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1) El poder es un conjunto de relaciones que se encuentran instaladas reticularmente al

inferior de la sociedad. El concepto de poder de Foucault permite pensar las tecnologías


modernas de ejercicio de poder. Este se caracteriza por venir de abajo y atravesar toda
relación social. Supone múltiples relaciones de fuerza que forman una red al interior de la
sociedad. Las relaciones de poder suponen la existencia de la resistencia. El poder se
caracteriza por atravesar todo el campo social y ser una red múltiple y sin centro. Su concepto
nos permite pensar: las tecnologías modernas de ejercicio de poder.

La anátomo-politíca es una tecnología de poder que se ejerce sobre los individuos para vigilar y
amoldar cuerpos sociales dóciles a la norma establecida.

Características:

• Se ejerce moldeando la conducta de los individuos


• Se ejerce en espacios cerrados y artificiales

La biopolÍtica es una tecnología de poder que se ejerce sobre las poblaciones para controlar
mediante mecanismos de regulación.

Características:

• Se ejerce en función de un criterio de “normalidad” establecido estadísticamente


• Se ejerce regulando procesos poblacionales

La anátomo-política (AP) se diferencia de la biopolítica (BP) según Foucault porque:

• La AP prescribe a partir de normas preexistentes, la BP regula sin normas prefijadas

• La AP se ejerce sobre los cuerpos y la BP se ejerce sobre las poblaciones.

En una concepción positiva, el poder condiciona las conductas y los comportamientos de los
sujetos a través de las tecnologías de poder. La concepción positiva produce, condiciona,
induce los comportamientos, los cuerpos de los sujetos entendidos como individuos y como
población, es decir una vigilancia individualizante y totalizante al mismo tiempo. En una
concepción negativa, el poder prohíbe las expresiones políticas de las artificiales.

Cuando Foucault afirma que el poder es una “relación de fuerzas” se refiere a que el poder se
encuentra en cualquier relación en que unas personas posean más fuerzas que otras para
condicionar sus conductas.

El poder soberano castiga los comportamientos que se ubican fuera de la ley a través del
sistema jurídico-penal. El lugar de constitución de los sujetos moderno son los microespacios
de disciplinamiento. Aunque en Occidente sigue primando una concepción jurídica del poder
en los siglos XVIII y XIX han surgido la biopolítica y la disciplina que son estrategias de poder
distintas a la estrategia jurídica. La conformación de los sujetos modernos se da a través de las
tecnologías disciplinarias. Según Foucault, las técnicas de disciplinamiento sirven para crear
cuerpos dóciles.

2) A lo largo del texto los autores identifican múltiples “usos de la inseguridad”, que
básicamente podrían congregarse en dos grandes grupos, por supuesto también relacionados:
legitimación del aparato policial como instancia represiva de los sectores “peligrosos”, y como
fuente de un negocio económico.
Como bien explican los autores, hasta la década de 1980 sólo los medios sensacionalistas o
amarillistas se ocupaban de las temáticas criminales. Los diarios serios, a lo sumo, tenían una
sección de “policiales” que de modo muy infrecuente alcanzaba la tapa. A partir de la
reorganización neoliberal que se produce en la década de 1990 todos (o casi) los medios
masivos comienzan a dar una mayor relevancia a este tipo de noticias elevándolas a la
categoría de problemas de política nacional, con una presencia exacerbada que provoca un
bombardeo permanente sobre la subjetividad de lectores, oyentes y televidentes. En cuestión
de pocos años, la amenaza de ser víctima de un delito grave contra la vida y/o la propiedad
alcanza a la mayoría de la población. Claramente la amenaza se ha extendido a la sociedad en
su conjunto, no solo a las clases favorecidas u opulentas. Si la principal fuente de intimidación
social proviene del delito, la principal fuente de protección no puede provenir de otra
institución que no sea la policía. Si todo el conjunto social se siente en peligro, se vuelve
imperiosa la necesidad de una mayor estructura de la institución policial, con más efectivos,
mayor presupuesto y mejores “herramientas legales” que protejan su accionar. Se instala la
idea de estar atravesando una “crisis de inseguridad” y el poder político responde declarando
el estado de emergencia o excepción que permite vulnerar todo tipo de regulaciones

Los roles de los medios de comunicación son, básicamente, dos: la identificación indisoluble de
marginalidad y delincuencia, y lo que los autores denominan “actualización policial”, la
justificación de la institución como garante de la ley y el orden. Una de las características
centrales del discurso mediático es la simplificación extrema de fenómenos eminentemente
complejos: Todo es negro o blanco, no hay grises. Hay buenos y malos, víctimas y victimarios,
trabajadores honestos y perversos delincuentes. Sin matices ni contexto. Las víctimas siempre
son personas buenas, honestas y trabajadoras mientras que los victimarios siempre son seres
perversos, carentes de todo valor moral positivo, “malvivientes” y, no casualmente, pobres de
extrema pobreza habitantes de villas miseria que salen a delinquir en barrios de clase
trabajadora. De esta manera los medios cumplen ese doble propósito: señalan al agresor
(villero) como un ser despreciable y al agredido (trabajador) como un compendio de todos los
valores deseables de una persona.

Scheinig y Fernández sostienen que la fase actual del capitalismo conocida como
neoliberalismo, es no solo eminentemente injusta sino que se caracteriza por incrementar
permanentemente esos grados de desigualdad. Millones de personas son desplazadas del
mercado formal de trabajo viéndose obligadas a recurrir a todo tipo de “ilegalismos” para
procurarse los medios necesarios para la subsistencia. El sistema requiere de diversos
mecanismos de justificación de las desigualdades como así también de prevención de
profundos cuestionamientos al status quo que podrían provenir de los sectores más
desfavorecidos. Esa es la función primordial de la institución policial: Prevenir la rebelión. Por
otro lado, la institución policial se vale de la cooptación de jóvenes cada vez más jóvenes,
armados para salir a robar para ellos y, sobre todo, de la cómplice facilidad que le brinda al
narcotráfico para operar en las villas reclutando a los pibes de las barriadas como “soldados”
que son los primeros en caer baleados en las “guerras entre bandas narcos” o “abatidos en
enfrentamientos con la policía”.

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