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OCTAVIO PAZ Fundacién y disidencia Dominio hispdnico EDICION DEL AUTOR Circulo de Lectores ae Fondo de Cultura Econémica 4B Literatura de fundacién zExiste una literatura hispanoamericana? Hasta fines del siglo pasado se dijo que nuestras letras eran una rama del tronco espafiol. Nada més cierto, si se atiende al lenguaje. Mexicanos, argentinos, cubanos, chilenos -todos los hispanoamericanos— escribimos en castellano. Nuestra lengua no es di- ferente, en lo esencial, a la que escriben andaluces, castellanos, aragoneses 0 extremefios. Como es sabido, la unidad lingiifstica es mayor en América que en Espaiia. No podia ser de otro modo: nosotros no tuvimos Edad Media. Nacimos en los albores de los tiempos modernos y el castellano que llegé a nuestras tierras era un idioma que habia alcanzado ya la uni- versalidad y la madurez, Si algo le falta al espafiol de América, son los par- ticularismos medievales. Hemos creado otros, es verdad. No hay riesgo de que las peculiaridades del habla argentina o centroamericana den origen a lenguas distintas. Aunque el espafiol de América no es eterno -ningiin idioma lo es- durard lo que duren las otras lenguas modernas: vivimos la misma historia que rusos, franceses o ingleses. Pero una cosa es la lengua que hablan los hispanoamericanos y otra la literatura que escriben. La rama crecié tanto que ya es tan grande como el tronco. En realidad, es otro Arbol. Un Arbol distinto, con hojas més verdes y jugos mas amargos. Entre sus brazos anidan pajaros desconocidos en Espaiia. Literatura o literaturas hispanoamericanas? Si abrimos un libro de historia de Ecuador o de Argentina, encontraremos un capitulo dedicado a la literatura nacional. Ahora bien, el nacionalismo no sélo es una abe- rracién moral; también es una estética falaz. Nada distingue a la literatura argentina de la uruguaya; nada a la mexicana de la guatemalteca. La lite- ratura es mds amplia que las fronteras. Es verdad que los problemas de Chile no son los de Colombia y que un indio boliviano tiene poco que ver con un negro antillano. La pluralidad de situaciones, razas y paisajes no niega la unidad de la lengua y la cultura. Unidad no es uniformidad. Los grupos, los estilos y las tendencias literarias no coinciden con las divisiones politicas, étnicas o geograficas. No hay escuelas ni estilos na- cionales; en cambio, hay familias, estirpes, tradiciones espirituales 0 esté- ticas, universales. La novela argentina o la poesia chilena son rotulos geo- graficos; no lo son la literatura fantéstica, el realismo, el creacionismo, el criollismo y tantas otras tendencias estéticas e intelectuales. Los movi- mientos artisticos, claro esta, nacen en este o aquel pais; si en verdad son 44 ar las fronteras y echar raices en otras aoe 4s, la actual geogratia politica de América Latina a eae Por lo ct de naciones ¢$ el resultado de circunstancias y calamidade, La pluralida Jidad profunda de nuestros pueblos. América Latina eg ae ajenas a la ne ee et artificialmente por la conjuncién de las ae continente ic caudillos militares y el imperialismo extranjero, $} dae quias nativas, fuerzas (y van a desaparecer), otras serfan las fronteras! pepe |jteratura hispanoamericana es, precisamente, una de le dad histérica de nuestras naciones. ace siempre frente a una realidad histérica y, a metiido, fecundos, 0 tardan en salt existencia de una pruebas de Ja uni “Una literatura n: contra esa realidad. La literatura hispanoamericana no es una excepcidn 4 esta regla. Su caracter singular reside en que la realidad contra la que se Jevanta es una utopia. Nuestra literatura es la respuesta de la realidad real] de los americanos a la realidad utpica de América. Antes de tener exis.) tencia histérica propia, empezamos por ser una idea europea. No se nos puede entender si se olvida que somos un capitulo de la historia de las utopias europeas. No es necesario remontarse hasta Moro o Campanella para comprobar el cardcter utopico de América. Basta con recordar que Europa es el fruto, involuntario en cierto modo, de la historia europea, mientras que nosotros somos su creacién premeditada. Durante muchos siglos los europeos ignoraron que eran europeos y solo hasta que Europa fue una realidad hist6rica que saltaba a los ojos se dieron cuenta de que pertenecian a algo mas vasto que su ciudad natal. Y todavia hoy no es muy seguro que los europeos se sientan europeos: lo saben, pero saberlo es algo muy distinto a sentirlo. En Europa la realidad precedié al nombre. América, en cambio, empezé por ser una idea, Victoria del nominalismo: el nombre engendré la realidad. El continente americano atin no habia sido enteramente descubierto y ya habia sido bautizado. El nombre que nos dieron nos condené a ser un mundo nuevo. Tierra de eleccin del fu- turo: antes de ser, América ya sabia cémo iba a ser. Apenas trasplantado o tee emigrante europeo perdia su realidad histérica: one Eee a convertfa en un proyectil del futuro. Sa beehair ae a ean natal designé aun hombre que no se Sg sino nada més porveni oe por lo que harfa. Un ser que no ce ae de poca realy, he a ser de poca realidad, Americanos: fe a ser el proyecto histérico Ha BESO: Nuestro nombre nos con una conciencia ajena: la europea. 1. Pequé de optimismo, (Nota de 1990.) Titeratura de fundacion 4s Desde su nacimiento, la América sajona fue una utopia e espafiola y la portuguesa fueron construcciones inlet eee o outa caso! anulacidn del presente. La eternidad y el furero, dd cele progreso niegan al hoy y a su realidad, a la humilde evideneia del cot a cada dia. Y aqui termina nuestro parecido con los sajones. Nosotros i tnos hijos de la Contrarreforma y la Monarquia universal; ellos, de Lure to y la Revolucion industrial. Por eso respiran con facilidad en laatinon: fera enrarecida del porvenir. También por eso estén mal instalados en la realidad. El llamado realismo angloamericano es el pragmatismo -opera. cién que consiste en aligerar las cosas de su compacta materialidad para Biter le cnbun| procesbrilalrealidadidejaidelcer unset eae transforma en una serie de hechos. Nada es permanente porque la accion es la forma’ privilegiada que asume la realidad, Cada acto es instanténeo; para prolongarse necesita cambiar, ser otro acto. La América espaiiola y la portuguesa fueron fundadas por una civilizacién que concebfa la reali- dad como una substancia estable; las acciones humanas, politicas o artis- ticas no tenfan més objeto que cristalizar en obras. Encarnacién de la vo- Juntad de permanencia, las obras se erigen para resistir al cambio. Cuando oigo decir que Whitman es el gran poeta de la realidad americana me en- cojo de hombros. Su realidad es el deseo de tocar algo real. La poesia de Whitman tiene hambre de realidad. Y hambre de comunién: va de la tie- trade nadie a la tierra de todos. La América sajona padece hambre de ser. Su pragmatismo es una utopia siempre irrealizable y de ahi que desembo- que en la pesadilla. No busca la realidad de los sentidos, lo que ven los ojos y tocan las manos, sino la multiplicacién de la imagen en el espejo de la accién, Horror y fascinacion de la accién: cambia la realidad, pero no la toca ni la goza. Disparo hacia el futuro, flecha que jamas se clava en el blanco, el nomadismo de los angloamericanos no es espacial sino tem= poral: la tierra que pisan es la tierra evanescente del futuro. i A fines del siglo x1x la literatura hispanoamericana cesa de ser un reflejo de la espaiiola. Los poetas modernistas rompen bruscamente con el mo- delo peninsular. Pero no vuelven los ojos hacia su tierra sino hacia Paris. Van en busca del presente. Los primeros escritores hispanoamericanos que tuvieron conciencia de si mismos y de su singularidad historica fueron una generacin de desterrados. Los que no pudieron salir, se in- ventaron Babilonias y Alejandrias a la medida de sus recursos y de su fan- ‘asia, Literatura de evasion y, asimismo, tentativa de fusién con la vida moderna, intento de recuperacion del presente. Querfan «estar al corrien- te», estar en la corriente universal. Nuestra porcion de nuevo mundo era jén y disidencia 46 Funded mitad convento Y mitad cuartel. Lo primero: echar al dormido, limpiar de espectros las concien- fantasmas eran, Y SOM bastante reales: un pasado terco que no cias. (Esos a Lpiiped ls fuerza.) Si los exorcismos de los Poetas se ira si nO se iiieearon los espectros, por lo menos permitieron que ra Pauwee ver al mundo: estabamos en los comienzos del entrara la nba que apresurarse. Entre los desterrados no falté quien a oe aa hacia la realidad hispanoamericana: habia algo, fuera ng ea pasado espafiol a un tiempo gendios y anquilosado? Mas con Ja imaginacién que con la memoria, algunos entrevieron una naturaleza day, perdias entre las selvas y los voleanes, las ruinas de unas brillantes y crueles. La literatura de evasién no tardé en de exploracién y de regreso. La verdadera una vieja casa cerrada, : abajo los muros, despertai civilizaciones transformarse en literatura aventura estaba en América. : El camino hacia Palenque o hacia Buenos Aires pasaba casi siempre por Paris. La experiencia de estos poctas y escritores confirma que para volver a nuestra casa es necesario primero arriesgarse a abandonarla. Sélo regresa ‘el hijo prédigo. Reprocharle a la literatura hispanoamericana su desarrai- go es ignorar que solo ¢l desarraigo nos permitié recobrar nuestra por- cién de realidad. La distancia fue la condicién del descubrimiento. La dis- tancia y los espejismos que suscité —no es malo alimentarse de ilusiones “Silas transformamos en realidades. Uno de nuestros espejismos fue la na- turaleza americana; otro, el pasado indio. Ahora bien, la naturaleza no es sino un punto de vista: los ojos que la contemplan o la voluntad que la cambia. El paisaje es poesia o historia, vision o trabajo. Nuestras tierras y ciudades cobraron existencia real apenas las nombraron nuestros poetas y novelistas. No ocurrié lo mismo con el pasado indio. Por una parte, los indios no son pasado sino presente; y presente que irrumpe. Por la ott, no son naturaleza sino realidades humanas. La literatura indigenista, en a ee yla didéctica, la arqueologica yla ae social. Otro tanto ee pee Le Be aa en ee e decirse de la literatura negra. En Hispano’ ae Poetas y novelistas a ml ne 4 a Buenos ee ns las ee * lee sobre sino desde su condicion. Una Sis cumento Hs Ba a i nuestras letras Rentemporaneas S ‘olot indio de Chiapas, > © Feist auiabiaesetico de Juan Pere? a desurigo del ia de nuest J; es la iteratura hispanoamericana no es accident@ on i a historia: el haber sido fundados como 4% m Literatura de fundacion 47 de Europa. Al asumirlo plenamente, lo superamos, Cuando Rubén Dario escribe Cantos de vida y esperanza no es un escritor ameticano que des- cubre al espiritu: moderno: es un espiritu modero que deseubre a la rea- lidad hispanoamericana. Esto nos distingue de los espaitoles. Machado crefa que solo serfa universal aquella obra que fuese antes profundamente espafiola; Juan Ramén Jiménez se llama a si mismo «el andaluz univer- sal». El movimiento de la literatura hispanoamericana se despliega en un sentido inverso: nosotros pensamos que la literatura argentina no es uni- versal; en cambio, creemos que algunas obras de la literatura universal son argentinas. Y hay més. Gracias a nuestro desarraigo hemos descubierto una tradicin sepultada: las antiguas literaturas indigenas. La influencia de la poesfa néhuatl en varios poetas mexicanos ha sido muy profunda, pero guizas esos poctas no se habrian reconocido en esos textos, a un tiempo contenidos y delirantes, si no hubiesen pasado antes por la experiencia del surrealismo 0, en el caso de Rubén Bonifaz Nufio, por la poesia latina. {No es revelador que el traductor de Virgilio sea también uno de los que mejor haya entendido en qué consiste la «modernidad> de la poesia indi- gena? Y del mismo modo: Neruda tenia que escribir Tentativa del hom- bre infinito, ejercicio surrealista, antes de llegar a su Residencia en la tierra. ¢Cual es esa tierra? Es América y asimismo Calcuta, Colombo, Rangiin. Podrfa multiplicar los ejemplos: las novelas de Julio Cortazar, Bioy Casares 0 Carlos Fuentes, los poemas de Lezama Lima, Cintio Vir tier-o Roberto Juarroz... No es necesario: un libro del poeta argentino 1s 0 la redondez de la tierra Enrique Molina se llama Costumbres errante: Regresar no es descubrir. ¢Qué han descubierto los escritores hispano- americanos? Casi toda la obra de Bor; Ea prosa sino en muchos de sus poemas— postula la inexistencia de América EI Buenos Aires de Borges es tan irreal como sus Babilonias y sus Nini- ves, Esas ciudades son metéforas, pesadillas, silogismos. ¢Quién te ce metéfora, quién suefia ese sucfio? Otro suefio que S° llama Borges. 2Y : iia; si despertase, se desvaneceria ese suefio? Otro. En el origen alguien sue la realidad softada, Bajo pena de muerte estamos condenados a Sona" © Buenos Aires donde suefia un Borges. La obra deenepecn ae ol RA AEReeeAsatcle A rnérica sino la‘inevitabilidad de'sunvene'=” Risto de Girormode! a licerarura hispancamericana es una SSP" a imaginacién, Nos proponemos inventar nuestra propia ee ms Rede aMiaiiadragada sobre'un muro verdusco en 6 yeavune Bogoté; la vertiginosa caida de la noche sobre Santo Domingo (en une Bacio espera la llegada de los esbirros) ges -y no pienso solamente en su a sofar un 48 Fendacidn y disidencis dela marea alta en la costa ce Valparaiso (una muchacha se desnuda se cabye la soledad y el armors el despiadado mediodia en un pueblo Jasco (un campesino ha encontrado un idolillo en su sembrado; manans veda a ciudad ahi lo espera una desconocida y un vigje..). gInventar |p realidad o rescatatla? Ambas cosas. La realidad se reconoce en las imagi naciones de los poetas;y los poetas reconocen sus imagenes en la realidad, Nuestros suefios nos esperan a la vuelta de Ia esquina. Desarraigada y ‘Gosmopolita la literatura hispanoamericana es regreso y bisqueda de una Feradicién, Al buscarla, la inventa. Pero invencin y descubrimiento no son los términos que convienen a sus creaciones mas puras. Voluntad de | encarnacién, literatura de fundacion. Paris, 1961 Este texto es el prologo al mimero que dedicé la revista Lettres Nouvelles, en 1961, a la joven literatura hispanoamericana. Se publicé posteriormente en Puertas al campo, Universidad Nacional Auténoma de México, 1966,

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