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Los Tratados y el sistema jurídico nacional

Por CRISTÓBAL RODRÍGUEZ 29-05-2014 00:12

El abordaje de las relaciones internacionales del Estado dominicano y de su


vínculo con el derecho internacional se plantea, en primer término, en el artículo
26 constitucional el cual dispone lo siguiente:
“La República Dominicana es un Estado miembro de la comunidad internacional,
abierto a la cooperación y apegado a las normas del derecho internacional, en
consecuencia:

1)    Reconoce y aplica las normas del derecho internacional, general y


americano, en la medida en que sus poderes públicos las hayan adoptado;

2)    Las normas vigentes de convenios internacionales ratificados regirán


en el ámbito interno, una vez publicados de manera oficial;

3)    Las relaciones internacionales de la República Dominicana se fundamentan


y rigen por la afirmación y promoción de sus valores e intereses nacionales, el
respeto a los derechos humanos y al derecho internacional.

El citado texto establece las bases de lo que en la mejor teoría constitucional


contemporánea se denomina “Estado constitucional cooperativo” el cual “vive de
necesidades de cooperación económica, social y humanitaria, así como, en lo
antropológico, de la conciencia de la cooperación (internacionalización de la
sociedad, de la red de datos, de la esfera pública mundial, de las
manifestaciones con temas de política exterior, de la legitimación proveniente del
exterior…)”  Tal y como sostiene Peter Häberle: “Si se puede decir que el Estado
europeo viene de la economía, con mayor razón es válido para el Estado
constitucional cooperativo, que es efecto de las interrelaciones económicas y es
causa de éstas mismas. La actual globalización intensifica estos procesos.”
A efectos prácticos, el aspecto más relevante a destacar del citado artículo 26
constitucional es que su numeral 2 dispone que las normas vigentes de los
convenios internacionales ratificados “regirán en el ámbito interno una vez
publicadas de manera oficial”. En otras palabras, las normas contenidas en los
convenios y tratados internacionales son de aplicación directa, son norma
jurídica de validez y aplicación inmediata en el ámbito interno.

Pero ¿qué rango o jerarquía tienen los tratados y convenios internacionales en


nuestro sistema constitucional? ¿Qué sucede si se verifica una contradicción
entre una norma infraconstitucional y el contenido de un tratado internacional?

Las previsiones constitucionales relativas a los tratados y convenios


internacionales en el país no se agotan en reconocer que las disposiciones
contenidas en estos últimos son normas de aplicación directa e inmediata en
nuestro país, sino que van significativamente más lejos: jerarquizan las normas
de los tratados internacionales, le otorgan un estatus dentro del sistema de
fuentes directas del derecho en nuestro ordenamiento: los tratados
internacionales son norma de aplicación directa que tienen jerarquía idéntica a la
constitución. Así lo ha establecido el artículo 74.3 constitucional al disponer que:

“Los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos humanos, suscritos y


ratificados por el Estado dominicano, tienen jerarquía constitucional y son de
aplicación directa e inmediata por los tribunales y demás órganos del Estado”.

¿Cuál es la consecuencia que se sigue del hecho de que una norma jurídica de
jerarquía inferior a la constitución entre en contradicción con un tratado
internacional? La misma que si entrara en contradicción con la constitución: su
nulidad.
La cuestión se reconduce a lo siguiente: las normas del derecho internacional,
de conformidad con lo dispuesto por el artículo 74.3 antes citado, forman parte
del derecho constitucional aplicable en el país. De conformidad con lo dispuesto
por el artículo 6 de la constitución “todas la personas y los órganos que ejercen
potestades públicas están sujetos a la constitución, norma suprema y
fundamento del ordenamiento jurídico del Estado. Son nulos de pleno derecho
toda ley, decreto, resolución, reglamento o actos contrarios a esta constitución.”

El resultado de lo anterior es que todas las autoridades públicas están en la


obligación jurídica de conferir a las disposiciones delos Tratados Internacionales
el estatus jurídico que, de conformidad con el mandato de la constitución, los
mismos tienen. Actuar de una manera distinta a lo indicado colocaría a la
autoridad nacional en una situación de confrontación con la constitución, con las
consecuencias especialmente nocivas que ello pudiera implicar en términos de
comprometer la responsabilidad internacional del Estado dominicano.

Y es que el reconocimiento constitucional de que los Tratados son norma jurídica


que además tienen jerarquía superior a las leyes se traduce en la posibilidad de
someter una acción de inconstitucionalidad ante el órgano competente a fin de
que sea declarada la nulidad de las normas legales inconvencionales, puesto
que las normas así otorgadas contrarían, como se ha dicho, los textos
constitucionales que le dan esa jerarquía a los Tratados. No es ocioso recordar
que de conformidad con lo dispuesto por los artículos 26 y 27 de la Convención
de Viena sobre el Derecho de los Tratados, la firma de un Convenio
Internacional implica que los estados signatarios se obligan a dar cumplimiento
cabal a todas y cada una de sus disposiciones, en virtud de las reglas generales
que gobiernan la eficacia del contenido de las normas de derecho internacional.

Finalmente, de acuerdo a las previsiones constitucionales relativas a los tratados


internacionales, los mismos son norma jurídica de aplicación directa y tienen
jerarquía idéntica a la constitución. Así lo ha establecido el artículo 74.3
constitucional antes citado.

En la medida en que son normas de jerarquía constitucional de aplicación


directa, tanto la administración como los jueces están en el deber de inaplicar
cualquier disposición normativa que sea contraria a un pacto internacional
relativo a derechos humanos. Para ello debe hacerse conciencia de que, de la
misma manera que todos los jueces son jueces de la constitucionalidad, lo son
también de la convencionalidad de las normas sobre las que deciden los casos
que les sonsometidos. Se trata, en resumen, de que el nuevo marco
constitucional ha abierto las puertas para el ingreso de un sistema difuso de
control de convencionalidad de las leyes en nuestro país

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