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Articulo Millon Psicoterapia
Articulo Millon Psicoterapia
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RESUMEN
ABSTRACT
INTRODUCCION
Una queja histórica frente al diagnóstico, que todavía se pronuncia con frecuencia, ya
se base o no dicho diagnóstico en el sistema de clasificación oficial, es su inutilidad de
cara a los fines terapéuticos. Muchos terapeutas, sea cual sea su orientación o forma
de tratamiento, prestan poca atención al hecho de que el diagnóstico pueda
proporcionar información para la filosofía y la técnica que emplean, Poco importa de
qué síndrome o trastorno se trate, lo más probable es que un terapeuta de familia
seleccione y emplee alguna variante de la terapia familiar, que un terapeuta de
orientación cognitivo encuentre que el enfoque cognitivo "funcionará mejor", etcétera,
incluyendo también a los terapeutas integradores, que se están convirtiendo en una
"escuela" y se están uniendo a esta desgraciada tendencia de afirmar que nuestro
enfoque es el más eficaz.
¿Pensamos acaso que existe alguna verdad en la fe integradora, es decir, que hay un
tipo de trastornos para los cuales la más profunda lógica de la mentalidad integradora
es la elección más adecuada y terapéutica?
Estos dos constructos paralelos, que surgen de tradiciones diferentes y han sido
concebidos en diferentes campos, reflejan unas perspectivas filosóficas compartidas,
una de ellas orientada hacia la comprensión de la psicopatología y la otra hacia la
búsqueda de su solución.
Hay muchos otros temas espinosos con los que deben enfrentarse la psicopatología y
la terapia integradoras (ej., las concepciones del mundo discrepantes con respecto a la
naturaleza esencial de la experiencia psicológica), No hay ninguna dificultad, a nuestro
entender, en animar la discusión activa entre los contendientes -aunque
personalmente nos adherimos a una consideración "organísmica" o "sintética" de los
fenómenos naturales.
¿Qué es lo que queremos decir exactamente con que la terapia deber ser integrada y
tener fundamento en una teoría lógica y coordinada (Arkowitz, 1992)?
Desgraciadamente, mucho de lo que se mueve bajo la pancarta "ecléctica" o
"integradora" suena a palabrería gazmoña -un deseo de aparecer agradable a todas
las partes, y de decir que todo el mundo lleva razón. Estos carteles se han convertido
en murmullos triviales, filosofías con las que las personas neutrales ciertamente
desearían aliarse. Pero 1a teoría y la psicoterapia integradoras" deben significar más
que eso.
Los problemas de personalidad que nos traen nuestros pacientes son una
combinación inextricablemente conectada de conductas, cogniciones, procesos
intrapsíquicos, etcétera. Fluyen a través de una, maraña de bucles en feedback y de
concatenaciones que se despliegan en series y que emergen en diferentes momentos
como configuraciones dinámicas y cambiantes. Cada componente de estas
configuraciones tiene un papel y un significado alterado en virtud del lugar que ocupa
dentro de estas constelaciones en continua evolución.
Pero las personas son algo más que medios de contacto. Son el único sistema
orgánicamente integrado en el dominio psicológico, creados desde el nacimiento con
la característica inherente de ser entidades naturales, más que estructuras derivadas
de la experiencia y construidas mediante atribución cognitiva. Más aún, son las
personas las que están en el corazón de la experiencia psicoterapéutica, los seres
esenciales que dan sentido y coherencia a síntomas y rasgos -ya se trate de
conductas, afectos o mecanismosasí como todos esos seres, esas entidades
singulares, que dan vida y expresión a las interacciones familiares y a los procesos
sociales.
Puede que resulte útil el que informemos de un cambio importante -en el pensamiento
médico equiparable a lo que hemos estado diciendo. Es de destacar el hecho de que
los expertos actuales en salud ya no se centran en los síntomas -como hacían hace
cien añosni en agentes infecciosos invasivos -como hacían hace una o dos
décadassino que vuelcan su atención en la estructura y mecanismos del sistema
inmunológico.
Sin embargo, afirmar de forma simple y trivial que los trastornos de la personalidad
comprenden un constructo integrador o que este es el equivalente natural y el
escenario para las terapias integradoras no es suficiente. También puede ser
pretencioso hablar de una "teoría integradora". Al construir una ciencia de la
psicopatología debemos buscar descubrir los principios esenciales sobre los que se
pueda organizar una personología sustantiva y la teoría integradora correspondiente.
Todas las ciencias naturales poseen principios organizadores que no sólo crean el
orden sino que también proporcionan la base para generar hipótesis y estimular
nuevos conocimientos. Una buena teoría no sólo resume e incorpora los
conocimientos existentes, sino que es heurística, es decir, tiene un "valor sistemático",
según la expresión de Hempel, por cuanto origina y desarrolla nuevas observaciones y
nuevos métodos. Como hemos podido observar en los últimos cien años, tanto las
teorías del aprendizaje como las analíticas han generado nuevas técnicas terapéuticas
de considerable poder y utilidad -por ejemplo, los métodos conductuales de
desensibilización y de adquisición de habilidades, así como los métodos
psicodinámicos de asociación libre y análisis de los sueños.
¿Y qué mejor terreno existe en la psicología para emprender dicha síntesis que el de
la personología? Como hemos afirmado, las personas son el único sistema integrado
en el dominio de la psicología, que han evolucionado a través de los milenios como
entidades naturales. La intrínseca cohesión de las personas no es un mero argumento
retórico, sino una auténtica unidad esencial. Mientras que los rasgos personológicos a
menudo pueden ser disonantes y pueden ser fragmentados con fines científicos o
pragmáticos, se trata, no obstante, de elementos de una indivisible entidad
biopsicosocial.
Adoptar este punto de vista no significa que planteemos la equivalencia de todas las
áreas de investigación científica, tampoco que busquemos un único sistema
conceptual global que abarque a la biología, la psicología y la sociología (Millon,
1983,1990). Hablar en favor del establecimiento de lazos explícitos entre estos
dominios no supone ni una filosofía reduccionista -la creencia en una identidad
esencialni que dichos lazos se vayan a lograr a través de la lógica formal. Más bien
debemos buscar su concordancia esencial, su consistencia empírica, conexión
conceptual, convergencia dialéctica y mutua clarificación.
Un aspecto del modelo teórico, especialmente relevante para nuestro tema y que
merece comentario, es el de la generatividad. Una buena teoría permite la derivación
de numerosas hipótesis. El modelo teórico antes resumido tiene implicaciones
terapéuticas por cuanto las diferentes combinaciones polares apuntan a aspectos
centrales de lo que se concibe como problemas de supervivencia esenciales en cada
trastorno de la personalidad (ej., aumentar el placer o disminuir el dolor amenazante;
optimizar la supervivencia recurriendo a fuentes del yo o de los otros; adoptar una
actitud más activa o más pasiva para maximizar la propia supervivencia; resolver
ambivalencias entre los focos de supervivencia; etcétera).
Por tanto, en el mejor de los casos, los criterios diagnósticos del DSM representan un
paso conceptual significativo hacia la meta futura, cuando las características clínicas
de adecuada especificidad y amplitud proporcionen índices, válidos y fiables, con que
identificar los principales prototipos sindrómicos (Millon, 1983b), Aunque se trata de
algo que está fuera del alcance de este artículo, diremos que los síndromes
categoriales del DSM son entidades conceptuales y no entidades tangibles (Millon,
199] a). Dado que estos síndromes son, en su mayoría, sólo constructos teóricos, será
más que suficiente, con fines clínicos y de investigación, emplear lo que se ha,
diseñado: un mosaico de criterios descriptivos normativizado, fiable e internamente
coherente. En la medida en que el DSM ha proporcionado este fundamento de
prototipos clínicos, es justo considerar que se ha realizado un avance digno de
alabanza.
Se utilizaron varios criterios para seleccionar y desarrollar las áreas clínicas que
comprendían estas nuevas herramientas evaluativas: (a) que fueran variadas en las
características implicadas, es decir, que no se limitaran sólo a conductas o
cogniciones, sino que abarcaran el amplio espectro de las características clínicas
relevantes; (b) que fueran paralelas, o se correspondieran, con muchas de las
modalidades terapéuticas habituales en nuestra profesión (ej., técnicas analíticas
orientadas al yo; métodos para alterar cogniciones disfuncionales, procedimientos para
modificar la conducta interpersonal); y (c) que no sólo se deben coordinar con el
esquema oficial de trastornos de la personalidad, sino que también cada trastorno se
debe caracterizar mediante un atributo distintivo en cada área clínica. Como dijimos
antes, los criterios que formulamos aquí suponen una alternativa entre otras que
puede ser utilizada para ilustrar el enfoque integrativo (Goldfried, 1982).
Los clínicos no tienen por qué limitarse a un sólo atributo (ej., perturbado, hostil, lábil)
o a un área (ej., temperamento/estado de ánimo) para caracterizar a un paciente
concreto, sino que puede recoger una medida del grado de severidad para representar
la importancia o amplitud del atributo de ese área. Incluso se anima a los clínicos a
que, cuando sea apropiado, registren y cuantifiquen más de un atributo por área
clínica (ej., caso de ser apropiado anótese estado de ánimo "perturbado" y "lábil").
Pronto estará disponible un procedimiento para efectuar dichas discriminaciones de
manera sistemática, mediante el Millon Personality Diagnostic Checklist (Lista para el
Diagnóstico de la Personalidad, de Millón (*» un instrumento que está siendo refinado
en conexión con el próximo Millon Clinical Multiaxial Inventory (MCMIAL Cuestionarlo
Clínico Multiaxial, de Millon).
(*) Nota de los traductores: Al ser publicado este instrumento, ha aparecido con el
titulo "Millon Index of Personality Stylee" (índice de Estilos de Personalidad)
Como se describió en los párrafos anteriores, los pacientes "reales" no encajan dentro
de nuestras categorías de una manera simple y predecible. Verdaderamente, la
principal consecuencia terapéutica de nuestra discusión anterior es la de que las áreas
y atributos clínicos pueden servir como puntos de atención útiles para las formas de
terapia correspondientes. Sería ideal, desde luego, que los pacientes fueran prototipos
"puros", y que todas las áreas de atributos fueran prototípicas y estuvieran siempre
presentes. Si eso fuera así podríamos extraer cada diagnóstico y, automáticamente,
conocer su área de atributos correspondiente y el tipo de terapia más adecuada. Por
desgracia los pacientes "reales" pocas veces son puros prototipos de libro. A menudo
la mayoría son mezclas complejas que exhiben, por ejemplo, los atributos
conductuales del prototipo esquizoide, la conducta interpersonal y el estilo cognitivo
del prototipo evitativo, la autoimagen del esquizotípico, etcétera, Además, no es
probable que estos atributos tengan la misma relevancia clínica en un caso particular.
Por eso, los aspectos interpersonales pueden estar especialmente alterados, mientras
que los procesos cognitivos, aunque problemáticos, pueden tener menor importancia.
La elección de áreas y atributos para la intervención terapéutica no es, por tanto, un
asunto de simple diagnóstico, sino que, requiere una evaluación comprensiva, que
valore no solamente la configuración general de atributos sino que diferencie sus
grados de importancia.
Cada área clínica lleva a una serie de técnicas terapéuticas cuya eficacia puede ser
estimada a través de la experiencia y de la investigación sistemática. Nuestro
repertorio es rico en la actualidad, Así, al tratar disfunciones en el área de la "conducta
interpersonal", podemos emplear cualquier método de terapia de familia o de grupo,
así como una serie de técnicas interpersonales que han evolucionado recientemente y
han sido formuladas de manera explícita. Los métodos del análisis clásico, o sus
escuelas contemporáneas, pueden ser especialmente adecuados para el área de las
"representaciones objetales", asi como los métodos de reestructuración cognitiva
serán la elección para modificar dificultades en el "estilo cognitivo" y en la
"autoimagen".