12 Puede fácilmente advertirse la contradicción entre los articulas no y 174 de la Ley de
Amparo por lo que concierne a la competencia para conocer de la suspensión COntra Jaudos definí-
tivos laborales, pues mientras que el primero faculta a la autoridad responsable, o sea, a la que
hubiese dictado dichos fallos (Grupo Especial de la Junta de Conciliación y Arbitraje), el segundo
dispone que es el presidente de este organismo el que debe proveer sobre la mencionada- medio
da cautelar. Creemos que el artículo 174 debe prevalecer sobre el 170, ya que éste ordena que la
suspensión debe sujetarse a las disposiciones del Capitulo correspondiente de dicha Ley y dentro
de las cuajes se comprenden las establecidas en el citado artículo 174. La contradicdén que
apuntamos obedeció a una ligereza legislativa en que incurrieron las Reformas de 1967. pues se
dejó de modificar el precepto últimamente indicado para cohonestarlo con el 170.
LA SUSPENSIÓN EN EL AMPARO DIRECTO 809
el articulo 173 de la Ley, debiéndose conceder esta medida cautelar, siempre que
con su otorgamiento no se contravengan normas de orden público ni se afecte el interés
social, y que, de ejecutarse la sentencia civil reclamada, se causen al quejoso daños
y perjuicios de dificil reparación (art. 124, en reladón con el precepto que se acaba de
señalar yeon el 175 de la Ley).
Dada la índole de los intereses que se debaten en un juicio del orden civil strieto
sens« o mercantil, que son generalmente privados, la suspensión contra la ejecución
de los fallos respectivos siempre procede, por ejemplo los requisitos a que se refiere el
artículo 124, fracción Il, de la Ley, y a cuyas disposiciones remite su articulo 173.
Sin embargo, cuando el juicio civil en que se hubiese dictado la sentencia reclamada
versa sobre una cueslión alimenlaria, la suspensión ha sido considerada improcedente
por la jurisprudencia de la Suprema Corte, en el caso de que dicha sentencia condene
al deudor alimentista al pago de pensiones futuras, procediendo tal medida cautelar, en
cambio, en manto a la condena que se refiere a las pensiones insolutas ya exigibles. 91S
Otorgada la suspensión contra la ejecución de una sentencia civil (lato sensu) , su
eficacia se condiciona al requisito consistente en que el quejoso dé fianza para responder
de los daños y perjuicios que, con motivo de la citada medida, se pudiesen causar al
tercero perjudicado (arts. 107 constitucional, frac. X, y 173 de la Ley), quien, a
su vez, tiene el derecho de prestar contra-fianza para llevar adelante la ejecución del
fallo reclamado, dejando sin efecto la aludida suspensión. El objeto de la contra-fianza
estriba en indemnizar al quejoso de los daños y perjuicios que se le pudiesen irrogar
por la ejecución de la sentencia combatida, haciéndose exigible dicha contra-garantía, si
contra el propio fallo se concede el amparo.
Por lo que concierne a la fijación del monto de la fianza y de la contra-fianza y a la
admisión de esta última, son aplicables a la suspensión contra la ejecución de una
sentencia civil definitiva (lato sensu), las disposiciones contenidas en los artículos
125, párrafo segundo, 126, 127 Y 128 de la Ley, que estudiamos en el capitulo inme-
diato posterior, por lo que reproducimos las consideraciones que en tomo il estos pre-
ceptos hemos formulado. 'H
En cuanto a la exigibilidad de las garantías y contra-garantías que se presten en el
incidente de suspensión relativo a un amparo directo en materia civil (lato sensu) ,
se substancia ante la propia autoridad responsable, en los términos previstos en el
articulo 129 de la Ley, que ya examinamos en el capitulo precedente (art. 176).
91.7 aro Informe de 1972, Primera gala, págs. 3' a 38. Idem, Apéndite 197J, tesis 183,
Primera SaJa. .
. 918 . Apéndice al Tomo CXVIlI. Tesis 1057. Tesis 175 de 14 CtmJpil«i&n 1917-1965, te-
sil 252 del Apéndice 1975, CUdI1a SaJa.
812 EL JUICIO DE AMPARO
Este criterio general ha sido aplicado por la jurispruaen(ia en casos específicos, para
concluir sobre la Improcedencia del beneficio suspensional contra la ejecución de laudos dictados
por las Juntas de Conciliación y Arbitraje.
1. Así. si el laudo condena al patrón a pagar a los deudos del trabajador una indemni-
urión por muerte de éste, la suspensión no debe otorgarse.ese
2. Igualmente dicha medida cautelar es improcedente, si la condena estriba en la reins-
saladón del trabejadcr.ec
3. Tampoco procede la suspensión, si el laudo arbitral reclamado condena al patrón al
pago de la indemniza(ión por arddente de trabajo en favor del obrero.9 2 2
4. La multicitada medida cautelar no debe concederse, además, si la condena estriba en el
pago de salarios, hasta por el importe de éstos en seis mese!,. término que se ha considera-
do como necesario para la tramitación del juicio de garantías.9 28
Esta tesis jurisprudencia! debe entenderse aplicable únicamente en el caso de que el laudo
arbitral reclamado no condene a la reinstalación del trabajador, pues de' 10 contrario, la repo-
sición del obrero en su trabajo, no lo coloca en el peligro de no poder subsistir mientras se
decide el juicio de amparo respectivo, por 10 que contra el pago de los salarios caldos sí es pro-
cedente la suspensión, independientemente de su cuantía, 9Z40
Hemos afirmado 025 que la jurisprudencia, la Constitución y la Ley han hecho exten-
siva la procedencia del amparo directo contra laudos dictados por el Tribunal mencio-
nado, o sea, contra los fallos definitivos que pronuncia este órgano administrativo-
jurisdiccional, en los conflictos jurídicos que surgen entre los trabajadores y empleados
al servicio del Estado y las unidades burocráticas donde desempeñan sus labores. En
consecuencia, de la suspensión contra la ejecución de los referidos laudos conoce el propio
Tribunal en su carácter de autoridad responsable, de acuerdo con los artículos 107,
fracción XI, de la Constitución y 170 de la Ley de Amparo.
Pues bien, aunque la jurisprudencia se funda en la similitud que existe entre los
laudos dictados por las Junlas de Conciliación y Arbilraje y los pronunciados por el
Tribunal de Arbitraje, para consignar la procedencia del amparo directo contra estos
últimos, tratándose de la suspensión ha considerado que esta medida está regida por
princípios diferentes en uno y en otro caso, por lo que las normas legales y jurispruden-
ciales que regulan la suspensión en materia laboral propiamente dicha, no son aplicables
respecto de los fallos que emite el citado Tribunal.
As!, la Suprema Corte ha sostenido que: "Aun cuando es cierto que, en términos ge-
nerales, existe una relación de trabajo entre el Poder Público y sus servidores, también 10 es
que esta relación no tiene las características de un verdadero contrato de trabajo; tal cómo está
previsto en nuestra ley laborista, supuesto que ésta tiende esencialmente a regular las activlda-
des del capital y del trabajo como factores de la producción o sea, en funciones económicas;
10 que no sucede tratándose del Poder Público y de sus empleados, atenta nuestra organización
política y social, porque las funciones encomendadas al Estado no persiguen ningún fin ecoeé-
miro, sino más bien un objetivo de control para la convivencia de los componentes de la
sociedad. Por ello no puede afirmarse que exista paridad en los fenómenos jurídicos enunciados
y, por lo mismo, lóg;,amenl' no plica' auptarst qlle la ;uriJprudencia sustentadd en relaGión
can la suspensión, traJándose de verdaderos contraes de Jraba;o, .haya de regir ese mismo ,
fenómeno, cuando se trala de traba;adores al servicio del Estado." 926
Congruentemente con las consideraciones que informan dicha tesis, la misma iu"¡s~
prudencia ha establecido, en oposición a 10 que sostiene tratándose de laudos de las
Juntas de Conciliación y Arbitraje, que contra la ejecución de un fallo pronunciado
por el Tribunal de Arbitraje que condene a la reinstelacién del trabajador o empleado
burocrático, es procedente la suspensión.ser
-- Es más;-partíendo de la idea-de que las normas .que regulan la suspensión en materia
laboral propiamente dicha no son aplicables a los laudos que dicta el mencionado Tri-
bunal, debe lógicamente concluirse que la suspensión contra la ejecución de éstos, en
perjuicio del, órgano estatal condenado, es procedente en todo caso, sin que su efectivi-
dad deba condicionarse a requisito alguno, por reputarse solvente al Estado "para
responder de las obligaciones que le resulten'"."·
LA JURISPRUDENCIA
I. CONCEPTO DE JURlSPRUDENOA
tran en la dinámica jurídica de un país. Al analizar cada caso en sus modalidades es-
peclficas y al enfocarlo desde el1ángulo de la legislación, los órganos judiciales del
Estado dictan la sentencia que dirime el conflicto o la controversía que se haya susci-
tado en el caso examinado. Para llegar a este resultado los tribunales tienen el deber
inexcusable de interpretar la ley, o sea, de extraer su sentido mediante la utilización
de una metodología determinada, para proyectar el sentido que se establezca al caso
concreto. Pero puede suceder, y esto acontece con cierta frecuencia en la realidad, que
la ley sea omisa en el tratamiento normativo de cuestiones que el legislador no previó
pero que plantea la vida del derecho que es esencialmente dinámica y está en perenne
evoluci6n o transformación, Ante cualquier omisi6n o imprevisi6n de la ley, los tribu-
nales deben integrarla, integraci6n que implica ya la creacián o conslru«ión del derecho.
Corroborando estas apreciaciones, el jurista mexicano Cerlos de Si/va J Nava sostiene que
"Ya no puede aceptarse. según las teorías modernas, que el juzgador sea un simple aplicadcr,
el juzgador es un creador del derecho y así se ha acuñado el concepto 'creación derivativa del
derecho', o sea, los órganos que legislan, están creando originariamente el derecho positivo, pero
el juez, derivando su acción de aquellas normas generales, está creando un derecho especial, está.
creando normas jurídicas que son obligatorias y coercibles (st«): y tan es importante la creación
jurídica del juez, que se ha llegado a sostener que las normas generales tienen las características
de la norma jurídica, pero en potencia; la coercibilidad (sü) de la norma abstracta está en po-
tencia y no será efectiva hasta el momento en que intervenga la función judicial para hacerla
concreta, hacerla efectiva y eficaz, y si aceptamos estos criterios tenemos que aceptar que este
tipo de jurisprudencia, la jurisprudencia individualizada, está creando constantemente el
derecho y además lo crea porque repetimos. no es una aplicaci6n mecénica de la ley," 92'9 bis
929 bis Curso de ACllla1izaeídn de Amparo, Estudio: f'LA ]urisprudentitl',- Publicaci6n del
Seminario de Derecho Constitucional y Amparo y de la Divisi6n de Estudios Superiores de la'
Facultad de Derecho. 1976. Fág. 111.
818 EL JUICIO DE AMPARO
Con toda elegancia y enjundia el maestro Luis Receséns Sicbes ha expresado. "la ciencia
del derecho o jurisprudencia versa sobre las normas positivas, sobre el sentido autónomo y
objetivo de ellas", agregando que "no es ciencia de los hechos jurídicos, de la realidad vital
generadora del Derecho, sino ciencia del sen!ido o contenido objetivo de la ordenación positiva.
La ciencia dogmática del Derecho se propone aprehender el sentido objetivamente válido del
precepto jurídico: DO repensar lo que efectivamente pensó el legislador, no revivir /01 procesos
psicológicos en los que se ge1l6 la ley, sino pensar los sentidos contenidos obiaivemmte en la
misma norma, "entender la ley, mejor de lo que la entendieron sus creadores". pensarla lógica-
mente hasta sus últimos extremos y consecuencias, según la especial lógica. jurídica. Y digo
según la especial lógica jurídica, porque debe extraer el sentido, que está. contenido objetiva y
aut6nomamente en la ley, según los métodos de interpretación normativa; y además integrarlo
con el trasfondo de valoraciones o convicciones vigentes en las cuales se articula el derecho
legislado y varían al rorrer del tiempo; y asimismo referirla a las situaciones vitales del mo-
mento, tal vez no previstas por el legislador, con 10 cual la ley puede cobrar nuevas derívacio-
nes. El sentido de la ley "no queda fijado por la interpretación con un contenido concreto
para todo tiempo, sino que permanece siempre capaz de contestar con nuevas aclaraciones a las
nuevas necesidades y problemas jurídicos suscitados por las transformaciones de los tiempos;
no puede, pues, pensarse la voluntad objetiva del legislador como si fuera el proceso volun-
taric único que produjo la ley, sino como la voluntad duradera y al par variable de la cual es
soporte la ley" (Radbruch). Trata, por consiguiente, la dogmática positiva del Derecho de
interpretar el sentido .objetivo del orden jurídico vigente, como sentido autónomo de la misma
ley -c-independientemente de los procesos psicológicos subjetivos del legislador- integrado
en las valoraciones o convicciones sociales que lo complementan y referido a unas situaciones
vitales dadas. Y además trata de entender y constituir el orden jurídico vigente como un sistema.
unitario. coherente y tota1.'980
De acuerdo con las anteriores ideas, la jurisprudencia, bajo el aspecto que estamos
tratando, se revela corno la uniformidad de interpretación y consideración jurídicas en
varios casos concretos análogos, que respecto de una cuestión específica de derecho hace
o formula una autoridad judicial para resolverlos. Por ende, puede afirmarse que, en
atención a la amplitud de la idea que hemos expuesto, cada autoridad judicial, indepen-
dientemente de su categoría o grado, es susceptible de "sentar jurisprudencia".
Sin embargo, dentro de un terreno estrictamente legal, no a toda autoridad judicial
le es dable sentar jurisprudencia, a pesar de la uniformidad interpretativa y considera-
tiva de que hemos hablado. Solamente cuando tal uniformidad se imputa legalmente a
cierta categoría de autoridades judiciales, generalmente las supremas en los fueros fede-
980 Filosoiía del Derecho. Págs. 26 y 27. Cfr. Introducción al Estudio del Derecho. Páginas
197 y 200.
LA JURISPRUDENCIA 819
conclusiones concretas. Es por eso que en Inglaterra y en los Estados Unidos de Norte-
américa goza de prestigio y fuerza incontrastables la "autoridad del precedente", a tal
grado que existe una verdadera imposibilidad de que el contenido de sentencias y fallos
respecto de un caso concreto,· sea contrariado por resoluciones posteriores dietadas en
asuntos particulares análogos. La jurisprudencia en los Estados Unidos y en Inglaterra
ha tenido una gran trascendencia jurídica, puesto que ha llegado a estructurar sobre
bases definidas el. derecho consuetudinario, llenando sus lagunas y omisiones. En los
países de derecho escrito, como el nuestro, si bien la jurisprudencia es muy importante,
puesto que, cuando es verdaderamente sabia, colma las lagunas legales, elucida con-
tradicciones de la ley y formula interpretaciones correctas, carece, en cambio, de la
finalidad primordial que persigue en Estados de derecho consuetudinario, ya que en los
primeros, por razón de la naturaleza formal de su régimen jurídico, las omisiones
y lagunas dispositivas son menos numerosas, debido a que la legislaci6n tiende a prever,
en forma general, las diversas situaciones abstractas que en los diferentes ámbitos de
la realidad suelen presentarse.
Nosotros no somos partidarios de que se atribuya fuerza y validez incontrastables
al precedente, es decir, no estamos de acuerdo con la imposibilidad de que se modifi-
que el sentido de una resoluci6n judicial anterior, en casos análogos a aquel en que
recay6. Aun suponiendo que una tesis jurisprudencial determinada haya sido elaborada
con toda acuciosidad y madurez y que contenga la sabiduría jurídica más elevada, el
Derecho, como toda ciencia, necesariamente evoluciona, se transforma. Si se aceptase
el principio de la autoridad del precedente en todo su rigor, tal como lo hemos ex-
puesto, el Derecho se estancaría en el país en que aquél imperase, al menos por 10 que /
respecta a la actividad jurisdiccional. Por eso nos declaramos partidarios del evolucio-
nismo de la jurisprudencia de los tribunales, siempre y cuando las innovaciones que
en ella se introduzcan no sean fruto de la pasi6n política, de la ignorancia o de un
"revolucionarismo" judicial, sino efecto de una verdadera elucubración jurídica, címen-
tada en bases científicas sólidas y sugeridas por la siempre cambiante realidad.
El factor presupuestal necesario para la formación de la jurisprudencia, es eviden-
temente el arbilrio judicial. Este no es sino la facultad que tiene el juzgador, inherente
a sus funciones jurisdiccionales esenciales, consistente en colmar las lagunas del derecho
positivo, elucidar las contradicciones reales y aparentes que existan entre las normas ju-
rldicas escritas, en una palabra, en interpretar científica y humanamente la ley. El
juez no debe ser un aut6mata que aplique la regla de derecho ciegamente; dicho fun-
cionario, quizá el más importante dentro de un régimen jurisdiccional como el nuestro,
debe encarnar en un individuo de alto valor moral e intelectual a fin de que sus
decisiones estén impregnadas de un sentido humanitario, que venga a atemperar el rigor
escueto del formalismo normativo y entrañe la síntesis de los conocimientos juridicos
científicos. Claro está que ese arbitrio debe ser prudente, pues de lo contrario, su ejerci-
cio por parte del juzgador originaría, no una correcta interpretación 16gico-juridica y
humana del derecho positivo, sino la violaci6n misma de éste. El juez, por ende, no
debe desentenderse de la ley, ni tampoco atribuir a ésta exclusivamente un carácter
de mera fórmula normativa independiente de los intereses humanos de variada índole
qu~ regule. La labor judicial debe implicar la síntesis entre lo legal y lo humano o
entre lo científico-jurídico y lo moral, lo cual se logra generalmente mediante el desem-
peilo de una atingente funci6n interpretativa cuya cristalizaci6n es la jurisprudencia.
LA JURlSPRUDENaA 821
Mas para conseguir ta! objetivo, que no es sino el ideal de todo sistema jurisdic-
cional, hay que contar previamente con un elemento sine qrtiblls non: la calidad moral
e intelectua! de la persona que encarne a! juzgador. Sin jueces cultos y honrados, los
países inciden en la tiranía judicial, que es la peor de todas las tiranías, pues los pueblos,
como los individuos, lo último que abandonan en sus desgracias es la fe en la justicia.
La jurisprudencia fue elevada por el artículo 107 constitucional según las reformas
de 1950, al rango de [uent» del derecho, equiparándose las tesis relativas, por ende, a
verdaderas normas legales, por reunir, respecto de las consideraciones jurídicas en ellas
implicadas, referentes a determinadas cuestiones de derecho, los atributos esenciales de
la ley, como son, la generalidad, la impersonalidad y la abstracción. La apreciación
de la jurisprudencia como fuente del derecho no aparece de manera expresa en el
mencionado precepto de la Constitución, sino que se establece en la exposición de moti-
vos de la Iniciativa Presidencial de 23 de octubre de 1950, cuya parte conducente
afirma:
"la fracción XIII del articulo 107 de esta Iniciativa. considera que la ley determinará los
términos y casos en que sea obligatoria la jurisprudencia de los Tribunales del Poder Judicial
de la Federación, así como los requisitos para su modificación. Estimamos pertinente la inclu-
sión de esta norma en la Constitución, por ser fuente de derecho la ;urhpruden¡;i4. Jo cual ex-
plica el carácter de obligaJoriedad que le corresponde igualmente que a 101 md11dalos legales,
debiendo ser por ello acatada tanto por la Suprema Corte de Justicia, como por las Salas de
ésta y los otros Tribunales de aquel Poder . . . "
con el auxilio de la Ciencia del Derecho y demás disciplinas científicas conexas, des-
pojando a la norma de su carácter rígido e inflexible propio al anacronismo legal,
para convertirla en una regla dúctil, que permita su adaptación a las diversas situaciones
que en forma por demás prolija suscita la dinámica realidad.
Pero sostener, sin distingos ni limitaciones, que la jurisprudencia es fuente del dere-
cho en sí misma, es desconocer en los regímenes de derecho escrito, el principio clásico
de la separación de poderes y e! postulado de la legalidad, al admitir la posibilidad de
que los órganos judiciales encargados de elaborar las tesis jurisprudenciales asuman
el papel de verdaderos legisladores, creadores del Derecho Positivo, invadiendo la esfera
competencial atribuida por la Constitución al Poder Legislativo, con mengua del orden
constitucional. Por tanto, la concepción de la jurisprudencia a título de fuente del
derecho, no debe conducirnos a considerarla como medio creador de normas formal-
mente legales, sino como conducto de fijación del sentido de la razón de una ley pre-
establecida. En otras palabras, la jurisprudencia es fuente de! derecho no' en cuanto acto
creador normativo, sino como acto de interpretación legal obligatoria, debiendo fungir
únicamente como elemento accesorio utilísimo para la eficacia de la regulación estable-
cida por la ley en su carácter constitucional formal. De ello se infiere que la jurispru-
dencia no es autónoma, es decir, no tiene existencia per se} sino que su validez en un
régimen jurídico escrito, como es el nuestro, depende de que posítivamente sea un medio
interpretativo e integrativo de normas legales preestablecidas.
Las ideas expuestas con antelación, que pretenden delimitar con precisión el con-
cepto de jurisprudencia como fuente de!' derecho, tienden a rechazar todo supuesto
que considere a la actividad de elaboración jurisprudencial, patentemente inconstitu-
cional, por significarse en la forjación de reglas jurídicas generales, impersonales y
abstractas, cuya expedición incumbe a los órganos. facultados por la Ley Fundamental
para ello. El órgano judicial, en efecto, no legisla al formular tesis jurisprudenciales;
se concreta o debe concretarse a interpretar o desentrañar el sentido de una norma
legal, por más que las consideraciones de interpretación e integración correspondientes asu-
man los caracteres propios de una ley. Es más, cuando una determinada tesis jurisprudencial
no es fiel intérprete de la razón legal, cuando no extrae el contenido intimo de una
norma jurídica, sino que contraviene ésta, tal tesis puede afirmarse que no tiene ninguna
justificación ni validez deontológicas.
En otras palabras, no puede haber iurúpt'tldencia sin ley en los sistemas de derecho
escrito como el nuestro; pero este principio no implica que los tribunales, encargados
de establecerla, no tengan libertad para interpretar e integrar los ordenamientos legales
pre-existentes, función ésta que se traduce en la formulación de reglas generales, im-
personales y abstractas de acatamiento obligatorio. De la naturaleza misma de la juris-
prudencia se infiere que ésta, aunque se origine en la tarea jurisdiccional de los órganos
judiciales del Estado, presenta, en su esencia misma, los caracteres materiales del acto
legislativo, sin ser, evidentemente, un conjunto de "leyes" en su sentido formal.
A. Formacián de la [urisprudencia
e} Nosotros estimamos que los artículos 192 y 193 de la Ley de Amparo, que se
refieren a Ja formación de Ja jurisprudencia de la Suprema Corte, son incompletos
e incurren en un error a través de la connotación de las palabras "Jo resuelto". En
efecto, la parte formal de una sentencia en que la que se hacen las consideraciones,
razonamientos e interpretaciones jurídicas, que es en 10 que consiste substancialmente
la jurisprudencia, está constituida precisamente por los "considerandos". Por consi-
guiente, los preceptos aludidos no debieron haberse referido a "Jo resuelto" en las
cinco ejecutorias, sino a "lo considerado" en las mismas, pues, en primer lugar, Jos puntos
resolutivos de una sentencia no son sino las conclusiones a que el juzgador llega en
un caso.concreto después de haber analizado jurídicamente el uegocio, expresadas en pro-
posiciones lógicas y concisas, y en segundo téonino,· bien puede suceder que cinco
ejecutorias concuerden en "lo resuelto" en cada caso concreto a que pertenezcan y
que, sin embargo, difieran en las consideraciones, razonamientos o interpretaciones
jurídicas, por lo que, no coincidiendo dichas ejecutorias respecto a estos factores, que
son la parte medular de la jurisprudencia, según ya dijimos, menos aún pueden formarla,
por razones obvias.
Ad<más de la deficiencia de los artículos 192 y 193 de la Ley de Amparo que
acabamos de anotar, tales preceptos son incompletos y, por tanto, adolecen de obscuri-
dad. Efectivamente, su contenido alude a una coincidencia errtre "cinco ejecutorias no
interrumpidas por otra en contrario", sin especificar que éstas deben corresponder a
casos o asuntos análogos, cuando menos en algún punto de derecho, 'Circunstancia que.
es el supuesto de integración de la uniformidad considerativa e interpretativa, que es
en lo que estriba la jurisprudencia.
B. Extensión de la jurisprudencia
C. Obligato,iedtttJ de la ;urisprudencia
En los términos de los citados artículos 192 y 193 de la Ley de Amparo, la juris-
prudencia de la Suprema Corte no sólo es obligatoria para los Tribunales Unitarios
y ColegitttJos de Circuito y Jueces de Distrito, y para los tribunales militares, judiciales
del orden común y tribunales locales o federales administrativos y del trabajo, sino
lambién para la misma Corte y Salas que la componen.
Sin embargo, dicha obligatoriedad es muy relativa frente a los Tribunales Colegia-
dos de Circuito y a las Salas de la Suprema Corte. En efecto, en cuanto a los primeros,
el artículo 9 transitorio del Decreto reformativo de la Ley de Amparo, expedido por el
Congreso de la Unión en diciembre de 1967, y que se publicó en el Diario Oficial co-
rrespondiente al 30 de abril de 1968, reduce dicha obligatoriedad a Jas tesis juris-
prudenciales establecidas hasla la fecha de vigencia de las correspondientes reformas,
toda vez que a los propios Tribunales ya se les faculta para sentar su jurisprudencia. Ade-
más, el mismo precepto los autoriza a interrumpir la jurisprudencia de las Salas,
sustentada antes de esa fecha, en los asuntos que, de conformidad con las Reformas
de 1967, pasan al conocimiento de los citados Tribunales.
Por- lo que atañe a las -Salas de la- -Suprema Corte, lajutisprodencia "establecida
por el Pleno'.~e_este alto tribunal sobre inconslilucionalidtttJ de leyes, puede dejar de
observarsepoelas propias Salas cuando estimen "que en una revisión en trámite hily
razones g(avés" para dejar de sustentarla, dándolas a conocer al pleno "para que éste
resuelva el' caso, ratificando o no esa jurisprudencia" (art. 84, frac. 1, inciso a) de la
Ley de Am~aro).9S1
931 La critica a este último caso la formulamos someramente en el apartado V (Quinto Su-
puesto Competencial}, parágrafo A, inciso a) del Capitulo Dedmoptimero; y por 10 que concierne
al primero, la hacemos en este mismo Úlp!tulO.
"
826 EL JUICIO DE AMPARO
A. Su formación
B. Su extensión
pueden conocer de un mismo tipo material de amparo según factores contingentes que
se den en los casos concretos de que se trate, tales como la cuantía, el monto de la
penalidad, el interés del asunto, etc. En otras palabras, la órbita competencial exclusiva
de los mencionados Tribunales se compone por todos aquellos casos de que la Corte
nunca puede conocer, independientemente de los citados factores contingentes.ve» bl8
Así, v, gr., la legislación civil o penal de cualquier entidad federativa puede ser interpre-
tada y aplicada tanto por los Tribunales Colegiados de Circuito como por la Suprema Corte
en los juicios de amparo que. respectivamente correspondan a unos o a la otra según su
competencia, misma que se establece, en esta hipótesis, por la cuantía del negocio o por el mono
to de la pena, según dijimos. El mismo fenómeno concurrente se da en lo que concierne a la
legislación federal administrativa y laboral. Por consiguiente. dichos Tribunales no pueden crear
jurisprudencia sobre las referidas legislaciones, aunque sí pueden, obviamente. interpretarlas
jurisdiccionalmente, sin que los fallos en que esta interpretación se sustente puedan Formar
ninguna tesis jwisprudenciaI.
El jurista De Silva 1 Nava, por su parte, formula una clara concepci6n de lo que debe
entenderse por competencia exclusiva de los Tribunales Colegiados de Circuito como presu-
puesto imprescindible para. que los fallos uniformes que estos órganos jurisdiccionales dicten
puedan constituir jurisprudencia en los términos del artículo 193 bis de la Ley de Amparo.
"Si analizamos la. problemática de la situación y analizamos las circunstancias en que naci6
este precepto (el 193 bis Citado), podemos entender por qué él mismo habla de los Cale.
giados que pueden sentar jurisprudencia en materia de su competencia exclusiva. No se trata de
que sienten jurisprudencias que contradigan a las de la Corte; se trata de que en las materias
de las cuales ya no conocen las Salas o el 'Pleno de la Suprema Corte de Justicia y .respectc de
las cuales ya no podrán sentar jurisprudencia porque ya no llegará 11 su conocimiento este
tipo de asuntos. puedan los Tribunales Colegiados establecer jurisprudencia. Ahora bien, qué se
entiende por "Competencia exclusiva de los Colegiados"; recordemos que la competencia
se determina por varias circunstancias, puede ser por cuestiones de cuantía, puede ser por la
naturaleza. del asunto. etc., erc., y hay casos en que el mismo problema jurídico puede plan.
tearse indistintamente ante un Tribunal Colegiado o ante la Suprema Corte de Justicia, depen-
diendo de circunstancias accidentales, como podrá ser por ejemplo la cuantía del negocio
individual. si se va a discutir, digamos, un problema de naturaleza civil, podrá conocer tanto
la Suprema Corte como un Tribunal Colegiado, dependiendo de la cuantía del negocio;
quiere decir que ésta no es una competencia exclusiva de los Colegiados, pues esa competencia
exclusiva supone que el problema jurídico planteado en ningún momento podrá ser resuelto
por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, 10 cual acontece, por ejemplo, cuando se
plantean problemas relativos al trámite de los incidentes de suspensión en amparo indirecto,
porque la. revisión en materia de suspensión es exclusiva de los Tribunales Colegiados, y
aclaro que estoy hablando de amparo indirecto, porque la Corte sí puede eventualmente
conocer de suspensión en amparo directo, al través de la queja que se interpone contra el
auto que la' niegue o conceda por parle de la autoridad responsable; pero en lo que se refiere
al trámite de la suspensión en amparo indirecto, en cuanto distinto al trámite de la suspen-
sión en amparo directo, sI estamos en presencia de una competencia exclusiva; lamentable.
mente, parece ser que en la práctica no siempre se ha observado esta distinción y los Tribunales
Colegiados ordenan la publicación de "Tesis Jurisprudenciales" ep._.~a~erias que no son de su:
exclusiva competencia," 932 e
sobre dichas leyes sustenten los referidos Tribunales no pueden constitui; iurisprudencitJ,
pues esta facultad incumbe a la Suprema Corte conforme a los artículos 192 y 193 de
la Ley de Amparo, según aseveramos, facultad que se ejerce en el caso de que tales
leyes hayan sido impugnadas por SU inconstitucionalidad y a través de recurso de re-
visión que se hubiese interpuesto contra la sentencia que en el amparo indirecto res-
pectivo haya pronunciado el Juez de Distrito. Por consiguiente, aunque a los Tribunales
Colegiados de Circuito competa el control de la legalidad administrativa local sobre
actos de autoridad stricto sens« provenientes de órganos estatales locales o del Distrito
Federal, los criterios interpretativos de las leyes respectivas no pueden formar jurispru-
dencia, por más numerosas que sean las ejecutorias en que los establezcan.
Las breves consideraciones que acabamos de formular conducen a la conclusión de
que los mencionados Tribunales únicamente pueden crear iurisprudencitJ respecto de re-
glamentos locales, pues ya dijimos que a pesar de que el articulo 192 de la Ley atribuye
dicha facultad a la Suprema Corte funcionando en Pleno, ésta nunca puede en la reali-
dad desempeñarla por carecer de competencia para conocer uni-instancialmente o en
grado de revisión de los juicios de amparo en que tales reglamentos se impugnen. Por
razones análogas, dichos Tribunales también pueden establecer jurisprudencia en mate-
ria ItupensionaJ en amparo! bi-instanciales. .
Por otra parte, si se sostiene.. contrariamente a las ideas apuntadas, que los Tribu-
nales Colegiados de Circuito pueden establecer jurisprudencia sobre los mismos ordena-
mientos en relación COn cuya interpretación la Suprema Corte est& facultada para
hacerlo conforme a los artículos 192 Y 193 de la Ley, se auspiciaría el caos en la admi-
nistración de la justicia federal dentro del juicio de amparo, pues habría tantas tesis
jurisprudenciales diversas y hasta contradictorias sobre una misma ley federal, verbigra-
cia, cuantos fueren dichos Tribunales. De esta suerte, la propia ley se aplicaría de
manera diferente dentro de la República, con quebranto de su normatividad igualitaria
en el ámbito nacional. Además, las autoridades obligadas a acatar tanto la jurisprudencia
de la Suprema Corte como la de los Tribunales Colegiados de Circuito, se enfrentarían
frecuentemente al dilema de obedecer una u otra sobre la interpretación contradictoria
de un mismo ordenamiento legal. Estimarnos que mediante la demarcación de la facul.
tad jurisprudencial de los mencionados Tribunales, en los términos que dejarnos asen-
tados, se evita la anarquía que provocaría el criterio opuesto al que sustentarnos sobre
la delimitación de dicha facultad.·..
933 Mutatis mutandis el Primer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer
Circuito ha sostenido análogo criterio para demarcar la extensión de la facultad de los Tribunales
Colegledos- de Circuito para. ínterrumplrvla "jurisprudencia de las Salas de la Suprema Corte,
afirmando al efecto lo siguiente: "Conforme a los artículos 45, 46, 84. fracción 1 y 8', fracciones
l. 11 Y 111 de la Ley de Amparo y 7° bis, fracciones 1, inciso b), I1 Y IlI, incisos a) y b) del
Capítulo II bis de la ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, en el sistema actual
de competencias hay materias en las que la Suprema Corte de Justicia conserva competencia ex-
elusiva; hay materias cuyo conocimiento correspondía anteriormente a la Suprema Corte de Justicia
y que ahora corresponden, en forma exclusiva, a los Tribunales Colegiados de Circuito, y hay
materias que corresponden ya sea a la Suprema Corte o ya sea a los Tribunales Colegiados, según
su cuantía o según su importancia trascendente para el interés nacional. Así, cuando el artículo 9
transitorio del Decreto de ; de enero de 1968. que reformó la ley de Amparo, dice que los
Tribunales Colegiados pueden interrumpir la jurisprudencia de las . Salas de la Suprema Corte
tratándose de los "amparos que eran de la competencia" de esas Salas, debe entenderse que se
está. refiriendo a aquellas materias que pasaron a ser, en forma exclusiva, del conocimiento de los
. Tribunales Colegiados. Pues cuando el juicio de amparo, directo o en revisión, versa sobre una
cuestión respecto de la cual, en ciertas condiciones, la Suprema Corte de Justicia conserva su rompe-
830 EL JUIOO DE AMPARO
C. Sil obligmoriedtlá
La jurisprudencia que establezcan los Tribunales Colegiados; de Circuito es obliga-
toria para ellos mismos, para los Jueces de Distrito que residan dentro de su jurisdioción
territorial y para los tribunales judiciales del fuero común, tribunales administrativos \
y del trabajo que funcionen dentro de ella (art. 193 bis, primer párrafo).
Uno de los problemas de honda raigambre inveterada que afronta la jusricia Fede-
ral ha sido provocado por la contradicci6n o divergencia que, sobre una misma cuestión
jurídica, suele con frecuencia existir entre las sentencias de los órganos integrantes del
Poder Judicial de la Federación, causando seria desorientación en la práctica cotidiana
tencia, dichos Tribunales Colegiados no están facultados para interrumpirla, sino que están obli-
gados a acatarla, en términos del artículos 193 de la Ley de Amparo" (Informe de 1971. Sección
"Tribunales Colegiados". Págs. 44 y 45).
934 aro la nota inmediata anterior.
LA jURJSPRUDENCIA 831
Ante tal contumacia de las autoridades ¿cómo solucionar los problemas teórico-jurí-
dico y práctico que de ella se derivan? ¿Cómo evitar que se sigan promoviendo juicios
de amparo contra actos aplicativos de leyes declaradas inconstitucionales por la jurispru-
dencia de la Suprema Corte y que invariablemente se resuelven en el "mismo sentido?
Para resolver dichas cuestiones es indispensable que, por medio de una declaración
constitucional y legal se amplíe, de una parte, la obligación expresa de acatar la Cons-
titución sobre todas las disposiciones secundarias, haciendo aquélla extensiva a todas
las autoridades del país, y por otro lado, se ensanche el ámbito de obligatoriedad de la
jurisprudencia de la Suprema Corte; en otras palabras, para solucionar los problemas
apuntados, nos permitimos formular las siguientes sugerencias:
a) Que el principio de supremacía constitucional consagrado en el artículo 133
de la Ley Fundamental, se haga expresamente extensivo, en .cuanto a su observancia, a
toda clase de autoridades;"
b) Que cuando un cuerpo legal, en alguno o algunos de sus preceptos, haya sido
reputado como inconstitucional jurisprudencialmente, .la persona física o moral a la que
las autoridades pretendan aplicarlo, pueda pedir a las mismas que suspendan su aplicación;
e} Que en caso de que la autoridad, a la cual se haya elevado tal petición, insista
en aplicar el precepto o preceptos legales tildados de inconstitucionales por la jurispru-
dencia de la Suprema Corte, reiterando el acto de aplicación respectivo, el afectado
pueda acudir en queja ante el Juez de Distrito que corresponda, para que éste, sin
ulterior recurso, decida sobre la cuestión de si deben o no aplicarse dichos ordenamíen-
tos, en atención al vicio de inconstitucionalidad declarado por la Corte.
Los puntos de solución a los problemas indicados y que acabamos de esbozar, deben
estudiarse a fondo, con el fin de que puedan tomarse en consideración al practicarse
la revisión de la es!ructora jurídica del juicio de amparo.
,
CAPITuLO VIGESlMOClIARTO
l. IDEAS GENERALES
935 Este tema. 10 estudiamos en nuestra obra "Derecho Constitucional Mexicano". Capltu-
lo Sexto, parágrafo IV, apartado "IY', inciso (J.
LA RESPONSABlLIDAD EN EL JUICIO DE AMPARO 837
En conclusión, estimamos que las disposiciones del Código Penal a que remite la
Ley de Amparo en materia de responsabilidad no han sido derogadas, pues así lo ha
establecido, por lo demás, la Ley de febrero de 1940, tanto en la fracción LXXII
838 EL JUICIO DE AMPARO
del articulo 18 a que aludíamos, corno en el articulo 22 que dice: "En todo aquello
que ~o pugne con las disposiciones de la presente Ley, son aplicables las reglas con-
signadas en el Código Penal." Por el contrario, en vista del contenido del articulo 49
transitorio de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, que establece una
vigencia temporal o condicional de las disposiciones de la Ley Orgánica anterior sobre
responsabilidades de los funcionarios y empleados del Poder Judicial Federal, tales dispo-
siciones quedaron derogadas por la Ley de Responsabilidades de febrero de 1940.
086 bts La actual 'Ley sobre la materia, publicada e! 4 de enero de 1980, considera en su
artículo 3 como delitos oficiales "Jos saos u omisiones de los funáonarios o' empleados de la Pede.
radón o del Distrito Pederal cometidos durante 1U encargo o con motivo del mnmo, que reduni/en
en perjuicio de los intereses públicos y del buen desp«ho'l,
LA 1U!SPONSABILIDAD EN EL JUICO DE AMPARO 839
Así a la materia de amparo podemos aplicar Jos hechos específicos que el artículo 3 de la
Ley de Responsabilidades vigente considera como delitos oficiales que pueden cometer los
citados ministros, o sean, Jos consistentes en "las violaciones sistemáticas de garantías indivi-
duales" (f. VlI) y en.r'cualquiera Infracción a la Constitución o a las leyes federales, cuando
causen perjuicios graves a la Federación o a uno o varios Estados de la misma, o motiven
algún trastorno en el funcionamiento normal de las Instituciones" (f. V).
miento en los IUIOOS de amparo, como los Ministros de la Suprema Corte pueden
cometer el delito oficial previsto en el artículo 3, fracción VII, de la Ley de Responsabi-
lidades, en el caso de que no sólo no apliquen los preceptos constitucionales que con-
tengan las garantías individuales al negocio concreto de que se trate, sino que las
contravengan. Por análogas razones, esto es, por la circunstancia de que el objeto
substancial del juicio de amparo es la tutela del orden constitucional, estimamos que
los Ministros de la Suprema Corte pueden cometer el delito oficial a que alude la
fracción V del mencionado precepto cuando no sólo no realicen concretamente tal
objeto en los diferentes juicios de amparo que se presenten a su conocimiento, sino
que infrinjan.la Ley Fundamental en la substanciación y resolución respectivas.
Por lo que concierne a' procedimiento para hacer efectiva la responsabilidad de los
Ministros de la Suprema Corte por delitos oficiales cometidos en materia de amparo,
y que quedaron especificados anteriormente, son los artículos 19 a 62 de la Ley de
Responsabilidades vigente los que regulan, y a cuyo tenor nos remitimos.
Faltando esta condición, la penalidad es menos severa, como lo establece el segundo pi.
rrafo del artículo 199 de la Ley de Amparo, que dice: "Si la ejecución no se llevare a efecto
por causas ajenas a la intervención de la Justicia Federal, se le impondrá (al Juez de Distrito
o autoridad que conozca del juicio' de amparo o del. incidente de suspensión) la sanción que
señala el artículo 22$ del mismo Código" (es decir, del Penal}, o sea; la-suspensión del empleo
o cargo respectivos de un mes a un año, destitución o multa de cincuenta a quinientos pesos.
cometer los Jueces de Distrito o autoridades que conozcan del juicio de amparo, hechos
a los que nos remitimos.
d} En cuarto lugar, la desobediencia o el incumplimiento "de las ejecutorias de
amparo imputables a los Jueces de Distrito o a las autoridades judiciales que conozcan
del juicio, se castigará con arreglo al articulo 213 del C6digo Penal", esto es, con
prisión de seis meses a seis años, multa de veinticinco a mil pesos y destitución del
empleo (art. 202 de la L. de A.).
e) Por último, el artIculo 203 de la Ley de Amparo como regla general contiene
la prevención de que en todo caso en que se imponga a un JueZ de Distrito o a una
autoridad que conozca del juicio de amparo una pena privativa de la libertad; asimismo
se le destituirá del cargo e inhabilitará hasta por cinco años para ocupar otro puesto
dentro del ramo judicial, en el del trabajo o en el Ministerio Público.
fJ Por lo que toca al procedimiemo seguido para hacer efectiva la responsabili-
dad en materia de amparo de los Jueces de Distrito y autoridad que conozcan del
juicio respectivo. hay que aplicar las normas correspondientes contenidas en la Ley
de Responsabilidades vigente al través de sus articulas 63 a 83, cuyo texto damos
por reproducido.
Una vez terminado el proceso por los delitos oficiales que hemos aludido, el juez
instructor debe remitir el expediente al Jurado de' Responsabilidades Oficiales, conforme
el artículo 65 de dicha ley. Como se ve, el Jurado Popular, que es la entidad a la cual la
Constitución en su artículo 111, párrafo quinto, confiere la facultad de juzgar los deli-
tos y faltas oficiales de los funcionarios (con exclusión de los Altos) y empleados de la
Federación, del Distrito Federal, tiene injerencia en el procedimiento una vez concluida
la instrucción. Por 10 que concierne a la competencia específica e integración de dicha
entidad, .así como al procedimiento seguido ante ella, nos remitimos a las disposiciones
de la Ley de Responsabilidades contenidas en los artículos 69 a 83 inclusive. .
Debemos enfatizar que también en favor de los Jueces de Distrito las I?40r1114J
de 1967 establecen un fuero legal de no procesabilidad, en cuanto que dichos funcio-
narios no pueden ser enjuiciados ni detenidos por la comisión de algún delito oficial
o del orden común, mientras la Suprema Corte, funcionando en Pleno, no los suspenda
en sus cargos (art. 12, frac. XXVIII, segundo párrafo, de la Ley Org. del P. J. de
la F.).
"La autoridad responsable que maliciosamente revocare el acto reclamado con el propósito
de que se sobresea en el amparo s610 para insistir con posterioridad en dicho acto sed castigada
conforme al artículo 213 del Código Penal, en relación con la fracciÓD IV del 214 del propio
ordenamiento." Este delito lo equipara la Ley de Amparo al de abuso de autoridad contenido
en el artículo 214, Fracción cuarta, del Código Penal, el cual está concebido por este ordena--
miento en los siguientes términos: "Comete el delito de abuso de autoridad todo funciooario
público,. agente del gobierno o sus comisionados, sea cual fuere su eategorfa, en los casos
siguientes: VI: Cuando ejecute cualquier otro acto arbitrario y atentatorio a los derechos
garantizados en la ConstituciÓ<l.'·
Dice sobre el particular el citado precepto: "La autoridad responsable que no obedezca un
auto de suspensión debida:ffUmle notiiicado, será castigada con la sanción que señala el artículo
213 del Código Penal. por cuanto a la desobediencia cometida, independientemente de cual.
quier otro delito en que incurra. La misma sanción se aplicará. cuando deba tenerse por hecha
la notificación de la suspensión. en Jos términos del artículo 3; de esta Ley. si llegase a
ejecutarse el acto reclamado,"
La condición indispensable para que se cometa este delito, según puede observarse
de la transcripción, estriba en que el auto judicial por el que se conceda al quejoso la
. suspensión (provisional o definitiva, pues la ,Ley no distingue en este caso) debe estar
debidamente notificado a la autoridad responsable, de acuerdo con las reglas sobre no-
tificaciones en el juicio de amparo y que estudiamos en otra ocasión en el capítulo
respectivo de este trabajo. En cuanto a la penalidad impuesta a la autoridad responsable
que cometa este delito, es la misma que se previene para el anterior, consignada en el
artlculo 213 del Código Penal, O sea, aquella que corresponde al delito de abuso de
autoridad en' general.
d) El cuarto delito especifico en cuya comisión puede incurrir la autoridad' res-
ponsable en materia de amparo, consiste en el hecho de que, ruando a ella le competa
proveer sobre la suspensión del acto reclamado (por ejemplo, en amparos directos),
admita jidllzas o contr<>-jitl1lzas ilusorias o insuficientes, y ruya penalidad estriba en la
suspensión del empleo de un mes a un año, destitución o multa de cincuenta a qui-
nientos pesos (art. 225 del Código Penal).
e) Uno de los delitos de mayor gravedad, no por lo que respecta a la penalidad
propiamente dicha, sino porque implica una rebeldía contra los mandatos supremos de
la Justicia Federal, es el contenido en el artículo 20S de la Ley de Amparo, que dice:
separada de su cargo y consignada al Juez de Distrito que corresponde; para que la juzgue
por la desobediencia cometida, la que se castigará con la sanción que señala el articulo 213 del
Código Penal. Si apareciere cometido otro delito. el Juez .de Distrito pondrá los hechos en cono-
cimiento del Ministerio Público que corresponda."
Este precepto, que prevé el delito que podríamos llamar de repetición del acto
reclamado una vez concedido el amparo al quejoso, viene a corroborar la disposici6n
inserta en la fracci6n XVI del artículo 107 constitucional (que inexplicablemente
no aparece en .la publicación oficial de las Reformas de 1967) y la cual está concebida
en términos análogos. La comisi6n de este delito entraña la inmediata destitllción de la
autoridad responsable (si no hay impedimento constitucional para ello), para cuya
orden es competente la Suprema Corte de Justicia funcionando en Pleno, según lo esta-
blece la fracción VII del artículo 11 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Fede-
raci6n. Una vez ordenada la destituci6n de la autoridad responsable, la Suprema Corte,
ta! como lo disponen los artículos lOS, segundo párrafo, y 208 de la Ley de Amparo, la
consignará al Ministerio Público para el ejercicio de la acci6n penal correspondiente.
Ahora bien, sobre este último particular se presenta un importante problema de
conflicto de leyes: de acuerdo con la Ley de Responsabilidades de enero de 1980
y con el artículo 111 constitucional, quinto párrafo, es a un Jurado Popular al que
corresponde juzgar de los delitos y faltas oficiales cometidos por los funcionarios (dis-
tintos de los altos funcionarios federales) y empleados de la Federaci6n y del Distrito
Federal; por otra parte, según el artículo 20S de la Ley de Amparo, es a un Juez de
Distrito al que incumbe conocer del delito oficial especifico cometido por la autoridad
responsable previsto eo el precepto últimamente citado. El conflicto surge, pues, cuando
la autoridad responsable sea un funcionario o empleado federal o del Distrito Federal.
Entonces, ¿a favor de quién se decide la competencia correspondiente? ¿Será el Jurado
Popular o el Juez de Distrito que corresponda al que competa juzgar a la autoridad
responsable?
Para resolver el problema que nos ocupa y que es de suma trascendencia práctica,
debemos acudir a un principio general de derecho que está consagrado por el Código
Civil eo su artículo 11, que dice: "Las leyes que establecen excepción a las reglas
'generales', no son aplicables a caso alguno que no esté expresamente especificado en
las mismas leyes." De acuerdo con tal principio, aplicado al problema planteado, el
artículo 111 constitucional, en su párrafo quinto, alude a los delitos y faltas oficiales
en general de los funcionarios y empleados federales y del Distrito Federal. Por ende,
la disposición contenido en ta! precepto constitucional es de carócter general. Por el
contrario, la regla inserta en el artículo 20S de la Ley de Amparo es una regla de ex-
cepción, puesto que se aplica exclusivamente al caso específico en que las autoridades
responsables insistieren en la repetici6n del acto reclamado una vez concedido el am-
paro al quejoso. Consiguientemente, interpretando a contrario sensu el principio de
derecho antes enunciado, en el sentido de que las leyes que establecen excepción a
las reglas generales s6lo son aplicables a los casos que aquéllas expresamente prevean,
es evidente que para juzgar de la responsabilidad de una autoridad responsable que
sea funcionario o empleado federal o del Distrito Federal, por la comisión del delito
oficial especifico consistente en la repetici6n del acto reclamado una vez concedido
el amparo al agraviado, es competente el Juez de Distrito que corresponda, compe-
LA RESPONSABILlDAD EN EL JUICIO DE AMPARO s45
tenda que se fija en una regla de excepción como es, insistimos, la del articulo 20S
señalado. . ¡
ceptuados como Altos Funcionarios Locales por la Ley -de Responsabilidades), el proce·
dímiento seguido para hacer efectiva la responsabilidad que tuvieren en un juicio de
amparo, se regirá por lo que disponga el Código Federal de Procedimientos Penales.
aleje de sus nobles y esenciales fines, debe' robustecétsele con mayores garantías, para
conservar limpiamente su presencia, no en bien de unos cuantos, sino de toda la
colectividad a quien protege en sus derechos fundamentales, y del hombre, a quien
ampara en su libertad, su vida y su honor".
Conforme al artículo 211 de la Ley de Amparo, tres son los casos de responsabili-
dad que se previenen en relación con el quejoso y el tercero perjudicado en un juicio
de garantlas.
a) En primer lugar, si el quejoso afirma becbos falsos en su demanda de amparo
u omite los que le consten, se hace acreedor a una sanción de seis meses a tres años de
prisi6u y a una multa de quinientos a dos mil pesos (frac. 1 de dicho precepto).
Con el objeto de que las aseveraciones del quejoso contenidas en su demanda de
garantlas, de resultar falsas, puedan configurar e! hecho delictivo a que se refiere
la fracci6n 1 del artículo 211 de la Ley de Amparo, el articulo 116 de este ordena-
miento, en su fracción N, que concierne a uno de los requisitos formales de dicho
ocurso, impone al mencionado sujeto la obligaci6n de expresar ba;o pro/es/a de de<ir
verdad cuáles son los hechos positivos o negativos que le constan y que constituyen
antecedentes de! acto reclamado o fundamentos de los conceptos de violación. De ello
se deduce que si e! agraviado no demuestra tales hechos durante la substanciación del
juicio de amparo indirecto o bi-ínstancial y especialmente en la audiencia constitucio-
nal, desvirtuando el informe con justificaci6n negativa que hubiere rendido la auto-
ridad responsable, incurre en e! delito previsto por la fracción r del citado articulo
211 y se hace acreedor a la penalidad correspondiente.
Desde luego, no es el Juez de Distrito del conocimiento del juicio de amparo
respectivo al que incumbe la calificación de dicho delito ni la imposición de las san-
ciones consiguientes, sino a la autoridad judicial que corresponda en los términos del
articulo 21 constitucional y previo el juicio penal necesario, para cuya apertura dicho
funcionario debe poner los hechos en conocimiento del Ministerio Público Federal a
efecto de que se ejercite la acci6n respectiva.'"
Ahora bien, como la declaración bajo protesta de decir verdad no se exige por la
Ley de Amparo en relación con la demanda uni-instancial de garantlas, estimamos que
en los juicios constitucionales directos jurldicamente no puede cometerse e! aludido
delito por el quejoso, en atención a la falta del expresado requisito indispensable
de consideraci6n delictiva. Por ende, a nuestro entender, el articulo 211 de la Ley de
Amparo, en su fracci6n I, es inaplicable y, consiguientemente, ineficaz, para sancionar
penalmente al quejoSo en un juicio de amparo uni-instancial, merced a la citada grave
omisión en que incurre dicho ordenamiento. .
Pero no s610 al afirmar el quejoso en su demanda de amparo un hecho falso puede
incurrir. en responsabilidad penal, sino cuando omita algún becbo que le conste, Tal
omisión es muy dicícil de probar, ya que s610 en caso de que se compruebe que dicho
sujeto <ono<la algún hecho sostenido o demostrado por la autoridad responsable o por
el tercero perjudicado, y que lo ocult6 en la demanda de garantías, puede afirmarse
que se configura el delito previsto en lá fracción 1 del artículo 211 de la Ley de
Amparo, por ser el conocimiento o noticia un factor eminentemente subjetivo que úni-
938 Es evidente que. por rebasar el tratamiento de las cuestiones jurídico-penales inherentes
el ámbito del juicio de amparo, su ·estudio no nos corresponde en esta obm.
848 EL JUICIO DE AMPARO
La citada f=ción n del articulo 211 de la Ley de Amparo establece: "se impondrá
sanción de seis meses a tres años de prisión y multa de quinientos a dos mil pesos: JI. Al
quejoso o tercero perjudicado en un juicio de amparo, que presente testigos o documentos
falsos."
En este caso, la estimación de la falsedad de las declaraciones testimoniales o de
los documentos presentados en un juicio de amparo (se entiende siempre bí-instancíal;:
puesto que, dada su naturaleza, en los directos o uni-instanciales no se ofrecen pro-
banzas) no compete al 6rgano de control, sino al juez penal que corresponda, previo
el ejercicio de la acd6n respectiva por el Ministerio Público. Sin embargo, como adver-
timos en otra ocasión (capítulo XVI), el juzgador de amparo está facultado para
apreciar la veracidad o falsedad de un testimonio o de un documento público o pri-
vado, pero s6lo para el efecto de otorgar o negar la protecci6n federal al quejoso O
para sobreseer el juicio de garantías, es decir, en relación únicamente con el objetivo
procesal de éste, de acuerdo con las reglas de valorización probatoria contenidas en el
Código Federal de Procedimientos Civiles, como ordenamiento supletorio de la Ley
de Amparo y observando, en su caso, las disposiciones implicadas en el artículo 153 de
este cuerpo legal.
e) Por último, en la fracci6n III del multicitado artículo 211 de la Ley de Amparo
descubrimos la instituci6n de un verdadero delito específico que privativamente se
puede cometer por el quejoso en un juicio de amparo, en el caso de que éste designe
como autoridad ejecutora a una que no lo sea, "para darle competencia a un Juez de
Distrito".
Estimamos que la prevenci6n de tal delito constituye un medio eficaz para limitar
considerablemente el abuso del juicio de amparo, a través del posible temor que pue-
da inspirar la penalidad con la que se sanciona, que es la misma que se establece
LA RESPONSABILIDAD EN EL JUICO DE AMPARO 849
para los dos casos anteriores. Cuántas veces, en efecto, una misma persona aconsejada
y dirigida por abogados poco escrupulosos, suele interponer varios juicios de amparo
ante diferentes Jueces de Distrito contra idénticos actos de autoridad, cuya ejecución
imputa falsamente a detenninados órganos del Estado con el único objeto de provocar
la competencia territorial de dichos funcionarios judiciales para obtener diversos autos
de suspensión, generalmente provisional, en fonna sucesiva, a fin de paralizar indefíni-
damente la actuación del poder público, aun a sabiendas de que ésta no es inconstitu-
cional. Desgraciadamente, en los casos en que el abuso del amparo con semejantes
propósitos se registra con más frecuencia, como en los que se trata de órdenes de
aprehensión muchas veces justificadas, el delito previsto en la fracción III del artículo
211 no puede configurarse, atendiendo a la salvedad consignada en la propia dispo-
sición legal, en el sentido de que el quejoso que .señale como autoridad ejecutora
responsable a una que no lo sea para suscitar la competencia de un detenninado Juez
de Distrito y reclame alguno de los actos a que se refiere el articulo 17 de dicho orde-
namiento, no podrá ser sancionado penalmente. Sin desconocer que en la realización
de tales actos puede existir la más oprobiosa arbitrariedad por parte de las autoridades,
no encontrarnos ninguna razón atendible para no sancionar, en los términos de dicho
precepto, al individuo que con el solo fin de eludir la acción de la justicia acostumbre
promover sucesiva o simultáneamente diversos juicios de amparo ante distintos Jueces
de Distrito para obtener perversamente los beneficios de la suspensión provisional de
la mencionada acción que lo coloquen en una. situación de impunidad durante un
prolongado periodo.
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CAPiTULO VIGESIMOQUINTO
se contrae el articulo 103." Como se ve, tal disposición concedía al Poder Legislativo
Federal la facultad de distribuir la competencia entre los diversos órganos constítu-
tivos del Poder Judicial de la Federación en lo que respecta al conocimiento del juicio
de amparo, consignando, no obstante, algunas bases inalterables conforme a las cuales
dicha facultad debía desplegarse.
La mencionada facultad con que el referido proyecto de reformas invistió al Poder
Legislativo Ordinario para distribuir competencia en materia de amparo entre los órga-
nos que integran el Poder Judicial Federal, pecaba claramente contra los principios
de Derecho Constitucional que rigen en los sistemas jurídicos de división y separa-
ción de poderes, como es el nuestro. En efecto, el régimen de separación de poderes
implica que los diversos órganos en que se depositan las funciones legislativa, ejecutiva
y judicial están dotados de cierta autonomía e interdependencia reciproca, para que en-
tre ellos se establezca el equilibrio constitucional. Es por ello por lo que la Constitu-
ción, fuente de existencia y funcionamiento de los tres poderes del Estado, ha señalado
a cada uno de ellos sus respectivas facultades, inalterables por la actividad de cual-
quiera de los mismos. Por ende, a virtud de su consagración constitucional, el radio
competencia! de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial no puede ser modificado
po, alguno de el101 en detrimento de otro o viceversa, ya que de lo contrario, se
romperia el equilibrio correspondiente, al existir la posibilidad de que, por ejemplo,
el Legislativo redujese las facultades del Ejecutivo o del Judicial mediante una ley
secundaria.
Pues bien, en la iniciativa presidencial de 21 de diciembre de 1944, se autorizaba
al Poder legislativo Federal, como ya advertimos, para distribuir competencias entre
los diversos órganos que componen el Poder Judicial de la Federación en materia de
amparo, debiéndose respetar, no obstante, las reglas que en aquélla se establecían. Dicha
autorización implicaba que el Congreso de la Unión podia modificar el ámbito compe-
tencial del Poder Judicia! Federal por conducto de una ley secundaria, sujetando a éste
a su arbitrio, el cual estaría encauzado únicamente por las tres reglas generales con-
signadas en la fracción I del proyecte de reformas al articulo 107 constitucional. De
esta suerte, la Suprema Corte de Justicia, como órgano jurisdiccional máximo del Es-
tado Mexicano, tendría la competencia en materia de amparo que caprichosamente esta-
bleciese el Poder Legislativo Federal, circunstancia que pugna contra el principio de
interdependencia de los Poderes Federales, que se ha consiguado en casi todas las
constitudones que nos han regido.
Aparte de lasojuzgación que .pretendía entronizar la iniciativa presidencial que
comentamos respecto del Poder Judicial Federal y en favor del Congreso de la Unión,
es precisamente en la consignación de las reglas generales que éste en todo caso debia
respetar al distribuir la competencia jurisdiccional en materia de amparo, en lo que
dicho proyecto de reformas constitucionales era también criticable, según demostrare-
mos a continuación.
a) El principa! criterio que adoptaba el aludido proyecto a! consignar las bases
constitucionales de distribución competencial, es el que estriba en la distinción entre
actos directamente oiolaiorios de algún preceplo de la Ley Suprema yacios mediante
Jos cuales la infracción a ésta "resulta sólo como consecuencia de! quebrantamiento de
un« dirposicián legal secundaria", (Frac. 1, inciso b).) En otras palabras, el indicado
criterio se sustentaba sobre la base de la diferencia entre la inronstitmionalidad y la
854 EL JUICIO DE AMPARO
cionales federales y que, de acuerdo con la ley, constituyeran jurisprudencia. Por ende,
tratándose de juicios de amparo que tiendan a realizar tal objeto, la tutela protectora
de los mismos se extendería a todas las tesis jurisprudenciales que se sustenten o hayan
formulado respecto de cualquiera cuestión jurídica, por lo que el número de juicios de
garantías de que debiera conocer la Suprema Corte, conforme al multicitado proyecto
presidencial, crecerla enormemente; circunstancia que vendría no sólo a no desemba-
razar a nuestro máximo tribunal del inmenso cúmulo de negocios que tiene pendientes
de resolver sino a aumentar extraordinariamente, en detrimento de la administración
pronta de la justicia, el radio de competencia de dicho organismo judicial federal.
Desde nuestro punto de vista, los juicios de amparo tendientes a preservar la [uris-
prudencia federal contra la inobservancia de ssu conclusiones y consideraciones, por
parte de las autoridades, no deben incidir en el ámbito competencial de la Suprema
Corte, por las razones ya apuntadas, sino substanciarse ante otros órganos judiciales
federales que por sus atribuciones normales mismas no se encuentren tan abrumados
de asuntos. En consecuencia, estimamos que el proyecto presidencial de reformas al
articulo 107 constitucional no era atingente al reservar en forma necesaria a la Su-
prema Corte la competencia para conocer de los juicios de amparo que se promueven
contra actos de autoridad lesivos o reticentes a la jurisprudencia federal.
En el segundo caso, el citado proyecto consideraba que la Suprema Corte debía
conocer necesariamente de los amparos que se promoviesen contra actos de autoridad
que afecten gravemente el interés público. Esta declaración era muy vaga e imprecisa,
máxime que, en principio, todos los aetos autoritarios que violan garantías individuales
o implican una interferencia de competencias entre la Federación y los Estados, son
de interés público, precisamente porque vulneran a la propia Ley Fundamental, en
cuya observancia y obediencia está interesada en forma directa la entidad estatal. 1.0
que varía desde el punto de vista de su trascendencia entre los diversos juicios de amo
paro, no es la circunstancia de que unas tengan interés público y otros no (puesto
que todos lo tienen), sino las repercusiones públicas más o menos graves que la sub.
sistencia o invalidación de los actos reclamados puedan originar en el ambiente polí-
tico, social, jurídico o económico, y cuya magnitud se debe valorar ponderadamente
para dar injerencia a la Suprema Corte en el conocimiento de aquellos juicios consti-
tucionales, cuyos resultados decisorios o ejecutivos provoquen consecuencias trascen..
dentales en diversos ámbitos de la vida estatal.
B. Dentro de las reglas generales acerca de nuestro juicio de amparo que consigo
naba el proyecto presidencial de reformas al artículo 107 constitucional, se encuentra
la relativa a que dicho medio de control procedería contra actos en juicio que 'alisen
perjuicios graoes, siempre que, en su caso, se hayan agotado los recursos procedentes
(inciso b) de la fracción II). La redacción de la disposición que establecía tal regla
era sumamente vaga, siendo difícil de determinar a priori elementos tan variables y
casuísticos como son los "perjuicios graves", los cuales difieren en intensidad y tras-
cendencia en cada hipótesis concreta de que se trate. La gravedad del perjuicio o agra-
vio que pueda resentir una persona por un acto judicial, depende de una multitud de
factores y circunstancias propios del caso concreto, variando según las situaciones par·
ticulares (económicas, sociales, etc.) , de cada individuo. Es por ello por lo que no
nos parece acertada la inserción del concepto "perjuicios graves" en la disposición
LAS REFORMAS AL AMPARO 857
tencia definitiva en materia penal, y que, por la otra, se faculte a las autoridades
que conozcan del juicio de garantías respectivo para suplir la deficiencia de la queja,
lo cual acontecería, verbigracia, si no se considerara como causa de improcedencia la no
interposici6n de los medios de impugnaciOO referidos?
E. La iniciativa presidencial de reformas al artículo 107 constitucional consignaba
la ¡IIriJJiuión concurrente en materia de amparo cuando los actos reclamados ímplí-
quen violaciones a los artículos 16, en materia penal, y 19 Y 20 de la Constituci6n. A
elección del agraviado pueden conocer del juicio de garantlas respectivo, tanto el supe·
rior jerárquico del tribunal que haya cometido la infrarci6n, como el juez federal
competente. En nuestra opini6n, bien hubiera hecho el proyecto que comentamos en
suprimit la jurisdicción concurrente en materia de. amparo, pues ella implica una sub-
versión del sistema jurídico federal y, sobre todo, una atribución indebida de compe-
tencia en favor de los tribunales superiores de los Estados o del Distrito Federal, que
debe ser propia y privativa de los 6rganos jurisdiccionales federales, como la que atañe
a! ejercicio de la función controladora del orden constitucional, y cuyo desempeño, en
cuanto a la determinaciOO de la entidad autoritaria que ha de desplegarlo, no debe
quedar al arbitrio del particular afectado, en atenci6n al interés público que aquélla
representa. Desde el punto de vista práctico, la jurisdicción concurrente no debe tener
razón de existir, ya que casi nunca el agraviado acude a los superiores jerárquicos de
los jueces que cometan las violaciones a los artículos 16, en materia penal, y 19 Y 20
constitucionales, posiblemente obedeciendo a la desconfianza que en la generalidad de
las veces aquéllos inspiran.
F. En lo que atañe a la mención de las reglas generales concernientes a la pro.
cedencia de la suspensión del acto reclamado, el punto VI del proyecto presidencial
de que tratamos incurría en una omisi6n al no incluir, dentro de los actos respecto de
los cuales se debe decretar la suspensi6n en forma necesaria, a aquellos que ataquen
la libertad personal fuera de procedimientos judiciales.
G. Al establecer el multicitado proyecto que "Cuando el acto reclamado sea una
sentencia o cualquiera otra resoluci6n judicial, la autoridad responsable no podrá inter-
poner recursos contra la concesión del amparo", violaba el principio de ignaldad entre
los sujetos de la relaci6n jurídico-procesal. Verdaderamente no nos explicamos el
por qué de la inserción de dicha declaración, cuyas consecuencias producirían la inde-
fensi6n de la autoridad responsable. Sin embargn, nos aventuramos a conjeturar que
la ta%OO de ser de dicha novedosa e ins6lita declaraci6n estriba en el designio por parte
de los forjadores del consabido proyecto, en el sentido de evitar el mayor número
posible de juicios de amparo que llegnen al conocimiento de la Suprema Corte, para
prevenir a ésta del fardo enorme de asuntos que pesa sobre su actuarión. No obstante
tan loable propósito, estimamos que el medio adoptado para conseguirlo, de haberse
puesto en práctica, habría ocasionado un grave problema dentro de la teleología de
nuestro juicio de amparo, al impedir que el más alto tribunal de la República conociera
de casos que podrían ser trascendentales para la vida jurídica del país.
H. En el punto VIII, el precitado proyecto presidencial de reformas al artículo
107 constitucional, disponía que el Ministerio Público Federal será parte en todos los
juicios de amparo; pero que "pod,á abrtmerre de intervmi, m dichos ¡lIi<Íor, cllando
e/ c(JJo de 'lile u t,aJe carezc" de interés público y (JJí /0 determine /" /ey". El funda-
mento que se aduce a fin de facultar al Ministerio Público Federal para eximirse de
LAS REFORMAS AL AMPARO 859
Estando en Intimo contacto con los problemas que afligen a la Justicia Federal,
la Suprema Corte, percatándose detalladamente de la magnitud del rezago de amparos
civiles, elaboró un anteproyecto de reformas al sistema competencial de nuestra institu-
ción controladora, principa1mente, y que someti6 a la consideración del Ejecutivo de la
Uuión para fines constitucionales consiguientes.
A. Uno de los principales puntos de reformas contenidos en el mencionado ante-
proyecto, es el que estriba en sustraer del conocimiento de la Suprema Corte los ampa-
ros civiles que en revisi6n se ventilan ante ella, otorgándose la competencia corres-
pondiente a los Tribunales de Circuito.
En la exposición de motivos de dicho anteproyecto, por lo que se refiere al punto men-
cionado, encontramos la argumentación que tiende a apoyar y justificar los puntos de vista res-
pectivos, afirmándose que "les estadísticas correspondientes a. los últimos diez años se exami-
naron cuidadosamente y se llegó a señalar un punto de partida que constituye. a juicio de la
propia Comisión, el cardinal del te23go de amparos civiles, al comprobar por medio de esas
estadísticas, que invariablemente en ese período decenal, los juicios de amparo civiles en revi-
sión. respecto a. los juicios de amparo civiles directos, guardan una constante proporción de un
cuarenta y cinco por ciento del total de ambos. y por ende, de un cincuenta y cinco poi ciento
de los juicios de amparo directos en materia civil. Con este importantísimo dato. se llegó fácil-
mente a la conclusión de que, siendo el juicio de amparo civil en revisión. el conjunto de ese
,eu.atenta y cinco por ciento, unido a la consideración de que en esos jui~os' de amparo se tta~
860 EL JUICIO DE AMPARO
por regla general, de cuestiones secundarias ya que no fonnan la decisión final del juicio civil
que se resuelve siempre en el amparo directo, la. Suprema Corte podría, atento el considerable
rezago de juicios de amparo en materia civil, que ascienden a la fecha a cerca de quince mil,
incluidos en esta cifra Jos directos y 105 en revisión, descargarse de cerca de la mitad de esos
expedientes, logrando así un desahogo en su despacho que le permitiera atender la función
principalísima del amparo en materia civil, como es la sentencia definitiva dictada ~ la última
instancia de los juicios de ese orden. Naturalmente que sin abandonar la directriz principal que
en ningún caso debe desvirtuarse, o sea que no haya la menor restricción legal a la procedencia
del juicio de amparo en materia civil, fuera de las esenciales que señala la Constitución de 1917
en las diversas fracciones del artículo 107 de la misma. En nuestra Carta Fundamental, se adoptó
el principio básico de que el amparo en materia civil y penal, o sea en el orden judicial, sólo es
procedente contra la sentencia definitiva dictada en la última instancia y contra la cual la ley
no concede ningún recurso ordinario, por virtud del cual puedan ser modificadas o reformadas.
Si esta es la letra expresa de la Constitución y evidente su espíritu, claro es que los demás
amparos en materia civil, para no referimos a los del orden penal que están excluidos del re-
zago de la Suprema Corte, y si también es evidente que la fracción IX del citado artículo 107
constitucional prevé sólo casos de excepción al referirse, entre Otros, a actos del juicio civil
diversos de la sentencia definitiva, no es indispensable entonces que la Suprema Corte conozca
de esos casos de excepción. Y tan es así, que los Constituyentes de 1917 establecieron expresa.
mente que en los casas a que se alude. el amparo se pedirá, no directamente ante la Corte, como
en el que se reclama la sentencia definitiva. sino ante el Juez de Distrito; pero la misma Frac-
ción IX estableció que la revisión del fallo del juez federal se haría por la misma Suprema
Corte, tomando en cuenta, seguramente, que los juicios de amparo en revisión constituirían, por
su carácter excepcional, una pequeña parte del acervo general de los amparos civiles. Sin ember-
go, las estadísticas y la experiencia de todos los años posteriores a 1917, han venido a de.
mostrar que tales juicios de amparo civiles en revisión, casi igualan en número a los amparos
civiles directos, o sea contra las sentencias definitivas civiles. Seguramente si el legislador Cons-
tituyente hubiera podido prever esto, habría seguido uno de dos caminos: o restringiendo aún
más el amparo siguiendo el sistema general que adoptó, o no hubiera dado a la Suprema Corte
la revisión de tales juicios de amparo civiles".
En la propia exposición de motivos del anteproyecto a que nos referimos, se- prevé
y pretende refutar una objeción que se pudiera formular contra el punto de reforma
mencionado, consistente en otorgar la competencia para conocer de los amparos civiles
en revisión a los Tribunales de Circuito.
Dice así la parte conducente de tal exposición: "Se podría objetar que en la materia .aslg-
nada por esta reforma a los Tribunales de Circuito, la jurisprudencia en el amparo civil en
revisión carecería de unidad, puesto que siendo varios los Tribunales de Circuito que pronun-
cian la última palabra en esa misma materia, sin control de la Suprema Corte como tribun~
único, se producirán jurisprudenciaa eacontrades con .mengua de una buena administración de
justicia; pero aparte de la imperiosa necesidad de encontrar un medio de resolver el problema
del rezago de amparos civiles en la Suprema Corte, ésta cree que el peligro se reduce a su
mínima expresión, si se toma en cuenta que ya la Suprema Corte ha establecido abundante
jurisprudencia en materia de juicios dé amparo civiles en revisión y que, además, la misma
Suprema Corte, dentro de su esfera de acción, promoverá. reuniones periódicas de los Magis-
trados de Circuito para el estudio de unificación de la jurisprudencia en esa materia, tanto más\.
cuanto que es de suponerse que tratándose como se trata de funciones de categoría y de
responsabilidad, la buena fe y la cultura jurídica de esos funcionarios, tendrá sus frutos en. la
unificación de criterio en los puntos de jurisprudencia más importantes, mediante reuniones
periódicas de aquéllos, en las que discutan y afinen sus puntos de vista y bajo la égida de la
Suprema Corte."
En efecto, dice as! la parte conducente, de la exposición de motivos respectiva qu, con
antelaci60. transcribimos: "En nuestra Carta Fundamental Se adoptó el principio básico de
que el amparo en materia civil y penal, o sea en el orden judicial, sólo es procedente contra
la sentencia definitiva dietada en la última instancia y contra la cual la ley no concede ningún
recurso ordinario. por virtud del cual pueda ser modificada o reformada. Si ésta es la letra
expresa de la Constitución y evidente su espíritu, claro es que los demés amparos en materia
civil, para no referimos a los del orden penal que están excluidos del rezago de la Suprema
Corte, y si tambil!n es evidente que la fracción IX. del citado artículo 107 constitucional prevé
sólo casos de excepción al referirse, entre otros, a actos del juicio civil diversos de la sentencia
definitiva, no 's indispensable enlonces que la Suprema Corle conozca de esos (lISoS de ex-
tepdón."
Es cierto que el factor que debe impulsar a la actividad jurisdia:ional tiene que
ser el interés de las partes; mas la inactividad de éstas no debe ser sancionada con la
pérdida práctica de su negocio judicial, ya que, constituyendo realmente ésta una amenaza,
el afectado, mediante un esfuerzo miuimo (presentaci6n de un escrito iusistiendo en la
resolución correspondiente) pretenderla evitar semejante consecuencia. Prácticamente,
todos los amparos civiles a que aluden las estadlstieas como pendientes de resolverse
en la Suprema Corte no deben constituir una seria obstaculización a la impartici6n de la
Justicial Federal, puesto que muchos de ellos están ya abandonados por las partes preci-
samente por su falta de interés en su fallo. Entonces, ¿en qué sentido los negocios
carentes de interés para los litigantes mismos que se encuentran empolvados en-los
archivos de la Suprema Corte implican un obstáculo para las labores normales de ésta,
si no hay quien active la terminación respectiva? Los miles de amparos civiles pen-
dientes de resolución colocarían en una situación desesperante a los señores ministros,
si todos o la gran mayorla de aquéllos se activaran por las partes o sus abogados
mediante las gestiones conducentes, por lo que, mientras esto no suceda, el problema
del rezago más bien debe afrontarse como cuestión futura QUe como presente.
938 En el Informe rendido por el presidente de la Suprema Corte al finalizar el año de i950,
se contiene la restadlstica de los juicios de am~ pendientes de fallo en las diversas materias
sobre las que versan, arrojando, al 30 de noviembre del propio año, un acervo de 37,881 expedientes.
eaa El estudio de los temas apuntados 10 hacemos en el Capítulo VIII de nuestra obra "lAr
Gllrdl1lítM lndiflidllaJet'.
LAS REFORMAS AL AMPARO 865
Una de las principales críticas que se han enfocado contra la forma perce¡;ti~a en
que se contienen las reformas al artículo 107 constitucional y que propiamente .equivale
a un nuevo precepto, se sustenta sobre la base de que, por ser demasiado prolija en sus
disposiciones, peca contra la técnica constitucional, que aconseja que toda norma inte-
grante de la Ley Fundamental debe ser concisa, escueta, incumbiendo a la legislación
secundaria su reglamentación, pormenorizando las bases generales que dicha norma
contenga. Por tanto, se ha afirmado que, en lo tocante al juicio de amparo, 5610 la
definición de sus principios fundamentales de procedencia y las reglas generales y direc-
trices de la competencia de los órganos jurisdiccionales encargados de su conocimiento,
deben plasmarse en la Constitución, dejando a la ley reglamentaria correspondiente el
establecimiento de las normas procesales y la organización competencial minuciosa,
El artículo 107, sostienen sus impugnadores. no únicamente involucra a los postulados
fundamentales de amparo, aspecto -hacia el que la crítica no se dirige, sino que con-
signa reglas procesales y competencias tan detalladas y pormenorizadas que debieran
ser instituidas por la Ley de Amparo y la Ley Orgánica del Poder Judicial de la
Federación para facilitar el manejo legislativo de nuestra institución de control constitu-
cional y su consiguiente adaptación a las exigencias y necesidades que vaya imponiendo
la realidad y la evolución del Derecho, sin alterar la Ley Suprema, de suyo rígida, y la
cual solamente debe enmendarse o adicionarse cuando exista una verdadera motivación
real para ello y no cuando se trate simplemente de modificar estructuras procesales o
competenciales de una institución jurídica.
Los puntos críticos anotados son justificados si se atiende a lo que una Constitución
debe ser de acuerdo Con su concepción prístina, es decir, tal como su idea se expuso
en los albores del pensamiento jurídico-constitucional y como cristalizó en los primeros
regímenes de derecho históricamente dados que adoptaron el constitucionalismo, como
los Estados Unidos de Norteaméríca, verbigracia, en donde la jurisprudencia desern-
LAS REFORMAS AL AMPARO 869
ciosa significa una prudente previsión, en el sentido de evitar, hasta donde le es dable,
que nuestra institución de control, a través de sus tres aspectos básicos mencionados,
sea incongruentemente regulada por la legislación ordinaria, al no tener ésta pautas
precisas de elaboración; máxime que el principio de interpretación de la Ley Funda-
mental es en extremo estricto, ya que establece que lo que la norma constitucional no
prevenga, no lo puede ordenar la ley secundaria en materia rigurosamente jurídica,
como es la que corresponde al amparo.
Las reformas introducidas a la estructura jurídica del juicio de amparo, traducidas
en el artículo 107 constitudonal, no deben pasar inadvertidas por parte de los juristas
mexicanos, sobre todo si éstos se han dedicado con acendrado cariño y esforzado tesón
a la investigación de las cuestiones que conciernen a nuestra institución de control,
baluarte de la personalidad humana y galardón glorioso de México.
El citado precepto de la Constitución, desde que se incubó en la Iniciativa Pre-
sidencial de 23 de octubre de 1950, ha sido materia de sinceros y desinteresados
elogios por parte de destacados miembros del Foro Nacional en sus lineamientos
generales y atendiendo a su misma motivación real.
No obstante, y a sabiendas de que toda obra humana nunca es perfecta, sin que
ello merme la labor meritoria de sus autores, las reformas al amparo consignadas en el
artículo 107 constitucional y en lo que atañe a aspectos especifioos puramente precep-
tivos, son susceptibles de constituir materia de importantes observaciones, habiendo
tenido oportunidad de hacerlas, al tratar, en los diferentes capltulos que preceden, los
distintos aspectos jurídicos de nuestro juicio de amparo.
La principal innovación que el Decreto de Reformas de 30 de diciembre de 1950
introdujo al sIstema competencial en materia de amparo, consistió en la "eadón de JO!
Tribllnale! Colegiado! de Circuito, El desideratum toral que la inspiró, como ya se dijo,
estribó en restringir la competencia de la Suprema Corte, excluyendo de su órbita en
algunos casos el conocimiento del amparo directo y de la revisión contra las sentencias
constitucionales p':9nunciadaS por los Jueces de Distrito.
Dicha restricéi6n, a su vez, se estimó como medio indispensable para reducir la
afluencia de negocios de amparo a la Suprema Corte, procurándose, de esta suerte,
evitar el crecimiento paulatino y constante del rezago que inveteradamente ha pesado
.sobre las labores de nuestro máximo tribunal. Lógico fue, por ende, que los fallos que
dictasen los Tribunales Colegiados de Circuito en asuntos de su incumbencia, no pudie-
sen ser revisados por la Suprema Corte, a fin de desembarazar a ésta de su atención
jurisdiccional. De esta guisa, los mencionados Tribunales se instalaron y funcionan en
la actualidad como verdaderos 6rganos supremos del Poder Judicial de la Federa-
ción en '1a decisión uni-ínstancial o bi-instancial de los juicios de amparo en los casos
de. su combetencia, sin que, por tanto, sus resoluciones sean sometidas a ningún estadio
procesal ulterior, salvo el supuesto, muy insólito por cierto, de que recaigan en juicios
directos de garantías y diriman cuestiones de inconstitucionalidad de leyes o interpreten
directamente algún precepto constitucional, sin fundarse en jurisprudencia establecida.
De ello resulta que los Tribunales Colegiados de Circuito, en lo que atañe a la
decisión de los negocios de amparo de su competencia, no tienen como superior jerár-
quico a la Suprema Corte, y que, consiguientemente, en relación con ellos, se encuen-
tren en igual situación que ésta, es decir, como órganos supremos del Poder Judicial
Federal. En semejantes condiciones, la Corte ha dejado de ser "suprema" frente a los
LAS REFORMAS AL AMPARO 871
Teniendo en cuenta que el volumen de juicios de amparó y de los demás asuntos de competencia
de la Corte, asuntos cuya mínima importancia no justifica el recurso al Tribunal Máximo por
fluencia de factores que no actúan con regularidad, para garantizar la más expedita administra-
ción de justicia, y evitar adiciones o reformas periódicas a la Ley Suprema, es conveniente
otorgar al Pleno de nuestro Máximo Tribunal la facultad de constituir a .105 Ministros Super-
numerarios en Sala Auxiliar, pues ningún 6rgano del Estado mejor que la Suprema Corte puede
juzgar de la conveniencia de la importante medida:'
Este punto de reforma se apoya en los siguientes argumentos: "La adición a la fracción
1 del artículo 104- cOñStitucional que autoriza. a la ley ordinaria para establecer recursos ante
la Suprema Corte de Justicia contra sentencias de tribunales administrativos en juicios en que la
Federación esté interesada, ha determinado un ingreso mucho mayor de asuntos a la Sala Admi·
nistrativa de la Suprema Corte. Así se explica que dicha Sala haya. cerrado su ejercicio de
1957 con un rezago de ',nI asuntos. Para proveer a la solución de un problema cuya
gravedad puede 'el' cada día mayor, sugerimos se adicione el inciso b) de la fracción VIII del
artículo 107 constitucional, a fin de que se encomiende a los Tribunales Colegiados de Circuito
la revisión en amparos administrativos cuando las autoridades responsables sean las -del Distrito
o Territorios Federales. De esta manera se sustraen a la jurisdicci6n de la Sala Administrativa
de la Corte, asuntos cuya mínima importancia no justifica el recurso si· Tribunal Máximo por
parte de las personas agraviadas."
Además de las razones de indole práctica que se acaban de transcribir, con las cuales
estamos conformes, existen consideraciones de carácter jurídico-constitucional pUla
reputar a las autoridades del Distrito Federal como locales. Por ende, los juicios de
amparo que contra sUS actos se promueven ante los Jueces de Distrito deben ser revi-
sables por los Tribunales Colegiados de Circuito, no obstante que a tales autoridades
indebidamente las haya estimado como "federales".
d) Limitar la competencia de la Suprema Corte, en lo que a su jurisdicáón
exclusiva en los juicios federales se refiere, a aquellos casos en__que la Federación sea
parte, afectándose "los' intereses primordiales de la Nación", a criterio de la propia
Suprema Corte. .
Las razones en que esta reforma se basa establecen que el artículo 105 constitucional en
que se consigna dicha competencia en favor de la Corte "ha suscitado múltiples controversias,
lo mismo en el ambiente de la doctrina, que en el campo de la jurisprudencia, especialmente
porque la aplicación gramatical de la norma conduciría a inundar al Máximo Tribunal de la
República, con negocios de ínfima categoría derivados de relaciones civiles entre la Federación
y los particulares. De acuerdo con las últimas orientaciones de la jurisprudencia establecidas
por el Pleno, proponemos la reforma del artículo a fin de que la intervención de la Corte, con
jurisdicción exclusiva, se limite a asuntos en que se afecten intereses primordiales de la Nación,
de acuerdo con el juicio de la propia Suprema Corte".
874 EL JUICIO DE AMPARO
Este punto reformativo nos parece superfluo o inútil, pues el Pleno de dicho alto
tribunal ya ha fijado el alcance y extensión del concepto "Federación" para determinar
su competencia uní-ínstancíal en los juicios federales a que alude el articulo 105 cons-
titucional, en ejercicio de la facultad que tiene como supremo intérprete de la Constitu-
ción.·.. Por tanto, es oficioso que dicha facultad, inherente a las funciones de la Corte,
se ratifique mediante la pretendida adición a dicho precepto, cuya sola sugestión ímplí-
citamente podría dar a entender que tal facultad no existe y que debiera consagrarse
por la Ley Fundamental, lo que sería absurdo.
Como se ve, de todas las hipótesis en que, según la iniciativa, la Suprema Corte
deba tener competencia jurisdiccional, las únicas que estarían ligadas a la materia de
amparo serían las concernientes a la decisión de los juicios de garantías en que se verse
una cuestión sobre ioconstitucionalidad de leyes, a la inejecuci6n o desobediencia de las
sentencias dictadas en materia de amparo y a la resoluci6n de los conflictos que presen.
ten las tesis contradictorias que sienten los Tribunales Colegiados de Circuito.
Esbozado así el cuadro de competencia de la Suprema Corte que le demarca la
iniciativa del senador Brena Torres, l6gicamente se infieren de él los principales fenó-
menos negativos que a continuación señalamos, y que implicarían graves trastornos en
la aclministraci6n de la Justicia Federal.
La tradición hist6rica de México siempre ha conceptuado a la Suprema Corte de
Justicia de la Naci6n como el 6rgano rector de la vida jurídica del pais y como el máxi-
mo intérprete de la Constitución.
La evoluci6n de nuestro país, a la que deliberadamente no aludiremos por ahora,
reafirma esos atributos, mismos que, además, tienen su justificación doctrinaria.
Al través del juicio de amparo llegan al conocimiento de la Suprema Corte cues-
tiones sobre inconstitucionalidad de leyes secundarias y, en general, problemas sobre
control de legalidad administrativa y judicial, como efecto directo e inmediato de la
teleología de nuestro, juicio de garantías, que comprende, en una estructura procesal
unitaria, al recurso de casación, a los medios para impugnar la legislación ordinaria
opuesta a la Carta Fundamental, a Jos recursos de legalidad en materia administrativa
y a aquellos que, como el babeas corpus del derecho anglo-americano, propenden a
protecci6n de la libertad personal. '
Esta omnicomprensi6n teleol6gica del juicio de amparo,. que se ha ido integrando
merced. a su secular evolución, representa la notoria hegemonía de nuestra institución
respecto de instituciones similares implantadas en regímenes jurídicos extranjeros, de
tal suerte que, sin temor a equivocamos, podemos afirmar que es imposible, o al
menos muy dificil, que la mente humana conciba un medio de tutela del gobernado
que supere al juicio de garantías.
La iniciativa que comentamos desplaza hacia los Tribunales-Colegiedos de Circuito
lodos los juicio! de amparo directo y los recursos de revisión contra cualesquiera senten-
cias constitucionales pronunciadaJ por los [ueces de Distrito, a menos que en los
juicios de garantías en que éstas se hubiesen dictado, el acto fundamental, reclamado
sea una ley federal o local, pues en este caso dichos recursos serían de la incumbencia
de la Suprema Corte. De esta guisa, la 6rbita competencial de los mencionados Tri-
bunales, según el pensamiento del senador Brena Torres, se integraría de la siguiente
manera:
a) Conocimiento del [uitio de amparo directo en cualqule« materia, es de;ir,
contra sentencias definitiVa! civiles y penales y latidos arbitrales definitivos, teniendo
dichos tribunales, por ende, facultad para interpretar y aplicar los ordenamientos sus-
tanttvos y adjetivos federales o locales correspondientes (Códigos Civiles, Penales, de
Procedimientos Civiles y Penales y legislación en materia de trahajo);
b) Conocimiento del recurso de revisión contra las sentencias constitucionales die-
tada! en amparo indirecto o bi-instancisl por los Jueces de Distrito con la única salvedad
de que en éste se hubiese versado una cuestión sobre inconstitucionalidad de una ley
federal o local. Por consiguiente, y fuera de esta salvedad, a los Tribunales Colegiados de
876 EL JUICIO DE AMPARO
efecto de que la Suprema Corte s610 tuviese una injerencia muy reducida en la vida
jurldica 'de México, misma que, por modo casi total, estaría regida, desarticulada y
anárquicamente, por los Tribunales Colegiados de Circuito, aut6nomos entre si, sin.
ninguna jerarquía ni unidad, y sólo dependientes del máximo órgano jurisdiccional
de la República al través del nombramiento de los magistrados y de la vigilancia de su
actuación. .
Es indudable que la evolución jurídica de un pals se debe primordialmente a la
acción de los tribunales desplegada en la tarea reiterada y constante de aplicar la ley.
De este modo, la labor jurisdiccional complementa, define y perfecciona la legislaci6n,
interpretándola en consonancia COn las exigencias reales\le la vida y con los imperativos
sociales. Es el juez quien da sentido humano a la ley .in cada caso en que deba apli-
carla, convirtiendo sus normas estáticas, índiferenciadas y muchas veces contrarias y
contradictorias, en reglas dúctiles y precisas para .ordenar con atingencia la dinámica
de la sociedad. Esta conversión opera a virtud de la interpretación de la ley cen vista a
los casos concretos que deba resolver el juzgador; y cuando tal interpretación asume
atributos de uniformidad y constancia, se traduce en jurisprudencia. Por ello, la vida
jurídica de un pueblo se rige por la ley y por la jurisprudencia, como fuentes del dere-
cho convergentes y complementarias, pues si bien es cierto que sin ley no puede haber
jurisprudencia (nos referimos sólo a los sistemas de derecho legislado, como el nues-
tro) , también es verdad que una ley, sin su atingente interpretación jurisprudencial,
sería un ordenamiento frío o inexpresivo que en forma veleidosa y contradictoria se
aplicara en la realidad con el inestable y caprichoso subjetivismo de múltiples autori-
dades judiciales. De ahí que la jurisprudencia, COmo acción extractiva y fijadora del
sentido de la ley, tenga como elementos inherentes la uniformidad y la obligatoriedad
y sin los cuales sería imposible concebirla.
Obviamente, la uniformidad excluye la disparidad en dos o más tesis jurispruden-
cíales, en cuya virtud es imprescindible la uniciddd del órgano jurisdiccional facultado
para sustentarlas. Sin dicha unicidad, es decir, si fuesen varias las entidades judiciales
encargadas de forjar la jurisprudencia, ésta no podría substancialmente elaborarse, pues
con mengua de su necesaria uniformidad, habría tantas "tesis jurisprudenciales" cuantos
fueran los órganos capacitados para sentarla, incidiéndose en la contradicción, con-
trariedad, anarqula y desbarajuste en la interpretación y aplicación del derecho. Por otra
parte, frente a dos o más tesis jurisprudenciales opuestas y, por ende, obligatorias,
¿a cuál de ellas debieran ajustarse los fallos de las autoridades constreñidas a su aca-
tamiento?
LAS REFORMAS AL AMPARO 877
La iniciativa del senador Brena Torres tendía a. a producir estos nefastos fenómenos
para la administración de la Justicia Federal en materia de amparo. Es cierto que no
llegó el citado legislador a prohijar el tremendo absurdo de facultar a cada Tribunal
Colegiado de Circuito para establecer jurisprudencia y que en ese supuesto inadmisible
sería disconforme; desordenada y anárquica; pero también es verdad que, al desplazar
en favor de dichos tribunales los casos más numerosos en que se desenvuelve la vida
jurldica de México, imposibiltó la forjación jurisprudencial. Efectivamente, si Ja juris-
prudencia se gesta por la uniformidad decisoria de los negocios judiciales concretos que
se sometan al conocimiento del órgano encargado de elaborarla, es evidente que la Su-
prema Corte estaría inhabilitada por modo absoluto para desempeñar su importante y
trascendental función en ese sentido, si se la despoja de su injerencia en ellos. De esta
manera, no podría interpretarse homogéneamente la legislación civil o penal, ni, lo que
es más grave, los ordenamientos federales sobre materia administrativa y del trabajo,
pues el control de éstos, desde el punto de vista del princípio de legalidad, quedaría
en las manos exclusivas y excluyentes de los Tribunales Colegiados de Circuito, al
través del conocimiento de los juicios de amparo directos e indirectos en sus respectivas
hipótesis; y si se toma en cuenta, por otro lado, que cada Tribunal Colegiado de Cir-
cuito, dentro de' su autonomía jurisdiccional, estaría en la posibilidad de interpretar
a su modo el derecho positivo mexicano, se generaría la anarquía más ominosa en la
administración de la justicia federal, Con la consiguiente inestabilidad e inseguridad
jurídica del pals.
La incapacitación para que la Suprema Corte formule jurisprudencia en todas las
cuestiones jurídicas atañederas a los casos que la iniciativa Brena Torres prentendi6 segre-
gar de su tradicional competencia, y que traería aparejado un indiscutible estancamiento
del Derecho, no puede compensarse COn la aberrativa atribución de la facultad juris-
prudencial en favor de los Tribunales Colegiados de Circuito. En otras palabras, sería
francamente. absurdo que cada uno de eUos pudiese elaborar jurisprudencia, ya que
como Se ha dicho, uno de los atributos esenciales de ésta es la uniformidad, que a su
vez le imputa la importante característica de fuente jurídica. Si se aceptase la idea
de que cada Tribunal Colegiado de Circuito pudiese sustentar tesis jurisprudenciales, o
sea, interpretaciones obligatorias sobre tópicos de derecho, los diferentes Olerpos nor-
mativos locales y federales, sobre todo estos últimos, serlan susceptibles de interpretarse
contradictoriamente, en detrimento no sólo de la respetabilidad y seriedad del Poder
Judicial de la Federación, sino de la certeza y seguridad jurídica que implican el
factor preponderante de la tranquilidad pública y del progreso de la nación. Por tanto,
Ja facultad para formar jurisprudencia debe quedar depositada, como sucedió hasta antes
de las Reformas de 1967, en un órgano jurisdiccional único, como es la Suprema Corte;
pero si a ésta se le disminuye enormemente su ámbito competencial, según 10 pretendla
el senador Brena Torres, importantes y numerosas materias sobre las que se vuelca la
vida jurídica de México serían "no jurisprudenciales" y, por ende, no viables para
evolucionar de acuerdo con la dinámica social.
Los trastornos que para la impartición de la justicia federal en materia de amparo hu-
biese provocado la iniciativa del multicitado legislador, no se evitan ni conjuran con el
sistema absurdo (que incluso existe en la actualidad), de que la Suprema Corte tenga
facultad para decidir los conflictos que surjan entre tesis contradictorias de los Tribuna-
les Colegiados de Circuito, determinando cuál de ellas debe prevalecer. En efecto, se
878 EL JUICIO DE AMPARO
944 Las consideraciones que anteceden, y que nos permitimos exponer oralmente ante la H.
Comisión déf Senado de la República encargada de dictaminar sobre la iniciativa del licenciado
Brena Torres el día 28 de octubre de 1959, plantean serios problemas a la Justicia Federal que
se derivan de las reformas constitucionales propuestas por tan distinguido legislador. Afortunada-
mente, la mencionada iniciativa fue rechazada por la Comisión Especial de Reformas Constitu-
cionales en Materia de Justicia Federal según dictamen de 24 de noviembre de 1959. el que, a su
vez, y con ligeras enmiendas, acogió el proyecto de los senadores Medina y Azuela, mismo que
aprobado por el Senado de la República, con fecha 16 de diciembre del propio año fue enviado
a la Cámara de Diputados.
880 EL JUICIO DE AMPARO
948 En diciembre de 196s tuvimos el honor de asistir a una sesión de las Comisiones senato-·
riales encargados de estudiar la iniciativa presidencial tantas veces aludida, y en ella expusimos
nuestra opinión sobre la misma.
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CAp!roLO VIGESIMOSEXTO
SUMARlO: l.-El aspecto social del juicio de ~paro. H.-El proceso histórico del
juicio de amparo en materia agraria: A. Consideraciones previas; B. Primera Epo-
ca: 1917 a 1931; C. Segunda Epoca: 1932 a 1934; D. Tercera Epoca: 1934 a
1947: a) Breves consideraciones previas; b) La improcedencia del amparo; e) Crítica
general a la improcedencia del amparo y en relación con la pequeña propiedad.
E. Cuarta Epoca: de 1947 hasta la actualidad (referencia general). III,-EI amparo
y la propiedad agraria privada: A. Advertencia previa; B. El amparo y la pro-
piedad agraria privada: a) Exégesis de la improcedencia en el caso que tratamos:
1. Contra resoluciones dotatorias y restitutorias; 2. Contra resoluciones ampliatorias
de ejidos; 3. Contra resoluciones creativas de nuevos centros de poblaci6n agrícola, y
4. Contra resoluciones provisionales de los gobernadores. Casos de excepción; b) Tem-
peramentos a la improcedencia del amparo; e) Procedencia del amparo para proteger
la auténtica pequeña propiedad: 1. Consideraciones generales; 2. Existencia del certi-
ñcado de inafectabilidad; 3. Negativa para expedir dicho certificado; 4. Cancelación
y nulidad del mismo; ,. Su protección por la garantía de audiencia; 6. Inexistencia
de dicho certificado; 7. Pequeña propiedad sin certificado; 8. Diversas especies de
pequeñas propiedades inafectables. 9. Fraccionamientos de predios rurales; 10. Im-
procedencia del amparo en relación con la venta de predios pertenecientes al mismo
dueño; 11. Improcedencia del amparo contra actos aislados de los procedimientos
agrarios; 12. Procedencia de la suspensión. IV.-El amparo agrario ejídal o co-
munal. A. La adición constitucional y su exégesis: a) Quejosos; b) Acto de auto-
ridad; e) Modalidades generales de la adición. B. Las adiciones legales: a) Su-
plencia de la queja deficiente; b) Personalidad; e) Competencia auxiliar; d) Térmi-
nos pre-judiciales; e) Improcedencia; f) Sobreseimiento y caducidad de la instancia;
g) Sentencias; h) Recurso de revisión;' i) Recurso de queja; j) Amparo indirecto o
bi-instancial: 1. Requisitos de la demanda de amparo; 2. Su presentación. 3. El in.
forme justificado; .4. La audiencia constitucional; ,. Obligaciones a cargo de 105
Jueces de Distrito. k) Suspensión; /) Observaciones finales. V.-Apéndice.
que, siendo los derechos de! hombre la "base y objeto de las instituciones sociales",
"las leyes y todas las autoridades del país" deblan respetarlas y sostenerlas,"..
Bajo la vigencia de la Constitución de 57, por tanto, el único sujeto que en puridad
debía considerarse como "gobernado", es. decir, como ente receptacular de actos de
autoridad, era e! individuo, brindándose!e el amparo para la defensa de "sus" garan-
tías. Por ende, nuestro juicio s610 proveia a la preservación de los derechos e intereses
de la persona humana contra actos de autoridad que, contrariando tales garantías, los
lesionaran.
Sin embargo, la concepción individualista del amparo no impidió que éste exten-
diese su tutela a sujetos que COn e! tiempo se fueran colocando en la situación de
gobernados al surgir con personalidad propia dentro de! Estado Mexicano. Aun bajo
e! régimen de la Constitución de 57, dicha rígida concepción recibió los embates de la
necesidad jurídica consistente en estimar protegibles mediante el juicio de amparo,
a las personas morales de derecho privado, llamadas "corporaciones", respecto de las
que se dudaba que pudieran ser titulares de garantías individuales por no tener "dere-
chos humanos", sino implicar meras "ficciones de la Iey".D53 No se podía en sana
lógica jurídica y conforme a un principio de justicia, dejar sin protección a tales enti-
dades so pretexto de la interpretación literal y absurdamente mezquina de la locución
"garantías individuales". Sin expresarlo categóricamente, se not6 que el concepto
de "garantía" quedaba estrechamente aprisionado dentro del adjetivo "individual" que
mutilaba y eomprim1a su esencia jurídica, p,ues si se estim6 que las personas morales
podrían acudir al amparo por violación autoritaria de las garantlas que la Constituci6n
consagraba, éstas dejaban de ser "individuales" al imputarse a aquéllas su goce y dis-
frute.
La notoria impropiedad de este adjetivo para designar a las garantlas constitucio-
nales se advierte con más relevancia tratándose de la realidad jurldica derivada de la
Carta Fundamental de 1917. Aunque por error del Congreso Constituyente de Que-
rétaro dichas garan tlas han seguido denominándose. "individuales", su implicaci6n subs-
tancial se aleja claramente de este apretado vocablo. A nadie escapa, en efecto, que
nuestra Constitución vigente reconoció personalidad a entidades socio-económicas de
diversa denominación. tales como "pueblos", "rancherías", "comunidades", "condue-
ñazgos", "tribus" y "corporaciones de población" y que las consideró con capacidad
para recibir por ,dotación tierras y aguas en cantidad suficiente para satisfacer sus
necesidades, así como para disfrutar en común de. estos bienes naturales. 95-i Tampoco
puede negarse que la Ley Suprema declaró el derecho de asociación profesional o de
sindicalizaci6n en favor de los trabajadores no rurales y en euyo ejercido se han for-
mado innwnerables agrupaciones obreras ° sindicatos.0 55
Ahora bien, las mencionadas entidades y los individuos que las c:omponen, g~
zan de "garantías sociales",D56 O sea, de un conjunto de derechos subjetivos consa-
grados constitucionalmente y por la legislación ordinaria emanada de la Carta Funda-
969 Ya desde 19'0 el maestro Alberto Trueba Urbiaa en su interesante opúsculo "¿Qué 's
una ConsliJución PolíJtco-SotiaJ?", abogaba por 10 que denomina "la socialización del amparo"
para hacerlo procedente contra la violación de las geractías sociales. Tomando como base la dls-
tlncién. entre éstas y las garantías individuales. considera indispensable, para el logro de esa fina-
lidad, la reforma al artículo 10~ constitucional, en el sentido de que este precepto declare que
nuestro juicio de control también fuese incoable contra todo acto de autoridad que contraviniese
unas y otras. Su postura intelectual diverge de la nuestra, por cuanto que el maestro Trueba Ur-
bina estima que "en la actualidad" las garantías sociales no están "controladas constitucional-
mente por el amparo", en tanto que nosotros afirmamos que sí son tutelables al través de la. ga-
rantía de legalidad consagrada en el artículo 16 de la Ley Suprema, primordialmente. Su
pensamiento toma como elemento central el concepto anacrónico de "gara.ntIa individual", con-
trayendo su titularidad a la persona física o individuo, que es por definición el ser personal,
indivisible, distinto de los demás seres, de la sociedad o del Estado. Se miste a- admitir que
dentro de la implicación jurídica de "garantía individual". es decir. prescindiendo del adjetivo
"individual". el propio concepto preserva los derechos del "hcmbre-indíviduo" y del "hombre
social", así como la esfera de cualquier sujeto situado en la 'condición de "gobernado", según
lo hemos expuesto hasta el cansancio. No comparte la idea de que. por mediaoón de la ~tía
de legalidad, se protege todo el orden jurídico mexicano por el juicio de amparo. incluyendo obvia.
mente el que se vincula a las garantías sociales, imputándoles el "olvido" de que éstas son "de-
rechos fundamentales: tan autónomos como los individuales, que requieren Idéntico tratamiento
de control". De ahi que propugne la reforma al artículo 103 constitucional en lOs términos ya
indlcedcs, reforma que para nosotros es substancialmente innecesaria aunque conveniente desde
el punto de vista meramente terminológico (pero no con la fórmula que propone tan distinguido
jurista), pues honosafirmado hasta pecar de contumaces, que el juicio de amparo siempre ha
preservado las garantías sociales por conducto de la tantas veces invocada garantía de legalidad y
cuya esencia jurídica no ha querido comprenderse, ya que se le sigue conceptuando como "individual"
por el solo hecho de que está contenida en un capítulo de la Constitución que ostenta una deno-
minación inapropiada.
Debemos insistir en que la garantía de legalidad es una garanJla formal que se traduce en
la exigencia de que todo acto de autoridad se funde en una norma jurídica pera afectar válida-
mente la esfera de cualquier gobernado, llámese "hombre-individuo" u "hombre-social", según
terminología empleada por don Alberto. Como garantía formal. en la de legalidad se vierte un
J
contenido múltiple y variado, constitutivo de su materia, y que puede estar implicado en derechos
individuales y en derechos sociales O colectivos. Ambos tipos de derechos son susceptibles de
lesionarse por algún acto de autoridad, pero para que éste sea válido desde el punto de vista coes-
titucional, se requiere que respete o cumpla dicha garantía. Por ende, la de legalidad, en atención
al contenido material que en uno y otro caso puede tener, no debe calificarse ni como "individual"
ni como "social", sino lisa y llanamente como "juridi.a fu,"Jmnental", ya que sobre ella descansa
todo el régimen de derecho de México.
890 EL JUICIO DE AMPARO
pueden acw:Iir al juicio de amparo en virtud de que estos fenómenos vioiatorios invo-
lucran simultáneamente la infracción a la garantía de legalidad.
La procedencia del amparo en materia agraria es, pues, el corolario lógico y natu-
ral de la substancia jurídica de esta importantísima garantía constitucional y que los
criterios verbalistas pretender referir únicamente a la esfera del individuo. La vida
dinámica de nuestro juicio así lo comprueba ineluctablemente, ya que nadie puede
negar que él ocurren entidades de derecho social para proteger sus bienes jurídicos
contra cualquier acto de autoridad lesivo que contravenga el régimen normativo en
que se organizan y funcionan. Aunque gestado en un ambiente político en que los dere-
chos individuales eran los pupilos exclusivos del orden jurídico, nuestro amparo nació
bajo el signo luminoso de su perennidad, gracias a su naturaleza dúctil que constante-
mente lo acopla a las transformaciones sociales y económicas que experimenta el pueblo
mexicano en su continua evolución. Por eso ha tenido la virtud de extender su teleo-
logia preservativa a todos los ordenamientos que han recogido los ideales del gran
movimiento revolucionario de 1910, asegurando su observancia y vigencia plena. En
su portentosa finalidad genérica, el juicio de amparo conjuga los derechos individuales
y los derechos colectivos, pues a ambos tutela por igual en aras de un interés social
común, que estriba en el respeto al régimen jurídico total en que México desea vivir.
Sólo los individualistas ofuscados tienen la osadía de hurtarle esta insigne cualidad,
exponiéndolo a la injustificada y absurda crítica de sus enemigos, quienes, COn torpe
desconocimiento de su esencia, lo conceptúan como una institución anacrónica que per-
tenece al pasado y ya superado individualismo. Fuente a unos y otros, la mejor defensa
de nuestro amparo consiste en comprenderlo en su implicación esencial y en exhibir sus
virtudes como el más eficaz escudo contra sus mutiladores petrificados y sus detractores
con proclividad dictatorial.
La proyección social del juicio de amparo como medio jurídico para proteger las
garantías constitucionales y legales en materia agraria, se perfila claramente en la mo-
tivación de las adiciones introducidas al articulo 107 de la Ley Suprema por Decreto
Congresional de 30 de octubre de 1962, publicado en el Diario Oficial de la Federa-
ci6n correspondiente al 2 de noviembre siguiente. La iniciativa presidencial que las
propuso"· asienta en su parte consíderatíva que "El Ejecutivo Federal considera indis-
pensable, teniendo en cuenta los antecedentes hist6ricos de la Reforma Agraria y en
consonancia con el espíritu del artículo 27 constitucional, que el [uicio de ""'Pat'o sea
un verd""ero instrumento protector de la gat'antía social que éste consagra y para ello
se requiere distinguirlo del sistema tradicional del amparo de estricto derecho, conce-
bido para la vida civil y mercantil en que se debaten intereses particulares, COmo ya lo
hace nuestro Código Político en materia penal y por lo que respecta a la parte obrera
en materia de trabajo, disponiendo que podrá suplirse la deficiencia de la queja, "
El aspecto teleológico del amparo como preservador de dichas garantías sociales y
como mantenedor del régimen de propiedad rural preconizado en el artículo 27 de la
Constitución y estructurado en la legislación secundaria emanada de él, se reafirmó
con ocasión de las adiciones que se propusieron a la Ley de Amparo ante el Senado
de la República, tendientes a ajustar este ordenamiento a las que, a su vez, se agrega-
r¡>n al artículo 107 del Código Supremo.
El grupo de senadores que la proyectó 001 manifestó que: "Al democratizar el juicio de
amparo 'i ponerlo al alcance de -Ie ignorancia (Jír) y de la pobreza de nuestros campesinos.
además de que se hace respetar el patrimonio que la Revolución ha entregado a los campe-
sinos, se puede realizar la defensa del régimen jurídico ejidal. Es decir, el amparo será un ins-
trumento no s610 de control de la constitucionalidad de los actos para la defensa de las garantías
y de los derechos individuales, sino par" el mantenimiento de 101 principios de la Revollldón
Mexicana. Es indiscutible que el articulo 27 constitucional creó un nuevo concepto de la pro-
piedad, distinto del concepto clásico, tradicional," que pudiéramos llamar romano-francés y
distinto también de los regímenes que niegan la propiedad privada aunque esté referida a las
comunidades o agrupaciones, porque hacen una estatización de la propiedad. Indiscutiblemente
que cuando se pusieron limitaciones a la posibilidad de disponer de la propiedad, se pretendió
impedir la reconstrucción de los latifundios, evitar la concentración de la propiedad, suprimir
los despojos tan fáciles de realizar cuando los bienes objeto de ellos están en m\lDOS de perso-
nas con muy pocos recursos, con limitarla educación, con Iirnitada experiencia. Por ello, pues,
la iniciativa a la que acabo de dar lectura, time el propósito de hacer del amparo no s610 el
instrumento para la defensa del interés individual, sino el escudo protector del régimen' juri-
dico ejidal creado por la Revolución Mexicana. Deseamos hacer del amparo un medio eficaz
para impedir la reconcentración de la propiedad territorial y para impedir también los despojos
en perjuicio de los pueblos, de los comuneros y de los ejidetarios,' '962
Así, dichas comisiones apuntaron que: "En términos generales, los orígenes del juicio de
amparo son acordes con la ideología dominante en el. país durante la época de Reforma y de la
Constitución de 1857, con todos sus antecedentes liberales e individuales. Por eso puso su pri-
mordial objetivo el amparo en la protección de los derechos del hombre, concebidos en forma
individual. Pero a su instahraci6n declarativa se agregó la fuerza de la coacción y de la misma
autoridad para darles eficacia. De ahí la transformación de los derechos y libertades en un ré-
gimen de verdaderas garantías individuales. El enorme progreso marcado en la Constitución
de 1917, y sus reformas sucesivas, así como de las leyes que de ella han emanado, Con la
instauración de importantísimas previsiones sociales, en los artículos 27 y 123 Y otros, hizo ne-
cesaria, a su vez, la institución de los derechos sociales, y ello no s610 en forma declarativa, sino
también con la fuerza tutelar del Estado, y la consecuente necesidad de __extender el ;ukio de am-
. paro a todas las garanlíaJ constitucionales consignadas alln fllera del capilulo relaivo a IOJ
derechos y garanlías indioidsales. .
"A tal grado han prosperado 'criterios progresistas de orden social, que las cartas constiru-
tivas de los organismos. internacionales, como las de las Naciones Unidas y de la Organización
de Estados Americanos, así como las constituciones de muchos países, han integrado los dere-
chos y garantías individuales en un orden de previsiones y garantías de carácter social.
"Por otra parte, así como la declaración de los derechos individuales adquirió la máxima
y suprema protección de la fuerza al servicio del derecho y de la justicia, ahora se requiere esa
suprema protección en modalidades que tienen como antecedente plausible las reformas consti-
tucionales publicadas en el Diario Oficial de 19 de febrero de 1951, entre las que destaca la
del artículo 107 respectivo, que Instauré la suplencia de la queja en materia obrera, para que
fuera operante.
"En efecto, acorde con nuestra historia constitucional, de la que forma parte esencial la
evolución del juicio de amparo, al grado de que es uno de los elementos de la. fe substancial
del pueblo en sus instituciones, deben crearse normas de tal naturaleza que aquellas preven.
961 Dicho grupo estuvo integrado por los senadores Manuel Hinojosa Ortiz, Guillermo
Ram[rez Valadez, Vicente García González, Pablo Aldrett Cuéllar y Agustfn Olivo Monsiváis.
~2 Palabras del senador Hinojosa Ortiz.
892 EL JUICIO DE AMPARO
cienes y derechos sociales queden garantizados eficazmente y con ellos. los derechos individuales
que entrañan y que con ellas se Integran, tales como son las previsiones de la Reforma Agra.
tia que contiene el articulo 27 constitucional.
"Debemos ser congruentes con el ·dictamen que aprobamos en el período ordinario de se-
siones del año próximo pasado (1961). al debatir y aprobar la adición al articulo 101 consti-
tucional, por iniciativa del Presidente de la República, para instaurar esta nueva modalidad del
amparo en materia agraria. Desde los orígenes del amparo, los ilustres juristas Rejón, Otero,
VaJlaita y otros, apoyaron como conveniente paca el desarrollo de la institución, que se siguiera
extendiendo la protección constitucional cada vez en mejores formas e interpretaciones. En efecto.
la técnica rígida de la administración de justicia inspirada en la tradición procesal dominante,
debe ser superada una vez más. como ya lo ha sido en el pasado. Sobre esta parte. la ioterpre-
tadón de la Constitución fue generosamente aplicada para abarcar a otros derechos y garantías
no contenidos en el capitulo de las garantías individuales y fue superada la posible limitación
del amparo en el principio de legalidad contenido en los artículos 14 y 16 constitucionales. A su
vez, el desenvolvimiento de la. Constitución hizo necesaria la creación de los Tribunales Cole-
giados de Circuito. de una Sala de Trabajo, de una Sala Administrativa y, en suma~-de institu-
ciones que han venido integrando sucesivamente el juicio de amparo y superando una técnica
rígida y tradicional, hasta llegar a la suplencia de la queja en materia obrera -en favor de la
parte trabajadora." V88
Es interesante hacer referencia a las ideas que, para apoyar el mencionado dieta-
men, se expresaron por uno de sus miembros'" en la sesión del Senado'" en que
fueron aprobadas las adiciones propuestas sobre la estructuración legal del amparo en
materia agraria. Esas ideas corroboran la tesis que siempre hemos propugnado, en el
sentido de que nuestro juicio, sin desviarse de su cauce teleológico original como ins-
trumento protector de la esfera de derechos del individuo frente al poder estatal tradu-
cido en actos de autoridad de diversa Indole, ha asumido, además, y por modo desta-
cado, la finalidad de tutelar las garantías sociales y, en general, todo el orden jurídico
del pais en favor de cualquier sujeto que se encuentre en la posición de gobernado.
El senador a que aludimos expone Su pensamiento diciendo: "MAs aún. esta integracién del
interés individual que existe en el amparo, desde sus orígenes, en el movimiento histórico de la
Reforma de n, y que es el contenido de las garantías individuales, se integra (sic) en ese
interés general que a su vez es el comedie de las garantías sociales en la notoria situación
de que el articulo 27 constitucional forma parte, precisamente, del capítulo de las garantías
individuales.
. "Esto nos tiende a demostrar que no sólo no existe una verdadera oposición entre ambos
aspectos, sino que están estrecha y esencialmente relacionados. Es cierto que en sus orígenes la
. institución del amparo abarcó un radio de protección, una esfera de protección menor que la que
hoy abarca; pero también es verdad que el desenvolvimiento de esta institución obedece elás-
ticamente, por asl decirlo. al desarrollo histórico y progresista de México. Es por eso que des-
pués de haberse ampliado el amparo a suplir la deficiencia de la queja de la parte obrera en
materia de trabajo, hoy estimamos que por los motivos históricos de nuestro desarrollo, se hace
extensiva a las modifkaciones de la ley de la materia a este campo a. que me refiero, en ma-
teria agraria.
"Por otra parte. también apreciamos que el juicio de amparo es esencialmente un juicio
político. Es verdad que se plantea por la violación de garantías individuales, pero es verdad
983 Las comisiones estuvieron compuestas por las senadores Pablo Aldrett Cuéllar, Porfirio
Neri, Natallo Vázquez Paliares, Hilarlo Medina, José Castillo Tielemans, Guillenno Ibarra, Juan
Manuel Terán Mata, Fernando Lanz Duret y Antonio Salazar Salaaar.
98f El senador Juan Manuel Terón Ma.ta.
90:; Se efectu6 el 22 de diciembre de 1962. La Cámara de Diputados aprobó las adiciones el
día 29 del mismo mes y afio.
EL AMPARO EN MATERIA AGRAlUA 893
A. Consideraciones previaI
ciales dotatorias O restitutorias de tierras yaguas por los ptop,,:tari~ afectados; y aun-
que en la mayoría de los casos respectivos nuestro máximo tribunal negó la proteeci6n
federal, desplegaba su control sobre la actuaci6n de las autoridades agrarias, pues para
llegar a la conclusi6n de que ésta no era violatoria de garantías, tenia que anali%arla
desde el punto de vista de su constitucionalidad, habiendo establecido, inclusive, juris-
prudencia sobre esta materia.81<6
La injerencia de los tribunales federales en el problema agrario al través del juicio
de amparo no era sino la obligada consecuencia de la procedencia de éste en dicha ma-
teria por el imperativo constitucional del articulo 103 y por la circunstancia de que,
como ya dijimos, el articulo 27 no consignaba la prohibici6n de interponerlo. La Su-
prema Corte, por ende, cumplió su deber como órgano de tutela de la Constituci6n Y
de la legalidad frente a los diversos actos de autoridad que propendla a la realiza-
ci6n de la Reforma Agraria. No por ello dicho alto tribunal dejó de comprender el
elevado interés social que ésta representaba; y tan fue así, que sentó jurisprudencia
considerando improcedente la stnf1ensión contra la e;ecución de les resoluciones'dota-
tonas y restitutorias de tierras yaguas, fundándose en lo previsto en el articulo 55,
fmcci6n 1, de la Ley de Amparo de 1919, entonces vigente.'"
en favor del poblado de San Pedro Totoltepec, resuelto por sentencia de 3 de abril de 1918
(Tomo 11, págs. 1049 Y siguientes del Semanario Judicial de la Federación, Quinta Epoca) i
Santos Pérea Cortina y coags. decidido el , de abril del mismo año (Idem, Tomo DI. p4g. 1100);
Manuel Baigts, resuelto el 23 de agosto también de 1918 {Idem, Tomo DI, pj,.q. '39); Ricardo
Carvajal. cuya sentencia se dictó el l' de febrero de 1919 negando la protección federal contra
la afectación de las haciendas "Santa Marta" y "Aeulco" en el Estado de Tlaxca1a (Idem. Tomo
IV, pig. 402),
914 Entre las tesis que merecen destacarse y que revelan la Intervención de la Justicia Federal
en cuestiones agrarias figuran éstas:
''Para conceder una dotaei6n de eiidos es Indispensable que en el expediente relativo se
llenen todos los requisitos que la ley previene, tale! como la formación de censos, los informes
técnicos, dictámenes. etc.; y la dotación que se haga sin llenar todos estos requisitos importa una
violación constitucional" (Semanario Judicial de la Federaci6n, Quinta Epoca: Tomo XIII. pég. 399.
Mier Sebastián B. de Suco y C08g.: Tomo XVI, pág, 420. Felipe Muriedes, Sucesores; Tomo XVII.
pág. 75. Emilia G. de Rosano; Tomo XVII. pág. 807. Antonia Moreno Vda. de Cuesta; Tomo
XVIII, pág. ~86, Pliego y Postran a, Jos6 de Jesús). . .
"Si se hace (sic) una dotación de e¡idos sin dar a los propietarios afectados la intervención.
en el expediente relativo. que previene el Reglamento Agrario, la dotación importa el quebran-
tamiento del articulo 14 constitucional" (S. J. de la F., Quinta Epoca: las tres primeras ejecu-
torias citadas en el párrafo inmediato anterior Y. además, las siguientes: Tomo XIX, pá.g. 325.
Ruia de O1ávez" Ignacio; Tomo XIX, pág. 1235, Sesma Vda. de Ruiz, Elena).
"En los expedientes a~,.",,¡os debe darse audiencia a los interesados desde la primen instan-
cia" O sea, ante las Comisiones locales, y no hacerlo. importa una violación de garantías" (S. J.
de la F., Quinta Epoca: Tomo XX, pág. 443, Arellano V.lle Carlos; Tomo XXI, pág. 3>5,
Azcué de Bemot, Valentina; Tomo XXI. pág. 1098, RamI~ de Muñoz, Amalia).
9111 En efecto. se estimó que la Ley Agraria de 6 de enero de 1915 cm de interés general 1
de cm/m pJÍblieo, "porque tiende a resolver uno de los problemas más trascendentales para el
país: el problema agrario". agregándose que: "La Ioeiecudée de resoluciones fundadas en ella
afecta directamente a la sociedad y al Estado, por 10 cual e! improcedente conceder contra tales
disposiciones un auto de suspensión:' Este criterio se swtent6 en las ejecutorias que a continua-
ción se citan y que formaron jurisprudencia: Sesma Vda. de Ruiz Elena, Tomo 1, pá,8'. 400; Pastor
Moneada Vda. de Blanco, Teodora, Tomo H, pág. 80'; Valenzuela Policarpo, Tomo II, pág. 69';
Cu6tara, Rafael, Tomo Il, pág. 1~~~; Cándido Mier, Tomo III, pág. 72; Y Rafael Peón Arana,
Tomo m, pág. 192 (S. J. de laF" Quinta Epoca).
Sin embargo, la misma Suprema Corte introdujo una modalidad o temperamento a este crite-
rio. considerando procedente la suspensión en los casos en que se afectaran predios donde exis-
tieran "siembras pernzner', o sea, cultivos cíclicos, como los de caI~, caña de azúcar y plátanos,
habiendo argumentado que éstos implican una "fuente de riqueza pública" que no debla destruirse.
898 EL lUIDO DE AMPARO
(Gómez Eulogio, Tomo 11, pág. 599; López Nicolás, Tomo 111, pág. 272; Pérea de Hermida
de Palomeque Adelaida, Tomo XIII. pág. 1461; Gonzálea de Gutiérrez María, ídem; y Espejo
Santiago, ídem, S. J. de la F. Quinta Epoce.] ,
976 Véase la nota 973.
917 Así se sostuvo en las ejecutorias siguientes: Olvera Jesús, Tomo XXV, pág. ;0;; Gam-
boa Ocaña Edmundo, Tomo XXV, pág. 2600; Romero Felipe, Tomo XXV, pág. 2601; Barajas
viuda de Díaz Gutiérrez, Tomo XXVI, pág. 10; Cámara Z. Gonzalo y coags., Tomo XXVII,
página 7. (S. J. de la F. Quinta Epoca.)
978 El artículo 10 de dicha Ley disponía: "Los interesados que se creyeren perjudicados con
la resolución del Encargado del Poder Ejecutivo de la Nación, podrán ocurrir ante los tribunales
a deducir sus derechos, dentro del término de un año, a contar desde la fecha de dichas resolucio--
nes, pues pasado ese término, ninguna reclamación será admitida.
"En los casos en Que Se reclame COntra reivindicaciones y en que el interesado obtenga reso--
lución judicial declarando que no procedía la restitución hecha a un pueblo, la sentencia s610 dará
derecho a obtener del Gobierno de la Nación la indemnización correspondiente.
"En el mismo término de un año podrán ocurrir los propietarios de terrenos expropiados,
reclamando las indemnizaciones que deban pagárseles.'
'979 Así lo consideró la Suprema Corte en la ejecutoria dictada en el amparo Dolores G.
Collantes, asentando que "el término de un año a 'Iue se refiere el artículo 10 de la Ley de 6 de
enero de 191:5 para ocurrir a los tribunales contra a resolución administrativa que se dicte, no se
refiere al ieicio de garantías, puesto que en dicha Ley se precisan los efectos de la resolución
judicial, COntraria a la administrativa, efectos que no pueden ser los de la sentencia que concede
el amparo". (Fallo pronunciado el 18 de abril de 1919, Tomo IV, pág. 865 del S. J. de la F.
Quinta Epoca.)
EL AMPARO EN MATERIA AGRARIA 899
rios afectados por el artículo 10 de la Ley de 6' de enero de 1915 a -tltulo de ley
constitucional, no sólo demoraba considerablemente la solución definitiva del problema
agrario al someterse a éste a dos procedimientos distintos y sucesivos -;cl adminis-
trativo y el judicial-, sino que favoreció múltiples casos de notoria injusticia O de
desvalimiento jurídico en detrimento de los pueblos peticionarlos o beneficiarios
de tierras yaguas, a virtud que en los juicios ventilados aote los tribunales fede-
rales no podían acreditar su "personalidad política", circunstaocia que en muchas oca-
siones los impedía para intervenir en ellos como parte. Eu estas condiciones, los juicios
agrarios se seguiao y resolvíao a espaldas de los poblados favorecidos por las resolu-
ciones presidenciales impugnadas, con indudable violación de la garantía de audiencia.
El criterio jurisprudencial '8. consistente en que los afectados por alguna decisión en
materia agraria que hubiese provenido del Presidente de la República debían acudir
a los procedimientos judiciales antes de interponer el amparo, vino, en el fondo, a re-
tardar aún más la realización definitiva de la Reforma Agraria, ya que conforme a él,
además de la secuela administrativa que debía observarse para las dotaciones o restitu-
ciones de tierras y aguas, a su conclusión se abrían dos procedimientos jurisdiccionales
sucesivos: el ordinario y el constitucional. Por eso, con toda razón, Mendieta y Nríñez
sostiene que "Por el remedio que se trataba de obtener con esta jurisprudencia, lejos
de serlo realmente, vino a complicar la situación y a dar más armas a los grandes propie-
tarios para la defensa de sus intereses. En realidad, a raíz de establecerse esa jurispru-
dencia, nadie sabía a punto fijo cuál debería ser la naturaleza del juicio a que se
refería la Ley de 6 enero de 1915, ni aote qué autoridades habría de intentarse ni
en contra de quién. La mayoría de las demandas se presentaron ante los Jueces de Dis-
trito, solicitando la revocación de las resoluciones presidenciales y en contra del Procu-
rador General de la República; en los juicios a que dieron lugar, no tomaban parte
los pueblos beneficiados con la dotación o restitución de tierras que trataba de revocar
el propietario afectado y llegaron a darse casos en los que el Procurador se conformó
expresamente con la demanda o no se defendió acuciosamente el asunto. respectivo, de
tal.modo, que los Jueces de Distrito se vieron en el caso de privar a los pueblos de las
posesiones provisionales o definitivas de tierras yaguas, sin que éstos fueran oídos ni
vencidos en juicio, con positiva violación de la garantía consignada en el artículo 14
constitucional." '981
Hemos afirmado que antes de que dicha jurisprudencia se estableciera, la Suprema
Corte había estado admitiendo y resolviendo los juicios de amparo que se promovían
contra actos de las autoridades agrarias, incluyendo a los del Presidente de la Repú-
blica, sin, obligar a los afectados a ocurrir al. procedimiento judicial ordinario previsto
en el artículo 10 de la Ley de 6 de enero de 1915. Ahora bien, entre los múltiples'
juicios de vgarantíes de que conoció dicho tribunal en tales condicíones.vdescuella el
interpuesto' por Valentina Azeué de Bemot, en ruya sentencia, pronunciada el 3 de
agosto de 1927, se sustentó un criterio que años después provocó una reacción airada
y violenta en los círculos legislativos del país por considerarlo como impedimento mu-
chas veces insalvable para llevar al cabo en su integridad la Reforma Agraria mediante
las resoluciones presidenciales dotatorias o restitutorias de tierras y aguas, sobre todo.
A tal punto -fue trascendental la opinión que la Suprema Corte sostuvo en el mencio-
980 Véase la nota 966.
981 "El Problema Agrario de Méxi(O". Pág. 240.
900 EL JUICO DE AMPARO
"Primero: Dicen las autoridades responsables, al expresar sus agravios, que la sentencia se
fund6 en la consideración de que en la dotación de que se trata no fueron cumplidas las Ior-
malidades esenciales del procedimiento establecidas por el Reglamento Agrario, siendo así que
no es exacto que dichas formalidades no hayan sido llenadas, y que, además. dicho Regla~
mento na es aplicable al caso, porque el expediente quedó cerrado con la resolución provisional
antes de que entrara en vigor el expresado Reglamento. Desde luego debe decirse que esta
Suprema. Corte de Justicia, en diversas ejecutorias, ha resuelto que, para los efectos de la apli-
cación del Reglamento, los expedientes agrarios no deben considerarse como cerrados sino por
la resolución definitiva dietada por el Presidente de la República; por 10 que, estando demos-
trado que la resolución presidencial, en el caso de que se trata, fue dietada con posterioridad a
la expedición del Reglamento, es evidente que éste debió ser aplicado en la mencionada reso-
lución. Ahora bien; uno de los principales conceptos de violación del procedimiento, invocado
por la quejosa en su demanda, es el de que no fue oída ante las autoridades agrarias locales,
puesto que- hasta en la segunda instancia de este asunto, es decir, hasta en la Comisión Nacio-
nal Agrari!!, fue donde se le tuvo como parte en este negocio; y el Juez de Distrito, conside-
rando que efectivamente no habían sido llenadas estas formalidades del procedimiento, esta-
blecidas por elReglamento, concedió el amparo. Y la. misma Comisión Nacional Agraria, en su
informe con justificación, reconoce de una manera expresa que es cierto el hecho de que la
quejosa no figuró como parte en la primera instancia, porque su finca no fue afectada en la te-
solución provisional, y sólo se le tuvo como parte ante la Comisión Nacional .A8faria, porque
ésta opinó que si debía ser afectada con la dotaáón la finca de la propiedad de la reclamante.
En tal virtud, estando comprobada la violad6n del procedimiento por el concepto indicado, es
claro que carece de justificación el agravio que por esta causa se invoca.
"Segundo. Se dice también en los agravios, que en la sentencia se afirma que se violaron
las garantías de la quejosa por haber dado tierra. a un pueblo que no tiene derecho a ellas,
siendo asI que el artículo 27 de la Constitución ordena que por ningún concepto se deje de dar
a los pueblos las tierras que necesiten. Efectivamente asi 10 manda el mencionado precepto
constitucional; pero es evidente que las tierras no deben darse al primero que quiera pedirlas;
sino única y exclusivamente a los núcleos de población que tengan los requisitos fijados por
la ley. Ahora bien; de acuerdo con lo mandado en el Reglamento Agrario, sólo tienen derecho
a pedir tierras los centros poblados que tienen la (alegoría polí/ka exigida por el mismo Re-
glamento. Sobre este particular. la quejosa afirmó en so demanda que San Baltazar Campeche no
tiene la categoría política de pueblo; y, por 10 tanto, carece de derecho para ser dotado de
EL AMPARO EN MATERIA AGRARIA 901
tierras, de acuerdo con lo prevenido en el articulo segundo del repetido Reglamento; y la Co-
misión Nacional Agraria, al rendir su informe justificado, dijo que la comprobación de la cate-
goría política era un requisito trivial y de mera forma, y que. además, todas las autoridades
agrarias y las demás partes han reconocido tácitamente que San Baltazar Campeche tiene la
categoda política de pueblo; pero es claro que no pueden considerarse como triviales y de mera
forma los requisitos que el mismo Presidente de la República ha creído indispensables para
tener derecho a pedir tierras, expresándolo así en el Reglamento que el mismo alto funcionario
expidi6 paza que sirva de norma en las dotaciones; y es claro también que para que un céntro
de población tenga una categoría política determinada, no basta que, de hecho, así lo reconoz-
can las autoridades agrarias, sino que es indispensable que esa categoría haya sido expresamente
fijada por una ley, lo cual no se ha demostrado en el presente caso respecto de San Baltazar
Campeche. Siendo esto así, es evidente que el Juez de Distrito no cometió ningún agravio al
expresar en su sentencia que el mencionado centro de población DO tenía derecho para pedir
tierr.as:··S: •
La reafirmación de! requisito de "categoría política" que debí~' "satisfacer todo po-
blado para tener derecho a recibir por dotación tierras yaguas, provocó una violenta
reacción en los círculos legislativos en contra del criterio de la' Suprema Corte que
corroboró dicha exigencia en las resoluciones judiciales dietadas en ,e! juicio de amparo
a que nos hemos referido con antelación. Se planteó así la imperiosa necesidad de re-
formar el artículo 10 de la Ley de 6 de enero de 1915 con e! propósito de hacer impro-
cedente e! amparo contra las resoluciones dotatorias o, restitutorias de ejidos o aguas
que se hubiesen dictado o que en lo futuro se dietaren en favor de los pueblos. Obe-
deciendo a esa necesidad, e! 3 de diciembre de 1931 se expidió el Decreto Congre-
sional respectivo, después de haberse observado el procedimiento instituido por e!
EL AMPARO EN MATERIA AGRARIA 903
D. a
Tercera é/Jora: 1934 ;" 1947
-;f...
a) Breves consideraciones previas
··x
Estimando e! Presid";¡;' de la República que e! sistema de organización de las auto-
ridades agrarias y los pr&,edimientos de dotación y restitución a que se refería la Ley
de 6 de enero de 1915 'ya' no respondían a los imperativos sociales y económicos de
la Reforma Agraria, con' fecha 11 de diciembre de 1933 envió una iniciativa al Con-
greso de la Unión proponiendo la derogación de los artículos 4', 5', 6', 7', 8' Y 9' de!
·citado ordenamiento. El ;'propósito de! Ejecutivo Federal consistía en sustituir a las
comisiones y comités agrarios creados en dicha Ley por un órgano que centralizara
las funciones que tenían- encomendadas y en obtener una mejor coordinación en los
mencionados procedimientos, Sugirió, en consecuencia, el establecimiento de un "De-
partamento Agrario" qu'~',dependiese directamente de él. Los únicos preceptos de la
Ley de 6 de enero de iiÍ5 que la iniciativa presidencial dejaba intocados eran los que
se referían a las bases df.la Reforma Agraria, o sea, los concernientes a las nulidades
de pleno derecho de tode;. los actos a que aludía su artículo primero,. a la nulifica-
ción de las divisiones o· ,~tpartos que viciosamente se hubieran hecho entre .vecinos de
algún pueblo, ranchería, ,congregación o comunidad (art. 2'), Y al derecho de los
pueblos para recibir por.' dotación las tierras y aguas que necesitaran (art, 3').
Al Congreso de la Unión le pareció más útil y práctico desentenderse de dicha ini-
ciativa presidencial, abroga!" la Ley de 6 de enero de 1915 y reestructurar el artículo 27
constitucional en lo atañadero a la materia agraria. Fue así como por Decreto de 9 de
enero de 1934, publicad'6;'en e! Diario Oficial de la Federación el día 10 siguiente,
quedó reformado el m'"t~i~>nado precepto en los términos en que, con algunas modifi-
caciones y adiciones que, ~ le introdujeron posteriormente, rige en la actualidad.
Como no correspondé al contenido de! presente estudio e! tratamiento de todos
los temas y cuestiones 'tIue conciernen al Derecho Agrario, nos abstenemos delibera-
damente de hacer referencia a ellos, ya que para la finalidad que perseguimos y que
estriba en fijar la situación del juicio de amparo frente al artículo 27 constitucional
.,.,.
seidos y los afectados con 'dotación tendrán el mismo derecho de reclamar la indemnización a que
haya lugar." . ,':'
988 Análogas reflexion'~' pueden hacerse en relación con la primera parte del artículo 3°
transitorio del mencionado Decreto; pues en cuanto a la segunda, éste cometió el mismo atro-
pello a que nos hemos referido, según se advierte de su texto que es como sigue: "Respecto de
los juicios promovidos conforme al artículo 10 de la Ley de 6 de enero de 191~, que se reforma.
que estuviesen en curso;' Se désecharén desde luego y se mandarán archivar; y en cuanto a aquellos
en que ya se hubiere dictádó sentencia ejecutoria y ésta fuese favorable al afectado con dotación,
la sentencia sólo dará derecho a éste a obtener la indemnización correspondiente,"
906 EL JUICO DE AMPARO
se requiere, confonne a la legislación sobre la materia, que exista, cuando menos, con seis
meses de anterioridad a la fecha de la solicitud de dotación y que sus componentes no
sean en número menor de veinte individuos con derecho a recibir tierras por esa vla,
derecho cuyo nacimiento está sujeto a varias condiciones legales....
Debernos advertir que si hemos hecho algunos comentarios sobre la locución "nú-
cIeos de población", es porque, ésta se empleó en el articulo 107 constitucional para
significar una especifica categoría de quejosos en el amparo agrario, tópico que abor-
daremos en su oportunidad. '
"Otra disposición de una injusticia inconcebible, que constituye un baldón para la Carta
Magna de un país que "se precia de liberalismo y que inicia sus postulados con los derechos
del hombre basados en la igualdad ante la Ley, es la cláusula XIV reformada, que a la letra
dice: «Los propietarios afeitados" con- resoluciones dotatorias O restitutorias de ejidos o aguas,
que se hubieren dictado en favor de los pueblos, o que en lo futuro se dictaren, no tendJán
ningún derecho ni recurso legal ordinario, ni podrán promover el juicio de amparo,a
"Se ve por ella que los terratenientes mexicanos, grandes o pequeños, porc:l delito de
haber poseído tierras, se les declara fuera de Ley, pues carecen de todo recurso legal y les está
vedado ocurrir a los Tribunales en demanda de amparo, aun cuando hayan sido víctimas de
una arbitrariedad manifiesta, con pretexto de la dotación o restitución de ejidos a un pueblo.
Esta drástica reforma a una ley constitucional) s610 se explica por un espíritu de hostilidad
permanente al grupo de mexicanos que sostuvo en lucha armada, una causa contraria a la del
Partido vencedor, pues para aplicar el programa agrario del Gobierno de la Revolución, no
era necesario una medida tan arbitraria en perjuicio de un grupo determinado de ciudadanos." 991
"990 Estas condiciones se establecen en el Código Agrario de 1942 yen-la Ley Federal- de
Reforma Agraria de 1971.
991 op. cijo Pág. 253.
908 EL JUIOO DE AMPARO
Sin revestimos de la pasión política que traducen las palabras transcritas y con un
sentido estrictamente jurídico, haremos algunas reflexiones acerca de si se justifica o
no la improcedencia del amparo en el caso que estarnos tratando.
Se ha sostenido, y se sigue afirmando, que la cuestión agraria, por ser eminente-
mente social, no debe abordarse desde ángulos jurídicos y que su solución es uno de
Jos objetivos torales de la actividad política, sin que ésta deba ser revisada o exami-
nada por la jurisdicción. Así se argumentó para prohibir el juicio de amparo contra
las resoluciones a que nos hemos referido y' este punto de vista, inclusive, ha sido
sustentado en no pocas ejecutorias de la Suprema Corte. La consideración de que la
Reforma Agraria reclamaba una pronta y expedita realización por haber sido uno de
los postulados fundamentales del movimiento revolucionario de 1910, lo que es inne-
gable, vino a robustecer la idea de que no debía embarazarse o dilatarse con procedi-
mientos judiciales, que en muchas ocasiones no sólo la demoraban, sino que la frustra-
ban. La experiencia qu~ durante casi tres lustros se había adquirido con motivo de la
aplicación de la legislación agraria anterior a diciembre de 1931, no dejó de dar razón
a los autores de la reforma que proclama la improcedencia del juicio de amparo, ya
que en varios casos, por inobservancia de formalidades procesales o por falta de legi-
timación legal de las entidades agrarias a cuyo favor se habían dictado resoluciones
dotatorias o restituciones, se concedía a los propietanos afectados la protección de la
Justicia Federal. El ejemplo 'nítido en que estos fenómenos se registraron es el caso
de la señora Valentina Azeué de Bernot que ya hemos comentado anteriormente.
Ahora bien, ¿estas consideraciones, cuya atingencia respaldamos, son suficientes para
haber suprimido el amparo en los casos apuntados? ¿De ellas debió forzosamente deri-
var la conclusión de que debía abolirse?
sostenerse con validez que éstos sean ajenos o indiferentes a la autoridad legislativa
o ala judicial y que sólo se vinculen con la actividad de los órganos del Poder Ejecutivo.
Ya hemos afirmado que en las normas constituciona1es y legales se fijan las bases
para la solución de los problemas sociales y que dentro del jnarco de discrecionalidad
que contienen se mueve la conducta de las autoridades administrativas a quienes íncum-
be resolverlos. Es evidente que esas normas jurídicas se expidan por los órganos legis-
lativos competentes o se elaboren por la misma asamblea constituyente, en sus respec·
tivos casos, y que su ejecución o cumplimiento se confiere a la administración pública
en sus diferentes ramos, atendibles por un conjunto de autoridades organizadas en
gradación jerárquica hasta llegar al Presidente de la República, según sucede en los
regimenes presidenciales como el nuestro. Puede acontecer que, con motivo del ejer-
cicio de sus funciones, los órganos adruioistrativos del Estado violen o pretieran las
disposiciones constitucionales y legales que encauzan cualquier reforma social. Esta si-
tuación anti·jurídica no debe quedar sin un medio de control que la remedia para
restablecer el orden normativo infringido, asegurando su respetabilidad y observancia
pragmáticas.
Dentro del sistema de división o separación de poderes compete a los órganos ju-
risdiccionales ejercer dicho control, sin que el desempelio de éste presuponga O impli-
que la sustitución de la autoridad judicial a la antoridad administrativa. En efecto,
dentro de la ordenación establecida por las normas constitucionales y legales que regu-
lan una matecia administrativa y especialmente aquélla que se vincula directamente a
una cuestión de interés sodal o público, opera el priucipio de discrecioaalidad conforme
al cual las autoridades ejecutivas pueden usar de su arbitrio en la calificación o apre-
ciación de los casos concretos con vista a los supuestos normativos abstractos, para
establecer la correspondencia o divergencia entre unos y otros mediante la valoración
de los diversos elementos que en ambos concurran. La facultad discrecional está pre-
vista en la norma jurídica al consignarse en ésta una situación general cuya proyección
concreta se deja a la autoridad administrativa para que estime, según su prudente, ra-
cional y lógico arbitrio, si un caso específico encuadra o no dentro del supuesto norma-
tivo abstracto y para enfocar o no hacia él la regulación respectiva. La mencionada
facultad confiere a la autoridad que con ella inviste la ley, una libertad apreciativa que
debe ejercerse dentro del ámbito demarcado en la norma jurídica. Este ámbito no
puede alterarse ni rebasarse con motivo o a pretexto del desempeño de la consabida
facultad, de tal suerte que la libertad que ésta entraña sólo es legítimamente desple-
gable en la estitr.ación o calificación de los elementos que integren la demarcación legal
y en cuanto a su presencia o ausencia en el caso concreto. De aceptarse que la facultad
discrecional puede desentenderse o transgredir el ámbito legalmente demarcado o con-
finado, se admitirla la arbitrariedad de las autoridades, que es contraria e incompatible
con todo el régimen de derecho. Moverse dentro del espacio de la ley conforme al
criterio racional. y lógico de la autoridad, implica ejercer esa facultad; moverse fuera
o en contra de ese espacio, es comportarse arbitrariamente, o sea, sin sujeción norma-
tiva, lo que entraña quebrantamiento del orden jurídico.
Es precisamente este espacio o ámbito lo que es susceptible de someterse al control
jurisdiccional dentro de un régimen de derecho. A través de él, la autoridad judicial
. determina si se respetó o no el marco normativo dentro del que debe ejercerse la fa-
cultad discrecional, es decir, si al desplegarla, los órganos estatales que la desempeñan
EL AMPARO EN MATERIA AGRARIA 911
,
alteraron o no los elementos, supuestos o condiciones que lo delimitan. El referido
control, por tanto, no debe realizarse sobre e! criterio estimativo que las autoridades
administrativas sustenten respecto de los hechos o modalidades del caso concreto, CUan-
do ese criterio se haya adoptado raciooal y lógicamente, sin preterir ni alterar las cir-
cunstancias especiales que en el propio caso concurran y hubiesen quedado compro-
badas.'"
En materia agraria, como en muchas otras de notorio carácter social, los órganos
administrativos del Estado gozan de facultades discrecionales para atender y resolver
los problemas que en ellas se suscitan. Sus actos, en que estas facultades se traduzcan,
no se supeditan al control jurisdiccional cuando hayan sido emitidos conforme a un
criterio lógico, racional y fundado en las modalidades del caso específico que los hu-
biere provocado, pues la discrecionalidad administrativa es insustituible por decisión
judicial alguna. Sin embargo, si la autoridad agraria, incluyendo al Presidente de la
República, no procede discrecionalmente en e! cumplimiento de su cometido, sino que
al dietar una resolución transgrede e! ámbito que conforma la Constitución y la ley,
violando las condiciones O supuestos que lo demarcan, o sea, cuando no se trata del
ejercicio de una facultad discrecional sino de un aeto arbitrario, contraventor del prin-
cipio de legalidad, la intervención del Poder Judicial Federal a través del juicio de
amparo es perfecta y necesariamente procedente.
En efecto, la idea de que en las cuestiones sociales no debe tener injerencia dicho
Poder, no sólo es contraria al sistema de división o separación de poderes, sino que
auspicia y fomenta la dictadura de las autoridades administrativas y, en última instan-
cia, la de! Presidente de la República. En esta hipótesis, este alto funcionario estaría
siempre en la posibilidad de quebrantar las normas jurldicas que canalizan cualquier
reforma social, sin 'l)le las infracciones que cometa pudiesen ser remediadas por ningún
órgano estatal. De nada servirla ningún sistema normativo dentro del que se encauce
el procedimiento para resolver un problema social, como el agrario, si la, autoridad
que en él diete la última decisión pudiera desentenders.i de las disposiciones constitu-
cionales y legales que acticulan dicho sistema o violarlas irremisiblemente. Habría sido
inútil que en el articulo 27 de la Constitución se consignaran los postulados funda-
mentales de la Reforma Agraria, si e! Presidente de la República, como autoridad
administrativa suprema, pudiese desempeñar actos sin. control alguno y que éstos los
contraviniesen seriamente. En esta hiPótesis, habrla sido suficiente que en la Ley Fun-
992 Desde este punto de vista enfoca la Suprema Corte el control jurisdiccional a través del
amparo de los actos- de las autoridades que se realicen con motivo del ejercido de la facultad
discrecional. El criterio correspondiente se localiza en las siguientes ejecutorias publicadas en la
Sexta Epoca del Semanario Judicial de la Federación: Tomo XXVII. Segunda Sala, pág. ~3;
Tomo XU, Segunda Sala, pág. 37; Tomo XUII, Segunda Sala, pág. 27; Tomo XL, Segunda
Sala, pág. 44; Tomo XLI, Segunda Sala, pág. 36; Tomo XLIII, Segunda Sala. pág. 39; Tomo
XIII. Segunda Sala, pág. 16; Tomo XUX, Segunda Sala, pág. 43; Tomo XIU, Segunda Sala,
pág. 38; Tomo XLVI, Segunda Sala, pág. 29; Tomo XUII, Segunda Sale, págs. 38 Y 39;
Tomo IV, Segunda Sala, pág. 120; Tomo U, Segunda Sale, pág. 11; Tomo XXXIV, Segunda
Sala, pág. 22; Tomo XXXII. Segunda Sala, pág. 9; Tomo XLI. Segunda Sala, pág. 11; Tomo
XXVIII, Segunda Sale, págs. 15 y 16; Tomo XXVII, Segunda Sala, pág. 10; Tomo XXIV,
Segunda Sala. págs. 9 Y 10; Tomo XXXIV, Segunda Sala, pág. 22; Tomo XLVIII, Primera
Sala, pág. 16; Tomo XIV. Segunda Sale, pág. 16; Tomo XIII, Segunda Sala, pág. 47; Tomo
XIII, Segunda Sala, pág. 42; Tomo XII, Segunda Sale, pág. 91; Tomo L1I1, Segunda Sale,
págs. l' Y 16; Y Tomo XUlI. Primera Sala, pág. 20 Y tesis ;urisprudenrial 102, publicada en la.
Compilación 1917·196j, y tesis 396 del Aplndiee 197), Segunda Sala.
912 EL JUICIO DE AMPARO
damental se hubiese insertado una sencilla fórmula, en sí misma destructora del orden
jurídico, declarando que el problema agrario fuese resuelto conforme al criterio unila,
teral, personal y subjetivo de dicho alto funcionario o de las .autoridades agrarias que
de él dependan. >~.
Por otra parte, mediante la aparente razón de que la reforma agraria entraña una
cuestión social en que no debe intervenir el Poder judicia] r en que, por tanto, no
debe proceder el amparo, se llegaría a la misma conclusión.'respecto de otras cuestio-
nes en que está vivamente interesada la sociedad, como la obrera o laboral, que también
constituyó uno de Jos postulados fundamenta1es del ideario de la Revolución. De esta
guisa, se llegaría a cercenar considerablemente la procedencia de nuestro juicio consti-
tucional a tal grado, que todos los actos de las autoridades que propendiesen a realizar
cualquier reforma social serían inatacables, propiciándose la dictadura administrativa
con el desquiciamiento consiguiente del orden jurídico de México.
La restauración del juicio de 'amparo para impugnar ante la justicia Federal las
resoluciones presidenciales dotatorias o restitutorias de tierras y aguas en los casos en
que éstas rebasen o alteren el ámbito constitucional dentro del que debe funcionar la
facultad discrecional administrativa correspondiente, significaría el aseguramiento de
los postulados básicos de la Reforma Agraria, al dejar de estar sujetos a la posible
arbitrariedad del Ejecutivo. Ello, sin embargo, es una mera aspiración, pues estamos
convencidos que por motivos de carácter político no se reimplantará la procedencia del
amparo bajo la suposición demagógica de que la modificación que en este sentido se
introduzca a la fracción XIV del artículo 27 de la Constitución implicaría un paso
regresivo en la solución del problema agrario, sin rneditarse en que la regresión se
consumó desde la Ley de 23 de diciembre de 1931 que, como antecedente inmediato
del Derecho congresional de enero de 1934, instauró la dictadura presidencial al supri-
mir todo control jurisdiccional sobre las referidas resoluciones y al convertirlas, por
"ende, en actos intocables, en verdaderos "tabües", aunque atenten contra la Constitu-
ción o se pronuncien al margen de ella. Con toda razón ha dicho [uan Pea. linares... •
que "La anulación jurisdiccional, o la confirmación jurisdiccional, es la forma más
evolucionada de la justicia administrativa", agregando que "la ampliación paulatina
de esa fiscalización (o control) es el fenómeno que ofrecen los pueblos civilizados de
Occidente, y su restricción, o falta de crecimiento, es el que muestran los otros, los que
dicen asegurar la felicidad del pueblo a través de sistemas cesaristas, dictatoriales y
totalitarios", para concluir con la siguiente expresión lapidaria, perfectamente aplica-
ble al caso que venimos tratando: "El ideal del Estado de derecho es, en efecto; aquél
que no deja a ningún órgano de ejecución de la ley, judicial o administrativo, poderes
incontrolables por órganos jurisdiccionales."
LA consideración de q1le el ¡1Iicio de amparo retarda o entorpece la solución del
problema agrario también es deleznable y descansa sobre el desconocimiento de nuestra
institución de con/rol constitucional. En efecto, la sola interposición del amparo y su
substanciación procesal no evitan que los actos reclamados se ejecuten o produzcan sus
consecuencias fácticas o jurídicas, si 'dentro del incidente respectivo no se concede la
suspensión provisional o definitiva. Como es bien sabido, ésta es otorgable si no se
afecta el interés social ni se contravienen disposiciones de orden público, Es .indíscutí-
1
Desde el punto de vista económico, México debe ser un país eminentemente agrícola: en
otras palabras, su productividad se cifra en la agricultura por modo principal. Además, ésta,
para la pretendida Industrialización que tratan de implantar los planes futuros de gobierno, es
un factor de esencialísima importancia, ya que la actividad industrial no puede desplegarse sin
tener la materia prima que generalmente proporciona el cultivo de los campos.
No obstante la Indole económica de la productividad mexicana, ésta. en cuanto a la agri-
cultura, es magra, escasa. A pesar de que nuestro país figura en las estadísticas mundiales como
uno de Jos principales productores de maíz, verbigracia, se ha provocado la situación angus-
995 La fracción XV del artículo 27 preconiza esa respetabilidad al disponer que: "Las
Comisiones Mixtas, los Gobiernos locales y las demás autoridades encargadas de las tramitacio-
nes agrarias. no podrán afectar, en ningún caso, la pequeña propiedad agrícola o ganadera en
explotación; e incurrirán en responsabilidad, por violaciones a la Constitución. en caso de con-
ceder dotaciones que la afecten." .
9H Párrafo tercero del mismo artículo 27.
997 Tesis 749 visible en el Apéndice al Tomo CXVIII del Semanario Judicial de la Fede-
ración que corresponde a las números 696 y 770.· respectivamente, publicadas en los Apéndices
• lo. Tomos LXXVI y XCVII.
EL AMPARO EN MATERIA AGRARIA 915
tiose de la falta de cultivo de dicho grano, lo que ha originado que ten~os que importar
lo que antes teníamos en abundancia.
•
11
La exigua producción agrícola reconoce como causa fundamental la falta de garantías jurí-
dicas para la propiedad rural y, sobre todo, por 10 que atañe a la pequeña heredad agrícola,
que es la base de sustentación del sistema económico de México en materia de agricultura.
Ante esa falta de garantías, surge una importantísima cuestión que hay que elucidar: ¿ Cuál
es la causa de la ausencia de protecci6n jurídica en favor de la pequeña propiedad principal-
mente? ¿Es acaso Ja propia Constitución, la cual. en su artículo 27, fracción XIV. veda a los
propietarios afectados con resoluciones dotatorias O restitutorias de ejidos o aguas que se hubie-
sen dictado en favor de los pueblos o que en 10 futuro se dictaren, el juicio de amparo? ¿La
indefensión de la pequeña propiedad agrícola se deriva en realidad de dicha disposición cons-
tituiconaJ?
III
En nuestro libro intitulado "El Juicio de Amparo" (Págs. :509 a '12, Segunda Edición),
llegamos a la conclusión de que las disposiciones involucradas en la primera parte de la frac-
ción XIV del artículo 27 constitucional se contraen a los latifundistas, sin comprender a los
pequeños propietarios agrarios. Nos permitimos transcribir las ideas que al respecto sustente-
mos en dicha obra: "La. jurisprudencia se ha establecido en el sentido de que el amparo COntra
actos que por los motivos Indicados afecten a la pequeña propiedad. es improcedente... Nos-
otros no estamos de acuerdo con la declaración jurisprudencial de que el juicio de amparo contra
resoluciones restitutorias o dotatorias de tierras yaguas en favor de los pueblos y que hayan
afectado a la pequeña propiedad agrícola, sea constitucionalmente improcedente. Por el contra-
rio, creemos que, si bien. el Constituyente de 17 vedó a los grandes propietarios o latifundistas
el ejercicio de la. acción constitucional. contra las mencionadas resoluciones, la fracción XIV
del artículo 27 de la Ley Suprema, que contiene esa prohibición, no puede ni debe aplicarse
extensivamente a los parvifundistas. En efecto, la extensión de la procedencia del juicio de
amparo, en su aspecto constitucional, s610 en la propia Ley Fundamental debe tener sus limi-
taciones; en otras palabras. la improcedencia del juicio de amparo, por razón de la naturaleza
material del acto reclamado y de la categoría o calidad de personas por éste afectadas sóJo
puede y debe constatarse por la propia Constitución, pues de lo contrario, es decir, si tal impro-
cedencia se estableciera por una norma secundaria) ésta sería inconstitucional por pugnar contra
el articulo 103 por razones obvias...
"Ahora bien, en relación con la calidad o categoría de personas afectadas por actos dotato-
rios o restitutorios de tierras yaguas, ¿ qué alcance tiene la disposición citada? (o sea, la frac-
ción XIV del artículo 27 constitucional).. ¿Se refiere tanto a los latifundistas como a 105
pequeños propietarios? La solución de esta cuestión, vital para el futuro económico-agrario de
México, tiene que enfocarse adoptando como método para elle la interpretación jurídica de la
primera parte de la fracción XIV del articulo 27 constitucional.
"La jurisprudencia de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia. al establecer que
los pequeños propietarios afectados por restituciones o dotaciones de ejidos o aguas en berreo:'
ficio de los pueblos no pueden promover el juicio de amparo contra tales actos, se funda en
una interpretación letrista que, por ser de esta naturaleza. es muy deleznable. Probablemente se
tomó en cuenta en forma aislada y desvinculada la disposición de referencia, COmo si se tratase
de un único precepto sin relación con.otros imperativos constitucionales, atendiéndose solamente
a su redacción literal. Claro está que la aludida fracción no distingue gramaticalmente si la lm-
procedencia del juicio de amparo atañe a los grandes o a los pequeños propietarios rurales o a
ambos. sino que se refiere a los "propietarios afectados" en general. Sin embargo. independien-
temente de los términos de redacción de la primera parte de la fracción XIV del artículo 27
constitucional (términos que no siempre expresan o denotan el sentido real de una disposición),
el jurista. y sobre todo un ministro de la Suprema Corte, debe desentrañar hermenéuticamente el
alcance y extensión del precepto que interpretan y aplican, es decir, relacionándolo lógica y
916 EL JUICIO DE hlolPhRO
armoniosamente con las demás normas que rigen una misma situación, hecho. actividad, ins-
tituci6n, cte.
"Así, en el caso que ocupa nuestra aterf'eión, la jurisprudencia de la Suprema Corte, que
I
declara improcedente el amparo promovido por pequeños propietarios contra resoluciones dota-
torias o restitutorias de ejidos y liguas, no debió desplazar la interpretación hermenéutica de la
fracción XYV del artículo 27 constitucional por la letrista, jurídicamente inferior a la primera.
No debió reputar a dicha fracción como una norma aislada, independiente y desvinculada de las
demás disposiciones constitucionales que regulan la actividad estatal en relación con el problema
agrario, sino que debió establecer el enlace Iéglco-jurídico correspondiente. Si de esta guisa
hubiese procedido la Segunda Sala de la Suprema Corte, la declaración substancial de la juris-
prudencia sentada hubiese sido inversa: el amparo es procedente en favor de Jos pequeños pro-
pietarios contra resoluciones dotatorias o "restitutorias de tierras yaguas dictadas en favor de los
pueblos.
"En efecto, el párrafo tercero del articulo n constitucional consigna la posibilidad o sus-
ceptibilidad jurídica de que los latifundios se fraccionen para Jos distintos propósitos que en la
disposición relativa se mencionan, declarando categóricamente en su última parte que siempre
se respetará la pequeña propiedad egrlccla en explotación. Po/ su parte, la fracción XV del
artículo 27 constitucional manda que "las Comisiones Mixtas, los Gobiernos locales y demás
autoridades encargadas de las tramitaciones agrarias, no podrán afectar, en ningún Caso, la pe.
queña propiedad agrícola en explotación e incurrirán en responsabilidad, por violaciones' a la
Constitución, en caso de conceder dotaciones que la afecten." Por consiguiente, la afectabilídad
en materia agraria se contrae, de acuerdo con las disposiciones constitucionales de referencia,
a la gran propiedad o latifundio, quedando exenta de ella la pequeña heredad agrícola, siem-
pre y cuando esté en explotación. En otras palabras, y como consecuencia de esta evidente cir-
cunstancia jurídica constitucional, los propietarios afectebles serán los dueños de los latifundios
y los inafectables los titulares de la pequeña propiedad.
"Ahora bien, de conformidad con los imperativos constitucionales a que acabamos de aludir,
ya, no fue necesario que se hiciera la distinción en la fracción XIV delartkulo 27 constitucio-
nal entre grandes y pequeños propietarios, pues al hablarse en ésta de "propietarios afectados"
(esto es, los afectables que sufrieron un acto de afectación en sus propiedades), lógica y
necesariamente aludió a los grandes propietarios, que son los únicos que constitucionalmente
pueden afectarse por las actos indicados con anterioridad. Sería una contradicción absurda e in-
admisible de la Constitución para consigo misma, que en el párrafo tercero y en la fracdén XV
del artículo 27 constitucional declarara inafecmble, como lo hace, la pequeña propiedad y que
en la fracción XIV del propio precepto, implicara la posibilidad de que hubiesen podido ser
afectados sus titulares. Por todo ello, lógica y jurídicamente Se colige que, refiriéndose el con-
cepto de "propietarios afectados", empleando en la supradicha fracción, única y exclusivamente a
Jos latifundistas, la improcedencia del juicio de amparo s610 atañe a ellos y no a los pequeños
propietarios," -
De 10 anteriormente transcrito se deduce que la jurisprudencia de la Suprema Corte es, a
nuestro entender, la principal responsable de que la pequeña propiedad agrícola se encuentre sin
protección, al interpretar erróneamente la fracción XIV del artículo 27 constitucional a través
de la idea de "propietarios afectados".
IV
Si analizamos, además, el espíritu que animó al Constituyente de 17 para elaborar las dis-
posiciones constitucionales que en el texto original del artículo 27 se contienen, llegamos 3 la
evidente conclusión de que no estuvo en su intención dejar sin preservación a la pequeña pro-
piedad agrícola en explotación. En más, según afirmamos anteriormente, en la propia fracción
XV de tal .precepto del Código Supremo (el cual corioboró las disposiciones consagradas en -Ios
párrafos lU y XVIII del citado artículo tal ramo estuvo vigente hasta antes de la reforma de
"enero de 1934), se consigna la respetabilidad absoluta del parvifundio, al impedirse a las co-
misiones mixtas, a los gobiernos locales y a las demás autoridades encargadas de las tramita-
ciones agrarias; realizar cualquier afectación a la pequeña propiedad agrícola. En consecuencia,
no es posible suponer que el Constituyente de 17 y el legislador autor de la referida reforma
EL AMPARO ~N MATERIA AGRARIA 917
hayan sido, por una parte, propugnedores de la defensa y desarrollo de la pequeña heredad
agraria y, por otro lado, hayan supuesto que ésta podría ser afectada con resoluciones dotatorias
O restitutorias de ejidos o aguas, y que a sus dueños o poseedores .se les hubiese proscrito el
derecho de acudir a la Justicia Federal en demandé de protección Contra tales actos autorita-
rios. ¿No sería contradictorio consigo mismo el espíritu de los legisladores mencionados si se
atribuyese a éstos el designio de dejar en un estado de indefensión a la pequeña proipedad
agrícola, cuyo fomento implicó una de las principales miras del Constituyente de 17 y cuya
respetabilidad se consagró de manera indubitable en la fracción XV del artículo 21 constiru-
cional por la reforma de 1934?
v
Aún suponiendo, sin conceder; que dicho espíritu tuviese Un sentido contrario, la interpre-
tación de un precepto constitucional a través de los posibles deseos del legislador constituyente,
es inocua para fijar el alcance verdadero de una disposición fundamental, ya que ésta, cuando
ingresa a la vida jurídica, adquiere vida propia, fuerza normativa autónoma, independiente-
mente de la intencionalidad con que se hubiese formulado, puesto que entra el ámbito del De-
techo Objetivo como una regla susceptible de adaptarse a la cambiante realidad, cuyos grados
evolutivos suelen no ser ni siquiera imaginables por el legislador. Sobre este particular, hace ya
tiempo un jurista mexicano escribía:
"Pero vamos a cuentas, ¿en dónde hemos de buscar ese espíritu? (el del legislador). ¿En
las opiniones de la comisión de Constitución, formada de unos cuantos individuos? ¿En los
discursos de algunos diputados? Unos y otras son fuentes muy inseguras para la revelación de.
la voluntad de todo un Congreso. Cuando se elabora una ley entre muchas personas, aunque
todas estén de acuerdo con la redacción, no lo están siempre en sus motivos y en sus alcances.
A unos les parece buena por una causa; a otros por otra, tal vez contraria; quién la cree buena
por demasiado limitada; quién por muy liberal. Y estoy seguro que si a cada diputado se le Pre-
gunta el por qué de su voto, acaso no resultarán dos respuestas enteramente iguales, No hay;
pues, cosa más peligrosa, que tratar de buscar la razón de una ley en las ideas aisladas de tales
o cuajes diputados" [Mejla. Errores' Constitucionales, págs. 180 y 181).
VI
Si pues, el único camino que quedaba a los pequeños propietarios agrícolas para defender
las heredades que constituyen el factor fundamental de productividad económica del país, fue
cerrado, no por la Constitución, sino pot la jurisprudencia de la Suprema Corte, al declarar que
la fracción XIV del artículo 27 constitucional no distingue entre latifundistas y parvifundistas, la
tendencia para preservar jurídicamente a las pequeñas propiedades agrarias se enfocó hacia la re-
forma del precepto constitucional mencionado en la parte relativa, tendencia que ha sido patrió-
ricamente impulsada por los representantes populares de Acción Nacional, pero que, desgracia.
damente, está condenada de antemano a un fracaso, puesto que se desvirtuará- seguramente por
la ofuscación e insensatez de sus impugnadores mayoritarios, quienes, más' bien dados al alter-
cado que a la discusión científica. acallarán con sus rabiosas expresiones demagógicas y vacuas
un anhele en cuya cristalización redundaría la prosperidad agrícola del pets f el bienestar eco-
nérrtico. de sus habitantes. ,
SiN embargo, no debemos desanimarnos. La protección que debe tener la pequeña propie-
dad agrícola, al no poder consignarse de manera enfática y categórica, por ahora, en una aclara.
ción a fa fracción XIV del artículo 27 constitucional, puede derivarse de una sana' [urisprudencie
que interprete debidamente dicha disposición, de tal manera que, corno hemos aseverado, se cons-
tate que el amparo no procede en favor de los latifundistas, pero si, en beneficio de los pequeños
agricultores, de los ejidatanos con parcela individual y de las comunidades agrarias.
Hacemos votos- porque nuestro Máximo Tribunal', ton afán, patriótico, modifique tal ruéis-
prudencia, exculpándose COñ, ello' de b grave responsabilidad que tiene por haber clausurado a'
los; pequeños propietarios ágrícolas la: justiciera puerta' de nuestro, juicio de amparo" fundándose
en fina' indebida interpretaclén de la multicitada ftacción XIV del artícuio constitucional a'
través del concepto d:~ "propietarios- afectados", S~ tal rnodifisacióñ se' [leva á cebo, estamos se-
918 EL JUICIO DE AMPARO
A. Advertencia previa
Para los efectos del presente estudio, creemos pertinente tratar de delimitar la rna-
teria agraria como campo de incidencia del juicio de amparo. Dicha materia compren-
de todos aquellos actos de autoridad relacionados real o aparentemente con el cono-
cimiento y la decisión de cuestiones agrarias y con la ejecuci6n de las resoluciones
respectivas, pudiendo ser sujetos de afectación, en su carácter de gobernados, los gran.
des y pequeños propietarios o poseedores rurales, los ejidos o los núcleos de población
998 La iniciativa presidencial no contenta la expresión subrayada, habiéndose agregado ésta
en el dictamen de la Segunda Comisión de Puntos Constitucionales de 11 de diciembre de 1946.
con el objeto de que el juicio de garantías realmente protegiese a la pequeña propiedad agrícola
- o ganadera que no estuviese ociosa o desaprovechada por su dueño o poseedor, lo que nos parece
perfectamente acertado. '
920 EL JUICIO DE AMPARO
que si el amparo tiene por objeto proteger a los ejidatarios, comuneros, núcleos de población
ejidal o comunal en sus "derechos y régimen jurídico", en su "propiedad, posesión o disfrute
de sus bienes agrarios", en sus "derechos agrarios", en su "régimen jurídico ejidal", cabe
concluir' que tiene carácter de "materia agraria" cualquier asunto en el que se reclamen actos
que de alguna manera afecten directa o indirectamente el régimen jurídico agrario que la
legislación de la materia, es decir, el artículo 27 de la Constitución, el Código Agrario y sus
Reglamentos, establecen en favor de los sujetos individuales y colectivos antes especificados;
ya .sea que tales actos se emitan o realicen dentro de algún procedimiento agrario en que,
por su propi~ naturaleza. necesariamente están vinculados con las cuestiones relativas al
régimen jurídico agrario mencionado, o bien cuando, aun provenientes de cualesquiera otras
autoridades, pudieran afectar algún derecho comprendido dentro del aludido régimen jurídico
agrarío.wcc bill
cío de amparo, toda vez que el caso queda subsumido dentro de la prohibici6n consti-
tucional a que nos referimos, considerándolo así la inrirprlldencia de la Corte.1OO !
4. Contra resoluciones provisionales de los gobernadores. Casos de excepción.
Por otra parte, si contra las resoluciones dotatorias o restitutorias de tierras o aguas
es improcedente el juicio de amparo, la misma improcedencia opera en relación
con las que dictan provisionalmente los gobernadores de los Estados dentro del proce·
dimiento respectivo, no sólo por cuanto a la finalidad que persiguen, sino por su (a-
.ácte. no definitivo. Así lo ha conceptuado la jurisprudencia de la Suprema Corte al
asentar que "si se reclaman actos desposesorios provenientes de resoluciones provisio-
nales, como aquella que dota de ejidos a un comité, dictada por el Gobernador de un
Estado, es claro que tal resolución, por no ser definitiva dentro del procedimiento, no
es reclarnable por medio del juicio de garantías, ya que conforme a los artículos 223,
224 Y demás relativos al Código Agrario vigente, tal decisión está sujeta a revisi6n, y
por tanto, puede ser revocada o modificada", >Oce Esta tesis jurisprudencial debe consi-
derarse vigente a pesar de que se refiera a preceptos del Código Agrario derogado
por la Ley Federal de Reforma Agraria publicada en e/ Diario Oficial correspondiente
e/ 16 de abril de 1971, ya que este nuevo ordenamiento, acatando lo dispuesto en el
artículo 27 constitucional, también consigna y regula en sus artículos 304 a 317,
la segunda instancia. del procedimiento de dotación de tierras, la cual culmina con la
resolución definitiva que dicte el Presidente de la República.100S bis
Sin embargo, la improcedencia del amparo en el caso precedente tiene una ímpor-
lante salvedad, pues la misma Segunda Sala de la Suprema Corte ha sentado jllr'ispru·
dencia en el sentido de que cuando los mandamientos del gobernador de algún Estado
en materia agraria afectan tierras protegidas po. un certificado de mafeetahi/Mad, su
dueño sí puede ejercitar la acción constitucional contra ellos sin necesidad de esperar
a que se pronuncie en la segunda instancia del procedimiento respectivo la resoluci6n
presidencial dotatoria, argurnentándose, para apoyar esta conclusión, que de acuerdo
con la fracci6n XIV del artículo 27 de la Ley Suprema los titulares de dicho certificado
están legitimados para entablar la mencionada acción "contra la privación o afectaci6n
i!e~ -de sus tierras yaguas originadas por actos de cualquier autoridad agraria" .1009
~001 En un~ antigua tesis jurisprudencial, ~ctualmente vigente, dicho tribunal se contrajo a
considerar que: . No debe concederse la suspensión contra las leyes que crean nuevos centros de
población, erigiendo en tales las haciendas, pues el interés público debe prevalecer sobre el
inter~ particular." Este criterio se estableció desde el año de 1932, informando la jurispru-
dencia que invariadamente se ha sustentado y que aparece publicada en los Apéndices a los
Tom~s XXXV1 ()30), L (4)0), LXIV ()04), LXXV1 (649), XCVIl (722) y (CXVIII (710)
y leSIJ 178 de la Comp,l;t(lón 1917-1965 y '7 Y 60 del Apindüe 1975, Segunda SaJa. Consúl-
tense. a.demás"los Informes de 1971 y 1972, Segunda Sala, págs. 64 a 66 y 78 Y 79, respectivamente
1008 Tesis 393,Y 417 en el Apéndice al Tomo cx.VU], que corresponden a los números 347
y ,339.de los ApéndiCes a los Tomos LXXVI y XCVII. respectivamente. así como a. la tesis 71 de
la CompildrMn 1917-196', Segunda Sala, del S. J. de la F. El mismo criterio se ha sustentado por
la Segunda Sala de la Suprema Corte cuando se trata de mandamientos provfsionales negalivf>s d,
los gobernadores de los Estados, en el sentido de que los núcleos de población afectados por tales
mandamientos no están legitimados para ejercitar la acción constitucional contra ellos ya que el
procedimiento respectivo sólo se culmina con la resolución presidencial respectiva. IInfonne de
1981, tesis 62.)
100S bt s Cfr. Tesis 48 del Apéndice 1Q7', Segunda SaJa.
1009 íníorme de 1961, Primera Parte, págs. 29 Y 39. Idem, Boletín del S. l. de la P. Pebrero
de 1974. Segllnda Sala. Págs. H Y :55. Además, consúltese el Infarme de 1974, Segunda Sala.
Págs. 64 a 66. ídem, lniorme de 1976, Se~unda Sala, págs. 13 Y 47; Idem, In/arme de 1977, tesis 6.
'Idem. tesis 7 del Informe de 1982, Segunda Sala.
926 EL JUICIO DE AMPARO
Por otra parte, también la Suprema Corte ha establecido el criterio de que procede
e! juicio de Amparo contra mandamientos gubernamentales y resoluciones presidenciales
dotatorias o ampliatorias qtte afecten predios flue hayan sido colonizado! conforme
a la Ley Federal de Colonizacián y menten CO" tirulos de propiedad expediaos por el
Presidente de la RepúbJictl.1009 bis.
También la j'trúpmdencia de la Segunda Sala ha establecido que e! amparo es
procedente cuando se reclaman por vicios propios los actos de ejemci6n de algún·
mandamiento agrario de los gobernadores de los Estados, ya que en lugar de cumplirse
lo que estos funcionarios ordenan, se les desobedece, sin que sea necesario "examinar
si e! quejoso se halla dentro de los supuestos exigidos por la fracción XIV de! artícu-
lo ~7 co~titu_~jºf1al'~.1010
b) Temperamentos a la. improcedencia del amparo
Hemos afirmado que la improcedencia del juicio de amparo en favor de los propie-
tarios afectados o afectables por resoluciones dotatorias o restitutorias de tierras o aguas
debe fincarse en la reunión de todas las condiciones o supuestos a que se ha hecho refe-
rencia. Por tanto, y a contrario JeI1J1J, en rigor lógico-jurídico la acción constitucional
es ejercitable en cualquier caso en que tales condiciones o supuestos no se satisfagan
concurrentemente.
Siguiendo este criterio, la jurisprudencia ha consignado algunas hipótesis de proce~
ciencia del amparo en favor de dichos propietarios y que vienen a constituir tempera-
mentes a la tesis general de que las mencionadas resoluciones y su ejecución son jurí-
dicamente inatacables y que sobre ellas no debe ejercerse el control jurisdiccional.'
Tales temperamentos 110 entrañan salvedades o excepciones a la disposición constitu-
cional que categ6ricamente declara la improcedencia del iuicio de garantías contra las .
consabidas resoluciones presidenciales, sino hipótesis en que mediante la acción de am-
paro pueden i1npugnarse los actos o procedimientos en q"e se trate de ejecutarlas o se
ha),(J11 ejecutado. En estos casos, dicho [nício no se endereza contra la resolución dota-
toria o restitutoria en sí misma considerada, sino contra su viciada o indebida ejecu-
ci6n, por 10 que, pese a tales temperamentos, los propietarios rurales afectados siguen
colocados en el estado de ind .fensión frente a las citadas resoluciones en que los
sitúa la fracción XN del artículo 27 de la Constitución.
1. La Suprema Corte ha sostenido, en efecto, que cuando de los términos de la
demanda de amparo no se infiere que se trate de actos ejecutivos de una resolución
dotatoria de tierras pronunciada conforme a la ley, es decir, en cuanto a la competen-
cia, por el Presidente de la República, el jtlicio de garantías no debe reputarse notoria-
mente improcedente, sino qne debe Jramitarse.1011 .
1.009 bis Informe de 19761 Segunda Sala, págs. 2~ Y 2'. Idem, Informe de 1977, Segunda
Sala, tesis 2.
1.010 Informe de 1971. Segunda Sala. Pág. 25. Idem, Tesis 49 del Apéndiu 1975, Segunda Sala.
r ]OH Tesis jurisprudencia! 416, que expresa: "Si de Jos términos en que está concebida una
demanda de amparo, no se infiere plenamente que se trate de actos de ejecución de alguna reso-
lución dotatoria de tierras, pronunciada conforme a la ley, que son a las que se contrae la fracción
XIV del artículo 27 constitucional, proscribiendo el juicio de amparo para los propietarios afec-
tados con resoluciones dotatorias o restitutorias de ejidos o agu¡ts que se hubiesen dictado en
favor de los pueblos, o que en Jo futuro se dietaren, es claro que no pudiéndose considerar a
priori, comprendido tal c¡¡SO en la mencionada disposición constitucional, es necesario admitir y
tramitar la demanda de amparo respectiva, para poder establecer, en presencia de los informes
de las autoridades responsables y de las pruebas que rindan las partes, las proposiciones condu-
centes," Esta tesis se encuentra publicada en el Apéndice al Tomo CXVIII del S. J. de la F. }' co-
EL AMPARO EN MATERIA AGRARL-\ 927
2. Por otra parte, 10.1 actos que 110 traduzcan debida ejecuCi011 de un¡j resolucién
dotatoria o restitutoria de tierras o aguas son susceptibles de impugnarse en amparo,
arguyéndose por la jurisprudencia que sería anti-jurídico sostener la improcedencia del
juicio de garantías en este caso, puesto que "en lugar de cumplirse lo que el Presi-
dente de la República, como suprema autoridad en materia agraria, ha querido que se
haga y manda hacer en su resolución, se desobedece ésta, resultando así modificada:
y es obvio que tal resolución pudiera implicar violaciones de garantías individuales,
por lo que la demanda relativa no debe ser desechada por'frnprocedente't.w-
Es importante subrayar que en la ejecutoria "Blanco José y Coags.", que integra la
tesis jurisprudencial 415, o 77 del Apéndice al Tomo CXVIIJ, de la Compilaci6n 1917-
1965, Y 36 del Apéndic« 1975, Segunda Sala, respectivamente, la Suprema Corte adopta
e! criterio de que las normas que instituyen casos de improcedencia del juicio de am-
. paro deben interpretarse estrictamente, según lo afirmamos, al sostener en ella que "Las
excepciones son de estricta interpretación, es decir, sólo pueden comprender los casos a
que limitativamente se refieren, por lo que es claro que la fracción XIV del artículo 27
constitucional no puede aplicarse, en manera alguna, a casos distintos de los que espe-
cifica, como sucede cuando se trata no de una resolución dotatoria de ejidos ni de la
ejecución de lo mandado en la resolución presidencial, sino de la desobediencia, por
parte de las autoridades inferiores, a una resolución de esta naturaleza, en cuanto
manda afectar determinadas tierras y las autoridades ejecutoras «[ectan indebidamente
mayor extensión y de dhtinta calidad a la c.rpecificada en esa resolución; razón por la
que, en caso de un amparo contra estos últimos actos, la demanda no puede rechazarse
rresponde a los números 364 y 418 de los Apéndices a los Tomos LXXVl1 y XCVII, respectiva-
mente y a la número 78 de la Compikuion 1917-196.5, Segunda Sala.
101'2 Apéndice al Tomo CXVIJI, Tesis 415. complementada con la número 104, que sos-
tiene: "Cuando se reclama la indebida ejecución de resoluciones dotatorles o restitutorias de tierras
o aguas, debe darse entrada a la demanda de amparo, porque en estos casos, en lugar de cumplirse
con lo mandado en la resolución presidencial, se le desobedece, siendo obvio que esto puede im-
plicar la violación de garantías individuales, y no admitir la demanda de amparo contra tales actos,
constituiría una denegación de justicia." Estas tesis jurisprudenciales reproducen respectivamente
las números 364 y 102 del Apéndice al Tomo LXXVI y 421 Y 108 del Apéndice al Tomo XCVII
del S. J. de la F., así como en la tesis 36 del Apéndice 197.5, Segunda Sala. La procedencia del
amparo en caso de que se trate de indebida ejecución de una resolución presidencial dotatoria
de tierras ha sido corroborada por la Segunda Sala de la Suprema Corte mediante la tesis ;uri.rpru-
dencial cuyo extracto aparece publicado en la página 44 del Informe de 1970, y según la cual,
para que el agraviado obtenga la protección federal contra los actos que traduzcan dicha indebida
ejecución, debe probar que las tierras sobre las que ésta pretende llevarse a. cabo o se realizó, no
están comprendidas dentro de dicha resolución. Este mismo criterio, por tazones de congruencia
lógica, se sostiene jurisprudencia/mente por la Segunda Saja de la. Suprema Corte en el caso de
Involucración, dentro de los planos de ejecución de una resolución presidencial dotatoria, de predios
no comprendidos en ésta. argumentándose que si bien es verdad que estos planos forman pacte
integrante de la propia resolución, "debe entenderse que es procedente el amparo promovido"
contra la ejecución que se lleve a cabo según dichos planos, ya que existe la posibilidad de que
éstos no sean el "reflejo gráfico" del texto de tal resolución (Informe de 1972. Págs. 82 Y 83).
Sobre la misma cuestión, consúltese el In/orme de 1974, Segunda Sala, Págs. 41 y 42. Es pertinente
recordar la distinción que existe entre los "planos proyecto" y "planos de ejecu(ión n de una reso-
lución presidencial. Los primeros son les que se elaboran para localizar los predios afectables y
delimitar la superficie materia de la dotación; los segundos, en cambio, son los que sirven para
ejecutar material o físicamente dicha resolución, por lo que si estos planos no son "reflejo gráfico"
de la superficie y predios a que tal resolución se refiere, contra los actos ejecutivos que en ellos se
base, procederá el juicio de amparo. {Cfr. Tesis 63. 64 Y 6) de la Jurisprudencia de la Segunda
Sala de la Corte publicadas Sil el Apéndice 197.5.)
928 EL JUICIO DE AMPARO
del S. J. de (a F. Dicha ICJis )'4 1/0 aparece en la Compilación 1917.1965, debiendo considerarse
interrumpida por la jurisprudencia posterior que ya admite la procedencia del amparo para tutelar
jurídicamente la pequeña propiedad en los casos a que se refieren la fracción XIV del artículo 27
constitucional y el artículo 66 del Código Agrario. y que corresponde al articulo 252 de la Ley
Federal de Re/arma Agraria de 1971. .
101'1' Tesis 414 del Apéndice al Tomo CXVln y que en el Apéndice al Tomo CXVII aparece
con el número 417. sin que tampoco se contenga en la Compilación 1917·1965 por las razones
expuestas en la nota inmediata anterior.
EL AMPARO EN MATERIA AGRARIA. 931
renda equivale al que prevé la tantas veces señalada fracción XIV y de que se "desvir-
tuaría" el espíritu de la misma.
Como ya lo hemos afirmado,1018 esta postura obedece a que la Corte ha incurrido en
el absurdo de interpretar aisladamente dicha fracción, sin vincular lógicamente con
aquellas otras disposiciones del artículo 27 constitucional que tutelan a la pequeña
propiedad, para concluir contra toda sensatez que "los propietarios afectables" que tienen
vedado el amparo son tanto los "grandes" como los "pequeños" en virtud de que la
multicitada fracción XIV no hace distinción alguna entre ambos tipos. Esta conside-
ración hace pecar de contradictorio al artículo 27, pues de ella se infiere que este pre·
cepto en algunas de sus disposiciones (fracción XV y párrafo tercero) hace respeta-
ble a la pequeña propiedad y en otra (fracción XIV) estima como "afectables", es
decir, "no respetables" a los pequeños propietarios. La contradicción no existe si se
interpreta rectamente el espíritu y la letra de dicho artículo, pues ha sído la jurispru-
dencia la que, quebrantando las reglas básicas de la hermenéutica jurídica lo hace
aparecer como contradictorio, precisamente porque la Suprema Corte, parapetada en la
fracción XIV, se ha olvidado de las demás prescripciones que contiene dicho precepto
en materia de pequeña propiedad, como si éstas no tradujeran uno de los primordia-
les objetivos de la reforma agraria.
Atendiendo a la equiparación anti-jurídica que hace la Suprema Corte entre la
magna propiedad rural y la pequeña propiedad agraria, es evidente que, según el cri-
terio jurisprudencial en que tal aberración se involucra, el amparo es improcedente
contra resoluciones presidenciales dotatorias o restitutorias de tierras yaguas dictadas en
favor de los pueblos, aunque los afectados sean pequeños propietarios. Por ende, las
reglas extensivas de dicha improcedencia y los temperamentos que a ésta ha estable-
cido la jurisprudencia y de los que ya tratamos, son puntualmente referibles a la pe-
queña propiedad. En otros términos, ésta no es preservable mediante el juicio de garan~
tías no sólo en el caso de las citadas resoluciones, sino cuando se trata de ampliacián
ae ejidos y de creación de naetros centros de población agrícola, procediendo, en cam-
bio, la acción constitucional en las diferentes hipótesis temperamentales a que aludimos
<11 el apartado' b) precedente.
2. Existencia del ce1'tificado de inafectabilidad. La improcedencia del amparo
en lo que atañe a los tres tipos de resoluciones presidenciales que mencionamos ado-
lece de una importante salvedad consignada en la misma fracción XIV del artículo 27
constitucional y por 10 que a la pequeña propiedad se refiere. Conforme a esta dispo-
sición: "Los dile/íos o poseedores de predios agrícolas o ganaderos en explotación, a
los qtle se haya expedido o en lo 1'1/ltI'0 se expida, certificado de inttfectabilidad,
podrán promover i!licio de amparo contra la prioación o afectación ag'"aria ilegales de
SI/S tierras o agtras,"
La fu1tJ~iddd a que se refiere la disposición constitucional invocada concierne a los
certificados de inafcetabilidad que se hubieren expedido con posterioridad a la fecha
(:11 que entrá en vigor, y obviamente a los que se otorguen durante la vigencia de ia
simplemente hubiesen solicitado dicho certificado sin haberlo obtenido, ni a los que,
sin haber sido titulares de este documento, hubiesen promovido demanda de amparo,
aunque lo hayan conseguido durante la substanciaci6n del juicio respectivo.l Ol 8 ,b I S
Sin embargo, la procedencia del amparo en este caso está condicionada a un acto
que sólo e! Presidente de la República puede realizar, o sea, la expedición del .1ludido
certijicado. Por esta causa, la protección constitucional de la pequeña propiedad agríco-
la o ganadera es un poco menos que ilusoria, pues quedando dicha condición sine qua
non sujeta al arbitrio unipersonal }' exclusivo del citado alto funcionario, mientras no
se cumpla no puede ejercitarse la acción de amparo contra las resoluciones ilegales que
produzcan la afectación correspondiente.
La tenencia del mencionado certificado de inafectabilidad ha sido reiterada, con
el carácter condicionante ya expuesto, por la Suprema Corte en varias ejecutorias y cuyo
criterio sustentador es el siguiente: "Por disposición expresa del artículo 27, fracción
XIV de la Constitución Federal, los afectados con una resolución presidencial dotare-
ria de tierras únicamente pueden acudir a la vía constitucional cuando se les haya ex-
pedido a su favor certificado de inafectahilidad, y si no lo tienen, el amparo es impro-
cedente; sin que obste que la parte interesada solicitara la expedición del certificado
de inafectabilidad con anterioridad a la fecha de la resolución presidencial, porque
aquel precepto constitucional es categórico en el sentido de que la procedencia del
amparo está subordinada al presupuesto de la expedición del certificado, por lo que su
falta, aun cuando no sea imputable a los afectados, sino a las autoridades agrarias,
priva a aquéllos de la facultad de acudir a la Justicia Federal" .'01'
No obstante que la ausencia del consabido certificado origina la improcedencia del
amparo para preservar la pequeña propiedad agrícola o ganadera, no en todo caso la
falta de ese documento provoca la inejercitabilidad de la acción constitucional, puesto
que sólo cuando se trate de resoluciones presidenciales los afectados no pueden enta-
blarla. En otras palabras, si la afectación proviene de autoridades agrarias distintas
del Presidente de la República, es procedente e! juicio de garantías, criterio tempe-
raraental éste que ha sido establecido por la Suprema Corte, en el sentido de que "La
exigencia relativa a la tenencia del certificado de inafectabilidad para la procedencia
del juicio de garantías, sólo reza en relación con las resoluciones presidenciales relati-
vas y 110 respecto de las que emanen de los gobernadores de los Estados. . . " (y por
extensión, de los provenientes de las autoridades agrarias en general, con exclusión del
citado alto funcionario) .1020
Fuera del caso excepcional apuntado, la procedencia del amparo para preservar a la
pequeña propiedad agrícola o ganadera contra resoluciones presidenciales que la afecten,
está supeditada. a la expedición del tantas veces mencionado certificado.10 20 bis Esta su-
técnicos e injormatioos que se practiquen en los predios tutelados por dicho documento, el amparo
es improcedente contra los acuerdos que los hubiesen ordenado, sefún 10 ha sostenido la Segunda
Sala de la Suprema Corte en las tesis ;urisprudencia/et 9 y 110 de Apéndice 1975. .
934 EL JUICIO DE AMPARO
Suprema Corte ha establecido que esta garantía constitucional protege a los titulares
de los certificados de inafectabilidad frente a resoluciones presidenciales dotatorias o
restitutorias POItcrioreI a aquellas que hubieren declarado la inafectabilidad agrícola
o ganadera respectiva. Este criterio estriba en que, si a dichos .tit~lares no se les escu-
ch6 en defensa ni se les recibieron sus pruebas en el procedimiento en que se haya
pronunciado la resolución dotatona o restitutoria por el Presidente de la República, la
invocada garantía resulta violada, procediendo el juicio de amparo para lograr su respeto.
La tesis jurisprudencial a que hemos hecho alusión asienta textualmente lo siguiente:
"Si el afectado por una resolución presidencial dotatoria o restitutoria no fue citado para
ser oído en el procedimiento agrario que culminó con dicha resolución que afectó el predio de
su propiedad y ésta le fue reconocida por acuerdo presidencial de inafectabilidad otorgado a so
favor con anterioridad a la fecha de aquella resolución, es evidente que se está frente a dos
resoluciones presidenciales contradictorias, y, por lo mismo habiéndose incurrido en violación
de la garantía de audiencia, el amparo debe concederse paca el efecto de qve el presidente de la
República, previa la tramitación del procedimiento agrario correspondiente en el que se cum-
plan las formalidades legales y se oiga al mismo quejoso, resuelva lo.que en derecho proceda." ]022
]022 lníorme de 1973. Segunda Saja. Págs. 30 Y 31. Además, la respetabilidad de la garan-
tía de audiencia en materia agraria se corrobora por la ejecutoria publicada en el Informe de 1974.
sección, "Presidencia, pags. 272 Y 2730 Idem, Apéndice 19n, tesis 91, Segunda Sala. Debe· obser-
varse, Igualmente, que la protección de la garantía de audiencia en la hipótesis mencionada le hal'e
extensiva a JOI ~tUJlahabientel de JOI titularel del rertiiicado de inafertabiJidttd (dr. Informe de
1981. Segunda Sala, tesis 26 y '9).
1023 J!J/orme .de 1972. Segunaa Sala. Págs. 94 y 95. Esta misma conclusión la sostiene J.¡
s"ala Au,xllrar., considerando que la afectación a la pequeña propiedad con certificado de inafectabi-
ltdad, Sin p~tvar previamente fte .su eficacia j~cídica a éste directamente, es inconstitucional. Iniorme
de .1971. Pa~. 41. Idem. Apéndice 1975, tests 8. Segunda Sala.
]0:!4 Injorme de 1971. Págs. 40 y 41. ldem. Informe de 1973. Sef.u1Ida Sala. Pá,¡;. H. Idem,'
Iníorme de 1979, tesis 6, Segunda. Sala. .
EL AMPARO EN MATERIA AGRARIA
10::~ tniorme de 1972. Segunda Saja. Pégs. 101 Y 102. Idem, Informe de 1976, Segunda Sala,
pág. 22. Idem, tesis 18 del Informe de 1979, Segunda Sala. la misma tesis se reitera en el Informe
de 1980, bajo igual número.
938 EL JUICIO DE AMPARO
La tesis jurisprudencial a que nos referimos sostiene que: "En los términos de los artículos
27 constitucional, fracción XIV, párrafo final, y 66 del Código Agrario, es procedente el juicio
de garantías que interpongan, contra resoluciones dotatorías o ampliatorias, de ejldos, tanto /OJ
titulares de pequeñas propiedades, amparad41 por certificados de inajec/abilidad, como quienes
hayan tenido, en forma pública, parí/iea y continua, y en nombre propio y a título de dominio
posesién sobre extensiones no mayores que el límite [iiado para la pequeña propiedad intr/ec-
sable, siempre que esta posesión sea anterior, por lo menos en cinco años, a la fecha de publi-
cación de la solicitud de ejidos, o del acuerdo que inició el procedimiento agrario,"10Z6
Para que proceda el amparo conforme al indicado precepto legal y a la tesis de
jurísprudeacía mencionada, se requiere la concurrencia de las siguientes condiciones 1
cuya comprobación está a cargo del quejoso: a) que éste sea poseedor a nombre propio
y a titulo de dominio de tierras 'lile no excedan del limite de la propiedad mafectable,
es decir, de las extensiones a que se refiere la fracción XV del artículo 27 constitu-
cional; b) que la posesión sea continua, pacífica y pública; y c) que la misma sea
cinco años, cuando menos, anterior a la [ecb« de pubJicació11 de la solicitud de tierra
o del acuerdo 'lile inicie un procedimiento agrario.1.027
Debemos hacer la importante advertencia de que para computar el término posesorio
no se debe tomar en consideracián el tiempo en 'lIle hayan poseído las tierras los can-
santes del quejoso, ya que la posesión con duración mínima de cinco años debe ejecu-
tarse por éste, es decir, en nombre propio. Este criterio se ha sustentado por la Segunda
Sala de la Suprema Corte al interpretar el artículo 66 del Código Agrario, en el sentido
de que"este precepto "conduce a entender que la posesión a que el mismo se refiere, es
posesión precisamente personal de quien la hace valer para el efecto de que se le equi-
pare a los propietarios inafectables", agregándose que "No es admisible de esta suerte,
que la poseJión del actual poseedor se sume en cuanto al tiempo, a la posesián de sus
causantes, ya que de acuerdo con el precepto que se comenta es requisito de la posesión
que ella sea cuando menos cinco años anterior a la fecha de publicación de la solicitud
o del acuerdo que inicie un procedimiento agrario. La anterioridad de la posesión
respecto a la fecha indicada, debe ser de la posesión de quien la invoca a su favor y
no de sus causantes, pues con el requisito de que se trata 10 que se busca es impedir
toda simulación en la tramitación de un predio, como sucedería si un propietario. que
por sus condiciones personales no podría invocar el artículo 66, burlara este precepto,
enajenando la pequeña propiedad en favor de un adquirente que sí reúne las condi-
ciones de tal mandamiento. Para los efectos del artículo 66, esa transmisión es eficaz
si se efectúa antes <le la fecha de publicación de la solidaridad o del acuerdo que
inicie un procedimiento agrario, pero no lo es si Ocurre con posterioridad a la fecha
referida, pues en este caso surge la presunción de que la transmisión es simulada. Por lo
demás, es manifiesto que si se sumaran las sucesivas posesiones de los diferentes cau-
santes, sería difícil, cuando no imposible, que la posesión del primero de ello no fuera
anterior a la fecha de la solicitud, de donde resultaría prácticamente inútil el requisito
que se examina" .'l<l28
El carácter personal de la posesión a que se refieren los artículo 66 del Código
II.grario de 1942 y 252 de la Ley Federal de Reforma Agraria de 1971, ha sido corrob?-
lf!:,:a. Tesis- 79 de tu D>mpmmvn J9-}-7~f9{». )' T..eJiJ. n del Apéndice 1975, Segunda Sala.
1-021 Tales condiciones han sido reiteradas por ia Segunda Sala de la Suprema Corte, añadiendo
a ellas el requisito de que las tierras poseídas se encuentren en explotación, (In/orme de 1968,
págs. 59 Y 61, e Informe de 1973. Segunda SaJa. Págs. 32 y 33.)
1<lZ8 Informe de 1969, Segunda Sala. Págs. 93 Y 94. El mismo criterio se contiene en la'
ejecutoria publicada en el Informe de 1974. Segunda Sala. Pá.e. 71.
EL AMPARO EN MATERIA AGRARIA 939
contra las resoluciones dotatorias, o ampliatorias de tierras, o que creen nuevos centros
<le población.
Para que los pequeños poseedores agrícolas y ganaderos estén legitimados a efecto
de ejercitar la acción constitucional contra resoluciones dotatorias que afect~ sus
respectivos predios, es menester que los hayan adquirido cinco años antes, cuando menos,
de la fecha de publicación de la solicitud de dotación o del acuerdo que inicie el proce·
dimiento dotarorio de oficio, ya que los [raccionamientos o divisiones de tterra afee-
tables celebradas con posterioridad a esa fecha, no producen efertos illl-ídicos en materia
agraria, sin que genere consecuencias en dicha materia la causahabíencia civil derivada
de la transmisión correspondiente.wss
8. Diversas especies de peqlleñ<l.f propiedades il1ttfectabJes. Interpretando distin-
tas disposiciones de la Ley Federal de Reforma Agraria, la Segunda Sala de la Suprema
Corte ha establecido la tesis de que los dueños de pequeñas propiedades rurales están
legitimados para promover la acción de amparo contra actos de las autoridades agrarias
que las afecten, en los supuestos que a continuación mencionamos: a) cuando exista
certificado de illl'fectabiJidad; b) cuando se trate de tierras que Sil propietario debió
loca/iZtW dentro del área afectable por resoluciones dotatorias, y c) tierra! que queden
como remanente de tina afectación agrada. Dado el interés que reviste la ejecutoria
en que se contiene dicha tesis, estimamos pertinente transcribir su parte conducente:
·"Esta Segunda SaJa ha establecido que son tres las formas de reconocimiento de la pequeña
propiedad inafectable, por parte del Estado, mediante las cuales se confiere a los particulares
afectados por resoluciones, dotatorias o restitutorias de ejido o aguas, legitimación para ocurrir
al juicio de amparo, a saber: l' La que establecen los artículos 105, 292 Y 293 del Código
Agrario (artículos 253, 350, 351, 352 y 353 de la ley Federal de Reforma Agraria), que
conceden al propietario de un predio afectable la ftUlIltad de localizar !II pequeña propieda4
dentro de dicho predio antes de la afectación; 2' La contenida en el artículo 294 del precitado
ordenamiento legal (artículo 354 de la Ley vigente), consistente en el reconocimiento de la
pequeña propiedad inafectahle por medio de la expedición de un certiiicado de inafe(tabi/idad,
y 3' La que proviene de la fracción 11 del articulo 252, también del Código Agrario (artículo
305 de la Ley Federal de Reforma Agraria), supuesto en el cual el reconocimiento de la pe-
queña. propiedad def,ienc de una trfectación. agraria. En los tres 'casos es el Presidente de la
República en su carácter de suprema autoridad agraria. quien expresamente reconoce la pequeña
propiedad Inafectable. Ahora bien, si el quejoso no señala que se encuentra en alguno de los
cascsrindícados de excepción a la regla general de improcedencia del juicio constitucional, sino
que se apoya en el hecho de que su propiedad proviene de un fraccionamiento realizado de
conformidad con la ley de fraccionamientos de un Estado, reglamentaria de la fracción XVII
del artículo 27 constitucional, tal circunstancia no le confiere legitimación para ocurrir al jui-
cio de amparo." 1031.
uemientos de bienes afee/ah/es. Agrega dicho alto Tribunal que, conforme al artícu-
lo 403, los afectados tienen el derecho de aportar dentro del expresado procedimiento
todas las probanzas legalmente admisibJ~J tendientes a desvirtuar los hechos en que se
funde "el acuerdo de iniciación correspondiente, para que de esta manera se respete
en su favor la garantía de audiencia instituida en eJ segundo párrafo del artículo 14
constitucional.
11. .lmprocedencia del amparo en relacián con la oent« de predios rurales perle-
necientes al mismo dueño. El artículo 209 de la Ley Federal de Reforma Agraria
dispone que se considera como una sola propiedad para los efectos de su afectación,
Jos diversos terrenos que pertenezcan a una misma persona aunque se encuentren se-
parados unos de otros, así como los inmuebles que siendo de varios dueños, sean poseí-
dos pro indiviso. Con base en el artículo 63 del Código Agrario de 1942, que corres-
ponde al precepto señalado, la Suprema Corte ha establecido i",,¡sprtJdencia en el
sentido de que el adquirente de un predio que conforme a dichas disposiciones legales
se presuma de la propiedad de una sola persona, ItO tiene interés jurídico para promover
el juicio de amparo contra las resoluciones presidenciales que decreten la afectación
para la consecución de cualquier finalidad agraria,
La tesis en que se consigna dicho criterio jurisprudencial está concebida en Jos siguientes
términos: "Atento a lo dispuesto por el artículo 63 del Código Agrario, se consideran como
un solo predio Jos diversos terrenos que pertenecen a un mismo dueño, aunque se encuentren
separados unos de otros, y Jos inmuebles que siendo de varios dueños sean poseídos pro
indiviso; de ahí que si el propietario de diversos terrenos ubicados en lugares distintos enajena
algunos de ellos en fecha posterior a aquélla en que se publica la solicitud que inicia el
procedimiento agrario o el acuerdo de oficio respectivo. es aplicable la fracción 1 del artícu-
Jo 64 del Código Agrario, y, por tanto, la venta efectuada. carece de efectos jurídicos en
materia agraria, lo que trae por consecuencia que el adquirente no resulte perjudicado jurídi-
camente por la resolución presidencial respectiva y su ejecución, toda. vez que no·es considerado
como propietario del predio afectado, para los efectos de la materia agraria, procediendo
decretar el sobreseimiento del juicio con fundamento en Jos artículos 63 y 64, fracción 1,
del Código Agrario J' 73, fracción V. y 74, fracción JlI, de la Le)' de Amparo." 10S:L'.~
12. Improcedencia del amparo contra actos aislados de Jos procedimientos agf(l·
rios. Aplicando la regla contenida en la fracción II del ·ArtíeuIo 114 de la Ley de
~lU81c\ Informe d,. 1979, Segunda Sala. Tesis 73, págs. 69 v 70.
' 10 3 1 1" Idem, tesis 4'.
EL AMPARO EN MATERIA AGRARIA 943
Amparo, la jurisprudencia de la Suprema Corte ha sostenido, con toda razón, que contra
:. los actos que integren los procedimientos agrarios no procede el amparo, mientras no se
dicten en ellos las resoluciones últimas o definitivas.v'"! I Este criterio debe enten-
derse con la salvedad de que, si en dichos procedimientos se emiten actos que lesionen
los intereses jurídicos de personas ajenas a ellos, sí es procedente la acción constitu-
cional, sin que los afectados deban esperar a que se pronuncie la decisión culminatoria
respectiva.
13. Procedencia de la smpensión en el amparo tutelar 'de la peqlleña propiedad
agrícola o ga/ladera. La Segunda Sala de la Suprema Corte ha establecido el criterio
de que la suspensión es concesible contra la ejecución de las resoluciones presidenciales
dotatorias de tierras yaguas, de creación de nuevos centros de población y de amplia.
ción de ejidos, sí tales resoluciones afectan a la pequeña propiedad agrícola o ganadera
que esté protegida por el certificado de inafectabilidad correspondiente. Dicha Sala agre·
ga que, sin este documento, la mencionada medida cautelar es improcedente, aunque la
afectación comprenda predios que se estimen legalmente como inafectables, y a cuyas
especies nos hemos referido en parágrafos anteriores.
El criterio anterior fue sustentado por la aludida Segunda Sala al decidir la con-
tradicción entre las tesis sustentadas por los Tribunales Colegiados de Circuito de confor-
midad con la facultad que le otorga el artículo 195 bis de la Ley de Amparo. Ahora
bien, dicho criterio debe considerarse como jurisprudencial si se atiende a 10 dispuesto
por e! último párrafo de la fracción XIII de! artículo 107 constitucional, que previene
que la resolución que pronuncien las Salas de la Corte en lo que atañe a la decisión de la
contradicción entre tesis que formulen los Tribunales Colegiados de Circuito, te"drá
el efecto de fijar jflrisprlldencia,. Tomando en cuenta el interés del citado criterio juris-,
prudencial, transcribiremos la resolución en <1ue se involucra.
"La equiparación de derechos, en términos del artírulo 252 ce la Ley Federal de Reforma
Agraria (artículo 66 del Código Agrario), de los sujetos que reúnen los diversos requisitos
que el mismo previene, con los que a su vez se otorgan a los propietarios amparados con
certificado de inafectabilidad, no puede llevarse al extremo de pretender que el que carezca de
certificado o de: un acuerdo presidencial de inafectabilidad, tenga derecho a la suspensión s610
con invocar o alegar su calidad de poseedor. Tal beneficio únicamente puede otorgarse al titular
del documento o del acut1f'do en cuestión, POI' constituir éstos el reconocimiento oficial de que
su inmueble ha sido declarado expresamente por la supreTlJa autoriddd agraria como ina/ectable.
En efecto. en los casos en que se promueve el juicio de emparo y se pide en él la suspensión
de los actos reclamados consistentes en resoluciones presidenciales en materia agraria, o su
ejecución, sin que se exhiba el correspondiente certificado o se acredite la existencia de un
acuerdo de inafectebllidad, es inaceptable que el Juez de Distrito atienda al simple dicho del
quejoso en el sentido de que reúne los requisitos del precitado artículo de la Ley Federal
de Refonna Agraria, para concederle sin más trámite la suspensión; y también 10 es que el
juzgador estudie los elementos de prueba respectivos, en el caso de que los aporte el promo-
vente del juicio, para determinar si están cabalmente satisfechos los requisitos del precepto
legal invocado. La suspensión concedida sin taxativas de ninguna especie traerla como cense-
cuencia lógica el abuso del juicio de amparo y acarrearía la parali.zaci6n de numerosos pro-
cedimientos agrarios, contrariando así el interés público que éstos revisten; y la técnica procesal
del incidente de suspensión no permite, por otra parte, el otorgamiento de ese beneficio con
1<131 t 111em, tesis 76. Consúltese, además, la tesis ;1I,isprudenriaJ 12 publicada en el íníorme
de 1981 que- se refiere al replanteo de linderos,
944 EL J mero DE AMPARO
base en el estudio de las pruebes aportadas, pues de procederse asi se estaría prejuzgando
acerca del fondo del asnnto., In que es inadmisible." 1032
14. EjeCflcitmes complementarias, La Segunda Sala de la Suprema Corte ha
establecido el criterio de que ruando se trate de ejecuciones complementarias que afecten
a predios distintos de los que fueron materia de la ejecución originaria, sus dueños o
poseedores deben ser oídos en defensa en el procedimiento respectivo, en aras de la
garantía de audiencia consagrada en el segundo párrafo del artículo 14 constirucio-
oa1.10S2 bt e
D. DlfaJidaá de procedimientos. Existe una importante tesis de la Segunda Sala
de la Suprema Corte en el sentido de que, dentro del procedimiento de nulidad de algún
fraccionamiento no debe decidirse sobre la nulidad de un certificado de inafectabilidad,
por corresponder la declaración sobre este último punto a un procedimiento dlferente.w'" ~
16. Procedencia del amparo vs. el Cuerpo Consultivo Agrario. Tesis 2. Inf. 1982.
Segunda Sala'.
Bajo este rubro comprendemos el tema relativo a los casos en que la acción constitu-
ciona! Se ejercita por sujetos colectivos o particulares distintos de los propietarios o
poseedores individuales de predios rústicos. En otras palabras, por aroparo agrario eji-
dal o comunal entendemos el que promueven las comunidades agrarias como entidades
socio-económicas y jurídicas, así como sus miembros particularmente considerados en
su carácter de ejidatarios o comuneros.
La procedencia del juicio de garantías en favor de los sujetos mencionados siem-
pre ha existido desde que entró en vigor la Constitución de 1917, al reconocerse por
ésta capacidad jurídica a diversas agrupaciones rurales --condueñazgos, rancherías,
pueblos, congregaciones, tribus o corporaciones de población- para disfrutar tierras,
bosques yaguas dentro del territorio nacional (fracción VI del artículo 27 constitu-
cional antes de su reeestructuración en 1934) y que actualmente se comprenden bajo
el concepto genérico de "núcleos de población".
La referida procedencia no se tradujo en una mera posibilidad, pues son muy nu-
merosos los casos en que dichas entidades han promovido el juicio de amparo contra
actos de autoridad lesivos de sus bienes jurídicos. Basta para comprobar este aserto el
hecho de que desde 1943 la Suprema Corte, reconociéndoles su legitimación activa
para figurar como quejosas, sentó jurisprudencia en el sentido de que la acción consti-
1032 lnjorme de 1973. Segunda Saja. Págs. 42 y 43. En el mismo sentido existe la tesis del
Tercer Tribunal Cols¡,iado en Mauria AdmitJisJraliva del Primer Circuito. Cfr. Informe de 1971.
Tribuneles Colegiedos. Pág. 93. ldem, tesis 35. lniorme de 1979. Segunda Sala, págs. 38 Y 39.
1O;:I~ blll Informe de 1976, Segunda Sala, págs. 35 y 36. laem, Informe de 1979, tesis 12 y 60,
.'egunda Sala. IJolI, JII/rnme de 1982, tesis ·15. Se}.:U11da Sala.
JU3~ e Dice al respecto dicho Alto Tribunal: "La Ley Federal de Refonna Agraria estatuye
procedimientos diferentes para decretar la nulidad o cancelación de los certificados de inafectaoi-
lidad y la nulidad de Jos fraccionamientos de propiedades afectebles: el primer caso queda como
prendido en los artículos del 418 al 419 y el segundo en los preceptos del 399 al 40~ de la propia
Ley. En .....mud de ello no puede establecerse que cuando un particular se encuentre en la hipótesis
de alguna nulidad de fraccionamiento, eso implique la nulidad de su certificado de Inafectabilidad,
pues la primera de las situaciones jurídicas, por su propia naturaleza, no puede referirse a bienes
inafertables como acontece en los casos en que se cuenta con un certificado de Inafectebilidad"
([lIforme de lY80, tesis 71). Idem, tesis 79 ). RO del [,,¡o"lIIe de 1982, Se,gunda Sala.
EL AMpARO EN MATERIA AGRARIA 945
"En los juicios de amparo en que se reclamen actos que tengan o puedan tener COmo con-
secuencia privar de la propiedad o de la posesión }' disfrute de sus tierras, aguas, pastos y
montes a los ejidos y a los núcleos de población que de hecho o por derecho guarden el estado
comunal, o a los ejidatarios o comuneros, deberá suplirse la deficiencia de la queja de acuerdo
con lo que disponga In Ley Reglamentaria; y no procederán el desistimiento, el sobreseimiento
1033 Este criterio jurisprudencia! se contiene en la Tesis 362 del Apéndice a.I Tomo LXXV],
que corresponde respectivamente a los números 41' y ·112 de los Apéndices a los Tomos XCVU
y CXVIn y 75, Segunda Sala, de la Compilación 1917.1965 1 del S. ]. de la F., y se expresa en
los siguientes términos: "Promovido, un amparo por quien se dice representante de un pueblo
beneficiado con una dotación de tierras y no por propietario alguno afectado con ella, contra la
orden de que se prive a dicho pueblo de las tierras con que fue dotado por una resolución pre-
-sidencial, es claro que el caso no se encuentre comprendido en los términos de los artículos 27,
fracrién XIV. de la Constitución, y 117 del Código Agrario."
1(';}4 Or. Informe de 1971. Segunda Sala. Págs. 21, 22, 37 a 40. Idem, Injorme de 1972.
Presidencia. Págs. 288 a 290. Idem, tesis '0 del ÁpAndice 197), Segunda Sala. Idem tesis 8 del
Informe de 1977/ Pleno.
946 EL JUICIO DE AMPARO
a) Q1Iejosos
Huelga decir que a las personas físicas que sean miembros de un ejido o de un
núcleo de población sólo se les puede imputar el régimen excepcional que establece la
fracción II del artículo 107 constitucional en su carácter de comuneros o ejidatarios,
es decir, únicamente cuando se trate de actos de autoridad que afecten los derechos
que con estas calidades tienen, o sea, como titulares individuales de las garantías sociales
en materia agraria, titularidad que en forma simultánea adquieren por el mero hecho
de pertenecer a un ejido o ~ un núcleo de población que viva económicamente en
estado comunal.
b) Acto de astoridad
"Si bien es cierto que los actos de autoridad que afecten directamente a un núcleo de
población, por razón natural, producen una afectación indire-cta a alguno o a la totalidad
de sus integrantes, esa afertación indirecta no confiere legitimación procesal activa a los
campesinos en particular para impugnar dichos actos por su prop.o derecho. En efecto, quien
directamente sufre las consecuencias de esos -ctos es el núcleo de población como tal, y
lógica y jurídicamente es el único legalmente capacitado para impugnarlos en amparo por
conducto de sus representantes. De otra forma, se llegaría al absurdo de que los campesinos
que re-cibieran un 'perjuicio indirecto por un acto de autoridad que afectara al núcleo de que
1030 Cfr. Cap. VIII·fI-B inciso a).
950 EL ]U100 DE AMPARO
forman parte en sus derechos colectivos, lograran, en lo particular, mediante una sentencia
de amparo (cuyos efectos limita el artículo 76 de la Ley de la materia), modificar o
destruir la situación jurídica en que se encuentra el núcleo de población, no obstante que,
al no haberla impugnado el propio núcleo, debe subsistir en beneficio o perjuicio de éste y, en
consecuencia, de sus integrantes." 10",0
Hemos. dicho que la adición a la fracción Il del artículo 107 constitucional única-
mente consigna la obligación para el juzgadoc de .mpaco de suplir la deficiencia de
la queja cuando el juicio de garantía sea promovido por ejidatarios O comuneros indi-
vidualmente considerados; y que tratándose de ejidos o núcleos de población en su
carácter de entes colectivos establece, además, la prohibición de desistimiento y la inope-
ratividad del sobreseimiento por inactividad procesal. Por consiguiente, las adiciones
que se introdujeron a la Ley de Amparo como consecuencia de la disposición constitu-
cional citada, colocan a ambos tipos de quejosos en una situación procesal diferente en
cuanto a las diversas figuras adjetivas que integran el juicio de ampaco. A propósito
del comentario a las mencionadas adiciones legales, hemos decidido adoptar el método
con que tratamos los distintos ternas inherentes al juicio constitucional en este libro;
y como las modalidades que aquéllas establecen propiamente implican normas de ex-
cepción, en el presente capítulo nos contraeremos a analizarlas, dando por supuest:lS
y reiterando las consideraciones que acerca de las cuestiones generales a que dichas
modalidades corresponden, formulamos en los capítulos precedentes.
Conforme a esta advertencia, que estimamos indispensable, sólo ponderaremos los
puntos que, dentro del tema general en que quedan comprendidos, han sido objeto
de adición legal, reafirmando las ideas que expresamos en tales capítulos poe lo que
concierne a las cuestiones a que dichos puntos respectivamente pertenecen.
Además, debemos hacer la aclaración de que, no obstante que algunas de las dispo-
siciones legales en que Se contienen his adiciones aludidas utilizan la expresión "ma-
teria agraria", su sentido y alcance deben circunscribirse a los casos en que el amparo
se promueva por los ejidos, núcleos de población, ejidatarios o comuneros, pues si la
acción constitucional se deduce por sujetos distintos, no son aplicables las normas de
excepción que dichas disposiciones involucran, aunque también en esta última hipótesis
se trate de "materia agraria".
Las adiciones que se practicaron a la Ley de Amparo en materia agraria fueron
reunidas por Decreto Congresional de 28 de mayo de 1976 en un "Libro Segtmdo"
que se incorporó a dicho ordenamiento, comprendiendo los artículos 212 al 234, in-
clusive. Paralelamente a esta incorporación, el "libro Primero" de nuestra Ley quedó
consagrado a las materias distintas de la agraria sobre las que puede versar el juicio
constitucional, tales como la administrativa, la legislativa, la civil, la penal y la laboral.
Debemos hacer notar, además, que cn varios de los preceptos que integran. dicho
"Libro Segundo'J se han acogido diversas tesis jurisprudencialcs que la Suprema Corte
ha establecido sobre el amparo en materia agraria propiamente dicho, o sea, respecto del
juicio de garantías en que figuren como partes los núcleos de población ejidalcs o
comunales y los ejidatarios O comuneros en individual, circunstancia que denota un
952 EL J tncio PE AMPARO
avance legislativo. AsI, en el articulo 212 de nuestra Ley se delimita con toda claridad
y precisión qué debe entenderse por "amparo' en materia agraria" disponiendo al
efecto que, al través de este tipo material del juicio constitucional, se pueden reclamar,
por los sujetos colectivos e individuales ya mencionados, cualesquiera actos de autoridad
que puedan tener como consecuencia privar de la propiedad o de la posesión y disfru-
te de sus tierras, aguas, pastos y montes a los ejidos o a los núcleos de población que de
hecho y por derecho guarden el estado comunal, o a los· ejidatarios o comuneros,
En el mismo precepto se apunta que el régimen especial del amparo en materia agraria
'se hace extensivo a los juicios de garantías en que los mencionados sujetos figuren
como terceros perjudicados.
Hecha la anterior observación, a continuación nos referiremos a las diferentes iris-
títucíones procesales del juicio de amparo en materia agraria, según están reguladas
por el Libro Seglll1do de nuestra Ley, siendo dichas instituciones Jas siguientes:
Suplencia de la queja deficiente;'
Personalidad;
Competencia auxiliar;
Términos pre-judiciales;
Improcedencia;
Sobreseimiento;
Sentencias;
Cumplimiento de las ejecutorias de amparo;
Recurso de revisi6n;
Recurso de queja;
Amparo indirecto o bi-instancial, y
Suspensión.
Por consiguiente, en relación con cada uno de los temas generales enunciados, ana-
lizaremos las disposiciones que a su normaci6n legal fueron incorporadas por virtud
de las adiciones practicadas a la Ley en beneficio exclusivo y excluyente de los suje-
tos de derecho agrario a que hemos aludido.
población, del ejidatario o comunero una violación manifiesta de sus derechos agrarios
sobre tierras yaguas."
La adición que se introdujo a dicho artículo 76 se convirtió en el articulo 227, con
la modalidad de que la obligación de suplir la deficiencia de la queja la hace exten-
siva a las "exposiciones, comparecencias y aJegatol'· tanto en los casos en que los ya
mencionados sujetos agrarios figuren como quejosos, como en aquellos en que inter-
vengan como terceros perjudicados. Igualmente, dicho artículo 227 amplió la obligación
supletiva a los recursos que tales sujetos interpongan dentro del juicio de amparo,
como son los de revisión, queja y reclamación.
La extensión de la suplencia en favor de los sujetos quejosos mencionados es de
mayor alcance que la que procede en los otros casos ya señalados >OH pues el juzgador
de amparo está constreñido a analizar actos distintos de los reclamados desde el punto de
vista de su inconstitucionalidad, cuando su existencia se deduzca de las pruebas apor-
tadas o allegadas en el juicio, según lo establece el articulo 225 que dispone: "En los
amparos en materia agraria, además de tomarse en cuenta las pruebas que se aporten,
la autoridad judicial deberá recabar de oficio todas aquellas que puedan beneficiar a las
entidades o individuos que menciona el artículo 212. La alltO'fidad que conozca del
amparo resolverá sobre la inconstitucionalided de Jos actos reclamados, tal y como se
hayall probado, aun cuando sean distintos de los invocados en la demanda, si en elle
ríltimo caso es en beneficio de Jos núcleos de población o de los ejidalarios o comu.-neros
en lo individual:"
Esta disposición nos parece aberrativa, pues auspicia situaciones verdaderamente
anti-jurídicas que vulneran principios procesales fundamentales. En efecto, al ponde-
rarse actos que no fueron impugnados en la demanda de amparo y en relación con
los cuales obviamente la autoridad responsable no puede rendir su informe justificado
ni el tercero perjudicado preservar sus derechos, se coloca a estos sujetos en un estado
de indefensión, alterándose además, la litis en el juicio de garantías, ya que sólo con
dotes sibilinas podrían adivinar contra qué actos, diversos de los reclamados, se pu~
diere conceder o negar la protección federal. La adición que comentamos hace surgir
la absurda posibilidad de que los núcleos de población, los ejidos, los comuneros o los
ejidatarios, combatan actos de autoridad indeterminados y únicamente determinables
en la sentencia de amparo, y que, por esta circunstancia, no puedan ser materia de la
controversia constitucional y en relación con los cuales tampoco pueda invocarse ninguna
causa 'de improcedencia, por la sencilla razón de que permanecen ignorados durante
toda la secuela procesal. A mayor abundamiento, la obligación que se impone al juz-
gador federal para resolver sobre la inconstitucionalidad de actos diferentes de los
reclamados, involucra el inusitado caso de que se juzgue- el proceder de órganos del
Estado que no hayan tenido el carácter de autoridad responsable en el juicio de" am-
paro de que se trate, cuando dichos actos no provengan de. las que, como tales) se hayan
señalado en la demanda.
Es, por tanto, urgentemente imperioso que, para evitar estos ominosos fenómenos,
se deje de observar, por desquiciante, la disposición que comentamos, toda vez que su
aplicación traería como consecuencia la violación de ineludibles principios del proce-
dimiento entre los que destaca el relativo a la igualdad entre las partes. Abrigamos la
1044 En lo que respecta a la extensión de la suplencia en tales casos, nos remitimos a las
consideraciones que formulamos en el Capítulo VII.
954 EL JUIaO DE AMPARO
esperanza de que el respeto a nuestro juicio de amparo prevalezca sobre una disp?sici6n
legal pero anti-jurídica en la que se descubre el impacto de la siempre peligrosa lmpro-
visación legisktiva. 10 45
Por otra parte. la suplencia no debe contraerse a la sola demanda de amparo en
el supuesto de deficiencia de conceptos de violacián o de falta absoluta de los mismos,
sino que se extiende a los recurso! de-revisián, qlleja y reclamación, ya que no tendría
sentido que el objeto de dicha obligación judicial se redujese a la sola demanda de
amparo promovida por núcleos de población o ejidatarios o comuneros en particular,
sin operar en los medios procesales impugnativos que existen dentro del juicio caos-
titucional. 104 6
Debe enfatizarse que la suplencia de la queja no el irrestricta, "4
que no debe
l/egar al 'extremo de violar las normas relativas a la perso11alidad de los stl;etos qtle
afirmen representar al núcleo de población qtle;oso 11i tampoco de obligar al ¡ttzgador
de amparo a recabar ojiciosamente prflebas para acreditar la existencia de los actos
reclamados Ji las amoridades responsables los negaron en mr informes jtlstificados.'1041
b) Personalidad
1. Una de las modalidades importantes que en este presupuesto procesal esta-
blece el artículo 213 (antes 8 bis) de la Ley de Amparo, consiste en la representacián
de los ntideos de población para interponer el juicio de garantías. 1 0 4 B Esta representa.
ción se confiere por ministerio legal y por orden sucesivo a "los comisariados ejidales
o de bienes comunales" (frac. 1) y en su defecto, a cualquiera de sus miembros o del
consejo de vigilancia respectivo, así como a todo ejidatario o comunero perteneciente
al núcleo de población agraviado (frac. II) .""
La representación supletoria o subsidiaria que se otorga en este segundo caso deja sin
aplicabilidad la jurisprudencia que en materia de personalidad ha elaborado la Suprema Corte
en lo que respecta a Jos comisarios ejidales y que se contiene en la tesis 218 publicada en el
Apéndice al Tomo CXVIII del Semanario Judicial de la Federación, y que corresponde
1045 Hemos apuntado solamente algunos de los efectos que en su aplicación práctica en-
gendra la mencionada disposición, sin tener la pretensión de señalar todos ellos. Baste advertir
que al obligarse al juzgador de amparo a resolver sobre la inconsritucionalided de actos
distintos de los "invocados en 13 demanda" (sic), se puede invalidar, fuera de juicio, toda la
a~tividad. que las autoridades agrarias ha~an desplegado frente a Jos aludidos tipos de quejoso,
S! tal actividad emerge de las pruebas rendidas o recabadas en el procedimiento constitucional.
lO-iG Cfr. Informe de 1972. Segunda Sala. Págs. 115 y 116. Idem, Informe de 1974, Segunda
Saja. Págs. 34 y 3~L Ide11J , Informe de 1979, tesis 86, Segunda Sala y tesis 6 del mismo Informe.
Plef¡o.
1047 Así lo ha establecido la jurisprudencia de la Segunda Sala de la Suprema Corte. Cfr.
Injorme de 1972. Págs. 89 y 90. Idem, AI'I.~¡di(e 197J, tesis l06, Segunda Sala. .
1048 En este caso! el con7"epto "núc~eo. ~e p~blación" co.mprend~ el de~jiaó"~ pues aunque
desde el punto de vista estrictamente jurídico involucran Ideas, diferentes quedan subsumidos
dentro del género "comunidades agrarias". '
104D La representación de ejido en favor de )lIguno de sus miembros ha sido reiterada por
la Segunda Sala de la Suprema Corte {Informe' de ~?67, p.ágs. 66.r 67).. considerando, por otra
parte, que ~a persona que represente a la entld~d ejidal, S111 .ser eiidatario, para "realizar gestlo-
nes ~etermlOadas. tales corno tramitar el expediente de confirmación rconocimiento y titulaci6n
d~ bienes de J~ "com~nidad", ~o está facultada "para representar al' núcleo de población en el
ejercrcro de acciones diversas: m tampoco para interponer el juicio de garantías atento lo dispuesto
por los artículos 22, 32 y.43, fracción J, del Código Agrario y 8 bis de la ~y de Amparo" (In-
fo'me de 1968, pégs. 41 y 42). .
EL AMPARO EN MATERIA AGR..ARlA 955
1052 Asf 10 ha estimado la Seeunda Sala de la Suprema Corte (Informe de 1967. págs. "
y '8). Idem. tntorme de 1979, tesis 43. Segunda Sala.
105ll bh Apéndiu 1975. tesis 62. Segunda Sala.
'052 e ldem. Tesis 88.
EL AMPARO EN MATERIA AGR.AlUA 957
c) Competencia euxiliar
d) Términos pre-judiciales
afectado contra los actos que la hayan originado. Por ello, el principio de seguridad
jurídica exige la preclusión de los medios impugnativos cuando no se ejercitan dentro
de un cierto lapso, para lograr. la estabilidad en la vida social y económica. De otra
manera, ésta se vería constantemente amenazada con la anarquía y la agitación estéril
o regresiva, como elemento negativo que impide o embaraza el progreso. Nadie puede
edificar sólidamente sobre arenas movedizas; y toda la labor del Estado y de sus auto-
ridades carecería de firmeza y se envolvería, en la bruma de la demagogia, si Jos actos
en que se desempeña y las situaciones que de éstos deriven. Se viesen siempre hosti-
lizados con su invalidación independientemente de que se obtenga o no al través de
procedimientos que nunca pueden dejar de entablarse, pero cuya sola existencia o posi-
bilidad es motivo de desconfianza e incertidumbre. Estas reflexiones nos obligan a
repudiar la adición imprudente que comentamos y a renovar nuestros esfuerzos para
que se suprima, sustituyendo la no prec1usión de la acción de amparo en el caso que
contempla, por la fijación C:e un plazo razonable dentro del que deba ejercitarse y
que podría ser semejante al de que disponen los comuneros o ejídatarios, o sea treinta
días, para promover el juicio de garantías. Si no se logra, como imperativo pragmático
de urgente observancia, la supresión que propugnamos, los fenómenos oininosos esboza-
dos ensombrecerán el panorama del agro mexicano, encargándose la experiencia de
verificar este vaticinio, como ya 10 ha hecho.
Mucho más grave y perjudicial para la seguridad jurídica sería que la interponi-·
bilidad del juicio de amparo por las comunidades agrarias en cualquier tiempo fuese
dable contra actos de alltoridad anteriores a la fecha en 'lile la dispOfición legal 'lile
comentamos y fll antecesora, la adición a la fracción 11 del artíclllo 22 de la Ley de
Amparo, entraron en vigor. Admitir esta posibilidad originaría el desquiciamiento
de todas las situaciones jurídicas, sociales y económicas que dichos actos hubiesen
creado, provocándose un serio estado caótico en los múltiples casos vinculados a las
mencionadas situaciones. De esta guisa, las resoluciones que hayan aprobado permutas
de terrenos ejidales por terrenos particulares con los requisitos y obligaciones pre-
vistos en la legislación agraria, las resoluciones y certificados de inafectabilidad, los
decretos expropiatorios de bienes pertenecientes a los ejidos y todos los actos de diversa
índole derivados de unas y de otros, quedarían siempre expuestos a su impugnación
constitucional por las entidades agrarias colectivas a pesar de su notoria antelación a
la fecha en que la consabida adición a la fracción JI del articulo 22 adquirió vigencia,
o sea, el 4 de febrero de 1963. .
Afortunadamente, la Segunda Sala de la Suprema Corte ha sostenido que la no
predusión de la acción de amparo opera contra actos posteriores a esa fecha que afee-
ten a las comunidades agrarias. Este criterio es perfectamente jurídico y se apoya en
incontrovertibles razones. Así, la multicítada adición legal dispone que "cuando el
amparo se interponga contra actos que tengan o plledan tener por efecto privar total
o parcialmente, en forma temporal o definitiva, de la propiedad, posesión o disfrute
de sus bienes agrarios a un núcleo de población sujeto al régimen ejidal ·0 comunal",
la demanda respectiva podrá interponerse en cualquier tiempo. El texto de tal edición
indica claramente que la acción ccnstitúcional deducible sin límite cronológico se re-
fiere a actos de autoridad posteriores a ella, pues la propia adición no establece que
tales actos hayan tenido como consecuencia la privación aludida. Esta interpretación,
aunque pudiera antojarse mezquinamente gramatical, se funda. además, en lo dispues-
EL AMPARO EN MATERIA AGRARIA 961
e) Improcedencia
actos que "tengan o puedan tener por efecto" privarlos total o parcialmente, en forma
temporal o definitiva, "de la propiedad, posesión o disfrute de sus bienes agrarios",
Se encuentra la circunstancia de que tales actos nunca pueden estimarse consentidos de
manera tácita. Por ello, la causa de improcedencia que Se funda en este tipo de consen-
timiento jamás opera en perjuicio de las mencionadas' comunidades, en cuya virtud,
la adición que se incorporó a la fracción XII del articulo 73 de la Ley de Amparo
(y que corresponde al nuevo artículo 217) está en puntual congruencia con la no
preclusión de la acción constitucional en el caso a que nos referimos. Como la exclusión
de dicha causa de improcedencia implica el efecto rigurosamente lógico de esta situa-
ción procesal, contra ella extendemos la crítica que enfocamos en el apartado d) in-
mediato anterior.
2. Negativa de afectar determinadas tierras. La ¡"rispo/dencia de la Segunda"
Sala de la Suprema Corte ha sostenido que los integrantes de nuevos centros de pobla-
ción 110 tienen el derecho a que u le! 'dote con determinada! tierras que ellas designen,
siendo el amparo improcedente contra la negativa que rehúse su petición en este sentido
por falta de interés jurídico. La tesis en que este criterio se expresa afirma, en efecto,
lo que a continuación se transcribe:
"El derecho que tienen los integrantes de nuevos centros de población a tierras yaguas,
se refiere a las necesarias para su desarrollo económico, pero no precisamente a determinadas
tierras, correspondiendo a las autoridades del Departamento de Asuntos Agrarios y Coloni-
zación señalar las que han de resultar afectadas para la creación del nuevo centro de pobla-
ción; sin que sea indispensable que se afecten precisamente las tierras que señalaron los
peticionarios." 10:>15
Dos son las modalidades legales que se imprimieron por las adiciones a la invocada
Ley en 10 que atañe a este tema, mismo que tratamos en esta misma obra, a
saber: la que estriba en que, por no proceder el desistimiento en los juicios de amo
paro promovidos por los núcleos de población, no pueden ser sobreseídos por este
motivo, salvo que el desistimiento se acuerde expresamente por la Asamblea General
1055 Informe de 1973. Segunda Sala. Pág. 26. El mismo criterio se sostiene en el Informe
de 1974, SeKunda Sala Págs. 34 y 35. Tesis J8 del Apéndice 197J, Segunda Sala.
1056 Apéndice 197J, tesis J9, Segunda Sala.
1056 b l a Informe de 1976, pág. 27.
EL AMPARO EN MATERIA AGRARIA 963
(art. 231, frac. 1) 1056 e y la que consiste en que tampoco opera el sobreseimiento
por inactividad procesal en este caso ni en el' que los quejosos sean ejídatarios o comu-
neros individualmente considerados (frac. II del propio precepto}.
1. La primera de estas modalidades se adecúa a la adición practicada a la frac.·
ción JI del artículo 107 constitucional que ya comentarnos, por lo que, en obvio de
repeticiones nos remitimos a la críticas 'lue formulamos con anterioridad en este mismo_
estudio.1 0 1l1
2. En cuanto a la segunda, únicamente por lo que corresponde a los núcleos
de población como promotores del amparo la exclusión del sobreseimiento por inacti-
vidad procesal se adapta a la referida adición constitucional, pues ésta, tratándose de
ejidatarios o comuneros que en forma particular hayan ejercitado la acción de garan-
tías, no la declara.
La inactividad procesal origin-a el sobreseimiento del amparo "cuando el acto recla-
mado proceda de autoridades civiles o administrativas", según lo establece imperativa-
mente la fracción XIV del artículo 107 de la Ley Suprema. Esta causa constitucional de
sobreseimiento tiene como excepción la que se contrae al caso en que el amparo se pro-
mueva contra actos que "afecten derechos de los ejidos o núcleos de población comunal",
conforme lo prevé la fracción 11 de dicho precepto, ya adicionado. En otras palabras. úni-
camente en los juicios de garantías en que estas entidades agrarias sean quejosas no puede
decretarse el sobreseimiento por la referida causa, aunque los actos reclamados "procedan
de autoridades civiles o administrativas" (carácter este último que tienen las agrarias).
Consiguientemente, al disponer la fracción 11 del articulo 231. de la Ley de Amparo,
que tampoco deben sobreseerse por inactividad procesal los juicios entablados por Jos
ejidatarios o comuneros en lo individual, esta prevención legal se aparta de las frac-
ciones JI y XIV del invocado artículo 107, careciendo, por tanto, de validez normativa.
Sin embargo} y pese a esta consideración de inconstitnclonalidad, estimamos, desde
IIn punto de vista técnico-juridico y de jllsticia, que la proscripción del sobreseimiento
por inactividad está plenamente legitimada.
3. Por lo que atañe a la caducidad de la instancia, ésta no opera si los recurrentes
en revisión son las comunidades agrarias o los ejidatarios o comuneros en particular,
pero sí surge si quienes interpusieron dicho recurso contra la sentencia del Juez de
Distrito que haya sido favorable a dichos sujetos procesales, son las autoridades respon·
sables o el tercero perjudicado. 1.0GB
4. El artículo 231 de la Ley, en su fracción 1, extiende la prohibición del desis-'
tirniento a los individuos especificados en su artículo 212, es decir, ti Jos ejidatarios
10~O e A pesar de que esta disposición legal previene el desistimiento del amparo por parte
de los ejidos o comunidades agrarias, cuando este acto lo acuerden expresamente las asambleas
generales respectivas, -la Segunda Sala ha establecido el criterio de que en ningún (aJO dichas en-
tidades socioeconómicas pueden desistiese de la demanda de amparo ni del recurso de revisión
que hubieren 'interpuesto, por prohibirlo expresamente el articulo 107 constitucional en su frac-
ción H, último párrafo, disposición de jerarquía superior a la disposición legal señalada (Informe
de 1980, tesis 51).
10117 El. desistimiento prohibido lo ha corroborado la Segunda Sala de la Suprema Corte en
lo que concreme al amparo promovido por las comunidades agrarias, pues los ciida/arios y come-
neros en par/icular sí podían desistirse de la demanda conssimcional (Informe de 1967, págs. 61
y 62).
1058 Así lo ha sostenido la ;urispmdenda de la Segunda Sala (Informe de 1967, pág. '6, e
Informe de 1968, págs. 22 y '3) y tesis 6 del Apéndice 1975, Segunda Sala.
EL JUICIO DE AMPARO
g) Sentencias
1. En esta cuestión el Decreto Congresional de 28 de mayo de 1976 que agregó
a la Ley de Amparo el "Libro Segundo" intitulado "Del Amparo en Materia Agraria."
no hace alusión a la suplencia, en los fallos constitucionales, de las deficiencias de la
demanda de amparo entablada por los sujetos colectivos o individuales a que se refiere
el artículo 212. El artículo 225 hace mención a la obligación judicial de "recabar de
oficio" todas las pruebas que puedan beneficiar a dichos sujetos, así como a la de resol-
ver "sobre la inconstitucionalidad de los actos reclamados tal y como se hayan pro·
bada, aun cuando sean distintos de los invocados (sic) en la demanda", sin aludir
expresamente a las sentencias.
Tomando en cuenta esta omisión, estimamos que el último párrafo del artículo 76
de la Ley de Amparo debe considerarse vigente de conformidad Can el artículo segundo
transitorio del indicado Decreto, precepto que no lo derogó expresamente, sino que,
por lo contrario, lo reputa en vigor, ya que no' se opone a sus disposiciones.
Con vista a esta circunstancia, creemos pertinente formular algunos comentarios
sobre dicho párrafo del artículo 76, que establece que "Deberá suplirse la deficiencia
de la queja en materia agraria, cuando el quejoso alegue que ha habido en contra del
núcleo de población o del ejidarario o comunero, una violación manifiesta de sus dere-
chos agrarios sobre tierras yaguas".
Esta modalidad, que ya comentamos con anterioridad, se aparta, al menos en
cuanto a la fórmula en que está concebida, de la fracción JI del artículo 107 cons-
titucional y de la que parece emanar, deformando la obligación de suplencia. Con-
forme a este precepto, dicha obligación surge mediante la reunión de los siguientes
elementos: 1. Que se trate de juicios de amparo promovidos por los sujetos señalados,
y 2. Que los actos reclamados tengan o puedan tener como consecuencia privarlos "de
la propiedad o de la posesión y disfrute de sus tierras, aguas, pastos y montes". En
cambio, el artículo 76, adicionado, establece que la suplencia de la queja debe operar
cuando exista (tuna violación manifiesta de los derechos agrarios" de los mismos suje-
tos sobre tierras y agHas. La deformación a que aludimos restringe la obligación suple-
tiva en perjuicio de los núcleos de población, ejidatarios o comuneros. pues para que
la contraiga el juzgador de amparo se requiere, no cualquier violación a tales derechos,
sino que se trate de una violaci6n manifiesta. es decir, evidente por sí misma, colocán-
EL AMPARO EN MATERIA AGRARIA 965
h) Recurso de revisión
Las modalidades establecidas en relación con ,este recurso emplean en su texto legal
la expresión "materia agraria", según se advierte en las adiciones respectivas que se
introdujeron a los artículos 86, 88 Y 91 de la Ley de Amparo y que corresponden
a los nuevos artículos 228, 229 Y 227 in fine. En una ocasión precedente dijimos que
tornando en cuenta el 'espíritu que inspiró a dichas adiciones, dentro de la citada
"materia" s610 debe comprenderse el juicio de amparo promovido por los ejidos o
núcleos de población, ejidatarios o comuneros, a pesar de que en ella deban incluirse,
desde un punto de vista lógico-jurídico, los casos en que los quejosos sean los pro-
pietarios o poseedores privados de predios rústicos y frente a las afectaciones agrarias
que éstos puedan sufrir. Por consiguiente, la locución "materia agraria" debe inter-
pretarse, para efectos meramente exegéticas de las disposiciones legales que la utilizan,
en el sentido mutilado a que nos hemos referido.
1. Respecto del recurso de revisión se amplió el término para su interposición a
diez días cuando el recurrente sea un ejido o núcleo de población, ejidatario comu-
nero, independientemente de que dicho medio procesal de impugnación lo entable en
su carácter de quejoso o de tercero perjudicado, pues la disposición legal correspon-
diente no distingue ambas calidades. Interpretada así esta modalidad conforme a la
tendencia de su implantación, debe concluirse que viola el principio de igualdad entre
las partes, pues las autoridades responsables o los propietarios o poseedores privados de
predios rústicos que sean la contra-parte de alguno de los mencionados sujetos proce-
sales disponen del plazo común de cinco días- pa~a introducir dicho recurso, a no ser
que el sentido de la. expresión "materia agraria" Se fije extensivamente, lo cual, en
nuestra opinión, va en contra del propósito del legislador. Sin embargo, el nuevo
artículo 228 considera el término de diez días común a las par/n, sin contraerlo a los
sujetos agrarios propiamente dichos.
2. Con alcance restrictivo debe entenderse el parágrafo agregado al artículo 88
de la Ley de Amparo [correspondiente al nuevo artículo 229), que ordena que: "En
materia agraria, la falta de las copias a que aluden los párrafos anteriores no será causa
para que se tenga por no interpuesto el recurso, sino que la autoridad judicial mandará
expedir dichas copias." El privilegio que conforme a esta prevención tienen los ejidos
o núcleos de población, ejidatarios o comuneros se antoja adverso a estos sujetos pro-
cesales, aunque parezca paradójico, pues mientras no se cumpla la obligación de expedir
las copias del escrito de revisión para entregarlas a las demás partes, la substancia-
ción del recurso respectivo sufrirá demora, máxime que su observancia sobrecargará las
labores en la Suprema Corte, Tribunales Colegiados de Circuito y Juzgados de Distrito
de suyo abrumadoras.
3. La tercera modalidad introducida al recurso de revisión en amparos que versen
sobre "materia agraria" consiste en el imperativo para los órganos judiciales revisores
de suplir la deficiencia de los agravios alegados por el ejido o núcleos de población,
ejidatano o COmunero recurrente en su carácter de quejosos o de terceros perjudi-
cados (art. 227 in fine). La mencionada suplencia no sólo puede versar respecto de la
EL AMPARO EN MATERJA AGRARIA 967
deficiencia de los agravios, sino aún en relación con su falta absoluta, según 10 ha con-
siderado la Segunda Sala de la Suprema Corte.10SS d
4. La Segunda Sala ha establecido una importante tesis jurisprt/dencial en lo gue
atañe a la representación del núcleo de población para interponer el recurso de revisión,
en el sentido de que, cuando el escrito respectivo no esté firmado por todos los miembros
integrantes del cornisariado ejidal recurrente, debe requerirse a quienes no aparecen
interponiendo tal recurso a efecto de que manifiesten si hacen suyo dicho oCurso.l0~ e
i) Recurso de queja
En este tema, las adiciones legales que analizamos han introducido algunas ímpor-
tantes modalidades para beneficiar procesalrnente a Jos ejidos O núcleos de población,
ejidatarios o comuneros en su carácter de quejosos, y de terceros perjtldicados, en sus
respectivos casos.
El artículo 116 bis, que se adicionó a la Ley de Amparo en esta caestién, y que
indebidamente se derogó por el artículo segundo transitorio del Decreto de 28 de
mayo de 1976, está inspirado en el propósito de hacer más liberal la confección de la
demanda de garantías en favor de los ejidos o núcleos de población, ejidatarios o
comuneros, suprimiendo la obligación a cargo del quejoso de mencionar en ella datos
que por modo indispensable deben indicarse en todos los demás casos. Tales sujetos pro-
cesales sólo deben proporcionar en ella su nombre y domicilio y de quien promueve
en su representación (frac. 1); el acto o los actos reclamados (frac. Il) y la autoridad
O agente que los ejecute o trate de ejecutarlos (frac. III), eximiéndolos de llenar obli-
gatoriamente los demás requisitos que prevé el artículo 116, o sea, los relativos al
señalamiento del tercero perjudicado) a la manifestación bajo protesta de decir verdad
y a la invocación de los preceptos constitucionales que contengan las garantías que se
estimen violadas O que se refieran a la órbita federal o local interferida.
En cuanto a los actos reclamados, no es menester que se mencionen con precisión,
pues dichos sujetos disponen del término de quince días para especificarlos; y a pesar
de que este plazo haya transcurrido sin haberlo hecho, el juez "de oficio" debe recabar
las declaraciones respectivas.
En el supuesto de que el juzgador de amparo haya recabado, O sea, 'COnseguido ofi-
ciosamente las aclaraciones que hubiere estimado pertinentes para dejar precisado el
acto reclamado, si de las mismas aparecen diversas autoridades distintas de las seña-
ladas como responsables en la demanda, a aquéllas, y también de oficio, se les tendrá
con este carácter, Jo que corrobora la calidad de coadyuvante del quejoso que el legis-
lador adscribe al órgano de control.
2. Su preJenlaúón
La demanda de amparo puede tenerse por presentada aunque los multicitados que-
josos no adjunten las copias requeridas por el artículo 120, pues conforme al artícu-
lo 221, la autoridad judicial mandará expedir las que falten. Independientemente de
que el cumplimiento de esta obligación recarga el trabajo en los Juzgados de Distrito,
mientras las copias faltantes no sean confeccionadas y entregadas a las demás partes
que corresponda (autoridades responsables y tercero perjudicado, sí lo hay), no se
puede proseguir el trámite del amparo, pues precisamente Con ellas se debe practicar
el emplazamiento respectivo, según lo ordena el artículo 147; y es evidente que sin
dicho emplazamiento no puede continuarse la substanciación- procesal. El favoritismo
que disfraza el precepto legal de referencia, contribuye, por ende, a obstaculizar la
secuela del llamado "amparo agrario" en detrimento de los mismos sujetos quejosos
a quienes se pretendió beneficiar con la paralógica liberalidad que comentamos.
3. El informe jmlifirado
que, si los informes justificados que rindan las autoridades responsables en un amparo
agrario no son lo suficientemente "amplios" en los términos de las disposiciones legales
apuntadas para proporcionar al juzgador elementos suficientes que le permitan dictar
una resolución justa, apegada a los hechos, en grado de revisión debe ordenarse la
reposición del procedimiento para que, con nseuos informes, se satisfaga dicha fi~
naJldad. 10 61
Siempre hemos preconizado nuestro anhelo de que el juicio de amparo tutele real y
positivamente a los núcleos de población en estado comunal o bajo el régimen ejidal,
propugnando la preservación constitucional del sistema de propiedad agraria tanto en
su aspecto individual como colectivo. En todos los tonos hemos lanzado la idea de que
dentro del amparo encuentran o deben encontrar las garantías sociales en materia obre-
ra y agraria su más amplia protección jurídica, habiendo demostrado, inclusive, que
nuestra institución de control tiene perfiles sociales ineluctables. Pero nuestro fervien-
te designio no lo hemos jamás pretendido frustrar con la dislocación del juicio de
amparo ni con la prostitución del procedimiento en que se substancie, que es precisa-
mente. lo que ha sucedido con las inusitadas modalidades que legalmente se han im-
puesto al informe justificado, las cuales, aunadas a las que ya hemos reseñado con
antelación, constituyen una serie de dislates que no sólo quebrantan los más elementales
... principios jurldico-procesales, sino que entorpecen la marcha regular y dinámica de la
secuela del amparo en detrimento de los mismos sujetos a quienes con tanto mimo
tratan los autores de las adiciones legales que brevemente hemos censurado.
Por otra parte, la obligación que tienen las autoridades responsables de declarar si
han o no realizado o pretendido realizar actos "similares o distintos" de los reclama-
dos frente a los núcleos de población, ejidatarios o comuneros, las coloca en el peligro
constante de cometer, aun sin quererlo, el delito que previene el artículo 204 de la
Ley por rendir informes en los que afirmen una falsedad o nieguen la verdad en todo
o en parte. Para evitar la responsabilidad penal inherente, dichas autoridades tendrían
que practicar una minuciosa investigación acerca de todos los actos que durante un
lapso indeterminado hayan emitido o ejecutado en relación con tales sujetos, siendo
suficiente que omitan la mención de alguno para que incurran en la figura delictiva
que dicho precepto describe. Además, si en sus informes manifiestan que no han tra-
tado ni tratan de realizar ningún aeto "similar o distinto" de los señalados en la de-
manda' de garantías y si posteriormente ordenan o ejecutan alguno de acuerdo con sus
funciones legales, se habrán hecho también acreedoras a la sanción penal que el dispo-
sitivo indicado establece.
La absurda estructuración del informe justificado conforme al artículo 223, con-
vierte al aludido artículo 204 en una especie de espada de Damocles pendiente sobre
la conducta que todas las autoridades del país, y principalmente las agrarias, deben
observar frente a los multicitados quejosos. Esta situación provoca indiscutiblemente
un estado de. inseguridad en toda la actuación que los órganos del Estado tienen en-
comendada para consumar la reforma agraria y para vigilar y consolidar los resultados
que se obtengan y que por la ~isma dinámica social nunca pueden considerarse defini-
tivos o estáticos. la simple posibilidad de que los funcionarios públicos a. quienes
1061 Informe de 1971, págs . .5.5 y '56. Idern. Informe de 1973, Segunda Sala. págs. 19 Y 20.
Tesis 47 del Apéndi(e 197', Segunda Sala. ídem, Informe d~ 1979, tesis 67, Segunda Sala.
\
972 EL JUICO DE AMPARO
compete desplegar dicha actuación sean acusados de haber cometido el delito que tipi-
fica el invocado artlculo 104, contribuirá a paralizar o menguar su celo por obtener la
solución al problema del agro mexicano, a no ser que tenga la convicción de su ilegal
inmunidad.
4. La aJldienda constitucional
de las pruebas, en vista de que, sin ellas, se podría sobreseer el juicio o negarse la
protecci6n federal a las citadas comunidades agrarias o a los, ejidatarios o comuneros
en particular. Se observa, en consecuencia, que las aludidas obligaciones judiciales des-
virtúan la función del juzgador constitucional, al imprimirse una notoria parcialidad
en favor del quejoso ccn violación del principio procesal de igualdad entre las partes
y con el efecto de situar a la autoridad responsable y al tercero perjudicado en un
verdadero estado de indefensión, ya que su principal- adversario dentro del juicio de
garantías es precisamente el Juez de Distrito. 10 G-i
Además, si no se cumple la obligación judicial de suplir la deficiencia probatoria
en que incurran los sujetos agrarios quejosos, al fallarse la revisión que se interponga
contra la sentencia del Juez de Distrito se debe ordenar la reposición del procedimien-
to en la primera instancia del amparo para que dicho funcionario recabe oficiosamente
las pruebas que los beneficien y entre ellas la pericial si pudiere ser favorable a sus
intereses jurídicos.
Por otra parte) siguiendo la tendencia a favorecer dentro del juicio de amparo en
materia 'agraria a los núcleos de población y a los ejidatarios y comuneros en lo indi-
vidual, la Segunda Sala de la Corte ha extendido la suplencia obligatoria y oficiosa de
las deficiencias probatorias a los casos en que dichos sujetos procesales figuren como
terceros per;tldicados, en el sentido de que "los Jueces de Distrito están obligados a
suplir las deficiencias en que incurran siempre que de autos aparezca la existencia de
alguna prueba que, de manera notoria, pueda beneficiar a dichos núcleos, en cuyo caso
el juzgador debe acordar que sea recabada de oficio" .1,..
1004. No debe confundirse la recabacién judicial oficiosa de elementos probatorios que re-
sulta del imperativo legal contenido en Jos dos preceptos (ya adicionados) que se acaban de
señalar, con la potestad que en algunos casos tienen los órganos' jurisdiccionales para decretar
"diligencias para mejor proveer' . Éstas no implican ninguna compulsión para el juez, sino una
mera facultad, y su objetivo radica en allegarse elementos de convicción a efecto de aclarar algún
punto dudoso y orientar su criterio en la solución del conflicto planteado sin la tendencia pro-
clive de favorecer las pretensiones de ninguna de las partes y guardando entre ellas una igualdad
o juilibrio (Apéndice al tomo CXVIII, Tesis 366, 367 y 368 Y ejecutorias relacionadas). (TeJil
58 e la Compilación 1917-196' yn del Apéndice 1975¡ Cuarta Sala.)
100~ Informe de 1968, pág. 35. La Sala Auxiliar ha sustentado análogo criterio. (Cfr. Infor-
me de 1971, págs. 45 a 47.) Por su parte, la Segunda Sala ya ha establecido jurisprudencia en el
mismo sentido (Cír, In/arme de 1974. pág. 42 y tesis 80, 82, 83, 84 Y
10G8
8'del Apétrdice 197J.)
Cfr. Informe de 1973. Segunda Sala. Págs. 86 Y 87. ldem, Informe de 1974. Segunda
SaJa. Pág. 44 Y tesis juriJprudenriale¡ 81 y 86 del Apéndiu 197'.
974 EL JUICIO DE AMPARO
(2) Otra. obligación a cargo del juzgador de amparo consiste en solicitar "de las
autoridades respectivas" las "constancias necesarias" para jtIJtificar la personalidad
de quienes ejerciten la acción constitucional a nombre de alguna comunidad agraria
(art. 215), en la inteligencia de que, mientras no quede acreditada dicha personalidad,
"el [uez podrá conceder la suspensión provisional de IOJ actos reclamados" (ídem).
Consideramos que esta última prevenci6n legal involucra un grave error de carác-
ter procesal, pues si la demanda de amparo no ha sido admitida por la falta de justi-
ficación de la personalidad del prornovente, no se debiera otorgar la citada medida
cautelar provisoria, la cual podría paralizar indefinidamente los actos impugnados en
tanto dicha falta no se subsane.
k) Strspensián
Dadas las modestas y muchas veces raquíticas y hasta peupérrimas condiciones econó-
micas de tales sujetos, nos parece muy acertada esta exención; pero debe tenerse en
cuenta que por virtud de ella y por las razones que se acaban de expresar, contra cual-
quier resolución fiscal que los afecte y no obstante que sea impugnable a través de un
recurso o medio de defensa legal (el juicio fiscal, verbigracia), será siempre proce·
dente el amparo. Esta situación entraña un verdadero régimen de excepción en lo que
se refiere a lo contencioso-administrativo en favor de los núcleos de población, ejída-
tarios O comuneros y en su carácter de causantes del erario nacional, local o municipal,
puesto que no están obligados como los' demás tipos de deudores del fisco, a observar
el sistema procesal que las leyes respectivas establezcan, 10 que se antoja inequitativo.
1) Notijicaciones y emplazamiento
Respecto de estos actos procesales, tratándose del amparo en materia agraria pro-
piamente dicho, deben notificarse persol1almentea las comunidades agrarias y a los
ejidatarios y comuneros en individual, los siguientes proveídos y resoluciones: 1) el auto
que deseche la demanda; 2) el auto que decida sobre la suspensián; 3) la resolución
que se dicte en la audiencia constitucional, es decir, la sentencia qlle concede o nieglle
el amparo o que decrete el sobreseimiento del juicio; 4) Y cualqwer proveído que el
juzgador considere urgente o que por alguna circunstancia afecta los intereses de los
citados JI,¡etos /'r0eesaJes (art. 219) tales como los acuerdos que designan fecha, hora y
lugar en que se deban practicar las pruebas de inspección ocular, testimonial y peri-.
cial.1fJ66 bis
En cuanto al emplazamiento del núcleo de población como tercero perjudicado, tal
acto debe practicarse con su comisariado ejidal integrado por sus tres miembros,
es decir, por el presidente. el secretario y el tesorero respectivos. según lo ha soste-
nido la ¡uris/"udencia de la Suprema Corte.'0666
m) Observaciones finales
Hemos hecho una exposición critica de las adiciones incorporadas a la Ley de
Amparo' en lo que concierne al juicio de garantías en que los núcleos de población,
comuneros o ejidatarios figuran como quejosos. Las consideraciones que al respecto for-
mulamos han tenido como guia el sentido común y la lógica jurídica, aunados a la
modesta experiencia que en el decurso de varios lustros hemos adquirido en tomo a
nuestra institución de control constitucional. Quizá algunas de las censuras a las moda-
lidades establecidas por dichas adiciones legales pequen de severidad y estén inspira-
das en el cariño apasionado que profesamos por el juicio de amparo y alentadas por
el celo tenaz de evitar su desfiguración procesal. Posiblemente, al enfocar nuestra cri-
tica hayamos cometido errores; pero aun en el supuesto de que así fuese, al menos
servirán para suscitar la reflexión de los juristas sobre los trascendentales puntos nor-
mativos que abordan y regulan tales adiciones, cuya revisión importa una de las tareas
legislativas de mayor urgencia para lograr inaplazablemente su afinación, ajuste, en-
mienda o supresión. Abrigamos la convicción de que la dinámica del amparo en materia
agraria destacará los desatinos en que incurren las disposiciones agregadas a diversos
1066 blll Informe de 1981~ tesis 9 y 10. Segunda Sala.
1<166 e Or. Apéndice 19n, tesis 38 , 39, Segunda Sala.
EL AMPARO EN MATERIA AGR..AR.IA 977
tópicos normados por la Ley, haciendo veros porque éstas se corrijan para evitar el
estado caótico en que desembocará y ha desembocado su aplicación práctica.
La loable intención de reafirmar la tutela constitucional en favor de los mencio-
nadas sujetos de derecho agrario que motivó la iniciativa presidencial de 26 de di-
ciembre de 1959, convertida ya en prescripción de nuestra ley Fundamental, se des-
virtuó por los agregados legales que hemos criticado. Su inserción en la ley de Amparo
no emana de la adición introducida a la fracción II del artículo 107 de la Constitución,
por cuanto a sus aspectos francamente negativos y perjudiciales. El legislador ordinario,
adoptando una actitud que podría calificarse con diversos adjetivos peyorativos que
no viene al caso' anotar. creyó ingenuamente o se propuso demagógicarnente, peto en
uno y otro caso con notorio desconocimiento de la teoría procesal del amparo y de su
vida real misma, llevar a tal extremo una mal entendida protección al régimen de pro-
piedad ejidal o comunal. que no reparó en incidir en las aberraciones que nos hemos
permitido señalar ni advirtió o previó las consecuencias nefastas que en su aplicación
práctica traen aparejadas varias de las adiciones legales que con tanta precipitación
elaboró. '
Con antelación sostuvimos en este mismo capítulo que una política sana. patriótica,
bien intencionada y apoyada en la realidad de las cosas y en su ontonomía, nunca puede
estar reñida con la ciencia jurídica. pues ambas deben concurrir en la misión legislativa
para crear, reformar o adicionar ordenamientos legales que sean vehículos dúctiles y
provechosos que faciliten y encaucen debidamente el progreso del país y el mejora•
.miento de los grandes grupos humanos que integran su población. Desgraciadamente,
en las adiciones que hemos comentado se percibe el impulso político con exclusividad
y la preterición del Derecho. Merced a ese· impulso se ha convertido a los núcleos de
población, comuneros y ejidatarios en verdaderos "niños mimados" dentro del juicio
de amparo, tratándolos como si estuviesen en una situación de "capitis deminutio",
semejante a la que crearon las .antiguas Leyes de Indias en torno al indígena. Esa "mi.
noridad legal" se revierte en la práctica en contra de los propios populos, pues lejos
de acelerar la tramitación de los juicios de amparo en que sean quejosos, las modali-
dades procesales establecidas en su favor la embarazan. '
Es inherente a la naturaleza humana la falibilidad. "Humnnnm errare est", asienta
un atingente proloquio dentro de cuyo sentido podría escudarse el legislador ordina-
rio autor de las consabidas adiciones. Ojalá que, hechas ·las enmiendas urgentes que
éstas exigen, se le pueda aplicar el proverbio reivindicador que afirma: "Es de sabios
rectificar."
cional, idea, que- funda y justifica el tratamiento de la cuestión a que nos vamos a
referir, como tópico perteneciente al amparo agrario.
La materia agraria comprende dos áreas fundamentales: la político-administrativa
y la [urisdiccional. Dentro de la primera se incluyen la problemática y temática que
conciernen, principalmente, a la equitativa distribución de la riqueza rural}' al incremento
de la productividad del campo dentro de las dos básicas estructuras jurídicas que se
consagran en la Constitución: la propiedad social de los ejidos y comunidades agrarias
y la pequeña propiedad agrírola y ganadera. El área jurisdiccional, como su nombre lo
indica, abarca la solución de conflictos y controversias que se suscitan entre los dife-
rentes sujetos de Derecho Agrario o entre éstos y las autoridades agrarias. Por consi-
guiente, la justicia agraria entraña la dicción del derecho en tales conflictos y controver-
sias, finalidad ésta que no puede realizarse sin la existencia de un verdadero proceso ante
tribunales agrarios que conjunten todos los elementos que caracterizan a un auténtico
tribunal.
En nuestro país no existe justicia agraria precisamente por la ausencia del proceso
propiamente dicho ante verdaderos tribunales agrarios. Es cierto qlJe en la actual Ley
Federal de Reforma Agraria se prevén y regulan diversos procedimientos contenciosos
que versan, primordialmente, sobre diferentes hipótesis de nulidades, y que se instituyen
en sus artículos 391 a 419, siendo los siguientes: nulidad de fraccionamientos de bienes
comunales; niflidad de fraccionamientos e¡idales; nulidad de [raccíonamientos de pro-
piedades afectables; nulidad ·de actos y documentos que contravengan las leyes agrarias;
nulidad de contratos y concesiones y nulidad y cancelación de certificados de inafecta-
bilidad. En todos estos procedimientos la autoridad jurisdiccional es el Presidente de la
República y, en sus respectivos casos, las Comisiones Agrarias Mixtas, es decir, las con-
troversias que en ellos se plantean no se resuelven por auténticos tribunales, sino por
órganos administrativos del Estado que asumen el doble carácter de juez y parte, si..rc~lOs
tancia que es un signo inequívoco de parcialidad, que de suyo es negativa de toda/justicia.
La {alta de auténticos tribunales agrarios no sólo es denotativa de la ausencia de
justicia agraria en México, ¿ino· que su suplencia por órganos admio\istrativos, como
el Presidente de la República y las Comisiones Agrarias Mixtas, implica un conjunto de
vicios de inconstitucionalidad de las disposiciones legales que la establecen.
°
de la Nación, por una sola persona sociedad (fraec. XVIII). Se advierte fácilmente
que, salvo la primera, las facultades presidenciales reseñadas no conciernen a la reso-
EL AMPARO EN, MATERIA AGRARIA 979
legislativa de los Estados en los términos de la fracción XVII del artículo 27 Constitu-
cional. En otras palabras, son las legislaturas locales y no el Congreso de la Unión los
órganos que deben expedir las normas jurídicas sobre fraccionamientos de predios
agrarios en los diferentes aspectos a que se refieren los distintos incisos de dicha frac-
ción XVII. Los preceptos de la Ley Federal de Reforma Agraria que se han señalado
invaden la órbita competencial de las entidades federativas con infracción a la disposición
constitucional invocada y 'a lo establecido por e] artículo 124 de la Ley Suprema del
país. Por consiguiente, si tales preceptos facultan al Presidente de la República para
declarar la nulidad de los fraccionamientos y divisiones de predios rurales afectables
para fines de dotación o restitución, la competencia que de ellos· resulta en favor de
dicho alto funcionario federal, es contraria a los mandamientos contenidos en la invoca-
da fracción XVII del artículo 27 de la Constitución.
En resumen, la Constitución no otorga al Presidente de la República la facultad de
dirimir controversias en materia agraria, es decir, nuestra Ley Suprema no erige a dicho
alto funcionario administrativo en juez agrario, por 10 que la Ley- Federal de Reforma
Agraria, a través de las disposiciones que le confieren la potestad jurisdiccional, es
contraria a los artículos 27 y 124 del Código Fundamental de la República.
En estrictos términos constitucionales las facultades apuntadas son las únicas que
tienen las Comisiones Agrarias Mixtas, las cuales, por su integración, han dejado de
ser organismos de Índole local.
La órbita de atribuciones de las propias Comisiones, compuesta por las referidas'
facultades, es la única que da validez jurídica a su actuación en materia agraria, ya que
son dichas facultades las que expresamente les adscribe el artículo 27 de la Constitución,
sin que ninguna ley secundaria pueda ampliar o ensanchar su competencia mediante la
imputación de facultades distintas, pues ni el Congreso de la Unión, y mucho menos'
las legislaturas de los Estados pueden alterar la esfera competencial de ningún orga-
nismo público demarcada constitucionalmente.
la anterior conclusión se corrobora si se toma en cuenta lo dispuesto por la misma
fracción XI del artículo 27 Constitucional que señala los órganos agrarios. Así, tratán-
dose de las Comisiones Agrarias Mixtas, éstas se. crearon "para los efectos de las
disposiciones contenidas en este artículo y de las leyes reglamentarias que se expidan".
La locución "para los efectos de las disposiciones contenidas en este artículo" (es
decir en el artículo 27 Constitucional) denota claramente que las propias Comisiones
sólo pueden realizar los actos para los que el mismo precepto les da competencia y los
cuales ya quedaron señalados. la expresión "para los efectos de las leyes reglamentarias
que se expidan" implica que el funcionamiento de tales Comisiones, normado y nor-
mable en dichas leyes reglamentarias, debe siempre ajustarse a las facultades constitu-
cionales de los propios órganos. Así, toda ley reglamentaria de las disposiciones conte-
nidas en el artículo 27 Constitucional, evidentemente debe ajustarse a las propias
disposiciones, es decir, no debe alterarlas, modificarlas o violarlas. Por ende, si las
Comisiones Agrarias Mixtas, en los términos del artículo 27 Constitucional, sólo tienen
las atribuciones que este precepto les otorga y que ya quedaron puntualizadas, ninguna ley
reglamentaria de sus disposiciones puede ampliar la órbita competencial de los multi-
citados organismos. Es bien sabido que toda ley que reglamente algún precepto consti-
tucional debe ceñirse a los límites fijados en éste, sobre todo si se trata de la competencia'
de las autoridades del Estado, cuya extensión constitucional debe estrictamente ser
respetada. Sería inaceptable que el Congreso de la Unión, a pretexto o con motivo
de reglamentar alguna disposición constitucional en materia de competencia, ensan-
chara ésta de tal modo que atribuyese facultades al órgano de que se trate que no
estuviesen demarcadas en la Constitución. Reglamentar un precepto constitucional implica
pormenorizarlo normativamente para su mejor observancia en la realidad, pero jamás
supone alterar su extensión dispositiva.
Aplicando las anteriores ideas al caso de las Comisiones Agrarias Mixtas, se concluye
que, si éstas sólo tienen competencia constitucional para substanciar expedientes de resti-
tución o dotación de tierras o aguas y para emitir dictámenes sobre las solicitudes
respectivas ante los gobernadores de los Estados, tal competencia no puede ser alterada
por ninguna ley reglamentaria del artículo 27 Constitucional, como es la actual Ley
Federal de Reforma Agraria, cuyos artículos 406 al 412, al conferir facultades a dichas
982 EL JUICIO DE AMPARO
invocado, por la sencilla razón de que dicho delegado tampoco representa a la Federa-
ción. Además, es absurdo que tal delegado sea al mismo tiempo Presidente de las men-
donadas Comisiones, ya que éstasson órganos distintos de la Secretaría aludida. Dicho
absurdo se patentiza si se toma en cuenta que de acuerdo con sus facultades inconsti-
tucionales, las Comisiones Agrarias Mixtas pueden declarar la nulidad de actos y docu-
mentos en los que haya intervenido el Delegado de Asuntos Agrarios y Colonización, es
decir, su propio Presidente.
La imposibilidad constitucional de que los delegados agrarios sean simultáneamente
presidentes de las Comisiones Agrarias Mixtas se deduce de la misma fracción XI del
artículo 27 del Código Fundamental de la República. En efecto, esta fracción instituye,
en su inciso a) a una dependencia directa del Ejecutivo Federal encargada de la apli-
cación de las Leyes Agrarias y de su ejecución, siendo tal dependencia, como es bien
sabido, la Secretaría de la Reforma Agraria, de la que forman parte los mencionados
delegados. La misma fracción XI del artículo 27 constitucional. en su inciso e}, esta-
bIece a las Comisiones Agrarias Mixtas, las cuales no pueden considerarse como depen-
dencias de la citada Secretaría de Estado, ya que su composición se integra con individuos
o miembros que no forman parte de la organización administrativa de la propia Se-
cretaría, según se ha afirmado COn antelación. .
Lo anterior corrobora la inconstitucionalidad del artículo 59 de la Ley Federal de
Reforma Agraria, pues convierte al delegado de la Secretaría de la Reforma Agraria
en Presidente de las Comisiones Agrarias Mixtas, sin que tal delegado sea represen-
tante de la Federación. ni de los gobiernos locales ni de los campesinos.
VI. ApÉNDICE
Para
la mejor apreciación de las consideraciones que hemos formulado en el pre-
sente capítulo, estimamos pertinente reproducir en este "Apéndice" la Ley de 6 de
enero de 1915 (con las modificaciones que se hicieron por Decreto de 19 de septiem-
bre de 1916 a sus artículos 7, 8 Y 9), Y la de 23 de diciembre de 1931 que la reformó.
AR1icuLO 29' La división o reparto que se hubiese hecho legítimamente entre los vecinos
de un pueblo, ranchería, congregación o comunidad y en la que haya habido algún vicio,
solamente podrá ser nulificada cuando así lo soliciten las dos terceras partes de aquellos veci-
nos o de sus causahabientes.
ARTiCULO 39' Los pueblos que necesitándolos, carezcan de ejidos o que no pudieran lograr
su restitución por falta de títulos, por imposibilidad de Identificarlos o porque legalmente
hubieren sido enajenados, podrán obtener que se les dale del terreno suficiente para recons-
truirlos conforme a las necesidades de su población, expropiándose por cuenta del Gobierno
Nacional el terreno indispensable para ese efecto, del que se encuentre inmediatamente colin-
dante con los pueblos interesados.
ARTICU LO 49 Para los fectos de esta ley y demás leyes agrarias que se expidieren, de
acuerdo con el programa político de la Revolución, se crearán:
1. Una Comisi6n Nacional Agraria, compuesta de nueve personas y que, presidida por el
Secretario de Fomento, tendrá las funciones que esta ley y las sucesivas le señalen.
11. Una Comisión Local Agraria, compuesta de cinco personas, por cada Estado de la
República, y con las atribuciones que las leyes determinen.
III. Los Comités Particulares Ejecutivos que en cada Estado se necesiten, los que se com-
pondrán de tres personas cada uno, con las atribuciones que se les señalen.
ARTÍCULO 59 Los Comités Particulares Ejecutivos dependerán en cada Estado de la Comi-
sión Local Agraria respectiva, la que a su vez estará subordinada a la Comisión Nacional
Agraria.
ARTiCULO 69 Las solicitudes de restitución de tierras pertenecientes a los pueblos, que
hubieren sido invadidas y ocupadas ilegalmente y a que se refiere el artículo 11:' de esta ley, se
presentarán en los Estados directamente ante los Gobernadores, y en el Distrito Federal, ante
las autoridades políticas superiores. Pero en los casos en los que la falta de comunicaciones
O el estado de guerra dificultaren la acción de los Gobiernos Locales, las solicitudes podrán
también presentarse ante los Jefes Militares que estén autorizados especialmente para el efecto
por el Encargado del Poder Ejecutivo. A estas solicitudes se adjuntarán los documentos en que
se funden.
También se presentarán ante las mismas autoridades sobre concesi6n de tierras, para
dotar de ejidos a los pueblos que carecieren de ellos, o que no tengan títulos bastantes para
justificar sus derechos de reivindicación.
ARTÍCULO 7Q La autoridad respectiva, en vista de la solicitud prestada, oirá el parecer
de la Comisión Local Agraria sobre la justicia de las reivindicaciones y sobre la conveniencia,
necesidad y extensión de las concesiones de tierras para dotar de ejidos; y resolverá si procede
o no la restitución o concesión que se solicita.
ARTfcuLO 89 La resolución de los Gobernadores o jefes militares, ya sea favorable o
adversa a la solicitud presentada. tendrá el carácter de provisional, y deberá ser revisada por
el Encargado del Poder Ejecutivo de la Nación; a cuyo efecto, el expediente pasará a la
Comisión Local Agraria y ésta, a su vez, lo remitirá íntegro, con todos los documentos y demás
datos que estime necesarios, a la Comisión Nacional, dejándose copia completa de él.
ARTícULO 99 La Comisión Nacional Agraria, recibido el expediente, dictaminará sobre la
aprobación, modificación o revocación de las resoluciones elevadas a su' conocimiento, y en vista
de su dictamen, el Encargado del Poder Ejecutivo de la Nación dictará la resolución que pro-
ceda, de. la que se enviará copia debidamente autorizada a la Comisión Local respectiva para
sunotificaci6n a los interesados y su debido cumplimiento. Si la resolución es favorable, la
Comisión Local pasará dicha copia, así como la del expediente, al Comité Particular Ejecutivo,
a fin de que, deslindando, identificando y midiendo los terrenos, proceda a hacer entrega de
ellos a los. interesados.
, Ejecutada la resoluci6n por el Comité Particular Ejecutivo, volverá el expediente a la
Comisión Local, con las actas de ejecución, en las que se harán constar los incidentes que
en ellas surjan, y ésta remitirá todo con un informe complementario a la Comisión Nacional, a
efecto de que, en los casos que proceda, se expidan los títulos respectivos por el Encargado
del Poder Ejecutivo de la Naci6n.
ARTíCULO 10. Los interesados que se creyeren perjudicados con la resolución def Encer-
gado del Poder Ejecutivo de la Naci6n, podrán ocurrir ante Jos Tribunales a deducir sus dere-
986 EL JUICIO DE AMPARO
(hOJ, dentro del término de un año, a contar desde la fecha de dichas resoluciones, pues pasado
ese término, ninguna reclamación será admitida.
En los casos en que se reclame reivindicaciones y en que el interesado obtenga resolución
judicial. declarando que no procedía la restitución hecha a un pueblo, 'la sentencia sólo dará
derecho a obtener del Gobierno de la Nación la indemnización correspondiente.
En el mismo término de un año podrán ocurrir los popletarios de terrenos expropiados,
reclamando las indemnizaciones que deban pagérseles.
ÁRT'ícULO 11. Una ley reglamentaria determinará la condición en que han de quedar los
terrenos que se devuelvan o se adjudiquen a los pueblos y la manera y ocasión de dividirlos
entre los vecinos, quienes entre tanto los disfrutarán en común.
ARnCULO 12. Los Gobernadores de los Estados o en su caso los jefes militares de cada
región autorizados por el Encargado del Poder Ejecutivo de la República, nombrarán desde
luego la Comisión Local Agraria y los Comités Particulares Ejecutivos.
TR.. . NSITORIO. Esta ley comenzará a regir desde la fecha de su publicación.. Mientras no
concluya la actual guerra civil, las autoridades militares harán publicar y pregonar la presente
ley en cada uno de las plazas o lugares que fueren ocupados.
Constitución y Reformas. Dado en la H. Veracruz el 6 de enero de 191~.
El Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo de la Repú-
blica y Jefe de la Revolución.
v. CARRANZA.
B. Ley de 23 de diciembre de 1931 que reformó la Ley de 6 de enero de 19U. Diario Ofi-
cial, 1J de enero de 1932
TRANSITORIOS
L En los casos en que contra una resolución dotatoria o restitutoria de ejidos o de aguas
se hubiese concedido el amparo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cualquiera
que sea la fecha de éste, si la ejecutoria estuviese ya cumplida, tendrá que respetarse; pero si
no se cumple aún, ésta quedará sin ejeao, y los afectados con dotación podrán ocurrir a recla-
mar la indemnización que les corresponda, en los términos del artículo 10.
EL AMPARO EN MATERIA AGRARIA 987
n. Respecto de los juicios de amparo que estén pendientes de resolverse, ya sea ante los
Jueces de Distrito o en revisión, o que por cualquier otra circunstancia se hallen pendientes
ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación. relativos a dotación o restitución de eiidos o de
aguas a que se refiere el artículo. 10. serán desde luego sobreseídos y los afectados con dotación
tendrán el mismo derecho de reclamar la indemnización a que haya lugar.
111. Respecto de los juicios promovidos conforme al artículo 10 de la Ley de 6 de enero
de 19U. que se reforma. que estuviesen en curso, se desecharán desde luego y se mandarán
archivar; y en cuanto a aquellos en que ya se hubiere dietado sentencia ejecutoria y ésta fuese
favcrab'e al afectado con dotación, la sentencia sólo dará derecho a éste a obtener la indernni-
eación correspondiente.
IV. Estas reformas regirán desde la fecha de su promulgación.
APENDICES
A. TEXTO OR.IGINAL
"ARTÍCULO 107. Todas las controversias de que habla el artículo 103 se seguirán a instancia
de la parte agraviada, por medio de procedimientos y formas del orden jurídico que determinará
una ley que se ajustará a las bases siguientes:
1. La sentencia será siempre tal, que sólo se ocupe de individuos particulares, limitándose a
ampararlos y protegerlos en el caso especial sobre el que verse la queja, sin hacer una declaración
general respecto de la. ley o acto que la moti vare;
11. En los juicios civiles o penales, salvo los casos de la regla IX, el amparo sólo procederá
contra las sentencias definitivas respecto de las que no proceda ningún recurso ordinario por
virtud del cual puedan ser modificadas o reformadas, siempre que la violación de la ley se cometa
en eüas, o que, cometida durante la secuela del procedimiento, se haya reclamado 'oportunamente
y protestado contra ella por negarse su separación, y que cuando se haya cometido en primera
instancia, se haya alegado en la segunda, por vía de agravio.
La Suprema Corte, no obstante esta regla, podrá suplir la deficiencia de la queja en un juicio
penal, cuando encuentre que ha habido en contra del quejoso una violación manifiesta de la
ley, que lo ha dejado sin defensa. o que se le ha juzgado por una ley que no es exactamente
aplicable al caso, y que s6lo por torpeza no se ha combatido debidamente la violación;
In. En los juicios civiles o penales sólo procederá el amparo contra la violación de las
leyes del procedimiento, cuando se afecten las partes substanciales de él y de manera que su in-
fracción deje sin defensa al quejoso;
IV. Cuando el amparo se pida contra la sentencia definitiva, en el juicio civil s610 procederá,
además del caso de la regla anterior, cuando llenándose los requisitos de la regla segunda, dicha
sentencia sea contraria a la letra de la ley aplicable al caso o a su interpretación jurídica, cuando
comprenda personas, acciones, excepciones o cosas que no han sido objeto del juicio, o cuando
no las comprenda todas por omisión o negativa expresa.
Cuando se pida el amparo contra resoluciones no definitivas, según 10 dispuesto en la fracción
anterior, se observarán estas reglas en lo que fuere conducente;
990 EL JUICIO DE AMPARO
V. En Jos juicios penales, la ejecución de la sentencia definitiva contra la que se pida amparo
se suspenderá por la autoridad responsable, a cuyo efecto el quejoso le comunicará, dentro del
término que fije la ley y bajo la protesta de decir verdad, la interposición del recurso, acompa-
ñando dos copias, una para el expediente y otra paca que se entregara a la parte contraria;
VI. EQ juicios civiles, la ejecuci6n de la sentencia: definitiva s610 se suspenderá si el quejoso
da fianza de pagar los daños y perj uicios que la suspensión ocasionare, a menos que la otra parte
diese ccntrafianza para asegurar la reposición de las cosas al estado que guardaban, si se conce-
diese el amparo, y pagar los daños y perjuicios consiguientes. En este caso se anunciará la inter-
posición del recurso, COmo indica la regla anterior;
VII. Cuando se quiera pedir amparo contra una sentencia definitiva, se solicitará de la auto-
ridad responsable copia certificada de las constancias que el quejoso señalare, la que se adicionará
con las que indicare la otra parte, dando en ella la misma autoridad responsable, de una manera
breve y clara, las razones que justifiquen el acto que se va a reclamar, de las que se dejará nota
en 105 autos;
VIII. Cuando el amparo se pida contra una sentencia definitiva, se interpondrá directamente
ante la Suprema Corte, presentándole el escrito con la copia de que se habla en la regla anterior,
o remitiéndolo por conducto de la autoridad responsable o del Juez de Distrito del Estado a que
pertenezca. La Corte dictará sentencia sin más trámite ni diligencia que el escrito en que se
interponga el recurso, el que produzca la otra parte y el procurador general o el agente que al
efecto designare, y sin comprender otra cuestión legal que la que la queja contenga;
IX. Cuando se trate de actos de autoridad distinta de la judicial, o de actos de ésta ejecu-
tados fuera de juicio o después de concluido; o de actos en el juicio cuya ejecución sea de imposible
reparación o que afecten a personas extrañas al juicio, el amparo se pedirá ante el Juez de Dis-
trito bajo cuya jurisdicción esté en el lugar en que el acto reclamado se ejecute o trate de ejecutarse.
limitándose la tramitación al informe de la autoridad, a una audiencia para la cual se citará en
el mismo acto en que se mande pedir el informe y que se verificará a la mayor brevedad posible,
recibiéndose en elles las pruebas que las partes interesadas ofrecieren, y oyéndose los alegatos, que
no podrán exceder de una hora cada uno, y a la sentencia que se pronunciará en la misma audien-
cia. La sentencia causará ejecutoria si los interesados no ocurrieren a la Suprema Corte dentro
del término que fija la ley, y de la manera que expresa la regla VII.
La violación de las garantías de los artículos 16, 19 Y 20 se reclamará ante el' superior del
tribunal que la cometa o ante el Juez de Distrito que corresponde, pudiéndose recurrir, en uno
y otro casos, a la Corte, contra la resolución que se dicte.
Si el Juez de Distrito no residiere en el mismo lugar en que reside la autoridad responsable.
la ley determinará el juez ante el que se ha de presentar el escrito de amparo, el que podrá sus-
pender provisionalmente el acto reclamado, en los casos y términos que la misma ley establezca;
X. La autoridad responsable será consignada a la autoridad correspondiente, cuando no sus-
penda el acto reclamado, debiendo hacerlo, y cuando admita fianza que resultare ilusoria o Insu-
ñdente, siendo en estos dos últimos casos solidarias la responsabilidad penal y civil de la auto-
ridad, con el que ofreciere la fianza y el que la prestare;
XI. Si después de .concedido el amparo, la autoridad responsable insistiere en la repetición
del acto reclamado o tratare de eludir la sentencia de la autoridad federal, será inmediatamente
separada de su cargo y consignada ante el Juez de Distrito que corresponda, para que la juzgue;
XII. Los alcaides y carceleros que no reciban copia autorizada del auto de formal prisión
de un detenido, dentro de las setenta y dos horas que señala el artículo 19, contadas desde que
aquél esté a disposición. de su juez, deberán llamar la atención de éste sobre dicho particular
en el acto mismo de concluir el término, y si no reciben la constancia mencionada dentro de las
tres horas siguientes lo pondrán en libertad.
Los infractores del artículo citado y de esta disposición, serán consignados inmediatamente
a la autoridad competente.
También será consignado a la autoridad o agente de ella, el que, verificada una aprehensión,
no pusiere al detenido a disposición de su juez dentro de las, veinticuatro horas siguientes.
Si la detención se verificare fuera del lugar en que resida el juez, al término mencionado
se agregará el suficiente para recorrer la distancia que hubiere entre dicho lugar y el en que se
verificó la detención."
APÉNDICES 991
"ARTÍCULO 107. El juicio de amparo se seguirá a instancia de parte agraviada, por medio de
procedimientos y formas que se ajustarán a las bases siguientes:
"1. Los tribunales federales conocerán, en el grado y en los términos que disponga la ley, de
las controversias a que se contrae el artículo 103.
"la ley no podrá privar de intervención a la Suprema Corte en los amparos siguientes:
"a) Cuando esté impugnada la constitucionalidad de una ley federal o local;
"b l Cuando se reclame la violación directa de algún precepto constitucional. No hay violación
directa si la infracción constitucional resulta sólo como consecuencia del quebrantamiento de una
disposición legal secundaria;
"e) Cuando se trate de actos contrarios a la jurisprudencia de los tribunales federales o que
afecten gravemente el interés público.
"II. En la materia civil, penal y del trabajo el amparo sólo procederá:
"a} Contra sentencias definitivas o laudos respecto de los cuales no proceda ningún recurso
ordinario por virtud del cual puedan ser modificados o reformados, siempre que la violación de la
ley se cometa en ellos, o que, cometida durante la secuela del procedimiento, afecte a las defensas
del quejoso de manera que influya en el resultado del fallo, si, además, se han agotado los recursos
procedentes; .
Jlb) Contra actos en juicio, distintos a los previstos en el inciso anterior, que Causen perjuicios
graves siempre que, en su caso, se hayan agotado los recursos procedentes;
"e) Contra actos fuera del juicio o después de concluido, siempre que se satisfagan los requi-
sitos del inciso anterior, y
Ud) Contra actos que afecten a personas extrañas al juicio.
"III. En materia administrativa, el amparo será procedente contra cualquier resolución no te-
parable por algún recurso ordinario, a menos que éste exija mayores requisitos que los que la Ley
Reglamentaria de este precepto establezca para conceder la suspensión definitiva.
"N. La sentencia será. siempre tal, que sólo se ocupe de individuos particulares, limitándose a
ampararlos y protegerlos en el caso especial sobre el que verse la queja, sin hacer una declaración
general respecto de la ley o acto que lo motivare.
"Podrá suplirse .la deficiencia de la queja, ruando el acto reclamado se funde en leyes inconsti-
tucionales; pero deberá oírse previamente, en la forma que señale la ley, al Ministerio Público de la
entidad correspondiente.
"Podrá, además, suplirse la deficiencia de la queja en materia penal, cuando se encuentre que
ha habido en contra del quejoso una violación manifiesta de la ley que lo ha dejado sin defensa, o
que se le ha juzgado por una ley que no es exactamente aplicable al caso.
"V. La violación de las garantías de los artículos 16, en materia penal, 19 y 20, se reclamará
ante el superior del tribunal que la cometa o ante la autoridad judicial federal competente, pudiendo
recurriese, en uno y en otro casos, la resolución que se dicte, ante el tribunal de revisión, que deter-
mine la ley.
"Si el tribunal federal competente para conocer del amparo no residiere en el mismo lugar en
que radique la autoridad responsable, la ley determinará el juez ante el que ha de presentarse
el escrito de demanda, y lo facultará para suspender provisionalmente el acto reclamado.
"VI. Los actos reclamados en amparo podrán ser objeto de suspensión. Para resolver respecto
de ésta se tomarán en cuenta la naturaleza de la violación alegada, la dificultad de reparación de
los daños o perjuicios que pueda resentir el quejoso con su ejecución, Jos que la suspensión origine
a terceros perjudicados y el interés público. Siempre se decretará la suspensión tratándose de actos
que entrañen peligro de privación de la vida, deportación, destierro o de alguno de los prohibidos
por el artículo 22.
"VII. Cuando el acto reclamado sea una sentencia o cualquier otra resolución judicial, la auto-
ridad responsable no podrá interponer recursos contra la concesión del amparo.
"VIII. El Ministerio Público Federal será parte en todos los juicios de amparo; pero podrá
abstenerse de intervenir en dichos juicios, cuando el caso de que se trate carezca de interés público
y así 10 determine la ley.
992 EL jUlCIO DE AMPARO
·'IX. Si concedido el amparo la autoridad responsable insistiere en la repetición del acto recla-
mado o tratase de eludir la sentencia de la autoridad federal. será inmediatamente separada de su
cargo }' consignada a la autoridad competente.
"X. La autoridad responsable será consignada al tribunal respectivo, cuando no suspenda el
acto reclamado, debiendo hacerlo.
"Xl. La autoridad administrativa o judicial que viole, ostensiblemente, alguna garantía indio
vidual, será sancionada en los términos que disponga la ley federal.
"Los alcaides y carceleros que no reciban copia autorizada del auto de formal prisión de un de-
tenido, dentro de las setenta y dos horas que señala el artículo 19. deberá llamar la atención de éste
sobre dicho particular, en el acto mismo de concluir el término, y si no reciben la constancia men-
cionada, dentro de las tres horas siguientes lo pondrán en libertad.
"Los infractores del artículo citado y de esta disposición serán consignados inmediatamente a la
autoridad competente.
"También será consignado a la autoridad o agente de ella, el que, verificada una aprehensión,
no pusiere al detenido a disposición de su juez, dentro de las veinticuatro horas siguientes.
"Si la detención se verificare fuera del lugar en que reside el juez, al término mencionado se
agregará el suficiente para teccttet: la distancia que hubiere entre dicho lugar y el en que se veri-
Flcé la detención.
"ARTicuLO 107,
"Fracción VIII. Cuando el amparo se pida contra una sentencia definitiva, se interpondrá di-
rectamente ante la Suprema Corte, presentándole el escrito con la copia de que se habla en la regla
anterior, o remitiéndolo por conducto de la autoridad responsable, o del Juez de Distrito del Estado
a que pertenezca. La Corte dictará sentencia sin más trámite ni diligencia, que el escrito en que se
interponga el recurso, el que produzca la otra parte y el Procurador General o el Agente que al
efecto designare, y sin comprender otra cuestión legal que la contenida en la queja. Cuando el acto
reclamado proceda de autoridad judicial del orden civil, se sobreseerá por inactividad de la parte
agraviada en los casos y términos que señale la ley,
"Fracción IX. Cuando se trate de actos de autoridad distinta de la judicial o de acto de ésta
ejecutado fuera de juicio o después de concluido; o de actos en el juicio cuya ejecución sea de impo-
sible reparación. o que afecten a personas extrañas al juicio, el amparo se pedirá ante el Juez de
Distrito bajo cuya jurisdicción esté el lugar en que el acto reclamado se ejecute o trate de ejecutarse,
limitándose la tramitación al informe de la autoridad, a una audiencia para la cual se citará en el
mismo auto en que se mande pedir el informe y que se verificará a la brevedad posible• recibién-
dose en ellas las pruebas que las partes interesadas ofrecieren y oyéndose los alegatos. La sentencia
se pronunciará en la misma audiencia y causará ejecutoria si los interesados no ocurrieren en revisión
a la Suprema Corte en el término y Forma que fije la ley. De /a revisión en materia iudiáaJ civiJ
conocerán y resolverán en definitiva los Tribunales de Circuito. También causará e;ecutoria la
resolución"de Primera Instancia, si el amparo se hubiere interpuesto e11 materia ;udicial civil, cuando
el recurrente dejare de promover en los casos y términos que la ley establezca,
"La violación de las garantías de los artículos 16, eJI materia penal, 19 y 20, se reclamará ante
el superior del Tribunal que la cometa. o ante el Juez de Distrito que corresponda. pudiendo recu-
rrirse en uno y otro caso, a la Corte, contra la resolución que se dicte.
"Si el Juez de Distrito no residiere en el mismo lugar en que reside la autoridad responsable,
la ley determinará el juez ante el que se ha de presentar el escrito de amparo, el que podrá suspen-
der provisionalmente el acto reclamado, en los casos y términos que la misma ley establezca."
Como consecuencia lógica de las reformas que Introdujese al artículo 107 constitucional el ante-
proyecto de 17 de julio de 1945, sus autores igualmente formularon las modificaciones correspon-
dientes a diversas disposiciones de la ley de Amparo, las cuales, por ahora, no ocuparán nuestra
atención, haciendo notar solamente que las citadas alteraciones y adiciones "se refieren a la materia
de notificaciones, competencia, acumulación, recusación, excusas, impedimentos, etc. Por lo que con-
APÉNDICES 993
cierne al sobreseimiento el artículo 74 de la Ley de Amparo se prerendié adicionar con una nueva
fracción, cuya redacción es la siguiente:
"Art. 74. Procede el sobreseimiento ...
·'V. Cuando la parte agraviada deje de promover, durante ciento ochenta días consecutivos, en
los amparos directos contra actos judiciales del orden civil. El término se contará la primera vez
desde la fecha en que el Ministerio Público devuelva los autos, con arreglo al artículo lBl de la
presente Ley, y en lo sucesivo, desde la fecha de la última promoción."
Por 10 que respecta a la normación legal del recurso de revisión, las reformas a la Ley de Am-
paro que sugiere el anteproyecto elaborado por los Ministros de la Suprema Corte, hacen procedente
dicho medio de impugnación ante el Tribunal de Circuito respectivo contra la sentencia constitu-
cioaal que hubiere pronunciado un Juez de Distrito en un amparo del orden civil.
En cuanto a las demás modificaciones y adiciones a la Ley de Amparo que propone dicho ante-
proyecto, y que son consecuencia de las reformas substanciales al artículo 107 constitucional. nos
remitimos al texto correspondiente, para no ser demarsiado prolijos en su referencia.
D. TEXTO DEL ARTICULO 107 CONSTITUCIONAL, SEGUN LAS REFORMAS 1JE 19)0
a
Artículo 107. Todas las controversias de que habla el artículo l0' se sujetarán los precedí-
mientas y formas del orden jurídico que determine la ley, de acuerdo con las bases siguientes:
1. El juicio de amparo se seguirá siempre a instancia de parte agraviada;
II. la sentencia será siempre tal, que sólo se ocupe de individuos particulares, limitándose a
ampararlos y protegerlos en el caso especial sobre el que verse la queja, sin hacer una declaración
respecto de la ley o acto que la motivare,
Podrá suplirse la deficiencia de la queja, cuando el acto reclamado se funde en leyes declaradas
inconstitucionales por la jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia.
Podrá también suplirse la deficiencia de la queja en materia penal, y la de la parte obrera en
materia de trabajo, cuando se encuentre que ha habido en contra del agraviado, una violación ma-
nifiesta de la ley, que 10 ha dejado sin defensa, y en materia penal. además. cuando se le haya
juzgado por una ley que no es exactamente aplicable en el caso;
111. En materias judicial, civil o penal y del trabajo, el amparo s610 procederá:
a) Contra sentencias definitivas o laudos respectivos de los cuales no proceda ningún recurso
ordinario por virtud del cual puedan ser modificados o reformados. ya sea que la violación de la
ley se cometa en ellos. o que, cometida durante la secuela del procedimiento, afecte a las defensas
del quejoso trascendiendo al resultado del fallo; siempre que en materias judicial, civil o penal,
se hubiese reclamado oportunamente y protestado contra ella por negarse su reparación, y que
cuando cometida en primera instancia, se haya alegado en la segunda, por vía de agravio.
b) Contra actos en juicio. cuya ejecución sea de imposible reparación, fuera de juicio o des-
pués de concluido, una vez agotados los recursos que en su caso procedan.
e) Contra actos que afecten a personas extrañas al juicio.
IV. En materia administrativa, el amparo procede contra resoluciones que Causen agravio no
reparable mediante algún recurso, juicio o medio de defensa legal. No será necesario agotar 'éstos
cuando la ley que los establezca exija paca otorgar la suspensión del acto .reclamado mayores requi-
sitos que los que la ley Reglamentaria del juicio de amparo requiera como condición para decretar
esa suspensi6n.
V. Salvo lo dispuesto en la fracci6n siguiente, el amparo contra sentencias definitivas o laudos.
por violaciones cometidas en ellos. se interpondrá directamente ante la Suprema Corte de Justicia,
la cual pronunciará sentencia sin más trámite que el escrito en que se intente el juicio, la copia.
certificada de las constancias que el agraviado señale, la que se adicionará con las que indicare el
tercero perjudicado, el escrito de éste, el que produzca. en su caso, el Procurador General de la
República o el Agente que al efecto designare y el de la autoridad responsable.
VI. El amparo contra sentencias definitivas o laudos, se interpondrá directamente ante el Tri-
bunal Colegiado de Circuito bajo cuya jurisdicción esté el domicilio de la autoridad que pronuncie
la sentencia o Jaudo. cuando la demanda se funde en violaciones substanciales cometidas durante la
secuela del procedimiento o se trate de sentencias en materia civil o penal. contra las que no proceda
recurso de apelación, cualesquiera que sean las violaciones alegadas.
994 EL JUlOO DE AMPARO
Siempre que al interponerse amparo contra sentencias definitivas en materia civil o penal o lau-
dos en materia del trabajo, Se aleguen violaciones substanciales cometidas durante la secuela del
procedimiento y violaciones cometidas en la sentencia o laudo respectivos, se reclamarán conjunta-
mente, presentándose la demanda ante el Tribunal Colegiado de Circuito que corresponda, el cual
s610 decidirá sobre las violaciones substanciales durante el procedimiento, y si. la sentencia fuere
desfavorable al agraviado, remitirá el expediente a la Suprema Corte de Justicia, para que resuelva
sobre las violaciones cometidas en sentencias o laudos.
Para la interposición o tramitación del amparo ante los Tribunales Colegiados de Circuito, se
observará lo dispuesto en la fracción precedente. Cumplido ese trámite, se pronunciará sentencia
conforme al. procedimiento que disponga la ley.
VII. El amparo contra actos en juicio, fuera de juicio o después de concluido o que afecten
a personas extrañas al juicio, contra leyes y contra actos de autoridad administrativa, se interpondrá
ante el Juez de Distrito bajo cuya jurisdicción se encuentre el lugar en que el acto reclamado se
ejecute o trate de ejecutarse, y su tramitación s~ limitará al informe de la autoridad, a una audien-
cia para la que se citará en el mismo auto en que se mande pedir el informe y se recibirán las
pruebas que las partes interesadas ofrezcan y oirán los alegatos, pronunciándose en la misma audiea-
cia la. sentencia.
VIII. Contra las sentencias que pronuncien en amparo los Jueces de Distrito, procede revisión.
De ella conocerá la Suprema Corte de Justicia en los siguientes casos:
a) Cuando se impugne una ley por su inconstitucionalldad o se trate de los casos comprendi-
dos en las fracciones II y III del artículo 103.
b) Cuando se reclame, en materia penal, solamente la violación del artículo 22 de esta Cons-
titución. .
En los demás casos conocerán de la revisión los Tribunales Colegiados de Circuito y sus sen-
tencias no admitirán recurso alguno. .
IX. Las resoluciones que en materia de amparo directo pronuncien los Tribunales Colegiados
de Circuito, no admiten recurso alguno, a menos que decidan sobre la inconstitucionalided de una ley
o establezcan la interpretación directa de un precepto de la Constitución, caso en que serán recu-
rribles ante la Suprema Corte de Justicia, limitándose la materia del recurso exclusivamente a la
decisión de las cuestiones propiamente constitucionales.
La resolución del Tribunal Colegiado de Circuito no será recurrible, cuando se funde en la
jurisprudencia que haya establecido la Suprema Corte de Justicia sobre la constitucionalidad de
una ley o la interpretación directa de un precepto de la Constitución.
X. Los actos reclamados podrán ser objeto de suspensión en los casos mediante las condicio-
nes y garantías que determine la ley, para lo cual se tomarán en cuenta la naturaleza de la violación
alegada, la dificultad de reparación de los daños y perjuicios que pueda sufrir el agraviado con su
ejecución, los que la suspensión origine a terceros perjudicados y el interés público.
Dicha suspensión deberá otorgarse respecto de las sentencias definitivas en materia penal, al co-
municarse la interposición del amparo, y en materia civil, mediante fianza que dé el quejoso, para
responder de los daños y perjuicios que tal suspensión ocasionare, la cual quedará sin efecto, si.Ja
otra da contrafianza para asegurar la reposición de las cosas al estado que guardaban, si se conce-
diese el amparo y a pagar los dños y perjuicios consiguientes.
XI. L suspensión se pedirá ante la autoridad respectiva, cuando se trate de amparos directos
ante la Suprema 'Corte de justicia o los Tribunales Colegiados de Circuito, en cuyo caso el agraviado
le comunicará, a la propia autoridad responsable, dentro del término que fije la ley y bajo protesta
de decir verdad, la interposición del amparo, acompañando dos copias de la demanda, una para el
expediente y otra que se entregará a la parte contraria. En los demás casos, conocerán y resolverán
sobre la suspensión los Juzgados de Distrito.
XII. La violación de las garantías de los artículos 16, en materia penal, 19 y 20 se reclamará
ante el superior del Tribunal que la cometa, o ante el juez de Distrito que corresponda, pudiéndose
recurrir, en uno y otro caso, las resoluciones que se pronuncien en los términos prescritos por la
fracción VD.
Si el juez de Distrito no residiere en el mismo lugar en que reside la autoridad responsable, la
ley determinará el juez ante el que se ha de presentar el escrito de amparo, el que podrá suspender
provisionalmente el acto reclamado, en los casos y términos que la misma ley establezca.
APÉNDICES 995
XlII. La ley determinará los términos y casos en que sea obligatoria la jurisprudencia de los
Tribunales del Poder Judicial de la Federación, así como los requisitos para su modificación.
Si los Tribunales Colegiados de Circuito sustentan tesis contradictorias en los juicios de amparo
materia de su competencia, los Ministros de la Suprema Corte de Justicia, el Procurador General
de la República o aquellos Tribunales, podrán denunciar la contradicción ante la Sala que corres-
pende, a fin de que decida cuál es la tesis que debe prevalecer.
Cuando las Salas de la Suprema Corte de Justicia sustenten tesis contradictorias en los juicios
de amparo materia de su competencia, cualquiera de esas Salas o el Procurador General de la Repú-
blica, podrán denunciar la contradicción ante la misma Suprema Corte de Justicia quien decidirá,
funcionando en Pleno, qué tesis debe observarse. Tanto en este caso como en el previsto en el
párrafo anterior, la resolución que se dicte será sólo para el efecto de la fijación de la jurispruden-
cia y no afectará las situaciones jurídicas concretas derivadas de las sentencias contradictorias en el
juicio en que fueron pronunciadas.
XIV. Cuando el acto reclamado proceda de autoridades civiles o administrativas y siempre que
no esté reclamada la constitucionalidad de una ley, se sobreseerá por inactividad de la parte agra-
viada en los casos y términos que señala la Ley Reglamentaria de este articulo.
XV. El Procurador General de la República o el Agente del Ministerio Público Federal que
al efecto designare, será parte en todos los juicios de amparo; pero podrán abstenerse de intervenir
en dichos juicios, cuando el caso de que se trate carezca, a su juicio, de interés público.
XVI. Si concedido el amparo la autoridad responsable insistiere en la repetición del acto recla-
mado o tratare de eludir la sentencia de la autoridad federal. será inmediatamente separada de su
cargo y consignada ante el juez de Distrito que corresponda."
XVII. La autoridad responsable será consignada a la autoridad correspondiente, cuando no
suspenda el acto reclamado debiendo hacerlo. y cuando admita fianza que resulte ilusoria o insufi-
ciente, siendo en estos dos últimos casos, solidaria la responsabilidad civil de la autoridad con el
que ofreciere la fianza y el que la prestare.
XVTII. Los alcaides y carceleros que no reciban copia autorizada del auto de formal prisión
de un detenido, dentro de las setenta y dos boms que señala el articulo 19, contadas desde que
aquél esté a disposición de su juez, deberán llamar la atención de éste sobre dicho particular, en
el acto mismo de concluir el término y si no reciben la constancia mencionada, dentro de las tres
horas siguientes, lo pondrán en libertad.
Los infractores del artículo citado y de esta disposición serán consignados inmediatamente a la
autoridad competente. '
También será consignado a la autoridad o agente de ella, el que, realizada una aprehensión, no
pusiese al detenido a disposición de su juez, dentro de las veinticuatro horas sigunientes.
Si la detención se verificare fuera del lugar en que reside el juez, al término mencionado se agre-
gará el suficiente para recorrer la distancia que hubiere entre dicho lugar y el en que se efectuó
la detención.
CAPITULO IV
DEL PODER JUDICIAL
ARTÍCULO 94. Se deposita el ejercicio del Poder judicial de la Federación en una Suprema
Corte de Justicia, en Tribunales de Circuito, Colegiados en materia de amparo y Unitarios en materia
de apelación y en juzgados de Distrito. La Suprema Corte dc Justicia se compondrá de veintiún
Ministros numerarios y de cinco supernumerarios, y funcionará en Tribunal Pleno o en Salas. Las
audiencias del Tribunal Pleno o de las Sales serán públicas, excepción hecha de los casos en que la
moral o el interés público exijan que sean secretas. Los períodos de sesiones de la Suprema Corte,
funcionamiento del Pleno y de las Salas, las atribuciones de los Ministros Supernumerarios y el
número y competencia de los Tribunales de Circuito y de los Jucces de Distrito se regirán por esta
Constitución y lo que dispongan las leyes. El pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
·podrá acordar que Jos Ministros Supernumerarior se constiluyan en Sala Auxiliar durante los pe-
996 EL JUlOO DE AMPARO
/
riodos que el propio Pleno determine, para el despacho de los negocios que le encomiende. Los
Minislros Supernumerarios sólo ¡nlegrarán el Pleno cuando JU1JiJuyan a los MiniSJros Numuarios o
si hubiesen de parJiúpar en coniliao ¡I/ri/prudencial de la Sitia Auxiliar con otras Salas. La re-
muneración que perciban por sus servicios los Ministros de la Suprema Corte, los Magistrados de
Circuito y Jos Jueces de Distrito, no podrá ser disminuida durante su encargo.
los Ministros de la Suprema Corte de Justicia podrán ser privados de sus puestos cuando ob-
serven mala conducta., de acuerdo con la parte final del artículo 111, previo el juicio de responsabi-
lidades correspondientes.
ARTÍCULO 97. ; .
La Suprema Corte de Justicia deJignará a uno de sus miembros como Presidente por el término
de dos (lijOI, pudiendo ser reelecto.
VIII. Contra las sentencias que pronuncien en amparo "Ios Jueces de Distrito procede revi-
si6n. De ella conocerá la Suprema Corte de Justicia. en los siguientes casos:
4) Cuando se impugne una ley por su inccnstitucionalidad o se trate de los casos compren-
didos en las fracciones II y 111 del artículo 103.
b) Cuando la autoridad responsable en amparo administrativo sea federal, salvo que la recla-
mMión provenga de actos 4erivados de las autoridades locales inJtituidaJ conforme a la fracción W,
base 1- y 2- del artículo T;.
c) Cuando se reclame, en materia penal solamente la violación del artículo 22 de esta Ccns-
titución.
APÉNDICES 997
En los demás casos conocerán de la revisión los Tribunales C.olegiados de Circuito y sus senten-
cias no admitirán recurso alguno.
XN. Cuando el acto reclamado proceda de autoridades civiles, o administrativas Y. siempre que
no esté reclamada la constitucionalidad de una ley, le decreta,,; el sobreseimiento del amparo o la
caducidad de la ¡nl/anda, por inMlividad de lar parleJ, en los casos y términos que señale la Ley
Reglamentaria de este artículo.
Transitorios
ARTiCULO UNICO. Se reforman los artículos 94. 95, fracciones 1I, JII, IV y se hace la adición
de un párrafo final; se reforman también los artículos 96, 97 en sus párrafos tercero y quinto; 98,
101, 104, fracción 1; 105 Y 207 en sus fracciones 1I, en su tercer párrafo; III, V, Xl y XIII segundo
párrafo, y se suprimen la fracción VI y el inciso b] de la fracción VIII del mismo precepto, todos
ellos de la Constitución General de la República, que deberán quedar redactados en la siguiente
forma:
ARTÍCULO 94. Se deposita el ejercido del Poder Judicial de la Federación en una Suprema
Corte de Justicia, en Tribunales de Circuito, Colegiados en materia de amparo y Unitarios en mate-
ria de apelación, y en Juzgados de Distrito. La Suprema Corte de JusJicia de la Nación se compon-
drá de once ministros y funcionará siempre en Tribunal Pleno. Las audiencias del Tribunal Pleno
serán ptíbliras, excepción hecha de los casos en que la moral o el interés' público exijan que sean
secretas. Los períodos. de sesiones de la Suprema Corte de Justicia, sus atribuciones y competencia,
10 mismo que las de los Tribunales de Circuito y Jueces de Distrito se regirán por esta Constitución
y Jo que dispongan las leyes. La remuneración que perciban por sus servicios los Ministros de la
Suprema Corte, los Magistrados de Circuito y los Jueces de Distrito, no podrá ser disminuida du-
rante su encargo.
ARTicULO 9'. Para ser electo Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se neo
cesita: ............. . ... ................... . .
IJ. No tener más de cincuenta años de edad, ni menos de treinta y cinco, el día de su nom-
bramienJo;
IJI. Poseer el día de su nombramiento, con antigüedad mínima de diez años, JÍJJllo profesio-
nal de abogado, expedido por la. Autoridad o Corporación legalmente facultada para ello;
IV. Gozar de buena reputación y no haber sido condenado por delito inJencionaJ que amerite
pena corporal de más de un año de prisión; pero si se tratare de robo, fraude, falsificación, abuso
de confianza u otro que lastime seriamente la buena fama en el concepto público, inhabilitará para. el
cargo, cualquiera que haya sido la pena; y
v .
998 EL jUIOO DE AMPARO
El nombramiento do Jos miniJtM,r debe"'; baccrse por turno entre juncionaríos de la Judicdtura
Federal y abogado! en ejercicio o con experiencia profesional en otros cargos distintos de Jos iudi-
cieles, procurando además que /a Suprema Corte de [asticia se integre ('011 pro!eúunistas de las
dissinsas regiones del paír.
ARTfcuLO 96. Los nombramientos de los Ministros de la Suprema Corte serán hechos por el
Presidente de la República y sometidos a la aprobación de la Cámara de Senadores, la que otorgará o
negará esa aprobación dentro del improrrogable término de treinta días. Si la Cámara .no resolviere
dentro de dicho término se tendrán por aprobados los nombramientos. Sin la aprobación del Senado
no podrán tomar posesión los Magistrados de la Suprema Corte nombrados por el Presidente de la
República. En el caso de que la Cámara de Senadores no apruebe dos nombramientos sucesivos res-
pecto de la misma vacante, el Presidente de la República hará un tercer nombramiento que surtirá sus
efectos desde luego, como 'provisional y que será sometido a la aprobación de dicha Cámara en el
siguiente período ordinario de sesiones. En este período de sesiones, dentro de los primeros diez días,
el Senado deberá aprobar o reprobar el nombramiento, y si 10 aprueba, o nada resuelve, el ministro
nombrado provisionalmente continuará en sus funciones can el carácter de definitivo. Si el Senado
desecha el nombramiento cesará desde luego en sus funciones el ministro provisional, y el Presidente
de la República someterá nueva nombramiento a la aprobación del Senado en los términos señalados.
ARTICULO 97. .. . . .. .. . .. . . . .
Podrá también lQ Suprema Corte de Justicia de la Nación aumentar el número de Tribunales de
Circuito y Juzgados de Distrito, a fin de obtener que la administración de Justicia sea. pronta y ex-
pedita; y nombrará a alguno o algunos de sus miembros o algún J4ez de Distrito o Magistrado de
Circuito o designará uno o varios comisionados especiales cuando así 10 juzgue conveniente, o lo
pidiere el Ejecutivo Federal, o alguna de las Cámaras de la Unión, o el Gobernador de algún Esta-
do, únicamente para que averigüe la conducta de algún juez o Magistrado federal o algún hecho o
hechos que constituyan la violaci6n de alguna garantía individual o la violación del voto público,
o algún otro delito castigado por la Ley Federal.
ARTiCULO 98. Las fa/tas temporales de un Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, que no exceden de un mes, no se suplirán, si aquel/a tuviere quorum para sus sesiones;
pero si no lo fuviere, o si la falta excediere de un mes, el Presidente de la República someterá el
nombramiento de. un ministro provisional a la aprobación del Senado, o en Sil receso, a la de la
Comisión Permanimle, observándose, en Sil caso, lo dispuesto en la parle [inal del artículo 96.
Si fallare un ministro por defunci6'I, renuncia o incapacidad! o cualquiera Otra causa de sepa-
ración definiliva, el Presiden/e de la República someterá un nuevo nombramiento a la aprohadón
del Senado. Si el Senado no estuviere en funciones, la Comisión Permanente dará su aprobación,
mientras se reúne aquél y da la aprobaci6n definitiva.
ARTiCULO 101. Los Ministros de la Suprema Corte de Justicia, los Magistrados de Circuito,
los Jueces de Distrito y los respectivos Secretarios, no podrán, en ningún caso, aceptar y desempeñar
empleo o encargo de la Federación. de los Estados o de los j-articulares, 11i aun gozando de licencia,
salvo los cargos honoríficos en asociaciones científicas, literarias o de beneficencia, o actividades do-
centes gratuitas. La infracción de esta disposición será castigada con la pérdida del cargo.
ARTÍCULO 104. Corresponde a los Tribunales de la Federación conocer:
L..................................... . .
En los juicios en que la Federación esté interesada, las leyes podrán establecer recursos ante los
Tribunales Colegiados de Circuito, contra las sentencias de segunda instancia o contra las de Tri-
bunales Administrativos creados por Ley Federal, siempre que dichos Tribunales están dotados, de
plena autonomía para dictar sus fallos. Lo! particulares podrán promover Amparo Directo ante los
Tribunales Colegiados de Circuito, contra las sentencias dictadas en los Juicios que se tramiten
ante Tribunales Administrativos o Judiciales.
ARTÍCULO 105. Corresponde s610 a la Suprema Corte de Justicia de la Nación conocer de las
controversias que se susciten entre dos o más Estados, entre los Poderes de un -mismo Estado sobre
la inconstitucionalidad de sus actos y de los conflictos entre la Federación y uno o más Estados, así
como de aquel/as en que, siendo parte la Federación, se afecten, a iuicio de la misma Suprema Corte
de Justicia, intereses primordiales de la 1'jaei6n; conoceré también de los incidentes de ineiececión de
las sentencias de amparo, para los efectos de la fracción XVI del articulo 107.
ARTÍCULO 107. ., , , , , ,
APÉNDICES 999
rr .
Podrá también suplirse la deficiencia de la queja en materia penal, de la parte obrera en 'mate-
ria de trabajo y de la parte campesina en materia agraria, cuando se encuentre que ha habido, en
contra del agraviado, una violación manifiesta de la ley que 10 ha dejado sin defensa; y en materia
penal, además, cuando se le haya juzgado por una ley que no es exactamente aplicable al caso;
111. En materia judicial, civil, penal, de trabajo o administraioa, el amparo s610 procederá
IV. . .
V. El amparo contra sentencias dejinitivas o laudos, dictados por Tribunales Judiciales o Ad-
ministraívos, por violaciones cometidas en ellos o las substanciales cometidas durante la secuela del
procedimiento, se interpondrá directamente ante el Tribunal Colegiado de Circuito ba;o (uya [uris-
dicción esté el domicilio de la autoridad que pronuncie la sentencia o laudo, el cual pronuncia sen-
tencia sin más trámite que el escrito en que se intente el juicio, la copia certificada de las constancias
que el agraviado señale. en defecto de los autos originales, la que se adicionará con las que indicare
el tercero perjudicado, el escrito de éste, el que produzca, en su caso, el Procurador General de la
República o el Agente que al efecto designare y de .la autoridad responsable.
VI. Se suprime.
~ .
VII .
b) Se suprime.
~...... .
XI. La suspensión se pedirá ante la autoridad responsable, cuando se trate de amparos directos
ante 10f Tribuna/es Colegiados de Circuito, en cuyo caso el agraviado le comunicará. a la propia
autoridad responsable. dentro del término que fije la Ley y bajo protesta dc decir verdad, la inter-
posición del amparo. acompañando dos copias de la demanda, una para el expediente y otra que se
entregará a la parte contraria. En los demás casos. conocerán y resolverán sobre la suspensión los
Juzgados de Distrito.
XII .
XIII. . .
Si los Tribunales Colegiados de Circuito sustentan tesis contradictorias en los juicios de ampa-
ro de su competencia, los Ministros de la Suprema Corte de Justicia, el Procurador General de la
República o aquellos Tribunales podrán denunciar la contradicción ante la Suprema Corte de Justicia,
a fin de que ésla decida cuál es la tesis que debe prevalecer. La resolución que dicte la Suprema
Corte de Justida será s6lo para el efecto de la fijación de la Jurisprudencia y no afectará las situa-
ciones jurídicas concretas y derivadas de las sentencias contradictorias en el juicio en que fueron
pronunciadas.
Transitorios
ARTícULO 10 Estas reformas entrarán en vigor 90 días después de su publicación en el Diario
Oficial de la Federación. Sin embargo, dentro de esos 90 días deberá procederse al nombramiento
de los nuevos Magistrados de los Tribunales Colegiados de Circuito que sea necesario crear, cuyo nú-
mero se aumentará en la cabecera de los Circuitos que señala la ley Orgánica del Poder Judicial
de la Federación vigente. Estas designaciones se harán por el pleno de la Suprema Corte de Jus-
ticia de la Nación como esté integrada al publicarse estas reformas.
ARTiCULO 20 Los negocios pendientes en la Suprema Corte de Justicia al entrar en vigor las
presentes reformas constitucionales, y que conforme a ellas deban ser de la competencia de los Tri-
bunalcs Colegiados de Circuito, pasarán al conocimiento de estos últimos, según corresponda.
ARTÍCULO 3° Los Ministros en funciones que según la Ley de Retiro tengan derecho a la jubi-
lación, quedarán separados de sus cargos al comenzar a regir estas reformas. pero gozarán desde
luego de las pensiones que les correspondan conforme a las disposiciones de dicha Ley de Retiro.
Si al entrar a regir estas reformas constitucionales. y a pesar de quedar separados de sus cargos
los Ministros con derecho a jubilación, el número de éstos excediere de once. la Suprema Corte de
Justicia funcionará temporalmente con todos los Ministros que estén en funciones; pero no serán
cubiertas las vacantes definitivas que posteriormente ocurran, hasta que s610 queden once Ministros.
1000 EL JUlDO DE AMPARO
ARTicuLO 4° Queda facultada la Suprema Corte de Justicia de la Nación para dietar todas
las otras medidas transitorias que sean necesarias para la efectividad e inmediato cumplimiento de las
presentes reformas.
Anrícuro 59 Se derogan todas las disposiciones que se opongan al cumplimiento de estas
mismas reformas.
la Suprema Corte conocerá de amparos contra sentencias dictadas en controversias sobre acciones del
estado civil o que afecten al orden y a la estabilidad de la familia.
d) En materia laboral, cuando se reclamen laudos dietados por Juntas Centrales de Concilia-
ción y Arbitraje de las Entidades Federativas, en conflictos de carácter colectivo; por autoridades
federales de Conciliación y Arbitraje en cualquier conflicto, o por el Tribunal Federal de Concilia-
ción y Arbitraje de los Trabajadores al Servicio del Estado.
VI. Fuera de los casos previstos en la fracción anterior, el amparo contra sentencias definitivas
O Jaudos, sea que la violación se cometa durante el procedimiento o en la sentencia misma, se promo-
verá directamente ante el Tribunal Colegiado de Circuito dentro de cuya jurisdicción resida la auto-
ridad que pronuncie la sentencia o el laudo.
En los casos a que se refieren esta fracción y la anterior, la Ley Reglamentaria del Juicio de
~paro señalará el trámite y los términos a que deberán someterse tanto la Suprema Corte de Justi-
cia como los Tribunales Colegiados de Circuito para dietar sus respectivas resoluciones;
VII. El amparo contra actos en juicio, fuera de juicio o después de concluido, o que aje(lell
a personas extraña! al juicio, contra leyes o contra actos de autoridad administrativa. se interpondrá
ante el Juez de Distrito bajo cuya jurisdicción se encuentre el lugar en que el acto reclamado se
ejecute o trate de ejecutarse. y su tramitación se limitará al informe de la autoridad. a una audiencia
para Ja que se citará en el mismo auto en el que se mande pedir el informe y se recibirán las prue-
bas que las partes interesadas ofrezcan y oirán los alegatos, pronunciéndose en la misma audiencia
la sentencia;
VII. Contra las sentencias que pronuncien en amparo los Jueces de Distrito, procede reoisión.
De ella conocerá la Suprema Corte de [taticia:
a) Cuando se impugne una ley por estimarla inconstitucional.
b) Cuando se trate de los casos comprendidos en las fracciones II y III del artículo 103 de
esta Constitución.
c) Cuando se reclamen del Presidente de la República, por estimarlos inconstitucionales, re-
glamentos en materia federal expedidos de acuerdo con el artículo 89, fracción 1, de esta Cons-
titución.
d) Cuando, en materia agraria, se reclamen actos de cualquiera autoridad que afecten a nú-
cleos ejidales o comunales en sus derechos colectivos o a la pequeña propiedad.
e) Cuando la autoridad responsable, en amparo administrativo sea federal, con las limitaciones
que en materia de competencia establezca la ley, y
[) Cuando, en materia penal, se reclame solamente la violación del artículo 22 de esta
Constitución .
• En los casos no previstos en los incisos anteriores, así como en los amparos promovidos contra
actos de la! autoridades administrativas constituidos conforme a la fracción VI, bases primera y
segunda del artículo 73 de esta Constitución, conocerán de la revisión los Tribmudes Colegiados de
Circuito y sus sentencias no admitirán recurso alguno,'
IX. Las resoluciones que en materia de amparo directo pronuncien los Tribunales Colegiados
de Circuito no admiten recurso alguno, a menos que decidan sobre la Inconstitucionalidad de una
ley o establezcan la interpretación directa de un precepto de la Constitución, caso en que serán re-
cerribles ante la Suprema Corte de Justicia, ·limitándose la materia del recurso exclusivamente a la
decisión de las cuestiones propiamente constitucionales.
La resolución del Tribunal Colegiado de Circuito no será recurrible cuando' se funde en la ju-
risprudencia que haya establecido la Suprema Corte de Justicia sobre la constitucionalidad de una
ley o la Interpretación directa de un precepto de la Constitución;
X. Los actos reclamados podrán ser objeto de suspensión en los casos y mediante las condicio-
nes y garantías que determine la ley, para lo cual se tomará en cuenta la naturaleza de la violación
alegada. la dificultad de reparación de los daños y perjuicios que pueda sufrir el agraciado con su
ejecución. los que la suspensión origine a terceros perjudicados y el interés público.
Dicha suspensión deberá otorgarse respecto de las sentencias definitivas en materia penal al
comunicarse la interposición del ampare, y en materia civil, mediante fianza que dé el quejoso para
responder de los daños y perjuicios que tal suspensión ocasionare, la cual quedará sin efecto si la
otra parte da contrafianza para asegurar la reposición de las cosas al estado que guardaban si
se concediese el amparo, y a pagar los daños y perjuicios consiguientes;
1002 EL JUICIO DE AMPARO
XI. La suspensión se pedirá ante la autoridad responsable cuando se trate de amparos directos
ante la Suprema Corte de Justicia o los Tribunales Colegiados de Circuito, en cuyo caso el agraviado
le comunicará a la propia autoridad responsable, dentro del término que fije la ley y bajo protesta
de decir verdad, la interposición del amparo, acompañando dos copias de la demanda, una para el
expediente y otra que se entregará a la parte contraria. En los demás casos, conocerán y resolverán
sobre la suspensión los Juzgados de Distrito;
XII. "La violación de las garantías de los artículo 16, en materia penal, 19 y 20 se reclamará
ante el superior del tribunal que la cometa, o ante el Juez de Distrito que corresponda, pudiéndose
recurrir, en uno y otro caso, las resoluciones que se pronuncien, en los términos prescritos por la
fracción VIII.
Si el Juez de Distrito no residiere en el mismo lugar que reside la autoridad responsable, la ley
determinará el juez ante el que se ha de presentar el escrito de amparo, el que podrá suspendér
provisionalmente el acto reclamado, en los casos y términos que la misma ley establezca;
XIII. Cuando los Tribunales Colegiados de Circuito sustenten tesis contradictorias en los jui-
cios de amparo de su competencia, los ministros de la Suprema Corte de Justicia, el Procurador
General de la República, los mencionados tribunales o las partes que intervinieron en los juicios en
que dichas tesis fueron sustentadas, podrán denunciar la contradicción ante la Sala que corresponda,
a fin de que decida cuál tesis debe prevalecer.
Cuando las Salas de la Suprema Corte de Justicia sustenten tesis contradictorias en los juicios de
amparo materia de Su competencia, cualquiera de esas Salas, el Procurador General de la República
. o las parles que intervinieron en los juicios en que tales tesis hubieran sido sustentadas, podrán
denunciar la contradicción ante la Suprema Corte de Justicia, que funcionando en pleno decidirá
cuál tesis debe prevalecer.
La resolución que pronuncien las Salas o el Pleno de la Suprema Corte en los casos a que se
refieren los dos párrafos anteriores, sólo tendrán el efecto de fijar la jurisprudencia y no afectará las
situaciones jurídicas concretas derivadas de las sentencias dictadas en los juicios en que hubiere
ocurrido la contradicción, y
XIV. Salvo lo dispuesto en el párrafo final de la fracción JI de este artículo y siempre que
no esté reclamada la lnconstitucionalidad de una ley, se decretará el sobreseimiento del amparo o la
~ad1Jeidad de la instancia por jna~tividad del qeetoso o del recurrente, respectivamente, cuando el
acto reclamado sea de! orden civil o administrativo, en los casos y términos que señale la ley regla-
mentaria. La caducidad de la instancia dejará firme la sentencia recurrida.
Transitorios
ARTÍCULO 1° Estas reformas entrarán en vigor el mismo día que entr~n en vigor las reformas
a la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación y a la Ley Reglameesarla de los artículos 103
y 107 de la Constitución Federal, que habrán de expedirse como conll:cuencia de estas mismas
reformas.
ARTicULO 2° Los ministros supernumerarios se constituirán en Sala Auxiliar para resolver los
amparos contra leyes, que integren el rezago. La Sala Auxiliar dictará sentencia con sujeción a la
jurisprudencia del Pleno y estudiará también, cuando procede, los conceptos de violación que se te-
fíeran a cuestiones de legalidad. Estos asuntos se le turnarán desde luego si sobre su materia existe
jurisprudencia, y los demás del rezago, a medida -que la jurisprudencia del Pleno se vaya definiendo.
Asimismo, resolverá sobre los asuntos que la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación le
encomiende para desahogar el rezago que exista en las Salas de la Suprema Corte de Justicia. Cuan-
do la Sala Auxiliar hubiere de participar en la resolución de conflictos jurisprudenciales con cual-
quiera de las otras Salas, los ministros supernumerarios que la integren formarán parte del Pleno.
Entre tanto funcione la Sala Auxiliar, los ministros que la integren no desempeñarán las atribu-
ciones que como supernumerarios les asigna la ley.
ARTÍCULO 39 Los amparos contra sentencias definitivas dictadas por el Tribunal Fiscal de la
Federación, pendientes de resolución ante los Juzgados de Distrito, que en términos de estas refor-
mas deben ser directos, se remitirán a los Tribunales Colegiados de Circuito y en su caso a la
Suprema Corte de Justicia.
ARTIcULO 4° Los amparos directos o en revisión que en la actualidad radican en la Suprema
Corte de Justicia y que, conforme n la ley, pasan a ser de la competencia de los Tribunales Cele-
APÉNDICES 1003
giedos de Circuito, se enviarán desde luego, para su resolución, al que corresponda. Si existen dos
o más tribunales en un mismo circuito, se les distribuirán proporcionalmente,
ARTícULO 59 En los juicios de amparo a que se refiere la fracción V del artículo 107 y que,
de acuerdo con las presentes reformas, deben ser turnados a la Suprema Corte de Justicia, ésta cono-
cerá tanto de las violaciones procesales como del fondo del negocio.
ARTÍCULO 69 En los: casos en que, en los Juzgados de Distrito, se hubiera pronunciado el
fallo de primera instancia y contra él se hubiera interpuesto en tiempo el recurso de revisión,
la sentencia será revisable por el tribunal que tendría competencia para conocer del amparo directo,
según las presentes reformas.
ARTícULO r En los asuntos en trámite ante los Juzgados de Distrito, los Tribunales Colegia.
dos de Circuito y la Suprema Corte de Justicia, en los que no se hubiera pronunciado resolución
definitiva al entrar en vigor las presentes reformas, para decretar el sobreseimiento del amparo o la
caducidad de la instancia, se requiere que transcurra un término de trescientos días, incluyendo los
inhábiles, sin que el quejoso o el recurrente, en su caso, haya hecho promoción o se haya registrado
acto procesal alguno en los asuntos. Dicho término se contará a partir del día siguiente en que entren
en vigor estas reformas.
ARTíCULO 8' Se faculta a' la Suprema Corte de Justicia de la Nación para dictar las medidas
necesarias para la efectividad e inmediato cumplimiento de las presentes reformas.ioer
El referido dictamen pretende desentrañar el sentido de las diferentes ejecutorias que analiza
y que integran la tesis junsprudenclal 6n publicada en el Apéndice al Tomo XCVII, que corres-
ponde a las tesis 611 y 181 del Apéndice al Tomo CXVIII y a la Compilación 1917-1965, Ma-
teria Penal. Fue aprobado por unanimidad de votos en la. sesión plenaria efectuada por la Suprema
Corte en la fecha indicada, habiéndose proyectado por los ministros Rodolfo Chévea, José Rivera
Pérea Campos, José Castro Estrada, Alfonso Guzmán Neira y Mariano Azuela.
Insertaremos a continuación parcialmente dicho dictamen, en el sentido de no reproducir las
referencias que hace a las ejecutorias que forman la aludida tesis jurisprudencial, transcribiendo
las consideraciones mediante las cuales la Suprema Corte trató de delimitar el alcance de la
propia tesis.
"Esta jurisprudencia, dice dicho alto tribunal, parte del principio de que la suspensión siempre
procede cuando el acto reclamado se hace consistir en cualquiera restricción de la libertad personal;
pero invariablemente se sostiene en todas las ejecutorias que solamente es para un efecto bien
determinado: que el quejoso quede en su persona a disposición del Juez de Distrito, y a la del
Juez del proceso para no entorpecer la secuela.
"A continuación las ejecutorias expresan que el Jllez de Distrito tiene la facultad de. dictar
las medidas de aseguramiento que a su más absoluto arbitrio estime pertinentes, inclusive man-
tener o internar en prisión al quejoso.
"En estas ejecutorias se destaca que la finalidad de la suspensión consiste esencialmente en
proteger la integridad física del quejoso.
"En la ejecutoria Sánchcz, Elena, aún se afirma que la suspensión no impide que el quejoso
pueda ser aprehendido, precisamente porque su único efecto es que quede a disposición del Juez
de Distrito, quien dictará al efecto las medidas de seguridad que estime pertinentes."
En resumen, pues, la jurisprudencia en vigor sólo da un único efecto a la suspensión del acto
reclamado: Que el quejoso quede a disposición del Juez de Distrito por lo que toca a su persona
y a disposición del Juez del proceso por lo que toca a la continuación de la secuela.
De aquí resulta que las medidas de seguridad sólo tienen el fin de que eficazmente garan-
ticen al propio Juez de Distrito la disponibilidad de la persona del quejoso en sus manos. por ello
es que bajo su rnés-cestricta responsabilidad, pero también con el más irrestrieto arbitrio, puede
dictar las medidas de aseguramiento que estime pertinentes.
Esto significa que la subsistencia de la suspensión está condicionada a que las medidas de
aseguramiento queden satisfechas y sigan satisfaciéndose mientras el quejoso desee continuar disfru-
tándola; por 10 que, de no llenarse tal condición, será legal que, sin revocarse la suspensión sim-
plemente se declare que dejó de surtir sus efectos.
Pero hay más. Diciendo esta jurisprudencia que la suspensión procede sólo para el determinado
efecto ya señalado, debe entenderse, a contrario senss, que no procede para efecto distinto. Y aquí
está la clave de su desvirtuada aplicación que se explica en párrafos posteriores: que mirando a sus
resultados plenamente satisfactorios para el quejoso, pero no profundizando en los efectos jurídicos
que le son propios, muchos argumenten que puesto que siempre debe ser concedida, su único
efecto que la haga verdaderamente útil es la libertad misma del agraviado, obteniéndola mediante
caución fijada sea como medida de aseguramiento. sea como medida precautoria que en sustitu-
ción del Juez del proceso ha de señalar el Juez de Distrito.
Puede advertirse que en esta argurnentacién se olvida, por una parte, que el efecto útil que
precis6 la jurisprudencia vigente, fue salvaguardar la integridad física del agraviado. y por otra,
que si el Juez de Distrito funge para impedir la violación de garantías individuales, ha de hacerlo
sin transgredir el cumplimiento armónico de otros mandatos de la Constitución.
Se ha dicho que el único efecto de la suspensión es que el quejoso quede en su persona a
disposición del Juez de Distrito; pero sin entorpecer que lo esté a la del Juez del proceso, a fin
de que éste pueda continuar normalmente. y que es para garantizar aquella disponibilidad para lo
que Se dictan las medidas de aseguramiento. Así lo disponen tanto el segundo párrafo del artlcu-
lo 130 (referente a la suspensión provisional), cuando el 136 de la Ley de Amparo (referente a la
definitiva). No obstante, conviene formular determinadas aclaraciones.
El primer párrafo del artículo 130 previene que cuando haya peligro inminente de que se
ejecute el acto reclamado con notorios perjuicios para el quejoso. con la sola presentación
de la demanda el Juez de Distrito PODRÁ ordenar que las COsas se mantengan en el estado que
guarden; pero que deberá tomar las medidas que fueren procedentes para el aseguramiento del
quejoso, si se tratare de la garantía de la libertad personal. En cambio, el segundo párrafo del artícu-
lo 130 precisa que la suspensión surte los efectos de que el quejoso quede a disposición de la
autoridad que la concede. Este es, pues, su efecto. Sin embargo, como el Juez puede ordenar que
las COsas se mantengan en su estado, tal orden únicamente puede entenderse como una garantía.
de la disponibilidad que se reserva sobre la persona del quejoso.
Por otra parte. cuando del contexto de una demanda de amparo que solicita la suspensión
contra orden judicial de aprehensión no puede deducirse el promedio de la pena que correspon-
dería al quejoso, si al conceder la suspensión provisional el Juez de Distrito ordena que se le
mantenga en libertad o si le otorga la caucional, según sea el caso. deberá advertir en el mismo
auto que tanto el estado de libertad cuanto las medidas de seguridad que dictare para garantizar su
disponibilidad sobre el quejoso, quedan cond.icionadas a los datos que arroje el informe que rindan
las autoridades responsables. Si de tal informe se desprende que es mayor de cinco años la pena-
lidad media del delito imputado, entonces se deberá revocar la caucional, si se hubiera concedido
(artículo 412. fracción V) del Código Federal de Procedimientos Penales) Y, en su caso restringir
de modo inmediato la libertad que goce el presunto responsable, recluyéndosele en lugar adecuado
para que efectivamente esté a disposición del Juez Federal para los fines de proteger su integridad
personal, así como a disposición del Juez del proceso para la continuación normal de éste; debién-
dose cambiar automáticamente las medidas de seguridad que se hubieran dictado por aquellas que
resulten pertinentes, dada la modificación al estado de libertad del quejoso.
Este es el criterio de la jurisprudencia en vigor. puesto que se integra con ejecutoria que
faculta la aprehensión del presunto responsable (Lemoine de Blanco. Virginia; Tomo LXX. pági-
na 2864); otra que niega que sea Forzoso otorgar la libertad caucional (Segura, Adolfo; Tomo LXX.
página 4892), y otras que facultan al Juez de Distrito para internar en prisión o no excarcelar
al quejoso (Gutiérrea, Hermenegildo, Marroquín, Francisco y Sénchez, Elena.. romo LXXV,' pá-
ginas 2651 y 2992 Y LXIX. página 977). ~ {
Procedió de esta manera la actual jurisprudencia, porque interpretó congruentemente los pá-
rrafos primero y segundo del artículo 130. y para ello los relacionó en el sentido jurídico y lógico
en que lo hizo. que igualmente se ajusta a las finalidades del juicio de amparo. referidas a las
garantías de la persona; aunque es muy deplorable que incurriera en la omisión de no hacer
APÉNDICES 1005
hincapié en el respeto a Jos intereses sociales, como aquel que tutela la fracción 1 del artículo
20 constitucional.
En primer lugar. la que consiste en aplicar solamente la parte afirmativa de la jurisprudencia,
la que dice que siempre debe concederse la. suspensión contra todo acto restrictivo de la libertad
personal; pero omitiendo la parte condicionante de la afirmativa, es decir, para el efecto de que el
quejoso quede en su persona a disposición del Juez de Distrito, siempre que no se entorpezca
la marcha del proceso. De ahí que sea indebido se ordene la suspensión sin condicionarla expre-
samente a que satisfaga las medidas de seguridad, mismas que deberán ser de cumplimiento
en término breve y perentorio, cuando el quejoso desde lugar oculto envía su demanda por con-
dueto de un tercero, reservándose dar a conocer ese lugar o presentarse ante el Juez sólo que éste
le conceda la suspensión y le señafe medidas de aseguramiento que puedan convenirle. No debe
olvidarse que si por la suspensión tiene el Juez de Distrito la disponibilidad del quejoso, también
al concederla adquiere la responsabilidad y obligación de ponerlo a disposición del Juez del pro-
ceso, y difícilmente podrá realizar esto último si otorga la suspensión sin siquiera saber en qué
lugar se halle el presunto delincuente. Una suspensión en estas circunstancias es la primera
oportunidad de eludir el proceso, o al menos el rigor con que la misma Ley, en garantía del
interés social, quiere tratar a los presuntos responsables, abuso que no puede propiciarae por la
Justicia Federal sin mengua de su prestigio. Siempre ha de recordarse, en efecto, que si nuestro
juicio de amparo es ciertamente escudo contra las arbitrariedades del poder público, no debe ser
en cambio instrumento de impunidad.
Otra práctica viciosa -partiendo de la base de que siempre procede la suspensión, pero olvi-
dando su efecto-e- estriba en que se toma como obligación lo que es facultad de ordenar el mante-
nimiento de las cosas en el estado que guarden, y no obstante que dicha facultad esté limitada
por el interés público hecho patente en las fracciones 1 y X de los artículos 20 y 107 de la Cons-
titución respectivamente; pues así como resultaría absurdo que a un sujeto ya detenido se le "man-
tuviera en el mismo estado por virtud de la orden de suspensión -la que en tal caso tiene la
consecuencia de sustraerlo de las autoridades que 10 aprehendieron, para ponerlo a la disposición
del Juez de Distrlto-c-, del mismo modo resulta absurdo que quien goce de una libertad de beta
sea mantenido en la misma situación, si la Constitución lo priva de tal derecho. Lo que entonces.
sucede es que se relega a segundo o posterior término lo que es el efecto jurídico propio y único
de la suspensión: que poniendo 31 quejoso a su disposición, el Juez de Distrito le salvaguarde su
integridad física, pero al mismo tiempo también salvaguarda el respeto a la Constitución y a la
marcha ordinaria del proceso. Por tanto, la ley y la jurisprudencia censuran y sancionan esa simpli-
cidad con que a cualquier demanda de amparo se hace recaer la orden de. conservar las cosas en su
estado, a menudo omitiendo la expresión de que se la condiciona, y sin meditar en la gravedad
del delito ni en la posibilidad efectiva de que el Juez de Distrito tenga a su disposición al
agraviado. ".-
Un vicio más 10 constituye el señalamiento de medios de seguridad que resultan ineficaces,
es decir, señalar medidas que no aseguran al Juez la disposición de la persona del quejoso. Si en
ejercicio de sus atribuciones dicho funcionario otorga la suspensión, simultáneamente adquiere
la responsabilidad de que el presunto delicuente esté a disposición del Juez del proceso; pues la
sociedad tiene en éste un interés por lo menos de igual valor al que le merece el respeto a las ga-
rantías individuales. Por ello se han dictado ejecutorias en el sentido de que debe negarse la suspen-
sión, si el Juez de Distrito no cuenta con medidas de seguridad que le permitan garantizarse de
disponer sobre la persona del quejoso.
La más importante está, a no dudarlo, en la categórica concreción del efecto de la suspensión,
consistente en que el quejoso se coloque a disposición del Juez de Distrito; cuando dadas las
circunstancias no fuere posible de un modo real, especialmente porque sin contar el agraviado con el
auto relativo las autoridades responsables ejecutarían en. su perjuicio el acto reclamado, siquiera
de un modo virtual, informando al menos el sitio en que se oculte. Por ello no debe concederse sin
condicionarla expresamente a que se cubran las medidas de seguridad que se señalen, misma que
deben garantizar suficientemente que el quejoso no se sustraerá a la marcha normal del proceso.
En consecuencia, si se otorga sin condicionarla expresamente y asegurando Ia disposición real de la
persona del quejoso, se causa el daño o se otorgan las ventajas indebidas a que se refiere la fracción
IV del artículo. 201 de la Ley de Amparo.
1006 EL JUICIO DE AMPARO
por la aplicaci6n mutilada de la. jurisprudencia vigente se ha empañado tan respetable y tan clara
tradición jurídica, y es por salvar este valor que resulta indispensable precaver a nuestra sociedad
contra los daños que causa la patentizada mutilación de una norma jurisprudencia!.
Tal vez por calificar como axiomático aquel respeto del interés social -el consignado en el
articulo 20, fracción 1, de la Constitución, del que se habló al final del anterior apartado VII-,
los autores de la jurisprudencia vigente consideraron ocioso mencionar su primacía; por lo cual
nunca supusieron que tal omisión diera lugar al abuso de nuestro juicio constitucional, consistente
en las prácticas viciosas que antes se han señalado y que, por haberse generalizado en el foro y en
nuestros juzgados de Distrito desde hace largo tiempo, han adquirido infundada patente de intocables.
Ha llegado a tanto el abuso del amparo, que nuestros probos y más experimentados Jueces
de Distrito han sido sus víctimas. Ante esta generalización del error y la justificada alarma que
provoca la libertad de que gozan sujetos presuntivamente responsables de delitos graves, la corte,
como supremo intérprete de la Constitución, no podría esperar su corrección, si se abstuviera de
señalarlo; ni tampoco puede diferir su enmienda hasta que eventualmente surja del ejercicio de la
jurisdicción por parte de los Ce. Jueces de Distrito. Por ello es que, vigilante de la salud de nues-
tras instituciones y muy especialmente de la pureza de nuestro juicio de amparo, se ve en la necesidad
de hacer notar a los funcionarios del Poder Judicial de la Federación y a sus auxiliares, las corrup-
telas existentes, para que en el ejercicio de sus facultades y con el conocimiento de sus orígenes,
procedan a ponerles coto, velando por la recta aplicación de la ley y la jurisprudencia.
La suspensión procede contra todo acto restrictivo de la libertad; pero siempre que se entienda
que tiene como efecto poner al quejoso a disposición de la Justicia Federal en su persona y a la del
Juez del proceso para que continúe la marcha normal del enjuiciamiento.
Hay identidad de efectos en la suspensión provisional y en la definitiva, consistente en los
marcados en el punto inmediato anterior.
La orden de que se mantenga el estado de libertad de que se goce al pedirse el emparo, proce-
derá sobre la base de que el Juez fundadamentc confíe en que podrá disponer de la persona del
quejoso; por 10 cual si éste se oculta del Juez del amparo, dicho estado sólo subsistirá en tanto
se satisfagan la!' medidas de aseguramiento dentro del término que se señale.
Las medidas de aseguramiento son del prudente arbitrio del Juez de Distrito. Tienen por objeto
garantizar que el quejoso pueda ser devuelto a las autoridades responsables si se negare el amparo,
y, además, que el quejoso no entorpezca la marcha ordinaria del proceso. Condicionan, pues, y hasta
puede decirse que reglamentan el estado de disponibilidad en que se encuentra el quejoso, o sea,
e! efecto de la suspensión; por lo cual ésta subsiste sólo que tales medida!' de seguridad se llenen, se
sigan cumpliendo y en ambos casos sean eficaces para que el Juez de Distrito esté realmente capa-
citado para disponer de la persona de dicho quejoso.
La libertad cauciona! no es necesariamente una consecuencia de la suspensión, ni la concesión
de ésta se subordina al otorgamiento de la caución, ni al hecho de que se esté o no disfrutando de
ella al solicitarse el amparo.
Por virtud de la suspensión el quejoso no tiene derecho a situación jurídica más ventajosa de la
que pudiera corresponderle dentro de la normalidad del proceso; de tal manera que si se encuentra
acusado de delito que merezca pena cuyo término medio aritmético sea mayor de cinco años de
prisión, sea indiciado o procesado, su situación de disponibilidad en manos del Juez de Distrito
no puede llegar al extremo de que goce de una libertad que le. coarta la fracción 1 del artículo 20
constitucional, porque este precepto implica a favor de la sociedad la garantía de que sea segregado
de su seno hasta en tanto no se dicte auto de soltura por falta de méritos, o sentencia ejecutoria en el
proceso o en el amparo, según sean sus efectos.
Si por haberse ejecutado el acto por las autoridades responsables el quejoso está en su poder
y es por ello que al solicitar el amparo está. impedido de ponerse materialmente a disposición del
Juez de Distrito, para obtener la suspensión bastará que asi lo manifieste en su demanda; en la inte-
ligencia de que el Juez de Amparo está facultado para dictar las medidas que especifican los aro
tlculos 137, 143 Y sus relativos de la Ley respectiva.
En cambio, si el quejoso está gozando de libertad pero oculta el lugar de su refugio al Juez
de Distrito, con tal conducta está revelando que s610 se pondré a su disposición si le concede la
suspensión con determinados requisitos que sean de su conveniencia. Esta es una de las situaciones
en que hay apariencia de que se busca una ilegal protección por parte de la Justicia, y de
que se falta a la lealtad en la búsqueda de su intervención. En estas condiciones, por tanto, si dadas
1008 EL JUIOO DE AMPARO
las circunstancias del caso planteado al Juez de Distrito. ejercitando éste su prudente arbitrio ordena
que se mantengan las cosas en el estado que guardan expresamente deberá condicionar esta situación
a que en término brevísimo y perentorio se le presente personalmente el agraviado.. para que así
pueda abrigar la certidumbre de su disponibilidad sobre su persona.
Implicando la suspensión el efecto jurídico ya tantas veces enfatizado, el proveer a ella. a las
medidas de seguridad y a la libertad caucional, tiene los límites del prudente arbitrio judicial y de
los imperativos de la Ley, entre los cuales descuella el marcado por la fracción 1 del aetículo 20
constitucional; puesto que la disponibilidad que asume el Juez de Distrito sobre la persona del quejo-
so, consigo trae aparejada su responsabilidad de ponerle a disposición del Juez del proceso para la
normal continuación del mismo, así como la de respetar los 'imperativos legales. Esto significa:
a) Si el quejoso está gozando de libertad, pero la acusación que sobre él pesa consiste en
delito sancionable con pena mayor de cinco años de prisión, como promedio aritmético, si para cuidar
determinados aspectos de la situación planteada llega a dictarse orden de mantener las cosas en el
estado que guarden, dicha orden deberá. hacer excepción expresa del goce de libertad. proveyendo
al respecto lo necesario.
b) En las mismas hipótesis no será procedente la caucional ni libertad de cualquier otra
especie; por 10 tanto, en ese caso las medidas de aseguramiento versarán sobre los aspectos que las
circunstancias exijan para que el Juez de Distrito salvaguarde la integridad física del quejoso, a
la vez que no entorpezca la continuación normal del proceso.
e) Si el quejoso está acusado por delito sancionable con pena mayor de cinco años de prisión
y se encuentra en poder de las autoridades responsables. procederá otorgar la suspensión para el
efecto tantas veces indicado de que dichas autoridades lo pongan a disposición del Juez del amparo,
quien dietará las medidas de aseguramiento que estime pertinentes; pero que continúa impedido
por el artículo 20. fracción l. de la Constitución, para ordenar la libertad del agraviado, así como
para otorgar la libertad caucional.
d) En cambio, en el caso de que el delito que pese sobre el acusado sea sancionable con pena
inferior al límite constitucional, el Juez del amparo podrá ordenar que se le mantenga en el estado
de libertad que goce, mediante el cumplimiento de las medidas de aseguramiento que tuviera a
bien dictar, una de las cuales .puede ser alguna garantía de tipo pecuniario; o bien. si ya fue de.
tenido o el acto reclamado se hizo consistir en el auto de prisión preventiva, denominación que
también recibe el de formal prisión, previa solicitud del quejoso, podrá decretar la libertad caucio-
na! a que se refiere el artículo 20. fracción J, de la Constitución. Por tanto, no tendrá el carácter de
libertad cauciona! aquélla de que se siga gozando a virtud de la suspensión, si el quejoso no llegó
a ser detenido se otorga, en ewnplimiento de la orden de aprehensión. La caución se otorga, pues, en
situaciones diversas. según sirvan como medida de aseguramiento dentro del juicio de amparo, o
como medida de aseguramiento dentro del juicio de amparo, o como garantía de la obligación que
de concurrir el procesamiento tiene el presunto infractor. Por ello esta segunda caución suple a la
que podría fijarse en el proceso; pero no asl la primera.
e) Cuando del contexto de la demanda no pueda Inferirse el promedio de la pena aplicable,
si 'se ordena mantener al quejoso en el estado de libertad que disfrute o si se le concede la libertad
caucional, es de advertirse que 10 uno y lo otro se condicionan a los datos que proporcione el informe
previo de las autoridades responsables. Si del mismo se desprende que al delito imputado corres-
ponde prisión con promedio mayor de cinco años, procederá la revocación de la libertad caucional
si se hubiera concedido, recluyéndose al quejoso en lugar adecuado, y se sustituirán las medidas de
aseguramiento dictadas por las que resultaren pertinentes, quedando aquél privado de su libertad,
a disposición del Juez de Distrito para los fines de su protección personal y a disposición del Juez
del proceso para la continuación de la secuela.
El Juez de Distrito tiene la facultad de ,revocar el auto en que haya concedido o negado la
suspensión definitiva, cuando ocurra un hecho superveniente que le sirva de fundamento y entre-
tanto no se pronuncie sentencia ejecutoria en el juicio de amparo, de acuerdo con el artículo 140
de la Ley de la materia; as! como la de declarar que dejé de surtir sus efectos la suspensión provi-
sional, cuando no se hubieren satisfecho o se quebrantaren las medidas de aseguramiento," 10B8
PRIMERA PARTE
EXPOSIC!ON DE MOTIVOS
decir, no obsranre que se encuentran en el mismo rango jurisdiccional que las Salas de la Suprema
Corte; su integración se compone de tres magistrados, cuya designación proviene del Tribunal
Pleno de nuestro máximo órgano judicial. Dicho de otra manera, los magistrados de los Tribunales
Colegiados de Cireuito, en cuanto a la funci6n que desempeñan dentro del juicio de amparo, están
colocados en la misma posición que los ministros de la Suprema Corte. Esta circunstancia revela
la incongruencia de que los Tribunales Colegiados de Circuito s6lo se compongan de tres indi-
viduos y de que Su nombramiento no provenga de la misma fuente que el de los ministros. Si del
contexto de las reformas constitucionales y legales que se han practicado en materia de amparo
desde 1950 hasta la actualidad aflora la tendencia de destacar la émpcrtencia jurisdiccional de
dichos Tribunales, no existe ninguna razón para que no se conviertan en Salas de la Suprema Corte
plenamente equiparables a las que integran actualmente este Alto Tribunal. Dicho de otro modo,
si los actuales Tribunales Colegiados de Circuito deben erigirse en Salas de la Suprema Corte,
deben estar integrados, como éstas, por cinco ministros cuya designación provenga del Presidente
de la República COn aprobación del Senado.
El aumento de miembros componentes de 'los Tribunales Colegiados de Circuito, significaría
una importante garantía de imparcialidad en la administración de justicia en materia de Amparo,
puesto que cada asunto constitucional se estudiaría y discutiría cuando menos por cuatro de sus
integrantes, sin que se diera el caso, muy, frecuente en la actualidad, de que dos magistrados
de Circuito, integrantes de un mismo Tribunal, se pongan de acuerdo para fallar un negocio en
determinado sentido contra el parecer o la ponencia del otro de sus componentes. Cuando se trata
de decir la última 'Palabra en una controversia, o sea, cuando el fallo judicial es definitivo e
inatacable, el órgano que lo emite debe estar compuesto por varios miembros para que se discutan
las cuestiones jurídicas convenientemente y se elimine, en 10 posible, un concierto previo entre dos
magistrados frente o COntra del parecer del otro tercero.
Por lo que a su designación atañe, los. actuales magistrados de Circuito, ya convertidos en
Ministros de la Suprema Corte, deben ser nombrados en la misma forma en que éstos se designan,
con el objeto de evitar lo que desafortunadamente sucede en la realidad, en el sentido de que
están supeditados en algunos casos a las influencias que reciben de los miembros de dicho Alto
Tribunal que Jos hayan propuesto. La variación designativa de dichos Magistrados, los colocaría
en, igual posición que los actuales ministros de la Corte, lo que se compadecería congruentemente
con el mismo nivel jurisdiccional que unos y otros ocupan en el juicio de amparo. Si tanto los
magistrados de Circuito como los ministros de la Suprema Corte son juzgadores supremos de la Repú-
blica dentro de sus respectivas funciones, no hay razón alguna para que el nombramiento de unos
y otros sea diferente.
Por otra parte, en la estructura competencial vigente de los órganos componentes del Poder
Judicial de la Federación opera una bifurcación en las diferentes materias sobre las que versa el
juicio de amparo. Esta bifurcación se traduce en que los Tribunales Colegiados de Circuito, en única
O en segunda instancia, conocen del juicio de amparo conforme a factores variables en cada caso
concreto de que se trate, incumbiendo a las Salas de la Suprema Corte la decisión de los juicios
directos e indirectos de garantías de acuerdo a los propios factores que determinan la mencionada
estructura competencial. Así, tratándose del amparo directo en materia penal, los Tribunales
Colegiados de Circuito tienen competencia para fallarlo si la pena decretada en la sentencia defi.
nitiva que se reclame no excede de cinco años de prisión, correspondiendo a la Sala Penal de la
Suprema Corte dictar sentencia constitucional en la hipótesis contraria. Esta bifurcación obliga
a los abogados patronos de Jos quejosos que hayan sido condenados a una pena privativa de
libertad mayor de cinco años por la sentencia definitiva reclamada, a litigar en la capital de la Repú-
blica, debiéndose desplazar a ésta desde sus Jugares de origen. Análogo fenómeno sucede en las
otras materias sobre las que versa el amparo, cuando la competencia se establece, en favor de la
Suprema Corte. Tales fenómenos se evitarían con la erección de los actuales Tribunales Colegiados
de Circuito en Salas de la misma, con equiparada competencia, que no derivaría de factores
contingentes que actui'ran en cada caso concrete de amparo directo, como son, en materia penal, el
monto de la pena, en materia civil y mercantil la cuantía de la condena, en materia administrativa
el interés económico I negocio y en materia laboral la índole de la rama industrial en que se haya
planteado el conflicto dirimido por el Tribunal de Trabajo responsable.
Tratándose del juicio de amparo bi-instencial o indirecto, es obvio que la bifurcación compe-
tendal que, ahora existe entre los Tribunales Colegiados de ,Circuito y la Suprema Corte también
APÉNDICES 1011
se eliminaría con la conversión de dichos tribunales en Salas, puesto que la competencia de todas
ellas sólo derivaría del elemento territorial y del material respecto de las que residieran en el
Distrito Federal o en alguna otra entidad federativa. En otras palabras, si a conscuencia de la inte-
gración similar de todas las Salas de la Suprema Corte y de la misma fuente designativa de sus
individuos componentes, su respetabilidad sería igual e idénticas sus funciones jurisdiccionales,
na habría razón alguna para dar mayor importancia a unas sobre otras, como sucede entre las
actuales y los Tribunales Colegiados de Circuito. Además, la conversión a que nos hemos referido
entrañaría una verdadera desconcmtracién de la Justicia Federal en beneficio de quienes tienen la
necesidad de impetrada y que residen en diferentes localidades del país.
Para evitar que las partidas que se asignan al Poder Judicial Federal en los presupuestos
anuales de gastos de la Federación sean cuantificables según el arbitrio de cualquier Secretario
de Estado, paca impedir que la Suprema Corte si¡;a obligada a hacer el triste papel de mendicante, es
ineludible, de acuerdo con el propósito de dignificar y enaltecer a la Justicia Federal, que en la
Constituci6n de la República se declare que el presupuesto de dicho Poder se integrará con un deter-
minado porcentaje sobre el monto total del referido presupuesto anual. Este porcentaje podría
arrojar una cantidad anual que sansfaciese las exigencias económicas del Poder Judicial de la
Federación romo medio inicial para el mejoramiento de las funciones que desempeña.
El Poder judicial Federal, cuyo ejercicio traduce la función jurisdiccional de imperio del
Estado mexicano, no obstante el rango equivalente en que se encuentra respecto del Ejecutivo
y el Legislativo en la teoría constitucional y en el artículo 49 de nuestra Carta Fundamental,
ocupa una posición de inferioridad económica y político-jurídica frente a ellos. Ya dijimos que
en el primer caso está sometido al Ejecutivo Federal en lo que concierne a su presupuesto de
gastos; y en lo que se refiere al segundo, privado de la facultad de iniciar leyes en el ramo de justi-
cia federal. El Presidente de la República, los diputados y senadores al Congreso de la Unión y las
legislaturas de los Estados tienen ese derecho conforme al artículo 71 de la Constitución, sin que- a
la Suprema Corte se le otorgue o reconozca. Por consiguiente, pata colocar a este Alto Tribunal
en un plano de igualdad con los demás órganos estatales que pueden iniciar leyes, es menester que
esta facultad se le atribuya. Este propósito, además, se justifica plenamente desde un punto de vista
esta facultad se le atribuya. Este propósito, además, se justifica plenamente desde un punto de vista
pragmático, ya que es la Suprema Corte, por su contacto diario con los problemas y necesidades
de la justicia Federal y con las instituciones jurídicas que en su impartición constantemente
maneja y aplica, la que con mejor conocimiento está capacitada para proponer las medidas legales
que estime convenientes a efecto de mejorar esa importantísima función pública. En la actualidad, y
precisamente por no tener la consabida facultad, la Suprema Corte se limita a formular sugestiones
o anteproyectos de leyes o de reformas legales en materia de justicia federal para que, previa
aprobación del Presidente de la República, de los .diputados federales o de Jos senadores y hasta
de las legislaturas locales, se puedan erigir a la categoría de iniciativas de leyes. Esta situación se
antoja paradójica y absurda; ya que en cuestiones eminentemente jurídicas, que para su tratamiento
atingente y exhaustivo requieren una s61ida preparación y una nutrida y fecunda experiencia; la
Suprema Corte tenga que someterlas a la consideración de funcionarios o entidades que por la índole
de su misma actividad pública no están debidamente enterados de los problemas y necesidades de la
justicia Federal, de suyo tan compleja.
La facultad de la Suprema Corte para iniciar leyes no es extraña a nuestro Derecho Ccnsti-
tucional, pues se consignaba en la ley tercera de las Siete Leyes Constitucionales de 1836 (artículo
26, f. 11); en el "voto" de don José Fernando Ramirez de 30 de junio de 1840; en el Proyecto de la
Mayoría de'1842 (artículo 63, f. 11); en el Proyecto de la Comisión de Constitución del mismo
año {artículo 53); y en las Bases Orgánicas de 1843 (artículo 53). Además, en el Congreso
Constituyente de 1856,57, el diputado Ruiz propuso que se estableciera la mencionada facultad,
proposición que inexplicablemente fue desechada. No existe ninguna razón valedera para que la
Suprema Corte no pueda formular iniciativas de ley en lo tocante al ramo de la administración
de la Justicia Federal, puesto que, por el contrario, esa atribución se legitima plenamente como
, medida aconsejable para lograr el mejoramiento de esa trascendental función pública, toda vez que
ninguna entidad u órgano del Estado es más indicado para proponer directamente al Congreso
de la Unión las modificaciones legales y constitucionales atafiederas a esa urgente necesidad social.
Actualmente la Suprema Corte está estructurada en cuatro Salas Numerarias, una Supernu.
rneraria o Auxiliar y en un Tribunal Pleno, integrado por todos los ministros que componen las
APÉNDICES 1013
primeras, La función jurisdiccional federal que tiene encomendada se desempeña a través del funcio-
namiento de unas y de otro, según la índole de los asuntos en que dicha función se despliega.
La repartición de la competencia de la Suprema Corte en Salas obedeció primordialmente a la
imperiosa necesidad de dividir sus labores para hacer más pronta y expedita la administración
de justicia en el fuero federal y, sobre todo. en materia de amparo, tratando así de disminuir el
rezago que ya pesaba sobre dicho Alto Tribunal. La creación de las Salas fue la más cómoda
medida que la realidad impuso para lograr los citados objetivos; y creemos la más cómoda, porque
no se emprendió, en 1928, la enorme tarea que significa reestructurar constitucional y legalmente el
sistema de procedencia del juicio de amparo, segregando de él el control de legalidad estricto,
10 que no sólo hubiese importado una cuestión de mera distribución de funciones, entre la Suprema
Kcrte y cualquier órgano jurisdiccional federal que se pudiese haber establecido (el Tribunal de
Casación, verbigracia), sino el grave problema de despojar a la legalidad de, las sentencias civiles
y penales del carácter de garantía constitucional que le .adscriben nuestros artículos 14 y 16.
Ahora bien, la distribución competencia! entre las Salas y el Tribunal Pleno debe basarse en un
criterio diferente del que entraña la mera división de trabajo y establecerse en atención a la impor-
tancia funcional que unas y otro tienen en el desempeño de la actividad jurisdiccional que desem-
peña la Suprema Corte conforme a la Constitución y a la ley, principalmente en lo que concierne
al conocimiento del juicio de amparo. Es en consideración a esa importancia y a la trascendencia
que para la vida jurídica del país revisten las decisiones de la Corte, como debe estructurarse ésta
y como deben distribuirse las competencias entre sus Salas y su Tribunal Pleno.
Es bien sabido que la Suprema Corte en el conocimiento del juicio de amparo desempeña una
doble función: la decisoria y la [urisprudencial. En el ejercicio de la primera, nuestro rmtximo
Tribunal propiamente resuelve 105 casos concretos que se le someten, sin tener sus fallos efectos
er/{a bomnes, en razón del principio de relatividad que los rige. Por el contrario, al desplegar su
actuación jurisprudencial, es decir. al establecer jurisprudencia. la Suprema Corte fija los criterios
generales sobre 'cuestiones jurídicas, teniendo dichos criterios aplicación jurisdiccional obligatoria
en el futuro, mientras no sean interrumpidos o modificados legalmente. Por ello, no es aventurado
afirmar que cuando la Suprema Corte decide uno o varios casos concretos, opera como juzgador,
en tanto que, al sentar jurisprudencia, actúa como quasi-legislador, valga la expresión.
La función jurisprudencial destaca en importancia cuando se trata de definir un criterio jurídico
sobre la constitucionalidad o inconstitucionalidad de una ley federal o local o sobre alguna otra
cuestión de trascendencia, pues estos tópicos rebasan la esfera particular de los derechos e intereses
del quejoso para vincularse con todo el sistema de nuestro orden jurídico positivo.
Pues bien, lo que interesa al gobernado es la obtención rápida y expedita de una sentencia
ejecutoria. principalmente en materia de amparo; y aunque Jo deseable. 10 ideal, consiste 'en que
fuese la Suprema Corte unitariamente la que pronunciara esa sentencia, dado un conjunto de facto-
res de, índole práctica que sería prolijo mencionar, no es posible, en la actualidad, que tal deside-
rátum se logre sin menoscabo o afrenta del principio de la pronta impartición de justicia. Por
ello, la necesidad de hecho compele a consentir la división de la Suprema Corte en Salas, -las cuales
limitarían su actuación jurisdiccional a la decisión. propiamente dicha de los casos concretos que
en vía de amparo directo o en revisión se sometan a su conocimiento, sin que sus sentencias
ejecutorias puedan constimir ;rlt'isprlJdenria, atribuyéndose esta facultad al Tribunal Pleno, que"
para los efectos de la reforma que proponemos, debe llamarse "Sala Central". Con esta fórmula
se compatibilizarían la exigencia de la prontitud y expedición en la administración de justicia,
por un lado, y el designio de unificarlos criterios generales sobre cuestiones jurídicas de impor-
tancia para la vida del país, por el otro, evitando la contradicción, contrariedad o incongruencia
que frecuentemente se advierte entre diversas tesis jurisprudenciales por provenir' éstas de las
distintas Salas.
B, La Sala Central
Esta Sala debe funcionar con independencia' de las demás Salas Territoriales y simultáneamente
a ellas. Se compondría de once ministros, distintos de los que integran dichas Salas. De esta
manera se. lograría que la mencionada Sala Central sesionara todos los días hábiles de cada semana,
lo cual contribuiría a la prontitud y rapidez en el despacho de los asuntos que la Constitución
y la ley le encomienden.
-,
Las funciones de la Sala Central serían de naturaleza distinta, destacándose por Su importancia
las de carácter jsrisdiccional propiamente dicho y las de índole jurisprudencia! y en cuyo desern-
peño asumiría la dirección de la vida jurídica del país y la unificación de los criterios y tesis que
deben orientarla, estableciéndose así la unidad de la Suprema Corte.
Dentro de la competencia respectiva se incluyen todos los casos en que la Corte conoce en
única instancia conforme a los artículos 105 y 123, apartado "B", fracción XII, párrafo segundo,
de la Constitución y en los que obviamente no se trata de la materia de amparo, así como su
intervención en materia política conforme a los artículos 60 y 97 constitucionales.
b) Punciones ¡"rispr"dend41eJ
La jurisprudencia que sienta la Suprema Corte ha sido elevada por el actual artículo 107
constitucional al rango de fuente de Derecho, equiparándose las tesis relativas, por ende, a verde-
deras normas legales, por reunir, respecto de las consideraciones jurídicas en ellas implicadas,
referentes a determinadas cuestiones de Derecho, los atributos esenciales de la ley, como son, la
generalidad, la impersonalidad y la abstracción.
No hay duda, en efecto, de que la jurisprudencia es fuente de Derecho, según Se la ha reputado
tradicionalmente, sobre todo en los países de régimen jurídico consuetudinario en los que desempeña
el muy significativo papel de precisar, en proposiciones lógicas específicas, contenidas en los fallos
judiciales, el sentido multiforme de las normas 'implicadas en la costumbre jurídica, la que, sin la
depuración [urisprudencial, presentaría la perspectiva de un panorama caótico y desconcertante,
en el que fácilmente Se extraviaría el entendimiento humano en su pretensión de conocer el Derecho.
En sistemas jurídicos de tipo escrito, como el nuestro, la jurisprudencia no es menos impor-
tan te, ya que su objetivo estriba en desentrañar el sentido verdadero de las leyes con el auxilio
de la ciencia del Derecho y demás disciplinas científicas conexas, despojando a la norma de su
carácter rígido e inflexible, propicio al anacronismo legal, para convertirla en una regla dúctil,
que permita su adaptación a diversas situaciones que en forma por demás prolija suscita la diná-
mica realidad.
La jurisprudencia, como fuente interpretativa del "Derecho y con este carácter incorporada
a él, debe estar exenta de los riesgos de la contrariedad o contradicción. Esta precaución sólo es
dable si el órgano capacitado para elaborarla es único, pues consistiendo las tesis jurisprudenciales
en criterios u opiniones jurídicas sobre cuestiones específicas de Derecho con vista al alcance y
sentido de la Ley, la existencia de varios órganos cuyas sentencias pudieren constituirla, auspiciaría
los mencionados riesgos. Esto ha sucedido en el sistema legal vigente, dentro del que las Salas de la
Suprema Corte tienen facultad para sustentar jurisprudencia; y a pesar de que cada una de ellas
tiene asignada una materia sobre la que indistintamente puede versar el juicio de amparo, no faltan
casos en que las tesis jurisprudenciales respectivas se contradicen o contrarían, sembrando ti caos
en la administración .de justicia. Por consiguiente, no debe mantenerse esa facultad en favor de las
. Salas Territoriales, sino concentrarla en la Sala Central, la cual, por un lado, ante dos o más tesis
en conflicto que éstas sustenten en sus Fallos, determinará cuál de ellas debe prevalecer con
carácter jurisprudencia! si así lo considera necesario o conveniente, y, por el otro, otorgar éste a
las ejecutorias que por modo invariable y sobre un mismo punto de Derecho las propias Salas
hayan pronunciado. De esta manera, la Sala Central asumiría el control jurídico sobre todos los
fallos que las Salas Territoriales dicten en negocios de su respectiva incumbencia, sin afectar
las situaciones concretas que tales faIJos contemplen, pero señalando para lo sucesivo la pauta
obligatoria que los referidos órganos jurisdiccionales deben observar, previniendo así la anarquía
que sin ese control se registraría en la 'impartición de la Justicia Federal.
Dentro de la órbita que en relación con estas funciones se apuntan en el proyecto de Ley
Orgánica que posteriormente SI: inserta, sólo se incluyen las cuestiones competenciales diversas
APtNDICE5 1015
que, por rezón de su diferente jurisdicción territorial, las Salas respectivas no puedan resolver,
o sea, cuando dichas cuestiones se susciten entre autoridades residentes en dos o más de tales
jurisdicciones. Conforme a este método distributivo, la injerencia de la Sala Central en controversias
competencia les se vería considerablemente disminuida, lo que propiciaría la expedición en su decisión.
En el articulo 1;; del proyecto se especifican estas funciones, las cuales atañen al nombra-
miento de Jueces de Distrito y Magistrados de Circuito, al cambio de su adscripción y al de los
Ministros de las Salas Territoriales; a la designación de los funcionarios y empleados que dependan
de la Sala Central, a su suspensión y remoción de sus cargos; y lo que es muy importante, a la
formulación y manejo del presupuesto de egresos del Poder Judicial de la Federación a través
de los órganos que. el mencionado proyecto señala y a cuyas disposiciones nos remitimos.
Ya adujimos las razones según las cuales se estima no sólo conveniente, sino necesaria, la
capacitación de la Suprema Corte para formular iniciativas de ley en el ramo de la administración
de justicia federal. La. elaboración. de leyes' en esta materia y la introducción de reformas o adi-
ciones a las ya existentes, con el propósito de mejorar dicha administración, no pueden ser efecto
de la inexperiencia, de la improvisación, de la ignorancia o del desconocimiento. Por tanto, es la
Suprema Corte, funcionando al través de la Sala Central, y eón la colaboración de los Presidentes
de las Salas Territoriales,' según se indica en el proyecto, el órgano más adecuado para evitar que
estos factores negativos sean la causa de ordenamientos 9 disposiciones legales que embarazaran
a la Justicia Federal, imposibilitándola para impartirse con la prontitud, expedición, eficacia y
atingenc¡a que exige el pueblo mexicano para que se cumpla con el postulado constitucional
respectivo:
El despacho de los asuntos jurídicos que arriban a la Suprema Corte conforme a su dilatada
órbita cornpetencial, ha requerido de su división en Salas por razón de la materia del juicio de
amparo de que COnoce, tanto en única cama en segunda instancia (amparo directo y amparo
en revisión, respectivamente), Las cuatro Salas, a través de las cuales funciona la Suprema
Corte en la actualidad, han demostrado ser insuficientes para fallar sin demora considerable los
negocios de su competencia, no obstante que desde el año de 1951 se establecieron los Tribunales
Colegiados de Circuito, los que, en diferentes hipótesis o supuestos competenciales, también
conocen de los dos citados tipos procedirnentales del juicio de garantías.
Existe una tendencia generalizada en el foro y en la judicatura federal de no admitir el
aumento de Salas, so pretexto de que proliferarían demasiado los órganos de dicho Alto Tribunal
con mengua de su unidad y correcto funcionamiento. Esta reticencia ha prohijado el propósito de
desplazar la competencia de la Corte en materia de amparo hacia los Tribunales Colegiados de Cir-
cuita, ensanchando su injerencia en ella mediante la ampliación del ámbito de incumbencia
jurisdiccional que tienen desde que se implantaron. Esta propensión se advierte claramente en el
proyecto Brena Torres y ha seguido inspirando los intentos reformativos de la administración
de la Justicia Federal.
Hemos afirmado que existe la imperiosa necesidad de instituir más órganos que integren la
Suprema Corte para tratar de acabar con el rezago, es decir, de elevar el número de sus Salas;
pero esta idea no implica el desplazamiento hacia tribunales inferiores en categoría, aunque no en
Facu'tad decisoria, Como los Colegiados de Circuito, de asuntos de amparo "de menor importancia".
En substancia, todos los juicios de amparo son "jurídicamente importantes", pues las cuestiones de
Derecho que en ellos se plantean y que deben resolver los Tribunales de la Federación, no dependen
de la cuantía económica del negocio en que surja el acto reclamado ni de la penalidad que éste
imponga al quejoso, tratándose, respectivamente, de la materia civil o del trabajo, por una parte, o
1016 EL JUIClO DE AMPARO
de la penal por la otra. Además, en amparo sobre meterla administrativa es muy difícil "cuanti-
ficar" el caso en que surja dicho acto. Rien se 've que la idea de reservar a las Salas de la Suprema
Corte los negocios de amparo "económica o penalmente importantes" y desplazar hacia los Tri.
bunales Colegiados de Circuito los que tengan "menor importancia" económica o penal, representa
un criterio muy deleznable para distribuir la competencia entre unas y otros, puesto que no se
torna en cuenta la trascendencia jurídica de los juicios constitucionales, que no deriva ni del interés
económico del quejoso ni del monto de la pena que a éste se haya impuesto, en sus respectivos casos.
Con antelación se ha aseverado que los Tribunales Colegiados de Circuito actúan como "pe-
queñas supremas cortes" en los juicios de garantías de su competencia, ya que sus resoluciones
son jurídicamente inimpugnables, salvo el único caso en que, en las sentencies que dictan en amparo
directo, deciden un problema sobre Inconstirucionalidad de una ley o interpretan directamente un
precepto de la Constitución, sin fundarse en jurisprudencia establecida por la Corte. Sólo en ese caso
dichos Tribunales están [urisdiccionalmente supeditados a ésta a través del recurso de revisión
correspondiente. Pues bien, si los Tribunales Colegiados de Circuito fungen, dentro de su órbita
competencial, como si fueran Salas de la Suprema Corte, no hay razón alguna para que así no se les
considere o denomine, por lo que el designio de no proliferar o multiplicar los órganos de nuestro
Máximo Tribunal, mediante el establecimiento de más Salas, únicamente tiene un apoyo termino-
lógico y contraría la realidad de las cosas. Por otra parte, el pueblo de México que no reside en el
Distrito Federal tiene el derecho de que sus problemas de justicia sean resueltos en definitiva
por la Suprema Corte. La conciencia popular tradicionalmente asi lo ha estimado; y a pesar de
que los Tribunales Colegiados de Circuito ya cuentan con seis lustros de creados, no han arrai-
gado en ella.
La desconcentreción geográfica de la Justicia Federal es una medida que imperativamente debe
adoptarse para lograr que su Impartición sea pronta y expedita. Además, no debe obligarse al
habitante provinciano a acudir a la capital de la República para atender sus negocios judiciales
que radiquen en la Suprema Corte. Los Estados tienen el derecho de que ésta, como Tribunal de la
Nación, opere jurisdiccionalmente dentro de su territorio y esto no es posible a través de órganos
judiciales distintos de ella, como son los Colegiados de Circuito. "
Las consideraciones anteriores inducen a establecer diversas Salas de la Suprema Corte con
jurisdicción en distintas circunscripciones del territorio nacional, de acuerdo Con la densidad demo-
gráfica, el volumen de negocios judiciales, la apropiada ubicación y la facilidad de los medios
de comunicación. Dicho establecimiento seria muy [actible COl1 J610 canuertir a /OJ Tribunales
Colegiados de Circuito ell Solas Territoriales de la Suprema Corte.
Ahora bien, cada Sala Territorial, dentro de su respectiva demarcación, sería el órgano juris-
diccional para conocer y decidir en definitiva y sin recurso alguno, todos los negocios judiciales,
primordialmente en materia de amparo, que se incluyeran en su ámbito competencial, tal como
sucede actualmente con los Tribunales Colegiados de Circuito. De esta manera, las Salas Territoriales
de la Suprema Corte funcionarían con autonomía entre sí, sin gradación jerárquica alguna y sin
supeditarse a la Sala Central en lo que a los asuntos concretos se refiere. Es evidente que la multi-
plicación de las Salas con jurisdicción territorial perfectamente delimitada, expeditaria la adminis,
tración de justicia en el fuero federal merced al principio de división del trabajo.
Se sugiere, por otra parte, que cada Sala Territorial se integre con cinco ministros, fungiendo
uno de ellos como su presidente. Este número significa mayor garantía para la administración de
justicia, pues si las Salas se compusieran de tres miembros, como acontece actualmente con los Tri-
bunales Colegiados de Circuito, bastaría la opinión o el voto de dos de sus integrantes para
configurar un fallo mayoritario, circunstancia que propicia los yerros en la aplicación del Derecho.
La discusión de un asunto dentro de una entidad judicial colegiada constituida por cinco individuos
ofrece mayores seguridades para las partes que la discusión entre tres, pues basta que uno de éstos
vote de acuerdo con el parecer de alguno de los dos restantes para que se forme la sentencia.
Con la integración de las Salas Territoriales que se propone, cuando menos se requerirían tres
votasen un mismo sentido para fallar un negocio, toda vez que dichos órganos no podrían
funcionar sin cuatro de sus miembros componentes. Es verdad que la decisión de un caso por un
tribunal integrado con cinco juzgadores es menos expedita que la que se puede emitir si se como
pone de tres; pero también es cierto que, en atención a la competencia territorial que se sugiere, el
ámbito de conocimiento de las Salas permitiría su actuación eficaz.
APÉNDICES 1017
1. Las Salas Territoriales con jurisdicción en el Distrito Pederal conocerían, según su respec-
tiva materia, de los juicios de amparo directos o uni-instanciales en los términos consignados por la
Constitución, la Ley de Amparo y el proyecto que se propone, tanto en el caso de que se aleguen
violaciones cometidas durante la secuela del procedimiento como en las mismas sentencias defini-
tivas o Jaudos arbitrales. Atendiendo a su jurisdicción territorial, las Salas del Distrito Federal sólo
tendrían competencia para decidir los amparos uni-instanciales que se promoviesen contra fallos
dictados por autoridades judiciales o laborales residentes en dicha entidad federativa, lo que
vendría a aligerar sus labores.
En lo que respecta a los recursos de revisión y de queja contra las resoluciones de los Jueces
de Distrito del Distrito Federal en los juicios de amparo que ante ellos se promuevan y en los
incidentes de suspensión correspondientes, a las mencionadas Salas incumbiría fallarlos según su
materia. De esta guisa, se reduciría en amparo indirecto o bi-instancial la órbita competencia!
de los aludidos órganos de la Suprema Corte, ya que únicamente serían superiores jerárquicos de
dichos Jueces y no de los que tengan jurisdicción fuera del Distrito Federal, y atendiendo, además,
a la materia sobre la que versen los juicios de garantías (penal, civil, administrativa, del tra-
bajo y agraria).
2. Las restantes Salas Territoriales cuya jurisdicción se demarca en el proyecto, tendrían las
mismas atribuciones que las del Distrito Federal en relación con las autoridades judiciales. o Juntas
de Conciliación o Arbitraje que dicten la sentencia definitiva o el laudo reclamados o con los
Jueces de Distrito dentro de su circunscripción, tratándose, respectivamente, del amparo directo
y del indirecto. Cada una de dichas Salas Territoriales tendría competencia en ambos tipos pro-
cesales de amparo y sus fallos serían Irrecurribles por modo absoluto, de tal suerte que un negocio
de garantlas, uní.instanc¡al o bi-instancial, quedaría definitivamente concluido por ellas.
3. Con el objeto de procurar que el funcionamiento de las Salas Territoriales sea lo más
expedito posible, en el proyecto se prevén algunas modalidades que por sí solas se explican,
destacándose la de que, en determinados casos que por su sencillez genérica no ameritan la concu-
rrencia de los cinca ministros, el presidente respectivo estaría facultado para fallarlos, tales como
los concernientes a los recursos de revisión y queja cuando el auto del Juez de Distrito que se
impugne deseche una demanda de amparo, la tenga por no interpuesta O la admita siendo notoria.
mente improcedente.
Todas las cuestiones competenciales que se susciten entre autoridades que radiquen dentro
de la jurisdicción territorial de una Sala, serían resueltas por ésta según se propone en el pro-
yecto. De esta manera, se segregaría de la Sala Central de la Suprema Corte la decisión de múltiples
cuestiones de esa naturaleza, pues únicamente cuando surjan entre autoridades pertenecientes a
diversas jurisdicciones, tendría facultad para dirirnirlas, desembarazándose así la impartición de
justicia en esta materia.
c) Funciones diversas
En el proyecto se alude a varias funciones de las Salas Territoriales que conciernen al nom-
bramiento de los funcionarios y empleados que determine. el presupuesto, a la calificación de los
impedimentos y excusas de sus miembros, de los Jueces de Distrito y de los Magistrados de Circuito
que residen dentro de su jurisdicción, así como a otras atribuciones que por sí solas encuentran su
explicación en Jos términos en que se conciben en dicho proyecto. De esta manera se pretende
que cada Sala Territorial se organice interiormente conforme a sus necesidades y dentro de las
posibilidades presupuestales del Poder Judicial de la Federación y ejerza un control sobre los fundo-
narios. judiciales federales que, por razón del territorio, le estén subordinados.
1018 EL JUICIO DE AMPARO
Este órgano de la Suprema Corte, dependiente directamente de la Sala Central, debe revestir
singular importancia, ya que sería el encargado, como su denominación lo indica, de recibir, revisar
y seleccionar las tesis en oposición O contradicción que sobre un mismo punto jurídico sustenten en
sus ejecutorias las diversas Salas, para que la mencionada Sala Central decida cuál de dichas tesis
debe prevalecer con rarcter jurisprudencia! si así 10 considera conveniente. Asimismo, la Dirección
de Control de Tesis elevaría a la estimación de ella las tesis sostenidas en cinco ejecutorias de las
Salas con el objeto de que se resuelva si deben O no asumir la categoría de: jurisprudencia.
Se ha afirmado que, para procurar y mantener la unidad de la Suprema Corte en lo tocante
a la dirección general de la administración de la justicia federal, a las Salas Territoriales no se les
debe otorgar facultades jurisprudenciales. Estas tienen que reservarse a la Sala Central con el objeto
de evitar .que dichos órganos sienten jurisprudencia contradictoria, provocando la anarquía en la
vida jurídica del país. Las sentencias de las Salas Territoriales serían revisables por la Sala
Central, no para revocar, modificar o confirmar su sentido decisorio en el Caso concreto en que se
hubiesen pronunciado, sino para ponderar las tesis de derecho que en ellas se sustenten, a efecto
de determinar si por su importancia, en cuanto a este aspecto se contrae, merecen o no elevarse al
rango de jurisprudencia y sin perjuicio de resolver los conflictos que entre ellas puede haber.
La desccncentración de las funciones de la Suprema Corte mediante la creación de las Salas
Territoriales necesarias en toda la República no debe suponer Ja desarticulación de la Justicia
Federal. La multiplicación de tales órganos jurisdiccionales na debe entrañar la falta sic unidad.
Estos propósitos se lograrían con las sugestiones que se formulan, en el sentido de que una
entidad, distinta de las Salas Territoriales, como la Sala Central a través del ejercicio de las Facul-
tades anteriormente apuntadas, centralice, no la decisión de Jos negocios COncretos que incumben
constitucional y legalmente a Ia Suprema Corte, sino la dirección jurídica general de la adminis-
tración de justicia en el fuero federal. De esta guisa, las tesis jurisprudenciales definidas por la
Sala Central serían obligatorias para las mismas Salas Territoriales; con lo que se obtendría
la uniformidad de criterios como base para la estabilidad de la actividad jurisdiccional.
Estas consideraciones destacan la indudable importancia que tendría la Dirección de Control
de Tesis como vínculo de unión entre las Salas Territoriales y la Sala Central en lo que a la
trascendental función jurisprudencial de la Suprema Corte atañe, es decir, como órgano de prepara-
ción de tan significativa labor en la vida judicial federal de México.
E. 'Otros órganol
F. La ju,·iJprudenda
La Ley de Amparo, en sus articulas 192, 193 Y 193 bis, consigna la facultad de establecer
jurisprudencia en favor del Tribunal Pleno y de las Salas de la .Suprema Corte, así como de los
Tribunales Colegiados de Circuito.
Dicha facultad, ejercitable por los citados órganos del Poder Judicial Federal, genera la posi-
bilidad, muchas veces actualizada, de que existan tesis jurisprudenciales contrarias, opuestas o
contradictorias, situación cuya gravedad a nadie escapa, principalmente si su contenido versa sobre
la interpretación de la Constitución, de las leyes federales y locales y de los reglamentos heteró-
nomos expedidos por el Presidente de la República.
En vista de la organización de la Suprema Corte que se propone, únicamente la Sala Central
debe elaborar [urisprudenrio, según dijimos, pues atendiendo a la multiplicidad de Salas Terri-
APÉNOlCES 1019
roriales no es posible acordar en favor de éstas dicha facultad sin quebrantar la unidad criteriolégica
en materia jurídica. Ahora bien, debe abandonarse parcialmente la tradicional manera de formación
[urisprudenciel, o sea, su integración por el número de ejecutorias dictadas respecto de un mismo
punto de derecho, sin ninguna en contrario, y mediante una determinada votación. Si de ccnformi-
dad con el proyecto que se sugiere las ejecutorias en materia de amparo directo o en revisión las
pronunciarían las Salas Territoriales y no la Sala Central, no es factible que dicha Sala sentara
jurisprudencia siguiendo dicho método tradicional por modo absoluto. En consecuencia, la Sala
Central la formaría. en la siguientes hipótesis: .
a) Al dictar cinco ejecutorias, no interrumpidas por otra en contrario, y aprobadas por siete
ministros al menos, sobre algún punto jurídico, en los casos de que conozca en única instancia
y que son, obviamente, distintos del juicio de amparo.
b) Al decidir los conflictos entre tesis opuestas o contradictorias sustentadas por las Salas
Territoriales.
e) Al determinar si el criterio que éstas adopten en cinco ejecutorias no interrumpidas por
otra en contrario y votadas por cuatro ministros sobre algún punto jurídico, debe elevarse o
no a la categoría de jurisprudencia.
El sistema tradicional para la designación de los Ministros del más Alto Tribunal del país ha
consistido, no sin algunas variantes que registra nuestra historia constitucional, en que sea el Presi-
dente de la República el que, con aprobación del Senado, haga los nombramientos respectivos. Este
sistema, por lo general, ha dado resultados aceptables, ya que en su mAyoría, las designaciones
han recaído en juristas que han merecido tan honrosa y elevada investidura judicial. Sin embargo,
/ estimamos que dicho sistema puede perfeccionarse para evitar, en lo posible, que a la Suprema
Corte accedan personas que, a pesar de que ostenten el título de abogado o de Licenciado en
Derecho, carezcan de una auténtica vocación por el servicio jurisdiccional, o tengan conocimientos
jurídicos tan elementales y someros que no los acrediten como verdaderos cultivadores de la
Ciencia del Derecho, habiéndose dado diversos casos en que los nombramientos se hayan formulado
en favor de políticos o de sujetos ajenos a ella. - ..
Creemos que el actual sistema de nominación debe subsistir, pero can una muy importante
modalidad, a saber: que el Presidente no puede ad libitum designar a los Ministros de la Corte,
sino que los nombramientos se efectúen de entre una lista que elaboren las asociaciones profe-
sionales de abogados legalmente constituidas en la República, así como las facultades y escuelas
de Derecho del país. Con esta modalidad el Foro y los maestros e investigadores del Derecho
podrían colaborar con el Presidente en dicha designación, previa selección que- su:' agrupaciones
e instituciones docentes hagan acerca de los juristas que por su honradez. sapiencia, espíritu de
justicia y valor civil merezcan ocupar tan honroso cargo, propiciándose con ello elcmeioramiento
del servicio público jurisdiccional en el ámbito federal al través de la superación del elemento
humano que lo presta.
Con el objeto de elevar el nivel de dichos altos funcionarios judiciales, consideramos que los
requisitos consignados en el artículo 9' de la Constitución deben ampliarse insertando en su
contexto las condiciones a las que nos referiremos brevemente.
El Ministro de la Suprema Corte debe ser un cabal jurista que reúna las diferentes cualidades
a que ya hemos hecho alusión. Estimamos que estas calidades se acreditan con el tiempo al
través del ejercicio de actividades íntimamente vinculadas a la Ciencia Jurídica en los diversos
ámbitos que comprende. Estas actividades se desarrollan primordialmente en la judicatura, en la
postulancia o en la docencia o investigación del Derecho. Por consiguiente, para ser Ministro
de la Suprema Corte debe requerirse que la persona en quien deba recaer el nombramiento
respectivo se haya destacado por su honradez, sapiencia, diligencia, valor civil y espíritu de justicia
en la judicatura, por su honestidad y atingencia en el ejercicio profesional o por una labor docente o
1020 EL JUICIO DE AMP~RO
SEGUNDA PARTE
Es evidente que la implantación de las ideas sugeridas exige diversas reformas a la Consri-
tución y a la Ley de Amparo. Además, como la reestructuración de la Suprema Corte que se
propone, varía substancialmente su organización actual y su competencia, se proyecta una nueva Ley
Orgánica del Poder Judicial de la Federación, que se inserta íntegramente en este trabajo.
J. REFORMAS CONSTITUCIONALES
ART. 94. Se deposita el ejercicio del Poder judirial de la Federación en una Suprema Corte
de jlúlicia, en Tribunales de Circuito y en [azgados de Distrito.
Los ingreso; anuales del Poder judicial de la Federación se htegrarán con el dos por ciento
de los egresos totales que cada alío le incluj'all en el presupuesto tederal respectivo y su maneio y
administración corresponderán a la Suprema Corte de jUJliria en los términos que fi;e la ley.
La Suprema Corte de [estícia de la Nación fUllcionará en una Sala Central y en Salas Te-
rritoriales.
La SaJa Central le inlegrará con once MiniSlros y las Sala¡ Territoriales con cinco cada una.
'El número y la jurisdicción territorial de éstas serán determinados por la ley.
Habrá, adem¿;, ministros sapemumerarios, cuyo número y adscripción fijará la ley.
Las audienúas _de la Sala Central Jerálr públicas, excepción becba de los caSOJ en que la moral
o el interés público exi;an que sean secretas,
14s aJJdiencias de las Salas Territorialer serán públicas o secretas segén /0 establezca la ley.
Los períodos de sesiones de la Suprema Corte, las facultades de la SaJa Central y de las Salas
Territoriales, la; asribuciones de /0; ministros sepernamerarios y el número y competencia de los
Tribunales de Circuito y de 10J [ueces de Distrito, le regirán por eJla Constitución y por lo. que
diJpongan las leyes.
APÉNDICES 1021
La remuneración que perciban por sus servicios los Ministros de la Suprema Corte, los Magis-
trados de Circuito y los Jueces de Distrito, no podrá ser disminuida durante su encargo.
Los ministros de la Suprema Corte podrán ser privados de sus puestos cuando observen mala
conducta, de acuerdo con la parte final del artículo 111, o previo el juicio de responsabilidad
correspondiente.
ART. 95. Para ser designado Ministro de la Suprema Corte de Justicia se requiere:
1. .
U........ .
111. .. ..
IV .
~..................................
Ve. Haberse destocado en la judiratJlt'a, en la docencia o investigaáón jurídicas o en el
ejercicio profesional.
VII. No pertenecer a ningún partido político en el momento de asumir el cargo.
VIII. Comprometerse, al protestar el cargo, a no desempeñar en el futuro ningún cargo gu·
bemamemal, administrativo o de elección popular, y a renunciar de/inilÍt.'amel1te a él en caso
contrario.
A'T. 96. .. ..
Los nombramientos que haga el Presidente de la República deberán recaer en las personas que
figuren etr las listas que en caso de vacante le presenten las asociaciones de ahogados legalmente
constituidas y las Escuelas y Facultades de Derecho del país, en los términos que fije la ley.
ART. 97. Los Magistrados de Circuito y los [ueces de Distrito serán nombrados por la Sala
Central de la Suprema Corte, tendrán los requisitos que exija la ley y durarán cuatro años en el
ejercicio de su encargo, al término de los cuales; si fueran reelectos o promovidos a cargos superio-
res, sólo podrán ser privados de sus puestos cuando observen mala conducta, de acuerdo con la
parte final del artículo IU, o previo el juicio de responsabilidad correspondiente.
La Sala Central de la Suprema Corte podrá cambiar de Sala Territorial a 101 Ministros respec-
tivos, a petidón fundada de los vnismos, así como de lugar a los MagÍJtrados de Circuito y Jueces
de Distrito, pasándolos de un circuito o distrito '" osro, o fi;ando su residencia en otra población,
según lo estime conveniente para el mejor servicio de la ¡ulticia federal.
Podrá también leJ Sala Central instalar Salas Territoriales -supemamemrias de la Suprema
Corte, solicitando del Presidente de la República la deJilf'ladón de los ministros que deben
integrarlas, para que auxilien las labores de aquél/al en que hubiere recargo de negocios, a fin
de obtener que la edminissmción de justida sea pronto y expedita.
Con el· mismo objeto, la SaJa Central lpodrá nombrar ¡Magistrados de Circuito y Jueces de
Distrito supernumerarios.
También la SaJa Central designará a alguno ·0 tIIgunos de ,,(IIS miembros o alglÍ'l' ministro de
Sala Territorial, Magistrado de Circuito o Jueces de Distrito o nombrará uno 10 varios comisionados
especiales, ruando así lo ;lizgue conveniente, o lo pidiere el Bieoutioo Federal, o alguna de las
Cámaras de la Unión, o el gobernador de a/glín Estado, únicamente para !que averigue la conducta
de algún ministro de Sala T erritorial, 'magistrado o juez federal, o algt;n hecho o becbos que
conItituran la violación de alguna garantía individual.
La Suprema Corte de Justicia al través de su Sala Central está facultada para practicar de
oficio la averiguación de algún hecho o hechos ql!e constituyan la violación del voto público,
pero sólo en los casos en que a su juicio pudiera ponerse en duda la legalidad de todo el proceso
de elección de alguno de los Poderes de la Unión. Los resultados de la investigación Se harán
llegar oportunamente a los órganos competentes.
Los Tribunales de Circuito y Juzgados de Distrito deberán ser visitados periódicamente por
los ministros de Sala Territorial o de la Central que esta última designe, para que vigilen la
conducta de los Magistrados y Jueces que los desempeñen, reciban las quejas que hubiere entre
ellos y ejerzan las demás atribuciones que señala la ley.
1022 EL jurero DE AMPARO
Con la misma finalidad, la Sala Central designará entre sus miembros, los ministros visita.
dores de las Salas Territoriales de la Suprema Corte.
La Sala Central y las Sajas Territoriales nombrarán y removerán a sus secretarios y demás
funcionarios y empleados que dependan de uno y de otras, con estricta observancia de la ley
respectiva. En igual forma procederán los Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito, por lo que
se refiere a sus respectivos funcionarios y empleados.
La Sala Central designará cada año, entre sus miembros, su presidente, que lo será también
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pudiendo ser reelecto.
Las Salas nombrarán cada año sus respectivos presidentes entre sus componentes, pudiendo
aquéllos ser reelectos al concluir su ejercicio.
Cada ministro de la Suprema Corte de Justicia al entrar a ejercer su encargo, protestará ante
el Senado, y en sus recesos, ante la Comisión Permanente, en la siguiente forma:
Presidente: "¿Protestáis desempeñar leal y patriéticamente el cargo de ministro de la Suprema·
Corte de Justicia de la Nación que se os ha conferido y guardar y hacer guardar la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, mirando en todo por el
bien y prosperidad de la Nación?"
Ministro: "Si protesto."
Presidente: "Si no lo hiciéreis así, la Nación os lo demande:'
Los Magistrados de Circuito y los jueces de Distrito con jurisdicción fuera del Distrito Fe-
deral, protestarán ante la Sala Territorial respectiva de la Suprema Corte; y los que la ejerzan
en esta entidad federativa, ante la Sala Central.
ART. 100. Las licencias de los ministros, cuando no excedan de un mes, serán concedidas
por la Sala Central de la Suprema Corte; las que excedan de este tiempo las concederá el Presi-
dente de la República con aprobación del Senado o, en su receso, por la Comisión Permanente.
ART. lOS. Corresponde sólo a la Suprema Corte de Justicia de la Nación a través de su Sala
Central conocer de las controversias que se susciten entre dos o más Estados, entre los poderes
de un mismo Estado sobre la constitucionalidad de sus actos y de los conflictos entre la Federa-
ción y uno O más Estados, así como de aquéllas en que la Federación sea parte en los casos que
establezca la ley.
.ART. 106. Corresponde también a la Suprema Corte de Justicia, a través de sus Salas Terri-
toriales, dirimir las competencias que se susciten entre los Tribunales de la Federación, entre éstos
y los de los Estados o entre los de un Estado y los de otro, cuando dichos Tribunales residan
dentro de su jurisdicción, compitiendo la resolución de las mencionadas competencias a la Sala
Central en caso contrario.
.ART. 107. Todas las controversias de que habla el artículo 103 se sujetarán a los procedi-
mientos y formas del orden jurídico que determina la ley, de acuerdo con las bases siguientes:
J. . .......•......................................................................
II.
m ..
~ - - .
o .
~ .
V. El amparo contra sentencias definitivas o laudos, sea que la violación se cometa durante
el procedimiento o en la sentencia misma, se'promoverá directamente ante la Sala Territorial de la
Suprema Corte de Justicia que corresponda, conforme a lo que establezcan la Ley. Orgánica del
Poder Judicial de la Federación y la Ley Reglamentaria de los artículos 103 y 107 de esta Consti-
tución, en Jos casos siguientes:
d . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .....
b) .
~ .
~.................................. .
APÉNDICES 1023
VI. En los casos a que Se refiere la fracción anterior, la Ley Reglamentaria de los artículos
lO} y 107 de esta Constitución señalará el trámite y los términos a que deberán someterse las Salas
Territoriales de la Suprema Corte de Justicia para dictar sus respectivas resoluciones.
~L .
VIII. Contra las sentencias que pronuncien en amparo los Jueces de Distrito procede el
recurso de revisión ante la Sala Territorial respectiva en los casos que determ~ne la ley.
IX. Suprimida.
X .
Xl. La suspensión se pedirá ante la autoridad responsable, cuando se trate de amparos directos
ante las Salas Territoriales de la Suprema Corte, en cuyo caso el agraviado le comunicará, a la
propia autoridad responsable, dentro del término que fije la ley y bajo protesta de decir verdad,
la interposición del amparo, acompañando dos copias de la demanda, una para el expediente y
otra que se entregará a la parte contraria. En los demás casos, conocerán y resolverán sobre la sus-
pensión los Juzgados de Distrito. .
XIL .
XIII. La ley fijará. los términos y casos en que se constituya la jurisprudencia de la Suprema
Corte. así como los requisitos para su modificación o interrupción.
Si las Salas Territoriales de la Suprema Corte sustentan tesis contradictorias u opuestas en los
juicios de amparo materia de competencia, los Ministros de la Suprema Corte, el Procurador
General de la República, as¡ corno las partes o sus abogados, podrán denunciar la contradicción
u oposición ante la Sala Central, conforme al procedimiento que fije la ley, a fin de que decida
cuál es la tesis que debe prevalecer.
Independientemente de lo dispuesto en el párrafo anterior, y para que la Sala Central ejerza
la facultad que éste le confiere, Jos Presidentes de las Salas Territoriales enviarán, por t los con-
ductos y en la forma que determine. la ley, copias certificadas de las ejecutorias que la Sala
respectiva dicte en los negocios de su competencia.
Las decisiones que emita la Sala Central conforme a los párrafos anteriores, sólo tendrán el
efecto de fijar la jurisprudencia, sin afectar las situaciones jurídicas concretas derivadas de las sen-
tencias en el juicio en que fueron pronunciadas.
XIV. . .
X.V. . ' . .
XVI. . .
XVII .
XVIll .
AR'T. 111. Suprimir los dos últimos párrafos que jarultan al Presidente de la República para
pedir la destitución ame la Cámara de Diputados de 'cualquier [encionario judicial federal y,del
Distrito Federal por "mala conducta", ya 'que las disposiciones respectivas 'JOTt 'l/na ct/renla a la digni-
dad del Poder Judicial, ittvolucran tlTt alentado a \IU independencia y a la investidura y [unciones
de ms integrantes, y quebranlan el régimen democrático, aNspiciando el presidencialismo en
materia de justicia. .
tJ) Las modificaciones que deben introducirse a la Ley de Amparo para adecuarla a las refor-
mas constitucionales que hemos sugerido, versarían respecto de todos aquellos preceptos que
aluden a los actuales Tribunales Colegiados de Circuito. En otras palabras, esta alusión debe susti-
tuirse por la expresión "Sala o Salas Territoriales de la Suprema Corre", dejando sin alteración
las disposiciones correlativas en ~~u texto vigente y que en obvio de fatigosas transcripciones nos
abstenemos de reproducir.
b) Es muy importante subrayar que, al convertirse dichos Tribunales en Salas Territoriales
con jurisdicción plena en materia de amp~ro, la bifurración competencial entre el/os y la Suprema
Corte desapnreceria por modo absoluto# ya que, según hemos afirmado, la Sala Central no conocería
de ningún caso concreto en la propia materia. Por ende, del artículo 83 del citado ordenamiento se
suprimirla la fracción V substituyéndose el contenido de los actuales artículos 84 y 8', por el que
estaría concebido en los siguientes- términos:
1024 EL JUICIO DE AMPARO
ART. 84. 141 Salas Territoriales de la Suprema Corte conocerán del recurso de revisién en 10J
casos a que se reiieren las [racriones Il y W del arlícu/a anterior; y el Presidente de lar mismas
en /01 de la! [racciones 1 y III del mismo precepto. .
ART. 85. Las resoluciones que dicten las Salas Territoriales no serón impugnables por ruu,!o
algun" Y. cauJarán ejecutoria por ministerio de ley. ./
e) En cuanto al recurso de reclamacián contra las resoluciones de los presidentes de las Salas
Territoriales, serán estas mismas las competentes para fallarlo conforme al artículo 103 que estaría
concebido de la siguiente manera:
ART. 103. El recurso de reclamación es procedente contra los autos y resoluciones de los
presidentes de las Salas Territoriales y se interpondrá por parte legítima dentro del plazo de tres
días siguientes. al de la notificación respectiva, resolviéndose de plano por la Sala que corresponda.
d) Por cuanto a la iurisprudencia, los preceptos de la Ley de Amparo correlativos quedarán
concebidos en los siguientes términos:
ART. 192. La jurisprudencia de la Suprema Corte sólo podrá establecerse por la Sala Central
y será obligatoria para las Salas Territoriales, Tribunales de Circuito, Jueces de Distrito, Tribuna-
les y Jueces de los Estados, del Distrito y Territorios Federales, Juntas de Conciliación y Arbitraje
y cualquiera otra autoridad federal o local que desempeñe funciones jurisdiccionales.
ART. 193. La Sala Central. de la Suprema Corte podrá establecer jurisprudencia en los si-
guientes casos:
a) Al dictar cinco ejecutorias, no interrumpidas por otra en contrario, aprobadas por lo menos
por siete ministros, en las controversias a que se refieren los artículos 105, 106 Y 123, sección B,
de la Constitución Federal. .
b) Al decidir los conflictos entre tesis opuestas o contradictorias sustentadas por las Salas
Territoriales.
e) Al examinar el criterio jurídico que las Salas Territoriales hayan adoptado en cinco ejecuto-
rias no interrumpidas por otra en contrario y votadas por cuatro de sus ministros, por lo menos.
ART. 194. En los casos a que se refieren los incisos b) y e) del artículo anterior, la Sala
Central podrá adherirse al criterio sustentado por las Salas Territoriales en sus ejecutorias o adoptar
uno diferente, sin que las decisiones que pronuncie en uno u otro caso afecten las situaciones
jurídicas concretas derivadas de las referidas ejecutorias en el juicio en que hayan sido pronunciadas.
ART. 195. Cuando las Salas Territoriales sustenten tesis contradictorias u opuestas en los
juicios de amparo de su competencia, cualquier ministro de las mismas o de 'la Sala Central,
el Procurador General de la República, l<ls partes o sus abogados, podrán denunciar el conflicto en los
términos establecidos por la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación.
Para los efectos a que se refieren los incisos b} y r) del artículo 193, e independientemente
de que se formule la denuncia ..3. que el párrafo anterior alude, los Presidentes de las Salas Terri-
toriales tendrán la obligación de remitir a la Sala Central de la Suprema Corte, en los términos
que señala la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, copias certificadas de las ejecu-
torias que en cada caso pronuncien dichas Salas.
ART. 196. La Sala Central podrá modificar o interrumpir la jurisprudencia que haya establecido.
La modificación o ·la interrupción' podrán operar en los mismos casos previstos por el artlcu-
lo 193' y deberán ser votadas, por lo menos, por siete ministros, quienes deberán" exponer las
razones que tengan para modificar o interrumpir la jurisprudencia.
La jurisprudencia se interrumpe cuando deja de estar vigente, sin que la tesis interruptora
asuma, a su vez, ese carácter.
La jurisprudencia se modifica cuando una tesis se sustituye por otra obligatoria en los términos
del artículo 192.
La. Sala Central tendrá facultad para optar por la interrupción o la modificación de jurispru-
dencia, debiendo declarar expresamente uno u otro sentido en la decisión que al respecto pronuncie.
,
APÉNDICES I02~
ART. 197. Cuando las partes invoquen en el juicio de amparo la jurisprudencia de la. Corte,
lo harán por escrito, expresando el sentido de aquélla y designando con precisión las ejecutorias
que la sustenten.
Las ejecutorias que dicten la Sala Central o las Salas Territoriales de la Suprema Corte, las
tesis [urisprudeaciales y los votos particulares de los ministros que con unas u otras se relacionen,
se publicarán en el Semanario ludicial de la Federación conforme a lo prevenido en la Ley
Orgánica del Poder Judicial Federal.
TERCERA PARTE
TÍTULO PRIMERo
CAPÍTULO ÚNICO
TÍTuLO SEGUNDO
CApITulO I
Disposiciones generales
. MT. 2'3 [.a Suprema Corte de Justicia de la Nación funcionará en una Sala Central y en
Salas Territoriales.
ART. 3Q La Sala Central se compondrá de once ministros', y las Salas Territoriales de cinco
ministros cada una, bastando, respectivamente, la presencia de nueve o de cuatro ministros para
que una y otras puedan funcionar. ,.
ART. 4;Q Habrá, además, varios ministros supernumerarios, dos de los cuales estarán adscritos
a la Sala Central y uno a cada una de las Salas Territoriales.
IART. 59 La Suprema Corte de Justicia tendrá un Presidente que será electo por la Sala
Central entre sus miembros componentes. Durará en su encargo un año y podrá ser reelecto.
ART. 7 Q Los Funcionarios a que se refiere el artículo anterior, deberán ser ciudadanos mexi-
canos en pleno ejercicio de sus derechos y abogados con título expedido legalmente.
ART. 9" Las Salas Territoriales de la Suprema Corte tendrán un Secretario de Acuerdos y Jos
funcionarios y empleados que determine el presupuesto.
ART. 10. El Secretario de Acuerdos de las Salas Territoriales deberá reunir Jos mismos requi-
sitos que el Secretario General de Acuerdos de la Sala Central y los demás funcionarios los que se
prevén en el artículo 79.
ARi. 11. Todos los funcionarios y empleados de la Suprema Corte deberán ser de reconocida
buena conducta.
.AR1". 12. La Suprema Corte de Justicia tendrá, cada año, dos períodos de sesiones; el
primero comenzará el, día 2 de enero y terminará el 15 de mayo; el segundo, comenzará el 19
de junio y 'terminará el 15 de diciembre.
ART. 13. Al clausurarse cada período de sesiones, tanto la Sala Central como cada una de las
Salas Territoriales de la Suprema Corte designará a uno O más ministros respectivamente adscritos
a uno o a otras, para que provean los trámites en asuntos urgentes y despachen los de resolución de
notoria urgencia, durante' el receso, siempre que no correspondan en definitiva a la Sala Central
o a las Salas Territoriales, así como para dietar las órdenes o medidas provisionales, también de
carácter" urgente, que exija el buen servicio de la Justicia Federal; debiendo dar cuenta al Presi-
dente de la Suprema Corte o a los Presidentes de las correspondientes Salas, al reanudar las
sesiones, para el efecto de que se revisen las resoluciones, órdenes o medidas provisionales dicta-
das durante el receso.
También la Sala Central o las Salas Territoriales de la Suprema Corte designarán al Secretario
y empleados que deban despachar los asuntos a que se refiere el párrafo anterior.
CAPITULO n
SaJa Centra!
\
APÉNDICES 1027
e} Entre cualquiera de los Tribunales mencionados en el inciso que antecede y los militares.
d) Entre Tribunales locales que residen en jurisdicciones pertenecientes a distintas Salas
Territoriales.
IX. De las reclamaciones que se formulen contra las providencies o acuerdos del Presidente
de la Suprema Corte dictados durante la tramitación de los asuntos de la competencia de la
Sala Central.
X. De las excusas e impedimentos de los ministros en asuntos de la competencia de la
Sala Central.
XI. De las excusas e impedimentos del Presidente de la Suprema Corte, propuestos durante
la tramitación de los asuntos de la. competencia de la Sala Central.
XII. De los conilictos que surjan entre tesis contradictorias u opuestas formuladas por las
SaJas Territoriales, para el solo efecto de decidir cuál de ellas debe prevalecer y constituir, etr su
caso, jurisprudencia, sin que esta decisión o[eae las sentencias en que se hubiesen sustentado.
XiII. De los casos en que las Salas Territoriales hayan dictatio cinco ejecutorias no interram-
pidas por otra en contrario y votadas por cuatro ministros, por lo menos, sobre alguna cuestión ,1
o pun/(} jurídico de interpreracién de la Constitucián o de alguna ley federal o local, para el
eieao de determinar, si procede, qlle dichas ejecutorias se eleven a la categoría de tesis [aris-
prudencial.
XIV. De cualquier asunto de la competencia de la Suprema Corte, cuyo conocimiento no
corresponde a las Salas Territoriales de la misma por disposición de la ley.
XIII. Formular las iniciativas de ley a que al de la fracción IV del artículo 71 constitucional,
recabando previamente la opinión de los Presidentes de las Salas Territoriales.
XIV. Imponer correcciones disciplinarias a los abogados, agentes de negocios, procuradores o
litigantes, cuando en las promociones que hagan ante la Sala Central falten al respeto a la Suprema
Corte, a algunos de sus miembros, O a cualquiera otro funcionario del Poder Judicial de la Federación.
XV. Cambiar la adscripción de los ministros que integran las Salas, a solicitud fundada de los
mismos, de los magistrados de los Tribunales de Circuito y de los Jueces de Distrito, cuando
así 10 exija la buena marcha de la administración de la justicia federal. .
XVI. Nombrar a los magistrados de Circuito y a los Jueces de Distrito, sin expresar en los
nombramientos respectivos la jurisdicción territorial en que deban ejercer sus funciones.
XVII. Asignar la jurisdicción territorial en que deban ejercer sus funciones los Magistrados
de Circuito y los Jueces de Distrito; y tratándose de estos últimos, en los lugares en que haya
dos o más, el Juzgado en que deban prestar sus servicios.
XVIII. Cambiar la residencia de los Tribunales de Circuito y de los Juzgados de Distrito,
dentro de la jurisdicción de la Sala Territorial correspondiente, cuando sea necesario para el
mejor servicio de la justicia federal.
XIX. Cambiar a los magistrados de un Circuito a otro y a los jueces de uno a otro Distrito,
y tratándose de estos últimos, a juzgados de materia diversa en los lugares en que haya dos o
más; siempre que las necesidades del servicio de justicia así lo requieran o que haya causa fundada
y suficiente para el cambio.
xx. Nombrar Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito supernumerarios en los lugares
donde hubiere r~argo de negocios, creando los Tribunales o Juzgados correspondientes, quedando
la distribución ~e los asuntos a la determinación de la Sala Territorial que les corresponda.
XXI. Resolver sobre las' renuncias que presenten los Magistrados de Circuito y los Jueces
de Distrito.
XXII. Suspender en sus cargos a los propios funcionarios, a solicitud de la autoridad judi-
cial que conozca del caso que se siga en su contra por delitos oficiales O comunes, cuando esté
plenamente comprobado el cuerpo del delito imputado y existan datos bastantes pata hacer probable
la responsabilidad del funcionario acusado. La resolución que se dicte sobre la suspensión se comu-
nicará a la autoridad judicial que haya hecho la solicitud. En todo caso, se determinará el sueldo
que deba disfrutar el funcionario suspendido, entre tanto se tramita y resuelve el proceso corres-
pondiente, y que no podrá exceder del 50% del sueldo asignado al cargo que desempeñe.
XXIII. Ordenar la práctica de investigaciones para averiguar la conducta de algún Ministro
de Sala Territorial, Magistrado de Circuito o Ju~ de Distrito sobre algún hecho o hechos que
constituyan violación de garantías o del voto público, o de algún otro delito castigado por ley
federal, conforme a lo dispuesto en el artículo 97 de la Constitución.
XXIV. Determinar la creación de Salas Territoriales supernumerarias de la Suprema Corte
en los lugares donde lo exija la buena marcha de la administración de la justicia federal, formu-
landa la comunicación respectiva al Presidente de la República para la designación de los miem-
bros que deban integrarlas. .
ART. 16. Las resoluciones de la Sala Central se tomarán por mayoría de votos de los ministros
presentes, quienes no podrán abstenerse de VOtar sino cuando tengan impedimento legal o cuando
no haya asistido a la sesión en que se haya discutido el asunto de que Se trate.
En caso de empate, Se resolverá el asunto en la sesión siguiente para la que se convocará a los
ministros que hubiesen concurrido a la anterior y a los que hayan faltado a la misma, siempre
que éstos no estuvieren legalmente impedidos; si en esta última sesión tampoco se obtuviere
mayoría, se tendrá por desechado el proyecto y el Presidente de dicha Sala designará otro ministro,
distinto del relator, para que formule nuevo proyecto, teniendo en cuenta las opiniones vertidas.
ART. 18. Las sesiones de la Sala Central se celebrarán todos los días hábiles de cada semana,
pudiendo efectuarse sesiones extraordinarias cuando lo crea necesario el Presidente de la Suprema
Corte. Dichas sesiones serán públicas, con excepción de los casos en que la moral o el interés pú-
blico exijan que sean secretas.
APÉNDICES 1029
CAPÍTULO III
ART. 20. El Presidente de la Suprema Corte será suplido en sus faltas accidentales o en las
temporales que no excedan de quince días por los demás ministros que integren la Sala Central
en el orden de su designación. En las faltas que excedan de dicho término, la Sala Central
elegirá al ministro que deba sustituirlo entre sus integrantes.
1030 EL JUICIO DE AMPARO
CApITuLO IV
ART. 21. Las Salas Territoriales de la Suprema Corte serán las siguientes:
J. Doce en el Distrito Federal coo residencia en la ciudad de México.
JI. Catorce fuera del Distrito Federal, cuya jurisdicción territorial demarca esta Ley y que
residirán en las siguientes ciudades de la República:
a) Dos en Toluca, Estado de México.
b) Dos en Guadalajara, Jalisco.
e) Una en Monterrey, Nuevo León.
d) Una en Hermosillo, Sonora.
e) Una en Puebla, Puebla.
i) Una en Veracruz, Veracruz.
g) Una en Torreón, Coahuila.
h) Una en San Luis Potosí, San Luis Potosí.
i) Una en 'villahermosa, Tabasco.
i) Una en Morelia, Michoacén.
1,;) Una en Mazatlán, Sinaloa, y
/) Una en Oexaca, Oaxaca .
.ART. 22. Cada Sala Territorial de la Suprema Corte se compondrá de cinco ministros, pu-
diendo funcionar con la presencia de cuatro.
ART.. 23. Cada Sala Territorial elegirá de entre sus miembros un Presidente que durará en su
encargo un año y podrá ser reelecto.
ART. 24. Los Presidentes de las Salas Territoriales serán suplidos en sus faltas accidentales
o en las temporales que no excedan de quince días, por los demás ministros que las integren,
según el orden de su designación. En las que excedan de ese tiempo, las Salas harán la designación
de nuevo presidente.
ART. 25. Cada Sala Territorial tendrá un secretario de acuerdos, los secretarios de trámite en
juicios de amparo adscritos a los ministros, oficiales mayores y actuarios que fueren necesarios
para el despacho, debiendo ser abogados con título expedido en los términos de los artículos 7 y 10
de esta Ley y tener los demás requisitos que los mismos preceptos establecen. Igualmente, las Salas
Territoriales tendrán el personal que determine el presupuesto.
La designación de las personas que deban cubrir los cargos o puestos mencionados, los hará la
Sala Territorial, con excepción de la de secretarios adscritos a los ministros, en cuyo caso éstos
harán el nombramiento.
.ART. 26. Durante los períodos de sesiones, las audiencias de las Salas Territoriales se celebrarán
diariamente, Con excepción de los domingos y los días que legalmente estén declarados inhábiles.
ART. 27. Las audiencias de las Salas Territoriales serán públicas cuando en ellas deba resol.
verse sobre los recursos de revisión que se dnterpongan contra sentencias dictadas en la audiencia
constitucional por los Jueces de Distrito o cuando se trate de fallar los amparos directos que ante
ellas .se promuevan. Fuera de estos casas, las audiencias de las Salas Territoriales podrán ser
públicas O secretas, según 10 determinen los ministros que las integran, en cada caso.
ART. 28. Las resoluciones de las Salas Territoriales se tomarán por mayoría de votos de los
ministros presentes, quienes no podrán abstenerse de votar sino cuando tengan impedimento legal
o no hayan estado presentes durante la discusión del asunto de que se trate.
Si no estuvieren presentes los cuatro ministros Con los que legalmente puede funcionar la
Sala, por impedimento de alguno de ellos, el ministro supernumerario adscrito la integrará en el
asunto concreto o asuntos concretos que en la sesión respectiva se discutan.
•
APÉNDICES 1031
Si no hubiere mayoría en la votación de algún negocio, estando presentes los cuatro o cinco
ministros con quienes funcione legalmente la Sala, continuará la discusión en la sesión siguiente,
y si al repetirse la votación tampoco se obtuviere dicha mayoría, se entenderá desechado el pro-
yecto y el presidente pasará el asunto a otro ministro para que elabore nuevo proyecto de reso-
lución y de acuerdo con las exposiciones hechas durante las discusiones.
Si a pesar de lo previsto en el párrafo anterior no hubiese mayoría en la votación de un asunto,
el ministro supernumerario adscrito a la Sala que corresponda concurrirá a la sesión siguiente a
. emitir su voto.
Si con motivo de la intervención de dicho ministro tampoco hubiere mayoría, la Sala Central
de la Suprema Corte designará a otro ministro Con el carácter de supernumerario entre los que
tengan esta calidad, para que emita su voto en el asunto respectivo previa solicitud que en este
sentido deberá formular el Presidente de la Sala.
ART. 29. Las Salas Territoriales calificarán las eXCUSas o impedimentos de los ministros que
las integran y resolverán sobre las reclamaciones que se formulen por parte legítima contra las
providencias o acuerdos que dicte su presidente. dentro del término de tres días.
ART. 31. las Salas Territoriales podrán imponer correcciones disciplinarias a los abogados,
agentes de negocios, procuradores o litigantes, cuando en las promociones que hagan ante ellas
falten al respeto a alguno de sus miembros, a algún Ministro de la Suprema Corte o a cualquier
otro funcionario del Poder Judicial de la Federación.
ART. 32. Por razón del territorio las doce Salas a que se refiere la fracción I del artículo 21 de
esta Ley, ejercerán jurisdicción en el Distrito Federal y su materia se distribuirá entre ellas
de la siguiente manera:
I. La penal a la Primera y Segunda Salas.
JI. La administrativa, agraria y fiscal a la Tercera, Cuarta, Quinta y Sexta Salas.
Hl. La Civil a la Séptima, Octava, Novena y Décima Salas.
IV. La del Trabajo a la Onceava y Doceava Salas.
IX. Del indulto necesario en los casos de delitos federales, cuando el juicio respectivo se
hubiese seguido ante los Tribunales de la Federación con residencia en el Distrito Federal.
X. De las controversias que se susciten entre las autoridades requerientes y requeridas, en los
casos a que se refiere la Ley Reglamentaria del artículo 119 de la Constitución.
XI. De los demás asuntos que la ley le encargue expresamente.
ARl'. ?>7. La Sala Central de la Suprema Corte, mediante acuerdos generales que se publicarán
en el Diario Oficial de la Federación, determinará la manera de distribuir los asuntos de su
competencia material entre las diversas Salas Territoriales del Distrito Federal.
, V. Conocer de los juicios de amparo directo que se interpongan contra laudos definitivos
dietados por las Juntas de Conciliación y Arbitraje residentes dentro de su respectiva jurisdicción
territorial, tanto por violaciones cometidas en los mismos como durante la secuela del precedí-
miento correspondiente.
VI. Conocer de los recursos de queja que se interpongan en los casos que previenen las
fracciones VUI y IX de dicho articulo 95 y en relación con los juicios de amparo directo de que
hubiesen conocido.
VII. Conocer de las excusas, impedimentos y recusaciones de los Jueces de Distrito radicados
dentro de su jurisdicción y en relación con los juicios de amparo que ante ellos se ventilen.
VIII. De las excusas, impedimentos y recusaciones del Magistrado del- Tribunal de Circuito
que resida dentro de su jurisdicción.
IX. De las cuestiones competenciales que Se susciten:
a) !Entre los Jueces de Distrito que residan dentro de su jurisdicción y en relación con los
juicios de amparo.
b) Entre dichos Jueces y los comunes residentes dentro de su jurisdicción;
e) Entre los Jueces de Distrito o los locales que residan dentro de su jurisdicción las Juntas
de Conciliación y Arbitraje con la misma residencia.
X. Del indulto necesario en los casos de delitos federales, cuando el juicio respectivo se
hubiese seguido ante los Tribunales de la Federación con residencia dentro de su correspon-
diente jurisdicción territorial.
XI. Conocer de los demás asuntos que la Ley les encargue expresamente.
ART. 39. Las Salas Decimotercera y Decimacuerta, con residencia en la ciudad de Toluca y la
Deámaqllinla y Dedmasexta, con residencia en la ciudad de Guadalajara, tendrán .Ias mismas
atribuciones a que se refiere el artíeulo anterior y sendas oficinas de correspondencia comunes que
recibirán las promociones, las registrarán por orden numérico riguroso y las turnarán inmediata-
mente a la Sala que corresponda de conformidad con las disposiciones que dicte la Sala Central
de la Suprema 'Corte.
ART. 40. Las Salas Territoriales residentes fuera del Distrito Federal serán, respectivamente,
las superiores jerárquicas de los juzgados de Distrito que a continuación se señalan:
I. Las Salas Decimateaera y Decimacullrla, los Juzgados Primero y Segundo de Distrito en el
Estado de México, con residencia en Toluca; los Juzgados Primero y Segundo de Distrito en el Esta-
do de Morelos, con residencia en Cuemaveca, y los Juzgados Primero y Segundo de Distrito en el
Estado de Guerrero, con residencia en Acapulco.
JI. Las Salas Decimaqaima y Decimasexta, seis Juzgados de Distrito en el Estado de Jalisco,
con residencia en Guadalajara; y un Juzgado de Distrito en el Estado de Colima. con residencia
en la ciudad del mismo nombre.
111. La Sala Decimaséptima, los Juzgados Primero, Segundo. Tercero y Cuarto de Distrito
en el Estado de Nuevo León, con residencia en Monterrey; el Juzgado Primero de Distrito en el
Estado de Tamaulipas, con residencia en Tampico; y los Juzgados Segundo y Tercero de Distrito
en el mismo Estado, con residencia en Nuevo Laredo.
IV. La. Sala DedmaoeJava, los juzgados Primero de Distrito en el Estado de Sonora, con
residencia en Hermosillo; el Juzgado Segundo de Distrito en el mismo Estado, con residencia
en Nogales; el Juzgado Primero de Distrito en el Estado de Baja California, con residencia en
Mexicali; y los Juzgados Segundo y Tercero de Distrito en el mismo Estado, con residencia
en Tijuana.
v. La Sala Decimanovena, los Juzgados Primero, Segundo y Tercero de Distrito en el Estado
de Puebla, con residencia en la dudad de Puebla; el Juzgado de Distrito en el Estado de Tlax-
cala, con residencia en la ciudad de Tlaxcala; y el Juzgado de Distrito en el Estado de Hidalgo, con
residencia en Pachuca.
VI. La Sala VigéJima, los Juzgados Primero y Segundo de Distrito en el Estado de Veracruz,
Con residencia en el Puerto de veracrua: el Juzgado Tercero de Distrito en el mismo Estado, con
residencia en Tuxpen; y el Juzgado Cuarto de Distrito en el Estado de Veracruz, con residencia
en Coatzaccalcos.
VII. La Sala Vigesimaprimera, el Juzgado de Distrito en La Laguna, con residencia en
Torreón, Coahuila: el Juzgado Primero de Distrito en el Estado de Coahuila, con residencia
\
APÉNDICES 1035
en SaltÚlo; el Juzgado Segundo de Distrito en el mismo Estado, con residencia en Piedras Negras; el
Juzgado Primero de Distrito en el Estado de Chihuahua, con residencia en la ciudad" de Chihuahua;
el Juzgado Segundo de Distrito en el mismo Estado, con residencia en Ciudad Juárez; y el Juzgado
Segundo de Distrito en el Estado de Sinaloa, con residencia en Mazatlán.
VIII. La Sala Vigesimasegenda, los Juzgados Primero y Segundo de Distrito en el Estado
de San Luis Potosí, con residencia en la ciudad del mismo nombre; el Juzgado de Distrito en el
Estado de Zacatecas, con residencia en la ciudad de Zncatecas: el juzgado "de Distrito en el Estado
de Aguascalientes, con residencia en la ciudad del mismo nombre; y el Juzgado de Distrito en el
Estado de Querétaro, con residencia en la ciudad de Querétaro.
IX. La Sala Vigesimaercera, los Juzgados Primero y Segundo de Distrito en el Estado de
Tabasco, con residencia en VilJahermosa; el Juzgado de Distrito en cl Estado de Campeche, con
residencia en la cil.'A..d del mismo nombre; los Juzgados Primero y Segundo de Distrito en el Estado
de Yucatén, con residencia en la ciudad de Mérida: y el Juzgado de Distrito en el Estado de
Quintana Roo, con residencia en Chetumal.
X. La Sala Vigesimocuaaa, los Juzgados Primero y Segundo de Distrito en el Estado de
Michoacán, con residencia en la ciudad de Morelia; y los Juzgados Primero y Segundo de Distrito
en el Estado de Gunnajuato, con residencia en la ciudad del mismo nombre.
Xl. La Sala Vigesimaquinto, los Juzgados Primero dc Distrito en el Estado de Sinaloa, con
residencia en Culiacán; el Juzgado Tercero de Distrito en el mismo Estado, con residencia en Los
Mochis; el Juzgado de Distrito en el Estado de Baja California Sur, con residencia en La Paz; cl
Juzgado de Distrito en el Estado de Durango, con residencia en la ciudad del mismo nombre;
y el Juzgado de Distrito en el Estado de Nayarit. con residencia en la ciudad de Tepic.
XII. L1 Sala Vigesimasexra, los Juzgados de Distrito Primero y Segundo en el Estado de
Oaxaca, con residencia en la ciudad del mismo nombre; el Juzgado Tercero de Distrito en el mismo.
Estado, con residencia en Salina Cruz; el Juzgado Primero de Distrito en el Estado de Chiapas,
con residencia en TuxtIa Gutiérrez; y el Juzgado Segundo de Distrito en el mismo Estado, con
residencia en Tapachula.
CAPÍTULO V
IX. Comunicar al Presidente de la Suprema Corte las faltas absolutas de los Ministros de la
Sala respectiva y las temporales que deban ser suplidas mediante nombramiento, para los efectos
a que se refiere la fracción XIII del artículo 19 de esta Ley.
X. Promover oportunamente los nombramientos de los funcionarios y empleados que deba
hacer la Sala, en caso de vacante.
XI. Remitir a la Dirección de Control de Tesis y a la Dirección del Semanario ludicia/oe la
Federación dos copias autorizadas de las ejecutorias que dicte la Sala respectiva, a más tardar
al día siguiente en que se hubiesen pronunciado.
XII. Conocer y decidir los recursos de revisión que se promuevan en los casos previstos
por las fracciones 1 y III del articulo 83 de la Ley de Amparo, así como los de queja que se
interpongan conforme a la fracción I de su artículo 9.5, en relación con Jos juicios de amparo
interpuestos ante los jueces de Distrito residentes dentro de la jurisdicción territorial de la Sala
respectiva.
XIII. Las demás que resulten de la ley.
CAPITULO VI
ART. 42. La. Dirección de Control de Tesis estará integrada por un Director y los funcio-
narios de estudio y empleados que determine el presupuesto.
ART. 43. ¡El Director y los funcionarios de estudio serán nombrados, y removidos por causa
justificada, por' la Sala Central de la Suprema Corte, debiendo su designación reunir los requisitos
que establecen los artículos 7 y 8 de esta Ley.
ART. 44. Los empleados de la propia Dirección también serán designados, y removidos por
causa justificada, por la Sala Central, debiendo su nombramiento ajustarse a lo dispuesto por el
artículo 11 de esta Ley.
ART. 46. Los funcionarios de estudio de la DirecciÓn se agruparán, por razón de la materia
jurídica de las ejecutorias que dicten las Salas Territoriales y que reciba el Director, en la fonna
que la Sala Central determine para el eficaz desempeño de sus labores.
APfNDICES 1037
CAPÍTULO VII
ART. 47. La Dirección del Semanario Judicial de la Federación estará integrada por un
Director y los funcionarios auxiliares y empleados que determine el presupuesto, quienes serán
nombrados, y removidos por causa justificada, por la Sala Central de la Suprema Corte.
ART. 48. El nombramiento del Director y de los funcionarios auxiliares deberá ajustarse a lo
dispuesto por los artículos 7 y 8 de esta Ley y el de los empleados a lo prevenido en su artículo 11.
C\PfTULO VIII
ART. 50. La Dirección de Compilación de Leyes estará integrada por un Director y los fun-
cionarios auxiliares y empleados que determine el presupuesto, quienes serán nombrados y
removidos por causa justificada, por la Sala Central de la Suprema Corte.
ART. 51. El nombramiento del Director y el de los funcionarios auxiliares deberán ajustarse
a lo dispuesto por los artículos 7 y 8 de esta Ley y el de los empleados a lo prevenido en el
articulo 11.
v. Enviar a las Salas Territoriales de la Suprema Corte con jurisdicción fuera del Distrito
Federal las copias certificadas que sus Presidentes soliciten de las publicaciones oficiales de las
leyes y reglamentos Federales o locales y de sus reformas o adiciones sin que en este caso la expe-
dición de dichas copias cause impuesto alguno y siempre que se utilicen por los ministros para el
ejercicio de sus funciones.
VI. Certificar, en su caso, dichas copias.
CApITuLO IX
TíTULO TERCERO
'PRIBUNALES DE CIRCUITO
CApiTuLO I
Disposiciones generales
AR:t. :59. Cuando un Magistrado de Circuito falte accidentalmente al despacho del Tribunal,
el Secretario respectivo practicará las diligencias urgentes y dictará" las providencias de mero trámite.
En las faltas temporales del mismo Magistrado, la Sala Territorial que corresponda de la
Suprema Corte designará a la persona que deba suplirlo interinamente, dando el aviso respectivo
al Presidente de la Corte, -pudiendo autorizar al Secretario del Tribunal de Circuito para que
desempeñe las funciones de "Magistrado durante su ausencia; y entre tanto hace la designación
o autoriza al secretario, éste deberá encargarse del despacho en los términos del párrafo anterior.
pero sin resolver en definitiva.
Si las faltas temporales del Magistrado de Circuito exceden de un mes, la designación de
magistrado interino competerá a la Sala Central de la 'Suprema Corte.
ART. 61. Tratándose de los Tribunales de Circuito con residencia en la ciudad de México,
las facultades que los articulas anteriores confieren a las Salas Territoriales se ejercerán por' la
Sala Central de la Suprema Corte.
CAPÍTULO 11
Competencia
Ttrur.o CUARTO
JUZGADOS DE DISTRITO
CAPÍTULO 1
Disposiciones generales
ART. 68. (Igual al artículo 4'- de la actual Ley Orgénica.) (Primer párrafo.}
ART. 69. En las faltas temporales del Juez de Distrito, la Sala Territorial que corresponda
de la Suprema Corte designará la persona que deba sustituirlo, a no ser que autorice al Secretario
para desempeñar las funciones de aquél durante su ausencia; y entre tanto hace la. designación o
autoriza al Secretario, éste se encargará del despacho del Juzgado en los términos del articulo
anterior, pero sin resolver en definitiva.
Si las faltas temporales del Juez de Distrito exceden de un mes, la designación de juez inte-
rino competerá a la Sala central de la Suprema Corte.
ART. 70. Las faltas accidentales del Secretario y las temporales que no excedan de un mes
serán cubiertas por otro Secretario si hubiere dos o más en el mismo Juzgado o, en su defecto,
por el Actuario que designe el Juez de Distrito respectivo, siempre que aquél tenga título de.
abogado; y si ninguno lo tuviere, el Juez actuará con testigos de asistencia. Lo mismo se observará
1040 EL JUICIO DE AMPARO
en los casos en que un Secretario desempeñe las funciones del Juez de Distrito de que dependa,
conforme al artículo anterior; a ;'0 ser que la Sala Territorial correspondiente de la Suprema
Corte lo autorice expresamente para nombrar Secretario.
Las faltas accidentales de los actuarios y las temporales que no excedan de un mes, serán cu-
biertas por otro de los actuarios del mismo Juzgado 0, en su defecto, por el Secretario.
ART. 71. Tratándose de los Juzgados de Distrito del Distrito Federal, las facultades que los
artículos anteriores confieren a las Salas Territoriales se ejercerán por la Sala Central de la Supre-
ma Corte.
ART. 72. Cuando un Juez de Distrito tenga impedimento para conocer de determinado negocio
en el Distrito Federal, conocerá del asunto el otro o Jos otros que ejerzan jurisdicción en el
mismo ramo y, en defecto de éstos, los demás Jueces de Distrito en el orden que establece el articu-
lo 67, párrafo primero de esta Ley. A falta de éstos, conocerá el Juez de Distrito más inmediato
dentro del mismo territorio de Circuito.
,ART. 73. Cuando un Juez de Distrito de los mencionados en la segunda parte del articulo 67
tuviere impedimento para conocer de determinado negocio, conocerá el Juez de Distrito más inme-
diato dentro del mismo Circuito.
•
ART. 74. En los lugares en q1,le no resida Juez de Distrito, y aún en aquellos en que resida,
si en este último caso faltare dicho funcionario, temporal o accidentalmente, sin que pueda ser
suplido en los términos que establecen los artículos anteriores, los jueces del orden común practi-
carán las diligencias que les encomienden las leyes en los asuntos de competencia federal, en
auxilio de la justicia de este fuero. •
CAPÍTULO 1I
Competencia
ART. 79. Fuera del Distrito Federal los Jueces de Distrito conocerán de todos los asuntos
a que aluden los artículos 7'j a 77 de esta Ley, dentro de su respectiva jurisdicción territorial.
ART. 80. Los Jueces de Distrito a que se refiere la segunda parte del artículo 67, conocerán
indistintamente de la materia penal, administrativa y civil en los términos de los artículos anteriores.
TíTULO QUINTO
DIVISION TERRITORIAL
CAPiTULO 1
CApíTULO JI
CApiTuLO ÚNICO
ART. 88. Todo individuo que reúna los requisitos que exige el artículo 84 de esta ley, tiene
obligación de desempeñar el cargo de jurado, en los términos de este capítulo y del C6digo Federal
de Procedimientos Penales.
ART. 89. El Jefe del Departamento del Distrito Federal, los gobernantes de los Territorios
Federales y los presidentes municipales en los Estados formarán cada dos años, en sus respectivas
jurisdicciones, una lista de JO$ vecinos del lugar, que reúnan los requisitos a que se refiere el
artículo 84 de esta Ley y que no tengan alguno de los impedimentos expresados en el artículo 83,
y la publicarán el día primero de julio del año en que deba formarse.
ART. 90. Los individuos comprendidos en esta lista y que carezcan de alguno de los requi-
sitos que señala el artículo 84 de esta Ley, o que se creyeren comprendidos en alguna de las
prohibiciones del artículo 85, están obligados a manifestarlo a la autoridad que haya formado
la lista. Esta manifestación irá acompañada del justificante respectivo, el que podrá consistir, a
falta de otro legal, en la declaración de tres testigos, quienes la. ratificarán ante las propias auto-
ridades. Los testigos deberán ser vecinos de la municipalidad o delegación correspondiente y de
reconocida honorabilidad y arraigo, a juicio de las mismas autoridades.
(El párrafo segundo y el tercero, iguales a los respectivos del artículo 58 de la actual Ley
Orgánica.)
.ART. 92. Una vez publicada la lista definitiva no se admitirán manifestaciones o solicitudes
para modificarla.
L1 falta de requisitos que para ser jurado exige el articulo 82 de esta Ley, aunque sea super-
veniente, sólo podrá tomarse en consideración como causa de impedimento, enla forma y términos
que establezca el Código Federal de Procedimientos Penales .
TiTuLO 'SÉPTIMO
D1SPOSIICIONES GENERALES
C\PiTU LO ÚNICO
ART. 96. Los Magistrados de Circuito otorgarán la protesta constitucional ante la Sala Terri-
torial dentro de cuya jurisdicción resida el Tribunal respectivo; en la misma forma la otorgarán
los Jueces de Distrito. I
Los Magistrados de Circuito con residencia en la ciudad de México y los Jueces de Distrito
del Distrito Federal protestarán ante la Sala Central.
Los funcionarios y empleados dependientes de la Sala Central otorgarán la protesta ante el
Presidente de la Suprema Corte; y los funcionarios V empleados de las Salas Territoriales ante
el Presidente de las mismas.
Los secretarios y empleados del Tribunal de Circuito y de. los Juzgados de Distrito protestarán
ante el Magistrado o Juez que los haya nombrado. -
De toda acta de protesta se harán los ejemplares que determinen los reglamentos fiscales y
uno más para la Suprema Corte de Justicia.
ART. 98. Ningún funcionario o empleado del Poder Judicial de la Federación podrá aban.
donar la residencia del Tribunal o Juzgado a que esté adscrito, ni dejar de desempeñar las funciones
O las labores que tenga a su cargo, sin la licencia respectiva otorgada con arreglo a
la ley.
Cuando el yersonal de los Tribunales de Circuito o de los Juzgados de Distrito tenga que
salir del lugar de su residencia para practicar diligencias, podrá hacerlo en casos urgentes siempre
que la ausencia no exceda de tres días, dando aviso al Presidente de la Sala a que dichos Tribu-
nales o. Juzgados pertenezcan, con expresión del objeto y naturaleza de la diligencia, así como
de la salida y, del regreso.
Cuando la ausencia deba durar más tiempo, dichos funcionarios deberán solicitar autorización
del mismo Presidente de la Sala Territorial que corresponda de la Suprema Corte. En caso de que
se deban cubrir viáticos, dicho Presidente, por conducto de la Suprema Corte, recabará el acuerdo
respectivo de la Comisión de Gobierno y Administración.
ART. 100. Cuando tengan que practicarse diligencias fuera de las oficinas de la Sala Central
o de las Salas Territoriales de la Suprema Corte, pero en el lugar de residencia de una o de
otras, se efectuarán por el Ministro, Secretario o Actuario que al efecto comisione la Sala Central
o la Sala Territorial respectiva que;' conozca del asunto que las motive. Fuera del lugar de la resi-
dencia de la Sala Central o de las Salas Territoriales, la diligencia se practicará por el Magistrado o
Juez que una u otras designen.
ART. 101. (Igual a los párrafos segundo, tercero. y cuarto del artículo 81 de la Ley Or-
gánica vigente.}
ART. 102. En los asuntos del orden penal los Jueces de Distrito podrán autorizar, tanto en el
caso a que se refiere el articulo 71 de esta Ley como en el de que dichos Jueces ordenen la práctica
de diligencias, a los jueces del orden común para resolver sobre la formal prisión, sujeción O
proceso o libertad por falta de méritos para procesar, según fuere procedente, y para practicar las
demás diligencias en los términos que disponga el Código Federal de Procedimientos Penales.
demás diligencias Se efectuaron dentro de los plazos que establece la .ley, poniendo la constancia
respectiva en cada expediente revisado.
AR9. 106. Los Ministros de la Suprema Corte y los funcionarios y empicados a que se refieren
los artículos 6 y 9 de esta Ley, disfrutarán de .dos periodos de vacaciones cada año, en las épocas
en que la Sala Central y las Salas Territoriales suspendan sus labores, con arreglo 'al artículo 12 de
esta Ley.
Los ministros, secretarios y empleados designados conforme al artículo 13 de esta ley, podrán
disfrutar de vacaciones dentro de los dos primeros meses del periodo inmediato de sesiones, pro-
curándose que no se interrumpan las audiencias de la Sala Central ni de las Salas Territoriales
ni las labores que tengan a su cargo los expresados secretarios y empleados.
\
ART. 107. (Igual al artículo 87 de la Ley vigente.}
ART. 108. Durante las vacaciones a que se refie-re el artículo anterior, las Salas Territoriales
que correspondan de la Suprema Corte podrán nombrar a las personas que deban sustituir a los
Magistrados y Jueces mencionados; y mientras esto se efectúa, o si las Salas Territoriales no hacen
los nombramientos, los Secretarios de los Tribunales de Circuito y de los Ju.zgados de Circuito se
encargarán de las oficinas respectivas, para .el solo efecto de practicar las diligencias urgentes, dictar
las providencias de mero trámite y las resoluciones urgentes can arreglo a la ley; pero sin resolver en
definitiva, fuera de los casos a que se refiere el párrafo siguiente, a no ser que la Sala Territorial
respectiva de la Suprema Corte los autorice expresamente para fallar.
Tratándose de los Tribunales de Circuito y de los Juzgados de Distrito con residencia en la
ciudad de México, los nombramientos y las autorizaciones a que se refiere el párrafo inmediato
anterior, correspondarán a la Sala Central.
Los Secretarios encargados de los Juzgados de Distrito, conforme al primer párrafo de este
articulo, fallarán los juicios de amparo cuyas audiencias se hayan señalado para los días en que los
Jueces de Distrito de que dependan disfruten de vacaciones, a no ser que deban diferirse o suspen-
derse dichas audiencias con arreglo a la .ley.
Los actos de los secretarios encargados de los Tribunales de Circuito y de los Juzgados de
Distrito serán autorizados por el actuario respectivo o por testigos de asistencia.
ART. 111. No podrán ser separados de sus respectivos cargos los demás empleados y funcio-
narios del Poder Judicial de la Federación, con excepción de los secretarios de trámite en juicios
de amparo adscritos a los Ministros de la Suprema Corte, sino en los casos de faltas graves en el
. desempeño de dichos .cargos; por reincidencia en los casos de faltas de menor entidad, sin atender
las observaciones o amontestaciones que se les hagan; por faltas a la moral o a la disciplina que
deben guardar conforme a la ley y a los reglamentos respectivos; por notoria ineptitud, o descuido
en el desempeño de las funciones o labores que tengan a su cargo, o en los casos en que deban ser
consignados al Ministerio Público por deLito o faltas oficiales o del orden común.
Los Magistrados de Circuito y los Jueces de Distrito deberán comunicar tanto a la Sala Central
como a fas Salas Territoriales de la Suprema Corte la destitución de los funcionarios y empleados
de su dependencia, expresando el motivo, en cada caso, y acompañando los datos o elementos de
prueba en que se hayan fundado.
1044 EL JUICIO DE AMPARO
ART. 112. Las vacantes que ocurren en los cargos de Magistrados de Circuito, Jueces de
Distrito y demás funcionarios y empleados del Poder Judicial de la Federación, con excepción
de los secretarios de trámite en juicios de amparo adscritos a Jos Ministros de la Suprema Corte de
Justicia, serán cubiertas por escalafón, en los' términos de los artículos siguientes, teniéndose
en cuenta: la capacidad y. aptitud de los funcionarios y empleados respectivos y la importancia de los
servicios de. interés general que hayan prestado en el desempeño de sus cargos; la conducta que
hayan observedc en el ejercicio de los mismos, Y. en igualdad de todas las circunstancias anteriores,
el tiempo que hayan servido a la nación; sin perjuicio de que, en casos excepcionales. puedan
cubrirse las vacantes con personas que, aunque sin prestar sus servicios en el Poder Judicial de la
Federación, los hubiesen prestado anteriormente Can eficiencia y probidad notoria. o por personas
que sean acreedoras de ellos por su honorabilidad.. competencia y antecedentes.
ART. 113. El escalafón a que se refiere el artículo anterior, respecto de funcionarios o em-
pleados titulados, se seguirá en el orden siguiente:
I. ·Actuario de segunda de Juzgado de Distrito;
U. Actuario de primera de Juzgado de Distrito;
III. Actuario de Tribunal de Circuito;
IV. Actuario de Sala Territorial de la Suprema Corte;
V. Actuario de la Sala Central de la Suprema Corte;
VI. Secretario de segunda de Juzgado de Distrito;
VII. Secretario de primera de juzgado de Distrito;
VIII. Secretario de Tribunal de Circuito;
IX. Abogado auxiliar adscrito a la· Sala Central de la Suprema Corte;
X. Oficia! Mayor adscrito a la Sala Central de la Suprema Corte;
XI. Secretario de cuenta; .
~II. Secretario de acuerdos de cualquiera de fes Salas de la Suprema Corte;
XIII. Secretario de trámite;
XN. Director del Semanario Judi(ial de la Federación;
XV. Director de Control de Tesis;
XVI. Subsecretario de acuerdos adscrito a la Sala Central;
XVII. Secretario general de acuerdos de la Sala Central;
XVIII. Juez de Distrito;
XIX. Magistrado de Circuito.
Los Secretarios de trámite en juicios de amparo adscritos a los Ministros de la Suprema Corte
no tendrán derecho a ascensos por escalafón; pero sí podrán ser nombrados para. el desempeño de
cargos de mayor categorla en los términos de la parte final del artículo anterior.
ART. 116. Se crea el Instituto de Especialización Judicial para preparar y capacitar al personal
del Poder Judicial de la Federación y a quienes aspiren a ocupar algún puesto en el mismo. Las
atribuciones y funcionamiento de este Instituto se regirán por el Reglamento que expida la Sala
Central de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
,
APÉNDICES 1045
PALABRAS PREUMINARES
La Ley de Amparo vigente, que como ordenamiento reglamentario de los artículos 103 y 101
constitucionales ha regido a nuestro juicio de garantías desde ellO de enero de 193~ adolece
de errores y deficiencias en varios de sus Importantes aspectos que las exigencias y necesidades
prácticas han ido destacando durante más de cuarenta y cinco años de aplicación constante. Sin
errrbergo.. tales errores y deficiencias, a nuestro entender, no ameritan la sustitución íntegra de
dicha Ley por un cuerpo normativo distinto, pues por lo que atañe a su estructura general,
a la metodología preceptiva empleada para regular .las diferentes figuras procesales del juicio de
amparo y a .la normaci6n misma de éste, ha demostrado su atingencia en todo el tiempo que
lleva de estar en vigor. .
En esta virtud, más que elaborarse una nueva Ley de Amparo, debe revisarse la actual para
corregirla y perfeccionarla, modificando o suprimiendo todos aquellos preceptos que, desde el
punto de vista de la equidad procesal, de la justicia, de la doctrina, de 'la jurisprudencia firme
o de la técnica jurídica, exijan su reforma o abolición, sin dejar de tomar 'en cuenta, por otro
lado, los imperativos de tipo práctico que determina el desenvolvimiento real y positivo del
juicio constitucional. .
La tarea revisora de la Ley de Amparo vigente debe abrevar en la jurisprudencia sentada
por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y que por su añosa existencia haya demostrado
acierto y firmeza. Por ende, deben elevarse a la categoría preceptiva todas aquellas tesis juris-
prudenciales que por modo más o menos invariable han definido o aclarado importantes cuestiones
jurídicas relacionadas ron nuestro juicio de garantías y pasado airosamente por el crisol de la
crítica constructiva y por la. dura prueba de Ia experiencia.
Durante casi siglo y medio, es decir, desde que en México se implantó el juicio de
amparo como institución esencialmente nuestra, la labor de Ja Suprema Corte de Justicia ha pro-
pendido, y logrado con éxito en -muchas ocasiones, perfeccionar y depurar la regulación 'positiva
de dicho juicio, mediante la solución adecu.a.da de serios problemas que ha afrontado su desarrollo
secular, resolviéndolos atingcntcrnente desde el punte de vista teórico y práctico. De esta guisa,
nuestro Máximo Tribunal ha colaborado, desde el austero sitial de juzgador supremo, en la
tarea legislativa tendiente a mejorar los ordenamientos positivos que han encauzado a nuestro
juicio de amparo, tanto 'bajo el imperio de la Constitución de 18H, como de la actual.
Por otra parte, aunque la jurisprudencia implique una fuente muy provechosa para el mejora-
miento de la Ley de Amparo vigente, no debe constituir la única y exclusiva pauta para lograr
esta finalidad, ya que en la revisión de dicho ordenamiento deben influir. no sin igual relevancia,
las enseñanzas que suministra la experiencia obtenida en [a práctica profesional reiterada y cons-
tante, dentro del ámbito de la' postulancia o de 'la judicatura, en torno al juicio de garantías,
así como el estudio especulativo o teórico de nuestra incomparable institución constitucional. .
No debemos dejar de advertir, que el presente' trabajo no tiene la pretensión de traducir un
proyecto de reestructuración exhaustiva de nuestro amparo, ya que el propósito fundamental que
lo ha inspirado, estriba en proponer las reformas preceptivas que por modo más urgente reclama.
el mejoramiento del sistema legal de dicha institución, Para ello, hemos procedido con W1 criterio
eminentemente práctico, sin abusar deliberadamente de 'la especulación teórica, que tiene acogí-
miento más adecuado en tratados o monografías, que en una idea que tiende a plantear soluciones
normativas a diversos problemas que afronta la vida real misma del juicio de garantías.
Por otro lado, no se debe olvidar que a lo largo de la vigencia temporal de nuestra actual
Ley de Amparo, se han introducido a este ordenamiento 'y en distintas épocas importantes modi-
ficaciones que generalmente han provenido del criterio unilateral de los señores ministros de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación. Las reformas y adiciones a que nos referimos han sido
én algunos aspectos atingentes y en otros desacertadas y hasta atentatorias contra la procedencia y
teleología del Juicio de Amparo y de la institución procesal suspensional. Por ende, en el pro-
yecto que ahora nos 'permitimos elaborar no haremos ninguna alusión a las modificaciones vale-
deras y plausibles q!Je ha experimentado el invocado ordenamiento, propugnando por lo contrario..
la abolición de las que .tienen un carácter negativo.
./
Las reformas y adiciones que en la presente ocasión proponemos se contraen a ciertos aspectos
estrictamente procesales de nuestro juicio constitucional sin tocar ninguna disposición. concerniente'
a la estructura del Poder Judicial de JaFederación, y principalmente de la Suprema Corte, ya
que las modificaciones a su organización .las hemos sugerido en otro proyecto que recientemente"
dimos a la publicidad. Los aspectos sobre los cuales versarán nuestras proposiciones de reformas
y adiciones a la Ley de Amparo, serán los que, a nuestro entender, requieren con mayor urgencia
la atención de los juristas de México, sin que nuestra rarea, según lo hemos indicado, comprenda
todas y cada una de las modificaciones que pueden practicarse al citado ordenamiento tendientes
a su cabal superación.
Por último, el proyecto que en esta ocasión elaboramos lo someteremos a la consideración de"
los colegios y asociaciones de abogados y maestros del Derecho que concurran, al través de sus
representantes, a la Octava Asamblea General Ordinaria de la Federación Nacional de Colegio!
de Abogados, A. c., que se celebrará dos días 28, 29 Y 30 de abril. del año en curso en la
ciudad de Monterrey, Nuevo León. Desde ahora invitamos a dicho evento y en fonna comedida
y respetuosa, a los señores ministros de la Suprema Corte, magistrados de Circuito y jueces de·
Distrito que deseen asistir, a efecto de que aporten sus ideas y sus experiencias en una tarea
común que a todos .los juristas de México nos debe unificar, como es la concerniente al perfec-
cionamiento de nuestra grandiosa institución del Amparo.
I. El amparo y lo! organismos públicOJ descentralizados. Uno de los problemas más com-
plejos que afronta la teoría del juicio constitucional mexicano es el concerniente a si los-
organismos públicos descentralizados pueden ser considerados como autoridades para los efectos
del amparo y si, por ende, sus actos 'Pueden reclamarse en el proceso de garantías. Esta cuestión
ha adquirido aspectos muy importantes en atención al auge que ha asumido la actividad estatal
tendiente a la creación de entidades descentralizadas, que no son sino fonnas jurídicas al través
de las 'cuales el Estado actúa en diversos ámbitos" de la vida nacional, tales como el económico, el
social, el cultural, el asistencial y otros. Á nadie escapa el hecho de que en muchas ocasiones-
los citados organismos desempeñan, frente a los particulares que permanente u ocasionalmente
entablan relaciones con ellos, una actividad que suele asumir caracteres de autoritarismo por su
ejercicio unilateral al través de actos concretos que pueden lesionar gravemente a quienes van
dirigidos. Por esta causa se ha planteado la necesidad de hacer procedente contra tales actos el
juicio de amparo como medio idóneo de defensa.
La mencionada cuestión se decide afirmativamente tornando en Cuenta los elementos que con-
curren en la caracterización de todo acto de autoridad como son la unilateralidad, la imperatividad
y la coercitividad, mismos que estudiamos en nuestra obra El [uicio de Amparo (Capítulo Quinto,
parágrafo I) y a cuyas consideraciones nos remitimos. Tanto la doctrina como la jurisprudencia
han estimado que, cuando las resoluciones que emiten dichos organismos deban necesariamente
por imperativo legal ser acatadas por alguna autoridad estatal de manera que ésta no deba sino
cumplirlas coercitivamente frente al particular, sin ejercer ninguna potestad decisoria, es decir,
sin ponderarlas por sí mismas desde el punto de vista de su validez o invalidez, -legalidad o Ile-
galidad, o de su procedencia o improcedencia, tales resoluciones asumen el carácter de actos de
autoridad susceptibles de impugnarse en amparo. Por tanto, lo que distingue a los actos autori-
tarios de los no autoritarios, que puede realizar un organismo descentralizado, estriba en que,
respecto de los primeros, {os órganos centralizados del poder público deben forzosamente hacerlos
cumplir frente al particular contra quien se dirigen. si la ley determina su compulsión; en tanto
que, por 10 que concierne a Jos segundos, su estimación queda sometida a la potestad decisoria
de la autoridad estatal que corresponda, la cual, por propia competencia, puede resolver si obra
o deja de obrar en el sentido que dichos actos indiquen, o sea, si obsequia o no las pretensiones
que a través de ellos persiga el organismo descentralizado.
En resumen, el amparo procede contra actos de este organismo únicamente cuando se realizan
en sus relaciones externas y siempre que, por prescripción legal, deban ser ineludible y fatalmente
ejecutados por alguna autoridad del Estado frente al particular por 4a vía coactiva, es decir,
sin que esta autoridad tenga la Facultad -de hacerlos cumplir o de negarse a realizarlos por propia
decisión, o sea, cuando la ley la repute como mera ejecutora de las resoluciones del citado crge-
nismo. Por el contrario, si legalmente los actos de éste carecen de fuerza compulsora frente a un
órgano estatal, de modo que queden sujetos a la potestad decisoria de alguna autoridad del
Estado, _ tales aetas no pueden ser reclamables en ~paro,pues están colocados en .un rango
\
APÉNDICES 1047
11. El ofendido ppr un delito. Como sujeto procesal el ofendido por un delito se en-
cuentra en una situación muy precaria dentro del juicio de amparo en materia penal, tanto en Su
carácter de tercero perjudicado como de quejoso. Para conjurar esta injusta posición se deben
reformar los preceptos que respectivamente atañen a ambas calidades, remediando así el estado
de indefensión en que actualmente dicho ofendido está colocado.
a) El ofendido como lucero perjudicado: Este carácter lo tiene dicho sujeto en los térmi-
nos del inciso b) de la fracción 111 del artículo ,~ de 'la Ley de Amparo, en el sentido de que
únicamente puede intervenir como pacte en el juicio de garantías que verse sobre materia penal
cuando los actos reclamados provengan de autoridad judicial y siempre que afecten la reparación
del daño o la responsabilidad civil proveniente de la comisión de un delito.
Interpretando estrictamente la disposición legal invocada, se .concluye que los referidos sujetos
no tienen el carácter de parte, como terceros perjudicados. en los juicios de amparo que contra
diversos actos de autoridad y resoluciones judiciales distintas de las indicadas se interpongan,
no siendo titulares, por ende, de los recursos legales que existen en el procedimiento constitucional
para que se revise, en su caso, un fallo de Juez: de Distrito que pudiese ser ilegal' e injusto al
amparar 1lI procesado o quejoso.
En la práctica, y con vista a la falta de legitimación procesal del ofendido por un delito para
figurar en el juicio de amparo penal como tercero perjudicado o interesado, cuando 'los actos
reclamados no estén comprendidos dentro de los términos estrechos del inciso legal que cernen-
tamos, las sentencias y demás resoluciones que pronuncian los Jueces de Distrito en sentido
favorable al procesado quejoso, suelen quedar. firmes en la mayoría de los casos, ya que el único
que puede impugnarlas mediante los recursos respectivos es el juez o tribunal responsable, o el
agente del Ministerio Público Federal adscrito al juzgado respectivo, y quien con frecuencia se
abstiene de entablados.
De esta manera, el ofendido o víctima de un delito, o su sucesión, se encuentran en la im-
posibilidad de defender sus derechos, económicos o morales, que hubieren sido afectados por el
hecho delictivo atribuido al 'Procesado quejoso, así como de coadyuvar en la impartici6n de la autén-
tica justicia penal, mediante la impugnación legal de las resoluciones de amparo que indebida-
mente hayan otorgado la protección federal al autor de un delito. El principio de equidad procesal
impone, pues, la necesidad de que el ofendido o la víctima de un delito,\o su sucesión, intervengan
como terceros perjudicados o interesados en Ios juicios de amparo que se promueven por el
procesado contra resoluciones judiciales de carácter penal. sin distingo ni restricción alguna.
Con fundamento en las breves consideraciones expuestas. se ~~;'m'l necesario reformar el
inciso b) de la fracción nI del artículo 5~ de la ley de Amparo, para que quede en los siguientes
términos:
Son partes en el juicio de amparo:
Fracción 1.
Fracción 11.
Fracción 111.
a)
I
e)
IV.
y acusador público, se pondría la persecución de los delitos en manos de una persona privada y,
por ende, la acción respectiva se concedería a los órganos jurisdiccionales federales, quienes
estarían en posibilidad de resolver sobre su ejercicio al otorgar 'la protección federal al quejoso,
lo cual pugnaría con nuestro sistema penal, en el que la acción persecutoria está vedada a los
jueces.
Por nuestra parte, no estamos de acuerdo en la improcedencia del juicio de amparo contra
actos del Ministerio 'Público cuando realiza o deja de realizar funciones persecutorias de los
.delitos. Bien es verdad que cuando dicho organismo resuelve no ejercitar la acción penal, está
obrando conforme a una facultad que le confiere la Constitución: mas ésta en manera alguna
excluye la posibilidad de que, ruando el no ejercicio de dicha acción no se justifica, la decisión
negativa correspondiente sea impugnable. Es más. la Ley Suprema, en el artículo 102, impone al
Ministerio Público Federal la obligación de perseguir, ante los tribunales, todos los delitos del
orden federal; en otras palabras, tal ordenamiento no solamente consagra en su artículo 21 en favor
de dicho organismo (federal o local) la facultad de perseguir delitos. sino que. impone a éste
la obligación correspondiente (Art. 102).
En conclusión, por todas las razones anteriormente expuestas, estimamos que no hay raz6n
jurídica alguna para que el acto negativo del ejercicio de la acción penal por parte del Ministerio
Público no sea impugnable mediante el juicio de amparo que enderece el ofendido por el delito
de que se trate. De lo contrario, es decir, conforme a la jurisprudencia actual, se abre la puerta
para que los procuradores de justicia se erijan en dueños y señores de las vidas e intereses de los
miembros de la sociedad, al dejar impunes los delitos que se cometan contra éstos.
Siguiendo la tesis jurisprudencial a que nos hemos referido, y que versa en particular sobre
la improcedencia de la acción de amparo contra el acto negativo del ejercicio de 'la acción penal
por parte del Ministerio Público, Ia Suprema Corte,' en jurisprudencia posterior ha extendido dicha
improcedencia contra ··'la parte de la sentencia de última instancia que absuelva al acusado del
pago de la reparación del daño, cuando esta reparación se exige del propio acusado". Además
dicho alto tribunal en otra tesis. ha establecido que el amparo es improcedente "contra la resolu-
ción que manda sobreseer un proceso a virtud de que el Ministerio Público se desistió de la
acción penal", aduciéndose como fundamento que dicho acto no se encuentra comprendido dentro
de íos que Iimitativamente señala el artículo 10 de la Ley de Amparo como susceptibles de ser
impugnados por el ofendido en la vía constitucional. Respecto de estas dos últimas considera-
ciones de la Suprema Corte, podemos formular análogas objeciones que las que adujimos a
propósito de la improcedencia del juicio de amparo contra la negativa de. ejercicio de la acción
penal por parte del Ministerio Público, en vista de lo cual, para obviar repeticiones. nos remitimos
a lo que expusimos con antelación, no sin hacer votos porque el criterio' de nuestro máximo
tribunal cambie sobre este particular para evitar los desmanes y abusos que se cometen en contra
de los ofendidos, al dejar impunes hechos delictivos que constituyen para éstos una afrer.ta a sus
intereses más caros.
Con apoyo en las anteriores ideas. el texto que proponemos para el artículo 10 de la Ley de
-Amparo quedaría concebido en los siguientes términos:
"El ofendido por un delito, su sucesión o las personas que conforme a la ley tengan
derecho a la reparación del daño o a exigir la responsabilidad civil proveniente de la comisión
de un hecho delictivo. podrán promover juicio de amparo contra el auto de soltura que se
dicte en favor del indiciado, de la sentencia definitiva absolutoria que en el proceso penal
se pronuncie, así como contra la decisión del Ministerio Público de no ejercitar la acción
penal. Igualmente, podrán promover dicho juicio contra actos que emanen del incidente de
reparación o de responsabilidad civil, así como contra los actos surgidos dentro del procedi-
miento penal, relacionados inmediata y directamente con el aseguramiento del objeto del
delito y de los bienes que estén afectos a la reparación o a la responsabilidad civil.
,
Hl. Pruebas periüal y testimonial en el ampMo indireao o bi·¡nstat1üdl. El actual artícu-
lo 151 de la Ley dispone que las mencionadas probanzas deberán anunciarse cuando menos, con
cinco días inmediatos anteriores a la fecha que se haya señalado para la celebración de la audiencia
constitucional, de cuyo lapso deben excluirse los inhábiles, el de la anunciación y el de verifl-
cación de dicho acto procesal, según ·10 ha sostenido la jurisprudencia de la Suprema Corte.
1050 EL JUICIO DE AMPARO
IV. Efifada de las sentencies de primera imllPuia en el amparo sobre maJeria penal. Es bien
sabido que la interposición del recurso de revisión contra las sentencias que pronuncian en ma-
teria de amparo indirecto o bi-instanóal los Jueces de Distrito coloca a dichos fallos en una
situación sub-judice, sin que se puedan ejecutar y sin que surtan sus efectos en favor del quejoso
si en ellas se concedió la protección federal. Tratándose' de los jui-cios de amparo en materia
penal, en los que el fallo de primera instanciá hubiese otorgado dicha protección contra los actos
restrictores de la libertad personal, física O ambulatoria del quejoso, el mencionado recurso impide
su eficacia y ejecutabiiided, permaneciendo en muchos casos el agraviado privado de ese bien
jurídico tan apreciado. Para evitar esta injusta situación se debe prever en la Ley de la materia
que el recurso de revisión que se interponga contra las sentencias del Juez de Distrito que
hubiese concedido el amparo contra actos que afectan 'la mencionada libertad, no impida que el
fallo recurrido surta sus efectos, o sea, no evite que se' restituya al quejoso en el goce de la men-
cionada 'libertad mientras se decide dicho medio impugnativo, debiendo el juzgador constitucional
de primer grado decretar las medidas de aseguramiento que discrecionalmente estime pertinente
para el caso de que si se revocara el otorgamiento de la protección federal, tal quejoso pudiese
ser fécflrnente devuelto a las autoridades responsables.
Creemos que con apoyo en las ideas anteriormente expresadas se debe adicionar el artículo 87
de la Ley de Amparo con un párrafo que estaría redactado de la manera siguiente:
"Tratándose de sentencias dictadas -en juicios de amparo sobre materia penal que hayan
otorgado la protección federal al quejoso, la interposición del recurso de revisión no suspen-
derá su ejecutabilidad ni eficacia, debiendo el Juez de Distrito decretar las medidas de ase.
guramiento que considere pertinentes para que, en caso de que se revocara el fallo recurrido,
el mencionado quejoso pueda ser fácilmente puesto a disposición de las autoridades res-
ponsables."
personal del quejoso frente a ellas en un alarmante estado de indefensión. Por consiguiente, y
para restituir al amparo penal su antigua prestancia y efectividad, se debe suprimir el párrafo
que se agregó al artfcuJo 136 de la Ley mediante la reforma que' se publicó en el Diario Ofiáal
el 7 de enero de 1980, para sustituirlo por el que nos permitimos proponer a continuación:
"Si el acto reclamado consiste en una orden judicial de aprehensión y ésta no ha sido
ejecutada, la suspensión surtirá el efecto de que no se ejecute ni se prive al quejoso de su
libertad personal, sin perjuicio de que el procedimiento judicial en el que ese haya librado
continúe su substanciación. En este caso, el Juez de Distrito deberá tomar las medidas de
aseguramiento que estime pertinentes para que, en el supuesto de que al quejoso no se le con-
ceda la protección federal, pueda eficazmente ser puesto a disposición del Juez natural respon-
sable. Tales medidas no sólo deberán ser de carácter económico, sino consistir, además, en las
obligaciones que el Juez de Distrito imponga al quejoso en el sentido de hacerlo comparec~r
ante su presencia periódica y regularmente, de prohibirle salir del lugar de su domicilio
o de señalarle un sitio adecuado para su reclusión, según las circunstancias propias de la
situación concreta y de la. Persona del agraviado."
"Cuando los actos COntra los que se haya concedido el amparo por sentencia ejecutoria se
hubiesen ejecutado materialmente por modo irreparable, el quejoso podrá promover ante el
Juez de Distrito contra las autoridades responsables y el tercero perjudicado, si 10 hubiere.
incidente para exigir el pago de daños y perjuicios que se le hubiesen irrogado con motivo
de dicha ejecución. 'Este incidente se tramitará ante el Juez de Distrito que hubiese conocido. del
amparo en primera instan-cia y se nonnará conforme a las disposiciones conducentes del Código
Federal de Procedimientos Civiles. La resolución que dicho Juez dicte en el mencionado
incidente será recurrible en queja ante la Suprema Corte o ante, el Tribunal Colegiado de
Circuito que corresponda, según la competencia que tengan estos órganos en materia de revi-
si6n en relación con el caso concreto de que se trate."
VIII. Evaluación del interés social en la sespensión del aao reclamado. Es bien sabido
que una de las condiciones de procedencia de esta medida cautelar consiste en que con su otorga-
miento no se violen normas de orden público ni k" afecte el interés social. La apreciación de este
fenómeno, en cada caso concreto, depende del criterio discrecional del Juez de Distrito según
lo ha establecido la jurisprudencia de la Suprema Corte. Los conceptos de "normas de orden
público" y de "interés social" los estudiamos en, nuestra obra El Juicio de Amparo (Cap. vigésimo-
primero, parágrafo 11, apartado C), en .la que afirmamos q~e,. no obstante la dificultad que ofrece
APÉND,ICES 1053
la formulación de una idea que englobe todos los supuestos concretos que se den en la realidad en
relación. con los cuales se suscita el problema de la procedencia o improcedencia de la: suspensión
COntra los actos reclamados en amparo, existen diversas hipótesis en que Opera el interés social
y en que actúan o pueden actuar normas de orden público que tienen como contenido a dicho
interés. De tales hipótesis se desprenden los supuestos en que ~ la concesión de dicha medida
cautelar puede producir los fenómenos de contravención y de afectación a que se refiere la
fracción 11 del artículo lZ4 de la Ley de Amparo, supuestos que son los siguientes: 4) cuando
los actos reclamados propendan directa e inmediatamente a satisfacer una necesidad colectiva;
b) cuando dichos actos tengan la propensión, también directa e inmediata, de solucionar un
problema social o de evitar su surgimiento; y e) cuando la finalidad propia de tales actos estribe
en el mejoramiento de las condiciones vitales de -los grupos mayoritarios de una colectividad,
cualquiera que sea su densidad demográfica.
Estimamos pertinente, por lo tanto, que en el invocado ordenamiento se señalen, como pautas
generales, los supuestos a que nos acabamos de referir, para que con base en ellos el Juez de
Distrito pueda regular su criterio discrecional en cada caso COncreto para conceder o negar la SW~
pensión provisional y definitiva en el juicio bi-Insrancial de garantías. Por ende, sugerimos la
adición siguiente, como último párrafo del artículo 124 de la Ley de Amparo:
"Para determinar en cada caso concreto si con la suspensión solicitada por el quejoso se
violan normas de orden público o se afecta el interés social, el Juez de Distrito, analizando
la finalidad propia de los actos reclamados, tomará en cuenta si éstos, por modo directo o
inmediato, tienden a satisfacer una necesidad pública, a evitar o resolver un problema social
o a mejorar las condiciones generales de vida de grupos mayoritarios de alguna colectividad
humana, debiendo razonar su criterio en la resolución suspensional que se pronuncie,"
IX. Abolición del otorgamiento del "amparo para eiectos" en el ¡uido de garanlfas uni~
¡nI/antial y por vicios "in jNditando". E. bien sabido que la demanda de amparo directo o
uai-Instancial puede impugnar la sentencia o laudo definitivos que se reclamen, por vicios "in
procedmdo" y por vicios "in judirando". Los primeros se cometen durante la secuela procesal
en que se dicte el fallo que oportunamente vaya a impugnarse en la vía constitucional, y en los
segundos puede incurrir el propio fallo por indebida aplicación, en él, de leyes sustantivas o
adjetives. Tratándose -de la primera especie de vicios, es evidente que la ejecutoria que dicten
la Suprema Corte o los Tribunales Colegiados de Circuito concediendo la protección federal al
quejoso, tiene el efecto de dejar insubsistente el fallo definitivo reclamado y de ordenar la repo-
sición del procedimiento a partir del acto procesal viciado. En esta hipótesis es jurídicamente
imprescindible 'que el amparo se conceda "para efectos", por la sencilla razón de que dichos
órganos judiciales federales carecen obviamente de competencia para, reponer un procedimiento
que no se ha sustanciado ante ellos, sino ante el juez "a qua" o ante el tribunal "ad quem".
POr lo que concierne a los vicios "ir judirando" el otorgamiento del amparo no debe ser
"para efectos", es decir, para que el tribunal responsable deje insubsistente el fallo reclamado
y dicte uno nuevo corrigiendo tales vicios conforme a los señalamientos de 'la ejecutoria constitu-
cional. En la práctica, tanto las Salas de la Suprema Corte como los Tribunales Colegiados de
Circuito acostumbran conceder el amparo "para efectos" con base en los citados vicios, circuns-
tancia que prolonga innecesariamente y en detrimento de la pronta y expedita impartici6n de
justicia los procesos en que se hubiese pronunciado el falJo definitivo reclamado. Por razones
de economía procesal debe legalmente otorgarse a dichos órganos judiciales federales jurisdicción
plena al fallar el amparo directo, en el sentido de que puedan conceder la. protección federal lisa
y llanamente, y no para efectos, cuando se trate de vicios "in judicando" en que hubiese incurrido
la resolución definitiva reclamada, sustituyéndose 'al tribunal responsable en cuanto a la decisión
de la controversia fundamental planteada en el proceso respectivo.
Como consecuencia de las breves consideraciones que anteceden, estimamos que debe adicio-
narse un párrafo al articulo IS3 de la Ley de Amparo, concebido en los siguientes términos:
X. Reforma al artículo 1)2 de la Ley. Este precepto establece el derecho de las partes en el
juicio indirecto de garantías para solicitar de las autoridades o funcionarios copias certificadas
de los documentos que obren en su poder para rendidas como prueba en la audiencia constitu-
cional. En la práctica se observa frecuentemente que dicho acto procesal se difiere varias veces
en virtud de que la parte en los términos de la mencionada disposición legal desee aportar alguna
probanza documental, solicita su aplazamiento por no habérsele expedido oportunamente la copia
certificada que de la misma hubiese pedido...
Para evitar, en lo posible, dichos diferimientos que embarazan la tramitación expedita del'
procedimiento en el amparo bi-instancial, se sugiere la modificación del artículo 152 de la Le)
de Amparo para .qaedar concebido en la siguiente forma:
"A fin de que las partes puedan rendir sus pruebas en la audiencia del juicio, los fun-
cionarios o autoridades tienen obligación de expedir con toda oportunidad a aquéllas las
copias o documentos que soliciten; si dichas autoridades o funcionarios no cumplieren con
esa obligación, 'taparte interesada solicitará del juez que requiera a los omisos. En este caso,
el juez hará el requerimiento y aplazará la audiencia por una sola vez para el efecto de que el
Actuario del Juzgado, asociado de la parte oferente de la prueba y con asistencia de las demás
partes si así lo desearen, se constituya en las oficinas de la autoridad o funcionario para que,
con vista a las constancias que obren en su poder, practique 'la compulsa de las mismas, a
costa del oferente, y la agregue a los autos o asiente en la razón respectiva que no se encon-
traron. La citada diligencia deberá efectuarse antes de la nueva fecha señalada para Ja
celebración de la audiencia constitucional, a cuyo efecto el Juez fijará el día en que deba
precticarse. Si la parte Interesac'a, su mandatario o el autorizado en los términos del artículo 27
-de esta Ley no concurren para este último efecto, la prueba documental que se haya pretendido
rendir se declarará desierta y el juez les impondrá una multa de quinientos a dos mil pesos.
Cuando se trate de actuaciones concluidas podrán pedirse originales, a instancias de cualquiera.
de las partes."
ATENfA EXHORTACION
Hemos propuesto las reformas primordiales que en nuestra opinión se deben introducir al
régimen legal del juicio de amparo. Según afirmamos, las modificaciones que sugerimos no son
las únicas ql;le requiere la normación actual de dicha institución procesal constitucional. aunque
sí las más necesarias y urgentes. La formulación del proyecto que antecede no ha obedecido sino al
ferviente deseo de perfeccionar al amparo y de desbrozado de algunas enmiendas legales que han
adulterado su esencia teleolégica y afectado su eficacia pragmática en detrimento de quienes tienen
y tengan la necesidad de acudir a él en defensa de sus derechos frente a tos actos del poder
público del Estado. Las reformas que se plantean en dicho proyecto son independientes, aunque
complementarias, de las que hemos propuesto en relación con la estructuración de 18 Suprema
Corte ce justicia de la Nación y que se publicaron en el diario "Bxcélsior", con fecha 27 -de
noviembre de 1980. En otras palabras, ambos proyectos pueden evaluarse por separado, ya que
las proposiciones que en ellos se contienen no se interfieren. No obstante, lo deseable sería que'
conjuntamente se tomaran en cuenta para tratar de implantar en nuestro país una reforma integral
en lo que atañe a Ja administración de justicia en materia de amparo que sustituya a las modifi-
caciones aisladas y. en cierto modo, desarticuladas que se han practicado en diferentes ocasiones
al régimen normativo constitucional y legal de nuestra egregia institución.
No está por demás reiterar que el presente proyecto, como el anterior, lo sometemos a la
consideración de todas las asociaciones profesionales de abogados de México, estén o no afiliadas
a la Federación Naáonai de Colegios de Abogados, A. C. Nos permitimos instar a sus represen-
tantes a que nos expresen Sus puntos de vista sobre las reformas que sugerimos y nos indiquen
las que hemos omitido, con el objeto de crear un consenso general en 10s juristas de México
acerca de la necesidad de establecerlas para mejorar nuestra institución del amparo y la organi-
APtNDICE5 1055
zacién del máximo tribunal del país en beneficio de la administración de la justicia federal. Nos
complacerla profundamente que todos los abogados y maestros del Derecho, principalmente los de.:
Deredio Constitucional, y de Garantías y Amparo de la República. estén o no agrupados en el
Instituto Mexirano del Amparo, y que tuviesen interés en los citados proyectos de reformes,
concurrieran a la Orlava Asamblea General Ordinaria de la mencionada Federación que se celebrará
los días 28, 29 Y 30 de abril próximo en la ciudad de Monterrey, Nuevo León. y en la que tales
proyectos serán discutidos. Significaría para nosotros un alto honor que a tal asamblea asistiesen
los señores ministros de la Suprema Corte, magistrados de Circuito y jueces de Distrito, no sólo
para que con su presencia den realce a dicho acto académico, sino para que nos ilustren con
sus conocimientos y experiencia sobre el juicio de amparo. No debemos olvidar que los represen-
tantes de la judicatura federal y del foro nacional debemos estar unidos en un solo propósito.
consistente en contribuir, con nuestros comunes esfuerzos, sin egoísmos, recelos. actitudes
arrogantes y soberbias ni mezquindades, al perfeccionamiento de la institución _que_ es orgullo
legitimo de México, baluarte del orden jurídico de nuestro país y garante del régimen democrático
en que el pueblo mexicano siempre ha querido vivir.
Tenemos la convicción de que este atento y respetuoso llamado no será desoído por el señor
licenciado don Agustín T éllez Creces, quien como presidente del más alto tribunal de la Repú-
blica, ha demostrado en -múltiples ocasiones su devoción por el juicio de amparo y su plausible
designio por mejorarlo en su dimensión normativa y su dinámica real. Estamos seguros de que
con su valioso apoyo los objetivos que perseguimos lograrán su culminación.
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BIBLIOGRAFIA 1061
LEGISLACION
JURISPRUDENCIA
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO. PRIMERO
XIII. Nicaragua _ , _. . . . . . . 90
XIV. Advertencia final 91
TEMA 1
CApjTULO SEGUNDO
TEr111 L
(J.PfTUI.o CUARTO
'" 1.
El control de constitucionalidad 145
¡r 11. El control de legalidad . 14B
IJI. Control de constitucionalidad por órgano político y por órgano jurisdiccional 15B
IV. Control jurisdiccional por vía de acci6n y por vía de excepción ..... 160
V. El auto-control de la constitucionalidad. Referencia- especial a México 161
VI. Otros sistemas de "control constitucional" .. " . 16B
a) Consideraciones previas _ ~ .. 16B
b) Defensa de la Constitución por "órgano neutro" 169
e) Defensa de la Constitución por órgano mixto 171
d) Protección "judicial" de la Constitución 171
e) Otros "medios de defensa constitucional" 172
-, l' VII. Concepto genérico del juicio de amparo ..... 173
VIIl. Algunas concepciones sobre el amparo y su crítica 177
·X. ¿El amparo es un juicio o un recurso stricto sensu? iar
fNDICE 1065
CApITuLO qUINTO
C\.pfTU LO SEXTO
1. la' extensión protectora del juicio de amparo, según el sentido limitativo del artículo
103 constitucional ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . .. . . . . . . . . . 250
II. Tendencias de Rebasa y Vallarta para extender el alcance de protección del juicio
de amparo 251
III. Extensión tutelar del juicio. de amparo de acuerdo can el concepto de "autoridad
competente" del artículo 16 constitucional 255
IV. Extensión del juicio de amparo de acuerdo con los párrafos tercercy cuarto del artlcu-
10 14 constitucional .. .. ... ........... . 2.58
V. Extensión del juicio de amparo a través del concepto "leyes" del propio precepto,
segundo párrafo . . . . .. .. . . . . .. . . .. 258
1066 íNDICE
CAPrruLO SÉPTIMO
CApITuLO OCTAVO
LA ACCION DE AMPARO
CAPiTULO NOVENO
Cxelru LO DÉCIMO
CAPITULO DECIMOPRIMERO
o
•
•••
• • •
" •••••
• •
o
o
•
••••••••
• "
o
o
••
• o
o o
•••••
o •••••••••••••••••••
_ ••••••• _ •• o •••••
405
406
:~
B. La materia jurídica-sobré la que verse el acto reclamado .. , .... o ••• o ••
409
C. La indole-especial'-de la"autoridad responsable en algunos casos . 410 _
IX. La comp~cia anexa o auxiliar en el juicio de amparo o •• o • 411
I X. La jurisdicción concurrente en el juicio de amparo ,
XI. La incompetencia en el juicio de amparo y la substanciación de las cuestiones
o , • o •••••• 412 _
. ~'-
respectivas . . .-..:.... ~ 413_
I
o •• ,. _ _ ••••• o • _. o OH • •_ • • • • • • •_ •••••• _ o ••••• o _ •••••••••
XII. Reglas legales sobré fes efectos del surgimiento de la incompetencia . 417
XIII. La nulidad de actuaciones en el juicio de amparo por razón de la incom-
petencia . . . . . . . . . . ,._ o • , •••••••••••••••••••••••• 418
XIV. la acumulación en el juicio de amparo ' .. o ••••• " •••• o •• ,. 419
CAPÍTULO DECIMOTERCERO
CAPÍTULO DECIMOCUARTO
CApíTULO DECIMOQUINTO
CAPÍTULO DECIMOSEXTO
CApiTULO DECIMOSÉPTIMO
1. Generalidades 575
a) Concepto de recurso ..-, 575
b) Elementos del recurso stricto sensu. Referencia especial al juicio de amparo ',. 576
r) Recurso improcedente. recurso sin materia y recurso infundado 578
Il. El recurso de revisión ., 578
A. Procedencia del recurso de revisión 580
a) Procedencia de la revisión contra resoluciones de 10$ ]ueces de Distrito 581
bJ Procedencia de la. revisión contra sentencias dictadas en amparo directo pro-
nunciadas por los Tributeles Colegiados de Circuito 584
B. Competencia en el conocimiento" del recurso de revisión 588
a) Competencia deja Suprema Corte 588
1. Revisión contra sentencias de los jueces de Distrito 588
2. Revisión contra sentencias de los Tribunales Colegiados de Circuito 589
b) Competencia de los Tribunales Colegiados de Circuito
C. Substanciación del recurso de revisión
589 ·1
.I
590
D. Reglas legales y jurisprudenciales sobre la revisión 592
a) Su 'interposición a petición de parte. Expresión de agravios
b) Legitimación de la autoridad responsable para interpone; la revisión
592
594
I
e) Principio de estricto derecho en la revisión .. 596
d) Autonomía 'de los agravios en la revisión
e) Regias sobre el fallo de la revisión
IIJ. El recurso de queja .. . ... , ....
597
598
604
:',j
¡. !
I ~
iNDICE /' 1073
t
" ",
A,
; \~¡
Contrá actos de los Jueces de Distrito ',<" •••••• 605
B. Contra resoluciones dictadas por los Tribunales Colegiados de Circuito . 609
, ¡
C. Contra actos de las autoridades responsables . _ . 610
a) El recurso de queja por defecto c1 exceso en el cumplimiento de las ejecu-
torias que conceden el amparo (att. 9~. fracs. IV y IX) . 611
b]: El recurso de queja por defecto ~ exceso en el cumplimiento de la inter-
locutoria que conceda la suspeJsión definitiva de los actos reclamados
{art. 95, frac, ll) ""'''''',.1., "" .. ,,'', ,''''', . 614
e) El recurso de quej!' por falta dé cumplimiento del auto en que se haya
concedido al quejoso su libertad bajo caución (art. 95, frac ]U) 616
d) El recurso de queja en los casos ¡ue la fracción VIII del artículo 95 617
I
l ' EL AMPARO INDTREcrO O
,
CAPÍTULO DECIMOcrAVO
Bl·INSTANCIAL
': lV
a) Ideas generales . . 651
/ h) El auto de admisión . 652
/ e) El auto de desechamlento definitivo o de plano 653
. / d) El auto aclaratorio f , ,. , 654
c. El informe justificado en el juicio de amparo indirecto o bi-instancial 656
I
,
CAPÍTULO DECJMONOVENO
,
EL AMPARO D1REcro O UNI.IN5TANCIAl
\ \
J. Procedencia genérica del juicio de amparo directo \ , . 680
n. El amparo directo ante la Suprema Corte 'de Justicia ~ _ . 684
A. En materia penal ~ , , .~ :t , . 684
B. En materia administrativa / :. '\ ~:. 684
,
fNDICE 1075
CJ,VfTULO VIGÉSIMO
CApíTULO VIGESIMOPRIMERO
CAPÍTULO VIGESlMOSEGUNDO
CAPITULO VIGESIMOTERCERO
LA JURISPRUDENCIA
CAPITULO VIGESlMOCUARTO
CApiTULO VJGESIMOQUlNTO
CAPÍTULO V,GES,MOSEXTO
,
'1
íNDICE 1079
5.
Protección del certificado de inefectebilidad por la garantía de audien-
cia frente a resoluciones presidenciales posteriores .
6. Inexistencia o nulidad del certificado expedido después de la resolu-
ción presidencial dotaroria . " " . 936
7. Pequeña propiedad agrícola y ganadera sin certificado . 937
8. Diversas especies de pequeñas propiedades inafectables . 940
9. Fraccionamientos de predios rurales . . 940
10: La garantía de audiencia en los procedimientos de nulidad de frac-
cionamientos _ 941
11. Improcedencia del amparo en relación con la venta de predios per-
tenecientes al mismo dueño ...................•................. 942
12. Improcedencia del amparo contra actos aislados de 105 procedimientos
agrarios , , '.' . 942
13. Proc~encia d.e la suspensión en el amparo tutelar ,:~~ pequeña
propiedad egrlccla o ganadera , --: _ . 943
14. Ejecuciones complementarias ,., : .. , . , , .. 944
IV. El amparo agrario ejidal o comunal . .. , . ·944
A. L1 adición constitucional y su exégesis., . 94l
a) Quejosos.. . . 946
b] Acto de autoridad. ' :.. .. . . . . .. . . . . 949
() Modalidades generales de la adición . . 910
B. Las adiciones legales . , 951
a) Suplencia de la queja deficiente . . 952
b) Personalidad ......... .. . . 954
() Competencia auxiliar .. ' . . . . . .. .. . . .. . . 956
d) Términos pre-judiciales .. . . 957
e} Improcedencia , ,..... ... .... . , .. 961
1. No preclusión de la acción de amparo . . 961
2. Negativa de afectar determinadas tierras , . 962
ti Sobreseimiento y caducidad de la instancia . . 962
K) Sentencias .......... . . . . . . . . .. . . 964
h) Recurso de revisión . 966
; ) Recurso de queja .. .., ., . 967
i) Amparo indirecto o bi-insrancial . ,' . 968
1. Requisitos de la demanda de amparo , . 968
2. Su presentación . 969
3. El informe justificado . 969
4. La audiencia constitucional 972
5. Obligaciones a cargo de los Jueces de Distrito 972
k) Suspensión.. . . .. . . . . .. . . 974
J) Notificaciones y emplazamiento . 976
m) Observaciones finales ,............... . . 976
V. Inconstitucionalidad de los procedimientos de anulación . 977
A. Incompetencia constitucional del Presidente de la República para dirimir con-
troversias agrarias ......... . . 978
B. Inconstitucionalidad funcional y orgánica de las Comisiones Agrarias Mixtas ,. 980
a) Facultades constitucionales de las Comisiones Agrarias Mixtas . 980
b) Inconstitucionalidad de la Ley Federal de Reforma Agraria por alterar la
órbita competencia! constitucional de las Comisiones Agrarias Mixtas .... 981
() Inconstitucionalidad dé la Ley Federal de Reforma Agraria por alterar la
composición orgánica de las Comisiones Agrarias Mixtas , . 983
VI. Apéndice .. .. ...... ... . . 984
1080 fNDICE
ApÉNDICES 989
BI~LIOGR/l.FíA 1057
SE ACABó DB IMPRIMIR ESTA OBRA
EL DfA 29 DE SEPTIEMBRE DE 1983, EN LOS TALLERES DB
OFFSET UNIVERSAL. S. A.
Av. Año de [uárez, 177. Granjas San Antonio
México 13, D. F.
LA EDICiÓN CONSTA DE 3,000 EJEMPLARES
MÁS SOBRANTES PARA REPOSICIÓN.