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Revista Arquitectura 1985 n256 Pag26 36
Revista Arquitectura 1985 n256 Pag26 36
Rafael Moneo
De la vida de los edificios se ocupan hoy poco quienes Dicho de otro modo, el arquitecto levanta un edificio y
escriben de arquitectura. Y, sin embargo, las obras de arquitec- crea un ente perfectamente comprensible en sí mismo gracias a
tura se ven afectadas por el paso del tiempo de manera bien unos principios formal es inherentes a su arquitectura: la obra
característica, singular y específica. Una obra de arquitectura de arquitectura trasciende al arquitecto, va más allá del instante
envejece de modo bien distinto al que envejece un cuadro. El en que la construcción se produce y puede, por tanto, ser
tiempo no es tan sólo pátina para la obra de arquitectura, y con contemp lada a lo largo de las luces cam biantes de la historia
frecuencia , los edifios sufren ampliaciones, incorporan refor- sin que su identidad se pierda con el correr del tiempo. Los
mas, sustituyen o alteran espacios y elementos, transformando principios de la disciplina, establecidos por el arquitecto en la
la imagen, cuando no perdiéndola, que en su origen tuvieron. construcción de la obra, se mantendrán a lo largo de la historia
El cambio, la continua intervención, es el sino, se quiera o no, y, si resultan suficientemente só lidos, el edificio podrá absorber
de la arquitectura. El deseo de tener en cuenta el continuo transf or'inaciones, camb ios, distorsiones, etc., sin que éste deje
cambio, consiguiendo así que una obra de arquitectura respon- de ser fundamentalm ente el que era, respetando, en una pala-
da adecuadamente al paso del tiempo, ha llevado a introducir bra, lo que fueron sus orígenes.
los conceptos de flexivilidad y multifuncionalidad. Nacen tales
conceptos de la idea implícita en que la eterna juventud de un
edificio, su resistencia al paso del tiempo, se lograría mediante intentaré explicar algunas de estas ideas sirviéndome de la
un proyecto abierto, capaz de permitir la continua adaptación a Mezquita de Córdoba, un edificio singular cuya historia abarca
una realidad forzosamente cambiante. El arquitecto conseguiría un p eríodo de ocho siglos. La clave para la comprensión de su
, que su obra soportara el paso del tiempo siempre que su desarrollo reside, o al menos a mí me lo parece, en su estructura
proyecto pudiera ser calificado como "abierto" ( 1). Pero la formal, en los principios en que ésta se apoya. Pues tales
experiencia muestra que la vida de los edificios se nos manifies- principios se definieron con la claridad suficiente para que, Y a
ta mediante la permanencia de sus rasgos formales más caracte- pesar incluso de aparentes con trad icciones, estuvieran siempre
rísticos en el tiempo y que, por consiguiente, no radica tanto en presentes y siempre fuesen respetados por los arquitectos que
el proceso del proyecto como en la autonomía que adquiere un sobre la m ezquita actuaron, permaneciendo constantes a lo
edificio una vez construido. largo de las continuas intervenciones en ella.
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ARQUITECTURA
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ARQUITECTURA
lumnas, la abstracta malla que forman, rectrices paralelas a la quibla que se rollos -se simplificaron sus moldu-
en la que toda alusión al pasado se dibujan en interminable imagen pers- ras- , lo que demuestra que el construc-
disuelve, es una clara expresión del nue- pectiva con su ayuda. Las dovelas colo- tor era consciente de los problemas for-
vo espacio religioso, neutro e indiferen- readas, a su vez, favorecen tal interpre- males (11).
te, que hemos descrito antes; pero tam- tación , a l poner de manifiesto la coli- Mohamed I, hijo de Abderrahmán
bién cabe entenderla en términos estric- sión entre los arcos de herradura y las II, concluyó la obra iniciada por su
tamente formales, en aquellos de los pilastras. padre levantando el rnuro occidental
que el arquitecto ha de servirse para Hemos llegado, pues, a un punto en ( I 2). A él se atribuye la Puerta de San
poder sentar las bases desde las que el que cabe afirmar que los principios Esteban , donde, una vez más, es el me-
construir sus obras (8). formales de la Mezquita de Córdoba es- canismo de superposición el que nos
En cualquier caso, ya sea partiendo taban tan claramente establecidos desde permite comprender el complejo siste-
de análisis de la cubierta o bien siguien- su origen y eran, por otro lado, tan ma geom étrico que rige su construc-
do el orden cronológico con que la cons- determinantes que las ampliaciones ción. Sería muy difícil explicar una or-
trucción se produce, habrá que conside- posteriores del edificio no supusieron namentación tan intrincada si no acu-
rar otras intervenciones que, no por ser transformaciones radicales del mismo. diéramos a la idea de superposición co-
menores, pueden ser calificadas como La futura vida de un edificio está implí- mo mecanismo formal básico. Sólo así
secundarias. A ellas se confía, en algu- cita en los principios formales que lo puede entenderse cómo el plano del mu-
nas ocasiones, la articulación de los di- han hecho nacer, y de ahí que su enten- ro es trabajado como plano geométrico:
ferentes elementos. En otras, subrayan, dimiento nos proporcione una pista pa- en él se entrecruzan y traban diversos
simple y eficazmente, la estructura for- ra comprender su historia . Tal haremos planos virtuales, definiéndose toda una
mal del edificio. Pero, tanto en unas ahora al ver de qué modo están dichos serie de convenciones geométricas que
como en otras, tales intervenciones de- principios presentes en la larga vida de hacen posible la construcción de la ar-
ben entenderse siempre como acciones la mezquita. quitectura (13).
que propician al arquitecto la flexibili- Cuando Abderrahmán II quiso am- Bajo Abderrahmán III, en el apogeo
dad necesaria para trabajar con piezas pliar la mezquita, la cuestión era clara: del emirato, se realizaron pequeñas re-
preexistentes. Así se explica el elemento formas . Las obras continuaron y se le-
que soluciona la parte superior del ca- vantó una segunda fachada, doblando
pitel, donde convergen el pilar, el arco la que ya existía y repitiendo el tema de
de herradura y la columna-capitel. El las columnas unidas a pilastras ( I 4).
arquitecto definió un nuevo elemento, Más adelante, en las ampliaciones pos-
tan simple como eficaz, que resolvía la teriores, esta solución de la doble pared
conjunción de todos ellos. En otro or- volvería a ser utilizada de nuevo, convir-
den de cosas, la transición de la base tiéndose lo que había sido específico y
cuadrada a la sección rectangular de los singular, dictado por la necesidad, en
pilares fue solucionada con un elemen- reproducible modelo.
to que con el tiempo adquiriría una La de Al-Hakam II fue, sin lugar a
singular relevancia en la arquitectura dudas, la más importante de todas las
islámica y mozárabe: el llamado, por extensiones: transformó completamente
Gómez Moreno, modillón de rollos (9) . las dimensiones de la mezquita e intro-
Otro rasgo importante de la Mezq ui- dujo un nuevo orden espacial. La esca-
ta de Córdoba la constituyen las dovelas la de esta intervención provocó la nece-
coloreadas de los arcos. A menudo se ha sidad de dar una nueva interpretación a
comentado que ya habían sido utiliza- toda la mezquita: por obra del arquitec-
das en la arquitectura siria, así como en to de Al-Hakam, la mezquita se convir-
algunas obras romanas -el acueducto En la primera mezquita se fi}a la solución tió en un nuevo edificio en el que atre-
de Los Milagros en Mérida, por ejem- constructiva. Sobre un capitel y una columna
romana se levan tan los arcos . Aparecen vidas invenciones conviven con los, pre-
plo - , insistiendo así en una estrecha elementos nuevos: el cimacio, el modillón de viamente establecidos, poderosos princi-
relación entre los ejemplos romanos y rollos y el propio trazado y despiece del arco. pios formales ( 15 ).
la Mezquita de Córdoba ( JO). Pero cabe, La primera mezquita -la de Ab-
también, ver las dovelas coloreadas con derrahmán 1- era un amplio recinto
una prueba más de la presencia del me- en el que se había olvidado toda alusión
canismo formal antes descrito en Córdo- a la direccionalidad procesional que ca-
ba. Podría entenderse como el resultado la mezquita crecería hacia el sur. El racterizaba a las iglesias cristianas. Se
de una íntima superposición: la forma muro de la quibla f1:1e parcialmente mantuvo, como ya quedó dicho, el re-
arquitectónica es en la Mezquita de Cór- derribado para permitir el paso a través cuerdo de la Mezquita de Damasco al
doba el resultado de una interacción de él y se construyeron ocho nuevas prevalecer en su estructura la dirección
entre formas simples y elementos, con arcadas. Se conservaron los restos de la paralela a la quibla, a pesar de la nueva
significados autónomos y propios, en antigua quibla porque el suprimirlos orientación de las naves. La ampliación
muy diversos planos, que se pierden en hubiera sido arriesgado, ya que era pre- de Abderrahmán II neutralizó el espa-
el nuevo todo; la forma final es una ciso contrarrestar el empuje horizontal cio, dejándolo prácticamente cuadrado.
forma integrada, en la que los compo- de las cadenas . de arcos. Pero la sensa- La mezquita primitiva, la mezquita de
nentes que la constituyen desaparecen y ción espacial no cambió, y el hecho de Abderrahmán I, quedó de hecho conver-
pierden su respectiva identidad singu- la nueva intervención fue absorbido por tida en un recinto que daba acceso a la
lar, dando así lugar a una nueva lectu- el espacio existente sin que se produje- obra nueva , de modo que ésta podía ser
ra . El arco de herradura, por ejemplo, ran cambios fundamentales; los restos considerada como un espacio, en cierto
es un elemento estructural que da esta- de la vieja pared de la quibla iban a ser, modo, aútonomo e independiente. Pero
bilidad a las esbeltas pilastras sobre las en el futuro, tan sólo un accidente en el aún así, cabe señalar que la escala de la
columnas, pero, al mismo tiempo, cum - continuo espacio de la mezquita . Curio- intervención, cuidadosamente estableci-
ple con una delicada función formal al samente, se llevó a cabo una importan- da, permitió que el espacio permanecie-
subrayar la realidad espacial de las di- te modificación· de los modillones de ra inalterado.
30 Mezquita de Córdoba.
ARQUITECTURA
La Capilla de Villaviciosa .
La posterior amp liación de AI-Ha- El primero de estos espacios, -la abovedando con nervaduras , dando lu -
kam introdujo decididamente el sentido Capilla de Villaviciosa-, es un recinto gar a una obra de arquitectura en la
de profundidad -opuesto a la cond i- virtual que se encuentra situado sobre que se mezclaban la invención tecnoló-
ción plana, frontal, de la primera mez- el eje que lleva a l mihrab en el umbral gica y una delicada geometría ( 18). Los
quita-, transformando por completo de entrada al área construida por Al~Ha- arcos mantienen su integridad , pero, al
la construcción existente mediante el kam. Ocupa tres intercolumnios de la mismo tiempo, hay una conciencia de
uso de nuevos elementos y la incorpora- nave axial y está definido por un par de la tridimensionalidad que convierte a
ción de nuevos mecanismos formales; columna s colocadas en el vano centra l, las cúpulas en elementos autonómicos
pero la mezquita se tranformó sin que reforzándose los á ngulos del rectángulo e independientes. La arquitectura ha es-
la continuidad con lo ya construido se ficticio con tres columnas independien- tado a menudo íntimamente ligada a la
perdiera. Las mezquitas de Abderrah- tes. Esta estructura, de planta simple, geometría, pero esta íntima relación en-
mán I y Abderrahmán II se convirtieron sostiene un vo lumen muy complejo: los tre arquitectura y geometría pocas veces
en el umbra l verdadero y auténtico san- planos en que están contenidos los ar- ha alcanzado el cénit de perfección a
tuario, en el obligado paso a la nueva cos se tuvieron que modificar sustan- que se llegó en la Mezquita de Córdoba,
mezquita (16). E l nuevo recinto, la am - cialmente dada la necesidad de unos donde la estereotomía se produjo con
pliación de Al-Hakam, tenía en planta, muros en lo a lto que soportasen la precisión admirable.
más o menos, las mismas proporciones cúpu la. La nueva Capi ll a de Villaviciosa de-
que la primera mezquita, pero no sería La mezquita quedó así realzada, y sempeñó el papel de rótula , de puerta
posible el establecer un paralelo entre hubo que cambiar la estructura prece- virtua l, entre la vieja y la nueva mezqui-
ambas, si se tienen -en cuenta los acusa- dente, demasiado li gera. El arquitecto ta, convirtiéndose en el auténtico um-
dos matices diferenciales que las sepa- de la ampliación dio con una so lución bral del camino que ll evabe a la quibla.
ran. Con extremo cuidado, se horadó de sutil a l construir un pseudo-muro con Esta función virtua l estaba enfatizada
nuevo el muro de la quibla, volviendo arcos entrelazados, sirviéndose para ello por la lu z, que, al ser cenita l, dotaba de
a utilizarse columnas adiciona les que, de la misma compleja geometría utiliza- notable importancia a ese obligado lu-
al situarse sobre la nave, la estrechaban, da en otros elementos de la mezquita. gar de paso desde el que se accedía al
evidenciándose así que se trataba de un El mecanismo de superposición de que más sagrado de los recintos. Así, la más
acceso a l nuevo recinto. Era a l llegar a antes hablábamos cobró, una vez más, tarde ll amada "ca pilla del lucernario",
él, cuando el cambio más importante se definitiva importancia en los horadados definía el camino hacia la quibla y an-
introdujo, a l construir unos sofisticados muros, convertidos ahora en complejas ticipaba la presencia - al final, ya en
lucernarios con la ayuda de altas cúpu- es tructuras tridimensionales: la clave la quibla- del lugar más sagrado, el
las de estructura nervada , que iban a para comprender esta geometría radica mirab, presencia que se hacía evidente
tener una decisiva influencia tanto so- en hacer que los planos siempre sean a l fondo, con la luz, que dibujaba fan-
bre la planta como en el aspecto de los tales y en la ficción de que sobre uno de tásticas imágenes a l filtrarse entre geo-
espacios interiores, dado que alteraban ellos pueden superponerse otros relacio- metría de los tres recintos constru idos
las condiciones de iluminación de los nados entre sí mediante el trazado ( 17 ). en sus inmediaciones según principios
mismos. Cúpulas y lucernarios facilita- Este modo de concebir la construc- similares.
ban el camino hacia el mihrab, por un ción de la arquitectura alcazó su más La autonomía de los espacios se ma-
lado, creando, por otro, espacios inde- alta cota, tanto de complejidad como de nifiesta una vez más en la ex istencia de
pendientes y autónomos, susceptibles de belleza, en las cúpu las de la Mezquita columnas en el espacio libre de la nave.
ser apreciados en sí mismos, a pesar de de Córdoba, donde, más de un siglo Hay que seña lar que , en la oscuridad
estar apoyados sobre la genérica trama antes de la aparición de la bóveda ner- de la mezquita , esta pared, más alta,
de columnas de la mezquita. vada en Francia, se cubrió un espacio iluminada por las ventanas de la cúpu-
Mezquita de Córdoba. ~1
ARQUITECTURA
la, proporciona una extraña sensación a los probl emas específicos. Así, puede siglos con axialidad de las basílicas y de
de claridad , al caer la luz a través de los apreciarse en la habilidad con que se las catedrales. Y, por ello, el primer
huecos que definen los arcos entrelaza- abrieron las puertas que comunica n am- paso hacia la iglesia cristiana fue el
dos. La neutralidad espacia l de la pri- bas mezquitas: se sustituyeron los con- abrir una nave longitudinal, lo que fue
mera mezquita dio paso a un complejo trafuertes del muro oriental y se falseó posible con la simple sustitución de tres
es pacio en el que la luz jugaba un pri- el grosor del muro mediante arcos de arcos por un solo arco ojival. Así co-
mordial papel. Y tal vez sea éste el lu- herradura de notable envergadura soste- menzó una nueva época en la vida de la
gar adecuado para advertir que, al pro- nidos por un par de columnas (20). Mezquita de Córdoba. Debe, sin embar-
ducirse en un medio como la arquitec- No obstante, las columnas perdieron go, subrayarse que los constructores
tura islámica, caracterizado por la au- su línea refinad a y los ca piteles no fue- cristianos actuaron con profundo cono-
sencia de secuencia lidad espacial , las in- ron esculpidos con la exquisita delica- cimiento de la mezquita y de su signifi-
tervenciones puntua les se hicieron m ás deza que había caracterizado el período cado. Tal conocimiento se h acía espe-
evidentes. El resultado fue una expe- de Al-Haka m. En efecto, los elementos cialmente evidente en el cambio que se
riencia arquitectónica en la que los me- de la a mpliación de Almanzor carecie- produjo en la orientación. Los construc-
canismos formales no se nos imponen ron de la elegancia que distinguió a sus tores cristianos comprendieron el valor
a utoritariamente y tan sólo la curiosi- predecesores, si bien la abstracta síntesis de la orientación y, en cuanto que pre-
dad del estudio los desvela ( 19). de los ca piteles muestra un ta lento que tendían eludir la utilización de la mez-
La siguiente ampliación de la mez- merece · nuestra admiración y respeto. quita islámica, la trastocaron radical-
quita fue obra de Almanzor, quien se Durante los dos siglos posteriores la mente. Por otra parte, el eje de la a nti-
hizo con el dominio del imperio cordo- Mezquita de Córdoba_permaneció como gua mezquita de AI-Hakam quedó cor-
bés a la muerte de Al-Hakam. La nueva la había dejado Almanzor. Pero a prin- tado por la iglesia lo ngitudina l que se
ampliación de la mezquita no se justifi- cipios del siglo XIII la ciudad cayó en insertó en ella. Tal inserción se llevó a
caba ni desde el proceso de desarrollo manos cristianas y la mezquita volvió a cabo con gran precisión: los constructo-
del edificio mismo, -su lógica inter- ser objeto de cambios y alteraciones. res cristianos eligieron el límite entre
na- ni por la necesidad de una mayor Parece ser que la transformación de las mezquitas de Abderrahmán II y AI-
área de es pacio sagrado, y sólo tenía la mezquita en iglesia cristiana se llevó Hakam y, al hacerlo, distorsionaron el
sentido desde el punto de vista político, a cabo sin que su estructura a rquitectó- orden de la mezquita, manipulando su
como obra pública monumental , como nica resultase afectada. Fernando III el arq uitectura astutamente. Así, sirvién-
demostración de poder. Santo, ocupó discretamente una de las dose de mano de obra morisca, situaron
La ampliación se llevó a cabo lateral- esquinas de la a mpliación de Almanzor la cabecera de la nueva iglesia en la
mente, ignorando por tanto el eje de la para celebrar en ella el culto de los llamada Capilla de Villaviciosa. La an-
entrada, y no aportó a la mezquita no- conquistadores. Algunos años después, tigua articulación entre las mezquitas
vedades. La pared de la quibla había la entrada a la mezquita de Al-Hakam de Abderrahmán II y de Al-hakam, pun-
sido construida hacía poco tiempo y -la primera de las cúpulas de arcos to crucial del conjunto, quedó así trans-
felizmente, no fue alterada. Para tratar cruzados y maravillosos lucerna rios- formada en el crucero virtua l de la nue-
de explicarnos el sentido que tiene la pasó a ser la capilla mayor y se llamó a va iglesia cristiana.
nueva ampliación, únicamente podrían partir de entonces "Capilla de Villavi- También, desde un punto de vista
aducise razones que apuntasen hacia el ciosa". Quedó allí esta blecido el foco pragmático, la nueva iglesia iba a que-
deseo de conseguir un espacio más equi- cristiano de la mezquita, en ta nto que dar inteligentemente emplazada: los
librado, más cuadrado, que neutralizase el resto permaneció prácticamente ina l- constructores cristianos soportaron el
la axialidad de la mezquita de AI-Ha- terado. empuj e horizontal de sus a rcos apoyán-
kam. Sin embargo, a pesar de los co- Cuando Alfonso X el Sabio, decidió dolos en una de las viejas quiblas, con
mentarios desfavorables que le han de- construir una nueva capilla en la que lo que sólo se precisó colocar contra-
dicado tanto historiadores como críti- habría de ser enterrado, lo hizo junto a fu ertes en uno de los lados. La primera
cos, merece, en nuestra opinión, una la Capilla de Villaviciosa (21). Es inte- intervención cristiana en la mezquita se
cierta consideración. resante subrayar aquí que la Capilla caracterizó, pues, por su economía y, a
Así, es clara muestra de la sensibili- Real fue construida a la ma nera en que la vez, por su eficacia.
dad del arquitecto el que supiera apre- la mezquita se había construido y, por La segunda intervención requiere un
ciar la necesidad de dividir la gran su- supuesto, ejecutada con mano de obra an á li sis más cuidadoso; no es tan clara
perficie construida, para lo que prolon- islámica, sin dar paso al esti lo de los como la primera, y la misma incerti-
gó la quibla de Abderrahmán II . La conquistadores, el gótico. Esto indica dumbre que acompañó a su con struc-
cruz formada por el muro oriental y una cierta tolerancia por parte de los ción ha estado siempre presente en las
dicha quibla pasó a ser uno de los ele- constructores cristianos hacia el medio críticas de que ha sido objeto (22).
mentos más importantes de la mezqui- cultural y religoso de los vencidos. La La Mezquita de Córdoba, que había
ta. Se introducía con ello un nuevo ele- Capilla Rea l repitió el esquema estruc- sobrevivido doscientos años en manos
mento, una estructura maciza en el es- tural de las cúpulas ya construidas, aña- de cristianos sin cambios sustancia les,
pacio vacío de las columnas, que iba a diendo únicamente una decoració n más se encontraba en notable peligro cuan-
dar lugar a un nuevo modo de orientar- profusa, menos tensa. do a l final de la guerra, con la caída de
se: en el bosque de columnas, los dos La mezquita permaneció, por tanto, Granada en 1492, surgieron voces que,
gruesos muros perpendiculares que Al- casi inalterada desde la época de Alman- no contentas con haber instaurado el
manzor construye imponen una nueva zor hasta finales del siglo XV. Fue en- culto cristiano en ella, reclamaban su
lectura de la mezquita . Anulada la di- tonces, en el año 1489, cuando el obis- comp leta transformación en una a utén-
re_c cionalidad de la mezquita de Al-Ha- po Manrique, influido sin duda por el tica catedral cristiana. Tal propósito dio
kam, el espacio indiferenciado volvió a renacido estado de guerra -Granada, lugar a vivas disensiones, con interve~-
ser el rasgo más característico del edi- último de los reinos moros, caería poco ciones reales y clamor popular, que so-
ficio. después-, decidió transformar la mez- lo conclu yeron cuando, en 1523, Carlos
Además, puede observarse la pericia quita en una auténtica iglesia cristiana. I aprobó el proyecto del Cabildo. Los
del arquitecto -probablemente aún La falta de articulación espacia l de cri stianos estaban inquietos a l perobir
bajo la influencia de los constructores la mezquita era inadecuada para el cul- -lo sagrado en el espacio de la mezquita
de Al-Hakam- en las soluciones dadas to cristiano, familiarizado a lo largo de y veían la construcción de la nueva ca-
32 Mezquita de Córdoba.
A RQU ITECTU R A
vitaron sobre el trabajo del a rquitecto. las m ezquita s a nteri o res, desde Ab- vida de un ed ificio como la Mezquita
En planta no se a precia el inge nioso derrahmán I a Almanzor, y sólo sobre- de Córdoba. Muy a menudo , críti cos e
modo en que el impresionane hueco de vivió una mezquita: la complej a e ina- histori adores han la mentado lo ocurri-
la ca tedra l niega violem amente la mo- prehensible Mezquita de Córdoba. do y han propuesto incluso limpiar la
des ta a ltu ra de la mezquita, aumenta n- La mezquita fu e objeto de a lgunas mezquita elim ina ndo la ú ltima imer-
do así el dramatismo que impli ca el tra nsformaciones posteriores, como la vención , aquella que llevó a la construc-
encuentro de dos arquitecturas tan dife- construcció n de la sacristía y la adición ción de la catedra l cristia na. Se ha cita-
rentes. Paradójicameme, la ca tedral fa- de una serie de ca pillas a l muro la tera l. do repetidameme el testimonio de Car-
vorecía la unidad de la mezquita . Inclu- Sin embargo, a pesar del impacto que los I, porque se sabe que en su visita a
so la ampliació n de Alma nzo r, que has- produjo la mole de la sacristía en la Córdoba quedó fasc inado por la mez-
ta emonces había carecido de semido, planta de la mezquita, la idea del edifi- quita y que, ante sus consejeros que le
adqu irió coherencia a l envolver el cuer- cio no resultó afectada, po r lo que con- recomendaban a utoriza r la con strucció n
po de la ig lesia cristiana. Con es ta ope- cluiremos aquí nuestro com entario. Es, de la catedral, protestó diciendo que, a l
ración se desvaneció la presencia - en- por tamo, el momento de considera r las hacer " lo que puede hacerse en otras
fatizada por las distintas quiblas- de reflexiones que surgen del análisis de la partes", se destruiría para siempre " lo
34 Mezquita de Córdoba.
ARQ l l!TE C:Tl JRr\
NOTAS
l. En los años sese nta, "apert ura " fue sin ó-
11i1no de modern idad. Recuérdese el títu -
lo del libro de Umbeno Eco "Opera
Ape na " com o claro testi mo ni o de ta l
actitud.
2. Pa ra una visión genera l de la mezqu ita
r ·-.~~- ....
~
,. . . . .. ~
dC' Có rdo ba , véan se: F. Chueca . Historia
d e la arqu itectu ra españo la, Madr id ,
e' ... 1 1965: M. Gó mez- Mo reno . El arte árab f'
espa,io l hasta los almohades, Madr id .
195 1: L. T orres Ba lbás, La m ezquita cJ,,
Có rdo ba y las ru in as de !Wedina Al-laha-
ra , Madrid , 1952. Pueden ha ll a rse estu -
dios específicos so bre las suces ivas am-
que era sing ula r en el mundo " (24) . No p liaci o nes en: E. Lamben . Las tres pri-
edificio y se tra nsforma en o tra clase de
m eras eta pas constructivas de la m ezqui-
creo, sin emba rgo , que todas es tas mo- o bj eto. Un museo de arq uitectura es ta de Có rdo ba , Al-A nda lus , t. III , Ma -
dificaciones ha ya n destruido la mezqui - a lgo imposible, y los intentos que se d rid. 1935, p ágs . 139-1 43; E. La mben .
ta. Más bien pien so que el hech o de ha n hecho por crearlo ha. de mostrado Las ampliacio nes de la m ezquita de Cór-
q ue la mezquita siga siendo ella mi sm a que es posible coleccionar fragmentos doba, Al-Anda lus, t. III , Madrid, 1935.
despu és d e tod as las intervenciones de arquitectura, q ue ta l vez la ilustra n , p ágs.391-392; E. Lamben, t:.tudes s ur la
constitu ye un ho rnenj e a su p rop ia in- pero que no permiten a lca nza r la expe- g rande mosq uée de Cordou e, Et udes Mé-
tegridad . Sus rasgos fí sicos genera les, riencia que coino sing ula r fenó meno d ii·va les. T o u lo use. 1956.
su a rquitectura, ha n perma necido, a pe- toda a rquitectura implica. Véa nse tambi én los estud ios de K. A.
sar de los ava ta res que aquí se ha n refe- C.:resswell. A sh ort acco unt of earl y Mus-
Si la arquitectura se es ta bleció con
lim architectu re, Londres, 1958; y de G .
rido. El q ue la vida futu ra de un ed ifi - firm eza perma necerá a bi erta a nuevas Ma rca is, L 'a rch i tec ture musu lmane
cio es té im p lícita en su a rquitectura no interve nciones que p ro lo nga rán indefi- d 'Occident, Pa rí s, 1954. Respecto a la
sig nifica que la hi sto ri a flu ya a través nida mente la vida del edifi cio. La Mez- c ul tura h isp a n o -i s lá mi ca, véa n se H .
de él, convirti éndose en a utomá ti co re- quita de Có rd o ba es qui zá un ejemp lo T erra sse. L 'Islam d'Espagne, Par ís 1958,
fl ejo del paso del ti empo. La vida de un excepciona l: sus rasgos , sus meca ni smos y F. de Mo n tenquin . Compendium of
ed ificio es una ca rrera completa a través fo rma les de composición , son ta n fi rmes Hispano-l slam ic architectu re, Sa in t Pa ul
del tiempo, una carrera que sopo rta su que una vez que se defini eron fij aron Mi11 11 .. 1976.
a rquitectura, a quellos rasgos fo rma les 3. Véa nse M. G ó mez-Moreno , op. cit. , p ágs.
pa ra siempre ta nto la image n corn o la
que la ca racteri za n. Esto sig nifica q ue, 19-20 y, más adela nte, págs. 24-30. La
estructura del edificio, sin que ni la anti g ua ig les ia de Sa n Vicente era com-
a partir del mo mento en el que el edi fi- una ni la o tra se vieran substa ncialmen- partida por a mbos cu ltos, cri stian o y mu -
cio surge corn o la rea lidad p re tendi da te a lteradas po r las intervenciones que su lm a n. tras la conquista ára be. La mi -
por el proyecto , tal rea lidad se ma nten- se produj eron a lo la rgo del tiem po. tad pe rteneciente a los cristi an os se com-
drá ta n sólo en virtud de su a rquitectu - Este modo de entender la vida de los pre> en 786. Probablemente, San Vicente
ra, experimenta ndo ésta su propi o y pe- edificios es tá mu y lejos de los conceptos fu C' un a ig les ia importan te, au nq ue no
culi ar desa rro ll o a lo largo del ti em po . d e fl e xibilidad y rnultifun ciona lidad podemos conocer su aspecto; no obstan -
Se tiende a pensar que la vida de los pro puestos po r la teoría arquitectó ni ca te, Gó mez-Moreno sugiere q ue "el em -
edificios conclu ve con su construcció n de hace unos a ños corno solución a los p ico de sus ma teria les está fu era de duda
y. proba blement e, se rea li zó a g ran esca-
y que la integridad dé un edifi cio con - p ro blemas creados par la ineludible la". Acel'Ca de Sa n Vicen te, véase tam-
sistiría en ma ntenerlo exac ta mente co- tempo ra lidad de la a rq uitectu ra . Al mi s- bifo : M. Oca ñ a J iménez, La basílica de
mo lo dejaron sus con structo res. Esto mo ti empo, la idea de " vida " que estoy San Vicente en la g ran m ezquita de Cór-
red uci ría d icha vida a la rea lidad conso- p roponiendo aquí no debi era confun - doba, AI-Anda lu s. t. VI, Madrid . págs.
lidada de un preciso insta nte. En ocas io- dirse con metáforas bio lógicas: estoy re- 347 -366.
nes se p uede insistir en la con servació n firi éndome a una vida hi stó rica rea l y 4. Otros escritos so bre la mezqu ita ha n in -
estri cta de un edifi cio ; sin emba rgo, eso no a una vida a na lógica. La vida de los sistido ta mbi é·n en esta fuerte rel ación
sig nifi ca, de a lg ún modo, que el ed ifi - ed ifi cios está sopo rtada por su a rquitec- ent re a rquitectura y pen sam ien to teo ló -
cio ha muerto , q ue su vida -ta l vez por tura, po r la permanencia de sus rasgos g irn; véa nse: Gó mez-Moreno, o p . cit. .
p ág . 30. y L. T o rres Ba lb~1s, op. cit. ,
razones justas e inteli g ibl es - ha sido fo rma les m ás característicos y, a unque
págs. 11- 12. Pero h a sido sobre todo F.
interrumpida vio lenta mente. Estoy de pa rezca una pa radoja, es ta l perma nen- Chu('ca, d iscípu lo dC' a mbos , qu ien ha
acuerd o con los comentarios que Ru s- cia quien permite a precia r los ca mbios. desa rrol lado ese tem a en su libro In va-
kin hace en la " Lámpa ra de la memo- El respeto a la identidad a rquitectó ni ca ria n tes cast izos de la arqu itectura españo-
ria ", cua ndo explica cuá les son sus ideas de un edifi cio es quien hace posibl e el la, Madrid . 1947, do nde exp li ca bri ll an -
acerca de la resta uración y de los pro ble- ca mbi o, qui en ga ra nti za su vida . tem ente - a l com ienzo del segundo ca pí-
mas que ésta implica (25). Viene a decir tu lo - los nexos existentes entre' arqu i-
que un edifi cio sin vida deja de ser un R.M . tectura v tC'o log ía: ni ega la lonna com -
Mezquita de Córdoba. 35
ARQUITECTURA
pleta y expli ca que el dominio de los mezquita mayor de Tudela, Príncipe de 20. Véanse M. Góm ez-Moreno , op. cit. , pág.
hom·bres es lo di sconLinuo. Po r ello no Viana , Pamplona , 1945. 163 v L. T o rres Ba lbás, La mezquita de
existe en la mezqu ita <le Córdoba un 10. Ya en la m ezquita de Damasco se habían Córdo ba y las ruinas de Medina Azzahra,
único punLo de vista como había en el utilizado dovelas a lternativas de mármol Madrid , 1952, págs. 88-94.
espac io perspectivo conLinu o de la arqui- y basalto , lo que pudo influir en los 21. Véase L. T o rres Balbás, La mezquita de
tectura tradi ciona l de Occidente. arquitectos de la mezqu ita de Córdo ba. Córdoba y Madinat A zzahra , Madrid ,
5. Góm ez-Moreno, Torres Balbás y Ch ueca No obs ta nte, la mayoría de los historia- 1952, p ágs. 100-105.
ven en el acued ucto de "Los Mil agros" dores (Gómez-Moreno, Torres Balbás, 22. En genera l, la contrucción de la catedra l
de Mérida un preceden te de la mezquita Chueca) prefi eren establ ecer una relación dentro de la mezquita de Córdoba ha
de Córdoba. Torres Balbás ha in sis tid o a más estrecha con algunas obras tardorro- recibido críticas severas, y a me nudo se
menudo en lo que debían los constructo- manas, especia lm ente con el acueducto ha propuesto la idea de limpiar la segun-
res islámicos a los romanos; no cabe du - de "Los Milagros", antes citado. M. Gó- da demo li endo la Rrime ra. El ú ltimo de
da de que los árabes conocían bi en la mez-Moreno ha avanzado una explica- tales intentos en los primeros setenta,
arq ui Lectura romana desde su paso por ción que subraya la necesidad de flexibi- fu e aba ndonado tras constatar las dificul-
el norte de Africa cam ino de España . lidad <luranLe la construcción , op. ci t., tades de la empresa . Incluso a lgui en co-
6. Basas, columnas, capiteles y salmeres pág.%. mo Ferna ndo Chueca se pregunta acerca
fu eron tomados de diversos ed ifi cios de 11. Véase L. Torres Balbás, Los modillones de la conveni encia de demoler la catedral:
todo el país. El arq uitecto los utilizó de lóbulos, Archivo de Arte y Arqueolo- véa se F. Chueca , Historia de la arquitec-
para definir una superfi ci e horizomal so- g ía, t. XII , 1936, pág. 44; y también M. tura española , Madrid , 1956, pág. 106.
bre la que erigir el sistem a de a rcos y Gó,nez-Moreno , op. cit. , págs . 47-5 1. Torres Ba lbás acepta la presencia de la
muros. Muy a me nudo , a l nivelar el sue- 12. Eli e Lamben ha suge rido que la contri- catedra l como un tributo necesario a la
lo -horizoma lm en te- a lgunas basas bución de Mohame<l fue mayor de lo conservación del resto: L. Torres Balbás,
quedaban enterradas. que generalmente se cree. Afirma que las La m ezq u ita de Córdoba y las ruinas de
7. Puede hallarse un aná li sis comp leto del dos naves latera les fu eron remo<leladas Madina Al-Zahara, Madrid , 1952, pág.
arco de herradura en E., Camps y Cazar- bajo su reinado; apoya su argum entación 116.
la, Modelo, proporciones y composición en unos documentos descubiertos por Le- 23. Hcrnán Ruiz , el Vi ejo, era el cabeza <le
en la arquitectura ca lifal cordo besa, Ma- vi-Provencal y en un aná li sis de los mo- una familia de arquitectos castellanos
drid. Una vez más, Torres Balbás in siste dillones de dichas naves. Véase E. Lam- que trabajaba n en Andalucía durante el
en su origen romano, op. cit. , pág. 30. be n, · · Etu<les Médiévales" , Toulouse, siglo XVI. Hernán Ruiz, el Vi ejo, murió
8. En una lect ura que partiera del tech o , 1956. Torres Balbás muestra su desacuer- en Córdoba en 1547 y fue sucedido por
la mezquita de Córdoba podría emender- do en Los modillones de. lóbulos, Archi - su hij o Hernán Ruiz, el Joven , que si-
se claramente como un sistema de pila - vo Español <le Arte y Arqueo logía , 1936. guió dirigi endo la obra de su padre has-
res y arcos que definen un muro. Estos 13. Véanse los dibujos del li bro de E. Camps ta su mu erte e n 1569. Las últimas bóve-
pilares han sido cortados y se apoyan y Cazorl a Módulo, proporciones y com- das se terminaron en 1607 bajo la direc-
sobre un a sofisticada cadena de a rcos y posición en la arquitectura califal cordo- ción del arquitecto Juan <le Oliva.
co lumnas, que los sostiene con impensa - besa, Madrid. Camps su braya el carácter Véase F. Chueca , Arquitectu ra de l siglo
ble equ ilibrio; en esta interpretación, los abstracto de tal sistema geométrico y nos XVI, Ars Hispaniae, Madrid, 1953 , págs.
arcos de herradura hacen de li gazón en- proporciona un conjunto de dibujos 199-201 ; M. Soria y G. Kubler , Art and
tre los pilares, garantizando la es ta bili- muy interesantes que explora dichos me- architecture in Spain and Portugal, Peli-
dad . Sin embargo, si partimos del suelo, ca ni sm os compos itivos. can History of Art , Londres, 1958; A. de
el frá g il sistema de columnas y a rcos 14. Más tard e -a comienzos del siglo la Banda , Hernán H.uiz 11, Sevi ll a, 1975.
aumenta de grosor,,defini endo una cade- XVII- la torre sería absorbida por otra La obra teórica de H ernán Ruiz, el Jo-
na contí nua de arcos de medio punto torre nueva. La construcción de la segun- ven, ha sido publi cada por Pedro de Na-
que permite una c ubierta horizontal. da fachada fue probab lemenLe motivada vascuí·s en El libro de la arqultectura de
Evidentemente, la razón de ser del com - por razones estéticas: el empuje horizon- Hernán H.u iz, el joven, Publicaciones de
plejo mecanismo formal que li ga la co- tal de los arcos de h erradura había sido la ETSAM , Madrid , 1974.
lumn a a l muro que caracter iza la m ez- asumido por la fachada primitiva. 24. La nueva catedral fu e construida tras una
quita de Córdoba no es el simple deseo 15. M. Gómez-Moreno da el nombre de disputa entre la Iglesi a y el Consejo. Al
de elevar el techo. Y en es ta pugn a sutil Chaafar, El esclavo, como arquitecto de final, Carlos I favoreció la postura del
entre el a rco de herrad ura y el de medio la m ezqu ita de Córdoba. Véase Gómez- obispo. Sin embargo, cuando Carlos I
p unto, "el a rquitecto de la mezquita de Moreno, op. cit., pág. 9 1. realizó su primera visita a Córdoba dijo:
Córdoba prefirió el de herradura a l de 16. F. Chueca ha dibujado la planta hipoté- "Yo no sabí a lo que e ra esto, pues no
medio punto, acorde con la tradición tica de la nueva mezquita, considerando hubi era pe rmitido que se llegase a la
visigótica, por razones estéticas, ya que a ésta como un edifi cio independiente y antigua ; porque hacéis lo que pu ede ha-
es difícil ha ll a r otro motivo" , Gómez- autóno m o . F. C hueca, Historia de la ar- cerse e n o tras partes y habéis desh ech o lo
Moreno, op . cit. , pág. 36. quitectura española, Madrid, 1965, pág. que e ra singular en el mundo ", citado
9. Parece que este punto fu e la clave para 99. por Anto nio Ponz, en Viaje de t:.spaña,
toda la so lu ció n de la m ezquita de Cór- I 7. E. Camps y Cazorla, o p. cit., págs. y t. XVII , Madrid , I 792, pág. 2.
doba. La hab ilid ad del a rquitecto se ha - figs. 74-83. 25. J. Ruskin , Th e ston es of Venece, Lon-
ce evidente a l confi a r la transición del 18. Sobre es te tema véase M. Gómez-Moreno , dres, 1858.
pilar a l salmer a un nuevo elemento, el El cruzamiento de los arcos, Congreso de
"modi ll ón de roll os". El libro de Gó- Historia del Arte, París, 1921, y también
mez-Moreno Iglesias mozárabes españo - E. Lamben , Les v outes nerv urées hispa-
las; arte español de los siglos IX al XI no-musulmanes, Hesperis, VI, Rabat,
identifica un a seri e de ig les ias mozárabes 1928, reeditado más tarde en E .. Lamben,
en las que uno <le lo s rasgos carac teríst i- Eludes Médiévales, Toulouse, 1956.
cos -utilizado para describir un esti lo Puede hallarse una descripción precisa y
pecu liar- es el emp leo de tales ele- completa que toma en consideración es-
mentos. tos dos textos en L. Torres Balbás, Las
Más adelante, L. Torres Balbás publi có bóvedas nervadas andaluzas y los oríge-
un art ícu lo, Los modillones de lóbu los. nes de la ojiva, Al- Anda lu s, 111 , Madrid ,
ensayo de anállsis de la evo lución de Granada, 1935.
una forma arquitectónica a través de die- 19. Hay un estudio compl e to en M. Gómez-
ciseis siglos, Archivo Español de Arte y Moreno, op. cit., págs. 110- 149. Ta m bién
Arquelogía, Madrid, nos . 34 y 35, 1936, es interesa nte la explicación de su siste-
en el qu e hay un es tudi o ex tremadamen- ma geométrico propuesta por E. Camps
te preciso de la evolución del elemento. y Cazarla, op. cit. , págs. 111-11 4 y figs.
Véase también M. Gómez-Moreno, La 85-89.
36 Mezquita de Córdoba.