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TEMA 8: TERAPIA CENTRADA EN EL CLIENTE

1. INTRODUCCIÓN

ENCUADRE HISTÓRICO
Terapia no directiva, psicoterapia centrada en el cliente o de persona a persona es el nombre con que se conoce en la
literatura sobre psicoterapia lo enfoque desarrollado por Carl Rogers. Un terapeuta familiar de reconocido prestigio
llamado Anderson lo considera un pionero de la psicoterapia y es uno de los psicólogos americanos de mayor influencia
en la historia de la psicología americana por lo que se mostró crítico con los enfoques positivistas en la investigación y
los modos tradicionales de la educación. Coincidió con el auge del movimiento de la psicología humanista durante las
décadas de los 60 y 70.

BREVE BIOGRAFÍA
Carl Rogers nació en el seno de una familia conservadora y moralmente rígida. Desarrolló un trabajo eminentemente
práctico como psicólogo clínico aplicado y en este periodo empezó a descubrir el contraste entre su modo de trabajar
con gran parte de la formación experimental que había recibido hasta el punto de llegar a dudar sobre su propia identidad
como psicólogo ya que en esa época se sentía más próximo a asistentes sociales y siquiátricos que a psiquiatras y
sicoanalistas o psicólogos de laboratorio. En 1940 ya era profesor de Psicología en la Universidad estatal de Ohio creando
su propio libro que le dio un nombre en el mundo de la psicoterapia. Llevo todo un proyecto de investigación a gran
escala sobre la psicoterapia con población esquizofrénica. Más adelante confesaba que en la época de Chicago había ido
tomando la hipótesis gradualmente construida y probada de que el individuo alberga dentro de sí pasto recuerdos para
la auto comprensión, para cambiar su autoconcepto, actitudes y conducta auto dirigida y que estos recursos solo se
manifiestan cuando está presente un clima definible de actitudes psicológicas facilitadoras. De esta hipótesis gradualmente
construida y probada nació la terapia no directiva como protesta ante la perspectiva diagnóstica y prescriptiva que
prevalecía en aquella época. Con el tiempo a las personas que acudían en solicitud de ayuda ya no se les quemaba
pacientes sino clientes con el fin de subrayar su capacidad e iniciativa y este cambio dio lugar a la terapia centrada en el
cliente, aunque en los últimos años Rogers prefería llamarlo enfoque centrado en la persona. Con esta denominación era
posible referirse a otros campos distintos del terapéutico a los que dedicó parte también de sus esfuerzos y en los últimos
años de su vida se interesará por fundamentar su concepción del proceso de convertirse en persona en una tendencia
cósmica que denomina formativa, presente no solo en los organismos vivos sino en Todo el universo.

Este planteamiento lleva al autor a postular una dimensión trascendental del ser humano en ese proceso inagotable de
llegar a ser: en nuestro trabajo como terapeutas y coordinadores centrados en la persona hemos descubierto aquellas
cualidades que son demostrablemente eficaces a la hora de posibilitar cambios constructivos y un crecimiento en la
personalidad y en la conducta de los individuos. De este modo adopta una postura que hace compatible la dimensión
operativa o funcional de la psicoterapia aplicada a la experiencia mundana con otra más propia de una perspectiva
trascendental, a la que denomina transpersonal. Rogers murió la noche del 4 de febrero de 1987.

BASES EPISTEMOLÓGICAS
Resume su posicionamiento teórico en una hipótesis que él propone para el futuro: en el universo hay una tendencia
direccional formativa que puede observarse en el espacio interestelar. Se trata de una tendencia evolutiva hacia un orden
e interrelación mayor por lo que en el ser humano esta tendencia se manifiesta a medida que el individuo pasa de una
única célula original a un funcionamiento orgánico complejo. A modo de entender del autor esta hipótesis podría servir
de base sobre la cual empezar a construir una teoría para la psicología humanista y que constituye una base para el
enfoque centrado en la persona. Aunque el autor intentaba basar estas afirmaciones sobre conocimientos procedentes de
la biología había observado que, bajo ciertas condiciones, llamadas facilitadoras, se producía un movimiento espontáneo
del cliente hacia una mayor integración que era resultado de una tendencia del organismo hacia la autorrealización
(producto de una tendencia actualizante). En los seres humanos existe también una tendencia natural hacia un desarrollo
más complejo y pleno. El autor aludía al principio común compartido por todos los autores adscritos al movimiento de la
psicología humanista llamado principio organísmico formulado por Goldstein, según el cual las tendencias que mantienen
el funcionamiento del organismo no son más que las fuerzas que surgen de su tendencia a actualizarse tan plenamente
como sea posible en términos de sus potencialidades. Las ideas o conceptos básicos de la teoría organísmica se resumen
en:

• El organismo tiene una naturaleza interna intrínseca de necesidades y tendencias direccionales


• El modelo organísmico de organización y crecimiento de la persona es biológico
• Las tendencias direccionales orientan y controlan el desarrollo de la personalidad humana
• El organismo ha de afirmarse en estas direcciones para asegurar un crecimiento sano

El autor lo extiende tanto a los organismos vivos como a Todo el universo y la llama tendencia formativa donde en el
plano psicológico significa que cada ser humano tiene una tendencia auto dirigida hacia la totalidad es decir hacia la
actualización de sus posibilidades.

El hecho de desarrollar esta concepción y abrazar decididamente su planteamiento teórico influyeron en el autor tanto
sus experiencias personales como sus experiencias vivenciales durante los años de su formación en el seminario. Esta
tendencia natural hacia el desarrollo será el punto de partida para la terapia de Rogers y la labor del terapeuta consistirá
en crear las condiciones necesarias para hacer posible su desarrollo.

MODELO DE HOMBRE, DE TRASTORNO Y DE CURACIÓN


El trato está centrado en la persona aparte de suponer que tanto él como el cliente son dignos de confianza y que está
reside en la creencia de que cada organismo posee un movimiento subyacente e instintivo que se dirige hacia la realización
constructiva de su potencia inherente. En relación con la psicoterapia, Henderson no lo sume en que todas las personas
tienen en su interior la capacidad para conducir sus propias vidas de forma satisfactoria y socialmente constructiva. Según
esta perspectiva no tendría mucho sentido ningún tipo de planteamiento terapéutico ya que si el organismo tiende
naturalmente hacia su propia realización se supone que este objetivo se alcanzará inexorablemente y que la intervención
externa en este proceso es innecesaria. Esta visión no es compartida en su radicalismo por los psicólogos humanistas ya
que se acepta que los agentes externos puedan interferir por exceso o por defecto en el proceso del desarrollo
organísmico (exceso de proteínas o minerales); se acepta igualmente que un medio hostil o traumático puede afectar
gravemente al organismo; se acepta finalmente que ciertas condiciones pueden tener un efecto terapéutico reparador que
en el caso del ser humano se llaman facilitadoras, permitiendo la reanudación o continuación del proceso de
autorrealización o procesos de convertirse en persona. La visión positiva de la naturaleza humana que sostiene el
terapeuta centrado en la persona corre pareja con su insistencia en la singularidad individual. Considera que no existen
dos personas iguales y comparables y que la personalidad humana es tan compleja que no se puede justificar la
etiquetación diagnóstica de las personas por lo que el terapeuta centrado en la persona sabe muy bien que no se puede
esperar desvelar completamente el mundo perceptivo del cliente, y que además el mundo perceptual está deteriorado
por las experiencias que han rechazado o que ha asimilado en el auto concepto.

Este autoconcepto hace referencia a la representación perceptual o consciente que una persona tiene de sí misma
independientemente de lo mejor o peor que se Halle articulada esta imagen. Se distingue del yo organísmico, es decir del
organismo humano fiable, perceptible en los procesos fisiológicos del cuerpo entero el cual solo es accesible a través de
la vivencia inmediata o experiencing. De este modo la experiencia inmediata del yo y el autoconcepto no siempre van de
acuerdo es decir la representación y la experiencia pueden entrar en contradicción e interferirse mutuamente. El
autoconcepto se desarrolla en el tiempo y depende en gran parte de las actitudes de aquellos que constituyen las personas
significativas para el individuo. La discrepancia entre la experiencia y la representación puede dar origen a una autoimagen
o autoconcepto poco fiable de sí mismo y también a una actitud de obediencia exterior, pero de desacuerdo interno con
la imagen propuesta. Por lo tanto, se desprende que allí donde la persona está rodeada de individuos que condenan o
castigan la conducta que emana de la experiencia inmediata, esta resultará fácilmente confundida. Si las personas tienen
la mala suerte de crecer entre otras personas que establecen este tipo de relación distorsionada probablemente
desarrollarán una imagen de sí misma radicalmente disociada de su yo organísmico.

El terapeuta centrado en la persona trabaja constantemente con clientes que han perdido prácticamente contacto con la
tendencia actualízate interna ya que se han visto rodeadas de otras que no confían en la capacidad innata de los seres
humanos para avanzar hacia el pleno desarrollo de su potencial y estas condiciones son las que establecen las bases para
el desarrollo de las diversas patologías. Las personas psicológicamente sanas son aquellas que han tenido la suerte de
vivir en ambientes propicios para desarrollar su autoconcepto compatible con experiencias organísmicas, sin tener que
censurarlas o distorsionarlas. Rogers utiliza la expresión fully functioning para referirse a las personas que hacen uso de
sus talentos y habilidades, realizan sus potencialidades y avanzan hacia un conocimiento más completo de sí mismos por
lo que este autor ha descrito algunas de las principales características de la personalidad que estos individuos tienen en
común:

• El rasgo más impactante consiste en estar abiertos a la experiencia ya que las personas con esta cualidad son
capaces de escucharse a sí mismas y a los demás y de experiencia lo que les sucede sin sentirse amenazadas.
Muestran un alto grado de consciencia y especialmente en lo que concierne al mundo de los sentimientos
• La siguiente característica emparejada es la habilidad para vivir plenamente cada momento de la experiencia
propia ya que se confía en la experiencia en vez de tenerla y esta se constituye así en la fuerza moldeadora de la
personalidad
• La tercera característica estriba en la confianza organísmica que brilla por su ausencia en aquellas personas que
han sido víctimas de los juicios adversos de los demás. Donde mejor se manifiesta tal confianza es durante el
proceso de toma de decisiones ya que mientras muchos individuos se apoyan continuamente en fuentes externas
para tomar sus decisiones, las personas que funcionan plenamente consideran sus experiencias orgánicas como
las fuentes de información más valiosa y fiable para decidir sus acciones en cualquier situación.
• Otro aspecto tiene que ver con el funcionamiento pleno de las personas y qué es la percepción de libertad
personal. El individuo no siente en su interior que esté preso por las circunstancias o por la herencia genética,
sino que subjetivamente la personas experiencia como un ser libre y activo.
• La persona que funciona con plenitud es típicamente creativa ya que puede acomodarse a las condiciones
cambiantes de la vida y es poco probable que esas personas sean conformistas, aunque se relacionarán con la
sociedad de modo que les permite implicarse totalmente sin quedarse aprisionados.

A la vista de estos criterios y concluye que la concepción rogeriana de la salud psicológica equivale a la del pleno
funcionamiento psicológico caracterizado por la apertura a la experiencia, la capacidad de experiencia o vivir cada
momento y la confianza en el propio organismo; la concepción de la psicopatología equivale a la de la discrepancia
estructural o permanente entre el autoconcepto o representación de sí y la experiencia real u organísmica. Los síntomas
o criterios diagnósticos que pueden aplicarse a un determinado tipo de conducta no son más que etiquetas otorgadas a
esfuerzos para mantener la congruencia interna o buscar de alguna manera la continuidad en el proceso de realización;
por último, la concepción rogeriana de la curación tiene que ver con el restablecimiento de las condiciones necesarias
para hacer posible el reconocimiento de la experiencia organísmica, la restauración de la confianza plena en ella y la
movilización.

2. ASPECTOS TEÓRICOS Y TÉCNICOS


Cualquier práctica psicoterapéutica implica necesariamente una forma de relación, que en el caso de la psicoterapia
centrada en la persona es constitutiva del propio método. La mayoría de las terapias parten del supuesto que el mal
llamado paciente o cliente tiene una serie de problemas que no sabe o no puede resolver y que para ello precisa de la
ayuda de un experto que le proporcione técnicas o estrategias para resolverlos. Este planteamiento centrado en el síntoma
o en el problema equivale al que Rogers se hacía el mismo en los primeros años de carrera profesional. Rogers llegó a la
conclusión de que sí se puede crear un cierto tipo de relación, la persona descubrirá en sí misma la capacidad de utilizarla
para su propia maduración y de esa manera se producirá el cambio y desarrollo individual. Ahora se necesitaba saber
cuáles eran las condiciones que caracterizan este tipo de relación que facilitan de manera espontánea y natural el proceso
de autorrealización ya que para que el proceso terapéutico se lleve a cabo hace falta: que 2 personas estén en contacto,
que la primera persona que se llamará cliente esté en un estado de desacuerdo interno; que la persona terapeuta esté en
un estado de acuerdo interno al menos durante el tiempo de la entrevista; que el terapeuta experimente sentimientos de
consideración positiva incondicional respecto del sujeto; que el terapeuta experimente una comprensión empática del
marco de referencia interna al cliente; que el cliente perciba la presencia y la comprensión empática del terapeuta. El
trabajo terapéutico no puede ser llevado a cabo sin el establecimiento de una relación interpersonal con componentes
emocionales y afectivos. Según lo que se deduce de las 6 condiciones, una de ellas es común al terapeuta y al cliente y
hace referencia al hecho de estar en contacto; dos se refieren a que sobre ellas hay que hacer dos observaciones:

• Basta con que el cliente perciba o le lleguen de alguna manera las actitudes del terapeuta ya que no es necesario
que éste le informe explícitamente
• Que estas condiciones no se vean limitadas por el tipo de personalidad del cliente ya que cada uno las adapta a
su idiosincrasia

Las otras 3 condiciones afectan a la persona y la actuación del terapeuta y constituyen la tríada de condiciones necesarias
y suficientes para el buen funcionamiento de la interacción terapéutica:

CONGRUENCIA O AUTENTICIDAD: el elemento central de la teoría es enunciado por el postulado 3 que trata del Estado
de acuerdo interno es decir de la autenticidad de las actitudes del terapeuta que se corresponden con el concepto de
congruencia. Es comprensible que el autor destaca que esta cualidad en primer lugar si se tiene en cuenta que para él la
persona realizada es la que ha llegado a ser el mismo por lo que esta actitud incluye dos elementos: la receptividad por
la conciencia del terapeuta de todos sus sentimientos y la disposición a comunicar estos sentimientos al cliente para que
se facilite una relación interpersonal auténtica. Ambos aspectos de la autenticidad del terapeuta no se refieren a la
totalidad de sus vivencias sino a las que forman parte de las experimentadas en su relación interpersonal con el cliente.
Para que la relación sea terapéutica es necesario que la experiencia inmediata esté correctamente representada o
simbolizada en su conciencia, es decir que los sentimientos y actitudes que tienen hacia el cliente estén plenamente
disponibles en su conciencia. La noción de autenticidad o congruencia va más allá de la sinceridad ya que muchas veces
es una actitud social que puede no corresponder con los sentimientos organísmicos. Solo de manera muy genérica es
posible contestar a cuando tales sentimientos independientemente de la naturaleza positiva o negativa son persistentes
e interfieren en la continuidad de la relación. En tales casos la comunicación directa y sincera de las propias emociones o
sensaciones pueden tener efectos terapéuticos casi inmediatos ya que sucede que el comportamiento o actitud del cliente
suscita en el terapeuta una clara sensación de incomodidad a la que pueden contribuir las más variadas causas como por
ejemplo el boicot que el cliente pueda estar ejerciendo sobre el proceso. La terapia es una relación que reta al terapeuta
a ser tan sensible como ser capaz en cada momento y sin esta condición el terapeuta no puede desarrollar la empatía ya
que no hay nada más pernicioso que la hipocresía de los afectos.

El concepto de congruencia encaja muy bien con la última denominación de persona a persona otorgada por el autor. En
efecto en una relación interpersonal la apertura total y mutua es la mejor garantía de eficacia ya que en los últimos escritos
del autor habla de transparencia: cuanto más sea el terapeuta el mismo durante la relación dejando de lado cualquier
ostentación profesional o fachadas personales mayor será la posibilidad de que el cliente cambie y crezca de forma
constructiva. Por lo tanto, el término transparencia refleja lo esencial de esta condición que es que el terapeuta se hará
transparente al cliente, el cliente verá con claridad lo que está viendo el terapeuta durante la relación y el cliente no
experimentará ninguna contención por parte del terapeuta. El terapeuta podrá aprovechar lo que experimenté como fuente
de información y de esta forma se establece una estrecha conexión o consonancia entre lo que se está experimentando a
nivel visceral, lo que está presente como información y lo que se expresa al cliente.

ACEPTACIÓN O CONSIDERACIÓN POSITIVA INCONDICIONAL: Significa la ausencia de condiciones para la aceptación del
otro y está en el polo opuesto de la actitud evaluativa selectiva, a la vez que implica un interés positivo hacia el cliente y
un profundo respeto. A causa de su carácter incondicional esta moción suele suscitar reservas e incluso protestas entre
gran parte de quienes no están suficientemente familiarizados con la terapia de Rogers. No se trata de aprobación ya que
sería esta una actitud directiva contraria a los principios de una terapia no directiva ya que la aprobación supone una
forma de juicio o valoración y esta sería contraria a una actitud fenomenológica en la que el terapeuta se vacía de su
marco interno y externo de referencia para tomar el del cliente. Del mismo modo el terapeuta que quiere comprender el
mundo de su cliente necesita despojarse de sus prejuicios y aceptar de modo incondicional en psicoterapia significa tomar
la configuración de la existencia del cliente en su totalidad tal y como se presenta. No significa necesariamente estar de
acuerdo con sus comportamientos sino entenderlos en la totalidad de su experiencia.

Evidentemente los comportamientos o actitudes más difíciles son aquellos que por una razón u otra entran en colisión
con los valores del terapeuta y a veces incluso con sus ideales. Pero cuando los elementos negativos o condenables del
cliente se perciben según su óptica es decir en él encadenamiento de circunstancias tal y como fueron percibidas y vividas
por él, esta conducta se vuelve perfectamente coherente y para ello se vuelve psicológicamente aceptable. En su lucha
por lo que se puede llamar supervivencia emocional el individuo comete acciones cuya naturaleza no puede reconocer en
el momento y que se resistiría hasta a pensar. En el caso de una mujer y madre abandonada por su marido en
circunstancias penosas y con una hija de 10 años, priva a su hija de todos los privilegios de su edad obligándola a pasar
su juventud o su vida en un mundo neurótico del que solo algún acontecimiento imprevisible puede sustraer la ya que
orientan sus esfuerzos y sus intereses exclusivamente hacia la niña y aprovecha cualquier ocasión para hablarle de la
falsedad y malicia de los hombres redoblando sus esfuerzos a medida que la niña va creciendo. Visto desde fuera esta
tiranía afectiva y exigente que puede causar perjuicios incita a la rebelión y a la no aceptación, pero vista desde el contexto
de la desesperanza y privación emocional extrema que fueron la causa de ella la conducta aparece como la lucha patética
de una persona que carecía de la madurez emocional necesaria para superar una prueba afectiva de primera categoría.
Existen un par de argumentos que no admiten objeción: en la alternativa de poder escoger un terapeuta que nos acogiera
de forma abierta y sin prejuicios mostrando un auténtico interés y aprecio por nosotros frente a otro que se mostrará a
distancia arisco y reservado con cuál nos quedaríamos; en la alternativa de poder escoger un terapeuta que creyera
firmemente en nosotros y que nos comprendiera frente a otro que se mostrase sospechoso e indagador y propenso a
condenar nuestros errores con el cual nos quedaríamos. Como dice Rogers si vamos todo capaz de crear una relación
que se caracteriza por mi parte por una autenticidad transparente y por sentimientos positivos respecto de lo que hace
que su personalidad sea diferente de la mía, con una capacidad de ver el mundo del cliente tal como los ve el mismo; en
este caso la persona con quien yo sostengo tal relación se vuelve apta para ver y comprender por sí misma los aspectos
que hasta entonces había negado su conciencia.

EMPATÍA O COMPRENSIÓN EMPÁTICA: Se define como la disposición y capacidad de percibir el marco interno de
referencia del cliente es decir tal y como éste lo percibe. No es solo una percepción de la realidad sino también una forma
de experimentar los sentimientos del otro por contradictorios que puedan ser en sí mismo o ajenos a los propios. Es un
método de conocimiento y de relación ya que lo que siente la otra persona puede ser sentido igualmente por nosotros.

A) NATURALEZA DE LA COMPRENSIÓN EMPÁTICA: Hay que remitirse a los orígenes estéticos del concepto ya que
la palabra empatía fue utilizada por primera vez en un contexto estético por Robert Visvher. Introdujo el término
para explicar la belleza o el modo en que esta belleza es aprehendida por el sujeto humano. La idea fundamental
que subyace a este concepto es que no es posible la comprensión del lenguaje artístico sino un cierto contagio
emocional y aunque es posible una aproximación a la obra de arte como objeto ninguna de las perspectivas
constituye el sentimiento estético por sí misma. Éste consiste en una cierta respuesta emocional que
supuestamente coincide con la que experimentó el artista en el momento de la creación de la obra. El concepto
de empatía no se limita a la experiencia estética, sino que gracias a Lipps y otros autores la extendieron a la
esfera psicológica ya que la empatía se considera el fundamento de la posibilidad de comunicación entre los
humanos de modo que se puede definir como la participación afectiva de un sujeto humano en una realidad ajena
a él mismo. La empatía es el canal de emisión y recepción de un mensaje sensible o experiencial por lo que se
puede afirmar que es necesaria ya que surge como una comunicación de una experiencia sensible y es captada
en la medida en que el destinatario sintoniza con ella. La expresión de la experiencia sensible del artista puede
encontrar reflejo con el mundo experiencial del observador que no es una reproducción exacta sino una
estimulación de la sensibilidad propia y de sus propios referentes provocados por la obra del artista. En el caso
de que la estimulación emocional de ambos fuera coincidente se habla de simpatía ya que se trataría de una con
sensibilidad o experiencia compartida en los mismos términos. Si por el contrario los sentimientos fueran
antagónicos se debería denominar antipatía.
B) EL VALOR TERAPEÚTICO DE LA EMPATÍA: Es necesaria para acceder al mundo experiencial o sensible de los
demás por lo que el contacto que se establece entre clientes y terapeuta es a través de la sensibilidad del pathos
del cliente y de la resonancia emocional que haya en el terapeuta. Toda solicitud de ayuda nos lleva en terapia a
través de la expresión emocional. Definir el alcance terapéutico de la empatía es una cuestión que implica ciertas
consideraciones específicas ya que el primer contacto con las necesidades del cliente pone en juegos una
respuesta empática. En primer lugar, hay que situarla empatía en el marco de las condiciones generales postuladas
por Rogers ya que no puede atribuirse un valor curativo la empatía si no es sincera, congruente con los
sentimientos del terapeuta. Una utilización perversa de la empatía consistiría en favorecer la auto manifestación
del cliente para condenar después sus sentimientos o acciones o para obtener información que pudiera ser
utilizada en su contra. La empatía tiene efectos terapéuticos solos y contribuye a confirmar la persona del cliente,
hacerme sentir que sus sentimientos son comprendidos como pertenecientes y que por eso son dignos de respeto
y aceptación. La mejor definición ha sido la de Martin Bubber, quien la describió como la confirmación de la
persona del otro. Como momentos privilegiados en los que la empatía ejerce un papel más destacado están las
fases iniciales de la terapia y los momentos en los que la expresión emocional alcanza cotas desestructurantes.
En esas situaciones creo que la comprensión profunda es el regalo más precioso que una persona puede otorgar
a otra, en palabras del autor Rogers.

Las fases iniciales de la terapia suelen caracterizarse por la expresión emocional de diversos síntomas de ansiedad
e inseguridad por lo que el reflejo empático suele tener un efecto tranquilizador y facilita el acceso a la clarificación
de la problemática concreta al inicio con frases como me siento mal o no sé lo que me pasa. Y en ocasiones la
empatía vuelve a jugar un papel importante, aunque se hayan superado ya las fases iniciales como es el caso de
las crisis emocionales que provoca todo el proceso de cambio. En estas circunstancias resulta más que el atlético
centrarse en la comprensión de los sentimientos que en la resolución de la problemática concreta por lo que la
función del predominio de la comprensión empática en estos momentos tiene que ver con la posibilidad de
conexión del individuo consigo mismo. Cualquiera que sea la intervención de terapeuta habrá que distinguir entre
aquellas actitudes que favorecen la integración emocional de la persona de aquellas que la desconectan de sí por
lo que hay que evitar las intervenciones que revelan:
• Evaluación o juicio positivo o negativo que inducen a la culpa utilización o inhibición
• Interpretación generadora de sentimientos de incomprensión o frustración
• Explicación: referencia a conexiones causales mecanicistas que favorecen la intelectualización en lugar de
la liberación
• Apoyo afectivo como el consuelo o el compañerismo
• Investigación como los interrogatorios
C) MODALIDADES DE LA EXPRESIÓN EMPÁTICA: Colectivas la actitud empática se expresa mediante:
• Facilitación: significa crear una corriente comunicativa de base no verbal a través de la cual se hace
posible la libre expresión del cliente y entre las condiciones creadoras de esta corriente sí señala una
actitud acogedora y respetuosa de persona a persona; el silencio atento que no debe confundirse con la
atención flotante sicoanalítica determinada por unos parámetros de significación apriorísticos, sino de
una escucha activa reveladora de un esfuerzo orientado a entender realmente el mundo del cliente; la
mímica de la comprensión como las actitudes y postura corporal que se traduce en un verdadero interés
por el cliente y lo animan a comunicarse
• Reformulación: no solamente aporta al cliente la certeza de ser comprendido, sino que posibilita la
comprensión auténtica por parte del terapeuta y provoca el cambio terapéutico. Puesto que el terapeuta
rogeriano no trata de juzgar, sino que trata de participar en la experiencia inmediata del cliente se deduce
que sus respuestas deben adaptarse al pensamiento y sentimientos de éste hasta el punto de
reproducirlos. Rogers y Kingent distinguen cuatro modalidades:

I. La reformulación-reflejo, eco de las expresiones del cliente con la utilización de sus palabras
textuales o expresiones equivalentes. No puede abusarse en esta fórmula ya que la repetición
sistemática podría dar lugar al psitacismo (hablar como un loro)
II. Reformulación-síntesis: resumen de lo que es esencial para el cliente ya que cualquier
desplazamiento corre el riesgo de convertirse en interpretación
III. Reformulación por inversión figura fondo: expresión de negativo fotográfico de lo que ha sido
referido en positivo, iluminación del fondo de tratándolo como figura
IV. Reformulación-elucidación: consistente en formular lo que ha sido claramente vivido por el
cliente, pero expresado por él confusamente

Las características de la reformulación eficaz han sido precisadas por ambos autores en donde la
intervención debe implicar un acogimiento incondicional y no una iniciativa del terapeuta; centrarse sobre
las vivencias de la persona y no sobre los hechos; centrarse sobre el sentimiento y no sobre el problema;
mostraste respetuoso con la persona del cliente y no deseosa de lucimiento del terapeuta.

Estos criterios deben traducirse en el estilo y la forma lingüística de las intervenciones terapéuticas ya que con ello
se garantiza el desvelamiento progresivo del mundo del cliente y se crea un clima de seguridad suprimiendo la
resistencia y si clarifican los términos de la relación. Así la terapia se convierte en una tarea de colaboración formando
una experiencia única y sana para el cliente. De este modo la empatía implica el esfuerzo continuado del terapeuta
por captar y transmitir al cliente una comprensión de sus sentimientos y significados expresados en la relación,
compuesto por 3 fases: resonancia empática del terapeuta ante la manifestación de su cliente; expresión de empatía
por parte del terapeuta; recepción por parte del cliente de la respuesta empática del terapeuta lo que conduce a una
nueva manifestación del cliente y vuelta a empezar.

D) EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE EMPATÍA: Es importante señalar una cierta flexibilización del núcleo de las
propuestas fundacionales postuladas por Rogers que con los años se han ido perfilando.

• Primera etapa: en los primeros años de su actividad profesional y académica popularizó la técnica de la
respuesta reflejo-tomada de la escuela psicoanalítica de Rank, junto con la aceptación y permisividad que
permitían crear un clima libre y seguro para que el cliente pudiera explorar por sí mismo las emociones
reprimidas. Esta era la esencia del enfoque no directivo ya que su objetivo era evitar la injerencia del
terapeuta en el proceso de auto exploración del cliente. El término empatía ya estaba presente en su
horizonte intelectual ya que el objetivo del terapeuta era intentar comprender al cliente tal y como se ve
a sí mismo, aunque no se utilizase el término como tal. Un exceso de tecnicismos en la aplicación de la
respuesta reflejo llegó más tarde a modificar el primer planteamiento caracterizado por la no directividad
por otro más centrado en el cliente y se definió la empatía como un asumir el marco interno de referencia
del cliente. Su posición era claramente fenomenológica inspirada por los trabajos de Coombs, entre otros
percibir el mundo como lo percibe el cliente y percibir al cliente como éste se ve a sí mismo. El terapeuta
era un espejo que reflejaba en sí mismo del cliente y tenía que ser objetivo. Rogers fue muy claro desde
el primer momento en que utilizó el término empático por lo que esta actitud diferenciada que permite
a un terapeuta percibir con exactitud el marco de referencia interno del otro junto con los componentes
emocionales como si fuera la otra persona, se sustenta en esta característica del como si, ya que si falta
esta cualidad del como si entonces el estado es de identificación. Esta objetividad que permite el como
si era necesario para facilitar la remodelación del concepto de sí mismo que es la meta de la psicoterapia.
• Segunda etapa: la meta era la unidad de experiencia entre él y el cliente por lo que la comprensión
empática era una manera de ser relacional. El terapeuta entraba en la relación como una persona que se
deja guiar por las intuiciones de su organismo y no responde de un modo planeado o analítico. El
terapeuta empático es un compañero del cliente que le acompaña en la búsqueda de los significados
desconocidos o de unas experiencias demasiado amenazadoras. Este concepto de empatía presenta unas
connotaciones afectivas claras y exigen el terapeuta un compromiso emocional mayor que el del
terapeuta espejo. Desde el momento en el que la empatía se concibe como algo más personal y auténtico
que una técnica de respuesta reflejo se alude a la exigencia de una madurez emocional y este solo puede
ser llevado a cabo por personas lo suficientemente seguras de sí mismas como para conocer que no se
perderán en lo que pueden resultar sé un mundo extraño del otro. Este desarrollo puede ser fruto de la
propia experiencia vital y también puede ser facilitado a través de un proceso de crecimiento personal
llevado a cabo con la ayuda de un terapeuta o con un continuo trabajo de supervisión. Fiel a su último
y definitivo planteamiento centrado en la persona, Rogers ya no se refiere a sí mismo en la entrevista
como terapeuta y al cliente como tal, sino que llama a cada uno por sus nombres propios.

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