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Pero qué pasaría si la proposición fuera la siguiente, que también habla de sí misma:
Esta es la línea intuitiva que sigue la prueba formal de Gödel. Ya vimos cómo podíamos
aritmetizar los símbolos, las fórmulas y las derivaciones. De modo que sin ninguna
ambigüedad estamos en condiciones de decir si un número n es o no un símbolo, es o no
una fórmula y es o no una demostración. Y además, en el caso de que sea una de esas
cosas, de qué símbolo, de qué fórmula y de qué derivación se trata.
Si n es el número de Gödel de una fórmula la expresión “An “ designa esa fórmula. Con
la expresión “An (d)“ hacemos referencia a que en esa fórmula ocurre la variable libre d.
Estamos ahora en condiciones de formular el siguiente
LEMA: Hay una numeración de Gödel de los objetos formales tal que son
numeralmente expresables en el sistema formal los predicados diádicos A(a,b) y B(a,c)
definidos de la siguiente manera
(OBSERVACIÓN: en estas definiciones Aa (d) es una fórmula con una variable libre d;
mientras que Aa (a) sin variables libres d resulta de sustituir en Aa (d) las ocurrencias
de la variable libre d por el numeral de a, esto es por la representación formal a que
corresponde al número a de Gödel de aquella fórmula, de forma que si ese número
fuera el dos su numeral sería 0’’)
A(a,b) y B(a,c) son las fórmulas que expresan numeralmente los predicados A(a,b) y
B(a,c) respectivamente.
Sea la fórmula ∀b¬ A( a,b) en la que a es la única variable que ocurre libre (hemos
cuantificado universalmente sobre la segunda variable de la primera de esas fórmulas).
Tiene un número de Gödel p; y es la misma fórmula que designaríamos “Ap (a)“
(obsérvese que las ocurrencias de la variable a son ocurrencias libres).
Sustituyamos en ella las ocurrencias de la variable libre a por ocurrencias del numeral p
del número p que corresponde a dicha fórmula. La fórmula sin variables libres así
obtenida es
∀b¬ A(p,b) esto es, Ap (p)
(3) | ¬Ap (p, 0), | ¬Ap (p, 1), | ¬Ap (p, 2), …