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Señores

TRIBUNAL SUPERIOR DE BUCARAMANGA – SALA CIVIL FAMILIA


M.S. DR. RAMON ALBERTO FIGUEROA
E. S. D.

REFERENCIA: PROCESO VERBAL DE RESPONSABILIDAD CIVIL


EXTRACONTRACTUAL
DEMANDANTE: ROSA MARIA RODRIGUEZ GUTIERREZ Y OTROS.
DEMANDADO: COTRASCAL S.A.S.
RADICADO: 2018-00216-01

JONATAN RICARDO MÁRQUEZ RODRÍGUEZ, identificado con Cédula de


Ciudadanía No. 1.057.579.048 de Sogamoso y portador de la Tarjeta Profesional
No. 358.814 del C. S. de la J., actuando como apoderado de la sociedad
COTRASCAL S.A.S., identificada con NIT No. 900.151.590-6, representada
legalmente por el señor RICARDO TARAZONA PARADA, mayor de edad,
identificado con Cédula de Ciudadanía No. 12.458.514, domiciliado en esta
ciudad; conforme al poder a mi conferido y por medio del presente me permito
descorrer el traslado de la sustentación del recurso de apelación presentado
por la parte demandante, en los siguientes términos:

La señora apoderada de la parte demandante en su escrito de sustentación


asevera que en el expediente penal se encuentra determinada la responsabilidad
del conductor del vehículo de placas TAX-764 de propiedad de la empresa
COTRASCAL S.A.S, lo cual NO es correcto, ya que en ningún momento se ha
proferido fallo penal para que se pueda declarar responsable de la conducta al
implicado debe haber un pronunciamiento.

Así mismo la apoderada menciona el Art. 2341 del Código Civil, que habla sobre la
indemnización civil que se puede dar a lugar en un proceso penal, para lo cual se
deben dar dos escenarios, el primero que el implicado acepte cargos y se entre a
discutir la indemnización para posibles beneficios penales y el segundo escenario
que se declare culpable de la conducta atribuida al conductor en este caso
mediante un fallo condenatorio y después de dicho fallo se de inicio al incidente de
reparación integral, para lo cual en este caso específico que nos atañe NO se ha
presentado ninguno de los dos escenarios descritos, como se dijo en el punto
anterior.

De conformidad con el punto anterior me permito citar lo que habla la


jurisprudencia respecto a este tema; en Sentencia de la Corte Suprema de Justicia
SP 4367-2020, Magistrado Ponente Gerson Chaverra Castro, menciona el artículo
102 del Código de Procedimiento Penal, (Ley 906 de 2004) modificado por el 86
de la Ley 1395 de 2010, sobre la procedencia y ejercicio del incidente de
reparación integral consagra:

“En firme la sentencia condenatoria y, previa solicitud expresa de la víctima, o del


fiscal o del Ministerio Público a instancia de ella, el juez fallador convocará dentro
de los ocho (8) días siguientes a la audiencia pública con la que dará inicio al
incidente de reparación integral de los daños causados con la conducta criminal y
ordenará las citaciones previstas en los artículos 107 y 108 de este Código, de ser
solicitadas por el incidentante”
Como podemos ver contrario a lo dicho por la apoderada en su escrito, la
responsabilidad NO se encuentra probada.

En cuanto a lo dicho por la apoderada respecto de la actividad de conducción de


vehículos automotores que dio lugar a los lamentables hechos, se debe tener en
cuenta que esta conducción fue desarrollada bajo un contrato atípico no oneroso,
como lo es el transporte benévolo, como consecuencia de la inexistencia del
elemento esencial de la onerosidad del contrato típico de transporte, regulado
tanto en el Código Civil como en el Código de Comercio, se plantea como una
relación distinta el transporte benévolo o de cortesía, el cual es definido como
aquella relación que surge: “cuando la conducción de personas o cosas se hace
sin remuneración alguna y sin que acceda a un acto de comercio, como por
ejemplo, el que lleva a una persona de un lugar a otro sin mediar prestación
alguna, o sea, por plena liberalidad, bien por acto accidental o en forma periódica”
(Bonivento, 1991, p.186). La falta de reconocimiento expreso por parte del
ordenamiento jurídico colombiano constituye al transporte benévolo como un
contrato atípico, a raíz de la ausencia de regulación específica.

De igual forma, de acuerdo a lo manifestado por la recurrente, es evidente que a lo


largo del proceso se encontró probada la excepción de mérito denominada
INEXISTENCIA DE NEXO DE CAUSALIDAD, tal como se evidencia en la parte
resolutiva de la sentencia de primera instancia, por lo que se debe reiterar que
dicho nexo de causalidad, entendido como la “necesaria conexión fáctica que
debe existir entre la acción humana y el resultado dañoso producido”, es un
elemento común a todo tipo de responsabilidad civil, en cuanto es necesario que
exista una conexión causal entre el evento dañoso que lesiona a quien exige ser
reparado, por ello la responsabilidad propuesta por la actora no tiene ningún
sustento.

El nexo de causalidad es un elemento autónomo del daño y del fundamento que


no admite, ningún tipo de presunción como sí lo admite la culpa o la falla. Para
comprender lo antes mencionado, es necesario evitar la sinonimia entre
causalidad y culpabilidad. La causalidad como elemento, corresponde a la
constatación objetiva de una relación natural de causa-efecto, mientras que la
culpabilidad como fundamento, se refiere a la valoración subjetiva de una
conducta.
Es sabido que para que exista la responsabilidad se requiere de tres elementos
absolutamente indispensables y necesarios: el daño, el hecho generador del
mismo y un nexo de causalidad que permita imputar el daño a la conducta (acción
u omisión) del agente generador. El nexo causal se entiende como la relación
necesaria y eficiente entre el hecho generador del daño y el daño probado. La
jurisprudencia y la doctrina indican que para poder atribuir un resultado a una
persona y declararla responsable como consecuencia de su acción u omisión, es
indispensable definir si aquél aparece ligado a ésta por una relación de causa-
efecto. Si no es posible encontrar esa relación mencionada, no tendrá sentido
alguno continuar el juicio de responsabilidad.
Por lo tanto, entonces, esta corriente doctrinal y jurisprudencial genera, desde el
punto de vista procesal, una carga en cabeza de la víctima de tal manera que
queda sujeta “a demostrar tanto la existencia del perjuicio, como la de la culpa del
demandado y el nexo causal entre esos dos factores” (CSJ Civil, 3/Dic./2001,
e6742. M. Ardila)
Así mismo es necesario tener en cuenta lo dicho por la Sala de Casación Civil de
la Corte Suprema de Justicia, en su sentencia del treinta (30) de noviembre de mil
novecientos treinta y cinco (1935), en cuanto a las obligaciones de resultado y las
de medio:
“Para resolver el primero problema (sic) –el del contenido de la obligación- es
menester distinguir entre las obligaciones “determinadas, precisas o de resultado”
y las obligaciones “generales de prudencia y diligencia”. En las primeras, los actos
que el deudor debe ejecutar están estrictamente indicados en el contrato o en la
ley supletiva (…). En las segundas –en las obligaciones generales de prudencia y
diligencia- el deudor se ha comprometido a poner solamente toda la diligencia
necesaria y a tomar todas las precauciones razonables para llegar a un
determinado resultado, que puede no ser alcanzado, a pesar de haber cumplido el
deudor con sus deberes de prudencia y diligencia (…).”

Dentro de la misma providencia judicial, la Corte Suprema de Justicia precisó:

(…) cuando no se trata de obligación precisa o determinada sino solamente de la


obligación general de prudencia y diligencia, los jueces, para determinar la
existencia de culpa, tienen que entregarse a un examen de la conducta del
demandado, investigar cómo se ha manejado éste, descubrir si hubo de su parte
imprudencia o negligencia, y en cambio, cuando la obligación del deudor es
precisa o determinada, entonces, en caso de inejecución, la responsabilidad de
éste se encuentra necesariamente comprometida con el solo hecho de no haberse
alcanzado el resultado, a menos que se pruebe caso fortuito o fuerza mayor o
causa extraña, sin que sea procedente ningún examen sobre la conducta del
mismo deudor.”

En este orden de ideas, teniendo en cuenta que no se declaró probada la


culpabilidad en el proceso penal que solicitó de oficio la honorable sala, y que por
parte del extremo demandante tampoco se logró probar la responsabilidad en el
proceso ante el Ad Quo, de igual forma se hace pertinente manifestar que la Corte
tiene sentado que “ (…) cuando la sentencia se basa en varios motivos jurídicos,
independientes, pero cada uno con fuerza suficiente para sustentar la decisión
jurisdiccional, no es difícil descubrir que, si la censura en apelación es ineficaz
para desvirtuar todos los soportes del fallo, porque permanece en vigor alguno
que le mantiene su firmeza en derecho, el recurso no es susceptible de prosperar
(…)”, considera el suscrito que no se debe acceder a lo solicitado por la
apoderada en su sustentación de apelación.

Del Honorable Magistrado,

Atentamente,

JONATAN RICARDO MÁRQUEZ RODRÍGUEZ


C.C. No. 1.057.579.048 de Sogamoso
T. P. No. 358814 del C. S. de la J.

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