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1 – El autor señala cuatro grandes movimientos que marcan el periodo que va

desde la declinación de la Edad Media hasta el siglo XVIII. ¿Cuáles son?


Señalar sus rasgos principales.

El renacimiento tiene lugar en los siglos XV y XVI. Surgió con escritores como
Boccaccio y Petrarca que retoman las ideas seculares, a través de las artes y las
ciencias se observa un renacimiento del interés por la cultura de los antiguos, la cual
señala la ruptura con las tradiciones clericales de la Edad Media. Los pensadores
del renacimiento se interesaron más por el hombre.

El humanismo representaba el dominio privado de pensadores y eruditos. Los


cuales volcaron sus ideas en las escrituras clásicas es decir volvieron a los métodos
griegos cuyas obras estudió y descubrió a estos.

La reforma prostestante fue severamente combatida por Roma, aunque esto podía
haber sido encausado como un nuevo movimiento dentro de la esfera eclesiástica,
fue forzada al aislamiento y se convirtió en un método de protesta llamado
movimiento protestante. Estas reformas se deben a las influencias humanistas, todo
hombre se halla en contacto directo con Dios.

A medida que pasó el tiempo se realizaron grandes avances en campo científico, el


redescubrimiento del sistema heliocéntrico por parte de Copérnico dio una nueva
concepción del hombre. Lo cual conllevo a que la tradición científica sea gran
promotora del pensamiento independiente correlacionando con la idea de la época.
Lo único que la investigación tenía que respetar fueron los cánones universales del
discurso racional, o, en lenguaje socrático, la dialéctica.

2 - Ampliar sobre cada uno de ellos utilizando Wikipedia y otras fuentes


pertinentes (indicar cuáles). Dedicarle un párrafo explicativo a cada uno:

- Renacimiento:

Doctrinas filosóficas y sociológicas que se desarrollaron en Europa (sobre todo, y


antes que en ninguna otra parte, en Italia) en la época de descomposición del
feudalismo y de formación de la sociedad burguesa en su primer período (del siglo
XV a comienzos del XVII). En dicha época, la filosofía oficial seguía siendo la
escolástica, mas la aparición del humanismo en la cultura, la renovación de la
herencia filosófica de la Antigüedad clásica y los importantes éxitos alcanzados en
la ciencia natural hicieron que la filosofía avanzada del Renacimiento dejara de
desempeñar el papel de sierva de la teología y se desarrollaran en ella tendencias
antiescolásticas. Donde primero aparecieron estas tendencias renovadoras fue en la
ética, con la renovación de las doctrinas éticas del estoicismo (Petrarca) y del
epicureísmo (Lorenzo Valla) dirigidas contra la moral cristiana dominante. En la
filosofía renacentista, las concepciones que desempeñaron un papel de mayor
trascendencia fueron las de la filosofía natural (Nicolás de Cusa, Cardano, Telesio,
Paracelso, Bruno, Campanella, ect.) testimonio de que se habían hundido la imagen
escolástica del mundo y los métodos escolásticos para interpretar la naturaleza.
Aunque en las concepciones aludidas se reflejaba el carácter de época de transición
del Renacimiento (afición por la astrología, por la magia, la alquimia y otras formas
de la visión no científica del mundo), en sus líneas generales de desarrollo la
filosofía natural, representaba un triunfo cada vez más decidido de la concepción
materialista del mundo, lo cual halló su manifestación más típica en las ideas
filosóficas de Bruno. Los resultados capitales de la dirección científico-natural de la
filosofía renacentista fueron: los métodos de investigación matemático-experimental
de la naturaleza, filosóficamente generalizados en las obras de Leonardo de Vinci y,
ante todo, de Galileo; la interpretación determinista de la realidad, opuesta a la
interpretación teleológica escolástica; la formulación de leyes auténticamente
científicas de la naturaleza, libres de elementos antropomórficos. Los rasgos
determinantes de la filosofía renacentista eran: la concepción metafísica de los
elementos últimos de la naturaleza como privados en absoluto de cualidad, inertes,
lo cual estaba en contradicción con las concepciones de ciertos filósofos de la
naturaleza.

- Humanismo:

El término humanismo se relaciona con las concepciones filosóficas que colocan al


ser humano como centro de su interés. El humanismo viene a significar la valoración
del ser humano, la propia condición humana. Se refiere a una amplia gama de
filosofías y perspectivas éticas que ponen énfasis en el valor y las acciones de los
seres humanos, individual y colectivamente, y que prefieren el pensamiento
individual y la evidencia (racionalismo, empirismo) sobre las doctrinas establecidas o
la fe religiosa. El término humanismo puede ser ambiguamente diverso y ha habido
una confusión de los usos de dicho término ya que son muchos los movimientos
intelectuales que se han identificado con este concepto a lo largo de la Historia. La
psicología humanista es más que un movimiento, e incluso más aún el reflejo de
una actitud sobre el ser humano y el conocimiento.

En lo que atañe a los conceptos filosóficos humanistas, ya en el siglo XII se produce


un primer “renacimiento”, por decirlo de alguna manera, de la concepción
grecorromana del ser humano.

Generalmente hablando, se podría decir que el humanismo renacentista forja las


bases del hombre moderno. Este humanismo renacentista insiste en la dignidad y
en los valores del hombre educado libremente, por eso lega una concepción
educativa de notable influencia, las humanidades.

En lo que a nosotros nos concierne, el Humanismo produjo ciertos cambios notorios


en la concepción filosófica del ser humano. Por una parte, y como ya hemos
remarcado, la razón humana adquiere valor supremo. Siguiendo con la pretensión
de centralizar y ensalzar al ser humano y a su condición, observamos un notable
optimismo frente al pesimismo y milenarismo característico en la Edad Media.
Podríamos decir que la fe se desplaza de Dios al hombre. También observamos
ciertos rasgos de la filosofía de Platón en lo que concierne al concepto de
idealización y estilización platónico de la realidad. Digamos que se tiende a
“exagerar” y a cargar de optimismo a la realidad, es decir, se pinta mejor de lo que
es, se la ennoblece (lo relacionamos con el término nobilitare.

- Reforma protestante:

Se llama Reforma protestante, o simplemente Reforma, a un movimiento religioso


que provocó la división del catolicismo y el surgimiento de diversas iglesias, a las
que se las denomina genéricamente como protestantes.

La Reforma se inició en Wittenberg, capital del ducado de Sajonia, en la actual


Alemania, a principios del siglo XVI. Su impulsor fue el monje y teólogo alemán
Martín Lutero, quien el 31 de octubre de 1517 clavó Las 95 tesis, en la puerta de la
iglesia del castillo de Wittenberg. En ese documento de su autoría, criticó diversas
prácticas de la iglesia católica, entre ellas la venta de indulgencias y la acumulación
de bienes materiales. Su prédica, a favor de un retorno a los valores del cristianismo
primitivo y en contra de la autoridad del Papa sobre toda la cristiandad, dio origen al
protestantismo. A este movimiento religioso adhirieron muchos de los príncipes que
gobernaban los más de 300 Estados en los que se dividía el Sacro Imperio Romano
Germánico.

De esa manera, el protestantismo se extendió hacia otras regiones de Europa, como


Suiza, los Países Bajos, Escandinavia, Inglaterra, Escocia y algunas regiones de
Francia.

- Cambios científico-tecnológicos:

Entre el siglo XV y el XVII, o sea, los inicios de la Edad Moderna, se ubica la


llamada Era de los descubrimientos, cuyo nombre se debe a que los reinos
europeos se echaron a los mares y comenzaron la exploración global del planeta.

Motivados por la necesidad de mercancías de Oriente y con ánimos de hallar


nuevas rutas comerciales, los españoles, portugueses y británicos (principalmente)
comenzaron la exploración y cartografía del mundo conocido y de sus límites.

A raíz del sorprendente hallazgo de Cristóbal Colón, quien persiguiendo un camino


hacia las Indias se encontró con un continente entero que colonizar y explotar, se
produjo un cambio fundamental en el paradigma medieval del mundo, que lo daba
por conocido en su totalidad.

Así, durante este lapso se exploraron las costas africanas, se “descubrió” y


conquistó el continente americano derrotando a sus imperios originarios. Así se
produjo la primera circunnavegación del planeta y se dio inicio a una competencia
entre los nacientes imperios europeos, que establecieron sus colonias a lo largo del
mundo.

3- ¿Cuáles eran los grupos e instituciones socioeconómicas dominantes en la


época? ¿Cuál fue su reacción frente a estas transformaciones?

Los burgueses tenían una posición ambigua en la Edad Moderna. Una visión lineal,
que le interese los hechos hasta la Revolución Burguesa, les buscará
emplazándose a sí mismos fuera del sistema feudal, como hombres libres que, en
Europa, se hicieron poderosos gracias a la creación de redes comerciales. Ciudades
que habían conseguido una existencia libre entre el imperio y el papado, como
Venecia y Génova, crearon verdaderos imperios comerciales. Por su parte, la Hansa
dominó la vida económica del Mar Báltico hasta el siglo XVIII. El mismo papel de la
ciudad europea durante la Edad Moderna puede considerarse un proceso de larga
duración dentro del milenario proceso de urbanización: la creación de una red
urbana, preparación necesaria para el cumplimiento de las funciones sociales del
mundo industrial moderno. A la línea de meta llegaron con ventaja metrópolis como
Londres y París en el siglo XVIII; por el camino quedaron rezagadas, sin capacidad
de articular una economía nacional de dimensiones suficientes para el despegue
industrial.

Aunque fue enorme la diferencia de posición económica entre alta burguesía, baja
burguesía y plebe empobrecida, no lo estaba en muchos extremos por su condición
social: todas eran pueblo llano. La diferenciación entre burguesía y campesinado
todavía era más significativa, pues fuera de las ciudades es donde vivía la inmensa
mayoría de la población, dedicándose a actividades agropecuarias de muy escasa
productividad, lo que las condenaba al anonimato histórico.

También puede verse a la burguesía como un aliado del absolutismo, o como un


agregado social sin verdadera conciencia de clase, cuyos individuos prefieren la
"traición" que les permite el ennoblecimiento por compra o matrimonio, sobre todo
cuando la ideología dominante persigue el lucro y santifica la renta de la tierra.​Su
papel como agente revolucionario había ocasionado las revueltas populares
urbanas de la Edad Media, y continuará vivo pero errático en las de la Edad
Moderna, algunas teñidas de ideología religiosa, otras de revuelta antifiscal o
incluso de motines de subsistencia. ​Dentro de la Monarquía, se estableció todo un
complejo sistema de dinámica social. Este se desarrolla, en base al servicio de la
corona, los matrimonios mixtos. No obstante, lo más relevante será la suplantación
de la nobleza, a través de asimilar las distintas formalidades, modos de vida de las
clases nobiliarias.

La Iglesia católica se encuentra en conflicto con la nueva vida urbana, y había


mirado sus transformaciones con reticencia, aunque también demostró una gran
capacidad de asimilación de los elementos disolventes. En el siglo XIV había vivido
la Cautividad de Aviñón y el Cisma de Occidente, y en el XV vivió un proceso de
acrecentamiento del poder temporal. Para financiarse, recurrió de manera cada vez
más escandalosa a la venta de indulgencias, lo que permitió las protestas de John
Wycliff, Jan Hus y Martín Lutero. Este último, cuando la Iglesia lo llamó a someterse,
rehusó, señalando que la única fuente de autoridad eran las Sagradas Escrituras.
Era esta una nueva visión de la relación entre el hombre y Dios, personalista e
intimista, más acorde con los valores de la modernidad y muy diferente a la idea
social y comunitaria de la religión que tenía el catolicismo medieval. La Iglesia
católica reaccionó tardíamente, a finales del siglo XVI, imponiendo una serie de
cambios internos en el Concilio de Trento (1545-1563). Los principales exponentes
de esta reforma fueron Ignacio de Loyola y la Compañía de Jesús. Sin embargo, en
general no pudo regresar a la fe católica a numerosas naciones reformadas. Todo
esto sucedió en medio de un fuerte periodo de guerras de religión: en Alemania, los
príncipes católicos se apoyaron en Carlos V contra los príncipes protestantes, al
tiempo que surgían movimientos sociales como la guerra de los campesinos o los
anabaptistas, perseguidos sangrientamente por ambos bandos, con la bendición
expresa tanto del papa como de Lutero; en Francia, la no menos violenta Matanza
de San Bartolomé (1572) fue solo un episodio de su particular y prolongada serie de
guerras de religión, en las que la distintos grupos sociales se encuadran en bandos
nobiliarios con opuestas pretensiones políticas, dinásticas y alianzas exteriores; la
Guerra de los Ochenta Años que supone la separación de los Países Bajos en un
norte protestante y un sur católico; en su última fase (tras una Tregua de los doce
años) simultánea a la Guerra de los Treinta Años (1614-1648) en el Sacro Imperio,
que terminó transformándose en un conflicto europeo generalizado.

4 – Russell se detiene en varias figuras de la época con especial interés:


Nicolas de Cusa, Maquiavelo, Erasmo, Tomás Moro… ¿Cuáles son sus
aspectos relevantes, por qué se los destaca?

Nicolás Maquiavelo.
Su carrera política empezó en 1494, cuando los Médicis fueron expulsados de
Inocencia. Durante el destierro de los Médicis, Florencia fue una república y
Maquiavelo ejerció funciones públicas hasta el regreso de aquellos al poder, en
1512. En todo este tiempo, Maquiavelo se opuso a ellos, y por tanto, cayó en
desgracia. Fue obligado a retirarse de la vida pública. Desde entonces, se
dedicó a escribir sobre cuestiones de filosofía política y asuntos similares.
Intentó recobrar el favor de los Médicis, dedicando a Lorenzo Il su famoso libro,
El Príncipe. En 1513. pero sin éxito. Murió en 1527.
El príncipe estudia las formas y medios con que se conquista y conserva el
poder autocrático, mientras la segunda ofrece un estudio general del poder y de
su ejercicio bajo varios tipos de gobierno. La doctrina expuesta en El Príncipe
no realiza el menor intento de dar piadoso consejo respecto al modo de ser un
gobernante virtuoso. Por el contrario, reconoce la exis­tencia de prácticas
malignas conducentes a la adquisición del poder político. De esta circunstancia
se deriva el significado un tanto si­niestro y despectivo del término
“maquiavélico”. Haciendo justicia a Maquiavelo, es preciso declarar que él no
preconiza la villanía como principio. Su campo de investigación se encuentra
más allá del bien y del mal, exactamente como sucede en el caso de las
in­vestigaciones llevadas a cabo por un físico nuclear. Si se desea con­quistar
poder, así lo proclama el razonamiento, hay que ser implacable. El que esto sea
bueno o malo es harina de otro costal, pero ello carece de interés para
Maquiavelo. Es posible considerar en falta por no prestar atención a esta
cuestión, pero carece de sentido condenarlo por su estudio del poder político tal
y como existía realmente. Pues El Príncipe es, más o menos, un sumario de
prácticas que eran corrientes en la Italia del Renacimiento. En el curso de su
vida pública al servicio de la república florentina, Maquiavelo había sido
encargado de diversas misiones diplomáticas que le habían deparado amplia
oportunidad para estudiar de primera mano las recónditas complejidades de
intriga política. En el cumplimiento de su labor diplomática, trabó Íntimo
conocimien­to con César Borgia, hijo de Alejandro y tan vigoroso pillo como su
padre. Con gran habilidad y osadía, César Borgia buscó forma de asegurarse
su posición en previsión del día que muriese su padre. Su hermano, que se
cruzó en el camino de estas ambicio­nes, fue eliminado. Por ello. Maquiavelo no
le regatea las alabanzas. En El Príncipe, le recomienda como un ejemplo para
cuantos aspiren al poder. Que tales prácticas le parecieran defendibles a
Maquiavelo está en consonancia con las normas generales del período. Desde
el siglo XVII hasta el XIX, tan implacables métodos no fueron, en general,
condenados, pero. al menos, tampoco fueron elogiados públicamente. En El
Príncipe, la cuestión de la autoridad papal se soslaya con algunas piadosas
perogrulladas. En los Discursos, se adopta un punto de vista más crítico con
respecto al papado. Toda la concepción sobre este problema está informada
aquí por nociones de carácter ético. Maquiavelo considera, en orden al mérito,
los diversos tipos de hombres en el poder, que van desde los fundadores de
religiones hasta los de tiranías. La función de la religión con respecto al Estado
la concibe sobre líneas pragmáticas. La verdad o falsedad de las creencias
religiosas no importa nada en absoluto, con tal solamente de que el Estado
consiga cierta medida de cohesión social. De acuerdo con semejante punto de
vista, es perfectamente lícito, desde luego, perseguir a los herejes. En cuanto a
la Iglesia. es condenada por dos motivos: primero, porque el censurable modo
de vivir de muchos de sus ministros ha resquebrajado la confianza popular en
la religión, y segundo, porque los intereses seculares y políticos del papado
constituyen un obstáculo para la unidad nacional de Italia. Cabe observar,
incidentalmente, que esto es perfectamente congruente con el reconocimiento
de que, en la prosecución de sus propios fines, algunos de los papas políticos
habían actuado con gran destreza. El Príncipe no se ocupa de los fines,
mientras en los Discursos a veces se hace. En cuanto a las normas morales
convencionales, El Príncipe aclara perfectamente que los gobernantes no están
obligados por ellas; a menos que la conveniencia aconseje la obediencia a las
leyes morales, un gobernante puede vulnerarse todas. En realidad, debe
hacerlo con mucha frecuencia si desea conservar el poder. Al mismo tiempo,
debe parecer virtuoso a los demás. Solo mediante esta duplicidad puede un
gobernante conservar su posición. En la discusión general de los Discursos,
Maquiavelo expone la teoría de frenos y equilibrios. Todos los órdenes de la
sociedad deben poseer cierta fuerza constitucional, de modo que puedan
ejercer cierta medida de control mutuo.

Erasmo

Erasmo de Rotterdam. Sus tutores le enviaron a una escuela monástica y, a su


debido tiempo, entró en un monasterio agustino de Steyn. El resultado de estas
tempranas experiencias fue que en su interior se engendró un odio perdurable
contra el severo e inimaginativo escolasticismo que le habían impuesto. De sus
libros, el más recordado es Elogio de la locura, una sátira compuesta en casa de
More, en Londres, en 1509. En este libro, además de una abundante ridiculización
de los puntos flacos de la Humanidad, se encuentran agrios ataques a la
degradación de las instituciones religiosas y sus ministros. Sustentaba el criterio
esencialmente protestante de que el hombre está en relación directa con Dios y que
la teología es superflua. Erasmo, por último, se declaró por el catolicismo; pero, al
mismo tiempo, perdió importancia. La escena fue ocupada por hombres de fibra
más poderosa. Es en la esfera de la educación en donde la influencia de Erasmo
dejó su huella más duradera. La instrucción humanista, que hasta hace poco fué la
médula de la educación secundaria donde quiera que prevalecían los criterios
europeos occidentales, debe mucho a las actividades literarias y pedagógicas de
Erasmo. En su obra como editor, pensaba en un amplio público de lectores más que
en especialistas académicos. Pero no escribió en lengua vulgar. Por el contrario,
estuvo muy atento a fortalecer la posición del latín.

Moro

Su primera aparición importante fue en 1504 en el Parlamento en donde se


distinguió por su inflexible oposición a las peticiones financieras de Enrique VII. Pero
Enrique VIII no tardó en llamarle para ocupar cargos públicos. Con el tiempo
alcanzó Ias más altos dignidades, ocupando el puesto de canciller después de Ia
caída de Wolsey en 1529. Pero Moro no permaneció mucho tiempo en el poder. Se
opuso al divorcio del rey con Catalina de Aragón y dimitió de su cargo en 1532.
Provocó el desagrado del rey al rechazar una invitación para asistir a la coronación
de Ana Bolena. Cuando, en 1534, el acta de supremacía proclamó al rey jefe de la
nueva Iglesia, More no quiso prestar juramento. Fue enviado a la Torre, y, al ser
juzgado, en 1535, se le consideró culpable del delito de traición por haber dicho que
el Parlamento no podía hacer al rey cabeza de Ia Iglesia. Por sostener semejante
criterio, fue ejecutado.

More fue un escritor fecundo, pero Ia mayor parte de sus obras apenas se leen hoy.
Su fama descansa enteramente en una fantasía política conocida bajo el título de
Utopía. Es esta una obra de teoría especulativa social y política, evidentemente
inspirada en la República de Platón. Está compuesta en forma de un relato, que
hace un marinero náufrago, que vivió cinco años en esta comunidad isleña. Como
en la obra de Platón, se observa en esta un gran énfasis sobre la propiedad
comunal, y por razones similares. En ella se sostiene que allí donde las cosas son
de propiedad privada no puede surgir un respeto absoluto por el bien común.
Además, si los hombres poseen bienes propios, se separan unos de otros en la
medida en que difieren sus riquezas. Que todos los hombres deben ser iguales es
un hecho básico que se da por sentado en Utopía. De aquí se infiere que la
propiedad privada constituye una influencia corruptora y que, por tanto, no puede
ser admitida. Cuando su visitante habla a los utópicos acerca del cristianismo, lo
que más les atrae es el rasgo comunista de su doctrina sobre la propiedad. La
organización de este Estado ideal se describe minuciosamente. Hay una capital y
otras cincuenta y tres ciudades, todas construidas sobre el mismo modo, con
idénticas viviendas, a las que todo el mundo tiene libre acceso. Allí donde no existe
la propiedad privada, el robo carece de sentido. El campo está moteado de granjas
explotadas sobre líneas similares. En cuanto a la indumentaria, todo el mundo lleva
la misma clase de ropa, salvo una pequeña y útil distinción en la confección de los
vestidos usados por las mujeres casadas y las solteras. Los vestidos son modestos
y siempre iguales, no estando sometidos a los caprichos de Ia moda. La vida laboral
de los ciudadanos discurre de la misma manera. Todos trabajan seis horas al día, se
acuestan a las ocho de la noche y se levantan a las cuatro de la mañana.

Los que tienen aptitudes de erudito se concentran en su labor intelectual y no


realizan otra clase de trabajo. De este grupo se elige al cuerpo gobernante. El
sistema de gobierno es una forma de democracia representativa mediante elección
indirecta. Al jefe del Estado se lo elige para toda la vida, con tal de que se conduzca
correctamente; si no lo hace así, puede ser depuesto. La vida social de Ia
comunidad se halla también sujeta a reglas muy estrictas. En cuanto a Ias
relaciones con países extranjeros, están reducidas a lo estrictamente indispensable.

El hierro no existe en Utopía y, por consiguiente, ha de ser importado. Tanto


hombres como mujeres reciben instrucción militar, aunque nunca se hace la guerra,
salvo en defensa propia o para ayudar a los aliados y naciones oprimidas. En la
medida de lo posible, la guerra se hace con mercenarios. Mediante el comercio, se
constituye un fondo de metal precioso con objeto de pagar a las tropas mercenarias
en tiempo de guerra. Para sus propios fines, los utópicos no necesitan dinero. Su
modo de vivir está exento de fanatismo y de ascetismo. Existe, sin embargo, una
pequeña restricción: los ateos, aunque pueden sostener su punto de vista sin
intromisiones de nadie, no gozan de la condición de ciudadanos y no pueden formar
parte del gobierno. Las labores más humildes las realizan esclavos, reclutados entre
las filas de los convictos de crímenes graves o entre los extranjeros que han huido
de sus propios países para eludir el castigo. No obstante, lo que hay de más
relevante en la discusión de Moro es la nueva concepción liberal con respecto al
problema de la tolerancia religiosa.

Nicolás de Cusa

Su pensamiento distingue cuatro grados de conocer (sentidos, razón, intelecto y


contemplación intuitiva) y afirma la «coincidencia de los opuestos» (superación de
toda contradicción). Fue uno de los primeros filósofos en abandonar la concepción
geométrica del mundo. Entre sus obras destacan De la docta ignorancia (1440) y De
la visión de Dios (1453).

Nicolás de Cusa se educó en Deventer con los Hermanos de la Vida Común, de


cuya doctrina mantuvo el misticismo platonizante. Más tarde estudió en Heidelberg,
Padua y Colonia, donde profundizó en el pensamiento de Tomás de Aquino.
Ordenado sacerdote en 1430, dos años más tarde intervino en el concilio de Basilea
en favor del Papa y contra el conciliarismo.

En 1437 fue enviado a Constantinopla a fin de unificar las iglesias de Oriente y


Occidente, y se dice que fue al regreso de este viaje, mientras contemplaba el mar,
cuando concibió la idea central de su pensamiento: la conciliación de los contrarios
(coincidentia oppositorum) en la unidad infinita.

Según esta idea, de marcado cariz neoplatónico, el grado máximo de la realidad


corresponde al principio primero, el Uno. Dado que el principio del Uno consiste en
la unidad de los contrarios, y que se identifica con Dios, Nicolás de Cusa retomó una
teología negativa en la cual Dios sería, a la vez que el máximo, el mínimo. La
incomprensible paradoja que contenía tal afirmación la resolvía el místico a través
de su antropología, pues según su doctrina sería la ignorancia humana la que
impediría comprender la contradicción interna de lo Uno.

Estas ideas aparecen recogidas en De la docta ignorancia (De docta ignorantia). El


filósofo alemán se adelantó además a su época al afirmar que la Tierra, lejos de ser
el centro inmóvil del universo, estaba en movimiento, como el resto de los cuerpos
celestes, en un universo carente de centro y de extremos.

5 – La época marca también la pérdida de poder de la Iglesia de Roma. ¿A qué


se debe? ¿Y qué consecuencias tiene en el desarrollo de la Modernidad según
Russell?

En el aspecto religioso, la modernidad se vio afectada por la reforma protestante,


que, en su parte denunciaba los abusos de la iglesia católica romana y subyacente
a esto, uno de sus mayores precursores (Martín Lutero) tuvo que exiliarse por
meses, lo que lo llevó a traducir el evangelio y compartirlo con el pueblo, todo aquel
que supiera leer tendría acceso a este, y por consiguiente, las discrepancias entre
las enseñanzas católicas y las de Jesucristo se hicieron más obvias. Esto llevó a un
la constante persecución tanto política como religiosa a los que defendieron la
reforma, dónde ésta fue brutalmente aplastada, lo que hizo que Lutero se exiliarse
nuevamente del imperio, ahora en Alemania, en donde el movimiento protestante se
hizo fuerte y donde comenzó su gran expansión, en la que hubo guerra de poderes
religiosos donde los países se vieron desgarrados por estas luchas, tanto religiosas,
económicas y políticas, ya que, los estados de partieron para apoyar a católicos y
protestantes. Lo que marcó la transición entre los tiempos medievales y modernos.

6 - ¿Por qué la recuperación de la tradición matemática fue, para el autor, uno


de los principales acontecimientos que condujeron al espectacular
renacimiento de la investigación científica en los siglos XVI y XVII? ¿Cómo se
relacionan arte y ciencia en ese período?

El renovado énfasis sobre la tradición matemática de Pitágoras y Platón. Una vez


más se subraya la estructura numérica del mundo, desplazando así a la tradición
aristotélica que la había eclipsado. Fue este uno de los principales acontecimientos
que condujeron al espectacular renacimiento de la investigación científica en los
siglos XVI y XVII.

La visión de la estructura numérica de las cosas confirió al hombre nuevos poderes


sobre el ambiente que le rodeaba. En cierto modo, hizo al hombre más semejante a
Dios. Los pitagóricos le habían concebido como el supremo matemático . Si el
hombre era capaz, en cierta medida, de practicar y perfeccionar sus habilidades
matemá­ticas, se acercaba más a la condición divina. Esto no quiere decir que el
humanismo fuese impío, ni siquiera opuesto a la religión esta­blecida. Pero muestra
que las prácticas religiosas corrientes tendían a ser aceptadas como una cuestión
rutinaria, y lo que realmente encendió la imaginación de los pensadores fue la vieja
doctrina pre­ socrática. Así, en el campo de la filosofía, nuevamente surge a la
superficie un rasgo neoplatónico. El énfasis que se pone en el poder del nombre
recuerda el optimismo de Atenas cuando se hallaba en la cúspide de su
poderío.
Este fue el clima intelectual en que empezó a desarrollarse la ciencia moderna .
Algunas veces se piensa que, al terminar el siglo XVII, la ciencia surgió a la vida
completamente armada, como Atenea de la cabeza de Zeus. Nada más lejos de la
verdad. La resurrección de la ciencia se basa directa y conscientemente en la
tradición pitagó­rica del Renacimiento. Asimismo, vale la pena subrayar que en
esta tradición no había oposición entre el trabajo del artista y el del investigador
científico. Esta nueva concepción del mundo y sus problemas era radicalmente
distinta del aristote­lismo de las escuelas. Era antidogmática en el sentido de que no
se apoyaba en los textos, sino en la sola autoridad de la ciencia de los
números. En esto tal vez haya ido en ocasiones demasiado lejos. Como en todos
los demás campos, no ha de olvidarse nunca el pe­ligro de sobrepasar la medida.
En el caso presente, el exceso se ·resolvería en un misticismo numérico, que se
apoya en los números como si fuesen símbolos mágicos.
En filosofía propiamente dicha, los siglos XV y XVI no son, en conjunto , muy
espectaculares. Pero la difusión del nuevo saber, la diseminación de libros y, sobre
todo, el renovado vigor de las antiguas tradiciones de Pitágoras y Platón, prepararon
el camino a los grandes sistemas filosóficos del siglo XVII.
La gran revolución científica iniciarse en la estela de este renaci­miento de los
antiguos modos de pensamiento . Partiendo de un pitagorismo más o menos
ortodoxo, fue despojándose gradualmente de las nociones establecidas en el
campo de la astronomía y la física aristotélica, para terminar yendo directamente
detrás de las apariencias y descubrir una poderosa hipótesis inmensamente
general. Los hombres que impulsaron tales investigaciones sabían que estaban
situados de lleno en la tradición platónica.

7- ¿En qué consiste la revolución astronómica, el cambio de concepción


respecto de la visión del universo? ¿Y cómo fue recibida?

El primero que resucitó la teoría heliocéntrica de Aristarco fue Copérnico


(1473-1543). Este clérigo polaco partió en su juventud hacia el Sur, a Italia, en
donde le encontramos enseñando matemáticas en Roma, en el año 1500. Fue allí
donde entró en contacto con el pitagorismo de los humanistas italianos. En sus
ratos de ocio, se dedicaba a las investigaciones astronómicas. La hipótesis
heliocéntrica había llegado a su noticia durante su permanencia en Italia. Y
ahora estaba tratando de demostrar sus puntos de vista con ayuda de los
instrumentos que se podían utilizar en aquella época.

La obra en que se expone todo esto con extensión se titula De revolutionibus


orbium coelestium, y no se publicó hasta el mismo año de su muerte. La teoría,
según expuso él, no estaba libre de dificultades, y, en ciertos aspectos, fue dictada
por ideas preconcebidas que se remontaban a Pitágoras. Que los planetas
tenían que moverse describiendo rígidamente círculos parecióle a Copér­nico una
conclusión previsible, ya que el círculo es un símbolo de perfección, y el movimiento
uniforme el único que conviene a un objeto celeste. Dentro de la perspectiva de las
observaciones disponibles, la concepción heliocéntrica de órbitas circulares era, no.
obstante, muy superior a los epiciclos de Ptolomeo. Porque aquí, por fin, había
una sencilla hipótesis que por sí sola salvaba todas las apariencias.

La teoría copernicana fue recibida con violenta hostilidad tanto por parte de los
luteranos como de los católicos. Porque se percibía. muy acertadamente, desde
luego, que aquello representaba d co­ mienzo de un nuevo movimiento
antidogmático que iba a minar si no la religión misma, sí al menos los
principios autoritarios sobre los que descansan las organizaciones religiosas que,
en fin, el gran desarrollo del movimiento científico tuviese lugar principalmente en
países protestantes se debe a la relativa impotencia de las Iglesias nacionales para
controlar las opiniones de sus miembros.
8 - ¿Cómo se conectan las investigaciones de Copérnico, Kepler, Brahe,
Galileo y Newton? ¿Qué relación tienen con la filosofía aristotélica, y por lo
tanto, con lo que aparecía como “el saber” de la época?

La investigación astronómica fue proseguida por Tycho Brahe (1546-1601), cuya


principal aportación consiste en la provisión de extensos y preciosos informes
acerca de los movimientos planetarios. También introdujo la duda en las doctrinas
aristotélicas sobre astronomía, al mostrar que la región existente más allá de la luna
no está exenta de cambios. Pues se comprobó que una nueva estrella aparecida en
1572 carecía de paralaje diario y, por consiguiente, debía hallarse a una distancia
enormemente mayor que la luna. También pudo demostrarse que los cometas se
movían más allá de la órbita de la luna.

Un gran paso adelante lo dio Kepler (1571-1630), quien, en su juventud, había


trabajado bajo la dirección de Tycho Brahe. Estudiando atentamente los
movimientos observados, Kepler descubrió que las órbitas circulares de Copérnico
no salvaban adecuadamente las apariencias. Llegó a la conclusión de que las
órbitas eran elipses, ocupando el sol uno de los focos. Aún más: estableció que un
área descrita en un tiempo dado por un radio que una al sol con un planeta es
constante para ese planeta . Finalmente, determinó que la razón del cuadrado
del tiempo de revolución al cubo de la distancia media al sol es la misma para
todos los planetas. La primera ley de Kepler corta este nudo gordiano de un solo
tajo. Al mismo tiempo, la segunda ley demostraba que el movimiento de los planetas
en sus órbitas no es uniforme. Cuando los planetas se hallan más cerca del sol, se
mueven con mayor rapidez que en las partes más lejanas de las órbitas. Todo esto
obligó a los hombres a reconocer que era arriesgado razonar, sin tener en cuenta
los hechos, sobre la base de principios éticos o místicos preconcebidos. Por otra
parte, los principios matemáticos fundamentales del pitagorismo fueron
brillantemente vindicados por las tres leyes de Kepler. Parecía, en verdad, que era
la estructura numérica de las apariencias la que proporcionaba la clave para
comprenderlas. Asimismo, resultaba evidente que, con objeto de hallar una
adecuada explicación de las apariencias, era necesario buscar relaciones no obvias
por lo general. Mas, si por un lado, es peligroso ignorar las apariencias, por otro,
una ciega aceptación de las mismas puede resultar tan perniciosa para la ciencia
como las más descabelladas especulaciones.

Esta nueva hipótesis en el dominio de la dinámica fue formulada por Galileo (1564-
1642), uno de los grandes fundadores de la ciencia moderna. Esta nueva
concepción de la dinámica constituyó una ruptura radical con el aristotelismo en
dos aspectos. En primer lugar, postuló que el reposo no era una condición
privilegiada de los cuerpos, y que el movimiento era tan natural como aquel. En
segundo lugar, probó que lo natural no era el movimiento circular, según se había
creído, sino el movimiento rectilíneo, en el sentido especial en que se empleaba la
palabra natural. Si un cuerpo no sufre ninguna clase de interferencia, continúa
moviéndose con velocidad uniforme en línea recta. La misma forma
insuficientemente crítica de efectuar las observaciones había impedido hasta
entonces una sólida comprensión de las leyes que rigen la caída de los cuerpos. Es
un hecho comprobado que, en el seno de la atmósfera, un cuerpo denso cae con
más rapidez que otro ligero de igual masa.

Estos hallazgos fueron de mucha importancia para las investigaciones de Galileo


sobre la trayectoria de los proyectiles, cuestión de cierta importancia militar de
carácter práctico para el duque de Toscana, protector de Galileo. Mediante un
brillante ejemplo, se expuso por primera vez un importante principio de dinámica.
Estudiando la trayectoria de un proyectil , podemos considerar el movimiento
compuesto de dos movimientos parciales , separados e independientes . Uno de
ellos es horizontal y uniforme, el otro es vertical y, por consiguiente , se halla
gobernado por las leyes que rigen la caída de los cuerpos. El movimiento
compuesto resulta que sigue la curva de una parábola .

En la esfera de la astronomía , Galileo adoptó la teoría heliocéntrica y realizó cierto


número de importantes descubrimientos. Perfec­cionando un telescopio últimamente
inventado en Holanda , observó unos cuantos fenómenos que destruyeron, de una
vez para siempre, la errónea concepción aristotélica acerca de las regiones
celestes. Resultó que la Vía Láctea se componía de un vastísimo número de
estrellas . Copérnico había dicho que, de acuerdo con su teoría, el planeta Venus
debía mostrar diversas fases, hecho que vino a ser confirmado por el telescopio de
Galileo. Asimismo, el telescopio reveló la existencia de los satélites de Júpiter, y se
demostró que estos giraban en torno a su planeta de acuerdo con las leyes de
Kepler . Todos estos descubrimientos trastornaron prejuicios arraigados desde hacía
mucho tiempo e hicieron que los escolásticos ortodoxos condenasen el telescopio,
que de tal modo venía a turbar y a socavar sus sueños dogmáticos.

Más tarde o más temprano, Galileo había de chocar con la orto­doxia. En 1616
fue condenado por un tribunal de la Inquisición, a puerta cerrada. Pero, al
parecer , la conducta de Galileo no debió de ser demasiado sumisa, de modo que
en 1633 fue nuevamente llevado ante un tribunal, esta vez en público. Para
conservar la paz, Galileo se retractó y prometió abandonar en adelante toda idea
acerca del movimiento de la tierra.

El paso definitivo para adelantar una teoría general de la dinámica lo da Isaac


Newton ( 1642-1727). La mayoría de las nociones que contribuyeron a su formación
ya habían sido apuntadas o utilizadas anteriormente de manera aislada. Pero
Newton fue el primero en comprender todo el significado de los tanteos de sus
predecesores . En su Principia, Mathematica philosophiae naturalis, obra publicada
en 1687, expone las tres leyes del movimiento y luego desarrolla , a la manera
de los griegos, una exposición deductiva de la dinámi­ca. La primera ley es una
enunión generalizada del principio de Galileo. Todos los cuerpos, si no son
obstaculizados, se mueven con velocidad constante en línea recta, o, dicho en
términos técnicos, con velocidad uniforme . La segunda ley define la fuerza como la
causa del movimiento no uniforme, estableciendo que la fuerza es directamente
proporcional al producto de la masa por la aceleración. La tercera ley es el principio
de que toda acción provoca una reacción igual y contraria. En astronomía,
tenemos la explicación completa y definitiva en la que Copérnico y Kepler
habían dado los pasos iniciales. La ley de la gravitación universal establece que,
entre dos partículas cualesquiera de materia, existe una fuerza de atracción
directamente proporcional al producto de sus masas e inversamente
proporcional al cuadrado de sus distancias. De este modo. el movimiento de los
planetas, de sus satélites y de los cometas pudo ser explicado hasta en sus detalles
conocidos más insignificantes. Puesto que toda partícula afecta a las demás, esta
teoría permitió calcular exactamente las perturbaciones de las órbitas ocasionadas
por otros cuerpos. Esto no había podido hacerlo nunca ninguna otra teoría . En
cuanto a las leyes de Kepler, ahora no eran más que meras consecuencias de la
teoría newtoniana .

9 - ¿Qué otros grandes avances produce la ciencia de la época?

Otros grandes descubrimientos tuvieron lugar en el siglo XVII. La obra de Gilbert


sobre magnetismo fue publicada en 1600. Hacia mediados de siglo, Huygens
expuso la teoría ondulatoria de la luz. Los descubrimientos de Harvey sobre la
circulación de la sangre aparecieron en letras de molde en 1628. Robert Boyle, en
El químico escéptico (1661), puso fin a los misteriosos manejos de los alquimistas y
retornó a la teoría atómica de Demócrito. Realizaron grandes progresos en la
construcción de instrumentos, que, a su vez, facilitaron observaciones más precisas
que condujeron a nuevos desarrollos de la teoría . Este tremendo estallido de la
actividad científica fue seguido del correspondiente desarrollo técnico, lo cual dio
la supremacía a la Europa occidental por espacio de unos tres siglos. Con la
revolución científica, el espíritu de Grecia volvió, una vez más, por sus fueros.
Todo ello se reflejó también en la esfera de la filosofía.

10 – Revisar las diversas clases de error que formula Bacon (los “idola”)

Es necesario que la inteligencia humana se apropie de instrumentos eficaces para


dominar la naturaleza. Estos instrumentos son los experimentos que interpretan y
dan forma a los datos de la experiencia sensible. Es necesario librarse de los
prejuicios que obstaculizan las nuevas ideas. Los prejuicios son los «ídolos», que
Bacon clasifica de la siguiente manera:

Ídolos de la tribu

Los ídolos de la tribu (del latín, idola tribu) son las debilidades del entendimiento
humano que consisten, por una parte, en la imposibilidad de alcanzar percepciones
en analogía con el universo en sí, al ser este mismo conocimiento nublado por la
naturaleza del hombre que intenta conocer. Por otra parte, el entendimiento humano
según Bacon parte de una percepción propia y, de acuerdo con esta, comprende los
estímulos de la naturaleza a los que asigna una distinción que depende de la idea
inicial.

Idolos de la caverna

Los ídolos de la caverna (del latín, idola specus) son las formas de prejuicio por las
cuales alguien de manera inapropiada extiende las normas que se aplican a su
misma cultura y grupo social, o a sus propias preferencias.

La teoría crítica, por ejemplo, habla de la insistencia positiva en la consistencia


teórica, a pesar de la posible falta de la existencia de la cosa en sí misma —como
en un análisis de una sociedad, la cual puede ser más bien inconsistente o hasta
irracional en sus trabajos— es derivado del convencionalismo puramente impulsivo
lejos de coherencia y uniformidad, haciendo de eso un «ídolo de la caverna».

Ídolos del foro

Los ídolos del foro (del latín, idola fori), también llamados del mercado o de la plaza,
designan una clase de falacia lógica que resulta de correspondencias imperfectas
entre las definiciones de las palabras en los idiomas humanos y las cosas reales en
la naturaleza que estas palabras representan. Bacon distingue dos tipos de ídolos
del foro:

● Los primeros son «nombres de cosas que no existen» («porque hay cosas
que no se nombran por falta de observación, así también sus nombres
resultan suposiciones fantásticas y a las que nada en realidad corresponde»).
Este primer tipo «es más fácilmente expulsado, porque para deshacerse de él
solo es necesario que todas las teorías se rechacen constantemente y se
descarten como obsoletas».
● Los segundos son «nombres de cosas que existen, pero confusas aún y mal
definidas, y derivadas apresurada e irregularmente de las realidades». Según
Bacon, es esta segunda clase, «que surge de una abstracción defectuosa e
inadecuada», la «intrincada y profundamente enraizada» porque tiene que
ver con la forma en que las palabras mismas pueden guiar el pensamiento.

Los «hombres cultos», pues, debían tener cuidado con las definiciones y
explicaciones, estableciendo el asunto correcto «en algunas cosas». Sin embargo,
«las palabras claramente fuerzan y anulan el entendimiento y arrojan a todos a la
confusión y llevan a los hombres a innumerables controversias vacías y fantasías
ociosas».

Que los errores provienen inevitablemente de las generalizaciones imperfectas en


los lenguajes naturales, y que los filósofos o científicos deben tener cuidado con
este peligro son temas antiguos en la filosofía. Eran, por ejemplo, problemas que ya
apreciaron Aristóteles en el mundo clásico grecolatino y Guillermo de Ockham en la
Edad Media. Pero los ídolos del foro de Bacon constituyen el ejemplo más conocido
y serio entre los primeros humanistas modernos sobre los usos problemáticos del
lenguaje. Después de Bacon siguieron enfatizando esta preocupación autores como
Thomas Hobbes y John Locke.

Ídolos del teatro

Finalmente están los Ídolos que inmigraron a los ánimos de los hombres desde los
diferentes dogmas de las filosofías y también a partir de las perversas leyes de las
demostraciones, a los cuales denominaremos Ídolos del Teatro, puesto que cuantas
filosofías se han recibido e inventado pensamos que son otras tantas fábulas
compuestas y representadas en las cuales se forjaron mundos ficticios y teatrales. Y
no hablamos tan sólo de las filosofías y sectas actuales o antiguas, puesto que
pueden componerse y combinarse con otras muchas fábulas de este tipo.
Ciertamente: las causas de errores completamente diferentes son, sin embargo,
casi idénticas. Tampoco decimos esto únicamente de las filosofías generales, sino
también de muchos principios y axiomas de las ciencias, los cuales se impusieron
por tradición, por credulidad y por negligencia.

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