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Capítulo 1:

 Absolutismo
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Comprendiendo que el Estado Absolutista es un Régimen Político en el que una


persona (el soberano) ejerce el poder con carácter absoluto, sin límites jurídicos ni
de ninguna otra naturaleza, concebido principalmente como la negación del
Feudalismo y que cobró fuerza a fines del siglo XVI en Europa; donde el Rey no
sólo asume la totalidad sino que pretende convertirse en cabeza de una Iglesia
Nacional, ya que la voluntad del Rey es la ley. Pero que Dios está sobre él pero a
su vez Dios a través de su contacto con Dios le había dado el poder. Así, ese
monarca tenía libertad de derogar, modificar y crear leyes, podía declarar la
guerra, la paz y que le obedecieran incondicionalmente sus súbditos.

     A pesar que el Absolutismo, como forma de gobierno, ha estado


presente bajo diversas formas en muchos países y épocas, este concepto
básicamente se ha reservado para un período histórico determinado. Esta época
se refiere al de las monarquías absolutas europeas de los siglos XVI al XVIII.

                                 
Capítulo 2:
 Características del Estado Absolutista
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 Interpretando que el Estado Absolutista como forma de gobierno que se da en


Europa a fines del siglo XVI, cobra fuerza en el siglo XVII y XVIII, principalmente
en España, Francia e Inglaterra, donde la soberanía, y el poder, eran ejercidos
sólo por el monarca sin límite y sin control, que no reconoce a los súbditos más
que el deber de obedecer. Es necesario destacar que este estado Absoluto como
periodo histórico en el mundo Moderno tuvo unas características fundamentales
como son:

     Aspecto Político: Monarquía Absoluta. De las guerras de religión sale


vencedor el Estado, quien reconoce como poder universal al Emperador, tiítulo
hereditario, voluntad del Rey es ley. Rey y Estado se identifican, Rey suprema
autonomía de ciudades y provincias.

     Aspecto Económico: Se desarrolla el Mercantilismo. Como modo de


producción capitalista, la riqueza depende de la acumulación de metales (oro -
plata). Circula la moneda como sistema de pago.

                          

     Aspecto Social: Predominio de la Aristocracia, aquí se desarrolla la burguesía


quien va a desestabilizar el poder absoluto con el tiempo.
     Aspecto Espiritual: Sucularización, se impone el racionalismo y el empirísmo.
En su apogeo el Rey contacta con Dios y los Papas están bajo las ordenes del
Rey complaciendo sus caprichos.

Absolutismo
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Para otros usos de este término, véase Absolutismo (Desambiguación).

Luis XIV de Francia, ejemplo de rey absolutista, pintura de Hyacinthe Rigaud.

El absolutismo es una forma de gobierno en la cual el poder del dirigente no está sujeto a
ninguna limitación institucional que no sea la ley divina.[1]

En términos kantianos el poder absoluto consiste en que "el soberano del Estado tiene con
respecto a sus súbditos solamente derechos y ningún deber (coactivo); el soberano no
puede ser sometido a juicio por la violación de una ley que el mismo haya elaborado, ya
que está desligado del respeto a la ley popoular (populum legis)". Según Bobbio, esta
definición es compartida por todos los naturalistas como Rosseau o Hobbes.[2]

Abarcó los siglos XVI, XVII, XVIII y la primera mitad del XIX, cuando las revoluciones
burguesas de 1820, 1830 y 1848 acabaron con la Restauración del Congreso de Viena.
Como excepción a esta caducidad del absolutismo se debe citar al Imperio ruso, donde los
zares mantuvieron su práctica hasta la Revolución Bolchevique de 1917.
La teoría del derecho divino del poder real o del absolutismo teológico nació en Francia en
el último cuarto del siglo XVI y en el ambiente de las guerras de religión. Aunque en
Europa la divinización del monarca nunca llegó tan lejos como en Asia (donde en algunos
países se identificaba al rey con el mismo Dios) el rey siempre tuvo cierto poder sobre las
iglesias nacionales a través del regalismo.

Contenido
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 1 Causas del surgimiento del Absolutismo


 2 Principios básicos del Absolutismo
o 2.1 Razón de Estado
 3 Características
 4 Límites del poder absoluto
 5 Proponentes del absolutismo
 6 El ejemplo francés
 7 Consecuencias del Absolutismo
 8 Conclusión
 9 Referencias

Causas del surgimiento del Absolutismo [editar]

 La burguesía apoyaba la concentración del poder para estabilizar la economía dentro de


todo el territorio de un Estado.
 El protestantismo o Reforma protestante, iniciado por Martín Lutero distanció a un Estado
como Alemania de la Iglesia y los Estados papales y disminuyó su importancia en las
decisiones del rey.
 La conquista de América llevó a países como España y Portugal a acumular grandes
cantidades de riquezas en oro y plata (Mercantilismo) lo que demostró el éxito del sistema
absolutista, vigente en estos países, sobre sus vecinos.
 Ante la necesidad de unir grandes fuerzas militares, como en el caso de la guerra de los
cien años entre Francia y el Imperio Británico, los Estados crearon ejércitos regulares
comandados por el rey y ya no por señores feudales dispersos e incomunicados.
 La crisis de la servidumbre.

Principios básicos del Absolutismo [editar]

 El poder es de carácter divino: la autoridad del Rey fue designada por Dios y solo a éste le
debe rendir cuentas.
 La iglesia quedo suspeditada al monarca o bien como un poder aparte.
 El rey tiene un trato paternal con el pueblo.
 La autoridad del rey es absoluta, no debe pedirle permiso ni al Parlamento (cortes o
estados generales) ni a los nobles para tomar decisiones.
 La autoridad del rey está sujeta a la razón.
 El rey es la ley.
Razón de Estado [editar]

El gobernador absolutista debe regirse sin criterios para lograr el poder, bienestar del
pueblo y la riqueza del Estado.

Características [editar]

Fernando VII, ejemplo español de monarca absolutista (pintura de Francisco Goya).

Las principales características del absolutismo son la existencia de una monarquía única,
vitalicia, hereditaria y teocrática, esto es, en la que el dirigente (un rey) se legitimaba en
virtud de la voluntad de Dios ("Rey por la gracia de Dios"). La posibilidad de revocar esa
voluntad era inexistente en las monarquía europeas, al existir la justificación teológica
según la cual Dios, omnisciente, no cambiaba de parecer; en las monarquía asiáticas, sobre
todo la china, por el contrario, sí que era posible revocar el derecho divino, algo que se
llamaba "pérdida del mandato del cielo".

La principal consecuencia de la monarquía teocrática era que, al ser la voluntad de Dios la


que elegía al monarca, éste se hallaba legitimado para asumir todos los poderes del estado
sin más limitación que la propia ley de Dios. De acuerdo con Richelieu, que teorizó sobre el
absolutismo durante una época plagada de disturbios, los súbditos del monarca, incluyendo
a los nobles, debían limitarse a obedecer los designios del mismo, concibiendo las
relaciones entre el poder y el pueblo como unas relaciones verticales, de total
subordinación. Richelieu argumentaba que sólo así podía el monarca garantizar el bienestar
del pueblo, y asumía la teoría platónica de que la justicia del estado se basaba en que cada
parte se dedique únicamente a su cometido y evite mezclarse en los asuntos de las demás.
En la práctica, no obstante, esta opinión tan extrema fue irrealizable: en el contexto
europeo, la monarquía absoluta había evolucionado desde el feudalismo, por lo que en la
práctica sobre la voluntad del monarca pesaban multitud de limitaciones de índole feudal,
como privilegios nobiliarios y eclesiásticos, estatutos seglares y territoriales, fueros,... Así,
en la teoría absolutista europea, tal y como la analiza Montesquieu, aunque el monarca
dictaba todas las leyes de acuerdo a sus intereses, que se confundía con los del estado, los
grupos privilegiados, esto es, los nobles, se erigían en consejeros y ayudantes directos del
rey en sus decisiones. Los tribunales de justicia (los "parlamentos" en Francia), aparecían
como una administración relativamente independiente, y el estado absolutista se concebía
como una estado de leyes, lo que lo distinguía de una tiranía.

En principio, de acuerdo con la teoría absolutista el Rey debía manejar los hilos de la
iglesia y ser el jefe temporal de la misma. En la práctica, de nuevo, el poder de la iglesia era
demasiado grande como para tomar sus riendas de manera tan radical, y aunque algunos
monarcas como Enrique VIII de Inglaterra, consiguieron hacerse con el control absoluto
sobre la misma, la mayoría de las monarquía europeas mantuvo su influencia sobre la
Iglesia de una forma mucho más venal y sutil, en el caso de las naciones católicas
reconociendo tácitamente la supremacía del papado en cuestiones religiosas. No obstante,
el prestigio del monarca hacía que en la práctica manejara la parte administrativa y todo lo
relacionado con las riquezas de la iglesia, mientras que la parte de la fe y la creencia
religiosa eran atribuidos al clero.

A partir de Luis XIV de Francia, se impuso una economía mercantilista en donde la riqueza
del estado estaba respaldada por metales preciosos como el oro y la plata. La economía
estaba tremendamente regulada y sometida al control real, y aun rezumaban privilegios y
leyes feudales: exenciones fiscales para la nobleza, el clero, y algunos gremios, monopolios
comerciales (compañías de las indias,...), fundación de manufacturas reales... Todas las
medidas económicas se centraban sobre todo en garantizar e incrementar los ingresos del
estado, de ahí la necesidad de controlar todos los aspectos, a fin de potenciar al máximo la
capacidad recaudatoria del estado. La sociedad, estamentada, conocía pocas formas de
ascenso social, salvo la entrada en el clero o la compra de cargos venales al servicio del rey
(nobleza de toga,...).

Este régimen, para poder funcionar y asegurar su continuidad, debía contar con un ejército
que apoyara incondicionalmente al rey, para a su vez apoyar y mantener el sistema
monárquico en orden y controlar cualquier tipo de revueltas contra éste. Las revueltas
dentro de los regímenes absolutistas europeos, aunque hoy en día olvidadas, fueron
relativamente comunes. El régimen debía contar con una burocracia, con ministros y
funcionarios públicos cuya supervivencia en el cargo dependía únicamente de la voluntad
del monarca, y que estaban a cargo del correcto funcionamiento de la Administración, para
que así se mantenga el poder monárquico. Un grupo de embajadores se encargaban de los
tratados comerciales, de guerra, y matrimoniales, ya que todos los reyes europeos se
casaban entre ellos para asegurar las coronas reales. A partir del fin de la Guerra de los
Treinta Años, el concepto de equilibrio de poder dio un nuevo impulso a los ministerios de
asuntos exteriores, y las embajadas dejaron de ser enviados informales para adquirir
auténtica relevancia dentro de los regímenes absolutistas. La clave para el sostenimiento del
régimen era la construcción de un sistema tributario fuerte que pudiera mantener en pie
todos los gastos del Estado y del monarca, así como también la flota, el ejército y la
burocracia. Sus instrumentos iban desde la recaudación de impuestos directos, indirectos y
extraordinarios hasta el establecimiento de Compañías comerciales (Compañías de Indias),
o manufacturas reales cuyos beneficios pasaban a engrosar las arcas del estado. En
resumen, el objetivo del absolutismo es la concentración del poder del estado y monopolio
de la autoridad en la persona del rey.

Para el historiador R. Mousnier, la monarquía absoluta es el resultado de la rivalidad de dos


clases: la burguesía y la nobleza. El rey arbitró el conflicto, apoyando a la burguesía y
domesticando a la nobleza, conduciendo ese conflicto a un equilibrio que aseguró su poder
personal y la unidad, el orden y la jerarquía en el Gobierno y en el Estado. Llevó a la
sumisión total y a la obediencia sin límites.

Por el contrario, según Perry Anderson, "el estado absolutista nunca fue el árbitro entre la
aristocracia y la burguesía, ni mucho menos, un instrumento en la naciente burguesía contra
la aristocracia". El absolutismo fue en su esencia, según este historiador, un aparato
reorganizado y potenciado de dominio feudal. Fue el nuevo instrumento de una nobleza
amenazada que le permitió seguir ostentando el dominio del poder político y mantener a las
masas campesinas en la base de la jerarquía social y a la burguesía emergente apartadas del
gobierno. Paradójicamente, dice el autor, si bien el estado absolutista fue un instrumento
para la protección de la propiedad y los privilegios de la aristocracia feudal, los medios que
empleó favorecieron simultáneamente los intereses básicos de las nacientes clases
mercantiles y manufactureras, posibilitando el desarrollo de las estructuras capitalistas.

Límites del poder absoluto [editar]

El Antiguo Régimen es el nombre que se da al conjunto de rasgos políticos, jurídicos,


sociales y económicos que caracterizaron a Europa y sus colonias durante los siglos XVI,
XVII y XVIII. El modelo político característico es el de monarquía absoluta, cuyo rasgo
central es la concentración de todo el poder en el rey sin control o límites de cualquier tipo.
A pesar de esto, las condiciones de la época así como algunos elementos remanentes de la
Edad Media, determinarán que en los hechos el poder de los reyes absolutos tenga ciertos
límites. Ello no obsta que ninguna institución o persona pueda ejercer control sobre ellos.

Estos límites son:

1. La Ley Divina Cristiana: el Rey, al igual que todos los cristianos está sometido a los 10
Mandamientos.

2. Las Leyes del Derecho de Gentes: son aquellas disposiciones que derivan de
tradiciones antiguas, determinan cosas como la herencia, el mayorazgo, etc. Aquellas que
se vinculan al ejercicio directo del gobierno, fueron desplazadas por los monarcas en el
proceso de consolidación del absolutismo (tal es caso del recurso a cortes o parlamentos
para la definición de ciertas medidas, en Francia, por ejemplo, los Estados Generales
dejaron de ser citados en 1614, y solo volvieron a sesionar en 1789).

3. Las leyes fundamentales del Reino: un conjunto de normas relativas al fundamento del
Estado. Sus elementos básicos son:
• Noción de continuidad del Estado. El Estado es independiente de los reyes; si muere el
rey pasa a su sucesor.

• Ley de sucesión.

• El principio de legitimidad. El rey no podía modificar la ley de sucesión.

• Si el rey es menor o incapaz, puede ser asistido por un regente.

• El principio de religión. La corona debía titularla un príncipe católico (a partir de la


Reforma, los reinos protestantes aplicaron este principio).

4. El escaso número de funcionarios: aunque los regímenes absolutos se apoyaban en una


burocracia numerosa y eficiente, comparados con cualquier Estado actual el número de
funcionarios era mínimo, y completamente insuficiente para que las determinaciones del
monarca se cumplieran efectivamente.

5. Las limitaciones del sistema de caminos: en la Edad Moderna los caminos transitables,
los puentes y los canales eran muy escasos, la velocidad de comunicación era la del galope
del caballo, por ello las disposiciones del rey demoraban en llegar a destino, incluso
muchas veces lo hacían cuando ya eran inaplicables. En el caso del sistema colonial, se
aplicaba muchas veces la fórmula “se acata pero no se cumple” para aquellas disposiciones
cuya aplicación no era pertinente en las colonias.

6. La persistencia de aduanas internas y derechos señoriales: como remanente de la


dispersión del poder en la época feudal y el proceso de unificación de los Estados todavía
inconcluso, persistían algunas aduanas internas. Del mismo modo, algunos nobles
conservaban privilegios especiales como herencia de la época feudal.

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