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SHAD FDEE 4 O78 5 “ARBEIETA 585 iL beriolic ido desde la madrigada. Una de esas’ loviz- ,inacabables., que exhalan) un. polvillo. de: niebla rante diag, enteros. ee mando Papa-Teo, {ué a: lamarle,..ya Juancito ajustaba eas, de las maletas. ‘ocho menos treinta! | Y-de prisa;\en el comedor de- jonde adn estaban tendidos los-manteles de la cena reglaban (los |puestos del idesayuno, tomaton el café. servidos por Anastasia, tinicay alma viviente’ que en la cocina a esa hora. Jack no-estaba en el gara- egresadop aan.) x -teléfono, y salir en volan- ado. cetea de las» siete en su cuarto a unas, antes. de marcharse a la ofici- ) se des \que entraba con el sobretodo s orejas,-liyido,:los,ojos ‘inchones.apestando: a re- ro y a perfume,dudoso:s. orhode: 6 é ya? brauerog. Biv {,,|abora | mism: 1 oF : Va a su trabajo—observé duramente se en el automéyil. i te acompanarid,a lalestacion, pero me calgo de sue- un traspiéss inseguro. Fob {olor fal , se comprende. i BgREO oe iB a “i i saya mu: en, pues!—halbucedicon una tra py ere Pree ¥ le toed el hombro, de pasol ‘Despertaba ya,por completo! a) pesat ‘de In Tluvia, el tré- diaxio. Iban. ampanilleando. Jos :tranvias con los'visi- un tropel’, de ‘paraguas miojados. Salian imedos también como el dia,dlorosos 2 ni orate, spor-entre un grupo ‘de: obréritas bien calzadas, a Ge cc ce de una, carga sueulenta sobre ae Cae fowaltabay gntre cl frescor de lizas, el manojito episcopal de\ntbanos. ‘ q Papa-Teo,| me ¢ 4) s periddicos, « iets inaban| de prisas muy. 536 JOSE, RAFAEDUPOCAT ER» Pasaban de prisa, dentro de su impermeable, los of, nistas; gritébanse en la niebla lejana de las calles. quin, de loteria y una que otra linda cara, arrebujada en la jn2,, tila, surgia de un grupo devoto a la puerta de cualqui iglesia, El Palacio Federal parecta amodorrado, mas mas chato entre los arholes de un verde muerto, nebulos, que descomponia las Iuces inciertas en el macadam. A rat,, la rueda de un carruaje o el chapotear de un caballo aly, caban de lodo las aceras, hasta la pared. Y del fondo de los locales de comercio que comenzabar, a abrirse surgia un aire pesado, enrarecidoy olores de sordidez, de cloaca, de humedad. El Viaducto listaba de negro un cielo plavioso entre c, manchones de un verde acérrimo; detras erguiala Acade. mia Militar la linea florentina de sus almenares: Y en l incierta perspectiva de techos, de nicbla ¥ de pedazos d biertos del cerro y del. terraplén, sobre el Palacio de M: flores, flameaba, a intervalos, una ‘bandera que muy luego eaia; flacida a.todo lo largo del méstil, chorreando agua. Llegaron de: carrera, entre el asedio de Ppacotilleros, co. triendo el joven hacia las’ taquillas, ‘deteniéndose el. vicjo ante dos muchachas que le cerraron pas Don Teodoro, gcémo. que ‘se va? Y él, todavia corriendo y echando niebla. por la boca: » yo no, mi sobrino Juancito... jLas ocho menos Reian las dos. ps —No corra; hay tiempo de sobra—dijo la rubia. EI reloj de la estacién tiene un atraso de cinco minu. tos, siempre—aiiadié la morena, | f ‘ Y Juancito, que regresaba, ‘ya’ tranquilizado, con el bo- eto: ‘ ) —Papa-Teo, jsi falta todavia mas de un cuarto de hora! Entonces lo. presenté a ellas, que todavia sonreian: ~ Cecilia, Esther..., hijas'de'un viejo amigo mio, Prado. Estreché balbuceando un’ vago eumplido, la mano. fina y enérgica de Esther, la morena; y apenas r0z6 la manita tibia e inquieta de su hermana, todavia himeda por el ramo de rosas que tomé con la izquierda para saludatle. ~-Ya usted ‘sabra:| jdon Teodoro es eomo de casa! . Papa y él son intimoa, ; AAS A) DIB LAGS) AUBUDIAL © ga -Lo tinico es; que) peldan,,. a ‘ Hrds divigin ‘al viajocla-tnirade careesc eee eee in del ramo,al suelo, del suclo a sus ahaa bo8da es mo, y. de. alli, rectos, atrevidos py siempre! surtie do Tuaneito, réspondiendo leno de ortedad,. pero. sin Ee Pe a aquella imuchacha\ rubia, no menos Iban todas las mafianas a acompafiar: ibn, donde estaba empleado, Las dane Csouee: e seg0, ella, Gecilia, a su oficina del Banco. Fsther, un poco és. tarde, asus clases. de. miisica, i jSon admirables. estas) nifias! —exclaniaba Papa-Teo instante que otro sefior alto, de gorra, con la cifra de compaitia, le abrazaba, por detras. jHombre, sélo. asi! gQué haces por aqui? tra vez el estribillo, prolijo: ‘Ya ves, mi sobrino, que se vas. Juego reunidos hablaron un instante més.’ Algo sen- Juancito cernerse como la Ilovizna sobre las techumbres getal, los: rieles, las hertumbres mohosas que “surgian y alla entre monticulos de carbén y: densas huma- PLL OUD HBA -Olb—bele q 29 St —¢Y usted es el que vive alla, en la hacienda?—le pre- ) lia en tanto que: los otros hablaban del tiempo. siente luto de los Abila. i i, sefiorita, siempre. 8 Nunea viene a Caracas sino de paso? 5 Ahora, cuando muri6) papé ‘vine a traer el cadaver obre viejo... Ya usted sabra... a voz era opaca, sin expresién. Instintiva la. mujer sobre aquel detalle penoso un gesto y asié con fuerza razo de su padre: ¢ —jAy!, si... lo considero, bo una pausa cortada por el largo silbato de um n. A poco: “nye. —Ahora va por mucho tiempo segutamente?, o més probable, Hay mucho que hacer allé—repuso do su propia preocupacién: lontinué” una charla’ de. cosas diversas. ;Aquel apuro pa-Teo!’ Ella entonces le referia, riendo, que como 588 OSA R APA TMOG ATE yy su padre era tan admirador de los alemanes y¥ a don Teod, ro no se le podian tocar los franceses...’ t ——jSe forman unos pleitos! Llegan hasta a insultars, Convienen luego en que estaban acalorados, 86 comp, meten a no discutiromas de li guerra franeo-prusiana, ; pada! jal otro dia ya estin otra ver peleando! {Lo gracioso de este mundo! {Que si Bismarck, que si Napolos usted no se imagina! HN Ojala sin escucharla, Tenia un modo de hablar rapido, como si pensase a medida que iba eonyersando. Los oj, a ratos fijabanse en el rostro del joven queriendo adver en cada mirada) fugaz que cruzaban durante la convey. cidn, si-era el tipo extraordinario ‘ese que don Teodoro + taba a cada instante. Pero... era’ medio chayota. —jVamos! Se: les: va el tren—y el Senor de la gor azul despididse de prisa. » Lineo, i a Tosa Entonces Cecilia tomé f —Espere usted, don Teodoro, que voy a*ponerlo buen mozo. ' 9 Se la prendié al ojal, riéndose. Al yolverse, como Juan cito la miraba:) 1) vile —iY esta otra es para usted—dijo—para que no cele « don Teodoro! o9) + alii sk ils jae. be Rapida, puso en sus’ manos otra’ rosaySaludaron_ les dos y se marcharon. Se les iba su tranvia, ese) el de las ocho... Al subir le dijo a la hermana? .\\:0 — {Te fijaste?. ;No parece ni préjimo de una mujer ta chiquisima como Inesita de; Ofate! fos.) » Apenas supo dar gracias, abrazar a su tio y meterse «! vagon... Resonaron silbidos ensordecedores. iQue Dios te prateja, hijo! —jAdiés, tio! i Partié el tren. Antes de sumergirse én el tinel, tras «! cristal lleno de lagrimas de la ventanilla, Jas vid, en un { gaz instante, subir al tranvia, Al surgir de la, oscuridad, entre un loco estruendo ¢° hierros, permanecia de pies, pegado al cristal, con la r0*" en la mano... La rafaga que atornasolaba moléculas de ca’ bén_a la luz palida de la mafiana volvidle en si. Y casi con rabia, estrujandola, vacilé dénde arroje"!* Lila BAL SYAD yD) B Si sl Ous A ABET OLA 539 yal fin se: metid la’ flor al holsillo apenado de que le!sor- prendieran en aquella actitud, {Buen tiempo: para: el: maiz! fondo del coche, Juan de Abila se volvié: ~-¢ Usted, don: Estanislao? (No lo habia: visto... Yo. si lo viventrat de carrera, {va para Valle Hon- do, no? —Regreso: Yo pasaré por alld It otra semana. cuando vaya a los potreros. De seguida se engalfaron en: una icohversacién sobre agri- cultura que sélo. se interrumpia a ratos: mientras don Es- tanislao: encendia otro cigarro. |jAquel excelente cincuentén que trabajaba como. un’ asno y nunca salia’ de compromisos! Evocaba su indispensable: Cleofita, siempre inesperada; bu- Hanguera, inocente, con su gorrita’ verde: 'diciendo enor- midades a la pata la lana y adorando a su Tasis:«como a ninguno,, nifiay, exclamaba con una° candidez: deliciosa. Y Tanis pasaba meses y meses-en el trapiche, moliendo Jo que tenia y-lo qué no tenia, seguro) de una nueva luna de miel,jal) regresar mas gordo, mas’ enamorado y con mas -compromisos que nunca: Charlaba como esposo feliz; sino que recordé el luto al yerle el brazal negro, y poniéndose grave dejé caer algu- nas frases muy sentidas por la muerte’ de: «su: entrafiable Juan Domingo». Qeiet —jUna: gran pérdida, joven Abila. una gran pérdida para la Agricultura 'y para’ el» Hogar! Cleofita debié de darles el\pésame; él le encargé mucho Jo. hiciera yal: saber la’ infausta noticia «en el campo del ‘trabajo». , —jSi, papa fué un hérde!—-respondié el hijo apelando ala frase de) la viuda, i {Um héroe del trabajo, si sefior!, muy bien dicho. ‘Ambos guardaron’ silencio, Con ‘el traqueteo del tren a don Tanis le bailoteaba el abdomen bajo el chaleco ajusta- + do, de bolsillos caidos por ¢l uso; y el joven vela pasar. Arboles, casas, ‘matorrales,) postes ‘telegraficos que parecian huir con una‘ flotante cabellera: de alambres. ' ‘A las dos; bajo un sob inelemente, con’ una’ jaqueca ho- slamé una voz’ en’ el LiA Cp AS) & DE Los A BYILIA SAL alla? La indiferencia,, casi ta. hostilidad Papa-Teo. moritia en cualquier) momento ; die... Nada, 2 _ A la idea del viejecito muerto sintis que se cian los ojos; fué a sacar ell pafiuelo y tocé la da, fria. Surgié en su mente la miradi cele a don Teodoroy..: Tenia casi la certezarde que lo habia mirado con lés- tima, con la piedad desdefiosa con que se vontempla a um pobre animal enfermo. —Si, me compadecen... Lo dijo en alta voz ala soledad de la plazoleta, miran- do hacia Ja sombra de la iglesia con la misma mirada con que contemplara alguna vex cierto agujero negro en el pa- tio de un colegio... —Pero, Zpor qué?) Establecia de’ subito el paralelo entre ellas tan animosas para la vida, don Estanislao mismo... jy \este ambiente en- fermizo, crepuscular que parecia envolverlo!.... Disponia de elementos de luchas de reservas de energia, ¢Y voluntad? Claro. que si, se dijo sin mayor conyiccién. Irfa alla, a la tierra \propia cubierta por el verde tier- no de Ios cafiamelares, oyendo crepitar por los. callejones ssombrios la rueda de las carretas, el estruendo de los hie- gros, mientras las masas’ poderosas\ como el esfuerzo de -una raza; trituraban’ una tras otra las columnas de cafias por “moler y la bocaza del horno. tragaba, insaciable, él combus- tible; allé, donde)/Ja sala de pailas’ lanzaba el vaho turba- dor de’ sus mieles; los grandes pipotes férmentaban en la esombra: traspiranda embriagueces, y la: serpiente: de: metal de aquel alambique gigantesco destilaba, claro -y’ constante, el jugo que es la loca alegria del mundo. He les Creceria aquella riqueza, se prolongarian hasta mas alla de las ultimas vertientes de la Sierra, los tablones; y una. dos y tres haciendas més irian fundandose y ensanchindose ‘en derredor de’ «Valle Hondo», como hijas de una familia dé ‘abundancia en torno de la finca, matriz que él amaba ‘ya con el fetiquismo de su juventud sin) amores y de sus -ambiciones sin cauce. ~-Y después cuando de todos ellos; y entonces? Na- le humede- Tosa, aja- tay el tonito «para que no 6l fuera élno» ese ‘triste «hijo: de a BRACHS AO DE MOS AA REA 548 doneo de un arpa lejana hacia los canéyes: del peonaje;| vol- via a pensar en la vida de aquellos. dias... Lo que sivle\preocupaba eta ‘el iasunto suministro. de Ofiate y Compeiia. Rata la semana que no ihan las carretas ala estacion para traet-cajas de mercancias que no se ha- bian pedido ni se necesitaban, herramientas de agricultu- ra, trenes de arado absolutavente initil de dora enorme, y a poco el telegrama para que tratase de ‘ensayar jalli! cultivos de algodén... La pulperta, que el vie- Jo Abila mantuyo: chien suttiday para lo que era. me- nestet y que vendia a la redonda en diez leguas, se abarro- .. viveres, de cajones de. kerosene, conservas alimen- una destnota- 3 excedentes dé cigarros. de velas, de) fésforos y de que no tenian salida. Hasta paté-foie-gras, que ape- consuméa la cocina personal de é una que otra vez. do excesivo, desmesurado, por gruesas, por arrobas, por acas voluminosas que obstruian los corredores de la bode- ya no cabiendo hajo el sotechado de las oficinas, a la mperie: quedahan. los hierros y las cosas bastas de las iquinas desarmadas.,.. Por, la hierba verde. enmohecianse » de: rieles, «trolleys», vagonetas, material: rodante de Proyectados trenes a través de los callejones para: acarred dea cafia a moler. Si bien. miy luego hubo que abando- ‘Tar todo aquello hasta hallarle venta u otroempleo alas ‘yuntas de bueyes que hacfan de un modo clésico, ordenado Eiken hasta entonces su secular trabajo. En) materia -tuberias fué el delitio: desde el. cafuto. de:media pulga- la para pequefios servicios hasta los gruesos tubos-de: vein- ticinco y treinta, que! debian tenderse desde «El Salto, del ‘Tigrey,.a dos leguas, a fin. de aprovechar la fuerza, hidrau- Tica. Y¥ de seguida, en todo el-curso de un mes,|las zorras estivieron, arrastrando al,paso tardo y, meditabundo de los Tueyes, piezas y mas piezas embaladas o) sueltas, pintadas rojo, de verde; de igris,,con grandes; letretos dorados ‘en inglés, que armaban la rueda gigantesca y poderosa donde irfa a verterse toda el agua de la torrentera con una Potencia—afirmaba Leén, que estuvo cierta vez alli) cuando el moniaje de las nuevas masas—de mas de. dos mil caba- llos,,. Aun cuando no comprobara el dato en manera algu- Na, esa tarde, tird. pensativo el cigarro: a la corriente que 5M JosP (RAP AE IP OCATERR, bajaba tormentosa, llena de! furias de! espuma por entre una catastrofe de rocas, y afiadié conciso: 4) Dé dos mil a’ dos inil quinientos; chevaux-vapeur, ‘Asi que por la paz polvorienta de los caminos, a la ty, de ‘los mas: dulees crepisculos, en sel silencio campesino de la hora, surgian a la vuelta de la carretera, camino de’ Vall. Hondo, las’yuntas que arrastraban, primitiva y humild " to, montafias ‘de hierro, cobres estrepitosos, aparatos fantas tices!» eran el oro, el progreso, la futura’grandeza de las labranzas que los canarios Abila fundaran’ durante aiios afios de sosiegoy de! constante! labor ‘rudimentaria al a paroi'de la’ Sierra. Una tierra cerrada, ignorante, como la mollera de todos ellos, a las cosas de Ja civilizacién y del progreso que andaban ya por esos mundos... Cosme, con aquella horrible cicatriz qué le vaciara un ojo, seco, negruzco como un chuzo puesto a quemar, cami nando de lado por esa cautela de los tuertos que més pare- cé modalidad psicol6gica’ que imposicin de la falla visual, parecia cada’ vez mas asombrado de las remesas; y con la libreta én la mano iba dando voces, la marca y nimero de las cajas que Juancito procuraba comprobar en las guias ferroviarias: =«j0 & Cy! otra vez el tuert ++j«0 & ©)... cH V Hp»..., nimero setenta y cinco. uno y" dos! iad ¥ el trastrueque de algim embalaje era una de ternos y de gritos y de imprecaciones. Asomabanse Florita y Nicolasa a la’ puerta de la cocina ereyendo que se trataba ide algin altercado al ver, entre aquella babel de gritos y el maremdgnum de bultos, de rue- das dentadas y de: parapetos agresivos, a’ Cosme, al nifio Juancito y a los carreteros vociferando enloquecidos de nu- meros, de abecedario, de marcas, entre um furioso hojear de papelés y un suave mugir de bueyes fatigados. Por suerte acertaban a reconstruir el: orden de las ma- quinas por la forma, aspecto 0 color de sts piezas en una ingeniosa discusién pintoresca-y graciosisima: Esta ‘bicha que tiene las tres puyas entra en aquélla, la verde’de los tres huecos..: los dientes son de la otra. ame oy6, don Juancito?—Y vociferaba BPAY CAS AO DE LOS» ABEDA 545 Peto si esa es negra, don Juan, a la paila, que es negra, No le hace.:.. son combinaciones.., apartala para acd. —Bueno, usted sabré. Para mi que la de los dientes vino giiérfana.., : Cerraba la noche sobre aquel descargar incesantesy Juancito apenas comia, de carrera, servido por Florita, en un ngulo del corredor, que le decia, los. ojos. carifiosos, pestaiudos, rozando el espaldar de la silla con el pecho al pa. sarle los platos: —iCaramba, nifio Juan, si usté no, tiene descanso! —Si, muchacha, ni /un minuto—respondia_ atragantado, engullendo de prisa, ayudéndose a fuerza de tragos de agua, Y luego, hasta media noche casi, vela. tras vela consu. mianse en el candelero de la mesa-escritorio, entre el zumbi- do de los mosquitos y el revolotear de todos los insectos de la montafia, poniendo en orden las «guias», rectificando el nimero de cargas, avisando recibo a Ofiate y Compaiia y advirtiéndoles, cada vez con menos éxito, que no se nece- sitaba ésto ni lo otro, que ya no habia sitio donde colocar nada mas y que remitieran la factura. Ofiate y Compaiiia contestaban a todo remesando nue- yas mereaneias y nuevos hierros; y en alguno que otro correo, al pie de la carta-remesa, José Ofiate ponia una postdata de su pufio y letra saludandolo en comerciante y en cufiado como su afectisimo hermano y s. s. y amigo y diciéndole: «Reciba un afectuoso recuerdo de la familia. Cufdese el higado. Cuando venga examinaré facturas cita- das, Vale». Y las cartas y las «guias» y las notas de futuras reme- sas iban a clavarse, abatidas, en el viejo gancho de hierro del escritorio donde a media noche le sorprendia a Juan el suefio. Bosin domingo de descanso, algin dia que no liggebon eargas marchabase a través de los campos a respirar e ei puro de la sierra, a distraer la imaginacion bortpea aa ee ‘combinaciones mecinicas y de cifras... O act ‘i es de horas, en una piedra, oculto en lo sombrio del soto for- ‘mado por los bucarales sobre un pozo del rio. A través de las ramas y a través del agua, ‘nfa a danzar un, tropel de moneditas en la arena del fon aguditele la barriga el sol. po- doo 18 ane JOSH RA PAE MUP OC Ax Ey sumérgiase wna hoja ancha, felpuda; que navegaba |,.,, con un eticanto vago y submarine, : De repente sintidse im rumor de hojarasca. Y I'\,,,;, aparecié’ a pocas varas, a la orilla, del agua, con un jj, ropas y un cdntaro, Miré recelosa a todos lados a desvestitse lentamente, cantando, Quedése: inmévil, escondido tras el seto, contemp| én wna zona iluminada de la playa a la muchacha que desnudaba, Los brazos redondos, museulados—que ya habia visto hasta las axilas en el pilén de la cocinz deante, con los pechos breves, bajo la tela sudada de miseta; un no sé qué de varonil, de efebo indigena co corta melena crespa...—Pero’ del ruedo de ropas qur abatié a sus pies, surgian dos piernas torneadas, tan eshe tas, tan femeninas; habia tal muelle resistencia en la: ras redondas; descendfa tan inesperada la linea virgin. vientre que parecia revelarsele de subito otra criatura \ dopoderosa’y‘dominadora ‘en la chicuela que corria, «i fiada y granuja, por los callejones: de Valle Hondo. Ofuscado. suspenso, la vié tocar el agua con el pie y 0 su pequefio grito friclero. Luego se lanz6 resuelta al pu: azotando firiosamente'el agua, interrumpiendo el cantar « tre resoplidos y murmullos alegres como un animal éCuanto tiempo duré el bafio? El no sabia. La + surgir del rio, la camisa pegada a las carnes morenas; ¢ zosa, fresca, en la desnudez ‘yerdosa del’ claro-oscuro. Y ya cuando exprimfa sus’ ropas para irse, cayé un? hoja ‘seca en el agua; dirigié entonces la mirada hacia | barranca y lanzé un grito... Iba a echar a correr, si bien © dijo: desde su escondite: Yo adabo: de: llegar: ‘ Y ella, Como una amapola, respondié: —jYa va...! Sus mejillas echaban fuego; pero no se iba, y cuant® € se acercé sonriendo de sti rubor, alzé los ojos pestafiude Menos de lagrimas de agua: —Usté cree que yo soy zoqueta. {Me “estaba vie bafiar! ‘ —iTe digo que no!—protests muy. formal, sin hell! qué decitle y con una especie de desconcierto, de gana abrazarla © determinar la extrafia actitud que asumia, °°” Y Comenzy @AY CASA DE LOS ABILA mt teniplindbla muy serio de pies a cabeza, mientras ella com tinuaba torciendd la camisa moj. expri+ n Co jada sin acal mitle, nunca. " San A instantes volviase a mirarlo yna’ sorpresa picara, Avereése mas todavia. —Mire que lo mojo, nifio Juan... a » No importa... no importa...—y sin saber como Ia enlaz6: por. la.cintura -y la besé en la nuca homeda donde se alborotaban. los ricillos tercos de la raiz. del pelo. is pe ‘he dus la voz, apagada que el. grito con que tras _, Olia,a jabon, a frescura, a piel por:la que corrié durante mucho rato el agua, -—iNo que... no, que... se va a mojar! Y como Ja estrechaba entonces con. una fuerza desco- nocida, ciega en. el sitio, én el tiempo y en la hora ella se resistia doblandose bajo el beso que le perseguia la boca. Y tras Ja pausa de un abrazo de posesion absurda: _ —No, aqui no; asi no, que lo voy a mojar todo. Quedése inmévil, pegada a él, con las pestafias lobre- gas, mientras el pecho agndo se le martirizaba contra el teloj_y los lapices que él tenia en el bolsillo. , Una voz resoné lejana: —jAh, Florita, oooo...! a ae por la Virgen del Carmen! Mi tia Nicolasa... a aman! Sin embargo, guardaron otra vez silencio, inmoviles... El murmuraba a su ofdo algo que era ms expresién que ipplabre. Y ella asentia dulcemente. Después advirtid sigilosa: 2 Yo... sé; hay una plancha de zinc; pero tan tarde i 0... sé; hay una pl Ors | RCE EE EAE “io puedo ir; a las ocho que va mi tia al caney con el x Y Sus Oj0s sonreian com « =} Florita’.. Muchacha, 6000, que si te moriste bafian- ece!—resond la voz mas cerca. - Devolviendo Japalabra con’ un beso rapido eché 'a ‘co- "fer gritando ahogada por la’carrera y la emoeién: © 2{;Allé voy 0000... que no me he moriooo...! j ~' Quedése él sorprendido de lo que acababa’ de ocurrir: Ka éra ‘todo; tan facil, asi seria, al quererlo, la fortuna, be JOSE RAFAEL POCATERR, amor sin resistencias de la muchacha. La suerte + fuerte bajo un tefajo... Una nube opaca que’se iba alzando lentamente en «, conciencia nublaba aquella alegria fisica. / También el gusto "y el perjuicio eran Haciles, asequible tentadores... {Qué suerte correria ella después? Y él ten dria que estar disimulando... : v Durante la comida que Florita vino @ servirle con mis actividad que nunca, posefda de una extrafia energia, he ciendo muecas carifiosas 0 quedandose a ratos pensativa, é sentia dentro de si una mutacién, un cambio de aspects interior... Vefa ahora a Cosme fatigarse hasta reventar en i trabajo o con la fax abatida, casi Norando de vergiien za que venia a decirle a su padre: —Don Juan Domingo, después de lo que ha pasado con el nifio Leén y esa des graciada loca hija mia ya no puedo estar mas aqui. Se hubiera marchado con Nicolasa y Florita si su pa dre no le retiene, censurando duramente a Leon y suplican dole que no abandonara a Valle Hondo mientras él viv’ ‘Alli se habia levantado en el trabajo, alli habia sido m que peén hermano y compafiero de fatigas... . —jEsto no es de ese loco, Cosme, ésta es mi casa y le suya! ri ‘Asi qued6, mas abnegado y servicial que nunca... iY que ahora él fuera «a perder» la otra que era cuanto que- dabale al pobre negro! —Es una maldad estipida—dijo tirando el cigarro. eché en la hamaca y diez minutos después dormia profun- camente. i , Esa noche hasta las nueve Florita aguardé inatilm escondida tras las planchas de zinc del sotechado. Se al! de alli avergonzada, ocultindose de él mas que de nadie, convencida que el nifio Juan la despreciaba. A la otva mafiana pudo mirar honrada y lealmente #! rostro de su mayordomo mientras ambos protestaban, ¢ una, entre comentarios) y alarmas, de. un aparato extrav gante, leno. de rodajes, de euchillas, de colmillos acerado* y exeéntricas de cobre que convergian hacia la boca de embudo gigantesco de madera; y haces y mas haces de !* bletas en canal que invadieron todo el patio, el corredo™ 548 como el no es mas que atrapa LA CASA DE LOS ABIDA a Som de Ia coctha'y fueron a obstruit Ia salida de la = No, Cosme, resueltamente fnafi Caracas a ver qué es lo que esta muaatdot tal d Si, vaya, don Juan, porque aqui vamos a tener més jierro que cafia. Piisose a atreglar papeles y a escribir instrucciones al mayordomo, Era un mediodia pesado; muy célido, Todo parecia dormir; los campos reverberaban al sol. Un silencio enorme, Ileno de luz, extendiase hasta el confin lejano de Jos cerros que las nubes viajeras iban dejando a ratos en Ja sombra, » Nadie en el patio ni en las cocinas. Sélo en el caserén sumiase él en aquel conflicto de papelotes, cuentas-ventas y facturas y comprobantes que iba a llevar, cuado oyé tras de si en la puerta de la habitacién el ruido de una falda... _ Era Florita; con aire asustado y ojos resueltos que bus- caba’ no: sé qué por la pieza... —No me vaya a hacer nada—advirtié con un enojo pi- caro al volverse él sorprendido—, Mire que estoy muy ocu- pada. _ Sonrié y metié otra vez‘la nariz en sus papeles. Pero ella no acababa de marcharse. —{Necesita algo mas?—dijo al cabo de un rato. "De repente echd a corrér con los ojos Ienos de lagrimas de despecho, encendida, borracha de fracaso. Decididamente don Juancito la despreciaba. on * + v (P-16Mo pasa el tiempo!—pensd al bajar en la estacion—. _ Gasi un afio hacia de la mafiana que se despidié de ~ PapdTeo alli, con las muchachas, Prado. YY un bombretén vestido de azul y gorra geloneada, don José al mismo cumplido Jefe del Trafico, igual e inaltera. Bb] como los rieles de la empresa, lo salud6; —;0tra vez le tenemos aqui? ‘Se estrecharon cordialmente Ja mano, y él, minutos des- “a? & 550 OSH} RUAN EMME ONC WoT ER yy pués, bajaba del coche que tomé en Ia estacion... Sdlo qi, eché « pie casi la cuadra porque una fila de automévile, ocupaba la vuelta de la, calle hasta el propio portén de lo, Abila. Qué habria ocurrido, | Dios mio? {Una desgra cia?... gEl «grado» ‘de Carlos?) 9) Gortiendo penetré al zaguin, did un timbrazo formid, ble, abridse el anteportén, y dejando eaer las maletas qui¢ dése con un aire estapido, viendo a todas partes, micntra, las mixadas de una multitud. de desconocidos caian sob, : ojos, burlones, ,curiosos,, llenos, de risa; asombro %. mico ante el ruido que habian armado los equipajes... Per. manecia entre wna catistrofe de bagajes, atontado, sin dy se cuenta,cabal de lo, que estaba pasando, de si softaba o se habia metido en otra.casa del vecindario, en tanto que un. foxtrot estrepitoso y convulsive agravaba aquella pro tesca situacién... 3 Un joven que ocupaba la. «chaise-longuey de mimbre entre dos muchachas que reian descaradamente detras, mur muro: —Vuelta a la Patria, por Pérez-Bonalde. Reian ya a mayor grado. __ Hubo, quienes le mirasen dle pies a cabeza, extrafiodi simos. f —jAy, Dios mio, qué casa tan, rara es ésta!—dijo una. —Si, chica: esté una de lo més tranquila y de pronto se presenta un sefior con dos maletas. _ Alguien aclaraba: —Es uno de la familia. —jEsta usted seguro, joven? —Si, el meno: ' —Actualmente es el mayor: el mayor idiota que he oo nocido. —Pero, gpor. qué no entra? 0 sale. } Juancito vid pasar de Tejos, all brazo de un hombre cal- vo, muy moreno, de monéculo, su hermana Inés; y quitér dose de malos ruidos, Saludando a tontas y a locas, apar!é a un negro de librea con acento extranjero que estaba em pefiado en echarle de su casa. —jInesita! A a0 ‘Alzé la vista sorprendida, haeiéndo un inohin de alegria, Be CASA DE ahog ‘BIA 551 arcando las cejas a pincel sobre. los ojos agrandados. de = iJuan, por, Dios! j Ti... sin avisar,..1 iY, en cinco minutos, sonriendo, explicé de la manera mas j¢ posible, el «malentendun. jEstaba allé, metido en las ciendas ;-y era excéntrico; se presentaha. cuando menos ¢ esperaban! — Lucanor de Azebedo Coello, cogiendo el monéculo con m tic lo asesté hacia Juan: / —Evidentemente; ms _Y entonces desfilé, después de ser presentado a diestra siniestra, seguido del negro que llevaba las maletas a tra- s de los corredores, por donde circulaban parejas 0 se ban sefioras gordas, con la importancia de quien con- jos destinos del’ mundo en un saco de’ noche: iVery sorry, Sit; excuse me, please! él con una monotonia timida: iMucho gusto! {Mucho gusto! siguié una mirada de risuefia curiosidad, mientras on una ternura sibita, dejando un instante a Lucanor \zebedo Coello, le Nevaba abrazado hacia dentro. —{Mamé, Juan esté aqui, acaba de Megar de las hacien- n el comedor, otra sorpresa, otras protestas: jno avi- wr, nifio! ;No decir nada! BaiGS ables Su madre metida a fuerza de gomas _y ballenas en ur ‘azos plenos, le estrechd conmovida o! —Siempre estas en Ia luna.:. jqué ocurrencia!—repu- edia voz, furiosa. / De un grupo de caballeros maduros, que fumaban de un extrema, se destacé Ofate con los brazos abiertos alva fulgurante: ' mo, querido,.. gusted? ) ‘tono cordial, afable, encubria una sorpresa desagra- Pero Lopez, el socio, que le seguia inevitablemente je morado de cuyas gasas surgia una espalda algo desnu~ 552 JOSE RAFAEL POCATER, 2 todas partes, tercid galidandoy y! otros formaron tert), con ellos. i Pudo al fin retirarse’y subié escalera, Contrastaba el caminar, platos, la orquesta, que comenzab da aquella loca bulla de casa rica ¢ : calladas habitaciones de Papa-Teo yay cast @ oscuras. Estaba echado de codos en la ventana que caia al tr, patio viendo morir el iltimo lampo tras Ja cumbre del 0), servatorio. sil voll oh El joven. le miré a los ojos con extrafieza: j —iSi, ya ves; cada semana es’ ésto: «un tecibo», pa. seos, fiestas, bailetes, teatros; no te puedes imaginar! Pero papa no ha cumplido ni un aio de mue: —expuso él, triste. 7 —Asi lo manifesté. Tu madre me dijo que yo era yejestorio atrasado, que eso no se usaba ya; y la Inesita « puso furibunda, y el Carlitos me dijo que yo era de la ép ca en que la gente guardaba el luto comiendo caraotas gras... jYa ves: cosas, hijo, cosas! Y ahora y que qui ina los Estados Unidos y a Europa, y sacar a Clarita colegio... Su mano fria, seca, se abatié en el espacio. Guardaron silencio. La sombra subia de los rincones: el cuadro crepuscular de la ventana se encendié la prime “lucecita de los cerros. Hubo una pausa en el bullicio. Oyeron un tiempo de valse. Y salvas de aplausos y.gritos desaforados: Bis ibis! jbis! : Comieron solos, de carrera, casi a las nueve; su mam se habia retirado con jaqueca, después de la fiesta; Inés ves tfase en la galeria con todas las luces encendidas, lanzando chillidos; y las dos criadas dando carreras y frasmitiendo 6rdenes iban con los rizadores de aqui para alla... 0' marchése a comer al Club; la recogerfa de paso a las die’ para Ievarla al teatro... De Carlos no se sabia nada desl’ el dia antes. Dos choferes comian a mandibula batiente en la mes“ de la cocina diciendo chistes y pellizeando a las muchac! de dos en dos tramo: Jas voces; el ruido de copa aba a preludiar un vals y +, a en plena fiesta, con Boe SO DEV LOS NRHA . sop icio sin hacer caso de las protest: . ie reparaba en ellos que teninaronte en ate ta del mantel a medio doblar, servidos ceremoniosamen- - Tom, y el «maitre», otra novedad, como Smith el que traté de atajarle, el otro chofer y las tres o tro. mujeres que observ de paso, en el servicio, con cofia. Estas cansado, Juancito? ‘Si, Papa-Teo, de todo este desorden y este ruido! onces le ocurrid invitarlo, ‘amos casa de Prado. weno, vayamos. una de esas casas pequefias, larguisimas. Un terra- embarandado que cafa a pico sobre la quiebra de Ca- , dominando la copa de los rholes. Calles lejanas, mas las cupulas del Panteén; la fachada vieja de un tem- -vasto fondo de niebla, de azul y de verde oscuro jondonadas, a cimbraébase «la Silla», remota y desvaida, sobre lulaciones de la montajia. , el barrio hay paz, un sosiego dulce durante las tar- bajo el peso de los mediodias, aquellos zaguanes am- quellas puertas enchapadas de clavos de cobre, aque- itanas de repisa herméticamente cerradas, evocan las siestas de Ja Colonia, los callados bochornos de las ; provincianas. La iglesia que los frailes espaiioles han convertido en tuario elegante de la metrépoli. Una gruta tal la por- a de los libros piadosos que relatan las peregrinaciones urdes, Arboles; una plazoleta, una escalinata, el bronce 1 héroe; y sobre todorflota una atmésfera de tranquila a, de existencia ordenada, Es un ambiente que contras- con el bullanguero de otras parroquias. an carruajes, hay tertulias ventaneras, chicas que van a a media «toilettey de una casa a otra; el vecinda- si y estrepitoso que cuenta una familia rica del in- yo jefe es general. j nbién experimenté Juan de Abila al entrar en ane que respiraba otro aire. Descubriase de una ojea a, ia si no la elegancia sencilla 0 comoda de los objetos; cualquier ramo de flores en un } rrén; los «bibe- sobre el piano; la manera de ajustar los gruesos cor- Meo ID) ER LA org i »O 8 Pi NBER 5B n su casa para lo qu tape ie purece:pensar riné, ea y hasta para botarla, por un lado eso y por otrs Taha es largo y no sa eso: wos botan agha, éiiea Aces pine Mire, jeron las orejas, creyendo haber dione eet i liewghcheds in ieanteste te algo de mal er tei deb Fite cha le animé a seguir. Y como dice usted, otra Jum !—concluyd» Tides Nb dé 4 rieeaties jierno meten su totumita. ssi DAL ae iraba atenta con los ojos muy abiertos. ke ° luz parecian’ negros, enormes; en. seine tealcite le eae el mismo ‘tipo que le hiciera aquella impre- ae ee eon tanta seguridad que ella al fin n Teodoro es un bien observador... bservador de qué? conoce mucho a usted! b16 de la voluntad siempre sometida a cuantos ites tracn los azares de cada quien... f ‘0, no—dijo, ella ‘con calor—cuando la voluntad esta ‘como dice usted, ya no es voluntad... ron los tres. E} reloj did lejano, en la noche sereni- los tres cuartos de las diez. b sinstante después salian de aquella casa. jué te parecer esas muchachas? Son muy simpaticas. Y qué mujeres! Hh 3 (6 a cerrarse él mas @ Ja curiosidad’ del anciano; dentro de ella habia algo doloroso; wm sentir inex- ba ‘insignificancia propia ahogada en orgullo. a frio; una niebla rota de luces iba envolviendo los le la plazoleta. . - - pane hasta la casa, por la animacion callejera t1 Jos cartuajes, de Jas cantinas eoncurridas: Ne @ irradiaba de aquella casita.

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