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Beato Carlos I de Habsburgo, emperador de Austria y rey de Hungría, padre

de familia
Nació en Persenburg, Austria, el 17 de agosto de 1887 y falleció en la isla de
Madeira, Portugal, el 1 de abril de 1922.

Beatificado por san Juan Pablo II el 3 de octubre de 2004.

Se lo celebra el 21 de octubre. Se fija esta fecha para su celebración porque es el


día de su matrimonio.

El beato Carlos I de Habsburgo-Lorena o Carlos IV de Hungría, nació en


Persenburg, región de la Baja Austria, el 17 de agosto de 1887 y falleció en Funchal,
Portugal, el 1 de abril de 1922. Al nacer se le dio el nombre de: Karl Franz Josef
Ludwig Hubert Georg Maria von Habsburg-Lothringen, último Emperador de Austria,
Rey apostólico de Hungría y Bohemia, entre 1916 y 1919. Fue conocido como
Carlos I de Austria, IV de Hungría y III de Bohemia.

Primogénito del Archiduque Otto y de la Princesa María Josefa de Sajonia. Su niñez


fue feliz y los traslados de una guarnición a otra de su padre hicieron que viajase
por gran parte del imperio. Aprendió alemán (su idioma materno), inglés, francés y
húngaro. Estaba versado en derecho constitucional y ciencias políticas. En 1901
visitó gran parte de la región transleitania: el nombre latino Transleitania se deriva
del río Leita o Lajta, y se le aplica por encontrarse en su mayor parte al este del río
o "allende", desde la perspectiva austriaca. En 1905 sirvió en Bohemia como
teniente de una pequeña guarnición y recibió la orden del Toisón de Oro.

El 21 de octubre de 1911 se casó con las princesa Zita de Borbón-Parma,


impetuosa, muy religiosa y de ideología más reaccionaria que la de Carlos. El
matrimonio tuvo 8 hijos. Desde enero de ese año Carlos trabajó en el Estado Mayor
asutrohúngaro, en Viena.

Sucedió a su tío abuelo Francisco José I. Antes de acceder al trono prestó servicios
en el ejército. Se convirtió en sucesor en 1914 tras el asesinato de su tío el
Archiduque Francisco Fernando de Habsburgo-Lorena en Sarajevo, Bosnia, causa
inmediata del estallido de la I Guerra Mundial.
Carlos accedió al trono con 29 años después de que falleciese su anciano tío, el
emperador Francisco José I la noche del 21 de noviembre de 1916, en medio de la
Primera Guerra Mundial. Su coronación era urgente y tuvo lugar el 29 de diciembre
de 1916, cuarenta días después de morir el anterior monarca, evitando las
ceremonias dilatorias que hubieran sido usuales en los Habsburgo en tiempo de
paz, lo que puso de manifiesto el declive final del Imperio.

Desde este momento, el nuevo emperador trató de sacar al Imperio Austrohúngaro


de la guerra europea.4 La razón principal que le llevó a ello fue la situación
económica del país, que no paraba de empeorar, con una inflación severa,
descontento masivo entre los campesinos por las requisiciones de guerra, y fuerte
rechazo de los sindicatos obreros a la militarización de la industria. Al desvanecerse
a fines de1916 la posibilidad que Rusia pudiera invadir Austria-Hungría se hizo
evidente que el Alemania era la fuerza dominante de los Imperios Centrales en lo
político y lo militar, provocando una nueva causa de descontento entre la población
eslava de Austria-Hungría. El propio emperador deseaba la paz por la convicción
personal que la sangría humana del conflicto podría continuar durante mucho
tiempo más.

Sin suficiente capacidad de maniobra, durante la primavera de 1917 Carlos I


mantuvo, a espaldas de Alemania, unos polémicos contactos con el gobierno
francés, que fracasaron, para tratar de alcanzar una paz por separado con los
aliados a través de su cuñado, el Príncipe Sixto de Borbón-Parma, quien era oficial
del ejército belga. En las conversaciones secretas realizadas entre Sixto y Carlos
en Viena, el emperador se comprometió a defender la devolución de Alsacia y
Lorena a Francia y el mantenimiento de una Bélgica independiente, a cambio de
lograr la paz, mientras la Triple Entente aceptaría la preservación de Austria-
Hungría y Alemania en su integridad territorial.

El estallido de la Revolución de Octubre en Rusia causó que Carlos I intensificara


sus esfuerzos para una paz negociada, en tanto el derrumbe ruso reafirmaba la
subordinación de Austria-Hungría respecto a Alemania y también podría servir de
ejemplo para una revolución social extrema en los Imperios Centrales. En abril de
1918, el ministro de asuntos exteriores de Carlos I, el conde checo Ottokar von
Czernin, enterado de las negociaciones de Carlos, presumió ante la prensa
internacional que Francia estaba mendigando la paz a los Imperios Centrales, a lo
que el primer ministro francés Clemenceau respondió haciendo públicas las
negociaciones del emperador austriaco con Sixto de Borbón-Parma, causando un
gran perjuicio a la credibilidad de Carlos y minando su posición internacional, pues
si bien Carlos había informado anticipadamente al kaiser alemán Guillermo II sobre
las conversaciones de paz, no le mencionó las concesiones que Carlos proponía a
los franceses.

Mientras tanto, como resultado del escándalo, la Entente reconocía poco después
al gobierno checoslovaco independiente en París, abandonando su anterior postura
de mantenimiento de un imperio reformado, Carlos tuvo que viajar urgentemente a
Alemania para asegurar a Guillermo II su lealtad como aliado, en tanto el propio
Estado mayor del Reichsheer alemán, al saber las concesiones que Carlos ofrecía
a los Aliados, planificaba inclusive una "invasión preventiva" de Austria para
deponer a Carlos I al considerar su conducta como una traición.

En el interior, declaró con motivo del cumpleaños de su heredero el 2 de julio de


1917 una amnistía de los prisioneros políticos, gesto con el que trató, con escasos
resultados, de mostrar su disposición a un nuevo orden político en el imperio. De
igual manera, a lo largo del año 1917 y la primera mitad de 1918, Carlos promulgó
diversas normas destinadas a mitigar el descontento social de la clase obrera de su
Imperio, suavizando las severas leyes marciales aprobadas al inicio de la guerra.
No obstante, la contienda proseguía y por tanto las medidas tomadas por el
emperador apenas eran paliativos de una grave situación interna.

Tras el hundimiento del frente búlgaro en septiembre de 1918, Carlos decidió llevar
a cabo drásticas medidas reformistas para convencer a la Triple Entente que el
Imperio Austrohúngaro debía salvarse, o al menos mantenerse como una
federación de estados independientes. Con ayuda de sus asesores y del consejo
de ministros, Carlos I definió un plan de federalización del país, que se hizo público
en octubre de 1918.7 En él el imperio se convertía en una confederación donde sus
miembros mantenían plena autonomía política, económica y militar, compartiendo
únicamente la jefatura del Estado. Estos intentos llegaron demasiado tarde y los
consejos nacionales que Carlos fomentó entre las distintas nacionalidades optaron
por abandonar al gobierno de Viena en vez de adaptar el plan del emperador.

Iniciada la disolución del Imperio tras la derrota frente a los italianos en la Batalla de
Vittorio Veneto, y tras resistirse a abandonar lo que él consideraba sus obligaciones,
Carlos I renunció a la jefatura del Estado el 11 de noviembre de 1918 y a formar
parte de cualquier futuro gobierno austriaco, pero no a sus derechos como jefe de
la dinastía. Trataba así de mantener la posibilidad de que perviviese la monarquía
Habsburgo con otro miembro de la familia imperial. Partió de inmediato hacia el
exilio en Suiza.
El gobierno suizo acogió al ex-emperador con la condición de que residiese lejos de
la frontera austriaca y se abstuviese de cualquier actividad que pudiese
comprometer al país. Tras unas semanas de buscar alojamiento, la familia se instaló
en mayo junto al Lago de Ginebra, en una villa donde la ex-emperatriz dio a luz su
sexto hijo.

En abril se había formado en Hungría un gobierno contrarrevolucionario bajo


protección francesa en Szeged y otro grupo de similar orientación se formó en
Viena. Carlos mantuvo contactos con los dos grupos. El grupo vienés, que logró
hacerse con fondos de la embajada húngara, financió con ellos un grupo militar (la
división Lehar) que apoyó la restauración de Carlos en Hungría occidental,
ocupando cierto territorio durante 15 meses.

Durante la primavera Carlos se había mostrado dispuesto a recuperar el trono, no


considerando su abdicación en Hungría como válida al no haber sido confirmada
por el primer ministro y el Parlamento. Por su parte, el gobierno húngaro había
comunicado a Suiza que consideraba a Carlos como su monarca y esperaba un
trato correspondiente.

Sus tratos con el regente Horthy, sin embargo, eran ambiguos: sus proclamas no
eran publicadas y sus órdenes eran desoídas o aplicadas de manera ambigua. El
regente exigió a los oficiales un juramento de lealtad personal, lo que indignó a
Carlos, que perdió su confianza en él.

El 24 de marzo de 1921 el ex emperador Carlos abandonó secretamente Suiza y


desde viajó secretamente a Hungría con un pasaporte español falso11 para
restaurar la monarquía húngara y ser proclamado rey, alegando que podría contar
con apoyo del gobierno francés para ello. Tras desplazarse a Estrasburgo en
automóvil tomó un tren para Viena como diplomático español, pasando noche en
casa de un conde húngaro y viajando el Sábado Santo a la frontera húngara en taxi
como funcionario de la cruz roja británica.

El Domingo de Resurrección viajó a Budapest y logró reunirse en secreto con el


almirante Horthy quien en una discusión personal rechazó apoyar esta pretensión
alegando que, por el contrario, Francia y Gran Bretaña se opondrían a tal proyecto,
mientras los gobiernos de la Pequeña Entente, anunciaban estar dispuestas a
invadir Hungría y ocupar Budapest con sus tropas para impedir la restauración de
un Habsburgo en el trono (que, según temían, podría intentar el restablecimiento
del Imperio Austrohúngaro y amenazar la independencia de sus países). Ambos
personajes acordaron suspender su conversación tres semanas, para hallar una
solución, pero mientras tanto los nacionalistas húngaros temían que la coronación
de Carlos significase resucitar el predominio austriaco sobre Hungría y lograron que
el parlamento magiar impidiera la restauración de Carlos (1 de abril de 1921). El
mismo día la junta de embajadores de la Entente, reunida en París, declaraba su
oposición a aceptar la restauración. Ante ello el ex emperador (que al parecer sólo
esperaba ser llamado para reinar al vencer el plazo de tres semanas) se retiró de
Hungría el 4 de abril, sintiéndose traicionado por Horthy.

A su regreso a Suiza el gobierno del país endureció sus condiciones para darle asilo
que debía de ser, en todo caso, temporal. A comienzos de mayo la familia se
trasladó al palacio de Hertenstein. Horthy mantenía su actitud ambigua con el ex-
emperador.

Pocos meses después Carlos intentó nuevamente forzar la restauración, contando


con el apoyo de militares y políticos húngaros aún leales a los Habsburgo: el 21 de
octubre de 1921 entró en avión de nuevo en Hungría reuniendo un contingente de
soldados afines a su causa para marchar sobre Budapest.

Si bien los monárquicos y el propio Carlos habían previsto una marcha pacífica
donde las tropas gubernamentales no se atreverían a cerrar el paso al ex emperador
-como sucedió casi en toda la ruta de Szombathely a Budapest-, el gobierno de
Miklós Horthy sí estaba dispuesto a resistir este nuevo intento y en las afueras de
la capital batallones del ejército rechazaron por la fuerza a unos soldados del
contingente monárquico el 23 de octubre, mostrando que una guerra civil era posible
por causa de la restauración monárquica.

Esa misma tarde los gobiernos de la Pequeña Entente enviaron tropas a su frontera
húngara, para impedir que Carlos fuese restaurado. Asustado ante la posibilidad de
una guerra civil, y notando que el apoyo a su causa no era unánime, el ex emperador
desistió de su intento el 24 de octubre y capituló con sus seguidores; mientras tanto
el gobierno del almirante Horthy reaccionaba colocando a Carlos y su esposa bajo
custodia militar en la localidad de Tihany a orillas del Lago Balatón, accediendo a
las presiones de la Pequeña Entente y de los nacionalistas húngaros (unidos en su
empeño de evitar la restauración de los Habsburgo). Francia y Gran Bretaña
también manifestaron oficialmente a Horthy el 29 de octubre su oposición al retorno
de Carlos al trono húngaro, apoyando los temores de la Pequeña Entente.
En abril de 1919 Austria, tras proclamarse como república, había declarado nulos
los privilegios políticos y embargado las propiedades de la familia imperial, mientras
se eliminaban los derechos nobiliarios.6 Checoslovaquia había hecho lo propio ya
apenas terminada la guerra, a comienzos de noviembre de 1918.

El ex Emperador Carlos salió de Hungría el 1 de noviembre de 1921 con su esposa,


Zita, llevados por un buque de la Royal Navy británica por el río Danubio hasta el
puerto rumano de Galati en el Mar Negro; de ahí la ex pareja imperial fue llevada
por la marina británica a la isla portuguesa de Madeira el 19 de noviembre del mismo
año, por decisión de Francia y Gran Bretaña. Allí Carlos murió de neumonía el 1 de
abril de 1922. Sus restos aún permanecen en la isla, en la iglesia de Nossa Senhora
do Monte, con permiso de sus sucesores, a excepción de su corazón, que fue
trasladado a la cripta de los Habsburgo en Austria.

Para Austria, la consecuencia más importante de la disolución del Imperio fue perder
definitivamente su condición de potencia europea, hasta el punto de ser absorbida
por Alemania en 1938. Inclusive Viena, que había sido una de las principales
ciudades del mundo antes de 1914, se convirtió repentinamente en la cabeza de
una república pequeña en población y en territorio. En el siglo XXI Viena aún se
halla muy lejos de la población que tenía en 1916 (1,6 millones de habitantes en el
año 2006 frente a los 2,3 millones en el 1916).

Su abdicación acabó con el poder de la dinastía de los Habsburgo, dinastía que


había dominado Europa y el mundo entero desde el Siglo XV, cuando Alberto II de
Habsburgo se alzó con el poder del Sacro Imperio Romano Germánico en 1438.
Desde ese momento extendieron sus dominios por toda Europa y América,
alcanzando su máximo esplendor en el Siglo XVI con Carlos V, emperador del Sacro
Imperio Romano Germánico entre 1519 y 1556.

Carlos recibió una educación expresamente católica y desde su niñez fue


acompañado con la oración por un grupo de personas, porque una religiosa
estigmatizada le había profetizado grandes sufrimientos y ataques contra él. De aquí
surgió, tras la muerte de Carlos, la «Liga de oración del emperador Carlos por la
paz de los pueblos», que en 1963 se convertirá en una comunidad de oración
reconocida en la Iglesia.
Carlos I fue beatificado en Roma el 3 de octubre de 2004, por el beato Juan Pablo
II.

Las razones de esta beatificación se basan en las tentativas que Carlos hizo por
promover las vías para la paz en 1917, a través de la mediación de sus cuñados los
príncipes Sixto y Javier de Borbón-Parma, y por su apoyo a la mediación del Papa
Benedicto XV, así como por sus virtudes cristianas.

Él situó su vida bajo el signo de la Eucaristía y se había comprometido a seguir las


enseñanzas de Cristo en su vida privada y pública. Igualmente supo seguir la
enseñanza social de la Iglesia y las primeras medidas tomadas por él, en tanto que
emperador-rey, fueron suprimir el tren de vida de la corte para poder ayudar a la
gente más necesitada y adoptar las reformas sociales necesarias. Creó, bajo la
influencia de la emperatriz Zita, el primer ministerio de asuntos sociales del mundo.
Fue llamado en su tiempo por el "Arbeiter Zeitung" - o “El periódico de los
trabajadores”- «el Emperador del pueblo», lo que provocó las burlas de la
aristocracia.

Esposa e hijos

El 21 de octubre de 1911 se casó con la princesa Zita de Borbón-Parma,


actualmente sierva de Dios. Durante los diez años de vida matrimonial feliz y
ejemplar la pareja recibió el don de ocho hijos. En el lecho de muerte, Carlos decía
aún a Zita: « ¡Te quiero sin fin»!

La causa de beatificación de la princesa Zita de Borbón-Parma está en curso.

Tuvo con ella ocho hijos:

1.-El príncipe heredero Otto (1912) Duque de Lorena y de Bar, casado con la
princesa Regina de Sajonia-Hildburghausen y Meiningen (1925-2010).

2.-La archiduquesa Adelaida (1914-1971).


3.-El archiduque Roberto (1915-1996), casado con la princesa Margarita de
Saboya-Aosta (1930-).

4.-El archiduque Félix (1916-), casado con la princesa Anna-Eugénia de Arenberg


(1925-1997).

5.-El archiduque Carlos Luis (1918-2007), casado con la princesa Yolanda de Ligne
(1923-).

6.-El archiduque Rodolfo (1919-2010), casado en primeras nupcias en 1953 con la


condesa Xenia Tschernyscheva-Besobrasova (1929-1968) y en un segundo
matrimonio en 1971)con la princesa Ana de Wrede (1940-).

7.-La archiduquesa Carlota (1921-1989), casada con el duque Jorge de


Mecklenburgo (1899-1963), Jefe de la Casa Gran Ducal de Mecklenburgo-Strelitz.

8.-La archiduquesa Isabel de Austria (1922-1993) casada con el príncipe Enrique


de Liechtenstein (1916-1991).

Carlos fue enviado al exilio en la Isla de Madeira, Portugal. Como él consideraba su


misión como un mandato de Dios, no pudo abdicar de su cargo.

Sumergido en la pobreza, vivió con su familia en una casa bastante húmeda. A


causa de ello se enfermó de muerte y aceptó la enfermedad como un sacrificio por
la paz y la unidad de sus pueblos.

Carlos soportó su sufrimiento sin lamento, perdonó a todos los que no le habían
ayudado y murió el 1 de abril de 1922 con la mirada dirigida al Santísimo
Sacramento. Como él mismo recordó todavía en el lecho de muerte, el lema de su
vida fue: «Todo mi compromiso es siempre, en todas las cosas, conocer lo más
claramente posible y seguir la voluntad de Dios, y esto en el modo más perfecto».
Título oficial

Su Majestad Imperial, Real y Apostólica Carlos I Por la Gracia de Dios, Emperador


de Austria,
Rey Apostólico de Hungría, cuarto de su nombre,
Rey de Bohemia, Dalmacia, Croacia, Eslovenia y Galitzia, Lodomeria e Iliria;
Rey de Jerusalén, etc.
Archiduque de Austria,
Gran Duque de Toscana y Cracovia,
Duque de Lorena y Salzburgo, de Estiria, Carintia, Carniola y Bucovina;
Gran Príncipe de Transilvania;
Margrave de Moravia;
Duque de la Alta y la Baja Silesia, de Módena, Parma, Piacenza y Guastalla, de
Auschwitz y Zator, de Teschen, Friuli, Ragusa y Zara;
Conde de Habsburgo y Tirol, de Kyburg, Gorizia y Gradisca;
Príncipe de Trento y Brixen;
Margrave de la Alta y la Baja Lusacia y de Istria;
Conde de Hohenems, Feldkirch, Bregenz, Sonnenberg, etc.;
Señor de Trieste, de Cattaro, y la Marca Wendia;
Gran Voivoda de Serbia, etc.

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