En algún momento o circunstancia de la vida, todos filosofamos, aunque no al
nivel de los grandes teóricos, sí de una manera práctica y cotidiana. Sin embargo, hay varias concepciones del término “filosofía”. En un primer concepto, común entre los positivistas, se dice que en la filosofía se recoge todo lo que no puede ser abordado científicamente. Lo anterior es justificado al mencionar que las ciencias, aunque desprendidas de la filosofía, abordan particularidades del mundo. No obstante, este concepto no se puede aceptar debido a que cada vez que se independiza una ciencia, usualmente al mismo tiempo nace una disciplina filosófica en torno a ella. Otra concepción sostiene que la filosofía no es ciencia, pues su objeto de estudio es lo que está por encima de la razón, o sea lo incomprensible, por lo que filosofar es investigar irracionalmente, pues lo que corresponde a la razón ya lo abordan las ciencias. Sin embargo, la historia demuestra que el filósofo siempre piensa racionalmente: con claridad y orden. O sea que sí es una ciencia. Lo que queda a la filosofía como ciencia es la teoría del conocimiento (la posibilidad del conocimiento, los valores (lo que debe ser), el hombre como fundamento y supuesto de lo demás, y el lenguaje. Aun dentro de la filosofía, hay diferentes concepciones filosóficas, y cada una se defiende a sí misma y descalifica a los que se oponen o sostienen cosas distintas. Independientemente de ellas, la filosofía es universal (o sea que abarca todo) e incluso sucede que los objetos de estudio de la filosofía también lo son de otras ciencias. Asumiendo que filosofía es una ciencia, se distingue del resto por su método y su punto de vista, en los cuales no hay límites ni restricciones. La filosofía no para, sino que siempre sigue preguntando e investigando, intentando llegar hasta la raíz. Por lo anterior es natural decir que se trata de una ciencia demasiado difícil, pero al mismo tiempo bella y noble, a la que el hombre está destinado y se sentirá siempre atraído por ella.
Bibliografía J.M. Bocheński, “Introducción al pensamiento filosófico”, Barcelona, 23-33.