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Saccheri se pregunta, entonces, qué se deduce acerca de los ángulos característicos
C y D de los cuatro postulados más los otros 28 teoremas. Demuestra que de allí se deduce
que esos ángulos son iguales, pero no se deduce que sean rectos. Luego prueba que si se
usa el quinto postulado, se puede demostrar que C y D son rectos. También prueba la
proposición conversa, de lo cual se sigue el siguiente teorema: el quinto postulado de
Euclides es equivalente a la proposición de que los ángulos característicos son rectos.
Entonces, hace una jugada extremadamente audaz y sostiene que hay tres hipótesis
posibles: que los ángulos característicos sean los dos rectos, o los dos agudos o los dos
obtusos. Las tres son compatibles con la base axiomática de Euclides sin el quinto
postulado. Las llama la hipótesis del ángulo recto, la del ángulo agudo y la del ángulo
obtuso. Esas tres hipótesis son excluyentes entre sí, ya que solo una de ellas puede ser
verdadera, y, además, son exhaustivas, ya que no hay una cuarta hipótesis posible. Dado
que la hipótesis del ángulo recto es equivalente al quinto postulado, para demostrarlo por
el absurdo es necesario probar que la hipótesis del ángulo agudo y la hipótesis del ángulo
obtuso implican contradicción y, por tanto, son falsas. La prueba por el absurdo de
Saccheri consiste en mostrar que la hipótesis del ángulo agudo y la hipótesis del ángulo
obtuso implican contradicción, por lo que solo queda como posibilidad la hipótesis del
ángulo recto que equivale al quinto postulado. La forma del argumento es la siguiente:
HR v HA v HO
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HA
HO
---------------
HR
HR QP
---------------
QP
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La obra de Saccheri fue más bien ignorada por la posteridad, hasta que la
redescubrió el matemático italiano Eugenio Beltrami (1835-1900) que es un geómetra
que hizo contribuciones importantes a la geometría no euclídea, ya en el último tercio del
siglo XIX. Saccheri creyó haber refutado tanto la hipótesis del ángulo obtuso como la del
ángulo agudo y, por consiguiente, haber probado por el absurdo la hipótesis del ángulo
recto, que es equivalente al quinto postulado. Desde el punto de vista actual, lo que
podemos decir es que probó que la hipótesis del ángulo obtuso es incompatible con los
cuatro postulados de Euclides, mientras que la hipótesis del ángulo agudo parece ser
compatible con éstos, al menos, en tanto no se ha deducido una contradicción.
Retrospectivamente, se advirtió que Saccheri, sin proponérselo y sin advertirlo, demostró
un número importante de teoremas de geometría no euclídea. Por esa razón, se lo
considera un precursor de esas geometrías. Después de la muerte de Saccheri, el
matemático alemán Johann Lambert (1728-1777) llegó de manera independiente a los
mismos resultados, por lo que también se lo considera un precursor. Esto, sin embargo,
plantea un problema filosófico interesante: ¿Quién es el descubridor de una entidad X,
quien la encuentra o quien la reconoce como una nueva clase de entidad antes
desconocida?
Los intentos por demostrar el quinto postulado continuaron a lo largo del siglo
XVIII y XIX, pero siempre fracasaron por la misma razón, por el hecho de presuponer
como premisa una proposición equivalente al quinto postulado. El más famoso de los
equivalentes es el que suele aparecer en casi todos los libros de geometría como el
postulado de las paralelas, a veces erróneamente atribuido a Euclides. No es de Euclides,
es simplemente un equivalente que encontró el matemático inglés John Playfair (1748-
1819) en el año 1795. Dice lo siguiente: por un punto exterior a una recta que está en el
mismo plano pasa una sola paralela a esa recta. Ese postulado es más simple e intuitivo
que el de Euclides y, por ello, es el que se emplea en la mayoría de las reconstrucciones
axiomáticas de la geometría euclídea en los siglos XIX y XX. Hilbert, por ejemplo,
también lo usa. Por eso el quinto postulado vino a llamarse el postulado de las paralelas.
El primero que sospechó que el quinto postulado no podía probarse a partir de los
otros cuatro, es decir, que era independiente, fue Carl Friedrich Gauss (1777-1855) Gauss,
ya en su época llamado “el príncipe de los matemáticos”, fue el primero en concebir la
posibilidad de una geometría no euclídea que estuviera basada en los cuatro postulados
de Euclides y en la negación del quinto. Gauss nunca publicó ese descubrimiento, que se
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conoce por su correspondencia; la carta más antigua que se conserva es una referencia del
año 1813. Dado que, según los criterios actuales, la prioridad en un descubrimiento la
tiene el primero que lo publica, la prioridad no le fue adjudicada a Gauss. De todos modos,
para esa época Gauss ya había hecho tantos descubrimientos que incluso este podría
haberle parecido un asunto menor, uno que no le iba a agregar demasiado a su obra. Y él
mismo dice que no lo publicó porque le parecía que eso iba a escandalizar a sus
contemporáneos. Su famosa frase fue “por temor al clamor de los beocios”, usando una
expresión de la historia griega. Pero todo esto se supo retrospectivamente, una vez que se
inventó la geometría no euclídea.
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paralelas siguen siendo paralelas y los ángulos rectos siguen siendo rectos. La geometría
proyectiva es un ejemplo de geometría no euclídea en este sentido amplio. La geometría
euclídea no estudia ese tipo de transformaciones de las figuras, como la proyección. La
geometría euclídea estudia, por ejemplo, las rotaciones rígidas de las figuras, o los
movimientos rígidos de los cuerpos en general, es decir, transformaciones donde se
conservan las distancias entre puntos diferentes. En este segundo sentido, existen muchas
geometrías no euclídeas, pero no nos ocuparemos de ellas en este curso.
Los detalles históricos del proceso que llevó a este descubrimiento son demasiado
extensos y complejos como para exponerlo ahora. Nos limitaremos a algunos hechos
fundamentales. En primer, lugar, como ya mencionamos, Gauss demostró, hacia la
primera década del siglo XIX, un gran número de teoremas deducidos de los cuatro
postulados de Euclides junto con el postulado de que por un punto exterior a una recta
pasa más de una paralela a dicha recta. Gauss fue consciente de que había inventado una
nueva geometría diferente de la euclídea, a la que primero llamó “antieuclidiana” y más
tarde “no euclidena”. Así pues, el nombre usual de geometría no euclídea se debe a Gauss.
Pero, dado que no publicó sus demostraciones, solo algunos corresponsales y amigos
estaban enterados de ese descubrimiento.
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las paralelas y llegó a redescubrir varios de los teoremas no euclídeos ya probados por el
propio Saccheri y luego por Gauss. Farkas Bolyai, su padre, que también era matemático,
le propuso sistematizar sus resultados y publicarlos como parte de un tratado de
matemática que se encontraba escribiendo. El resultado fue un artículo de 26 páginas
titulado “La ciencia del espacio absoluto”, finalizado en 1829. Sin embargo, la
publicación del tratado de Farkas se demoró hasta 1832, cuando el artículo de su hijo se
publicó como un apéndice al primer volumen. Ese año Farkas escribió a Gauss, de quien
era amigo, enviándole el artículo de su hijo. La respuesta de Gauss fue “no puedo elogiar
ese trabajo” ya que eso sería “elogiarme a mí mismo”. Luego, le explicó a Farkas que
todos esos teoremas ya los había descubierto muchos años antes. La respuesta frustró
tanto a János Bolyai que no volvió a publicar nada más sobre matemática.
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geométrico, es decir, axiomático. Es un modelo tanto para la ciencia como para la
filosofía. Descartes ya había hecho un intento de metafísica axiomática.
Simultáneamente, Galileo lo intenta con la mecánica y Newton lo lleva a su culminación.
Leibniz considera que el método de Euclides es el modelo, además, para resolver los
debates éticos y políticos, algo que jamás pudo hacerse. Para Kant, Euclides prueba que
es posible el conocimiento sintético a priori, que hay conocimiento necesario del espacio
físico real. En suma, la geometría axiomática de los Elementos proporciona el ideal de
conocimiento en Occidente. Hasta comienzos del siglo XX, todo el mundo conoce a
Euclides, no hay filósofo o científico que no haya estudiado a Euclides, es parte de la
formación básica, casi como del sentido común científico. Es comprensible, entonces,
que la geometría no euclídea fuera considerada al comienzo como una mera curiosidad
matemática sin relación con la descripción del espacio físico real.
La geometría hiperbólica
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demostrar como teorema que por un punto exterior a una recta dada pasa al menos una
paralela a dicha recta. Pero no es posible demostrar si pasa una sola paralela o si pasa más
de una paralela. El quinto postulado, como ya vimos, implica que pasa una sola paralela.
La negación del quinto postulado que es compatible con la geometría absoluta es la que
afirma que pasa más de una paralela. No obstante, como esa afirmación no se deduce de
la geometría absoluta, es necesario agregarla como postulado adicional. Eso es
precisamente lo que hizo Lobachevsky.
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En el plano hiperbólico, sea A una recta y Q un punto exterior a dicha recta. Se
traza una perpendicular a la recta A que pasa por Q y corta a A en el punto P. La distancia
h entre Q y P es la altura que separa a estos dos puntos. Esta es la terminología del propio
Lobachevsky. Por el punto Q se trazan dos rectas que no cortan a A tales que cada una
forma el ángulo con la perpendicular h. En el plano hiperbólico no existen rectas que
sean equidistantes entre sí (como lo son las paralelas euclídeas), por lo que debemos
dibujarlas como curvas. La definición de paralelismo se hace a partir de la noción de
ángulo de paralelismo. Se define de esta manera: es el menor ángulo tal que una recta
que pasa por un punto exterior una recta dada y forma este ángulo no corta a la recta dada.
En la figura, es el ángulo de paralelismo y las dos rectas que pasan por el punto Q y
forman el ángulo con la perpendicular h se aproximan asintóticamente a la recta A, pero
nunca la cortan. Se sigue de esta definición, como se podrá advertir, que las paralelas a la
recta A que pasan por el punto exterior Q solo pueden ser dos. Cualquier otra recta que
pase por el punto Q y forme un ángulo menor que con h cortará a la recta A. Por otra
parte, todas las rectas que pasan por Q y forman con h un ángulo mayor que tampoco
cortan a la recta A, pero, según la definición de Lobachevsky, no son paralelas a A. Él las
llamó hiperparalelas, pero se suelen llamar no intersectantes. Así pues, en el plano
hiperbólico, dado un punto exterior a una recta, por ese punto pasan infinitas rectas
intersectantes, infinitas rectas no intersectantes y dos paralelas a dicha recta. En el plano
euclídeo, en cambio, solo hay dos posibilidades: por un punto exterior a una recta pasan
infinitas rectas intersectantes y solo una paralela a dicha recta.
1) 0° 90°
2) → 0°, cuando h →
3) → 90°, cuando h → 0
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tiende a cero. Aquí la flecha → no es un condicional, sino el símbolo matemático para el
límite de una función. En suma, el ángulo de paralelismo varía en función de la distancia
h.
Veamos ahora qué ha cambiado respecto del significado de las paralelas euclídeas.
Como ya señalamos, no hay una única definición de paralela en la Antigüedad. Gémino
las definía como rectas que son equidistantes en toda su extensión. Esa propiedad no se
conserva en las paralelas hiperbólicas. En realidad, en el plano hiperbólico no existen las
rectas equidistantes: todas las rectas se aproximan o se alejan entre sí. Las paralelas
euclídeas también podrían definirse empleando el concepto de ángulo de paralelismo: las
rectas paralelas a una recta dada A son las que forman con la perpendicular a A un ángulo
de 90°, es decir, el ángulo recto. Observemos que de esta definición se sigue que por un
punto exterior a una recta pasa una sola paralela a ella, porque solo hay una recta que
forma un ángulo recto con la perpendicular que pasa por dicho punto exterior. En el plano
euclídeo, el ángulo de paralelismo es constante, puesto que no depende de la distancia a
la que se encuentre el punto exterior a una recta por el que pasa la paralela; el ángulo es
el mismo para todas las paralelas. En el plano hiperbólico, en cambio, el ángulo de
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paralelismo varía continuamente según la distancia del punto exterior a la recta; por tanto,
no hay un único ángulo de paralelismo, sino infinitos, una diferente para cada punto
exterior a una recta dada (siempre que esos puntos no pertenezcan a la misma recta). En
suma, las rectas paralelas son siempre equidistantes entre sí en el espacio euclídeo, pero
nunca son equidistantes en el espacio hiperbólico.
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Sistema Solar pudiera seguir llamándose planeta, el cambio de significado habría sido
total y el concepto se habría tornado equívoco (“homónimo”, como decía Aristóteles). El
fenómeno del cambio de significado de los conceptos es muy importante para la filosofía
de la ciencia y tiene, además, consecuencias filosóficas que afectan también a la teoría
del conocimiento y la filosofía del lenguaje. Volveremos sobre este tema a lo largo del
curso. Por el momento retengamos la idea de que el significado de los conceptos
científicos es dinámico y no está fijado de una vez para siempre. Y además, la idea de que
ese cambio de significado siempre es parcial e incluso, a veces, se produce de manera
gradual.
Una de las propiedades de las figuras es que en el plano hiperbólico no existen los
cuadrados ni los rectángulos. Si una figura tiene tres ángulos rectos, entonces, el cuarto
ángulo es agudo, por tanto, la suma de los ángulos interiores de una figura de cuatro lados
es siempre menor que cuatro rectos. En el plano euclídeo, en cambio, esa suma es siempre
igual a cuatro rectos. Otra propiedad muy interesante es que no hay figuras semejantes
que no sean congruentes. Figuras semejantes son las que tienen la misma forma pero
distinto tamaño. Por ejemplo, hay triángulos equiláteros en el espacio euclídeo que tienen
distinta superficie y por eso se los llama semejantes, aunque no son congruentes porque
no se pueden superponer. En cambio, en el plano hiperbólico las únicas figuras semejantes
son las que se pueden superponer, las que son congruentes, por tanto, no existen dos
triángulos, o cualquier otra figura, que tengan la misma forma y diferente superficie.
Las propiedades de los triángulos en el espacio hiperbólico son las más conocidas:
la suma de los ángulos interiores de todos los triángulos es siempre menor que 180º. Pero
lo más interesante es que, además, esta es una cantidad variable que depende del área del
triángulo. Veamos de qué manera varía. Hay una cantidad d que se llama el defecto, lo
que le falta a la suma para ser igual a 180º. Se llama al ángulo llano. La suma de los
ángulos interiores de un triángulo es igual a − d. Y, a su vez, el defecto d depende del
área del triángulo. El defecto tiene estas propiedades:
1) 0° d 180°
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2) d → 0°, cuando A → 0 (donde A es el área del triángulo).
De estas propiedades, se sigue que hay una cota superior para el área de cualquier
triángulo. Es decir, en el espacio hiperbólico existe un triángulo de superficie máxima, y
esa superficie tiene un valor finito. No es posible, por tanto, construir triángulos de área
indefinidamente grande, como ocurre en la geometría euclídea. Para los triángulos
pequeños, el defecto es muy pequeño, de modo que la suma de los ángulos interiores
apenas difiere de 180°, En general, para todas las figuras cuya superficie es pequeña, la
geometría euclídea constituye una buena aproximación a la geometría hiperbólica. En el
límite, cuando el área de la figura tiende a cero, las dos geometrías convergen.
1) 0 f 1
2) f → 1, cuando r → 0 (donde r es el radio de la circunferencia).
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cálculos, sino solo los resultados (de hecho, la fórmula que define f es muy complicada).
Los resultados de los perímetros de las circunferencias son los siguientes:
Si r = 1 m, el exceso es de 10-19
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