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3. LOS REINOS CRISTIANOS.

A partir del siglo VIII, el lento pero continuo crecimiento económico y la expansión
territorial de los reinos y condados cristianos del norte de Al-Andalus conllevó la
incorporación de la Península Ibérica a la dinámica general de las sociedades feudales
europeas y dibujó el mapa político de la Península con el que se iniciaría la época
moderna.

1. LA FORMACIÓN DE LOS REINOS CRISTIANOS DEL NORTE


DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
La fragilidad del dominio musulmán en las regiones montañosas del norte de la Península
Ibérica fueron aprovechadas por algunos linajes aristocrático de la zona para formar
pequeños reinos o condados. Estos se desarrollaron de manera independiente, pero
compartiendo algunas características. Además a medida que fueron ensanchando sus
fronteras, las sociedades que se formaron en ellos compartieron un mismo orden social:
el feudalismo.

1.1. LA MARCA HISPÁNICA


Después de derrotar a los musulmanes en la batalla de Poitiers, los francos dirigidos por
Carlos Martel, intentaron extender su influencia hacia Hispania. Más tarde, a pesar del
fracaso de la expedición de Carlomagno sobre Zaragoza, ocuparon Girona y Barcelona.
Esta última se erigió como la principal ciudad de la Marca Hispánica, nombre con el que
los carolingios denominaron su dominio al sur de los Pirineos.

1.2. DEL REINO ASTUR-LEONÉS AL DE CASTILLA Y LEÓN


En la parte noroccidental de la Península Ibérica se produjo la batalla de Covadonga. En
este enfrentamiento entre musulmanes y cristianos, los nobles cristianos liderados por
Pelayo obtuvieron una importante victoria que permitió la formación del reino astur. El
primero de sus reyes fue Alfonso I.

La capital del reino astur se encontraba en Cangas de Onís, pero pronto fue trasladada a
Oviedo y, poco después, en 910, el rey García I la llevó hasta León. Así se constituyó el
reino de León. Para entonces el reino astur-leonés ya había alcanzado una extensión
considerable.

En la parte más oriental del reino, llamada Castilla desde el siglo IX, se construyó un
condado, cuyo primer conde fue Roderico de Álava.

1.3. EL REINO DE PAMPLONA.


El reino de Pamplona también tuvo su origen en la consolidación en el poder de otra
dinastía de aristócratas locales: la dinastía de los Jimenos, descendientes de una familia
vascona enraizada en la región. Un miembro de esta dinastía, Sancho III el Mayor se
convirtió en el más poderoso de los reyes cristianos cuando concentró en su persona
además del reino de Pamplona, los títulos de conde de Sobrarbe Ribagorza Aragón y
Castilla. A su muerte Sancho III dividió el reino entre sus hijos: su primogénito García
Sánchez III heredó Pamplona, Fernando I recibió Castilla y Ramiro I obtuvo Aragón.

2. FEUDALISMO Y EXPANSIÓN TERRITORIAL


2.1. LA EXPANSIÓN DE LOS REINOS CRISTIANOS: LA RECONQUISTA.
Todavía hoy es común utilizar el término Reconquista para referirse al proceso de
expansión de los reinos cristianos del norte hacia el oeste y el sur de la Península y el
subsiguiente retroceso de las fronteras de al-Ándalu. Esta palabra fue acuñada por la
historiografía tradicional, que de esta manera identificaba la expansión territorial con la
recuperación del proceso de unidad política y cultural de las sociedades peninsulares
supuestamente iniciado por los visigodos interrumpidos por la conquista islámica.
Las etapas de este largo proceso de expansión territorial fueron:
1. Colonización del valle del Duero en los valles pirenaicos.
2. De la conquista de Toledo a las Navas de Tolosa.
3. De las Navas de Tolosa la conquista de Jaén.
4. De la conquista de Cádiz a la toma de Granada.

2.3. LAS CIUDADES Y LA SOCIEDAD URBANA


Durante la Edad Media, en la Península Ibérica existían los siguientes tipos de ciudades:
● La ciudad del Camino de Santiago. Frecuentadas por peregrinos y
comerciantes francos, navarros y judíos. El Camino de Santiago fue testigo en
este periodo de un floreciente auge de la vida urbana en ciudades como Burgos,
León o Logroño.
● Ciudades del Norte de Castilla y Extremadura. Muchos tenían un origen
militar y se organizaban en distintas colaciones, hecho que le dio un aspecto
polinuclear como en el caso de Soria.
● Las ciudades al sur de Castilla y Extremadura. Casi todas las ciudades
autorizaron a los musulmanes a permanecer en el lugar siguiendo el ejemplo de
Toledo.
● La ciudad de la Corona de Aragón. Se permitió la permanencia de los
habitantes musulmanes pero fueron trasladados al centro en la periferia o al
exterior de las ciudades.
● Las ciudades de Andalucía. La población musulmana fue expulsada por
motivos de seguridad y se procedió a su repoblación con cristianos.
● Las villas nuevas. Se trataba de ciudades fundadas por los monarcas con la
intención de favorecer la repoblación.

Una de las principales características de la mayoría de estas ciudades es que gozaban de


un alto grado de autonomía y autoridad como resultado de la concesión de franquicias o
fueros. El objetivo principal de estas concesiones era la fijación de las obligaciones que
los habitantes de un determinado lugar tenían con su señor, pero muchas veces
implicaron la abolición o reducción de algunos derechos jurisdiccionales.

3. LAS MONARQUÍAS FEUDALES


3.1. MONARQUÍA Y DESARROLLO INSTITUCIONAL
A pesar de que el desarrollo institucional y legislativo de las monarquías feudales no fue
igual en los tres reinos que, con el de Portugal, configuraron el mapa político de la
Península Ibérica al final de la Edad Media, todos compartieron algunos rasgos.

En todas partes el rey lo era por la gracia de Dios y su proclamación tenía lugar en una
ceremonia religiosa, durante la cual era ungido y dotado con los símbolos de su
autoridad: la corona, la espada, el cetro, el manto púrpura y el trono. La ostentación de la
corona iba asociada a un conjunto de derechos exclusivos que los distinguían del resto
de los miembros de la nobleza.

La creación de la cancillería favoreció la asunción por parte de los juristas reales de los
principios del derecho romano y la confesión de un corpus jurídico que reforzó la
autoridad de la Corona.

3.2. LA CORONA DE ARAGÓN


En 1134, el rey Alfonso I de Aragón murió sin descendencia directa y en un testamento le
dejó su reino a las órdenes militares. Esto tuvo dos consecuencias políticas. Por una
parte, supuso la ruptura de la unión entre Aragón y Pamplona, ya que los nobles
pamploneses escogieron a su propio rey García Ramírez I. Por otra parte, los nobles
aragoneses consiguieron proclamar rey a Ramiro II, hermano de Alfonso I.
Ramiro II fue el artífice de la boda de su hija y heredera del reino, Petronila, con el conde
de Barcelona, Ramón Berenguer IV. De esta unión surgió la Corona de Aragón de la que
el hijo de ambos, Alfonso II el Casto, fue el primer rey.

La Corona de Aragón era una institución política y territorial formada por Aragón,
Cataluña y, desde 1245, Valencia. Los tres territorios tenían el mismo rey, pero cada uno
mantuvo sus leyes y sus propias Cortes.

3.3. EL REINO DE CASTILLA


En contraste con los éxitos militares conseguidos por Fernando III el reinado Alfonso X el
sabio se caracterizó por la intensa labor política y diplomática con la que el monarca
pretendía conseguir la corona del Sacro Imperio Romano Germánico a pesar de la
oposición del papado. No lo logró, pero, en cambio, obtuvo más éxito en la reorganización
interior del reino: mejoró los ingresos fiscales de la Corona, sustituyó los diversos fueros
locales por un único Fuero real y redactó el código legal.

3.4. EL REINO DE NAVARRA.


A la muerte del rey Alfonso I, la elección por parte de la nobleza pamplonesa de García
Ramírez como sucesor supuso la separación del reino de Pamplona del reino de Aragón.
Se inició entonces un periodo de 100 años de consolidación política y transformación
institucional.

En 1162 Sancho VI el Sabio, tomó la decisión de reemplazar su título de rey de Pamplona


por el de rey de Navarra.

A principios del siglo XVI, las continuas injerencias de castellanos y aragoneses en el


conflicto llevaron al rey navarro a firmar el tratado de Blois, que desencadenó la
ocupación de Navarra por las tropas de Fernando II el Católico y su incorporación a
Castilla en 1515.

4. ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN LOS REINOS CRISTIANOS


4.1. LA ECONOMÍA DEL REINO DE CASTILLA
La principal actividad económica de todos los reinos cristianos durante la Edad Media fue
la agricultura. Los cultivos más importantes eran los cereales, la vid y los olivos. Solo en
las proximidades de las ciudades había una mayor diversidad, con árboles frutales y
productos hortícolas.

LA CREACIÓN DE LA MESTA
Para conseguir pastizales, en verano los pastores debían mover los rebaños desde las
tierras bajas hasta los pastos de altura del Sistema Central y el norte de la Meseta.

La lana castellana se destinaba a la exportación. El desarrollo de la industria pañera en el


norte de Europa y la introducción de la llamada oveja merina, que producía lana de más
calidad, provocaron un aumento espectacular de estas exportaciones.

El auge de la actividad comercial implicó el crecimiento de los puertos cántabros, desde


donde la lana era transportada hasta Inglaterra y Flandes.

4.2. LA ECONOMÍA EN LA CORONA DE ARAGÓN


Desde el siglo XIII y principios del siglo XIV la Corona de Aragón alcanzó una situación
económica próspera, convirtiéndose en una potencia comercial. Alcanzaron su apogeo
económico entre 1250 y 1350, disponían de una notable flota naval con la que sus
mercaderes visitaban los puertos de Italia, Francia, Oriente y el norte de África. Allí
adquirían productos como la cera, especias, pieles, papel, paños flamencos y esclavos.
4.3. LA CRISIS DEL SIGLO XIV
Este desarrollo económico se vio alterado por una grave crisis demográfica y social que a
mediados del siglo XIV afectó prácticamente a toda Europa occidental.

La cuarta parte de la población del Reino de Castilla murió de hambre. Aunque


posiblemente se trate de una cifra exagerada, se sabe efectivamente que por aquellos
años se sucedieron varios episodios de hambre y miseria, provocados por las malas
cosechas, que afectaron gravemente a todas las tierras de la Península.

En 1341 la situación se agravó más como consecuencia de la epidemia de peste negra o


bubónica que llegó a la península con las ratas hacinadas en las bodegas de los barcos
que amarraban en los puertos mediterráneos procedentes de Oriente.

La recesión demográfica fue especialmente importante en Cataluña, cuya población


protagonizó un continuo descenso que se prolongó durante todo el siglo XV.

Sin embargo, el impacto de las epidemias y la incapacidad de explicar su origen


influyeron profundamente en la mentalidad de la época y exacerbaron la religiosidad
popular, que se volvió más íntima y emotiva, propensa a la morbosidad y al patetismo.

EL AUMENTO DE LA CONFLICTIVIDAD SOCIAL


Otra consecuencia de la crisis económica fue el aumento de la conflictividad social, la ira
se desató contra los judíos, utilizados como chivo expiatorio. La consecuencia de estos
progromos fue la conversión de muchos judíos al cristianismo.

En Castilla, en cambio, la Corona continuó utilizando los ingresos que le proporcionaban


el comercio lanar para mantenerse fuerte en su pulso con la nobleza. Esa situación de
preeminencia se consolidó con la coronación de Isabel I como reina de Castilla en 1474.

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