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Hay un poco de desorientación con respecto a la toxicidad de los elementos que contiene una lámpara

fluorescente, en concreto, el silicato doble de zinc y berilio.


Existen varias interrogantes acerca de la toxicidad de las lámparas rotas, por lo cual daremos cuenta de la
experiencia actual extranjera sobre este asunto, para salir al paso de injustificadas alarmas.

La toxicidad procede de compuestos de berilio, tal como el berilo, silicato doble de zinc y berilio, u otros
elementos mantenidos en secreto por los fabricantes, que son parte de la composición de los polvos
fluorescentes o fósforos que recubren el interior de las lámparas.

Los posibles peligros proceden de las lámparas rotas, pues estando intactas no hay riesgo alguno, porque la
capa de polvos fluorescentes está en el interior del tubo y las radiaciones ultravioletas producidas al funcionar
las lámparas no son emitidas al exterior.

El berilio metal o glucinio no es tóxico, pero sus sales sí lo son y afectan a las vías respiratorias.

Se tiene información de que algunas veces las heridas producidas por cortaduras con lámparas rotas, tardan
en cicatrizar, observándose hinchazones o granulaciones en las mismas, por haber penetrado microgramos de
berilio.

Como consecuencia de todo lo dicho, las precauciones que deberán adoptarse serán las siguientes:

• Cuando se rompe una lámpara fluorescente, apartarse breves instantes, para dar lugar a que los polvos
decanten, y después, envolver las lámparas rotas en papeles para evitar cortaduras. Si ha pesar de ello
se sufre alguna herida, observar su cicatrización, y si es anormal, consultar con un médico.

• Cuando haya que romper lámparas, se envolverán previamente con papeles, y se realizará la operación
al aire libre.

• En caso de producirse una herida más o menos profunda, es necesario desinfectarla bien y con
urgencia. A veces, después de semanas y aun meses, dan lugar a peligrosas alteraciones cutáneas. En
este caso, o en el momento de producirse una herida grave, hay que acudir al médico, advirtiendo que
se trata de una herida producida por cristal de tubo fluorescente y no de vidrio común.

• Un vidrio de lámpara fluorescente debe siempre manejarse con cuidado, sobre todo cuando las lámparas
han tenido una vida de más de dos años.

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