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Oramos por nuestras familias

1. INTRODUCCIÓN.

En este tiempo que vivimos, la iglesia Chilena recuerda con cariñ o a nuestras familias, donde
se nos convoca a ser enviados, a lo cual nos moviliza a ser testimonio del amor y entrega de
Jesú s en nuestro entorno. Es desde esta mirada, que como comunidad los invitamos a vivir
este tiempo de oració n, confiando en el amor del Padre y ser parte de esta gran familia que
nos cobija y nos llama a acoger a los demá s.

1.1. Canto de entrada:

Título: Mi casa y yo
Autor: Tercer cielo
Links: https://www.youtube.com/watch?v=BZJlAjuTXk4

2. MOMENTO DE ORACIÓN

Hoy queremos invitarlos a leer y dejarnos sorprender por el Evangelio, el cual nos invita a
ver a la familia como un solo cuerpo que nos ayuda a caminar por la vida. El evangelio de San Juan
nos ayuda a meditar un poco má s sobre esto. Leamos con atenció n.

Evangelio según San Juan 17, 18.21.

“Yo los he enviado al mundo, como tú me enviaste a mí. Por ellos yo me consagro a ti, para que
también ellos se consagren a ti, por medio de la verdad. Pero no te ruego solamente por ellos,
sino también por todos los que creerá n en mí gracias a tu palabra. para que todos sean uno;
como tú , oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el
mundo crea que tú me enviaste…”.
Palabra del Señor.
Reflexión agustiniana.

Fuente: https://agustinosrecoletos.org/library/79-espiritualidad/111-santos-o-ilustres/999-san-agustin-y-la-
familia.pdf

El concepto, la idea y la realidad de la familia está n presentes en la obra de San Agustín


de manera abundante. De entre los muchos elementos que se podrían destacar de la familia de
san Agustín. En primer lugar, San Agustín pone de manifiesto que la familia es un ámbito en
donde se comparte no solo la vida de todos los días, y se aprende a ser personas, segú n una
determinada cultura e idiosincrasia (c. Iul. 5, 14, 51), sino que es también un ámbito en el que
se vive y se comparte la fe. De este modo sabemos por las Confesiones, aunque el padre de San
Agustín, Patricio “no creía” en Cristo (conf. 1, 18), no impidió́ que su hijo Agustín comenzara el
camino de la catequesis cristiana y se convirtiera en un cristiano (conf. 1, 17).
La familia como á mbito de fe, segú n el pensamiento de nuestro santo patrono, no se termina
en las coordenadas de esta vida (conf. 4, 14), sino que la relació n y el vinculo familiar se
perpetú an por medio de la oració n y del recuerdo piadoso ante el altar de Dios. Así́ lo señ ala
San Agustín dentro de las Confesiones invitá ndonos a orar por sus propios padres –ú nico
lugar de la obra agustiniana en la que se refiere a su propia madre por nombre–, como de
seguro lo haría él siempre, sintiendo una gran admiració n y cariñ o hacia ellos (conf. 9, 27).
Un segundo elemento que pondría de manifiesto San Agustín con relació n a la familia, es que
se trata de un á mbito en el que todos está n llamados a crecer. Tanto los padres en el mutuo
amor (b. coniug. 9, 9), como los hijos en su propia vida como personas y como creyentes.
Finalmente,
La familia no une en el amor, el cual brota de lo má s profundo del ser humano, y que el mismo
San Agustín experimentó en su propia experiencia paterna con su hijo Adeodato (conf. 4,2).
En definitiva, Se trata de un amor vivido en familia, que convierte a la misma familia en una
escuela de amor, en donde en nombre del amor se vive perdó n, la reconciliació n, el servicio, la
escucha, la compasió n y la comprensió n.

Pregunta para reflexionar:

 ¿Qué características tiene mi familia?


 ¿Qué lección me deja la vida de San agustín, para ayudar a fortalecer a mi familia?

Profundicemos nuestra oración

A continuación, te invitamos a realizar la


siguiente actividad. La idea es buscar una foto
familiar que te identifique, para que después la
dejes en el fondo de pantalla de tu computador,
Tablet o celular, durante una semana. Es una
simple manera de orar por ti y por tu familia,
mientras estudias en tu quehacer diario. Ojalá sea
una foto importante y significativa, que nos ayude
a recordar la importancia de la familia y de ese
amor que nos ayuda a seguir caminando. Les
dejamos un simple ejemplo con mucho cariño.
3. ORACIÓN FINAL.

Pidamos al Padre que, por intercesión de su hijo, que nos ayude a seguir caminando, al
igual como lo hizo Santa Teresa de los Andes. Les invitamos a orar con ayuda de la siguiente oración.

San Agustín.
Ruega por nosotros.

MADRE DEL BUEN CONSEJO


Danos laicos, religiosos y sacerdotes santos.

Amén.

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