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Universidad de Nariño

Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas


Programa de Economía
Economía Política
Daniel Bustos

CAPÍTULO XL
SEGUNDA FORMA DE LA RENTA DIFERENCIAL
(RENTA DIFERENCIAL II)
Las ganancias extraordinarias y las distintas cuotas de la ganancia extraordinaria
según las diversas partes de valor de] capital se forman por igual en ambos casos.
Y la renta no es sino una forma de esta ganancia extraordinaria, que constituye su
sustancia. Es cierto que el segundo método opone ciertas dificultades para la
transformación de la ganancia extraordinaria en renta, es decir, para esta
mutación de forma que implica la transferencia de las ganancias extraordinarias de
manos del arrendatario capitalista a manos del propietario de la tierra.
Aun cuando para los efectos de la ley que rige la formación de las ganancias
extraordinarias no supone diferencia alguna el que capitales iguales con
resultados desiguales se inviertan simultáneamente en tierras de igual extensión o
sucesivamente en una misma tierra, esto implica sin embargo una diferencia
considerable en lo que se refiere a la transformación de la ganancia extraordinaria
en renta del suelo. En la medida en que la formación de la ganancia extraordinaria
se determina por la cuantía del capital de explotación, la cuantía de la renta,
partiendo de una cierta magnitud de aquel capital, se calcula a base de la renta
media del país en su conjunto, procurándose por tanto, que el nuevo arrendatario
disponga del capital suficiente para proseguir el cultivo en el mismo plano
intensivo. En el estudio de la renta diferencial II deben destacarse los siguientes
puntos:
Primero: Su base y su punto de partida, no sólo históricamente, sino por lo que
afecta a su funcionamiento en cada momento dado, es la renta diferencial I, es
decir, el cultivo simultáneo de varías clases de tierra de distinta fertilidad y
situación; por tanto, la inversión simultánea de distintas partes integrantes del
capital agrícola total en tierras de diferente calidad.
Desde un, punto de vista histórico, esto se comprende por si mismo. En las
colonias, los colonos tienen poco capital que invertir; los factores fundamentales
de producción son el trabajo y la tierra. Cada cabeza de familia procura conseguir
un campo independiente de ocupación para él y los suyos, al lado del de los otros
colonos. En la verdadera agricultura, esto hubo de ocurrir ya en general en los
sistemas de producción anteriores al capitalismo. En el apacentamiento de ganado
lanar y en la ganadería en general como ramas de producción independientes nos
encontramos con una explotación más o menos colectiva de la tierra, explotación
que presenta de suyo un carácter extensivo. El régimen capitalista de producción
tiene como punto de partida sistemas de producción anteriores en que los medios
de producción son, jurídicamente o de hecho, propiedad del mismo cultivador; en
una palabra, parte de la explotación artesanal de la agricultura. Lógicamente va
desarrollándose poco a poco, a partir de aquí la concentración de los medios de
producción y su transformación en capital frente a los productores directos
convertidos en obreros asalariados. Allí donde aparece el régimen capitalista de
producción con sus características propias, lo hace primeramente, sobre todo, en
la cría de ganado lanar y en la ganadería; más tarde, no en la concentración del
capital en una extensión relativamente pequeña de tierra, sino en la producción en
gran escala, con el consiguiente ahorro de caballos y de otros gastos de
producción; pero, en realidad, no mediante la inversión de más capital en la misma
tierra. Además, las leyes naturales que rigen el cultivo de la tierra implican el que,
al llegar el cultivo a cierto nivel, con el consiguiente agotamiento de la tierra, el
capital, considerado también aquí como los medios de producción ya producidos,
se convierta en el factor decisivo de la agricultura. Mientras la tierra cultivada
forma una zona relativamente pequeña en proporción a la no cultivada y la fuerza
de la tierra no se halla agotada aún (que es lo que ocurre allí donde predominan la
ganadería y el régimen carnívoro de alimentación, en el periodo anterior al de
predominio de la agricultura en sentido estricto y de la alimentación vegetal), el
nuevo régimen incipiente de producción aparece frente a la producción
campesina; sobre todo en lo que se refiere a la extensión de las tierras cultivadas
por cuenta de un solo capitalista, es decir, mediante la inversión extensiva del
capital en una superficie geográficamente grande de tierra. Puede afirmarse, pues,
de antemano, que la renta diferencial I constituye la base histórica, el punto
histórico de partida. De otra parte, la renta diferencial II sólo entra en funciones en
cada momento dado sobre un terreno que es, a su vez, la base abigarrada sobre
que descansa la renta diferencial I.
Segundo: En la renta diferencial bajo su forma II se añaden, por contraste con la
fertilidad, las diferencias que afectan a la distribución del capital (y del crédito)
entre los arrendatarios. En la industria en sentido estricto, pronto se establece un
mínimo propio de volumen de negocios para cada rama industrial y, de acuerdo
con ello, un mínimo de capital por debajo del cual no puede acometerse con éxito
una sola empresa. Se establece asimismo en cada rama industrial una medía
normal de capital que rebasa ese mínimo y de la cual tiene que disponer y dispone
en efecto La masa de los productores. Lo que excede de ella puede producir una
ganancia extraordinaria; lo que no llega a ella no obtiene la ganancia media. El
régimen capitalista de producción sólo se hace extensivo a la agricultura de un
modo lento y desigual, como puede verse en Inglaterra, que es el país clásico del
régimen capitalista de producción en la agricultura. Mientras no existe una libre
importación de cereales o sus efectos son limitados, por serlo su volumen, son los
productores que trabajan las tierras malas, es decir, en condiciones de producción
inferiores a las medias, los que determinan el precio comercial. En sus manos se
encuentra gran parte de la masa total de capital invertida en la agricultura y puesta
a disposición de ella.
Fijémonos por el momento solamente en la formación de la ganancia
extraordinaria en lo que se refiere a la renta diferencial II, sin preocuparnos
todavía de las condiciones en que puede operarse la transformación de esta
ganancia extraordinaria en renta del suelo. Vemos entonces claramente que la
renta diferencial II no es más que una expresión distinta de la renta diferencial I,
pero que intrínsecamente coincide con ella. La diferente fertilidad de las distintas
clases de tierra sólo actúa en la renta diferencial I siempre y cuando que consiga
que los capitales invertidos en la tierra den resultados, productos desiguales con
capitales iguales por su magnitud o por su cuantía proporcional. El hecho de que
esta desigualdad se refiera a distintos capitales invertidos sucesivamente en la
misma tierra o a capitales invertidos simultáneamente en varias porciones de
distintas clases de tierra no puede traducirse en resultados distintos en cuanto a la
diferencia de la fertilidad o de su producto, ni por tanto, en cuanto a la formación
de la renta diferencial respecto a las partes de capital invertidas en tierras más
fértiles. Sigue siendo la tierra la que con una inversión igual de capital muestra una
fertilidad distinta, con la diferencia de que aquí es la misma tierra la que hace con
respecto a un capital invertido sucesivamente en diferentes porciones lo mismo
que en I hacen diversas clases de tierras con respecto a distintas partes iguales
del capital social invertidas en ellas.
Pueden darse aquí otros tres casos:
a) Sí el capital adicional sólo arroja, en cualquiera de las clases de tierra A, B, C o
D, la cuota de ganancia determinada por el precio de producción de A, no se
formará por este camino ninguna ganancia excedente ni habrá, por tanto,
posibilidad de renta; exactamente lo mismo que si se pusiese en cultivo una
cantidad adicional de tierras de A.
b) Si el capital adicional arroja un producto mayor, se formará, evidentemente, un
nuevo superproducto (renta potencial), siempre y cuando que el precio regulador
siga siendo el mismo. Puede ocurrir que no suceda esto, como no sucede, en
efecto, cuando esta producción adicional ponga fuera de cultivo a la tierra A,
eliminándola así de la serie de las clases de tierra concurrentes. En este caso,
bajo el precio de producción regulador. La cuota de ganancia descendería cuando
ello llevase aparejada la baja del salario o cuando el producto más barato entrase
como elemento del capital constante. Si la mayor productividad del capital
adicional tuviese lugar en las mejores clases de tierras C y D, dependería por
entero de la cuantía de la mayor productividad y de la masa de los nuevos
capitales incorporados en la medida en que la formación de la ganancia excedente
incrementada (y, por tanto, de la renta incrementada) llevase aparejadas la baja
del precio y el alza de la cuota de ganancia. Esta puede aumentar aun sin
necesidad de que baje el salario, mediante el abaratamiento de los elementos del
capital constante.
c) Si se produce una inversión adicional de capital con disminución de las
superganancias, pero de tal modo que su producto deje un remanente sobre el
producto del mismo capital en la tierra A, se producirá en todo caso, siempre y
cuando que el aumento de la oferta no ponga fuera de cultivo a la tierra A, una
nueva formación de superganancias, la cual puede darse simultáneamente en las
tierras D, C, B y A. Sí, por el contrario, es eliminada del cultivo la tierra peor, A,
bajará el precio de producción regulador y dependerá de la proporción entre el
precio reducido de un quarter de trigo y el número acrecentado de los quarters que
forman la superganancia el que ésta expresada en dinero y, por tanto, la renta
diferencial aumente o disminuya. En todo caso, se da aquí la circunstancia curiosa
de que, a medida que disminuyen las superganancias de inversiones sucesivas de
capital, el precio de producción puede bajar en vez de subir, como a primera vista
parece que debiera suceder.

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