La arquitectura posmoderna establece una relación de antagonismo y sucesión respecto a
la moderna. La primera se propone en primer lugar subvertir los valores de la segunda
especialmente a nivel social y estético. La modernidad transcurre como un periodo de implementacion de nuevas experiencias estético-visuales y constructivas como causa del avance de las nuevas tecnologías. El hombre busca una manera de integrarlas a su vida cotidiana, lo cual se expresa en la arquitectura de maneras relativamente radicales. La arquitectura moderna rechaza el decorativismo, se centra en emplear todos los recursos posibles para hacer la vida del hombre más confortable. En otras palabras la funcionalidad será el aspecto en torno al cual giran el resto de los elementos, su más alta expresión: el racionalismo, responde a las necesidades objetivas y sociales del momento. Las construcciones se realizan a partir de formas geométricas y simplificadas, con exteriores sobrios y carentes de ornamento, donde la belleza visual estará contenida en la naturaleza de los materiales y su disposición. La arquitectura posmoderna por su parte, desarticula el discurso moderno a partir de la reevaluación de elementos estéticos que habían sido rechazados. Retoma el empleo de estilos pasados pero no en un acto falto de creatividad sino como parte de una conciencia histórica preexistente, como una especie de necesidad identificativa del individuo independientemente de su evolución histórico-social y tecnológica. Hay un desentendimiento de la visualidad sobria, la sencillez decorativa y las formas puras interrumpidas por el retorno del ornamento y la monumentalidad. Por otra parte al igual que la plástica, la arquitectura emplea nuevos recursos vinculados a los medios y la cultura de masas. La sátira y ese humor malicioso pero sutil se mezclan de alguna manera con las formas eclécticas más elevadas de la arquitectura posmodernista, logrando una suerte de efecto kitch. Se trata de una arquitectura social que expone las cuantiosas fisuras de las corrientes modernas y auxiliándose de aquellos elementos tipológicos y estéticos del pasado, renueva el lenguaje en pos de la creación de un un discurso consecuente con las necesidades socioculturales del momento.