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EUCARISTIA.
MINISTROS EXTRAODINARIOS DE LA EUCARISTIA
“En virtud de la reverencia debida a este sacramento nada lo toca sino las cosas
consagradas; por eso, para tocar este Sacramento, se consagran el corporal y el cáliz así
como las manos del sacerdo…te” (III, q. 82, a. 3). Santo Tomás de Aquino
Las manos del sacerdote, no son manos comunes y corrientes, son manos consagradas.
Sólo manos Consagradas pueden tocar y dispensar el Pan Vivo bajado del Cielo
“En virtud de la reverencia debida a este sacramento nada lo toca sino las cosas
consagradas; por eso, para tocar este Sacramento, se consagran el corporal y el cáliz así
como las manos del sacerdote” (III, q. 82, a. 3). Santo Tomás de Aquino
Con tristeza, Actualmente no se necesita recibir el sacramento del orden sacerdotal para
administrar el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo,las manos comunes y
corrientes de los laicos lo administran a los fieles y en la mano, como si fuera una goma
de mascar.
Lo que debería ser extraordinario se ha convertido en norma, y lo que debería ser norma
se ha convertido en extraordinario.
La introducción de la comunión en la mano fue invariablemente seguida por la
introducción de ministros extraordinarios de la Eucaristía. El uso de ministros
extraordinarios durante la Misa no tiene precedente histórico. Ni la más mínima
evidencia puede ser invocada para probar que la Sagrada Comunión haya sido jamás
administrada durante la liturgia sino por un obispo, sacerdote o diácono.
Para el siglo trece era ya una tradición establecida que sólo aquello que había sido
específicamente consagrado para ese propósito podía entrar en contacto con el
Santísimo Sacramento hasta que Éste hubiera sido colocado en la boca del comulgante.
Santo Tomás de Aquino (1225-1274) escribió a este respecto (III, q. 82, a. 3):
“La distribución del Cuerpo de Cristo pertenece al sacerdote por tres razones. Primero,
porque él consagra in persona Christi. Pero así como Cristo consagró Su Cuerpo en la
Cena, también Él lo dio a los otros para que participaran de él. Consecuentemente, así
como la consagración del Cuerpo de Cristo pertenece al sacerdote, del mismo modo su
distribución también le corresponde a él. En segundo lugar, porque el sacerdote es el
intermediario establecido entre Dios y el pueblo, por lo cual, así como le pertenece
ofrecer los dones del pueblo a Dios, también le pertenece a él dispensar al pueblo los
dones consagrados. Tercero, porque en virtud de la reverencia debida a este sacramento,
nada lo toca sino las cosas consagradas; por eso, para tocar este sacramento, se
consagran el corporal y el cáliz, así como las manos del sacerdote. En consecuencia, a
nadie le es lícito tocarlo, excepto caso de necesidad, por ejemplo, si estuviera por caer al
suelo o en otro caso de urgencia”.