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¿Es posible entender "las voces que nos llegan del pasado", los discursos de
testigos y analizantes, de la misma manera? ¿La aproximación que de estos
discursos llevan a cabo el psicoanálisis y la historia es similar, puede serlo? ¿Es
la verdad histórica la misma que la verdad psicoanalítica? En este texto, quisiera
acercarme a algunas posibles respuestas. Recordando que hablo como
historiadora, deseo emprender el análisis de las similitudes y diferencias respecto
del análisis del pasado en la historia y el psicoanálisis, poniendo énfasis en la
utilización de fuentes orales en la historiografía contemporánea. Tres serán los
puntos que explicitaré: 1 ) una semblanza de la historia de las fuentes orales; 2 )
una búsqueda de equilibrio: valoración y crítica del testimonio y 3 ) la
diferenciación de los discursos: el testimonio histórico, el testimonio
psicoanalítico y el testimonio judicial.
1.3 ) El retorno a los orígenes: relevancia de las fuentes orales a fines del siglo XX
Abogando por las fuentes orales, el historiador francés Philippe Joutard sugiere:
"[...] Lo no dicho jamás se escribe, en cambio, puede aparecer en una encuesta
oral bien dirigida y con la distancia temporal."5 Y más adelante agrega, al
discutir la supuesta "no objetividad" de los testimonios orales frente a la primacía
de lo escrito:
Lo escrito ideologiza también y da a los conflictos de personas o de clanes una coloración que en realidad es
completamente secundaria. Todos los que están acostumbrados a investigar en las pequeñas comunidades
saben cuán importante es el conocimiento de las redes de influencias para comprender las luchas por el poder
[...]. Un documento escrito jamás nos dará una idea de esta microsociología. [...] 6
Es por todo ello que, a finales del siglo XX, Annette Wieviorka12 sugiere que
estamos viviendo "la era del testigo". Mientras el testigo se ha transformado en
un "correo de transmisión", los testimonios son una más de las múltiples
muestras de la explosión de memoria que vive el mundo contemporáneo: "El
interés por los testimonios ha crecido en el curso de los últimos veinte años, más
o menos".13 No sólo se busca recuperar toda memoria del pasado, evitar que
pasado y presente caigan bajo el manto del olvido (se trataría del reino del
archivo: "hay que guardar todo" para que nada se pierda),14 sino dar espacio para
que toda experiencia pasada, las vivencias de los actores (especialmente cuando
se trata de experiencias límites), sean conocidas por el resto de la ciudadanía. La
memoria venía, de esa manera, a tomar el lugar que Heródoto le había dado a la
historia: "hacer de tal manera que el pasado no caiga en las aguas del olvido".
Vale la pena pensar cuáles han sido las relaciones que los historiadores han
mantenido con las nociones de "testigo" y "testimonio". ¿Cómo construye el
historiador su relación crítica con el testimonio y qué lugar le otorga en la
construcción de la narración histórica? ¿Qué modos de selección sobre el pasado
realiza? ¿Con qué lógica y con qué prioridades? ¿Qué estatuto otorga el
historiador y al testimonio y qué tratamiento le da?
Desde los años 60, han existido al menos dos grandes maneras de trabajar en
historia con los testigos al entrevistarlos, al momento en que el historiador crea
fuentes orales y las convierte en archivos: 17 1) el uso documental: la
construcción de archivos orales, tomando el testimonio como dato e información,
que surge con la propia conformación de la historia oral; 2 ) la exploración de la
memoria: la entrevista y los recuerdos se convierten en el objeto central de
interés, más que el dato importa la manera en que el testigo recuerda.18
Pero un tercer uso de las fuentes orales parece estar ejerciéndose desde hace
pocos años. Y éste se inscribe en la problemática de la irrepresentabilidad de
acontecimientos límites en la escritura historiográfica. De alguna manera, como
se verá, es una vuelta al primer uso, pero ampliando sus funciones.
Hace no mucho comenzaron a surgir voces críticas ante este giro subjetivo, ante
el boom del testimonio.26 La crítica no cuestiona el uso moral, como
contribución a la conformación de una memoria social, sino el uso
historiográfico: se critica la sacralización del testimonio, su identificación con la
verdad histórica y la centralidad que se le ha otorgado como el recurso más
importante para la reconstrucción del pasado.27
En ese sentido, debo decir que si bien estoy de acuerdo en que la palabra puede
servir a un testigo, a aquel que vivió un hecho traumático, para elaborar su
pasado, en el sentido más psicoanalítico del término, es decir en tanto trabajo
elaborativo, no estoy muy segura de que ese trabajo individual pueda colaborar
en la elaboración social de un pasado violento y dramático. Tal como sugiere
Paul Ricoeur,28 el espacio público puede transformarse en el "lugar de
psicoanálisis" para las sociedades; es decir, el lugar en el cual, a través de los
debates y posibles negociaciones, los distintos actores de una sociedad pueden
elaborar un pasado "traumático". Pero se trata de una cuestión social, no de una
individual como en el caso de los testimonios. Excepto cuando los testimonios
forman parte de las discusiones en la arena pública, coadyuvando así a la
elaboración del pasado.
En cualquier caso, es cierto que queda la pregunta de qué sucedería con los
testimonios de protagonistas de acontecimientos dramáticos que han realizado su
propio psicoanálisis.29 ¿El discurso de un testigo analizado sería similar a aquel
otro de una persona que no hubiese elaborado individualmente su pasado? 30
sugiere que todo testimonio, narrado a cualquier público interesado, supone ya
una elaboración. ¿Un psicoanalista tendría la misma visión? Dejo las preguntas
abiertas. En todo caso, es necesario recordar que el testimonio sí es un ejemplo
más de la negativa personal de morir:
[...] ¿Acaso no hay en la voluntad de hacer historia, de hacer revivir el pasado, algo así como una negativa
personal a morir? Aunque para quien consulta únicamente el documento escrito, esa relación con la muerte es
más lejana y más abstracta, como la de un espectador. En la encuesta, la relación es inmediata y directa. 31
Si bien son ya muchos los historiadores que han abandonado la primera tradición
de recolección de datos de la historia oral, para abocarse casi exclusivamente al
análisis de las memorias y representaciones de una comunidad, grupo o nación,
es necesario señalar algunas diferencias encontradas entre las tres distintas
formas de entender el testimonio de las que hemos hablado. No sólo el objetivo
al usar el testimonio como fuente del acontecimiento, como fuente de la memoria
o como elaboración del pasado es distinto. También es diferente la manera en que
se entiende la verdad en cada una de ellas.
Tal y como hace Ricoeur, es necesario recordar una de las máximas de Marc
Bloch: "comprender no es juzgar",40pero recordar tampoco es conocer. Y es que
si la memoria está por el recuerdo, la historia, como disciplina, está por el
conocimiento. Conocer y recordar son dos procesos muy distintos. La historia
busca conocer, interpretar o explicar el pasado, y actúa bajo la búsqueda de la
objetividad; la memoria pretende legitimar, rehabilitar, honrar o condenar y actúa
de manera selectiva y subjetiva. La memoria está íntimamente ligada al presente,
pues es en este tiempo donde se narra una experiencia.41 En ese sentido, la
memoria es siempre anacrónica, pues se escribe en presente retomando otro
presente que hoy es pasado: la memoria es "un revelador del presente", sugería
Halbwachs.42 También señalaba que, justamente porque se habla desde el
presente, el pasado es distorsionado para darle coherencia.
Y así pasamos al último punto que quisiera discutir, el de la confusión entre los
distintos registros de los discursos testimoniales. Carlos Pereda señalaba
recientemente, en un trabajo en publicación: "Tal vez en algunas ocasiones no
interesa si un recuerdo es verdadero o falso, sino cómo la persona o los grupos
sociales han ido reelaborando, y testimonian sobre el pasado". A partir de esta
frase, ¿no habría que preguntarse para qué queremos el recuerdo? ¿Para qué a los
testigos? Es decir, ¿tienen el mismo estatuto los testigos para la justicia, para la
historia, para el psicoanálisis, para la memoria pública de una sociedad, o para un
grupo que funciona como motor de memoria? 46
Las críticas ante el giro subjetivo, de las que hemos hablado anteriormente,
retoman la vieja oposición entre historia y memoria, entre recordar y
comprender/explicar. "Pero también incorporan una crítica al devenir público del
ámbito intimo, o en otras palabras a la relación de inmediatez que el auge
testimonial parece asignar a la relación entre experiencia y relato".49 En ese
sentido, se cuestiona la no diferenciación entre el uso o contexto judicial (que
somete al testimonio a las reglas de la prueba), el terapéutico (donde el método
crítico de la historia sería absurdo, pues las cuestiones de la verdad y del
referente no están en juego), y el histórico (donde sustraerse a las reglas de
relación con la veracidad es imposible).
Eugenia Allier Montaño, Une histoire des luttes autour de la mémoire sur le
passé récent en Uruguay, 1985-2003, Tesis de Doctorado en la Ecole des Hautes
Etudes en Sciences Sociales, presentada en diciembre de 2004.
_____, "El concepto de verdad en Lacan. Los Escritos: 1946-1966", Tramas (17),
diciembre de 2001, pp. 137-155.
Elizabeth Jelin, Los trabajos de la memoria, Buenos Aires, Siglo XXI Editores,
2002.
Philippe Joutard, Esas voces que nos llegan del pasado, México, Fondo de
Cultura Económica, 1999.
_____, "La ciencia y la verdad", en Escritos, Tomo 2 , México, Siglo XXI, 1984,
pp. 834-856.
Marie Claire Lavabre, "Peut-on agir su la mémoire?", Cahiers français (303), jul-
ago 2001, Paris, pp. 8-14, 2001.
Pier Nora, "Entre Mémoire et Histoire", en P. Nora (ed.), Les lieux de mémoire ,
t. 1, La République , 2 e éd., Paris, Gallimard, 2001, pp. 23-43.
Janin Puget, Rene Käes et al, Violencia de estado y psicoanálisis, Buenos Aires,
Centro Editor de América Latina, 1991.
Jorge Semprun, Viviré con su nombre, morirá con el mío, Barcelona, Tusquets,
2001.
DanièleVoldman, "La place des mots, le poids des témoins", en Ecrire l'histoire
du temps présent, París, CNRS, 1993, pp. 123-132.
Nathan Wachtel, "Introduction", en M-N. Bourguet, L. Valensi, N. Wachtel
(eds.), Between Memory and History, London, Harwood Academic Publishers,
1990, pp. 1-18.
Notas
1 Este artículo es resultado de los proyectos de investigación "Memoria y política: de la discusión teórica a
una aproximación al estudio de la memoria política en México" (CONACYT CB-2005-01-49295) y
"Memoria y política: los discursos sobre la memoria en los espacios públicos" (PAPIIT IN401805-3), de los
cuales soy investigadora asociada, y que son dirigidos por la Dra. Nora Rabotnikof. También fue resultado de
mi Estancia Posdoctoral (financiada por la Coordinación de Humanidades) en el Instituto de Investigaciones
Filosóficas de la unam. En ese sentido, deseo expresar mi especial agradecimiento a la Coordinación de
Humanidades por el financiamiento económico. Amplio el agradecimiento a Mario Gómez Torrente por sus
lecturas y críticas a este manuscrito.
3 Pier Nora, "Entre Memoire et Histoire", en P. Nora (ed.), Les lieux de mémoire, t. 1, La Republique Parìs
Gallimard, 2001, pp. 23-43.
4 Philippe Joutard, Esas voces que nos llegan del pasado, México, Fondo de Cultura Económica, 1999.
5 Ibid, p. 212.
6 Ibid., p. 213
7 Primo Levi, Le devoir de mémoire, Entrevista con A. Bravo y F. Cereja, París, Editions Mille et Une Nuits,
1994.
9 Beatriz Sarlo, Tiempo pasado. Cultura de la memoria y giro subjetivo. Una discusión, Buenos Aires, Siglo
xxi Editores, 2005, p. 43.
10 Idem.
11 Jorge Semprun, Viviré con su nombre, morirá con el mío, Barcelona, Tusquets 2001, y La escritura o la
vida, Barcelona, Tusquets, 1995.
13 Dominique LaCapra, Escribir la historia, escribir el trauma, Buenos Aires, Nueva visión, 2005, p. 105.
15 Francois Hartog, Régimes d' historicité. Présentisme et expériences du temps, París, Le Seuil, 2003.
16 M. Pollak, N. Heinich, "Le témoignage", Actes de la recherche en science sociales, núms. 62/63, junio de
1986, pp. 3-29.
17 Paul Ricoeur, La memoria, la historia, el olvido, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2004.
18 N. Wachtel, "Introduction", en M-N. Bourguet, L. Valensi, N. Wachtel (eds.), Between Memory and
History , London , Harwood Academia Publishers, 1990.
20 Ya antes había señalado: "Durante mucho tiempo no me preocupé por saber si esta memoria colectiva me
daba una información sobre la realidad histórica que contaba; no era mi propósito. Recogía un testimonio
sobre otra 'realidad', tan importante como las representaciones mentales de las sensibilidades. [...] Mi encuesta
oral me permitió finalmente reinterpretar documentos escritos que yo había leído rápidamente y que de hecho
eran relatos de tradición oral de los cuales tenía una última versión [...]. De esta manera, rápidamente puse en
duda la pertinencia de la oposición entre fuentes escritas y fuentes orales y de la incomunicabilidad del mundo
de la cultura escrita y de la cultura oral. [...]"(P. Joutard, ibid ., 1999, p. 157).
23 Ver S Felman, D. Laub, Testimony: Crises of Witnessing in Literatura, Psicoanálisis and History , New
York , Routledge, 1992.
24 Sigmund Freud, (1914), "Recordar, repetir y reelaborar", en Obras completas, t. XII, Buenos Aires,
Amorrortu, 1992, pp. 145-158.
25 Nora Rabotnikof, "El retorno del testimonio", ponencia para el II Congreso Internacional de Filosofía de la
Historia "Rescrituras de la memoria social", Universidad de Buenos Aires, 11-13 de octubre de 2006.
26 Idem.
33 Eugenia Allier Montaño, "El concepto de verdad en Lacan. Los escritos: 1946-1966", Tramas, núm. 17,
diciembre 2001, pp. 137-155.
34 Es sobre todo en dos artículos que Lacan trabaja el problema de la verdad en este sentido: "La ciencia y la
verdad" y "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano", en Escritos, Tomo 2 ,
Siglo XXI, México, 1984, pp.773-807.
35 La frontera entre la verdad y el saber es muy endeble. Debido a esto, Lacan propone entender ambos
conceptos a través de la banda de Moebius. Cuestión topológica en donde encontraríamos la verdad en un
lado de la banda y el saber en la otra. Ambos lados de la banda se tocan, pero no son el mismo.
36 Eugenia Allier Montaño, "Sara y Simón o la reconstrucción del pasado: el problema de la verdad en la
escritura de la historia del tiempo presente", Cuicuilco Revista de la Escuela Nacional d e Antropología e
Historia, núm 11 (30), enero-abril 2004, pp. 9-45.
38 Paul Veyne, Comment on écrit l' histoire , París, Seuil, 1971, p. 23; tda.
40 M. Bloch, Apología para la historia "o" El oficio de historiador, México inah. Fondo de Cultura
Económica, 1996.
43 E. Allier Montaño, Une histoire des luttes autour de la mémoire sur le passé récent en Uruguay, 1985-
2003 , Tesis de doctorado en la Ecole de Hautes Etudes en Sciences Sociales, presentada en diciembre 2004.
46 Me refiero, con este concepto, a los grupos que buscan que la memoria del pasado perviva en la sociedad.
Vale la pena decir que existen diversos conceptos relacionados que buscan dar cuenta de esta situación.
Marie-Claire Lavabre (2001) habla de "emprendedores" ( entrepreneurs ). Así lo hace también Elizabeth Jelin
(2002), diferenciándose del término "empresario", que podría relacionarse, incorrectamente, con la noción de
"empresa" y lucro privado. Emprendedor, para Jelin, haría referencia a aquellos que se involucran
personalmente en un proyecto, al mismo tiempo que compromete a otros, generando una tarea organizada de
carácter colectivo. Aquel que genera nuevos proyectos, ideas y expresiones, quien crea más que repetir.
Nosotros estamos de acuerdo con lo señalado con Jelin, pero nos parece más pertinente llamarlos "motores",
pues son engendradores y propagadores de la memoria; es decir, verdaderos "motores" de memorias.
47 Rabotnikof, "El retorno del testimonio", ponencia para el II Congreso Internacional de Filosofía de la
Historia " Reescrituras de la memoria social ", Universidad de Buenos Aires, 11-13 de octubre de 2006.
48 Véase: N. Rabotnikof, "Memoria y política a treinta años del golpe", en C. Lida, H. Crespo, P.
Yankelevich (comps.), Argentina, 1976. Estudios en torno al golpe de Estado , México, El Colegio de
México, 2007.
50 Sobre algunos cuestionamientos del uso del psicoanálisis en historia, ver María Inés Mudrovcic, "Alcances
y límites de perspectivas psicoanalíticas en historia", Diánoia(México) XLVIII (50), mayo de 2003, pp. 111-
127.
51 C. Ginzburg, El juez y el historiador , Madrid, Anaya/M. Muchnick, 1993; O. Dumoulin, Le rôle social de
l'historien. De la chaire au prétoire , París, Albin Michel, 2003.; Ricoeur, op. cit., 2004.