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La sustentabilidad en el derecho argentino: del valor al deber ser normativo

Aldo Rodríguez Salas

Si los valores fundamentan los derechos, es posible caracterizar su consolidación


normativa atendiendo a su valor específico y a la forma jurídica resultante, de tal modo
que:
a) Lo axiológico identificará el valor que lo fundamenta;
b) Lo normativo expresará el deber ser del derecho fundamental.
2.1. El componente axiológico: la solidaridad intergeneracional
Alexy, cuando distingue las reglas de los principios, destaca una característica de
estos: «En tanto razones para las reglas, a menudo técnicas, los principios permiten
conocer su contenido valorativo más fácilmente que aquellas»1.
Esto resulta por la íntima relación entre uno y otro. Principios y valores son lo
mismo, contemplados, en un caso, bajo un aspecto deontológico (del deber ser), y en el
otro bajo un aspecto axiológico (lo que es mejor); distinguiéndose en que los valores no
entrañan un mandato, un deber ser, mientras que los principios sí, por integrar el sistema
jurídico. Sin embargo, los valores fundamentan los derechos reconocidos, comunican su
potencia moral, permitiendo identificar su jerarquía y preferencia ante otros principios.
Walsh y Di Paola, en relación con la sustentabilidad, señalan que existe un aspecto
que involucra un contenido axiológico, asociado a una concepción ética de la relación
entre hombre y naturaleza. Este aspecto es el que permite incorporar al análisis de la
sustentabilidad la dimensión temporal de la equidad entre generaciones y entre miembros
diversos de una generación coetánea. Este sentido permite abordar las cuestiones sociales
con sus implicancias ambientales en forma integradora y transversal2.
Los autores expresan que no solamente es sustentable «aquello que materialmente
puede sostenerse sino también que merece o es digno, en sentido moral, de ser
sostenido»3.
Esto remonta a lo expresado sobre los derechos humanos como derechos morales.
En consecuencia, el derecho a la sustentabilidad (como síntesis actual del derecho al
ambiente y al desarrollo) viene a formar parte de los atributos que hacen a la dignidad
humana4.
Pero la dignidad humana, cuando de un derecho de tercera generación se trata, se
conforma del valor solidaridad, que vincula a la sustentabilidad con la comunidad humana
más allá del propio Estado. Por lo que la solidaridad comunica a la sustentabilidad
proyecciones intertemporales singulares, del presente hacia el futuro, que lo distingue de
los demás derechos de tercera generación.
Cafferatta la explica del siguiente modo:
… esta solidaridad no es solo actual, sino futura, ya que de nuestro obrar
presente depende, en buena medida, la suerte de los que vendrán. Supone

1
Alexy, 2012, p. 84.
2
Walsh y Di Paola, 2000, p. 21.
3
Ídem, p. 39.
4
García, 2004.
que debemos entregar a las generaciones venideras un mundo que desde la
estabilidad ambiental les brinde las mismas oportunidades de desarrollo que
tuvimos nosotros5.
La equidad intergeneracional, como elemento esencial del principio, expresa la
valoración de la relación entre nosotros y los que vendrán, considerando sus necesidades
y oportunidades.
Al respecto, Sabsay expresa:
El ethos ambiental es todavía más paradigmático que aquellos
comprendidos en los restantes intereses colectivos derivados de los derechos
de tercera generación o de incidencia colectiva en general –como los
denomina la C.N. (art. 43, 2do. párr.). Ello es así como consecuencia de uno
de los elementos fundamentales del desarrollo sustentable –ligado a la
protección ambiental–: nos referimos a la equidad intergeneracional6.
La perspectiva axiológica de la sustentabilidad requiere, además del respeto ideal
que entraña como componente ético de la dignidad humana, una expresión jurídica que
establezca su vigencia en la vida social.
Un fallo de la Cámara Nacional Civil, Sala H (1999), reconoce esta relación entre
los valores ambientales y el deber ser constitucional cuando dice que:
... existe un orden público ambiental indisponible, inalienable: en él se
encuentran involucrados derechos y garantías biológicas y sociales. Los
derechos de tercera generación son consecuencia de la interrelación de
derechos personales humanos y razones de solidaridad que le dan
nacimiento. Se encuadran dentro de los nuevos derechos
constitucionalmente consagrados por la Reforma de 1994, que jerarquizan
la persona humana y priorizan la solidaridad humana.
2.2. La sustentabilidad como principio normativo
La positivización del derecho al ambiente dota de carácter normativo jurídico a este
principio. Lo axiológico adquiere de mano de la Constitución ropaje deóntico, del deber
ser. Un estado de cosas representado por el bien protegido y consecuencias jurídicas
prima facie lo conforman.
La estructura operativa de derecho fundamental ambiental de trata en el Capítulo 4,
sin embargo, en el Capítulo 1, se distinguió entre la norma y disposición de derecho
fundamental, indicando que mientras que la norma de derecho fundamental es la que
prescribe lo ordenado, prohibido o permitido, la disposición se caracteriza por establecer
una posición que es la relación conforme a la cual alguien está en la situación de poder
exigir algo a otro o al Estado.
Como todo principio, la sustentabilidad es un mandato de optimización que ordena
que la protección del ambiente sea realizada en la mayor medida posible, dentro de las
posibilidades jurídicas y fácticas; por su parte, su estructura operativas se conforma
porque alguien está en la situación de poder exigir la protección ambiental a otro o al
Estado. Sobre este sujeto pasivo pesa el mandato o deber de optimización.

5
Cafferatta, 2010.
6
Sabsay, 2007.
Entonces, como norma de derecho fundamental, su estructura está representada por
el supuesto de hecho y la consecuencia jurídica del principio.
El art. 41 de la CN enuncia el derecho de la siguiente forma:
Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado,
apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas
satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las
generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo. El daño ambiental
generará prioritariamente la obligación de recomponer, según lo establezca
la ley.
Si los enunciados normativos constitucionales tienen diversas manifestaciones
semánticas, la significación jurídica del derecho al ambiente como principio no requiere
un gran esfuerzo de reconfiguración del enunciado constitucional.
Como expresa Bernal Pulido en relación con las expresiones contenidas en los
enunciados de los derechos fundamentales, es necesario traducirlas a términos
prescriptivos o del deber ser7.
En efecto, el supuesto de hecho y la consecuencia jurídica del derecho al ambiente
admite reconstrucciones simples:
El ambiente sano, equilibrado y apto para el desarrollo humano debe ser
preservado.
Las actividades productivas deben satisfacer las necesidades presentes sin
comprometer las de las generaciones futuras.
El ambiente deber ser protegido por las autoridades.
Avanzando en la estructura normativa de la norma tipo principio, se puede dar
forma condicional al enunciado con los operadores deónticos básicos:
Permisión:
Si el ambiente es preservado debe autorizarse el desarrollo de actividades.
Prohibición:
Si las actividades afectan al ambiente deben ser prohibidas.
Obligación:
Si las actividades productivas deben preservar las necesidades de las generaciones
futuras.
Si se daña el ambiente debe ser recompuesto.
Estas expresiones normativas básicas del principio se conforman por el supuesto de
hecho en sentido amplio ‒ se trata en el Capítulo 5‒, comprendiendo las conductas, las
actividades y el bien protegido, y la consecuencia jurídica, en forma de permisión,
obligación o prohibición.

7
Bernal Pulido, 2014, p. 141.
Figura 17
Algunas formas normativas del principio de sustentabilidad

Otras formas de expresión normativa son posibles, puede observarse en la figura 17


que se destacan las condiciones materiales o fácticas en las que se debe resguardar el bien
protegido: sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano. También se integra la
conexión intertemporal del derecho entre las necesidades presentes y las generaciones
futuras. Por eso se afirma que la más importante característica del derecho a un ambiente
sano y equilibrado es su dimensión intertemporal, porque no solo debe satisfacer las
necesidades de las generaciones actuales, sino también las de las generaciones futuras8.
El principio, en sus diversas expresiones jurídicas, refiere a lo que se denomina
sustentabilidad, por lo que asiste razón a los autores que proponen calificar al derecho
como derecho a la sustentabilidad9 o al desarrollo sustentable10. En el desarrollo de la
investigación se aludirá al principio de sustentabilidad o del derecho al ambiente con la
misma significación.
Como expresa Cafferatta, la fórmula constitucional se integra con la idea de la
sustentabilidad, que, en realidad, deberá interpretarse, como un pilar sustantivo de la
especialidad, que apunta a satisfacer las necesidades del presente, en términos de equidad,
sin comprometer las de las generaciones futuras11.

8
Sánchez Iturbe, 2009, p. 38.
9
Walsh y Di Paola, 2000.
10
Fuchs Bobadilla, 2005
11
Cafferatta, 2021, p. 15.

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