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Tipos de discurso: son aquellos discursos, en tanto están asociados, por un lado, a
estructuras institucionales complejas que constituyen sus soportes organizacionales y,
por el otro, a relaciones sociales cristalizadas de ofertas/expectativas que son los
correlatos de estas estructuras institucionales. Por supuesto, estas estructuras
institucionales y estas configuraciones de ofertas/expectativas, no pueden tratarse
simplemente como datos sociológicos “objetivos”; unas y otras son inseparables de los
sistemas de representaciones que, en producción, estructuran el imaginario donde se
construyen las figuras de los emisores y los receptores de los discursos.
Por ejemplo, el discurso político ancla, por un lado en el sistema de partidos y el
aparato del Estado (elecciones regulares, etc.); construye el rostro de un emisor (el
sujeto de la palabra política) y los rostros de los destinatarios. A un nivel, el discurso
construye un destinatario genérico ciudadano nacional (asociado al colectivo “nación”),
que participa en ciertas prácticas relacionadas con el sistema político (y que, por lo
tanto, tiene ciertas expectativas respecto de su funcionamiento). A otro nivel, construye
tres subespecies de destinatarios: el prodestinatario, al que se apunta a través de
mecanismos de fortalecimiento de la creencia compartida, el contradestinatario, con
quien se polemiza (inversión de la creencia) y el paradestinatario, blanco de
mecanismos del orden de la persuasión (es el indeciso al que debo “seducir”,
convencer).
Géneros
La noción de género está fatalmente marcada, desde el comienzo, por la problemática
literaria. En esta óptica, heredera del análisis literario, un género se caracterizará
necesariamente por cierta disposición de la materia lingüística (por no decir de la
escritura, pues un mismo género puede aparecer en forma escrita en la prensa y en
forma oral en la radio). Este uso lo llamaremos géneros L: “entrevista”, “reportaje”,
“alocución”, “mesa redonda”, “debate”, “investigación” son algunos de estos géneros
que pueden aparecer en los medios, con el mismo estatus de los géneros literario
tradicionales: “cuento”, “novela”, “nouvelle”, “fábula”, “soneto”, “décima”, etc.
Los géneros L atraviesan los medios y los tipos de discurso. Un tipo de discurso, a su
vez, puede reconocerse en la forma de varios géneros L.
Los géneros P son productos en un mercado de bienes simbólicos: un formato
determinado ligado a un tema específico. Por ejemplo, dentro de la prensa gráfica,
“revista femenina”, “revista deportiva”, “periódico”, “revista de actualidad”, “revista de
chismes del espectáculo”; en televisión “noticiero”, “programa político”, “unitario”,
“telenovela”, “programa de entretenimientos”, “reality show”. Su relación con los
tipos de discurso es mucho más fuerte, de tal modo que se podría pensar en
conceptualizarlos como subespecies de los tipos de discurso. Un género P puede, a su
vez, contener muchos géneros L.
Como productos que son, los diferentes “títulos” que corresponden a un mismo género
P, compiten en un campo común. Por ejemplo, “Para Ti”, “Cosmopolitan”, “Elle”,
“Mía”, todos títulos de la prensa femenina, compiten en el mercado por un sector de
público y por anunciantes. Como se ve, no difieren mayormente en cuanto al
componente temático (en otros términos: el enunciado). Para distinguirse de los demás,
para posicionarse como un producto “especial”, digno de ser elegido por sobre otros,
recurren a estrategias enunciativas.
El análisis en reconocimiento
El analista de los discursos, a quien Verón llama también Observador, por el lugar
que ocupa: fuera del sistema productivo que es su discurso-objeto, ha podido describir
los rasgos esenciales, invariantes del discurso analizado. En el campo de los géneros P,
todo análisis es necesariamente contrastivo, es decir, las observaciones que haga de su
objeto dependerán de haberlo comparado con otros similares (el mismo género P), pero
que a la vez, difieran en algún aspecto (el de las estrategias). En ello consiste un análisis
en producción, pero, ¿cómo dar cuenta de los efectos reales que ese discurso ha tenido?
Para ello hará un análisis en reconocimiento, que, de acuerdo al tipo de objeto
analizado, puede asumir dos grandes formas:
b) Análisis sincrónico: cuando lo que se ofrece como efecto es una conducta, que
es “opaca” en cuanto al sentido que la produjo, el analista busca inducir un
discurso explicativo (discurso etnológico, discurso B) para tratar de entender
los resultados que provocó el discurso de referencia (discurso A).
Por ejemplo: trato de explicar el resultado de un votación haciendo encuestas entre
grupos seleccionados según distintos parámetros de edad, sexo, clase social, nivel
de educación, etc. En este caso, entiendo la conducta de voto como efecto (en
parte) de la campaña política mediática e informal (discurso A)
La gran diferencia entre estos dos tipos de análisis es que el tipo a) trabaja con discursos
que han circulado socialmente. En el caso del análisis b), los discursos son individuales
e inducidos.
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