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Expacios del Saber D.Villio,Bprweliminte eeio Mi. Galea, Cnzrae A Finielnut, Una so een oer rite 8 Zils, Lesnar a ge Klewaning, Sune argeiar RTorter, Oo pee 1D. Gabi, fT Gosia emma del 5. EMioay Facmcs mek >. Viena mend de pre 8 Nagi ots Ding lr fe gli, fa alta yl ‘Shares argenian 36, YE fa. Cone fren BE Showin, Mee det expt an BB, B.Viene, Palaas nm patrar BD. A. Negi Fb fran te too 40. Lkewbowice, Psa ah Brads UL 3-THardy Gille Brite. Un aprenden 4E 8. Yuet, Vshacaon at, Corin on Baar iret NM Pnhin y Natura azleelry petr Lec ‘siamo seal degen Gruner, La Cina poten acc eat BZ taney ef oxo 47-E Cas yD. loli (ompe), Seog deed pare a acon pte 48, Pathe, Pass darer 49. ), Wacher €'¥ deta oma), Le mse cnporiy Bada Angie ot le eomrein ean Pong tre Cats Boodle beter caral A. Giuntay Le Malet Cosa tedepngera Jorg Ramen Frey ri Fry Bae eee it beans mara de onrcesseaermaenas hinace hs Hothes 30 #anlntedhnlconcom a amore y spon, stain erear ce so Leonor Arfuch (compiladora) Pensar este tiempo Espacios, afectos, A pertenencias PAGS Buenos Ales Benslans ~Mésico 8, Cronotoptas de la intimidad Leonor Arfuch Leonor Arfuch es profesora de.la Facultad de Ciencias Sociales, Orientacier Seciologia de la Cultura, y de la Facultad de Arquitectura, DiseRo y Urbanisma, ambas de le Universidad de, Buenos Aites (UBA), donde rambiéa’ reales sus estudios de grado y doctorado en el Area de Letras, Especializada en teoras del discucsa yextica csltoral, x he inte~ resado en temas de subjetvided, identidad, memoria y narrativa, y en el andlisis de géneros dscursivos y mediéticos;incluyendo productos de ls artes visuates. Su perspectiva articula diversos eafaqucs ~lingilstices, semiétieos, lterarios, con peculiar énfass en la disensidn polities de los ‘fenémenos cultures. Dirige un equipo de inveitigaciin cayo proyecto en curso, enel mareo de la Seeretaria de Ciencia yTéonia dela UBA, es “Idencidades narratvas: histori experiencia, contemporaneidad”, con sede en el Instituto Gino Germani de ia Facultad de Ciencias Sociales, donde coording admis el Area de Cultura y Pensamiento Critco. He publicado La inerividad pilica (Buenos Aires, Facultad de Ciencias So- Gales, 1992); La entra, wna veri digi (Barcelona, Pads, 1993), Dis ycomtinicain. Toray enfogues rites (Buenos Aires, Paidcs, 1997; ‘en co-autoria con Norberto Chaves y Maria Ledesma) Crimemerypecadoe De lsjévens oe cvinica plcial Busnes Aires, UNICEF, 1997) Bl epacn bigrifice. Dilemas de ka subjetividad eoniemporinea (Buenos Altes, ECE, 20023; y como compiladore Identidades, syetesy mbjeevidades (Buenos Aix res, Promeseo, 2002),y numarososariculos en libros yrevsts eapectal= aadas, nacionales y extranjeras. Ha sido profesora invitada de las Universidades de Essex (Inglaterra), UNAM (México), UAM (lésico) y la Academia Britinica o es lo, que quiero...” el cuerpo como limite, como ral que une 6 separa de los otros, y también el hibicat sa ~una atmésfera tanto como una materiali on la misma naturalidad con que vivimos el espa- ‘sin preguntarnos sobre él, asumimos fa esfera de la in- dad! como la que més intrinsecamente nos constituye presenta; aunque para reconocerle tengamos que enfren- bs a su exerioridad, lo que noes ell st optesto 0 sa {ntimo, una sutitgradacion de lo priva 4, Nora Catelli descaca, en sa indagecién etimol6gica sobre el tér ‘no Nintimidad”, la vertiente por la cual ia palabra, en relaciGn con ef verbo “incimar” y el sustantivo latino timar (tere), enote, ademds de la “intro Auccidnen el ferro o dnimo de uno”, tanco a violencia como el temor:“in- ‘imacién’, “intimidacion” (Cateli, 1995: 87-98), 240 Leonor crfuch bién naturalmente~ en la distincién clésiea de fos espacios de la modernidad, Sibien podsfamos reconocer en alsin periodo de la anci- giledad griega o en Ia familia romana lejanos ancestros de lo que hoy Uamamos intimidad, su sentido cabal sélo aflora en el siglo XVI, con el affanzamiento del individualismo y el mundo burgués, Asi el despliegue de lo pablico, en su dable dimensidn de lo social y lo politico, tiene su contracara en una esfera donde lo privaco doméstico ~desprendido ya de la produceién- se aticula¢ Je fntime, una zona incipiente, de obligada exploraciéa, donde despunta la nueva subjetividad moderna. Ast enriquecida, la esfera privada deja de tener su vieja cohnotacién de privacién~el estar desprovisto de algo~ para asumir la doble funcidn de cobijar to doméstico, el ho- gar “tangible” y de proteger lo intimo —“intangible”~ del asedio de-una sociedad donde cada ver se tocnan més rigidas Jas normas de conducta? Hay, segiin consenso casi unénime, un personaje emble- ndtico de este transito a una nueva condicidn, Jean-Jacques Rousseau, para Hannah Arends “el primer explorador claro y en cierto grado incluso tedrico, de ia intimidad” (1974), quien, en una “rebelidn del eorazén” contra la sociedad de su época, va a trazar con sus Confésiones (1766) la topogratia primigenia de ese espacio singular: ef yo, la primera persona 2. Remitintos aqui al conocido andlisis ertioo de Hannah Arend en. Lat condisin bana (1974) sobre la configuracién de los espacios de. ls ‘morernidad, que tansformé radiealmente la distincién entre lo “pibli- £20" (politico) y lo *privado” (doméstico) de la antigua Grecin, donde ext ‘kina esfera inclu‘a también la produccisin, basada en el trabsja de loses clavos, que con el eapitalismo piseria a integrar el Ambito de lo social ‘Arendt no deja de enfatizar en su valoracién del modelo gee, clésico, a pérdida de esa libertad intrinseca de lo pablico’poliico com ideal por él ‘cual se puede dar la vida, en aras del “conformismo” de lo socal, que, a ‘aves de ia instauracién de la comaucta “devara” Jos ot0s espacion inclu doe de k intiidad. La oposicids entre "tangible" e “ineangible” perte- rece ala autora 5 Cronotoptas dela intimnidad 241 que se hace cargo de la enunciacién toméndose a sf mismo ‘como testigo; la verdad, que se busca -y se encwentrs—en la interioridad y no ya en Dios; la pasi6n erdtica, ligada fuerte- monte a la pulsida, y esa condicién dual que hace que el su jeto moderno se sienta como en su casa en el seno de la histérico, al que. xermas (1990) lamé “el siglo epistolar”,’ vio el surgi- miento tanto de la escritura autégrafa en sus méltiples ma- nifestaciones ~autobiograffas, confesiones, memorias, diarios {ntimos, correspondencias- como de la novela moderna, tam- bign anclada sobre la forma epistolar—Ia Pamele yla Clarissa, de Richardson, Las relaciones peligrosas, de Laclos-, una ver. dadera constelacién simbélica donde se experimentaban las ‘nuevas maneras de vivir y de expresar la afectividad, fas rela ciones familiares ¢ interpersonales, los tonos del amor y la pasién, . Pero el gesto pionero de Rousseau, anrecedente canéni- co de'fa autobiografia -género, por otca parte, indisociable del ascenso del individualismo en Occidente- no era sola mente afectivo o pasional zine también filossfico y, pur cine, coherente con el resto de su obra. Se trataba all también del descubrimiento de la interiaridad, favor interior como espa- cio de discernimiento y de autoafirmacién, de una autono- ania radical “a verdad se halla en nosotros y en particular en los sentimientos-, espacio apto para cobijar la inguietud de 3. Bn su clisico Minor y etc de la opinin pba cl anor valora el “zaciocinio lterario", based en el comentario y la lectur pblica de le bros, periddicos y cartas en los espacios de seciatidad Galones, cafe clu. bes, casas de refrgerio), que jumtamente con el “raciacinio politico” dicron lugar en el siglo XVI, ‘al nacimiento dela opinign piles modema, 249 Leonor Arfesch. Ja tempotalidad, la-angustia de la soledad, la desazén por el ‘rechazo de los contemporineds. Asi, tempranamente, el fi- ssofo defaba unz impronta de tebeldia frente a la sociedad, Jos convencionatismos, a intrusién en las zonas sensibles de la privacidad, que el dévenié histérieo mostraria més y més cambiante “privacidades devenidas pablicas, regulaciones que se tornan privadas~ sin por'ellodecrecer. Sin embargo, esta rebelidn-dejaba sismulténeamente al descubierto su costado paradéjico; para hacerse entender y “perdonar” -con el tono de una sincerided exaltada que fue perdiendo Inego sui eficacia retérica— Jean-Jacques tuvo que exponer su més cruda intimidad en el espacio piiblico. Arendt da cuenta de esta “fagocitacién” de lo privado en lo-pablico ‘como uno de los rasgos més notorios de la moderna visibi- ded: “Comparads con la realidad de lo visto y ofdo, incluso las mayores fuerzas de la vida intima -las pasiones del cora- 260, los pensamienios de Ia mente, las delicias de los senti- dos~ llevan una incierta-y oscura existericia, hasta que se transforman, desindividualizadas, como si dijéramos, en una forma adecuada para Ia aparicién piblica” (1974: 74). iertamente, aquellas tempranas escrituras del yo también dejaban huella de otro hecho innegable: que.esa “forma adecuada” para le aparici6n piiblica es, precisamente, narra~ iva en 3u mas amplia acepeidn-, que no hay otro modo de dar cuenta, poner en forma -y, por ende, en sentido la pro- pia experiencia que no sea a través del relato, oral, escrito, escritura autobiografica a la novela, con sus transformacic-' nes genéricas y estilisticas a través del tiempo -y sin desde- far los otros registros de la expresi6n artistica-, de lo que se tratard siempre, més alld de los eventiales rasgos mora- lizantes, ejemplarizadores, disruptivos y ain, escandalosos, es de encontrar justaménte un sentido, ¢: famoso “scntidy de fa vida”, aun cuando se llegue, como en amuchos casos, éla com- probacién, desesperanzads, de su “sinsentido”. Pero gqué hay de la pasibn, a le cual aludimos? En prin- cipio, en las diversas escrivuras, fo que aparecia mas nftida- mente era ls bisqueda de identificacién de los personajes con sus eventuales [ectores, ef abandono de los arquetipos para dar vida a seres “como tno”, para exponer justamente las vi- cisitudes de la vida cotidiana, las afecciones, activudes, expe- riencias, de esa trabajésa “educacién sentimental”. Las novelas arriba mencionadas, best-sellers de su época, conde el énero epistolar jigaba a la autenticidad de cartas verdadera~ ‘mente halladas, ponfan en escena tanto el deseo y Ia pasién amorosa ~correspondida, frustrada, o>staculizada— como los peligros del exceso, de la infraccidn de los limites ~del deco- 10, de la religiosidad~ que pueden conducir a la muerte, La distincién entre inocencia y perversién, entre pasidn y pure za oacatamiento de las normas sociales, familiares, matri- moniales, en definitiva, burguesas- esta presente también en La rucva Heloéa, la gran novela epistolar de Rousseau, don- de los personajes, Julia y Saint-Preux ~una joven y su tutor, en.una imposible relacién amorosa~ discurren ademnés todo. el tiempo en torho de la lectura, otra escéna cara a fos r0= ménticos y al modelade de esa nueva subjetividad: 244 Leonor Arfuck [tema del secreto, ‘Algunos estudios de recepciGn muescran la relevancia que adquirian las historias sus personajes ~en particular, los de ese género todavia sospechoso, la novela, muy poco edificante segrin cierta opi- nign- en las decisiones sobre fa propia vida personal, la crianza de los hijos, los seatimientos recomendables y los ‘censurables.* La narrativa vania as{ a desdecir en cierto modo Ja inmaterialidad que Arendt habia anotado en su descripcién sobre las das esferas de lo privado: “La intimidad del corazén, a desemejanza del hoger privado, no tiene lugar tangible en el mundo” (Arendt, 1974: 60). Ellibro-la narrativa~ se convier- te entonces en un lugar “tangible” y su impacto en Ja vida cotidiana se cefleja de inmediato en el hogar. Ellujo de deta~ es cotidianos —lo que Charies Taylor (1996) anna “la afrma~ ion de la vida cocriente”* que sostiene esa especie de informe sminucioso de la experiencia humana, abre un espacio de identi- ficacién con fiserte correlate material: cuerpos, objetos y cos- rumbres." 4. Robert Daraton eneonts6, en los archivos dele Soca Tipogitica de Neuchitel,editra de ia obra del 6l6sofo, las cartes que los lecrores ceaviaban a Rousseay, comentindol les imnpeesiones y emociones que habia desperudo en eos su obra. Vease “Los lecares le respon a Rossen Ta creacn de la sensbilidad romnuioa” Darnten, 1987: 217-267). 5. Taylor analiza el caiz que bs tomado est ideal de lava corren- te" en maestros dia, donde la satsficeién de deseos y comodidades pide algo mis respecto del sentido de ke vida algo de “vids mejor” que Supere ‘}mero usitaismo y que defina ls identdad como “uta oftentacin en el espacio moral’. Fl ye aparece af como un requisito de profundided y complejidad, es uno en velacin con otros laconprensia de exe “fms so" slo es poste através de la narrative (1996. 49-49) 6. "Ese soca ligero que fingecubri os largos eabeliosrubios que adornan: est afortnada pafioleta cox la que por lo menos por una vex no Cronotopias de la intimided 245 va haciendo ma sis y arrebatos, una nueva [uz def matrimonio basado en los afectos més que en las alianzas de fortuna y un amor creciente por los hijos, espacios cere moniales abiertos a los extrafios ~el zaguén, la sala, el come~ dor- y ottos, reservados a los moradores —la biblioteca, el dormitorio, la alcobs, el cabiner-, que a menudo cobijan las ribulaciones del corszén y donde empieza a perGilarse el hahito de la soledad, fa lectura silenciosa y los ejercicios de Ja escritura autégrafa.” En ese trazado acotado del interior tendré que refunifuiar, esa ropa de edimara elegante y sencilla [..., ess cchinelas tan griciosas que um pie flexible ilena sin esfuerzojese cuerpo tan delicado gue toca yabraza...” (Rousseau, J.J, La Nueva Huot, (*, parte, ‘Carta LIV, citdo en Ranumy, O., 1985, pags. 212-265). 7, Ls familia del sigho XVEinseewia, com la casa, on muro de defensa de [a vids privada frente ala sociedad, que ubrigarfa las nuevas relaciones jorosas entrelas personas y con los hos, junto con I afrmacién de los "buenos sentimientos" morales, de deber, ec. Véase Ph. Antsy G. Duby. (£987), tomo 5. 246 Lesnor Arfuck ‘burguésse vislumbra ya la densidad semistica del umbral, que separa el reino ~ferenino~ de la domesticidad del mundo ex- terior, de esa indiferenciacién de lo piiblico, lo multifacético, de esa nueva entidad amenazadora, la calle a ultimmd~ que trarfa en Tauurbe su expresion més acabada en la medida en que el umbral ze tanto como sepa- , interior y exterior se transforman en dos caras de la mis- ma moneda: Ia Puerta -en la simbdlica acepeiéa de Simmel (1986)- es tanto un medio de aislamiento como de comuni= -erigir una casa es para el fildsofo repetir el primer esto humano de manifestacién de poder ante la naturaleza (rernrtar) nna parcela dela continuidad e infinitud del es- acio y (configurat) an sentido conforme a una unidad espe- cifica® (Simmel, 1986: 31)-, este gesto evoca tanto la cadena asociativa del “refugio” como la del encierro, el aslamiento, Ja finitud: Si ese encierro puede ser visto como frontera que el hombre se ha puesto a sf mismo, la puerta fe permite su- perarlo y recuperar entonces su libertad: ella une el espacio finito con el infinito, el momento-de contencidn con el de expansién, el adentro y el afuera, fa unidad uniforme (el “ser para si? en casa) y el ser natural, abierto a la potencialidad ilimitada de la existencia: “el hombres el ser fronterizo que no tiene ningunz frontera” (Simmel, 1986: 34).° 8. Bltema de la naciente inquietad de I urbe, la miultited, dio hagera abordajes ya elisicos, canto desde la imaginacidn-postica (Baudelaire, Rimbaud) como pictérica (los impresionistas, fr vanguardiasestétices) y sociolégica (Engels, Simmel, Benjerin, Sennett, Berman, ete) 9. Es interesante también ls concepcién imeraccional del espacio de Simmel: “La accién reefproca que ten lugar entre hombres -prescindien- do de lo que en otros aspectossignifique-sesiente eomno el acto de lenar ‘un espacio. Cuando un mimeto de personas vivenaisladas dentro de deter- minados limites espaciales, ada una ce elles ena con su sustanca y actvi= ad tansblo el lugar que cups inmediatemente,y lo que quede entre exe lugar yel ocupedo por el préjimo esespacio vaci, pricicamente nada, Pero nel momento en que esas dos personas entran en accida reeiproca, el es- pacio que existe encreellas aparece llenpy animado” (Sime, 1986b: 645): Cromosopias tela intimided 247 ‘Asi; el umbral, Ia puerta que preanancia la infinivad de lo pablico, puede leerse también eomo localizacién paradi- gindtica de la distinci6n entre lo individual y lo social, que pone en-evidencia tanto la contigiidad fisica entre ambos ‘como su mutua iimplicacién Se uniformidad de la conducta ~rormas, reglas, valo- res-, a la vez imposicién y autoconf guracién, control y ‘eutacontrol, que atravesaré siempre ~con ny ‘momento en Quizé en ese sentido pueda inter jemipre preocupada por la sobreesposicin: “el erepisculo que fhumina nuestras vidas pri- vadas eintimas deriva de la luz mucho mis dura de la esfera pie blica” (1974: 75), Ta rebelién de Ronsseati contra sus “enemigos” contenia asfel germen de su propia confrontacién antagénica, esa et nna batalla consigo mismo que alimeata el mito del “yo” contra la sociedad’ moralizante y opresora.!° Una tensién 10, Parad6jcamente, la obra de Rousseau umbién ha sido interpreta- da como ta primera reivindicacién de ia comuaidad como la verdad mis- ‘ms del sjeto formulads-coatrs el individvalimmo hobbesiano: "maestro verthder yo no esti por completo en aosotres solos’, firma el flsofo fen J Reuse juge de Jean-Jacques, Dero esa foislacion, seals Rober~ to Expésito, ene jugar en el mismo paradigare que finalmente “recores a ia comunidad sobre et peril del indiviuoaisado y autosufciente”, cerra- ‘docensu perfec complerimd (Bspésito, 2003: 95 cic de Rousseat]y 10). 248 Leonor Arfucb constitutiva, que sigue perdurando atin hoy, cuando podria ‘mos hablar, valga e! oximoron, de una verdadera “intimi- } dad publica”, : I. Esexctatapapes Elespacio mo es el medio coutextuat (2a olga) dentro del ‘cal las casr enn inputs, sna ol medio gracias al cules posible la dpc de las cobs. 7M. Menieac-Boxny a a narraci6n de una vida ~umbral entre lo intimo, lo privado y lo puiblico—despliega, casi obligadamente, el arco de la temporalidad: fechas, sucesiones, aconteceres, simul- taneidades que desafian ly triza esquiva de la memoria 0 desordenan el empecinamiento de una scrie, cesuras, dislocaciones, olvidos... hilos sveltos que perturban la fer- za de la evocacién. Pero esa temporalidad es también espa- cialidad: geografias, lugares, moradas, escenas donde los ‘uerpos se dibujan en un émbito que es a menudo la marca i consistente de la cronologia, cl anclaje més nitido de la fectividad. El espaci ‘en espacio biogrd Sila cspacio-temporalica isuciable de la experien- cia humana, si es imposible pensar la vida sin el escenatio de su efectuacién ~qué es la infancia, en su investidura mitica, sino la casa famnilia, la calle, el barrio, la mesa, el vecindario, Ia algarabia de los juegos, el silencio de los rincones..., peo- sar el espacio, como afirma Doreen Massey, no es lo mas ha- bitual: estamos prioritariarmente sujetos a la Logica +y ain a Ja angustia~ del tiempo, al decurso irreversible de la tempo- ralidad, Pero, retomando su pregunta; =o ‘aun, e Cronotopias de la incimidad 249 Después de mi encuentro con elia en Londres, donde empe- za bosquejarse el proyecto de este libro, cai enla cuenta de ‘que, por esas coincidencias que suelen darse entre dominios no tan cercanos, yo ya habia pensado el espacio antes de cono- cer su obra como geégrafa cultural y de tener idea cabal de Ja problemasticidad teézica y politica de ese campo: habia es- crito un libro, E! espacio biografico (20022), en curiosa sintonia con su propia concepeién de la espacialidad. Selo comenté yy me contesté con una sonrisa: “De veras! Es que quizd eres realmente gedgrafa...”. ‘Mi conceptualizacion estaba en verdad lejos de la geo- grafia, aunque invadida sin duda por esa metaforicidad del Tenguaje que nos resulta hoy tan sugerente: mapas, itine- rarios, recorridos, territories, campos, mérgenes.... Nacfa justamente del intento por superar los limites “las fronte~ ras- de las géneros auto/biogréficos canSnicos para abar- car la multiplicidad de formas y géneros ~mediaticos, audiovisuales, cinematogeificos, tatrales~en los cuales se des- pliega actualmente la narrativa vivencial, con wna gran di- versidad retGrica respecto de sus ancestros del siglo XVII y sana aparicin que desaffa cada ver mas el umbral, munca nitido, entre pablico y privado. Un espacio -espacio/temporalidad— més dilatado que el género, pensado justamente desde las interacciones, las interrelaciones, Ia hibridacién de las formas, su intertextualidad, los deslizamientos metonimicos “de fa au- tobiografiaclisica a la entrevista periodistica, por ejemplo, de la historia oral al zaf-show~; en definitivs, las diferentes ma- neras en que las vidas “reales” ~eyperiencias, momentos, ilu- inaciones, vivencias, recuerdos, anécdotas, testimonias— se nnarran,circolan y son apropiadas, en las incontables esferas de Ja comunicacién globalizada. ‘No se trataba entonces de dar cuenta, desde la tearfa lite- raria, dela especificidad de esos géneros ~entre los cuales, a autobiografia ka sido siempre privilegiada— ni del andlisis de obras emblemsticas-de autores o periodos, sino de abordar justamene lo biogréfico en su dispersi6n, en’su diversidad y 250 Leonor Arfiuch su recurrencia y atin, en la importancia, rara vez teorizada, gue tiene en la conversacién cotidiana, Desde esta perspec tiva, por nacuraleza multidisciplinaria, ese espacio puede ser visto como un horizonte de inteligibilidad para interprecar, sintométicamente, ciertas tendencias relevantes en la reconfi- guracién de la subjetividad contemporsnea, Ese'salto teérico fue posible por una elaboracién, adapta da a mi objeto, de la concepcién de los géneros discursivos de Mijail Bajin (1982), uno de los primeros en pensar justamen- tela relatividad y la espacio-temporalidad en relacidn con los discursos sociales y con Ia literatura en particular. Segim su Sptica, los géneros ~que acompaiian todas las esferas de la praxis humana~ son conjuntos de emunciadas constituti- vamente heterogénees, en constante hibridacién, que compar- ten ciertas caracteristicas temiticas, compositivas y estlisticas, ciertos sistemas de valgracién, pero cuya especificidad es solo relativa: reconoeibles por su tradicién pero también sujetosal cambio, histéricoo cotidiano, y sobre todo, al movimiento sin pausa de la interdiscursividad social. Fue precisamente ese énfasis en el carécter relacional, dial6gico, de la produceién simbélica, lo que me Ilev6 a imaginar un espacio diacréni- caniente habitado, en la doble tension dél lenguaje como pura actualidad, presencia sintagmitica y como eacga hist6rica, pavadigmitica, ausencia sobre la que s¢ recozta todo decir; en un diferimiento (fférance)"' temporal del sentido. Dicho de otro modo, un espacio biogréfico abierto-a la multiplicidad, donde cada presente de Ia actualidad ~del relato se dibuja sobre el trasfondo de las genealogfas natrativas, sobre 14 tem poralidad de la propia vida, de las vidas de los otros, de fa vida en general® LU. Uslizo aqut um sentido piézisno del concepto de diffiranceen Derrida 12, Reaito en este puncoa la @inocide analitie del termi vivenia die Gadamer (1977. 96-107), que retora la genealogisalerana del Erienis on sus vertientes ligidas@ la escetura autobiogeafica, coma en el caso emblemitico de Goebhe, Cronotepilas de ta imtinidad 251 Siesta concepcién amplia de lo biogréfico permitia inclu- so ir més alld de la identidad personal para analizar, en la ar~ ticulacién de lo teérico y lo politice, la configuracién de identidades colectivas -en tanto posiciones relacionales, iden- tificaciones contingentes, a! i 6gica de la dife- rencia (Arfueh, 2002b)~, contrario, es indagar en la esfera intima y en una especie plano de detalle:ciertos objetos, rincones, imagenes, escrit 135, ciertos ritos cotidianos, ciertos derroteros, que formar parce inadvertidamente de la naturalidad con que vivimos est espacio espacio y cuerpo, cuerpo en al espacio-, pero cuya investidura sirnbélica Jos hace sin embargo indisociables de la idea de hogar, de identidad, de pertenencia, ideas que el "itt gate Je eclectic =e los lujas migratorios “reales” a los tecnokigicos y al imaginario mismo de la globalizacién— somete a constante refiguracién, Es esa escena intima contemporénea, sus transformaciones, ambivalencias y desaflos, lo que nos proponemos atishar, TE La esr TINA: LA CASA ‘gular, la casa, espacio simbélico por excelencia, que conde: sa todas las coordenadas del ugar: casa natal, lngar de ori hogar, cuna, amparo, abrigo, refugio, morada... En Le po «a deltspacio Gaston Bachelard (1965) recorre minuciosamé te esa pequefia geografia universal, que se.inviste tanto valores fisicos comio metatisicos, que atesora tiempos mii ples, comprimidos, presencias cilidas y amenazadoras, del sétano -lo subterrineo, el miedo, Io criminal, lo oscuro al tejado—las nubes, la libertad, el aire-, de los rincones felice de la sociabilidad ~Ia cocina, Ja mesa, el salén, la kimpara.e Ja ventana a los recovecos de Ia soledad. “Albergue de recuerdos”, “morada del sez”, la casa es vista, en este “top anilisis”, como ef espacio emblematico de la interiorided, 252 Leoncr Arfuch infancia, el mundo feliz, la ensonaciéa, provegida y alejada del mundo exterior pero con la cualidad de poder configurar vez hay infan- cla ~adolescencia, madurez~ sin novela familiar y ésta sin descripcién de la casa. Cuexpos, encuentros, habitos, ausen- clas ~cuartos vacios-, sonidos jubilosos de celebraciéa, hue- llas que guardan Ia forma de ls presencia: desgastes de! sillén, hendidura de los escalones, acumulaciones en el desvén... Y también, podriamos agregar, pérdidas de la casa mis- ‘ma; demoliciones, transformaciones, abandonos, otros oc pantes que habitan un lugar que sigue siendo nuestro en la memoria y a la vez nos es vedado para vodo reconocimiento. relia de la casas‘ s quietante tiene la idea dc lacasa que sobrevive a nuestra pre- sencia, que abora contiene ctras vidas, otras Voces, otros pasos ra los mismos recorridos.; ter : 13. Doreen Massey hace un anstisie geo-politico y cultural, que eanvoca varias prebleiticss,a peri de un“rewomno al hogar” tutobiografen sobee kt casa de sus padres. Vease “Living in Wytzenshawe” (Mastey, 2001: 459.474), i : Cronotoptas dela insionidad 253 Por este camino no es extrafio llegar a la poesfa: la casa natal es también nido, cobijo, regazo materno, profunda nos talgia del tiempo ido: mas alld de-la magdalena de Proust, todos podemos abrir una alacena que despide un aroma Gini co o descubrir sibitamente -quizd por haberla perdido~ la entonaci6n irrepetible de una voz. Ean notable coincidencia con lo que Bajtin (1982:134) define como “valor biogréfica” esa refraceién especular por !a cual todo relato de vida no sélo da forma o “pone en orden” la vida del autor/narrador sino también la del lector, y por clevacién, la vida misma-, Bachelard dird en su Poética ~desde una Optica que él define como “una filosoffa de la literatura y de la poesfa®- que al leer/escribir un cuarto, una casa, “los valores de a intimidad son tan absorbentes que el lector no lee ya nuestro cuarto: vuelve a ver el suyo” (1965: 47) y ain més, en tanto hemos aprendido en la casa natal las funciones del babitar, si retor- néramos después de largo tiempo “todo el ser de le casa se desplegari fiel, en nuestro ser” (1965: 48). Pero qué ocurre en un tiempo en que fa cass se ha trans~ formado para muchos en un cobijo'pasajero, ambulante, de- sarraigado de un “ugar”? gCémo alimentar la huella del recuerdo sobre la inscripcién simbélica de la carencia en pa- labras recientes estremecedoras, domes, sin hogar?" -Seré suficiente aqui pensar aquelio de que el fugar/el hogar es sim- plemente el sitio “donde estd mi cuerpo"? Si en Ja fantasia el cuerpo se enlaza con la casa familiar como certidumbre de la materialidad, al mismo tiempo Ja ‘asa toma cuerpo en una dimensiéi oniriea, como un suefio 9 en el suefio, a menudo traumitico. Oscilacién entre cor- péreo e incorpéreo, entre interior y exterio¥, entre profun- didad y extensi6n, entre abrigo c intemperie, que es quizd la 14, Una palabra reciente pero que remite & antiguas genealogias Se- spin Richard Sennete (1990: 6) *La cultura judeo-cristiam se vineule, en Sus ms aueéncicss rafces, con una experiencia de dislocacion espiritual y de pérdida del hogar (homeless) (la traduccion es mia). 254 Leonor Arfiuch condicién misma del habitar, esa densidad simblica que de- fac la perdurabilidad de la viveneia y del recuerdo, Asi, mien tras el elejamiento pone al morador a merced de las fierzas del mundo, la “ruclta al hogar” ~después del periplo de-una vvida~ aparecerd fuertemente simbolizada, como tito de pa- sije a la madurer y al mismo tiempo como regresién, como baisqueda del amparo del seno matemno. Viajes, separaciones, guerras, exilios forzosos o por elecci6n y sobre todo los trén- sitos migratorios que no dejan de multiplicarse-con la globalizacién, reeditan una y otra vez ese retorno fantaseado ‘que encuentra en Ulises su figura mitica: la dificultad -y hasta Ja imposibilidad- de complir el propésito de llegar a puerto, pesea la anoranaa y al empefio:y finalmente, al llegar, la com- probacién desconcertante de que nada es como era enton- ces, nil vigjero. ni eltiempo, ni el hogar. © neem © rrelacion esencial de las relaciones espa como ha sido asimilada por Ia literatu: 15, Pam Schuz (1974) el “hogar” estéconstivide por “grupos pri- moarios’ de identificacén en les cases “vida del Orr psa ase una parte desu propia autobiografia, un elemento de sa historta personal”. Este modo = compartir temporaided hace que, cone! extrahariento del hogar sobrevengs I afioranza, en tanto lis experioncias vividas son remplazadas por recuerdos, que nunca enconerarin su adecuicifn a el revorno efeetiv. Véas especialmente, “La vuela al hogar’, pags: 108-119. * Cromotapies de la ineimidad |. “Lo que cuenta para nosotros —diré el autor, refiriendose a este uso, un taato metafGrico- es que expresa la indisolubilidad del espacio y def tiempo (este wlti- mo, como la cuaéta dimension del espacio)” (Bachtin, 1978: 237, la traduecién-es mia). El cronotopo eé entonces una especie de punto nodal de Ja rama, tiene una dimensién configurativa, por cuanto inviste de sentido ~y afecto— a acciones y personajes, que asu- mirin por ello mismo una cierta cualidad. En él operard tan to el presente de la narracidn ~su actualizacién en un relato verbal, visual, audiovisual como la carga valorativa que con- lleva por historia y-tradicién. Ejemplos clisicost la ruta -de los peregrinos a los road-movies-, a laza piblica -como en Rabelais-; a calle, el castillo, el salén -tipico de Balzae- pero también Ia vida ~2l camino de la vida-, el linaje, la fauna la casa, el hogar... 16, Be su Infcia en Berke baa 1900 (Benjamin, 1987), el recuerdo oti anclado en lugares, objeto, alusiones a personas pero RO “personas” en téeminos de eneventros, roses, caracersi 17- Fs bien conocido el dilema que presertan certs objetos que ate! sora la experieseia dt pasado pero que vames dejando en el camino ance Jnimposiilidad de conservar, archiva, colecionsr, 0 aquellos que nos

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