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Red de Expertos Planeta Futuro
Red de Expertos Planeta Futuro
Uno de los eventos anuales en la agenda del desarrollo es la carta que publica a
principio de cada año la Fundación Bill y Melinda Gates, en la que la institución
filantrópica plantea cuál es el objeto de sus preocupaciones y sus líneas de
trabajo y de sus fondos para los siguientes meses. En la correspondiente a 2015,
el Año Europeo del Desarrollo y en el que se decidirán —en septiembre si se
cumple la agenda planeada— los Objetivos de Desarrollo Sostenible para los
próximos 15 años, el matrimonio proyecta cómo será el mundo pasado ese
tiempo. Según ellos, la vida de los habitantes de los países pobres del planeta
mejorará como nunca antes, las muertes de niños se reducirán a la mitad y se
erradicarán más enfermedades que nunca, y África tendrá capacidad para
alimentarse a sí misma, entre otros pronósticos. Su "gran apuesta de futuro",
como titularon el texto, es facilitar que el mundo llegue a ser ese lugar mejor que
vaticinan que será.
En Planeta Futuro, hemos preguntado a 10 destacados miembros de nuestra Red
de Expertos qué opinan sobre los pronósticos y actuaciones que anuncia la
Fundación Gates, cuál es, en su opinión, la utilidad de la contribución de
instituciones filantrópicas como la que presiden Bill y Melinda Gates y, sobre
todo, cómo creen ellos que será el mundo en tres lustros. Estas son sus respuestas
a esas tres cuestiones.
• Alberto Virella, director de Cooperación con África y Asia de la Aecid: "Ni
la pobreza ni la riqueza están garantizadas en el futuro".
• Leire Pajín, asesora del Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo: "El envejecimiento exigirá robustos sistemas de salud".
• María López Escorial, profesora en el Instituto de Empresa: "Hay más
actores pensando e innovando en desarrollo".
• Mercedes Ruiz-Giménez, Presidenta de la Coordinadora de ONG de
Desarrollo:"Urge proteger el planeta que habitamos".
• Miguel Aballe, físico y director de la Asociación de Latas de
Bebidas. "Entre libertad y seguridad, se elegirá más seguridad".
• Miguel Forcat, economista. Trabaja para la delegación de la Unión
Europea en Marruecos: "Mantener los avances dependerá de la voluntad
política internacional".
• Rafael Vilasanjuán, director del Laboratorio de Ideas del Instituto de Salud
Global (ISGlobal): "Un sistema de cobertura universal de salud será
central".
• David del Campo, director de Cooperación Internacional de Save the
Children:"Será un mundo mucho más líquido".
• Ana Lima, presidenta del Consejo General de Trabajo Social (CGTS): "La
educación debe llegar hasta lugares insospechados".
• Javier Martos, director ejecutivo de UNICEF Comité Español: "Será como
queramos que sea, depende de nuestra voluntad".
"NI LA POBREZA NI LA RIQUEZA ESTÁN
GARANTIZADAS EN EL FUTURO"
ALBERTO VIRELLA, DIRECTOR DE COOPERACIÓN CON ÁFRICA Y ASIA DE LA AECID
Los avances alcanzados en el siglo XXI demuestran que es posible lograr muchas mejoras. Por
lo tanto, la toma de conciencia y la movilización de esfuerzos, cuantos más, mejor, sí ayuda.
Mientras, más allá de Europa, en lo que se llamaban los países en desarrollo, incluidos aquellos
ahora denominados emergentes, sus sociedades y pueblos están, muchos de ellos, viviendo con
intensidad y aceleración una dinámica de construcción de su futuro, no sólo para mejorar sus
vidas, sino para alcanzar un nuevo contrato social. Claro está que resultante de tensiones, de
intereses diversos, de dialécticas locales y de interacción con la globalización. Pura
efervescencia y vitalidad, no ajena al hecho de que la juventud es la franja de población
demográficamente dominante. Todo lo contrario que en Europa. Me parece evidente qué
dinámica es más poderosa, quién juega a ganar y quién juega a no perder. Independientemente
de que desde Occidente decidamos ser filántropos.
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Para ello es absolutamente fundamental un compromiso político y financiero fuerte, más allá de
las coyunturales crisis económicas, así como una verdadera alianza público-privada que
comparta la responsabilidad y los objetivos. Los nuevos actores como la filantropía y los países
emergentes deben sumar esfuerzos a las políticas públicas, las estrategias de desarrollo
internacional, los países del sur y los donantes, para cumplir estos objetivos.
Es importante destacar que tras la declaración del milenio los nuevos instrumentos y
partenariados público-privados como la Alianza GAVI y el Fondo Mundial de lucha contra el
sida, la tuberculosis y la malaria, han empujado de forma decidida el acceso a los tratamientos
y medicamentos de una buena parte las poblaciones más vulnerables.
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Los cambios de hábitos, creencias o formas de trabajar requieren mucho tiempo y mucho
esfuerzo tanto en recursos humanos para formación como monetarios.
La venta de sistemas de irrigación en India por parte de GEWP (Global Easy Water
Products), no consiguió despegar a pesar de que generaba un incremento del 50% en el
rendimiento de los cultivos y un significativo ahorro en agua y energía, hasta que la Fundación
Gates invirtió una donación de 16 millones de dólares en la formación, demostración y
capacitación de los agricultores en los beneficios del riego por goteo. Hasta ese momento, la
forma de riego de los agricultores indios sólo era por inundación por lo que la técnica de goteo
generaba gran recelo a pesar de la promesa de grandes ventajas futuras.
¿Cree que la filantropía es útil en la ayuda al desarrollo?
Y ahí es donde entra el papel principal que debería tener la filantropía desde mi punto de vista.
Los fondos filantrópicos no están tan condicionados en la obtención directa de objetivos
cuantificables a corto plazo como los de cooperación. Aunque siempre deben tener unas metas
de consecución en el tiempo, los fondos filantrópicos por su propia naturaleza pueden soportar
más riesgo y un mayor lapso de tiempo en la consecusión de resultados y por tanto son clave
para ayudar a las empresas sociales a financiar las primeras etapas de mayor incertidumbre y
riesgo, para financiar investigación tanto sobre productos, como barreras de entrada o formas
de uso, o para generar conocimiento sobre el uso o beneficio de un determinado producto o
innovación.
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Dicho esto, hemos de concluir que la innovación no es la única solución. Es cierto que puede
ofrecer grandes aportes a la mejora de la vida de las personas, pero también lo es que debe
venir acompañada de sistemas públicos reforzados que garanticen los derechos humanos; debe
venir de la mano de de sistemas de producción responsables que no expolien los recursos del
planeta ni alimenten conflictos. Los retos son enormes y han de abordarse desde distintos
frentes.
De igual modo sucede con la sanidad o la educación; no pueden ser garantizadas solamente a
través de aparatos tecnológicos, porque estos son muy poco si no cuentan con sistemas
sanitarios y educativos fortalecidos que garanticen el acceso de las personas a estos derechos de
manera universal. Es importante destacar en este sentido la desigualdad tan escandalosa en la
que se encuentran las mujeres en el mundo (independientemente del país en el que vivan) a la
hora de ejercer sus derechos. El 70% de la población pobre es mujer; el acceso a la educación o
a la sanidad está limitado para millones de mujeres y niñas en el mundo; los salarios que
reciben son inferiores a los de sus pares hombres. Una situación tan extrema no puede
solucionarse solamente a través de la tecnología.
En primer lugar, este cambio de rumbo exige acabar con la pobreza y la desigualdad en todas
sus formas y en todos los países. Cuestiones que exigen, entre otras cosas, el establecimiento de
un sistema fiscal redistributivo de carácter global. Y exige, sobre todo, atacar las causas de la
pobreza y la desigualdad, lo que implica cambios radicales en políticas económicas,
comerciales, migratorias, sociales, etc. No podemos seguir atribuyendo la responsabilidad
exclusivamente a la política de cooperación; todas la políticas deben ser definidas desde
analizando el impacto que causan en el desarrollo.
Si algo ha de guiar el camino hacia nuestro futuro es la defensa de los derechos humanos en
todos y cada uno de los países del planeta. No pueden exigirse derechos humanos en un tercer
país cuando no es garantizada en el propio. Y tiene que apostar por la equidad de género porque
no hay desarrollo posible mientras el 50% de la población continúe sufriendo una sistemática
violación de sus derechos por el mero hecho de ser mujer.
El cambio pasa también por la creación de mecanismos que obliguen a los gobiernos a cumplir
sus compromisos mediante herramientas claras de transparencia y rendición de cuentas y de
participación ciudadana. Contamos con millones de jóvenes con una enorme preparación y con
esperanzas en participar en su propio futuro y construir conjuntamente sistemas democráticos
que garanticen los derechos humanos. Contamos con tecnologías, avances científicos y
conocimientos colectivos que nos ofrecen enormes posibilidades para generar esos cambios.
Lo que sea el mundo de aquí a 15 años dependerá en gran medida de la capacidad que las
instancias políticas tengan para dar ese giro de timón que la ciudadanía mundial reclama. Como
viene demostrando la Historia, las poblaciones suelen ir muy por delante de sus dirigentes.
Esperemos que en este momento estos sean capaces de responder a lo que la ciudadanía le
reclama. De ello depende nuestro futuro como Humanidad.
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Por el hecho de no entrar prácticamente en cuestiones políticas creo que Bill y Melinda Gates
dejan de lado el freno que supone al desarrollo la situación política tan compleja a nivel
internacional. Por una parte no hay evidencia de que disminuyan las desigualdades sociales y
económicas, ni en los países ricos ni en los pobres, y tal vez obvian que el acceso a la
información no siempre se transpone en mejora de las condiciones de vida, y sobre todo de
educación. Hay que reconocer que 2030, aunque para muchas cosas está muy cerca, para
valorar las posibles mejoras sociales puede ser muy lejano. Sin duda el punto crucial es la
mejora en la educación, porque el resto de mejoras se van produciendo de forma natural con el
avance de la ciencia y la tecnología - como los ejemplos que ponen de las vacunas o
los smartphones- , pero el avance de la educación choca pronto con la política, la desigualdad,
el abuso de poder, y esos aspectos no estamos tan seguros de que vayan mejorando, por lo
menos no al ritmo de las otras cuestiones.
¿Cree que la filantropía es útil en la ayuda al desarrollo?
Sin duda es encomiable que las personas que han llegado a la cúspide material se preocupen del
bienestar del resto de la humanidad. Algunos proyectos, de hecho, sólo los pueden abordar
quienes están en condiciones de llevar a cabo acciones globales. Con todo el mérito que tiene, a
mí personalmente me impresiona más la filantropía a pequeña escala, la de las personas que
dedican su esfuerzo y tiempo a ayudar a los demás sin que se sepa.
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Creo que para conseguir un mundo mejor en 2030 es necesario invertir en tecnologías, por
supuesto. Pero también en el cuidado del medio ambiente. Hay que poner especial énfasis en el
acceso universal a la salud. Y, quizás lo más importante, hay que invertir en educación de
calidad y para todos. Por último creo que merece una mención especial el apoyo y el fomento
del respeto a las minorías.
Los problemas a los que debe enfrenarse el mundo de la ayuda al desarrollo son
particularmente complejos. Para poder solucionarlos son necesarios profesionales
especialmente capacitados para ello. Si queremos una ayuda al desarrollo eficaz, es necesario
que ésta sea llevada a cabo por profesionales. El salario de éstos últimos asegurará un resultado
óptimo de la ayuda al desarrollo implantada. En ese sentido estoy a favor de la filantropía
siempre y cuando esta sea un complemento a la cooperación profesionalizada.
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Pero si queremos lograr los objetivos planteados para 2030 es importante recordar que el
desarrollo es un compromiso compartido por todos. Solo con el apoyo de la filantropía, no lo
conseguiremos. Es fundamental que el sector público mantenga e incremente los esfuerzos en
este sentido. Si no, nunca alcanzaremos las metas que se fijen para 2030.
Hay que tener en cuenta, además, que han sido plataformas como la Alianza GAVI y el Fondo
Mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria, en las que participa tanto el sector
público como el privado y en gran medida la filantropía, las que han potenciado que las
poblaciones más vulnerables puedan tener acceso a los medicamentos que necesitan.
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Comparto el análisis de los avances y la necesidad de contar con el mismo para definir la hoja
de ruta de los próximos 15 años. Sin duda, el eje de la innovación como elemento
imprescindible es el valor añadido y el liderazgo que la fundación puede aportar en los
próximos 15 años. El marco de la innovación como una forma de estar y entender el mundo es
tan urgente como imprescindible para consolidar y lograr nuevos avances.
La parte más débil (o menos valiente) de la carta es seguir dejando espacio de duda a las
consecuencias del cambio climático. Tan innegables son los avances de estos últimos 15 años
como que la principal amenaza de los próximos 15 son los efectos del cambio climático. Hace
unos años cabía aceptar posiciones más moderadas, pero hoy las evidencias científicas del
ICCP sólo pueden ser discutidas por intereses que nada tienen que ver con los expresados en la
carta.
Las consecuencias derivadas del cambio climático, como la aparición de nuevas enfermedades
o el aumento de la temperatura, modificarán los actuales escenarios que definen el mundo. En
mi opinión habrá dos posibles nuevos escenarios; bien un “apartheid” global hacia aquellos
países que no colaboren en reducir las emisiones de CO2 (el deseable) o un mundo que regresa
a una Guerra Fría por razones del cambio climático.
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Para mí el reto sería mejorar las cosas de manera global, en todo el mundo. Creo que no es
cuestión sólo de escepticismo pensar que las cosas solo van a peor, sino que depende del
contexto de cada uno de nosotros: es decir, desde dónde nos situamos para hacer esa valoración.
Por ejemplo, si nos situamos en España, es fácil pensar que los derechos sociales sufren una
involución, por tanto sería un reto hacer que Europa avanzase y no sólo que avance África.
Sería oportuno buscar un equilibrio, pero no a costa de que Europa retroceda.
Por ello, considero que la búsqueda del equilibrio es importante, se trataría de mejorar y
avanzar en los países pobres y no involucionar en los países desarrollados.
Parece que el proyecto tiene muy buenas intenciones, sin embargo creo que se queda a nivel
macro y no baja a lo micro social. Por otro lado, solo habla de solidaridad privada y no implica
a los gobiernos. Creo que sin esa implicación es difícil que se consiga.
En algunas cuestiones sí, puesto que el desarrollo científico y tecnológico debería estar al
servicio de las personas y romper las barreras físicas. No obstante, creo que para que puedan
conseguirse unos sistemas sanitarios sólidos es fundamental que se impliquen los gobiernos y
sus políticas sociales, abriendo el paraguas de protección social. Es difícil concebir que sólo
con la filantropía se puede encontrar la igualdad social.
Por otro lado, menciona donaciones de las industrias farmacéuticas para salvar millones de
vidas, es decir que millones de vidas dependería de la filantropía de estas industrias y sin
embargo no se cuestiona la política de precios y el monopolio que sufrimos de mano de esa
industria. La clave esta en el acceso a vacunas por parte de las personas pobres de todo el
mundo como un derecho en el que no cabe la especulación como negocio.
Por otro lado, me genera inquietud que se plantee que una de las soluciones sería el acceso
masivo al crédito, ya que habría que evitar el endeudamiento excesivo y la crisis con el
argumento de que viven por encima de sus posibilidades.
En cuanto a la educación, es incuestionable que las tecnologías deben hacer superar barreras y
distancias, evitar el aislamiento y que las niñas y adolescentes accedan a la educación en las
mismas condiciones.
Habría que buscar centrar también las medidas en una fiscalidad equitativa y en una protección
social que garantice la sanidad, la educación, los servicios sociales, las pensiones y la igualdad
de oportunidades entre mujeres y hombres.
Por otro lado, es importante tener en cuenta cambios profundos en las grandes empresas
intervinientes como por ejemplo que los laboratorios deberían tener una política de precios y
distribución más justa y accesible y no solo esperar de ellos que donen medicamentos en stock
algo similar, asimismo los sistemas financieros y comerciales no deben especular con los
alimentos, etc.
Hay que apostar por el Bienestar Social y sus sistemas de protección y que sean extensibles a
nivel global, ya que hasta el momento solo se ha desarrollado la globalización económica de los
mercados, teniendo consecuencias muy negativas en el desarrollo humano y social, debe haber
un equilibrio.
La tecnología debe estar al servicio de las personas y apostar por el desarrollo humano para
romper barreras de comunicación y procurar el avance social, pero eso también implica la
creación de infraestructuras por parte de los gobiernos, es importante que la información, la
comunicación propicie que la educación llegue a lugares insospechados. Pero también hay que
trabajar otras cuestiones, como las culturales que entrañan avanzar en la igualdad de
oportunidades entre hombres y mujeres, no todo es una cuestión económica, los cambios
culturales se dan de una manera más lenta que los tecnológicos o los normativos.
Las política de ayuda desde la cooperación es importante y necesaria, pero no debemos olvidar
que debe ser sólo complementaria a las acciones de los gobiernos que son los responsables de
garantizar el bienestar a sus poblaciones a través de políticas sociales justas y salarios dignos.
Los Derechos Fundamentales de las personas no deben depender de la filantropía de las
grandes empresas que, por un lado generan desigualdades y, por otro hacen donaciones para los
pobres.
Personalmente tengo dudas de sus motivos, dudo de si solo lo hacen por compasión o es por
evitar estallidos y revueltas sociales debido a la gran injusticia que se vive en el mundo y la
gran desigualdad generada por el sistema neocapitalista, es decir que sea una manera de control
para que no cambie nada demasiado, solo que avance un poco.
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"SERÁ COMO QUERAMOS QUE SEA, DEPENDE
DE NUESTRA VOLUNTAD"
JAVIER MARTOS, DIRECTOR EJECUTIVO DE UNICEF COMITÉ ESPAÑOL
Para nosotros es fundamental este trabajo en red con todos los actores relevantes del ámbito
público y privado, doméstico e internacional, porque para garantizar los derechos de la infancia
en todo el mundo, todos tenemos que estar implicados.
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