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AIH. Actas VII (1980). Dios en la tierra como lectura ideológica del sistema semiológico cristiano. SARFAT...
Revueltas que escribe « Tierra » con mayúscula. La edición Empre-
sas Editoriales que escribe « tierra» con minúscula (aunque pre-
cedido también del artículo determinado) añade una cita de Dos-
toievski que universaliza igualmente la problemática (« ...y, sin em-
bargo, estoy seguro de que el hombre nunca renunciará al verda-
dero sufrimiento; es decir, a la destrucción y al caos »). En esta edi-
ción « Dios en la tierra » no es ya el título de un cuento sino el título
de la serie de cuentos y en realidad, todos los cuentos recogidos en
esta serie son como variaciones en torno al mismo tema que este
cuento desarrolla de modo más explícito. Para probar esta tesis nos
valdremos de un examen intertextual. Veamos pues los diferentes
sistemas semióticos que concurren en la producción del texto.
El narrador no es puro espectador. No nos asombrará por tanto
el que en el cuento, los Federales aparezcan bajo signo positivo;
tampoco nos sorprenderá que irrumpan en el texto en boca del
narrador dos pronombres personales en primera persona del plural
(« nos dejaríamos... por hundimos ») y el morfema « muñ/ésemos »
que indican claramente su postura. Así el narrador no sólo toma
partido en favor de los Federales sino que se compromete in-
cluyéndose en su grupo y la distancia que parece querer tomar frente
a ellos (« debían tener sed... escupían pastoso ») se anula cuando
introduce en el texto una apreciación que sólo puede ser percibida
por un Federal y desde dentro (« saliva... que ya sabía mal »).
Los Cristeros, al contrario, son presentados como elementos
nefastos y peligrosos. El cuadro siguiente reproduce los signos anti-
téticos que corresponden respectivamente a cada uno de los grupos
opuestos:
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Para recalcar lo dicho, es interesante notar que la palabra
Cristero no aparece nunca en el texto mientras que encontramos
ocho términos para identificar a los Federales (soldados, oficiales,
oficial, federales (2), sargento, teniente, hombres de uniforme). A
los Cristeros se les señala más bien como a un bloque, a una
masa (5) impenetrable, como a una colectividad fanatizada y ciega;
los deícticos que los señalan son indefinidos. Mientras que a los
Federales se les pinta como a seres individualizados que tienen ros-
tros humanos y son presentados con definidos (« el teniente Medi-
na », « el sargento », «el oficial », « con el rostro rojo », « mi
teniente » (2)).
A esta visión maniquea del mundo (mexicano de la guerra de
los Cristeros) hay que añadir la de un Dios omnipresente, mani-
pulador, potente y hostil a la vez. No nos extrañará pues, el que
en un texto de apenas seis páginas, hallemos 28 alusiones directas
a Dios (Dios: 24, El: 4) ya que es el eje alrededor del cual se
enfrentan los dos grupos. En este contexto Dios al igual que los
Cristeros, cobra un valor negativo (odio, hostil y sordo, enojado...)
que sirve por consiguiente a reforzar la tesis anti-cristera. Dios es
pues elemento de la ideología cristera y es condenado con ella.
No obstante, nos condenaríamos a una interpretación super-
ficial del texto de no mencionar un hecho que nos llama la aten-
ción e introduce un nuevo valor a la dialéctica planteada por Re-
vueltas: en efecto, si bien los dos grupos (Cristeros y Federales)
se enfrentan según sus posturas frente a Dios, cabe señalar por otra
parte la presencia en el texto del signo interrogativo que aparece
23 veces y que confiere al estilo un valor inquisitivo donde la duda
viene a matizar la aseveración. Tal observación se ve confirmada
por el empleo iterativo del indefinido « algo »2 que, difundido a
lo largo del texto, nos autoriza a interrogarnos sobre la significa-
ción del tono profético que envuelve el texto. Pero es la concu-
rrencia en el texto de 3 tradiciones (la bíblica del Antiguo Testa-
mento, la pagana y la neotestamentaria y cristiana), lo que denuncia
la ideología cristera (cristiana?) como una simbiosis monstruosa,
como un sistema ideológico lleno de contradicciones.
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Primeramente la visión bíblica del Dios del Antiguo Testa-
mento señalado por signos explícitos de una parte y por una serie
de evocaciones de otra:
— Biblia — tinieblas — la ley terrible
— Génesis — antes de la luz — dios de los ejércitos
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Estos signos explícitos esbozan ya los contornos de una isotopía
que creemos ver constituirse en el sistema al añadir a estos primeros
elementos todas las evocaciones de la divinidad monstruosa:
lápidas enormes — bárbaro — descomunales dedos
sin dimensión — crueles encina
tan gruesas — rabiaban — horrorosamente falta
tan profundas — inhumano de ojos
dedos gruesos — furia — rostro inmutable,
desenfrenaba — iracundo imperecedero
sin labios — inmensas — fuerte y terrible
piedras — tenazas de cólera
Por último, citaremos el mito cristiano:
— Cristo Rey (5) — rey (2) — iglesias — manto púrpura
— «un cristiano » — espinas — descreído — hijos de Dios
— Dios (defendiendo su iglesia)
Señalaremos también como recuperación del mito cristiano la
ultima escena del cuento que corresponde a una brutal transposición
de la crucifixión de Cristo: Cristo aquí es paradójicamente repre-
sentado por un anticristero acusado de traición por los habitantes
del pueblo (había prometido y luego proporcionado agua a los Fede-
rales, quienes caminaban por el desierto, sedientos y rendidos desde
hacía varios días). Después de haberlo perseguido y apaleado, al
igual que a Cristo, los Cristeros proceden a la « crucifixión » del
« profesor »: se sirven de un machete para afilar un palo que luego
encajan en el cuerpo desmadejado de su víctima y que clavan en
la tierra como si fuera un espantapájaros.
La redistribución de todos estos mitos se organiza, como lo
veremos en la lectura que proponemos, alrededor de un sistema que
llamaremos de inversión, y que corresponde a la dialéctica revueltiana:
1. A partir del mito bíblico y a través de la imagen de Yahvé,
el Dios arbitrario y terrible del Antiguo Testamento, reproducimos
este esquema de estructura invertida ( + vs — ) . En efecto nos remite,
por sus numerosas connotaciones, al Génesis pero, mientras que en
el Antiguo Testamento, Dios es el Creador de los elementos, aquí es
el destructor de estos elementos: se trata pues de un Génesis visto
en su envés 4 en que « el cielo oscurece », en que parece que « de
4. Cf. el artículo de Publio Octavio Romero «Los mitos bíblicos en El luto
humano » (Jalapa, « Texto crítico » No. 2, 1975).
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pronto el universo se paralizase y los planetas y las estrellas se cla-
varan en el aire », en que se encuentran « mares petrificados ».
Otro ejemplo de este esquema invertido nos lo proporciona
la simbología del agua. Se sabe que en la mayoría de las religiones
el agua, como lo escribe Mircea Eliade 5 « symbolise la totalité des
virtualités », « qu'elle precede toute forme et supporte toute créa-
tion ». El texto de Revueltas refleja muy bien esta atribución dada
al agua: « el mundo se hizo de agua » (p. 369), « ¡Agua! nada menos
que la vida » (p. 372), « del agua nace todo » (p. 369), pero este
valor recuperado está inmediatamente investido del signo negativo
(se reproduce así el esquema + vs — ) : en efecto, el agua en el
cuento tiene la doble función antitética de calmar la sed de los
Federales y provocar consecutivamente la muerte del « profesor ».
5. Mircea Eliade, Traite d'histoire des Religions (París, Ed. Payot, 1968, p. 158).
6. Paul Diel, Le symbolisme dans la mythologie grecque, (París, Ed. Payot,
1952, pp. 119 et 59).
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poder. Ahora bien, si se destruye la asociación Cristo/Rey, nota-
remos que:
— Cristo connota: ternura , amor, sacrificio, inocencia, humildad
— mientras que Rey connota: fuerza, orden, poder, orgullo.
Nos encontramos una vez más ante un procedimiento dicotó-
mico que parece ser una de las constantes del texto.
El Cristo nombrado en « Dios en la tierra » es más un « rey »
que un Cristo y, siempre que la palabra « rey » aparece sola, connota
el poder autoritario. No nos extrañaremos, por consiguiente, de que
el examen de la « contaminación semántica » « Rey sin espinas »
nos lleve al esquema siguiente:
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de su víctima. A pesar de que ambas palabras pertenecen a un
mismo campo semántico, la palabra « maestro » lleva una connota-
ción cristiana ya que también a Cristo lo llamaban « maestro ». La
asimilación del profesor a Cristo queda claramente expresada por
este cambio léxico que lo hace llamar « maestro ».
Ahora bien, el hecho de que el « maestro-Cristo » represente
en realidad al partido de los anticristeros y que sea perseguido y
luego crucificado por los mismos Cristeros evoca muy bien el estado
de confusión, el caos que pudo engendrar la guerra de los Criste-
ros pero al mismo tiempo pone en evidencia la degeneración de
un cristianismo que de víctima ha pasado a ser verdugo y de libe-
rador a represor. La puesta en relieve de estas contradicciones del
sistema constituye lo que llamamos lectura ideológica de un sistema
semiológico.
MONIQUE SARFATI-ARNAUD
Universidad de Montreal
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