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REPORTE DE LECTURA

Currículum y atención a la diversidad

Dra. Oralia Arguelles

Reporte de lectura

Inclusión educativa y cultura inclusiva

Maestro Carlos A. Sánchez Valles

Escuela Normal Superior Moisés Sáenz Garza

Escuela de Graduados

Universidad Pedagógica Nacional,

Unidad Saltillo
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Durante mucho tiempo, la manera en cómo la escuela ha educado a los infantes ha sido la

misma para todos: mismos contenidos y/o aprendizajes, mismo tiempo y ritmo de trabajo, misma

manera de presentar los conceptos y definiciones, misma manera de comunicar lo aprendido y

misma manera de evaluar. Como resultado, se ha generado un gran agujero en la educación, pues

en todos esos años se ha dejado de lado la diversidad que siempre ha existido dentro de las aulas.

Cada niño tiene una manera particular de ser y pensar, es único. Sin embargo, estos

errores han llevado a perfeccionar metodologías inclusivas que han logrado llenar esos vacíos.

Hablamos de la importancia de la inclusión educativa, metodología que permite personalizar la

enseñanza el aula. La inclusión educativa es todo lo opuesto a la uniformidad de la enseñanza, y

desarrolla contenidos a partir de las igualdades y diferencias de los alumnos, de esa manera

busca fomentar la buena convivencia dentro y fuera de las aulas.

De acuerdo con la lectura Inclusión educativa y cultura inclusiva, el autor nos hace

referencia a diversas investigaciones que dan pie a concepciones y percepciones sobre la

inclusión educativa y la cultura relacionada con la inclusión. Al hablar de inclusión, podemos

conceptualizar de manera general como: La actitud, tendencia o política de integrar a todas las

personas en la sociedad, con el objetivo de que estas puedan participar y contribuir en ella y

beneficiarse en este proceso. Sin embargo, en el plano educativo, “incluir se convierte en una

tarea nada fácil de cumplir y que constituye todo un reto” (Plancarte, 2017, p. 2). Es importante

que la educación inclusiva deba reconocer las necesidades, intereses, características, estilos y
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ritmos de aprendizaje de los alumnos para generar así el cumplimiento del artículo 3ro

constitucional que permita una educación de calidad con equidad ya sea en la equidad en el

acceso, equidad en los recursos y en la calidad de los procesos o equidad en los resultados de

aprendizaje.

La inclusión educativa está relacionada con el acceso, la participación y los logros de

todos los alumnos, con especial énfasis en aquellos que están en riesgo de ser excluidos o

marginados. Implica transformar la cultura, las políticas y las prácticas de las escuelas para

atender la diversidad de necesidades educativas de todo el alumnado. Es claro que desde muchos

años atrás, el sistema educativo se ha encargado de simular ese compromiso social con los

alumnos menos beneficiados, aplicando acciones que permitan incluir, pero que, al mismo

tiempo, caen en la exclusión, tal es el caso de las aulas de apoyo, donde se extraen de las aulas a

los alumnos que presentan alguna barrera de aprendizaje, para apoyarlo de manera individual,

cayendo en contradicciones.

Y es que, cuando escuchamos o leemos las palabras inclusión educativa, la mayoría de las

personas instantáneamente lo relacionan con la educación especial o con la discapacidad. Por tal

motivo, en los setenta, padres de familia de niños con alguna necesidad educativa física y mental,

pugnaron para que éstos recibieran una educación de calidad, y que fueran incluidos en una

escuela regular, a partir de entonces y hasta hoy los principios de normalización, integración e

inclusión han sido claves importantes para debatir, defender, proponer y delinear acciones a

seguir.
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Aún con los avances sociales y las diversas investigaciones sobre la inclusión educativa,

es innegable mencionar que la integración de la escuela ordinaria con la especial ha sido

conceptualizada de diferentes maneras y ha estado unida a ideologías y políticas propias de cada

país, mismas que han sido utilizadas en muchos casos como trampolín político, pero sin tomar en

cuenta verdaderamente a las personas como individuos capaces de aprender.

Lamentablemente, nuestro sistema educativo mexicano ha ido avanzando a pasos lentos,

se han visto logros en cuanto a la vinculación de trabajo del maestro de grupo con el especialista,

sin embargo, existen muchas áreas de oportunidad en las cuales no se ha reflejado en la

verdadera inclusión educativa de todos los alumnos que presentan alguna situación social, racial,

mental, física, pedagógica, emocional. Los procesos de instrucción que se generaron fueron, por

supuesto, dirigidos a complementar o apoyar la enseñanza de los menores con necesidades

educativas especiales y para ello los profesores se auxiliarían de otros especialistas, quienes se

encargan de ellos y en la mayoría de los casos los alumnos deben salir del aula regular para

acudir a aulas de apoyo.

Por lo anterior, y bajo este esquema de la integración, la persona afectada es quien: “tiene

que integrarse en la comunidad escolar y por lo tanto la responsabilidad de todo lo que suceda

recae en ella y de esta manera se deslinda a la institución y al gobierno de los logros o fracasos”

(Muntaner, 2010). Esta situación determina que la escuela, los directivos, los maestros se quitan

esa responsabilidad de que el alumno se integre o no a un grupo regular. Claramente esta

situación es completamente errónea, ya que los cambios, las evoluciones, los diseños y la

responsabilidad directa no es del individuo, sino, del mismo sistema educativo y del mismo
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centro escolar. La responsabilidad de la escuela y en particular del profesor es hacer reformas,

adaptaciones curriculares y diseñar programas específicos para atender a la diferencia, mismos

que no en todos los casos se puede realizar, algunas veces debido a que los profesores no están

capacitados para ello y en otras por la cantidad de actividades que está obligado a realizar

cotidianamente. Estas dos situaciones anteriores, han sido manifestadas por muchos docentes en

relación a la falta de capacitación al atender a alumnos con alguna necesidad educativa, y esto

proviene desde la formación en las escuelas normales, ya que se tocan esos temas de una manera

superficial, teorizando, pero sin llegar a la práctica. Dicho esto, la integración demostró su

ineficacia y limitaciones en relación con el modelo desde el que se parte (médico) y “dio lugar a

un nuevo concepto, la inclusión, que retoma el modelo social. Este se basa en la aceptación de la

diversidad, reconociendo que es la escuela quien debe adaptarse al alumnado y no a la inversa”,

(Plancarte, 2017, p.4).

Por tanto, hay educación inclusiva cuando se ofrece currículos flexibles, métodos de

enseñanza y aprendizaje adaptados a diferentes fortalezas, necesidades y estilos de aprendizaje,

de manera que todos los estudiantes sin distinción puedan alcanzar su potencial; cuando no existe

una fórmula de ‘talla única’, para los ajustes razonables, y diferentes estudiantes con la misma

condición pueden requerir diferentes ajustes; y se acepta que cada estudiante aprende de una

manera única e implica desarrollar modos flexibles de aprender.

La filosofía de la inclusión defiende una educación eficaz para todos, sustentada en que

los centros educativos deben satisfacer las necesidades de todos los alumnos, sean cuales fueren

sus características personales, psicológicas o sociales, relacionada con el acceso, la participación

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y los logros de todos los alumnos, con especial énfasis en aquellos que están en riesgo de ser

excluidos o marginados por diferentes razones. Otro aspecto también importante en la inclusión

educativa es que el objeto de la innovación no es el niño, sino el sistema educativo, la escuela, la

comunidad en general, por tal motivo, el progreso de los alumnos no depende sólo de sus

características personales, sino del tipo de oportunidades y apoyos que se les brindan.

La inclusión se basa en la valoración de la diversidad, adaptando el sistema para

responder de manera adecuada a las necesidades de todos y cada uno de los alumnos. Busca

asegurar la equidad y la calidad en la educación, considerando a todos los alumnos sin importar

sus características, necesidades, intereses, capacidades, habilidades y estilos de aprendizaje.

También busca eliminar todas las prácticas de discriminación, exclusión y segregación dentro de

la escuela al promover el aprendizaje de todo el alumnado. Es un proceso en donde participan

todos los alumnos, profesores, administrativos, padres de familia, así como la comunidad aledaña

y se enfoca a eliminar la exclusión y a brindar una educación efectiva y de calidad a todos los

educandos, por medio de cambios o reestructuras en los centros escolares en relación con las

políticas, las actitudes, los valores y las prácticas.

Po ello, las autoridades educativas deben de llevar a cabo acciones coherentes para

garantizar la completa inclusión de la comunidad educativa en sus centros escolares; a que los

maestros planifiquen sus clases de acuerdo a las necesidades de cada uno de sus estudiantes,

permitiendo la oportunidad de que adquieran los conocimientos, aprendizajes, habilidades,

actitudes y valores.
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Por ello, es de suma trascendencia, que todos los agentes educativos sean inclusivos y

estén bajo la misma línea, el maestro debe de ser inclusivo con sus alumnos y compañeros

docentes; el directivo, tiene que fomentar la inclusión con su plantel escolar, incluidos, padres de

familia y personal de apoyo; los maestros especiales de educación física, inglés, tienen que

propiciar actitudes inclusivas con sus alumnos; el intendente debe cumplir con la misma misión

desde su trabajo; es decir, la escuela debe ser completamente inclusiva para que realmente se

proyecten situaciones positivas de inclusión, a esto se le llama un cultura inclusiva, donde cada

una de las personas que forman parte de la comunidad educativa, tengan los mismo ideales y

actitudes. Cultura se refiere “al desarrollo de valores inclusivos, compartidos por todo el personal

de la escuela, los estudiantes y los miembros del Consejo Escolar y las familias” (Booth y

Aiscow, 2002, p.18) y proponen que, para que se desarrolle una cultura inclusiva, es necesario la

creación de una comunidad escolar segura, acogedora, colaboradora y estimulante en la que toda

persona sea tomada en cuenta y se promuevan valores inclusivos. De tal manera que, si

hablamos de cultura inclusiva escolar, podríamos entender que se refiere al conjunto de reglas,

símbolos, creencias y valores compartidos por el personal de la escuela, los estudiantes, los

miembros del Consejo Escolar y las familias, que le proporcionan la cohesión necesaria a la

escuela para trabajar armónicamente hacia la consecución de los objetivos comunes.

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Referencias

Booth, T. y Ainscow, M. (2002). Index for Inclusion. Developing learning and participation in

schools. (Índice de Inclusión: desarrollando el aprendizaje y la participación en las

escuelas). Santiago de Chile: UNESCO.

Muntaner, J. (2010). De la integración a la inclusión: un nuevo modelo educativo. En P. Arnaiz,

M. D. Hurtado y F. J. Soto (Coords.) 25 Años de Integración Escolar en España:

Tecnología e Inclusión en el ámbito educativo, laboral y comunitario. (pp.1-24). Murcia,

España: Consejería de Educación, Formación y Empleo.

Plancarte Cansino, P. A. (2017). Inclusión educativa y cultura inclusiva. Revista de Educación

Inclusiva, 10(2), 213-226.