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La leyenda del Kakuy (norte argentino)

Cuenta la leyenda que en tiempos muy remotos habitaba una pareja de hermanos indígenas,
varón y mujer, siendo el hombre el mayor de la choza luego de quedar huérfanos tras la muerte
de sus padres. El joven era muy noble y trabajador, un muchacho de buenos sentimientos
dedicado plenamente al cuidado de su hermana, a quien consentía con hermosos regalos. Ella
era muy perversa, le hacia la vida imposible y lo trataba de lo peor.
Un buen día al llegar el joven de una larga jornada de trabajo, le pidió a su hermana que le
preparara un poco de agua endulzada con miel, ella muy molesta por el pedido la fue a buscar
pero antes de entregársela la dejo caer sobre el cuerpo de el. Al día siguiente, repitió la maldad
pero esta vez le arrojó comida, lo que provocó un gran malestar en el hermano, y por eso
decidió abandonar la choza e internarse en lo profundo de la montaña.
El joven dolido y triste por el comportamiento de su hermana deambulaba por los tenebrosos
bosques, se sentaba en la orilla de un árbol y recordaba los sabores de las mejores frutas,
algarrobas, arvejas y frutos secos, alimentos que le llevaba a su hermana para que comiera lo
mejor que conseguía en el campo. A pesar de todo su dolor, Desde las montañas la abastecía de
igual manera, brindándole la mejor miel de abejas y quirquinchos que cazaba para que se
alimentara.
Ya cansado de los desprecios y humillaciones que le hacia la muchacha, decidió darle un buen
escarmiento invitándola a pasear por la montaña, una invitación que escondía venganza.
Cuando llegaron al lugar el joven hizo subir a la muchacha al árbol más alto para conseguir la
mejor miel, mientras la acompañó trepando del otro lado del arbusto. Cuando se aseguró que
ella estaba a gran altura, comenzó a descender y con un hacha cortó todas las ramas, dejándola
en la cima sin forma de bajar.
El muchacho se fue alejando lentamente, y su hermana quedó en lo más alto del árbol, presa del
terror, cuando cayó el ocaso y la oscuridad de la noche su miedo se transformó en horror.
Al pasar el tiempo en la fría noche, su garganta se secó de tanto gritar y su lengua enmudeció,
su cuerpo comenzó a temblar. Todo su espíritu quedó consumido por el remordimiento, algo
que ni su mente podía controlar.
Sus pies se convirtieron en garras filosas, como si fuera un búho, su nariz y las uñas se
arquearon, sus manos se comenzaron a transformar en enormes alas, y todo su cuerpo se cubrió
de enormes plumas, observó que se convertía en un ave nocturna.
Esto dio origen al Kakuy, el desespero que desgarró su garganta con los fuertes gritos llamando
a su hermano. Hoy se escucha en las oscuras noches de la montaña, un grito desgarrador:
¡Kakuy! ¡Turay! ¡Kakuy! ¡Turay!….. que en el lenguaje quechua significa “¡Hermano…
Hermano!”.

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