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FRATERNIDAD

sido enviada por Cristo a todas las gentes hizo habitar a todo el género humano so-
y a todas los pueblos” (ECP, 139). bre la faz de la tierra (cfr. Hch 17, 26), y
La filiación divina es el fundamento de tienen también un fin último, que es Dios,
la fraternidad de los hijos de Dios. San Jo- cuya providencia, manifestación de bon-
semaría explicaba que el Señor ha venido dad y designios de salvación se extiende
a traernos la salvación a todos. “¡No sólo a todos” (NA, 1). Este ideal de unidad de la
a los ricos, ni sólo a los pobres!, ¡a todos familia humana es el mensaje que la Iglesia
los hombres, a todos los hermanos! ¡Que lleva a todos los hombres, para lograr una
hermanos somos todos en Jesús, hijos sociedad más humana que busque el bien
de Dios, hermanos de Cristo: su Madre es común y proporcione las condiciones ne-
nuestra Madre! No hay más que una raza cesarias para que todos los hombres, cada
en la tierra: la raza de los hijos de Dios. To- hombre, puedan perfeccionarse y alcanzar
dos hemos de hablar la misma lengua, la su plenitud.
que nos enseña nuestro Padre que está en
los cielos” (ECP, 13). 2. Manifestaciones en la vida de la Igle-
sia y en la sociedad
1. La fraternidad, ideal cristiano Cuando a Jesucristo le preguntan cuál
es el primero de todos los mandamientos,
La fraternidad que proclama el Evan-
responde con claridad: “Amarás al Señor
gelio tiene un fundamento que hace que el
tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu
vínculo entre los hombres que de ella se
alma, con toda tu mente y con todas tus
deriva sea mucho más íntimo que el que
fuerzas. El segundo es: Amarás al prójimo
nace del hecho de poseer la misma natu-
como a ti mismo. No existe otro manda-
raleza humana, pues la unión con Cristo se
miento mayor que éstos” (Mc 12, 29-31).
sitúa en un plano superior. El amor de Dios
San Pablo se hace eco de las palabras del
por los hombres no tiene fronteras, abar-
Señor en su propia vida, y lo manifiesta
ca a toda la humanidad; el anuncio de la
en sus cartas. Así escribe a los corintios:
salvación en Cristo se extiende hasta los
“¿Quién desfallece sin que yo desfallezca?
confines de la tierra. Y tiene como mani-
¿Quién tiene un tropiezo sin que yo me
festaciones propias la paz, la solidaridad,
abrase de dolor?” (2 Co 11, 29). Y san Juan
la comprensión, y como consecuencia la
subraya que debemos amarnos a imita-
alegría.
ción de Cristo: “En esto hemos conocido
La universalidad de la salvación ofre- el amor: en que él dio su vida por nosotros;
cida por Jesucristo hace más sólida la re- también nosotros debemos dar la vida por
lación que los hombres están llamados a nuestros hermanos” (1 Jn 3, 16).
tener con Dios y entre ellos mismos, acre- El amor al prójimo es un precepto fun-
centando la responsabilidad frente al pró- damental de la vida cristiana, que tiene va-
jimo en cada situación histórica concreta riadas manifestaciones tanto en las relacio-
(cfr. CDSI, n. 40), de tal manera que no es nes mutuas como en la vida en sociedad.
posible amar al prójimo como a uno mismo Cada persona es “otro yo” y esto genera
y perseverar en esta decisión de amor sin un movimiento de apertura del hombre
el esfuerzo constante por lograr el bien de hacia los demás, con el mismo amor con
todos y de cada uno, porque todos somos que nos amó Jesucristo, buscando el bien
verdaderamente responsables de todos de todos y comprometiéndose en la edi-
(cfr. CDSI, n. 43). ficación de una vida social, económica y
El Concilio Vaticano II afirma que “to- política conforme al designio de Dios. Im-
dos los pueblos forman una comunidad, plica un corazón misericordioso, acogedor,
tienen un mismo origen, puesto que Dios que sabe compadecerse de la necesidad

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