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La vida de los edificios

Las ampliaciones de la Mezquita de Córdoba

Rafael Moneo
De la vida de los edificios se ocupan hoy poco quienes Dicho de otro modo, el arquitecto levanta un edificio y
escriben de arquitectura. Y, sin embargo, las obras de arquitec- crea un ente perfectamente comprensible en sí mismo gracias a
tura se ven afectadas por el paso del tiempo de manera bien unos principios formal es inherentes a su arquitectura: la obra
característica, singular y específica. Una obra de arquitectura de arquitectura trasciende al arquitecto, va más allá del instante
envejece de modo bien distinto al que envejece un cuadro. El en que la construcción se produce y puede, por tanto, ser
tiempo no es tan sólo pátina para la obra de arquitectura, y con contemp lada a lo largo de las luces cam biantes de la historia
frecuencia , los edifios sufren ampliaciones, incorporan refor- sin que su identidad se pierda con el correr del tiempo. Los
mas, sustituyen o alteran espacios y elementos, transformando principios de la disciplina, establecidos por el arquitecto en la
la imagen, cuando no perdiéndola, que en su origen tuvieron. construcción de la obra, se mantendrán a lo largo de la historia
El cambio, la continua intervención, es el sino, se quiera o no, y, si resultan suficientemente só lidos, el edificio podrá absorber
de la arquitectura. El deseo de tener en cuenta el continuo transf or'inaciones, camb ios, distorsiones, etc., sin que éste deje
cambio, consiguiendo así que una obra de arquitectura respon- de ser fundamentalm ente el que era, respetando, en una pala-
da adecuadamente al paso del tiempo, ha llevado a introducir bra, lo que fueron sus orígenes.
los conceptos de flexivilidad y multifuncionalidad. Nacen tales
conceptos de la idea implícita en que la eterna juventud de un
edificio, su resistencia al paso del tiempo, se lograría mediante intentaré explicar algunas de estas ideas sirviéndome de la
un proyecto abierto, capaz de permitir la continua adaptación a Mezquita de Córdoba, un edificio singular cuya historia abarca
una realidad forzosamente cambiante. El arquitecto conseguiría un p eríodo de ocho siglos. La clave para la comprensión de su
, que su obra soportara el paso del tiempo siempre que su desarrollo reside, o al menos a mí me lo parece, en su estructura
proyecto pudiera ser calificado como "abierto" ( 1). Pero la formal, en los principios en que ésta se apoya. Pues tales
experiencia muestra que la vida de los edificios se nos manifies- principios se definieron con la claridad suficiente para que, Y a
ta mediante la permanencia de sus rasgos formales más caracte- pesar incluso de aparentes con trad icciones, estuvieran siempre
rísticos en el tiempo y que, por consiguiente, no radica tanto en presentes y siempre fuesen respetados por los arquitectos que
el proceso del proyecto como en la autonomía que adquiere un sobre la m ezquita actuaron, permaneciendo constantes a lo
edificio una vez construido. largo de las continuas intervenciones en ella.

26 Mezquita de Córdoba.
ARQUITECTURA

a Mezquita de Córdoba fu e cons-

L truida por Abderrahmán I (2).


Córdoba había sido una de las
más nota bles ciudades de la Península
Ibérica, tanto durante la dominació n
roma na como, más tarde, bajo la domi-
nació n visigoda. Era el último puente
sobre el Guadalquivir y su importancia
es tratégica, comercial y política siempre
fu e apreciada. Abdrrahmá n , príncipe
Omeya , huyó de su patria por motivos
políticos internos y estableció en Córdo-
ba la capita l de un nuevo emira to.
Cuando, tras guerrear durante años con-
tra los reinos cristianos de la península,
resta bleció la paz, Abderrahmán decidió
erigir un templo proclamando así con
él la solidez de su nuevo reino indepen-
diente. El emplazamiento escogido para
levanta rlo fue, casi inevitablemente, el
Iugar sagrado por antonomasia de la
ciudad, aquél donde los cristianos ha-
bían con struido la iglesia de San Vicen-
te, domina ndo el puente sobre el Gua-
da lquivir (3). Iniciada en circunstancias
históricas bien precisas, con propósitos
e intenciones a los que hoy podríamos
calificar de fundacionales, la nueva
Mezquita de Córdoba era, para sus ar-
quitectos, la ocasión adecuada para de-
sarrollar en ella una a rquitectura mo-
délica.
Miembro de la familia Omeya, Ab-
derrahmán se preocupó de que los a r-
quitectos respetasen el precedente de la
vieja Mezquita de Damasco, aq uella que
había conocido en su juventud. La Mez- t:.n la página anterior, vista del muro oriental que cerraba la Mezquita de Alaquenen II desde
quita de Damasco había sentado las ba- la zon a amplia de A lmanzor. En esta página, arriba, la solución primitiva de las cubiertas
ses tipológicas de la mayor parte de las según la hipótesis de M. Nieto Cump lido, tomada del proyecto de restauración de R. Moneo
y G. Ruiz Cabrero. (Se comp leta la serie con los dibujos pub licados en las páginas 45 y 48).
m ezquitas posteriores, al establecer, de Abajo, plan ta de la Mezquita de Damasco.
una vez por todas, si bien siviéndose de
estructuras y elementos arquitectónicos
cristianos, la idea de espacio religioso en la infinitud del artificia l espacio de
islámico, un espacio que refleja un nue- la mezq uita . En otras palabras, tanto la
vo modelo de entender las relaciones axialidad y secuencialidad como la im-
entre el hombre y Dios (4). Es evidente ponente centralidad de las primeras
que los con structores de la Mezquita de iglesias y basílicas cristianas desaparecía
Córdoba tuvieron presente la de Damas- de las mezquitas en aras de un espacio
co y que eran conscientes, por tanto , de :o
f
1
1, neutro y sin caracterizar. El foco del
las claras diferencias que media n entre 1 espacio cristiano -el altar- era a bsor-
la teología islámica y la cristiana, dife- 1
bido por el todo. El nuevo foco fue la
. . [
1

rencias que, naturalmente, iban a que- ~I quibla, un "muro de oración" conti-


dar reflejadas en su arquitectura. ¡ . -W- 1 nuo, con un pequeño nicho - el mih-
¡-+- 1
El Isla m enfatiza la presencia omni- • 1 rab- inspirado probablemente en los
potente de Dios , a quien se reserva el 1 ábsides cristianos, pero sin la significa-
1 1
poder de creación. De ahí que, la deli- e¡ 1 ción litúrgica de éstos . El mihrab, sin
berada a usencia en la cultura islámica i embargo, implicaba la necesidad de la
de imágenes creadas por el hombre ha- simetría, que, una vez más aparece co-
ya que entenderla como un signo de mo inevitable pincipio formal capaz de
respeto a Dios. La exten sión de estas imponer un cierto orden, incluso bajo
ideas a la arquitectura supuso e l aba n- las circustancias de abs tracción e indife-
dono de la unidad y singularidad que renciación inherentes a· la arq uitectura
caracterizaba a la a rquitectura tradicio- de la mezquita. La iglesia cristiana, lo n-
na l de Occidente y la a parición , como '\' gitudinal y procesional, se transforma
contrapa rtida, de una arquitectura ge- en un edificio con patio, a modo de
n érica y no particularizada . En ella la ciudadela sagrada , en el que la transi-
nueva idea de oración que la religión ción a l espacio cubierto debe entenderse
islámica traía consigo podía encontrar como un paso adelante en la relación,
la atmósfera que precisaba : la difusa individual y privada, que el Islam esta-
presencia de Dios se materia lizaba así blece con Dios.

Mezquita de Córdoba. 27
ARQUITECTURA

El espacio cubierto de la Mezquita


de Damasco estaba formado por tres na-
ves .paralelas orientadas hacia la pared
de la quibla. El espacio central, bajo
una cúpula que subrayaba la presencia
del mihrab, era todo un tributo a las
iglesias cristianas orientales de planta
central, herederas de la tradición tar-
dorromana. Era evidente el deseo de re-
lajar la tensión de las iglesias cristianas,
debida, unas veces, a la poderosa sensa-
ción de direccionalidad; otras, a la exis-
tencia de una centralidad absorbente.
La pequeña cúpula es más un elemento
arquitectónico que una imposición
ideológica o ritual. En la Mezquita de
Baalbeck y, más tarde, en algunas de las
mezquitas egipcias, este espacio centra-
lizado desaparece y los muros paralelos
se convierten en los elementos más im-
portantes del edificio. La mezquita se
consolida como un nuevo tipo arquitec-
tónico que, a juzgar por los anteceden-
tes citados, bien puede interpretarse co-
mo una transformación radical de la
arquitectura basilical tardorromana . La
introducción de una sintaxis distinta,
inspirada por una concepción del mun-
do diversa, es, en última instancia, res-
ponsable de tal tra nsformación y poco
importa que, tanto en Damasco como
en El Cairo, se utilicen columnas y otros
elementos directamente tomados de la
arquitectura romana: la mezquita se
presenta como un tipo bien definido,
t:t' "muro-acueducto" perpendicular a la quib la, que resuelve el drenaje pleno, y con ella toda una nueva arqui-
de la cubierta y simultáneamente la estructura construclzva Y. la espaczal
de la Mezquita. Por otra parle, el grosor de los muros permzle otra tectura , la islámica.
lectura espacial: en dirección paralela a la quibla. Pasemos a Córdoba. Quedó ya dicho
que en la Mezquita de Abderrahmán se
respetaron tipos establecidos, pero éstos
sufrieron en ella tan profundos cambios
que cabe el que la consideremos como
un acontecimiento arquitectónico úni-
co y singular. El primer rasgo que la
convierte en singular y única es, sin
duda, el cambio en la orientación de los
muros : perpendiculares a la quibla, no
paralelos como era la costumbre. Pare-
ce lógico si se trata de favorecer la visi-
bilidad de la quibla. Sin embargo, dicho
cambio obedece a una compleja deci-
sión estructural que fue , como se verá
más adelante, definitiva en la ordena-
ción espacial de la mezquita.
Una descripción simple de esta es-
tructura consistiría en afirmar que los
muros de carga han sido horadados sir-
viéndose de arcos sobre columnas, pero
eso significaría la reducción del proble-
ma constructivo que la mezquita impli-
ca a un problema de geometría en el
plano. La razón por la que se habla de
muros al describir la mezquita quizá se
deba a que se identifican, metafórica-
b ,\ mente, muros y acueductos. Así vemos
\\
.\ \
cómo, en la Mezquita de Córdoba, el
o \ sistema de muros, que drena a un tiem-
po que cubre el área, se convierte en un
ámbito del máximo interés espacial
>
o cuando los muros aceptan, con ingenua

28 Mezquita de Córdoba.
ARQUITECTU RA

-----·· .--···------- bre pilares y los arcos de herradura y


acudió a la construcción tradicional en
madera sustentada por muros de carga
a la hora de resolver techos y cubiertas
(7) . La construcción exigió la aparición
de algunos elementos nuevos, ta les co-
mo los cimacios, elementos que faci lita-
ban el ajuste entre los "elementos ya
usados" y la geometría a que o bligaba
la disposición de la mezquita.
Una interpretación pragmática po-
dría sugerir que el arquitecto, querien-
do dar mayor a ltura al techo y no con-
tento con colocarlo so bre un muro sus-
ten tado por una cadena de arcos de
herradura sobre las columnas, decidió
incorporar una nueva cadena de arcos
de medio punto -un segundo orden-
para lograr la deseada a ltura. Por otra
parte, la mayor anchura del arco supe-
rior podría explicarse por la presencia
de un canalón de desagüe que obliga a
un mayor espesor del muro y, por con-
siguiente, del arco. No obstante, si lo
_;-·······--' ,----------·, ! " """" ••••.•.. ,---------- - ,----------- -.... ----------, __ .---- ·-- 1 ,---- - -
que buscamos es una explicació n que
nos permita entender los problemas for-
ma les de la mezquita, habremos de con-
siderar un mayor ni vel de complejidad
r--, __ J __ _,-- ~· _____ ____ r··, ---------···
para en tender el modo de pensar de los
arqui tectos, modo de pensar que es res-
ponsable en último término de los prin-
cipios formales que le permiten cons-
truir. Así, admitiendo la voluntad explí-
cita de una mayor altura y ésta, por
tanto, como el fin perseguido, podría ..
mos entender la estructura como cade-
'- nas de arcos de medio punto sobre pila-
': res es beltos, a tados éstos por un elemen-
to tra nsversa l hipotético - el arco de
herradura- incorporado a l conjunto
para garantizar la esta bilidad del mis-
mo. De este modo, la Mezquita de Cór-
doba pasaría a ser un sistema for mado
=-,__;::==;__;: =:;::;::=::;:::;::=~ = ==== = por muros-acueductos que se producen
perpendicularmente a la qui bla y son
responsables , en último térm ino, de la
experiencia espacial: la única dirección
perceptible sería entonces la perpendi-
cular a la quibla.
Sin embargo, si consideramos el gro-
sor de esos muros paralelos, podría en-
tenderse que los arcos de medio punto
... r ···-······L.. ····-···-···t... f·····-·-··-....r -·· - ······, ..r·····- ·····"'\... r ·-- ··· · ·1.. .. r············". .. r···--- -,_ __ ,------,,---,,--_.. ... . ..... .... .
definen una serie de bóvedas con tinuas,
introduciéndose así una segunda direc-
Arriba, las mezquitas de Abderramán I y Abderramán II . En puntos, el ción, la para lela a la quibla.
perímetro final del edificio.
De la intersección de ambos sistemas,
una intersección que, naturalmeme, es
literalidad (5), su condición de acueduc- nas y capiteles procedentes ta nto de edi- virtual, pero que es ta mbién irreducti- .
tos. Pero a renglón seguido, tras de ad- fi cios romanos como de primitivas igle- ble, depende la es tructura formal de la
mitir el valor de la metáfora, hay que sias cristianas y visigodas: su condición mezquita. En ella radica, en última ins-
hacer constar que ésta es, simplemente, singula r y completa les do ta ba de un tancia, la definición arquitectónica de
un punto de partida, ya que la técnica cierto aura intemporal. De hecho, se la misma: tal "intersección virtua l" es
constructiva definitiva no fu e desarro- tra taba de elementos que, en su radica l la que permite a l arq uitecto la con struc-
llada de acuerdo sólo con dicha " ima - soledad y autonomía, podía n ser reuti- ción. De ahí que el espacio real de la
gen": el considerar la disponibilidad de lizados sin a tender al marco es tilísti co mezquita contemple la supresión de am-
los "e lementos ya usados" iba a ser un que los produj o (6). bas direcciones y que la insistente y
dato clave para los arquitectos que hi- Contando con ellos, y con una idea poderosa presencia de las columnas
cieron de los mismos la base de su tra- previa de la estructura como un todo, el pueda ser entendida como el resultado
bajo. Los ma teriales , pues, esta ban da- arquitecto de la Mezquita de Córdoba de la intersección de dichos planos vir-
dos ; "elementos ya usados " eran colum- definió la estereotomía de los arcos so- tua les. El espacio definido por las co-

Mezquita de Córdoba. 29
ARQUITECTURA

lumnas, la abstracta malla que forman, rectrices paralelas a la quibla que se rollos -se simplificaron sus moldu-
en la que toda alusión al pasado se dibujan en interminable imagen pers- ras- , lo que demuestra que el construc-
disuelve, es una clara expresión del nue- pectiva con su ayuda. Las dovelas colo- tor era consciente de los problemas for-
vo espacio religioso, neutro e indiferen- readas, a su vez, favorecen tal interpre- males (11).
te, que hemos descrito antes; pero tam- tación , a l poner de manifiesto la coli- Mohamed I, hijo de Abderrahmán
bién cabe entenderla en términos estric- sión entre los arcos de herradura y las II, concluyó la obra iniciada por su
tamente formales, en aquellos de los pilastras. padre levantando el rnuro occidental
que el arquitecto ha de servirse para Hemos llegado, pues, a un punto en ( I 2). A él se atribuye la Puerta de San
poder sentar las bases desde las que el que cabe afirmar que los principios Esteban , donde, una vez más, es el me-
construir sus obras (8). formales de la Mezquita de Córdoba es- canismo de superposición el que nos
En cualquier caso, ya sea partiendo taban tan claramente establecidos desde permite comprender el complejo siste-
de análisis de la cubierta o bien siguien- su origen y eran, por otro lado, tan ma geom étrico que rige su construc-
do el orden cronológico con que la cons- determinantes que las ampliaciones ción. Sería muy difícil explicar una or-
trucción se produce, habrá que conside- posteriores del edificio no supusieron namentación tan intrincada si no acu-
rar otras intervenciones que, no por ser transformaciones radicales del mismo. diéramos a la idea de superposición co-
menores, pueden ser calificadas como La futura vida de un edificio está implí- mo mecanismo formal básico. Sólo así
secundarias. A ellas se confía, en algu- cita en los principios formales que lo puede entenderse cómo el plano del mu-
nas ocasiones, la articulación de los di- han hecho nacer, y de ahí que su enten- ro es trabajado como plano geométrico:
ferentes elementos. En otras, subrayan, dimiento nos proporcione una pista pa- en él se entrecruzan y traban diversos
simple y eficazmente, la estructura for- ra comprender su historia . Tal haremos planos virtuales, definiéndose toda una
mal del edificio. Pero, tanto en unas ahora al ver de qué modo están dichos serie de convenciones geométricas que
como en otras, tales intervenciones de- principios presentes en la larga vida de hacen posible la construcción de la ar-
ben entenderse siempre como acciones la mezquita. quitectura (13).
que propician al arquitecto la flexibili- Cuando Abderrahmán II quiso am- Bajo Abderrahmán III, en el apogeo
dad necesaria para trabajar con piezas pliar la mezquita, la cuestión era clara: del emirato, se realizaron pequeñas re-
preexistentes. Así se explica el elemento formas . Las obras continuaron y se le-
que soluciona la parte superior del ca- vantó una segunda fachada, doblando
pitel, donde convergen el pilar, el arco la que ya existía y repitiendo el tema de
de herradura y la columna-capitel. El las columnas unidas a pilastras ( I 4).
arquitecto definió un nuevo elemento, Más adelante, en las ampliaciones pos-
tan simple como eficaz, que resolvía la teriores, esta solución de la doble pared
conjunción de todos ellos. En otro or- volvería a ser utilizada de nuevo, convir-
den de cosas, la transición de la base tiéndose lo que había sido específico y
cuadrada a la sección rectangular de los singular, dictado por la necesidad, en
pilares fue solucionada con un elemen- reproducible modelo.
to que con el tiempo adquiriría una La de Al-Hakam II fue, sin lugar a
singular relevancia en la arquitectura dudas, la más importante de todas las
islámica y mozárabe: el llamado, por extensiones: transformó completamente
Gómez Moreno, modillón de rollos (9) . las dimensiones de la mezquita e intro-
Otro rasgo importante de la Mezq ui- dujo un nuevo orden espacial. La esca-
ta de Córdoba la constituyen las dovelas la de esta intervención provocó la nece-
coloreadas de los arcos. A menudo se ha sidad de dar una nueva interpretación a
comentado que ya habían sido utiliza- toda la mezquita: por obra del arquitec-
das en la arquitectura siria, así como en to de Al-Hakam, la mezquita se convir-
algunas obras romanas -el acueducto En la primera mezquita se fi}a la solución tió en un nuevo edificio en el que atre-
de Los Milagros en Mérida, por ejem- constructiva. Sobre un capitel y una columna
romana se levan tan los arcos . Aparecen vidas invenciones conviven con los, pre-
plo - , insistiendo así en una estrecha elementos nuevos: el cimacio, el modillón de viamente establecidos, poderosos princi-
relación entre los ejemplos romanos y rollos y el propio trazado y despiece del arco. pios formales ( 15 ).
la Mezquita de Córdoba ( JO). Pero cabe, La primera mezquita -la de Ab-
también, ver las dovelas coloreadas con derrahmán 1- era un amplio recinto
una prueba más de la presencia del me- en el que se había olvidado toda alusión
canismo formal antes descrito en Córdo- a la direccionalidad procesional que ca-
ba. Podría entenderse como el resultado la mezquita crecería hacia el sur. El racterizaba a las iglesias cristianas. Se
de una íntima superposición: la forma muro de la quibla f1:1e parcialmente mantuvo, como ya quedó dicho, el re-
arquitectónica es en la Mezquita de Cór- derribado para permitir el paso a través cuerdo de la Mezquita de Damasco al
doba el resultado de una interacción de él y se construyeron ocho nuevas prevalecer en su estructura la dirección
entre formas simples y elementos, con arcadas. Se conservaron los restos de la paralela a la quibla, a pesar de la nueva
significados autónomos y propios, en antigua quibla porque el suprimirlos orientación de las naves. La ampliación
muy diversos planos, que se pierden en hubiera sido arriesgado, ya que era pre- de Abderrahmán II neutralizó el espa-
el nuevo todo; la forma final es una ciso contrarrestar el empuje horizontal cio, dejándolo prácticamente cuadrado.
forma integrada, en la que los compo- de las cadenas . de arcos. Pero la sensa- La mezquita primitiva, la mezquita de
nentes que la constituyen desaparecen y ción espacial no cambió, y el hecho de Abderrahmán I, quedó de hecho conver-
pierden su respectiva identidad singu- la nueva intervención fue absorbido por tida en un recinto que daba acceso a la
lar, dando así lugar a una nueva lectu- el espacio existente sin que se produje- obra nueva , de modo que ésta podía ser
ra . El arco de herradura, por ejemplo, ran cambios fundamentales; los restos considerada como un espacio, en cierto
es un elemento estructural que da esta- de la vieja pared de la quibla iban a ser, modo, aútonomo e independiente. Pero
bilidad a las esbeltas pilastras sobre las en el futuro, tan sólo un accidente en el aún así, cabe señalar que la escala de la
columnas, pero, al mismo tiempo, cum - continuo espacio de la mezquita . Curio- intervención, cuidadosamente estableci-
ple con una delicada función formal al samente, se llevó a cabo una importan- da, permitió que el espacio permanecie-
subrayar la realidad espacial de las di- te modificación· de los modillones de ra inalterado.

30 Mezquita de Córdoba.
ARQUITECTURA

La Capilla de Villaviciosa .

La posterior amp liación de AI-Ha- El primero de estos espacios, -la abovedando con nervaduras , dando lu -
kam introdujo decididamente el sentido Capilla de Villaviciosa-, es un recinto gar a una obra de arquitectura en la
de profundidad -opuesto a la cond i- virtual que se encuentra situado sobre que se mezclaban la invención tecnoló-
ción plana, frontal, de la primera mez- el eje que lleva a l mihrab en el umbral gica y una delicada geometría ( 18). Los
quita-, transformando por completo de entrada al área construida por Al~Ha- arcos mantienen su integridad , pero, al
la construcción existente mediante el kam. Ocupa tres intercolumnios de la mismo tiempo, hay una conciencia de
uso de nuevos elementos y la incorpora- nave axial y está definido por un par de la tridimensionalidad que convierte a
ción de nuevos mecanismos formales; columna s colocadas en el vano centra l, las cúpulas en elementos autonómicos
pero la mezquita se tranformó sin que reforzándose los á ngulos del rectángulo e independientes. La arquitectura ha es-
la continuidad con lo ya construido se ficticio con tres columnas independien- tado a menudo íntimamente ligada a la
perdiera. Las mezquitas de Abderrah- tes. Esta estructura, de planta simple, geometría, pero esta íntima relación en-
mán I y Abderrahmán II se convirtieron sostiene un vo lumen muy complejo: los tre arquitectura y geometría pocas veces
en el umbra l verdadero y auténtico san- planos en que están contenidos los ar- ha alcanzado el cénit de perfección a
tuario, en el obligado paso a la nueva cos se tuvieron que modificar sustan- que se llegó en la Mezquita de Córdoba,
mezquita (16). E l nuevo recinto, la am - cialmente dada la necesidad de unos donde la estereotomía se produjo con
pliación de Al-Hakam, tenía en planta, muros en lo a lto que soportasen la precisión admirable.
más o menos, las mismas proporciones cúpu la. La nueva Capi ll a de Villaviciosa de-
que la primera mezquita, pero no sería La mezquita quedó así realzada, y sempeñó el papel de rótula , de puerta
posible el establecer un paralelo entre hubo que cambiar la estructura prece- virtua l, entre la vieja y la nueva mezqui-
ambas, si se tienen -en cuenta los acusa- dente, demasiado li gera. El arquitecto ta, convirtiéndose en el auténtico um-
dos matices diferenciales que las sepa- de la ampliación dio con una so lución bral del camino que ll evabe a la quibla.
ran. Con extremo cuidado, se horadó de sutil a l construir un pseudo-muro con Esta función virtua l estaba enfatizada
nuevo el muro de la quibla, volviendo arcos entrelazados, sirviéndose para ello por la lu z, que, al ser cenita l, dotaba de
a utilizarse columnas adiciona les que, de la misma compleja geometría utiliza- notable importancia a ese obligado lu-
al situarse sobre la nave, la estrechaban, da en otros elementos de la mezquita. gar de paso desde el que se accedía al
evidenciándose así que se trataba de un El mecanismo de superposición de que más sagrado de los recintos. Así, la más
acceso a l nuevo recinto. Era a l llegar a antes hablábamos cobró, una vez más, tarde ll amada "ca pilla del lucernario",
él, cuando el cambio más importante se definitiva importancia en los horadados definía el camino hacia la quibla y an-
introdujo, a l construir unos sofisticados muros, convertidos ahora en complejas ticipaba la presencia - al final, ya en
lucernarios con la ayuda de altas cúpu- es tructuras tridimensionales: la clave la quibla- del lugar más sagrado, el
las de estructura nervada , que iban a para comprender esta geometría radica mirab, presencia que se hacía evidente
tener una decisiva influencia tanto so- en hacer que los planos siempre sean a l fondo, con la luz, que dibujaba fan-
bre la planta como en el aspecto de los tales y en la ficción de que sobre uno de tásticas imágenes a l filtrarse entre geo-
espacios interiores, dado que alteraban ellos pueden superponerse otros relacio- metría de los tres recintos constru idos
las condiciones de iluminación de los nados entre sí mediante el trazado ( 17 ). en sus inmediaciones según principios
mismos. Cúpulas y lucernarios facilita- Este modo de concebir la construc- similares.
ban el camino hacia el mihrab, por un ción de la arquitectura alcazó su más La autonomía de los espacios se ma-
lado, creando, por otro, espacios inde- alta cota, tanto de complejidad como de nifiesta una vez más en la ex istencia de
pendientes y autónomos, susceptibles de belleza, en las cúpu las de la Mezquita columnas en el espacio libre de la nave.
ser apreciados en sí mismos, a pesar de de Córdoba, donde, más de un siglo Hay que seña lar que , en la oscuridad
estar apoyados sobre la genérica trama antes de la aparición de la bóveda ner- de la mezquita , esta pared, más alta,
de columnas de la mezquita. vada en Francia, se cubrió un espacio iluminada por las ventanas de la cúpu-

Mezquita de Córdoba. ~1
ARQUITECTURA

la, proporciona una extraña sensación a los probl emas específicos. Así, puede siglos con axialidad de las basílicas y de
de claridad , al caer la luz a través de los apreciarse en la habilidad con que se las catedrales. Y, por ello, el primer
huecos que definen los arcos entrelaza- abrieron las puertas que comunica n am- paso hacia la iglesia cristiana fue el
dos. La neutralidad espacia l de la pri- bas mezquitas: se sustituyeron los con- abrir una nave longitudinal, lo que fue
mera mezquita dio paso a un complejo trafuertes del muro oriental y se falseó posible con la simple sustitución de tres
es pacio en el que la luz jugaba un pri- el grosor del muro mediante arcos de arcos por un solo arco ojival. Así co-
mordial papel. Y tal vez sea éste el lu- herradura de notable envergadura soste- menzó una nueva época en la vida de la
gar adecuado para advertir que, al pro- nidos por un par de columnas (20). Mezquita de Córdoba. Debe, sin embar-
ducirse en un medio como la arquitec- No obstante, las columnas perdieron go, subrayarse que los constructores
tura islámica, caracterizado por la au- su línea refinad a y los ca piteles no fue- cristianos actuaron con profundo cono-
sencia de secuencia lidad espacial , las in- ron esculpidos con la exquisita delica- cimiento de la mezquita y de su signifi-
tervenciones puntua les se hicieron m ás deza que había caracterizado el período cado. Tal conocimiento se h acía espe-
evidentes. El resultado fue una expe- de Al-Haka m. En efecto, los elementos cialmente evidente en el cambio que se
riencia arquitectónica en la que los me- de la a mpliación de Almanzor carecie- produjo en la orientación. Los construc-
canismos formales no se nos imponen ron de la elegancia que distinguió a sus tores cristianos comprendieron el valor
a utoritariamente y tan sólo la curiosi- predecesores, si bien la abstracta síntesis de la orientación y, en cuanto que pre-
dad del estudio los desvela ( 19). de los ca piteles muestra un ta lento que tendían eludir la utilización de la mez-
La siguiente ampliación de la mez- merece · nuestra admiración y respeto. quita islámica, la trastocaron radical-
quita fue obra de Almanzor, quien se Durante los dos siglos posteriores la mente. Por otra parte, el eje de la a nti-
hizo con el dominio del imperio cordo- Mezquita de Córdoba_permaneció como gua mezquita de AI-Hakam quedó cor-
bés a la muerte de Al-Hakam. La nueva la había dejado Almanzor. Pero a prin- tado por la iglesia lo ngitudina l que se
ampliación de la mezquita no se justifi- cipios del siglo XIII la ciudad cayó en insertó en ella. Tal inserción se llevó a
caba ni desde el proceso de desarrollo manos cristianas y la mezquita volvió a cabo con gran precisión: los constructo-
del edificio mismo, -su lógica inter- ser objeto de cambios y alteraciones. res cristianos eligieron el límite entre
na- ni por la necesidad de una mayor Parece ser que la transformación de las mezquitas de Abderrahmán II y AI-
área de es pacio sagrado, y sólo tenía la mezquita en iglesia cristiana se llevó Hakam y, al hacerlo, distorsionaron el
sentido desde el punto de vista político, a cabo sin que su estructura a rquitectó- orden de la mezquita, manipulando su
como obra pública monumental , como nica resultase afectada. Fernando III el arq uitectura astutamente. Así, sirvién-
demostración de poder. Santo, ocupó discretamente una de las dose de mano de obra morisca, situaron
La ampliación se llevó a cabo lateral- esquinas de la a mpliación de Almanzor la cabecera de la nueva iglesia en la
mente, ignorando por tanto el eje de la para celebrar en ella el culto de los llamada Capilla de Villaviciosa. La an-
entrada, y no aportó a la mezquita no- conquistadores. Algunos años después, tigua articulación entre las mezquitas
vedades. La pared de la quibla había la entrada a la mezquita de Al-Hakam de Abderrahmán II y de Al-hakam, pun-
sido construida hacía poco tiempo y -la primera de las cúpulas de arcos to crucial del conjunto, quedó así trans-
felizmente, no fue alterada. Para tratar cruzados y maravillosos lucerna rios- formada en el crucero virtua l de la nue-
de explicarnos el sentido que tiene la pasó a ser la capilla mayor y se llamó a va iglesia cristiana.
nueva ampliación, únicamente podrían partir de entonces "Capilla de Villavi- También, desde un punto de vista
aducise razones que apuntasen hacia el ciosa". Quedó allí esta blecido el foco pragmático, la nueva iglesia iba a que-
deseo de conseguir un espacio más equi- cristiano de la mezquita, en ta nto que dar inteligentemente emplazada: los
librado, más cuadrado, que neutralizase el resto permaneció prácticamente ina l- constructores cristianos soportaron el
la axialidad de la mezquita de AI-Ha- terado. empuj e horizontal de sus a rcos apoyán-
kam. Sin embargo, a pesar de los co- Cuando Alfonso X el Sabio, decidió dolos en una de las viejas quiblas, con
mentarios desfavorables que le han de- construir una nueva capilla en la que lo que sólo se precisó colocar contra-
dicado tanto historiadores como críti- habría de ser enterrado, lo hizo junto a fu ertes en uno de los lados. La primera
cos, merece, en nuestra opinión, una la Capilla de Villaviciosa (21). Es inte- intervención cristiana en la mezquita se
cierta consideración. resante subrayar aquí que la Capilla caracterizó, pues, por su economía y, a
Así, es clara muestra de la sensibili- Real fue construida a la ma nera en que la vez, por su eficacia.
dad del arquitecto el que supiera apre- la mezquita se había construido y, por La segunda intervención requiere un
ciar la necesidad de dividir la gran su- supuesto, ejecutada con mano de obra an á li sis más cuidadoso; no es tan clara
perficie construida, para lo que prolon- islámica, sin dar paso al esti lo de los como la primera, y la misma incerti-
gó la quibla de Abderrahmán II . La conquistadores, el gótico. Esto indica dumbre que acompañó a su con struc-
cruz formada por el muro oriental y una cierta tolerancia por parte de los ción ha estado siempre presente en las
dicha quibla pasó a ser uno de los ele- constructores cristianos hacia el medio críticas de que ha sido objeto (22).
mentos más importantes de la mezqui- cultural y religoso de los vencidos. La La Mezquita de Córdoba, que había
ta. Se introducía con ello un nuevo ele- Capilla Rea l repitió el esquema estruc- sobrevivido doscientos años en manos
mento, una estructura maciza en el es- tural de las cúpulas ya construidas, aña- de cristianos sin cambios sustancia les,
pacio vacío de las columnas, que iba a diendo únicamente una decoració n más se encontraba en notable peligro cuan-
dar lugar a un nuevo modo de orientar- profusa, menos tensa. do a l final de la guerra, con la caída de
se: en el bosque de columnas, los dos La mezquita permaneció, por tanto, Granada en 1492, surgieron voces que,
gruesos muros perpendiculares que Al- casi inalterada desde la época de Alman- no contentas con haber instaurado el
manzor construye imponen una nueva zor hasta finales del siglo XV. Fue en- culto cristiano en ella, reclamaban su
lectura de la mezquita . Anulada la di- tonces, en el año 1489, cuando el obis- comp leta transformación en una a utén-
re_c cionalidad de la mezquita de Al-Ha- po Manrique, influido sin duda por el tica catedral cristiana. Tal propósito dio
kam, el espacio indiferenciado volvió a renacido estado de guerra -Granada, lugar a vivas disensiones, con interve~-
ser el rasgo más característico del edi- último de los reinos moros, caería poco ciones reales y clamor popular, que so-
ficio. después-, decidió transformar la mez- lo conclu yeron cuando, en 1523, Carlos
Además, puede observarse la pericia quita en una auténtica iglesia cristiana. I aprobó el proyecto del Cabildo. Los
del arquitecto -probablemente aún La falta de articulación espacia l de cri stianos estaban inquietos a l perobir
bajo la influencia de los constructores la mezquita era inadecuada para el cul- -lo sagrado en el espacio de la mezquita
de Al-Hakam- en las soluciones dadas to cristiano, familiarizado a lo largo de y veían la construcción de la nueva ca-

32 Mezquita de Córdoba.
A RQU ITECTU R A

esLructura, la cua l im p uso ciertas limi-


Lacio nes pos iti vas a la nu eva.
La elecció n del empl aza mi en LO den-
Lro de la mezquiLa se ll evó a ca bo con
pl en a con cíen cia de los pro blemas que
im p li ca ba y se reso lvió con un La lento
magisLra l. Como ha bía ocurrido en la
con sLrucció n de la primera ig les ia cris-
Li a na , el a ná li sis de los elementos exi s-
LenLes fu e llevado a ca bo ri g u rosa mente
y su reuLili zación en el nuevo edificio
contribu yó a l éx ilo de la operació n. As í,
la pa red de la quibl a consLruida por
Adberra hmán I -que ha bí a sido p erfo-
rada por Abderra hmá n II y p ro lo ngada
m ás La rde en la ampliació n de Alma n-
zor- fue considerada acertada mente co-
mo uno de los elementos más só lidos de
la mezquiLa y empleada como base de
una serie de conLra fuen es . El sisLema
¡~
simétri co res ulLa nte a bsorbió dos de las
columnas, lo que gara ntizó el má ximo
resp elo posible hacia la es Li·u cLura exi s-
Lente sin pérdida de sus elemen LOs.
L ......... r---------~ .. ,-----····'---r· ------..1.• r-·····-···'--·r··-· ·-··i.J·--------·._...r·-----... ___ ;·-------- ,__r·---.. . . ---...,--·-..············--..r--·-·-------- -····--··----'
Ta l respeLO a la ma lla de columnas
- continua y recLá ngul a r- es evidenLe
en la pl a nta del recinLO gó Li co, definida
a pa nir de la elección de un a línea de
referencia en la más anti g ua de las qui-
bias, lo que impli ca la a pa ri ció n, la
o bligada simeLrí a, de una pa red nueva,
sin que haya ningún elemenLO esLrucLu-
ra l susta nti vo fu era de la ma lla de esbel-
Las columnas de la mezquiLa.
La fo rm ación del crucero se rea li zó
con el a poyo del mu ro o rienta l -perfo-
rado en la a mpli ación de Alma n zor- y
la ca rga h ori zon La l fue a bsorbida po r
un sisLema de conna fu en es Lra nsversa-
les y po r un nuevo elemento esLructura l
creado so bre la ma lla de columnas. Los
esfuerzos ho ri zom a les de la puerta y la
entrada a la nave fu eron a bsorbidos po r
una serie de pequeñ as ca pill as Lrase ras
y po r un prepó nico que definí a un re-
cinLo ante la entrada.
La nueva caLedral exigía una nueva
leCLura del edifi cio: se ha bía ro lo la con-
Linuidad del espacio que debía entender-
se como un espacio frag menLado en el
que a parecía aho ra -milagrosa menLe-
una nueva arquiLeCLura, cuya ca raCLeri-
zación es lilísti ca sería difícil. El eje que
Arriba , la Mezqu ita de A laquen 11 . Abajo, la Mezquita amp liada po r A lmamor a su ll eva ba a l mihra b fu e empl eado como
ext ensión defini tiva.
ca mino de enLrada a la ca Ledra l, y so bre
él se con sLru yó el prep órti co qu e da
ori gen a la nave. Pero, el eje de la m ez-
Ledra l como necesari a purifi cació n de nocer q ue, a pesa r de las duras y repeli - qui La quedó interrumpido p or la super-
aquéll a. Nad ie se lo pl a nLeó en Lérmi- das críLi cas que ha recibido la caLedra l, pos ición de las dos ig lesias crisli a nas, y
nos de una a mpliació n, de una nueva la o bra de H erná n Ruiz fu e rea lizada con ell o el iLin era ri o de AI-Ha ka m ha-
esLr uctura. La di scusió n se cenLró más con La lento y h a bilidad. Se tra La ba de cia el foco más sagrado se perdi ó defini-
bien en cómo con sLruir en el interi or de un enca rgo difí cil y fue resuello con Li va mente. A pa nir de ento n ces la m ez-
la vieja mezquiLa: inclusió n en vez de exLrema sabidurí a: n adie podrá negar qui La, a pesa r d e la a pa ren Le regul a ridad
exLe nsió n . que p ara in sertar una ca Ledra l La rdogó- del muro perimeLra l, pasó a ser un edi-
La o bra fu e enca rgada a un experto Li ca en la es Lructura continu a - y frá- fi cio fragmenLado y de difí cil leCL u ra.
arqui Lecto cas tella no, Hern án Rui z el g il- de la mezquiLa era preciso poseer La in serció n de la ca Ledra l fue rea li -
Vi ejo, que Lra baja ba en la prósp era An- un a idea cl ara de a mbas arquiLecturas. zada con La l precisió n que su p resencia
da lucía del sig lo XVI, do nde era mu y H ern an Rui z las conocía bi en y fu e ca - en el inLerio r de la mezquila consLiLu ye
respeLado como maesLro d e o bras de la paz de rea liza r di cha adecuació n sin ca u- un a continua sorpresa para qui en a ma
Ca Led ra l de Sev illa (23) . Se h a de reco- sa r da ñ os de con sideració n a la vieja deLenerse antes los p ro blemas que g ra-

Mezq uita de Có rdo ba. 33


ARQUITECTURA

vitaron sobre el trabajo del a rquitecto. las m ezquita s a nteri o res, desde Ab- vida de un ed ificio como la Mezquita
En planta no se a precia el inge nioso derrahmán I a Almanzor, y sólo sobre- de Córdoba. Muy a menudo , críti cos e
modo en que el impresionane hueco de vivió una mezquita: la complej a e ina- histori adores han la mentado lo ocurri-
la ca tedra l niega violem amente la mo- prehensible Mezquita de Córdoba. do y han propuesto incluso limpiar la
des ta a ltu ra de la mezquita, aumenta n- La mezquita fu e objeto de a lgunas mezquita elim ina ndo la ú ltima imer-
do así el dramatismo que impli ca el tra nsformaciones posteriores, como la vención , aquella que llevó a la construc-
encuentro de dos arquitecturas tan dife- construcció n de la sacristía y la adición ción de la catedra l cristia na. Se ha cita-
rentes. Paradójicameme, la ca tedral fa- de una serie de ca pillas a l muro la tera l. do repetidameme el testimonio de Car-
vorecía la unidad de la mezquita . Inclu- Sin embargo, a pesar del impacto que los I, porque se sabe que en su visita a
so la ampliació n de Alma nzo r, que has- produjo la mole de la sacristía en la Córdoba quedó fasc inado por la mez-
ta emonces había carecido de semido, planta de la mezquita, la idea del edifi- quita y que, ante sus consejeros que le
adqu irió coherencia a l envolver el cuer- cio no resultó afectada, po r lo que con- recomendaban a utoriza r la con strucció n
po de la ig lesia cristiana. Con es ta ope- cluiremos aquí nuestro com entario. Es, de la catedral, protestó diciendo que, a l
ración se desvaneció la presencia - en- por tamo, el momento de considera r las hacer " lo que puede hacerse en otras
fatizada por las distintas quiblas- de reflexiones que surgen del análisis de la partes", se destruiría para siempre " lo

34 Mezquita de Córdoba.
ARQ l l!TE C:Tl JRr\

Planta de la Mezquita en la que se dibujan


la " prim era " catedral de estilo gótico y
el gran crucero de H emán R uzz.

NOTAS
l. En los años sese nta, "apert ura " fue sin ó-
11i1no de modern idad. Recuérdese el títu -
lo del libro de Umbeno Eco "Opera
Ape na " com o claro testi mo ni o de ta l
actitud.
2. Pa ra una visión genera l de la mezqu ita
r ·-.~~- ....
~

,. . . . .. ~
dC' Có rdo ba , véan se: F. Chueca . Historia
d e la arqu itectu ra españo la, Madr id ,
e' ... 1 1965: M. Gó mez- Mo reno . El arte árab f'
espa,io l hasta los almohades, Madr id .
195 1: L. T orres Ba lbás, La m ezquita cJ,,
Có rdo ba y las ru in as de !Wedina Al-laha-
ra , Madrid , 1952. Pueden ha ll a rse estu -
dios específicos so bre las suces ivas am-
que era sing ula r en el mundo " (24) . No p liaci o nes en: E. Lamben . Las tres pri-
edificio y se tra nsforma en o tra clase de
m eras eta pas constructivas de la m ezqui-
creo, sin emba rgo , que todas es tas mo- o bj eto. Un museo de arq uitectura es ta de Có rdo ba , Al-A nda lus , t. III , Ma -
dificaciones ha ya n destruido la mezqui - a lgo imposible, y los intentos que se d rid. 1935, p ágs . 139-1 43; E. La mben .
ta. Más bien pien so que el hech o de ha n hecho por crearlo ha. de mostrado Las ampliacio nes de la m ezquita de Cór-
q ue la mezquita siga siendo ella mi sm a que es posible coleccionar fragmentos doba, Al-Anda lus, t. III , Madrid, 1935.
despu és d e tod as las intervenciones de arquitectura, q ue ta l vez la ilustra n , p ágs.391-392; E. Lamben, t:.tudes s ur la
constitu ye un ho rnenj e a su p rop ia in- pero que no permiten a lca nza r la expe- g rande mosq uée de Cordou e, Et udes Mé-
tegridad . Sus rasgos fí sicos genera les, riencia que coino sing ula r fenó meno d ii·va les. T o u lo use. 1956.
su a rquitectura, ha n perma necido, a pe- toda a rquitectura implica. Véa nse tambi én los estud ios de K. A.
sar de los ava ta res que aquí se ha n refe- C.:resswell. A sh ort acco unt of earl y Mus-
Si la arquitectura se es ta bleció con
lim architectu re, Londres, 1958; y de G .
rido. El q ue la vida futu ra de un ed ifi - firm eza perma necerá a bi erta a nuevas Ma rca is, L 'a rch i tec ture musu lmane
cio es té im p lícita en su a rquitectura no interve nciones que p ro lo nga rán indefi- d 'Occident, Pa rí s, 1954. Respecto a la
sig nifica que la hi sto ri a flu ya a través nida mente la vida del edifi cio. La Mez- c ul tura h isp a n o -i s lá mi ca, véa n se H .
de él, convirti éndose en a utomá ti co re- quita de Có rd o ba es qui zá un ejemp lo T erra sse. L 'Islam d'Espagne, Par ís 1958,
fl ejo del paso del ti empo. La vida de un excepciona l: sus rasgos , sus meca ni smos y F. de Mo n tenquin . Compendium of
ed ificio es una ca rrera completa a través fo rma les de composición , son ta n fi rmes Hispano-l slam ic architectu re, Sa in t Pa ul
del tiempo, una carrera que sopo rta su que una vez que se defini eron fij aron Mi11 11 .. 1976.
a rquitectura, a quellos rasgos fo rma les 3. Véa nse M. G ó mez-Moreno , op. cit. , p ágs.
pa ra siempre ta nto la image n corn o la
que la ca racteri za n. Esto sig nifica q ue, 19-20 y, más adela nte, págs. 24-30. La
estructura del edificio, sin que ni la anti g ua ig les ia de Sa n Vicente era com-
a partir del mo mento en el que el edi fi- una ni la o tra se vieran substa ncialmen- partida por a mbos cu ltos, cri stian o y mu -
cio surge corn o la rea lidad p re tendi da te a lteradas po r las intervenciones que su lm a n. tras la conquista ára be. La mi -
por el proyecto , tal rea lidad se ma nten- se produj eron a lo la rgo del tiem po. tad pe rteneciente a los cristi an os se com-
drá ta n sólo en virtud de su a rquitectu - Este modo de entender la vida de los pre> en 786. Probablemente, San Vicente
ra, experimenta ndo ésta su propi o y pe- edificios es tá mu y lejos de los conceptos fu C' un a ig les ia importan te, au nq ue no
culi ar desa rro ll o a lo largo del ti em po . d e fl e xibilidad y rnultifun ciona lidad podemos conocer su aspecto; no obstan -
Se tiende a pensar que la vida de los pro puestos po r la teoría arquitectó ni ca te, Gó mez-Moreno sugiere q ue "el em -
edificios conclu ve con su construcció n de hace unos a ños corno solución a los p ico de sus ma teria les está fu era de duda
y. proba blement e, se rea li zó a g ran esca-
y que la integridad dé un edifi cio con - p ro blemas creados par la ineludible la". Acel'Ca de Sa n Vicen te, véase tam-
sistiría en ma ntenerlo exac ta mente co- tempo ra lidad de la a rq uitectu ra . Al mi s- bifo : M. Oca ñ a J iménez, La basílica de
mo lo dejaron sus con structo res. Esto mo ti empo, la idea de " vida " que estoy San Vicente en la g ran m ezquita de Cór-
red uci ría d icha vida a la rea lidad conso- p roponiendo aquí no debi era confun - doba, AI-Anda lu s. t. VI, Madrid . págs.
lidada de un preciso insta nte. En ocas io- dirse con metáforas bio lógicas: estoy re- 347 -366.
nes se p uede insistir en la con servació n firi éndome a una vida hi stó rica rea l y 4. Otros escritos so bre la mezqu ita ha n in -
estri cta de un edifi cio ; sin emba rgo, eso no a una vida a na lógica. La vida de los sistido ta mbi é·n en esta fuerte rel ación
sig nifi ca, de a lg ún modo, que el ed ifi - ed ifi cios está sopo rtada por su a rquitec- ent re a rquitectura y pen sam ien to teo ló -
cio ha muerto , q ue su vida -ta l vez por tura, po r la permanencia de sus rasgos g irn; véa nse: Gó mez-Moreno, o p . cit. .
p ág . 30. y L. T o rres Ba lb~1s, op. cit. ,
razones justas e inteli g ibl es - ha sido fo rma les m ás característicos y, a unque
págs. 11- 12. Pero h a sido sobre todo F.
interrumpida vio lenta mente. Estoy de pa rezca una pa radoja, es ta l perma nen- Chu('ca, d iscípu lo dC' a mbos , qu ien ha
acuerd o con los comentarios que Ru s- cia quien permite a precia r los ca mbios. desa rrol lado ese tem a en su libro In va-
kin hace en la " Lámpa ra de la memo- El respeto a la identidad a rquitectó ni ca ria n tes cast izos de la arqu itectura españo-
ria ", cua ndo explica cuá les son sus ideas de un edifi cio es quien hace posibl e el la, Madrid . 1947, do nde exp li ca bri ll an -
acerca de la resta uración y de los pro ble- ca mbi o, qui en ga ra nti za su vida . tem ente - a l com ienzo del segundo ca pí-
mas que ésta implica (25). Viene a decir tu lo - los nexos existentes entre' arqu i-
que un edifi cio sin vida deja de ser un R.M . tectura v tC'o log ía: ni ega la lonna com -

Mezquita de Córdoba. 35
ARQUITECTURA

pleta y expli ca que el dominio de los mezquita mayor de Tudela, Príncipe de 20. Véanse M. Góm ez-Moreno , op. cit. , pág.
hom·bres es lo di sconLinuo. Po r ello no Viana , Pamplona , 1945. 163 v L. T o rres Ba lbás, La mezquita de
existe en la mezqu ita <le Córdoba un 10. Ya en la m ezquita de Damasco se habían Córdo ba y las ruinas de Medina Azzahra,
único punLo de vista como había en el utilizado dovelas a lternativas de mármol Madrid , 1952, págs. 88-94.
espac io perspectivo conLinu o de la arqui- y basalto , lo que pudo influir en los 21. Véase L. T o rres Balbás, La mezquita de
tectura tradi ciona l de Occidente. arquitectos de la mezqu ita de Córdo ba. Córdoba y Madinat A zzahra , Madrid ,
5. Góm ez-Moreno, Torres Balbás y Ch ueca No obs ta nte, la mayoría de los historia- 1952, p ágs. 100-105.
ven en el acued ucto de "Los Mil agros" dores (Gómez-Moreno, Torres Balbás, 22. En genera l, la contrucción de la catedra l
de Mérida un preceden te de la mezquita Chueca) prefi eren establ ecer una relación dentro de la mezquita de Córdoba ha
de Córdoba. Torres Balbás ha in sis tid o a más estrecha con algunas obras tardorro- recibido críticas severas, y a me nudo se
menudo en lo que debían los constructo- manas, especia lm ente con el acueducto ha propuesto la idea de limpiar la segun-
res islámicos a los romanos; no cabe du - de "Los Milagros", antes citado. M. Gó- da demo li endo la Rrime ra. El ú ltimo de
da de que los árabes conocían bi en la mez-Moreno ha avanzado una explica- tales intentos en los primeros setenta,
arq ui Lectura romana desde su paso por ción que subraya la necesidad de flexibi- fu e aba ndonado tras constatar las dificul-
el norte de Africa cam ino de España . lidad <luranLe la construcción , op. ci t., tades de la empresa . Incluso a lgui en co-
6. Basas, columnas, capiteles y salmeres pág.%. mo Ferna ndo Chueca se pregunta acerca
fu eron tomados de diversos ed ifi cios de 11. Véase L. Torres Balbás, Los modillones de la conveni encia de demoler la catedral:
todo el país. El arq uitecto los utilizó de lóbulos, Archivo de Arte y Arqueolo- véa se F. Chueca , Historia de la arquitec-
para definir una superfi ci e horizomal so- g ía, t. XII , 1936, pág. 44; y también M. tura española , Madrid , 1956, pág. 106.
bre la que erigir el sistem a de a rcos y Gó,nez-Moreno , op. cit. , págs . 47-5 1. Torres Ba lbás acepta la presencia de la
muros. Muy a me nudo , a l nivelar el sue- 12. Eli e Lamben ha suge rido que la contri- catedra l como un tributo necesario a la
lo -horizoma lm en te- a lgunas basas bución de Mohame<l fue mayor de lo conservación del resto: L. Torres Balbás,
quedaban enterradas. que generalmente se cree. Afirma que las La m ezq u ita de Córdoba y las ruinas de
7. Puede hallarse un aná li sis comp leto del dos naves latera les fu eron remo<leladas Madina Al-Zahara, Madrid , 1952, pág.
arco de herradura en E., Camps y Cazar- bajo su reinado; apoya su argum entación 116.
la, Modelo, proporciones y composición en unos documentos descubiertos por Le- 23. Hcrnán Ruiz , el Vi ejo, era el cabeza <le
en la arquitectura ca lifal cordo besa, Ma- vi-Provencal y en un aná li sis de los mo- una familia de arquitectos castellanos
drid. Una vez más, Torres Balbás in siste dillones de dichas naves. Véase E. Lam- que trabajaba n en Andalucía durante el
en su origen romano, op. cit. , pág. 30. be n, · · Etu<les Médiévales" , Toulouse, siglo XVI. Hernán Ruiz, el Vi ejo, murió
8. En una lect ura que partiera del tech o , 1956. Torres Balbás muestra su desacuer- en Córdoba en 1547 y fue sucedido por
la mezquita de Córdoba podría emender- do en Los modillones de. lóbulos, Archi - su hij o Hernán Ruiz, el Joven , que si-
se claramente como un sistema de pila - vo Español <le Arte y Arqueo logía , 1936. guió dirigi endo la obra de su padre has-
res y arcos que definen un muro. Estos 13. Véanse los dibujos del li bro de E. Camps ta su mu erte e n 1569. Las últimas bóve-
pilares han sido cortados y se apoyan y Cazorl a Módulo, proporciones y com- das se terminaron en 1607 bajo la direc-
sobre un a sofisticada cadena de a rcos y posición en la arquitectura califal cordo- ción del arquitecto Juan <le Oliva.
co lumnas, que los sostiene con impensa - besa, Madrid. Camps su braya el carácter Véase F. Chueca , Arquitectu ra de l siglo
ble equ ilibrio; en esta interpretación, los abstracto de tal sistema geométrico y nos XVI, Ars Hispaniae, Madrid, 1953 , págs.
arcos de herradura hacen de li gazón en- proporciona un conjunto de dibujos 199-201 ; M. Soria y G. Kubler , Art and
tre los pilares, garantizando la es ta bili- muy interesantes que explora dichos me- architecture in Spain and Portugal, Peli-
dad . Sin embargo, si partimos del suelo, ca ni sm os compos itivos. can History of Art , Londres, 1958; A. de
el frá g il sistema de columnas y a rcos 14. Más tard e -a comienzos del siglo la Banda , Hernán H.uiz 11, Sevi ll a, 1975.
aumenta de grosor,,defini endo una cade- XVII- la torre sería absorbida por otra La obra teórica de H ernán Ruiz, el Jo-
na contí nua de arcos de medio punto torre nueva. La construcción de la segun- ven, ha sido publi cada por Pedro de Na-
que permite una c ubierta horizontal. da fachada fue probab lemenLe motivada vascuí·s en El libro de la arqultectura de
Evidentemente, la razón de ser del com - por razones estéticas: el empuje horizon- Hernán H.u iz, el joven, Publicaciones de
plejo mecanismo formal que li ga la co- tal de los arcos de h erradura había sido la ETSAM , Madrid , 1974.
lumn a a l muro que caracter iza la m ez- asumido por la fachada primitiva. 24. La nueva catedral fu e construida tras una
quita de Córdoba no es el simple deseo 15. M. Gómez-Moreno da el nombre de disputa entre la Iglesi a y el Consejo. Al
de elevar el techo. Y en es ta pugn a sutil Chaafar, El esclavo, como arquitecto de final, Carlos I favoreció la postura del
entre el a rco de herrad ura y el de medio la m ezqu ita de Córdoba. Véase Gómez- obispo. Sin embargo, cuando Carlos I
p unto, "el a rquitecto de la mezquita de Moreno, op. cit., pág. 9 1. realizó su primera visita a Córdoba dijo:
Córdoba prefirió el de herradura a l de 16. F. Chueca ha dibujado la planta hipoté- "Yo no sabí a lo que e ra esto, pues no
medio punto, acorde con la tradición tica de la nueva mezquita, considerando hubi era pe rmitido que se llegase a la
visigótica, por razones estéticas, ya que a ésta como un edifi cio independiente y antigua ; porque hacéis lo que pu ede ha-
es difícil ha ll a r otro motivo" , Gómez- autóno m o . F. C hueca, Historia de la ar- cerse e n o tras partes y habéis desh ech o lo
Moreno, op . cit. , pág. 36. quitectura española, Madrid, 1965, pág. que e ra singular en el mundo ", citado
9. Parece que este punto fu e la clave para 99. por Anto nio Ponz, en Viaje de t:.spaña,
toda la so lu ció n de la m ezquita de Cór- I 7. E. Camps y Cazorla, o p. cit., págs. y t. XVII , Madrid , I 792, pág. 2.
doba. La hab ilid ad del a rquitecto se ha - figs. 74-83. 25. J. Ruskin , Th e ston es of Venece, Lon-
ce evidente a l confi a r la transición del 18. Sobre es te tema véase M. Gómez-Moreno , dres, 1858.
pilar a l salmer a un nuevo elemento, el El cruzamiento de los arcos, Congreso de
"modi ll ón de roll os". El libro de Gó- Historia del Arte, París, 1921, y también
mez-Moreno Iglesias mozárabes españo - E. Lamben , Les v outes nerv urées hispa-
las; arte español de los siglos IX al XI no-musulmanes, Hesperis, VI, Rabat,
identifica un a seri e de ig les ias mozárabes 1928, reeditado más tarde en E .. Lamben,
en las que uno <le lo s rasgos carac teríst i- Eludes Médiévales, Toulouse, 1956.
cos -utilizado para describir un esti lo Puede hallarse una descripción precisa y
pecu liar- es el emp leo de tales ele- completa que toma en consideración es-
mentos. tos dos textos en L. Torres Balbás, Las
Más adelante, L. Torres Balbás publi có bóvedas nervadas andaluzas y los oríge-
un art ícu lo, Los modillones de lóbu los. nes de la ojiva, Al- Anda lu s, 111 , Madrid ,
ensayo de anállsis de la evo lución de Granada, 1935.
una forma arquitectónica a través de die- 19. Hay un estudio compl e to en M. Gómez-
ciseis siglos, Archivo Español de Arte y Moreno, op. cit., págs. 110- 149. Ta m bién
Arquelogía, Madrid, nos . 34 y 35, 1936, es interesa nte la explicación de su siste-
en el qu e hay un es tudi o ex tremadamen- ma geométrico propuesta por E. Camps
te preciso de la evolución del elemento. y Cazarla, op. cit. , págs. 111-11 4 y figs.
Véase también M. Gómez-Moreno, La 85-89.

36 Mezquita de Córdoba.

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