se pierden. En la Voluntad de Dios nuestras penas se encuentran junto con las penas de Jesús. Continuando mi habitual estado, me sentía amargada por la privación de mi amable Jesús, y me lamentaba con Él de que cada privación que me hacía era una muerte que me daba, y muerte cruel, pues mientras se siente la muerte, no se puede morir, y decía: “¿Cómo tienes corazón de darme tantas muertes?” Y entonces Jesús, viniendo por unos instantes me dijo: “Hija mía, no te abatas, mi Humanidad estando en la tierra contenía todas las vidas de las criaturas, y todas estas vidas salían de Mí, pero, ¿cuántas no volvían a Mí porque morían y se sepultaban en el infierno? Y Yo sentía la muerte de cada una en forma tal que se desgarraba mi Humanidad. Estas muertes fueron la pena más dolorosa y cruel de toda mi Vida, hasta el último respiro. Hija mía, ¿no quieres tomar parte en mis penas? La muerte que sientes por mi privación no es otra cosa que una sombra de las penas de la muerte que sentí por la pérdida de las almas, por eso dame tu pena para endulzar las tantas muertes crueles que sufrió mi Humanidad. Esta pena hazla correr en mi Voluntad y ahí encontrarás la mía, y uniéndose juntas correrán para bien de todos, especialmente por aquellas que están por caer en el abismo. Si la tienes sólo para ti, se formarán nubes entre Yo y tú y la corriente de mi Querer quedará rota entre tú y Yo, tus penas no encontrarán las mías y no te podrás difundir para bien de todos, y sentirás todo el peso de tu pena. En cambio, si todo lo que puedas sufrir, piensas cómo hacerlo correr en mi Querer, para ti no habrá nubes y las mismas penas te llevarán luz y abrirán nuevas corrientes de unión, de amor y de gracias.” Libro de Cielo. Agosto 10, 1916 Volumen 11 “Hágase tu Voluntad En la Tierra Como En El Cielo”
“Hija mía, mi Humanidad, siendo Hombre y Dios,
veía presentes todos los pecados, los castigos, las almas perdidas; habría querido aferrar en un solo punto todo esto y destruir pecados, castigos y salvar a las almas, así que habría querido sufrir no un día de Pasión, sino todos los días para poder contener todo en Sí estas penas, y ahorrarlas a las pobres criaturas. Con todo esto que habría querido, y podido, habría podido destruir el libre albedrío de las criaturas y habría destruido este cúmulo de males, ¿pero qué sería del hombre sin méritos propios? ¿Sin su voluntad al obrar el bien? ¿Qué papel haría él? ¿Sería objeto digno de mi Sabiduría creadora? No, ciertamente. Noviembre 13, 1904 Vol. 6
“Tú debes saber que las almas están tan unidas
conmigo que forman muchos eslabones unidos juntos en mi Humanidad, y conforme las almas se pierden rompen estos eslabones, y Yo siento por ello un dolor como si se arrancase un miembro del otro.” Abril 2, 1917 Vol. 12