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2
Citado en nota bibliográfica de la edición de las Obras del Doctor Sutil Juan Duns Escoto. Dios Uno y
Trino, BAC, Madrid, 1960.
3
Cf. Fraile, o. c., pp. 1079-1080; cf. nota biográfica citada de la edición de las obras de Juan Duns
Escoto, pp. 1-2.
4
Cf. introducción a la edición de las Obras del Doctor Sutil, etc. citada, pp. 3-5.
5
O. c., p. 1080.
6
Ibidem.
7
(G. Fraile, De Basly, Longpré, Copleston, y otros muchos críticos actuales consideran la obra apócrifa
o de muy dudosa atribución a Escoto. En la Introducción a las obras de Duns Escoto mencionada editada
por la BAC se cita dentro de las obras auténticas del Doctor Sutil. Yo me adhiero a la opinión de que no
es una obra auténtica de Escoto, sino de algún discípulo suyo. Se evitaría atribuir a Escoto algunas
afirmaciones un poco duras y cabría un mayor acercamiento a otras posiciones no escotistas).
3
Obras apócrifas.
- Comentarios a los filósofos: - Quaestiones in Librum I et II Priorum
Analyticorum Aristotelis. - Quaestiones in I librum I et II posteriorum Analyticorum
Aristotelis (Juan de Cornualles). - Quaestiones in VIII libros Physicorum (Marsilio
de Inghem). - Quaestiones meteorologicae.
- Expositiones in Metaphysicam Aristotelis o in XII libros Metaphysicae o
Metaphysica textualis (Antonio André).
- Tratados. - Grammatica speculativa (Tomás de Erfurt). - De rerum
principio quaestiones XXVI (Vidal du Four). - Tractatus de cognitione Dei. -
Quaestiones miscellaneae de formalitatibus (Nicolás de Lira y Guillermo de
Alnwick). - Quaestiones utillissimae metaphysicae. - De perfectione statuum.
8
"Filosofía medieval y filosofía de la Edad Media", Philosophia Malacitana, Dep. de Fil de la
Universidad de Málaga, vol. V, (1992), p. 124.
9
Ortega Muñoz, J. F., o. c., p. 125. Cf. Fraile, G., Historia de la Filosofía, t. I, BAC, Madrid, 1966, p.
697.
4
16
Cf. Gilson, E., La filosofía en la Edad Media, Ed. Gredos, Madrid, 1965, pp. 561-563.
17
Historia de la filosofía, t.II, BAC, 1960, p.1082
18
O.c., p. 1083
7
8. Intelectualismo. 8. Intuicionismo.
13. Omnipotencia de Dios condicionada a las 13. Omnipotencia absoluta. Las esencias de las
esencias de las cosas dependen del cosas dependen de la voluntad divina. .
entendimiento divino.
14. Pruebas "metafísicas" de la existencia de
14. Pruebas teológicas de la existencia de Dios.
Dios.
20
Historia de la Filosofía, Vol. II, Ariel, Barcelona, 1978, pp. 42 y ss.
9
21
Cf. Copleston, o. c., p. 466.
10
22
"Nulla causatio alicuius causae potest salvare contingentiam, nisi prima causa ponatur inmediate
contingenter causare, et hoc ponendo in prima causa perfectam causalitatem, sicut Catholici ponunt".
Ordinat., I, d. 39, a. 3, n. 14.
23
"Quaeritur utrum homini pro statu isto sit necessarium aliquam doctrinam specialem supernaturaliter
inspirari, ad quam videlicet non posset attingere lumine naturali intellectus". Ordinat, Prol, q.1, n. 1.
24
"Nullum supernaturale potest ratione naturali ostendi viatori, nec necesario requiri ad perfectionem
eius; nec etiam habens potest cognoscere illud sibi inesse. Igitur impossibile est hic contra Aristotelem uti
ratione naturali: si arguatur ex creditis, non est ratio contra philosophum, quia praemissam creditam non
concedet. Unde istae rationes hic factae contra ipsum alteram praemissam habent creditam vel probatam ex
credito; ideo non sunt nisi persuasiones theologicae, ex creditis ad creditum". Ordinat., Prol., q.1, a.1, n.1.
25
"Istud non est naturaliter scibile, ut videtur, quia hic etiam errabant philosophi, ponentes omnia quae
sunt a Deo immediate esse ab eo necesario" Ibidem, n. 8.
11
26
Jean Duns Scot. Introduction a ses positions fondamentales. París, 1952, p. 645.
27
Cf. Gilson, o. c., p. 649. Gilson se refiere a los filósofos griegos, ajenos a la Revelación judeo-
cristiana.
28
Cf. Gilson, o. c., p. 655.
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ninguna de ellas, sino que las precede naturalmente a todas; y por esta prioridad
suya natural es lo que es quiditativamente, que es por sí objeto del
entendimiento y por sí es considerada por el metafísico y expresada por la
definición"32. Esta naturaleza común, por su indiferencia a la universalidad y
a la singularidad, no repugna ni a la una ni a la otra33. Aquí Escoto hace una
diferencia sutil entre lo abstracto y lo universal. Lo abstracto es indiferente
a la universalidad y a la individualidad.
El concepto abstracto es cualitativo, porque sólo prescinde de lo
concreto existencial, considerando sólo la cualidad de la experiencia. Por
su parte, el concepto universal, aunque se funda en la cualidad del
concepto abstracto como enlace con la realidad, es cuantitativo.
El carácter de singularidad no se nos puede dar inmediatamente por la
experiencia. Se nos da después de que nuestro entendimiento haya descubierto
el universal en lo abstracto; a través del mismo descubre lo concreto-existencial
como singular. Los conceptos concreto-existencial y abstracto, como cualidades,
son correlativos; y de modo similar, por su parte, lo singular y universal también
son correlativos como cantidades. Por tanto, el concepto universal se debe a una
segunda operación de nuestra mente, que consiste en descubrir el aspecto
singular de lo concreto y en atribuir las cualidades descubiertas en lo abstracto al
singular.
Normalmente se utilizan los mismos términos para expresar lo abstracto y
lo universal, y también lo concreto y lo singular. La escolástica distinguía muy
bien entre la comprensión y la extensión de un concepto, y entre los predicables
y los predicamentos, y entre la lógica y la metafísica.
Carecemos de conceptos singulares. Nos servimos del concepto universal,
fundado en el abstracto, añadiéndole algo singularizante. Cuando afirmamos una
cualidad abstracta de la realidad concreta existente, afirmamos un doble
conocimiento de la misma realidad: un conocimiento concreto, sensible, y un
conocimiento abstracto de la misma realidad. No se podría dar el uno sin el otro.
En la unión de ambos conocimientos está la verdad y realidad de nuestro
conocimiento.
Ambos conocimientos gozan de inmediatez sensible e intelectual,
respectivamente. Aunque el conocimiento abstracto sea a través de los sentidos,
se puede defender su inmediatez intelectual. El conocimiento sensible se realiza
a través de condiciones fisico-fisiológicas, sin que ello afecte a su inmediatez.
Además de su inmediatez, el conocimiento sensible trata de una cualidad
concreta existencial, y el conocimiento intelectual de una cualidad abstracta. Por
su parte, el entendimiento descubre en las cosas a través de los sentidos el
mismo número de cualidades abstractas que las cualidades concretas, pues no
hay una sola cualidad en concreto que no se dé al mismo tiempo en abstracto.
Sin embargo, nuestra mente puede descubrir otras cualidades en abstracto que
nuestros sentidos son incapaces de descubrir en concreto. A pesar de ello, estas
cualidades abstractas tienen su correlativa cualidad concreta en las cosas. El
entendimiento descubre en las cosas más cualidades reales de las que aprecia
la sensibilidad.. Aquí radica la importancia y el progreso de la ciencia. Puede
32
Ordinat. II, d. 3, q. 1, n. 7.
33
Ibidem; Rep. Par., II, d. 12, q. 6, n. 11.
14
34
Pienso que el intento de Escoto es hacer una lectura más ajustada del texto aristotélico. Aristóteles
distingue cuatro maneras de entender el ser en cuanto ser, que ni es el universal, ni es género, ni es sujeto,
sino lo que es en cuanto está siendo (to ti en eînai), lo siendo, independientemente de su posterior análisis
como universal o particular (Aristóteles, Metafísica, VII, 3; 1028b). El que Aristóteles diga que cada cosa se
identifica con su esencia no equivale a decir que se identifica con su concepto, pues para él la esencia es lo
que la realidad tiene de suyo (en terminología zubiriana).
15
reduce a este "cum fundamento in re" tomista. Hay distinción formal siempre que
el entendimiento pueda concebir, en el seno de un ser real, uno de sus
constituyentes formales aparte de los otros. Por eso, es perfectamente
concebible la esencia por una parte y la hecceidad por otra.
En el proceso abstractivo tomista, lo primero que hace el entendimiento
agente sobre los fantasmas es "iluminarlos", haciendo una precisión perfecta de
la individualidad, considerando únicamente lo común, la esencia. Como el
constitutivo del individuo es la "materia signata quantitate" (la materia con orden
trascendental a la cantidad concreta), el entendimiento agente lo que hace es
prescindir de la materialidad concreta. Por eso, dentro del tomismo, no existe
una distinción especial entre lo universal y lo abstracto.
35
"Theologia est de Deo sub ratione qua scilicet est haec essentia, sicut perfectissima scientia de homine
esset de homine si esset de eo secundum quod homo, non autem sub aliqua ratione universali vel
accidentali" Ordinat., Prol., q. 3, a. 4, n.11.
17
36
("Et ne fiat contentio de nomine univocationis, conceptum univocum dico qui ita est unus, quod eius
unitas sufficit ad contradictionem affirmando et negando ipsum de eodem: sufficit etiam pro medio
syllogistico, ut extrema unita in medio sic uno sine fallacia aequivocationis concludantur inter se uniri").
Ordinat., I, d. 3, q. 2, a. 4, n. 5.
37
: "Univocum est, ciuius ratio est in se una, sive illa ratio sit ratio subiecti, sive denominet subiectum,
sive per accidens dicatur de subiecto". Ibidem, I, d. 8, q. 3, n. 14.
18
unión con el cuerpo, capta por los sentidos existencias sensibles concretas. Pero
esto no la puede llevar a Dios, pues se queda en el plano existencial físico. Es
preciso seguir otro camino, como veremos. Entre lo existencial físico y lo
universal se da lo abstracto, o el contenido esencial del concepto, que de sí no
es universal ni individual existente, sino neutro para ser universal (labor de una
mente universalizadora de lo abstracto) o para ser individual físico.
Escoto interpreta la analogía tomista desde su perspectiva
esencialista, tildándola de existencialista. Veremos el alcance de esta
interpretación y, a su vez, hasta qué punto los tomistas tienen o no razón en la
interpretación que hacen de las afirmaciones de Escoto. Por su parte, el Doctor
Sutil llegará a afirmar que la analogía del ser en el tomismo no pasa de la física;
aplicada a la metafísica se cae en una equivocidad.
6.3.- Noción de UNIVOCIDAD, según Santo Tomás
Se llama univocación a la atribución idéntica de una misma razón universal
a varios sujetos. Por ejemplo, el concepto y término unívoco "hombre" se
relaciona a sus inferiores siempre con la misma significación.
Oigamos al P. S. Ramírez42: "Se define "unívoco": es uno y el mismo
nombre que significa muchas cosas según la razón total, absoluta e igualmente
la misma y de ningún modo diversa43. La razón unívoca es "simpliciter" una para
todos sus inferiores.44.
Por tanto, según la razón de universalidad, lo puramente unívoco es
universal según el nombre y según la razón o definición significada por el
nombre. Están dentro de un único predicamento. Por consiguiente son siempre
uno de los cinco predicables45. Se comunican o convienen en una sola
naturaleza de género o especie46. Sin embargo, donde convienen con máxima
propiedad es en la especie "átoma", última, predicable a todos los seres de
especie idéntica47. Entonces el concepto (y término) universal es unívoco cuando
es apto para estar (decirse o predicarse) de muchos no sólo según el mismo
nombre, sino según la misma razón, total, absoluta y simplemente la misma.
Luego la razón significada por un nombre puramente unívoco es absolutamente
una y la misma en todo y en cada uno de los "univocados". Bajo este aspecto de
predicabilidad no hay ninguna diversidad. Si existe diversidad será por otro
añadido posterior, que no está dentro de la razón unívoca. Por último, el
conocimiento de un unívoco conduce al conocimiento perfecto y adecuado de
cualquier otro unívoco según la razón unívoca en la cual convienen. Por ello,
entre los puramente unívocos puede haber una demostración perfecta y se
puede dar una ciencia perfecta y verdadera.
42
Es fiel intérprete del pensamiento de Santo Tomás, hasta tal punto que se le podría atribuir, según
muchos tomistas actuales, el título de "Princeps thomistarum":
43
"...univocum definitur: unum idemque nomen plura significans secundum rationem totaliter, absolute,
aequaliter eamdem et nullo modo diversam"Opera Omnia, t. II, De Analogia, C.S.I.C., Instituto de
Fiolosofía "Luis Vives", Madrid, 1970, p. 296.
44
Aclara S. Ramírez: "In univocis vero res illae, puta animalitatis in bove et animalitatis in leone, licet et
numero et specie diversae sint, ratione tamen omnino eadem sunt: ratio enim unius est omnino eadem quod
ratio alterius, et e converso; et propter hoc, id quidem quod praedicat animal de homine, idem praedicat
omnino de bove, et univocum dicitur et superius de homine, leone, boveque". O. c., ibidem, p. 281.
45
"Omne quod de pluribus, escribe Santo Tomás, univoce praedicatur, vel est genus, vel species, vel
differentia, vel accidens, aut proprium"I Contra Gentiles, 32.
46
Cf. De Pot., 3, 4 ad 9m.
47
Cf. In VII Physic., lect 6-7.
21
porque aunque estén en todos, están de diverso modo: parte dentro y parte
fuera de los predicamentos. Por ello no son uno de los cinco predicables. Son de
diverso género53. No se comunican o no coinciden en una naturaleza de género
o especie, sino sólo en una naturaleza según "proporción" 54. Luego el universal
análogo es "uno" apto para estar en muchos y predicarse de muchos según el
mismo nombre y según la razón no total y absolutamente igual, sino solamente
relativa y parcialmente. Luego un nombre análogo significa muchas razones, no
en cuanto muchas, sino como coordinadas o subordinadas: como muchas
coordinadas según proporciones semejantes, o una principalmente y otra u otras
por extensión o atribución55.
Luego la razón significada por el nombre análogo no es una y la misma en
todos y cada uno de los analogados, ni tampoco totalmente diversa, sino unida
por la subordinación de atribución a un supremo analogado, o por la
coordinación de proporciones semejantes entre sí. Por tanto, la unidad del
nombre es total. Sin embargo, la unidad de la razón significada por el nombre es
sólo relativa y parcial, por la unión de la subordinación o coordinación.
Por consiguiente, el conocimiento de un análogo nos lleva verdadera y
realmente al conocimiento de otro u otros análogos según la razón común
análoga en que convienen, mas no según razón perfecta y adecuada, sino
imperfecta e inadecuada, según la conveniencia y semejanza o dependencia
analógica entre ellos. LUEGO ENTRE LOS ANÁLOGOS SE PUEDE DAR
VERDADERA CIENCIA, AUNQUE NO SEA PERFECTA. Esta es la afirmación
que separa principalmente a Escoto y a Santo Tomás, sobre todo cuando se
refiere a la metafísica, como veremos más adelante.
Aquino distingue varias clases de analogía. Tres son las fundamentales.
1ª) Analogía de desigualdad: es la que se da entre las especies de algún
género (por ejemplo, entre las especies de sustancia o de cualidad). Admite
diversos grados, desde las especies supremas del género supremo hasta las
especies ínfimas del género ínfimo o próximo. Aunque Santo Tomás trata de esta
clase de analogía en un famoso texto56 sobre la analogía, la analogía de
desigualdad en realidad no es una auténtica analogía, sino, más bien, se trata de
la univocidad, un poco alejada de la univocidad expresada en la especie.
2ª) Analogía de atribución es la que se da entre diversas cosas
dependientes de una cosa primaria (ab uno), u ordenadas a una cosa final (ad
unum). Por ejemplo "sano". Llamamos "sano" al color que manifiesta la salud y
procede de ella, y también llamamos "sano" al alimento que se ordena a producir
esa salud. Hay dos clases de analogía de atribución:
a) Analogía de atribución extrínseca (o por mera denominación extrínseca):
cuando la noción analógica sólo conviene intrínsecamente a un término, llamado
"supremo analogado", mientras que a los demás a quienes se atribuye les
conviene sólo extrínsecamente: la razón análoga se encuentra realizada
intrínsecamente en uno solo de los analogados y en los demás
denominativamente. En el ejemplo referido, solamente el animal puede ser
53
Cf. S. Thomas, De Potentia, 9, 4, ob. 6.
54
Cf. S. Thomas, De Spiritualibus Creaturis, 2 ad 10; 4 ad 14.
55
Cf. S. Thomas, De fallaciis, cap. 4.
56
In I Sent., d. 19, q. 5, a. 2 ad 1m.
23
univocidad del ser, pero como ser esencial. Veremos que con esto pretenderá
evitar el agnosticismo.
Luego nuestro entendimiento es "capax totius entis"; pero esto lo sabemos
deduciéndolo de las verdades reveladas. Según Escoto, la opinión de Santo
Tomás (analogía del ente) hace que la metafísica sea imposible para nuestro
entendimiento, pues es la ciencia del ser en cuanto ser. El Aquinatense cree que
el Objeto Formal Primario de nuestro entendimiento, en su estado de unión
sustancial con el cuerpo, es la quididad de las cosas materiales. Entonces la
metafísica sería imposible o no trascendería de la física63. Muchos escotistas
(Oromí, etc.) resaltan que Santo Tomás defiende que el objeto propio de nuestro
entendimiento es la esencia o quididad de las cosas materiales. Pero es
necesario puntualizar que es el "objeto formal primario", mas no es exclusivo.
Por ello defiende la analogía del ser. Mediante la analogía se puede trascender
al mismo Dios, al conocimiento de su existencia y algo de su esencia, es decir,
algunos de sus atributos.
Por otra parte, Escoto afirma que en el entendimiento humano existe
un deseo natural de conocer la causa. Este deseo, por ser natural, no
puede ser vano: Dios, infalible, veraz y bueno, autor de todo, no puede
equivocarse ni engañarnos. Por tanto, el objeto primario de nuestro
entendimiento no pueden ser las cosas materiales, de un modo restrictivo,
pues son efectos de la causa inmaterial. Parece que esto contradice su
afirmación de que no podemos tener un conocimiento natural de la esencia
divina64. Sin embargo, Duns Escoto, aun admitiendo que el entendimiento
humano en su estado de unión con el cuerpo tiene una alcance limitado,
afirma con rotundidad que no debe confundirse el objeto de una potencia
en una condición determinada y el objeto de esa potencia considerada en
sí misma.
Según Santo Tomás el entendimiento humano tiene un conocimiento
indirecto de las cosas individuales. El objeto primario y directo del conocimiento
es el universal. Escoto aceptó, en líneas generales, la doctrina de la abstracción;
pero el entendimiento tiene una intuición primaria, aunque confusa, de lo
singular. De hecho los sentidos no pueden conocer lo universal, pero de esto no
se sigue que el entendimiento no pueda conocer lo singular. El entendimiento
puede tener un conocimiento intuitivo de lo singular como existente, aunque el
conocimiento de la esencia sea conocimiento de lo universal65.
Por tanto, se puede decir que Escoto afirma lo siguiente en cuanto a la
inteligibilidad del ser:
No podemos poner límites a nuestro entendimiento en lo referente a su
objeto, sino sólo por la manera de conocerlo, según su estado. Pero el
entendimiento siempre es entendimiento. De suyo el entendimiento humano no
tiene más limitación que la de su propia naturaleza finita en cuanto finita. La
limitación que se impone a nuestro entendimiento en cuanto a su estado de
unión a la materia, es decir, por razón de estar unido a la sensibilidad, es que no
puede conocer lo inteligible por intuición directa de su singularidad, sino
únicamente por abstracciones de la sensibilidad, o por intuiciones directas de lo
63
Cf. Ordinat., I, d. 3, q. 3, nn. 1 y ss.
64
Cf. Ordinat., I, d. 3, q. 3, n. 3.
65
Cf. Quod. 13, 8-10.
26
66
Más arriba se ha constatado la diferencia que hay entre "abstracto", objeto de la metafísica, y
"universal", del que trata la lógica
27
Para Escoto sólo la teología tiene por objeto a Dios. Pero nuestra teología
no puede prescindir de la metafísica, cuyo objeto es el ser en sí. La metafísica
tiene la misma relación con la teología que con la física. Ambas presuponen la
ciencia del ser, la metafísica69.
La metafísica tiene por objeto propio el ser en cuanto ser. Es la ciencia
primera que tiene por objeto lo primero cognoscible: "prima scientia scibili
primi"70.
Sin embargo, "lo primero cognoscible" no es "lo primero que se conoce". Lo
primero que se conoce son las cosas singulares y concretas que impresionan o
inciden en nuestros sentidos. A partir de ellas formamos los conceptos abstractos
y universales. A partir de este conocimiento sensorial elaboramos la ciencia o el
conocimiento científico, es decir, este conocimiento sensorial es el primer
elemento para dicha elaboración. Pero este conocimiento no es claro y distinto.
"Lo primero que es cognoscible" es un conocimiento distinto. Se adentra en
el terreno de la ciencia. La misión del conocimiento intelectual o científico
consiste en analizar los conceptos, comprobarlos, buscando su ilación o
concatenación real hasta dar con el CONCEPTO BÁSICO, LA REALIDAD
RADICAL implicada en todo concepto. Esta realidad radical es "lo primero
cognoscible". Sin ella es imposible conocer cosa alguna.
Ahora sólo cabe preguntar ¿qué es "lo primero cognoscible" sin lo cual
es imposible conocer científicamente cosa alguna?
Algunos podrían interpretar a Escoto diciendo que lo primero cognoscible
de un modo radical, para dar razón de todo lo demás, es Dios. Los que
interpretan esto así no han entendido a Escoto ni la pregunta en sí.
- Es imposible conocer a Dios si en el orden del conocimiento carecemos
de un concepto fundamental que sea radical para su conocimiento.
- No se pregunta cuál es la existencia radical que sea la razón de las
demás existencias. Dios es la explicación y la causa de las demás existencias.
Pero la existencia de una cosa no es objeto directo de una ciencia. Escoto deja
claro que toda ciencia tiene por objeto una esencia determinada. No se da
ninguna ciencia que trate directamente la existencia de su objeto. Si la metafísica
descubre la existencia de Dios, Dios no es el objeto de la metafísica, sino de otra
ciencia, la teología.
conceptualmente se prescinde de toda otra relación con otras realidades conceptuales y esenciales. "En sí",
para Escoto, tiene, por tanto, un sentido esencial abstracto. Para la filosofía crítica moderna el "en sí" es de
sentido existencial. Su contrapuesto es el "en mí": el ser concreto existencial existe en sí o existe en mí.
Como la utilización del "en sí" se presta a confundirlo con el ser en cuanto al correlato real del concepto de
ser, apenas se utilizará esta expresión.
69
Escribe Escoto: "Dico quod de Deo non est metaphysica ut de subiecto primo. Quod probatur, quia
praeter scientias speciales oportet aliquam esse communem, in qua probantur omnia quae sunt communia
illis specialibus; igitur praeter scientias speciales oportet aliquam esse communem de ente, in qua tradatur
cognitio passionum de ente, quae cognitio supponitur in scientiis specialibus; si igitur aliqua est de Deo,
praeter illam est aliqua de ente naturaliter scita in quantum ens. Cum vero probatur quod scientia
metaphysicae est de Deo per Philosophum VI Metaphysicae, dico quod ratio eius sic concludit: nobilissima
scientia est circa nobilissimum genus, vel ut primum subiectum, vel ut consideratum in scientia illa
perfetissimo modo quo potest considerari in aliqua scientia naturaliter acquisita. Deus autem etsi non est
primum subiectum in metaphysica, est tamen consideratum in illa scientia nobilissimo modo quo potest
considerari in aliqua scientia naturaliter acquisita". Ordinat., Prol, q. 3, a. 7, n. 20.
70
Qq. in Metaph., VII, q. 4, n. 3.
29
71
¿No es esto lo que llama Zubiri "de suyo"? La esencia es aquello según lo cual la cosa es algo real, es
lo constitutivo de lo real en orden al "de suyo". Algo por ser determinación propia es "de suyo" y este "de
suyo" es el orden de la realidad (Cf. Gómez Cambres, G., La Realidad Personal. Introducción a Zubiri,
Librería Ágora, S.A., Málaga, 1983, p. 116).
72
Oigamos a Escoto: "Omnis intellectus certus de uno conceptu et dubius de diversis habet conceptum de
quo est certus, alius a conceptibus de quibus est dubius... Nullus idem conceptus est et certus et dubius".
Ordinat., I, d. 3, q. 1, et 2, a.4, n. 6. "Ille conceptus de quo est certitudo est alius ab illis de quibus est
dubius". Ib., I, d. 3, q. 3, a. 2, n. 12.
30
un sentido esencial neutro. Tanto para Escoto como para Santo Tomás "en sí"
("en cuanto ser") no tiene el sentido de la filosofía crítica moderna: el ser
concreto existencial existe en sí o existe en mí. Ambos coinciden en que sólo por
los conceptos abstractos podemos conocer intelectualmente las cosas
concretas. Aunque tengamos intuición sensible de las cosas concretas,
carecemos de intuición intelectual de las mismas.
Algunos filósofos escotistas actuales82 piensan que son falsas las salidas
de algunos neoescolásticos: intuición intelectual concreta del YO, o pretender
derivar directamente de la sensibilidad exterior el en sí de las cosas, o intentar
apoyarse simplemente en la intencionalidad de los conceptos.
A esto hay que añadir, según el Doctor Sutil, que ninguna ciencia trata de la
existencia de su objeto: toda existencia es contingente, excepto la del Ser
absolutamente necesario, cuya existencia se identifica con su esencia, DIOS.
Por tanto, la filosofía esencialista de Escoto afirma:
- La existencia no puede ser objeto directo de una ciencia.
- La metafísica es ciencia radical, porque, prescindiendo en absoluto de la
existencia, es la que debe justificar toda existencia: la del ser infinito primero, y,
después, la de todos los seres finitos existentes.
Por tanto, el ser en cuanto ser es lo real absolutamente indeterminado, en
el cual, una vez abstraídas todas sus determinaciones, convienen todos los
seres. El ser así concebido tiene un ser objetivo que es, en el orden lógico,
sujeto de todos los predicados, y, en el orden ontológico, el ser es el fundamento
de la realidad. Según esto, el puro ser es real y absolutamente indeterminado,
pero determinable. Por ello es el primer inteligible y el más común. Goza de
perfecta neutralidad ante cualquier ser real: "Agreguemos, escribe Escoto, que
lo que es neutro es el concepto, pues el ser realmente existente no lo es"83.
Oromí84 hace una llamada de atención, desde su perspectiva escotista,
sobre el en sí de las cosas de la filosofía moderna, cuya existencia ha negado
por no poder justificarla (Hume, Kant...). Sólo puede justificarse primero por el
ser en sí, la entidad, de la filosofía clásica, y finalmente por la existencia del Ser
Infinito, causa libre de todo ser finito.
Conclusión: Después de lo expuesto, llegamos a las siguientes
conclusiones dentro de la concepción escotista del ser:
a) Objeto primero, propio y adecuado de nuestro entendimiento85. Es el ser
en cuanto ser, la entidad, absolutamente indiferente a toda determinación.
b) El concepto esencial de ser se refiere a toda esencia: " 86. Por tanto, no
se refiere a las esencias materiales, sino a toda esencia.
82
Cf. Oromí, o. c., p. 418.
83
Ordinat., I, d. 8, q. 3, a. 1, n. 11.
84
L. c.,
85
"Et vocatur hic obiectum primum totum illud ad quod terminatur actus potentiae, et obiectum per se
illud quod includitur per se unitive in obiecto terminante primo". Ordinat., I, d. 1, q. 2, a. 2, n. 7. "Obiectum
proprium secundum totam suam indifferentiam est adaequatum obiectum et respicit potentiam suam
secundum totum genus suum ut proprium extremum". Quodl. XIV, n. 13.
86
"Praeterea intellectus noster, etiam in via, potest cognoscere ens sub ratione entis, quae est universalior
quam ratio quidditatis sensibilis; ...quidditas sensibilis non est obiectum adaequatum intellectus nostri". De
anima, q. XI, a. 4; Ordinat., I, d. 3, q. 3, a. 4, n. 24.
32
abstracto versa tanto sobre lo que existe como sobre lo que no existe. La
existencia no pertenece al objeto en cuanto escible. El ser metafísico se localiza
en el universo de la esencia.
"Toda quididad metafísica resulta de una abstracción última. Hay que
distinguir en ella su universalidad lógica de su comunidad metafísica. El
entendimiento produce la primera y descubre en las otras la segunda. Es una
naturaleza indiferente a la singularidad que puede adquirir en las cosas y a la
universalidad que puede adoptar en el intelecto"89. La naturaleza considerada a
título de ser no es un ser existente aparte, como el singular, pero tampoco es un
ser de razón (universal lógico)90. Es una "entidad", una "realidad", una
"formalidad". Esto es lo puramente ser para Escoto: la entidad de la naturaleza,
que tiene un "verum esse intelligibile" en el alma y un "verum esse reale" fuera
del alma. Veremos que su comunidad metafísica permanece intacta bajo todas
las determinaciones que puedan advenirle.
Pero esta concepción escotista ¿nos llevará a la univocidad del ser?
¿Cómo se entiende en la filosofía de Escoto? Es necesario profundizar en el
tema. Con ello llegamos al punto más importante de este estudio: "la
univocidad del ser en Duns Escoto".
89
Ordinat., I, d. 5, q. 1, n. 6.
90
Aunque se desarrollará posteriormente, cabe preguntar ahora: ¿La analogía pertenece a la lógica o a la
metafísica? Veremos que S. Ramírez en su juventud deja claro que en este tema su punto de vista es
ontológico y no crítico. La analogía es esencialmente algo real o metafísico. Sin embargo, Ramírez en los
años de mayor fecundidad en el tema de la analogía, dice que ésta "per prius" pertenece a la lógica. Pero
aunque "prae primis" la analogía pertenezca a la lógica, no significa que pertenezca impropiamente a la
metafísica: no se trata de de propiedad o impropiedad, sino de prioridad y posteridad. La analogía pertenece
a la metafísica fundamentalmente y a la lógica formalmente. Esto tiene aplicación tanto a la metafísica como
a las demás ciencias.
34
91
Sin embargo, es preciso señalar que Avicena defiende la analogía, especialmente cuando hace la
distinción entre Ser Necesario "per se" y ser posible. Piensa Miguel Cruz Hernández (La Metafísica de
Avicena, Granada, 1949) que Escoto sólo conocía el pensamiento de Avicena por la traducción latina
medieval del Sifá. Por eso está justificado que redujese el concepto aviceniano de "ser en tanto que ser" a
"ser como lo opuesto a no-ser". Pero esta reducción no es necesaria, basándose en los textos árabes. De lo
contrario, opina Cruz Hernández, Avicena -e incluso Escoto- tendría que aceptar la emanación del ser en
sentido monista, eleático. Pero toda la metafísica de Avicena es un esfuerzo para escapar del panteísmo e,
incluso, del panenteísmo. Pero "la diferencia esencial entre Dios y las criaturas consiste en que el primero
es necesario por sí y las segundas sólo por otro. A esta diferencia ontológica la considera Avicena una
diferencia de naturaleza. Por esto Avicena, desde dentro de su sistema, no es panteísta... (ni) nunca lo quiso
ser" (o. c., p. 139).
92
"Communissime ens se extendit ad quodcumque quod non est nihil" Quodl., 3, a. 2.
93
Cf. G. Fraile, o.c., t. II; y J. Marèchal, El punto de partida de la Metafísica, ed. Gredos. 1957.
94
Este planteamiento puede considerarse tan absurdo e, incluso, inútil como cuando se plantea la
cuestión de si Dios está realmente presente en la nada. Si la nada es inconcebible, ¿por qué plantearse estos
problemas sin sentido?
35
95
Ordinat.., I, d. 8, q. 3, a. 1, n. 11. Repito la cita por creerla muy interesante.
96
Cf. Gilson, E., Jean Duns Scot..., p. 100.
97
O. c., pp. 418 y ss.
36
98
"Univocum est, cuius ratio est in se una, sive illa ratio subiecti, sive denominet subiectum, sive per
accidens dicatur de subiecto". Ordinat.., I, d. 8, q. 3, n. 14.
99
Ordinat., I, d. 3, q. 3, a. 2, nn. 6. y ss.
37
100
Ibidem.
101
Cf. ibidem.
38
Hemos visto más arriba, cuando tratamos de la inteligibilidad del ser y del
objeto de la metafísica, que la metafísica es la ciencia primera del primer
cognoscible105. ¿Se da y cómo se da ese primer cognoscible?106. No se da un
primer cognoscible que sea quiditativamente (in quid) común a todo inteligible.
Ya se ha constatado que el concepto de ser no es quiditativamente común ni a
las últimas diferencias ni a los trascendentales, sino sólo de un modo indirecto.
Pero tampoco se da un concepto más común que el de ser.
Esto significa que no hay realidad ni entidad que sea quiditativamente
común o unívoca directamente a todo lo inteligible. Tampoco se da un objeto
primero de la metafísica que lo sea en este sentido. Precisamente porque el ser
no es quiditativamente común a sus diferencias, queda zanjado rotundamente
todo peligro de panteísmo o monismo en la univocidad del ser tal como la
concibe Escoto, tanto en el ser como en el conocer. Muchos autores, incluso
dentro del tomismo, han creído ver injustamente un peligro de panteísmo en la
univocidad del ser escotista, aunque reconocen que ésta no ha sido nunca la
intención de Escoto.
Ahora bien, si no se da un objeto primero del entendimiento que lo sea
absolutamente, e incluso en el mismo sentido, para todo lo cognoscible,
podremos quedarnos sin metafísica. Escoto cree que esto es lo que sucede
precisamente en aquellas doctrinas que sólo admiten la analogía del ser. Para
los defensores de que el ser es sólo un concepto análogo, éste no es
propiamente análogo, sino equívoco, porque la analogía física carece de
fundamento metafísico"107.
ESCOTO ofrece una solución intermedia. Pretende al mismo tiempo evitar
caer en un monismo panteísta y salvar la existencia de la metafísica como
ciencia del primer cognoscible. El primer cognoscible, como ha quedado
señalado, es el concepto de ser. Sin él es imposible entender nada. Pero debe
ser común o unívoco a todo inteligible. Insiste en que sin la univocidad habría
equivocidad. Con la equivocidad nuestro conocimiento sería vano e inútil 108. En
cuanto a la univocidad del ser, debemos recordar que hay dos maneras:
a) Univocidad de comunidad o quididad: el ser se puede predicar
quiditativamente (in quid) de toda esencia concreta, específica o genérica. El ser
es directamente unívoco.
b) Univocidad indirecta o virtual. Por lo que se refiere a las diferencias
últimas, como finidad-infinidad, el ser es unívoco virtualmente, pues el ser es
finito o infinito, aunque finidad o infinidad en sí no sean ser, sino diferencias
últimas del ser. En lo que respecta a los trascendentales, también están incluidas
virtualmente en el ser, aunque no pertenezcan a la quididad del ser, por ser
105
Qq. in Methaph., VII, q. 4, n. 3.
106
Escribe Escoto: "Cum nihil possit esse communius ente, et ens non possit esse commune univocum
dictum in quid de omnibus per se intelligibilibus: quia non de differentiis ultimis nec de passionibus suis,
sequitur quod nihil est primum obiectum intellectus nostri propter communitatem in quid ipsius ad omne per
se intelligibile". Ordinat., I, d. 3, q. 3, a. 2, n. 8.
107
"Quod si ens ponatur aequivocum creato et increato, substantiae et accidenti, cum omnia ista sint
per se intelligibilia a nobis, nullum videtur posse poni primum obiectum intellectus nostri, nec propter
virtualitatem, nec propter communitatem". Ordinat., I, d. 3, q. 3, a. 2, n. 6.
108
Escribe Escoto: "Sed ponendo illam positionem quam posui in prima quaestione huius distinctionis
de univocatione entis, potest aliquo modo salvari aliquod esse primum obiectum intellectus nostri". Ibidem.
40
109
Ordinat., I, d. 3, q. 3, a. 2, n. 8.
110
Ordinat., I, d. 3, q. 2.
111
Los filósofos antiguos el tema de la creación ni siquiera se lo habían planteado.
112
Ordinat. I, d. 3, q. 2.
41
pues sería otro concepto. Pero no podemos formar otro y, si no tenemos más
que uno, es necesariamente unívoco.
Siguiendo a esta argumentación, añade Escoto que nuestros conceptos
son abstraídos mediante el entendimiento agente, de los fantasmas113. Nuestro
concepto de ser sigue este mismo proceso. Si no podemos captar el ser más
que en este concepto sacado o abstraído de lo sensible, ¿cómo podríamos
formar otro concepto del ser, análogo al primero, y que se aplicaría al ser de
Dios? Santo Tomás apela a los usos analógicos de un mismo concepto que es el
único que tenemos en nuestro estado de unión con el cuerpo, Escoto exige que
se forme primero un concepto unívoco del ser, antes de declararlo análogo a
otros seres. "Luego ese concepto diverso que se pone como análogo, nunca
existirá naturalmente en el entendimiento en esta vida, y así, no se podrá tener
naturalmente ningún concepto de Dios, lo cual es falso... Todo objeto
representado, ya en el fantasma, ya en la especie inteligible, produce, con la
cooperación del entendimiento agente o posible, como efecto adecuado y
término de su capacidad efectiva, un concepto suyo propio y un concepto de
cuanto se incluye en él esencial o virtualmente; pero ese concepto que se pone
como análogo, no está incluido en dicho concepto ni esencial ni virtualmente, ni
tampoco es él; luego ese concepto no sería producido por esas causas dichas..
Y se confirma el argumento, por parte de lo que es objeto:... no se puede
conocer de tal objeto nada sino por discurso; mas el discurso presupone el
conocimiento de eso simple que es término del proceso discursivo. Podría
entonces formarse el argumento así: Ningún objeto produce un concepto simple
propio en ese entendimiento... si no contiene a ese objeto esencial o
virtualmente. Ahora bien, un objeto creado no contiene el ser increado esencial o
virtualmente..."114.
Finalmente escribe Escoto: "Todo estudio metafísico de Dios procede
considerando la razón formal de algo y removiendo de esa razón formal la
imperfección que tiene en las criaturas y manteniendo esa razón formal y
atribuyéndole la mayor perfección absolutamente, y atribuyendo así eso a Dios.
Ejemplo: la razón formal de sabiduría o de voluntad: se la considera en sí y por
sí; y fundándonos en que tal razón encierra formalmente alguna imperfección o
limitación, se remueven de ella las imperfecciones que la acompañan en las
criaturas y, manteniendo invariada la razón de sabiduría o de voluntad, se
atribuye a Dios en grado perfectísimo. Luego toda investigación sobre Dios
supone que el entendimiento posee el mismo concepto unívoco que obtuvo de
las criaturas..."115. Es lo que hace el metafísico, atribuyendo a Dios la sabiduría,
la voluntad... Considera cada una de ellas en sí misma, con lo cual las purifica de
las imperfecciones que tienen en las criaturas, pues tomadas en ellas mismas no
incluyen formalmente ni imperfección ni límites. Se obtienen así unas
perfecciones en las que cada una no es más que eso mismo que ella es y nada
más. Sólo resta atribuirlas a Dios, llevándolas al supremo grado de perfección.
Pero para ello es necesario que toda investigación sobre Dios suponga que el
entendimiento posea el mismo concepto unívoco que obtuvo de las criaturas.
116
"Et ex hoc quod talis differentia est ens in quid, sequitur quod ens non est genus propter nimiam
communitatis entis; nullum enim genus dicitur de aliqua differentia inferiori in quid". Ordinat., I, d. 3, q. 3,
a. 2, n. 15.
117
"Ens autem non est sic limitatum (scil., quod tantum sit commune ad limitata) sed indifferens, quia
ex hoc habetur quod praedicetur in quid de ente limitato sicut illimitato, et ideo no es genus". Collatio 24, t.
IX, editada por C. Balic, en Bogoslovni Vesinik, 1929, p. 214.
43
123
Cf. ibidem, nota 2.
124
"Qua quidem in re triplex philosophorum sententia recenseri potest: Prima extrema tenet significare
rationem omnino diversam, ideoque hoc nomen ens esse aequivocum, quemadmodum sentiunt antiqui
sophistae, nominalistae radicales medii oevii hodiernique agnostici; altera extrema docet e converso
significare rationem omnino eamdem et consequenter esse univocum, sicut tradiderunt antiqui eleatici et
platonici, Scotus et hodierni intuitionistae. Denique media via incedit Aristoteles et post ipsum S. Thomas
docentes significare rationem simpliciter diversam et secundum quid eamdem, seu ens esse analogum; quae
quidem sententia nobis omnino tenenda est utpote unice vera". O. c., pp. 1711-2.
45
es un género ni está incluido en ningún género (hemos visto que esto también lo
defiende Escoto rotundamente). No es género porque todo género tiene
diferencias extrínsecas. Pero fuera del ser no puede haber ninguna diferencia:
fuera del ser no hay nada, pues toda diferencia "es algo". Tampoco puede el ser
estar bajo un género, pues lo contenido bajo un género es posterior al género y
no lo trasciende. Pero nada hay anterior al ser.
Finalmente, el género es un todo universal potencial. Lo unívoco, que es
universal como se ha dicho, se predica de sus inferiores mediatamente, como
"animal" se predica de "hombre" no por la razón formal de hombre, sino por ser
"un viviente sensitivo". "Ser", por el contrario, se aplica inmediatamente a todos
sus inferiores, pues nada hay más íntimo y profundo a cualquier cosa que el
"ser". Lo unívoco no siempre se predica primariamente y de suyo de todos sus
inferiores: el hombre no sería animal racional si antes no fuera ser. Por tanto, es
manifiesto que ser y unívoco no tienen la misma definición, según Ramírez125.
Por tanto, aunque Escoto deja claro que el ser no es un género, Ramírez dice
que todo lo unívoco está incluido en algún género, por ser universal, y todo
género es un todo universal potencial.
A continuación ofrece el P. Ramírez otros argumentos "especiales" en
contra de la univocidad del ser. Veamos, de modo general y abreviado, algunos.
Dice: "El ente no es unívoco a Dios y a las criaturas. Lo cual se prueba
directa e indirectamente o por reducción al absurdo. Argumentos directos...: La
diversa relación al ser impide la univocación del ente. Pero en Dios y en las
criaturas se diversa relación al ser. Luego no se puede dar la univocidad del ente
en relación a Dios y a las criaturas"126.
La premisa mayor es evidente. Si el orden es diverso, no se puede dar
univocidad. En cuanto a la menor, el orden al ser en Dios es un orden "ad intra",
es decir, es de la esencia de Dios, mientras que el orden de las criaturas al ser
es algo "ad extra", es decir, el ser está fuera de la esencia de las criaturas, les
adviene. Dios es el ser; las criaturas tienen ser. "Ens ut participium" o el ser en
cuanto significa "ser" es un predicado esencial solamente de Dios127. Como
vemos, recurre a una de las tesis fundamentales del tomismo: la distinción real
entre esencia y existencia128. En Dios se identifican esencia y existencia, porque
Dios es el ser ("ipsum esse per seipum subsistens"), mientras que en la criatura
se distinguen realmente, pues no es el ser, sino que recibe el ser, "lo tiene".
125
Cf. Ramírez, s., o. c., pp. 1716-8.
126
"Ens non est univocum Deo et creaturis. Quod probatur directe et indirecte seu ad absurdum.
Argumenta directa sunt huiusmodi:... Diversa habitudo ad esse impedit univocationem entis. Atqui in Deo et
creaturis datur diversa habitudo ad esse. Ergo impedit univocationem entis relate ad Deum et creaturas,
quae ideo non datu". O. c., p. 1718.
127
Cita a Santo Tomás: "Secundum hoc dicendum est quod ens (ut participium) praedicatur de solo
Deo essentialiter (seu per se), eo quod esse divinum est esse subsistens et absolutum; de qualibet autem
creatura praedicatur per participationem (accidentaliter seu per accidens aut contingenter); nulla enim
creatura est suum esse, sed est habens esse...; et ideo in qualibet creatura est aliud ipsa creatura quae habet
esse et (aliud) ipsum esse eius". Quodl. II, a. 3. A esto comenta Ramírez: "Ratio haec profundissima simul et
fundamentalis manifestat doctrinam de analogia entis finaliter niti in doctrina illa de reali distinctione inter
essentiam et esse in creatis et earum identitate in Deo. Unde et merito distinctio illa dicitur veritas
fundamentalis philosophiae christianae. Qui ergo negant distinctionem illam debent consequenter negare
analogiam entis et univocitatem eius defendere, ut fecit Scotus" O. c., p. 1720.
128
La distinción real entre esencia y existencia había sido defendida ya por Ibn Hazn en su obra el Fisal
en el s. X (Cf. Asín Palacios, M., Abenhazam de Córdoba..., Madrid, TURNER, 1984, t. III, pp. 215-216),
que ya afirmaba que esta distinción no se da en Dios, en que esencia y existencia son una misma cosa.
46
129
Cf. S. Thomas, De Potentia, 10, 1.
130
Cf. Ramírez, o. c., p. 1720.
131
Afirma finalmente el filósofo tomista: "Denique inde sequitur inmediate confusio inter ordinem
naturalem et supernaturalem; nihil enim pro nobis esset incognoscibile, quia aut nihil cognoscimus aut
omnia omnino aprehendimus, cum omnia sint eodem modo cognoscibilia ex quo ponitur esse eodem modo
entia. El sic apparet quare Scotus admisserit possibilitatem alicuius creaturae cui connaturalis foret visio
essentiae divinae, quod tamen a theologis communiter reicitur et quare non admittat nisi supernaturale
quoad modum seu ex causis extrinsecis, et neget distinctionem inter propositionem per se notam quoad se et
per se notam quoad nos et propterea dicat "Deum esse" esse per se notum quoad nos et argumentum a
simultaneo, ut aiunt, cum S. Anselmo admittat... At haec falsa sunt, logice tamen deducta ex principio
univocitatis entis ad Deum et creaturas". O. c., pp. 1723-4. Veremos más adelante el valor que da Escoto al
argumento ontológico de San Anselmo (una vez "coloreado" sólo tiene valor probable), y el tema de la
cognoscibilidad de Dios.
132
Cf. o. c., 1724-6.
133
Ordinat. Prol., q. 3.
47
metafísico conoce sólo "a posteriori" las verdades referentes a Dios. Dios es
objeto propio de la teología. Si pertenece a la metafísica, si se puede considerar
objeto de la misma es sólo "secundum quid", porque llega a Dios a través de los
efectos.
Sin duda el filósofo o metafísico puede alcanzar un cierto conocimiento de
Dios. Puede conocer su existencia, que es uno, supremo, bueno..., pero no
puede llegar con la razón a Dios Trino, omnipotente, providente, que son sólo
"credibilia". Escoto deja claro, especialmente en el "Tratado acerca del primer
principio"134, que el metafísico puede probar muchas verdades sobre Dios con la
luz natural de la razón135. Partimos de que los "Theoremata" no son auténticos.
Sin embargo, Escoto defiende que para que la misma ciencia teológica
tenga valor, es imprescindible que nuestros conceptos teológicos, que no dejan
de ser humanos, tengan precisamente un valor humano. Este valor no puede ser
inferior al de las demás ciencias. Además, como el fundamento de la teología es
la verdad revelada, sus conceptos, que tienen valor humano, deben trascender a
lo divino en tanto en cuanto lo permita nuestra capacidad humana limitada.
Nuestra teología, la teología del "homo viator", no puede tener otro
fundamento humano que el concepto de ser de nuestra metafísica. Se ha visto
más arriba que este concepto es unívoco "in quid" (quiditativamente,
esencialmente) a Dios y a las criaturas, en sentido idéntico, mas no en la línea
existencial o física136.
No debemos olvidar que para Escoto la filosofía primera de Aristóteles no
es más que una física. La metafísica, cuyo objeto propio es el ser en cuanto ser,
y este ser es unívoco, es un descubrimiento debido a la Revelación, aunque
después no deje de ser un concepto filosófico. Sin embargo, ha sido descubierto
por los teólogos. Por tanto, la Revelación nos ha servido incluso para investigar
la realidad de las cosas naturales137. En este aspecto coinciden Escoto y Santo
Tomás: la Revelación ha servido para provocar en la mente natural del filósofo
cuestiones naturales que ni siquiera se le habían ocurrido a otros filósofos, o
para profundizar más en temas poco tratados. Sin embargo, difieren en su
aplicación a muchos temas, algunos tan importantes y fundamentales como el
tema de la univocidad o de la analogía como medio de llegar a Dios. Santo
Tomás, como veremos, no admite la univocidad del ser, ni la cree necesaria, sino
la analogía, como medio de llegar a los temas naturales referentes a Dios.
Confía más que Escoto en el poder natural de la razón humana.
El objeto de nuestra teología es el ser infinito. Es cierto que nosotros no
podemos tener un concepto totalmente positivo de "infinito". Sin duda, el
concepto de "infinito" que nos da la teología, fundada en la Revelación, es
mucho más rico y positivo que el que nos ofrece la metafísica. Sin embargo, nos
sería imposible formar el concepto teológico del "ser infinito", si previamente la
metafísica no llegara a presentarnos un concepto de ser tal que pudiera
diferenciarse en finito e infinito, conservando de suyo el mismo sentido, es decir
134
BAC, Madrid, 1989.
135
Cf., Copleston, Historia de la Filosofía, vil. II, Ariel, Barcelona, 1978, pp. 496 y ss.
136
Escribe Escoto: "Secundo, non asserendo, quia non consonat opinioni, dici potest, quod non tantum in
conceptu analogo conceptui creaturae concipitur Deus, qui scilicet sit omnino alius ab illo qui de creatura
dicitur, sed in conceptu aliquo univoco sibi et creaturae". Ordinat., I, d. 3, q. 2, a. 4, n. 5.
137
Cf. Oromí, Duns Escoto y el objeto de la metafísica, p. 431.
48
unívocamente. Esta es una de las tesis más importantes defendida por Escoto,
como estamos mostrando a través de este estudio138.
El concepto de ser es neutro a finito e infinito, es, por tanto, unívoco. Si un
sujeto puede ser concebido distintamente sin un predicado, no pertenece al
concepto de dicho sujeto. Pero nuestro entendimiento como "intellectus viatoris",
puede concebir el ser sin verse constreñido a concebirlo como finito o infinito,
como creado o increado. Luego el concepto de ser es diferente de dichos
conceptos. El concepto de ser ciertamente está incluido en el concepto de finito y
de infinito, creado e increado, pero éstos no están incluidos en el de ser. Por ello
el concepto de ser es neutro a uno y otro, es unívoco.
En la búsqueda de este "puente o eslabón", o comunidad entre infinito-
finito, Dios-criatura, Escoto todavía va más lejos. Dice que los que no admiten la
univocidad del ser, centrándose en la analogía, están obligados a recurrir a la
univocidad, pues la analogía es imposible sin la univocidad. Si el concepto de
Dios fuera sólo análogo a Dios y a las criaturas, este concepto sería doble, con
significados diferentes: uno convendría a Dios y otro a las criaturas. Si no se
admitiera algo común a ambos, se caería en la equivocidad, se llegaría al
agnosticismo. Luego es necesario formar otro concepto de ser aplicable a Dios y
a las criaturas: la univocidad del ser.
La discusión entre analogistas y univocistas se estudiará en otro capítulo.
Ahora es suficiente reseñar que la univocidad del ser defendida por Escoto
funciona a base de conceptos puramente esenciales no referidos al individuo
común existente, sino en cuanto esente, mientras que el aristotelismo tomista,
piensa Escoto, es una física, porque no prescinde de la existencia física. Por eso
Escoto se propone fundar una metafísica en la que se prescinda de la existencia
física, como hemos podido comprobar anteriormente.
Por tanto, la teología, en cuanto ciencia humana, por el hecho de ser
humana, está condicionada por la metafísica, es decir, por su raíz: el concepto
unívoco del ser. Pero por ser ciencia divina, su fundamento es la Revelación: el
ser infinito que nos descubre la Revelación es inmensamente más rico que el ser
que nos ofrece la metafísica.
Hasta ahora ha quedado patente que es necesaria la metafísica para que
la inteligencia humana tenga acceso al tema de Dios, a la teología. Pero ahora
cabe preguntarse; ¿es necesaria la demostración de la existencia de Dios?, ¿es
posible esa demostración, es decir, es demostrable?
8.2.- Demostrabilidad de la existencia de Dios. El conocimiento de
Dios a partir de las criaturas
La inteligencia no tiene intuición natural de Dios, ni tampoco un
conocimiento abstracto inmediato de Él en esta vida139. Tampoco podemos
conocer distintamente a Dios mediante el conocimiento de un objeto
intermedio140, porque para que un ser pueda ser conocido de un modo perfecto y
distinto en un objeto intermedio, éste debe estar incluido en él en toda su
138
Oigamos al Doctor Sutil: "Intellectus viatoris potest esse certus de Deo quod sit ens, dubitando de ente
finito vel infinito, creato vel increato; ergo conceptus entis de Deo est alius a conceptu isto vel illo, et ita
neuter ex se, sed in utroque illorum includitur; ergo univocus". Ordinat., I, d. 3, y 2, a. 4, n. 6; y o.c., I, d. 3,
q. 3, a. 2, n. 9.
139
Cf. Quodl. 7, n. 8.
140
Cf. Ordinat., IV, d. 45, q. 2, n. 21.
49
141
Cf. ibidem, n. 3; I, d. 3, n. 61.
142
Cf. O. c.,, I, d. 3, n. 26.
143
Cf. Quodl., q. 7, n. 3.
144
Ordinat., I, d. 2, n. 39 (= I, d. 2, q. 2, n.10)
145
Por eso añade: "Proprietates autem infiniti entis relativae ad creaturas immediatius se habent ad illa
quae sunt media in demonstratione quia quam proprietates absolutae, ita quod de illis proprietatibus
relativis concludi potest immediatius esse per ista quae sunt media in tali demonstratione quam de
proprietatibus absolutis, nam immediate ex esse unius relativi sequitur esse sui correlativi: ideo primo
declarabo esse de proprietatibus relativis entis infiniti et secundo declarabo esse de infinito ente quia illae
relativae proprietates soli enti infinito conveniunt". Ibidem.
146
Escribe Escoto: "Haec tertia ratio potissime concludit de prima substantia immateriali, quia eius
tanquam obiecti beatifici potissime est cognitio necessaria. Et tunc responsio ad obiectionem contra ipsam:
supponit videlicet quod naturaliter nunc non concipimus Deum nisi in conceptu sibi communi et
sensibilibus, quod inferius... exponetur. Si etiam negetur istud suppositum, adhuc oportet dicere conceptum
qui potest fieri de Deo virtute creaturae esse imperfectum; qui autem fieret virtute ipsius essentiae in se,
esset perfectus. Sicut igitur dictum est de conceptu generali et speciali, ita dicatur secundum aliam viam de
perfecto conceptu et imperfecto". Ordinat., Prol., , 1, n. 17.
50
Sin embargo, los efectos de que hay que partir no serán los seres
contingentes, dados en la experiencia sensible: seríamos incapaces de salir del
orden físico y del orden contingente, al menos en el sentido de que la necesidad
de la causa no se nos ofrecería al final de la demostración. La base sólida sobre
la que se deben fundar las pruebas será cualquier modalidad del ser en cuanto
ser, pero en la misma línea. Por tanto, nuestro conocimiento natural de Dios
descansa en nuestra capacidad de formar conceptos unívocos: "Las
criaturas que imprimen sus propias ideas (species) trascendentes que
pertenecen en común a ellas mismas y a Dios" 147. Pero no podríamos proceder
de un conocimiento de las criaturas al conocimiento de Dios si no fuésemos
capaces de formar conceptos unívocos a partir de las criaturas. Una vez
formados dichos conceptos por el entendimiento, puede éste combinarlos con el
fin de hacerse una idea quiditativa compuesta de Dios148.
147
Ordinat., I, d. 3, q. 2 , .
148
Cf. Copleston, o. c., II, p. 498.
149
"Secundo, videtur quod procedat ex contingentibus, et ita non sit demonstratio. Antecedens probatur,
quia praemissae assumunt esse de aliquo causato; omne tale contingenter est". Ordinat., II, n.45.
150
Escribe el Doctor Sutil: "Primo ergo ostendam quod aliquid est in effectu inter omnia quod est
simpliciter primum secundum efficientiam, et aliquid est quod etiam est simpliciter primum secundum
rationem finis, et aliquid quod est simpliciter primum secundum eminentiam... Includit tres conclusiones
principales, per triplicem primitatem; quaelibet autem illarum trium conclusionum habet tres ex quibus
dependet: prima est quod aliquid sit primum, secunda est quod illud est incausabile, tertia est quod illud
actu exsistit in entibus". Ordinat., I, d. 2, q. 2, n. 11.
51
151
Ordinat., Prol, 2, lateralis, n. 21.
152
Cf. Ordinat., II, d. 24, q. unica, n. 12.
153
Para no extendernos demasiado centrémonos en el "Tratado acerca del primer principio", obra
auténtica de Escoto. Edición bilingüe, editada por la BAC, Madrid, 1989. Utilizaré la versión. introducción y
notas de Félix Alluntis. En las notas, para abreviar, pondré sólo Tratado... No podremos entender lo que
quiere decir Escoto, si no tenemos en cuenta las observaciones que acabamos de hacer.
52
que mueve en cuanto amado, tiene que ser mayor. El fin no puede ser igual ni
menor a lo que está ordenado al fin, pues lo ordenado sería tan amable como el
fin. Entonces lo ordenado sería su propia causa final: nada puede estar
ordenado a sí mismo. Es absurda una serie infinita de naturalezas ordenadas.
Luego es posible una naturaleza primera en perfección.
La primera naturaleza posible sería incausable. No podría estar ordenada a
un fin, pues éste la excedería y no sería suprema. Por tanto, la naturaleza
suprema existe. De lo contrario no sería posible.
2.- La triple primacía de eficiencia, finalidad y perfección pertenece a
una naturaleza.
"Si el ser intrínsecamente necesario pertenece a una naturaleza, y lo que
no es posterior - esta negación incluye los tres órdenes- es un ser
intrínsecamente necesario, síguese que sólo una única naturaleza no es
posterior con ninguna especie de posterioridad. Por consiguiente, toda otra
naturaleza es triplemente posterior. La segunda proposición de este argumento
(lo que no es posterior es un ser intrínsecamente necesario) es evidente..."163.
De aquí se desprenden dos cuestiones: 1ª) La naturaleza que es primera
en alguno de los tres órdenes es intrínsecamente necesaria. 2ª No pueden existir
dos naturalezas intrínsecamente necesarias.
1ª) Un ser primero con alguna de las tres primacías e incausable es
intrínsecamente necesario. Si no existiera como intrínsecamente necesario sería
debido a que existiría otro ser que impediría su existencia, por ser incompatible
con él o positiva o privativamente: positivamente si excluyera por su naturaleza
al incausado; privativamente si lo excluyera una privación, pero ésta se debería
dar en una existencia determinada y posible, que carecería de necesidad...
Tal ser sería incausado o causado. Si fuera incausado, existirían dos seres
incausados incompatibles: sería una contradicción, uno destruiría al otro. Si es
causado, debería tener una naturaleza más perfecta que el ser incausado, al que
impediría ser. Pero es imposible que un ser causado, dependiente, pueda ser
más perfecto que un ser incausado164.
Luego la naturaleza que es primera con cualquiera de las tres primacías
de eficiencia, finalidad y perfección es intrínsecamente necesaria.
2ª) No pueden existir dos naturalezas intrínsecamente necesarias. Si
existieran, tendrían que distinguirse en algo, por alguna entidad propia. Esta
entidad sería formalmente necesaria o no. Si fuera necesaria, cada una tendría
dos razones de su necesidad: una propia y otra común. Si desapareciera una de
las dos, seguiría siendo necesaria, pues permanecería la otra razón formal, lo
cual es absurdo. Si no fuera formalmente necesaria, se introduciría un elemento
no-esencial en el ser necesario. Al no ser esencial, sería contingente, lo cual
destruiría la necesidad del ser necesario.
Por otra parte, partiendo de que la naturaleza que es primera con
cualquiera de las tres primacías y de que no puede haber dos naturalezas
intrínsecamente necesarias, esta naturaleza contiene también las otras.
Entonces Escoto al defender la triple primacía (la primera causa eficiente es
actualísima, el fin último es amabilísimo y la naturaleza suprema es perfectísima)
163
Tratado... n. 46; cf. Ordinat. I, d. 2, nn. 64-66 y 68-73.
164
Cf. Tratado..., n. 35; Ordinat., I, d. 2, nn. 70-73.
55
169
Ib., n. 78.
170
Ibidem.
171
Ibidem; cf. Ordinat., I, q. 2, nn. 133-137.
172
Tratado..., n. 80.
173
Cf. o. c., nn. 81-84; Ordinat., I, q. 2, nn. 117-121.
57
no quedaría nada que nos pudiera conducir a la existencia de Dios, con el apoyo
de la razón, en una auténtica metafísica. No podríamos salir de la física, como se
ha tratado con mayor amplitud anteriormente.
b)- Este paso de la posibilidad de una causa eficiente primera, de un fin
último y de una naturaleza suprema a su existencia, es decir, a la existencia de
Dios, nos lleva al problema de la relación entre la prueba de Escoto y el
argumento de San Anselmo. Veamos esto último con mayor amplitud.
8.4.- El argumento ontológico de San Anselmo. Valoración desde el
escotismo
Parece que la actitud de Escoto ante el argumento de San Anselmo es
bastante favorable, pero habrá que analizar la intención real de Escoto.
G. Fraile hace el siguiente comentario: "Dada esta actitud, no es extraño
que Escoto dé buena acogida al argumento anselmiano"179. Después ofrece los
siguientes textos: "Per illud potest colorari illa ratio Anselmi de summo bono
cogitabili, Proslogium, et intelligentia est eius descriptio sic: Deus est quo cognito
sine contradictione maius cogitari non potest sine contradictione. Et quod
addendum sit sine contradictione patet, nam in cuius cognitione vel cogitatione
includitur contradictio, illud dicitur non cogitabile, quia tunc sunt duo cogitabilia
opposita nullo modo faciendo unum cogitabile, quia neutrum determinat
alterum... Vel coloratur sic: maius cogitabile est quod exsistit; id est perfectius
cognoscibile, quia visibile sive intelligibile intellectione intuitiva; cum non exsistit,
nec in se nec nobiliori cui nihil addit, non est visibile. Visibile autem est perfectius
cognoscibile non visibili sed tantummodo intelligibili abstractive; ergo
perfectissimum cognoscibile exsistit"180. Comenta Fraile: "Aquello en cuyo
concepto implica contradicción ser causado por otro, si es posible, puede existir
por sí mismo. Pero en el concepto de causa primera implica contradicción el ser
causada por otro, y además es posible. Luego la causa primera puede existir por
sí"181. Y cita a Escoto: "Primum effectivum est in actu exsistens... Nam cuius
rationi repugnat simpliciter esse, potest esse a se; sed rationi primi effectivi
repugnat esse ab alio, et ipsum potest esse. Ergo effectivum simpliciter primum
potest esse a se. Ergo est a se... Ex secundo articulo habetur quadruplex via
quod illud primum est infinitum: primo videlicet quia primum efficiens, secundum
quia primum cognoscens omnia factibilia, tertio quia finis ultimus, quarto quia
eminens"182. Fraile dice que este proceso se reflejará en los argumentos
cartesianos para deducir la existencia de Dios de la idea clara y distinta de lo
perfecto e infinito183.
Étienne Gilson184, comentando la infinitud divina en Escoto dice que si el
argumento de San Anselmo conserva algún valor, se debe a que la idea del ser
infinito nos parece perfectamente inteligible. No sería perfectamente inteligible si
no hubiera antes un objeto real capaz de fundar una intelección. Por tanto,
refiriéndose a Escoto, en cierta concomitancia con San Anselmo, el Dios cuya
existencia se ha deducido es un ser infinito.
179
Fraile, G., O. c., p. 1092.
180
Ordinat., I, q. 2, 138-139.
181
O. C., p. 1093.
182
Ordinat., I, q. 2, n. 146.
183
Cf.. O. c., nota 38.
184
La filosofía en la Edad Media, Ed. Gredos, Madrid, 1965.
59
185
O. et l. c.
186
Historia de la Filosofía, vol. II, Ariel, Barcelona, 1978, pp. 503-504.
187
Especialmente en Ordinat., I, q. 2, n. 32.
188
Cf. Rep. 1, 2, 3, n. 8
189
Pp. 39 y ss.
190
Ordinat., I, q. 2, nn. 137-140; Tratado..., n. 79, passim.
60
192
Tratado acerca del Primer Principio, n. 50.
193
Ibidem.
194
Ibidem, n. 60.
195
Ibidem, n. 63.
196
Ibidem, n. 66.
197
D. 2, q. 2, nn. 25 y ss.
198
Nn. 67 y ss.
62
199
Ordinat.. I, d. 2, nn. 113-114, en la versión bilingüe de la ed. BAC, p. 421.
200
Ibidem, nn. 125-126, pp. 428-9.
201
Ibidem, n. 130, pp. 431-2.
202
Ibidem, nn. 131-2, pp. 432-3.
203
Tratado acerca del Primer Principio, n. 59.
63
204
En este punto se aparta abiertamente de Abenhazam.
205
"Deus non est cognoscibilis a nobis naturaliter nisi ens sit univocum creato et increato"Ordinat., I, q.
3, 1, 3; III, n. 139. "Omnis inquisitio de Deo supponit intelectum habere conceptum eumdem, univocum,
quem accepit ex creaturis" Ordinat., III, n. 39.
206
"Non tantum haberi potest conceptus naturaliter in quo quasi per accidens concipitur Deus, puta in
aliquo attributo, sed etiam aliquis conceptus in quo per se et quidditative concipiatur Deus". Ordinat., I, q.
3, d. 1, 1-2; III, n. 25.
207
"Si dicas quod de Deo concludimus alquid per rationem effectus, ubi sufficit tantum proportio et non
similitudo hoc non respondet, sed confirmat argumentum, quia, considerando Deum sub ratione causae ex
creaturis, bene cognoscitur proportionaliter; sed hoc modo non cognoscitur aliqua perfectio de Deo quae in
creatura formaliter, sed causaliter, scilicet quod Deus sit causa huius perfectionis. Attributa autem sunt
perfectiones simpliciter dictae de Deo formaliter; ergo talia cognoscuntur de Deo, non solum per viam
proportionis, sed etiam per viam similitudinis, ita quod opportet aliquem conceptum communem in talibus
Deo et creaturis". Ordinat., III, n. 39. Ibn Gabirol, por el que Duns Escoto siente tanta admiración, había
afirmado justamente que a Dios solamente puede llegarse por la vía de la causalidad.
208
"Deus et creatura non sunt primo diversa in conceptibus, tamen sunt primo diversa in realitate, quia in
nulla realitate conveniunt". Ordinat., I, q. 3, d. 1, 1-2; III, n. 25.
64
209
Ordinat., I, q. 3, 2, n. 18.
210
Ibidem.
211
"Sunt primo diversa in realitate, quia in nulla realitate conveniunt". Ordinat. I, q. 8, a. 3, n. 11.
212
: "(Creaturae sunt ad Deum sicut) mensurata ad mensuram, vel excessa ad excedens". Ibidem, n. 12.
Y que "omnia entia habent attributionem ad ens primum, quod est Deus". De Anima, 21, n. 14.
65
217
Collatio, 24. Esta afirmación de Escoto recuerda el rechazo total de toda similitud existencial entre
Dios y las criaturas, defendida por ABENHAZAM, tal como expone J. F. Ortega en su artículo "El
voluntarismo de Abenhazam": "Dios es situado con ello en absoluta disimilitud con relación al resto de lo
real... De aquí que no podamos conocer a Dios, ni atribuirle nada por analogía alguna entre Él y el resto de
la realidad", p. 91.
218
Escribe Escoto: "Quod si non cures de auctoritate ista accepta ex diversitate opinionum
philosophantium, sed dicas quod quilibet habet conceptus in intellectu suo propinquos, qui propter
propinquitatem analogiae videntur esse unus conceptus, contra hoc videtur esse quia, ex ista evasione,
videretur destructa omnis via probandi unitatem alicuius conceptus univocam; si enim dicis hominem
habere unum conceptum ad Socratem et Platonem, negabitur et dicetur: sunt duo sed videntur unus propter
magnam similitudinem". Ordinat., I, d. 3, q. , a. 7, n. 7.
67
219
Sobre este punto véase el interesante estudio del profesor D. Ignacio Falgueras Salinas titulado La
"res cogitans" en Espinosa, EUNSA, Pamplona, 1976.
68
Por tanto, las diferencias entre los seres vetan la univocidad; las
semejanzas entre ellos obligan a rechazar la equivocidad. Por tanto, sólo la
analogía del ser puede compaginar tales semejanzas y diferencias. Lo análogo
es intermedio entre lo unívoco y lo equívoco220.
El ser es análogo: El ser tiene distintas significaciones; pero son distintas
no enteramente, sino en parte.
La analogía del ser viene determinada por la trascendentalidad: la unidad
trascendental del ser incluye con lo común a todos lo seres lo propio de cada
uno. Por eso es análogo, ya que tiene una comunidad de predicación y una
diversidad de atribuciones: encierra una unidad diferenciada en la que lo uno es
compatible con lo múltiple. Por tanto la unidad trascendental es imperfecta. Sin
embargo, esta unidad no tolera una pluralidad o diversidad incoherente. Al
defender esta inclusión de lo propio de cada ser y defender que se trata de una
unidad trascendental imperfecta, no es de extrañar que el escotismo afirme que
la analogía tomista no elimina la realidad actual de los seres en la noción de ser.
Por tanto, dice que se trata de una metafísica existencialista, si se puede llamar
metafísica, ya que para Escoto, la no abstracción de lo real material en cuanto
existente es incapaz de hacernos remontar hasta Dios. Lo cual impide salir del
plano de la física y llegar a la metafísica.
¿Cómo se realiza la razón análoga? Si se encuentra realizada
intrínsecamente en todos los analogados, la analogía sería según la causalidad
formal intrínseca. Si se halla realizada intrínsecamente en uno solo y en los
demás denominativamente, esta analogía sería según la causalidad extrínseca.
Pero el tomismo quiere dejar bien claro lo siguiente:
- La analogía del ser no puede ser puramente extrínseca. Si la entidad no
se halla realizada en las cosas, no hay cosas. Su realidad se reduciría a la nada.
- La analogía propia del ser tiene que ser intrínseca. Cayetano defendió
que el ser es análogo con analogía de proporcionalidad propia, y admite que es
también análogo con analogía de atribución extrínseca. Para corroborar la
analogía de proporcionalidad propia se apoya en un famoso texto de Santo
Tomás, que después el P. S. Ramírez interpreta de manera diferente, sin restar
valor a la analogía de proporcionalidad propia, de la cual Santo Tomás trata en
otros lugares. Ramírez defiende también la analogía de atribución intrínseca, que
es de la que en realidad habla el Doctor Angélico en el texto citado por
Cayetano. Más aún, defiende Ramírez que la analogía más importante
defendida por Santo Tomás es la de atribución intrínseca.
Suárez dice que el ser es análogo con exclusiva analogía de atribución
intrínseca. Si admite la analogía de proporcionalidad es únicamente metafórica.
Dice que la idea del ser al no expresar la proporción de la esencia a la
existencia, la analogía de proporcionalidad debería reducirse, a lo sumo, al
ámbito de la metáfora. El "ens ut nomen" al que siempre se refiere Suárez,
expresa la esencia en general, abstracción hecha de la existencia real. En este
punto se acerca a Escoto.
Cayetano y Suárez están de acuerdo en la modalidad intrínseca de la
metafísica. Al defender Cayetano que la analogía de atribución es meramente
extrínseca, se ve obligado a decir que la analogía de proporcionalidad tiene que
220
S. Theol., , q. 13, aa. 5 et 10c.
69
221
El Tratado De analogia está publicado por el C.S.I.C., dentro de la Opera Omnia, Instituto "Luis
Vives", Madrid, 1972. El tema de la analogía ocupa cuatro tomos, como se ha dicho más arriba.
222
O. c., p. 1811.
223
"Aliquid dicitur secundum analogiam tripliciter: Vel secundum intentionem tantum et non secundum
esse: et hoc est quando una intentio refertur ad plura per prius et posterius, quae tamen non habet esse nisi
in uno; sicut intentio sanitatis refertur ad animal, urinam et dietam diversimode, secundum prius et
posterius, non tamen secundum diversum esse, quia esse sanitatis non est nisi in animali. Vel secundum esse
et non secundum intentionem: et hoc contingit quando parificantur in intentione alicuius communis, sed
illud commune non habet esse unius rationis in omnibus, sicut omnia corpora parificantur in intentione
corporeitatis. Unde logicus, qui considerat intentiones tantum, dicit hoc nomen, corpus, de omnibus
corporibus univoce praedicari; sed esse unius naturae non est eiusdem rationis in corporibus
corruptibilibus et incorruptibilibus. Unde, quantum ad metaphysicum et naturalem, qui considerant res
secundum suum esse, nec hoc nomen, corpus, nec aliquid aliud dicitur univoce de corruptibilibus... Vel
secundum intentionem et secundum esse: et hoc est quando neque parificatur in intentione communi neque
in esse sicut ens dicitur de substantia et accidente; et de talibus oportet quod natura communis habeat
aliquid esse in unoquoque eorum de quibus dicitur, sed differens secundum rationem maioris vel minoris
perfectionis. Et similiter dico, quod veritas et bonitas et omnia huiusmodi dicuntur analogice de Deo et
creaturis. Unde oportet quod secundum suum esse omnia haec in Deo sint et in creaturis, secundum
rationem maioris perfectionis et minoris: ex quo sequitur, cum non possint esse secundum unum esse
utrobique, quod sint diversae veritates". S. Thomas, In I Sent., dist. 19, q. 5, a. 2 ad 1m.
224
O. c., p 1813.
70
226
O. c., p. 1827.
227
Cf. Ramírez, O. c., pp. 1726-1933.
228
Escribe Santo Tomás: "Respondeo dicendum, quod impossibile est aliquid univoce praedicari de
creatura et Deo. In omnibus enim univocis communis est ratio nominis utrique eorum de quibus nomen
univoce praedicatur; et sic quantum ad illius nominis rationem univoco in aliquo aequalia sunt, quamvis
secundum esse unum altero possit esse prius vel posterius, sicut in ratione numeri omnes numeri sunt
aequales, quamvis secundum nomen rei unus altero prius sit. Creatura autem quantumcumque imitetur
Deum, non potest pertingere ad hoc ut eadem ratione aliquid sibi conveniat et Deo: illa enim quae
secundum eamdem rationem sunt in diversis, sunt eis communia secundum rationem substantiae sive
quidditatis, sed sunt distincta secundum esse. Quidquid autem est in Deo, hoc est suum proprium esse; sicut
enim essentia in eo est idem quod esse, ita scientia idem est quod scientem esse in eo; unde, cum esse quod
est proprium unius rei non possit alteri communicari, impossibile est quod creatura pertingat ad eamdem
rationem habendi aliquid quod habet Deus, sicut impossibile est quod ad idem esse perveniat. Similiter
etiam in nobis esset: si enim in Petro non differret homo et nominem esse, impossibile esset quod homo
univoce diceretur de Petro et Paulo, quibus est esse diversum; nec tamen potest dici quod omnino aequivoce
predicetur quidquid de Deo et creaturis dicitur... Unde dicendum est, quod neque omnino univoce, nec pure
72
aequivoce, nomen scientiae de scientia Dei et nostra praedicatrur; sed secundum analogiam, quod nihil est
aliud dictu quam secundum proportionem. Convenientia enim secundum proportionem potest esse duplex...
Est enim quaedam convenientia inter ipsa quorum est ad invicem proportio, eo quod habent determinatam
distantiam vel aliam habitudinem ad invicem, ...; convenientia etiam quandoque attenditur duorum ad
invicem inter quae non sit proportio, sed magios similitudo duarum ad invicem proportionum, sicut senarius
convenit cum quaternario ex hoc quod sicut senarius est duplum ternarii, ita quaternarius binarii. Prima
ergo est proportionis, secunda autem proportionalitatis... Quia ergo in his quae primo modo analogice
dicuntur, oportet esse aliquam determinatam habitudinem inter ea quibus est aliquid per analogiam
commune, impossibile est alioquid per hunc modum analogiae dici de Deo et creatura; quia nulla creatura
habet talem habitudinem ad Deum per quam possit divina perfectio determinari. Sed in alio modo
analogiae nulla determinata habitudo attenditur inter ea quibus est aliquid per analogiam commune; et
ideo secundum illum modum nihil prohibet aliquod nomen analogice dici de Deo et creatura" (De Veritate,
q. 2, a. 11c.). Parece que Santo Tomás niega la analogía de atribución. En realidad el Doctor Angélico dice
que "la perfección divina no puede ser determinada desde la criatura". Por eso añade: ""...Deus nullo modo
similis creaturis dicendus est, sed creaturae similes possunt dici Deo aliquo modo. Quod enim ad
imitationem alicuius fit, si perfecte id imitetur, simpliciter potest ei simili dici; sed non e converso...; si
autem imperfecte imitetur, tunc potest dici simile et dissimile id quod imitatur ei ad cuius imitationem fit"
(ibidem, ad 1m.). Por otra parte, no debemos olvidar que el fundamento de las Vías, especialmentre de la
Cuarta, es la analogía: en la Cuarta se habla del ser por esencia y del ser por participación. Santo Tomás trata
de la analogía en otros muchos pasajes: además del famoso texto de las Sentencias, S.Theol., I, q. 13, aa. 5,
6, 10; q. 25, a. 2 ad 2m; q. 29, a. 4 ad 4m; q. 32, a. 1 ad 2m, etc. Otros textos se aludirán posteriormente.
229
O. c., pp. 1728 y ss.
73
seguir afirmando que Dios es el Ser por esencia (Ipsum esse per seipsum
subsistens), y que la criatura sólo tiene el ser (habens esse), sin necesidad de
exclusivizar la realidad intrínseca de ser a Dios. Las criaturas tienen la realidad
entitativa intrínsecamente, aunque sólo sea por participación. La criatura es
"vere ens". Ahí es donde se refleja la bondad y magnificencia del Dios Creador.
Las criaturas participan de la realidad divina, de su ser, unidad, verdad, bondad,
belleza...233
Todo esto que se atribuye a Dios y a las criaturas se puede aplicar, mutatis
mutandis, a las criaturas. El ser creado es análogo a la sustancia y al accidente
con analogía de atribución intrínseca y de proporcionalidad propia.
El ser creado es análogo, porque el nombre "ser" aplicado a los accidentes
significa una razón formal simplemente (simpliciter) diversa de la razón
significada por el mismo cuando se dice de la sustancia, pero aquella razón es
en parte (secundum quid) igual.
La sustancia con respecto a los accidentes es el sujeto de inhesión de los
mismos, es el principio de donde se originan como pasiones propias. Los
accidentes inhieren la sustancia. Los accidentes son aquellos a los que compete
no ser en sí, sino en otro como sujeto de inhesión, la sustancia. A la sustancia,
por el contrario, le compete ser en sí y no en otro. Los accidentes son seres en
orden a la sustancia, que es su supremo analogado. Sin embargo, tienen entidad
intrínseca. Son auténticamente reales. La analogía es de atribución intrínseca.
La analogía es igualmente de proporcionalidad propia. Se dice que es de
proporcionalidad propia porque tanto la sustancia como los accidentes son seres
verdadera y realmente, cada uno a su modo. La sustancia es ser en cuanto
teniendo de suyo el ser; el accidente es aquel cuyo ser consiste estar en otro,
inherir la sustancia. Es de proporcionalidad propia porque cada uno conserva el
nombre como siendo, con significación propia y formal, cada uno a su modo:
como "hombre" significa propia y formalmente sustancia; por su parte, el "color"
designa propia y formalmente una cualidad.
Todavía nos queda una cuestión por tratar. Con frecuencia nos podemos
preguntar si una cuestión pertenece a la lógica o a la metafísica, o si lo que
estamos investigando tiene por parte nuestra un tratamiento lógico o metafísico.
Por tanto, es preciso hacerse la siguiente pregunta: La analogía ¿pertenece a la
lógica o a la metafísica?
Es conveniente seguir exponiendo el punto de vista de S. Ramírez. En
torno a si el estudio de la analogía pertenece a la lógica o a la metafísica, en su
juventud Ramírez decía que su punto de vista era ontológico, no crítico 234. La
analogía es proporción. Pero la proporción es relación real 235. Luego la analogía
es esencialmente algo real o metafísico y no intencional o lógico. El punto de
vista puramente metafísico es el punto de vista formal y propio de la analogía.
Sin embargo, después de afirmar durante gran parte de su vida la
pertenencia de la analogía a la metafísica, al final, en la época de su madurez
investigadora, Ramírez acaba afirmando que la analogía pertenece "per prius" a
233
Cf. S. Theol. I, q. 13, aa. 6c et 10c. Necesariamente todo analogado se dice tal por relación a un
primero que es necesario poner en la definición de todos.
234
Cf. Boletín de Metafísica, Ciencia Tomista, 27 (1923), p. 405.
235
S. Thomas, De Potentia, 7, 10.
75
237
Esta fidelidad de los medievales al realismo aristotélico es resaltada por J. F. Ortega Muñoz en su
artículo "El lugar de la ¢metafísica¢en el conjunto del saber según Aristóteles", Anuario, Centro asociado
de la UNED de Málaga, vol. I, 1987, p. 106. Dice que la realidad del eîdos sólo se da encarnada en las
cosas. La sustancia entendida como eîdos no es sin más un universal, sino un momento de la cosa misma, lo
que la cosa es en sí, su "talidad" en palabras de Zubiri. "Afirmar que las cosas -escribe Aristóteles- son
paradigmas y que participan de ellas las demás cosas son palabras vacías y metáforas poéticas" (Metaph.,
IV, 2, 1004a). Con respecto a esto escribe Ortega Muñoz: "La realidad del hombre, el ser del hombre lo son
varios individuos, pero cada uno lo es de una manera determinada, gracias a que realiza esa hominidad en
una materia concreta, pero esa hominidad no es una participada por los individuos, lo cual era la doctrina
de Platón, ni es una individualmente, eso nos llevaría a Spinoza, sino que es una en tanto que es repetida
como siendo igual en cuanto estructura (forma) pero diferente en cuanto que sólo puede darse realmente en
tanto que siendo en un compuesto individual concreto" (o.c., p. 106).
79
siempre empieza con una observación, partiendo de lo que está ahí, de lo que
de hecho es. A partir de esto se adentra en las más altas especulaciones
metafísicas. Lo que está ahí son cosas materiales, cuantificadas de hecho.
Santo Tomás, siguiendo a Aristóteles, parte de que la materia prima es de suyo
común, idéntica. Por ello pone la individualidad en la "materia signata quantitate",
es decir, en una materia concreta que dice orden por su propia naturaleza a una
cantidad determinada, es decir, con orden trascendental a una cantidad
concreta. Ciertamente la cantidad es posterior a la materia, y a la sustancia
(materia prima informada), pero se parte de lo que de hecho es. Y lo que está ahí
es un individuo. Luego el poner la individuación en la materia con orden
trascendental a una cantidad determinada no quiere decir que la cantidad forme
parte del principio de individuación (aunque sí del individuo), sino que es la
misma "materia signata" (o con orden trascendental) a una cantidad
determinada. Pero lo que hay que destacar o precisar es que una cosa es la
consideración de aquello en que algo consiste (esencia) y otra lo que es de suyo
aquí y ahora, actualmente: "esta sustancia cuantificada, con todos sus otros
accidentes".
- Distinción entre esencia y existencia. Por último, para ahondar más en la
cuestión, cuando se habla de la distinción real entre esencia y existencia, con
frecuencia se cae en un equívoco de interpretación. Lo que en realidad existe es
una esencia realizada, existente, lo que está siendo, lo que está ahí.
Olvidándonos de las esencias posibles, ¿se distingue realmente la esencia
actual en cuanto actual de la existencia? No. ¿Se distingue realmente la esencia
actual en cuanto esencia de su propia actualidad o existencia? El tomismo dice
que sí. De modo similar o análogo podemos decir que "una pared blanca en
cuanto blanca no se distingue de la blancura, pero sí se distingue de la misma en
cuanto pared".
En conclusión, después de analizar estos tres casos queda claro que
dentro del tomismo hay que distinguir lo que está delante de nosotros, lo que de
hecho es, lo actual, de su constitutivo, de su esencia. Pero nunca se puede
olvidar que siempre se parte de lo que es de suyo, de lo que está ahí, de lo que
de hecho es. Se puede llegar a las más altas cotas metafísicas, pero no se
puede dejar nunca de lado la referencia a la realidad de la que se ha partido. De
lo contrario se corre el peligro de cambiar de orden, de quedarnos sólo en el
plano ideal.
Donde se observa esto de un modo especial es en el concepto analógico
del ser. Según se ha visto, incluye a todos los seres en su propia realidad,
aunque sea mínima. Sin embargo, en los casos tratados, en los que no se puede
prescindir totalmente de la referencia al ser del que se ha partido, se centra la
atención en la esencia o en el constitutivo esencial o formal. En la analogía del
ser se incluyen todos los seres (con todas las diferencias, pues también son
realidades, son ser) de un modo actual, aunque implícito. Se ve aquí el valor que
da el tomismo a la existencia.
Siempre se parte de seres reales. Pero no se queda ahí. La noción de ser
es fruto de una abstracción. No debemos olvidar que el objeto formal propio y
primario del entendimiento humano en cuanto tal es la quididad de las cosas
materiales. Pero al formar la noción de ser se utiliza la abstracción, la precisión
consciente e incluso judicativa, abstrayendo no de lo real existente, sino de las
condiciones materiales de la existencia. Así se quita la rémora de lo material y se
81
emprende el vuelo hasta las más altas consideraciones del ser, e incluso se
puede llegar al mismo Dios. Ciertamente sólo se puede andar por el camino de
la analogía, a partir de las experiencias del ser creado que nos rodea: el ser
creado está dotado de perfecciones aplicables a Dios de un modo analógico, por
vía de remoción y de atribución formal o virtual (según los casos) eminente.
Para llegar a un Dios real, auténtico, existente, es preciso partir de la
existencia, del ser ejercido, del "ens ut participium". Utilizando la analogía de
proporcionalidad propia podemos pensar en un ser cuya esencia infinita es a su
ser infinito, como la esencia del ser creado es a su propia existencia contingente.
Pero es imprescindible recurrir a la analogía de atribución para descubrir la
riqueza del ser por esencia, razón y causa de todo. La consideración del "ens ut
nomen", que exige la analogía de atribución intrínseca, nos lleva a la
jerarquización del ser: el ser por esencia, Supremo Analogado, y el ser por
participación, graduado. Y esto no por una mera denominación extrínseca, desde
el Supremo Analogado, sino con auténtica denominación intrínseca: los seres
por participación son seres auténticos, realidades jerarquizadas. De lo contrario,
estaríamos en un mundo sin fundamento y, además, seríamos incapaces de
llegar al Supremo Analogado mediante seres que son tales por pura
denominación extrínseca. Según nuestro modo de conocer, éstos son los que
nos pueden llevar al Supremo Analogado, al ser por esencia, a Dios.
Según esto, la univocidad nos dejaría en el mundo de lo posible, sin pies en
tierra. La analogía en su doble vertiente, abrazada y conjugada en nuestra
noción de ser, es fecunda, capaz de abrir nuestra mente hacia el infinito. Aunque
éste sea inalcanzable en cuanto infinito en acto, se puede conocer su existencia
y su necesidad, quedando abierto indefinida y progresivamente el camino de su
conocimiento.
Toda variación y diversidad de las esencias implica la diversidad y variación
de las existencias (analogía de atribución intrínseca). Se conserva el ritmo de
variación y la semejanza de la relación de la esencia a la existencia (analogía de
proporcionalidad propia). Todos los modos del ser y sus últimas diferencias se
incluyen en él como realidades actualmente incluidas en la noción de ser
(aunque de un modo implícito o confuso). Pero la multiplicidad de tales modos
está jerarquizada.
Por tanto, ¿qué decir de la univocidad del ser? Creo que asegurar que la
univocidad del ser lleva al equivocismo, agnosticismo o panteísmo no es hacer
justicia a Escoto.
Hemos visto cómo según Escoto se podían conseguir conceptos abstractos
partiendo de lo físico, hasta trascenderlo en lo metafísico. El concepto metafísico
por excelencia es el concepto de ser que sólo expresa la entidad en sí. La
entidad es el primer requisito para que una cosa sea, tanto si es necesaria como
si es contingente. Por eso la entidad, para Escoto, en sí misma unívoca, es el
fundamento real de todas las leyes necesarias y reales de todo ser. Por tanto,
todo concepto abstracto que, prescindiendo de la contingencia existencial,
expresa una esencia relacionada con la entidad, corresponde a las ideas
necesarias del Artista Supremo y expresa el sentido real de las cosas, incluso
contingentes, en su última radicalidad esencial.
Duns Escoto deja bien claro que la primera realidad común a todo lo que
es, es ser, es la "entitas". Es el primer requisito para que una cosa sea. Por ello
82
es la primera "realitas" de una esencia cualquiera. Para que esto sea aplicable a
todo, tiene que prescindir de la contingencia existencial. Sin embargo, Escoto,
realista244, se refiere a la realidad auténtica, que, en último término, expresa lo
real existencial, sea físico, sea espiritual. Desde el punto de vista esencial todo
es necesario, al menos como idea en la mente del Creador. Su realización
concreta, mediante la creación, es algo totalmente libre por parte del Creador.
Por eso, este mundo creado es contingente. ¿No es prácticamente lo mismo que
he señalado más arriba, que siempre hay que partir de lo que de hecho es, de lo
que es de suyo, una esencia realizada? Lo más común a todo es eso, que es
entidad, que es realidad, que es... La gran diferencia estriba en que Escoto sigue
empeñado en considerar la inteligencia en cuanto tal, aunque reconozca que en
su estado de unión ("homo viator") está anclada en la experiencia sensible. Pero
el auténtico objeto formal de la inteligencia, para Escoto, es el ser en cuanto ser,
en su "capacidad de conocer todo el ser".
Creo que Escoto, en su laudable empeño de buscar algo común entre Dios
y las criaturas, se centra en la pura entidad de ambos, como primera realidad
común a todo lo que es, aunque sea en la mínima expresión de puro ser
aplicable por igual a todo, anterior incluso a cualquier diferencia. Es la raíz de
toda inteligibilidad y objeto de la metafísica.
En una mente tan realista como la de Santo Tomás, pienso que el hilo
conductor de todo su estudio referente al ser creado y Ser Increado ha sido la
realidad. Precisamente todo su afán se centraba en encontrar lo que de hecho
es y, sobre todo, llegar al Ser Incausado, al "ipsum esse per seipsum
subsistens", explicación de toda realidad. Esto no quiere decir que admita que el
eslabón entre Dios y las criaturas es el concepto unívoco de ser como realidad
comunísima, incluso fundamento de toda analogía, como pensaba Escoto. Santo
Tomás sigue utilizando el proceso de abajo arriba, guiado siempre por la
búsqueda y explicación de la realidad, de lo que (esencia) es (realizada o
existente), .
Para concluir, opino que tomistas y escotistas han radicalizado demasiado
sus posturas. Podríamos decir ¿por qué tanto empeño en afirmar que el
concepto de ser como "entidad" (como primera realidad común a todo ser) es
unívoco, o no reconocer que la realidad como actualidad es el hilo conductor de
toda nuestra investigación?
244
Incluso se puede afirmar que la pretensión de Escoto es ser más realista que el mismo Santo Tomás.
Por ello busca lo comunísimo con el fin de salvar el objeto de metafísica, y la metafísica misma, ciencia de
lo real en sí, de lo que es de suyo.
83
246
Es curioso observar que algunos escotistas actuales ven en la "distinctio formalis ex natura rei"
referente a la distinción entre esencia y existencia una especie de "distinción real imperfecta". Se refieren a
que esta distinción no lleva consigo la divisibilidad o separabilidad. Santo Tomás había dejado bien claro
que esencia y existencia, a pesar de distinguirse realmente, no son seperables. La "distinctio formalis ex
natura rei" es una distinción "por naturaleza de la cosa": no sólo en la razón sino en la cosa, aunque no se dé
separabilidad. ¿No están diciendo casi lo mismo? A ver si se da un mayor acercamiento entre la analogía y la
univocidad, sobre todo después de que S. Ramírez ha sabido compaginar la analogía de proporcionalidad
propia con la de atribución intrínseca. Las cosas tienen algo común. No son puramente equívocas.
85
10.- CONCLUSIONES
como existencia la de los seres sensibles del orden físico. Con esto pretende
evitar el agnosticismo. Si la contemplación u observación del mundo sensible no
es capaz de llevarnos a Dios, pues no trascenderíamos de lo sensible, hay que
recurrir a algo absolutamente común: el ser en cuanto ser, pero unívoco. Es
preciso recordar que si Escoto habla del ser en cuanto ser en este sentido es
porque supone el hecho de la Revelación, que lleva en sí la posibilidad de la
contemplación de Dios. Una vez aclarado esto, Escoto cree que su tratado del
ser es racional, es decir, está en el plano filosófico. Entonces el ser en cuanto ser
sería el objeto de la metafísica.
En cambio, para Santo Tomás el objeto formal primario del entendimiento
humano en su estado de unión con el cuerpo es la quididad o esencia de las
cosas materiales. Hay que destacar dos cosas: a) Que la quididad de las cosas
materiales es el objeto primario, mas no único. b) Que el objeto primario y directo
del entendimiento es el universal; el entendimiento humano tiene un
conocimiento indirecto, a partir del universal, de las cosas individuales. Estas dos
puntualizaciones pueden ayudarnos a entender mejor a Tomás de Aquino. Al no
ser único el campo al que se extiende el entendimiento y al ser universal (a
pesar de tratarse inmediatamente de esencias materiales), se está poniendo el
fundamento de la doctrina de la analogía. El entendimiento se centra en el
campo de la universalidad, que es una especie de espiritualización de las
esencias o quididades materiales: en el proceso abstractivo se prescinde de la
materia concretada por una cantidad determinada, que es el principio de
individuación250. A partir de aquí, tenemos el eslabón o el puente que nos puede
llevar a Dios: la analogía del ser. Por similitud con los efectos, finitos, desgajados
de su materialidad, nos adentramos en el orden de la universalidad, de la
espiritualidad, pudiendo llegar a su Causa última, a Dios. Esta similitud es el
concepto analógico del ser: aunque la criatura sea "simpliciter" diferente del
Infinito, de Dios, es, sin embargo, "secundum quid" (en parte ciertamente ínfima),
igual. Aplicado a la sustancia y a los accidentes se puede decir algo similar,
aunque la diferencia no sea infinita.
En este punto está una de las grandes diferencias entre Escoto y Santo
Tomás. Se profundizará más cuando analicemos con mayor detención la
univocidad del ser y la analogía. Pero, ¿en realidad existe tanta diferencia?
c) Filosofía y teología, diferentes concepciones.
Precisamente la univocidad y la analogía llevan consigo una concepción
distinta de la filosofía, especialmente de la metafísica, y de la teología. O más
bien, se podría decir que al tener distintas concepciones de filosofía y teología se
ven obligados a defender la univocidad o la analogía respectivamente.
Escoto, según hemos visto, cree que la analogía no es capaz de llevarnos
a Dios. Rompe la conexión criatura-Dios. El analogismo corta los vuelos a la
inteligencia humana en pos del infinito, de la divinidad, reduciendo la metafísica
a física pura y simple. No se puede trascender de lo material o sensible.
El Doctor Sutil dice que la concepción analógica del ser conduce a la
equivocidad y al agnosticismo. Por eso piensa que hay que defender la
univocidad del ser. Se reduce a pura entidad, pero desde la realidad entitativa y
250
Hablando con más precisión, el principio de individuación es la "materia signata quantitate", es
decir, la materia con orden trascendental a una cantidad determinada. No se puede salir del orden de la
esencia, pues se trata del principio de individuación. Otra consideración es la del individuo concreto.
88
sólo desde ella se puede construir una metafísica, que será, a su vez, muy útil
para conocer mejor la Revelación. La teología, en cuanto ciencia humana, está
condicionada por la metafísica: está condicionada radicalmente por el concepto
unívoco de ser. Sin embargo, como ciencia divina, su fundamento es la
Revelación: el Ser Infinito que descubre la Revelación es inmensamente más
rico que el de la metafísica.
La auténtica metafísica es, pues, para Escoto impensable e imposible sin la
Revelación. Por la Revelación sabemos que tenemos que llegar a ver cara a
cara la esencia divina misma: intuición intelectual inmediata de la esencia divina,
desbordada por el amor inmenso y fruición excelsa que lleva aparejado este
conocimiento. Si no hubiera algo común, aunque fuera mínimo, no podríamos
conocer a Dios, y sería impensable poder hablar del Ser Divino. Este algo común
no es ni más ni menos que la pura entidad, en que todo coincide. Este punto
común, mínimo, es igual, idéntico, unívoco: ser, entidad (realidad, en
contraposición al no-ser, como piensan algunos, o, más bien, como lo realmente
esente). Y no hay más. El resto es pura equivocidad, o ser auténtico en tanto en
cuanto está fundado en la univocidad, en el ser como simple entidad: ser en
cuanto ser. Por eso se puede hablar de metafísica. Distinta de la teología, es
imposible llegar a ella sin una mentalidad teológica, sin un punto de partida que
tiene que ver con la Revelación. La filosofía, más concretamente la metafísica,
es "sierva de la teología".
En el tomismo también se considera que la filosofía, especialmente la
metafísica, y más concretamente la teología natural, es "sierva de la teología".
Pero se parte de una concepción o posición diferente. Desde las criaturas se
quiere llegar al Creador. Partiendo del ser creado, del ser que está ante
nosotros, el ser sensible, se pretende llegar a Dios. El proceso es inverso, de
abajo arriba. Por eso defiende la analogía del ser: por similitud del ser creado,
sensible, se pretende llegar al Creador. El efecto nos lleva a una causa
proporcionada, en último término a Dios. La metafísica, más concretamente la
teología natural, es una ciencia auténtica porque es un complejo orgánico de
verdades que, por demostración, se concluyen de premisas ciertas. Al mismo
tiempo no sólo es una ciencia del ser, sino también de Dios, Causa Primera,
explicación última del ser en su causa, con lo cual se determina el objeto
material de la teología natural. Y es obtenida con la luz natural de la razón; con
esto se expresa su objeto formal y se distingue de la teología sobrenatural 251252.
La teología sobrenatural también es ciencia (incluso sabiduría). Sin embargo,
sustituye la evidencia objetiva de las premisas primeras (especialmente la
mayor) por la Revelación, o evidencia de credibilidad en Dios revelante. A partir
de premisas de fe construye la llamada "ciencia de la conclusión teológica". Es
auténtica ciencia porque hay verdaderas deducciones, a partir de premisas, en
las que se utiliza la razón que parte de una verdad revelada, extrayendo
conclusiones.
Donde se observa la mayor diferencia entre la concepción escotista y
tomista con respecto a Dios, no es sólo en la concepción de la univocidad o
analogía del ser, sino en las razones que movieron especialmente a Escoto a
defender la univocidad del ser. Son principalmente las siguientes:
251
Cf. González Álvarez, A., Tratado de Metafísica. Teología natural, Gredos, Madrid, 1963, pp.10-11
252
89
254
Se deben tener en cuenta las puntualizaciones que se han hecho sobre la influencia de Avicenas en
Escoto cuanto se trató este tema, especialmente en las ditintas concepciones de necesario y posible.
255
Cf. Id., Prol, 2, lateralis, n. 21.
256
O. c., p. 1092.
257
Rep. 1, 2, 3, n. 8.
91
Tomás. Lo único que sucede es que el Doctor Angélico supo delimitar mejor los
campos.
d) Univocidad del ser o analogía del ser.
Hemos vuelto al punto fundamental de este trabajo. Es preciso resumir las
posturas de Escoto y de Santo Tomás, estudiadas con cierta amplitud
anteriormente.
- Juan Duns Escoto.
Univocidad.- Un concepto es unívoco siempre y cuando significa la misma
cosa al usarlo. Al decir "significa" se centra en el plano lógico. Pero como a todo
concepto corresponde una realidad, la univocidad no se reduce a pura lógica.
Antes bien, referida la univocidad al ser, justifica el valor de la metafísica.
Según Escoto, la univocidad es necesaria en toda demostración.
Analogía.- Es imposible sin la univocidad. Antes de ser algo
existencialmente análogo, debe ser esencialmente unívoco. La analogía se
reduce al plano existencial. Por tanto, desde la perspectiva escotista la analogía
en el tomismo no pasa de la física, por no prescindir del plano existencial.
Inteligibilidad del ser.- Según el Doctor Sutil, nuestro entendimiento es, por
naturaleza propia, radicalmente capaz de ver a Dios, aunque esta posibilidad la
conocemos sólo por revelación; por tanto, es capaz de toda inteligibilidad. No
puede conocer lo que son las esencias de las cosas materiales e inmateriales si
no conoce primero lo que es la entidad, que es propiedad radical de toda
esencia.
El ser en cuanto ser, la entidad, carece de toda determinación. Es
simplemente neutra. El ser es absolutamente común. El puro ser es
absolutamente indeterminado, pero determinable. Por ello es el primer inteligible
y el más común.
Conclusiones de la concepción unívoca del ser:
- El objeto primero, propio y adecuado de nuestro entendimiento es el ser
en cuanto ser, la entidad, absolutamente indiferente a toda determinación.
- El concepto esencial de ser se refiere a toda esencia. No se refiere a las
esencias materiales, sino a toda esencia.
- Nuestro entendimiento es de suyo, por sí mismo "capax totius entis". Por
su misma naturaleza puede conocer todo lo que cae bajo la razón de ser.
- Llegamos al descubrimiento del ser en su forma comunísima gracias a la
Revelación. Superando al filósofo, dentro de su mismo método filosófico,
descubre el ser.
Univocidad del ser.- Si el objeto formal propio del entendimiento humano
fuera la quididad de las esencias materiales (Aristóteles y Santo Tomás), no se
daría la inteligibilidad de la serie de realidades analogadas. Habría que descubrir
otro concepto primero, propio y adecuado para ser inteligible. Hasta las verdades
reveladas serían ininteligibles sin este concepto.
La univocidad del ser se mantiene dentro de la metafísica. La predicación
unívoca de este concepto de ser supone un perfeccionamiento de la analogía
aristotélico-tomista y es, al mismo tiempo, el último fundamento de la misma.
Escoto pretende llegar a Dios, ofreciendo un eslabón, un puente, entre ser finito
92
y ser infinito: es el concepto unívoco del ser, lo comunísimo entre Dios y las
criaturas. Es aplicable a todo lo inteligible. Pero lo inteligible es tal por el hecho
de incluir el ser.
La univocidad del ser se debe a que la ENTIDAD es la primera realidad
común a todo ser: se debe a la primacía de comunidad de toda realidad.
Sin embargo, el concepto de ser no es quiditativamente común ni a las
últimas diferencias (acto-potencia) ni a los trascendentales, sino sólo de un modo
indirecto. Pero tampoco se da un concepto más común que el ser. Precisamente
porque el ser no es quiditativamente común a sus diferencias, queda
zanjado el peligro de panteísmo o monismo en la univocidad del ser.
Por tanto, sea quiditativa o esencialmente, sea virtualmente, el ser es
siempre unívoco. Gracias a esta univocidad se da un primer inteligible,
fundamento de toda inteligibilidad y también fundamento de toda ciencia: la
metafísica. Y al hacer la diferencia entre univocidad esencial y univocidad virtual,
se libra del posible achaque de panteísmo.
- El ser no es un género.- Si el ser fuera el género último, se terminaría en
un monismo, incluso en un panteísmo.
La solución será la comunidad de ser, demasiado común para ser un
género. Ningún género puede predicarse quiditativamente de sus diferencias,
pues éstas no podrían determinarlo. Toda diferencia específica sería a su vez ser
lo mismo que el género: el ser no puede ser diferencia del ser.
Tampoco puede ser género de las últimas diferencias del ser. Pero según
Escoto las diferencias específicas expresan una realidad limitada, compuesta:
añaden notas, aumentando la comprehensión y coartando su extensión. Las
diferencias últimas del ser no indican limitación, sino sólo determinación. El ser
es de suyo indiferente, y las diferencias últimas son absolutamente simples.
Por tanto, aunque las diferencias últimas no incluyen "in quid" (quiditativa o
directamente) el ser, éste es virtualmente unívoco a dichas diferencias. Por ser
absolutamente simples, pueden determinarlo sin formar composición.
En conclusión, si se tratase de un ser análogo, según Escoto, quedaría
reducido a pura equivocidad.
- Santo Tomás de Aquino.
-Univocidad.- Es la atribución idéntica de una misma razón universal a
varios sujetos (ratio simpliciter eadem). Lo puramente unívoco es universal
según el nombre y según la razón o definición significada por el nombre: dentro
de un único predicamento.
-Analogía.- La razón análoga tiene que ser "simpliciter diversa", "secundum
quid" la misma. Los conceptos y términos análogos son universales según el
nombre y según la razón o definición significada por el nombre. Son
suprapredicamentales (trascendentales). No son ninguno de los cinco
predicables. No se comunican en una naturaleza de género o especie, sino sólo
en una naturaleza según proporción. Por lo tanto, lo universal análogo es "uno"
apto para estar en muchos según el nombre y razón no totalmente igual, sino
sólo relativa o parcialmente.
Entre los análogos se puede dar verdadera ciencia, aunque no sea
perfecta.
93
BIBLIOGRAFÍA
Bibliografía del autor
Hay dos ediciones completas antiguas en las que se incluyen tanto los
escritos considerados actualmente auténticos como otros apócrifos. Éstas son:
-- Juan Duns Escoto: Opera Omnia, Edición de Wadingo (Wadding). Fue la
primera edición de las Opera Omnia de Escoto, dirigida por el franciscano Lucas
Wadingo, junto con otros escritores. La componen 12 volúmenes. Se imprimieron
en Lyon en 1639. Se reimprimieron en Hildeheim en 1968.
-- Juan Duns Escoto: Opera omnia, Edición de Vivès. Fue impresa en París
durante los años 1891-1895. Consta de 26 volúmenes. Es una reedición de la
"Edición de Wadingo", pero con un libro más, apócrifo, De perfectione statuum.
Existen otras ediciones más actuales:
-- Juan Duns Escoto: Opera Omnia, Edición crítica. Se está llevando a cabo
en Roma por una comisión escotista, bajo la dirección de Carlos Balic, O.F.M. El
1er. y 2º volúmenes aparecieron editados en la Ciudad del Vaticano, Roma, el
año 1950, bajo el título: Doctoris Subtilis Ioannis Duns Scoti, Ordinis Fratrum
Minorum, Opera omnia. En el 1956 habían aparecido ya cuatro volúmenes.
Desde 1950 al 1973 han sido editados I-VII. Ordinatio, Prol. Dist. 3ª.
-- Obras del Doctor Sutil, Juan Duns Escoto. Dios Uno y Trino, edición
bilingüe, BAC, Madrid, 1960.
-- Obras del Doctor Sutil, Juan Duns Escoto. Cuestiones cuodlibetales,
edición bilingüe, BAC, Madrid, 1968,
-- Juan Duns Escoto: Tratado acerca del Primer Principio, edición bilingüe,
BAC, Madrid, 1989.
Creo que la Edición Crítica de las obras de Duns Escoto, llevada a cabo en
Roma por una comisión escotista, dirigida por Carlos Balic, es la más importante
y fiel al pensamiento original del autor. Es la que he usado con más asiduidad.
También me he servido de las publicaciones bilingües de la BAC.
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