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Ministerio de La Iglesia
Ministerio de La Iglesia
Si queremos que la iglesia de Cristo Jesús esté protegida contra la falsa
doctrina, los ancianos que la dirigen deben ser fieles en enseñar sana doctrina.
Otras muchas cosas son también buenas, pero no son prioritarias. Como
ministro de Jesucristo, soy primero y ante todo responsable ante Dios por la
pureza de la iglesia y su protección contra la falsa doctrina. Todos los ministros
del evangelio tendrán que responder ante Cristo por la fidelidad con que
protegieron y alimentaron al rebaño. Lamentablemente, hay muchos pastores
cuyas iglesias esperan que ellos hagan cualquier cosa excepto lo que Cristo
quiere: Enseñar la Palabra de Dios. Sus energías las utilizan en muchos otros
deberes pero no en su principal tarea.
2 Timoteo 2:1-2: “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo
Jesús. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres
fieles que sean idóneos para enseñar también a otros”. El pastor enseña a su
congregación la sana doctrina a fin de que ellos se la puedan enseñar a otros.
2 Timoteo 4:1-2: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que
juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que
prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye,
reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina”.
I. LA MEMBRESÍA DE LA IGLESIA
Una de las cosas más importantes acerca de la iglesia tiene que ver con el
asunto de quiénes deben pertenecer a la iglesia. ¿Quiénes deben ser miembros
de la iglesia?
1. Un punto muy esencial.
Solamente los que dan evidencia creíble de haber recibido a Cristo como
Salvador y Señor son los que debieran ser aceptados en la iglesia como
miembros. El hacerse cristiano es un asunto voluntario, y únicamente los
cristianos debieran ser miembros de la iglesia. Esto se deduce del hecho de que
la iglesia es una institución cristiana. El doctor Hodge identifica a la iglesia
cristiana como la comunidad de Israel.f15 Si se llevase esta idea a sus
conclusiones lógicas, ella destruiría el carácter distintivo del cristiano como una
religión espiritual y lo haría una religión del estado, como el judaísmo en el
Antiguo Testamento.
El Nuevo Testamento enseña claramente que la iglesia debe estar formada
únicamente por personas regeneradas. En cuanto a los ciento veinte nombres
originales de los miembros que formaron la iglesia de Jerusalén, no hay duda de
que la mayoría de ellos habían sido discípulos personales de Jesús.
Evidentemente todos ellos fueron seguidores de él, pues de otra manera no se
hubieran adherido en tales circunstancias a la compañía de seguidores de Jesús.
Con respecto a todos aquellos que fueron añadidos a ellos, según se nos revela
en Los Hechos, prácticamente, en cada caso, recibieron voluntariamente la
Palabra del evangelio, se arrepintieron de sus pecados y creyeron en Cristo
como el Salvador (<440241>Hechos 2:41, 42, 47; 4:4; 13:48, 52; 16:32-34). Y no
hay evidencia alguna que indique que haya ocurrido lo contrario con respecto a
ellos. Al escribir Pablo a las iglesias, siempre llama santos a los creyentes, fieles
en Cristo, y usa otros términos que no dejan duda de que todos eran cristianos
profesos (<450107>Romanos 1:7; 6:1; <460101>1 Corintios 1:1, 2; <470101>2 Corintios 1:1).
Más todavía, la naturaleza y la misión de la iglesia llevan consigo la idea de que
sólo las personas regeneradas deben pertenecer a la iglesia. La iglesia es una
organización espiritual; es el cuerpo de Cristo (<451204>Romanos 12:4, 5: <461201>1
Corintios 12:12). De consiguiente, únicamente aquellos que están animados por
su vida, debieran ser los miembros del cuerpo.
El trabajo de la iglesia es espiritual. Ella tiene una función espiritual. Para hacer
este trabajo debe ser un cuerpo espiritual. Una iglesia de miembros no
regenerados no puede ser el instrumento para transmitir la gracia
transformadora de Dios a una sociedad impía que se mueve a su alrededor.
Más todavía, si la regeneración es una necesidad absoluta del carácter cristiano
y la regeneración depende de la aceptación voluntaria del evangelio, entonces,
el que un niño sea acogido en la iglesia, o el que un adulto sea recibido en la
iglesia, sin haber experimentado antes la regeneración, tal cosa es muy
peligrosa. La tendencia inevitable de un procedimiento semejante es la de
estimular al miembro no regenerado de la iglesia, a pensar que en algún sentido
su membresía eclesiástica lo hace a él un cristiano; y tal cosa, a su vez, en su
mente, hará que él no sienta la necesidad de un arrepentimiento definitivo de su
pecado ni de confiar en Cristo para su salvación.
El doctor Hodge se opone a la doctrina de una membresía eclesiástica de
regenerados, basándose en que el hombre no puede decir con certeza quién es
regenerado o quién no lo es.f16 Nosotros no afirmamos que lo ideal en este
asunto se puede conseguir. Desde luego, que en las iglesias ha habido personas
no regeneradas y siempre las habrá; de esto no hay duda, pero esto no prueba
que la doctrina sea errónea. Lo que eso prueba es la necesidad de ser más
cuidadosos en cuanto a la membresía de las iglesias. Este argumento es del
mismo carácter que el argumento de los antiprohibicionistas, quienes se oponían
a la prohibición del tráfico de los licores aduciendo como razón que la
prohibición no podía forzarse. La ley no puede ser perfectamente cumplida,
pero ninguna otra ley puede serlo tampoco. Si una membresía eclesiástica de
personas regeneradas es el ideal, entonces nosotros debemos mantenernos
cerca del ideal lo más que se pueda. Y nosotros mantenemos que la autoridad
de la enseñanza del Nuevo Testamento y el mismo carácter de la iglesia como
una institución cristiana, nos obliga a sostener la opinión de que solamente las
personas regeneradas son las que deben ser miembros de la iglesia2. El bautismo, uno
de los requisitos.
El bautismo es un requisito necesario para ser miembro de la iglesia. Esto se
puede ver en el argumento de Pablo expresado en <450601>Romanos 6:1, en donde
él discute en la suposición de que todos los cristianos han sido bautizados.
Todas las denominaciones cristianas aceptan con práctica unanimidad esta
afirmación. Tal vez pudiera haber algunas excepciones, como los cuáqueros y
otros grupos pequeños. Por supuesto, que al discutir el punto referente a quién
debe ser bautizado y qué es lo que constituye el bautismo, surge una seria
división. Estos puntos serán discutidos en el capítulo siguiente. El punto
referente a quién es el que debe ser bautizado, tendrá mucho que ver con el
otro asunto de una membresía de personas regeneradas, como ya se discutió
en la sección precedente.
3. El hacerse miembro es una cuestión voluntaria.
Lo que se ha dicho y lo que se dirá más adelante con respecto a los requisitos
para el bautismo, hace evidente que la membresía de la iglesia es siempre un
asunto voluntario. No se puede llegar a ser miembro de la iglesia de Cristo por
el hecho de haber nacido en determinada familia o nación. Se llegaba a ser
miembro de la nación judía por el nacimiento natural, y hoy en día se llega a ser
miembro de determinada familia o nación del mismo modo. Pero no se puede
llegar a ser miembro de la iglesia de Cristo de un modo semejante. Tampoco se
puede ingresar a la iglesia por medio de cualquier ceremonia celebrada con
padrinos o por votos que otros hacen a nuestro favor. Cada hombre por sí
mismo debe oír, arrepentirse, creer, ser bautizado y unirse a la iglesia. El
hacerse cristiano es una cosa de decisión personal, y lo mismo acontece con
todo deber cristiano; y cuando la decisión personal está ausente, ningún acto
puede tener valor moral o religioso.
la ley.
Tampoco es verdad que la “ley del perdón” fue establecida en el día de
Pentecostés, incluyendo al bautismo como una condición. Conforme a esa
aseveración, Jesús nunca dijo cómo los hombres podían ser salvos ni cómo
podían entrar en el reino de Dios. Tales pasajes como <430112>Juan 1:12; 3:14, 15,
16, 18, 36; 5:24, y muchos otros que prometen la salvación con la única
condición de la fe en Cristo, no podrían ser reclamados por nosotros como
válidos en el día presente. Con tal método de interpretación, el hecho de que
Jesús haya salvado al paralítico (<410205>Marcos 2:5), a la mujer pecadora
(<420747>Lucas 7:47, 48), y al ladrón en la cruz (<422342>Lucas 23:42, 43), no ofrecería
a los pecadores en el día presente, estímulo para creer que ellos también
pudieran ser salvos simplemente con creer en la gracia del Salvador. Semejante
método de interpretación de las Escrituras, las convierte en un delantal
remendado, que es exactamente lo que hace la crítica radical moderna. Esto no
quiere decir que nosotros no debemos reconocer un desenvolvimiento
progresivo de un plan para la raza por parte de Dios, pero este plan, aun
siendo progresivamente manifestado, es un plan unitario, y su idea fundamental
es salvación por gracia por la fe. Dios no es un Dios antojadizo, saltando de un
plan a otro y constantemente cambiando de parecer.
Además, si nosotros examinamos el registro del Nuevo Testamento, del
Pentecostés en adelante, la salvación por la fe es tan consistentemente expuesta
después del Pentecostés como antes. Una revisión de los siguientes pasajes nos
permite ver esto con claridad: <441043>Hechos 10:43; 13:38, 39; 16:31;
<450116>Romanos 1:16; <480326>Gálatas 3:26; <490208>Efesios 2:8. Muchos otros son tan
<530107>2 Tesalonicenses 1:7, 10; 2:1, 8; <600107>1 Pedro 1:7; <610116>2 Pedro 1:16; 3:4,