La Naturaleza ha dotado al ser humano con un don excepcional, la vista; pero desdichadamente, no se le usa siempre que se le necesita, debido a que no se comprende su utilidad práctica para realizar ciertas acciones, como el caminar. Consecuentemente, las personas se tropiezan y se caen.
Por ser el caminar un reflejo inconsciente que se
aprende en la infancia, la mayoría de las personas caminan casi siempre sin pensar cómo lo hacen y mirando rara vez a los pies. Esto es debido a que casi siempre se camina por superficies llanas y sin obstáculos. El problema surge, y por eso las personas se caen, cuando aparece un obstáculo inesperado y los pies no pueden "verlo". Al caminar se debe mirar frecuentemente al suelo, no sólo para ver si hay objetos contra los que se puede tropezar, sino para no resbalarse en manchas de aceite, desperdicios de comida, etc.
No se debe caminar nunca con una carga tan
grande que impida ver con facilidad los pies. Las cargas grandes deben ser transportadas entre dos personas, en un vehículo o usar las carretillas que se encuentran en los camiones.
Uno de los peligros más grandes que presenta el
caminar es la confianza falsa que ofrece la familiaridad con lugares donde se trabaja a diario, ya que generalmente no se espera que surjan situaciones con peligro de caídas, como un charco de agua o gaseosa, una botella en el piso, etc.
Por esta razón, incluso en lugares que se
conocen a la perfección se debe mirar siempre por donde se camina.
"Nada es tan urgente que no pueda ser hecho con seguridad"