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La mayor parte de los microorganismos que habitan en el cuerpo humano lo hacen porque se
benefician de los nutrientes y del hábitat protegido que este cuerpo humano les provee.
Independientemente del tipo de relación, todas comienzan con el contacto, algunos
microorganismos se establecen permanentemente colonizándolo (microbiota normal), otros
desaparecen rápidamente (transeuntes) y otros invaden los tejidos. Este contacto con los
microorganismos conduce a la infección, condición en la cual el microorganismo patógeno
elude las defensas del huésped, penetra en los tejidos y se multiplica. Cuando los efectos
acumulativos de la infección dañan los tejidos se produce una enfermedad infecciosa. La
relación huésped - parásito comienza con el contacto, progresa a la infección y finaliza en
enfermedad. Cuando un microorganismo potencialmente infeccioso está presente en el
cuerpo sin invadirlo todavía se le denomina contaminante, por lo que estar contaminado no
es lo mismo que estar infectado ya que no todas las contaminaciones acaban en infección y
no todas las infecciones acaban en enfermedad. De hecho, la contaminación sin infección y
la infección sin enfermedad es la regla.
El parasitismo es un proceso biológico interdependiente y dinámico entre dos organismos: el
parásito y el hospedero.
• Los enteros parásitos se benefician del hábitat del aparato digestivo porque les
ofrece un medio ambiente propicio para su desarrollo vital, donde tienen:
1. Alojamiento
2. Nutrición
3. reproducirse, perpetuar la especie
4. sobrevivir
REFERENCIAS
1. Palau María Teresa. Relación hospedero-parásito Trypanosoma cruzi. MVZ-
Córdova. 2000;5(1):33-37.
2. Martínez Fernández A. El parasitismo y otras asociaciones biológicas. Parásitos y
hospedadores. Parasitología Veterinaria. 1999;22-38.