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El renacimiento tiene lugar en los siglos XV y XVI. Surgió con escritores como
Boccaccio y Petrarca que retoman las ideas seculares, a través de las artes y las
ciencias se observa un renacimiento del interés por la cultura de los antiguos, la cual
señala la ruptura con las tradiciones clericales de la Edad Media. Los pensadores
del renacimiento se interesaron más por el hombre.
La reforma prostestante fue severamente combatida por Roma, aunque esto podía
haber sido encausado como un nuevo movimiento dentro de la esfera eclesiástica,
fue forzada al aislamiento y se convirtió en un método de protesta llamado
movimiento protestante. Estas reformas se deben a las influencias humanistas, todo
hombre se halla en contacto directo con Dios.
- Renacimiento:
- Humanismo:
- Reforma protestante:
- Cambios científico-tecnológicos:
Los burgueses tenían una posición ambigua en la Edad Moderna. Una visión lineal,
que le interese los hechos hasta la Revolución Burguesa, les buscará
emplazándose a sí mismos fuera del sistema feudal, como hombres libres que, en
Europa, se hicieron poderosos gracias a la creación de redes comerciales. Ciudades
que habían conseguido una existencia libre entre el imperio y el papado, como
Venecia y Génova, crearon verdaderos imperios comerciales. Por su parte, la Hansa
dominó la vida económica del Mar Báltico hasta el siglo XVIII. El mismo papel de la
ciudad europea durante la Edad Moderna puede considerarse un proceso de larga
duración dentro del milenario proceso de urbanización: la creación de una red
urbana, preparación necesaria para el cumplimiento de las funciones sociales del
mundo industrial moderno. A la línea de meta llegaron con ventaja metrópolis como
Londres y París en el siglo XVIII; por el camino quedaron rezagadas, sin capacidad
de articular una economía nacional de dimensiones suficientes para el despegue
industrial.
Aunque fue enorme la diferencia de posición económica entre alta burguesía, baja
burguesía y plebe empobrecida, no lo estaba en muchos extremos por su condición
social: todas eran pueblo llano. La diferenciación entre burguesía y campesinado
todavía era más significativa, pues fuera de las ciudades es donde vivía la inmensa
mayoría de la población, dedicándose a actividades agropecuarias de muy escasa
productividad, lo que las condenaba al anonimato histórico.
Nicolás Maquiavelo.
Su carrera política empezó en 1494, cuando los Médicis fueron expulsados de
Inocencia. Durante el destierro de los Médicis, Florencia fue una república y
Maquiavelo ejerció funciones públicas hasta el regreso de aquellos al poder, en
1512. En todo este tiempo, Maquiavelo se opuso a ellos, y por tanto, cayó en
desgracia. Fue obligado a retirarse de la vida pública. Desde entonces, se
dedicó a escribir sobre cuestiones de filosofía política y asuntos similares.
Intentó recobrar el favor de los Médicis, dedicando a Lorenzo Il su famoso libro,
El Príncipe. En 1513. pero sin éxito. Murió en 1527.
El príncipe estudia las formas y medios con que se conquista y conserva el
poder autocrático, mientras la segunda ofrece un estudio general del poder y de
su ejercicio bajo varios tipos de gobierno. La doctrina expuesta en El Príncipe
no realiza el menor intento de dar piadoso consejo respecto al modo de ser un
gobernante virtuoso. Por el contrario, reconoce la existencia de prácticas
malignas conducentes a la adquisición del poder político. De esta circunstancia
se deriva el significado un tanto siniestro y despectivo del término
“maquiavélico”. Haciendo justicia a Maquiavelo, es preciso declarar que él no
preconiza la villanía como principio. Su campo de investigación se encuentra
más allá del bien y del mal, exactamente como sucede en el caso de las
investigaciones llevadas a cabo por un físico nuclear. Si se desea conquistar
poder, así lo proclama el razonamiento, hay que ser implacable. El que esto sea
bueno o malo es harina de otro costal, pero ello carece de interés para
Maquiavelo. Es posible considerar en falta por no prestar atención a esta
cuestión, pero carece de sentido condenarlo por su estudio del poder político tal
y como existía realmente. Pues El Príncipe es, más o menos, un sumario de
prácticas que eran corrientes en la Italia del Renacimiento. En el curso de su
vida pública al servicio de la república florentina, Maquiavelo había sido
encargado de diversas misiones diplomáticas que le habían deparado amplia
oportunidad para estudiar de primera mano las recónditas complejidades de
intriga política. En el cumplimiento de su labor diplomática, trabó Íntimo
conocimiento con César Borgia, hijo de Alejandro y tan vigoroso pillo como su
padre. Con gran habilidad y osadía, César Borgia buscó forma de asegurarse
su posición en previsión del día que muriese su padre. Su hermano, que se
cruzó en el camino de estas ambiciones, fue eliminado. Por ello. Maquiavelo no
le regatea las alabanzas. En El Príncipe, le recomienda como un ejemplo para
cuantos aspiren al poder. Que tales prácticas le parecieran defendibles a
Maquiavelo está en consonancia con las normas generales del período. Desde
el siglo XVII hasta el XIX, tan implacables métodos no fueron, en general,
condenados, pero. al menos, tampoco fueron elogiados públicamente. En El
Príncipe, la cuestión de la autoridad papal se soslaya con algunas piadosas
perogrulladas. En los Discursos, se adopta un punto de vista más crítico con
respecto al papado. Toda la concepción sobre este problema está informada
aquí por nociones de carácter ético. Maquiavelo considera, en orden al mérito,
los diversos tipos de hombres en el poder, que van desde los fundadores de
religiones hasta los de tiranías. La función de la religión con respecto al Estado
la concibe sobre líneas pragmáticas. La verdad o falsedad de las creencias
religiosas no importa nada en absoluto, con tal solamente de que el Estado
consiga cierta medida de cohesión social. De acuerdo con semejante punto de
vista, es perfectamente lícito, desde luego, perseguir a los herejes. En cuanto a
la Iglesia. es condenada por dos motivos: primero, porque el censurable modo
de vivir de muchos de sus ministros ha resquebrajado la confianza popular en
la religión, y segundo, porque los intereses seculares y políticos del papado
constituyen un obstáculo para la unidad nacional de Italia. Cabe observar,
incidentalmente, que esto es perfectamente congruente con el reconocimiento
de que, en la prosecución de sus propios fines, algunos de los papas políticos
habían actuado con gran destreza. El Príncipe no se ocupa de los fines,
mientras en los Discursos a veces se hace. En cuanto a las normas morales
convencionales, El Príncipe aclara perfectamente que los gobernantes no están
obligados por ellas; a menos que la conveniencia aconseje la obediencia a las
leyes morales, un gobernante puede vulnerarse todas. En realidad, debe
hacerlo con mucha frecuencia si desea conservar el poder. Al mismo tiempo,
debe parecer virtuoso a los demás. Solo mediante esta duplicidad puede un
gobernante conservar su posición. En la discusión general de los Discursos,
Maquiavelo expone la teoría de frenos y equilibrios. Todos los órdenes de la
sociedad deben poseer cierta fuerza constitucional, de modo que puedan
ejercer cierta medida de control mutuo.
Erasmo
Moro
More fue un escritor fecundo, pero Ia mayor parte de sus obras apenas se leen hoy.
Su fama descansa enteramente en una fantasía política conocida bajo el título de
Utopía. Es esta una obra de teoría especulativa social y política, evidentemente
inspirada en la República de Platón. Está compuesta en forma de un relato, que
hace un marinero náufrago, que vivió cinco años en esta comunidad isleña. Como
en la obra de Platón, se observa en esta un gran énfasis sobre la propiedad
comunal, y por razones similares. En ella se sostiene que allí donde las cosas son
de propiedad privada no puede surgir un respeto absoluto por el bien común.
Además, si los hombres poseen bienes propios, se separan unos de otros en la
medida en que difieren sus riquezas. Que todos los hombres deben ser iguales es
un hecho básico que se da por sentado en Utopía. De aquí se infiere que la
propiedad privada constituye una influencia corruptora y que, por tanto, no puede
ser admitida. Cuando su visitante habla a los utópicos acerca del cristianismo, lo
que más les atrae es el rasgo comunista de su doctrina sobre la propiedad. La
organización de este Estado ideal se describe minuciosamente. Hay una capital y
otras cincuenta y tres ciudades, todas construidas sobre el mismo modo, con
idénticas viviendas, a las que todo el mundo tiene libre acceso. Allí donde no existe
la propiedad privada, el robo carece de sentido. El campo está moteado de granjas
explotadas sobre líneas similares. En cuanto a la indumentaria, todo el mundo lleva
la misma clase de ropa, salvo una pequeña y útil distinción en la confección de los
vestidos usados por las mujeres casadas y las solteras. Los vestidos son modestos
y siempre iguales, no estando sometidos a los caprichos de Ia moda. La vida laboral
de los ciudadanos discurre de la misma manera. Todos trabajan seis horas al día, se
acuestan a las ocho de la noche y se levantan a las cuatro de la mañana.
Nicolás de Cusa
La teoría copernicana fue recibida con violenta hostilidad tanto por parte de los
luteranos como de los católicos. Porque se percibía. muy acertadamente, desde
luego, que aquello representaba d co mienzo de un nuevo movimiento
antidogmático que iba a minar si no la religión misma, sí al menos los
principios autoritarios sobre los que descansan las organizaciones religiosas que,
en fin, el gran desarrollo del movimiento científico tuviese lugar principalmente en
países protestantes se debe a la relativa impotencia de las Iglesias nacionales para
controlar las opiniones de sus miembros.
8 - ¿Cómo se conectan las investigaciones de Copérnico, Kepler, Brahe,
Galileo y Newton? ¿Qué relación tienen con la filosofía aristotélica, y por lo
tanto, con lo que aparecía como “el saber” de la época?
Esta nueva hipótesis en el dominio de la dinámica fue formulada por Galileo (1564-
1642), uno de los grandes fundadores de la ciencia moderna. Esta nueva
concepción de la dinámica constituyó una ruptura radical con el aristotelismo en
dos aspectos. En primer lugar, postuló que el reposo no era una condición
privilegiada de los cuerpos, y que el movimiento era tan natural como aquel. En
segundo lugar, probó que lo natural no era el movimiento circular, según se había
creído, sino el movimiento rectilíneo, en el sentido especial en que se empleaba la
palabra natural. Si un cuerpo no sufre ninguna clase de interferencia, continúa
moviéndose con velocidad uniforme en línea recta. La misma forma
insuficientemente crítica de efectuar las observaciones había impedido hasta
entonces una sólida comprensión de las leyes que rigen la caída de los cuerpos. Es
un hecho comprobado que, en el seno de la atmósfera, un cuerpo denso cae con
más rapidez que otro ligero de igual masa.
Más tarde o más temprano, Galileo había de chocar con la ortodoxia. En 1616
fue condenado por un tribunal de la Inquisición, a puerta cerrada. Pero, al
parecer , la conducta de Galileo no debió de ser demasiado sumisa, de modo que
en 1633 fue nuevamente llevado ante un tribunal, esta vez en público. Para
conservar la paz, Galileo se retractó y prometió abandonar en adelante toda idea
acerca del movimiento de la tierra.
10 – Revisar las diversas clases de error que formula Bacon (los “idola”)
Ídolos de la tribu
Los ídolos de la tribu (del latín, idola tribu) son las debilidades del entendimiento
humano que consisten, por una parte, en la imposibilidad de alcanzar percepciones
en analogía con el universo en sí, al ser este mismo conocimiento nublado por la
naturaleza del hombre que intenta conocer. Por otra parte, el entendimiento humano
según Bacon parte de una percepción propia y, de acuerdo con esta, comprende los
estímulos de la naturaleza a los que asigna una distinción que depende de la idea
inicial.
Idolos de la caverna
Los ídolos de la caverna (del latín, idola specus) son las formas de prejuicio por las
cuales alguien de manera inapropiada extiende las normas que se aplican a su
misma cultura y grupo social, o a sus propias preferencias.
Los ídolos del foro (del latín, idola fori), también llamados del mercado o de la plaza,
designan una clase de falacia lógica que resulta de correspondencias imperfectas
entre las definiciones de las palabras en los idiomas humanos y las cosas reales en
la naturaleza que estas palabras representan. Bacon distingue dos tipos de ídolos
del foro:
● Los primeros son «nombres de cosas que no existen» («porque hay cosas
que no se nombran por falta de observación, así también sus nombres
resultan suposiciones fantásticas y a las que nada en realidad corresponde»).
Este primer tipo «es más fácilmente expulsado, porque para deshacerse de él
solo es necesario que todas las teorías se rechacen constantemente y se
descarten como obsoletas».
● Los segundos son «nombres de cosas que existen, pero confusas aún y mal
definidas, y derivadas apresurada e irregularmente de las realidades». Según
Bacon, es esta segunda clase, «que surge de una abstracción defectuosa e
inadecuada», la «intrincada y profundamente enraizada» porque tiene que
ver con la forma en que las palabras mismas pueden guiar el pensamiento.
Los «hombres cultos», pues, debían tener cuidado con las definiciones y
explicaciones, estableciendo el asunto correcto «en algunas cosas». Sin embargo,
«las palabras claramente fuerzan y anulan el entendimiento y arrojan a todos a la
confusión y llevan a los hombres a innumerables controversias vacías y fantasías
ociosas».
Finalmente están los Ídolos que inmigraron a los ánimos de los hombres desde los
diferentes dogmas de las filosofías y también a partir de las perversas leyes de las
demostraciones, a los cuales denominaremos Ídolos del Teatro, puesto que cuantas
filosofías se han recibido e inventado pensamos que son otras tantas fábulas
compuestas y representadas en las cuales se forjaron mundos ficticios y teatrales. Y
no hablamos tan sólo de las filosofías y sectas actuales o antiguas, puesto que
pueden componerse y combinarse con otras muchas fábulas de este tipo.
Ciertamente: las causas de errores completamente diferentes son, sin embargo,
casi idénticas. Tampoco decimos esto únicamente de las filosofías generales, sino
también de muchos principios y axiomas de las ciencias, los cuales se impusieron
por tradición, por credulidad y por negligencia.