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Sorprenderse al ver
a una persona desarrollar
un trabajo que no es
típico de su sexo
y hacer un comentario
al respecto no implica
necesariamente sexismo.
 

Estereotipos II:
 

lo inusual asombra
 
 
Roxana Kreimer
@RoxanaKreimer
@feminisciencia
 

 
Hoy pasé unas siete horas en la calle pintando la fachada del Café Filosófico. Vestía ropa embadurnada
de pintura y portaba herramientas de pintor profesional: palo, rodillo, pincel y nylon para evitar las
manchas en el suelo.

Al rato de ponerme a pintar un hombre mayor se paró al lado mío y se quedó escrutándome, mientras
reía. Lo miré fijo y como excusándose dijo: "No, si le está quedando muy bien". Al rato pasó otro y gritó
"Con Cristina tenías plata para pintor y ahora estás obligada a hacerlo vos misma, ¿no?". Ahí caí en la
cuenta de que, dado que no luzco como el estereotipo del pintor (varón y proletario), me había
convertido en una rara avis, en una anomalía callejera.

A las seis de la tarde una mujer se plantó a mi derecha y me clavó la mirada. "Ya se irá", pensé.Pero se
instaló ahí, dispuesta a gozar de un espectáculo gratuito. Finalmente giré la cabeza y me dijo, frunciendo
el seño, incrédula, desfigurada por la sorpresa "¿Sos Roxana, la que da clases de filosofía acá?" "Sí",
respondí, y continuó haciéndome preguntas para ver si efectivamente cambié a Epicteto y Kant por la
brocha gorda. Le expliqué que siempre me gustó pintar la casa y -a veces- mi lugar de trabajo, y de
algún modo le di a entender que combinar tarea manual e intelectual para mí es un noble propósito.

Podría quejarme del sexismo de todos los que hicieron comentarios vinculados con mi rol de pintora
mujer, pero dudo que se trate de discriminación. Cuando vemos a una mujer en un rol infrecuente, es
común sorprenderse, pero eso no significa que para esa persona se trate de un rol inadecuado. Muchas
ingenieras en computación, físicas o vendedoras de ferreterías cuentan que reciben comentarios de
varones sorprendidos al verlas en un trabajo infrecuente para las mujeres.Pero esos comentarios de
sorpresa, vistos bajo su mejor luz, no son necesariamente sexistas y mucho menos la causa de la
subrepresentación femenina en oficios mayormente desempeñados por varones. Más bien son la
consecuencia de ver algo inusual. Los maestros de niños en edad preescolar también reciben
comentarios sorprendidos de mujeres y en Pekín los occidentales son minuciosamente escrutados por la
rareza de sus ojos circulares.

Dejar de ser susceptibles en exceso y tener en cuenta otras variables explicativas es una buena forma
de que la corrección política no nos reduzca al silencio.
Les debo la foto como proletaria de la brocha gorda. ¿Se operarían con un cirujano al que vieron en un
pas de deux de ballet? Si la mando temo que no venga más nadie a mis clases de filosofía :) :) Me
empezarán a llamar como pintora. Aunque pensándolo bien, a la luz del derrotero del país en estos
últimos días, no sería mala idea.

Email: filpractica@yahoo.com.ar

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